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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
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La base militar de Fort Belvoir, Virginia, se encontraba rodeada, al sur y al oeste, por el río Potomac y la bahía Accotink, al este por el cementerio Cedar Grove y un parque natural, y al norte por un campo de golf. Nunca pensaron que ésta privilegiada situación, rodeada de bosque y agua, podría algún día ser el origen de su ruina...
* * * *
Hacía menos de 48 horas desde que la semidemonio conocida como Raven había obliterado por completo el pequeño pueblo costero de Happy Harbor.
La invasión demoníaca había comenzado hacía algo más de una semana, poniendo en alerta a todas las grandes potencias mundiales. Sin embargo, con la excepción de Italia, cuna del Vaticano, ninguna gran nación había sido asaltada hasta ahora. Los principales objetivos habían sido La India, Israel y Arabia Saudí, y el resto de líderes mundiales habían estado felices de ver cómo los demonios masacraban a sus enemigos por ellos, sin que Estados Unidos fuera ninguna excepción. Después de todo, si los demonios se ocupaban de eliminar del mapa a los terroristas musulmanes y terminaban de una vez con el conflicto en Oriente Medio casi les estarían haciendo un favor a todos... ¿no? Fieles a su política de no intervención, Estados Unidos había estado feliz de mantenerse al margen mientras la mierda no les salpicara directamente. No merecía arriesgar sus tropas por la gente de la India y Oriente Medio, y Europa bien podía apañárselas por su cuenta...
Hasta ahora.
Entre el grupo de militares y políticos que se habían reunido en el Pentágono de urgencia aquella mañana de sábado no faltaba quienes pensaban que deberían haber tomado medidas antes... Que debería haber sido de esperar que tarde o temprano los invasores volvieran su atención hacia ellos, la nación más grande del planeta... Que la invasión no se detendría en aquellos países, sino que, una vez conquistados, los demonios no pararían hasta arrasar todos los demás...
El ejército había intervenido en Happy Harbor, por desgracia no con la rapidez suficiente como para impedir la carnicería que había tenido lugar allí. En cualquier caso, podían aprovechar aquello para justificar el levantamiento en armas del país ante los ciudadanos. Una guerra abierta contra el infierno por fuerza tendría que ser una medida impopular, pero el pueblo americano tendía a sentirse justificado cuando se trataba de cobrarse justicia o venganza por un ataque previo, y si lo montaban bien, Happy Harbor podía llegar a convertirse en el nuevo Pearl Harbor.
Ahora, la cuestión era ver qué hacer y cómo. La actividad era frenética en la base. ¿Debían intervenir directamente en los principales focos de la invasión, a pesar de los insistentes rumores que señalaban que los grandes héroes del mundo conocidos como la Liga de la Justicia habían muerto en el empeño, o debían limitarse a fortificarse y atrincherarse para poder reaccionar ante nuevos ataques impidiendo males mayores?
La situación era lo suficientemente grave como para que el mismísimo presidente hubiera abandonado su despacho en la Casa Blanca para atender a aquella reunión, y todos esperaban a que el secretario de defensa informara de la situación mientras un inmenso mapa donde se mostraban los principales focos afectados por la invasión en el mundo se desplegaba en una pantalla ante ellos y una serie de militares trabajaba en sus ordenadores barajando coordenadas, estadísticas y otros datos mientras en las pantallas se desplegaban las imágenes de los más recientes ataques: un superboy demonizado asesinando a unos reporteros de televisión, Raven secuestrando a un ciudadano a plena luz del sol con la ayuda de una gárgola de color verde e incluso la reciente fuga masiva del Asilo Arkham que parecía haber sido propiciada por uno de los reclusos: un tal Cédric. Los ataques procedían de todos los frentes, incluido uno que nadie habría podido preveer...
* * * *
El arroyo Accotink nacía en el río Potomac y pasaba serpenteando por entre el cementerio de Cedar Grove hasta llegar muy cerca del Fuerte Belvoir...
Una estilizada y cadavérica mano blanca emergió de las aguas, y se clavó en el barro de la orilla del bosque, seguida por el cuerpo musculoso y esbelto de un hombre de apariencia joven que podría haber sido hermoso de no ser por el tono enfermizamente pálido de su piel, sus cabellos blancos, el color rojo sangre de sus ojos y la cicatriz que afeaba un rostro de, por demás, facciones delicadas. El hombre sólo llevaba puesto un taparrabos negro que dejaba al descubierto los poderosos músculos de su cuerpo. Avanzó lentamente hasta llegar al centro del camposanto y extendió las manos, invocando el poder demoníaco que había heredado de su padre, el demonio del Mundo Oscuro.
Su hermano, Arión, tenía la capacidad de tejer ropas con las que cubrir su cuerpo utilizando los hilos multicolor que eran el origen de su magia. Garn Daanuth tenía una capacidad similar... sólo que deformada y retorcida, como el reflejo distorsionado de su hermano que era. A su comando, la tierra del cementerio comenzó a temblar y a desplazarse, como azotada por un repentino terremoto; las lápidas se resquebrajaron, y muchas se partieron, cayendo al suelo, hasta que, como obedeciendo a un infernal crescendo, las tumbas explotaron formando géiseres de arena y huesos que comenzaron a flotar vertiginosamente alrededor del mago de blancos cabellos.
Garn extendió los brazos en cruz, y diversas partes de hueso se fueron adhiriendo a su cuerpo hasta formar una aterradora armadura. Después cogió su cayado, que se iluminó con un fantasmagórico resplandor verdoso en su cúspide, y, moviéndolo como el pintor que utiliza su pincel para completar su obra, comenzó a unir los restantes huesos hasta conformar un constructo gigantesco y aterrador... Un monstruo de largos cuernos retorcidos y extremidades parecidas a las patas de una araña, construidas mediante la fusión de muchos tipos de huesos. Cuando hubo terminado, el nigromante estampó la base del cayado contra el suelo y un sacrílego fuego rojizo se encendió en los ojos, boca y pecho de la criatura, destellando visible a través de la caja torácica.
El hechicero sonrió... y el agua del arroyo comenzó a burbujear tras él mientras cientos y cientos de criaturas infernales de aspecto simiesco empezaban a emerger de él, atravesando el cementerio en dirección al parque natural... y a la base militar que se alzaba más allá.
Ésta vez nadie... ni siquiera Arión, podría detenerle.
Última edición por Ahri'ahn el 25th Junio 2021, 23:36, editado 3 veces
Alexander Joseph Luthor DC Universe
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-Damas y caballeros…- La luz de un proyector que plasmaba sobre la pantalla que tenía Lex detrás suyo le iluminaba con un tono mortecino el rostro, tenía ojeras y se le veía cansado: -…Nuestra nación está bajo ataque. – La imagen que se mostraba cambió a una de Happy Harbour y el ataque que había sufrido: - Supongo que esto no le viene de nuevo a nadie, pero en los últimos días han sido atacados diferentes puntos clave de las principales religiones monoteístas del mundo, desde Estados Unidos se decidió por unanimidad no intervenir, sin embargo, nuestra inanición ha permitido que tengamos al enemigo a las puertas. – La imagen cambió mostrando a unas criaturas monstruosas, se trataba de una imagen tomada vía satélite: - Sería absurdo buscar culpables…-
Lex observó a los hombres y mujeres que le miraban atentos a su discurso, allí estaba la plana mayor del departamento de defensa y el ejército, su mirada hizo contacto por unos milisegundos con la del general Ross, ambos habían discutido a solas y en privado sobre enviar un equipo a Europa para frenar el ataque, pero concluyeron que no querían repetir errores del pasado y que los demás países tendrían que solucionar sus problemas ellos mismos: -…Todos hemos tenido parte de culpa en esto, pero igual que hemos estado juntos en el fracaso…Lo estaremos en el éxito. – La imagen proyectada volvió a cambiar mostrando el escudo de los Estados Unidos: - Aún estamos a tiempo, podemos frenar a esas criaturas, repeler el ataque y a continuación ir a ayudar a nuestros aliados, no olviden que contamos con la mayor potencia armamentística del mundo, y no nos debe temblar el pulso para utilizarla. –
El proyector se apagó y se encendieron las luces de la sala, estaban reunidos en una amplia habitación iluminada con unos potentes LED en el techo, en el centro había una mesa circular en la cual muchos estaban sentados en unas sillas dispuestas para este fin, alrededor de la cual estaban sentados muchos hombres con uniformes militares, otros en traje y algunos, pertenecientes a cuerpos secretos del estado, parecían civiles, aunque nada que ver con la realidad, Lex, sobre una pequeña plataforma para que todo el mundo estuviera pendiente de la reunión, iba con una camisa blanca arremangada, unos pantalones grises de traje y unos zapatos del mismo color, se le veía cansado y estresado: - Bien, ahora el general McConville pasará a explicar los detalles del programa estratégico de defensa que hemos desarrollado. –
El presidente se retiró dejando paso a un hombre uniformado, de aspecto serio, habían pasado la noche en vela redactando los puntos de un programa de defensa, él había contactado con una serie de empresas tecnológicas para que estas les proveyeran de equipamiento especial, por su parte, el general había trazado unos planes de acción muy interesantes, tal vez demasiado pretenciosos para él, pero prácticos, si se seguían adecuadamente.
Tomó asiento y empezó a escuchar la explicación del militar que fue acompañada con ilustraciones del equipo que iban a emplear, esquemas tácticos y diagramas que hablaban de las criaturas a las que se estaban enfrentando…Lex observó a su alrededor, junto con los principales dirigentes del ejercito se había desplazado un pequeño destacamento de soldados jóvenes, fuertes y bien entrenados, armados hasta los dientes, al fin y al cabo, estaban en guerra…Luthor suspiró, el Pentágono era el sitio más seguro del mundo en esos momentos, después del ataque a la Casa Blanca habían reforzado los emplazamientos claves cómo aquel con mejoras tecnológicas, era imposible que nadie entrase en aquel lugar sin permiso…Aquella sala en la que se encontraban, en especial, tenía las entradas y salidas reforzadas para evitar que alguien pudiera entrar, también era un búnker que podía resistir un ataque nuclear y, escondido en el subsuelo, había una cámara que guardaba raciones y agua filtrada para aguantar casi un año…
Volvió a observar al hombre mientras en meditaba en sus adentros, si aquello salía bien su administración saldría beneficiada de todo aquel ataque, podían convertir aquella invasión en el evento heroico más importante de la historia desde la Segunda Guerra Mundial, y, además, el solo hecho que había desencadenado todo aquello ya era un pretexto para llevar al congreso su propuesta de ley acerca de los metahumanos, de nuevo, las piezas se colocaban de manera favorable en el tablero.
Thaddeus Ross Marvel Universe
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La exposición se prolongó durante un rato, hasta que, de repente, un soldado con la cara pálida se adentró en la sala y se dirigió rápidamente hacia el general Ross, susurrándole algo al oído. Éste de inmediato avanzó hasta donde se encontraba el presidente.
- Señor... se acaba de producir un ataque en Fort Belvoir, a 20 millas de aquí -le susurró mientras la información empezaba a extenderse por los militares de la sala-. Hordas de demonios que surgieron de la nada, al parecer. Tenemos que tomar medidas rápidamente porque Washington es el principal núcleo habitado de la zona, y el Pentágono es lo único que se encuentra en medio. Es donde yo atacaría a continuación.
La exposición se había interrumpido y por toda la sala se cruzaban órdenes apresuradas y miradas de preocupación. La habitación se había convertido de repente en una colmena.
- Teniente, ¿se ha conseguido volver a contactar con Fort Belvoir? -preguntó Ross a un soldado.
- No, señor -dijo éste, quitándose momentáneamente los auriculares-. Todas las comunicaciones se han caído. Las líneas no dan señal siquiera. Hay vacío absoluto.
De repente, todos los aparatos electrónicos de la sala comenzaron a brillar con una luz purpúrea que fue lentamente aumentando en intensidad.
-¿Qué sucede? -exclamó Ross-. Soldado, ¿qué está pasando?
- No... no lo sé, señor... -musitó uno de los técnicos tecleando unos códigos en uno de los ordenadores-. Los sistemas se están sobrecargando, como si se estuviera produciendo un pico de electricidad. Los niveles de energía son brutales, el sistema no va a poder...
El soldado se echó hacia atrás en la silla cuando comenzaron a saltar pequeños chispazos de electricidad de la pantalla del ordenador, y el teclado empezó a chisporrotear.
- ¡Alejáos! ¡Todos! -ordenó Ross tratando de llegar hacia donde estaban los técnicos-. ¡El sistema va a...!
La ensordecedora explosión que se llevó por delante todos los ordenadores de la inmensa sala hizo que sus palabras se desvanecieran como una hoja arrastrada por el viento. La onda expansiva le arrojó hacia atrás de espaldas, haciéndole caer contra las mesas de la zona de conferencias. Cada aparato tecnológico, por mínimo que fuera, corrió la misma suerte. Al lado de Luthor, el bolsillo de un hombre explotó al estallar su teléfono móvil, causándole quemaduras de consideración en el costado. A otro chico le estalló la mano que sujetaba el teléfono, y del teniente que había estado llevando los auriculares sólo quedó un cuello humeante cuando le explotó la cabeza. Las explosiones se fueron sucediendo una tras otra, hasta que sólo quedaron un montón de restos tecnológicos calcinados, heridos aullando de dolor y retorciéndose por el suelo y un montón de cadáveres. Ross se incorporó y lo primero que hizo fue comprobar que Luthor estaba bien.
- Señor, necesito que se dirija al búnker -le aconsejó-. ¡Llevad los heridos a la enfermería! ¡Necesito una revisión inmediata de cuál es nuestra situación!
Cuando finalmente se calmó la confusión reinante y consiguieron mover a los heridos se constató la gravedad de la situación. Estaban completamente incomunicados, y todos los aparatos tecnológicos que utilizaban señales digitales habían explotado. Lo único que quedaban eran los aparatos que usaban tecnología analógica. La mayoría de las armas estaban intactas, pero los sistemas de vídeo, telefonía y vigilancia habían quedado inutilizados, por lo que no tenían manera de saber lo que pasaba afuera.
- Quédaos aquí, armaos y atrincheraos -ordenó-. Voy a subir fuera a ver contra qué nos enfrentamos.
El general subió rápidamente a la pista de aterrizaje de helicópteros y lo que encontró le heló la sangre en las venas... Un ejército de tanques pilotados por demonios se acercaba a lo lejos. Calculaba que alcanzarían el pentágono en menos de media hora, pero no tendrían ni siquiera ése tiempo para prepararse... porque hordas de demonios voladores con apariencia de dragones deformes se dirigían hacia ellos y les alcanzarían en cuestión de minutos...
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Algo no estaba bien…Lex observó a su alrededor ¿Dejaría él que la cúpula militar de una de las potencias mundiales se reuniera para planear una estrategia? Las palabras del sargento entraban y salían por su oído sin que prestase demasiada atención, la exposición era tediosa y llena de tecnicismos, también rematadamente optimista, con fusiles y tanques no iban a hacer nada contra el poder que se alzaba…Empezó a golpear el reposabrazos de su silla con el dedo índice en un gesto nervioso, si él estuviera liderando el ataque…
Ross se levantó y Luthor ya sabía lo que tenía que decirle antes de que estuviera siquiera cerca, hizo un gesto de afirmación con la cabeza al general Ross cuando le transmitió la información, por supuesto, si lograban neutralizar el Pentágono el país se quedaría sin una capacidad logística capaz de responder a un ataque a gran escala, se la habían jugado bien…No pudo evitar dibujar una ligera y disimulada sonrisa en su rostro, valorando el movimiento de su adversario y apreciándolo, como si estuvieran en una partida de ajedrez:
-…Las comunicaciones han caído… - Levantó una ceja mientras observaba lo que estaba sucediendo, se puso en pie, si querían ejecutar un plan para eliminarles el siguiente paso era obvio, iban a aislarles: - …Se están sobrecargando…- Lex cogió rápidamente su teléfono y lo arrojó al suelo, luego, al igual que Ross, miró a los técnicos que trabajaban intentando reparar la avería: - ¡APARTENSE! - ¿Un PEM? No, el Pentágono estaba preparado para ese tipo de tecnología, incluso para la más puntera cómo la de Mr. Terrific o Batman…La mano de alguien cercano a él estalló, empezó a producirse el caos, el propio teléfono que Lex había arrojado al suelo explotó en mil pedazos:
-Maldición…- El presidente murmuró mientras aquel grotesco espectáculo se iba sucediendo en la sala, explosiones, muerte…Cerró su puño con furia: - Estamos bajo ataque…- Murmuró en voz baja y encontró su mirada con la del general Ross que inmediatamente después de hablar con él salió hacia el exterior, con él allí no tenían que temer nada, pero aún así…Luthor caminó hasta un hombre joven que estaba asistiendo a otro que parecía de mayor rango, el tipo tenía un hilo de sangre cayendo por la boca y convulsionaba:
-Hijo…- Lex le puso una mano en el hombre al joven que, con todas sus fuerzas trataba de hacer una maniobra de reanimación: - S-señor…Señor presidente…- El chico gimoteaba: -…Es mi padre…E-Él tiene un m-ma-marcapasos…- Luthor negó con la cabeza mientras miraba al hombre, si aquel aparato había fallado igual que los demás ya no podían hacer nada y abrazó al joven: - G-gracias señor…- Lex cogió al joven por los hombros y miró al soldado a los ojos: - Escúcheme hijo, estamos bajo asedio, su padre ya no puede ser salvado pero hay muchas vidas en juego…- Miró a su alrededor en la sala, había muchos heridos, pocos quedaban ya que pudieran luchar: - ¿Cómo se llama soldado? – Seguía sujetándolo por los hombros, con firmeza: - Jonas señor…- Lex le sonrió cálidamente: - Escuha Jonas…Necesito que salgas allí fuera, necesito que seas mis ojos y mis oídos, informa de la situación, necesitamos trazar un plan, observa y vuelve aquí inmediatamente ¿Lo has comprendido? – El joven afirmó con un gesto de la cabeza mientras miraba de reojo el cadáver de su padre: - Yo cuidaré de él, te lo prometo…- Soltó los hombros del chico y le dijo: - Tu país te necesita Jonas. – Hizo el saludo militar cuadrando los hombros y llevándose la mano derecha a la frente, el chico le respondió y salió por la puerta rápidamente, Lex se giró rápidamente hacia la gente:
-Caballeros, necesitamos prepararnos, no sabemos lo que nos espera…Cierren las puertas. Necesitamos sellarlas de alguna forma, necesito que traigan un soplete, arranquen esos paneles metálicos de allí y…- Lex señaló unos paneles de acero que había en las paredes: -…Allí, los colocaremos en la puerta y la sellaremos para evitar que entren, el general Ross derrotará al enemigo y saldremos. – Muchos de ellos se miraban entre si confundidos, parecía que aquel golpe les había quitado la iniciativa y el valor, muchos de ellos eran soldados expertos en el campo de batalla, pero aquella situación escapaba a su capacidad de conprensión: - ¿A que están esperando? – Gritó Lex con energía y todos se pusieron en marcha, algunos empezaron a desplazar a los heridos, otros seguían las instrucciones de Lex arrancando los paneles.
Jonas regresó en el momento en que empezaban a colocar las placas metálicas en las puertas: -S-señor…Es terrible…Ha sucedido algo terrible…- El chico respiraba agitado, de manera entre cortada y jadeando, había pegado una buena carrera desde el exterior hasta la sala: - Es el general Ross…- Lex miró fijamente al chico ¿Era posible que su mayor arma de defensa hubiera caído?
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Una barricada de tanques aguardaba a los demonios alados cuando se hubieron aproximado lo suficiente al Pentágono. Y allí, delante de todos ellos, el general Thaddeus Ross, convertido en una inmensa mole roja, aguardaba cargado con una ametralladora Browning calibre 50, un arma tan pesada que era imposible de levantar por un ser humano corriente, por lo que incorporaba un trípode para apoyarla contra el suelo y disparar pegado a tierra. Otra razón por la que normalmente habría sido imposible levantarla era que aquél tipo de arma se recalentaba muchísimo al disparar, por lo que habría ocasionado graves quemaduras a cualquiera que intentara tocarla... con la excepción de un Hulk rojo que irradiaba calor cuando se cabreaba. En modo Hulk, Ross era invulnerable a las altas temperaturas, y su fuerza colosal le permitía llevar encima la gigantesca mochila de munición que el arma requería para moverse con ella. Además, una de cada cinco balas era trazadora, un tipo especial de bala modificada para aceptar una pequeña carga pirotécnica en su base que se encendía al ser disparada, ardiendo intensamente y haciendo el proyectil visible para permitir al tirador seguir la trayectoria hacia el objetivo y realizar correcciones en su precisión y puntería.
- Sois unos resistentes hijos de puta, ¿verdad? -musitó Ross cuando estuvieron lo suficientemente cerca como para apreciarlos con detalle.
Tal y como había imaginado en un principio, sus cuerpos estaban cubiertos de escamas de apariencia resistente. Por eso había escogido la Browning en lugar de la minigun. La minigun era un arma más moderna que permitía disparar un mayor número de balas de manera continuada, pero las balas eran más finas, y el general no había estado seguro de que pudieran traspasar sus corazas. En cambio, la Browning disparaba menos balas por tanda pero los proyectiles eran considerablemente más gruesos. Si algo podría atravesar esos cuerpos escamosos serían aquellos hermosos bebés.
El Hulk esbozó una sonrisa salvaje cuando se hubieron puesto a tiro.
- ¡Adelante! -exclamó dando la orden a los soldados de los tanques-. ¡Freid a esos cabrones! ¡Enseñadles de qué pasta estamos hechos!
Al momento, se desató el infierno. Los tanques disparaban una salva tras otra obligando a los demonios a desviarse para esquivar mientras Ross cubría el cielo con sus letales andanadas centelleantes abatiendo a muchos con certeros disparos en el pecho o en la cabeza. Finalmente, los demonios restantes se replegaron hasta ponerse por detrás de las fuerzas demoníacas de tierra, mas no sin haber abatido a dos de los tanques con las descargas de energía que brotaban de entre sus fauces.
Ross dio el alto al fuego momentáneo mientras observaba con el ceño fruncido la siguiente oleada de atacantes. El cañón de su Browning humeaba, y una increíble cantidad de casquillos se acumulaba a su alrededor.
El ejército enemigo parecía una cruel burla, el reflejo retorcido de algún demente; los mismos tanques que defendían el Pentágono les atacaban, sus mismas armas, manipuladas por monstruos y engendros demoníacos. Ross dejó caer al suelo la ametralladora junto con la mochila de munición e hizo lo que mejor sabía hacer, dando un gigantesco salto que le llevó a aterrizar justo en la parte frontal de uno de los tanques, que se abolló con su peso. Sin dudar un sólo segundo, la inmensa mole roja cogió el cañón del vehículo blindado y lo dobló sobre sí mismo en el preciso momento en el que intentaban dispararlo, provocando que toda la parte frontal explotara. Ross arrancó la parte superior de la torreta y sacó al demonio que había dentro, partiéndolo por la mitad con sus manos desnudas.
- ¡Fuego! -gritó, y su orden fue de inmediato seguida por sus hombres, que volvieron a disparar llenando el campo de batalla con el humo y el ruido del fuego cruzado.
Las balas rebotaban sobre la férrea piel del Hulk, que destrozaba acero y carne por igual hasta que, repentinamente, vio una sombra dibujarse en el cielo, entre la niebla. Inicialmente pensó que eran de nuevo los demonios alados, pero, al fijarse bien, se dio cuenta de que se trataba de un hombre... Ante su aparición, los tanques enemigos dejaron de disparar, provocando que el humo comenzara a disiparse, y, ante Ross, se mostró un hombre estilizado y esbelto con una cicatriz en la mejilla izquierda y la piel blanca como la leche. El hombre miró a Ross con una sonrisa cruel en sus finos labios y el aura iridiscente que le rodeaba se ensanchó repentinamente hasta explotar, generando una onda expansiva que barrió todo el campo de batalla hasta incluir el Pentágono. Al momento, los poderosos motores de guerra que Ross había utilizado para repeler la invasión comenzaron a chisporrotear y a implosionar, aplastando a los soldados que habían salido con él a luchar como si no fueran más que sardinas.
- ¡No! -grito Ross, pero ya era tarde para sus hombres.
El general no lo sabía, pero el mismo destino habían sufrido todas las demás armas que se encontraban dentro del edificio. Toda la mejor tecnología militar americana, hasta el último de aquellos artilugios de muerte tan ingeniosamente construidos habían sido destruidas, dejando tan sólo un rastro de máquinas de guerra destrozadas como los tanques que sembraban el campo de batalla como restos de basura.
- ¡Tú! ¡Te arrancaré la carne de los huesos! -con los ojos inyectados en sangre, Ross se dispuso a saltar sobre el hechicero, pero éste simplemente se limitó a extender una mano hacia él y un rayo carmesí impactó de lleno en el gigante escarlata, encerrándolo en un inmenso diamante mágico.
- Eres, en verdad, una extraña criatura -dijo el mago, observándole con la curiosidad desdeñosa con la que un entomólogo observaría a un insecto nunca antes visto mientras el Hulk se afanaba en golpear infructuosamente las paredes de su prisión-. Y fuerte, según he podido ver... Pero, a fin de cuentas, ¿qué es el diamante sino el material más duro que existe? Imagino que hasta un ser como tú necesitará comer de vez en cuando... Será divertido verte morir de inanición mientras observas cómo destruyo todo cuanto has jurado defender...
A un gesto del mago, el ejército continuó avanzando, implacable, aplastando los restos de los últimos defensores sabiendo que ya nada podría pararles... ¿o quizás sí?
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-Ya veo…- Lex se mostró pensativo ante lo que el joven soldado le explicaba, no identificaba al enemigo que les estaba atacando, si se tratase de algún chalado cómo el doctor Light podría negociar con él, sin embargo, ante aquel enemigo desconocido…Miró a los hombres que había en aquella sala, estaban perdidos, sin guía, necesitaban un líder al que seguir, todos esperaban sus instrucciones…Luthor frunció el ceño: - Vamos a sellar la sala. – Colocaron las planchas sobre la puerta rápidamente y empezaron a soldarlas…Poco a poco el metal se fue fundiendo, creando una selladura, una separación que dejaba parte del complejo a merced de sus enemigos a cambio de su seguridad, si bien no podría repeler el ataque, probablemente lo contendría el suficiente tiempo para que llegase la caballería…O eso creía.
16 de abril de 2019 03:43 a.m
- ¡Señor presidente! Hay otro fallecido señor. – Jonas seguía siendo sus ojos y oídos, el chico ya tenía la mirada perdida, cómo si su mente estuviera en otro lugar, era difícil mantener el enfoque en aquella situación, el complejo había quedado sellado desde hacía dos días, tenían acceso a las instalaciones de enfermería, dónde los heridos del impacto que los dejó incomunicados intentaban recuperarse cómo podían, al búnker dónde se almacenaban los alimentos y una pequeña sala de comunicaciones en la que había una radio antigua que parecía no haber sido afectada por el incidente :
-Envuelvan el cuerpo en sábanas y colóquenlo en la zona neutral…- Intentaba mantenerse fuerte, pero era complicado, estaban siendo acosados por la duda y la incertidumbre, no sabían cuando el enemigo les atacaría, cuando las puertas cederían por su potencia de ataque, entrarían y los matarían a todos ¿O tal vez estaban esperando que se murieran de hambre? Tenían reservas de comida y agua suficientes para resistir, unos conductos de ventilación garantizaban aire renovado en el complejo, lo cuál era de agradecer por que los cadáveres más antiguos empezaban a oler mal, aislarlos en una parte del complejo era la solución más rápida que se les había ocurrido, no tenían almacenaje frigorífico, por lo que los cuerpos de los fallecidos poco a poco empezaban a descomponerse:
- Maldita sea…- Habían intentando comunicarse utilizando la radio con el exterior, pero nadie acudía a su llamada…No había nadie al otro lado, nadie que pudiera ayudarles, la única respuesta a sus intentos de comunicación era un sonido de interferencias, al parecer su enemigo también les había aislado de esa forma…
20 de abril de 2019 01:22 p.m
Eran 13 hombres y 2 mujeres, estaban sentados en el suelo, comían una lata de conserva cada uno, verdura hervidas con carne picada, habían cerrado la enfermería, el olor de los cadáveres ya era insoportable, no se atrevían a abrir esa puerta, la cerraron hacía tres días, los heridos que quedaban preferían jugarse su suerte moviéndose y de forma unánime habían decidido seguir el mismo proceso que habían llevado a cabo con las puertas hacía casi una semana, habían sellado la sala de enfermería y dejado que los cadáveres pasaran a descomponerse allí:
-Debemos sobrevivir, o su sacrificio habrá sido en vano. – Luthor había finalizado su discurso de aquella forma cuando propuso votar aquella opción, convencidos de que era lo mejor, todos votaron a favor, ahora empezaban a sentirse incómodos y apretados en el espacio en que estaban, dormían, comían y hacían sus necesidades en la misma sala, ya sólo quedaba la sala de radio, que seguía sin respuesta, y la zona de reunión, en la que habían dispuesto torpemente unos espacios distinguidos para comer, otro para hacer sus necesidades y otro para dormir, cada uno de ellos en un extremo de la sala, por razones obvias de higiene.
Guardaban sus heces y deshechos en unos cubos cerrados que empezaban a acumularse peligrosamente, pronto no tendrían un lugar en el que guardarlos, la peste, la suciedad y la paranoia colectiva empezaban a hacer mella al grupo:
-¿Por qué no entran y nos matan? – Uno de los sargentos murmuró, era un hombre preparado para muchas cosas, pero aquella situación le sobrepasaba: - ¿Nos quieren castigar? – Lex ignoró sus palabras y se puso en pie, se dirigió a la sala de radio, mirando fijamente el aparato pensativo ¿Tendría que recurrir a ello? Se había jurado que no volvería a hacerlo, que su camino ahora era otro, pero nadie iba a ir a rescatarles, nadie sabía que estaban allí o nadie le importaba ¿Y si era la única forma de salir de allí con vida?
24 de abril de 2019 02:14 a.m
-¿Que escribes Jonas? – El joven soldado se veía bastante delgado, tenía una barba fina que le cubría el rostro y parecía haber perdido dos o tres kilos, el chico apenas comía o dormía, Lex le miraba de reojo por las noches, le veía con los ojos abiertos, mirando al techo, probablemente esperando que en cualquier momento se derrumbase sobre sus cabezas, estaba oscuro, pero el hombre mantenía encendida la luz de su reloj de muñeca:
-Una carta para mi esposa señor…- El chico murmuraba en voz baja, casi imperceptible, no quería despertar a sus compañeros, los ánimos estaban muy alterados y cualquier cosa era un precepto perfecto para pelearse entre ellos, el ambiente no ayudaba a la concordia, a pesar de haber sellado la enfermería el olor ya había empezado a inundar la sala, la muerte les esperaba a una puerta de distancia y ya no tenían casi espacio dónde acumular sus deshechos, muchos ya habían asumido que iban a morir allí, pero, por suerte, el ataque les había dejado sin armas, por lo que nadie había podido recurrir aún a la vía fácil, que habría sido hacer saltar en pedazos su cerebro de un disparo:
-Vamos a salir de aquí…Ven conmigo. – Lex le ayudó a levantarse, él mismo también se notaba débil, le costaba pensar con claridad y su cuerpo cada vez tenía menos energía…Caminaron hasta la sala de radio, había una linterna iluminando el aparato, se acercaron y Luthor empezó a manipular el aparato, buscaba una frecuencia concreta, una muy especial:
-Debería dejar de intentarlo…No hay nadie al otro lado, vamos a morir t….- Luthor levantó el dedo índice de su mano derecha, indicando al joven que guardara silencio, colocó el dial en el 194.04 y cogió el micrófono: - Action nº 23. – Un agudo pitido respondió a su mensaje, el sonido se alargó durante unos 3 segundos y luego se hizo el silencio, el joven Jonas miraba con cara de extrañado lo que estaba sucediendo: - ¿38°52′16″N 77°03′21″O? – Una voz robótica murmuró unas coordenadas al otro lado del aparato en tono interrogativo:
-Afirmativo. – Respondió Lex con un tono imperativo, luego volvió al micrófono y murmuró: - Activar protocolo hombre de acero. – Un nuevo pitido largo y agudo respondió a su último mensaje, luego se produjeron tres cortas señales que fueron aumentando en intensidad y, finalmente un ruido de interferencias volvió a la radio:
- ¿Qué ha sido eso? – Luthor miró de reojo al muchacho y sonrió: - Nuestro billete de salida. Necesito salir al exterior. – Se puso en pie cuando de golpe algo hizo temblar con fuerza el complejo, una sacudida que hizo que el techo y las paredes se estremecieran, ahí estaba, su paquete.
24 de abril de 2019 03:36 a.m
Retiró la escotilla que comunicaba con el exterior a través del sistema de ventilación, había sido un desplazamiento angosto y claustrofóbico a través de los conductos, el polvo acumulado y lo estrecho de los mismos había hecho que moverse a través de ellos le resultara extremadamente complicado a Lex con su volumen corporal, al salir respiró profundamente cogiendo aire, no le había dicho a nadie a excepción de Jonas a dónde se dirigía, si fallaba en su plan, entonces…Sólo tenía que irse de allí y no habría testigos de su fracaso.
Se arrastró y cayó al suelo, suspiró y se colocó de rodillas para poder observar el panorama, parecía que aquella zona no estaba vigilada pero sólo a unos 500 metros había un grupo de tanques y criaturas terroríficas acumuladas, tal cómo se lo habían descrito, veía el brillo rojo del general Ross suspendido en el aire y, encima suyo, un hombre, aunque era difícil ver nada más debido a la distancia la lógica le decía a Lex que se trataba del instigador de todo aquello, si lograba golpearlo tal vez Ross conseguiría librarse de su prisión.
Observó en la dirección opuesta, un enorme rectángulo de color negro de casi 3 metros de ancho y 4 de alto estaba clavado en la tierra, parecía que no se habían percatado de la llegada del objeto que había sido lanzado por un satélite de Lexcorp después de la comunicación…Se acercó con sigilo hasta el lugar y colocó la palma de su mano derecha en la superficie del objeto:
-Lectura biométrica completa. Alexander Joseph Luthor. – El objeto se abrió cómo si se tratase de un armario, mostrando su contenido…Lex sonrió satisfecho, aquel desgraciado no sabía lo que se le venía encima.
24 de abril de 2019 04:02 a.m
Parecía que la calma había invadido al terrible ejército que aguardaba pacientemente, con todos los días que sus enemigos llevaban allí dentro no quedaba mucho para que ellos mismos dieran el paso de acabar con sus miserables vidas…La oscuridad de la noche se vio interrumpida de golpe por una potente explosión de luz que vino de sus espaldas e impactó directamente con uno de los tanques, haciéndolo explotar en pedazos.
Al enorme ejército no le dio tiempo a reaccionar, algo a toda velocidad salió disparado hacia Garn, y lo agarró, volando a una velocidad vertiginosa y haciendo impactar al mago contra una de las paredes del complejo del Pentágono con fuerza, una humareda de polvo se había levantado en la zona, la armadura de Lex brillaba con fuerza, llevaba su poderoso traje, creado con lo mejor de la tecnología humana, kryptoniana y de Apokolips:
-No sé quien eres o a que has venido. - Luthor apuntó con la palma de su mano izquierda, cubierta por su armadura, al brujo: - Pero te has metido con la persona equivocada. – Su armadura, de color verde y morado brilló unos instantes y disparó un potente rayo de energía de color azul y rápidamente, sin esperar a saber si su rival se defendía o no, se lanzó propulsado hacia él para propinarle un puñetazo.
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Mensajes : 90 Fecha de inscripción : 28/04/2020 Localización : Casa Blanca Empleo /Ocio : Presidente de los Estados Unidos de América Humor : Bueno...Por lo general
Mensajes : 349 Fecha de inscripción : 10/03/2014 Localización : En el último Universo Empleo /Ocio : Cronista Humor : Y, al final, todas las realidades son una...
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- Señor, se han encerrado dentro, han sellado todas las salidas -informó a Garn uno de los demonios.
- Por supuesto, ¿qué otra elección tenían? -replicó él con su habitual prepotencia- . Sus fuerzas están indefensas frente a mi ejército.
- ¿Debemos tratar de forzar la entrada al interior?
- Oh, no... Si lo quisiera, podría derretir sus frágiles muros y hervirlos dentro, pero... ¿para qué? -la mirada del mago se desvió hacia la ciudad que se alzaba más allá del Potomac- . Déjalos que mueran encerrados patéticamente, nosotros tenemos un objetivo más ambicioso que cumplir. Primero Washington, y, en breve, hermano... -sus ojos se alzaron para contemplar el cielo, como si Arión pudiera oírle desde el infierno- . El mundo que una vez fue tuyo, será mío.
El mago se impulsó en el aire y sobrevoló por encima del Pentágono, cruzando el río y el parque Potomac hasta posarse en la cima del Monumento a Washington, la construcción más alta de la ciudad, a 169 metros del suelo. De inmediato, todos los árboles que rodeaban el monumento comenzaron a arder formando un anillo de fuego que rápidamente se extendió por la avenida arbolada que conducía a Union Square, rodeando el Capitolio, la Biblioteca del Congreso y el Edificio de la Corte Suprema, amenazando con extenderse al resto de la ciudad. Una proyección gigantesca de su rostro se alzó en el cielo, visible para cualquiera de los asustados ciudadanos. Cuando empezó a hablar, su voz se proyectó también por toda la ciudad.
- Ciudadanos de Washington, mi nombre es Garn Daanuth y he venido para hacer mía ésta ciudad. Los lamentables necios que conforman vuestra clase militar y política se encuentran aprisionados en el Pentágono, donde morirán como las ratas que son, y todo vuestro potencial armamentístico ha sido destruido. Los elementos se pliegan ante mi voluntad. Yo controlo el agua, el rayo y el fuego -mientras hablaba, el caudal del río comenzó a agitarse con fuerza, formando olas, y una serie de ominosos rayos destellaron tras él a pesar de que hasta hacía unos minutos no había habido ni una nube en el cielo. El fuego crepitó con más fuerza y cerró más su cerco en torno a los edificios oficiales- . Rendid la ciudad o lo único que quedará de vosotros serán cenizas.
Garn alzó un puño al cielo y, de inmediato, el fuego se abalanzó sobre los edificios del gobierno, devorando mármol, cemento, vidrio y ladrillo a una velocidad mucho mayor de la que habría tomado un incendio normal. Por encima del crepitar del fuego, los aullidos agónicos de las víctimas eran perfectamente audibles. Garn sonrió de oreja a oreja al notar los gritos de terror de los habitantes de la ciudad.
- Entregáos a mí y extinguiré el fuego -prometió.
No transcurrió mucho hasta que el Gobernador lanzó un comunicado proclamando la rendición de la ciudad. En ese momento el viento y el cielo parecieron gritar, iluminándose brevemente de manera irregular con un relámpago antes de descargar una intensa lluvia sobre la tierra, mucho más abundante que una lluvia normal, apagando las llamas que amenazaban con consumir la ciudad antes de que llegaran a extenderse más. Por supuesto aquello no habría sido necesario. Al Sumo Mago le habría bastado con hacer un gesto para apagar el fuego, pero quería que los humanos vieran lo que era capaz de hacer para que la rendición fuese completa.
- Que sientan mi poder -musitó alzándose hacia la noche en vuelo- . Y que mi hermano sea testigo de ésto.
A medida que sobrevolaba la ciudad, con sus huestes demoníacas invadiendo calles y avenidas, los humanos se arrodillaban sometiéndose a su merced. Tal espectáculo provocó un estremecimiento de éxtasis en el Mago Loco de Mu. No había nada que le procurase un mayor placer que la conquista a través del miedo.
- La venganza es un plato que debe ser cuidadosamente preparado y paladeado. Tú no sabes nada de eso, cachorro -le había dicho su padre al liberarle de su cautiverio místico en el Mundo Oscuro-. Gracias a que te has mantenido aquí, quietecito y tranquilo en tu prisión, he podido hacerle verdadero daño a Arión. Escucha, te interesará: Su cuerpo fue violado y su alma desgarrada; invertí su moralidad haciendo uso de un antiguo ritual, y le hice traicionar todo cuanto alguna vez juró proteger, destruyendo el legado de su padre. Actualmente se debate en el infierno sometido a indecibles tormentos. ¿Crees que podrías haberlo hecho mejor?
- ¿Y por qué liberarme ahora... "padre"? -había inquirido él, lleno de odio.
- Porque, hijo mío, aún no he terminado de destruirle. Después de pasar los últimos meses escondido en el interior de su gema-corazón he podido averiguar cuáles son sus mayores deseos y anhelos. Mis hermanos y hermanas campan a sus anchas por el mundo, conquistando y arrasando a su antojo. Yo iré a apoderarme de Atlantis, y tú... tú harás lo que mejor sabes hacer. Y aunque Arión esté en el infierno, me aseguraré de que las noticias de la extinción de todo cuanto ama lleguen hasta él. Ahora ven, hijo... te diré lo que has de hacer.
- ¿Lo estás viendo, Arión? -Garn alzó los brazos hacia las estrellas, recordando las palabras de su padre- . Hago llorar al cielo, hermano, y pronto conquistaré este mundo...
24 de abril de 2019 02:45 a.m
En el dormitorio principal de la Casa Blanca, Garn Daanuth recorría con sus labios el cuerpo desnudo de una hermosísima mujer asiática que se estremecía de placer sobre la cama del presidente. La piel del archimago, blanca como la luna, resplandecía por el sudor bajo la luz de las estrellas mientras su musculoso y atlético cuerpo se movía sobre el de ella en una cadencia rítmica y regular que había pensado que nunca podría volver a experimentar. Su hermano, el maldito Arión, le había sellado en una prisión mágica en la que había permanecido durante 45.000 interminables años hasta que el demonio del Mundo Oscuro le había liberado. 45.000 años en los que no había podido disfrutar de los placeres terrenales... y estaba dispuesto a recuperar con creces el tiempo perdido. Fuera, en las calles, sus demonios retozaban con los mortales, que se entregaban a ellos por deseo propio, exudando lujuria, inundando de perversión obscena las anchas avenidas. Eran los efectos de su aura, el aura decadente del hijo de un demonio tentador, que se intensificaba cuanto más tiempo permanecían expuestos a ella. Los gemidos de la mujer llenaban la habitación mientras el mago acompañaba sus embestidas con movimientos expertos de su lengua. Garn era un hombre violento... pero siempre había sabido tratar bien a sus amantes, a las que consideraba como seres débiles e inferiores a él. No había por tanto, ninguna necesidad de ser agresivo con ellas, puesto que no habían de suponerle ninguna amenaza, y siempre podría encontrar un lugar para ellas en su cama...
De repente notó algo... Su Sentido del Peligro advirtiéndole con tanta violencia que experimentó un aguijonazo de dolor en la sien.
- ¿Mi señor? -inquirió asustada la mujer-. ¿Qué... qué ocurre?
Garn se puso en pie, tambaleante, apartándose de ella en dirección a la ventana mientras con una mano se sujetaba la frente dolorida. ¿Qué...? El peligro venía del Pentágono, pero... no había nada allí... Sólo un puñado de humanos encerrados que deberían haber muerto ya... Telepáticamente se puso en contacto con su lugarteniente en el campamento de vigilancia que había dejado con varios de sus demonios para vigilar el Pentágono.´
- ¿S'Net? ¿Todo va bien? - Todo bien, señor. No ha habido ningún movimiento en los últimos diez días.
Pero no había duda... la sensación de peligro permanecía... No podía fiarse de aquellos inútiles sin cerebro... Tendría que ir a comprobarlo personalmente. Poniéndose un simple taparrabos y una capa para resguardarse del frío nocturno salió volando por la ventana en dirección al Pentágono. Comprobó primero que el diamante mágico que mantenía aprisionada a la criatura roja aún se mantenía, íntegro. Milagrosamente la bestia aún seguía viva, aunque muy debilitada. Su resistencia era realmente asombrosa... aunque posiblemente el factor de regeneración que tenían todos los Hulk era lo que estaba impidiendo que muriese, pero eso no podía saberlo el Homo Magi. En fin... lidiaría con eso más tarde. De momento tenía que revisar toda la zona y asegurarse de que...
Un súbito estruendo le hizo mirar a su espalda, donde uno de sus tanques acababa de explotar. Pero... ¿cómo...? No había percibido magia, y no debería haber ninguna arma operativa en todo el estado... Antes de que su cerebro acertara a procesar lo que acababa de ocurrir, algo impactó con él a toda velocidad, arrastrándolo por el aire hasta golpear de lleno contra el Pentágono, creando un profundo boquete en la pared de ladrillo.
Era un hombre... un simple humano embutido en lo que parecía ser una especie de armadura de combate...
-No sé quien eres o a que has venido, pero te has metido con la persona equivocada -dijo, apuntándole con la palma de su mano izquierda. El Sentido del Peligro de Garn pitaba con tanta estridencia que incluso a pesar de encontrarse sin aliento por el impacto reaccionó justo a tiempo, apartándose antes de que el rayo le volase la cabeza. Lo que no pudo fue esquivar el golpe que vino justo después, un golpe impulsado por una potencia diseñada para hacer frente a Superman y que, aunque erró su cara gracias al brusco movimiento realizado para esquivar el rayo, acertó de lleno en su hombro derecho, aplastando carne y hueso con un repulsivo crujido.
- ¡¡¡Aaaaaaah!!! -Garn cayó al suelo, sujetándose el brazo derecho con el izquierdo mientras miraba a Luthor con una expresión repleta de ira-. ¡Morirás por ésto, mortal!
Extendió el brazo sano hacia Luthor y de él emergió un potente rayo anaranjado que impactó en el humano como una bala de cañón, arrojándole hacia atrás. La conmoción causada entre los demonios despertó a un aletargado Ross, el cual, al ver el caos reinante, reanudó una vez más sus intentos de quebrar su prisión mágica, haciendo retumbar las paredes del diamante.
- ¡Toda la tecnología del mundo no te conseguirá nada! -exclamó rabioso el mago-. ¡Soy Garn Daanuth y soy invencible!
Los mismos elementos parecieron responder a su terrible ira, como si se apresuraran a cumplir su voluntad. La noche comenzó a tronar, desatando toda la fuerza de la furia de la naturaleza en la forma de relámpagos. El cuerpo entero de Garn resplandecía en un aura dorada. El mago trató de apuntar hacia Luthor con el brazo sano para dirigir el rayo, pero la mano le temblaba por culpa del dolor, su propio poder inestable a causa de la ira y la indescriptible agonía de su hombro destrozado. Había pasado demasiado tiempo encerrado... demasiado tiempo sin practicar su control sobre los elementos, y ahora estaba empezando a sobrepasarle. Los rayos comenzaron a golpear descontroladamente a su alrededor, desequilibrándole. Uno acertó sobre la estructura ya tocada del edificio, provocando que una lluvia de cascotes cayera sobre su cabeza, golpeándole en la sien. Sólo perdió el sentido unos segundos, pero fue más que suficiente para que el Red Hulk consiguiera hacer estallar su prisión. En cuanto los inmensos pies tocaron el suelo, Ross se abalanzó sobre los demonios poseído por una furia ciega. Garn trató de incorporarse, pero estaba malherido y aturdido. La sangre manaba abundantemente de un feo corte en la sien y el brazo le colgaba inerte en un costado. Imágenes del Hulk Rojo destrozando sus huestes penetraron a través de sus retinas. El humano que le había golpeado se había incorporado ya, y su armadura estaba empezando a iluminarse de nuevo, augurando un nuevo ataque. Garn estaba confuso y desorientado, el golpe en la cabeza le había producido una conmoción cerebral y había perdido el uso de la mano derecha. En aquellas condiciones no podría conjurar ni luchar, pero aún podía hacer una última cosa... una simple llamada telepática.
Cuando Luthor se disponía a disparar de nuevo a Garn, el sonido de unos terribles pasos a su espalda haciendo retumbar la tierra le hicieron darse la vuelta. Ante él, avanzaba una especie de monstruo inmenso, de largos cuernos e interminables patas de araña confeccionadas de hueso. Un brillo rojizo impío palpitaba entre su caja torácica descubierta y resplandecía a través de sus ojos y sus fauces cuando las abrió amenazadoramente, mostrando sus colmillos.
Aprovechando que el humano estaba entretenido con su mascota, Garn se impulsó volando hacia el cielo y, en cuanto estuvo fuera de alcance, se teletranportó de regreso a la seguridad de Atlantis.
Había perdido una batalla... pero la victoria final sería suya.
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Aquel impacto golpeó de lleno a Lex cómo una bala de cañón, la energía que el mago había lanzado le habría vaporizado en un instante de no haber llevado la armadura, salió disparado hacia atrás golpeando el suelo con la espalda y luego siendo arrastrado por la inercia varios metros, dejando un surco en la tierra hasta que logró frenarse clavando los pies en la misma: - Magia…- Murmuró mientras se ponía en pie: - Diagnóstico de estado. –
El traje emitió un ligero brillo morado en las articulaciones: - Diagnóstico completo: Los sistemas siguen operando al 92% de su capacidad. Daño moderado en la zona pectoral. Recomendado evitar más impactos similares. – Por supuesto, ese traje estaba hecho para resistir al hombre de acero…No tuvo tiempo de vanagloriarse, en la distancia su enemigo ya preparaba otro ataque.
Garn brillaba con un aura dorada mientras el cielo empezaba a oscurecerse, había logrado herir su brazo de forma grave y eso parecía haberle hecho enfurecer: - Activar escudo. – En respuesta a su petición, en el brazo izquierdo se generó un circulo de unos 70 centímetros de diámetro semi translúcido que emitía un brillo azulado…Empezaron a caer unos poderosos relámpagos que parecían desgarrar el cielo cada vez que caían, Lex apenas tuvo tiempo para interponer el escudo entre uno que cayó sobre él…Notó cómo parte de la electricidad pasaba a través de la armadura, su escudo estaba hecho para resistir impactos, no era un pararrayos, su brazo quemaba, su hombro ardía…Frunció el ceño, de nuevo su armadura le había salvado de una muerte segura:
-Tengo que acabar con esto. – Emprendió una carrera a toda prisa hacia su enemigo mientras parte de su ejército luchaba por defenderse de los relámpagos que su propio amo estaba lanzando sin control y a la misma vez intentaban abatirle, pero era tarde, él ya estaba centrado en su objetivo, arrebatarle la vida a aquel mago miserable que había tratado de acabar con él…Se propulsó y se lanzó al frente, aterrizando a un par de metros de su enemigo coincidiendo con el rayo que impactó en los restos del edificio y provocó el derrumbamiento, unos cascotes golpearon la cabeza de Garn desorientándolo por unos segundos, lo suficiente para que un poderoso temblor hiciera desestabilizarse el terreno sobre el que estaban…Luthor miró de reojo cómo el general Ross se lanzaba con una poderosa furia contra el grueso del ejército enemigo:
- Se acabó…- Apuntó con la palma de su mano al brujo, en su rostro brillaba una sonrisa de satisfacción, la armadura empezó a brillar, ni siquiera le dedicaría unas últimas palabras, ningún discurso, nada…Haría su trabajo y luego haría una autopsia al cadáver para tratar de aprovechar sus conocimientos…Unos fuertes pasos pusieron en alerta a Luthor, que se giró justo a tiempo para evitar que la criatura le devorase entero…
Rodó por el suelo esquivando sus fauces y se hizo a un lado, mientras se levantaba rápidamente apuntó a la criatura con la palma de su mano y disparó a su espalda, el rayo lanzado pareció no tener un efecto especialmente grande, más allá de enfadar a aquel monstruo…Pudo ver por el rabillo del ojo cómo su presa desaparecía a través de un portal:
-¡Maldito seas! – Notaba la vena de su sien palpitando, el mago había escapado gracias a la intervención, el monstruo se giró amenazadoramente, pero Luthor ya no estaba jugando…Se lanzó con fuerza propulsado hacia la caja torácica de su rival: - ¿Crees que te tengo miedo? ¿Crees que Lex Luthor le teme a alguien? ¡Yo soy el hombre del mañana! – Escuchó el crujir de los huesos de la criatura cuando impactó con los dos puños sobre ella, la fuerza de sus propulsores hizo caer a aquel ser demoniaco de espaldas en el suelo, haciendo temblar la superficie, se incorporó de pie sobre la caja torácica, que estaba dañada y alzó un puño al aire:
-¡YO DERROTÉ AL HOMBRE DE ACERO! – Su puño cayó con fuerza desmesurada sobre el hueso, que volvió a quebrarse, levantó de nuevo el puño: - ¡YO SOY EL LÍDER DE LA NACIÓN MÁS PODEROSA DEL MUNDO! – Se sentía terriblemente frustrado, podría haber liquidado a su enemigo y ahora tenía que conformarse con aquel deforme demonio, su puño impactó de nuevo en el mismo punto, la criatura tembló y chilló de dolor, el hueso se quebró aún más…Ya quedaba poco…Levantó el puño de nuevo: - ¡YO! ¡LEX LUTHOR! ¡Y TÚ NO ERES NADA! – Su puño atravesó el hueso y penetró en el interior de la criatura con fuerza, el monstruo emitió un terrible chillido que resonó por el campo de batalla, cómo un terrible cuerno de batalla que anunciaba su irremediable muerte.
Luthor sacó el brazo del interior mientras jadeaba: - Diagnóstico... – Le costaba hablar, la casi inanición y privación de sueño a la que se había visto sometido durante 10 días, sumado a las quemaduras de su brazo y a la adrenalina le estaban pasando factura: - Diagnóstico de estado. – El traje brilló cómo lo había hecho anteriormente: - Diagnóstico completo: Los sistemas siguen operando al 71% de su capacidad. Daño moderado en la zona pectoral. Daño grave en el brazo derecho. Se detectan quemaduras de tercer grado. Se desaconseja el combate directo. – Miró fijamente el campo de batalla y luego el interior del Pentágono, el general podía cuidarse sólo por ahora, él tenía otra misión.
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Las puertas del recinto que habían sido previamente selladas chirriaron cuando las empezó a retorcer y las retiró violentamente, la gente de su interior, asustados, se habían apiñado en un rincón de la sala, pero al ver que se trataba de Luthor, el alivio se dibujó en sus caras:
- Vamos, síganme caballeros, tenemos una ciudad que recuperar. – Les dedicó una sonrisa y se hizo a un lado, dejándolos salir de aquel zulo que había sido su hogar durante 10 días para que pudieran respirar aire fresco: - Quédense en la entrada, vendremos a buscarlos cuando todo haya acabado. –
La batalla fue encarnizada y dura, sin embargo, el poder del Hulk Rojo sumado a la tecnología de Luthor estaba a un nivel totalmente fuera del alcance de aquellas criaturas: - No tenga piedad general…- Lex hizo un gesto de dolor, su brazo, podía notar la humedad, cómo las heridas empezaban a supurar.
Juntos lucharon sin descanso contra las hordas de enemigos que, inicialmente luchaban con furia y que poco a poco fueron dándose cuenta de su situación, no iban a salir vivos de allí, el valor los abandonó mientras Ross desmembraba y destrozaba a los enemigos y Luthor los desintegraba con los rayos que lanzaba su armadura, la humanidad contraatacaba con dureza.