[Minievento WWD] Cuervo de Sangre - Las cartas perdidas (Lorenzo) [13/04/2019]

Caminar con el empedrado bajo sus pies se había convertido en la experiencia mas extraña del mundo. Si, había vivido una masacre, un horror y un dolor inconmensurables. Ahora vivía a la sombra de un montón de demonios que le creían otro. Se veía obligado a volver y aparentar ser quien no era. Pero de todo lo que había pasado, lo mas raro era volver a sentir de nuevo que andaba bajo un cielo que parecía inalterable a lo que le había sucedido. Después de eso ¿Cómo iba a pensar él que se alejaría andando como si no hubiese sido mas que un mal sueño? Era una sensación contradictoria la de creer que tu destino en esos momentos no era otro que estar muerto, y aún así estar ahí sintiendo el aire cálido contra las manos y el peso de tu propio cuerpo a medida que recortabas distancias.

Distancias... ¿A donde?

Se había colocado de nuevo su uniforme y se había marchado, después de haber contenido el deseo de golpear a ese monstruo que había devorado a Raven. Sólo recordarlo hacía que se le retorcieran las entrañas de rabia. Pero había conseguido salvarse. El cómo se le escapaba por completo. Ese demonio era capaz de dominar la empatía, y por un momento temió no ser capaz de engañarle. Sus pensamientos estaban llenos de odio y virulencia, sin embargo, no había dado muestra alguna ni de preocupación ni de que no le creyera.

Pero no disponía de tiempo. Lo único que había hecho al marchar había sido contactar con la MKL y explicar toda la situación. Rostchrek había insistido en que debía volver inmediatamente. Que debía salir de la influencia demoníaca, ya que en esos momentos estaba tomando demasiado poder, y le advirtió de que al final no sería capaz de resistir su seducción. Para entonces la imagen de aquella casa que le era desconocida y a la vez gozaba de una extraña familiaridad inexplicable ya se había replicado tantas veces en su mente que no podía obviarlo. Prometió dar parte constante de lo que sucediera, pero primero tenía algo que hacer antes de que valoraran cual sería su siguiente paso a seguir. A petición del jefe de estudios, el Homo Maggi le trasladó a Gotham, donde recorrió las calles oscuras arropado por una sensación reconfortante.

Como si algo le dijera que estaba haciendo lo correcto, a pesar de no tener idea mas allá de ese instinto que le impelía a continuar y que le hacía reconocer lugares en los que jamás había estado.

¿Qué sería todo eso? ¿Serían recuerdos desbloqueados? ¿Reminiscencias tal vez?

Esperaba que satisfaciendo ese impulso, pudiera averiguarlo.

Spoiler:

Se deslizó a través  de la ruta que su mente planificaba para él, hasta acabar en una puerta destartalada, que atravesó sin problema al no estar cerrada. De algún modo, ni siquiera se planteó que estuviera allanado una propiedad. Era como si... como si tuviera permiso para entrar. Sintió de verdad que era bien recibido allí, como si hubiera pasado a través de ese umbral docenas de veces.

Antes incluso que el ambiente, el aroma penetró en su nariz y se le clavó en el cerebro. Sintió que se le erizaba el vello, y se descubrió a si mismo buscando con urgencia. Casi como si creyera que Raven podría estar allí acurrucada en una esquina esperando a que alguien la salvara y le tendiera una mano amiga. La imagen se le clavó en la retina. Raven... la Raven que él había conocido y no el monstruo que había jugado con la imagen de su esposa para conseguir lo que quería. De ella sólo quedaba el dulzón aroma del jazmín que le había regalado cuando se intercambiaron sus pequeños obsequios. Observó a su alrededor, y entonces su vista se fijó casi de manera instintiva en las cartas que había sobre el escritorio. No se planteó la flagrante violación de la intimidad que suponía leerlas, ya que nunca habían llegado a enviarse, y como tal, se suponía que él no debía saber de su contenido. Sus ojos devoraron cada frase y cada letra. Como si algo hubiera intercedido, primero las ordenó. Algo en lo que en su estado actual de nerviosismo, incredulidad de seguir vivo y desazón seguramente no habría hecho...

Él no era émpata, pero fue muy capaz de notar la perturbación de Raven a medida que avanzaban a través de las emociones plasmadas en las cartas. Sintió la angustia que ella había sentido, el miedo de sí misma, el pesar de que cuando más les necesitó, ninguno de ellos estuvo. Ni siquiera él. Un terrible sentimiento de culpa hizo que tuviera que parar de leer mientras sus ojos empañados le emborronaban las letras. Pero una repentina sensación de calor en el pecho le hizo sentir menos miserable, con un alivio extraño, y recordó su primer encuentro. Cómo ella se había ido abriendo poco a poco, y había conseguido calar en ella hasta conseguir mantener una amistad que podía ver reflejada en esas cartas llenas de miedo y de madurez...

Al menos hasta la última. La última carta era escueta, pero tambaleó todo su mundo. De pronto sintió vértigo. Como el que había sentido él al confesarse a Ángela. Ese temor a la respuesta, a la represalia, a la soledad y a la posible pérdida. Le temblaron las manos y tuvo que sentarse mientras releía de nuevo esa última carta. Se sintió expuesto, vulnerable y también estúpido. ¿Cómo había podido pasarle desapercibido un sentimiento como ese? Su incredulidad hizo que pasara por alto el hecho de que en su interior palpitaban un sinfín de emociones encontradas, y que de hecho lo que le costaba entender es que algunas no procedían de sí mismo... pero de nuevo, estaba demasiado cegado por el caos del mundo que le rodeaba que le pasaban desapercibidas.

Respiró con agitación y entonces alargó la mano hacia el cajón del escritorio y recogió el cuervo que le había regalado a Raven. Cómo sabía que lo había dejado allí... ni lo pensó. Había dejado de ser racional en el mismo momento en que había empezado a priorizar esas "urgencias" que creía que eran cosa de su instinto. Miró el pequeño animal de metal con la cabeza escondida entre las dos alas. Cuando ella fuese capaz de mostrarse a alguien, cuando compartiera su verdadero ser, esas alas se abrirían. Una terrible tristeza le hizo presa. Ya no llegaría a verlas así nunca...

Los pensamientos negativos se desdibujaron en su mente, mientras se formaba la imagen de un joven. Un joven que salía en las fotos. Andy. Tenía que ser él. ¿Seguiría vivo? Él había convivido con Raven, incluso aunque luego se separaran. Tenía que encontrarlo. Tenía que asegurarse de que estaba vivo, aunque sólo fuera por respeto a la memoria de Raven que había invertido tiempo en protegerlo y ayudarlo.

Colgó el cuervo alrededor de su cuello por la necesidad de convertirlo en un recordatorio. Agarró la primera fotografía que encontró y salió del lugar con los ojos acuosos, lleno de una determinación que resultaba incluso más fuerte que la de dirigirse a esa casa desconocida. Le daba la impresión de estar atrapado en Hansel y Gretel, siguiendo miguitas de pan, con la diferencia de que Lorenzo no tenía idea de a dónde le llevaban. A grandes zancadas, con el ceño semifruncido, las cartas guardadas en la solapa del traje, y cerrando el casco de su equipo volvió a contactar con su compañero en la otra punta del mundo.

- Rostchrek. - le llamó con un tono grave que era poco habitual del español. - Necesito otro favor. - apretó la fotografía del chico entre sus dedos como si tuviera miedo de que se le escapara.

Llegaría al fondo de eso. A donde hubiera que llegar. Si era necesario, la mataría con sus propias manos.

Sin saberlo, el cuervo que reposaba sobre su pecho comenzó a desenterrar la cabeza de entre sus alas...