[WWD] Attack on Bodh Gaya (Wonder Woman, Shazam) [20/04/2019]

El 17 de abril, 13 días después del comienzo de la WWD, el Buda gigante de Bodh Gaya se puso en pie y comenzó a aplastar a la gente que se había congregado allí para orar, meditar, o, simplemente, hacer fotos. Al mismo tiempo, en Venecia, el león de la Plaza de San Marcos cobró vida y se puso atacar a la gente. Por desgracia, me encuentro a más de 6000 kilómetros de Italia, y privado de todos mis medios de transporte, así como de cualquier forma de acceso a la fortuna de los Wayne en ésta dimensión, pues, como era de esperar, los números de mi tarjeta de crédito, o de mi cuenta bancaria, no coinciden, ni tampoco los de los teléfonos de Alfred o la mansión. Estoy literalmente atrapado aquí, en la India, hasta que encuentre un modo de regresar a los Estados Unidos, pero aunque no pueda hacer nada para ayudar en Roma, Gaya, La Meca, Israel o incluso Amritsar, pues me es imposible enfrentarme por mi mismo a Trigon, sí que puedo intentar hacer algo para ayudar en Bodh Gaya.

El objetivo o razón que se oculta detrás de éstos últimos acontecimientos se me escapa; acabo de llegar a éste mundo sólo para aterrizar de lleno en mitad de una guerra de proporciones monstruosas, y apenas he tenido tiempo de hacer nada más que ayudar a los refugiados que huían del terror de Trigon. ¿Qué es lo que ha podido provocar el levantamiento de estas dos figuras de piedra? No lo sé, como tampoco qué es lo que las impulsa más allá de causar el terror entre la gente. Lo único que tienen ambos en común es el elemento religioso; mientras uno es una representación de Buda, piedra angular del budismo, el otro es una representación de San Marcos, primer obispo de la Iglesia cristiana de Alejandría. Ambos son figuras de peso en sus respectivas religiones, pero no debían ser en teoría encarnaciones malignas. ¿Qué ha podido ocurrir? ¿Magia? ¿Posesión demoníaca? Por desgracia no soy ducho en ninguna de esas artes, pero de lo que sí sé mucho es acerca de hacer caer gigantes.

Las últimas noticias decían que la población de Bodh Gaya estaba huyendo en dirección a Rajgir, y el Buda se está moviendo también, lo que no sé es a dónde, o con qué intención. Desde Jaipur son 20 horas en coche. Me ha costado encontrar un medio de transporte que se dirigiera en ésta dirección, ya que la mayoría de refugiados están huyendo hacia la frontera con Pakistán, pero finalmente conseguí que me dejaran viajar en un camión de ayuda humanitaria.

Viajar con la armadura habría suscitado demasiadas preguntas, así que me vestí con ropas que encontré en una de las casas abandonadas de Amritsar: una camisa de lino azul oscuro y unos pantalones holgados negros de algodón. Llevo la armadura en un arcón que viaja conmigo y por el que nadie ha hecho preguntas, asumiendo, como es lógico, que dentro se encuentran las escasas pertenencias que he conseguido rescatar de mi hogar antes de la huida.

Desciendo en Bodh Gaya y me dirijo hacia el Templo Daijokyo donde ocurrió la masacre. El panorama es desolador. Por más veces que tengas la desgracia de presenciar escenarios así, nunca te acostumbras del todo al olor de la muerte. La destrucción es generalizada, todo el área se encuentra en ruinas, con cadáveres diseminados por todas partes. Me dirijo a pie hacia el Templo Mahabodi, que se encuentra a 20 minutos de aquí. Mi suposición es tan buena como cualquier otra; Según la leyenda, en torno al 530 a.C, el peregrino Sidharta llegó a la ciudad de Gaya. Allí se sentó a meditar bajo una higuera, que pasaría a ser conocida como el árbol de Bodhi. Tras tres días de meditación ininterrumpida, Siddharta alcanzó la iluminación.

Alrededor del árbol, para protegerlo y honrarlo, se alzó el Templo Mahabodi, que se convirtió así en uno de los centros de peregrinación budistas más importantes del mundo, ya que, según la cultura popular, se trata del lugar que dio origen al budismo. Es un patrón que se repite hasta ahora en la WWD: la estructura de los ataques no se ha producido al azar; Roma, Amritsar, Gaya, La Meca e Israel son algunos de los lugares de culto más importantes para las distintas religiones en el planeta, y también se están produciendo ataques en Nepal y el templo de Lhasa, hogar del Dalái Lama. Siguiendo éste patrón, tiene sentido que Templo Mahabodi sea el siguiente punto de ataque. También podrían serlo Kushinagar, Lumbini y Sarnath, otros lugares de peregrinación importantes relacionados con la vida de Gautama Buda, pero el Templo Mahabodi es el que está más cerca.

Efectivamente, tal como me imaginaba, allí me encuentro la estatua gigante de Buda, sentada en la posición de meditación de la Flor del Loto como si nada hubiera pasado, como si, simplemente, hubiera sido trasladada desde su pedestal en el Templo Daijokyo hasta un nuevo emplazamiento un poco más alejado, pero, si mis suposiciones no son incorrectas, dicha calma está a punto de revelarse falaz. Gautama Buda pasó tres días de meditación allí antes de alcanzar la iluminación. Tres días. Estamos en el albor del día 20, tres días exactos desde que se puso de pie en el Templo Mahabodi para venir hasta aquí. Si no me equivoco, dentro de poco se levantará y replicará el mismo ciclo de destrucción. La mayoría de la gente ha huido ya en dirección a Rajgir, pero aún quedan personas aquí; viejos monjes que han dedicado la vida a su templo y no son capaces de concebir otra cosa, así como peregrinos que han venido a adorar la figura de Buda y otras personas que creen que su presencia allí es un signo de salvación y paz en lugar de muerte y destrucción. Debo hacer lo imposible por impedir que el ciclo de terror de éste ser, sea lo que sea, se continúe.

Me dirijo con el arcón hacia una zona oculta y abandonada de los alrededores y me pongo la armadura. Hago un inventario de todos los recursos que he traído conmigo desde mi dimensión, haciendo un rápido análisis de lo que puedo necesitar y me dirijo de nuevo a donde se encuentra la estatua durmiente, colocándome a su espalda. Saco mi pistola de gancho y disparo, izándome hasta la zona de la nuca, donde pretendo colocar la bomba que, con un poco de suerte, le volará la cabeza.

Cada una de las pérdidas de una heroína y un héroe arrastraba tras de sí un largo y agónico camino para sus compañeros y familiares. El pueblo hacía homenajes que lejos de ser enternecedores resultaban ofensivos, demostraban cuán poco sabían de lo que su símbolo representa, cómo era en carencia de alter-ego. Faltaban al respeto confundiendo sacrificio con debilidad dando por hecho que simplemente el enemigo había sido más fuerte que ellos. Era indignante, y por más tiempo que pasaba los seguidores nunca se hartaban. Siempre había velas, grafittis, carteles y pegatinas que impregnaban todo el mundo de un recuerdo que no podía ser enterrado. Habían sido 9 días terriblemente agotadores…

Sin embargo, la nueva noticia cruzó mis oídos con la velocidad y sencillez con la que un cometa parece rasgar el cielo. Me había acostumbrado a los rumores, a los fans con merchandising demasiado realista haciendo el inconsciente. Pero esa pista había sido demasiado bien trabajada. Una armadura de murciélago portada por un hombre aparentemente, la descripción, las técnicas… Pero lo más evidente… Nunca se quedaba más tiempo del preciso. No le habían conseguido seguir la pista, no había dado declaraciones en cámara… Su comportamiento fuera de la acción correspondía a la gótica actitud de Batman casi a la perfección.

Pensé en Dick, en todos los familiares que había acogido bajo su techo en los últimos años, incluso en Alfred, dando por hecho que ponerse la capa habría sido un suicidio simbólico en honor a su amo y un modo de regalarle sus últimos momentos. Algún metahumano con poderes que descubriera su verdad y su capacidad le permitiese una imitación legítima. Sin percatarme las posibilidades se fueron acoplando en mi mente formando una horda de caminos posibles que no podía contar. Como cabezas de hidra, si cortaba una surgían dos más y cada cual parecía más grave que la anterior. Sentada en la cama observaba la superficie del batarang mientras lo hacía girar con calma entre mis dedos, sosteniendo la punta de cada ala con mis índices. El tsunami mental arrasaba mis emociones y destruía toda la coherencia de mi ser. Se ha ido. Tú misma lo viste. No fuiste lo suficientemente rápida… y le perdiste.

Cerré los ojos y dejé caer la espalda en la cama, mirando por la ventana al inmenso universo. Sé de buena mano que hay batallas duras, pero eso es lo fácil. Romper, golpear, esquivar, desgarrar, controlar… Lo físico se entrena y con la suficiente constancia y una buena ejecución del trabajo se consigue terminar la peor de las guerras. Por otro lado eres el símbolo que mantiene feliz a tanta gente que no tiene la opción de hacer lo que haces. Eres… su última esperanza. -Oh, Espi… Siento decir que te necesito más que nunca y disculpa mi egoísmo… pero si has de partir de mi lado… te ruego que no sea hoy-

Tomé aire y en mi mente retumbó la voz de mi madre

-...Diana…-

Respiré

-...Diana…-

Sonréi, solté el aire y abrí los ojos. Había que vestirse.

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Volé todo lo rápido que pude. Era zona hostil y me preparé con el mismo uniforme con el que me había preparado para Trigon, aunque los enemigos incluyendo al gigante que se había estado desplazando, parecían aguardar una ínfima parte de poder demoníaco en comparación. De todos modos, espada, lazo y protecciones fueron indispensables. A medida que pasaban los minutos, las posibilidades volvían a golpear mi cabeza y corazón, a cada cual más cruel. Bruce fingiendo su muerte y ser derrotado, cooperando con algún brujo alternativo. Que el impostor original fuese el Bruce que yo vi envejecer… Agité la cabeza. La investigación sobre este sujeto había sido de las más exhaustivas que había realizado en mi vida. Si era una broma o un impostor, tendría que dar una serie de explicaciones y en función a sus argumentos, salir con todos los dientes de allí.

Trabajar con los dos Batman con los que había trabajado daba una idea de patrón de comportamiento por el que opté para moverme. Siempre había ido de frente analizando cada mota de polvo de la escena y a pesar de conocer los riesgos mejor que nadie, estaba encima de las granadas, bajo los terremotos, en el ojo del huracán y en la cima de los volcanes. El mundo en el que él se movía cómodo consistía en estar donde nadie más debía para salvar a gente que muchas veces no era consciente de lo que pasaba. Y se me hizo lógico buscarle en el foco de emigraciones, ese lugar del que todo el mundo luchaba por salir. Encontrar la inmensa escultura no era una tarea demasiado complicada. Sólo siguiendo los streamings de los reporteros de guerra en orden cronológico podían describir la ruta que había trazado y dónde se encontraba en tiempo real. Seguir el camino de los refugiados en sentido contrario me acabó encontrando con la inmensa figura. Lo que nadie sabía era cuándo se pondría en marcha de nuevo.

Sobrevolé la zona observando con cautela desde las colas de gente rezagada, las agrupaciones de profetas, pasando por los monjes…Rezando para no encontrarlo, alimentando la idea de que al impostor no le merecía la pena arriesgar su vida para seguir manteniendo esa farsa... Hasta que vi una mota negra en la nuca de la figura del dios y el mundo terminó de desmoronarse a mis pies. El corazón se me encogió dentro del pecho, tanto que sentí clavado un dolor intangible cuya magnitud no podría describir. A lo lejos su planta se parecía tanto que era lógico que un humano normal pensase que era él sin dudarlo. Acerqué el vuelo a velocidad suficiente para no sobresaltarle, luchando para engañar a mi mente y a mis ojos todo lo que podía soportar. De los trajes de imitación, incluso los más caros, ese había sido el mejor…

Mi rostro permaneció duro, casi con enfado como coraza a las emociones que mis impulsos luchaban por sacar. Fingir que era él, que no había pasado nada, aunque no lo fuera... Abrazarle, llevármelo volando de allí para salvarle y no perder, por tercera vez, a ese amigo tan amado… Las lágrimas se acumulaban pero no caían.

En otra situación… daría voto a la confianza. Pero ya estaba cansada y tenía el corazón demasiado roto para dar lugar a un milímetro de mentira. Solté el enganche del lazo y lo alcé sobre mi cabeza para rodearle por los hombros con un movimiento firme pero suave desde su espalda -Identifícate- mis cuerdas vocales no temblaron ni dieron lugar a la negociación. Sólo cuando le tuve bien agarrado volé rodeando su figura para tenerle cara a cara, interponiéndome entre el gigante y él. El brillo dorado de Hestia hacía resaltar las partes metálicas del traje, la suciedad y su rostro. -¿Quién eres y qué haces aquí?-

Aproveché la situación para analizar de cerca cada minúsculo y ridículo detalle del individuo. Si el traje tenía algún hueco vacío de tornillo, el contorno de su cuerpo, sus ojos, los labios, la edad y la complexión… y entonces vi sus manos y el dispositivo explosivo. No era tan tecnológico para pensar que era sacado de Wayne Industries ni tan casero como para sospechar de un aficionado. Aun así, no tenía motivos para dejar de pensar que podía tratarse de un terrorista -¿Cuánto tiempo llevas en aquí, en la India?- Devolví la mirada a todo su cuerpo. Para mí, fue un proceso agonizante, lento y tortuoso hasta que le escuché por primera vez. La realidad es que fueron cuestión de segundos. Apreté el lazo hacia mí -Habla- inflé el pecho de aire, buscando en el oxígeno la paciencia que no había tenido para dejarle emitir palabra hasta ese instante. Cualquier humano en esa situación sentiría que está a punto de ser devorado por un león… Pero él…
Para mi fortuna, la verdad pronto sería revelada.

Fijo el explosivo a la base del cuello con una pistola de gel adhesivo que saco de mi cinturón y salto al vacío, utilizando la cuerda del gancho que aún sigue sujeto a la estatua para irme deslizando poco a poco. Tan pronto mis pies tocan el suelo me dispongo a empuñar el detonador, pero, en ese instante, un lazo surgido de la nada me rodea los hombros, ciñéndose con firmeza e inmovilizando mis brazos a ambos lados de mi cuerpo. Me tenso al reconocer el peculiar brillo dorado de aquél arma. Sé quién es desde mucho antes de escuchar la familiar voz:

-Identifícate -la amazona vuela hasta colocarse ante mí, obstaculizando la visión del gigante que podía ponerse en pie en cualquier momento-. ¿Quién eres y qué haces aquí?

- Soy Batman, pero eso ya lo sabes -respondí sin vacilar.

No hice el menor intento por resistirme. Sabía por experiencia que no habría tenido sentido, y de todas formas me convenía decir la verdad.

- Estoy aquí para salvar a los monjes y peregrinos del templo de ese monstruo cuando se vuelva a levantar. Y dado que estoy seguro de que me has visto fijar los explosivos en el cuello de la estatua, estoy convencido de que eso también lo sabes.

Veo cómo se inclina, cómo parece estudiar al milímetro cada fibra de mi ser, como si no pudiera creer lo que está viendo. En ésta situación podría quitarme el casco sin ningún esfuerzo. No comprendo por qué no lo hace.

- ¿Por qué no preguntas lo que de verdad quieres saber?

Necesito tener cuidado. Sé que Diana no es mala. Es una mujer valiente y noble con un gran corazón. Pero también es pasional, y a menudo deja que las emociones controlen sus actos. En mi mundo, ésta fue su debilidad. Dejó que el amor que sentía por Clark la cegara por completo, convenciéndola de que la atrocidad que estaba llevando a cabo era realmente necesaria. Y aún así, me consta que ella fue siempre lo único que le frenaba de cometer las mayores aberraciones, la única con el coraje de decirle las verdades a la cara, la única que intentaba imponer algo de juicio a sus acciones, a pesar de apoyarle en prácticamente todo. Fue Diana la que le obligó a deshacerse del anillo rojo, y la que, a pesar del odio que sentía hacia mí, se enfrentó al monstruo mecánico que R'as Al Ghul había liberado en el mundo para salvar a cuantos inocentes pudiera. Sea en el universo que sea, en la dimensión que sea, Diana siempre será una verdadera amazona en su corazón.

-¿Cuánto tiempo llevas en aquí, en la India? Habla -ordenó, tirando del lazo hasta dejarme a escasos centímetros de ella.

Aprieto los dientes. No me gusta que me manejen como si fuera un títere, y con su rostro tan cerca del mío es difícil olvidar que fuimos enemigos durante seis largos años. Pero en éstos ojos no hay odio, sólo ira y... ¿esperanza?

- Llevo aquí desde que la máquina de transporte dimensional me dejó en la ciudad de Amritsar nueve días atrás, exactamente un año y un día después de la Colisión de los Mundos y a más de siete mil millas de distancia de las coordenadas que introdujo Víctor. No sé por qué he aparecido con más de un año de diferencia cuando para mí no han pasado más de nueve días desde que activé la Caja Madre, y no sé qué es lo que ha pasado ni dónde o cómo he estado durante ese tiempo. Tampoco sé por qué he ido a aparecer aquí en lugar de en Gotham.

Una súbita masa de oscuridad oculta la luz del sol, haciendo que una sombra inmensa nos engulla. Alzo la mirada más allá de la amazona.

- Diana, quítame el casco si tienes más dudas, pero...

Antes de que pueda terminar de hablar, una inmensa mano de piedra golpea a la mujer, enviándola lejos. No puedo ver dónde cae porque al momento unos dedos enormes me sujetan por el cuello. La presión del lazo se ha aflojado, dejándome los brazos libres, pero sé que moriré antes de poder quitármelo de encima. La vista se me empieza a nublar. Todo se vuelve rojo. Alzo el brazo y acciono el detonador.

Estoy demasiado cerca, no pude encontrar refugio.

Se produce una explosión ensordecedora.

Luego... oscuridad... y silencio...

El lazo brillaba con la esperanza que a mi me faltaba según avanzaban los segundos. Su voz recorrió mi organismo como una ola de calor que hizo que se me erizase el vello. Acompañada de su respuesta un tsunami de alivio y la desconfianza residual fueron avanzando por mi sistema arrasando con todo lo que me mantenía en pie. Cada palabra de su boca era como un martillazo a mi entereza y a mi machacada paciencia. Mis pupilas empezaron a antojarse cristalinas. Todo, cada pelo de su barba, cada entonación, el uso concreto de las palabras mínimas precisas para describir la información… Cada singularidad definía a Batman. Quizá no a mi Batman, ni al Batman que estaba en este universo… pero sí a Batman.

Pronunció mi nombre y parpadeé con lentitud mientras la presión del lazo se aflojaba cada vez más hasta resbalar por sus codos. -Tú…- acabas de llegar aquí…

Me quedé helada, escuchando los latidos de mi corazón por encima del ruido de la piedra levantándose o del final de su propia explicación. No me percaté de la inmensa sombra. No me percaté de las vibraciones demoníacas, de los gritos, ni de la inmensa mano que venía hacia mí. Sólo pude respirar hondo y notar una lágrima rodar por mi mejilla justo antes de que la inmensa mole golpease el lado izquierdo de mi cuerpo.

Salí disparada. Todo eran borrones de color y carencia de equilibrio hasta que aterricé en los cimientos de aquel edificio, rompiendo la estructura de los tabiques en mi caída. con un quejido de dolor. El polvo que se levantó me impidió ver con claridad qué estaba pasando. Me incorporé, retirando los escombros que necesitaba para poder caminar y asomarme por el agujero que mi propio cuerpo había hecho. Apoyé una mano en la pared y coloqué la otra sobre mis cejas, tratando de enfocar la mirada. Me incorporé, sacudiendo la cabeza haciendo que el aire que obstruía mis cervicales saliese con crujidos de los huesos reajustándose. Busqué a Batman por el suelo en un vistazo rápido y de camino le encontré elevándose contra su voluntad entre los dedos del inmenso Buda. -Oh, no… Ningún dios hará que te vuelva a perder…-

La explosión hizo que me ralentizase unos instantes, pero en cuanto tuve ocasión salí disparada sin dudar hacia la zona cercana al suelo en la que se encontraba. Entrecerré los ojos para que el polvo y los escombros más finos no me impidesen localizarle y de repente lo vi, una mole negra cayendo en picado, incapaz de abrir la capa. Extendí los brazos para tomarle con suavidad contra mi cuerpo y dejarle tumbado en el suelo cuanto antes. Distancié su cuerpo del mío, apoyada sobre mis rodillas y manos tratando de cubrirle lo mejor posible, centrándome en su cráneo y órganos vitales. Los cascotes terminaron de caer, golpeando mi espalda con contundencia, pero no me tumbaron. Soporté hasta que estuve segura de que solo quedaba gravilla y tosiendo en un esfuerzo absurdo por despejar el polvo de mis vías respiratorias, le cargué entre mis brazos por sus gemelos y espalda para sacarle de allí. Seguramente no pudiera respirar.

Al trote conseguí alejarnos de la zona hasta recostarle junto a una de las fuentes del templo. Coloqué su cuerpo boca arriba retirando lo que quedaba de lazo en torno a él y apoyé dos dedos bajo el ángulo de su mandíbula. Débil, pero había pulso. Tapé su nariz y acerqué mi oído a sus labios. Difícil escuchar con tanto estruendo… Coloqué uno de mis brazaletes frente a su boca esperando un vaho que empañase el metal… que nunca llegó. Presa del pánico le quité el casco lo mejor que pude y estiré el brazo para coger un poco de agua. Limpié los residuos de sus labios para asegurar que no introducía más patógenos en sus pulmones, ceñí mis labios sobre los suyos para tratar de forzar la respiración. Exhalé, espere su respuesta… No llegó. Apoyé de nuevo, bloqueando su nariz y volví a soplar. -Por favor…- Nada.
Apoyé la palma de la mano en su esternón y fui empujando hasta su faringe el recorrido del sistema respiratorio. No tenía nada para una traqueotomía... No podía ayudarle de otro modo. Si esto no funcionaba, no tendría tiempo de llevarle a la Atalaya sin respirar…
Coloqué los labios repitiendo de nuevo y exhalé una última vez. Me retiré y sin poder contener el impulso, grité entre toses
-¡¡ERES BATMAN POR EL AMOR DE LOS DIOSES!! ¿¡VA A MATARTE LA EXPLOSIÓN DE UNAS PIEDRAS QUE TÚ MISMO HAS PROVOCADO!?- Deslicé la mano por su tráquea con más fuerza hacia arriba hasta que escuché una tos involuntaria que generó una pequeña nube de polvo sobre su boca. Molesto, incómodo y rasgado… pero había conseguido un respiro.

No solo eso, estaba respirando de nuevo, pero parecía que dejaría de hacerlo en cualquier momento.

Tomé un poco más de agua y le retiré los residuos de los ojos y le empapé la frente. Había perdido la consciencia y no parecía despertarse… Me giré una última vez, comprobando que la estatua seguía hecha trizas y los monjes estaban a salvo a excepción de la limpieza que tendrían que hacer del templo y de sus propios pulmones una vez lo despejasen todo. Cargué a Bruce sobre mis hombros, agarré su casco y el lazo y volé lejos, hasta un lugar seguro que nos permitiera acceder a la Atalaya.

Actué rápido. Me ayudó a mantener la calma la idea de que ya estaba familiarizada con los cuerpos humanos como para tener confianza sanando uno de ellos a pesar de ser mucho mas frágiles que las amazonas. Sin embargo, la idea de que podía tener frente a sí al segundo Batman que moriría por su culpa,me martilleaba la consciencia como un mal sueño que no paraba de repetirse. Sería el tercer Batman del que no tendría ocasión de despedirme.

Al llegar dejé caer su casco, el lazo, y pateé todo lo que se interpuso entre la camilla de urgencias y nosotros. Volqué su cuerpo en la inmensa cama y lo primero que hice fue quitarle los trozos de armadura que llevaba, rezando para no haberla destrozado en el proceso. Lo siento en el alma… pero el tiempo jugaba en mi contra y mi amigo era más importante que cualquier trozo de metal. Una vez con el torso desnudo, limpié con un paño húmedo el pecho y coloqué los adhesivos que permitirían monitorizar su latido. El primer pitido de muchos salido de esa máquina fue lo que me hizo sonreír de forma más pura desde que estaba en ese mundo.

Busqué revolviendo en los armarios la bomba manual de aire, la enganché en torno a su cabeza y fui bombeando poco a poco, siguiendo los ritmos en mi mente, quizá algo acelerados dada mi situación… Hasta que vi que el plástico de la mascarilla en torno a su boca se empañaba solo y la bomba se inflaba y vaciaba por la respiración autómata de Bruce. Se la retiré, dejándola caer al suelo y apoyé ambos manos junto a su cabeza, en la cama.

-... Idiota…- Respiré hondo, retirando el rostro para toser, intentando eliminar los restos también de mi organismo. Agaché la cabeza, agotada y agarrotada… Ahora podía relajarme, pero no detenerme.
Alcé la vista de nuevo, al techo. -No le entreguéis hoy… dejad que aterrice, que sufra y viva lo que debe y que se enfrente al mal y bien que le depara este mundo… Por favor, dejadle descansar una noche y mañana os lo agradeceré como es debido-

Lanzada la oración de puro corazón, busqué más toallas para limpiarle lo mejor que pude sin tocar las monitorizaciones, le tomé la tensión, la saturación de oxígeno… Y aunque frágil, parecía que podía recuperarse. Me senté junto a la camilla en una silla baja que había por la sala y apoyé los brazos en el colchón, junto a sus piernas. -No se te ocurra morirte, Bruce…- El pánico que me provocaba esa idea hizo que me quedase allí apoyada, mirándole. No pude ir a la ducha, no pude descansar ni comunicarme con nadie… Sólo quería mirarle hasta que se despertase. Analicé las cicatrices de este Batman, cuestionando la historia detrás de cada una de las heridas. Mientras mi imaginación volaba, caí en el abrazo de Morfeo sin darme cuenta.

La sorpresa en el rostro de Diana me deja claro que no esperaba encontrarme allí. El shock es tan grande que la presión del lazo se afloja, dejándomelo muy fácil en caso de que quisiera liberarme. Esto no es propio de Diana. Diana es una guerrera veterana y experimentada, no cometería el error de dejarse llevar por las emociones si ello significara comprometer su posición en la batalla.

A no ser... a no ser... que el Batman de su universo esté muerto.

Eso explicaría también la hostilidad inicial y la insistencia en averiguar quién soy bajo la máscara, mas, por desgracia, el ataque del coloso me obliga a posponer mis averiguaciones.

Despierto en un entorno que me es conocido. Ligeramente diferente, pero lo suficientemente parecido a la Atalaya de mi universo como para no guardar ninguna duda acerca de dónde me encuentro.

Diana se ha quedado dormida a mi lado, sentada en una silla en una posición que debe de ser terriblemente incómoda, con la cabeza apoyada en los brazos cruzados sobre el colchón de la camilla, junto a mis piernas.

El interior de la enfermería es un caos; mi casco y las demás piezas de la armadura están desperdigados sin ton ni son por el suelo junto con el Lazo de la Verdad, hay mesitas auxiliares volcadas con su contenido desparramado en derredor, y una bomba manual de aire al lado de la camilla junto con varias toallas mojadas. Me incorporo y miro las monitorizaciones mientras hago un rápido repaso de mi estado físico. Todo parece en orden, así que me quito los cables del pecho y me pongo en pie.

Por lo general, no me importaría que Diana me hubiese quitado la ropa para atenderme. En el transcurso de mi cruzada he resultado herido en innumerables ocasiones, y estoy acostumbrado al proceso que inevitablemente acontece, pero ya no soy el hombre que era hace unos años. Estoy roto. Superman me rompió, obligándome a llevar de por vida un dispositivo electrónico fusionado con mi columna vertebral para permitirme caminar. No me resulta agradable que Diana haya visto eso. Me hace sentir... vulnerable, y es una sensación que nunca me agrada experimentar, ni siquiera entre mis amigos. Selina siempre decía que tenía un problema con eso.

Vuelvo a ponerme la camisa antes de acercarme a ella y zarandearla con suavidad. No querría que se pensara que la están atacando y despertara de manera agresiva.

- Diana... -la saludo una vez despierta-. Gracias por salvarme la vida.

En el pasado me han acusado de no ser capaz de agradecer lo que los demás hacían por mí, y era cierto, pero las innumerables pérdidas que sufrí durante la guerra contra Superman me han hecho ser más consciente de cada pequeño gesto, de no dar nada por sentado, y, sobretodo, de agradecer el esfuerzo y sacrificio realizado por aquellos que luchan a mi lado. Aún así no me resulta fácil, así que resuelvo cambiar de tema lo antes posible.

- Necesito que me pongas al día rápidamente de la situación en éste universo, pues no tengo acceso a la base de datos de la Batcueva. Ya he podido enterarme del asunto de la invasión, pero tengo que conocer la situación de los demás miembros de la Liga.

Aparentemente encontrarme en Bodh Gaya supuso toda una sorpresa para ella, y, sin embargo, al parecer no hay nadie más en la Atalaya. Por el Buda gigante ni siquiera le pregunto. Sé que la bomba funcionó, y, si hubiera quedado algo de él, no me cabe duda de que Diana habría dado buena cuenta.

- ¿Dónde están los demás?

El sueño fue tan profundo y reparador que si las arenas del subconsciente se pusieron en marcha ni siquiera lo recuerdo. Había empezado la guerra y cada día era una batalla nueva. Por cada minuto de sueño parecía que mi cuerpo sanaba una vida entera, había sido uno de esos sueños breves pero milagrosos. Llevaba necesitando dormir demasiado tiempo…

Me desperté con un movimiento suave, vi la sábana, la camilla y cuando enfoqué la mirada, ahí estaba. Como nuevo, como si no hubiese pasado nada… Quizá con una expresión algo más cansada y con más rodaje que los dos Bruce a los que conocí… Pero vivo al fin y al cabo. El impulso de lanzarme en un abrazo hacia él quedó escondido por un simple apretón en el hombro.  -Para eso estamos aquí...- dije poniendome en pie junto a él, apretando mis párpados con los dedos para despejar la vista. Por un instante, es lo que hubiese deseado que el Bruce de este universo le hubiese dicho. No haberle perdido por un movimiento tardío, un mal plan estúpido…

“Te lo debía” fue lo que quise decir.

Busqué dos vasos de agua, uno para él y uno para mí. Si de verdad iba a conocer a un nuevo Bruce, mejor que nos pillase con algo para poder tragarlo. Sin embargo, la pregunta completa del estadounidense me pilló desprevenida. Solté el vaso en una mesa cercana… no esperaba que esas fueran sus primeras cuestiones. Así que contesté a lo que yo pensaba que quería oír y dejé lo peor para el final, aunque la sombra ya se había apoderado de mi expresión.

Empecé a recoger las partes de la armadura que había desmontado de su traje para podeer atenderle, dejándolas todas apiladas entre una mesa y una silla auxiliares -Creo que tu familia está bien, por lo que tengo entendido. Gotham.. ha tenido peores momentos, aunque ahora ningún rincón del mundo es fácil de manejar.- Tomé aire. Exponer en voz alta todo lo ocurrido… La prensa era una cuestión y finalmente resolvían la publicación de la información por sus propios méritos. Pero esto…

-Bruce…- me quedé con su casco entre las manos, mirando a un hueco vacío entre los ojos del que no me pude despedir. Sabía que debía hablar cuanto antes. Un hombre como él erosionaba su fortaleza con las peores circunstancias posibles y recreaba los escenarios más grotescos. Cuanto más tardase, peores hipótesis se le ocurrirían y más sufriría -No llevo mucho tiempo aquí. Llegué hace tres meses- la posición de líder no era fácil de masticar, pero en esa circunstancia la opción de delegar ni siquiera existía. No había sobre quién.

Le miré a los ojos manteniendo toda la templanza posible teniendo en cuenta tal derrota sobre los hombros -No hay otros. Sólo quedamos Barri, Hal, J’oon… y yo- Agaché la vista sobre el casco, acariciando el pómulo metálico- No pude salvarte… Ni a ti, ni a Zatanna…- no era momento para autocompadecerse. No con un compañero renacido de las cenizas que llevaba los dioses saben cuánto tiempo en soledad. Le entregué el casco. Si hubiese sido cualquier otro compañero, aún no le hubiese soltado, pero Batman nunca se sintió particularmente cómodo con la calidez humana. -Los demonios han invadido este mundo, es lo único que sé. Fue poco después de que yo llegase. Llevo peleando contra ellos desde entonces y cuando descubrimos que Trigon tenía algo que ver, trazamos un plan. La liga confió en mi a pesar de que no… Bueno. No era la misma Diana en la que solían confiar.- di un trago de agua.  

-Y les fallé… Se nos hizo grande. Descubrimos un libro ritual y que el foco para derrotar a Trigon se encontraba en Raven… pero fue demasiado tarde.- Mis ojos se humedecieron, pero contuve la lágrima que amenazaba con caer. -Sólo quedamos nosotros... - Volví a clavar mi mirada en la suya. Supuse que no era una noticia fácil pero a fin de cuentas… él no les había conocido y podría tener la calma de que en su mundo, aunque no pudiese contactarles, estarían bien. -Siento ser mensajera de tales noticias…- Decidí prestar un espacio para que asumiese la información. Siendo él, la emoción estaría guardada como un tesoro pirata. Inapreciable, en la parte más profunda y codiciado ser sabida por todo el que no la había visto. Pero si tenía algo que decir, ese era el momento.

-Tu llegada, ¿Cómo fue? ¿Estás bien?- me apoyé sobre la encimera analizando su rostro. Aunque, como siempre, hablaba un idioma que pocos podíamos transcribir. Sin embargo era diferente, más experimentado, con un dolor que ya era viejo y arrastrado. Había una pregunta que me rodaba la mente, pero consideré posponerla. Si ya de por si debía sentirse como pez fuera del agua, hacer alusión al artilugio de su columna seguramente pusiese una tensión innecesaria entre nosotros. Aunque podía hacerme una idea de su función, quería saber de primera mano qué o quién y cómo había sucedido tal implante. Estaba convencida de que el Batman que ahora mismo tenía frente a mí era muy diferente que cualquier otro que hubiese conocido

Mi familia.... Sentí una opresión en el pecho y tuve que contener las ganas de preguntar por Dick. ¿Cuál era la familia del Batman de éste universo? ¿Existía siquiera Dick Grayson? ¿Y Damian? Su vacilación a la hora de hablar de Gotham me resulta reveladora. Sin decir nada más, me dirijo a la sala de ordenadores de la Atalaya y activo los monitores para mostrar la situación actual en las diferentes partes del mundo. Italia, la India y Oriente Próximo son un caos, pero también ha habido incidentes de diversa gravedad a lo largo de todos los Estados Unidos. Las imágenes que se muestran desde Happy Harbor son desoladoras, en Nueva York ha habido en apariencia una batalla entre tres magos, uno de los cuales concuerda en la descripción con la del Doctor Destino, Gotham ha sufrido varios ataques minuciosamente orquestados con el objetivo de privarla de sus fuentes de combustible, y, a juzgar por las plantas que han tomado posesión de las zonas industriales y empresariales me hago una idea de quién puede estar detrás de ello. En cuanto a Metrópolis... Aprieto los puños con impotencia ante las imágenes de la carnicería. No... no puede ser... ¿Acaso la historia está condenada a repetirse, sea el universo que sea? Una vez más he llegado tarde, tarde para impedir una tragedia de proporciones inmensas y consecuencias que pueden llegar a ser incluso peores...

El vaso de agua que Diana ha traído descansa en la mesa, sin tocar. Una rápida búsqueda en el ordenador principal me da toda la información que necesito. No hay noticias de Superman desde hace más de un año. Lo último que se supo de él es que había emprendido un viaje al sol para recargarse. De haber estado aquí, si no hubiera abandonado sus responsabilidades y hubiera hecho su trabajo, quizá lo de Metrópolis no habría ocurrido. Pero, por otra parte, y basándome en mis propias experiencias, tal vez haya sido lo mejor que se haya ido. El Daily Planet, Lois Lane, Jimmy, sus propios padres... Están todos muertos. Cuando todo ésto pase tendré que encontrar la manera de localizar dónde está Clark y asegurarme, por todos los medios, que nunca consiga regresar. De lo contrario, sé muy bien lo que ocurrirá, y yo ya estoy demasiado mayor para volver a pasar por lo mismo. Mi primer enfrentamiento contra él me rompió la espalda. No creo que pudiera sobrevivir a una segunda ronda.

Para cuando Diana termina de ponerme al día sobre la situación del resto de los miembros de la Liga, yo ya he descargado toda la información sobre nuestros operativos principales del servidor principal. Zatanna, Oliver, Kyle y el Bruce de éste universo, todos muertos. De los restantes miembros de la Liga quedan vivos, además de Diana, Barry, Víctor, J'onn, Hal y Dinah. Busco la información disponible sobre los Jóvenes Titanes y mi corazón se salta un latido al ver el perfil de Dick, aunque me aseguro de que ningún rastro de emoción sea visible en mi rostro. Miro su fecha de nacimiento y calculo su edad actual. Debe de tener, aproximadamente, la misma edad que tenía en mi universo, cuando... Aprieto imperceptiblemente los labios hasta formar una fina línea. Damian también está. Y también tiene la misma edad que tenía el mío cuando la pesadilla empezó. Los cálculos y las probabilidades empiezan a hacer su danza implacable en mi mente. Damian siempre fue un chico impredecible y violento. La crianza de su madre le hizo más mal que bien. Siempre tuve problemas para controlar al mío, y al de éste universo no le conozco, pero con la misma personalidad y patrones de crianza existen altas probabilidades de que en algún momento pierda el control en un arrebato de ira y los que lo paguen sean los que estén a su alrededor. Dick siempre fue demasiado confiado para su bien, y siempre mostró un aprecio especial por Damian. Procedo de un universo en el que todo lo que era preciado para mí me ha sido arrebatado, incluida Selina. Ahora tengo una segunda oportunidad, y no pienso permitir que la historia se repita otra vez. En cuanto esté de vuelta en Gotham pienso tomar medidas para asegurarme de ello.

Analizo detenidamente los rostros de los demás Titanes, absorviendo la información que hay disponible sobre ellos. El secuestro de Roy Harper y Wally West, la posesión de Garfield, Cassandra, Dolphin y Conner. Tim... Tim sigue vivo, y aparentemente se encuentra bien. Jason... una leve sombra surca mi rostro. Y Raven. Dejo que la pantalla del ordenador se detenga en ella antes de ponerme en pie apartando la silla para mirar a Diana recordando cómo conseguimos derrotar a Trigón en mi universo.

- Raven es la clave. Es la única manera de llegar hasta Trigón, su única debilidad. Si queremos acabar con él necesitamos apoderarnos de ella. También nos va a hacer falta magia. En grandes cantidades. Zatanna no era la única homo magi de éste universo según he visto en la base de datos. Teníamos a un mago atlante, Arión, pero la información del ordenador es poco clara. Al parecer desapareció hace dos o tres semanas sin dejar rastro. ¿Hay alguna noticia sobre su paradero? También necesito saber si están disponibles Constantine y Fate, y si disponemos de algún otro hechicero. Trigón es un hueso muy duro de roer, y aquí tiene aliados y un ejército a su disposición. Necesitamos regresar cuanto antes a Estados Unidos y reunir nuestras fuerzas.

Me detengo al reparar, por primera vez, en el brillo de las lágrimas en sus ojos. Comprendo... Para ella la pérdida es reciente, y me mira como esperando en mí una reacción similar. No comprende que todo ésto ya lo he vivido en mi universo una y cien veces. Que he tenido que ver morir a todos los que alguna vez significaron algo para mí. Amigos, aliados, familia... Que yo ya he visto morir a Oliver, y a Kyle, y a Dick, y a Tim, y a Gordon, y a Kate, y a Helena... A tantos y tantos buenos guerreros que se sacrificaron por una causa justa. No... Diana no puede comprender que yo ya he pasado por todo ésto. El luto, el duelo, el dolor... Ahora lo único que me importa es impedir que vuelva a repetirse todo otra vez. Sí, hemos tenido algunas bajas, pero aún quedamos muchos, y pretendo conseguir que no haya ninguna más.

Avanzo hacia ella y le pongo una mano en el hombro, ofreciendo el poco consuelo que puedo ofrecer en una situación como ésta.

- Diana... aún no hemos sido derrotados -le digo-. Hemos sufrido pérdidas, pero mientras sigamos vivos aún hay esperanza. Aún podemos luchar.

Desechando sus propios sentimientos, decide centrarse una vez más en mi bienestar. Así es ella, valiente y feroz en la batalla, pero compasiva y desprendida con sus amigos.

- Abrupta -replico por toda respuesta-. Obviamente algo salió mal. Debería haber llegado a los pocos días de producirse el fenómeno Omega, a Gotham. Inicialmente no entendí por qué se había producido éste desajuste espacio temporal, pero ahora empiezo a verlo más claro. Según he podido comprobar, mi llegada a éste universo se produjo en el mismo momento y localización en el que el anterior Bruce murió.

No tengo problemas tampoco en hablar de mi álter ego. No se trata de la primera versión alternativa con la que me encuentro en mi vida.

- Tiene sentido. Creo que éste fenómeno de fusión de universos no permite que coexistan dos versiones iguales de una misma persona. Eso plantea numerosos interrogantes, ya que inicialmente había supuesto que fusionaba en una todas las posibilidades existentes, pero ahora veo que no es así. En cualquier caso, será algo para estudiar con mayor detenimiento cuando todo ésto haya acabado.

Mientras hablo, me voy colocando de nuevo, una por una, todas las piezas de la armadura, ajustando los enganches y revisando cada uno de los elementos de mi equipo. Cuando termino, cojo el casco y me lo coloco.

- Estoy bien. Volvamos a Gotham.

No es que lo que está pasando con Ivy sea lo más importante ahora mismo... Y de hecho, posiblemente sea lo que menos importancia tiene, pero necesito hacer acto de presencia, que los maleantes sepan que estoy de regreso y que no pueden aprovechar el caos reinante para campar a sus anchas. Deben saber que, si se pasan de la raya, tendrán que responder ante mí cuando todo ésto acabe. Quizá encargarme de Ivy sea la mejor manera de que el mensaje cale. En cualquier caso, según las últimas conversaciones que he podido hackear, Dick, Tim, Damian, Jason y la mayoría de los chicos de los Titanes se encuentran ahora en Gotham, y necesito hablar con ellos sobre Raven. También necesito contactar con Bárbara y pedirle la información de que disponga sobre Selina, Constantine, Fate y Clark mientras organizo las próximas estrategias.

Sea como sea, el camino siempre empieza en Gotham.

No me sorprendía que Bruce contrastase la información y la contrastase con los sistemas de la Atalaya, de hecho que simplemente me hubiese escuchado hubiese sido impropio de él. Las imágenes de las grandes tragedias brillaban en su rostro sin la más mínima pista de expresión. Le dejé su espacio para que observase tranquilo de qué familia disponía y cómo podía contactar con ellos. Como siempre, la oportunidad era el peor enemigo de Batman y su aterrizaje en este universo no ha sido diferente. Llegar ya resulta doloroso, pero en medio de toda esta locura… -Sabes que si puedo ayudarte de algún modo solo tienes que pedirlo, ¿verdad?- Sabía que lo más probable era que ni siquiera contestase. Pero igual que él necesitaba guardar las cosas, yo necesitaba sacarlas.

-Sí, Ahrión, la primera y última vez que le vi fue el 31 de Enero… Por lo visto conocía a la Diana anterior de este mundo y me vi en la obligación de ayudarles a él y a un demonio contra un Hidra… No sabía mucho de él, la verdad… Esto fue en China- Necesitabamos Magos y a Raven… Pero ¿Cómo conseguirlos? Apenas tenía contactos en este mundo… -Los inhumanos- dije con el rostro encendido y media sonrisa -Cuando llegué quise establecer relación con un grupo llamado inhumanos, tuvimos un contacto breve aunque intenso y son de fiar. He comprobado su fuerza y he luchado con su líder contra los demonios. Me protegió y trabajamos en equipo- Buscaba su mirada tratando de enfatizar mi gesto para que comprendiera mejor mis palabras- Son gente muy, muy poderosa, Bruce… Seguramente puedan ayudarnos- Sabía que desconfiaría, formaba parte de su protocolo. Pero la liga no estaba en disposición de elegir aliados…

Tras el breve quiebre lacrimógeno y su explicación, se me estremeció ligeramente el cuerpo. -¿Puede ser genérico? Quizá la Diana anterior también muriese… aunque nadie la ha visto. Simplemente fue como si..se… esfumase.- Miré las pantallas un instante antes de marchar. ¿Por eso esta Themiscyra era más desconfiada? -Tienes toda la razónme puse en pie mirándole de arriba a abajo. Supuse que coger las naves era un método demasiado alarmante así que automáticamente fui a conseguirle uno de los dispositivos de transporte, lo programé para Gotham introduciéndolo en el ordenador y añadiendo la configuración. -¿Dónde quieres que conecte? Elige las coordenadas que prefieras-

Y cuando ya estaba todo preparado, antes de activar el sistema de transporte, le agarré del brazo. -Bruce… Perdóname pero aparte de compañera soy amiga y debo preguntar. El dispositivo de tu espalda… ¿Cómo y quién fue? ¿Te sientes bien con él?- suavicé la voz buscando incomodarle lo menos posible. No tenía interés más allá que conocer lo que le pasó y cuáles eran las funciones del aparato. A fin de cuentas yo le quería y eso no iba a cambiar, fuese del universo que fuese. -Si te sientes más tranquilo.. cuéntamelo mientras te instalas en la mansión.- Sacar a Batman de Gotham era llevarte a un balletista fuera de la pista de baile y seguramente se sintiese mejor, si es que me lo contaba, haciéndolo en su casa.

No respondo a su ofrecimiento de ayuda. Por lo general me incomoda todo lo que implique depender demasiado de otras personas. Me hace sentir demasiado expuesto y vulnerable cuando no dispongo del control total de la situación. Y, en aquellas ocasiones en las que no tengo más remedio que hacerlo, me siento más tranquilo confiando en Dick, Alfred, Gordon o Bárbara, aquellos que son como una familia para mí. Tengo en alta estima a Diana, pero en mi mundo he sido testigo de una faceta suya que nunca imaginé que podría tener; una mucho menos amable que la que siempre nos mostró antes de que Clark sacara a relucir las partes más oscuras de su personalidad. Sé que ésta no es la misma Diana, pero ahora sé que esas partes oscuras están ahí, latentes en algún lugar dentro de ella. Por el momento prefiero mantener las distancias con ella, al menos hasta que esté seguro de en quiénes puedo confiar y no en éste nuevo universo.

La escucho mientras relata sus experiencias con el mago atlante, asintiendo en silencio. Así que el caso de Diana ha sido similar al mío... También había otra antes que ella. No puede ser... Los datos de Laboratorios S.T.A.R. sugerían que las diferentes versiones de las diferentes personas en las diferentes realidades se habían fusionado en una sola tras ser afectadas por la Colisión. Eso explicaría por qué no me afectó a mí, pues mi universo sólo se vio afectado de manera tangencial y la onda expansiva sólo afectó a unos pocos, pero... ¿por qué había dos Dianas? ¿Quizá alguna de las dos había visto su huella energética lo suficientemente afectada como para diferir de la huella principal hasta el punto de ser consideradas dos personas diferentes?

- ¿Tienes alguna idea de lo que ocurrió con la otra Diana? -inquiero-. ¿O acaso era la Diana que existía antes de la Colisión?

Datos, necesito datos. No podremos enfrentarnos a lo que quiera que esté ocurriendo hasta que no lo entendamos en su totalidad. Lo que menciona sobre un demonio también me llama la atención.

- Demonios... el 31 de enero. No puede ser una coincidencia -reflexiono en voz alta-. Diana, necesitamos hablar con él. Quizá tenga la clave para entender lo que está pasando y encontrarle una solución. No puede haber desaparecido de la noche a la mañana. Encuéntralo.

Soy consciente de que ella me está observando, pero no puedo evitar que mi gesto se tuerza levemente al mencionar el nivel de poder de esos... "Inhumanos". El mismo nombre que usan para denominarse ya establece una diferenciación entre ellos y nosotros.

- Confío en tu criterio, Diana, pero ya sabes lo que opino de la gente que es demasiado poderosa. Si nos entregamos irreflexivamente a la merced de seres todopoderosos nada nos garantiza que en un momento dado no decidan volverse contra nosotros y erradicarnos del planeta.

Me aprieto el puente de la nariz, súbitamente agobiado por el peso de tantas decisiones. Es como si todavía siguiera en mi mundo, tratando de luchar contra la dictadura tiránica de Clark. He salido de un infierno para caer directo en otro. Porque Diana tiene razón... En una situación ideal habría preferido conocer antes a ésta gente, estudiarlos, descubrir sus puntos débiles y vulnerabilidades, tener preparado algún plan B para poder contraatacar por si todo se tuerce, pero estamos muy lejos de estar en una situación ideal. Estamos en guerra, y en una que no podemos ganar solos. Dejo escapar un suspiro contenido, consciente de que no tenemos muchas opciones.

- Pero necesitamos toda la ayuda que podamos obtener. Está bien. Ponte en contacto con ellos y organiza un encuentro con su líder. Déjame algunos días para tratar de recopilar toda la información que pueda sobre ellos.

Los Inhumanos no existían en mi universo, pero estoy seguro de que el súper ordenador de la Batcueva podrá encontrar algo después de la fusión de universos.

Diana me comenta entonces sus teorías acerca de la desaparición de su álter ego. Al parecer, no hay nada claro. No se sabe seguro si murió o no, en palabras de Diana fue como si se "esfumase".

- Eso es malo -contesto-. Necesito saber cómo funciona todo ésto de la fusión de universos. ¿Qué nos garantiza que mañana o pasado no seremos tú o yo los que desapareceremos? ¿O cualquier otra persona? Hay que averiguar cuáles son lo criterios, intentar extraer los algoritmos... ¿Existe aquí Laboratorios S.T.A.R.? ¿Alguien ha intentado estudiar el fenómeno? Necesito ver sus datos y contrastarlos con los míos... Tantas cosas por hacer y tan poco tiempo... -musito, más para mí que para Diana. Apenas me doy cuenta de que me ha hecho una pregunta-. ¿Mmmm...? Pon rumbo a Gotham. La mansión Wayne. Por lo que he visto Poison Ivy ha estado haciendo de las suyas. Necesito hablar con Gordon y comprobar que Alfred se encuentra bien.

Y encontrar a Selina, añado para mí. El corazón se me encoge ante la perspectiva de hablar con Damian y Dick. No sé cómo voy a poder sobrellevar todo ésto, pero tengo que intentarlo. En ese momento Diana me sujeta del brazo y me tenso al escuchar su pregunta. Mis facciones se endurecen y mi tono de voz suena más frío de lo que me habría gustado.

- No hace falta, no hay mucho que contar; En mi universo, Clark, el hombre que unos meses antes me había pedido que fuera el padrino de su hijo, me rompió la espalda -la miro directamente, el azul gélido de mis ojos contra el océano en calma de los suyos-. Con la connivencia de la Diana a la que durante años consideré una aliada y amiga.

"No hay mucho que contar". Genial, Bruce, te has lucido.

Mientras Batman hablaba me resultaba inevitable contemplarle con delicadeza y al milímetro. Había un efecto de sedación algo intruso que me indicaba que no era más que un espejismo y buscaba en cada rincón algo que me mostrase que efectivamente se trataba de un engaño. Pero no lo encontré. Ese Batman era real y estaba ante mí.
En esa extraña inspección de mis pupilas pude ver cosas diferentes a los Batman que había conocido. Pude ver más madurez, más rodaje… Este Bruce parecía haber envejecido de un modo diferente. Como si fuese un espartano cansado que sólo quiere volver, agotado de estar al pie del cañón, aunque ese fuese su propósito desde el día en que nació. Una parte de esa belleza en su ser me hizo sonreír mientras le admiraba con parsimonia y cerré los ojos con fuerza para evitar que se humedecieran más.

Sabía que la idea de los Inhumanos no le sería de agrado, pero lo cierto es que tal y como estaba el planeta, no podíamos permitirnos el lujo de elegir quién estaba a nuestro lado y junto a quién luchar. Esta guerra estaba clara y no había opción, luchabas por la vida o por la muerte y cualquier aliado era bienvenido. Fui a abrir la boca para replicarle pero finalmente retornó sobre sus pasos y se percató de la opción más sensata. Asentí con la cabeza, cerrando los labios de nuevo. -Blackagar Boltagon- Dije cuando mencionó a su líder. Era consciente de la incapacidad que tenía Batman para confiar en cualquier persona que no hubiese experimentado de primera mano. Incluso en las que sí, y su mejor arma era la información. Así que puse toda mi esperanza en que esa pequeña dosis le sirviese como analgésico por ese salto de fe que había concedido al grupo del otro universo.

-Lo sé… El lado bueno es que puedo intentar mover todos los contactos posibles. Tú y yo somos apenas novatos en este mundo. Por lo visto hay gente que lleva cosa de un año ya aquí…  Quizá con investigación y moviendo los hilos adecuados podamos averiguar mucho más. Pero sabes que hay que ir por partes… De nada servirá saber cómo funciona este mundo si los demonios lo destruyen- El objetivo principal estaba claro, salvar el mundo del infierno que lo había invadido. Luego ya podríamos compartir horas de desvelo intentando averiguar más allá. -Además, me extrañaría mucho que el Batman que había aquí no hubiese investigado eso ya, quizá en algún sitio de la cueva ya esté esta información- Tomé todo el aire que pude para relajarme. El dolor y el cansancio empezaban a abrirse camino y la armadura se me hacía más pesada. Era consciente de lo que esta lucha constante nos suponía a los héroes, lo sabía de primera mano y lo que Bruce necesitaba era asegurar su ciudad, sus seres queridos, tener su entorno de nuevo…. Y por eso le pregunté mientras programaba la ruta.

Pero mis dedos dejaron de teclear y se hizo un silencio sepulcral. Clark y yo…

Giré sobre mis hombros lentamente, buscando esos fríos iris mientras notaba cómo se clavaban en mi mirada. Mis ojos volvieron a encharcarse, sin llegar a derramar una lágrima. ¿Cómo…?

Dos preguntas surcaron mi mente casi de manera instintiva, incontrolable, como dos estrellas fugaces, cuyo origen y final es desconocido. Sólo sabes que han pasado por allí.

¿Qué habían hecho Clark y Diana en su universo? ¿Por qué?

Y

¿Qué había hecho él en su universo para que le hicieran eso? ¿Por qué?

La culpabilidad por la mera existencia de la segunda cuestión oprimió mi respiración cada vez más. Ni siquiera pude reaccionar. Sólo mirarle con un gesto de lamento en los ojos y la boca entreabierta. Me dejé llevar por la primera cuestión. Aunque él hubiese hecho algo horrible… partirle la espalda, los dos juntos y sin que fuese un accidente… ¿Qué diantres había sucedido en su universo?

Definitivamente, también era una pregunta para cuando todo esto fuese resuelto y aun así… Quise preguntarle, decirle que lo sentía de todo corazón, extenderle la mano y asegurarle que volvía a tener una amiga y aliada. Pero sólo pude susurrar en un hilo de voz, sin dejar de mirarle a los ojos -Lo siento…-

No fue hasta que me vi por los aires, que volví al mundo real y me percaté de lo que estaba sucediendo. Reconocí los brazos que me rodeaban, el rostro alegre de nuestro compañero, y correspondí a su abrazo, rodeándole con los míos y estrechándole con fuerza, hundiendo mi rostro sobre su hombro. -¡¡SHAZAM!!, ¡POR TODOS LOS DIOSES!- las lágrimas que amenazaban por salir rodaron por mis mejillas, mezcla de la tristeza por la situación con Batman y el alivio de la presencia del hechicero. Cuando separé el abrazo acaricié con calma su mejilla, sonriendo notando cómo el peso de mi pecho se hacía más liviano.

-Con calma, con calma… Son tiempos difíciles y hay mucha información que asimilar…- apreté su hombro cariñosamente y me limpié las mejillas. -Oye, tienes… mucho por hacer. Ve si quieres o no te dará tiempo, me quedo yo con él y me encargo de… ponerle al día- la mezcla de sensaciones resultaba abrumadora, pero me aferré con todo mi ser al soplo de aire fresco que la presencia del hechicero nos había brindado. Terminé de preparar la ruta del tubo para Bruce y en cuanto estuve lista, preparé diferentes pantallas para mostrarle todo lo que sabíamos a Shazam, y para buscar eso que había mencionado de Cassie… Ni siquiera sabía que estaba en este mundo…

Respiré hondo, ordenando las prioridades. Primero, informarle de todo lo que sabíamos y luego debía contarme eso que decía haberle pasado a Cassandra.

Blackagar Boltagon. Es un nombre peculiar. Me aseguro de memorizarlo bien para investigarlo en cuanto tenga más tiempo. La parte social referente a nuestro encuentro la dejaré en las más capaces manos de Diana.

Asiento cuando me habla de la Colisión de Universos.

- 10 de marzo de 2018. Es cuando se produjo el fenómeno Omega. También es cuando yo activé el dispositivo de viaje interdimensional que me llevó hasta aquí. Sin embargo, al parecer he permanecido en una especie de limbo indeterminado durante más de un año y no sé lo que ha sucedido en ése tiempo porque para mí no han transcurrido más de nueve días desde que activé la Caja Madre que le quitamos a Darkseid. Mi suposición es que en éste universo ya existía un Batman y, por alguna razón, el fenómeno no permitía la coexistencia de ambos al mismo tiempo. Es algo extraño, porque me he encontrado con anterioridad con versiones alternativas de mí mismo procedentes de otras dimensiones y nunca ha habido problema, pero lo que ha ocurrido en el Efecto Omega es sin duda un fenómeno sin precedentes en la historia del multiverso, así que supongo que habrán de pasar muchos años hasta que podamos descifrar todas sus complejidades. Mi universo sólo fue afectado de manera tangencial; algunas personas desaparecieron, pero la mayoría permanecimos intactas, y deduzco que excluidas del fenómeno, razón por la cual imagino que no me aceptó inicialmente. Tras la muerte del Batman anterior, yo aparecí en el preciso lugar en el que él desapareció. No puede ser una coincidencia.

Me alejo, rumiando para mis adentros mientras me acaricio el mentón de manera pensativa.

- Es algo que tendré que estudiar en profundidad en cuanto haya tenido acceso a los ordenadores de la Bat-Cueva y vea los registros y análisis que hiciera mi predecesor. Te pediré también que me des todos los detalles referidos a tu propia transición, pues tal vez haya estado acompañada de circunstancias similares a las mías que puedan justificar lo tardío de tu aparición.

Me giro hacia ella ante el sonido del silencio, únicamente para confirmar que ha escuchado mi última petición, y entonces las veo: lágrimas que no llegan a desbordar en un rostro enmarcado por la incredulidad y la sorpresa.

Oh... ya veo. Ha tenido que ser por mi última revelación, aquella que la entrañaba a ella directamente. O a una versión de ella, sólo que más confundida y más ciega.

Diana siempre fue la más expresiva de los tres. Casi puedo leer la miríada de interrogantes que surcan su mirada sin llegar a expresarse en voz alta. En lugar de ello, dos simples palabras que encierran todo un mundo de significado: Lo siento.

- No lo hagas -digo rápidamente para tratar de apartar el momento incómodo. Nunca he pretendido buscar la piedad ajena, y no necesito consuelo. Todo eso ya pasó-. No fuiste tú.

Quizá me ha salido el tono un tanto más áspero de lo que pretendía, pero no he podido evitarlo. Cuesta mirar a ésta Diana a los ojos y no recordar todo el daño que hizo la mía en mi universo. Guiada por buenas intenciones en un principio, pero terriblemente desviada en su transcurso.  

— Reconocido: A05 Shazam.

Desvío la mirada hacia la entrada de la Atalaya casi de inmediato. ¡Shazam! ¿Es posible que...?

La esperanza que germina en mi pecho termina de florecer al reconocer la figura del gigante moreno, acompañada de un inusual sentimiento que he llegado a experimentar muy pocas veces en el transcurso de los últimos años: alegría. Aunque, como suele ser habitual, no se refleja en mi rostro.

Billy Batson. Shazam. Era un gran chico en mi universo, un muchacho que fue engañado por el discurso edulcorado de Superman y sus falsas promesas, pero que no tardó en darse cuenta de lo equivocado de sus acciones. Billy se mantuvo fiel a sus principios hasta el final, y Superman lo asesinó por ello.

A un niño.

Dios... ¿Quién podría hacerle algo así a un niño?

Recuerdos de mis propias pérdidas me asaltan casi sin pretenderlo, y recuerdo cuando Dick invadió el cuerpo de Billy para poder darme el último adiós... Sus últimas palabras fueron para pedirme que perdonara y cuidara a la persona que fue responsable de su muerte, como no podía ser de otra manera, siendo él. Siempre fue el mejor de todos nosotros. Y, desde luego, mucho mejor que yo mismo. Él me salvó en mis primeros años, cuando la oscuridad amenazaba con consumirme por completo. Tengo tantas ganas de volver a verle... Y, al mismo tiempo, un inmenso pavor.

¿Y si él no me reconoce? ¿Y si su relación con el Batman de su universo no era buena? ¿Y si él es diferente? ¿Y si...?

Aparto éstos pensamientos de mi mente para poder centrarme en Billy, que en éstos momentos se encuentra dando un efusivo abrazo a mi compañera. Me ofrece su mano y se la estrecho con todo el calor que soy capaz de aportar en un gesto mientras le dirijo una mirada llena de respeto. El Shazam de mi universo era un héroe... Un verdadero héroe hasta el final. Si éste es mínimamente parecido sé que acabamos de encontrar al mejor de los aliados.

La alegría, sin embargo, no tarda en desaparecer ante unas preguntas que encierran respuestas desagradables que todos habríamos preferido no tener que escuchar. Gracias al cielo, Diana se ofrece a responderlas todas, privándome a mí de esa carga. Intercambio con ella una mirada de mudo agradecimiento y la semilla de la esperanza vuelve a germinar en mi pecho.

Me conoce. Ésta Diana me conoce. Sabe cuáles son mis puntos fuertes y cuáles son mis debilidades, y con algo tan tonto como lo que acaba de hacer acaba de demostrar hasta qué punto me acepta tal como soy, y también, que está dispuesta a apoyarme de la manera en la que lo hacen los amigos.

Quizá no está todo perdido.

Vengo de un universo donde hace tiempo que murió toda esperanza, y, en éste universo, un universo invadido y conquistado por las criaturas más aterradoras de la creación, me he reencontrado con dos de los mayores símbolos de esperanza que podría haber esperado encontrar.

Quizá aún podamos ganar ésta batalla.

Y, con éste pensamiento en la mente, me despido.

- Shazam... Es un verdadero placer volver a tenerte entre nosotros.

Más tarde me enteraría de que el chico había pasado un tiempo ausente, lidiando con sus propias dificultades derivadas del Efecto Omega. Yo en ese momento me refería al hecho de poder contar de nuevo con él entre los vivos, pero eso, claro, ninguno de los dos lo podría entender.

- Ahora tengo que marcharme... Hay problemas urgentes en Gotham que reclaman mi atención, pero en cuanto tenga un momento voy a necesitar hablar con vosotros dos para organizar la estrategia contra los demonios. Me voy. Confío en que Diana podrá ponerte adecuadamente al día de todo lo acontecido. Estaremos en contacto.

Y, dicho ésto, me marcho en dirección a los tubos Z.

Rumbo a casa.

La amazona añoraba su mundo. Apenas acababa de dejarlo forzosamente pero lo echaba de menos como una prisionera de guerra que no tenía a quien culpar. Sabía además que el odio era la peor de las herramientas, pero resultaba tan satisfactorio y sanador poder volcar la culpa en algo o alguien… Sin embargo mientras escuchaba las palabras de Batman explicando el fenómeno Omega notaba cómo era tan inexplicable, inevitable y ajeno a todo...que toda la frustración debía ser digerida a palo seco.

Tragó saliva, como si formase parte del proceso.

Su compañero terminó de despedirse y volvió a ver esa espalda fría distanciarse. La capa negra a veces se convertía en un muro imperturbable más seguro que los de Arkham. Cuando quería… era imposible acceder a él. Esa sensación de nueva despedida se anudó en la garganta de la guerrera, que trataba de mantenerse firme por Shazam. A fin de cuentas se sentía en deuda por lo que la Diana del universo de origen de Bruce había hecho. Pero ahí simplemente… tuvo que dejarle ir. Se despidió de nuevo y justo después centró toda su atención en el hechicero.

Lamentó romper el ambiente de júbilo del que el muchacho siempre iba acompañado, pero debía contarle de la forma más precisa posible todo lo ocurrido. Se acompañó del apoyo audiovisual registrado en La Atalaya, de los recortes… Todo lo que pudiesen ser imágenes directas de los hechos. A fin de cuentas una imagen vale más que mil palabras.

Dejó que hablase, pero lo último que esperaba encontrar era una disculpa. Apoyó la mano sobre el hombro del encapuchado -No debes disculparte…- pero parecía decidido a dar explicaciones, o a justificar su ausencia. Eso parecía dar paz al corazón inquieto de su compañero, así que decidió dejarle terminar.

Escuchó atenta a su historia, sus poderes, sus habilidades, ese impulso heróico que tanto le caracterizaba… La amazona fue recibiendo las noticias tratando de procesarlas y buscar qué es lo que Billy podía necesitar. Y cuando terminó de hablar él, ella encontró las palabras. -Siento mucho que estés pasando por un momento tan desconcertante y tan complicado… Parece que Zeus bendice y maldice a partes iguales… - Diana tomó asiento junto a él, buscando su mirada, levantando el rostro apenado del héroe con dos dedos. Su relación con Zeus… era muchas cosas, pero no sencilla. -No necesitas nada de nadie para ser tú mismo. No eras un puzle con muchas piezas de otra gente… Eres Shazam. Con más o menos poderes, sigues siendo tú y eres valioso… ¿Cómo puede ayudarnos Batman sin poderes?- le dio un codazo amistoso. Esa misma lección había tenido que aprenderla ella tras conocer que el origen de sus poderes eran los dones de los dioses. Reconocer el valor de uno mismo resulta más difícil que apreciar el de los demás.

-Investigaremos, haremos lo posible para ayudarte a canalizar los poderes de nuevo. Y si no se puede, te ayudaremos a entrenar los que tienes… Siempre que quieras, claro- respiró hondo con la vista a la sala vacía -Sé que es difícil… acostumbrarse a una situación así. Pero hay que pensar en quienes hoy… no pueden tan siquiera acompañarnos. Más que nunca tenemos que seguir por ellos. Tengamos fuerzas, poderes, esperanzas o no… Es la hora de prevalecer- pasó un brazo sobre los hombros y le estrechó contra su pecho - Eres un héroe Shazam… No por lo que tienes, ni por cómo lo utilizas… sino por el mundo que quieres conseguir…- el dedo índice de la amazona se topó con el rayo de su pecho, justo sobre el corazón de Billy - y lo que te mueve para conseguirlo-

Era totalmente comprensible que Shazam se encontrase totalmente desesperanzado. Todos lo estaban. Desde el estallido de la guerra demoníaca el equipo estaba con la moral por los suelos. Necesitaban sangre fresca, un nuevo impulso para que la liga saliese adelante. Y ese fue el objetivo que Diana fijó en su mente como proyecto personal. Tal vez Batman tuviese mucho de lo que ocuparse en Gotham. Tal vez los pocos que quedaban quisieran rendirse… Ella no tenía nada más. Para su suerte, aún no estaba sola.

Miró directamente a los ojos del hechicero y la amazona extendió un pulgar para limpiar una de sus lágrimas sonriendo. - Somos un equipo…- lo que quedaba de él. Su siguiente pregunta puso a Diana en un gesto serio y severo - No lo sé… me ha sido imposible contactar con los dioses desde que llegué a este mundo… Tampoco es que haya tenido mucha ocasión de comprobar con fuerza qué ha sucedido o si simplemente tiene que ver con la fusión de universos… Podemos abrir un caso al respecto y empezar a averiguar cuando resolvamos la crisis que atravesamos ahora mismo…- dijo pensativa, imaginando varios planes a la vez para que la guerra acabase cuanto antes.

Las palabras del héroe provocaron un calor en el pecho de la amazona que era difícil de explicar. Que se había sentido solo… Ni siquiera era consciente de lo oportuna que había sido su aparición. Del preciso momento en el que acababa de llegar a ellos como un regalo, como un renacido entre la arena. Le miró a los ojos y tomó su mano - Te lo prometo - Los ojos azules de Diana nunca habían inspirado tanta determinación.

Dejó que se separase, abrió sus labios para pronunciar las palabras… La morena no quiso apartar la mirada pero el rayo cegador hizo que entrecerrase los ojos y se cubriera con el dorso de la mano. Luego la movió de lado a lado para intentar disipar el humo y fue cuando lo vió.

Su cerebro no podía comprender la imagen que sus ojos no paraban de enviarle. Frente a ella, un adolescente tan ansioso como ilusionado se erguía orgulloso en La Atalaya.

La mandíbula inferior de Diana cayó y a sus ojos se les olvidaron parpadear.

Eso lo cambiaba todo. ¿Cómo no iba a hacerlo? Era un crío con la responsabilidad de un dios, con una carga que no le correspondía, en un mundo en el que no le tocaba vivir… ¿Cómo podía permitir ella que combatiese a su lado sabiendo que debía protegerle a toda costa…?

Permaneció inmóvil unos segundos, observándole de arriba a abajo.

Por fin parpadeó y tragó saliva.

Se dio cuenta de que no tenía razón.

La persona que tenía frente a ella no sólo había demostrado ser hábil en la batalla en múltiples ocasiones, su presencia en ese mundo era la prueba definitiva de que estaba donde debía estar. El destino le había propinado una mala jugada, un castigo que no era justo. Pero él lo había convertido en un don y luchaba cada día para hacer lo correcto con ello, como un miembro más de la liga. Sólo con quince años…. - Por todos los dioses… - Diana cayó sobre una rodilla a la vez que las lágrimas sobre sus pómulos y abrazó al chico por los hombros. - Lo siento, Billy Batson…- Dijo tratando de ignorar la presión que el llanto hacía en su garganta - Todas esas veces que te presionamos, por cada vez que te dije que no te comportases como un crío… -

Pero entonces la promesa resonó en su cabeza. El chico lo había hecho bien. Se había asegurado su circunstancia. Separó el abrazo y le cogió por los hombros, mirándole a los ojos - Lo siento, pero esto cambia las cosas… Hay algo que es innegable y es que tú ya eres un guerrero. Has estado codo con codo a mi lado en las peores situaciones en las que un héroe puede estar y has demostrado estar hecho de la madera de los mejores… Hemos vivido mucho juntos, Billy. Eres un igual… y tan joven…- La mano de Diana colocó un mechón negro del joven en su sitio - Todo seguirá como antes… salvo que te protegeré a toda costa de lo que nos espere ahí fuera. Lo que ya hacía como compañera… ahora lo haré como instructora y mentora. No permitiré que te hagan daño y seré tu guía cuando no encuentres ningún camino. No hablo sólo de la liga- volvió a darle un abrazo, aún sin creerse lo que acababa de ver.

- Hoy más que nunca… tengo más claro que eres el mejor de todos nosotros…- terminó con el pecho repleto de orgullo.