Livres, alcool et magie(Libre) - 21 de Abril de 2012

París – 2012

- Éloignez-vous idiot! – Un taxi a toda velocidad casi atropelló a un joven que se movía algo confuso con un papel en la mano, el conductor había bajado la ventanilla para insultarle mientras hacia un gesto de amenaza…Lo cierto es que el joven no había hecho nada malo, estaba cruzando el semáforo que había entre Boulevard Saint – Germain y Rue de l’Ancienne Commédie y el vehículo se le había echado encima, bueno, tal vez lo hubiera cruzado en rojo…

Un joven Edward caminaba a toda velocidad ensimismado en la nota de papel que llevaba en la mano, sus facciones no estaban muy marcadas, no había signos de cansancio en su rostro, en el cuál asomaba algún pelo, era joven, 21 años y ya se había lanzado al mundo a experimentar y aprender, sus padres le habían incitado a ello, así que había decidido viajar a Europa, moverse por los barrios del esoterismo del viejo continente y extraer todos los conocimientos posibles de su experiencia…Tenía claro que no quería ser un tipo ordinario, no quería vivir una aburrida vida sentado en una oficina, no, él seguiría el negocio familiar, la magia, y sería el mejor.

Spoiler:

Continuó por Rue de l’Ancienne Commédie hasta detenerse delante de una bifurcación que daba a dos calles, se ajustó la cazadora de piel marrón que llevaba puesta, hacía algo de frío, miró el papel en el que se detallaban indicaciones de como llegar a su destino, sonrió y lo guardó dentro de su pantalón vaquero, sus zapatillas deportivas blancas sonaron con suavidad contra el asfalto cuando se encaminó hacia Rue de l’Odéon , ya estaba cerca de su destino:

- Si quieres empezar en este mundillo…- Su padre Jack le miraba algo serio desde la mesa del comedor, dos semanas antes de marcharse, su mostacho rubio estaba algo contraído: -…Y que conste que no estoy de acuerdo…Deberás viajar a París, allí tenemos un amigo que sabrá ayudarte a dar los primeros pasos. –

Sus padres siempre habían querido que se alejara de esa vida, que se convirtiera en un abogado, un médico…Una de esas personas que cuando han cumplido los treinta años no tienen más que un saco de arrepentimiento a las espaldas y recuerdos de su juventud para consolarse, él viviría quemando los días cómo si fueran el último en la Tierra, le escupiría en la cara al destino y se reiría del tiempo…Y nadie podía impedírselo.

Se paró delante de la Librairie De L'Inconnu y miró el interior a través de los ventanales de la misma, lo cierto es que no se veía demasiado espectacular, entró y la puerta hizo sonar unas campanas que había encima del marco de la misma, anunciando la llegada de un cliente:

- Bonsoir! Comment puis-je vous aider, jeune homme? – El gesto de ignorancia de Edward debió ser muy claro en su cara, porque el dependiente, un hombre de unos cuarenta y pocos años, con una barba castaña larga y el pelo del mismo color recogido en una cola de caballo, puso los ojos en blanco y murmuró: - Le moins que vous puissiez faire si vous voyagez en France est d'apprendre la langue. – Suspiró y salió del mostrador, examinó a Edward de arriba abajo: - ¿Buuuuscaaaaas aaaaalgooooo joooveeeen? – El hombre le preguntó en un inglés con un acento francés muy marcada, arrastrando las vocales como si Johns fuera imbécil y no le entendiera: - Busco el…- Sacó el papel que había guardado en su pantalón y leyó: - Introduction à la magie et autres illusions – Volumen 2 – Edición de 1986 – De Jean Eugène Robert-Houdin. – El dependiente le miró con sorpresa ante aquella respuesta, levantó los hombros y le hizo un gesto para que le siguiera.

Se adentraron entre los estantes de la tienda, no había muchos clientes, la mayoría estudiantes que cuchicheaban mientras examinaban los tomos que había allí, una biblioteca sobre lo esotérico no solía ser común, pero el verdadero negocio de aquel lugar no estaba en los libros, se detuvieron ante una puerta en la que rezaba un cartel de ’privé’ , el hombre murmuró algo en francés y abrió la puerta, estaba oscuro, parecía una especie de almacén: - Oiga ¿Qué es esto? – El joven protestó mientras el otro le metía de un empujón, se agitó asustado mientras el dependiente cerraba la puerta, y entonces se hizo la oscuridad.

Edward no sabía decir si estuvo allí mucho rato o no, tal vez fueron segundos, tal vez horas, de repente empezó a llegar a sus oídos un ruido de música que no acababa de ubicar muy bien, sonaba algo apagada, a sus espaldas…Se giró y vio una gran cortina donde antes había oscuridad, la corrió y ante sus ojos se dibujó algo maravilloso:

- Guau…- No pudo evitar lanzar una expresión de admiración, a su izquierda y derecha se disponían mesas con asientos aterciopelados de color morado en los que estaban sentados todo tipo de criaturas, algunos bebían, otros comían, otros simplemente charlaban animadamente con sus compañeros o compañeras.

Se adentró en el lugar, en medio, a unos 5 metros de él había una barra enorme en la que había sentadas bastantes personas, y, al fondo del bar, un escenario en el que tocaba un grupo de música, sonaba muy bien, una especie de canciones marineras con un ritmo moderno.



Edward caminó hasta la barra y la camarera, una mujer especialmente atractiva con el cabello blanco y la piel morada, tenía unas curvas cómo esculpidas y unos senos generosos, iba vestida con unos vaqueros y una camiseta de tirantes verde, le miró fijamente con intensidad con unos ojos rojos que destellearon: - Quieres un Cocktail Luna llena… - Susurró mientras empezaba a coger una botella que tenía en un estante en el techo: - Si cariño, te he leído la mente, y si, anatómicamente soy una mujer, puedes comprobarlo cuando acabe mi turno. – Le guiñó un ojo y le extendió la copa.

El chico cogió su vaso desconcertado, todo aquello era nuevo para él, había visto magia y cosas raras, pero aquella escena le descolocaba, se acercó a una mesa que estaba vacía y se sentó observando a su alrededor:

- Vamos ¿Dónde estás? – Según sus padres, si seguía esos pasos y pedía el Cocktail Luna Llena, ‘su amigo’ vendría en su búsqueda y le ayudaría con lo que estaba buscando.

Edward observaba a su alrededor con calma, intentando no parecer especialmente asombrado por cada detalle nuevo que descubría, había leído mucho sobre magia, incluso, habría jurado que en algún pasaje de algún libro se mencionaba aquel bar, pero verlo plasmado en unas páginas no tenía nada que ver con experimentarlo en sus carnes, notaba una especie de euforia que le recorría el cuerpo desde los pies hasta la cabeza, como un adolescente el primer día que llega a un nuevo instituto, estaba cargado de ilusiones y preguntas…

Se recostó en el asiento y miró la bebida que la camarera le había preparado, lo cierto es que tenía un aspecto asqueroso, parecía un batido de color morado con un extraño brillo plateado en la superficie: - Cocktail Luna Llena…Je. – Sonrió al haber entendido lo evidente del nombre, como si fuera un gran detective que ha resuelto un caso muy difícil, cogió el vaso y con cierto recelo lo olfateó antes de dar un copioso trago.

El gusto fue muy desagradable, tanto que casi le hizo escupir ¿De que estaba hecho eso? Tenía gusto a fruta agria y licor de hierbas, dejó el vaso en la mesa con una mueca en la cara, era asqueroso ¿Quién podía beber algo así? Tal vez la camarera le hubiera gastado una broma…Iba a ponerse en pie para comentarle el asunto a la mujer y tal vez coquetear un poco con ella cuando algo le aterró de tal forma que le dejó plantado en su asiento.

Del cuerpo de la mayoría de clientes del bar empezó a emanar una especie de espíritu, un fantasma de ellos mismos…Esas cosas se movían con lentitud y se lamentaban en voz alta, cuando se dieron cuenta de que Edward las veía empezaron a dirigirse hacia él, que, con horror, no pudo hacer más que balbucear en su asiento: - Y-Yo ¿Qué es esto? – Edward no tenía ni idea de lo que estaba pasando ¿La bebida estaba envenenada? ¿Era parte de la magia del bar? Miró a su alrededor mientras esas cosas se acercaban a él, nadie más parecía haberse percatado de la presencia de los fantasmas:

- Ayúdame…Esa zorra me ha puesto una bebida que no he pedido…- Le murmuró la figura encapuchada mientras intentaba agarrarlo, al igual que el resto, sus voces retumbaban en los oídos del chico:

-M-mierda…- Edward se tiró al suelo para evitar que le tocasen y se arrastró un metro para alejarse ¿Qué demonios pasaba? Se puso en pie, la gente que había en el bar le miraban con cara extraña, sin entender bien que estaba haciendo:

-Por favor…Yo no quería hacerlo…- La figura espiritual de un hombre rubio y repeinado le dio alcance, agarrándolo por los hombros y zarandeando su cuerpo: - ¡YO NO QUERÍA! – Su voz penetraba con fuerza los oídos del joven Edward, llegando hasta su cerebro dónde retumbaba con violencia sin parar, aquellas voces eran como tener un tambor repicando en su cabeza sin parar:

- Dejadme en paz joder, que os den por culo. – Fue la respuesta de Johns mientras se deslizaba de espaldas sin mirar a dónde iba, tratando de escapar de aquellas cosas: - Mierda, mierda…- Trataba de recordar cada página, cada párrafo y cada línea de los libros que había leído para ver si, por suerte, encontraba algo que pudiera a salir de aquello, su espalda chocó contra la pared del local mientras aquellas cosas se acercaban a él: - Joder…Mierda…Esto es una puta pesadil…- Antes de acabar la frase se quedó callado, con un semblante serio, una pesadilla…Abrió mucho los ojos y entonces sonrió, claro, si solo el podía verlo, entonces…

Miró las figuras que ya estaban a un palmo de él, observó a la gente del bar, que seguía a lo suyo…Si solo él podía ver esas cosas, probablemente se tratasen de algún tipo de truco o ilusión de alguien:

- Vale…- Suspiró mientras cerraba los ojos, si eran una ilusión, eso quería decir que no eran reales, y, por tanto, no podían hacerle ningún daño…Cerró sus ojos con fuerza y se concentró en una sola idea, esas cosas no eran reales, no existían, solo estaban en su cabeza…Solo tenía que cerrarle la puerta al cabrón que estuviera haciendo todo aquello…Solo tenía que dejar la mente en blanco…O eso creía.

La oscuridad y los oídos taponados no era más que un triste intento de luchar contra las figuras que le suplicaban ayuda ¿Qué podía hacer él? Nada, se sentía impotente e inútil, indefenso ante la primera manifestación de magia real que se había encontrado en su viaje…Una voz se impuso entonces contra las súplicas y lamentos, Edward abrió los ojos y vio un anciano, de pie, plantado delante suyo, caminando hacia él, ignorando con firmeza los espíritus que suplicaban por su ayuda:

-¿Qué está pasando…? – Murmuró el joven en un susurro apenas perceptible, su voz estaba quebrada, no era miedo lo que sentía, le movía más la curiosidad y querer entender lo que sucedía, lo que le aquejaba era la incerteza de no saber que estaba sucediendo: - ¿Quién eres tú…? –

El aspecto del hombre bien podría haber pasado por el de un trilero de la calle, uno de esos ancianos que parece que han llevado una mala vida y han cometido muchos errores, y es probable que lo hubiera hecho…Y a pesar de eso también transmitía nobleza y sabiduría en su andar, firmeza y poderío…Los ojos de Johns se iluminaron de admiración ¿Quién era ese hombre?

El anciano ya estaba cerca de Johns, se acuclilló junto a él y le miró: - Dime, chico… ¿Te queda corazón para ayudar a esta gente? – El hombre esperó una respuesta con un aire interrogativo en la mirada ¿Acaso le estaba midiendo? Edward miró a las figuras que suplicaban y pedían ayuda ¿Siquiera merecía esa gente ayuda? Habían admitido hacer cosas horribles ¿Por qué iba él a solucionar esos problemas que ellos mismos habían provocado? Miró los espíritus, miró al anciano, luego miró a su alrededor, su mirada se fue directa a los ojos del anciano y frunció el ceño:

-Por mí esta gente se puede ir a tomar por culo. - Se quitó los dedos de las orejas y se irguió con firmeza: - Que os den, yo he venido aquí a aprender magia, no a solucionar vuestros problemas. -