Dejemos en paz el tema... ¿O pido perdón a la niña? (Sieglinde) [1/04/2019]

Apenas llevaba dos semanas en Europa y ya había tenido que enfrentarse a una invasión alienígena para la que nadie estaba preparado. Un retiro espiritual, ir de viaje a vivir la vida… Claro que sí. Había sido duro y costoso pero la escuela tenía un protocolo de seguridad muy entrenado, claro y estricto que los alumnos cumplieron a rajatabla. Todo estaba en orden, a salvo y casi como si no hubiese pasado nada pocos días después.

Pero hubo una cosa que le removía el pecho y las entrañas. Algo que no terminaba de encajar y le arrastraba a un conformismo en el que no se encontraba tranquila en absoluto… No estaban allí. Ni Sieglinde, ni Björn… En plena crisis faltaban los eslabones principales de dirección y no era capaz de comprender cómo no estaban en la escuela ni luchando en las calles. ¿No habían hecho acto de presencia en ningún sitio? ¿¡Berlín estaba en llamas y nadie hizo nada!?

Le resultaba increíble y a la vez trataba de comprender que tendrían asuntos más importantes, seguramente excusables pero… La escuela entera era un caos, tu país, tu ciudad, tu escuela y tu hogar.. Y no estabas allí.

Comprendía perfectamente las consecuencias de cuestionar siendo una recién llegada no sólo la cadena de mando si no a la primera superiora, la dama de hierro, y a los compañeros inmediatos de ella. Por eso se preparó a conciencia un discurso, una guía de por dónde quería ir. Ante todo quería proyectar que a ella no le debían nada. De verdad se sentía como una refugiada acogida por su hospitalidad pero… Rezó a todos los dioses para que el ojo crítico y la comprensión fuesen igual de abiertos en la mansión que en la MKL, aunque la relación no fuese la misma.

Y por eso concertó la reunión con Solaris en cuanto pudo.

Se concentró en su línea una y otra vez. No iba a permitir que nada le sacase de ello. No quería ser ofensiva y tampoco moverse de su posición. Si de verdad no habían hecho nada… eso estaba mal. Jodidamente mal. Y reunió toda la asertividad que pudo justo antes de llamar a la puerta del despacho.

Esperó una respuesta y entonces pasó cerrando detrás de ella. -Buenos días Sieglinde… Perdona que te robe tiempo, sé que estás muy ocupada- esperó a que le señalase la silla que había enfrentada a la suya, al otro lado del escritorio.

Todo el estudio era un alarde de orden y rectitud. No había un cuadro torcido, una mota de polvo o un libro más salido de las estanterías. Parecía haber estado diseñado para que cupiesen exactamente esa cantidad de cosas con esa forma concreta. Le incomodaba un poco esa pulcritud donde cualquier alarde de espontaneidad parecía el tártaro ahogado en caos. Carraspeó y tomo asiento en una postura relajada. Todo su lenguaje corporal mentía tratando por ocultar el enjambre que tenía en la cabeza. -Creo que iré directa al grano…- apoyó las manos en sus rodillas y tomó aire - Estoy muy agradecida de estar aquí, nunca jamás tendré suficiente que devolveros para compensar lo que significa esta acogida para mí y para Elsa....- la alemana era lista, sabría de sobra que esto era un mero colchón para una caída. Lo que no sabía era de cuánta altura. -Pero hay una cosa que me inquieta… de la que quería hablarte- alzó la mirada luchando por mantenerle el contacto visual a la directora. Cada segundo parecía un instante de forcejeo en un ring. -No quiero cuestionaros. Ni a ti, ni a nadie del equipo ni de esta escuela. Pero… durante la invasión…- se interrumpió, pensando que podía preocuparse. -Fue todo bien, nos organizamos bien… pero…- y el discursio se rompió por quince partes. Las preocupaciones y las posibilidades ahogaron la cabeza de la americana que acabó colapsando. -Mira, no se me da bien esto… Voy a serte sincera ¿Dónde estábais? No tienes que darme parte, no me debes nada y por dios que parezco una desagradecida diciéndote esto a la cara pero…- luchaba con todas sus fuerzas por no soltar tacos cuando ella estaba delante -No luchábais aquí, no luchábais en las calles y todo era una locura… Sieglinde...yo.. Estoy segura de que si faltásteis fue por una buenísima razón que ni siquiera me atreveré a preguntar. Sólo… quiero saber si está todo bien, si ha pasado algo más grave o... - frunció el ceño, apretando los puños con fuerza y clavó en esos ojos azules una mirada tan férrea como la rubia cargada de determinación. -O si puedo ayudar-

Cuando el descanso es algo que no puedes permitirte, empieza a pasar factura al cuerpo. Había sido complicado tomar el riesgo de salir durante la invasión a pie de campo. La ayuda de Björn resultaba inestimable como Backup pero le impedía ocuparse de cualquier otra función. Mi preocupación sobre el estado de la institución era relativa. Habíamos implementado todo tipo de defensas para los escenarios posibles, y aunque una invasión alienígena no fuera el mas probable, nunca se descartaba que las medidas adquiridas para otro tipo de emergencias se pudiesen aplicar en esos casos remotos. En la mayoría de situaciones, una vez se concluía que habría o no salida de algún miembro del equipo, todos estábamos preparados para obrar y responder en consecuencia según se requiriera. Si era necesario que alguno de nosotros abandonara la MKL, el resto se mostraban dispuestos a cubrir sus funciones o incluso elaborar una coartada que justificara su ausencia. En la mayoría de los escenarios no había ni siquiera posibilidad de encontrar una conexión remota entre los miembros del equipo de espionaje y los acontecimientos en los que participaban de manera subtérfuga.

Sin embargo, a causa de lo inesperado de la invasión alienígena, el caos había hecho que no resultase tan importante reforzar la idea de que todos habíamos permanecido en Hohenzollern. El pánico y los nervios de algunos, aunque controlados, reafirmaban la idea de que quien no había colaborado en la evacuación había estado como apoyo cerrando la institución, o tal vez en alguno de esos lugares vetados al público donde los profesores implementaban las medidas de seguridad. Sectores como el habitáculo que estaba ocupado por el Telar de Tráfalos estaban en lo absoluto prohibidos para visitas o estudiantes, salvo casos que sólo podía autorizar yo como máxima dirigente de la institución y siempre de manera excepcional. El incumplimiento de esas normas podía conllevar la expulsión inmediata irrevocable, un castigo cuya severidad reflejaba la importancia de esa condición. La experiencia dictaba que dado el espíritu de la institución, expulsar a sus miembros resultaba un fracaso para la misma e incluso si se presentaban problemas de adaptación, todos adquirían un compromiso que les llevaba a hacer lo posible por adaptar tanto el lugar como el trato para miembros de la más diversa índole, atendiendo sus necesidades especiales e incluso peticiones siempre y cuando estas no fueran contra la seguridad de cualquier otro.

Pero cuando Woodrow AH me mostró esa mañana la agenda y vi en ella el nombre de Sasha, noté que se me encogía el estómago. Cuando hablamos de plantear ese intercambio, su intención no sólo había sido aprender más sobre la institución y sobre sí misma, si no también descansar de una situación personal intensa. Tenía presente que había necesitado viajar al otro lado del mundo para ver las cosas con perspectiva. Cualquiera con un mínimo de empatía sería capaz de entrever lo que había detrás de aquel distanciamiento.

Buscaba algo de descanso y lo que había encontrado al poco tiempo de llegar fué una invasión alienígena. No era el mejor modo de desconectar, o poder conectar con sus recién descubiertas raíces Asgardianas. Durante buena parte de la mañana, durante mis descansos programados de tres minutos cada 45, me encontré preguntándome para qué querría solicitar una reunión. Me preocupó que el estrés le hubiese hecho estragos, o que no se sintiera segura dentro de la institución. Tal vez alguien le estaba planteando problemas, alguien habría sobrepasado sus barreras, o hubiera tenido algún tipo de comportamiento dañino con ella. Puede que se sintiese desatendida. No todo tenía porqué ser negativo. Tal vez quería que la ayudara a llevar su búsqueda personal, poniéndola en contacto con quien pudiera serle más útil de entre todos nosotros.

Continué con mis reuniones hasta el mediodía, y sobre las 12.30, cuando se abría el segundo turno de comidas en la cafetería, la recibí en el despacho. Llegó puntual y llamó a la puerta, algo que agradecí para mis adentros. Varios miembros habían perdido la cortesía como costumbre. Por muchas disculpas tardías con las que tuviera que conformarme después.

- Buenos días, Sasha. - le indiqué con un sutil gesto de la mano que ocupara una de las sillas de piel que había frente al escritorio, en mi despacho. Lo que solía llamar mas la atención de él es que, a pesar de la luminosidad de la sala, no disponía de ventana alguna al exterior. En comparación con el resto de habitaciones del castillo que tenían espléndidas vidrieras, ventanales, etc. la sala, si bien era amplia, resultaba recia y funcional. - Siempre hay tiempo para quien concierta una cita. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

Trataba de parecer calmada, pero era capaz de darme cuenta de que por sus gestos y lenguaje corporal, estaba tensa. Parecía algo errática, inquieta, y cuando empezó a hablar con elogios, supe que tarde o temprano un "pero" acabaría con la formalidad del agradecimiento, para dar paso a lo que la preocupaba en realidad. Mis ojos claros se posaron en su rostro, entrelacé mis manos enguantadas sobre la mesa del escritorio, prestando toda mi atención a lo que estaba a punto de decirme. Quería que se sintiera escuchada, ser capaz de encajar cualquier "mala noticia" con la mayor disposición posible. A menudo la gente solía considerarme inflexible, pero se olvidaban de que en parte mucho de lo que habíamos conseguido se debía a la diplomacia. Por recta que me comportara, era capaz de hacer uso de ella en los momentos en los que era necesaria.

Escuché su retahíla, viendo a la americana hacer el mayor de sus esfuerzos por no perder los papeles. Parecía frustrada. Algo que comprendía por completo. Mas tarde o mas temprano acabaría por aparecer el choque cultural. Ese era un buen ejemplo de ello. Sólo el modo de expresar su desconcierto lo había dejado claro como el agua. Me tomé mi tiempo para reordenar mis ideas, antes de responder.

Sasha era perspicaz y muy proactiva. Seguro que habría colaborado en lo que pudiera en las labores de evacuación. No nos había localizado durante el ataque. Tal vez hubiese utilizado incluso a Woodrow para hacerlo. Nadie nos había informado, ni tampoco otros lo habrían intentado. Todos los que vivíamos bajo ese techo confiábamos en el buen hacer de los otros. Ella no. Ella era sangre fresca. Aún se estaba adaptando. Preguntaba donde otros acataban, y trataba de solucionar lo que para otros era una cuestión de fe. De repente, entendí que se había convertido en el escenario idóneo para hacerle comprender las sangrantes diferencias que hacían de los americanos unos afortunados en el terreno de los derechos mutantes.

No sólo eso.

Si no que podía empezar a vislumbrar una nueva candidata para el terreno de campo. Sus métodos podían pulirse. Sus conocimientos adaptarse. Sus maestrías ser utilizadas y con mayores ventajas. Era la situación perfecta para comprobar parte de ese potencial.

- No había nada que luchar, Sasha.- mi tono era neutro, severo pero calmado. Invertí todos mis esfuerzos en que tratara de comprender que no estaba a la defensiva, si no manifestando un hecho objetivo. - Nosotros no somos la patrulla X. No somos agentes de la ley, ni tenemos autoridad alguna. Nuestra principal preocupación ante una situación de emergencia como la que hemos vivido son los alumnos, y todo el resto de seres que se amparan bajo el techo de esta institución. Su seguridad es nuestra prioridad. No dudes ni por un momento que todo tiene como fin ese objetivo. - di un instante para que ese primer punto se asentara. - En segundo lugar, quiero cerciorarme de que comprendes una de las normas en las que se hace hincapié en los documentos de llegada. Hay muchas secciones de Hohenzollern que no están abiertas a alumnos, visitantes, ni tan siquiera profesores. Estas secciones están prohibidas al público por numerosas razones, en su mayoría, que tienen que ver con esa misma seguridad. Son puntos en los que ni siquiera hay terminales de Woodrow AH, y que dependiendo de lo que se haga en su interior, a veces pueden llegar a ser indetectables. - no creí necesario que hubiera que explicar nada más. Me levanté de la silla, descruzando las manos y me dirigí hacia la salida. Cualquiera habría podido pensar que estaba dando por terminada la conversación, pero no permití que el silencio se extendiera tanto. - ¿Has comido ya? - por el momento, me limité a sujetar el pomo. - ¿Te parecería bien posponer tu comida hasta el último turno? Si que me gustaría que me prestaras tu ayuda para un pequeño ejercicio. Un simulacro, si lo prefieres. - le sugerí, pero no abrí la puerta hasta que recibí su respuesta. Permití que saliera por delante de mí, para seguirla a continuación. Una vez fuera del despacho, Woodrow cerró la puerta con la cerradura electrónica, mientras yo lo hacía con mi propia llave. - Sé que nuestro método debe resultar desconcertante para ti. La mansión X y la patrulla son un todo, y su manera de desenvolverse con problemas de este tipo es muy diferente del nuestro. Me gustaría hacer un acercamiento hacia vuestro modus operandi como grupo. Aprender más. Si no te sientes incómoda y pidiéndote toda franqueza. ¿Cuál habría sido para ti una línea efectiva de acción durante la invasión Badoon?

Andaba con cierta rapidez, no por prisa, si no porque a menudo mi agenda no me permitía llevar un paso mas lento. Me había acostumbrado a ese paso. Para mi era el que resultaba más natural. Casi recordaba un poco al ritmo prototipo de un desfile militar. Algunos alumnos saldrían en media hora de sus clases, los que no, habían comido y ocupaban su tiempo de descanso al estudio, clubes, actividades y reuniones sociales. Nos quedaba una hora y media hasta el último servicio de comidas. Nuestro rumbo era claro.

Con un poco de suerte, dispondríamos de al menos una hora libre para hacer uso del simulador.

La culpa se enraizaba en la garganta de Sasha mientras pronunciaba cada palabra. Se sentía como en un cuento de piratas donde ella ya estaba maniatada y con una venda en los ojos al extremo de la tabla, preparada para que la echasen a los tiburones en cualquier momento. Y lo tendría merecido. Si sieglinde las echase lo comprendería perfectamente. Tal vez Drago pudiera acogerlas un par de días hasta buscar una solución…
Fuera como fuese, intentó mantener el tipo. Sonar serena pero flexible, dispuesta a comprar una versión válida de por qué no habían estado.

Sieglinde le generaba tanta tensión como confianza. Era curioso el sentimiento de poder entregarle tu vida a alguien a quien crees que apenas conoces. Y ambas sensaciones eran totalmente válidas y genuinas.

Dio un par de pasos hasta sentarse y tragó con fuerza antes de hablar.

Cuando ya estaba todo echado y dicho la mutante sintio que esa culpa empezaba a asfixiarla. Notaba la ansiedad recorriendo sus músculos. Empezaba a hormiguearle las manos y a hacer respiraciones más superficiales.

Lo siento, de verdad que lo siento…

Su primera frase hizo que la boca de la mutante terminase de secarse, intentando tragar en vano. ¿Nada… que luchar?
Decidió armarse de paciencia y seguir escuchando. Asintió con la cabeza en cuanto Sieglinde terminó el primer punto.. Lo comprendía, de verdad que sí… No les culpaba por no haber salido, sino… .por no haber estado presentes. Si la seguridad era lo más importante… ¿Dónde estaban ellos? Luego procedió a explicar que hay sitios del castillo donde podrían estar sin ser vistos.

Quería hablar, abrir la boca y decir que lo comprendía a la perfección, que sólo quería saber si había pasado algo más grave, si ellos habían podido poner su parte o si estaban con algo más importante… Pero la alemana se levantó haciendo que el tema pasase a un segundo plano. Sasha agachó la cabeza, como una niña regañada. Agarró el reposabrazos con las manos para ponerse en pie, pero una pregunta de la fina boca de la rubia la pilló desprevenida. -Ah, sí… Claro. No tengo hambre- Desde que había llegado a la MKL había comido algo más, pero aun así seguía costándole. La siguió fuera del despacho, manteniendo un gesto de decepción consigo misma por no ser capaz de aclararle que no quería ofenderla ni cuestionarla.

La siguió en sereno silencio mientras observaba las paredes del camino que la directora marcaba. Ese sitio le fascinaba… era como si cada vez que pasases por un sitio, fuese nuevo. Intentó distraerse con lo estímulos de su entorno, pero de nuevo la voz de Solaris se abrió paso. Notó, según se acercaba la pregunta, que se le encogía el estómago. -Primero… quiero aclarar que no pretendía cuestionarte Sieglinde…- Recordó el momento exacto en el que dejó de tutearla… Ahora esa pequeña barrera de distancia le vendría muy bien para poder refugiarse. -No me refería a que yo tuviese un método mejor o que allí lo hagamos mejor… Sólo quería cerciorarme de que no había pasado algo más grave detrás que os hubiese mantenido ocupados… Y que si había pasado algo grave y podía ayudar, contéis conmigo- Esta era una mentira. Pero no una mentira consciente. Sasha sabía que lo que quería era dar un golpe en la mesa y preguntar dónde estaban. Pero les debía tanto que era como un pequeño Labrador tratando de mantener a su amo contento a pesar de que acababa de enterrar la pelota en el jardín estropeando las flores favoritas de mamá. Para ella, esa era la verdad.


Respiró hondo y una vez se cercioró de haber aclarado ese punto, carraspeó para hablar. La ansiedad se había disipado un poco -No conozco los protocolos ni el castillo, no puedo hacer un plan de actuación… Pero seguramente mi prioridad hubiese sido proteger la escuela, a todos los alumnos. Protocolo PAS básico, protegerse a uno mismo, asegurar a los demás y socorrer a quien lo necesite. Y si hubiese algún equipo como la patrulla, bien de profesores o de alumnos, lo hubiese puesto en marcha en los alrededores del castillo. En caso de que estos no fuesen atacados, los dirigiría a la ciudad más cercana. Supongo… Pero insisto, de verdad Sieglinde que no quería ofender o cuestionar. Sólo me extrañó no poder localizaros… Ni a ti ni a Bjorn, durante la crisis… Y me preocupé. Eso es todo- Se agarraba el codo y miraba los pies de Solaris mientras caminaba con rapidez tras ella.

Incluso con lo poco que conocía a Sasha por el momento era fácil distinguir que no se estaba comportando de manera acostumbrada. La primera vez que nos habíamos encontrado había resultado una joven agradable y amable, de temperamento activo y que mostraba grandes dotes como miembro de la mansión. Aunque es cierto que había tenido un encontronazo que Björn. Había sido capaz de comprender el motivo de su inquietud con él. Con la nula delicadeza que le caracterizaba había analizado que se trataba de una híbrida y se lo había hecho saber antes incluso de que ella lo preguntara. Mi hermano tenía la mala costumbre de anteponer su curiosidad a muchas otras cosas que debería aprender a respetar, como la intimidad, la privacidad y otra serie de condiciones sociales que parecían significar poco o nada para él. Hacía progresos, pero no siempre era capaz de controlar su insaciable necesidad de saber. A pesar de que tenía una primera impresión formada de Sasha y que era susceptible de ser equivocada, algo no terminaba de cuadrar en su aproximación.

Parte de su temperamento decidido y visceral se mostraba en el atrevimiento con el que había venido a pedir cuentas incluso a pesar de ser una recién llegada. A pesar de lo cual, percibía en ella cierto reparo. No estaba segura de si se trataba de arrepentimiento. Que algo le hubiera hecho reconsiderar que tal vez pedir ese tipo de explicaciones no era adecuado a la situación en la que se encontraba y ahora de algún modo deseara no haberlo hecho. O puede que se tratara de lo contrario. Mi respuesta podía no haber satisfecho lo que quería saber, pero no se encontraba en disposición de presionarme para que la respondiera. Puede que sólo se hubiera sentido desplazada, o que creyera que su rol en el ejercicio de la seguridad, siendo un miembro de la patrulla, hubiera debido ser mayor. Fuera lo que fuera lo que estuviera considerando, mantenía a marchas forzadas un tono intermedio entre la demanda y la sumisión que, incluso con toda mi experiencia, se me hizo difícil de identificar o comprender.

- Esta escuela tiene muchas medidas de seguridad de lo más diversas. Desde el protocolo que Woodrow AH utiliza para los momentos de emergencia, hasta celdas de aislamiento para posibles episodios de peligro derivados de acontecimientos naturales. Sin embargo, asegurarse de que todos esos protocolos están implementados conlleva un trabajo muy elevado, específico, y que se lleva a cabo en zonas que no son accesibles para todos. Respecto a lo del equipo que mencionas, dadas nuestras limitaciones resulta imposible.- la aseveración fué categórica en ese aspecto.- Esto no es Estados Unidos Sasha. Espero que comprendas que nada nos gustaría más que poder tener las libertades que vosotros habéis llegado a alcanzar. Aquí en Alemania, y en cualquier otra parte de Europa, la situación es distinta por completo. Intentaré explicártelo de la mejor manera posible. - no tardamos mucho más en llegar a la zona del subsuelo donde comenzaban las instalaciones específicas.

En el caso del simulador estaba en la primera planta subterránea donde siempre que se dispusiera de un pase especial autorizado por algún miembro del profesorado era posible permitir el paso a los alumnos. Dos alumnos salían de la zona, de cháchara, pero en el momento en que levantaron la vista hacia nosotras, sus cuerpos se tensaron, adquirieron una postura estirada y apretaron el paso. Tal vez hubieran apurado su tiempo ahí abajo y temieran una posible reprimenda. Tenían suerte de que en ese momento tuviera un objetivo que me mantuviera ocupada.

- Será mas rápido si te lo muestro. - Woodroh AH pidió los permisos y autorizaciones pertinentes, que introduje a través del pequeño dispositivo busca. La doble puerta de hoja del habitáculo se abrió con un suave sonido de presión neumática, para después cerrarse a nuestras espaldas. El interior de la sala tenía un fuerte color negro, salpicado de marcas en lo que parecían adhesivos de diversos colores fluorescentes. Había señalización tanto en el suelo como en las paredes. En un lateral se apilaban extrañas colchonetas con formas, y en el centro había unas cuantas dispuestas de manera aleatoria. Del techo colgaba lo que parecía ser una lámpara que refulgía en un resplandor rojizo que recordaba una especie de máquina en suspensión.- Gracias a las noticias, las grabaciones filtradas en internet y las habilidades de Björn, hemos podido recrear una pequeña simulación aproximada de cómo fue la invasión. Lo que me gustaría ver es cómo habrías obrado si hubieras estado en Estados Unidos, y no aquí. Si esto te hubiera pasado, como miembro de la patrulla X. ¿Cómo habríais actuado vosotros?- me dirigí hacia un lateral de la pared, en la que había ocultos a ras de la pared un par de armarios. Su apertura dejó ver a Sasha algo de equipamiento. Había chalecos, algunas armas, báculos y otro tipo de cosas por el estilo. Con un movimiento de la mano, le invité a coger lo que quisiera, mientras a través del busca seleccionaba la simulación deseada. - Antes de empezar, me gustaría comentarte unas cuantas normas. No está permitido el uso de poderes que puedan dañar el equipamiento. Si eres capaz de, por ejemplo, desarmar a los contrincantes al tacto, bastará con configurarlo en la simulación. Así que una vez los toques, serán inutilizados como si hubieras hecho uso de tus poderes. Para detenerla debes elegir una palabra de seguridad que te pedirán nada mas empezar. Aquí, por realista que parezca, no hay fuego real. Todo es en base a lásers y pintura. En este caso veo mas óptimo utilizar la primera, si te parece bien.- no tardé mucho en prefijar las cosas para una primera aproximación.

Después, accioné un panel de control remoto que había dentro de uno de los armarios. La luz que había en el interior de la cápsula cambió a un fantasmal color verdoso cuando encendí a Bonka-03. La lámpara se abrió en tres partes, permitiendo descender a la criatura encogida, que se desperezó con suaves crujidos mecánicos, hasta quedar erguida por completo. Pendía de un cable a su espalda que la mantenía conectada a la plataforma del techo de la que había descendido.

- Esta es Bonka-03, nuestro robot de asalto. Ella será tu adversaria en esta simulación. - informe a Sasha. - ¿Te parece bien llevar a cabo este ejercicio? - lo primordial es que no se sintiera obligada a hacer nada. Que lo hiciera por elección propia.

Cuando me dió su visto bueno, activé el protocolo de simulación. A su alrededor, se mostró una enorme plaza con un centro comercial. Los escombros lo cubrían todo y mas allá de donde estaba la sala, una batalla campal borrosa estaba limitada gracias a las cintas de colores, dibujando la habitación en la que estaban para que Sasha no se viera engañada por la ilusión del espacio mas allá.

- Bonka-03 Proceso de encendido: (Completado). Operativa al 100% de capacidad. Iniciado protocolo de simulación Pk-001 BDN. Número de participantes:(01). Número de adversarios: (05). Adversarios simultáneos: (Desactivado). Dotación especial: Inhabilitación al tacto (Activada). Análisis integrado: (Activado). ¿Desea realizar alguna configuración extra a su simulación?- Su voz resultaba extraña, pues si bien tenía un tono cálido y sedoso, el contenido de su diálogo parecía propio de una pura inteligencia artificial. pulsé el botón de negativa. Para ser una primera simulación, podría valer con esa configuración básica para empezar. - Por favor, seleccione la palabra de seguridad para el apagado de emergencia, después de la señal. - el suave pitido se sucedió a continuación. Pidió que repitiera la palabra, por seguridad, como era protocolo habitual.

Lo que pasara en esa habitación, a partir de ese instante, dependería por entero de las decisiones de Sasha.

Sasha sabía que era valiente, pero lo que estaba temiendo era que su valentía y coraje se estuviesen convirtiendo en temeridad y descaro. Más aún con la gente que había rescatado a su mejor amiga y le había ofrecido a ambas un nuevo comienzo. Acompañaba a Sieglinde con un aura de disculpa y firmeza difícilmente compatibles y aun así se mantenía, con ese valor y esa estupidez, en su posición. Cuando escuchó el comentario sobre Europa sintió una punzada en el abdomen. Europa… ¿Acaso seguían los mutantes tan sumisos y a la sombra en todo el continente?

El camino parecía no acabar nunca, pasillo tras pasillo, un ventanal después que el siguiente. Cada vez que alguien mostraba algo nuevo del castillo, ella sentía de nuevo que no lo conocía. Parecía desafiar todas las leyes de la física y poder adaptarse siempre a las necesidades y demandas de la alemana.

Cuando al fin la marcha se detuvo, un ruido neumático acompañó a la apertura de la última sala. Le recordaba a las instalaciones subterráneas de la mansión. Aquello si era más parecido a lo que tenía en Estados Unidos. Quiso volver a disculparse, indicar que sólo buscaba conocimiento, pero necesitaba ser coherente y estaba rozando ya lo absurdo. Debía haber decidido no hablar desde un inicio si se sentía tan insegura. O haberse mantenido mejor si tan claro lo tenía.

Observó la sala a su alrededor, preparada para lo que parecía un campo de entrenamiento. Luces de emergencia, equipamiento… Sieglinde le iba dando indicaciones sobre dónde estaba, para qué servía y qué hacían allí. ¿Acaso había decidido esa opción a modo de respuesta a sus preguntas y castigo a su vez por haberlas preguntado? Sea como fuere, estaba dispuesta a cumplir los deseos de la directora.

-Lo único que echo de menos sería al propio equipo. La organización, el orden de mando y la ejecución de un plan o un protocolo ya prediseñado. Pero sí, también hubiese salido sola a la calle si hubiese sido necesario… Estoy de acuerdo- dijo mientras se acercaba a la equipación que descansaba en la zona apartada de la sala. Echó un vistazo principalmente por las arrojadizas. No le interesaban las armas de fuego, no le interesaba la corta distancia. Para eso tenía su traje. Normalmente usaba las bolas de acero, las cadenas u otros objetos que poder manipular con su poder y usar desde más lejos. Una posibilidad de atacar primero y de marcar distancia. -Normalmente llevo objetos a los que dejo candentes para que resulten incapacitantes cuando los lanzo, también debería reaccionar a esos objetos- dijo cogiendo un pack de seis bolas metálicas de entre el equipo, y una barra de unas cincuenta pulgadas de longitud. Enganchó las bolas como buenamente pudo y portó el tubo entre ambas manos.

Sasha había observado todo aquello tratando de poner de su parte, pero cuando terminó de ver con detalle a lo que Sieglinde había llamado Bonka, un escalofrío le recorrió toda la columna. Amigable no era la palabra, a pesar de que su voz era agradable y perturbadora en contraste. Toda la sala así coo el robot habían adquirido un tono verde fantasmagórico que sólo hacía que la situación fuese aún más espeluznante. Sostuvo la mirada analizando al droide todo lo que pudo. Era tétrico e inquietante. No le cabía la menor duda de que ese diseño estaba pensado para perturbar no sólo físicamente a quien tuviese que enfrentarse a él. Preguntó por la palabra, su cabeza voló por distintas opciones. No quería algo que se pudiese confundir con un ruido durante el combate. Y por un momento recordó quién solía hacer que todo volviese a su orden cuando llegaban emergencias -Storm- dijo con firmeza - Storm- repitió para la confirmación.

Poco a poco el entorno se fue modificando, cientos de hologramas formaron en toda la sala la imagen perfecta reproducida por las noticias de las ciudades cercanas sumidas en el caos por la invasión alienígena. Coches abandonados o aplastados, montañas de ruinas de los destrozos en los edificios, fuego, polvo, estampidas…
Sasha se detuvo un instante con la vista al suelo. El pelo se interpuso a modo de cortina entre Sieglinde y ella, cosa que agradeció en algún rincón de su subconsciente. Frunció el ceño mientras pensaba en la gente de fuera a la que podía haber salvado. Respiró hondo, y volvió a alzar la vista, preparada, mientras se recogía un moño alto.
Cuando abrió los ojos de nuevo, el entorno ya estaba terminado y Bonka lo acompañaba habiendo adoptado la forma de un Badoon armado, listo para arrancar con la simulación.
La americana asintió con la cabeza observando hacia la rubia, quien activó una cuenta atrás de cinco segundos.

En el último pitido Sasha ya tenía el brazo alzado, dispuesta a arrojar una de las bolas hacia el rostro del Badoon para luego, acortando distancias ofrecer un golpe con la barra totalmente vertical que pudiese servir para desarmarle y quedar así físicamente expuesto. Siempre ganaba muchísima ventaja cuando el combate era simplemente a plomo del cuerpo. Escuchó un sonido metálico, la bola impactando contra el cuerpo robótico real tras la representación del alien, había acertado. Mientras esto ocurría, ella estaba ya lo suficientemente cerca para poder asestar un golpe vertical que derribase el arma, y hacer algún intento más de golpear sus muslos para hacerlo caer. Tres chasquidos metálicos inundaron la estancia y súbitamente la luz volvió, con un fogonazo, sobre ambas dando a entender que la simulación había terminado.

Sorprendida y confusa, observó una traza de pintura en su brazo izquierdo. Ni siquiera era un impacto directo -¿Qué?- Sacudió la pintura con un par de dedos -Es sólo un roce,¿Qué he hecho mal?- Sonaría arrogante, de no ser porque su confusión era tan genuina que no comprendía responder a otra cosa.

Dio comienzo la simulación. A pesar de estar configurada de un modo sencillo, cubría todas las necesidades posibles para esas circunstancias. Bonka era capaz de adaptarse y predefinirse para hacer las correcciones oportunas que obedecían a los impactos en circunstancias normales. Calculaba en su procesador el tiempo que tardaría en reaccionar un humano, un superhumano o cualquier otra criatura que tuviera un registro en su base de datos, y obraba en consecuencia, permitiendo una experiencia de simulación muy próxima a la real. Era posible que en este caso hubiera algunas fallas, teniendo en cuenta que no tenían registros reales de los badoon y que todo estaba configurado en base a los datos recabados en ese único intento de invasión. A pesar de lo cual, si era lo más fiable de que disponían.

Me quedé en pie, en silencio junto a la puerta en un intento de distraer a la mutante y a la IA, lo menos posible. Procuré prestar atención a cada detalle de lo que Sasha me indicaba. Si bien su poder, como el mío, se transfería a través del tacto, parecía capaz de manipular objetos y utilizarlos a su vez como armas arrojadizas. Algo que yo no era capaz de hacer, gracias a Dios.

Fue mucho más rápido de lo que me hubiese gustado, debía admitirlo. No porque no fueran a cometerse infracciones. Ese era el objetivo primario de someterla a esa prueba. Si no porque Sasha se comportaba como una eficiente contrincante cuerpo a cuerpo. Tardó apenas unos segundos en localizar su objetivo, determinar una aproximación ofensiva, utilizando el primer golpe como distracción para posibilitarle un acercamiento funcional. Sus ataques eran directos, con el firme objetivo de desarmar y deshabilitar de forma rápida y eficiente. A diferencia de ellos, la mutante americana no parecía tener problema alguno a la hora de tomar las mejores decisiones para pelear y combatir, como lo habría hecho un miembro bien entrenado de cualquier cuerpo de seguridad. Envidiaba esa capacidad para reaccionar y durante un instante, dudé en si aquello había sido buena idea. Introducirla en nuestras metodologías restringiría ese modo de hacer las cosas y en ese momento se me antojó algo tan antinatural como cortarle las alas a un pájaro, para forzarle a correr más rápido en tierra.

Sin embargo sabía que la alternativa suponía perder una gran oportunidad de aprendizaje, tanto para ella como para nosotros. La incapacidad para la participación acabaría convirtiendo a alguien como Sasha en una conformista servil con un talento desaprovechado, o en una bomba de relojería que acabaría por volcar su frustración en una reacción inesperada que podía costarle algo más que un disgusto.

Esperaba no haberme equivocado.

La luz potente rompió la ilusión de la batalla, y Sasha me devolvió una mirada confusa. En su brazo había una pequeña marca de pintura.

- Ahora iremos a eso. Tu simulación ha terminado porque has sido inhabilitada. - me aproximé hacia ella recortando la distancia que nos separaba. Bonka relajó todos sus apéndices, quedando en la posición básica de relajo que habría adquirido un militar si hubiese escuchado de su superior la palabra “descansen”. - Recuerda que tus enemigos estaban configurados para Lásers. La pintura significa que no es tu enemigo quien te ha disparado. - me aproximé a una de las paredes, descolgando un pequeño mando integrado en uno de los laterales, guardado en un panel que abrió tras ejercer sobre él algo de presión. Una proyección se reflejó en una de las paredes negras, mostrando diferentes ángulos de Sasha. La imagen superpuso sólo con siluetas los individuos de la simulación. En el momento en que la mutante arrojó la bola, pudo comprobar como una de las siluetas próximas, que no eran su enemigo, se giraba, hacía un gesto como de desenfundar un arma, y le disparaba. - Bonka, identifica al sujeto. - pedí, haciendo que los ojos de la androide resplandecieran de nuevo, en respuesta.

- Acción disciplinaria llevada a cabo por: “Soldado raso, primera línea de infantería”. Resultado: Sedación inmediata del sujeto.

Dejé que esa afirmación calara durante un segundo a una más que confundida Sasha.

- Bonka, inicia registro de infracciones.

- Registro de infracciones: - Civil ha localizado mutante armado. – Civil ha localizado mutante armado. –Civil ha localizado a mutante armado. – Civil ha localiza...

- Bonka, agrupa sanciones y comienza de nuevo el registro de infracciones. - corregí la opción.

-  Compilando. - Todo su cuerpo resplandeció con un ritmo pausado, de brillante a tenue a brillante, durante unos segundos. - Compilación completa. Número de infracciones: 619. –Civil ha localizado a mutante armado (122). –Cuerpos de seguridad han localizado a mutante armado (63) –Mutante haciendo uso de su poder en entorno civil. (185) – Mutante haciendo uso de su poder con objetivo bélico. (185)  – Agravante de agresión por poderes. (1) – Agravante de posesión de armas (1) – Agravante de agresión por armas. (1) – Agravante de participación en conflicto armado. (1) –Agravan... - La IA continuaba cantando toda aquella secuencia con una voz carente de reproche, aunque dudaba que aquello convirtiese la experiencia en algo más fácil de tragar.

- Suficiente. Crea nuevo registro a nombre de: “Triger, Sasha” y almacena ahí la simulación.

-  Nuevo registro a nombre de: Sasha Triger. - confirmó la androide. Luego volvió a relajar su postura.

- En resumen lo que ha sucedido es lo siguiente: Eres una mutante que ha entrado en un conflicto armado, ha atacado tanto con sus poderes como con armas a un individuo, y ha sido presenciado por más de cien civiles, policías y militares que estaban en la escena. Cuando eso sucede cualquier cuerpo de seguridad, del país europeo que sea, está en su derecho de tomar las medidas preventivas que considere oportunas por individuo de riesgo o peligroso. En este caso, el resultado ha sido una sedación inmediata. Por eso tu simulación ha sido interrumpida. - esperé que la explicación tuviera tiempo de cobrar sentido alguno en su mente, tan acostumbrada a otros métodos que para ella aquello sería una pura barbaridad.

Y con razón.

- ¿Te gustaría tomarte un momento para pensar en una nueva aproximación? Puedes volver a intentarlo. - le ofrecí, dispuesta a comprobar si hacía gala de una buena capacidad de adaptación.

Aquello sería, sin lugar a dudas, un verdadero reto para la mutante.

Sieglinde podría notar, a pesar el poco tiempo que hacía que conocía a la mutante en persona o que tenía una rutina con ella como para conocer sus gestos, que su confusión era genuina. No estaba ofendida, no estaba enfadada, sólo completamente aturdida. -¿Inhabilitada?- bufó con tono ridículo, pero aguardó paciente a escuchar la explicación. Con la primera frase de Sieglinde volvió la mirada a lo que quedaba del manchurrón amarillo. Un escalofrío le recorrió la base de la nuca.

Cómo que no… había sido un enemigo.

Sedación…

¿Qué coño significa eso?

El silencio robó el escenario de la voz de Sasha, pero los ojos aberrados se chivaron de su comprensión. De que realmente estaba procesando la información. -Me estás diciendo… que en una invasión Badoon en la que estoy ayudando… ¿Dejarían de luchar para sedarme?- los ojos desorbitados descansaban sobre sus cansadas ojeras, tratando de asimilar. Se le secó la boca.

¿Qué coño pasaba en Alemania?

-Es…- carraspeó, tratando de lubricar la garganta - Es así…¿en todo el país?- En toda Europa- En la cabeza de Sasha se reprodujo el cristal de cientos de cristales rotos. Aún no había terminado de digerir todo cuando el robot empezó el cántico de infracciones que ella sola había cometido.

Sieglinde pudo ver el alma abandonar el cuerpo de la mestiza. Cada una de las infracciones se repetía con eco en sus oídos, asimilando en un susurro para su pecho detrás de cada corrección - No me pueden ver los civiles…- el robot siguió - No me pueden ver los cuerpos de seguridad…- tragó, aunque no había saliva - No puedo usar mis poderes en la calle…aún menos de forma violenta - Parpadeó con lentitud - No puedo tener armas de ningún tipo… - Miró a Sieglinde, parecía que los ojos estaban húmedos. Respiró hondo tratando de controlar la ansiedad que invadía su pecho, haciendo que subiese y bajase a un ritmo más acelerado de lo que deseaba. Se pinzó la nariz.
-A ver si me he enterado… No puedo…ser mutante- viniendo de los Estados Unidos, y a pesar de todo el racismo constante de su situación, aquello acababa de convertirse en la inquisición moderna mal llevada.

Al menos… Elsa allí sí sería más libre.

Respiró hondo de nuevo, ocultando el rostro entre las sombras y su pelo. La simulación se preparó otra vez. Ahí estaban de nuevo, las náuseas que tan leales le acompañaban desde hacía meses. Todo se preparó otra vez, la luz se apagó…. Y la simulación arrancó. El Badoon volvía a estar frente a ella. El ruido, el humo… todo volvió. El alien volvía a moverse. La vio, colocó su arma.
Pero en la mente de la mutante sólo se repetían las normas, una y otra vez.

No pueden verme… No puedes usar tus poderes, no puedes… no puedes….

No puedes.

Un láser atravesó el pecho de Sasha con un ruido grave y las luces volvieron a encenderse. Cerró los ojos con rabia y negó con la cabeza. - No. Otra vez.- Pero… aunque así fuese, aunque la ley no estuviese de su parte… eso no importaba si alguien necesitaba su ayuda. Necesitaba demostrarle que era mentira. Que sí podrían hacer algo, con poderes o sin ellos. Que… debían hacer algo… ¿Verdad?

Las luces se apagaron. Todo volvíó a iniciarse.

Se deshizo de todas las armas, soltándolas en el suelo.

Vamos Sasha…

El holograma arrancó.

Tienes que espabilar… tiene que haber algo…

El Badoon estaba listo, los escombros, el humo…

No puedes…

El Badoon volvió a apuntarla.

Pero esta vez se lanzó a una de las chapas que hacían de escombros, y la interpuso entre ella y el alien mientras corría a toda velocidad para usar la chapa de escudo hasta poder embestir a la criatura con él. Una vez derribado, iría un golpe seco en uno de los ojos para inutilizarle y una patada a su arma, después se alejó con cautela, usando el escudo como protección cubriéndose tanto de otros posibles enemigos como todo lo que podía de los disparos de los cuerpos de seguridad.

Sería difícil poder aseverar que conocía a Sasha, sobretodo teniendo en cuenta el breve transcurso de tiempo que había pasado desde su llegada. La mayoría de veces mi agenda resultaba lo bastante ajustada como para impedirme sacar el tiempo que me habría gustado dedicarle como invitada. La tarea había acabado por recaer en Lorenzo y Omar, cuyas tareas podían ejercerse de manera simultánea a otras. No me pasaba desapercibida la asiduidad con que Sasha solía pasar tiempo en el taller con el Tecnonigromante, o las veces que la había visto paseando en el exterior con el joven mutante aprendiz de medicina. A veces sentía que el peso de mi deber me impedía disfrutar de algunas de las cosas más mundanas, como podían ser tomar el descanso que habría supuesto un café en buena compañía. Solía recordarme a mí misma, mucho más a menudo que antes, el motivo por el que de momento asistir a todas las citas que tenía era de suma importancia. Aunque por mucho que insistiera en racionalizar, aquel poso amargo que me quedaba al final del día era un poco más difícil de tolerar.

A pesar de esa limitación, pude percibir con claridad cómo la información que estaba compartiendo con Sasha abría grietas en el espíritu luchador que tanto me había llamado la atención cuando la conociera en la mansión X. Habría sido injusto pedirle que se repusiera rápido. Exigirle que tratara de encontrar una mejor manera, o que variara la suya para adaptarse a nosotros, como si se tratara de una mera cuestión matemática. Es muy complicado darse cuenta de que uno se encuentra mal, pero es más doloroso todavía admitir que se puede estar aún peor. Eso es lo que les pasaba a todos los mutantes cuyo camino se había visto forzado ya fuera por necesidad, negocios o placer, a poner un pie en Europa.

Entre mis cálculos había contemplado que necesitara mas tiempo para procesarlo. Que hubiera decidido dejarlo estar por el momento. Sasha se encontraba en una posición delicada. Había dado un cambio radical en la vida, afrontado varias amenazas, viajado a otro país, y pasado por un periodo de inestabilidad emocional severo, que era posible que hubiera empeorado ahora que la había confrontado con la verdad de la situación que vivíamos.

Sin embargo, insistió.

Su llamada me paralizó durante un instante, siendo yo esta vez quien se sintió confusa. La simulación cargó de nuevo, reflotando el entorno virtual en el que se había visto inmersa. Solo que no hubo reacción. Sin percatarme de ello, contuve el aliento. ¿Porqué seguía exponiéndose así? ¿Porqué seguir torturándose? A veces debemos admitir que no todo está bajo nuestro control. En ocasiones, sólo nos queda adaptarnos a las condiciones que nos imponen.

Pestañeé, conteniendo una expresión de resignación, mientras me toleraba liberar el aire de mis pulmones, cuando el láser iluminó la placa de su pecho. Estaba a punto de abrir la boca, cuando la voz de Sasha me interrumpió, antes de poder siquiera sugerir que tal vez sería mejor dejarlo para otro rato.

-No. Otra vez.

Su insistencia estaba empezando a resultar casi dolorosa. Volví a retirarme hacia atrás, permitiendo que el sonido de carga llenara nuestros oídos, antes de que la simulación reconstruyera a su alrrededor todos los escombros, los accidentes de terreno, los contendientes envueltos en ruido y humo. Me cuadré a petición de mi propio cuerpo, como si el hacerlo en una postura marcial pudiera conseguir calmar el pequeño nudo de nervios que parecía crecerme en la boca del estómago. Me veía azotada por un manojo de nervios repentino, cuya procedencia no alcanza a comprender.

El Badoon volvió a alzarse en todo su gigantesco esplendor, diriguiendo su arma hacia ella. Apuntándola de nuevo. Tomé aire. Podía sentirme agradecida de lo mucho que mi ilusión me protegía, pues tras esa máscara ilusoria, la angustia se vertía en mi mirada en una muda súplica porque se detuviera. Porque no se castigara más.

Sasha arrojó las armas al suelo. Se dirigió entonces a un montón de escombros. Cogió uno de los accidentes de terreno, que hacía las veces de una chapa, tal vez desprendida del capó de un coche. Y entonces, mi mandíbula se desprendió de la presión en la que la había sostenido, y mis ojos se abrieron. La sorpresa dió paso a la fascinación sin que me percatara de ello. Seguí cada una de sus zancadas, aproximándola a su objetivo. Embistió al badoon utilizando la chapa a la vez como objeto contundente y como escudo. Golpeó su cara, lo desarmó de una patada, y volvió hacia atrás, tratando de encontrar cobertura. La imagen del alien fué sustituída por otra, en el suelo, que se alzó portando una maza, directa hacia ella. Al chocar con un límite del terreno se vió acorralada por la enorme silueta, que hundió su escudo de dos golpes, privándola de él. Las capacidades de Bonka-03 resultaban difíciles de afrontar, incluso para quienes tenían capacidades sobrehumanas. Sasha hizo dos esquivas, pero el tercer golpe la alcanzó, haciéndola rodar por el suelo. El supuesto alienígena en que se había transformado no le dió ni un instante de descanso. La siguió, dispuesta a finalizar el ejercicio. Elevó el mazo con intención de hundirlo en dirección a su cabeza.

- ¡STORM!- exclamó entonces mi propia voz.

La simulación se paralizó por completo. El golpe no había sido traumático, ya que Bonka la había agredido con un artefacto forrado de espuma. Me dirigí en su dirección, ayudándola a levantarse. Mis nervios habían sufrido una extraña y atípica metamorfosis. Ahora, se habían convertido en pura emoción contenida.

- Bonka, realiza diagnóstico. Probabilidades de éxito.

- Probabilidades de enfrentamiento realizado con éxito.- el cálculo apenas se demoró un segundo. - 0.08%.

Tendí una mano a Sasha y la observé al ponerse de nuevo en pie. Sin poder evitarlo, bajo aquella expresión serena de mi rostro ficticio, mis ojos se llenaron de lágrimas. Las dudas que había albergado y la suavidad con que había intentado tratarla no eran lo que ella necesitaba. En su interior ardía un alma dispuesta a luchar hasta las últimas consecuencias.

- Prueba otra vez. - dije sin creerme que procedieran de mi esas palabras. - Espera. - me dirigí de nuevo a la entrada, donde accedía a parte del equipamiento que nosotros solíamos utilizar en nuestras operaciones. La mayoría podían pasar por objetos de mera seguridad. Le ofrecí un casco, rodilleras, coderas y una placa pectoral. Se sentía como un equipamiento ligero, pero que formaba parte del equipo esencial de nuestros uniformes. Aquellos que, de cara a la galería, jamás habíamos tenido.

Lo intentó, una vez más.

Y otra más.

Y otra más.

Hasta que creí perder la cuenta. La vi haciendo todo lo que podía llegar a ser imaginable. Utilizar su entorno de parapeto. Todo lo que encontraba al alcance de la mano como arma. La vi desarticular a sus enemigos con sólo un roce, porque al tocar, sus objetivos se consideraban abatidos. Sin darse un sólo minudo a la duda. Pasando de inmediato al siguiente. La vi percatarse entonces de cómo mientras no demostrara sus poder de manera evidente, podía empuñar un arma sin que la simulación se cortara en el proceso. Darse cuenta de que podía hacer aquello a lo que estaba acostumbrada, solo que envuelto en exquisita sutileza.

Las lágrimas se desprendieron de mis ojos a medida que la obserbaba, mesmerizada por la increíble transformación que estaba presenciando. Sólo me permití secarlas cuando tuve el pleno convencimiento de que se encontraba de espaldas a mi. No podía permitirme ese tipo de arrebato emocional. La Dama de Hierro no.

Sin embargo, la sensación que tuve al verla triunfar sobre el último de los cinco adversarios en la simulación final me llenó de una admiración que habría sido difícil transmitirle con palabras. La escuché jadear a través del casco, cuando las luces volvieron a encenderse. Le dediqué una profunda sonrrisa, que mostraba tanto orgullo como agradecimiento. Una genuina sorpresa que creo que compartió al detenerme frente a frente con los ojos llenos de muda maravilla.

- Bonka, probabiliades de éxito.

En esta ocasión, el cálculo se demoró un poco más que en la anterior.

- 15.7% probabilidades de éxito. - el peso de ese número resultó impactante. Mas aún sabiendo que ahora tenía la obligación de enmarcar aquello en el contexto.

- Debes estar orgullosa de lo que has conseguido, Sasha. - aseveré, colocando una mano durante un segundo. Antes de hacer un suave gesto con la otra mano, invitándola hacia la salida. - 15.7% de probabilidades es una cifra nada desdeñable. Incluso para un miembro de la patrulla X. - Me permití señalarle una de las formas para que tomara asiento, y me permití hacer algo que a menudo evitaba, colocando otro enfrente a una pequeña distancia, sentándome a continuación. - El problema es que nosotros no lo somos. - dejé caer los párpados, con cierta pesadumbre. Aquella amargura era real. Al menos en parte. Compartía su frustración. Su deseo por hacer lo correcto. - La mayoría de nosotros jamás nos hemos enfrentado a una situación de estas características. Lo único que conseguiríamos es que nos mataran, nos detuvieran o en el peor de los casos, que nos asociaran con la institución y la MKL pudiera perderlo todo en el proceso. No hablamos sólo de nosotros. Hablamos de todos los mutantes, divergentes, seres mágicos y Feéricos que han puesto su confianza en este proyecto. - Hice una pausa, dejando que mis palabras penetraran en su cerebro, lleno de adrenalina por la actividad de combate extenuante a la que se había enfrentado. - Hay poderes políticos y económicos que nos dejan existir tan sólo porque es aquí donde sienten que se libran de todo lo que no pueden exterminar. Si les hicieramos dudar por un momento de que haremos un seguimiento estricto de sus normas, el impacto que podrían tener sobre nosotros sería implacable. - esa era la verdad que vivía el pueblo europeo. La que necesitabamos mantener por encima de todo.

Por eso la norma principal del equipo era: "Si te descubren, te quedas sólo"

La supervivencia del proyecto estaba por encima del resto. Incluso de nosotros mismos.

- ¿Qué crees que podríamos haber hecho, Sasha?- le pregunté, retomando mi habitual expresión severa y racional, esperando una respuesta que tal vez no fuera la que esperaba.

Sasha ya me había demostrado que estaba llena de sorpresas.

La mirada de Sieglinde era más severa que la de Xavier. Se sentía bajo el examen de una hermana mayor al borde de una prueba definitiva. No sólo pretendía evitar con el máximo de sus esfuerzos la decepción que pudiese sentir la rubia. Es que necesitaba que estuviese orgullosa de ella. Por algún motivo el reconocimiento de la directora era algo que sabía dulce y saciante. Y ahora que había cuestionado su pasividad no podía permitirse estar equivocada. Tenía algo que demostrar a la persona con juicios más exigentes de entre todos sus conocidos.

Que Sieglinde hubiese parado la simulación junto con el 0,08% le atormentó con eco por dentro de sus oídos. ¿Tan absurdo era? ¿Tan ridícula era su capacidad? Ella se acercó a ayudarla, quiso objetar. Sintió la necesidad de avisar de que eso, en caso de necesitar prenderse en llamas o usar la ultracongelación solo la ralentizaría. Pero decidió esperar y callar, recibiendo el equipo. Asintió con la cabeza una vez lo tenía todo bien atado.

-Otra vez-


No pensaba rendirse. Con cada fracaso se visualizaba a ella misma muerta, a Elsa, a Lorenzo, a Omar o a Sieglinde… Cada fracaso suponía una vida perdida. Por fortuna era sólo cosa de su imaginación y pudo mantener las emociones subyugadas a la concentración que la situación requería. Era firme, precisa y potente. Pero aún cometía demasiados errores.

-Otra vez-


Luego empezó a recordar todas las veces que había estado cerca de la muerte y había conseguido evitarla. ¿Qué había hecho que siguiese viva hasta ese instante? A veces ingenio, a veces suerte, a veces compañeros, a veces su propia fuerza… Y eso fue lo que utilizó en los siguientes intentos.

-Otra vez-

Iba probando cosas diferentes hasta que fue obteniendo respuestas. ¿El entorno contaba como arma para la penalización legal? ¿Usar el propio cuerpo del enemigo estaba penalizado? ¿Y usar el poder sin que resultase evidente? ¿Bajo qué circunstancias disparaban las fuerzas oficiales?

-Otra vez-

Se iba cansando poco a poco, pero nunca lo demostraba. Los distintos destellos del simulador y los propios iban iluminando las escenas en un colorido vals irrefrenable de opciones. Siempre había algo que hacer. Siempre.

La última vez se encendieron las luces y lo primero que hizo fue buscar a la alemana. El pecho y los hombros se movían con violencia arriba y abajo acompañando una respiración acelerada y cansada. ¿Eso que había visto era una sonrisa?
Rápidamente dirigió una mano a retirarse el casco desde la parte frontal para corroborar lo que había pensado. Así fue. La alemana estaba frente a ella con una expresión pletórica. Sasha no supo cómo reaccionar y se quedó pasmada, petrificada en el sitio con una expresión sorprendida, con la boca entreabierta. De nuevo consultó el porcentaje. Esos segundos fueron los más largos en la vida de la americana.

No llegó ni a un veinte…

Sasha bufó con decepción, pero rápidamente la voz de Sieglinde explicó lo que ese número significaba. Si no la hubiese conocido hubiese pensado que lo decía para alentarla y animarla a continuar. Pero ella no era así. Ella no decoraba con algodones las palabras ni mentía a costa de nada. Los ojos verdes se quedaron clavados en los azules firmes de la mujer que tenía ante sí. Así que la creyó. Tomó asiento como le había indicado, apoyando el casco en el suelo y los brazos sobre las rodillas, sin dejar de mirarla. Sonrío entre jadeos agradecida y se dedicó a escuchar sus palabras mientras recuperaba el aliento.

- Sé que tenéis una situación mucho más delicada que la que tenemos en Estados Unidos… y nunca he pretendido comparar, pero… - Se permitió un segundo para tragar saliva y recomponerse apartándose el pelo de la cara echándolo hacia atrás con una mano.- Sólo hay que enseñar a luchar a aquellos que verdaderamente QUIERAN luchar. Como escuela y como institución estáis mejor preparados de lo que la patrulla X nunca llegará a estar. Tenéis el mejor simulador del mundo - añadió señalando con la palma de la mano todo su alrededor - Todos los dioses saben que no me refiero a sacar gente incapaz a una actuación de campo… Y sí, en esto puede que me haya equivocado. Tal vez no podías hacer nada con la invasión, pero… - Apretó los ojos rezando para que no fuese un comentario demasiado osado- Lo que quiero decir es que, si bien no habéis podido hacer nada ahora, lo podéis hacer en un futuro…-

Reacomodó su postura y mientras gesticulaba con una mano procuró que el contacto visual no se rompiese en ningún momento de su explicación - Si el problema es el gobierno se pueden ofrecer beneficios que vayan por otro lado. Tampoco hay que salir a luchar directamente si no estáis preparados. Podéis ofrecer servicios de atención, curación, distribución… Cualquier psíquico es perfecto para lanzar comunicados y nombres de las víctimas, incluso para gestionar la distribución de masas, ¡Cualquier telequinético puede levantar escombros aunque sea! - Estaba más alterada de lo que hubiese querido reconocer.

- Y si aún con todo encontramos a alguien que quiera luchar, que de verdad quiera hacerlo… Yo puedo hacerme cargo. Seguro que el personal de la mansión podría hacer viajes puntuales para colaborar, ¡Y si no lo haré yo sola! Pero… podemos.. puedo.. ayudaros a…- Los dos disparos, de fuentes diferentes durante la simulación resonaron en su cabeza. - .. a defenderos, al menos…- Terminó exhausta mientras rogaba a Sieglinde con la mirada.

Comprendía a la perfección sus frustraciones, porque eran las mías. Sabía lo complicado que era tratar de argumentar nuestro potencial. La realidad era que nuestras posibilidades, a ojos profanos, resultaban casi ilimitadas. Esa era parte esencial de la problemática. Mientras mantuviéramos el perfil bajo, los que estaban en nuestra contra encontrarían otros problemas sobre los que volcar sus juegos políticos. Peligrarían mucho menos todos los que de manera directa o indirecta nos demostraban su apoyo. En el caso de los mutantes, seres mágicos y magos, las medidas que aplicarían sobre nosotros serían diferentes que con el resto. Entre humanos, buscaban lo excepcional. Entre los excepcionales, no se reconoce el clavo que sobresale, se golpea. Hasta dejarlo al nivel del resto, donde pueda encajar. Eso, o doblarlo de tal modo que quedara inservible.

- Ese futuro ya existió, Sasha. En nuestro pasado.- seguía tratando de encontrar un modo de adaptarse. Uno que no le permitiera perder la esperanza de que se podrían conseguir muchas mas cosas si conseguíamos invertir nuestros recursos de un modo correcto. Lo que no estaba teniendo en cuenta era la única cosa que nos había mantenido a expensas de los grupos radicales, las fuerzas políticas, económicas, religiosas, y otras muchas que iban más allá de lo público. El miedo.- Pensarás que esto es lo último que necesitas ahora mismo, pero creo que merece la pena contártelo, si con ello puedo hacer que comprendas la profundidad de nuestras verdaderas limitaciones. De porqué, en este momento, ese futuro que tu ves próximo es bastante más lejano de lo que puedas llegar a imaginar. - me tomé un instante para poder reflexionar en cómo compartir años enteros de historia, de tragedia, de dolor y heridas abiertas, con una persona a la que aún le ardía la que nuestra neutralidad le había causado. - Ya hubo una persona a la que se le ocurrió usar el talento de los mutantes y magos en beneficio de la población. En su época parecía una idea revolucionaria. Lo fué. Hasta tal punto que le permitió hacerse con el control de Polonia. - sabía que no tardaría en darse cuenta de lo que significaba. - Dinamarca, Noruega, Bélgica y todas las demás. Hitler amenazó a familias enteras. Secuestró a sus hijos. Marcó con su esvástica y un número a todos los mutantes que, por libertad propia, o bajo amenaza a sus seres queridos, decidieron luchar en su bando. Su primera línea de infantería estaba formada por personas como Hank o Kurt.* Ororo y Planaria habrían ocupado un lugar en las avanzadillas, junto con cualquier otro elemental que manejara la capacidad de poder construir trincheras, cambiar pasos de agua, o habilitar el terreno. Tú habrías ocupado un puesto de guardaespaldas para altos cargos, o te habrían hecho parte de un equipo de asalto.- hice una pausa, apretando la mandíbula. Podía parecer que había pasado tiempo suficiente, pero dudaba mucho de que esa cicatriz pudiese desdibujarse algún día. Para nosotros no. - Charles o Björn ni siquiera estarían aquí. Habrían sido fusilados en el instante en que alguien les hubiera acusado de usar telepatía. El Führer no podía permitirse la posibilidad de tener a nadie en sus filas que pudiera dominar la mente. Incluso con todo lo que podría haber conseguido de sus enemigos, no le pareció que fuera rentable asumir ese riesgo. - mis ojos se humedecieron de nuevo, pero no permití que traspasara mi ilusión. No podía permitirme mostrarme emocional cuando explicaba el contexto. Sin embargo, pensar en que mis seres queridos, amigos y aliados podrían haber estado en esas circunstancias, si hubieran nacido sólo unos cuantos años antes me producía un dolor que guardaba en lo más profundo de mi ser. Uno que siempre estaba presente, cuando cuestionaba mis decisiones durante las noches que pasaba sin ser capaz de conciliar el sueño.

Nunca te preguntas lo bastante si estás haciendo lo correcto.

- Ninguno de nosotros tiene duda alguna acerca de nuestro potencial. De lo que podríamos llegar a hacer o a alcanzar si se nos permitiera obrar con más libertad... y eso es lo que ellos más temen de nosotros. - nuestras miradas estaban clavadas, la una en la otra. Una línea de comunicación abierta y total, ahora que por fin había podido compartir algo más que unos instantes con Sasha. - Sus abuelos lo han visto. Lo han vivido. Y ese mundo es tan aterrador, que sólo de pensar en él, sus heridas aún les sangran. - tomé aire con calma, buscando aunar todas mis fuerzas en mi discurso. Tenía que conseguir que entendiera que no buscaba su lástima, si no su comprensión. Que la necesitábamos para poder seguir avanzando en nuestra meta como institución. - No es sólo cosa suya. La MKL es el resultado de continuar lamiéndonos las nuestras.- desvié la mirada un momento hacia el suelo. - Cuando todo esto empezó, hace décadas, sólo éramos un lugar al que huir. Donde dejamos de hacer preguntas, para reconstruir desde cero. Donde a nadie se le señaló jamás su esvástica, su número, ni sus razones, porque ya no importaban. - sabía que, por fuerza, no todo había podido ser tan sencillo como solíamos contarlo. Tenía esa certeza. Nunca lo era. De alguna manera mis predecesores se habían sobrepuesto a los roces, odios, y disputas del pasado. Si no, no estaríamos aquí ahora. Ese era el verdadero legado que defendíamos. Si ellos podían hacerlo, también podríamos nosotros.  - Pero la gente que lo vivió no puede evitar mirarnos y ver aún la esvástica en nuestras frentes limpias.

Sentí la necesidad de levantarme. De sentir de nuevo el peso de mi cuerpo. Me ayudama a permanecer centrada. A comprender mis sensaciones. No poder exteriorizarlas acababa por pasarme una factura a la que por el momento, no quería asomarme. Todo lo que hacemos tiene consecuencias. Todo lo que decidimos no hacer, también.

- Ojalá pudiese hacer que todo pasara más rápido. Poder eliminar los prejuicios que aún tienen sobre nosotros. Todas las leyes que nos aplastan. Todas y cada una de las circunstancias que nos aprietan hasta que casi no nos dejan respirar. Por eso es por lo que lucho. Pero no puedo conseguirlo con promesas de que no volverán a vivir un pasado del que aún ni siquiera tienen cicatrices. - le dediqué una sutil sonrisa, pero mis ojos estaban cargados de una pesada nostalgia. Una tristeza arraigada en lo que creía en lo más profundo de mi corazón. - Mi mayor deseo sería presenciar ese cambio. Aunque no me corresponda a mi vivirlo, si no propiciarlo para los que vengan después. Eso es lo que hacemos aquí, en realidad. - volví a devolver la mirada a la híbrida. - El mundo que tu relatas es el que querría para mí, Sasha.

[FDP: *Para aclarar, los llama por sus nombres porque en este contexto, quiere humanizarlos lo máximo posible. En orden, los mentados son: Bestia, Rondador Nocturno, Tormenta, Positrón, Xavier y Memorandum]

Poco a poco las sensaciones del cuerpo se iban abriendo paso a través del cansancio. Según pasaban los segundos se iba relajando y acomodando, sentía la tensión de las articulaciones, los músculos cansados y el bombeo fuerte y constante de su pecho. A la alemana no le pasó por alto el hecho de que en la piel morena no había una gota de sudor. Ni siquiera tenía la piel brillante.

Pronto las sabias ideas de Sieglinde invadieron todo el espacio, haciendo que el mensaje resultase aún más solitario. Otro jarro de agua fría, otro cristal roto. De nuevo había pecado de bocazas. En Estados Unidos la segunda guerra mundial se vive como un triunfo, algo que enalteció el espíritu patriótico y que les convirtió en héroes. Su figura por excelencia era el condenado Capitán América… Sin embargo eso era el oro del huracán. Habló de verdaderas atrocidades. De mutantes en el bando nazi siendo sometidos… La imagen de Magneto le vino a la cabeza como una diapositiva involuntaria.
Esa era la clave. Sieglinde intentaba tener ese futuro, recuperar su libertad y quizá volver a colaborar… pero todo el mundo pensaría que es como él. Si no eran lo suficientemente cautos y esperaban el tiempo necesario el país entero volvería en su contra, y ni siquiera era culpa suya.

Sasha bufó desesperada, desviando la mirada a un lado. - ¿No hay forma de ganar eh? - Rió irónica, dejando claro lo frustrada que estaba. Con la alemana en pie a su lado, ella dirigió la mirada hacia el techo. Los jadeos aún eran pesados. - Siento mucho… haberme metido en esto. Desde luego ha sido un error. No volveré a cuestionarte. Has sido increíblemente amable conmigo… - Prometió con los ojos húmedos.

De vez en cuando, el sistema se encargaba de recordar a las minorías su posición. Los marginados siempre dan el doscientos por ciento para poder alcanzar un reducto de libertad y como si fuese una simple mosca siempre llegará la mano desde arriba, dispuesta a aplastarlos como si fuesen insignificantes.

Miraba al techo con la mirada perdida, se le emborronó por las lágrimas. La alemana pudo ver que su frente brillaba con un tono cálido. No se discernía nada claro, sólo se veía una forma circular sobre su piel, aún sin formar. Cerró los ojos y se mordió los labios con rabia. - De verdad… que lo siento - Tenía el puño apretado y le temblaba el brazo con violencia.

Respiró hondo y el círculo desapareció, se puso en pie y le tendió la mano agotada a la rubia. - Gracias. Por la oportunidad y la lección.- sentenció manteniendo la mirada, con un espíritu cansado pero decidido. Estrechó su mano - No quiero interponerme entre las decisiones que tomes para el bien de la mansión. No se me ocurriría. Pero si alguna vez me necesitas… para lo que sea… No dudes en que querré que me llames. Tú o cualquiera que pueda necesitarme…. Quiero participar en todo lo que pueda - Sonrió forzosamente con los labios fruncidos. En eso eran como dos caras de la misma moneda. Sasha era un escaparate y Sieglinde los cristales tintados de una limusina. Una era incapaz de controlar sus emociones y la otra incapaz de mostrarlas.

Esperó a que la alemana compartiera sus últimas impresiones con ella y cuando se despidieron y se alejó lo suficiente, la directora pudo escuchar:

- Bonka, continúa con el registro de Sasha Triger. Misma palabra de seguridad. Otra vez -.