Habitación 217 [Civil War] (Kah, Jesse, Felicia y Grey) (16 de junio de 2019)

Hotel The Capital Hilton, Washington D.C.
Sábado, 15 de junio de 2019
10.45 h

Resulta sorprendente lo que se puede saber hoy en día acerca de cualquier persona gracias a Internet. Ya había logrado meterse en las vidas personales de aquellos alumnos de Universidad, que fueron a ver la exposición del Museo Smithsonian el día anterior. Gracias a eso y su perspicacia había logrado trazar un plano mental de todo el edificio. Pero ahora necesitaba saber más acerca de la seguridad que habría el próximo martes, fecha en la que tenía previsto perpetrar dicho robo. Para obtenerla, pidió a un contacto suyo de confianza que se metiera en la base de datos del museo. Pronto, su pantalla se volvió de color negro y en ella comenzaron a aparecer unas letras de color verde intenso que detallaban en forma de código toda la información que necesitaba saber.



—Así que Georgia, ¿eh...?

Felicia compró un billete hasta Trion para aquel mismo fin de semana. El vuelo salía por la noche, así que llegaría allí de madrugada, puesto que el vuelo era de una hora y media. Su intención era conocer toda la información necesaria sobre dicho guardia a fin de poder jugar con sus puntos débiles y así hacerle creer que podía meterse en su mente llegado el momento.



Trion, Georgia
Domingo, 16 de junio de 2019
8.35 h

Una breve investigación de los lugares más famosos de la zona, la llevó hasta el  Sweet P’s, un restaurante alabado principalmente por su comida y el trato cercano de su propietaria, la señora Charlotte.

Felicia decidió que aquél podría ser un buen lugar para desayunar. Bajo la apariencia de una nerd con gafas de pasta negras, cabello castaño por encima del hombro con flequillo recto, jersey holgado de color café y unos pantalones anchos que cubrían parte de sus bambas de color rojo, Sara Harmonie (nombre que había escogido para su estancia en Georgia) pidió un café moca a la anciana Charlotte, quien parecía no tener muchos clientes aquel día.

Tomó asiento en una de las mesas del comedor que daban a la calle. Un par de mesas a su izquierda, se encontraba un grupo conformado por 8 personas. Uno de ellos, vestido con ropa militar, le vociferó a Charlotte que les trajera sirope. Cuando Charlotte le trajo el café a Felicia, aprovechó también para traer el sirope. Tras dejarlo en la mesa, aprovechó para preguntarle al tal agente Grant como llevaban la búsqueda. Algo que hizo agudizar el oído.

«¿Agente...?¿Búsqueda...?», se interesó Felicia mentalmente, mientras daba un sorbo a su delicioso café y abría el portátil sobre la mesa, colocándose unos enormes auriculares que, al igual que sus gafas, eran de atrezzo para simular que estaba escuchando música y no la conversación de al lado.

Realizó una rápida búsqueda de ese tal “agente Grant” y descubrió que hacía unos días se habían dado alertas por la presencia de una metahumana de grado B o superior. Al parecer las nuevas leyes impuestas por Luthor sobre la caza de metahumanos estaban convirtiendo todo ese asunto en una caza de brujas.

«Vaya, parece que he ido a escoger el momento idóneo para venir de visita...», pensó mientras seguía prestando atención a la conversación de forma disimulada, a fin de cuentas... ¿Quién iba a sospechar de una friki?

— Estamos cerca, hemos estado investigando y creemos que tenemos pistas...Según nuestras investigaciones, hace una semana llegó al pueblo un cura con un par... —algo o alguien pareció interrumpir al agente que estaba hablando de más. Felicia pensó que de tener a alguien así en su equipo, ya lo habría despedido... Pero rápidamente se puso a hilar conceptos... ¿Buscaban a una metahumana de grado B y ahora también a un cura? ¿Qué clase de cura podría interesarles al G.E.C.M.A.? A Felicia solo se le vino un nombre a la cabeza. El nombre del único cura que conocía capaz de liarse a ostias con el mismísimo infierno.

«Jesse...», se respondió mentalmente «¿En qué andas metido ahora...?»

Felicia estaba allí por otros motivos. Pero no podía dejar que su excompañero de batallas infernales antisistema, acabase sometido por el G.E.C.M.A., no era un final digno para Jesse. Así pues decidió enviarle  un mensaje para alertarlo. Envió el último mensaje mientras los agentes salían por la puerta del restaurante. Se quedó observando unos minutos la pantalla del móvil hasta que todas las confirmaciones de lectura se pusieron de color azul. Tras eso, dio otro sorbo a su café, mientras a las 9:00h exactas entraba por la puerta del Sweet P’s, Jack Muller. El guardia de seguridad pidió unos huevos con bacon y un café con hielo y se sentó en una mesa cercana a la de nuestra Sara Harmonie.

- Y... eso fue todo -finalizó el predicador levantándose de su asiento para ir al mueble bar a coger otra minibotella de whiskey-. Hey, sentíos libres de consumir todo lo queráis, ¡ésta noche invita la casa!

Dando un generoso trago que prácticamente se llevó la mitad de la botella, se dejó caer sobre el estampado hortera de la colcha.

- Pero no os acostumbréis -advirtió elevando un dedo amenazador al aire-, que ya sabéis que no tengo donde caerme muerto. Pero eh, no todos los días se enfrenta uno a una deidad cósmica milenaria que te lleva acosando desde que eras pequeñito y sales con vida, eso bien se merece un pequeño despilfarro.

Empezaba a notar los efectos del alcohol en su desinhibición pero le daba igual. Se lo había ganado, joder.

Hacía cuatro días había sobrevivido a su batalla personal contra una especie de monstruo que se alimentaba de los miedos de los niños y era capaz de conjurar tus mayores pesadillas. Se había enfrentado a un hombre lobo, a una inundación y le había dado una paliza al mismísimo Jesús. Si eso no merecía una noche de borrachera, pocas cosas lo harían.

La cuestión era que afrontar situaciones tan cercanas a la muerte te hacía desear estar junto a tus seres queridos, así que Jesse se había puesto en contacto con las dos mujeres más importantes de su vida y habían quedado en reunirse en aquél adorable establecimiento que, por suerte, contaba con unas pocas habitaciones en alquiler en la planta superior, y de haber tenido más seguramente se llenarían, porque la comida en aquél sitio era extraordinaria.

Y no era lo único por lo que aquél pueblo era conocido, ya que albergaba la mayor fábrica de vaqueros del mundo, lo cual le venía muy bien porque después de los últimos acontecimientos necesitaba con urgencia comprar ropa nueva. Pero en fin, divagaciones de borracho.

- ¿Y a vosotras qué tal os va? -inquirió, incorporándose sobre los codos en la cama-. Tengo entendido que las cosas están últimamente algo jodidas con las nuevas leyes del presidente, ¿no?

Se llevó la minibotella a los labios mientras escuchaba a sus compañeras con atención. Hacía más de un mes desde que había terminado la invasión demoníaca y las cosas, lejos de calmarse, parecían estar a punto de entrar en ebullición otra vez. Los comandos de matones del presidente se estaban dedicando a capturar a todos los mutantes no registrados que pillaban haciendo uso de sus poderes, todo a raíz de lo que había ocurrido con aquél profesor amigo de Sasha. No podía negar que el cariz que estaba tomando todo aquello le preocupaba. Gray era una delincuente que no se preocupaba por enmascararlo, y Sasha era sumamente idealista y pasional, rasgos que amaba de ella pero que, en las circunstancias en las que se encontraban, podían llegar a meterla en un buen lío. Y no quería saber qué podría llegar a pasar si se descubría lo de Génesis. Ahora más que nunca tenía que tener muchísimo cuidado. No era la primera vez que hombres poderosos sin escrúpulos intentaban aprovecharse de aquél don.

Tenía el móvil en silencio, pero, en la postura en la que se encontraba, lo notó vibrar perfectamente en el bolsillo del pantalón. No iba a prestarle atención, porque le parecía desconsiderado interrumpir el discurso de otro, pero era tan extraño que alguien más allá de las dos personas que estaban allí le escribiera que no pudo resistirse a comprobar de quién se trataba. Publicidad, seguro, o...

Se quedó de piedra al identificar el nombre de la persona que le había escrito: Felicia Hardy, la chica con la que Sasha y él habían impedido una especie de ritual satánico en Turquía a principios de mayo, y no se habían vuelto a comunicar desde entonces. ¿Qué podría necesitar de él?

Intrigado, abrió la pantalla de Whats'app, y, conforme lo leía, se iba levantando de la cama, su expresión mortalmente seria.

- Chicas, tenemos que salir de aquí. Ahora -les dijo, mostrándoles la pantalla del móvil.

No sabía cómo habían sabido que estaban allí, ni a cuál de los tres buscaban, ni cómo se había enterado Felicia, ni si la amenaza era real o no, pero a Jesse no le importaba. Como persona que se había pasado media vida huyendo de la ley, lo único que le importaba era poner la máxima distancia entre ellos y sus perseguidores. Ya tendría tiempo de responder a todas esas preguntas cuando estuvieran a salvo. Jesse voló hacia la ventana de la habitación y levantó la hoja hacia arriba, despejando el camino.

- Vale... habrá unos seis metros hasta el suelo -dijo asomándose-. Gray, ¿crees que podrías caer tú primero y recogernos a Sasha y a mí desde...? ¿Gray? -inquirió al ver que la mujer no les había seguido, volviéndose a mirarla-. ¿Qué haces ahí parada? ¡Vamos, tenemos que marcharnos!

Al terminar su colega la historia, Gray sonrió y soltó una carcajada amistosa

-Y lego zoi io la de que tene hitoria- dijo mientras se levantaba, al igual que Jesse, a coger otra mini botella de… de lo que fuera, mientras no fuera solo una -jozu, zi me lo llega a conta otro ni lo creo

La anciana vio muchas cosas durante su vida, algunas se salen un poco de normal, otras eran jodidamente extrañas, pero la historia que acababa de escuchar… joder, eso si que era raro; y eso que una vez jugo al strip poker con Al Capone y un par de policías. Abrió una de las botellas y la alzó al aire, tras la “amenaza” de Jesse de que no se acostumbrara, en forma de brindis

-Po la deiae conica minarias- de un trago se la bebió entera, no tardando en empezar a abrirse la segunda de las tres que se había agarrado del mueble bar -anque zempre poemo… ya zabeh- señaló a la ventana con la cabeza, implicando que se fueran sin pagar -io lo llevo ashendo musho tempo y no zienta mal

Soltó una carcajada y se distrajo toqueteando el microondas de la habitación, que tenía muchos botones y eso, a la mujer que estaba casi totalmente desconectada de todo el mundo tecnológico, le parecía casi tan impresionante como la historia de su colega, casi… puede que a ella también le estuviera empezando a afectar el alcohol.  Se sentó en el borde de la cama, mientras seguía toqueteando el cachivache y preguntándose a si misma qué pasaría si pusiera la botella dentro… o su mano, menos mal que la pregunta de Jesse le sacó de esa mala idea que estaba a punto de cometer, cerrando la puerta del microondas que estaba ya a medio abrir

-Weno, a mi me va ben, no ze que leye a pueto ni na, peo a vece me zieto como cuano era… ¿Como ea eze titula que vimo cuando tuvimo en mi pueblo?- pregunto a Jesse, señalandole con el dedo indice de la mano que sujetaba la botellita, chasqueandolo -Ah zi, ya recuedo; “Feery rehea agen da warld”*

Y se echó a reír, aunque era verdad eso de que empezaba a sentirse como cuando era joven y, cuando no quería liarse a hostias, tenía que evitar las grandes ciudades. Al menos no la buscaban exactamente a ella, si no a todos como ella, los mutantes… lo que no era nada bueno, si por ella fuera se plantaría delante del presidente y le daría de guantazos hasta que decidiera cambiar las leyes que hubiera puesto, que no sabía exactamente cuáles eran solo que estaban siendo muy opresoras con personas como ella… que curiosamente, ella vivió casi toda su vida sin saber que era una mutante o una “metahumana”, simplemente pensaba que era fuerte y ya, cosas de hacer ejercicio.

No escucho la vibracion del movil de Jesse, o como a ella le gustaba llamarlos; “La puta miesa eza que mu shica y no veo na, peo armeno a vese pueo habla con mi colega po ahi, azi que ta bien”, mas si que escucho el tono de voz con el que les habló tras mirarlo. Gray se levantó, aunque por unos momentos no escucho a Jesse; dejó las botellas en la cama y se quedó mirando a la puerta con los puños cerrados… si se puso así de nervioso solo significaba una cosa y era que se acercaban problemas ¿Pero desde cuando huía ella del peligro? Ella era el peligro, se abalanzaba sobre el fuego, se metía entre los tiroteos y le daba un puñetazo en toda la cara al dolor… aunque eso era antes, ahora tenía alguien que se preocupaba por ella, que no quería verla sangrando, que no quería volver a verla sacándose balas de su cuerpo.

A veces se preguntaba, muy pero que muy en sus adentros, si lo que tiene ahora era mejor que lo que tenia antes; tenia amigos, sí, pero ninguno como Jesse, ninguno tenía poderes ni viajaba casi tanto como ella, eran gente a la que a veces visitaba si se encontraba por la zona, pero esto era diferente ,ahora tenía alguien detrás que la podía recoger si se caía o, más importante aún, ayudarla para que evitara esas caídas, la Gray de hace unos años, antes de aquel día con aquellos moteros, habría abierto la puerto y bajado en busca de lo que fuera que estuviera buscándoles… pero ya no era esa Gray

De un sprint, parecía que iba a pasar por entre Jesse y Sasha para saltar, para ellos habría sido mucho mejor que lo que iba a hacer en verdad; cogió a Jesse con el brazo izquierdo y a Sasha con el derecho, subiéndolos al hombro como si fueran un saco de patatas y haciendo caso omiso de las quejas que pudieran tener, saltó por la ventana, llegando al suelo con un fuerte sonido al tocar sus pies la tierra, flexionando las rodillas para no perder el equilibrio y acabar haciendo daño a sus colegas

-¿Tai ben?

Les pregunto mientras los dejaba con cuidado de pie delante de ella, poniéndole la mano en el hombro a cada uno para asegurarse… aunque también aprovecho el momento para proponerles una idea, una que a Jesse no le iba a gustar demasiado

-Vozotro buca una foma de zali pitando de aqui, io me quedo detra y ralentiso a quien zea que venga- se giro a Jesse, mirándole con firmeza al ojo sin parche -zabe que me defiedo bien, pueo entretenelo pa que vozotro o podia ir a zabo, cuado etei a zarvo me mada un mezaje a la coza ea y uire taben

*Traduccion:

Cada vez que Sasha se adecuaba a ese mundo, este le sorprendía devolviéndole a una vorágine incontrolable una vez más. Ahora se había acostumbrado a ir de incógnito cuando se movía entre los estados unidos. Ocultarse, llevar ropa oscura urbana para pasar desapercibida vigilar la actividad de su teléfono… todo se había acomodado a pensar que podían estar observándola en cualquier momento. Como con las cartas de amenaza que recibía en la mansión. Y resultaba extremadamente agotador. Todo mutante o persona peculiar ahora debía andarse con ojo.

Como era costumbre, no había un instante de relax. No existía un momento que fuese de paz real en aquel infierno viviente al que llamaban nuevo mundo. Su novio había sobrevivido a una innumerable cantidad de situaciones de vida o muerte y ahí estaba, bebiendo desenfadado guiñándole el ojo de vez en cuando como si nada de aquello hubiese pasado. Por un instante, solo por uno, parecía que de verdad podían disfrutar… Desde el incidente en la mansión Sasha no había vuelto a sonreír de la misma forma. Mucho menos sabiendo que cada segundo que ella estaba fuera, Drago pagaba con un tiempo precioso de su vida que no iba a recuperar.

Entre las risas de esos viejos amigos, Sasha respondió con una seriedad que formaba parte de ella desde hacía unas semanas - No pinta bien. - Sabía que ellos dos tenían derecho a relativizar las cosas. Si no tuvieran esa capacidad, no seguirían vivos con su historial - Estoy bloqueada. No puedo salvar a Drago, no puedo sacarle de allí, no puedo proteger a los críos de Europa porque aún soy novata, no puedo proteger a los de la mansión porque pasar por allí les pone en riesgo… - respiró hondo dispuesta a volcar un poco más de saliva en autocompasión, pero entonces Jesse se levantó como un resorte atendiendo al móvil. Sasha reaccionó al instante cogiendo la mochila con su equipaje y su chaqueta, acompañándole al borde de la ventana.

Giró el rostro para buscar a su amiga pero entonces una fuerza potente la cargó como si fuese un saco, sintió el impulso de las fuertes piernas de Gray, la caída, y un forzoso aterrizaje que puso en alerta a los guardias por diversas órdenes que se escucharon a gritos desde el otro lado del motel.

Sasha no lo dudó, hizo el amago de echar a correr completamente decidida hasta que escuchó que Gray se quedaba. No tenían tiempo de discutir un plan y quedarse a unos metros de los soldados no iban a darles ninguna ventaja. Agarró la muñeca de Gray y echó a correr todo lo rápido que le dieron sus piernas, buscando perderse en el bosque más cercano.

-Esta gente tiene mucha tecnología Gray… por muy resistente que seas… creo que Luthor se las habrá ingeniado para encontrar una alternativa a las balas corrientes. El tiempo que puedas darnos es más valioso si estás a nuestro lado - confirmó con una mirada de preocupación al ojo de Jesse, que había corrido con ellas.

Poco a poco se introdujeron en el bosque que había a ambos lados de la carretera, los árboles zumbaban en su oreja según corría dejándolos atrás.-[color=firebrick]Lo más sensato sería correr sin perder la carretera. Jesse, ¿Es Felicia?, ¿Ese Felicia? ¿Cuánto puede tardar en aparecer aquí con un coche?- dijo sin parar de correr, notando cómo la mochila rebotaba en su espalda y las piernas empezaban a calentarse.

Ante la sugerencia de la anciana, hizo un gesto con indulgencia llevándose el botellín a los labios. Era el gesto de alguien que sabe lo que es el bien y lo que es el mal pero que está dispuesto en ocasiones a cruzar la línea si hay un buen motivo de fondo. El gesto de alguien que no te va a juzgar demasiado duramente porque él mismo ha pasado por las mismas circunstancias que tú, aunque la idea no le parezca bien.

Jesse había sobrevivido a su adolescencia robando, y no sería tan hipócrita como para darle a su vieja amiga una lección de moralidad, si bien era cierto que lo había hecho como forma de ganarse la vida cuando no tenía donde caerse muerto, pero mientras tuviera los medios, prefería hacer las cosas por lo legal. Además, beber unas botellitas de licor no era una cuestión de vida o muerte, sino un capricho. Habría podido justificar el robo de unas medicinas por necesidad, pero no de alcohol.

Rápidamente pasaron a temas más serios, y lo que Sasha tenía que contar resultaba tan grave que Jesse centró en ella toda su atención, ignorando el desastre que había estado a punto de provocar Gray con el microondas. Le habría gustado poder meditarlo para aconsejarla en condiciones, pero en ese momento le llegó la alerta de Black Cat y tuvieron que ponerse en movimiento. Ya tendrían tiempo de hablar con calma cuando hubieran salido de allí.

- ¿Gray? ¿Qué haces ahí parada? ¡Vamos, tenemos que marcharnos!

Su acicate sirvió, pero no como había esperado. La mujer echó a correr hacia la ventana, pero en lugar de simplemente saltar como le había pedido, les enganchó tanto a Sasha como a él, colgándoselos por encima del hombro como si fueran sacos de patatas.

- ¡Hey! -exclamó, más por la sorpresa que por otra cosa, pero antes de que tuviera ocasión de decir nada más, el vértigo le atenazó la garganta cuando, sin comerlo ni beberlo, se encontró cayendo en picado.

Aterrizaron en el suelo sin haberle dado tiempo a gritar siquiera, y experimentó un ligero mareo cuando su amiga los dejó cuidadosamente a su lado. La presión de su mano sobre su hombro le vino bien como punto de apoyo para recuperar el equilibrio.

- Estás como un cencerro -respondió a su pregunta, pero la sonrisa de sus labios daba a entender que no estaba disgustado en absoluto. Es más, la mujer había sido condenadamente eficiente y les había ahorrado unos segundos preciosos. La sonrisa, sin embargo, no tardó en desaparecer en cuanto hubo escuchado lo que tenía que decir. Se estaba planteando si aquella era una de esas situaciones que ameritaban el uso de Génesis cuando Sasha le privó de tener que tomar esa difícil decisión.  Jesse sabía que la mutante no conseguiría moverla ni un milímetro si la vetusta mujer no lo deseaba, así que ahora le llegó el turno a él de ponerle la mano en el hombro y suplicarle con la mirada.

- Sasha tiene razón, Gray, te necesitamos.

"Por favor", añadió, moviendo los labios para formar las familiares palabras sin pronunciar sonido alguno, por más que su ojo expresaba lo que quería transmitir de manera mucho más intensa.

Gray se había clavado al suelo como un viejo poste eléctrico. -¡¡GRAY!! - Pero ya conocían esa mirada, sobretodo Jesse. Era tarde para convencerla. De hecho, la anciana no estaba dispuesta a discutir. Agarró primero a Sasha, impulsándola desde las caderas para lanzarla en dirección al camino. Luego agarró a Jesse de los hombros, como quien abraza a un amigo en un bar y repitió la maniobra. Aterrizamos derrapando sobre nuestros pies varios metros. Cuando conseguimos estabilizarnos, ella ya estaba corriendo de frente hacia los soldados. Los ojos verdes de la mutante fueron a parar al rostro del predicador. Él no iba a permitirlo, y Gray ya lo había decidido, sólo quedaba una opción. Sasha agarró del brazo a Jesse intentando hacerle reaccionar en dirección contraria. Ese hombre no dejaba a nadie atrás… Para su suerte, ella tenía más fuerza que él.

Los pulmones bombeaban con fuerza y el pulso iba cada vez más rápido. Movía los brazos con movimientos repetitivos a los lados de su cuerpo mientras trataba de acomodarse al ritmo de Jesse para no separarse, pero entonces la voz del milagro se abrió paso. - —¿Alguien ha pedido un UBER?- ¡GRACIAS!- gritó antes de subirse la mutante a toda prisa, entrando hasta el fondo del coche para que Jesse entrase detrás de ella y no perder tiempo.

Se escuchaban disparos, gritos, pequeñas explosiones…  Pero nuestra única esperanza para pensar que Gray seguía viva, era que todo ese ruido aún no había terminado y seguía dando guerra.

No podíamos volver, los tres lo sabíamos. También sabíamos que de momento no iban a condenar a ningún mutante a muerte y que la ley tardaría en entrar en vigor. Pero aun así… era otro mutante en la cárcel. Sasha se sentó en el coche entre jadeos, con las manos en la cabeza. - La… ah… la sacaré de ahí. No sé cómo…Pero la liberaré- Tragó saliva en seco mientras miraba a Jesse buscando reconfortar el corazón de un hombre que lo único que le importaba era la vida de sus seres queridos.  

Luego se giró a Felicia. - Y tú.. no sabes… cuánto me alegro de verte -

Es muy difícil imaginar, para quien no posee el poder absoluto al alcance de sus dedos, la angustia añadida que supone saber que pudiste hacer algo para evitar un desenlace terrible, y no lo hiciste.

Una frase. Una simple orden, habría bastado para hacer que Gray renunciara a aquél plan suicida y les acompañara.

Una simple frase... Pero, en el momento en el que tendría que haber abierto la boca... El momento en el que leyó la determinación en aquellos ojos cansados y entendió que iba a perderla... En ese preciso momento... La vio entre los árboles del bosque, bajo la lluvia, el día que se habían conocido, después de ocuparse de la banda de moteros, volviéndose para mirarle directamente, pidiéndole que nunca utilizara Génesis contra ella.

La visión duró apenas un segundo, pero fue el tiempo justo para que Sasha tirara de él y Gray se alejara en dirección a un destino incierto. Trató de resistirse, ir con su amiga, pero la mutante tenía más fuerza que él.

- ¡No, Sasha, no! ¡Déjame! ¡Tengo que...! Necesito...

Pero la mujer ya estaba corriendo en dirección contraria, tirando de él. Y, de nuevo, habría bastado una simple orden. Una simple frase para hacer que le soltara.

Y nuevos recuerdos acudieron a su mente. Un puñetazo amistoso. Una clara advertencia: ¡No vuelvas a manipularme en contra de mi voluntad. De ninguna forma. No se te ocurra hacer eso sobre mí sin avisar.

La frustración era tan grande que amenazaba con devorarle vivo. Apenas fue consciente del coche que se detenía ante ellos, ni del breve intercambio que vino después, ni la manera en la que Sasha le introdujo en el vehículo. Miraba a todos lados como un animal herido; lo único que escuchaba eran los gritos y los disparos, y lo único que veía era sangre. Sangre cubriendo todo cuanto veía. No escuchó a Sasha. No veía a Felicia. De repente fue consciente de dónde se encontraba y enloqueció.

- ¡Para! ¡Para! ¡Para! -gritó, tirando de la manecilla de la portezuela hasta que consiguió abrirla. El coche aún no se había detenido del todo cuando él ya estaba saltando fuera a trompicones.

Se habían alejado bastante y ya no se escuchaba nada. Él simplemente echó a correr hasta estar lejos del alcance del coche. Corrió y corrió sin saber hacia dónde corría ni por qué, hasta que, finalmente, cayó al suelo de rodillas y lanzó un grito al cielo, dejando salir todo lo que había reprimido en su interior. Era un grito de ira, de rabia y de frustración, y, tal cual lo dejó ir, se incorporó y comenzó a asestarle puñetazos al tronco del árbol más cercano, sin importarle el dolor o el hecho de que se estuviera destrozando los nudillos. El dolor físico era bueno. Le permitía ignorar el hecho de que habría podido salvar a su amiga... y había elegido no hacerlo.

¿Y por qué razón? ¿Por el libre albedrío? ¿Para respetar sus deseos y su voluntad? ¿Merecía eso perder la libertad, incluso la vida? ¿Lo merecía? ¿Había hecho lo correcto? ¿Qué era lo correcto?

Su cuerpo trémulo se abrazó al árbol y finalmente volvió a caer al suelo, temblando y sollozando.

- ¿Qué es lo correcto? Oh, Señor, Dios mío... ¿qué es lo correcto? -musitó, cubriéndose el rostro con unas manos empapadas en sangre, en una plegaria que sabía que jamás sería respondida.

La situación había sido extrema, pero la mutante se consolaba con el pensamiento de que al menos habían podido salvar la vida de Jesse y la propia. Sabía que le había arrastrado para salvarle, el forcejeo no había sido agradable para ninguno de los dos. Pero Gray había tomado una decisión y Sasha estaba determinada a sacarla de la cárcel. Tanto como lo estaba a sacar a Drago.

La morena miró a su pareja enloquecer con un brote propio de quien acababa de entregar a su mejor amigo. - ¡QUIETO, NO- pero ya era demasiado tarde. Salió antes incluso de que el coche se detuviese por completo, y ella detrás sin pensárselo. Trastabilló un par de veces y Felicia frenó en seco, dispuesta a esperarles preparada para continuar la huida. La mutante corrió a toda potencia con ansiedad hasta llegar a su posición. Escuchó el grito que consiguió helarle la sangre. Para cuando llegó ya se estaba desquitando con el árbol.

Derrapó en su frenada, tratando de no tropezar con el cambio brusco de velocidad.- ¡Jesse, para! - Gritó mientras se interponía entre el árbol y él, no iba a permitir que se hiciese el menor daño, y ya tenía sangre en los nudillos. Puso la palma de las manos entremedias recibiendo los dos últimos golpes del predicador como si fuese su entrenador de boxeo. Esos golpes estaban mucho mas suavizados que los primeros que había recibido el árbol. Jesse se abrazó a ella con desesperación y ambos se derrumbaron en el suelo.

Sasha hizo lo único que se le ocurrió, abrazarle y dejar que la culpa y la frustración saliesen como él necesitase que lo hiciera. Le acompañó en silencio, acariciando su espalda y recogiendo su cuerpo entre sus brazos lo mejor que pudo. Le acompañó en silencio en un camino costoso cuya carga sólo comprendía él. Le abrazó quedando su mirada verde por encima del hombro derecho del americano. Una mirada que sobrepasaba la determinación y rozaba el odio asesino. - La sacaré, Jesse - Con esa promesa firme y esa mirada furiosa lo prometió a él y al cielo. - La sacaré...- susurró una última vez.

Él no se merecía ese poder envenenado, ni el castigo de culpa que la impotencia le hacía sentir al ser portador de tal don. Acababan de herirle de un modo en el que sería muy difícil que curase, y eso hacía que las entrañas de la mestiza ardiesen con furia visceral. Cualquiera que hiciese daño a Jesse estaba en el punto de mira de Sasha. Y así sería mientras siguiese con vida.

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OOC: Si el momento te gustaba más con él en soledad, sin el menor problema edito y pongo que Sasha llega tarde a buscarle.