Troublemaker (Gwen Stacy) [23/24-03-2018]

Habían pasado trece días desde el que la prensa había dado en denominar "Efecto Omega". El mundo entero había cambiado tras la Colisión, y, sin embargo, algunas cosas permanecían igual. Inmutables.

Ciudades nuevas habían surgido de la nada, otras se habían destruido. En las ciudades más importantes, como Nueva York, habían aparecido de la noche a la mañana edificios donde antes no había nada. Pero Chicago apenas había cambiado.

Desde la terraza de la Dreamcatcher Company el perfil del Skyline continuaba siendo prácticamente el mismo, las diferencias demasiado leves como para ser apreciadas desde tan alto.

A Elian le gustaba observar su ciudad desde las alturas. Como el depredador que era, disfrutaba visualizando las incontables presas potenciales que se desplazaban ajenas a su presencia a sus pies, como inconscientes conejos desconocedores de la cercanía del zorro. Su despacho contaba con un generoso ventanal que ofrecía vistas inmejorables de la ciudad y el glorioso lago Michigan, pero en noches tranquilas como aquella le gustaba subir a la terraza desierta para gozar de una mejor panorámica de la ciudad iluminada.

Un elegante reproductor de mp3 inalámbrico ofrecía la banda sonora a aquella majestuosa visión de la mano de las evocadoras notas de los trabajos a piano del genial artista contemporáneo Craig Armstrong. Por eso no pudo escuchar inicialmente los obvios sonidos del bote de spray que la saboteadora, también inmersa en su propio mundo musical, realizaba cada vez que ejecutaba una nueva pincelada de su improvisada obra maestra en la valla publicitaria de la compañía, a tan sólo unos metros por encima de su cabeza.

No podría saber con exactitud qué le hizo mirar hacia arriba. Los lugares y personas que irradiaban una alta creatividad tendían a ejercer un efecto magnético sobre él. Podía... percibirlos, como el tiburón que es capaz de detectar el olor de la sangre de su víctima incluso a media milla de distancia. Para Elian la creatividad se medía como un brillo cálido que delataba la intensidad de la energía vital de la presa, y, por tanto, la calidad del alimento. Fue aquella agradable calidez, como la caricia del sol en un día de primavera, la que le hizo alzar la mirada.

La muchacha iba vestida de negro en un estilo que no fue capaz de definir pero que le resultó original y creativo en sí mismo: conjunto de manga corta y minifalda con cinturón ancho, un dragón oriental bordado en el pecho, un jersey a rayas horizontales negras y blancas debajo, medias de rejilla que le llegaban hasta más allá de la mitad del muslo, botas de corte militar y un collar de púas en la garganta.

El graffity que estaba haciendo encima de la publicidad de su empresa era de por sí una obra de arte, no por el dibujo en sí, que no eran más que letras que para él no tenían ningún sentido, sino por el diseño y la prodigiosa y llamativa mezcla de colores y texturas.

Elian abrió la boca, sorprendido. En su mundo estaba acostumbrado a moverse entre artistas, pero hasta ahora jamás se le había ocurrido pensar que los graffitys podían también ser considerados obras de arte.

En silencio se dirigió a la estructura sobre la que se levantaba la valla publicitaria, un entramado de metal que se elevaba unos dos metros por encima de donde él se encontraba. Al reparar en la altura y los potentes focos Elian no pudo menos que asombrarse ante el descaro de aquella muchachita que no debería tener más de veinte años. ¿Cómo había sido capaz de llegar hasta ahí arriba en primer lugar? La Dreamcatcher estaba cerrada a aquellas horas, el acceso a la terraza asegurado con llave y además había guardias de seguridad en el edificio. Tratándose de un rascacielos el acceso por el exterior quedaba descartado, así que ni siquiera se molestó en tratar de buscar cuerdas. Ningún humano corriente habría podido escalar tanta altura sin los mecanismos de protección adecuados, y menos llevando aquella ropa.

Tratando de hacer el menor ruido posible trepó por la estructura hasta llegar a la espalda de la chica, y, acercándose al oído que no estaba cubierto por el auricular del casco, le susurró, con su cálida y aterciopelada voz:

- No se puede negar que eres osada... Te gusta causar impresión... ¿no es cierto? Bueno... lo has conseguido.

Desde la colisión inmensa había dedicado todos mis esfuerzos a ayudar a mi ciudad, especialmente a mi barrio, a recuperar un poco de normalidad. Mi encuentro con Venom, con Zoey y con otro tipo de criaturas habían despertado la curiosidad científica que podía tener por saber qué mierdas nuevas habría traído consigo esta especie de catástrofe físico-cuántico. Era como si dos realidades luchasen por abrirse paso en un solo planeta, y eso había provocado catástrofes inmensas, en el metro, a pie de calle, entre los propios ciudadanos… Por mi parte, salvo los estragos en la universidad y que tanto mi padre como yo estábamos el doble de ocupados, no había tenido por el momento mucha complicación. Salvo tener que quitarme el piloto automático a la hora de volar, porque mis edificios no eran los mismos y acostumbrada a confiar en lo que había, casi me pego una hostia tremenda el primer día.

Estando el mundo como estaba, el nuevo representante de las MJs (que yo aún no lo sabía, pero era una sucia alimaña rastrera) pensó que sería positiva una gira para que el grupo supusiese algo “positivo en medio de todo este caos, una luz al final del túnel para los ciudadanos” blerg… Odiaba el marketing, odiaba la publicidad, odiaba todo lo que tuviese que ver con ser una rata aprovechada y convenida.

Así que cuando viajamos a Chicago para tocar, una noche salí a dar una vuelta, con botes nuevos en la mochila y muchas ganas de dejar huella en esa ciudad que parecía tan monótona y metálica. Fui trepando poco a poco por los edificios, como era costumbre, hasta llegar a los rascacielos más altos. Apreté los cascos para asegurar que se quedaban en su sitio y me fui deslizando con suma calma, hasta que lo vi… Un cartel publicitario, inmenso, conceptual, de nosecuantísimas pulgadas por nosecuantísimas pulgadas. Virgen por completo, gritando “¡GWEN! ¡AQUÍ! Mírame, ¿Vas a dejarme bajo la luz de estos focos triste, sola, en blanco y negro?” Así que agité los botes y empecé a darle caña. Tenía ganas de dejar huella, de vengarme contra la industria de la publicidad y de relajarme un poco así que… No tendría nada de malo.

Salvo por el escalofrío que recorrió mi cuerpo cuando escuché una voz en mi oído que hizo que me estremeciera de pies a cabeza y la piel se me pusiese de gallina. Me giré a toda prisa. El sentido arácnido me dio la punzada tarde, abrumado por la música. Conecté con un hombre adulto, pijo y con pasta parece. Sus ojos azules se clavaron en los míos como si pudiese leer hasta mi carné de identidad con un vistazo fugaz. Volví a estremecerme, boquiabierta sin poder dejar de mirarle. Tragué saliva. Ese hombre era… increíble. El Christian Grey con el que toda ama de casa sueña chocarse en el super. Pero mucho más guapo y con una voz que había acariciado mis sentidos.

Agité la cabeza y solté el bote, que cayó rebotando en la estructura metálica hasta el suelo de la azotea. Agarré mi mochila con una mano, manchándola en el proceso por la pintura que tenía en los dedos de la mano derecha y apoyando un pie donde tenía apoyado el culo, me impulsé para salir despedida en dirección contraria al hombre misterioso, pero noté un agarre a la altura de mi muñeca izquierda. Chasqueé la lengua y volví a encontrarme con su mirada, esta vez con el ceño fruncido.

Este tío era el magnetismo personificado. La lógica me gritaba que corriese, que estaba en problemas, que me librase de un tirón sin hacerle daño y echase a correr por la escalera de incendios, si es que en Chicago también eran obligatorias y tenía la suerte de tener en este edificio. Sin embargo era extraño cómo el aura de este...dios en La Tierra…. ¡GWEN CÉNTRATE!
de cómo el aura de este hombre me embriagaba. Como el olor a gofres y a chocolate caliente en un paseo frío de Enero. Estaba segura de no haber estado en presencia de un hombre así, jamás. Se me secó la boca, intenté tragar saliva y me quedé petrificada mirándole, con la respiración acelerada, el corazón a punto de salirse del pecho y el abdomen completamente comprimido por los nervios. No sabía qué me estaba pasando, qué hacer ni cómo reaccionar.
-Déjeme ir…- dije en contra de mis instintos. ¿¡PERO QUÉ MIERDA ME ESTÁ PASANDO!?

Era como si simplemente tener su atención encima fuese un regalo de Dios. Gwen, hola, aquí tus neuronas, espabila. Sólo es un tío. Un tío que te ha pillado. Un tío que igual te denuncia. Porque además has hecho el cartel de las MJs, tonta, que eres tonta. -Por favor- intenté decir con más firmeza y volviendo a fruncir el ceño, aunque… no resultó creíble a nadie. Ni a él, ni a mí, ni al grafitti, ni al apuntador…

Tienes que pirarte YA.

- Nada de eso, señorita... No es tan fácil -negó él, sin disminuir un ápice la fuerza del agarre cuando ella le pidió que la dejara ir-. Acabas de estropear una valla publicitaria bastante cara que se encontraba dentro de una propiedad privada. Entenderás que no puedo dejarte ir sin más... ¿verdad?

A pesar de sus palabras, su expresión era dulce, su tono de voz, suave y su sonrisa, tranquilizadora. La joven pudo notar cómo el agarre sobre su brazo se aflojaba un poco, hasta el punto en el que ella podría soltarse si quería con un simple tirón.

- Vamos a hablar ésto, ¿vale? Acompáñame a mi despacho... Por favor. Estoy seguro de que encontraremos una solución satisfactoria para ambas partes.

Diciendo ésto, la soltó y se dirigió a la puerta que conducía al interior del edificio, volviéndose en el umbral para esperarla con una sonrisa invitadora. Estaba claro que ella podía irse si quería, pero él parecía esperar que no lo hiciera, expresando una total confianza hacia ella... o, quizás, hacia su propia capacidad de persuasión.

El hombre la guió hacia su despacho, que se encontraba cerca de la puerta de la azotea, en la última planta del edificio. Entró dentro y dejó la puerta abierta.

- No es preciso que la cierres -le indicó a la mujer-. No quiero que te lleves la impresión equivocada, o que te sientas acorralada.

De ésta manera la joven sabría que podía marcharse en cualquier momento y no tendría que temer por lo que pudiera pasar al encerrarse en una habitación con un perfecto desconocido.


El despacho del empresario era sencillo pero acogedor. Un enorme ventanal que ocupaba toda la pared frontal presidía la habitación ofreciendo unas vistas espectaculares de Chicago y el río. Frente al ventanal se encontraba el escritorio y, delante, un cómodo sofá con dos sillones para tratar asuntos de negocios de una manera más confortable. Algunos cuadros abstractos decoraban las paredes ofreciendo un estilo moderno y minimalista.

Elian se quedó de pie, apoyado contra el escritorio, y le ofreció tomar asiento donde quisiese.

- Bien... No hemos tenido el placer de presentarnos... Mi nombre es Elian Iquelo, y, como imagino habrás deducido, soy el presidente de ésta compañía. ¿Cuál es el tuyo?

Después de esperar un momento a que ella se presentara, el empresario continuó:

- Pareces muy joven... ¿qué edad tienes? No me gustaría presentar cargos por una simple muestra de expresión y rebeldía adolescente. Normalmente las penas por daños a la propiedad suelen conllevar una multa para cubrir los gastos de la limpieza o trabajos en beneficio de la comunidad, pero consideraría un delito en sí mismo castigar el arte -se quedó mirando pensativo a la muchacha-. ¿Qué son "Las Mary Janes"? ¿Es el nombre de un grupo? -inquirió, intrigado-. ¿Cómo has conseguido subir hasta la terraza? Me consta que el guardia de seguridad no te ha permitido entrar.

Jooooder Gwen, lo tuyo es increíble. Podrías darle un tirón y pirarte. Así de simple. Pensaría que tienes demasiada fuerza y ya, ¡No sospecharía nada!
Puede buscar el grafitti de la pared…. Aunque podría pensar que eres una fan.
Le duraría dos telediarios en cuanto buscase fotos o vídeos en las redes…. Pfff…M-I-E-R-D-A-
Volvió a venirme el agobio a la cabeza, los martillazos de estrés, el manager encabronado, MJ gritando…

-. Acabas de estropear una valla publicitaria bastante cara que se encontraba dentro de una propiedad privada. Entenderás…- mierrrrrrda. Tragué saliva y le miré con el corazón acelerado y las mejillas con un rojo que parecía que iba a explotar. Se veía incluso con la iluminación de noche de los focos. Tío, ¿No tengo dinero, qué coño hago?

Y entonces fue cuando le miré a los ojos… Esos ojos decían más de mí que de él. Me despertaba curiosidad, me resultaba terriblemente dulce y a la vez firme y autoritario… Era como un juego en el que yo tenía que tenerle contento y él podría premiarme o castigarme por ello… Y antes de pensar en ello ya me gustó. Si era posible, me sonrojé aún más y se me secó todavía más la garganta. Carraspeé. Quise explicarle que no tenía dinero, que mi grupo no podía hacerse cargo, que me ofrecía a limpiarlo, a pintar por encima lo que él quisiese… Pero sólo me salió mirarle a los ojos y respirar entrecortado. Ese hombre… era EL hombre. Me empezó a hormiguear la parte baja de la tripa. ¿Nervios, excitación, mariposas? Algo de eso debió ser, pero el crush que tuve con este tío no lo había vivido en la vida. Hasta tal punto, que cuando relajó su agarre me resultó decepcionante.

-Estoy seguro de que encontraremos una solución satisfactoria para ambas partes.- No me jodas… ¿Era abogado? Hablaba como un puto abogado… Ay..no por favor por favor. Deja que me vaya o no me dejes ir nunca pero no me pongas esta tensión de por medio que me pongo muy nerviosa y digo gilipolleces y…

Y ahí estaba. Con una sonrisa preciosa y la puerta abierta. Seguro, SEGURO que era muy mayor para mi. Y SEGURO que a mis piernas les importó poco para temblar igualmente. ¡Ah ya lo pillo! Me había quedado sobada y esta era la típica fantasía donde el tío del anuncio de batidos de proteínas se acostaba contigo y al día siguiente te hacía tostadas francesas para desayunar y se acordaba de tu nombre.

Peeero no. Ese despacho era real. -No quiero que te lleves la impresión equivocada, o que te sientas acorralada- ¿¡ESE HOMBRE ERA REAL!? ¿Qué hacía perdiendo su tiempo conmigo? ¿Tanto le importaba esa estúpida valla publicitaria? Me giré con el pomo en la mano y aun así la cerré. ¿Sabes esta sensación de meterte en la boca del lobo y el escalofrío que te da pero como que te da tanto gustito que lo volverías a hacer? -No, está bien… Con llegar mañana a donde tengo que llegar me vale- Total, que cerré la puerta. Cuando me di la vuelta observé el ventanal. Las vistas eran casi similares a las que veía cuando volaba con libertad y podía columpiarme en paz… Pero en un remanso de paz, tranquilo y completamente seguro. Decidido, cuando me independizase, tendría un piso alto con azotea.

-soy el presidente de ésta compañía. ¿Cuál es el tuyo?- Ah no. Ah no no. Esto sí que no. Lo de ser la favorita de Dios y que justo el presidente forradísimo de pasta, guapo, alto, deportista, amable y considerado se fijase en ti sí que no. ¿En qué tipo de realidad paralela había aparecido? ¿Acaso el mundo había vuelto a colapsar?-Gwen- dije mientras me sentaba, a punto de cruzar las piernas bajo los muslos, pero me saltó la voz de mi padre como un Pepito Grillo mal programado. - Preséntate con tu nombre completo, ¡y no se te ocurra poner los zapatos en el sofá!- Así que cambié el amago de sentarme así por sentarme con los pies en el suelo y las rodillas juntas. - Gwendolyne Stacy… un placer conocerle señor Iquelo- carraspeé de nuevo y busqué una excusa para quedarme en silencio. Odiaba las formalidades, pero si mi padre me saltaba a la cabeza era como un teniente del ejército al que no podía desobedecer. Respiré hondo y me concentré en mis músculos, tratando de ir relajándolos poco a poco.

-Este Junio cumplo 20- Sí, estaba ansiosa. La fase de los 18 a los 21 era INFERNAL. El resto del mundo podía hacer lo que quisiese, ya eran considerados adultos y en Estados Unidos eras un adulto al que el resto de gilipollas se empeñaban en tratar como un crío de teta. Pero lejos de eso, valoró lo que hice y me preguntó por ello, dando por hecho que era una expresión de… arte…

Vamos a ver, vamos a ver que no me entero. Recapitulemos un pelín. Atractivo, guapo, alto, deportista, empresario de éxito, CEO, sensible, arreglado, con una voz y una cara esculpida por los ángeles, considerado… Y VALORABA EL PUTO GRAFITTI Y TENÍA SENTIDO DEL ARTE.

Mi cara no pudo ocultar la ilusión y al fascinación cuando remarcó eso. Osea, no puedo. De verdad, ¿quién se resiste a este tío? Tenía que ser mentira. Ya está, había respirado demasiado gas del spray o algo de eso.

Cuando se lanzó con la adivinación de qué mierda eran las MJs delaté mi respuesta cerrando los ojos con fuerza y frunciendo la boca. Asentí un par de veces y dejé caer la cabeza. Por si ya lo había dicho pocas veces… Mierda. -Del mío… en concreto- me froté la frente, luchando de verdad por relajarme pero las consecuencias se me abalanzaban a la cabeza. Aunque… había dicho que no quería denunciar. Eso me tranquilizó. Sólo yo tenía problemas, no las MJs.

Mierda, preguntita de turno. Joder espero que no tuviera cámaras en la azotea… ¿Tenía cámaras? En América las azoteas no tenían cámaras…¿Chicago sí? -Hago parkour. Se me da bastante bien y me he acostumbrado a hacerlo en sitios altos…- dejé caer mis hombros y empecé a juguetear nerviosa con mis propias uñas, manchadas de los colores del mural. -Oiga de verdad que lo siento, yo me encargaré, puedo volver a pintárselo por encima, incluso dejarlo como estaba pero pintándolo. Puedo intentar limpiarlo con disolventes o… no lo sé... Pero… Yo me encargo- Por favor que no avise a nadie… Si se lo dice a los de seguridad harían que fuese a buscarme el manager, si avisa a la policía mi padre se entera, si me denuncia me jode viva porque estoy pelada…

Por favor Elian Iquelo, hombre de hombres, ángel celestial entre los vivos… Puedes, además de todo eso… ¿Ser un amor de persona y dejarme ir sin consecuencia?

Para Gwen, cautiva en el hechizo del íncubo, Elian Iquelo podía parecerle el perfecto prototipo del galán romántico, pero la realidad era que los ojos con los que el castaño seguían cada uno de sus pasos no eran los de un caballero, sino los de un lobo hambriento que analizaba cada mínimo gesto que pudiera revelar algo acerca de la personalidad de la rubia.

-No, está bien… Con llegar mañana a donde tengo que llegar me vale.

Ésta frase le hizo enarcar una ceja. ¿Qué quería decir exactamente? ¿Que no le importaba lo que pudiera pasar siempre y cuando volviera a salir por la puerta después? Hmmmm... Era atrevida... Pero como siempre, la falta de empatía de Elian le causaba problemas a la hora de interpretar las palabras y gestos de los humanos, así que prefería no arriesgarse a realizar un acercamiento que pudiera verse como inapropiado y tirar por la ventana la confianza que parecía haberse ganado. Como todo depredador, sabía que era preferible ser paciente y esperar antes que precipitarse en un movimiento torpe que pudiera hacer huir a la presa.

Vio cómo se acercaba al ventanal, observando las vistas con admiración y apuntó mentalmente las cosas que había averiguado de ella: le gustaban las alturas, los colores intensos y era atrevida... También espontánea, a juzgar por cuál fue su primer impulso a la hora de sentarse. Aún no tenía 21, y eso podía ser un obstáculo, porque no podría utilizar el alcohol como excusa para adormecerla. Bueno, lo único que significaba era tendría que esforzarse un poquito más, y a juzgar por lo que dijo justo después, iba a merecer completamente la pena... No pudo evitar que se le iluminaran los ojos al enterarse de que tenía un grupo de música propio.

- Oh... ¿de verdad? -inquirió, tratando de que no se le notara demasiado el interés.

La chica se puso nerviosa, claramente pensando en las consecuencias que podría tener para su grupo, que no debería ser demasiado conocido, si un empresario poderoso como él resolvía tomar medidas por aquél acto de vandalismo, y empezó a disculparse compulsivamente hasta que él la interrumpió con un gesto amable.

- Gwen... tranquila. No voy a denunciar. Te daré margen para que te ocupes tú misma de arreglar la valla publicitaria -además, eso le daría la oportunidad de seguir viéndola y conocerla mejor...-. A cambio, sólo te pido una cosa: que me dejes conocer a tu grupo y presenciar una actuación en directo. Me interesa saber si son todas tan talentosas como tú... ¿qué instrumento tocas? ¿La guitarra? ¿O eres la cantante? Mmmmm... Si veo que hay potencial, quizás podría hablar con vuestro manager para ocuparnos del marketing del grupo desde mi empresa, ¿qué te parecería?  

El anzuelo había sido lanzado. Sólo faltaba ver si picaría.

Por algún motivo el CEO de la multimillonaria compañía…. ah…. Mierda, Gwen ¿Qué ponía en el cartel que has tapado? Dream… dream… Algo. Tenía que ver con los sueños. ¿A qué se dedicaba? Le sonaba haber visto un anuncio en Youtube pero…

Bueno, como sea…

Ese tipo había conseguido que me relajase y la verdad es que a pesar de todo estaba tranquila. Contaba con el sentido arácnido si el tipo demostraba intenciones erróneas y claro que estaba alerta pero siempre podía romper ese ventanal y…¿volar? No, desvelar su identidad a alguien que podría querer hacerle daño no era una opción. Teniendo en cuenta que seguramente hubiese cámaras tampoco estaba muy dispuesta a la opción del palizón y si me paraba a pensar… No había opción buena. Así que sólo permanecí allí disfrutando la nueva vibra que parecía buena.

Suspiré a pleno pulmón cuando me dijo que me dejaría encargarme. ¿Es un coñazo? Si  ¿Iba a perder tiempo? Si ¿Era mejor que hacer pagar a las MJs con una denuncia? Muuuucho mejor. -Gracias…- añadí una última vez mirando al suelo.

La siguiente petición me desencajó la mandíbula y lo transparente de mi cara dejó plasmada una cara de imbécil que casi no se aguantaba. -¿Cómo?- ¿Quería conocer al grupo? -Ah… la batería..- carraspeé - La batería- respondí con más firmeza. -Cantar no es para mi.. hago algún coro pero.. sin más- me encogí de hombros mientras buscaba en mi móvil un vídeo oficial de nuestro último concierto. Así al menos tenía la excusa de dejar de mirarle unos segundos y despegarme de esa tensión tan… rara que había en el ambiente. Parecía que se fuese a escuchar cómo tragaba saliva. ¿¡ACABABA DE OFRECERSE A LLEVARNOS EL MARKETING DEL GRUPO!?

A ver si me entero, pinto un mural en una empresa en medio de Chicago y consigo un representante del grupo en Marketing…

-Ah… ¿Si? Quiero decir… No entiendo cómo ha pasado esto ni qué presupuesto tienes, pero si vienes al concierto haré que hables con McKenzie, creo que puede entusiasmarle la idea…- parpadeé perpleja. De verdad que no comprendía en qué clase de utopía ciberpunk era esa, pero por una vez las cosas eran fáciles para ella y no iba a rechistarle.


-Pero yo no soy quien decide… Valora tú primero, puede que no seamos lo que te esperas… aquí estamos- Giré el móvil y se lo entregué para que viese la atuación. Allí estaban las MJs, con un punk potente, tamboreado sin parar, los gritos rasgados de MJ invadían la sala y los fans se volvían locos con ellas. Gritaban, sacaban cuernos (a pesar de no ser metal) hacían pogos y bailaban con un descontrol apasionante. -Esta es Betty- dijo señalando a la bajista asiática con un bob completamente liso y unas gafas a lo John Lennon -Es la más comedida en escenario, suele pasar con los bajistas, pero en cuanto cambias dos palabras con ella, sube el pan, no tiene filtro. Hay disparos que parecen ir más despacio que su relación pensamiento - boca- Ella tocaba con concentración, siempre se dejaba llevar y cerraba los ojos, lo disfrutaba pero con tranquilidad. -Esta es Glory - dijo señalando a la teclista de ascendencia indú - La sensible del grupo, se machaca mucho y es muy autoexigente, nuestros temas más melódicos son suyos- Glory se divertía, tenía un mood en el escenario que resultaba complicado describir. Era como una niña en navidad sin perder el hilo en ningún momento de lo que estaba haciendo. -Adivina quién es esta…. MJ, Mary Jane… Un sol de persona. Cantante, guitarra, imagen, nombre... - Dejé que la viese lucirse. Se notaba que le gustaba ser el centro de atención, el micrófono que ocupaba el medio del  escenario. Y se la veía muy cómoda, era como ver a una leona en su manada. -Y...esa cosa de ahí atrás soy yo- golpeaba con fuerza, me encantaba transformarme en los conciertos. Golpeaba, descargaba rabia, metía dobletes improvisados, doble bombo… Era una batería diferente dentro del punk, pero se me notaba feliz y completamente diferente a la chica que había pintado el grafitti y parecía dispuesta a entregar su vida para que no tuviera más consecuencias.

Esperé a que terminase de ver el vídeo o hiciese algún gesto de que ya no le interesaba para volver a guardar el móvil. -Tocamos mañana… Puedo conseguirte un par de entradas…- torcí el labio inconscientemente mientras movía la pierna sin parar nerviosa. Ahora que parecía que de verdad no había consecuencias...Por favor que salga todo bien.

- No hay de qué -dijo él con una amplia sonrisa, apoyándose en el borde de la mesa del escritorio en un gesto que debería haber sido informal, pero que él conseguía que resultara elegante de alguna manera inexplicable-. Siempre he pensado que hay que apoyar a los jóvenes y ofrecerles oportunidades para medrar en la vida, no asfixiarlos con el peso de sus errores. Todos cometemos errores, y a menudo la gente olvida que todos hemos sido jóvenes alguna vez.

A Elian no se le escapaba la ironía de aquél comentario, ya que él nunca había sido joven.

- No puedo evitarlo, soy un mecenas, y los buenos mecenas son aquellos capaces de reconocer los talentos inexplorados, los, por así decirlo, "diamantes en bruto", más que los que se refocilan en lo que todo el mundo ya aprecia. Después de todo, ¿quién decide lo que es el arte? -inquirió retóricamente abriendo sus manos-. ¿Acaso alguien podría atreverse a dar una definición exacta? ¿Un cuarteto de cuerda, un lienzo con algunas pinceladas de color, una escultura amasada a mano? ¿Un graffiti? -añadió luego de una pausa, dirigiendo una mirada significativa a Gwen-. El artista Marcel Duchamp presentó, a principios del siglo XX, un urinario tumbado a la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York argumentando que el autor elige la obra y eso la convierte en arte. ¿Era o no arte? Personalmente pienso que el bueno de Duchamp se quedó con todo el mundo, pero lo que sin duda es cierto es que su gesto inició la primera de muchas revoluciones estéticas que irían sacudiendo los límites de lo que hoy consideramos hermoso.

El íncubo se puso en pie y fue a recoger su tablet del escritorio, haciendo una búsqueda en YouTube que después le mostró a la adolescente. El video mostraba varios armazones gigantescos hechos de tubos de plástico, botellas recicladas, bridas y telas que se desplazaban por la playa empujadas por el viento como si fueran seres reales con vida propia que hubieran sido mágicamente trasladados desde otros mundos o dimensiones. El espectáculo era impresionante.

- Las famosas Strandbeest de Theo Jansen -explicó, antes de citar las propias palabras del holandés-: “las fronteras que separan el arte y la ingeniería sólo existen en nuestra imaginación”. ¿Quién podría negarlo?

Lo cierto era que aquellas peculiares bestias, diseñadas con inteligencia cinética, habían sido construidas para cobrar vida. El holandés construía ejemplares nuevos cada año en octubre, enseñándoles a caminar en un cajón de arena cerrado durante el otoño y el invierno. En primavera salían a la playa, y el artista experimentaba con ellas durante todo el verano hasta que se extinguían, lo cual quería decir que las gloriosas criaturas habían sido traídas hasta el desierto para morir, como hacían los elefantes. Su "canto del cisne". Pero había algo más en todo aquello que resultaba fascinante al oniro griego; Theo Jansen era un reconocido darwinista que había aplicado la teoría de la evolución a sus obras, inventando continuamente nuevos mecanismos para ellas. Los que resultaban útiles sobrevivían y saltaban a las siguientes generaciones; Los que no, terminaban extinguidos y enterrados. Las bestias de playa habían llegado a desarrollar cerebros, trompas, estómagos y extremidades para anclarse al suelo, pero la mayoría de esos órganos se habían perdido por el camino porque no ayudaban al animal a sobrevivir en su entorno. El íncubo no podía evitar sentirse identificado con ellas. A lo largo de las décadas había tenido que ir desarrollando facetas y cualidades que le permitieran poder integrarse entre los humanos, mezclarse entre ellos para poder alimentarse y sobrevivir. Sin ir más lejos, su propio aspecto, diseñado para resultar apetecible según los cánones estéticos que coincidían con los de la mayoría de la población, o el simple hecho de ser capaz de ingerir alimentos humanos aunque éstos no pudieran alimentarle en realidad.

La chica se ofreció entonces a enseñarle un vídeo del grupo aunque no era necesario, pues el íncubo ya se había forjado el propósito de asistir. En realidad, el vídeo en sí no le decía mucho; Elian no tenía alma, por lo que no podía desarrollar sentimientos propios, y aunque podía juzgar de manera objetiva si algo era bueno o malo, el arte no podía transmitirle emoción alguna, y tampoco podía percibir el aura creativa de las personas a través de una grabación. No sonaban mal, tenían ritmo y fuerza, pero hasta que no las escuchara en directo no podría realmente comprobar si eran algo más que simple técnica. Aunque no podía negar que la tal "MJ" tenía presencia en el escenario... Se movía como si llevase toda la vida haciéndolo. Y era atractiva, también.

- Mmmmm... me gusta -musitó, apreciativo, pasando a mirar a la chica con interés-. Dices que Glory se ocupa de los temas más melódicos... ¿deduzco entonces que ella no es la que escribe y compone la mayoría de las canciones?

Con aquella pregunta indirecta esperaba que Gwen le respondiera lo que realmente quería saber: quién era la que se ocupaba de aquella tarea que solía constituir la parte más creativa en un gupo.

- Mañana... Entonces tocáis aquí, en Chicago... -sonrió ampliamente-. Será un placer asistir. Tenemos un trato, señorita Stacy -concluyó tendiéndole la mano.


24/03/2018
West Loop. Chicago.


Por fuera, el Bottom Lounge podía dar la impresión de tratarse de un edificio más de oficinas en un barrio industrial, pero nada más lejos de la realidad, pues tras aquella anodina fachada se ocultaba una de las mejores salas de conciertos de Chicago, con música en vivo casi todas las noches. La comida era un tanto... rudimentaria para su gusto, consistente principalmente en frituras y sándwiches, pero como él no tenía verdadera necesidad de comer, no le preocupaba. Lo importante era la magnífica calidad del sonido, que no tardó en quedar en evidencia en cuanto las chicas comenzaron a tocar.


Tenían un estilo muy particular y muy suyo, repleto de energía, vitalidad y carisma. Prácticamente hacían vibrar a la sala entera con aquellos ritmo. Elian observaba desde la distancia, vestido para la ocasión con unos pantalones de cuero grueso y una chaqueta del mismo material sin mangas sin nada debajo para no desentonar con el tipo de público que había acudido allí aquella noche. Durante todo el concierto, su mirada no se despegó de la sensualidad que irradiaba MJ, los gestos que hacía con la mano mientras cantaba como si el escenario le perteneciera, cómo se pasaba la mano por aquella radiante melena rojiza para apartársela de la cara, la manera traviesa en la que sacaba la lengua y se la pasaba por sus carnosos labios... Y, por supuesto, Gwen... Gwen estaba totalmente en su elemento, era como si, al subirse al escenario, se transformase en otra persona; La destreza con la que manejaba las baquetas, cómo resplandecían las luces de los focos sobre su melena dorada, la manera en la que sus labios se acercaban al micrófono para los coros... La absoluta felicidad que irradiaba... La gente aplaudía y jaleaba convirtiendo la sala en un mar de brazos alzados y cabezas oscilantes.

El lugar entero vibraba lleno de vida mientras el ángel de la muerte observaba... y calculaba.

Era raro de cojones. Cuanto más tiempo pasaba en ese despacho más pintoresca era la situación y curiosamente más cómoda me sentía. Era raro… Como cuando llegas a casa esperando una bronca de tu padre y su reacción es darte un abrazo. ¿Agradable? Sí… pero sigues esperando ese instante en el que todo se tuerce y llega la bronca. Tenía la sensación de ser una de esas gacelas que beben agua fresquisima antes de que saliera el cocodrilo del estanque. ¿Por qué este hombre querría ayudarme de manera desinteresada después de joder su publicidad de a saber cuántos miles de dólares?

Pero el agua estaba muy rica..

Diamante en bruto nos llamaba… De verdad parecía tener buen corazón, tener un interés verdadero en nosotras… Y poco a poco la preocupación se evaporó de mi pecho. Estaba tranquilo, hablaba con amabilidad… No había de qué preocuparse, o eso me hizo sentir. -No soy quién para definir lo que es arte… Pero apuesto a que no es un váter- terminé atreviéndome con un chiste por primera vez desde que conocí a este hombre. Y sonriendo relajada. ¿Qué querría contarnos? ¿Cómo querría implicarse con nosotras?

Presté atención a la pantalla, en ella una escultura se desenvolvía en la costa con movimientos similares a los de una escolopendra. Poco a poco cambiaban, seguían apareciendo obras que parecían sacadas del iaginario de Da Vinci -Wow…- acompañé con un suspiro y una sonrisa. Era increíble. Obras puras de ingeniería y mecánica que eran capaces de desplazarse por sí mismas… ¡Era una puta locura! La cara de pasmarote se quedó en mi cara hasta el final del video. Y un poco después. Cuando me acordé de cerrar la boca lo hice y le devolví la tablet. Agité la cabeza volviendo en mi.

Desde luego, si eso es lo que esperaba de nosotras, se sentiría muy decepcionado.

¿Por qué quería impresionarle?

Nerviosa saqué el teléfono y le dejé todo el tiempo del mundo para que lo viese. -Glory es muy buena en su terreno, y juntas tenemos las ideas principales.Yo a la parte punk y ella a la parte más lírica. De voz y guitarra se encarga MJ, sus arreglos o nada. Y Betty suele rematar y añadir… la chispa. Lo que nos hace ser nosotras. Las letras son mías o de Glory.- esperó que eso fuese respuesta suficiente.

Teníamos un trato, había dicho. Le di la mano en el gesto más adulto que he hecho en mi vida y salí del edificio.. Por la puerta. Creo que eso fue lo más raro de todo.

Según salí llamé a Glory, como me esperaba, estaba dormida. -Hola… Eh… perdón por despertarte. ¿Qué? …. No, no… he salido a tomar el aire… Oye.. Me ha pasado una cosa… -

24/03/2018
West Loop. Chicago

Era brutal… Jamás podré expresar lo que siento tocando. El cansancio de los brazos es adictivo, el sudor de los focos y de la brutalidad del ritmo, los tarsos sobrecargados del bombo… eran un placer culpable que al día siguiente se convertían en el dulce recuerdo de unas agujetas. Lo gozaba, me mordía el labio, me planteaba otra vez lo del piercing en la ceja. Seguía, aceleraba, mantenía un ritmo mientras MJ hacía las presentaciones. Seguía, no parábamos entre canción y canción salvo que fuese obligatorio. El retumbar de los altavoces monitores que nos dejaban escucharnos en el escenario eran adrenalina pura, y el instante antes de colocarme los in-ears me disparaba la seratonina.

Abrí los ojos en cuanto terminó una canción… y le vi. Joder… ¿Dónde estaba su traje y su pinta de Christan Grey? ¿Y por qué todo le quedaba bien?

-Qué hijoputa…- Chivé a Glory mientras se acercaba a mí para coger una botella de agua la posición de mi “amigo”. Por suerte era muy discreta, así que sabría que le buscaría con sutileza. Si embargo si se lo decía a MJ… Seguro que cogía el micrófono y le dedicaba una canción.

Aproveché para dar un trago de agua mientras miraba a nuestro invitado. Con la luz de los focos me costaba enfocar… pero esa mirada atravesaba toda la sala, las luces… y a mí.
Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo, a pesar del calor.

Nos quedaba la última y los bises. ¿Quería espectáculo…? Pues lo tendría.

Esperé a que MJ hiciese la presentación de la canción mientras hacía malabares con las baquetas entre los dedos. Arranqué el tema reventando a doble bombo, lancé una baqueta bajo el codo contrario, la cogí en el aire con la mano libre, la lancé contra el tambor mayor, haciendo el primer beat y provocando que volviera sola a mi mano. Un grito… -¡¡¡ UNO, DOS, TRS, CUATRO!!!- Y arrancamos con la canción más rápida, que siempre dejábamos para el final. Una puta gozada. Las luces azules y rojas bailaban sobre nuestras siluetas, tenía los latidos a tope… y por fin me atrevía a sostener esa inquietante mirada azul, casi como un reto, mientras me mordía el labio y arrugaba el ceño con las partes más desenfrenadas. Un pogo arrancó en el centro de la pista, formando un círculo de absoluto vacío en el centro para que tres versos después todo el mundo corriese al centro dando saltos y golpeándose con los hombros.  

Esa energía… me daba la vida.

Terminamos, el público aplaudía eufórico. Un bis, pidieron otra, el último bis… Y fuimos a la parte trasera donde nos habían concedido un par de salas a modo de “camerino”. Uno para vestuario y otro para hacer tiempo y maquillaje.

-¿Señor Iquelo? Soy McKenzie… Acompáñeme por favor…- la voz de nuestro representante, el único con traje en todo el edificio, se abrió paso a través de los oídos del CEO.

La puerta del camerino se abrió y allí estábamos nosotras. Descansábamos en el sofá, cada cual más espatarrada que la anterior y nos recompusimos un poco cuando entró Elian. Me acerqué a él, con una toalla en el cuello y le tendí la mano. - No sabía si vendrías…¿Te ha gustado?- Mentira, esperabas que viniera.

A mis espaldas MJ ya se había acicalado y se acercaba con sus aires de seductora universitaria, tendiendo la mano tras de mí - Gwen no me había dicho que tenía amigos tan guapos… - MARY JANE, compórtate…- se ajustó la corbata e invitó a Elian a tomar asiento entre los sillones que acompañaban a la mesa baja de la habitación. - ¿Puedo ofrecerle algo? Un té, un café - Tenemos cerveza - Betty, te quiero. -Pero casi todas son ya mayores de edad...- Se apresuró a aclarar nuestro querido McKenzie.

Nuestro representante al menos era legal… Siempre esperaba a que los demás hablasen de negocios.

- Y esa, precisamente, Gwen, es la belleza del arte -respondió él con una carcajada-. El grafiti debería considerarse una modalidad de pintura libre creativa, e incluirse dentro del arte contemporáneo. Tienes verdadero talento, Gwen... Los colores vibrantes, los matices... Creo que le podrías dar un aprovechamiento mayor del que le das. Podrías ocuparte de ilustrar el logo de la banda, las portadas de los discos, los carteles de los conciertos... Mi empresa se ocuparía de daros la distribución.

Como tendría ocasión de constatar la noche del concierto, no se había equivocado en su suposición inicial; realmente Gwen constituía la parte más creativa del grupo junto con la tal Glory, y aunque todas tenían algo que aportar, sin lugar a dudas Gwen era la que más destacaba. Cuando empuñaba las baquetas parecía repleta de vida, y la vibración de la batería se extendía por todo su ser como una luz resplandeciente. Era asombroso... No se cansaba de mirarla.

La voz de McKenzie le sacó de su abstracción, acompañándole al lugar donde descansaban las chicas, disfrutando de un más que merecido descanso después de la actuación.

Ladeó la cabeza para observar a Gwen cuando se acercó a saludarle. Algo en su tono, en su expresión, indicaba esperanza. Parecía que su magia había comenzado a hacer efecto, y eso le hizo esbozar una sonrisa que a ella le parecería como que le estaba correspondiendo, aunque en realidad era de triunfo. Consciente del poder que tenían sus resplandecientes ojos azules, tomó la mano que le ofrecía y depositó un suave beso en su dorso sin apartar la mirada de la suya.

- No me lo habría perdido por nada del mundo, Gwen... Has estado... espectacular. Todas habéis sido increíbles...

- Gwen no me había dicho que tenía amigos tan guapos…

La exuberante pelirroja apareció detrás de la rubia, ofreciéndole la mano a su vez.

- A mí no me dijo que conocía diosas encarnadas -respondió, con una rutilante sonrisa-. Así que supongo que estamos igualados.

Sin embargo, a pesar de su galantería, en el caso de M.J. correspondió a su saludo de la manera tradicional, estrechando su mano en lugar de besarla. Quería que Gwen siguiera pensando que era especial, porque en realidad así era. Había pocas cosas que le importaran menos al empresario que el aspecto físico.

Dejó escapar una risa suave cuando McKenzie la reprendió, para restarle importancia.

- Oh, por favor, señor McKenzie. La muchacha no está haciendo nada malo... No me desagrada en absoluto -añadió, guiñándole un ojo cómplice a la vocalista.

De manera inconsciente, hizo el gesto de llevarse la mano a los gemelos para ajustarlos antes de acordarse de que no llevaba camisa ni traje, y cuando McKenzie le invitó a sentarle, dio una palmada para acompañar sus siguientes palabras.

- En realidad, damas y caballero, estaba pensando en ir de celebración, porque, veréis, tenemos mucho que celebrar... He decidido que mi empresa se va a ocupar de llevaros el marketing y la promoción -echó un vistazo a su reloj de muñeca-. Hace aproximadamente una hora envié un mensaje a mi director de producción audiovisual y me apetece mucho enseñaros el resultado... Veréis... -observó las caras de todos los presentes, deteniéndose en McKenzie-. Sé que usted esperaba que nos pudiéramos sentar a hablar de los detalles ahora, pero verá... Así no es como yo funciono. Si vais a contratar nuestros servicios prefiero ofreceros una demostración de lo que vais a contratar... A un precio ínfimo, os lo aseguro. Como mecenas de las artes me gusta ver despegar a pequeños grupos talentosos como el vuestro y ver hasta dónde consiguen llegar si se les proporcionan los recursos adecuados... Acompañadme, por favor...

Fuera, les estaba esperando una limusina inmensa, lo suficientemente grande como para dar cabida cómodamente a todos los integrantes del grupo. El lujoso vehículo les condujo hasta un céntrico muelle en el lago Míchigan, dentro del barrio de Streeterville, y al bajarse pudieron constatar que se encontraban en una especie de parque de atracciones gigantesco; más de 20 hectáreas llenas atracciones, cruceros turísticos, exposiciones, conciertos, teatro, espacios verdes, arte público… Aunque a primera vista lo que más destacaba era la icónica noria de más de 60 metros de altura.


- Bienvenidos al Navy Pier -presentó el empresario-. Uno de los lugares más famosos de Chicago. Tenemos cita para cenar en el Offshore Rooftop & bar, pero aún tenemos algo de tiempo para disfrutar las atracciones antes. Acompañadme.

El oniro les guió hasta la entrada al parque de atracciones, que se hacía a través del parque Polk Bros. De inmediato, una enorme fuente rectangular iluminada con luces LED les llamó la atención. Se trataba de una vídeoescultura formada por una piscina de escasa profundidad de granito negro, con una lámina de agua reflectante en una torre de ladrillo de vidrio con diodos luminosos para mostrar vídeos digitales, y en aquellos momentos se encontraba retransmitiendo a toda pastilla vídeos públicos que se podrían encontrar en youtube de las MJ's. El sonido retumbaba a través de unos altavoces instalados para la ocasión. Había muchísima gente reunida en torno a la fuente, disfrutando del espectáculo. En un momento dado, alguien se volvió y les vio... y aunque inicialmente no hizo la conexión, no tardó en darse cuenta de quiénes eran.

- ¡Ostia puta! -exclamó, avisando a la persona que iba a su lado-. ¿No son ellas? ¡Son las MJ's!

- ¿No es esa MJ? ¡Es la cantante! -gritó una chica.  

De manera gradual, la gente empezó a acercarse y rodearlas.

- Hey, ¿me permitís hacerme una foto con vosotras?

- ¡Hey! ¡Gwen, Gwen! ¡Quiero ser batería para molar tantísimo como tú!

- Y ésto sería un anticipo, totalmente gratuito, de lo que la Dreamcatcher podría hacer por vosotros... -le susurró a McKenzie mientras las chicas atendían a los fans.

Realmente no me lo podía creer. ¿Y quién si? Esta historia se estaba convirtiendo en la trama de la típica película dominguera con la que quedarse dormida. En fin… Chica es pillada haciendo algo ilegal por el CEO de la empresa millonaria de  publicidad de Chicago la noche antes de que esta tenga un evento importante. Él la libera y le ofrece un contrato, va a verla, se encuentra con sus amigas y demuestra ser no sólo quien realmente es sino que además es atento, guapo, apuesto… Sí, demasiado mayor, pero las fantasías son gratis y joder, lo más difícil de creer de toda esta historia era lo que de verdad estaba pasando… No se me puede culpar.

Cuando por fin nos juntamos en el backstage pude disfrutar de la imagen de una MJ que se ponía a juego con su pelo con el comentario del hombre adulto. A nuestro representante no le hizo mucha gracia, aunque comprendía que salvo yo, todas eran mayor de edad y ya no debía protegernos en ese sentido.

-He decidido que mi empresa se va a ocupar de llevaros el marketing y la promoción- ¿Perdón?

Glory y yo nos miramos con una ceja arqueada. Estaba… hablando en serio. Quiero decir… Nos iba a hacer un muestreo de trabajo simplemente para que podamos comprobar su competencia… y contratarle. ¿Qué diantres había visto desde el principio en nuestro logo, o en nosotras como para creer tan ciegamente en nosotras? Mj estaba sujetándose el estómago con las manos para contener los nervios, Betty siguió tan inexpresiva como de costumbre y McKenzie…

Sólo pudo tenderle la mano al empresario, confuso pero satisfecho para estrechársela con fuerza. Nunca había visto a nuestro representante tan tremendamente aturdido. Era una persona que siempre sabía cómo moverse, cómo declarar sus intenciones. Y si ahora Elian le había le había hecho comer de su mano solo significaba que era aún más liante que él. Por su forma de hablar y todo su lenguaje corporal era claramente una de esas personas que están acostumbradas a que las cosas le salieran bien. Una de esas personas que cuando piden algo fuera de carta le preguntan el color en el que lo quiere.

Aunque en ese caso no debía preocuparme. Para una vez que era para algo bueno, no pensaba pararme a pensar. Además… seguramente a mi padre le haría muchísima ilusión saber que lo del grupo se formaliza y no somos solo cuatro ruidosas en pubs de mala muerte…
Así que de camino a la feria aproveché para escribirle.

“Éxito total, tenemos nuevo representante de Marketing, aquí en Chicago. Por lo visto es una empresa muy importante del sector. Salimos a celebrarlo. Te quiero”

Antes de enviar el mensaje comprobé si no era demasiado tarde, sumándole la hora de diferencia y una vez se lo envié, guardé el móvil en la mochila dispuesta a salir a celebrar esa pequeña victoria dentro de un mundo que se ahogaba en el caos.


La feria era un lugar impresionante. Conocía las escandalosas celebraciones de Nueva York, pero esto estaba dedicado a ello, estaba para eso en específico y se notaba. No ibas asfixiado contra miles de axilas diferentes, se respiraba aire frío y limpio, las luces no estaban apiñadas… De algún modo todo parecía más elegante en Chicago. Encima teníamos reserva en un sitio que parecía caro…  Antes de llegar a la gran instalación, sostuve un instante al director del brazo -Elian… yo…- procuré estar todo lo apartada posible del resto - Muchas gracias… El grupo necesitaba algo así, pero... - me tomé un momento para respirar hondo-también nosotras… Gracias- asentí con la cabeza y seguí acompañándole hacia esas inmensas pantallas que llamaban la atención de cualquier persona cerca.

Cuando lo vi de lejos no me lo podía creer… Era el video de la actuación del Vicious, y aquel día que hicimos de teloneras en el palacio lúdico… Nuestras caras iban saltando por turnos en esa monstruosa pantalla… estábamos tan… grandes.

MJ estaba enamorada, daba saltos de ilusión y se aferraba al brazo de nuestro representante con histeria. Glory y él sólo pudieron abrir la boca y dejarse iluminar mientras los colores se desplazaban sobre su piel. Yo… no lo procesé.

Y antes de que me diese tiempo me vi rodeada, con las otras tres, de un corro de gente que nos reconocía y con sonrisas en la cara nos pidió fotos, firmas, nos preguntaba cosas…
¿Qué nos preguntaron? No me acuerdo… sólo veía algunos móviles y algunos rotuladores. Era como el día de las firmas de discos pero… de la nada. En medio de la calle en un sitio tan aleatorio.

Me giré buscando los iris azules penetrantes de Elian. No pude evitar sentir una ola de responsabilidad que me ahogaba poco a poco.

Terminamos de responder a los fans hasta que poco a poco se disiparon.Cuando todo acabó, los hombres volvieron a acercarse.

- Bueno chicas. Pues ya está todo hablado. El señor Iquelo y su empresa serán los responsables de vuestra imagen en los medios y en redes. Sigo siendo vuestro representante, la parte personal la seguiré llevando yo, ¿de acuerdo? De todos modos es algo que concretaremos más adelante - Dijo llevándose una mano al bolsillo interior de su chaqueta. Debió haberle dado una tarjeta a Elian. - Ya sabéis que prefiero llevar las celebraciones en privado, así que voy al hotel a preparar papeleo. No volváis muy tarde, debemos dejar el hotel a las 11 y cogeremos la furgoneta en cuanto salgamos de vuelta a Nueva York.- Ah si, el porno del administrativo.

Cuando por fin nos despedimos, Glory aprovechó - Señor Iquelo… sólo quiero agradecerle que nos de esta oportunidad. Sé que ir a ciegas es una apuesta arriesgada también para la imagen de su empresa. Haremos todo lo posible por no defraudarle..- Le tendió la mano agradecida, gesto que acompañó para rematar con una reverencia.

Siempre era tan formal y tan correcta que resultaba adorable.    

Y antes de que nos diésemos cuenta, Betty había desviado su presencia hacia un puesto, como una ninja bajista, y había traído un cubo cargado de botellines de cerveza. - Yo he traído priva -  

Casi se la arranco de las manos.
La idea de ser famosa… Y además así, de la noche a la mañana…

Destapé la botella con los dedos y le di dos tragos del tirón, a pesar de que no soporto ese sabor amargo. Pero joder, necesitaba emborracharme.  

Elian escuchó con deleite las palabras de agradecimiento que le dedicaban, y cuando la muchacha se inclinó ante él, la tomó de las manos para obligarla con delicadeza a incorporarse de nuevo, tomando su mentón para dirigir su mirada en su dirección, apreciando la sencilla belleza de sus rasgos morenos. Las cuatro chicas eran apetecibles por igual, pero el íncubo era capaz de valorar el añadido extra que aportaba una mayor creatividad, y en ese sentido el halo que rodeaba a Glory poseía un brillo particularmente reluciente que le atraía casi tanto como el de Gwen. Además, aquella chica parecía más tímida y, por tanto, más propensa a ceder bajo su influjo con mayor rapidez, lo cual era un dato a tener en cuenta. De todas formas, pasara lo que pasara tenía que tener cuidado y no matar a ninguna, no porque le importara en lo más mínimo la promesa que le había hecho a Edward, sino porque la desaparición de alguien con una mínima repercusión en los medios siempre suscitaba un mayor número de preguntas e investigaciones, y eso era algo que le interesaba evitar a toda costa. Además, cuanto más le durasen, más tiempo podría disfrutar del que a buen seguro sería un sabor delicioso... El buen vino nunca se bebe de una sola sentada.  

- Por favor, Glory... Nunca podríais defraudarme -le aseguró con una voz cálida y una sonrisa aún más acogedora-. Y no me llaméis de usted; estamos juntos divirtiéndonos en un parque de atracciones, creo que hemos pasado ya el punto de los formalismos innecesarios.

Su mirada se desvió hacia Betty cuando trajo los botellines de cerveza, y un brillo se encendió en su mirada al ver el ansia con el que la más joven del grupo apuraba el contenido del primero. Cuanto más borrachas estuvieran las chicas, más sencillo resultaría hacerlas caer en uno de sus mágicos sueños, y si se alimentaba un poquito de todas podría saciarse sin hacerles daño y sin que ninguna notara nada al día siguiente.

- Bueno, y... ¿qué os gustaría hacer ahora? -inquirió después de que las chicas hubieran dado cuenta de la primera ronda mientras daban un paseo por el lugar-. Aún tenemos algo de tiempo y siempre me han gustado los parques de atracciones. Es como tener todos los sueños y las ilusiones infantiles condensadas en un mismo lugar. Las luces, la música, las risas de los niños... Son algo... mágico, ¿no os parece?

Justo pasaban junto al clásico juego del martillo y Glory, que ya estaba algo achispada, los dirigió entusiastamente hacia allí.

- Oh, éste juego se me da genial, mis amigas del instituto me llamaban "la poderosa Glory" -tan pronto lo dijo pareció arrepentirse y el color tiñó sus bonitas mejillas-. Vale, me lo he inventado... No sé por qué he dicho eso -dijo, y, al hacerlo, su mirada buscó tímidamente la de Elian para evitarla justo después, como un ciervo asustado ante las luces de un coche.

Elian esbozó su sonrisa más reconfortante, situándose a su lado para transmitirle su apoyo.

- ¿Qué te parece ésto? Yo te llamaré "Glory la poderosa", pero sólo si consigues llegar hasta arriba del todo... -le dijo, con un guiño cómplice que habría bastado para derretir a cualquiera.

No había juicio alguno en su mirada, ni nada que indicara que le había parecido ridículo el afán de la muchacha por impresionarle, sino todo lo contrario. En aquella expresión galante sólo podría leerse apoyo y ánimo.

Reafirmada, Glory tomó el martillo y lo hizo caer con todas sus fuerzas sobre el objetivo, haciendo que las luces se iluminaran todo el camino hasta hacer sonar la campana.

- Bueno, fíjate en eso -exclamó el empresario con un pequeño silbido de apreciación-. ¡"La poderosa Glory" golpea de nuevo! ¿Quién lo hubiera dicho? Estás llena de sorpresas, ¿lo sabías? -le dijo, con otra de aquellas preciosas sonrisas.

El premio resultó ser un pequeño dragoncito de peluche, y, tras recogerlo, se dirigieron hacia el restaurante, que se encontraba ubicado en la azotea más grande del país, en el tercer piso del Festival Hall del Navy Pier. En cuanto salieron al exterior se toparon de lleno con unas vistas inigualables del lago Michigan y el horizonte de la ciudad, una perspectiva que no podía disfrutarse en ningún otro lugar de Chicago. Estaba dotado de un luminoso bar con una amplísima carta de cócteles y con una cocina de clase mundial. Elian las guió hasta una mesa amplia situada junto a una acogedora fogata que volvía mucho más agradable aquella fría noche de marzo.

- Ponnos un plato de ostras y una ración de huevos rellenos para compartir -le dijo al camarero que acudió a tomar nota, casi sin mirar la carta. Parecía evidente que ya había estado allí antes-. Para comer tomaré el salmón, y para beber, un Chai Felicia. Y lo que pidan las señoritas, yo invito.

Una vez hubieron pedido todas, se reclinó en su asiento mientras esperaban.

- Y bien... contadme un poco acerca de vuestra historia. ¿Cómo surgió el grupo? ¿Habéis hecho muchas giras hasta ahora? Siempre he pensado que comprometerse al cien por cien con la música tiene que ser muy solitario, si no... conectas con nadie -soltó al azar, mirando a cada una de las chicas y demorándose tan sólo un segundo más de la cuenta en Glory.

La palabra para describir mi estado mental a grandes rasgos era abrumada. O confusa. O abrumada y confusa, o simplemente aturdida. Sin embargo Glory, cuyos padres habían criado con más severidad que incluso a mi, siempre tenía una cara correcta que enseñar. A pesar de todo ese hombre era el que más había desestabilizado su genuidad para aparentar que lo tenía todo bajo control. Nunca había visto esa piel morena sonrojarse tan a menudo. No sabía si cumplir con lo que dictaba su educación, y tratarle con el respeto y la distancia que la edad imponían. O bien hacer caso a sus peticiones, como dictaba la deferencia, y ser más cercana.

Pero en cuanto puso esa sonrisa acogedora sosteniéndola del mentón, todas sus dudas se disiparon.

Este tío era un personaje de la female gaze. Hay hombres que son escritos por hombres. Donald Trump, Jordan Belfort, Robert Downey Jr… Sin embargo hay otro grupo, los hombres escritos por mujeres, Harry Styles, Ezra Miller, Timothée Chalamet… Y este hijo de puta. No era un baboso, ni siquiera era directo y lo peor de todo era que me hacía sentir culpable por pensar que sus actos eran remotamente algo sensual porque parecía tan genuino… Osea… llevaba buena intención. ¿No?

Yo qué sé. Yo sólo sé que me terminé la cerveza y ya estaba notando el calor en el pecho y en la cara. Estaba lista para cualquier cosa.

Lo cierto es que estaba siendo una noche increíble a muchos niveles. Y Glory y yo no estábamos teniendo la menor intención de contenernos celebrándolo. Aunque éramos las más pequeñas a la hora de beber. Con dos cervezas ya íbamos ciegas en esa época, MJ tenía más experiencia y luego estaba Betty el junco, que a veces se doblaba, pero nunca rompía. Esa chavala estaba hecha de vibranium. Otro de los motivos por los que, cuando dormíamos en un hotel, nos repartíamos las habitaciones así. MJ y Betty en la misma habitación, para dormir la peda juntas. Y Glory y yo que como mucho hacíamos maratón de The Office antes de acostarnos.

Por eso, cuando soltó el comentario de Glory la poderosa, mi ceja se fue a la puta con una cara de extrañeza que desencajó todos mis gestos. Era monísima, y Elian estaba pendiente de ella para que no se avergonzase. Lejos de eso incluso la motivó.

Tal vez no sea tan mala idea tener a este tipo cerca…

Mientras tanto, el corazón y el abdomen de Glory daban golpeteos según el empresario interactuaba con ella. Un guiño y se mordía el labio con timidez. Una sonrisa y se la devolvía encogida de hombros. Sus nervios se debatían entre el ombligo y la garganta, recibiendo escalofríos cuando el interés del hombre caía sobre ella.

De camino al restaurante la morena se me acercó, aprovechando el instante de intimidad ya que Elian estaba obligado a ir adelantado para guiarnos. Nos quedamos las dos algo atrasadas y me susurró al oído. -Tía no sé qué pasa… - Ya te estoy viendo - Es…complicado. Sé lo que tengo que hacer y sé que es lo correcto pero es que.. .está… como muy pendiente de mí, ¿no crees? - Creo que te trata bien, que le has caído en gracia… ¿Te preocupa algo? - … - Glory… - Ya. No sé… Creo.. que.. me… atrae mucho.. - El rojo terminó de acompañar a nuestras mejillas, para quedarse toda la noche por culpa del alcohol - Vale, pero… ¿Tú estás bien? Quiero decir…¿Te está haciendo sentir incómoda? - ¡NO! No, para nada, todo lo contrario… es solo que no sé si me lo estoy imaginando…-

Suspiré

- Te entiendo. Me pasó igual cuando le conocí… Oye, si quieres un consejo… Deja de pensar. Solo hoy. ¿Qué es lo peor que puede pasar, que te acabes enrollando con un hombre considerablemente más adulto que tú? Eres mayor de edad, y en caso de que no te lo estés imaginando, tienes un buen rato y mañana, de vuelta a Nueva York… Pase lo que pase se acaba mañana a las once- Sus ojos nerviosos recorrían el camino como si en él pudiese encontrar las respuestas -Y siempre puedes parar cuando quieras. Que no se te olvide. “No” es una frase completa. - Asentía con la cabeza.- Y si no también puedo disfrutar de su compañía, ¿no? De que me ponga nerviosa, de la cena, de otra copa… - Claro que si, preciosa - La acerqué a mí por los hombros y le dejé un beso en la frente - Yo te cubro, ¿vale? Si la cosa se pone turbia, si quieres salir un rato, cualquier cosa… me haces una señal y yo acudiré al rescate - Otro beso más en la frente y entramos al restaurante.

Desde luego se parecía a cualquier cosa que yo no podría haber pagado ni en mil vidas. Y no hablo del restaurante sino del plumero con el que se limpiaban las esquinas de esas cristaleras. Si alguna vez en mi vida he olido la sofisticación, ha sido en ese sitio. Agradecida por el fuego, me senté con las demás, cediendo el sitio junto a Elian para Glory, colocándome yo al otro lado de ella

- Ponnos un plato de ostras y una ración de huevos rellenos para compartir - No me jodas, no sé ni cómo se come nada de eso. Miré la carta con Glory y de repente señalé a algo que no me sonaba demasiado marciano. - ¿Compartimos el Bowl de salmón? - Glory entusiasmada lo pidió por ambas, añadiendo un Long Island Iced Tea también para las dos y cuando terminamos de dar nota, nos reclinamos un poco en los asientos.

Ante las preguntas de Elian, MJ acudió rauda y veloz para rescatar a la morena, que había luchado contra todos sus nervios por mantenerle la mirada a nuestro nuevo Marketing Leader - Nos conocimos en la preparatoria Midtown, yo las conocía por separado y fundé el grupo. Nos dejaban el aula de música para ensayar y poco a poco fuimos comprando los instrumentos para hacer pruebas por nuestra cuenta. Cuando fuimos a la universidad decidimos continuar con el grupo, empezar a hacer contenido en redes, tocar en locales de punk y… poco a poco - Se encogió de hombros y esperó a que nos sirvieran la bebida para seguir. Dio un sorbo a su cóctel por la pajita y cuando se marchó el camarero, continuó. - Tenemos la suerte de que nos llevamos todas bien, aunque cuando más queremos matarnos es Glory la que nos mantiene unidas -

Glory estiró la espalda, volviendo a verse obligada a sostener la mirada contra esos punzantes ojos azules - Bueno… soy la más tranquila, eso es cierto - Buscó a ciegas con la punta de los dedos sin despegar los ojos de él la copa helada. Y se la llevó a los labios dando un sorbo - Lo que sí debe ser bastante solitaria es la vida de un CEO de empresa. Mucho trabajo y poca diversión, ¿O es solo un estereotipo? - Estaba tensa, pero disfrutando de esa tensión. Sonreía amable y disfrutaba los silencios para fijarse en pequeños detalles del rostro de Elian. Era peligrosamente encantador.

- Parece que fue un trabajo duro.

Para cuando la pelirroja había terminado de contar su historia ya les habían servido los entrantes, y el empresario procedió a coger una de las ostras, cortándole el pie con un cuchillito pequeño destinado a tal fin, dejándola caer en su boca con una elegancia casi sensual, sin succionar.

- Mmmmm.... -musitó, saboreando la pequeña exquisitez-. Adoro esto. Tener el mar ante nosotros... y en mi boca... Es algo que echo de menos de Grecia. Pero perdona, me he dejado llevar -le dijo a Mary Jane mientras se limpiaba las manos en la servilleta, mirándola fijamente a sus ojos  verdes con sus profundos orbes azules-. Decía que seguro que tuvo que ser muy duro, pero también creo que supisteis disfrutar de cada paso. Es lo bueno de dedicarte a lo que verdaderamente te apasiona en lugar de a lo que crees que te repercutirá un mayor beneficio económico. Al final, si eres bueno en lo que haces, y lo disfrutas, triunfarás mucho más que si te dedicas a algo más lucrativo pero lo haces sin ponerle ilusión ni esfuerzo. Éste tipo de decisiones me parecen muy valientes, y os aplaudo de verdad, chicas. Y bueno, al final habéis llegado a donde merecéis estar. Es lo que importa.

Cuando la cantante le habló acerca de las virtudes de Glory, desvió hacia ella una mirada afectuosa.

- No me cabe duda de que Glory tiene un sinfín de cualidades...

La aludida estiró la espalda, manteniéndole como podía la mirada, y respondió con timidez tratando de desviar la atención hacia él.

- Bueno, está claro que nada se consigue sin esfuerzo y sacrificio, pero no me puedo quejar, y la verdad es que cuando ya lo tienes todo construido y te rodeas de las personas adecuadas la maquinaria prácticamente gira por sí sola. Así que sí, podemos decir que no me privo de nada. De hecho, ¿te gustaría saber lo que hice en cuanto gané mi primer millón? Os lo mostraré cuando salgamos de aquí.

La cena transcurrió entre divertidas anécdotas e interesante conversación, y, cuando concluyeron, Elian tomó a la morena de la mano y guió a las compañeras hacia el cercano muelle, en el que unos impresionantes yates se mecían en el oleaje. Elian señaló hacia un hermoso velero que se encontraba al final del muelle. El nombre en la parte trasera rezaba "Prince of Dreams".

- Ése es el mío.

Betty le miró y arqueó la ceja.

- ¿Es en serio? ¿Qué eres, un villano de James Bond?

Elian se echó a reír.

- Ya veo que no sois fans de las cosas extravagantes, pero creedme, merecerá la pena -las animó, invitándolas a subir-. Muy bien, vamos a navegar.

La brisa les acarició en la cara cuando el empresario condujo el velero hacia aguas abiertas, manejándolo con manos expertas.

- Se te da muy bien ésto -comentó Mary Jane, poniéndose a su lado-. ¿Hace mucho que navegas?

- Sí -asintió él-. Aprendí a navegar hace mucho tiempo, cuando aún vivía en Grecia. Bueno, hay que girar la vela. ¿Por qué no vienes tú y me ayudas, Glory? Las demás, ponéos cómodas. Hay bebidas en la bodega, servíos lo que queráis.

- ¿Quieres que yo te ayude? -cuestionó la morena-. No sé... Nunca lo he hecho.

- ¿Y tú te haces llamar "Glory la poderosa"? -la picó, con una sonrisa tentadora-. ¿Sabes la clase de poder que se siente al controlar un barco de éste tamaño? Créeme, es embriagador... Además... Mentiría si no admitiera que me atrae la idea de verte tomando el control... -añadió con un guiño pícaro, dejando que las implicaciones de la propuesta quedaran flotando en el aire.

Glory no pudo evitar que se le secara la boca cuando vio la forma en la que se tensaban los músculos del cuello de Elian cuando comió el primer bocado. Era bonita hasta su forma de tragar. - No te disculpes, debe ser duro estar lejos de casa - Sonrió MJ amable mientras probaba igual que él el primer bocado, ella con menos práctica pero el mismo disfrute. - Bueno, de momento no podemos ganarnos la vida con ello a pesar de la fama… no queremos renunciar a nuestros estudios pero si sabemos mantenerlo cuando terminemos… quién sabe - Se encogió de hombros.

La morena por su parte intentaba recomponerse cada vez más. Cuanto más la miraba más la veía derretirse por dentro, las pequeñas gotas de sudor, el hecho de que no me había compartido un sólo trago de la copa y casi iba por la mitad. Su ligera chispa de alcohol debido a que sonreía más de la cuenta y empezaba a gesticular, a ocupar más espacio. - Ese sacrificio debió ser duro aun así.. - dijo Glory mientras mi mente se difuminaba.

Mi primer millón.

Había dicho mi primer millón.

Mi PRIMER MILLÓN.

Pero este hijo de puta ¿Cuánta pasta tenía?
- Es una cantidad de dinero que no sé ni imaginar - pedí otra copa para mi después de aquel comentario que se escapó de mi pecho, dejándole la arrebatada a mi amiga.

Algunas copas más tarde y ya con el estómago lleno vi cómo el CEO tomaba la mano de mi amiga.

Glory estaba mucho más suelta y las preocupaciones habían sido neutralizadas en su mayoría por el alcohol. El tacto de Glory era suave y constante, casi como si con sus dedos te pidiese consentimiento cuando te rozaba. Se asentó con firmeza en torno a la mano del griego y caminó a su lado, mirándole salvo cuando él nos enseñaba algo.

Por algún extraño fenómeno, supongo que también las copas, a ninguna nos pareció mala idea subir al barco. Eilan como buen caballero nos dejó pasar primero. Glory aprovechó el amarre de su mano para quedarse la última en tierra con él - Prince of Dreams… ¿Como el del cuento bíblico, como el dios Morfeo…?- preguntó curiosa antes de subir. Sonrió esperando una respuesta y subió con la ayuda de aquel apasionante hombre.

- Joder… ¿Fuiste a por el barco de una? Sí que estabas seguro de tu fortuna… - Dije mirando a todas partes. Ese tío era como el sueño de cualquier novela rosa. Guapo, desinteresado, forrado y buena persona. ¿Estaría soltero? Si lo estaba, ¿Por qué?- Oye Elian - observó sus dedos antes para ver que no había alianzas. - Tu novia debe estar la mar de feliz en verano con este juguete -

En menos que nada ya estábamos en medio de la nada, disfrutando de las luces, del sonido del agua.. .de la calma después de la locura que llevábamos encima. Tras la invitación, las tres bajamos a la bodega dejando solos a nuestra amiga con el europeo, antes de irme le hice un gesto de “estoy aquí abajo”. Para que supiese que ante cualquier problema, acudiría rápido a por ella. Confiaba en ella.. pero aun más en el instinto arácnido.

Glory tragó saliva y pudo notar cómo se le caía la mandíbula de abajo con esa frase, haciendo que se le abriese la boca inconscientemente. Cuando volvió en sí la volvió a cerrar y esta vez fue ella quien tomó su mano. - Llévame contigo entonces… - suspiró cerrando los ojos disfrutando de cómo su densa melena negra se mecía con el viento frío del mar.

- Bueno, de momento no podemos ganarnos la vida con ello a pesar de la fama… no queremos renunciar a nuestros estudios pero si sabemos mantenerlo cuando terminemos… quién sabe.

- Y tened por seguro que os ayudaré en lo que pueda para conseguirlo -aseguró el empresario, limpiándose los labios con la servilleta tras terminar la cena. Se volvió hacia Glory cuando le habló del sacrificio, clavando en ella aquellos particulares ojos que parecían resplandecer extrañamente en la oscuridad-. Lo fue. Pero lo disfruté la mayor parte del tiempo, y también llegué a donde quería estar.

Cuando llegaron al barco, se quedó en tierra junto con Glory observando cómo las demás subían, y la pregunta de la morena le pilló por sorpresa.

- Vaya, sí que eres una persona instruida -comentó con verdadera admiración.

La historia de José no era de las más conocidas dentro de la Biblia, y Morfeo aún lo era menos. Le hizo gracia recordar al bueno de José, aunque como era lógico, no era a él a quien habían enviado para tejer los sueños del muchacho, pero aún así había sido de los pocos humanos privilegiados capaz de retener y comprender lo que experimentaba cuando dormía.

- En realidad pensaba más en los Oniros, las personificaciones de los sueños en la mitología griega.

Y básicamente lo que él era. Desde luego no había sido su padre lo que tenía en la cabeza cuando había bautizado el barco. Llevaba escondiéndose de él toda la vida, y con lo estricto que era no le cabía duda de que, si alguna vez se lo encontraba, lo que haría sería enviarlo de vuelta al Sueño, pero Elian no quería abandonar su independencia y su libertad para volver a ser un esclavo de los deseos humanos y de su padre. En aquél mundo, eran los humanos los que le servían a él, y no a la inversa. En aquél mundo, él era un príncipe. No... era un Dios. Su propio dios.

- Oh, no, no tengo novia... ni novio -respondió al comentario de Gwen mientras desataba despreocupadamente las cuerdas de la embarcación.

Entendía perfectamente por qué lo había sacado a relucir, ya que posiblemente fuera lo que más le preguntaba siempre todo el mundo, desde la prensa rosa hasta la mayoría de chicas y chicos a los que agasajaba con sus atenciones y su interés.

- Mi trabajo me ocupa la mayor parte de mi tiempo, y la verdad es que por el momento no contemplo la posibilidad de relaciones a largo plazo. Me limito a vivir la vida al máximo dentro de mis posibilidades y a asegurarme de que las personas con las que estoy en cada momento lo disfrutan tanto o más que yo. Al final eso es lo que importa, ¿no os parece? Por supuesto, no engaño a nadie tampoco, y me siento... más que feliz de compartir mis "juguetes" con cualquiera a quien le apetezca disfrutarlos.

Había una doble intencionalidad en sus últimas palabras que resultó más que evidente cuando su mirada intensa y ardiente se fijó en Glory, que avanzó para ayudarle con las velas mientras las demás se servían las bebidas.

Cuando llegó junto a él, el empresario dobló las delicadas manos alrededor de la cuerda que controlaba las velas, susurrándole al oído:

- Muéstrame lo bien que puedes hacerlo.

Glory respiró profundamente y agarró la cuerda con confianza. Elian colocó sus cálidas manos sobre las suyas para posicionarla.

- ¿Sientes cómo el viento entra por la izquierda? Vamos a girar la vela hacia esa ráfaga. Cuando te lo indique, suelta la cuerda y empuja la vela en ésa dirección.

Elian maniobró hacia la parte trasera del barco y agarró una palanca. Luego, asintió con la cabeza.

- Ahora -indicó, y, ante su orden, Glory soltó la cuerda y empujó la vela con todas sus fuerzas.

Elian movió la palanca que sostenía y agarró una segunda cuerda, cerrando la vela. El viento sopló en la tela, hinchándola, y el barco giró, deslizándose suavemente a través de las olas.

- Lo has hecho genial, Glory, tienes un talento natural para ésto -le dijo cuando se hubo reunido nuevamente con ella.

La chica le miró con sus grandes ojos oscuros, tan ilusionada como una niña que acabara de ser felicitada por alguien a quien admira.

- ¿En serio? -inquirió. Elian sonrió, poniéndole las manos sobre los hombros.

- En serio. Lo has hecho parecer fácil.

Tras un rato de navegación, tiró de varias cuerdas y el velero se detuvo. El empresario dejó caer el ancla para asegurar la posición y se reunió con las chicas, que seguían bebiendo y riendo. Se sentó junto a ellas y sacó una cerveza de la nevera portátil, pero la chaqueta de cuero era demasiado rígida y le molestaba en aquella posición, así que se bajó la cremallera, provocando que ésta se abriera, permitiendo ocasionales vistazos a lo que se escondía debajo en función de sus movimientos, nunca demasiado, pero sí lo suficiente como para hacerse una idea bastante aproximada y, para qué negarlo, apetecible.

La noche transcurrió de manera sumamente agradable, entre botellines de alcohol, conversación amena y bromas, haciendo que resultara casi irreal que acabaran de conocer al hombre. La situación se sucedía de manera tan natural que era como si le conocieran desde hacía meses.

En un momento dado, ya con la luna muy alta, Elian se recostó sobre la cubierta del barco mirando al cielo con expresión aparentemente soñadora, y su mano buscó la de Glory para entrelazar los dedos con los suyos. Las estrellas eran mucho más fáciles de distinguir allí que desde la ciudad, incluso con la privilegiada vista que le ofrecían a Gwen las azoteas.

- Esto es algo de lo que nunca me canso -admitió-. La visión de las estrellas y el suave vaivén de las olas.

Si tuviera más confianza con ellas, y si se encontraran en una estación distinta del año, podría haber sugerido un baño, incluso sin bañadores, pero no era el caso, e incluso aunque no estuvieran en pleno mes de marzo no habría sido inteligente tentar a la suerte. Su aura de atractivo sobrenatural tendía a hacer que la gente confiara más en él y le mirara con buenos ojos, pero no dejaba de ser cierto que se acababan de conocer, y estando como estaban en su barco en mitad del mar y sin bañadores habría sonado terriblemente mal viniendo de él.  

De todas formas no le hacía falta. Ya era bastante tarde y la mayoría de las chicas había bebido bastante. Dentro de poco, si no caían dormidas por sí mismas, podría hacerlo él sin levantar sospechas y haciendo que resultara del todo natural.

Y, entonces... podría al fin comer de verdad.

En los oídos de Glory retumbó el hecho de que dijese “eres una PERSONA” instruida. Persona. No dijo adolescente, no dijo chica, no dijo niña… Y es que viniendo de una familia tradicional india, con tantas exigencias y presión por parte de todo su entorno, se había acostumbrado a ocupar el lugar de la pequeña ignorante que debió madurar antes de tiempo para que la tomasen en serio y ni aun así lo había conseguido. Con ese comentario Elian le demostró que la valoraba por la adulta en la que se había convertido, rompiendo todos sus esquemas. - Ah, si… Hesíodo decía que eran hijos de Nix… ¿No era Morfeo uno de ellos? Creo recordar que los pocos que tenían nombre eran Morfeo, Fantaso y… - Entonces cayó, sus ojos se abrieron de par en par. - Iquelo… - Sonrió. La elección del nombre era estúpidamente elegante e inteligente. ¿Cómo no había caído?.
Ahora sí estaba cachonda.

Yo le sonreí, sabiendo lo que acababa de ocurrir y reforcé la respuesta de Elian respecto a su pareja levantando una ceja con interés. Era bisexual o al menos consideraba las parejas del mismo sexo. Encima era progresista… ¿Dónde está la caca? Finalmente bajé para dentro del barco asegurándome de que Glory me pediría ayuda si la necesitaba.

Glory sentía que el mundo le temblaba bajo sus pies. Había tenido interés sexual y romántico por otros chicos en otras ocasiones, pero todo lo que había experimentado hasta la fecha estaba en otra dimensión comparado al trato que estaba recibiendo del empresario. Sentía cómo acertaba un clavo detrás de otro, cómo hacía lo correcto, lo que a ella le gustaba, lo que a ella le atraía casi de forma natural. ¿Acaso era posible?
Tampoco importaba. No estaba dispuesta a perderse la experiencia por ser la mujer perfecta. Otra vez no. Así que simplemente disfrutó del eco de la palabra “juguetes” en su cabeza, viniendo de su boca, cómo al terminar la palabra se formó una preciosa sonrisa y esa mirada que le atravesaba, tratando de grabar ese momento en su mente para siempre.

Se dejó llevar y antes de darse cuenta estaba con una cuerda entre sus manos que resultaba insoportablemente áspera en comparación a la palma del griego sobre sus nudillos. El susurro en su oído, solo para ella. El tacto de la blanca piel en contraste con las suyas. Por algún motivo ese hombre se había fijado en ella. Ella que siempre estaba en un segundo plano, haciendo lo que debía, siendo la mejor en las sombras. Pero aquel hombre que podía tener a cualquiera decidió poner a Glory en el centro esa noche. Y ya lo había dicho antes, no quería nada serio, ella tampoco.

Se le entrecortó la respiración y todo el vientre se le comprimió. Claro que notaba el viento. También notaba que estaba rodeada por su cuerpo. Su aroma, su voz… y la deliciosa rabia cuando se alejó de ella. Ese tío jugaba como nadie y había conseguido que Glory sin darse cuenta quisiese complacerle. - No era tan difícil…- dijo en voz baja cuando la felicitó. No podía estar más contenta. Hasta que establecieron el barco ya lejos de la costa disfrutó de la charla y de esos momentos a solas con Elian, le resultaba cada vez más apasionante.

Se reunieron con las demás y el gesto de la chaqueta no pasó desapercibido para Glory. A Betty no le resultó indiferente pero lo disimuló bien, yo miré sin poder evitarlo y aparté la vista rápido con una vergüenza que me quería morir, MJ miró tomándose su tiempo y apartando la vista. Glory, como siempre, fue la más inteligente. Perdió la vista en una ventana del barco con la vista desenfocada mientras disfrutaba de esos centímetros de piel en la periferia de su visión. Si le hubiésemos preguntado algo directamente a ella en esos minutos hubiésemos tenido que hacerla bajar a la tierra de nuevo.

El resto de la noche fue tan divertida y tan cómoda que las horas se pasaron volando. MJ se quedó durmiendo la mona en el hombro de Betty y ésta sobre la frente de la pelirroja. Eran un tótem de vergüenza precioso al que no dudé en sacarle una foto para el futuro. Habían bebido lo suficiente para cabrear a nuestro manager al día siguiente, casi puedo asegurar que incluso una de ellas roncaba. Propusieron seguir en cubierta para no molestarlas y nos pareció la mejor idea. Bajé a coger otra ronda para los tres, pero al subir me encontré con que estaban los dos recostados, bajo la luz de la luna y las manos entrelazadas. Sabía que Glory iba a estar pendiente si no me despedía así que hice lo propio. Dejé las cervezas junto a las escaleras. Bostecé -Bueno chicos… si no os importa voy a retirarme, Elian ¿puedo acoplarme en algún sitio para dormir donde no te moleste? - El barco tenía varias habitaciones, perdón, camarotes con cama y después de que me dijese dónde podía dormir me despedí de ellos con el saludo militar y me metí para dentro. Glory… buena suerte perra.

- ¡Que descanses, Gwen! - me lanzó un beso… y yo ya me olvidé de la escena.

Glory sonrió con el comentario del empresario, mirando las estrellas igual que él, disfrutando de la luz de la luna, su voz y el olor a sal. - Creo que ese vaivén ha sido lo que ha hecho que esas dos se duerman - comentó con una risa tranquila - Pero sí… es muy relajante… - respiró hondo y cerró los ojos un segundo. Sin abrirlos, comentó - Gracias por todo lo que has hecho hoy, por nosotras y por mí… Y no me refiero únicamente al grupo… - los ojos de la morena se llenaron de lágrimas sin caer, pero sonreía a la vez. Él sin conocerla de hace mucho ya sabría que era de felicidad, estaba con las emociones a flor de piel - Hacía tiempo que no veía a las chicas tan relajadas, disfrutando y riéndose tanto… Las he visto… felices, ¿Sabes? - sonrió de oreja a oreja y volvió a abrir los ojos, buscando esos ojos azules que dejaron de intimidarla a lo largo de la noche - Y hacía mucho, mucho tiempo, así que… gracias- Sonó sincero, desde el fondo de su pecho. Le soltó la mano para ponerse de lado, mirando hacia él, con la cabeza sujeta por su propio brazo. - Sé sincero, ¿No te sientes solo? Creo que cuanto más espacio y más cosas tuviese para compartir, más sola me sentiría si no tuviese con quien. - Su preocupación era genuina y se acercó a él para poder hablar entre susurros. Ya no le apartaba la mirada, se sentía en plena confianza con él. Sentía que a su lado estaba en buenas manos. - Perdona, ya me lo has dicho antes- añadió pensando en su explicación anterior. Lo compartía con quien quería compartirlo a cada momento y para él era suficiente. - Creo que lo que en realidad quería saber... es... ¿Eres feliz? -  

Al estar privado de sentimientos era muy difícil que algo hiciera reaccionar al íncubo más allá de los estudiados márgenes de su cuidadosa actuación, y, sin embargo, a pesar de todo su autocontrol no pudo evitar ponerse ligeramente rígido al escuchar el odiado nombre de su padre en los labios de la joven, haciendo que su perfecta sonrisa se estremeciera un poco, pero se recompuso con rapidez. Tenía demasiada práctica en aquél juego como para perder la compostura con tanta facilidad.

- Y conoces a los poetas griegos -añadió a lo ya comentado, enlazando sus manos en torno a su cintura para mirarla a los ojos con fingida admiración-. Definitivamente eres alguien muy especial, Glory...

La historia no era exactamente cómo ella la había contado, pues los humanos no podían más que llegar a vislumbrar un atisbo de la divinidad, y lo poco que conseguían percibir lo completaban con historias que emanaban de su inconsciente colectivo. Sí, los oniros éran los hijos de Hipnos, el Sueño, pero como Morfeo podía considerarse un oniro en sí mismo, lo confundían con otro de sus hijos. Así, Fobétor, encarnación de las pesadillas, sería su hermano, junto con Iquelo, Fantaso y los otros novecientos noventa y seis oniros, en lugar de ser el creador de todos ellos. Sin embargo, no tenía intención de clarificar nada, primero porque tendría que meterse en explicar cómo sabía algo que no aparecía en las fuentes mitológicas y segundo, porque prefería desviar el tema lo más lejos posible de Morfeo.

Además, se estaba acercando demasiado peligrosamente a averiguar quién era él en realidad. Iquelo, ‘el que es similar o parecido’, en griego. Su padre le había puesto ése nombre porque podía adoptar cualquier forma a la hora de visitar los sueños de los mortales, y así adaptarse a sus deseos, pudiendo hacerlo también para interactuar con los humanos en el mundo real. Si investigaba un poquito más podría averiguar que de él se decía que tenía la capacidad de devorar los sueños de las personas, o, más exactamente, su energía vital.

Pero no importaba. Con habilidad consiguió desviar los temas hasta otros derroteros más inofensivos para él, y la velada transcurrió agradablemente según sus planes. MJ y Betty cayeron dormidas las primeras, y pronto las siguió Gwen, a la que dio permiso para dormir en el habitáculo que quisera, hasta que él y Glory quedaron por fin solos en la cubierta...

Fue una suerte que la morena cerrara los ojos, porque así no pudo ver la manera en que su expresión cambiaba subrepticiamente al mirarla, pasando a contemplarla con la avidez con la que un depredador estudiaría a una presa inadvertida. Su mirada se tornó acerada, pero no actuó de inmediato. Necesitaba saber más de ella, pues todo cuanto pudiera averiguar le ayudaría a recrear la experiencia perfecta en sus sueños. Observó sus lágrimas caer y, con un estudiado gesto que había repetido un millón de veces, las retiró con una suave caricia de su pulgar, para posteriormente recorrer la línea de su mejilla con los dedos. La chica era sensible, posiblemente con baja autoestima, si era capaz de atribuir un significado tan grande a algo que apenas tenía importancia real. Tomó nota mentalmente; a Glory le gustaba que la trataran con delicadeza y sensibilidad, con ternura... como el más entregado de los amantes. Posiblemente le gustaría que le hicieran el amor como se venera a una obra de arte, con consideración y entrega absoluta. De manera romántica, clásica. Era lo que se solía encontrar la mayoría de las veces, así que sabía perfectamente lo que tenía que hacer.

Cuando abrió los ojos de nuevo, él sonrió, adoptando una actitud más relajada mientras volvía a ponerse la máscara y se recostaba de lado, imitando su postura para estar a la misma altura.

- No tienes que darme las gracias, Glory... Lo que he hecho, lo he hecho encantado, y no ha supuesto ningún problema para mí -de nuevo buscó su mano con la que tenía libre, entrelazando los dedos en un gesto repleto de intimidad y dulzura-. Me aflige saber que lo habéis estado pasando tan mal. ¿Puedo saber el motivo? Querría hacer cuanto esté en mi mano para ayudaros, Glory, yo... -extendió el índice hacia sus labios, haciéndolo descender suavemente hasta su mentón, entreabriéndole ligeramente los labios en el proceso. Sus ojos se prendieron en aquella cálida invitación antes de subir hasta encontrar los de la morena para comprobar si el sentimiento de atracción era mutuo antes de proseguir-. Siento... que hemos tenido una... conexión. ¿Es posible? ¿Has sentido tú lo mismo o son sólo imaginaciones mías?

Ante la pregunta de si se sentía sólo, se reclinó de nuevo boca arriba para mirar las estrellas, como reflexionando en sus palabras. No quería parecer demasiado ávido, demasiado voraz. El amor romántico que intuía que ella deseaba se cocinaba siempre a fuego lento, aunque no por ello era menos delicioso. Con los años había aprendido a utilizar aquella anticipación en su favor.

Entonces, ella rectificó y reformuló la pregunta, haciendo que él la mirara de nuevo. Por toda respuesta, extendió la mano hacia su rostro, entrelazando los dedos en su cabello oscuro hasta rodear su nuca, acercándola hacia donde él se encontraba tumbado, sin dejar de hacer conexión con su mirada marrón.

- Estoy feliz... aquí contigo -musitó, volviendo a deslizar la mirada hacia abajo, en dirección a sus labios, un instante antes de unir su boca a la suya.

El beso fue lento y cálido, pero pasional a la vez, tomándose todo el tiempo del mundo para proporcionarle el máximo placer, mientras la luz de la luna les alumbraba y el rumor de las olas les arrullaba. Cuando finalmente se separaron, volvió a mirarla a los ojos, aguardando hasta ver su reacción.

Glory no era lo suficientemente ingenua como para pensar que ella era única. Elian encajaba a la perfección con el hombre cishetero exitoso, CEO de una empresa con la que tratas con muchos artistas (especialmente muchas mujeres) y vives de su imagen. Era obvio que su espalda no era la única que había rozado la cubierta de ese barco, por mucho que así lo desease. Sin embargo, cuando se perdía en esos ojos azules se le olvidaba todo. Ni siquiera se planteó por qué ansiaba tanto el reconocimiento de alguien que a efectos prácticos seguía siendo un completo desconocido. No pensaba en ello, se limitaba a sonreír y sentir un cosquilleo por el abdomen cada vez que recibía palabras bonitas con su voz. Chicago parecía mucho más bonita entre los brazos de Iquelo.

Por eso, cuando Gwen se retiró a descansar no se sintió insegura o indefensa. Casi agradeció con nervios y excitación que toda la atención del griego se centrara sólo en ella. Parecía de ficción, y aun más parecía mentira que le estuviese ocurriendo a ella. Las palabras de la rubia retumbaron en su cabeza. “ Eres mayor de edad, y en caso de que no te lo estés imaginando, tienes un buen rato y mañana, de vuelta a Nueva York… Pase lo que pase se acaba mañana a las once” En unas horas… a las once de la mañana. Durante un momento se sintió como la Cenicienta. Viviendo una farsa impropia que tenía una mecha que consumir. Una deliciosa cuenta atrás…


Recibió los dedos entre los suyos, disfrutando de la cercanía y la calidez, sintiéndose la chica más afortunada del mundo. Sus manos eran suaves y de dedos alargados y finos. Lo suficientemente firmes, lo suficientemente suaves. La voz susurrada en su oído mecía las mejores escenas de su imaginación. Estaba realmente intrigado y preocupado por su bienestar. Por el suyo, y por el de las chicas. Elian ya sabría lo importante que era el grupo para ella. Iba a contestar pero el roce de sus yemas interrumpió la apertura de sus labios, acompañándola y paralizándola. Suspiró sobre su dedo sin darse cuenta y perdió la vista en sus labios mientras le hablaba. Una… conexión.. - Pensé que… era.. cosa mía…- susurró antes de que Elian sonriese y se apartase.

Eso terminó de destruirla. Si se hubiese lanzado tal vez se hubiese terminado de sentir utilizada. Una tonta más de la que su representante se aprovecha. Otro fuckboy que insultaba la inteligencia emocional con un motivo oculto. Pero después de confirmar la conexión se apartó, respetando su espacio, disfrutando del fuego lento, de la conversación y de su mera presencia.

Aquello era auténtico.

Glory suspiró con una sonrisa de medio lado, su primer gesto auténticamente pícaro e inconsciente de toda la noche. Fue algo sutil pero la experiencia del griego le haría imposible pasarlo por alto. Luego le preguntó sobre su felicidad, él respondió a la pregunta…

Y el breve instante en el que se hizo el silencio y ambos se miraban a los labios se sintió como a cámara lenta en el atribulado corazón de la compositora. Sus ojos la miraban con un cóctel perfecto de respeto, admiración, fascinación… y algo que todos los hombres hasta la fecha en la vida de Glory habían pasado por alto: Deseo.

Glory estaba cansada de resultar la amiga perfecta, la confidente, la psicóloga de sus amigos. La que formaba las parejas, la amiga de los chicos, la simpática… Siempre había ansiado en prohibido silencio un hombre al que fascinar. Abandonar el rol de poeta por un instante y permitirse ser musa de una mirada no objetiva que bebiese los vientos por ella. Y con ese beso, sintió todo aquello.

Correspondió, colocando una mano tras la nuca del empresario, acercando su cuerpo a él con un movimiento tan natural como inconsciente. Su lengua sabía aún mejor que sus palabras. Cada acercamiento le hacía desearle aún más. Cuando se apartó, haciendo la comprobación de consentimiento sintió que si quedaba algo por derretirse, acababa de perderlo en ese instante. Le miró a los ojos obviando ya su incredulidad. Sí, estaba ocurriendo y al fin era ella la protagonista. Lo que quería decir colapsaba de forma directa con lo que su cuerpo expresaba. Había estado todo el día conteniendo algo que ni ella sabía que llevaba dentro. Se volvió a acercar a él y justo antes de besarle susurró sobre sus labios - ¿No te causaré ningún problema…? - Su preocupación era genuina, pero no resultaba coherente con con la desesperación de su lenguaje corporal.

- ¿Problema? -musitó, apartando un mechón de cabello oscuro de su rostro-. ¿Qué problema podrías causarme... más allá de ser un soplo de aire fresco en mi vida...? Soplo...

Se quedó pensativo un instante, contemplando sus ojos castaños.

- Ella es la fuerza viva, el soplo ardiente; de cuanto sueña y goza, piensa y siente; de cuanto canta y ríe, vibra y ama -recitó-. Es un poema de Salvador Rueda. No sé por qué me ha venido a la mente.

Girando sobre sí mismo la hizo yacer sobre su espalda en la cubierta del barco, colocándose sobre ella apoyado en sus poderosos brazos. Y allí estaba... aquél temblor involuntario, el anhelo y el deseo con los que el íncubo estaba tan familiarizado.

Definitivamente aquella era una muchacha repleta de inseguridades, una personalidad poco frecuente en integrantes de bandas de música, pero, por otro lado, no hacía falta más que mirar a la exhuberante belleza que era MJ para entenderlo. Glory debía estar bastante acostumbrada a que ella se llevara toda la atención. Y toda la que no se llevara ella se la llevaría la carismática batería. Por lo general, nadie se fijaba nunca en el teclista. No era difícil imaginar la clase de presión a la que debía estar sometida la joven para sentir que estaba a la altura de las demás integrantes del grupo. No creía que hubiera mucha gente deseando solicitar entrevistas a Glory Grant.

Todo ello hacía que resultara muy sencillo para el Oniro adivinar cuáles eran los deseos ocultos de la mujer... Ser la protagonista por una vez. El centro de toda atención. Y él estaba más que dispuesto a concedérsela.

Pero tenía que tener mucho cuidado con cómo manejaba la situación, pues, aunque le había dejado claro que no tenía interés en una relación estable, al menos a priori, parecía la clase de romántica empedernida que no encontraría placer en una noche de sexo trivial. Podia incluso llegar a sentirse utilizada, a pesar de haber establecido previamente las condiciones, y eso no era lo que le interesaba a Iquelo. El íncubo necesitaba garantizar su absoluto disfrute para que no percibiera el dolor de la alimentación, así que tenía que mostrar especial cuidado en satisfacer cualquier deseo o fantasía que pudiera albergar.

La muchacha era joven; intuía que no debía de haber tenido demasiadas experiencias sexuales plenamente satisfactorias, por lo que se hacía doblemente importante hacerla sentir como una auténtica diosa. Iquelo estaba dispuesto a ofrecerle la mejor experiencia de su vida...

En situación normal, el Oniro la dormiría, generando un sueño erótico que la colmara de placer, ya que uno de los principales hándicaps de su condición era que su propio orgasmo consumía por completo la esencia vital de sus víctimas, matándolas en el acto, lo cual volvía imposible que pudiera participar realmente en el proceso. Sin embargo, en ésta ocasión Iquelo pretendía hacer que Glory fuera la única protagonista, lo único importante. Mientras no hubiera un intercambio sexual completo entre los dos, la muchacha estaría a salvo, así que decidió no dormirla, y ofrecerle el placer real que un íncubo podía llegar a provocar sin necesidad de jugar con su mente.

Cuando se inclinó hacia ella, sus besos tenían la intensidad y la pasión de un volcán en erupción, y era como si las manos que se deslizaban por su cuerpo, recorriendo metódicamente cada línea, cada curva, despertaran cada parte sensitiva de su piel, incluso a través de la ropa. Para cuando sus dedos llegaron a la confluencia de sus piernas, Glory ya estaba al borde del clímax, y apenas bastó un dedicado masaje por encima de la tela de sus mallas para hacerle alcanzar el cielo. En el momento en el que se produjo la descarga de placer, una oleada de energía dorada abandonó el cuerpo de la joven, ascendiendo por el brazo del íncubo hasta absorberse en su interior, sin que ella se apercibiese en lo más mínimo. Mientras la mujer recobraba el aliento, Elian se recostó a su lado y se inclinó a besar su cuello haciendo que su mano se aventurase al fin a descubrir los cálidos misterios que se ocultaban bajo la holgada camisola. La otra mano pasó más allá de los confines de las mallas, haciendo que el cuerpo de la joven, aún sensibilizado por el placer que acababa de experimentar, se retorciera de manera incontenible una vez más, insuflándole una nueva oleada de energía vital. Situándose de nuevo sobre ella, le levantó la camisa, adorando con sus labios el terreno que antes habían cubierto sus manos, y, mientras el cuerpo tembloroso se agitaba sin remedio ante sus caricias, fue descendiendo al tiempo que sus manos se ocupaban de bajar los pantalones. Su mirada azul océano se fijó en la de la mujer, pidiéndole permiso antes de ofrecerle las experimentadas atenciones de su boca.

Cuando todo acabó, Glory yacía profundamente dormida junto a él, doblemente exhausta, tanto por la cantidad de placer experimentado como por la energía vital que le había sido sustraída en el proceso. A las chicas les costaría bastante despertarla, pero aparte de eso y de una sensación de agotamiento que le duraría un par de días, se encontraría perfectamente bien y contenta. Le había vuelto a colocar todas las prendas de ropa en su lugar, y él mismo permanecía completamente vestido.

Aquella noche había sido sólo para ella, o eso debía de creer. Tenía que pensar que su empeño a la hora de hacerla disfrutar había sido completamente desinteresado para que no se sintiera utilizada. Al haberse convertido en su responsable de promoción y marketing iban a mantener un contacto frecuente, y se aseguraría de dejarle abierta la posibilidad de volver a encontrarse siempre que ella lo deseara, dejando claro que, por el momento, iba a ser una relación sin ataduras de ningún tipo, pero tampoco más limitaciones que las que suponía el hecho de vivir en ciudades distintas.

Las Mj's no eran las únicas en haber obtenido un trato ventajoso aquella noche.