16/04/2019.El cansancio le atenazó cada uno de los músculos haciendo que el mero hecho de respirar fuera tan costoso como correr una maratón. El español seguía sin creerse que hubieran conseguido escapar de la Iglesia de Sangre. Puede que fuera todo una cuestión de pura suerte, porque algo mantenía ocupados a los sectarios y aunque ignoraba por completo cuáles habían sido los efectos finales del ritual su cabeza se había encargado de imaginar para él los peores escenarios posibles. De cualquier modo, con lo que acababa de hacer había volado su tapadera por completo. Tampoco se creía capaz de mantenerla más tiempo. Ya había demasiado rondando en su cabeza como para poder transmitir una sensación de aparente calma, que sólo se sostenía gracias a las intervenciones y manejos emocionales constantes de Raven en su interior. Se preguntaba si ella también sería capaz de notar lo alterado que estaba, y la falta que le hacía disponer de unos instantes de silencio para poder pensar algo que fuese más allá del grito desesperado de su instinto de supervivencia.
Por muy entrenado que estuviera nada habría podido prepararle para el horror que había presenciado, y se autoengañaba pensando que aún le quedaban herramientas a las que recurrir para tener todo bajo control. La realidad era que su conciencia había comenzado un camino de descenso retorcido y lleno de obstáculos cuya peligrosidad residía en que todo había sucedido con un choque repentino, pero había continuado de una manera gradual. No había tenido tiempo para gestionar el shock que le había supuesto la posesión demoníaca a escala global y la situación no había hecho más que empeorar y alargarse en el tiempo. Era como una de esas criaturas que no son capaces de reconocer que el agua se torna cada vez más y más caliente, y acaban muriendo sin comprender nada de lo que ha pasado. Para desgracia de Lorenzo, ese punto de ebullición estaba mucho más cerca de lo que pensaba.
Funcionando de nuevo sin razonar, si no como por impulso aprendido se dirigió a la base en la Batcueva, donde podrían curar un poco sus heridas antes de continuar. Edward tenía que estar preparado para el exorcismo, y en el momento en que había trasladado a Gwen allí el círculo tendría que haber sido lo bastante potente como para contenerlo, si no como para dejarla inconsciente al menos durante unas horas.
El desasosiego le hizo presa, mientras escuchaba las voces distorsionadas de todos los supervivientes que habían escapado y ahora corrían a su alrededor, incrédulos de haber conseguido salvar la vida.
Esa inquietud en su caso tenía un origen muy claro. Tenían un plan, lo habían llevado a cabo. Todo había salido mal. Todo. Aún así, estaban vivos. Aunque la herida que les había hecho lo vivido no creía que pudieran curarla aunque dispusieran de todo el tiempo del mundo. Tenía que intentar ordenar sus pensamientos. Cubrir las necesidades primordiales. Shawn. Había que llevar al muchacho al médico, y después...
Después...
[---]
[22/04/2019]Sus heridas fueron atendidas, aunque su cuerpo seguía doliendo con cada respiración. Había pasado mucho tiempo descansando, pero muy poco durmiendo. La cabeza le producía un constante zumbido horrible y le traía imágenes horrendas en cuanto estaba a punto de rozar la grata inconsciencia del sueño. Las pocas horas que consiguió dormir lo hizo entre pesadillas afiladas que le hacían levantarse de golpe cubierto en sudor frío y con un repugnante sabor en la boca. Aún recordaba sin parar el dolor de esos labios. Los que le hizo creer que eran de su esposa...
Ángela...
Era noche cerrada, ignoraba qué hora. Necesitaba beber un poco de agua. Cogió la jarra y la vació en el vaso, bebiendo a sorbos pequeños para controlar las náuseas. Un dolor intenso le atravesó ese momento como una afilada garra invisible abriéndole las entrañas. Comenzó a temblar, paralizado.
Nunca había tenido más miedo en toda su vida.
Jadeó, intentando volver a la cama. ¿De dónde vendría esa sensación? ¿Era por las pesadillas? Se sentó en la cama justo a tiempo de ver como en una esquina de la habitación el interior de su chaqueta brillaba. ¿Una llamada a esa hora? Cogió el aparato con cuidado y lo llevó a su oreja. Sieglinde habló desde el otro lado.
Una explicación.
Un silencio pesado como el deslizar de una losa en el interior de una cripta helada...
Un grito desgarrador rompió la noche. Su eco resonó en cada rincón de la mansión junto con el restallar de un teléfono al hacerse pedazos contra el suelo.
El grito de Lorenzo no tardó en traerle compañía. El mayordomo de los Wayne había alertado al señorito Grayson de la incomodidad de su invitado. Dick picó a la puerta tres veces y después entró en la habitación a oscuras. Sus ojos azules buscaron los de su compañero, con cierta preocupación
-
Lorenzo... estás bien? Ha pasado algo...? -preguntó, con cautela. Tenía el presentimiento de que algo había ido mal...
y seguramente Raven estuviera detrás de ello
El español fue incapaz de centrar la mirada hacia la voz que le hablaba. Había arrancado de la pared dos cuadros y un perchero. Este último había acabado reventando un espejo de la pared. Cuando Dick Grayson se adentró en la habitación en su busca, su silueta se recortaba a duras penas contra la alfombra con la escasa luz nocturna que entraba por la ventana. Estaba de rodillas y temblaba. Agarró al joven con un ansia desenfrenada en cuanto la mano se aproximó lo bastante como para hacer contacto. Sus ojos desorbitados encontraron los del muchacho, el derecho teñido de rojo a causa del derrame de toda su esclerótica que había sufrido al enfrentarse a gula y pereza en la iglesia de sangre.
-
¡HAY QUE ENCONTRAR A RAVEN! - grito, tan fuera de sí que parecía mentira que se tratara del mismo hombre que con seguridad y actitud imperturbable se había teleportado en la Batcueva hacía sólo unos pocos días. -
¡TENEMOS QUE IR A POR ELLA! ¡YA! - Bramó agarrando con más fuerza de la que hubiera querido a Dick. Su furia no le permitía ser consciente de la violencia con que agarraba al chico.
Las manos del español se cerraron con fuerza sobre su camisa. Dick actuó rápidamente para contener su fuerza, con tranquilidad en sus movimientos, para no poner aún a Lorenzo más nervioso. Mantuvo su mirada con decisión y finalmente dijo:
-
Tranquilízate, Lorenzo. Me estás haciendo daño. - comentó con voz calmada, mientras trataba de apartar los fuertes brazos del moreno..-
¿Estás bien? ¿Qué es lo que ha pasado? - el hijo de Batman se inclinó para obligar al hombre a sentarse en la cama antes de que pudiera hacerse más daño. Después le trataría las heridas abiertas.
Las palabras de Dick traspasaron la barrera de su ira por un momento. Aflojo el agarre mientras conducia su tenso cuerpo como levitando hacia la cama sin ser consciente de sus movimientos. Se sento sintiendo entonces la humedad en uno de sus brazos y en el lateral de su abdomen. Se le habian saltado los puntos. Ni el dolor fisico era capaz de eclipsar sus emociones en ese momento. Nunca habia sentido nada igual. Jamas.
-
Se... Se la ha... - apenas era capaz de articular en su propio idioma.-
Ángela... - susurro entonces como si fuese la primera palabra de las profecias del juicio final -
Ángela... - repitió con gravedad. Su rostro se partio en una expresion de dolor mientras se agarraba con fuerza la cabeza. Sentia aue le iba a estallar. -
Se ha llevado a Ángela... - y al decirlo en voz alta se hizo mas real incluso que cuando lo habia escuchado solo un momento atrás.
-
¿Quién es Ángela? - preguntó curioso. Por la reacción de Lorenzo, lo más probable era que fuera un familiar muy cercano. Su madre, su hermana, o incluso su mujer... necesitaba más información para saber como ayudarle. -
¿Qué ha pasado? ¿Cómo te has enterado? -de pronto, se acordó de sus amigos, los que Raven tenía todavía bajo su merced.
-
¡Ángela! ¡ÁNGELA! ¡MI MUJER! – bramó de nuevo incapaz de controlarse él ni su tono de voz, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas y su cuerpo volvía a temblar de nuevo. Notaba un torrente revuelto recorrerle los músculos. Como un hormigueo de cuchillas bajo la piel. –
Me lo ha dicho Sieglinde. Algo ha atacado la MKL y en la confusión ha debido llevársela. -
Parece que sigue un modus operandi bastante concreto. Necesita a los sujetos con vida. Probablemente la use para chantajearte... - trató de deducir, como bien le había enseñado el mejor detective del mundo.
El español tensó los músculos apretando los puños, tratando de hacerse con el control de su propio cuerpo, aunque apenas era capaz. Veía el rostro de Ángela enfrentado al de ese infierno de cuatro ojos. Juntando sus labios con los suyos e intentando meter en su interior al demonio que él había mandado al infierno con ayuda de Edward. Ángela era humana. El vello de su cuerpo se erizó y le subió la náusea de nuevo. Sabía lo que pasaba con los humanos que lo habían intentado. Lo más probable es que él hubiera muerto, de no ser porque Raven...
Raven...
No tenía fuerza para pensar en ironías. No le quedaba esperanza. Miró a Dick a los ojos, con las lágrimas empapándole el rostro magullado, y ese ojo de esclera roja que le daba una apariencia perturbada.
-
Tú la conoces. ¡Lo habéis vivido antes! - se levantó de golpe, mirando al joven Grayson. -
¿Qué haría esa cosa? ¿¡Qué haría con la mujer del hombre al que ama?! - no quería ni pensarlo, aunque una angustia se sumó de pronto a la suya colocándole al borde de la desesperación. -
¡Tengo que recuperarla! ¡AHORA! Lorenzo reaccionó de nuevo, exaltado al escuchar el nombre de su mujer. Los labios de Dick se tensaron en una fina línea, y pasó su mano por el hombro del español, intentando reconfortarle. Habló de la MKL, la organización europea en la que pertenecía Lorenzo, y que recientemente se había aliado con los Titanes. Raven y sus secuaces también habían violado su base, para llevarse una única cosa. La mujer de Lorenzo.
Todo empezaba a encajar poco a poco. El alma de la verdadera Raven se alojaba en el interior de un ser amado. La diablesa cobraba su venganza de amor no correspondido secuestrando a su mujer... No fue Andy. Nunca lo fue. A quién verdaderamente amaba Raven era a Lorenzo. Y él... ¿él lo sabía?
-
Yo... - Dick tragó saliva, para después desviar la mirada de su desesperado acompañante. Apenas podía recordar lo que le pasó a la Raven demoníaca del otro universo. Starfire le había dicho que para salvarla tenían que matarla... pero tenía que haber otra manera. No podía perder a más amigos, a pesar del terror y sufrimiento que estaban causando a otros.-
No lo sé. No sé para que quiere a Ángela, pero seguramente sea para hacerte daño. - volvió a colocar sus manos sobre los hombros fuertes de su compañero-
Pero no puedes dejar que esto te supere. Es lo que la Raven demoníaca quiere... El líder de los Titanes se levantó de la cama y esperó a que su compañero le siguiera.
-
Haré todo lo posible para encontrar a Ángela. Iré a informar a Oráculo de los sucedido, ella tiene ojos donde nadie más ve. - le ofreció entonces su mano.-
Acompáñame, ya de paso le diré a Alfred que revise tus heridas. Lorenzo se levantó a duras penas, con una sola cosa en mente. Una sola. Antes había creído que no habría motivo en el mundo que le obligara a seguir los pronósticos insondables de Azar. Que tendría que haber otra manera. Ahora, de pronto, parecía su única alternativa. Tenía que recuperar a Ángela sin importar a qué precio. Observó la espalda de Dick Grayson al alejarse. Si hubiera sido capaz de pensar en algo más que en la situación en la que se hundía, le habría considerado un gran líder digno de ser el cabecilla de los Titanes.
Por desgracia no quedaba en su mente espacio para nada más.
Ninguno de ellos comprendía de verdad la pesada carga que ahora amenazaba con hundirle quebrándole hasta el último de sus huesos... Ni siquiera sus compañeros de la MKL.
Nadie tenía idea de lo que le ocurriría a Ángela si la perdía de nuevo...
[---]
Una inquietud se había apoderado del líder de los titanes, así como de aquellos que de vez en cuando visitaban la mansión para recibir instrucciones o noticias. Alfred había estado vigilando todo lo cerca que podía a Lorenzo. Sus heridas continuaban sanando, pero su apariencia se había vuelto demacrada y enfermiza. Apenas estaba comiendo. No sabían si dormía. Ya no subía a las habitaciones. Se encerró en la Batcueva, en un pequeño habitáculo que en otros tiempos había contenido trajes rotos, o cosas del estilo, y que habían rehabilitado para que pudiera hacer algo con lo que, según él, podrían plantar cara a Raven llegado el momento. Le había pedido una serie de herramientas y desde la MKL le habían enviado algo, aunque ninguno de ellos sabía qué era. La primera vez que lo vieron eran sólo unas maletas metálicas y una construcción metálica casi futurista.
Sus preguntas solo fueron respondidas con “Un proyecto antiguo que ya nunca llegará a ser. Nos hará mejor servicio así”...
Tanto Alfred como Dick habían resuelto que no podía seguir así. El joven Grayson omprendía el dolor de tener a un ser querido en peligro pero no podía tolerar que el hombre se autodestruyera negando a hacer las cosas más básicas para sobrevivir. Tenía que dormir, descansar para recuperarse de sus heridas lo máximo posible y comer, o para cuando llegara el enfrentamiento con Raven no podría hacer nada útil. Quizá desde esa perspectiva pudiera hacérselo entender. Habían trabajado poco tiempo y no se conocían lo bastante como para que estuviera seguro del modo de aproximarse a él, pero había colaborado en todo lo posible y había demostrado que tenía deseos de ayudar pero la situación ahora era diferente.
Ahora Raven tenía a Ángela.
El mayordomo se aproximó a las escaleras ocultas que daban descenso a la Batcueva. Llevaba en la bandeja una deliciosa comida caliente y esperaba que, en esta ocasión y gracias a la capacidad de persuasión de Dick, el plato no volviera íntegro, como en los últimos servicios.
-
Tiene que sacarlo de ahí, Amo Dick. Ni siquiera sabemos que está haciendo. Podría tratarse de algo peligroso.Dick Grayson estaba cada vez más preocupado por su amigo Lorenzo. No había rastro de las actividades de Raven esos días, ni siquiera Oráculo había conseguido encontrarla. Tampoco se sabía nada de Ángela, la mujer de Cassanova. Era como si hubieran desaparecido de la faz de la tierra.
Tampoco habían regresado sus compañeros, el primer grupo de los Titanes había sido absorbido por un portal en la Iglesia de Sangre. Eso le había dicho Canario. Pero ya habían pasado varios días, y ni una llamada, ni un pequeño rastro que seguir de sus comunicadores. Y eso le inquietaba. Cada vez eran menos los que podían enfrentarse a Raven y a sus secuaces. Y si la Liga no había podido contra Trigon... ¿Quién lo haría?
El eterno optimista dejó escapar un suspiro, tratando de liberar la tensión, y esbozó una amplia sonrisa al bajar a la Batcueva, con la cena de Lorenzo. El mago estaba trabajando ávidamente en algo misterioso, que ocupaba todas sus horas al día. Un proyecto que marcaría una diferencia en la batalla contra Raven.
-
Tienes que comer. - dijo, casi como una orden, mientras se acercaba al español y le dejaba la bandeja de comida caliente cerca de la mesa de trabajo.-
Sino lo haces, Raven te va a crujir en cuanto te vea... - comentó, esta vez con un tono más ligeramente burlón.-
Al final le harás creer a Alfred que no te gusta su comida, y eso que hace los mejores sándwiches de pavo que he probado jamás... No parecía haberle oído. Continuaba enfrascado en colocar algo en el interior de la enorme estructura informe que pendía de una cadena anclada al techo. Era un bulto extraño con apéndices envuelto en una tela negra que parecía proteger las partes en las que no trabajaba. Terminó de meter lo que fuera en el compartimento y luego lo cerró con un ruido de presión al encajar.
-
¿Cómo va el proyecto? - El primer Robin se acercó curioso a observar más de cerca la creación de su amigo.
-
No te acerques. Quédate ahí. – le pidió con voz autoritaria, al tiempo que el hombre apoyaba la mano sobre lo que parecía una especie de casco prendido a la estructura.
Dick Grayson se detuvo bruscamente cuando le alertó su compañero. Un escalofrío recorrió su espalda, había algo oscuro e inquietante en aquel bulto entelado. Dejó la bandeja con la comida a un lado de la mesa, y estrechó sus ojos, tratando de distinguir el proyecto en la oscuridad.
El ambiente se cargó de repente con una sensación extraña. Había visto al mago inmerso en ese tipo de trance el día que había contactado con Azar y Raven usando los anillos que tanto esfuerzo les había costado conseguir. Pensar en lo que habían tenido que pasar, en lo que le había pasado a Joker... A cualquiera le pondría los pelos de punta. Lorenzo acabó unos momentos después. Se enjugó el sudor de la cara y dio unos pasos atrás, contemplando su obra. La expresión de fijeza con que miraba la estructura resultaba perturbadora. Dick comenzó a tener una mala sensación a medida que el español volvía a acercarse a la estructura. La misma sensación que cuando se entra en un lugar donde alguien acaba de perder la vida. Un sentimiento inquietante y helado, un aroma característico. El olor de la ausencia y del vacío.
-
¿Qué vas a hacer? – preguntó Dick, sin explicarse de donde vendría su inquietud.
-
Encenderlo. – respondió el español posando la mano en la parte central de la estructura, accediendo metiendo la mano entre ese amasijo de cosas. De entre ellas Dick comenzó a distinguir con más nitidez. ¿Aquello eran brazos?
Un sonido de ruptura, seguido de uno de carga hizo reverberar el habitáculo. El zumbido ensordecedor fue en aumento a medida que las luces iluminaban la estructura de manera gradual al haber activado la fuente de alimentación que la mantendría activa...
Y entonces se escucharon sus gritos...
Distorsionados y horrendos...
Un llanto lastimero en un coro de voces...
La estructura se colocó en su posición natural, en aquella nube fantasmagórica de cabezas y brazos que se extendían hacia ellos. Aún gritando. Sus brazos eran metálicos y aun así temblaban, como si su supuesta musculatura estuviese a punto de desfallecer, sin ser capaz de sostenerlas ni un instante más. No tenían expresiones en su rostro. De haberlas tenido ninguno de los dos presentes habría podido soportar mirarlas.
Al encenderlo, la verdad se volvió clara y nítida para el primer Robin, revelando así una terrible figura. Una amalgama de cuerpos, brazos y piernas que se fusionaban en una única forma. Una criatura muerta que aullaba a la vida, triste y decadente a la vez que horripilante.
Sufrían... sufrían tanto...
-
¿Que demonios es esto? - Nightwing se echó inevitablemente hacia atrás ante la terrible revelación. De pronto, miró a su compañero con angustia, y el rostro desencajado del horror. -
¡Apagalo! ¡Apagalo ya! Entonces lo entendió. Entendió algo que no lo había entendido en su momento. Porqué Lorenzo había podido comunicarse con el alma de su amiga Raven.
-
¿Qué clase de mago eres tu? ¿Acaso has usado algún tipo de magia negra? - increpó al español. El hijo de los Grayson había sido entrenado para la lucha cuerpo a cuerpo y poco sabía de artes místicas, pero sin duda alguna, aquel misterioso proyecto tenía que ser obra de fuerzas oscuras.
La voz de Dick apenas le llegaba. Sólo los lamentos. Sus ojos se iluminaron llenos de una emoción retorcida, como si viera algo diferente a lo que veía el líder de los Titanes. En su rostro se dibujó una sonrisa llena de amor, que no haría sino enfermar aún más al joven Grayson.
-
Nuestra salvación... - respondió el español lleno de seguridad.
Se aproximó a su creación y extendió los brazos hacia ella. Los brazos de la criatura lo agarraron con violencia clavando las delgadas falanges en su carne dolorida, sus cabezas se inclinaron hacia él, y entonces los lamentos comenzaron a sonar más como gemidos lastimeros. Una de las inmensas manos de Lorenzo acarició uno de los numerosos cráneos electrónicos sin rostro, lo aproximó hasta sus labios y lo besó en la frente. Las manos se agarraban a él con desesperación, como si no quisieran dejarle marchar. Parecían sentir un ligero alivio en su proximidad, pero no lo bastante como para terminar con esa agonía que vivían.
-
¿Qué es la magia negra? - respondió Lorenzo con un tono recriminatorio, clavando sus ojos de escleras bicolores en Dick -
Sólo magia sobre la que no se ha arrojado bastante luz todavía. Tienes miedo, Grayson. Lo tienes como todos aquellos que tienen miedo de quienes te acompañan. Por ignorancia. Por prejuicios. - un nuevo gemido horrendo llenó la habitación. -
Ellas no sienten nada de eso. No tienen dudas ni tampoco miedo. Harán lo que debe hacerse y lo harán sin fallos. Por eso nos salvarán a todos... A Dick se le heló la sangre tras observar el retorcido abrazo que le dedicó la criatura recién nacida a su amo. La imperiosa necesidad de afecto y los estruendosos gemidos de agonía y de dolor le revolvieron el estómago. Había algo mal en eso. Lo sabía, lo sabía muy bien, pero no sabía cómo hacérselo entender a Lorenzo. Estaba tan embelesado con su nueva creación... tan aturdido por la noticia del secuestro de Ángela que...
-
Esas criaturas... parecen estar sufriendo... ¿están...vivas? - preguntó, analizando las partes metálicas de la creación. El señor de la mansión tragó saliva cuando el moreno recalcó en su miedo. Claro que lo tenía... ¿cómo no iba a tenerlo?-
¿Qué pueden hacer contra Raven? ¿Cómo vas a vencerla con esto? -
Ahora sí. – respondió, mirando sin señal alguna de culpa o arrepentimiento a Dick. –
Sabes de lo que es capaz Raven. Y yo también. Lo he vivido cada segundo desde que intentó meter a una de esas cosas en mi cuerpo haciéndose pasar por mi mujer. Podemos intentar ser todo lo fuertes que queramos pero no podemos defendernos de sus cualidades empáticas y lo sabes. Va a enaltecer lo peor de nosotros. Va a retorcernos la mente. A hacernos sufrir lo que no nos podamos ni imaginar, y a mí más que a nadie. Sólo para torturarme haría daño a Ángela. No quiere matarme... solo hacer que yo desee morir, y no darme ese gusto. – el rostro de Lorenzo se endureció con una expresión determinada. Por un instante casi parecía lúcido, algo de lo que el secuestro de Ángela le había privado. -
Podría hacer que nos matáramos entre nosotros antes siquiera de llegar a ella. Porque somos humanos, falibles, manipulables. Ellas... - miró a su creación con la fascinación con que un creyente ve a un ángel anunciador –
Ellas no lo son. No van a fallarnos. Tienen sentimientos y emociones, pero han sido seleccionadas con mucho cuidado. Raven los sentirá en su propia carne y aunque ahora no le importe percibir el dolor de su alrededor hará lo que pueda por intentar manipularlas. Te lo aseguro. No tardará en darse cuenta de que es lo único que puede hacer para defenderse de ellas. Podrá intentar cambiar lo que sienten, intentará manipularlas. Para cuando quiera darse cuenta ya será tarde. No son como nosotros. No puede cambiar lo que ellas sienten. En ellas no hay todo un espectro del que una émpata pueda nutrirse. – guardó silencio un momento, agarrando con una mano temblorosa el rostro inexpresivo que le devolvía su propio reflejo consumido. –
Emociones únicas, en bruto. En bloque. Ninguna interactúa con las otras. Ninguna puede compartir ni cambiar. Son lo que son. Sólo eso y nada más. – Cerró los ojos, haciendo que las lágrimas resbalaran por su rostro. Ángela le esperaba al otro lado de sus párpados, como cada vez que había pestañeado después de haberse enterado de su ausencia. –
No podrá controlarlas. No puede engañarlas, ni ponerlas de su parte. Son diez contra una. Diez unidas con un objetivo común. ¿Qué hará cuando se de cuenta de que sus poderes no son nada para ellas? ¿Qué hará cuando la reduzcan entre diez que luchan unidas? – Levantó la otra mano, como si deseara mirar a los ojos de la criatura. –
Siempre ha habido mártires y Dioses. Si dicen que un hombre sufrió por nosotros para perdonarnos los pecados, Diez pueden sufrir para salvarnos a todos. – declaró cerrando los ojos, deslizando la mano en el interior y apagando la batería, permitiendo así que los lamentos se extinguieran y sumieran la sala en un silencio aún más denso que el de la mismísima muerte. –
No vamos a dejar que venza. Bajo ningún concepto. Su sacrificio no será en vano. – sus ojos volvieron a encontrarse con los de Dick Grayson –
Cuando todo esto acabe... si... si conseguimos vivir.. . – parecía errático de nuevo, casi delirante. Tal vez por el dolor, el hambre, el cansancio... Tal vez por la monstruosidad que acababa de cometer, como todo genio que se debate a un paso de perder su cordura –
Si sobrevivimos... Ellas serán Diosas y nosotros les rezaremos.