Casting Stephen Strange

Las noches tendían a ser oscuras, las brumas, profundas.

Al amparo de su Sanctum Sanctorum, el Hechicero Supremo había pasado largas temporadas, inmerso en la lectura de textos místicos, siempre escrutando las tinieblas de un futuro que una vez más se prometía aciago: Algo perturbaba las energías místicas que conformaban el mismo tejido de la realidad y, en aquella ocasión, era probable que ni el poder del Hechicero Supremo pudiese hacerles frente. Los límites entre las dimensiones se volvían más difusos a cada día que pasaba, sus conexiones con los Vishanti, cada vez más confusas... Ni siquiera la luz del Ojo de Agamotto, el que todo lo veía, era capaz de disipar las nieblas de un futuro que se ocultaba incluso a la vista de aquel que había sido designado como el guardián de la estabilidad de aquel plano de existencia.

Pero por difícil que resultase, por oculto que estuviese el camino, era su labor el iluminarlo.

Desechó su envoltura mortal y, una vez más, sintió el mundo fundirse con él mismo al tiempo que la carne, las leyes físicas, el mismo mundo, se convertían en una simple pintura al óleo: Su forma astral se desprendió de los huesos, la carne, y el mundo de los espíritus se abrió ante él cual si fuera un lago tranquilo. Pero incluso las aguas calmas de aquella realidad empezaban a enturbiarse, como si una presencia desde más allá de los planos buscase desgarrarla por completo... No se trataba de una amenaza mística a la que se hubiese enfrentado hace poco, ni siquiera era algo inherentemente maligno, pero incluso así el Doctor estaba preocupado.  Las últimas veces que se había enfrentado a invasores de los reinos místicos, como Shuma Gorath, o Dormammu, sólo había sido capaz de frenarlos, expulsarlos, pero jamás derrotarlos definitivamente... Aquella vez, sin embargo, no parecía ser obra suya, lo que sólo podía significar que algo incluso más oscuro se ocultaba más allá de donde siquiera él podía ver.   Lo que quiera que estuviese causando aquella distorsión no era algo a lo que estuviese acostumbrado. Podía resultarle familiar, hasta cierto punto, pero desde luego había tantas similitudes como diferencias entre aquel suceso y otros anteriores.

Si el Anciano hubiese estado allí, quizá hubiese podido haberle tranquilizado. Pero no era el caso. Había fallecido hacía ya tiempo. Estaba solo... Salvo por su fiel Wong, nadie podía entender, realmente, a lo que se estaba enfrentando. No quería sonar como una adolescente demasiado sensible, pero a veces agradecería no estar tan solo en aquella tarea. Incluso poder hablar con Stark hubiese sido algo agradable en aquellas circunstancias. Una pena que el vengador de metal estuviese demasiado ocupado con sus labores de playboy y otras amenazas más terrenas para prestar atención a lo que venía de otros planos. No es que fuese su tarea, cierto, pero igualmente...


-  ... Admítelo, Stephen... A veces odias no poder tomarte un descanso.


Quizá así fuera. Bueno, estaba seguro de que era así. Pero nadie tenía por qué saberlo. Él había asumido nuevamente el manto de Hechicero Supremo porque sabía que podía con ello, no para quejarse... En cualquier caso, su investigación, nuevamente, no arrojó nueva luz. Esta vez, sin embargo, fue sacado de su trance por una presencia sorprendente, viniendo más allá de donde creía haberla dejado. La sonrisa se dibujó en sus labios, sintiendo la caricia, la suavidad del roce... Aún sin ser físico, era cuanto necesitaba.


- De acuerdo, Clea, creo que entiendo lo que quieres decirme. Quizá me estoy volviendo demasiado huraño. Hace un buen día. Es el momento de salir al mundo.


Su capa estaba a su lado, así como sus ropajes. Ignoraba cuánto tiempo llevaría allí, pero era un momento tan bueno como otro para salir, por un momento, de donde estaba... Quizá el cambiar de aires le permitiese modificar su perspectiva, ver el problema desde otro punto de vista. A veces, era todo lo que hacía falta.  Estaba dispuesto a probarlo...