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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Tema: Prueba de Rol del Dr Stephen Strange 19th Mayo 2022, 22:56
Un Problema para el Futuro
Soy Stephen Strange: Hechicero Supremo. No quiero estar aquí, pero debo estarlo. Mi cuerpo se rinde a la fatiga, mas no a la física. Me siento como una concha vacía, como un árbol seco y muerto. Observo a mi alrededor y puedo ver la pequeñas motas de polvo ascender lentamente. Pierden su esencia, su identidad, su forma. El ambiente huele a azufre y miedo. La calle es un hervidero de voces discordantes. La gente reacciona de formas aleatorias y caprichosas a estímulos que jamás han recibido antes. Sus cerebros atacan inútilmente algo que son incapaces de comprender, de contener. Algunos lloran desconsolados, como un niño buscando a una madre llamada cordura. Otros gritan de terror, la reacción más lógica ante lo incognoscible. Los cascotes vuelan de un lado para otro, pero no son de cemento y acero. Cascotes de realidad. Todo parece perdido. Un hombre sonríe frente a mí. Rubio, joven, hace poco que ha pasado de los veinte. Sostiene un libro en sus manos, pero no lo mira, me mira a mí. Sólo a mí.
No comprende lo que ocurre, aunque sea por su causa. Es como un mono con una escopeta: No sabe lo que hace, pero es peligroso. Está enfadado conmigo, furioso. Me odia y quiere que el mundo comparta su odio.
El espacio-tiempo se dobla como una servilleta usada. La presión empieza a sentirse a un nivel físico. El tejido de la realidad se deshilacha como si hubiesen tirado de él por una hebra suelta. La existencia misma se convierte en un fluido. Casi da la sensación de poder ser atravesada a nado. Creo que no tengo tiempo, pero es mentira. Todo es frágil y mutable, y eso me beneficia. Aún tengo tiempo para un último conjuro. De hecho, todo el tiempo del mundo.
Es Stephen Strange: Maestro de las Artes Místicas. No quiere estar aquí, pero debe estarlo. Yo tampoco quiero, ni debo estarlo. Este no es el momento que busco, y sin embargo aquí estoy. La telaraña del tiempo es extraña. Creemos que cada momento sucede al siguiente como en una línea recta, pero no es cierto. El entramado es complejo y poliédrico. Los cimientos de la línea temporal se unen a través de anclajes caprichosos. Instantes aparentemente inconexos se enlazan formando una estructura irrompible. Este momento no tiene relación con el que busco, pero por alguna extraña razón están ligados. Stephen Strange lucha contra un enemigo poderoso por orden del Anciano. Una criatura informe y babeante de nombre impronunciable: Y-ymlusgwr. “El reptante”, o así lo llama el maestro. Fue encerrado en un tiempo antes del tiempo por dioses olvidados. Va a liberarse, cree el Anciano, y Strange coincide. Yo también. Se liberará, siempre lo hacen.
Stephen Strange valora una solución más definitiva. Su rival le excede en fuerza por mucho, lo recuerdo. También recuerdo el momento de la decisión. Tuve suerte. Un inesperado evento afortunado tras otro. La magia de los Vishanti fluye por mi cuerpo como un sistema circulatorio paralelo. Me siento más poderoso que nunca. Puedo poner fin a esto.
La criatura grita y maldice en un idioma demasiado primitivo o demasiado complejo para que lo entienda. Está asustada, pero no más que yo. Puedo eliminarla, poner fin a la amenaza para siempre. Tengo que hacer algo, y no quiero estar aquí. Un evento no puede ser alterado sin el otro. Tengo que elegir.
Es el Doctor Stephen Strange. Quiere estar aquí, pero no debe estarlo. Yo también quiero, y además debo. Este es el momento que busco. Tiene una cirugía en menos de una hora. Debería estar preparándose, pero es arrogante. Cree que no lo necesita, y tiene razón. Está en su despacho. Es bonito, diáfano, lujoso. Beethoven suena en el tocadiscos. Me gustaba Beethoven, aún me gusta. Curioso mi gusto por los románticos. Pasión y matemática. El sentimiento en un pentagrama, el orden dentro del caos. Es casi profético. Me río, pero no entonces. Estoy en mi mesa, leo una serie de historias clínicas. Rechazo a cinco de cada siete pacientes. Creo que mi tiempo es demasiado valioso. No lo es, ni siquiera valoro aún lo que es el tiempo.
Un chico ha tenido un accidente. Una sustancia radiactiva le ha saltado en los ojos. Sus nervios están destrozados. No puedo hacer nada por él. Hay una foto en la que aparece con su padre. Pelirrojo, vivaz, sonriente. Siempre ponen fotos. Paso la página.
Un hombre con un tumor cerebral. Padre de familia. No está en una zona demasiado comprometida, aunque en el cerebro todas lo son de algún modo. Podría operarlo. Yo y cualquiera, pienso con arrogancia. Demasiado sencillo, no creo que merezca mi tiempo. Hay una foto del hombre junto a un muchacho de unos quince años. Rubio, sonriente. No sé quién es, aunque lo sabré. Tendrá que pasar mucho tiempo hasta que me mire como un loco con el libro en la mano. Me odia, pero aún no lo sé. Él tampoco lo sabe, pero me odiará. Sé lo que va a ocurrir. Voy a pasar la página.
¡¡Detente!!
¡¡Detente!!
¡¡Detente!!
El joven rubio frente a mí sonríe. Cree que hablo con él y se carcajea mientras el mundo se va a pique. Yo no suelo rezar, ni voy a hacerlo ahora. Pero tengo fe. Ahora mismo puedo hacer mucho menos que ese joven. Por el contrario, sé mucho más. Al fin y al cabo, se cree que estoy hablando con él.
Stephen Strange, Maestro de las Artes Místicas, se detiene sin conocer el motivo. Poner fin a la amenaza sería tan sencillo como apretar el gatillo de un arma. Sólo tiene que dar rienda suelta a la energía que le invade y le consume. La criatura le escruta con miles de ojos. Ve cerca su final, pero percibo en ella el mismo desconcierto que me invade. Que me invadía. Me detengo, reflexiono. Puedo murmurar un hechizo y convertir al monstruo en polvo cósmico. No lo hago. En cambio pronuncio otro. Miles de cadenas incandescentes someten a la criatura de nuevo a su ancestral encierro. No soy ningún Dios olvidado, al menos de momento. Tampoco lo seré en el futuro. Terminará por liberarse algún día, siempre lo hacen. Puede que entonces no tenga tanta suerte.
El Doctor Stephen Strange se detiene antes de pasar la página. Una operación sencilla, cualquiera podría hacerla. Miro al muchacho rubio y sonriente de la fotografía. No voy a realizar la operación. Habrá un neurocirujano sobradamente capacitado que extraerá el tumor. Su pulso será firme y sus cortes precisos. Pero cometerá un error. Un derrame cerebral se llevará al hombre dos días después de la operación. El muchacho quedará huérfano, privado del único apoyo de su vida. El mundo dejará de tener sentido y, para equilibrarlo, buscará un culpable. Yo seré su culpable. Para cuando quiera devolverme el daño, ya no seré el Doctor Stephen Strange. Seré el Hechicero Supremo, pero eso no le detendrá. Buscará consejo en ancianos extranjeros cuyos nombres suenan raro. Pondrán a su servicio fuerzas que no comprenderá. Pero yo no sé eso aún, porque no lo sabía entonces.
Rechazo a cinco de cada siete pacientes. Una operación sencilla, cualquiera podría hacerla. Pero, no sé aún por qué razón, seré yo quien la haga.
La realidad vuelve a su forma como las ondas en el agua se disipan tras el golpe de una piedra. Todo se estabiliza y nadie cree recordar qué ha ocurrido. El joven frente a mí ha dejado de sonreír. Ya no porta ningún libro en su mano. Ya no recuerda por qué me odia porque, de hecho, ya no tiene motivos para hacerlo. Estoy suspendido en medio de Times Square y la gente me observa. Algunos sacan fotografías y videos con sus teléfonos móviles. El joven mira al cielo y también sonríe, pero el odio ya no forma parte de la ecuación. Un hombre maduro sale de una tienda cercana con una bolsa. Se parecen mucho. Cuando pasa por debajo de mí, saluda con la mano y sonríe. Aún sigo cansado, como un árbol seco y viejo, como una concha vacía.
Vuelvo a casa y Wong ha preparado té. Sabe que no voy a tomarlo, así que sólo sirve una taza para él. Me siento en mi sillón favorito y él busca algo por los cajones de la cocina. Al poco me sirve un vaso de licor asgardiano, regalo de uno de los dioses más notables que he conocido, y han sido varios. Doy un trago y suspiro. Pienso en el Doctor Stephen Strange. Pienso en la emoción contenida antes de entrar a operar, en el miedo a tener en sus manos poder sobre la vida y la muerte. Pienso en Stephen Strange, Maestro de las Artes Místicas, y en la decepción que habrá sentido al detener su mano, al tratar los síntomas y no la enfermedad. Ya no me siento como un médico, aunque el trabajo es parecido. Con la diferencia de que, si este paciente se muere, no habrá más. No sé si soy un doctor o un costurero que hace remiendos a un viejo tapiz. Pero el procedimiento es el mismo. Eliminar las amenazas de muerte inminente. Con todo, me siento como si hubiese barrido la mugre debajo de la alfombra en vez de pasar la aspiradora. La criatura se liberará, siempre lo hacen.
Pero ese, es un problema para el futuro.
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Gwen Stacy Marvel Universe
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Ficha de Personaje Alias: White-Spider Nombre real: Gwendolyne Stacy Universo: Marvel
Tema: Re: Prueba de Rol del Dr Stephen Strange 20th Mayo 2022, 00:20