Años de Omega |
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| The Painkiller [+18] (Javis Kotska - 20 de marzo de 2019) | |
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Kah’An Khur du Thar Omega Universe
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Mensajes : 42 Fecha de inscripción : 15/05/2020
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| Tema: The Painkiller [+18] (Javis Kotska - 20 de marzo de 2019) 11th Enero 2021, 07:46 | |
| La cabeza le dolía, era como si dentro suyo estuvieran martilleando de forma incesante y a un ritmo constante, tres segundos, un golpe, tres segundos, otro golpe…Miró a su alrededor, su vista estaba borrosa, así que no distinguía nada, estaba estirado en algún sitio, una luz enfocada desde el techo le deslumbraba con un tono blanquecino ¿Estaba muerto? Otro golpe…Fue a llevarse la mano a la frente y entonces se dio cuenta de que no podía mover los brazos, no se trataba de una expresión o una forma de hablar, literalmente no podía mover los brazos, los tenía sujetos a la superficie dónde estaba estirado por una especie de arandelas metálicas muy gruesas, se agitó ligeramente, sus pies también estaban sujetos: - Grr… -El alienígena bufó mientras intentaba librarse de sus ataduras, pero fue inútil, estaba demasiado débil y además…Su brazo derecho dolía ligeramente, pudo mover su cabeza hacia ese lado para ver una parte de su hombro, tenía un tono morado y estaba hinchado:
-¿Klo…- Otro golpe, frunció el entrecejo en respuesta al dolor que sentía…Su vista se enfocaba y desenfocaba alternativamente y sus oídos zumbaban, pero empezó a poder distinguir lo que le rodeaba, a su izquierda había una mesa metálica y, sobre ella, toda una serie de instrumentos, hojas cortantes de varios tamaños y formas, ganchos, pinzas y todo tipo de aparatos que no acababa de reconocer o entender que eran ¿Dónde estaba? Volvió a intentar moverse, pero su cuerpo estaba débil, hacía frío, mucho frío…Miró su cuerpo y fue cuando descubrió, con horror, que tenía el pecho lleno de unos cables conectados:
-¿Hik…? – Guardó silencio antes de acabar ¿Qué había sucedido? El cabello, empapado en sudor, le caía por la cara. Lo último que recordaba era estar enfrentándose a la criatura roja ¿Qué más? Estaba perdiendo, esa criatura le enfrentó de forma muy eficaz, era un gran luchador…Estaba perdiendo y…Su nave estalló, sus hombres habían muerto…Volvía a estar solo en el mundo, solo y encerrado cómo un Hojbil…Sus ojos se humedecieron ligeramente, ya no quedaba nada, ni de los suyos, ni siquiera de su propia identidad…
Un ruido interrumpió sus pensamientos, parecía que habían arrastrado algo pesado, hubo una repentina corriente de aire que se interrumpió a los pocos segundos, acompañada de un fuerte golpe metálico pesado, Kah’An se esforzó, pensar le costaba horrores…Otro golpe…Suspiró y despegó sus labios: - ¿Q-Quién anda ahí…? – Su voz estaba débil, sus pulmones casi sin aire, todo su organismo estaba al límite del colapso.
Unos pasos retumbaron por la sala en la que estaba, no hubo respuesta a su pregunta, el guerrero frunció el ceño ¿Pretendían insultarle? Ya le habían derrotado, le habían quitado todo lo que tenía y lo habían encerrado cómo a una bestia salvaje: - Tú…Seas quien seas…Me merezco que al menos des la cara ¿Dónde estoy? – Su voz seguía débil, pero notaba cómo, poco a poco, la furia hacía que su cuerpo se despertase, una risa fue la respuesta a su pregunta, el alienígena cerró los puños con rabia, nada, no podía moverse, sin embargo, su vista y sus sentidos habían vuelto, notaba un desagradable aroma, probablemente proveniente del tipo que se movía por la habitación, una mezcla de sangre y humo:
-Malditos seáis…- Demasiado débil, demasiado debilitado cómo para siquiera romper aquellas estúpidas ataduras y arrancarle la cabeza a la persona, escuchó cómo alguien manipulaba los instrumentos que había a su izquierda, en la mesa, giró la vista y llegó a ver una bata blanca antes de que la figura se retirase de la mesa con uno de los instrumentos metálicos en sus manos, frunció el ceño y cogió aire, preparado para lo que estaba por venir. | |
| | | Javis Kotska Marvel Universe
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Mensajes : 17 Fecha de inscripción : 03/12/2020
| Tema: Re: The Painkiller [+18] (Javis Kotska - 20 de marzo de 2019) 11th Enero 2021, 20:10 | |
| La bata blanca voló por los pasillos mientras un joven ayudante, que a penas tenia información de donde estaba siendo guiado, empujaba un carrito lleno de herramientas, algunas las podía reconocer y otras no las había visto ni en los libros que tuvo que estudiar en su carrera ¿Y para que tendría que saberlo? El lo único que hacía era hacer de secretario para los científicos que trabajaban en el pentágono, llevándoles café o, en este caso, sus herramientas. Ni siquiera conocía la identidad de aquel hombre cuyo pelo recogía una redecilla, tenía los ojos cubiertos por unas gruesas gafas de plástico y una máscara le tapaba el resto de la cara.
Llegaron a una puerta, era gruesa y debía ser escrita una combinación a fin de poder entrar, esa fue lo último que vio el joven; antes siquiera de acercarse a la contraseña, el científico le pidió que se fuera y que no mirase a la puerta ya que sería considerado un crimen federal. Sonaba a broma, pero en esos sitios si no seguías las normas a rajatabla acabas en una cárcel… o desapareciendo. Tras escribir la clave de la puerta, esta se abrió dejando escapar algo de humo debido a la fuerte presión, los mecanismos se activaron y dejó entrar al hombre a la instalación; su conejillo de indias le estaba esperando.
Nada más entrar, tras aparcar el carrito, empezó a catalogar sus herramientas poniéndolas según el orden en el que empezaría a usarlas, abrió el cajón que tenía el carrito sacando diversos cables con unos conectores similares a aguijones de insectos y los ordeno de la misma manera, se acercó al enorme ordenador, superordenador mejor dicho, y lo encendió, dejando que en la pantalla empezaran a salir datos del ser con el que estaba a punto de trabajar. Le echo un vistazo rápido, asintió y volvió junto sus herramientas, siendo detenido por la voz del ser que gruñía y le preguntaba quién era y que estaba haciendo ahí… una risa fue su única respuesta.
No iba a perder tiempo con un “experimento”, lo mismo que un científico de un laboratorio no perdía el tiempo hablando con sus ratas; eran animales que estaban ahí para cumplir una función, en el caso del alienígena era la de ser estudiado. Empezó la primera parte del pequeño armario del carrito, el científico sacó una jeringuilla con un líquido verdoso y brillante, que reflejo la luz en sus gafas dejando ver sus verdes ojos, los ojos de Javis Kotska. Se acercó al alíen, palpando su brazo en busca de una vena y cuando la encontró, inserto la jeringa poco a poco imbuyendo el cuerpo del alíen con una sustancia que actuaba como un coagulante de la sangre; provocaría que la sangre en su cuerpo se moviera más lentamente, lo que evitará el sangrado cuando empiece “la operación” y le provocaría un estado aletargado casi como si tuviera anestesia… salvo que sería totalmente consciente de lo que pasaba a su alrededor, del dolor por el que estaba a punto de pasar.
El ordenador empezó a pitar, indicando que el latido del corazón del alíen estaba reduciendo, todo iba como debía ser por lo que no dudo en seguir con su trabajo. Desecho la jeringa en un pequeño retículo crematorio instalado en la pared de la habitación y volvió a la carretilla, pasó la mano por sus herramientas mientras debajo de su mascarilla se escondía una sonrisa juguetona, alegre de tener a un conejillo de indias vivo; hacía ya años que no tenía una oportunidad así, después de terminar con el le tenia que dar las gracias a Luthor. Con la suavidad con la que una bailarina vuela por el escenario, Javis cogió el escalpelo vibratorio, uno especial diseñado por el mismo que le ayudará a cortar incluso las pieles más duras con facilidad, unos cuantos cables de esos con un conector en forma de aguijón y una herramienta parecida a un taladro, con una broca fina y lisa, y volvió junto al ordenador, en el cual escribió un comando que hizo que camilla en la que Kah estaba sujeto se girase, dejando ver su espalda.
La camilla era especial y tenía un hueco por toda la columna vertebral del alíen, el lugar sobre el cual Javis iba a empezar a trabajar. Empezó por la parte cercana a donde, al menos en los seres humanos, se hallaría el es esternocleidomastoideo, pulso el botón del escalpelo y este comenzó a vibrar; Kah pudo sentir la cuchilla, fría como el hielo al haber sido esterilizada momentos atrás, empezar a cortar su piel y su carne, dejando el hueso de su columna vertebral totalmente expuesto. El coagulante funciono a la perfección y ni una gota de sangre fue derramada, el experimento debía proseguir con rapidez antes de que la regeneración del alíen curase la herida; al llegar al hueso hizo uso del pequeño taladro y empezó a hacer una pequeña incisión en la columna de Kah, atravesando su espina dorsal a fin de llegar a la médula espinal, con su mano enguantada en un guante quirúrgico blanco apartaba las virutas del hueso como si fueran virutas de madera.
La primera incisión fue todo un éxito, la broca del taladro tenía la medida exacta para llegar hasta la médula, al igual que… el conector de los cables. Cogió el primero, tenía un grosor de unos 2 milímetros con un enchufe de más o menos medio milímetro y lo inserto con cuidado por el agujero hasta hacer contacto con la espina dorsal, conectando la otra parte del cable al ordenador y observando que todo funcionaba correctamente. Este mismo proceso fue repetido dos veces más, cada incisión separada unos diez centímetros de la anterior, lo hizo de uno en uno debido al poder regenerativo de Kah, que curaría el corte inicial de la última incisión antes de haber terminado con la primera, sin embargo al haberlo hechas una a una ese problema se elimina por completo y si ahora se regenera, el conector seguiría haciendo contacto con su médula.
Los guantes de Javis ahora tenían un polvo blanquecino en las yemas, el polvo producido por las incisiones en la columna de Kah, se quitó los guantes y se lavó las manos en un lavabo apoyado justo al lado del pequeño crematorio, en el cual lanzó los guantes antes de coger unos nuevos. Volvió a escribir el mismo comando en el ordenador, el cual ahora indicaba que los tres conectores estaban correctamente funcionando, volviendo a girar la camilla poniendo a Kah de nuevo en su posición original, ahora tocaba la tercera parte del trabajo. Dejó el escalpelo en la carretilla y sacó otro taladro, sin embargo este era tan pequeño como su dedo gordo y parecía el abdomen de una avispa, su aguja sin embargo era igual de grande que la del otro taladro, salvo que mucho más pequeña y tenía un pequeño agujero en la punta y otro más grande por la parte de atrás, por ese agujero se conectaban otros enchufes como los anteriores, con las mismas dimensiones, pero con una especie de “aguijón proyectil” en la punta.
Dio una vuelta alrededor del extraterrestre, los ojos de este le miraba llenos de ira, el sudor le corría por la frente y apretaba los dientes asta el punto de hacerlos crujir ante la impotencia de no poder hacer nada para escapar de esa tortura… y eso que aun quedaba gran parte del experimento. La camilla tenía un panel en uno de los lados, presionando los botones adecuados hacía que saliera de su superficie unos enganches metálicos que podían sujetar cada parte del cuerpo del alienígena, Javis solo necesito presionar unos cuantos; para cada dedo del pie y de la mano y una que le cubrió la boca a Kah sujetándolo con firmeza la cabeza a la camilla. Empezó con los dedos de la mano, tomó el meñique del alíen con sus dos dedos con fuerza colocando la punta del taladro debajo de la uña apoyándolo en la carne, le dio al botón en el lateral izquierdo de la herramienta y esta comenzó a zumbar, penetrando poco a poco la carne de debajo de la uña, pudiendo ver la inserción bajo la placa ungueal de la uña. Solo fueron unos pocos centímetros de inserción, uno y medio nada más, mas en vez de sacar el taladro como hizo antes, lo dejo insertado en el dedo del alíen, metiendo el enchufe por el otro extremo de la herramienta y pulsando el botón del otro lateral del taladro, un fino cable fue expulsado del enchufe clavándose directamente en la terminación nerviosa del dedo, el taladro era más pequeño que el anterior y tenia muchos mas como ese debido a que para llevar a cabo la conexión con el nervio hacía uso del taladro.
El doloroso proceso, el cual Kah sintió como un fuerte pinchazo que le recorría todo el cuerpo, si pudiera moverse su espalda se habría retorcido de dolor, su boca hubiera exhumado cientos de horrorosos gritos mientras el indescriptible dolor le rectoría su cuerpo haciendo enloquecer, terminó con 19 inserciones mas; una por cada dedo. Ahí, sujeto a la camilla sin ni siquiera poder moverse un milímetro ni abrir la boca, vio y sintió como aquel hombre, que escondía su expresión de satisfacción bajo una mascarilla blanca, usaba su cuerpo como el de un animal de laboratorio sin tener en cuenta que, como él, era un ser viviente y pensante, que sufría como el que más. No, esas cosas no se le pasaron por la cabeza en ningún momento, demasiado concentrado estaba ya en realizar correctamente su trabajo como para ponerse a pensar en las cuestiones morales… ya era muy tarde para todo eso, aunque tampoco es que tuviera mucha moral aquel hombre.
Una vez terminó con las inserciones, Kah creyó, entre todo ese dolor que inundaba su cerebro y le nublaba los pensamientos, que lo peor ya había pasado y dentro de poco perdería la consciencia… no podía estar más equivocado. Javis volvió a presionar un botón de la camilla y unos brazos aparecieron a los lados de la cara del alíen, girando estos hacia los ojos del alíen sujetando sus párpados obligando a abrir los ojos sin poder ni siquiera hacer el amago de pestañear, los ojos nerviosos e irritados del alíen que temblaban de miedo ante lo que estaba por venir, vieron como aquel hombre se acercaba con dos enchufes como los anteriores, pero esta vez sin ningún taladro. Se colocó al lado derecho de Kah y, ante la atónita mirada del alíen, se bajó un poco su mascarilla dejando ver la sonrisa que había estado escondiendo todo este tiempo y pronunció una frase, una sencilla y corta frase
-Esto te dolerá un poquitín.
Se volvió a subir la mascarilla, se apoyó con la mano en el rostro de Kah y a diferencia de las veces anteriores, que llevó a cabo la inserción con suma delicadeza, en esta usó toda su fuerza, metiendo el conector por el lagrimal hasta que hizo contacto con el nervio del ojo, en el mismo instante en el que el metal entró por el lacrimal la visión de Kah se nublo por completo, dejándole con unas cataratas que le impedían ver lo que sucedía a su alrededor, sin embargo, si movía la vista hacia algún lado era capaz sentir en la parte trasera de su ojo el tubo metálico del conector. Tuvo suerte de que su segundo lagrimal se hubiera activado provocando una lluvia de lágrimas que lubricaron la inserción del enchufe haciéndolo algo menos doloroso, más no fue consuelo para el alienígena que siguió gritando incluso si no tenía boca para hacerlo; su mente llenándose de voces desgarradoras que pedían auxilio, que buscaban aliviar el dolor desesperadamente, los canticos de un ser desesperado por escapar de su tortura.
Todo estaba conectado, los enchufes al ordenador y al cuerpo de Kah, por lo que empezaba la segunda fase del experimento. Volvió a dirigirse al ordenador, asegurándose de conectar cada enchufe correctamente y comenzó a escribir comandos en la consola del ordenador que iniciaron en la pantalla un esquema del cuerpo de Kah al lado de varias estadísticas que marcaban la temperatura, el ritmo sanguíneo, las pulsaciones, etc… pero faltaba algo y ese algo era lo que estaba a punto de salir en la pantalla cuando Javis presiono el enter de nuevo; una fuerte corriente eléctrica recorrió el cuerpo del alíen con tal potencia que hizo que parte del ojo se derritiera, al menos ese fue el empujón necesario para que perdiera la consciencia y no tuviera que seguir sufriendo, perdiéndose en los sueños inducidos por una mente que lloraba.
Ahora en la misma pantalla donde aparecía antes el esquema, incompleto, del cuerpo de Kah, ahora se podía ver también su sistema nervioso, dándose cuenta Javis de que se trataba de uno muy similar, casi exacto, al de los humanos. Lo que sí vio diferente fue el objeto extraño ubicado en la nuca del alíen, parecía metálico y era totalmente ajeno al cuerpo, por lo que volvió a dar la vuelta a la camilla y, volviendo a coger el escalpelo vibratorio, se dirigió a la nuca del sujeto en busca de ese implante misterioso; corto desde el músculo esplenio hasta casi llegar al esternocleidomastoideo, más el ligero roce del metal contra la hoja de la herramienta le hizo detenerse, hacer dos cortes más en sentido horizontal y abrir la nuca del alíen. Ahí, unido al hueso mediante una soldadura se hallaba un implante metálico.
Al verlo la curiosidad se apoderó de él y no pudo quitarse de encima las ganas de analizarlo, le dio dos veces al botón del escalpelo provocando que sus revoluciones aumentasen, permitiendo cortar la soldadura solidificada separando el implante del hueso. Una vez lo tuvo en sus manos, lo insertó en un compartimento del ordenador que, usando láseres de poca potencia, proyectó una imagen 3D del objeto en la pantalla, permitiendo a Javis analizarla más profundamente. En su placa externa parecía tener escrito el código, sin embargo estaba en alienígena y le resultaba imposible descifrarlo… si no fuera la mente más maravillosa de toda la tierra.
Y así comenzó la ardua tarea de descifrar el idioma en el que el implante fue programado, una hora, dos horas, tres horas… seis, seis horas fueron las que tuvieron que pasar para que Javis pudiera al fin descifrar el idioma escrito en el implante. Todo ese trabajo, todo ese duro trabajo… para cavar desechando el implante en el crematorio; no le hacía falta, ya no, ahora tenía que completar su última fase del experimento, una que no le contaría a Luthor y el jamás averiguaría.
Mientras Javis estaba intentando descifrar el lenguaje, Kah volvió a despertar, aturdido y dolorido de la electricidad que surcó su cuerpo momentos atrás, mas no tardó ni dos segundos en volver a intentar deshacerse de sus ataduras, moviendo lo máximo posible sus extremidades… sin mucho éxito. La suerte no sonrió aquel día al poderoso alienígena, pues Javis se dirigió de nuevo a la carretilla y busco en sus armarios tres herramientas, que solas no significan nada peligroso, pero juntas conllevaban un horrible presagio; un escalpelo tradicional, una sierra mecánica circular y una máquina de rapar.
Cual peluquero de barrio, empezó a cortar el pelo del alienígena que cayó a sus pies ennegreciendo el suelo, soltó una sencilla carcajada ante la idea de que iba a dejar a Kah igualito a Luthor… A lo mejor le gustaría que guardase el cabello para injertárselo en su brillante cabezón. Tras dejar al extraterrestre sin nada de pelo en la cabeza, comenzó, con la sierra mecánica, a hacer un corte en triangular de gran tamaño por su hueso parietal, dejando expuesto el cerebro y utilizo el escalpelo corto un fino trozo de músculo cerebral, provocando unas convulsiones irregulares en el alíen. Llevó el corte de cerebro al ordenador, metiéndolo en el mismo compartimento que el implante, salvo que esta vez hizo uso de unos láseres más potentes a fin de hacer su propio implante, uno biológico que, al volverlo a unir, se fusionaría permanentemente con el cerebro.
Definió unos comandos simples; ser obediente ante Luthor, que hiciera todo lo que él le pidiera, sumisión absoluto, básicamente… pero también añadió un comando de voz especial; 1912A, añadiendo a eso una transcripción de audio con su voz, haciendo que solo él pudiera activarlo, que le otorgaba a Javis poder absoluto el alíen, erradicando cualquier comando anterior de Luthor y otorgar su autoría exclusivamente a Javis… bueno, no tan exclusivamente pues mediante el uso de su teléfono móvil, sí, su teléfono, añadió otra transcripción de audio; la de su sobrina Martha; llegada la ocasión, quería que su sobrina estuviera protegida ¿Qué mejor que un guardaespaldas alienígena?
Usando los láseres, inscribe los comandos en la carne, un pitido indicó la finalización del trabajo. Con sumo cuidado, sacó el implante del ordenador y se acercó a Kah, cuyos horrorizados ojos miraban con pavor absoluto como el hombre iba con el implante en la mano; lo intentó todo a fin de zafarse de sus esposas con su fuerza, salir de ahí, matar a aquel hombre, hacerle pedazos… nada funcionó. Javis unió el implante a su cerebro y volvió a colocar el pedazo de hueso cortado en su sitio y… espero los fuegos.
El cuerpo de Kah comenzó a convulsionar, la saliva empezó a rezumar de su boca sin control manchando la camilla del líquido viscoso, mas no era en su cuerpo donde más sufría, no… era en su mente; todos sus recuerdos, todo lo que una vez fue y pudo ser, las personas que conoció, los mundos que conquistó, todo ello empezó a ser reemplazado por el implante, borrado para dejar paso a un simple comando; ser totalmente fiel a Luthor. Dentro de su consciencia, Kah’an el conquistador lucho para seguir con vida, atacó al implante con todo lo que tenía, luchando para que su vida no desapareciera en ese instante pero incluso en su propia mente no fue rival para la mente del hombre… antes de desaparecer de este mundo, se aferró a lo ultimo que le quedaba, un nombre… Elektra.
Cuando las convulsiones se detuvieron, Javis miró satisfecho su trabajo; el impresionante alienígena… ahora tenía la mirada vacía, perdida, mientras de su boca caía un hilo de babas. Retiro los cables de su cuerpo y le dejó en la camilla, para que se recuperara; ni siquiera el dolor de que le sacaran todos esos instrumentos del cuerpos produjo reacción alguna… ya casi ni se podía considerar un ser vivo. Javis, culpable de tan terrible acto, borro los datos del implante del ordenador, dejando solo los justos y necesarios, se deshizo de los guantes, gafas y redecilla en el crematorio y se limpió las manos en el lavabo, saliendo por la puerta con una amplia sonrisa. De su bolsillo sacó un pequeño comunicador, pulso el botón de llamada y se lo acercó a la boca
-Trabajo completado, sujeto listo para transporte… que venga la limpieza. | |
| | | | The Painkiller [+18] (Javis Kotska - 20 de marzo de 2019) | |
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