Café y rollitos de canela (Celsit) (20-6-2017 Pre-Omega)

Era un día como otro cualquiera y Astrid había salido pronto de casa, no de la suya, aunque ya no tenía demasiado claro donde vivía y donde no. Su vida era un caos de archivos duplicados, su cartera parecía más bien un bolso de viaje, disco duro portátil, cargadores para todo y el transportín del capitán siempre en el maletero, ese tipo de cosas que hacías cuando no sabías si ibas a dormir en tu casa o en la de alguien más; sólo que ese alguien más era Tony y disfrutaba del placer de monopolizar sus noches tanto como de quejarse de su apartamento, y aunque había sido bastante clara en ese asunto, el atractivo científico solía arrastrarla a su lujosa mansión más veces de las que a ella le gustaría. Aquella noche había tenido excusa, él iba a quedarse en casa trabajando en sus armaduras, y realmente ella no tardaba mucho más en coche desde casa de Tony que lo que tardaba desde la suya cuando pillaba atasco.

Pero si había una parada obligatoria todas las mañanas era aquella, café y dulces en la pastelería de la tercera oeste, antes le caía de camino a la universidad, y aunque ya no pasaba por allí, seguía siendo su sitio favorito para cargar bien las pilas de azúcar antes de enfrentarse a una mañana de mucho trabajo, eso y que para que reconocerlo, le daba mucha pereza ponerse a hacer el desayuno en condiciones y la verdad es que con un café y un dulce iba servida para toda la mañana. Nada más entrar el suave olor de los rollitos de canela invadió su mundo y se acercó al mostrador como siempre, para ser atendida por la joven propietaria.

- Un capuccino y.. hoy rollitos de canela, uno, por favor.

Sacó su monedero para abonar el importe de su consumición más una propina antes de dirigirse a una de las mesas del local, próxima a la ventana, dispuesta a disfrutar de un buen desayuno después de su primer café. Luego seguiría revisando todos aquellos proyectos energéticos, aunque todo eso podía hacerlo Tony perfectamente, en el fondo, sospechaba que todo lo hacía para mantenerla entretenida ahora que no tenía mucho más que hacer.

La hora del terror había pasado. La mayoría de trajeados ya se habían largado, hacía sol, la radio funcionaba, olía bien... Estaba todo en orden. Mientras limpiaba el mostrador y los cristales me gustaba mirar los rostros que pasaban por el escaparate. Muchos se me hacían familiares. Tan familiares que tiraban a la rutina. La mujer mayor repeinada, el ancianito del periódico, más tarde vendría a por el pan.   El chico punk haciendo pellas...Lo de siempre.
Cruzando miradas a través del cristal reconocí una melena rubia, que formaba parte de esa rutina, pero no en la parte negativa.
La rubia entró en mi tienda abandonando el silencio que había, a excepción de la radio, al provocar e sonido de la campanita que tenía encima de la puerta.
-¡Buenos días Astrid! ¿Qué será? - Añadí mientras me iba a lavar las manos para limpiarme los restos de producto de limpieza.

-Un capuccino y.. hoy rollitos de canela, uno, por favor.-

Sonaba apagada, como si tuviese un filtro en la voz.

- Qué ánimos cielo... Se te ve cansada, ¿tanto te explotan en la Universidad?  - Añadí mientras servía su café en taza alta-[olor=firebrick] ¿Lo quieres doble? Igual no te viene mal... [/color] -dije terminando la frase con un suspiro mientras dejaba la leche a calentar en la cafetera y le servía su rollito de canela, espolvoreado un poco con nuez moscada.

Tampoco conocía de mucho a esa chica, pero parecía inocentona y explotada... era la chica becaria por excelencia y ayudar nunca estaba de más. No es que fuese a implicarse personalmente en sus problemas, pero siempre estaba dispuesta a escuchar.

Un café doble era una buena idea, era una gran idea de hecho, no sabía si después de trabajar tendría que pasar por el supermercado, no sabía si dormiría en su casa y un par de cosas de su frigorífico comenzaban a oler sospechoso. Eso nunca le había pasado antes, pero claro, siempre cenaba en su casa, tenía una rutina, quizás no muy saludable, pero era una rutina agradable, ahora cada vez que iba a trabajar tan sólo tenía claro que el día podía acabar de cualquier manera. Y no es que fueran sorpresas desagradables, que va, pero ella era amante de la vida tranquila y las rutinas; no era obsesiva compulsiva, pero agradecería saber con más frecuencia si me tocaría cocinar o alguien se comería lo que tengo cocinado. Tony era un torbellino continuo de expontaneidad y estaba acabando conmigo...

- Si, doble estaría bien. No no, que va, ya no trabajo en la Universidad, ahora estoy en Industrias Stark, y está bien, no es el trabajo lo que me tiene así.

No era una cotilla, ni una de estas mujeres que van contando su vida por ahí, así que salvo que Sasha le preguntara no iba a decir nada más al respecto, se llevaban bien, si preguntaba no tenía problemas en contarle, no era la primera vez que habían hablado más allá de la relación tendero-cliente, pero tampoco es como si fueran íntimas para contarle todos los devenires de su vida privada, aunque mirándolo bien, tampoco había llamado a nadie, salvo a su familia, para contárselos, y sólo después de que su madre se encontrara cierta foto en una revista que se merecía varias explicaciones.

¿Había oído bien? ¿¡INDUSTRIAS STARK!? Se me vino una cantidad de dinero a la mente que casi me mareé.

- Wow chica... debes ser muy buena con lo tuyo - Y era cierto. Se rumoreaba que entrar en Stark era como que te cogiesen en la CIA. Mucho secretismo, mucho trabajo y mucho sueldo.

Por un momento valoré una posibilidad. Todos sabían quién era Tony Stark, pero.. ¿sus trabajadores? Pensé sobre mí, mis poderes... ¿Y si contratase gente con poderes? Mutantes, o.. gente con habilidades especiales. Astrid podría ser una de ellas, a pesar de no haber pasado por la mente de Xavier. Podría ser especial y... sería un contacto interesante como para tener a alguien de quien poder hablar sobre ello. Aunque no trabajase muy estrechamente con el jefe sería un contacto útil. No quería que se perdiese como una clienta más.

Retomé el ritmo de conversación tratando de retomar la normalidad a mis pensamientos

- ¿Y qué te preocupa entonces cielo? - No quería resultar impertinente, simplemente consideré que había cierta confianza. Si no era el trabajo no convenía intervenir y menos fuera de horario de oficina. Al fin y al cabo me preocupaba un poco por ella de verdad. Solía tener demasiada empatía hacia la gente, y ella parecía realmente vencida. Era un cielo de chica, cualquier cosa que le estuviese pasando no se la merecía. Siempre tenía un buen gesto hacia mí. Nunca me puso una mala cara... Me quedé espectante dándole vueltas a la cabeza sobre su cansancio.

Su rostro mudó por completo a uno de verdadera impresión cuando le dijo donde trabajaba ahora, tampoco es que le sorprendiera, todos sabían que había ciertas industrias que eran la meca de la ciencia. El paraíso para cualquier científico que se preciara, e industrias Stark era una de ellas y seguramente la más popular de todas, que su CEO se dedique a hacer declaraciones expontáneas a la prensa ayudaba bastante la verdad.

- Si bueno, eso intento, ser buena. Pero supongo que simplemente necesitaban a alguien con mi perfil.

Por un momento se quedó absorta en sus propios pensamientos, suponía que imaginando cómo sería por dentro todo aquello. No la culpaba, ella misma había hecho lo mismo con Industrias Stark y Oscorp varias veces, pero ahora ya no tenía que preguntárselo más, lo sabía y había sido el mejor descubrimiento de su vida, ya podía morir feliz.

- No me preocupa nada, sólo estoy algo cansada. Conocí a alguien en la empresa, y tenemos una relación, está bien, es adorable y encantador, pero vivo a caballo entre mi casa y la suya sin estar realmente en ninguna de las dos. Muchas veces por las mañanas no tengo claro donde voy a dormir esa noche. Tengo un montón que limpiar y recoger en mi casa, pero apenas puedo, y creo que he perdido un par de blusas que por muy ridículo que suene esto, no se donde he dejado. Le quiero, de verdad, pero me gusta la tranquilidad, la rutina, poder poner la lavadora cuando el cesto está lleno, levantarme y saber cuanto voy a tardar en llegar al trabajo... Ese tipo de cosas...

Aunque lo de la lavadora en casa de Tony era complicado, se había dado por vencida cuando después de apropiarse de la papelera del dormitorio, había ido poniendo allí su ropa sucia y cuando fue a recogerla para lavarla se dio cuenta que Pepper había llevado sus camisas a la tintorería y el servicio doméstico había lavado, planchado y guardado en un cajón todo lo demás antes de que pudiera siquiera darse cuenta de lo que había pasado. No le gustaba, no le gustaba que la gente le hiciera cosas que ella podía hacer, como su colada, o llevar su coche al taller. Un día que iba a salir de casa, para limpiar algo su apartamento y hacer unas compras, casi sufre un infarto cuando se encontró el motor de su coche, hecho piececitas pequeñas sobre una mesa mientras Tony trasteaba dentro; él le ofreció, uno de sus coches, pero prefería coger un taxi a conducir su llamativo audi descapotable por toda Nueva York. Al menos al día siguiente su coche volvía a estar totalmente montado y a pesar del susto, debía reconocer que iba mejor que antes.

Estaba alterada. Se notaba en su tono, su mirada, su físico... Por lo que decía parecían dos personas totalmente diferentes, unidas por un vínculo demasiado estrecho. Ella tenía su manía, sus cosas, sus sitios , sus rutinas y sus pocos vicios. Cuando alguien te trastoca el ritmo de vida resulta realmente incómodo. Es lo que tiene que el cerebro humano no pare de acostumbrarnos a la vida sencilla y preferente...

-Bueno nena... a veces viene bien cambiar un poco de aire. ¿Lo has hablado con él? quizá te convenga. A ti. A los dos - realmente pensaba eso. Renovar siempre y cuando no fuese muy drástico de vez en cuando venía bien. Aunque analizando el argumento de Astrid... no parecía muy dispuesta, y sí parecía haberle chocado bastante. Lo problemático de aquella situación era lo perjudicial que empezaba a parecer para su salud.

- Mira As... sé que muchas veces cuando nos traquetean nuestra vida resulta violento. Pero a veces hay que probar cosas nuevas. Lo malo es que pareces consumida... Intenta buscarle un punto medio. SI le dices tanto como quieres vas a tener todo el tiempo del mundo. A no ser que sigas así. Pareces realmente exhausta... Tómatelo con calma pero cuídate por encima de todo. - Esa chica parecía tener mejor corazón aún que el que aparentaba.  

- De hecho... - empecé a rebuscar en mis bolsillos del delantal y al no encontrar nada me agaché detrás del mostrador a rebuscar entre los cajones. - ¡Aquí! Toma - dije tendiéndole una tarjeta - mi número. Puedes usarlo para lo que necesites. Si me llamas y no te da tiempo a desayunar me llamas con lo que quieras y me encargo de enviarte alguna de mis chicas con el desayuno a cualquier parte de la ciudad.

Nunca pensé que les daría uso a las tarjetas de visita. Me pareció algo tan hortera que preferí hacer flayers para la tienda con un número fijo y reservar mi privacidad. Aunque esta situación valía la pena. No me di cuenta de que llevaba hablando yo demasiado tiempo. Eché un ojo a la tienda por si había llegado más clientela y no me había enterado, pero estaba controlado. Astrid y la parejita de ancianos que solían pasar la mañana leyendo juntos el periódico. Esperé a ver si había conseguido agradarle la mañana un poco a esa chica más dulce que mi propia artesanía.

Hablarlo, si quizás sería una buena idea, o no, porque últimamente estaba de lo más neurótico y más desde lo de China, decirle que necesitaba un poco de estabilidad en su vida seguramente que no sería algo que se tomara con mucha alegría, o si y se lo tomaba a la tremenda, no tenía muy claro que hacer porque no tenía muy claro por donde le saldría Tony, y lo último que quería era discutir con él. Era agotador y siempre acababa dándole la razón.

- Es que es un poco complicado, sabes? No es que sea una relación complicada, sino más bien... Nunca ha sido de el tipo de hombres que quieran estar con una mujer más de un rato, o sólo con una, no se si me explico. Y parece tan emocionado ahora, realmente no es que me absorba mi tiempo, cuando salgo del trabajo siempre está esperándome en casa o pasa a recogerme él mismo, pero siempre que me quedo en su casa cuando llego a la cocina tengo el desayuno prácticamente hecho. Es sólo que me agota esto de no saber donde voy a estar cada día y organizarme, parezco una obsesa del control.

A lo mejor es que era una obsesa del control, siempre le había gustado tener las cosas ordenadas y en su sitio, llevar una agenda con sus citas y tareas, saber que iba a pasar en ese día y recibir pocas sorpresas desagradables, pero no en plan maniático desquiciado, si fuera así hubiera muerto cuando Wade entró en su consulta, siempre estaba abierta a un cierto grado de improvisación, pero con Tony Stark todo era improvisación, o simplemente él tenía sus planes y ella le seguía sin saber nunca que era lo que vendría a continuación, a Tony le encantaban las sorpresas... A ella le gustaban sólo en su cumpleaños, y temía el día que llegara...

La veía hablar, sus gestos y la postura... parecía realmente preocupada por el tema.

- Eh cielo... escucha. Que cada uno queramos mantener nuestra vida es normal. No te preocupes por ello. No eres una loca del control, ni una maniática. A nuestras edades -supuse que tendría mi edad- es normal alterarnos un poco por esas cosas... Acabamos de terminar de luchar por una estabilidad de la que dependerá el resto de nuestra vida. ¿Quién no se preocuparía por eso? - me acerqué a la chica y apoyando mis manos en la mesa, puse mi rostro a su altura mientras me sentaba en la silla de enfrente-   Nunca pienses que eres malvada o egoísta por querer mantener tu vida, ¿de acuerdo? - terminé apoyando mi mano en su hombro como gesto de apoyo. Quizá le resultase incómodo, simplemente sentí que tenía que hacerlo.

Era la primera vez que recordaba hablar de algo que perturbase la mente, la vida y el cuerpo de esa muchacha... Empecé a sentir una conexión con ella bastante realista. Me gustaba escucharla, cómo contaba las cosas, el tono de su voz. Para cuando me quise dar cuenta, ella me preocupaba.

- Mira, el amor es un dios cruel y adictivo a la vez. ¡No te preocupes tanto por esas cosas! Es normal y más al principio de la relación, en el primer año sobretodo sentir esas cosas. ¡Aprovecha y experimenta cosas nuevas! No te digo que dejes tu vida de lado, ni te juzgo por echarla de menos, pero es una oportunidad de aprender y sentir. Además eres una mujer increíble. Eres amable, responsable, preciosa... ¿Qué hombre no querría tenerte? - siempre que hablaba le sonreía, motivada , intentando contagiarle parte de mi energía - Hablemos ya más en serio va, ¿Cómo se llama el afortunado?

Yo estaba hablando demasiado, sólo quería hacerla sentir bien.[/color]

Astrid le daba la razón... ¡La tenía! Era un alivio saber que no era una obsesa del control, prácticamente acababa de conseguir un puesto en una gran compañía, un puesto de prestigio, estaba en el camino perfecto para tener su propio grupo de trabajo, publicaciones mensuales en revistas con alto factor de impacto. Había pegado un gran salto en comparación con su trabajo en la universidad, y por si fuera poco, estaba directamente al cargo del estado de salud de Tony Stark y aconsejándole en aquellos temas que él dominaba menos. Industrias Stark podía convertirse no sólo en un referente tecnológico y de ingeniería, el amplio mundo de la biología les abría sus puertas, y ella tenía la mejor oportunidad para estar en todo eso. No es que despreciara la relación con Tony, sencillamente había pasado tanto tiempo pensando en llegar a lo más alto que nunca había pensado en ser la pareja de alguien, y en lo que eso podía significar.

- ¡Es cierto! Es decir, he estudiado mucho, he trabajado mucho, y acabo de conseguir un puesto estupendo en una empresa increíble, siempre he pensado en mi trabajo, en donde quería estar y a donde quería llegar, nunca pensé en ser la pareja de alguien. Supongo que tienes razón y debería tomármelo con más calma, dejarme llevar.

Pegó un sorbo a su café y un mordisco a su rollito de canela, poniendo brevemente una cara de extremo placer, aquella mujer tenía las manos de un ángel, no había nada que le saliera mal o regular o simplemente bien, todo era excelente, se notaba el mimo, la dedicación y la profesionalidad. En el fondo quizás no eran tan diferentes, ambas se esforzaban porque los resultados de su trabajo fueran los mejores.

- Delicioso... como siempre... Pero respondiendo a tu pregunta, se llama Anthony, todo el mundo le llama Tony, es estupendo, es alegre, atento, detallista, cariñoso, protector, generoso, expontáneo e increíblemente atractivo, nada que ver con esos chicos de gimnasio, un hombre de verdad, no se si me entiendes... Y sus amigos son estupendos, siendo yo de fuera, la verdad es que se han portado estupendamente conmigo.

Tan sólo recordar como Rogers había acompañado a Tony para salvarla se le saltaban las lágrimas, y todos los demás se habían portado genial con ella desde el principio. Podían haber pensado que era un pasatiempo más, ignorarla, hubiera sido lo normal, pero la habían integrado a la perfección y para alguien que apenas conocía gente en la ciudad, y en el país en general, aquello era fantástico, al menos ahora tenía gente con la que salir a tomar una copa y que no fuera de su trabajo. Lo cual era un alivio.

La chica empezó a razonar. Era normal sentirse inseguro cuando en tu vida aparecía un toque de inestabilidad, y más con el tema de las parejas. Te cuestionas si estás dejando de ser tu mismo, te replanteas lo que estás dispuesto a dejar de lado por él o ella, empiezas a comerte la cabeza... Y eso nunca termina en nada bueno. Me dio una alegría cuando vi que empezó a quitarle peso al asunto. Se relajó del todo al probar los rollitos de canela.

Dijo que se llamaba Anthony, Tony. ¿Te imaginas que fuese Tony Stark? Qué barrabasada." es estupendo, es alegre, atento, detallista, cariñoso, protector, generoso, espontáneo,  un hombre de verdad" . No, no era Tony Stark. Además era una locura que Astrid hubiese aspirado a tanto. No quiero decir que no fuese suficiente mujer para él. Simplemente era uno de los millonetis más importantes a nivel mundial y acceder a esa gente suele ser bastante complicado.

- ¿Lo ves nena? Tú misma te lo estás diciendo. Estás como nunca con él y dices que siendo nueva te sientes como en casa. ¿Qué mas te falta? Merece la pena arriesgar todo eso. Eso sí, no dejes que afecte a tu descanso. - recogí un par de cosas de la mesa de al lado y volví a su conversación. - ¿Hay algo más que inquiete esa cabecita loca? Por cierto, deberíamos quedar algún día fuera de el oficio

Esa chica me caía lo suficientemente bien como para aprovechar la relación profesional y querer verla fuera de ella.

Era una idea estupenda, además, le preocupaba que Steve y Clint estuvieran siempre tan centrados en el trabajo, con Clint no estaba muy segura, pero se apostaba algo con pocas probabilidades de perderlo a que era igual que Steve y nunca salía por ahí fuera del trabajo, de uno lo entendía, estaba fuera de su época, fuera de todo, y no conocía a nadie que no fuera del trabajo, pero del otro... La verdad es que los Vengadores eran todos un desastre en lo que a vida personal se refería, y aquella era una buena oportunidad de presentarles a alguien que no tuviera nada que ver con el trabajo. Además, Shasha parecía una chica de lo más normal, y eso era algo que ellos necesitaban encarecidamente, normalidad.

- Es una idea genial, además, Tony tiene un par de compañeros de trabajo, de amigos que son un desastre, es imposible que salgan fuera del trabajo y que yo sepa no tienen amigos fuera del ámbito laboral, les vendría bien conocer a alguien no relacionado con el trabajo. ¡Son geniales! Seguro que te van a caer genial. Lo hablo con él y te aviso, vale?

Seguro que a Tony le parecía estupendo, siempre andaba insistiéndoles para salir de fiesta y ellos siempre le daban largas, a lo mejor no eran muy amigos de los bares y discotecas, pero no pasaba nada por una inofensivo paseo con una amiga suya. O una excursión en grupo, a fin de cuentas, no había visto casi nada de Estados Unidos, sería un buen momento para hacer algo de turismo por su parte.

Lo que se convirtió en una proposición futura acabó en un acuerdo formal de llamarnos y vernos más a menudo. Acompañó además a su chico y amigos, cosa que me pareció ideal. ¡Cuanta más gente mejor! Y le ayudaría a desconectar.

- Perfecto preciosa, tienes mi número para cuando lo necesites. - dije guiñando un ojo a la rubia y correspondiendo con mi sonrisa de siempre. Por intentar ubicar mi reloj biológico, vi uno real que había colgado en la tienda. Habían estado hablando más tiempo del que creía. - ¡Oye nena! Mira qué hora es. No quiero que llegues tarde y menos por mi culpa. - dije mientras retiraba su taza ya vacía y el plato donde había estado el rollito de canela Ah, y ya lo sabes, para cualquier capricho dulzón que tengáis Tony o tu ya sabes dónde estoy. O cualquier pedido que quieras, a mi número personal y te lo llevo yo misma. ¡Mucho ánimo preciosa! - dije despidiéndome de ella mientras le abría la puerta para salir. Confiaba en que llegaba bien y en que mi charla le habría despejado un poco.  Era una buena chica y se merecía lo mejor.

Le pasé un paño a la mesa y miré el reloj.
Tenía ganas de quedar con ella.