El espíritu de la libertad (Libre) [25/06/2019]

16/06/2019




Era de día... La luz del sol le deslumbraba los cansados ojos mientras se arrastraba como podía entre la maleza de la plácida pradera que rodeaba Trion. Pero sólo duraba un segundo, y, de repente, volvía a ser de noche.

Tenía que ser de noche aún... ¿Cuánto tiempo se había llevado peleando? No tanto... No tanto...

Aquellos soldados... aquellos militares... Habían llegado hasta allí buscándola a ella... Después de tanto tiempo... Aún no la dejaban en paz... Era su sino... Su eterno sino...

Tantas y tantas veces se había enfrentado a la justicia que había perdido la cuenta hacía décadas... Pero... siempre supo... que, en algún momento... se enfrentaría a una pelea que no podría ganar...

La anciana tropezó, y sus dedos, en lugar de entrelazarse con la hierba fresca y húmeda del anochecer, se enterraron en la arena cálida del desierto. ¿De nuevo era de día? ¿Qué... qué estaba pasando?

A lo lejos había montañas en lugar de bosques, y el sonido intermitente y distante de los coches en la carretera había sido reemplazado por la melodía dulce y armónica de una flauta...

Se puso de pie y la luna proyectó su sombra vacilante sobre la hierba. De nuevo era de noche... Gray abandonó cualquier intento por encontrarle sentido y rememoró la pelea que había tenido lugar unas horas antes en el callejón trasero del Sweet P’s.

Aquellos hombres... habían venido buscándola a ella... Pero... pero al menos... había cumplido... Los había entretenido mientras Jesse y Sasha escapaban... Y los había entretenido el tiempo suficiente como para que no pudieran verles ni identificarles, ni acertarles con sus condenadas armas de ciencia ficción... Gray había estado bastante sorprendida de ver que dolían bastante más que las balas normales... Y los destrozos en su cuerpo habían sido también bastante mayores...

Había perdido mucha, mucha sangre... Estaba cansada... Visualizó un tocón de árbol y se dejó caer, pero la superficie contra la que se recostó su espalda era dura y áspera como la de una piedra... El sol brillaba de nuevo en el cielo.

- Vamoh... dehame vé lah ehtrellah... -masculló entre dientes, en medio del dolor que la atenazaba-. Sempre... sempre quise que hubiea ehtrellah...

Cerró los ojos, exhausta. Si no hubiera sido por aquél tipo... Agente Kah’An le llamaban... Era... tan... tan grande, fuerte y resistente... como... como ella... Pero... a diferencia de ella... No tenía el menor reparo en matar...

También era mucho... mucho más joven... Ah... Si Gray hubiera sido más joven... Si hubiera sido más joven seguro que habría podido aguantar más. Si... si hubiera sido más joven... quizá ahora no estaría desangrándose hasta morir en un... ¿desierto? ¿prado? Cuando era más joven sus heridas se curaban mucho más rápido...

Cuando era más joven...

Abrió los ojos, contemplando la noche. Las estrellas brillaban resplandecientes en el cielo, y la anciana esbozó una sonrisa de felicidad. ¡Ah! Eso es... Sí... Siempre pensó que se iría así... En la naturaleza abierta y libre que había sido siempre su hogar, contemplando las estrellas...

Estrellas...

Sería... sería perfecto... De no ser porque estaba sola... Casi podía imaginar a Jesse si estuviera allí a su lado. Seguramente estaría llorando. Le gustaba ir de tipo duro pero Gray le conocía demasiado bien... Como si su mente le hubiera conjurado, comenzó a revivir los diversos momentos que había pasado a su lado aquél último año.

Recordó el día que se habían conocido, en el transcurso de una pelea contra una panda de moteros que habían atracado un bar de carretera, la preocupación que había invadido su rostro al ver que le habían disparado.

- ¡Santo cielo! -había exclamado corriendo hacia ella- ¿Se encuentra bien, buena mujer?

-No te procupe, eto no e na zolo ma rozao… anque man manshao la camisa, cago en dio.

Y dicho y hecho, ante el asombro del cura, se había quitado la camisa para realizar un improvisado torniquete sobre la herida y detener la hemorragia, quitándole luego las ropas a uno de los moteros inconscientes.

-Azi ta mejo, ¿No? -había dicho, sonriéndole a Jesse.

- Hum -había carraspeado él, algo turbado-. Y digo yo... ¿No habría sido más fácil usar la camisa, o un paño limpio de la tienda para vendar la herida sin necesidad de... bueno, desnudarse? Bueno, en cualquier caso te sienta bien -resolvió, devolviéndole la sonrisa.

La primera de muchas.

Después, cuando la policía corrupta de West se había llevado a Jesse para ejecutarlo entre los árboles, ella había seguido al coche del Sheriff, interviniendo en el último momento de entre unos arbustos para agarrar a Jesse y arrojarlo lejos del alcance de las pistolas.

- No vuelvas a hacer nunca una cosa así -le recriminó después mientras comprobaba que las heridas de bala estaban curando adecuadamente-. Podrían haberte matado. Sé que es difícil de creer viendo el alzacuellos, pero créeme, se me da bastante bien defenderme y cuidar de mí mismo sin necesidad de que otros se jueguen el tipo por mí.

-Lo ziento colega, no he poio evitalo; una wena pelea e una wena pelea.

- Así que una buena pelea es una buena pelea, ¿eh?. Tengo la sensación de que nos vamos a llevar bien, chica...

Gray suspiró y volvió a cerrar los ojos, recostando la cabeza contra el tronco seco del árbol... (¿o era una piedra?) Desde algún lugar le volvió a llegar el sonido de la flauta... Casi podía sentir en su hombro el apretón afectuoso que le había dado Jesse aquella noche...

-¿Noh amoh, cowboy?

La anciana había tenido muchos, muchos buenos amigos a lo largo de su condenadamente extensa vida... Pero apenas quedaba ya ninguno con vida, y, durante el último año, Jesse había sido el más leal, cariñoso y fiel... Gray recordaba como si hubiera sido ayer el hermoso atardecer que habían pasado bebiendo y compartiendo historias bajo el roble al que siempre acudía a refugiarse cuando era niña. El roble bajo el que estaba enterrada su madre. Se alegraba de haberlo compartido con él. Seguro que Jesse sabría que deseaba ser enterrada allí, con ella...

-¡Bridemos!- había exclamado la mujer alzando su botella-Po la familia, que e lo ma ipotante der mundo, incluso cando cree que no la tene.

Aunque era de noche, la anciana podía sentir en su ajado rostro la calidez del sol, el mismo sol que les había acompañado aquella tarde de primavera. Gray se abrió con Jesse aquel día, se mostró indefensa como no estuvo con casi ninguna otra persona en el mundo; pocos podrían decir que vieron a la “famosa” Gray Fox llorar, solo Jesse tenía ese honor. Y Jesse se lo había devuelto, abriéndose a su vez ante ella como había hecho con pocos, desnudándole su corazón.

A Gray le gustaba pensar que, en cierto modo, el efecto Omega había tenido algo de compensación. La abuela de Jesse era un monstruo que había arruinado su vida, le había torturado y hecho asesinar a todos sus seres queridos convirtiéndole en un hombre roto... Pero entonces, el predicador y la anciana se habían conocido, el mismísimo primer día del efecto Omega, y el hombre más joven se había convertido para Gray en el nieto que nunca tuvo. Quería pensar que ella se había convertido para él en la abuela que nunca tuvo. La abuela que debió tener. Aquél día había hecho el solemne juramento de que nunca jamás permitiría que nada malo volviera a ocurrirle mientras ella estuviese sobre la tierra. Y lo había cumplido... Le había salvado... A él y a la mujer a la que amaba... Jesse ya había perdido mucho, demasiado... Se merecía... se merecía ser feliz...

Aún así, no pudo evitar que un acceso de tristeza la invadiera. Y repitió para sí, en voz baja, lo que le había dicho entonces...

- Ojala te’vera conoció ahte...

Sí... Ojalá... ojalá hubieran podido conocerse antes... Ojalá hubieran tenido más tiempo para vivir todo cuanto les había sido arrebatado en sus respectivos universos... El amor y calidez de una familia de verdad... Porque eso era lo que habían terminado siendo, el uno para el otro.

Familia.

Maldición... Ojalá tuviera algo de whiskey para beber en sus últimos minutos... Pero al menos tenía las estrellas... Y ese dulce sonido... ¿La flauta? Era hermosa... tan hermosa... ¿De dónde venía? Cada vez sonaba más cerca...

Abrió los ojos. Estaba de nuevo en el desierto donde había pasado toda su vida... Y, ante ella, se alzaba la figura de un nativo americano enorme, de más de dos metros de altura, tocando una flauta. La anciana le recordó como el hombre que se había aparecido en sus sueños el día del carnaval hacía tres meses... E, instintivamente, supo quién era, igual que lo había sabido entonces.

Entonces ya debía haber sabido... que el final estaba cerca...

Al ver que le miraba, el hombre dejó de tocar y le sonrió, extendiéndole la mano para ayudarla a levantarse. Gray la aceptó, y una sensación cálida la invadió, haciendo desaparecer el dolor y el entumecimiento. Se sentía bien. Viva. Y, al incorporarse, reparó en que sus manos ya no estaban arrugadas, y en que el pelo que se derramaba sobre sus hombros era rojo como el fuego... Volvía a ser joven otra vez...

El hombre le hizo una seña para que le siguiera, y, al volverse, se transformó en un enorme lobo negro. Corrió algunos metros y se detuvo, girando la cabeza para esperarla. Gray suspiró, sintiéndose totalmente revitalizada. Completa. Feliz. Echó a andar hacia el enorme animal y su cuerpo comenzó a cambiar casi como por instinto, volviéndose una especie de híbrido entre lobo y zorro, de pelaje rojizo. Pronto se reunió con el lobo negro y juntos corrieron hacia las montañas...

Volvía a ser libre, otra vez. Ya podía escuchar los aullidos de los lobos que la esperaban a lo lejos... Ya nunca más la perseguirían. A partir de ahora, sólo correría con su manada por las praderas y desiertos que había llegado a amar... Por toda la eternidad...

Tardaron varios días en descubrir el cadáver de Gray, y, para cuando lo hicieron, estaba bastante perjudicado por la acción de buitres, zorros y demás animales carroñeros. Aún así, en cuanto apareció por las noticias que habían descubierto a una mujer de avanzada edad muerta en los alrededores de Trion, a Jesse no le cupo duda de que se trataba de ella.

No había ido muy lejos después de lo sucedido en el Sweet P’s, demasiado deprimido para hacer mucho más que emborracharse en el pueblecito más cercano, Summerville, y quedarse a dormir allí en un hotelucho de mala muerte. Sasha se había quedado con él unos días, pero después había tenido que volver a Nueva York para prepararse para el juicio de su amigo.

Jesse no podía ir a ningún lado. Primero porque estaba teniendo serias dificultades para entender lo que acababa de suceder. No era la primera vez que le arrebataban a un ser querido de un plumazo, y tampoco era la primera vez que sucedía de manera totalmente inesperada. Cuando había abrazado a su padre aquella noche no había tenido forma de saber que le iban a asesinar al día siguiente. Cuando había atacado a Jody por clavarle la cabeza a un poste a su perro no había podido imaginar que ello acarrearía el asesinato de su madre. Y tampoco imaginaba que cuando su mejor amigo, Billy-Bob, se había ido a echar la siesta al granero iba a regresar con la arteria carótida seccionada.

El hecho de que hubiera estado charlando tranquilamente con Gray en una habitación de hotel y cinco minutos después ya no estuviera no debería haber supuesto ninguna diferencia, ¿verdad? Joder... Uno podría decir que ya debería estar acostumbrado.

Pero sí la había. Había una diferencia. Porque en todos esos casos anteriores, Jesse no tenía Génesis. En todos esos casos anteriores no había sido más que un niño indefenso. No podría haber hecho nada.

Pero ahora sí podría haber hecho algo. Podría haberle salvado la vida.

Y no entendía... no era capaz de entender... Por qué no había hecho nada.

Porque Gray le había hecho jurar que no volvería a usar la Voz sobre ella.

Y había vacilado en lugar de hacerlo directamente como había hecho con Cassidy en aquél avión, cuando había estado a punto de dejarse morir calcinado antes que soltarle.

Y no podía entenderlo.

La devastación es grande cuando pierdes un ser querido... Pero la sensación es aún más descorazonadora cuando sabes que tuviste en tu mano el poder para impedirlo... y elegiste no hacerlo.

Libre albedrío. Lo que siempre había defendido. Lo que había constituido el motor de la vida de Gray.

- ¡Maldición! -exclamó, arrojando la botella de whiskey contra la pared de la habitación.

Había otra razón por la que no se había movido de allí esos días, y era por si se averiguaba algo. Lo que fuese. Había dado por sentado que los hombres del G.E.C.M.A. la capturarían, pero en el fondo, conociendo a Gray, siempre había albergado el presentimiento de que podía ocurrir... lo que finalmente ocurrió.

Nadie le buscaba. Nadie le perseguía. Precisamente gracias al sacrificio de Gray, nadie había llegado a verle allí, en aquella habitación. Así que se presentó en la morgue del pueblo para identificar al cadáver.

Sorprendentemente, tampoco supo qué sentir al reconocer a la mujer que había llegado a significar tanto en su vida en el último año. Las cosas nunca habían sido fáciles para Jesse custer. Siendo tan sólo un niño le habían arrebatado a todas las personas importantes de su vida, y tan sólo un año antes de la Colisión había descubierto que su madre aún seguía viva. Había pasado seis meses inolvidables a su lado antes de que el cabronazo de Dios le volviera a joder por última vez trasladándole a una dimensión desconocida donde no existía nadie más de su universo. Condenándole una vez más a la soledad más absoluta, ahora que su mundo empezaba a cobrar sentido de nuevo.

Cuando había conocido a Gray... había sido como volver a llenar el vacío dejado por su madre. Jesse no había llevado nunca bien la soledad, y Gray le había ayudado a sobrellevar aquél primer año repleto de incertidumbre en un mundo en el que nada era como recordaba, en el que ninguna cara era conocida. Sin ella... no sabía cómo habría podido superar el desenraizamiento.

Suponía que debería haber sentido pena, dolor, tristeza... pero lo único que era capaz de sentir era ira, y odio. Hacia los cabrones que la habían matado, pero también hacia sí mismo, por permitirlo. Una pequeña y mezquina parte de sí mismo culpaba incluso a la propia Gray por no haberle consentido recurrir a Génesis, pero sabía que era un sentimiento pasajero e irracional fruto del duelo. Cada una de las personas que habitaban aquél pobre y desgraciado mundo tomaba libremente sus propias decisiones. Era el gran regalo que les había dado Dios. Al final, Gray había hecho lo que había querido, y no podía culparla por ello.

Éste pensamiento pareció aliviar un poco su carga, a pesar de saber que le había fallado. Elevó la mirada hacia el aséptico techo blanco de la morgue, cerró los ojos y dejó escapar el aire y, con él, toda la tensión para no romper en lágrimas. Cuando volvió a abrirlos estaba algo más calmado.

- Descansa, chica... -le susurró tiernamente al cadáver-. ¿Se sabe exactamente de qué ha muerto? -le preguntó al operario que vino a devolver el cuerpo a su cubículo.

- Aún tenemos que hacerle la autopsia; los carroñeros hicieron un buen número con ella, ¿sabe? Es difícil de decir, pero bueno, teniendo en cuenta la edad que tenía y la manera en la que ha estado tratando su cuerpo todos éstos años... -replicó el operario, encogiéndose de hombros con completo desinterés-. Según parece era una criminal, ¿sabe? Y mutante, además. Vivía en la calle, como una mendiga. Al final tenía que reventar por algún lado, tarde o temprano. Diablos, lo único que me extraña es que no haya cagado las tripas o algo, vaya usted a saber la clase de mierdas que...

Jesse le agarró violentamente de la pechera del uniforme, estrellándolo contra la interminable hilera de cubículos de la pared con el rostro transfigurado por la furia... Hasta que vió la expresión de espanto del trabajador. Le soltó de inmediato.

- Perdón... Jesús... -musitó, arrepentido-. Perdón... No pretendía... No estoy cabreado con usted, señor. Sólo estoy... cabreado en general. Discúlpeme...

Una vez en el mostrador de entrada, les facilitó todos los datos acerca de quién había sido para que hicieran lo posible por localizar cualquier familiar vivo que pudiera querer reclamar el cuerpo para el velatorio, ofreciéndoles su número de teléfono para, en el caso de que no se presentase nadie, ocuparse él. También les expresó su deseo de ocuparse del funeral de la mujer.

Una reportera vino a verle, algunos días después, a la dirección que había entregado. Inicialmente le llamó la atención su llamativo cabello rizado rojizo siendo afroamericana, pero todo pareció encajar en su lugar cuando le confesó ser la tataranieta del padre de Gray. Le preguntó si había sido él quien le había hecho la transferencia de los 8000 dólares necesarios para el entierro y dijo que no. No habría podido llegar a reunir tanto dinero ni en sueños.

Pasaron el resto de la tarde juntos, bebiendo, hablando sobre Gray y compartiendo anécdotas. El predicador le dijo dónde debería celebrarse el entierro y todo quedó organizado.


25/06/2019


Y allí estaban, nueve días después de su muerte, bajo el viejo roble rojo que se alzaba detrás de la Iglesia de un remoto y olvidado pueblecito de Texas. El pueblo al que, 121 años atrás, llegaron el, por aquél entonces famoso, estafador conocido como "Red John", acompañado de su mujer india embarazada. La mujer había muerto al poco de dar a luz, y había sido enterrada bajo aquél mismo roble. El padre, siendo un criminal perseguido, había tenido que huir, entregando la niña al orfanato que había junto a la iglesia.

El predicador posó la mano sobre el viejo y rugoso tronco, pensando en todas las veces en las que una pequeña huérfana de cabellos rojizos se había tumbado bajo su sombra a descansar. Pensando en aquél inolvidable atardecer que había compartido con la anciana, en el que ambos habían desnudado sus corazones. Aquél roble que tantas veces la había visto descansar en su seno, ahora la acogería para siempre entre sus raíces, al lado de aquella madre a la que nunca había llegado a conocer.

Desvió la mirada hacia donde se encontraba el ataúd de madera, junto a la tumba recién excavada.

Casi le parecía escuchar la voz de Gray, tratando de animarle y diciéndole que todo iba a salir bien...

"Zeguo que ete dode ete, tu mae ta ogullosa de ti, der hombre en que ta convetio. Yo lo ehtaría..."

Se limpió una lágrima furtiva con el índice, secando la humedad en el lateral de sus sobrios pantalones negros. Se había afeitado aquella misma mañana, y, cosa rara en él, por una vez no estaba fumando.

Cerca de él estaba la reportera de piel oscura y cabellos rojizos, y, a su lado, varios camerógrafos y un chico joven del Bugle, un tal Peter Parker. Estaban esperando a que llegara Sasha. La autopsia había determinado, sin ningún género de duda, que había muerto a causa de los disparos y la paliza que le habían propinado los del G.E.C.M.A. La mutante le había dicho que había hecho correr la voz entre su pueblo, y que iba a traer más gente. Jesse realmente lo esperaba, porque apenas le quedaban amigos vivos, con la excepción de un viejo policía ya retirado que estaba sentado en las sillas de delante junto a sus hijos. Le había dicho que se llamaba John Kent, pero no sabía mucho más. Familiares vivos sólo quedaba la joven reportera. Jesse esperaba que Sasha consiguiera reunir a bastante gente. Gray se merecía mucho más.

Era de noche. A Gray siempre le habían gustado las estrellas. Seguro que le gustaría ser enterrada bajo ellas.

¿Quien crees que me consiguió esta casa? ¿quien crees que financia ahora mis experimentos?

20/06/2019

Las pulsaciones del teléfono rebotaban en el oído de Sasha como un castigo. Le daba la sensación de que eran cada vez más largas y los silencios más duraderos. La punta de sus dedos estaban congeladas, la ansiedad de nuevo abrazada a su pecho. Era tarde, por la noche, casi empezada la madrugada, pero había intentado localizarle a lo largo de la tarde y había sido inútil. Además dormir había dejado de ser su prioridad hacía muchos meses, poco le importaba si debía mantenerse en vela.

Si lo que las noticias habían dicho era cierto...  

Despedirse de él con la incertidumbre de su desaparición había sido atroz. Sabía que lo pasaría fatal. Sabía que se sentía culpable, que Jesse prefería una infinidad de veces una Gray viva, enfadada con él por no respetar su libertad, pero viva.

Sería un golpe atroz para el predicador y quería acompañarle en ese dolor si sus temores se confirmaban. También tenía un motivo egoísta... Sasha pensaba que se había quedado demasiado cerca, qué tal vez pudiesen encontrarle a él también... - Vamos, cógemelo... No seas cabezota… - se pinzó la nariz mientras esperaba, moviéndose de lado a lado desde la habitación de su piso, hasta que escuchó el sonido que indicaba que había vida al otro lado de la línea.

- ¡JESSE! ¿Jesse..? - Tanto había deseado que le respondiese y súbitamente no sabía qué decir - He visto las noticias. ¿Sabes algo? - Se le secó la boca, la escarcha invadió todos los nudillos de sus manos. Sus pupilas bailaban nerviosas por cada ladrillo de la pared.

Él se había pasado las últimas horas desde que había llegado a casa sentado en el borde de la cama del motel, sumido en esa especie de incredulidad silenciosa e inmóvil que le embargaba cada vez que experimentaba una pérdida cercana. Era una sensación extraña... Casi irreal. El caso es... Que ya debería estar acostumbrado... Pero siempre era difícil asimilar una pérdida inesperada y repentina, especialmente con tan poco tiempo que habían tenido para...

En algún momento fue consciente del sonido. Una vibración grave y retumbante. Llevaba sonando bastante tiempo, pero por alguna razón su cerebro no había llegado a registrarlo. No era más que un sonido más en el zumbido permanente en que se había convertido su mente.

Entonces cayó en la cuenta. El móvil. Lo había silenciado al ir a la morgue y se le había olvidado restituir el sonido. Ese pensamiento le llevó automáticamente a otro: Sasha. Tenía que ser Sasha, ella y Gray eran prácticamente las únicas que... Y Gray ya no... Seguramente querría saber....

Se frotó la frente con los ojos cerrados mientras escuchaba sus preguntas.

- Si, es... Estuve en la morgue, perdona... Imagino que habrás estado llamando. Es... fui a identificarla. Es... es ella, Sasha. Aún no saben de qué ha muerto, por lo visto los carroñeros estuvieron... En fin… - La taquicardia en el corazón de la mutante arrancó con fuerza ante esas palabras mientras sentía cómo la tensión abandonaba su cuerpo con todas sus energías. Tomó asiento en el reposabrazos del sofá - Les dije que me ocuparía del funeral... Están buscando si tiene algún pariente vivo…- La noticia atravesó la conciencia de la mutante. El hielo se abrió paso hasta sus muñecas - Jesse... Lo siento muchísimo…-

La mutante revivió los últimos instantes de Gray a la salida del motel como una película antigua en tonos sepia. Recordó los escasos momentos con ella y pronto todas las imágenes desaparecieron y se quedó el audio, con el tono de la voz de Jesse. Sabía más de ella por lo que él le había contado que por lo que había experimentado en sus carnes. Así que se permitió esa distancia casual con la anciana para armarse de frialdad respecto al duelo y poder centrarse en él. Los instantes después de dejar a Gray atrás fueron desgarradores. El grito del predicador resonó con eco en su cabeza.

Y fue entonces cuando se dio cuenta de que llevaba más tiempo del que pretendía en silencio - Vale, eh, puedo estar ahí en unas... Veinticuatro horas si salgo ahora - Había veintiséis hasta Texas, y si alguien lo sabía, era él. Eso implicaba que iría sin dormir, sin parar a comer y superando los límites de velocidad. Su voz sonaba mucho más centrada y decidida. - Puedo salir en media hora, gestionar lo que necesites. Tengo ahorros, no muchos, tal vez pueda ir hablando con los del banco de camino para que me concedan un crédito... Creo... Creo que tengo algo preconcedido. Yo... Haremos todo lo posible. Te lo prometo - Lloró en silencio siendo incapaz de imaginar una cuarta parte del dolor que el hombre de su vida debía estar sufriendo. Solo, lejos, descompuesto. Y ella no podía hacer nada.

Apretó el puño, golpeó el suelo rompiendo en virutas la escarcha. Sus labios describieron un "Joder" mudo cargado de rabia. Las lágrimas se derramaban solas e hizo lo posible por impostar la voz y estar ahí para él. No podía permitirse fallarle. - Puedo faltar al juicio un par de días. Puedo hacer lo que necesites... Estoy…- Respiró hondo- Estoy contigo, mi amor…-

- Lo sé, Sasha, y no sabes lo mucho que significa para mí. Cuando mataron a mi padre, mi madre estaba tan rota que no pudo consolarme. Cuando se la llevaron a ella solo estábamos yo y el ataúd... Igual que cuando mataron a Billy-bob... Y cuando Cassidy murió, Dios me arranco de mi universo y me llevo a un lugar totalmente desconocido donde no tenía a nadie... En toda mi vida no he tenido nunca a nadie para acompañarme en estos momentos y... Te agradezco que estés ahí. Pero... No hace falta que vengas, amor. Se lo importante que es tu amigo para ti y Texas está muy lejos de Nueva York. Por Gray ya no se puede hacer nada... Por el momento. Pero el va a necesitar todo tu apoyo. Yo estoy bien... De verdad. Solo con que lo hayas ofrecido ya vale millones para mí. La vengaremos, Sasha... Tu y yo sabemos de qué murió. Y me encargaré de hacérselo pagar a ese hijo de puta, eso te lo garantizo. Pero después del juicio. Respecto a lo del dinero... Te lo agradezco, de verdad, pero vamos a esperar por el momento a ver si alguien reclama el cuerpo. No creo que tenga parientes vivos o me habría hablado de ellos, pero sé que tuvo muchos amigos y gente cercana a lo largo de su vida. De todos modos les he dejado mi número para que me contacten si no encuentran a nadie. Te lo diré en cuanto sepa algo, ¿vale?-
Jesse guardó silencio unos segundos.

- ¿Sabes, Sasha? Estaba perdido cuando llegué a Omega. No tenía a nadie... Dios me lo arrebató todo, justo cuando estaba empezando a reconstruir mi vida... Y entonces la encontré a ella. Fue a los dos o tres días de llegar aquí. Estaba perdido y solo, acababa de perder a mi madre por segunda vez, y ella… -tuvo que interrumpirse cuando la voz se le empezó a quebrar - Fue la familia que nunca tuve -

Para la morena, escuchar la voz de la persona más importante de su vida romperse de esa forma y saber que lo hacía en soledad era desgarrador. Un puñado de sensaciones y emociones contradictorias se abrieron paso en su pecho. La rabia, las ganas de vengarse y de recuperar lo que la muerte le había arrebatado. Ganas de repetir lo que le hizo a Cédric con cualquiera que provocase ese dolor en Jesse. Compasión, por él y su mundo, por sus emociones, porque parecía y empezaba a creerse que el plan de Dios era putear a ese pobre hombre hasta que decidiese arrancarse la vida de sus propias manos. Pero la más importante … amor, que le invadía cada rincón del cuerpo, que le hacía entender el hombre sensible con el que había decidido compartir su vida. Respiró hondo.

Hizo lo único que pudo, ofrecerle un espacio en compañía donde poder desahogarse, donde poder llorar en paz… El día que empezaron su relación uno de los factores que más les unió fue el hecho de que Jesse no había vuelto a llorar hasta que la encontró a ella. Porque se sentía libre de sentir a su lado, y eso fue lo que Sasha quiso garantizar a través del teléfono. Cuando se tranquilizó y estuvo un poco más estable y receptivo, la mutante prometió - Haré cuanto esté en mi mano. Avísame para la ceremonia, intentaré mover un par de hilos. Vamos… Vamos a hacer algo precioso Jesse… Gray no se merece menos - Y se quedó colgada del teléfono todo el tiempo que a él le hizo falta.

24/06/2019

- Vale, y como último repaso, ¿Quién falta? - Júbilo y Anole están de camino, se han retrasado con el desayuno pero llegarán pronto - La pareja de mutantes responsable de los alumnos que acudirían al funeral esperaban junto a un inmenso autobús escolar que estaba lleno, a falta de esos dos. Sasha subió y comprobó a todo el mundo, los ánimos estaban decaídos, como era normal, al fin y al cabo no era una excursión regular ni una misión. Era una ceremonia de despedida y los alumnos se comportaban con la responsabilidad y el respeto que la situación requería. Se aclaró la garganta para hablar pero justo pasaron por su lado los dos jóvenes que faltaban, pidiendo perdón y caminando de puntillas como si eso les ayudase a ser invisibles.

- Primero… quería daros las gracias por venir-  Una joven con el pelo a tazón negro y un maquillaje gótico potente se acercó por el pasillo hacia sasha y le colocó la mano en la garganta haciendo que la voz de la morena sonase como a través de un megáfono - Gracias Shout, prometo que seré breve, una charla es lo último que necesitamos pero… - Se tomó un momento para respirar hondo - Sé que estáis todos muy ocupados, que la mansión y todos nosotros necesitamos ayuda. Con todo lo de Drago los ánimos y la situación política son… increíblemente delicados - La presencia de bestia tras ella le tranquilizaba y le hacía sentir libre para hablar de ello - Esta muerte… puede representar la primera de muchas y hoy más que nunca, debemos permanecer unidos. Dudo mucho que siempre vayamos a poder hacerlo con una ceremonia tan…tranquila y solemne. Así que.. me gustaría que cuando lleguemos simplemente… nos dediquemos a apreciarnos. A apreciar lo que tenemos y lo que somos como comunidad. He hablado con algunos de vosotros, si queréis aportar, hacedlo, si preferís quedaros al margen, está bien. Habrá prensa y entiendo que para algunos puede ser más comprometido. Sólo vuestra presencia… va a marcar la diferencia y mandaremos un mensaje muy claro de que cada uno de los mutantes de ahí fuera, más o menos conocido, está acompañado… Gracias… a cada uno de vosotros - Un murmullo genérico y un abrazo con la joven que había sido su altavoz cerraron esa charla.

- ¡Ah, se me olvidaba! La parte trasera del autobús está oculta con una tela porque tenemos un invitado de la MKL, puede escucharos pero no puede darle la luz del sol, es nocturno. Se llama Korgal - La vista de Sasha se desvió a una mujer joven con aspecto floral que tampoco era asidua a la mansión X - Y ella es Baal, me han acompañado desde Alemania para apoyarnos en el funeral de Gray. Estoy segura de que podréis hablar mucho con ellos, pero no les agobiéis mucho, ¿De acuerdo? - Y entonces sí, tomó asiento junto a Bestia y suspiró un par de veces seguidas.

- No hay agua sin viento… y si sigues suspirando así va a parecer que Ororo nos acompaña - Lo siento Hank, yo… estoy durmiendo poco - La bestia azul sonrió hasta que asomaron sus colmillos inferiores - Veo tu cuerpo, y veo tu sueño, pero tu mente no está con nosotros. - Él siempre la desmontaba - Es que después de todo, de haberme alejado, de mi discusión con Charles, de lo de Cédric… - La garra apretó con cariño el brazo moreno de la pastelera - Tú lo has dicho. Se lo has explicado a ellos. Lo importante, en ocasiones… es simplemente estar-  

Con los ojos húmedos, le devolvió la sonrisa y apoyó la sien en su hombro, hasta que se quedó dormida.  

25/06/2019

El resto del viaje pasó tranquilo y antes de lo esperado, con los dos conductores rotando las veces que hizo falta, llegaron a tiempo a la ubicación del funeral poco después de caer la noche. Las puertas del autobús se abrieron con un sonido mecánico y de él empezaron a bajar de forma ordenada una treintena de alumnos, entre ellos los de la MKL, Hank y Sasha. Todos habían escogido el solemne y clásico negro para vestirse, aunque cada uno en su estilo. En cuanto le vieron bajar, un par de periodistas acudieron a él - ¡Señor McCoy! ¿No tiene obligaciones que atender? ¿Le ha permitido su agenda venir hasta Texas para este funeral? ¿Qué relación tenía Gray con la institución mutante? - Mis obligaciones forman parte de esta lucha, esa muerte representa cada uno de los motivos por los que no podemos permitir que una ley tan atroz como la propuesta por el presidente Luthor vea la luz. No voy a hacer más declaraciones políticas, les pediría que respeten el luto que esta ceremonia requiere - Y tras acomodarse las mangas con la punta de las garras se desvió de nuevo al grupo de alumnos para dirigirles en orden.

-Los que prefiráis asistir de forma menos mediática, venid conmigo. Los que tenéis un rol concreto acompañad a Hank y os dará posición- En ese instante se dividieron en dos grupos, uno que se quedaría tras la línea de prensa y otro que se repartiría. La mutante altavoz iría junto a Jesse para ayudarle a proyectar. Baal se colocó junto al árbol haciéndolo florecer y que la caída de las hojas fuese regular sin afectar al follaje, cubriéndolo todo de un escarlata intenso precioso. Dos mutantes con poderes lumínicos repartieron zorros rojizos espectrales y luciérnagas cálidas por el entorno, iluminando el jardín. Korgal hizo lo propio con su bioluminiscencia, Júbilo preparó los fuegos artificiales para el final del acto. Todos habían preparado un detalle especial para ella.

En cuanto se establecieron, Sasha echó una mirada al entorno. Primero vio a Magneto y se tensó, buscando apartar la mirada lo más rápido que pudo. Repasó la sección de prensa reconociendo a Peter Parker, el joven del que le habló Matt… Tal vez consiguiese arrancarle al tiempo un par de minutos para hablar con él. En privado. Luego buscó con la mirada a la persona más importante del evento, después de Gray. Cruzó una mirada con Jesse y le sonrió. Se llevó una mano al pecho y moviendo los labios regaló al aire un “Te quiero” sordo.

El primero en aparecer fue el "hombre elegante". No había nada en su actitud o apariencia que pudiera indicar que alguna vez había sido amigo de Gray, pero Jesse sabía que la anciana había tenido una larga vida y se había codeado con todo tipo de personas, sin hacer discriminaciones jamás.

Por su parte, no llevaba tanto tiempo en Omega como para reconocer el nombre de Erik Lehnsherr. Por supuesto sabía que existía un mutante llamado Magneto, pero no lo había visto nunca sin su traje característico. Probablemente de haberlo sabido se habrían llevado particularmente bien. Jesse había tenido también sus más y sus menos con neonazis, a los que aborrecía especialmente, y no tenía los reparos de los X-Men a la hora de matar a quienes lo merecían.

Gray le había hecho prometer que no arrebataría ninguna vida mientras estuviera con ella, pero Gray ya no estaba.

Por culpa de aquellos a los que ella habría intentado salvar. Así era Gray.

Lamentablemente él no era ni la mitad de buena persona que ella.

- Vaya -fue lo único que fue capaz de decir ante su revelación, con un nudo en la garganta. Si Gray le había contado aquello tendría que haber tenido una relación muy estrecha con aquél hombre del que, sin embargo, jamás le había hablado-. No lo... no lo sabía.

Gray y él habían tenido una relación muy cercana mientras habían estado juntos, pero ninguno de los dos había verbalizado lo que el otro significaba realmente para él. Para Jesse la anciana había pasado rápidamente a convertirse en familia, pero no tenía ni idea de que la situación hubiese sido igual a la inversa. Ahora lamentaba no haber caído nunca en decírselo, pero no había pensado que la robusta mujer pudiera abandonarles tan pronto.

Miró la tarjeta, intrigado, y las piezas del puzzle comenzaron a encajar en su mente. Miró a Lehnsherr arqueando una ceja por encima del pequeño rectángulo de cartón.

- ¿Es usted el benefactor anónimo que ha corrido con los gastos del entierro? Dísculpe... Ehm... Gray nunca me habló de usted...


Los asistentes al funeral comenzaron a aparecer entonces, en un goteo intermitente pero constante. Los vehículos encontraban aparcamiento a las afueras del pueblo para revelar después un montón de rostros, algunos más conocidos que otros. De un autobús se bajaron unos cincuenta integrantes de la reserva nativo americana del pueblo de Acoma, entre madres, padres, niños y abuelos. También se presentaron los hijos de John Denver y Johnny Cash junto con sus familias, los trabajadores y los niños del orfanato de la Iglesia donde se había criado la anciana, la mayoría de vecinos y vecinas del pueblo que venían a presentarle sus respetos a la heróina local, y hasta Bob Dylan con su familia y sus guardaespaldas. También había un montón más de personas a las que Jesse no conocía, y el lugar no tardó en estar completamente abarrotado. Había tanta gente que los asientos que había dispuesto el personal de la Iglesia se llenaron rápidamente y la gente del pueblo comenzó a traer sillas de sus casas y negocios para tratar de dar cabida a todos. Aún con todo hubo quienes tuvieron que quedarse de pie. Jesse no daba crédito. Sabía que Gray había conocido a mucha gente a lo largo de su vida, pero jamás habría pensado que el impacto generado habría podido ser tan profundo como para generar semejante reacción.

Por último, llegaron los mutantes. Un autobús repleto de personas, muchas de ellas con mutaciones físicas visibles, a las que sin embargo ninguno de los allí presentes dirigió una mala mirada o comentario. Toda la comunidad guardaba un armonioso y respetuoso silencio, como si hubieran comprendido que el motivo que les había reúnido estaba muy por encima de las mezquindades humanas.

Una de las mutantes se colocó a su lado. Jesse no la conocía, pero suponía que Sasha la habría enviado por algo, así que la saludó con cortesía. Otra se situó junto al árbol que había sido tan importante para la anciana y para su madre, haciéndolo florecer de una manera tan hermosa que el sacerdote sintió que se le saltaban las lágrimas. Ojalá Gray hubiera podido verlo... Aunque, quién sabía... quizá lo estaba haciendo.

Otros mutantes se distribuyeron por entre la multitud congregada, haciendo aparecer zorros rojizos bioluminiscentes y otras luces danzantes por todo el lugar. Repentinamente, aquél claro que había estado iluminado únicamente por la luna y las estrellas había pasado a convertirse en algo mágico... Y no había mejor homenaje que poder dedicarle a Gray.

El texano buscó a su amante con la mirada y se llevó a su vez la mano al corazón al tiempo que articulaba un sentido "gracias". No había manera de describir lo que Sasha había hecho por él aquella noche. Era imposible. Y se aseguraría de dejárselo claro más tarde.

Jesse se situó finalmente en el improvisado atril, abrió un pequeño librito que tenía consigo y comenzó a leer, interrumpiéndose brevemente al principio por la sorpresa al notar la reverberación inesperada en su voz, pero retomando el discurso poco después:



Jesse cerró nuevamente el librito y se dirigió hacia los presentes.

- He decidido escoger éste poema porque habla de lo que fue la bandera de Gray durante toda su vida: la libertad. Si necesitaba algo, lo tomaba, pero nunca nada más que lo esencial; si necesitaba comida o ropa, entraba en una tienda y lo cogía, sin más. Si necesitaba dinero, asaltaba un banco, pero jamás le hizo daño a nadie. Gray siempre fue un alma libre fuera de nuestro tiempo. Un espíritu noble y puro que supo hacerse un hueco, de una manera o de otra, en los corazones de todos aquellos que tenían la increíble dicha de cruzarse con ella. Era imposible pasar algún tiempo a su lado sin que tu vida se viese afectada. La mía, sin duda, cambió... para mejor.

Hizo una pausa, mirando a los congregados.

- Todos recordaréis el fenómeno Omega que vino a trastocar la vida tal como la conocíamos hace algo más de un año. Todos nos vimos afectados por la Colisión de Universos, en mayor o menor medida. En mi caso, me arrebató todo cuanto tenía... todo cuanto conocía... Estaba perdido y solo... Y la encontré a ella. Y todo mejoró automáticamente. Estoy seguro de que muchos aquí habréis pasado por experiencias similares, porque así era ella... La clase de persona que se presentaba en el funeral de su más enconado enemigo para depositar flores en su tumba. Incapaz de guardar rencor. Incapaz de odiar. Gray era la encarnación misma de esa libertad que tanto amaba. Nunca le fue arrebatada. Jamás fue apresada. Podemos afirmar, por tanto, que murió de la misma forma que vivió: luchando por su libertad y la de aquellos a los que amaba. Se marchó de éste mundo sin haber pisado una cárcel, y sé que es lo que habría deseado.

Se detuvo durante algunos instantes al notar que se le quebraba la voz.

- Nos hemos reunido aquí hoy para celebrar la vida y la muerte de Gray Fox en el pueblo que la vio nacer, tras el orfanato donde pasó sus primeros años. Y sí, habéis oído bien: Celebrar. Porque ella no habría querido que su partida de éste mundo viniera acompañada de dolor y tristeza. Bajo éste roble de aquí yace enterrada su madre. El mismo roble al que le gustaba acudir siempre cuando era niña y se escapaba del orfanato. El mismo roble que ésta noche la acogerá en su seno, devolviéndola a la tierra que tanto amaba. Pero antes voy a dejar unos minutos para que quienes quieran puedan despedirse de ella y dedicarle unas palabras.

Dicho ésto, se apartó del atril, dejando el espacio para quien quisiera ocuparlo.

Esbozó una sonrisa triste al escuchar lo que el hombre decía sobre Gray y ver cómo se llevaba la mano por reflejo a la nariz.

- Sí... definitivamente suena a la manera que tenía Gray de resolver las "disputas domésticas" -respondió en tono de broma-. Menuda era. Y tenía muy claro lo que quería. Cabezota como ella sola...

Su expresión se tiñó de tristeza una vez más al recordar cómo se había empecinado en quedarse a pelear para que ellos pudieran escapar, y cómo no había usado Génesis sobre ella porque le hizo jurar que no lo haría...

- Más terca que una mula. En fin, me alegra verle aquí, señor Lehnsherr, aunque sea por un motivo tan penoso. Puede sentarse en las sillas de la primera fila...

No pudo evitar que se le escapara una sonrisa al escuchar lo que el mutante tenía que decir sobre Gray cuando subió al podio. Podría decirse que su experiencia al conocer a la anciana había sido bastante similar... La mujer engañaba al principio, pero si empezabas a hablar con ella, rápidamente se ganaba un lugar a pulso en tu corazón.

Sin embargo, se puso serio de nuevo al escuchar lo que dijo antes de regresar a su asiento. "Justicia". Él ya tenía una justicia pensada para el o los cabrones que habían matado a la anciana, y pasaba por recibir el veredicto de su bate. Aún así, tendría que hablar con aquél hombre al terminar el funeral. Parecía que disponía de recursos que podían venirles bien para lograr lo que se proponían. Después de todo, estaban hablando de enfrentarse al mismísimo gobierno...

Varios más se subieron al estrado tras la intervención de Magneto, pero él sólo les escuchaba a medias, pensando en la difícil tarea que tenían por delante.


En cambio, había alguien que sí les estaba prestando toda su atención. Alguien que, tan sólo unas horas antes, había estado galopando por el verdor del valle, persiguiendo la música del piar de los pájaros en el cielo mientras los últimos rayos del atardecer brillaban en su pelaje rojizo. En un momento dado había dejado de correr para sentarse de espaldas, mirando fugazmente a las escasas nubes que pasaban sobre su cabeza, fijándose en el enorme lobo que, sentado en una colina, miraba el horizonte con una seria expresión en su rostro canino. Se había acercado con un trote alegre, sentándose a su lado esperando ver algún animal correteando o algo parecido… mas sólo vio el campo que se extendía frente a sus ojos. Confundida, miró al lobo, al Dios de la Muerte, que había creado ese lugar para todos los que deseaban la libertad tanto como ella, y éste le devolvió la mirada, haciéndole un gesto con el hocico para que volviera a mirar hacia delante. Fue entonces cuando lo vio; a su alrededor, la gente hablaba, compartiendo sus historias y anécdotas, conversando sobre… ella. Era su funeral.

A pesar de estar rodeados, nadie parecía notar su presencia, como si fueran invisibles. Gray miró a los hombres y mujeres que pasaban a su alrededor recordando lo que vivió junto a ellos, conversaciones que pasaban por su mente en fugaces flashes. Vio a un joven (al menos para ella) de pelo negro con un parche en el ojo y le reconoció enseguida como su amigo Jesse. También recordó su muerte y el hecho de no haber podido despedirse de él, que se había convertido en una de las personas mas importantes en su vejez. Estaba mal, no era justo para él. Sabía… sabía lo que debía haberle supuesto. Miró al gigantesco lobo a su lado y le pidió con la mirada lo que ella más deseaba en ese momento.

El lobo no le devolvió la mirada, pues no necesitaba hacerlo, y, al mirar de nuevo hacia el frente, vio como su altura ahora parecía la de una persona normal. Girando de nuevo hacia un lado no pudo encontrar al lobo… No tardó en darse cuenta de había vuelto a ser una persona. No una cualquiera, pues al tocarse el rostro y mirarse el cabello, se dio cuenta de que era ella, pero de joven. Si alguno de los presentes la hubiera conocido en ésa época (y ahí había muchos), podría reconocerla; claro que nadie supondría que era ella, ya que su cuerpo yacía muerto con muchos más años de lo que aparentaba ahora. Sabía que no tendría demasiado tiempo, así que caminó hacia Jesse, el cual estaba de espaldas en ese instante, y, con una sonrisa en el rostro, le dio un toquecito en el hombro.

- Hey, mushasho.

- ¿Sí? ¿En qué puedo ayudar...? -empezó al volverse, pero se vio interrumpido de golpe cuando la mujer desconocida le abrazó sin decir palabra, apretándolo con fuerza entre sus brazos.

- Ze weno, por mi, ¿vale, mushasho? -le susurró al oído con voz temblorosa.

Jesse se quedó petrificado.

- ¿Gr... Gray? -musitó con un hilo de voz.

La separó de sí lo justo para poder verle mejor la cara. Estaba considerablemente rejuvenecida, y una melena del color del fuego circundaba su rostro, iluminado por una sonrisa llena de felicidad. Abundantes lágrimas recorrían sus mejillas, y sus ojos... Sus ojos...

- Sí, eres tú -musitó, volviendo a atraerla con fuerza, abrazándola como si supiera que no les quedaba mucho, como así era.

No iba a pedir explicaciones, no le importaban. Era la segunda vez que contaba con el raro privilegio de poder despedirse de un ser querido al que creía perdido para siempre, y al haber vivido una vida tan repleta de pérdidas era muy consciente del valor que aquél regalo tenía, un regalo que no estaba dispuesto a cuestionar o desaprovechar.

Le había hecho la misma petición que le había hecho su padre antes de morir, aquella en base a la cual había decidido regir su vida: "ser uno de los buenos".

- Lo seré -le aseguró entre lágrimas, acariciándole el salvaje cabello color fuego. Y a continuación le dijo lo que habría deseado decirle. Lo que no pudo decirle a su padre antes de que lo mataran-: Te quiero... Gracias por haber estado ahí. Gracias... por todo...

Y, entonces, la firme y cálida presencia entre sus brazos desapareció... Y Jesse se encontró abrazando al aire... Gray ya no estaba, pero los dos lobos seguían observando, y aunque uno dejara de hacerlo, uno de ellos siempre estaría con él.

El último de los que habían decidido presentar sus respetos al cadáver acababa de dejar el atril. Jesse se secó disimuladamente las lágrimas con la manga de la sotana y ocupó nuevamente su lugar. Todavía estaba impactado por lo que acababa de experimentar y era incapaz de articular pensamientos de manera coherente, así que sacó el librito con el que había iniciado el funeral y se dirigió directamente a la segunda página que había traído señalizada de antemano. Leer era bueno. Para leer no hacía falta pensar.


Volvió a cerrar el libro con mano temblorosa y paseó una mirada vidriosa por todos los presentes.

- Gray no habría querido que lloráramos su muerte, sino que festejáramos su vida. Así que, desde ahora y hasta el amanecer, habrá cantos, bailes, festejos y bebidas proporcionadas por los establecimientos del pueblo. ¡Que comience la fiesta!

La gente estaba de celebración, cantando, bailando y bebiendo al son de las danzas y cantos tradicionales en honor a Gray que realizaban los indios de la reserva. Jesse se acercó hasta donde se encontraba el hombre que se había ofrecido a pagar todos los gastos del funeral, un tanto apartado en compañía del joven indio que había visto sentado a su lado.

- No la conocía, pero viendo todo esto me empieza a caer bien... -le estaba diciendo el indio en aquellos instantes.

La distancia y el ruido que les envolvía hacía muy difícil que se pudiera escuchar su conversación si no se ponía un interés activo en ello, pero aún así se dirigió hacia ellos en tono bajo.

- Disculpen... -inclinó la cabeza en señal de saludo al joven indio antes de centrarse en su interlocutor-. Su discurso me ha dado cierta curiosidad, señor Lehnsherr... ¿cómo de en serio hablaba cuando dijo que se aseguraría de que los responsables de lo que le ha sucedido a Gray responderían ante la justicia?

- La justicia... -el hombre pareció reflexionar un momento antes de volverse hacia el párroco-. Hablaba con absoluta sinceridad, padre. A ella no le hubiera gustado la justicia que deseo darles, pero tengo muy claro que no será a la ley de este país a quienes deje decidir su futuro.

Jesse asintió, cruzando los brazos. No conocía a aquél hombre, pero no parecía un completo moralista. Era hora de tantear un poco para comprobar cuáles eran sus límites.

- Yo ni siquiera lo dejaría a la ley de ningún país. Tengo una idea muy clara de lo que significa Justicia. Si entiende a lo que me refiero.

El hombre le miró extrañado; no era difícil entender por qué. No era la respuesta que uno habría esperado viniendo de un sacerdote.

- Me parece que se refiere a la justicia que a mí me gustaria darles, la que les hubiera dado hace unos años, la que hizo que se me considerase un asesino y un terrorista internacional, padre. El tipo de justicia que a Fox no le gustaría que se aplicase. Pero claro, si ellos se resistieran cuando intentara apresarlos y no fuera factible capturarlos...

Dejó la pregunta colgando en el aire, pero la turbiedad implícita no fue lo que llamó la atención del moreno, sino otra parte que era, para él, mucho más importante:

- ¿Terrorista y asesino internacional? -enarcó una ceja, extrañado- Algo me dice que hay más detrás de esa historia o Gray jamás se habría relacionado con usted.

Eran unas credenciales poderosas, pero Jesse no estaba asustado. A aquellas alturas de su vida había pocas cosas que pudieran realmente intimidarle, y no creía que la clase de monstruo que Lehnsherr estaba describiendo se hubiera tomado tantas molestias para honrar a alguien como Gray.

- ¿Le importaría decirme con qué nombre se le conocía o a qué grupo terrorista representaba? Porque me temo que llevo poco tiempo en esta dimensión y el nombre con el que se ha presentado no me es familiar.

- No es habitual que me encuentre con gente que no me reconozca, padre... Quizás sí haya oído el nombre de Magneto -replicó el mutante-. Sigo usando ese nombre, pero en esta ocasión prefería al hombre y no al símbolo. Erik era el nombre con el que conocí a Fox.

- Oh...

No podía negar que, desde luego, era toda una sorpresa encontrarse frente a frente con el hombre que tantos problemas le había dado a la Patrulla X. Siendo Sasha una de las antiguas estudiantes de Xavier y Gray una mutante, todo lo relacionado con éste colectivo había despertado siempre su interés, pero, por lo que tenía entendido, hacía tiempo que la Patrulla y Magneto no protagonizaban un gran conflicto... De hecho, en todo el tiempo que llevaba en Omega no había escuchado nada al respecto en la radio o la televisión, ni tampoco le había mencionada Sasha nunca nada. También era reseñable que, aunque ninguno de los mutantes allí presentes se había acercado a Magneto, tampoco habían reaccionado de manera negativa hacia él durante el funeral, así que no sabía muy bien cómo debía tomarselo. Por lo que había creído entender, Gray y él habían mantenido una relación bastante estrecha, y el predicador había llegado a confiar profundamente en su criterio. Incluso aunque al final se separaran sus caminos por diferencia de opiniones, si Lehnsherr fuese un completo monstruo, dudaba que se hubieran acercado siquiera. Además, Jesse había vivido demasiadas cosas en su vida como para caer en el error de clasificar la realidad en extremos de blancos o negros. Él mismo ni siquiera podría considerarse un héroe en el sentido en el que se usaba aquella palabra en aquél universo; había robado coches para sobrevivir en su juventud, no le causaba el menor reparo matar, su mejor amigo había sido un vampiro y su mejor amiga, una forajida. Además, ¿no decían que Magneto se había enfrentado a los nazis en su juventud? Si alguien se dedicaba a matar nazis no podía ser realmente malo... ¿verdad? Sin embargo, sí había algo... un pequeño incidente relativamente reciente que sí recordaba y que no podía pasar por alto.

- Sin duda he oído hablar de Magneto, sí. ¿No estuvo usted implicado en el asalto a una iglesia no hace mucho?

- Creo que llamarlo "asalto" es un poco excesivo padre. Un joven nos solicitó ayuda para abandonar la mansión y acudimos.

Jesse enarcó una ceja.

- ¿Acaso estaba retenido allí en contra de su voluntad? No era la idea que tenía del profesor Xavier...

- No niego que mi respuesta fuera excesiva, Padre, pero el día anterior acababa de rescatar el cuerpo de mi hija de un centro de investigación chino. Además, ¿cree usted que Eclipse no se hubiera enfrentado a mí al saber que el joven venía conmigo?

Aquello impactó a Jesse, y el joven indio que apenas había reaccionado a la conversación pareció también quedar extrañado ante ésta revelación, pues puso la mano en el hombro de Magneto en un gesto que denotaba mayor intimidad y cercanía de la que aparentaban a simple vista. Si alguien conocía bien el dolor desgarrador que implicaba la pérdida de un miembro de tu familia, era Jesse, y podía entender perfectamente la sensación de rabia que te atenazaba después, la misma que le había invadido a él al ver el cadáver de Gray. En su caso, había estado a punto de pagarlo con el trabajador de la morgue; podía entender que Magneto estuviera menos propenso al diálogo cuando se había enfrentado con Eclipse. Especialmente si el autoproclamado héroe era como el resto de boy-scouts en mallas que inundaban aquella dimensión, y le costaba más entender el tema de las escalas de gris. No sabía mucho de él más allá de que era amigo de Sasha, había sido injustamente incriminado y el gobierno le estaba usando de cabeza de Turco para imponer su infame ley, pero considerando cómo eran los héroes de aquél mundo no le extrañaría nada. Él opinaba diferente. Estaba firmemente convencido de que cada uno debía tener la posibilidad de elegir libremente su destino. Lo único que podían hacer era esperar que quien fuese escogiese el buen camino, y si no lo hacía... Bueno, si elegían el mal camino, ya aparecería él para mostrarles "educadamente" lo mucho que se habían equivocado.

- Quizá tenga razón, pero preferiría, si no tiene inconveniente, discutir ésto con Sasha presente. Imagino que podrá comprender por qué...

- Por supuesto, en realidad no esperaba encontrarla aquí, pero hace poco creo que solucionamos nuestras diferencias. Adelante, vaya a buscarla, le espero.

Jesse se dirigió hacia donde se encontraba Sasha, apartada de la prensa, y la llamó rozando suavemente su brazo.

- Hey... No sabía que Magneto estaría en el funeral. ¿Sabías que fue él el misterioso benefactor que se ocupó de correr con todos los gastos? No sé qué pensar... ¿Cómo están actualmente vuestras relaciones con él? ¿Hay algo que deba saber?

- Estamos.... negociando - carraspeó la mutante con actitud indecisa-. Puede que nos ayude con lo de Drago, pero... Sigo sin fiarme del todo.

- Vale. Creo que podemos ayudarnos mutuamente con todo el asunto de lo de Luthor, pero me sentiría más tranquilo si estuvieras conmigo, ya que es indudable que le conoces mejor que yo y vas a saber mejor cómo tratarle...

La morena tragó saliva, le miró de reojo, luego al suelo, y por último al predicador.

- Hablé con él... el primer día de juicio -confesó con un susurro-. Se coló en mi casa, aseguró que tenía micros. Trazamos un plan... -tragó de nuevo en seco-. Te acompañaré, pero no creo que sea muy bueno alargar la conversación. No delante de la prensa -pero al decir ésto, su mirada, en lugar de fijarse en la reportera del Bugle se centró en el fotógrafo que había venido con ella, gesto que le desconcertó-. Luego... tengo que resolver algo -aquello le generó aún más dudas, pero se disiparon en cuanto entrelazó sus dedos con los suyos en un gesto cómplice-. Vamos...

Lo que había dicho Sasha acerca de tener micros en su casa le estuvo rondando la cabeza como un zumbido molesto los pocos minutos que tardaron en regresar con Magneto. ¿Cuándo había ocurrido aquello? El primer día del juicio había sido el día anterior... Había sido por la mañana, así que Magneto debía haberla visitado por la tarde... Él había estado con los preparativos del funeral... Normal que no hubiera podido decírselo... Pero no debería... Tendría que haber tenido tiempo para Sasha. No podía ser... que ella no pudiera contar con él... La había notado inquieta, nerviosa... Tendría que haber estado ahí para ella...

¿Por qué...? ¿Por qué el gobierno había puesto micros en su casa? ¿La estaban espiando? ¿Por qué? ¿Por ser amiga de Drago? ¿Por ser mutante? ¿Cuánto tiempo hacía que la estaban espiando? ¿Desde el incidente en la mansión? Hacía... hacía más de un mes de eso, Santo Dios... Y eso le hizo plantearse algo incluso más grave... ¿a quién habían ido a buscar aquél día en el motel? El día de la muerte de Gray... En alguna parte de su inconsciente siempre había asumido que iban buscando a la anciana, por ser una forajida, pero ahora... Estaban... ¿habían ido a por Sasha? Sin darse cuenta, la presión sobre la mano de la mutante se intensificó levemente, como si no quisiera dejarla ir. Si algo le pasaba a ella... Ya había perdido a Gray. Si Luthor iba a por Sasha, si le ocurría algo a ella, entonces definitivamente pensaba arrasar el Pentágono, la Casa Blanca y lo que hiciera falta. No pararía hasta destruir al presidente, y le daba igual lo que le ocurriera después.

No se dio cuenta de que habían llegado junto a Magneto hasta que notó cómo ella se liberaba de su mano para saludar de manera cordial y neutra al líder de Genosha.

- Buenas noches, Erik... No esperaba verte aquí.

- Ni yo a ti... Sasha -había tardado un poco más de lo necesario en decir su nombre. Conociendo su historia, a Jesse no le costó imaginar lo que debía suponer para el mutante utilizar nombres humanos-. Ni siquiera sabía que Gray fuese conocida en la Mansión.

- No vengo representando a la Mansión. Yo no -especificó dedicando una mirada fugaz a Bestia-. ¿De qué hablábais?

- De justicia -comentó Magneto, y la mutante dirigió la mirada a Jesse como pidiendo una explicación más elaborada.

- Estábamos hablando de lo que ha pasado con Gray, y después de lo que me has contado tú, Sasha, creo que nos conviene aliarnos. Entre la Mansión y los recursos y contactos de Magneto creo que podríamos lograr grandes cosas. Si he llegado a alguna conclusión de lo que pasó en Trion cuando mataron a Gray es que Luthor está iniciando una persecución activa de mutantes e individuos con poderes. No podemos seguir limitándonos a reaccionar. En Trion nos pillaron con la guardia baja, por sorpresa, y Gray terminó muriendo. No podemos permitir que se repita lo del 42. Necesitamos organizarnos.

- La Mansión ahora mismo se está recuperando de un duro golpe -replicó ella-. Creo que sería beneficioso para todos que se pronunciase a favor de la liberación de Drago. Siendo quienes recibieron el ataque pondría las cosas un poco más fáciles... Pero... ¿qué tipo de ofensiva pretendéis empezar?

Se la veía cauta. Jesse podía comprenderlo.

- Por ahora no habíamos hablado de ofensiva, salvo para encontrar a los responsables de la muerte de Fox, pero como dice el pastor debemos estar preparados para lo que se avecina. ¿Cuánto crees que tardará Luthor en dar caza a nuestro pueblo? Como ya os dije, Genosha será un bastion contra esta nueva tiranía. Nuestros recursos están a vuestra disposición, pero Genosha esta lejos de aquí. Si queréis sobrevivir sin abandonar vuestro país, necesitaréis un refugio y aliados, tanto bélicos como políticos.

- Viendo lo que Sasha ha podido convocar hoy aquí, no debería resultar difícil encontrar aliados para nuestra causa. En cuanto al refugio, si realmente queremos ayudar tendríamos que estar cerca de donde va a desarrollarse la lucha.

Sasha frunció el ceño y se tensionó.

- Sabemos quiénes son los culpables... Es más que evidente. No me importa qué agente vendido ha sido, al final siempre está él -replicó, haciendo referencia a Luthor.

Magneto tenía claro que había subestimado al párroco. Era curioso que, mientras él intentaba controlar su ira y pensar a largo plazo, el padre Custer parecía querer tomar las armas inmediatamente. ¿Cuántos de los allí reunidos pensarían como él? Sin darse cuenta, Luthor le había dado al señor del magnetismo toda la ayuda que iba a necesitar en aquél conflico. El joven indio, que se había alejado a la llegada de Sasha regresó entonces y le dio un vaso a Magneto. Éste lo aceptó con una sonrisa.

- Gracias, querida. Padre, le presento a Mística, mi hija y mano derecha.

La mutante le tendió la mano a ambos y mostró una leve sonrisa, como si le divirtiera la ironía de la situacion, pero intentó mantenerse al margen de la conversación. La presentación de la hija de Magneto como un joven indio no sorprendió demasiado a Jesse. Había conocido a Sasha y Gray desde hacía el suficiente tiempo como para haberse acostumbrado a la existencia de individuos con capacidades asombrosas en aquel universo, así que no planteó preguntas cuando le estrecho la mano al devolverle el saludo. La mutante no estaba interviniendo en la conversación, así que volvió a centrar su atención en lo que estaba diciendo Magneto:

- Tengo ciertos contactos en este país, pero nuestros recursos aquí son limitados, cada vez es más complicado ocultar movimientos de material o de dinero. Luthor está utilizando toda su infraestructura para localizar meahumanos y a sus aliados. Habláis de lucha, padre; yo llevo tiempo preparándome para ella y no es la primera en la que participo, pero antes de continuar debéis saber que muchos de los que participen morirán inevitablemente, tanto de un bando como de otro. Personalmente considero que tal como están las cosas el conflicto es inevitable, y aunque llevo años preparándome para ésto seguiré intentando evitar una guerra con todas mis fuerzas. He aprendido por las malas que en una guerra no hay nunca un vencedor.

La preocupación y la firmeza se hicieron protagonistas en el rostro y gesto de la mutante al oír las palabras del mutante.

- La Mansión... aún está pasando por un momento complicado. Debe centrarse en recuperarse, en seguir ofreciendo el hogar a quienes lo necesitan... No podemos empezar nosotros una guerra.

- Está claro que aún no estamos en condiciones de empezar un enfrentamiento de esta magnitud -asintió Jesse, tomándola de la mano para tranquilizarla-. Todo ésto va a llevar tiempo. Vamos a necesitar organizarnos bien antes de dar siquiera el primer paso, y yo diría que lo primero y fundamental es empezar a correr la voz entre aquellos que pensemos que pueden querer unirse a la causa. Obviamente no podemos forzar a nadie, y hay que dejar muy claros los riesgos. Todo el que se una debe saber a qué se expone y elegir libremente participar. Tenemos que mantener un perfil bajo y secreto hasta que nos hagamos fuertes. Que no se lo vean venir. Vamos a necesitar también un refugio seguro, pero como de momento seremos pocos no es tan urgente. Es algo que podemos buscar con más calma. En general no conviene apresurarse con nada. Pero Sasha... -continuó, mirándola a los ojos con pesar y furia en la mirada-. Nosotros no vamos a empezar una guerra porque ya la han empezado ellos. La empezaron en el momento en que decidieron atacarnos sin haber hecho nada. En el momento en que decidieron asesinar a Gray -añadió, en un tono peligrosamente bajo.

- Jesse, controlan los medios. No importa cuánto nos esforcemos, si quieren vender que la guerra la empezamos nosotros, así lo harán. Y seremos los villanos de todo el planeta. Todo el mundo nos perseguirá, ésto nos parecerá un paseo... -tragó saliva mirando a su compañero.

- Pueden vender lo que quieran... pero ha habido un cadáver. Y nos aseguraremos de que salgan a la luz los motivos de su muerte. Éste funeral va a ser retransmitido en los medios, y la gente verá a Luthor por lo que es. Mi contacto en el Bugle me ha asegurado que los reporteros que ha traído son de fiar, no están comprados por el gobierno. Contarán la realidad.

- Jesse, entiendo que estés enfadado, yo estaría buscando la misma venganza en tu lugar... Pero tenemos que intentar mantener la cabeza fría... -apoyó una mano en su hombro-. Les encontraremos, pero no creo que éste sea el momento de actuar...

- Estoy de acuerdo con Sasha; no es el momento de actuar ni de dejarse llevar por la ira, pero tampoco debemos permanecer ociosos. Luthor va a continuar su asedio hasta que todos hayan caido o sean sus prisioneros. ¿Cuánta gente ha desaparecido en los ultimos meses? No, no podemos lanzarnos al ataque, pero esta guerra ya ha empezado. Sin embargo, Luthor no es todopoderoso; ha cometido errores y no tiene toda la información que desearía. Muchos de los nuestros se enfrentarán a él, pero tambien tendrá aliados poderosos y debemos estar preparados para rescatar a cuantos sea posible de sus garras. Creo que esperará al final del juicio para hacer su primer movimiento ofensivo, pero no mucho más allá, ya ha provocado ataques como el de la comisaria de hace un par de días. Él quiere una guerra, y, luchemos o no, la tendrá, al menos en los medios.

- Magneto tiene razón,ésto ha sido solo el principio. Luthor no va a parar. Sasha, está empezando a poner en práctica esta ley hace nada y ya ha muerto una mutante; ¿Cuántos más caerán? -trató de hacerle ver, implorante-. Hasta tu amigo Drago está hasta el cuello de mierda siendo él la víctima. Tenemos que empezar a correr la voz entre los que pensamos que puedan estar con nosotros, y empezar a ir buscando contactos, medios, recursos y posibles refugios. Necesitamos aliados y toda la fuerza que podamos conseguir. A los matones hay que hacerles frente.


El humo se arremolinaba alrededor de Ben Urich. Había estado completamente callado durante toda la ceremonia. Sus ojos curiosos se detenían en cada uno de los asistentes, y Peter pudo saber que en su mente medio artículo ya estaba escrito.

- Esto no me gusta...

- Sí... -bajó la cabeza-. Es trágico...

- Es un polvorín... Casi podría decirse que una provocación...

- Es... simplemente es un funeral...

- No puedes ser tan ingenuo, Pete. No después de tantos años cubriendo actividad super-humana. Es el inicio. Es una chispa. Solo hará falta que cualquiera de estos haga un movimiento extraño, y asistiremos a muchos más funerales, si no es que tenemos que ver el nuestro en primera fila.

Su sentido arácnido no zumbaba. De momento estaban seguros.

- Casi parece que lo estuvieses deseando...

- Sería un buen reportaje. Y bueno... alguien tiene que hacer algo de una vez. Ahora es tan buen momento como cualquiera... -apagó en cigarro con la suela-. Voy a buscar alguna declaración ¿Fotos?

- Buscaré buen ángulo. No tengo ninguna general.

- Nos vemos en un par de horas. Cuídate, Pete.

- Claro... Avísame si ocurre cualquier cosa.

- Sí -se carcajeó con una pequeña tos-. Mejor palmarla juntos...

Qué alegría de hombre... Le habría gustado cambiar a su traje de Spidey y buscar un buen edificio para tomar un plano aéreo, pero con la que estaba cayendo no quería arriesgarse a que la gente pensase qué hacían Spider-Man y Peter Parker en Texas al mismo tiempo. Además, no había demasiados lugares para hacerlo discretamente. Así que se dedicó a fotografiar el ambiente. Ajustó el objetivo para buscar primeros planos naturales... y un escalofrío muy distinto a su Sentido Arácnido recorrió su columna. Ése... ése es... Magneto...

Se confundió entre la multitud, tras sacar una foto del lider Genoshiano, y trató de buscar un ángulo adecuado para escuchar sobre qué conversaba.

Ben tenía razón... esto puede ponerse muy mal... Y la mujer con la que habla... Yo la he visto antes...


La cabeza de Sasha se convirtió en un avispero. Se sentía como en una encerrona de la que alguien quería sacar partido y carraspeó antes de responder, intentando sonar amable.

- No es momento ni lugar de armar un ejército. Hemos venido a honrar la muerte de Gray. Su familia está presente. Sus amigos están presentes. Es momento de rendirle honores, no de montar una revolución. -respondió tajante, luego bajó la voz-. Erik ya sabe que estoy dispuesta a cruzar ciertas líneas -miró a Jesse-. Tú también. Sólo os pido que para montar una resistencia no uséis éste momento.

- Tienes razón, Sasha, discúlpame -a pesar de no haber sacado él el tema le concedió a la mutante que aquel no era el momento. Habían venido a honrar la muerte de Gray. Además, la guerra, les gustara o no, ya estaba en marcha-. Habrá tiempo para hablar de ésto mañana.

La mutante estaba asustada aún por la idea de colaborar con Magneto. Aunque Jesse podría controlarle, la experiencia del combatiente en campo era intimidante y esa conversación le sonaba cada vez más a hacerle el trabajo de hacer crecer Genosha. Desvío la vista al joven fotógrafo que había asistido al juicio.

-Si me disculpáis, ahora tengo un asunto que resolver... -finalizó, yendo directa a hablar con el chico tras la cámara.

Magneto miro al periodista con desconfianza, en condiciones normales no habría permitido a ninguno de los presentes que hubiera tomado imágenes o grabaciones de ningún tipo, pero al parecer habían organizado todo para que el funeral se convirtiera en un evento mundial y no creía prudente contrariarlos. Aunque eso le diera información a Luthor, estaba seguro de que en su mayoría ya debía poseerla.

La mirada de Jesse, en cambio, estaba fija en Sasha mientras se alejaba. Se sentía increíblemente frustrado pero no sabía exactamente por qué. Si por el hecho de que Gray hubiera muerto por ellos sin que él hiciera nada para salvarla, por acabar de enterarse de que el gobierno tenía a Sasha en el punto de mira y vigilada, por la incertidumbre de no saber lo que podría pasarle a ella, la impotencia de sentir que quizá no podría impedir que le pasara algo... algo terrible... De la misma manera que no había podido impedir que se llevaran a su madre, que mataran a Billy-Bob, el sacrificio de Cassidy... la ejecución de su padre... Pero quizás lo que más le frustraba era sentir que, de algún modo, le había fallado a Sasha. En alguna parte dentro de él sabía que ella tenía razón... Sólo que en su estado actual era incapaz de verlo, y eso sólo lo empeoraba.

Quiso volverse hacia Magneto para terminar la conversación de forma cortés, pero, entonces notó algo extraño... el silencio. Los cantos habían cesado. Había... una extraña tensión en el ambiente. Jesse dirigió la mirada hacia donde la gente había estado bailando y cantando. Todo el mundo estaba en un silencio súbito. Todos miraban hacia un grupo de personas que atravesaban el pueblo para llegar hasta allí. Eran decenas... quizá cientos, y enarbolaban pancartas en las que se podían leer mensajes como "Salvar a los niños", "Homo Sapiens primero" o "Ley de Registro Mutante ahora".

No, no, no...

Jesse se abrió camino torpemente hacia el inicio de la zona que se había designado para la celebración del funeral, donde aguardaban ya los manifestantes, decididos a continuar su marcha. Eran tantos que para poder pasar tendrían que apartar todas las sillas y retirarse hasta los terrenos de la Iglesia.


- Ésto es un funeral privado, no podéis...

- ¿Privado? -el hombre que iba al frente enarcó una ceja-. Si no me equivoco, se ha estado publicitando ésto como un evento público... En cualquier caso, padre, no veo que estéis dentro de la Iglesia o en el cementerio, sino en medio de la calle.

Jesse sentía que la cabeza le daba vueltas.

- Ésto es un pueblo pequeño; sin duda podréis utilizar otros caminos para rodearnos.

El hombre entrelazó los dedos ante sí, plantándose firmemente en donde estaba.

- ¿Por qué habríamos de hacerlo, padre? Somos la Coalición "Humanidad ahora", y estamos realizando una marcha pacífica y legal por los pueblos de la zona para concienciar a la población sobre la necesidad del Acta de Registro del presidente Luthor. Ésta es la calle principal que cruza por en medio del pueblo y la que puede garantizarnos una mayor visibilidad. No vamos a desviarnos por callejuelas laterales cuando estáis realizando un entierro en mitad de la vía pública y fuera de los terrenos designados para ello.

- Ser enterrada aquí fue la última voluntad de la finada. Tenemos permiso del ayuntamiento y del párroco de la iglesia. Marcháos.

La mirada de Jesse se había endurecido, pero el hombre parecía inamovible.

- ¿O si no qué, padre? Estamos ejerciendo el derecho a la libertad de expresión que nos concede la primera enmienda, reuniéndonos pacíficamente. No estamos amenazando a nadie y no tenéis ninguna base legal para impedir nuestro paso.

Jesse podía escuchar los murmullos a su espalda, extendiéndose como la pólvora. Aquellos hombres podían decir lo que quisieran; la realidad era que habían elegido pasar por allí únicamente para provocar, y con tantos mutantes reunidos era cuestión de tiempo que alguno acabara haciendo algo de lo que terminarían arrepintiéndose. En cambio, los representantes de "Humanidad ahora" estaban todos perfectamente tranquilos... Estaban esperando, esperando a que alguno de ellos cometiera un error que pudiera aparecer representado en los medios. Jesse casi podía leer los titulares... "Funeral mutante convertido en batalla campal"...

Podría solucionar aquello muy fácilmente usando Génesis... pero aquél había sido siempre su último recurso. El predicador sólo lo usaba cuando no quedaba más remedio, y por lo general en situaciones que implicaban vida o muerte. Además, si lo usaba para manipular a tantísima gente quedaría patente la clase de poder que esgrimía, y Jesse había tenido demasiadas malas experiencias en su universo con gente queriendo aprovecharse de Génesis para sus propios fines. Había aprendido por las malas que aquél poder era demasiado peligroso como para caer en malas manos, o que el gobierno se enterara de su existencia, pero si no le quedaba más remedio, tendría que usarlo... No iba a permitir que el funeral de Gray se torciese hasta aquél punto.

La conversación con Parker fue mejor de lo esperado. Contar con su apoyo y con el de Matt de cara a futuras operaciones le hacía senti cierta esperanza por parte del sistema. Un abogado y un periodista se habían mostrado bastante razonables con los últimos acontecimientos y lo que parecía avecinarse de forma irrefrenable no le hacía sentir tan sola. Aunque una parte de su corazón sentía que estaba observando la luz de una estrella apagada hacía cientos de años. Se despidió del chico con una sensación rara en el estómago y a esto le siguió la presencia de los manifestantes, que directamente le dio náuseas.

Las opiniones de toda la gente que le importaba se arremolinaron como voces simultáneas en su mente, cada una expresando su punto de vista. Recordó haber leído varias veces “El arte de la guerra” por sugerencia de distintos profesores de la mansión y recordaba puntos sueltos decepcionándose por el camino al ver que los mutantes contaban con muchísimos elementos en contra. El conocimiento sobre el enemigo y sobre uno mismo, el liderazgo efectivo, evitar la confrontación directa, el posicionamiento estratégico… Los mutantes podrían ganar la guerra. Una que nunca quisieron tener.

Apretó el puño con un gesto de asco sobre el labio y se giró a paso firme acercándose a Jesse, que parecía intentar templar la situación. Los ojos repasaron rápido las pancartas según se acercaba y extinguir la idea de cuán rápido arderían parecía cada vez más difícil. Tenía ganas de escupir sus estúpidas caras y confrontar el problema con una contienda. Nada menos recomendable para esa situación. Respiró hondo de camino varias veces hasta ponerse a la altura de su pareja.

Hank se acercó junto conmigo. No hicieron medio esfuerzo en contener sus caras con un claro gesto de rechazo. Él, por suerte, ya tenía tablas en este tipo de situaciones. - Parecéis olvidar que la libertad de expresión tiene implícitas ciertas limitaciones - Dijo colocándose las gafas con dos dedos - Limitaciones como la seguridad nacional y el orden público. Aspectos que claramente se han visto vulnerados en vuestra elección del momento y el contexto en el que habéis decidido llevar a cabo esta manifestación. Es difícil no interpretarlo como una provocación… - Siguió hablando.

La mutante aprovechó que el foco de atención estaba sobre su compañero para susurrar a Jesse - No pinta bien… Y este jaleo es lo que peor nos viene a todos… - Recordó punto por punto los entrenamientos de la MKL, el temple, la represión emocional, la lucha por mantener la cabeza fría - Si la cosa no llega a buen puerto y no conseguimos que se marchen, tal vez… - Los ojos viajaron al parche. Sabía que con él sobrarían las palabras ni más explicación - Tal vez atacando a su voluntad… Hay un líder claro. Sólo habría que conseguiros una conversación privada para que fuese algo sutil y que los medios - dedicó una mirada rápida a las cámaras - no registren el uso de tu poder… - Miró al suelo - Siento ser yo quien te lo pida… -

- … aparte de la clara prohibición implícita en la ley de libertad expresión respecto a los discursos de odio, incitación a la violencia y el claro derecho a la reputación de las personas. Y ahí - señaló el ataúd - hay alguien a quien es lo único que le queda - Escucharle te hacía sentir incluso ridículo. Parecía absurdo lo fácil que le resultaba ser tan sublime con la elección de las palabras.

Las palabras de Hank eran conciliadoras y estaban llenas de sabiduría. Habría sido difícil para cualquiera que no estuviera cegado por los prejuicios y el resentimiento ignorarlas. Pero aquellas personas no estaban dispuestas a escuchar, o a dejarse llevar por la razón.

- ¡Bicho raro! -gritaban con desprecio.
- ¡Mutie!
- ¡Friki!
- Bueno, bueno, amigos -el cabecilla les hizo un gesto con la mano tan condescendiente que a Jesse le hizo subir la bilis-. No debemos incurrir en el discurso de odio, somos todos adultos aquí, seguro que podemos hacer que prevalezca el sentido común -se volvió de nuevo hacia Hank-. Por favor, continúe...

Jesse sintió arder la sangre como le sucedía siempre ante las injusticias. Tenía los brazos cruzados y las uñas se clavaron en sus antebrazos mientras se contenía para no hacer algo de lo que después se podía arrepentir. Las palabras de Sasha le distrajeron de sus fúnebres pensamientos.

- No te disculpes, cielo -musitó en tono serio-. Nunca he vacilado en hacer lo que debía de hacerse.

Hank había terminado de expresar su alegato, y él se adelantó para hablar con el cabecilla... O lo habría hecho de no abrirse una grieta en el suelo ante sus pies, entre donde ellos se encontraban y los manifestantes. Perdiendo momentáneamente el sentido del equilibrio ante lo inesperado del movimiento, retrocedió, observando atónito cómo la tierra donde se encontraban se alzaba en el aire.

Había oído hablar de los poderes de Magneto, pero jamás se le habría ocurrido pensar que pudieran alcanzar tal nivel de potencia. No había presenciado nunca algo así proveniente de un ser que no fuera sobrenatural. Abajo, la gente chillaba, asustada y horrorizada. Habían reconocido a Magneto y muchos de ellos echaron a correr temiendo que el Señor del Magnetismo los aplastara con una lluvia de rocas, mas tal escenario nunca se sucedió, y, cuando los temblores de tierra se estabilizaron y quedó claro que no iban a ser fulminados por el mutante, volvieron a envalentonarse.

- ¡Esto es contra natura! ¡Atenta contra las leyes naturales!
- ¡Sí, es una abominación!
- ¡Monstruos!

Los gritos se sucedían, y los manifestantes no parecían querer irse a ningún lado.

- Hubiera preferido no tener que recurrir a algo así, pero las otras opciones se me antojaban peores. Cuando se hayan marchado podremos volver al suelo, espero que no os importe. No podíamos permitirnos un enfrentamiento y cualquier cosa que les hubiera afectado a ellos hubiera sido considerado un ataque.

- Mmmm… No parece que vayan a marcharse próximamente... -musitó, pensativo, asomándose por el borde.

Después miró a su espalda. Los periodistas y las cámaras se habían quedado en aquella porción elevada de tierra. Quizá Magneto hubiera facilitado las cosas, después de todo.

- ¿Puedes hacerme bajar con ellos, Erik? -inquirió.

Pronto estaba descendiendo sobre una tapa de alcantarilla que levitó con suavidad hasta dejarlo frente al cabecilla de los de la manifestación.

- Queridos amigos, me parece que hemos empezado con mal pie -comenzó, acercándose hasta él-. No hemos tenido el gusto de presentarnos debidamente... Yo soy el padre Custer, y usted parece, sin lugar a dudas, un hombre razonable que, como bien ha dicho antes, no se deja cegar por el odio -extendió una mano para pasarla por el hombro del manifestante-. A diferencia de ellos, yo no soy un mutante, y estoy seguro de que, dialogando, dos seres humanos normales y responsables seremos capaces de encontrar una solución satisfactoria para todos, ¿no le parece? Que no se diga que un peluche gigante de color azul ha resultado ser más articulado que un hombre de su posición... Vamos, venga conmigo.

De manera subrepticia dejó entrever parte del dinero que Magneto había donado para pagar el funeral, y cuando el hombre le miró, le dedicó una maliciosa sonrisa que daba a entender lo mucho que podía ganar si le seguía.

- Vamos, ¿a qué le tiene miedo? Todos los freaks se han quedado arriba, y si algo le pasara, tiene un centenar de testigos para prestar declaración.

El hombre frunció el ceño, poco convencido, pero le siguió, y ambos se alejaron caminando un buen trecho, aunque sin desaparecer nunca de la vista de los demás. Tras hablar unos minutos, regresaron, y, sin mediar más palabras, el cabecilla impartió una serie de órdenes y organizó a su grupo para marcharse por donde habían venido. Al cabo de un tiempo, Magneto pudo hacer descender la tierra de nuevo.

- Ya está todo solucionado -le dijo a los demás, y, avanzando hacia Sasha, le pasó el brazo por la cintura con una leve sonrisa-. Ya sabes lo que he hecho -le susurró, y, acercándose más a su oído, añadió en un tono lo suficientemente bajo como para que nadie más le oyera-: Puede o no que haya añadido a la orden que se metiera un dildo gigante por el culo al llegar a casa... y que se satisfaciera a sí mismo con ello.