Lo sagrado y lo profano (Winter Soldier, Kah’An Khur du Thar) [24/06/2019]

-Ciudadanos del mundo. Mujeres del mundo, libres, o que desean su libertad. Quizas algunos no me conocen, pero yo soy Diana de Themyscira, Reina de las Amazonas de Themyscira y de la Isla Paraiso... -decía la voz de la mujer ataviada con uniforme militar que se veía a través de la vacilante imagen que se proyectaba sobre la pared de la pequeña sala de juntas-. No les hablo como lider, les hablo como mujer. Como mujer, cansada de los abusos del varon, cansada de la violencia a la que estamos sometidas todos los dias en todos los aspectos de la sociedad. -Al hablar, su tono era firme, y su rostro rebosaba conviccion. No habia ni un ápice de duda en su discurso- Como mujer, parte principal de la sociedad, que  en el mejor de los casos, queda a la sombra del macho... Hasta éste momento. Les hablo, a todas esas mujeres que quieren ser libres, para traerles las buenas nuevas: Hoy declaro abolido el patriarcado a nivel mundial. -hizo una pausa antes de continuar- Me encuentro en la ciudad de Nicosia, Chipre. El territorio ha sido declarado como conquista de Themyscira y no lo entregaremos hasta que se cumplan nuestras peticiones.

De los hombres que estaban sentados en las cómodas butacas, uno de ellos, ataviado enteramente de negro y con un pelo rubio que apenas llegaba a cubrirle el tatuaje con forma de diana que tenía en el centro de la frente, se removió imperceptiblemente, escrutando los rostros de todos los presentes. La semana que había pasado en prisión no había podido raparse, y cuando Waller le había dicho que tendría que distanciarse lo máximo posible de su figura pública había decidido dejárselo crecer del todo para que resultara más difícil reconocerlo sin la máscara. Había dedicado tanto tiempo a construir una imagen para las cámaras que tener que pasar desapercibido se le antojaba extraño, pero no podía negar que la idea de trabajar para el gobierno manteniendo sus habituales... "talentos" le excitaba. Además, era lo que Kingpin quería.

- Primer punto -continuó la mujer de la pantalla-. Exigimos la inmediata renuncia del secretario de las Naciones Unidas y que la siguiente en ocupar el cargo sea una mujer destacada para la labor de consolidacion de paz. Segundo punto. Exigimos la abolicion de la Sharia y cualquier otra ley o dictamen que en sus efectos indique un modo de actuar a las mujeres. Tercer punto. Exigimos se promulge la capacidad vinculativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas en temas relativos a los derechos de la mujer. Cuarto punto. Exigimos se reconozca el gobierno de Themyscira en esta Isla hasta que las negociaciones den lugar a una entrega del territorio. Quinto punto. Exigimos la inmediata abolicion en cualquier nacion del mundo de los privilegios al varon, asi como la abolicion de toda practica cultural, politica o religiosa que afecte la dignidad y los derechos de cualquier niña, mujer o anciana del planeta. Asi mismo, el gobierno Chiprense queda en receso indefinido hasta que la situacion se resuelva. Todas las misiones diplomaticas y comerciales que se encuentren en la Isla seran retenidas hasta que tengamos una negociacion de paz y nuestras exigencias sean cumplidas. Cualquier intromision militar, politica o economica en nuestro gobierno, sera castigada con justa correspondencia. -afirmó- No voy a ceder un solo centimetro de esta isla, ni en el cielo ni en sus mares. Todos los puertos, marítimos y aéreos de Chipre quedan cerrados de manera indefinida, y se declara el estado de sitio. Mujeres del mundo: hermanas, hijas, madres. Ninguna esta sola. Las amazonas apoyaran cualquier lucha por los derechos de la mujer y el fin de los privilegios patriarcales. Y no descansare un minuto hasta que todas ustedes puedan ser libres... Como muestra de ello, y como advertencia ante cualquier intrometido, nuestro prisionero, el presidente Sirio. -

Un par de amazonas trajeron a rastras al hombre, maniatado, obligándole a arrodillarse ante la autoproclamada reina mientras ésta desenvainaba su espada.

- Sera castigado por crimenes contra la dignidad de las mujeres de su pais.

El hombre del tatuaje se inclinó hacia adelante, absorbiendo con avidez la información de la pantalla, los ojos clavados en la amazona mientras su espada sajaba la cabeza del desgraciado ante las cámaras. Emitió un suave silbido por lo bajo, y no hizo el menor esfuerzo por disimular su sonrisa de satisfacción.

-Ni una mujer mas va a sufrir mientras yo siga siendo Reina.

Amanda Waller pausó la imagen en aquél punto concreto, con el cadáver del hombre en el suelo y su sangre formando un charco a su alrededor.

- Imagino que todos conoceréis a Wonder Woman; nombre auténtico: Diana Prince -comenzó con el habitual tono firme y neutro que la caracterizaba-. La señorita Prince goza de una amplia experiencia militar obtenida en el transcurso de siglos (posiblemente milenios) de batallas.

El hombre de la diana emitió un nuevo silbidito apreciativo al tiempo que se recostaba en la butaca, cruzando los brazos sobre el pecho. Amanda le ignoró de manera activa y continuó con la explicación.

- Fue miembro fundadora de la Liga de la Justicia junto a Batman y Superman, y lo último que se ha sabido de ella es que a finales de abril realizó un golpe de estado sobre el gobierno de Chipre, deponiendo al presidente de la manera expeditiva que acabamos de presenciar. El once de abril la mayor parte de la Liga de la Justicia fue exterminada a manos de Trigon en la India, y pensamos que puede tener algo que ver. La teoría más plausible es que la amazona enloqueció al presenciar la destrucción de todos sus compañeros, o que quizás fue víctima de la influencia del demonio. El motivo en realidad es irrelevante. Sea por el motivo que sea, la cuestión es que tenemos a una tirana déspota suelta y no podemos permitir que continúe extendiendo sus delirios por todo el mundo.

A continuación se sucedieron diversas diapositivas en las que se veía a la autoproclamada reina de las amazonas enzarzada en diferentes batallas, enfebrecida y poseída por una suerte de sed de sangre que parecía totalmente ajena a ella.

- La Liga de la Justicia no está, y nadie puede pararla. La familia del presidente chipriota está en el exilio y han estado presionando sin parar a la OTAN para recibir auxilio. Cuando todo ésto sucedió nos encontrábamos en mitad de la invasión demoníaca, por lo que prácticamente nadie se encontraba en condiciones de intervenir, pero la viuda del muerto se ha dedicado a desacreditarnos públicamente en televisión y a decir que tenemos que hacer honor a los acuerdos. Aún nos estamos recuperando de los destrozos que nos dejó la guerra, incluyendo la inutilización de gran parte de nuestros arsenales, y la mayoría de nuestros hombres se encuentran ocupados en labores humanitarias y de reconstrucción. Sin embargo, ya no podemos seguir ignorando las demandas de Chipre. El ejército turco es fuerte, y las repercusiones de no cumplir con los acuerdos dentro de la OTAN no pueden ser tomadas a la ligera. La imagen de nuestro glorioso país se vería dañada a nivel mundial, y eso es algo que nuestro presidente no desea bajo ningún concepto. Podríamos enviar aviones de combate y algunos comandos SEAL, pero éstas mujeres cuentan con siglos de entrenamiento, por no hablar de poderes y capacidades que exceden a las nuestras. Significa que simplemente eso no sería suficiente. Hace falta más. Y ahí es cuando entráis en escena vosotros. Kah’An Khur du Thar. Soldado de Invierno. Bullseye.

La mujer hizo una pausa para mirarlos fijamente, uno a uno. Uno era un alienígena con una fuerza capaz de rivalizar con la de un Hulk, el otro era, supuestamente, el secreto mejor guardado de la inteligencia rusa, y, el tercero, a pesar de su actitud grosera e irreverente era uno de los mejores asesinos y luchadores que tenían en América. Sin embargo, de los tres, sólo uno era prácticamente invulnerable, y los tres eran mortales.

- ¿Qué hay de S.H.I.E.L.D.? -preguntó burlonamente Bullseye jugueteando con un palillo entre los dientes.

La mujer le dirigió una mirada irritada.

- Parece que el director Furia no fue capaz de hacer nada en su momento y ahora mismo la organización está pasando por un delicado momento de reestructuración, asi que nos toca a nosotros arreglar éste desastre. De cómo se desarrolle ésta misión depende nuestra reputación y la manera en la que sea mundialmente percibido nuestro país. Es asímismo una oportunidad para ganar apoyo para nuestro presidente, así que debemos asegurarnos el triunfo. Es por ello que vamos a emplear un arma secreta...

La mujer fue hacia un cajón oculto en su escritorio, accionó un interruptor y extrajo una hermosa y estilizada espada larga de empuñadura dorada. A Bullseye se le cayó el palillo de los dientes al contemplarla.

- Ésta es Colmillo de Dragón. Según nuestros expertos es más antigua que la memoria de la humanidad y ha visto guerra en lugares que ningún ser humano podría imaginar. Ha matado a reyes y emperadores, a hombres y a Dioses. Era la espada de Brunilda, la famosa valquiria que pereció hace dos meses y cuyo cuerpo descansa en el templo asgardiano de Nueva York. El terrorista conocido como Hermano Sangre robó la espada de su ataúd pocos días después de su muerte, y, en algún momento de la invasión demoníaca se perdió, pero fue localizada por nuestros hombres en Kobe, Japón, tras la derrota de Raven en Nueva York. Según nuestras fuentes, la espada puede romper defensas místicas y es prácticamente indestructible, por lo que aquél que la tenga será imparable.

Acercándose hacia el gigante alienígena le ofreció la espada.

- Kah’An Khur du Thar, creemos que eres el más indicado para portarla en la batalla.

- ¿Estás de broma, verdad? -saltó el asesino, sin poder contenerse-. Yo soy, literalmente, el único de ésta habitación que dispone de talento natural con cualquier arma, y te puedo asegurar que en mis manos resultaría infinitamente más efectiva que en las de ese salvaje.

La directora de A.R.G.U.S. le dirigió una mirada tan cortante que fue capaz de hacerle callar incluso a él.

- Kah’An Khur du Thar llevará la espada -sentenció, y su tono era definitivo-. Los demás podréis visitar nuestro arsenal y equiparos con lo que consideréis necesario. Hemos terminado. Vuestro avión partirá dentro de dos días.

***

Estaba tan cabreado que habría podido cargarse a media organización allí mismo. Lo único que contuvo su mano fue el hecho de saber que estaba allí porque Kingpin así lo quería, y, que en cierto modo, al obedecer a Waller estaba siguiendo en realidad las órdenes del gordo.

No sabía cuáles eran exactamente los planes de Kingpin, y tampoco le importaba. No es que Bullseye no tuviera la capacidad de idear, urdir o planificar... La tenía, y de sobras. Era simplemente que, por lo general, prefería no pensar. Le gustaba más vivir de manera despreocupada, saltando de edificio en edificio y sintiendo el azote del viento contra su rostro  y la adrenalina de la batalla antes que tener que estar devanándose los sesos en algún aburrido despacho. Ese tipo de cuestiones se las dejaba al jefe, pues Kingpin había demostrado, a lo largo de los años, ser sobradamente capaz en aquellos terrenos. Bullseye confiaba en él en ese sentido más de lo que había confiado jamás en nadie. No en lo referente a confiarle su vida, claro. En aquél mundo de mierda no podías confiar en nadie. Ni siquiera en unas figuras que deberían ser el principal referente de protección como eran los padres. No. Eventualmente todos te abandonaban, o te fallaban. No. Bullseye sólo confiaba en sí mismo. Pero sí confiaba plenamente en la capacidad del gordo para salir airoso de prácticamente todas las situaciones que se le pusieran por delante, empezando por la manera en la que había manejado a sus antiguos lugartenientes cuando le contrataron a él.

No tenía la menor duda de que su jefe terminaría eliminando a ese prepotente de Luthor y arrebatándole el control de la ciudad, y, cuando eso pasara, esperaba que le permitiera matar con sus propias manos a Waller.

Entró en la armería como un tornado. No sabía cuándo había llegado el guapito de cara, pero no le importaba lo suficiente como para darle dos vueltas.

Con la eficacia de quien conoce bien el sitio y sabe lo que quiere tomó dos machetes, asegurándose de que se encontraban bien afilados, innumerables cuchillos y dagas arrojadizas que fue distribuyendo en los considerables compartimentos de su cinturón y uniforme, y un par de pistolas pequeñas y prácticas para las pistoleras sujetas a sus muslos. En su caso, la potencia del arma importaba poco, porque su puntería era tan letal que no le hacía falta un segundo disparo para matar. Estaba tan enfadado que ni siquiera se fijó en lo que hacía el otro, y, una vez hubo terminado de armarse, volvió a salir para encerrarse en su habitación.

Al día siguiente se presentó en el hangar del avión llevando un uniforme compuesto por pantalones con rodilleras, botas militares y una camiseta ajustada negra con protecciones de combate en hombros y codos. Llevaba también chaleco antibalas y una máscara negra que cubría todo su rostro, sin ninguna clase de señal identificativa. Waller había sido muy tajante con ese punto. Se suponía que debía mantener un perfil lo más bajo posible. La gente debía creer que Bullseye estaba preso o contenido, y, desde luego, lo último que tenían que hacer era relacionarlo de cualquier manera posible con el gobierno. Bullseye lo odiaba, pero era lo que Kingpin quería, así que no lo cuestionaba. No tenía dudas de que el gordo sabría darle su sitio una vez se hubiera hecho con el control.

Tenía los machetes asegurados a la espalda, los cuchillos en una especie de chaleco con múltiples compartimentos y las dagas en el cinturón. Una vez hubieron subido al jet, el líder de la misión les reunió para hablarles:

- Diana se encuentra refugiada en el palacio presidencial de Nicosia, el cual está protegido por un gran muro medieval, que cuenta a su vez con un portón impenetrable y poderosos bastiones diseñados para resistir ataques enemigos. Además de todas esas protecciones, cuenta con todo un ejército de amazonas consideradas dentro de las mejores guerreras del planeta. Con los recursos de los que actualmente disponemos tras la WWD habría sido imposible plantear una invasión a gran escala. Ni todos los SEAL de EEUU podrían hacer nada contra esas mujeres. La única opción que se nos plantea es, por tanto, una misión de infiltración y asesinato llevada a cabo por un grupo lo más reducido y experimentado posible para incrementar las probabilidades de éxito.

En las pantallas del centro de mando se dibujó un mapa de Nicosia.

- Aterrizaremos el jet a las afueras de la ciudad y buscaremos la manera de infiltrarnos dentro de las murallas y del palacio presidencial... ¿Sí, Bullseye?

El asesino se encontraba sentado en uno de los sillones con las piernas cruzadas, mordisqueando un palillo, y acababa de levantar una mano.

- Bueno... amazonas -señaló, dirigiendo una mirada a los agentes seleccionados para la misión-. ¿Y nos estás pidiendo que nos infiltremos? ¿Cómo demonios se supone que vamos a infiltrarnos en el país del estrógeno? La última vez que comprobé aún meaba de pie, y a menos que me equivoque (que bueno, hoy día ya nunca se sabe), sospecho que vosotros también, así que...

- Es una pregunta pertinente, Bullseye -asintió el gigante-. Las amazonas no han exterminado a todos los hombres del país. A los que han accedido a entregarse y someterse les han perdonado la vida y ahora sirven como esclavos de las mujeres. Dentro del complejo presidencial hay muchos de éstos sirvientes que se dedican a realizar las tareas de limpieza y mantenimiento. Nos haremos pasar por ellos.

Bullseye dejó escapar una risita.

- Claro, buena suerte tratando de disimular esos músculos, gigantón. Una misión de infiltración como la que describes requiere pasar inadvertido, y perdona que te lo diga pero eres de todo menos discreto. Si quieres que nos carguemos a la morena deberías dejarme a mí la espada mágica y quedarte en la nave.

Kah’An dirigió una mirada severa al asesino.

- No podrías colar un arma tan grande dentro del recinto. Además, Waller me la ha confiado a mí. Me quedaré en la nave y os iré guiando por el telecomunicador para que encontréis las habitaciones de la princesa. Una vez allí, tendréis que asesinarla y salir. Me reuniré con vosotros en caso de que encontréis dificultades, ¿está claro?

Bullseye soltó un silbidito divertido.

- ¿Colarnos en un edificio repleto de amazonas odia hombres, matar a su princesa y volver a salir? Guau, ésto sí que va a ser un reto.

- Por eso enviamos a los mejores asesinos del mundo. ¿Alguna otra pregunta? -el alienígena aguardó unos segundos antes de continuar-. No es preciso que os diga que los ánimos de todos están por los suelos después de la invasión demoníaca. Una victoria como ésta es lo que necesita América para volver a alzarse sobre sus pies. El país entero cuenta con nosotros. ¡Juntos a la batalla por el honor y la gloria!

- Tío... está como un cencerro, ¿a que sí? -le susurró Bullseye a su compañero de misión una vez que Kah’An se hubo alejado-. ¿Qué opinas de todo ésto?

***

Bullseye escuchaba las propuestas de sus compañeros sin prestar demasiada atención. Por lo general no era hombre de planificar mucho. Estaba demasiado acostumbrado a que sus habilidades y conocimientos le sacaran de casi cualquier circunstancia, y cuando había peligro la exitación siempre era mayor, por lo que era dado a tomar riesgos.

- Os diré qué -respondió al fin-. La idea del soldadito del paracaídas me parece bien, así podríamos entrar todos. Aguardaremos a que anochezca y bajaré yo primero para reconocer el terreno. Ya os aviso con lo que descubra.


Resultó relativamente sencillo ocultar el avión en el espeso bosque de pinos que rodeaba el palacio presidencial, a las afueras de Nicosia, y tampoco le costó escalar la muralla evitando las patrullas. Aquellas mujeres serían excelentes guerreras, pero su renuencia a utilizar tecnología de cualquier clase (incluso una simple linterna) lo volvía todo mucho más fácil. Una vez dentro se deslizó por el jardín, escondiéndose detrás de los arbustos cuando pasaba un grupo de amazonas. Había también varios esclavos masculinos regando y cuidando los jardines, y, tras observarlos con detenimiento, una idea fue poco a poco tomando forma en su mente.

Bullseye era inteligente y rápido a la hora de aprender. Había sido capaz de aprender japonés durante el tiempo que había pasado en la residencia del Señor Viento Oscuro mientras se recuperaba de la operación de columna, y su, digamos, "ligera" obsesión con Elektra, que le había llevado a investigar gran parte de su pasado en su tierra natal, le había servido para aprender a chapurrear el suficiente griego como para hacerse pasar por un americano que había quedado atrapado en Chipre durante la invasión, lo cual le estaba llevando a plantearse otra forma de infiltración dentro del palacio... Una que sería mucho más sencilla y, si tenía suerte, le conduciría directamente hasta su objetivo. Y sí, también sería mucho más arriesgada, pero eso no hacía más que incrementar la diversión. ¿Qué gracia tenía jugar siempre por lo seguro? El plan del soldadito era súper aburrido...  

Desde detrás de los arbustos vio pasar un grupo de esclavos, cogió un puñado de guijarros del suelo y los tiró cerca de ellos, llamando la atención de uno de los hombres, que se quedó más rezagado, mirando con curiosidad en la dirección de la que había procedido el sonido. El truco más viejo del mundo y funcionaba siempre, una y otra vez. Bullseye había llegado a comprobar con el paso de los años que la mayoría de las veces no hacían falta equipamiento sofisticado o las argucias enrevesadas en las que se había recreado durante sus primeras incursiones en el mundillo criminal. Aún recordaba cierta ballesta gigante que... En fin, ahora se avergonzaba al recordarlo. Al final lo sencillo siempre era mejor.

El esclavo sintió de repente unos brazos que envolvían fuertemente su cuello desde atrás, apretando hasta el punto de no dejarle gritar ni respirar. Tras unos instantes de agónico forcejeo, el esclavo se desplomó, muerto. Bullseye le desnudó y ocultó su cuerpo dentro del frondoso seto, quitándose su propio uniforme negro indeterminado para colocarlo junto al cadáver.

Segundos después, emergió de detrás del seto vistiendo la ropa del caído: unos pantalones bombachos grises sujetos a la cintura con un fajín y una especie de túnica larga abierta que dejaba su torso al descubierto. La parte positiva era que tenía capucha y podía ocultar el tatuaje de la diana de su frente.

- Se me ha ocurrido una forma de entrar y guiaros desde dentro. Estad atentos -informó por el comunicador antes de desconectarlo y ocultarlo entre los pliegues del fajín. Por supuesto se estaba saltando a la torera las órdenes recibidas, y estaba seguro de que el gigante con cara de mono iba a estar furioso a la vuelta, pero si de algo se había enorgullecido siempre el asesino era de ser tan ingobernable como un tornado. De manera resuelta empezó a dirigirse al palacio, pero una voz le gritó que se detuviera en griego.

- ¡Aguarda! -Bullseye se volvió y pudo ver a otro de los esclavos dirigiéndose a él-. ¿Por qué vas al palacio? -le cuestionó tras llegar a su altura-. ¿No deseaba la reina que despejáramos el patio?

- ¿Qué tal si te ocupas de tus propios asuntos? -farfulló para sí el asesino con irritación.

- ¿Perdona? -inquirió sorprendido el esclavo, obviamente sin entender el inglés. Bullseye tomó aire para adjurar la irritación, tratando de recordar lo que sabía de griego.

- Mil perdones, hermano, hablé sin pensar -se disculpó, agachando la mirada en una estudiada actitud humilde que pareció bastar para convencer al otro tipo.

- Mi pregunta sigue en pie -insistió a pesar de todo-: Si nos han ordenado que despejemos el patio, ¿por qué te diriges al palacio?

- Me dirijo al palacio porque la reina me ha hecho llamar -respondió sin pensar.

- ¿La reina? -se sorprendió el esclavo-. ¿Has recibido una orden directa de la reina en persona? La reina nunca se rebaja a tratar con nosotros.

- Pues conmigo lo ha hecho. Recibí la orden directamente de ella -respondió, una vez más sin vacilar y derrochando seguridad.

El otro parecía escéptico inicialmente, pero Bullseye notó cómo reparaba entonces en su físico, que resaltaba de una manera bastante evidente en comparación con el de los demás esclavos del jardín, y una luz de comprensión pareció encenderse en su mirada

- Ooooh, ya comprendo -dijo, mirándole con nuevos ojos y una suerte de admiración que resultaba vomitiva en aquél contexto-. ¡Qué honor! Ser reclamado directamente por la reina.

Bullseye no sabía bien cómo sentirse. Era cierto que tenía un ego desmedido, pero la única razón por la que procuraba siempre mantener la excelencia física era porque su cuerpo era una prolongación de sus extraordinarias habilidades para el combate. Era un arma más, una de la que se sentía particularmente orgulloso y que procuraba siempre mantener en un estado óptimo como un paso más en su camino a la perfección. Que alguien pudiera valorar su cuerpo, no como el arma infalible que era sino en base a motivos tan superficiales y banales era casi insultante, y por un instante se lamentó de no haber traído consigo al soldadito. Aquél guapito de cara tenía mucha más pinta de juguetito sexual, y le habría resultado más sencillo venderlo como tal sin tener que degradarse él mismo. Pero no podía tener la certeza de que el toy-boy hablara griego, y sospechaba que tampoco habría podido convencerlo para que le siguiera el juego. Era demasiado aburrido como para eso, así que le tocaría jugar a él. Sonrió todo lo ampliamente que supuso era adecuado, dadas las circunstancias y las implicaciones de las conclusiones a las que había llegado el otro esclavo.

- Oh, sí, ya te digo -dijo, en un tono burlón que pasó desapercibido por el acento y su pobre manejo del idioma-. Cuando me lo notificaron me sentí tan honrado que por poco me desmayo. Tendrías que haberlo visto.

El esclavo se acercó más, evaluándole... Y justo cuando Bullseye se estaba planteando partirle la nariz de un puñetazo, se echó nuevamente hacia atrás.

- Está bien, puedes continuar tu camino. ¡Por la reina!

- Ya, ya...

Lo despachó con un gesto de aburrimiento y continuó su camino hacia el palacio, el cual estaba custodiado por dos amazonas de aspecto fiero. Algo le dijo que aquellas mujeres no iban a ser tan fáciles de engañar como el paleto de antes, pero estaba seguro de que algo se le ocurriría, como siempre.