Sembrando el pánico (Poison Ivy en principio) [Post-Omega]

Es interesante ver que a veces el mundo parece ponerse de acuerdo contigo.

Crane no había permanecido ocioso en sus meses de encierro en Arkham. Muchas cosas le habían rondado la cabeza desde aquel encontronazo. Su plan parecía perfecto, empezar poco a poco a sembrar la semilla de la incertidumbre y el terror a través de los apagones. Un encontronazo con Batman a raíz de esto sería predecible, pero no importaba cuántas veces le devolviese al asilo, él volvería a escapar y lo volvería a intentar. Podía encerrar a un tipo, pero no contener un sentimiento. Y el miedo siempre calaba hondo en la conciencia colectiva, más que ningún otro sentimiento. Funcionaba a la larga como un herpes, a base de contactar los unos con los otros todos se lo acababan contagiando.

Pero como suele suceder en el desarrollo de los grandes cálculos, una ecuación imprevista se filtró. Y lo desmanteló todo de un golpe.

Esa ecuación imprevista tenía nombre de cuervo.

El Espantapájaros no era capaz de olvidar a aquella dama encapuchada de ojos inhumanos. Ella representaba mucho más de lo que hubiese creído posible en una criatura viviente. No abrazaba el miedo como una forma de vida, como él mismo. Ella era miedo en estado puro. Un miedo que trataba de enmascarar bajo un manto de impasibilidad. Un miedo que rechazaba y trataba de esconder, en lugar de manifestarlo abiertamente para espanto de los simples mortales. Era admirable y frustrante al mismo tiempo. Tanto potencial desaprovechado... Si él poseyera esa clase de poder, lo que sería capaz de hacer. Ser un avatar de tan poderosa emoción y negarse a cumplir con su propósito...

Su oportuno encuentro con Batgirl durante la fuga en el Asilo Arkham fue un agradable desquite. Lástima que el ex-Chico Maravilla tuviese que intervenir e interrumpirles antes de que pudiese haberle propiciado el coma. Pero Crane era un hombre paciente. Ya se presentaría otra ocasión. Ahora estaba libre y tenía muchas ideas frescas en la cabeza. Y ahora el mundo se había puesto patas arriba. "La crisis de dimensiones", la llamaban en los medios. Todo había cambiado. Y era por todos sabido que la gente tenía miedo a los cambios, ¿verdad?

Se acabó el quedar ocioso, había mucho que hacer. De momento se mantendría fiel al plan. Pero pensaba añadirle un par de variantes interesantes. Y con esa idea en su cabeza se dirigió al Jardín Botánico de Gotham, infiltrándose a través de la negra maleza como un espectro. Sabía de una persona a la que hacía muchos meses atrás, antes incluso de su detención, había sido dada de alta. Tal vez no estaría interesada, pero no perdía nada por intentarlo. Además, su odio hacia todo ser humano podía ser útil de explotar.

Se palpó un par de veces el filtro de su máscara para asegurarse de que no sería vulnerable a sus dichosas feromonas. No podía permitirse perder la cabeza si quería que todo saliese a pedir de boca.

-Sé que estás aquí, Isley... No hace falta que te escondas. ¿O de nuevo tu androfobia te juega malas pasadas?

Ciertamente retar a Poison Ivy en su propio terreno equivalía a jugar con fuego. Pero al menos confiaba en que le interesara lo que tenía que decirle.

Recuerdo el momento en el que sali de Arkham... Oh si, lo recuerdo muy bien. Llevaba ya unos meses intentando averiguar el por qué de mi situación.. Todo había sido muy extraño estos últimos dias pero aun así Gotham seguía manteniendo ese toque asqueroso con olor a carne, vicios y muerte.
Mis pequeñas empezaron a gritar.
Y... miedo.

Me levanté súbitamente de mi asiento y oculté con unas cuantas enredaderas los experimentos que estaba realizando. Los gritos, sus llantos... no... no podía soportarlo más.
-¿Qué os pasa, queridas? ¿Por qué? Estoy con vosotras, tranquilas... - grité desesperadamente... paseándome entre ellas intentando acariciarlas a todas... Casi todas mis  compañeras menores estaban asustadas. Mi querida Araliaceae, Manihot, incluso los Lycopersicum parecieron temblar... Estaban inquietas. Y no me gustaba. Algo venía... ¿Batman? No.. no era él. Hicimos un trato y mis nenas estaban empezando a acostumbrarse.
Enrollé un par de lianas alrededor de mi cuerpo y dejé que me abrazasen hasta que mi espalda chocó contra el techo. Esperé, esperé, esperé...

La puerta se abrió y vi un cuerpo avanzar por mis pasillos. Espera... ¿Era él?
-Sé que estás aquí, Isley... No hace falta que te escondas.-
Sí, era él... ¿Quién se cree que es para pisar mi territorio? Ese psico-tarado me estaba empezando a tocar la moral.
-¿O de nuevo tu androfobia te juega malas pasadas?-
¿PERDONA? ¿¡Viene a mi templo y con esas ganas!? No así.

Me deslicé hasta quedar detrás de mi nueva visita, con el ceño fruncido, acuchillándole la nuca con la mirada. Me provocó tantísimo asco la idea de que yo temiera a un hombre que le contesté prácticamente escupiendo
-De ser el temor de los hombres a temerles hay una amplia diferencia, cría-cuervos. Tú bien lo sabes. - Esperé a que se diese la vuelta mientras desenredaba las lianas de mis brazos, haciéndolas retroceder de nuevo al techo de cristal prácticamente imperceptible.
- Ambos sabemos que si estás aquí no es por mi cara bonita, Crane- su nombre casi sonó como un suspiro. Le miré con una ceja levantada y los labios con las comisuras ligeramente estrechas entre sí. - Mi turno de repartir comida ha terminado por hoy, no regalo la droga y no tengo información que pueda interesarte. - Lo fui pensando mientras lo decía... No caí en la cuenta de que, realmente me pilló por sorpresa. No se me ocurría nada que explicase su presencia en mi hogar... De hecho ni me paré a plantearme si habría salido de Arkham por fuga o por alta. Ese tío sabía jugar muy bien con el coco de la gente, era capaz de manipular a toda la plantilla del equipo psiquiátrico con tal de andar a su libre albedrío.
- Y bien ¿qué quieres? - rematé sosteniendo el gesto y con los brazos cruzados, mirándolo de arriba a abajo.
Me encontraba más cómoda y reconfortada.. Mis chicas habían dejado de gritar al ver que yo conocía a lo que había provocado el temor en ellas. Y una vez ellas estuvieran bien, estaba dispuesta a escuchar lo que fuese.

Una aparición repentina por la espalda. Un truco muy viejo, pero seguía siendo efectivo. El Espantapájaros jamás admitiría el ligero escalofrío que le recorrió el espinazo cuando la amenazadora voz de Poison Ivy susurró en su cogote. Sonrió. Le gustaba la sensación en pequeñas dosis. Era en tragos más grandes cuando empezaba a estar más cerca de la incomodidad que sufrían sus víctimas.

-De ser el temor de los hombres a temerles hay una amplia diferencia, cría-cuervos. Tú bien lo sabes.

-Oh, querida, sí que lo sé... Pero la sensación sigue siendo la misma. Y a menudo, ambos temores se diluyen y es difícil distinguir cuál es cuál.

Crane se relamió, y su máscara se torció en una mueca grotesca, de las que tanto le gustaban al autoproclamado Amo del Miedo.

- Ambos sabemos que si estás aquí no es por mi cara bonita, Crane. Mi turno de repartir comida ha terminado por hoy, no regalo la droga y no tengo información que pueda interesarte.

El psicólogo devenido en psicópata se encogió de hombros y se permitió acercarse hasta una silla plagada de hiedras, donde se sentó sin más.

-¿Y quién te ha dicho que vengo buscando algo de ti, Isley? Sólo estoy aquí en calidad de visita de cortesía... ¿Es pecado querer mostrar cierta deferencia hacia una compañera de aislamiento? Con todas las cosas que teníamos en común en la terapia de grupo... ¿Recuerdas la bromita que le gastamos entre los dos al bueno de Harv? Por poco no lo acaban llamando "Una-Cara"...

La risa de Crane sonó idéntica al gorjeo de un cuervo. Tanto tratar con su mascota y espía Craw le había pegado algunas pequeñas manías. Dejó que el silencio hablase por él antes de retomar el hilo de la conversación.

-Bueno, en una cosa estás en lo cierto... No es tu cara bonita lo que busco. Más bien me llama la atención algo, un detalle sin importancia. Supongo que me comprenderás. Míralo desde mi punto de vista: Pamela L. Isley, alias Hiedra Venenosa, una de las ecoterroristas más peligrosas de Arkham City, a punto de llevar a toda la ciudad al desastre tras un brote de flores-espora que diseminaron veneno por toda la ciudad, responsable de muchos otros crímenes y atentados contra la vida de diversos dignatarios gothamitas, como el ya mencionado Harvey Dent... ¿Sigo?

Ante la previsible expresión de disgusto o rechazo por parte de Ivy, el Espantapájaros entrechocó sus nuevos guantes, hechos de jeringuillas, y emitió un desagradable sonido al tiempo que sonreía.

-Toda una dama con todo un historial, como digo... Y en apenas unos meses le dan el alta. Y consigue lo que muchos en Arkham han aspirado hasta hace muy poco: libertad y derecho a ser considerada de nuevo un "ciudadano de a pie". Y lo más interesante de todo: sin hacer uso de sus "encantos". Curioso, ¿verdad?

De nuevo Crane se aprovechó del silencio para estudiar la reacción de Ivy y responder en consecuencia. Si aquello salía como planeaba iba a ser muy divertido.

OOR- es un post un poco corto, pero como has hablado mucho y Poison es más bien reservada para sus cosas y la has pillado por sorpresa creo que conviene una reacción directa. Si quieres que explaye un poco más sólo MP.
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Él pareció empezar a escudarse en absurdas actitudes y comentarios.

-¿Y quién te ha dicho que vengo buscando algo de ti, Isley? Sólo estoy aquí en calidad de visita de cortesía... ¿Es pecado querer mostrar cierta deferencia hacia una compañera de aislamiento? Con todas las cosas que teníamos en común en la terapia de grupo... ¿Recuerdas la bromita que le gastamos entre los dos al bueno de Harv? Por poco no lo acaban llamando "Una-Cara"...

Cada palabra que salía de aquella asquerosa máscara me hacía cabrearme más y más... ¿En serio estaba intentando manipularme con ese truco barato? Aunque he de reconocer que rememorar lo amargado que estaba Dent me produjo una calidez propia de los humanos. Aun así mi desconfianza seguía en marcha y mi rostro empezó a torcerse en una mueca desagradable con medio labio levantado remarcando la nariz, poniendo poco a poco, a medida que escuchaba sus secas palabras, gesto de asco. Su risa me provocaba para que le echase de allí.

-Bueno, en una cosa estás en lo cierto... No es tu cara bonita lo que busco. Más bien me llama la atención algo, un detalle sin importancia. Supongo que me comprenderás. Míralo desde mi punto de vista: Pamela L. Isley, alias Hiedra Venenosa, una de las ecoterroristas más peligrosas de Arkham City, a punto de llevar a toda la ciudad al desastre tras un brote de flores-espora que diseminaron veneno por toda la ciudad, responsable de muchos otros crímenes y atentados contra la vida de diversos dignatarios gothamitas, como el ya mencionado Harvey Dent... ¿Sigo?

Me está contando mi vida. Breaking News. Me estaba cabreando mucho. Las hiedras sobre las que se había sentado empezaron a crecer por fuera del asiento. Mantuve el rostro de pocos amigos y con los ojos entrecerrados, amenazantes... seguí escuchando.

Toda una dama con todo un historial, como digo... Y en apenas unos meses le dan el alta. Y consigue lo que muchos en Arkham han aspirado hasta hace muy poco: libertad y derecho a ser considerada de nuevo un "ciudadano de a pie". Y lo más interesante de todo: sin hacer uso de sus "encantos". Curioso, ¿verdad?


Mi rostro se relajó poco a poco. Si me hubiese pillado nada más salir me hubiese quedado inmóvil pero.. llevaba un tiempo reflexionando sobre ello. Él sabía algo. Las parras que se desarrollaban poco a poco se estrecharon fuertemente contra los muslos de Espantapájaros, dejándole sujeto a la silla.
Ese tema me había estado comiendo la cabeza durante medio año... Me puse delante suya con una mano apoyada en una de sus rodillas y la otra en el respaldo de la silla mirándole al cristal de esa porquería anti-gas.

-QUÉ-SABES-TÚ-DE-ESO- a cada palabra me acerqué más a los discos de ventilación de la máscara. Con la mirada firme y los labios apretados esperé, más aún, una respuesta..

Jugar con Poison Ivy era jugar con una guadaña de doble filo. Era una maestra en el arte de la manipulación masculina, pero también se podía dejar llevar por las emociones a la velocidad de un pasmo. Y la Hiedra desatada era aún más peligrosa. Aún así, Crane estaba dispuesto a llegar hasta el final, pues sabía que la recompensa sería productiva.

Se tensó al sentir sus piernas aprisionadas a la silla a causa de las zarzas. Era de esperar, estaba en el territorio del ama salvaje. Ahora llegaba el momento en que él intentaba mantener el control de la conversación mientras Isley se ponía más y más amenazadora. Domar a una leona en su propia guarida. Todo un reto, y a él siempre le habían gustado los retos. ¿Y qué clase de Amo del Miedo sería él si no fuese capaz de controlar sus propias emociones?

-QUÉ-SABES-TÚ-DE-ESO

-¡Eh, eh, eh, calma! ¡Yo sólo quería discutirlo contigo, como buen compañero criminal! -interpuso las manos enguantadas ante el rostro verdoso y furibundo de Ivy, mientras trataba de devolver un tono imponente a su voz ahora temblorosa-. Yo sólo sé lo que llegué a averiguar durante el revuelo que se organizó en Arkham. Mientras rebuscaba entre los documentos de mi perfil psicológico y el de mis antiguos psiquiatras. Ya sabes, uno siempre tiene que andar sobre seguro cuando necesita experimentar para desarrollar nuevas fórmulas del miedo...

Se rió de nuevo, aunque no con la fuerza de antes. No podía evitarlo, le gustaba sentirse atemorizante, aunque fuese sólo como un mecanismo de defensa para distanciarse de lo que a él personalmente Sí le empezaba a dar miedo.

-El caso es que no hace falta que te diga que hasta un idiota se daría cuenta de la cantidad de irregularidades que rodearon a tu caso, mi venenosa orquídea. Incluso tú tienes que haberte dado cuenta. Me sorprende que aún no sepas quién está detrás de esto...

Era hora de empezar a jugar bazas a su favor. Si le decía demasiado ahora, correría el riesgo de que dejase de considerarle útil y decidiese desembarazarse de él tras el "interrogatorio". Si le contaba demasiado poco, podría acabar por perder los nervios y convertirle en abono para sus pequeñas igualmente. En cualquier caso, si le salía bien, Crane esperaba contar con una útil aliada para sus planes.

-¿Y si te dijese, Isley, que no eres la única?

Sonrió de nuevo y entrechocó sus uñas-jeringuilla con gesto perverso.

Llevaba tanto tiempo con esa carga en mi espalda, sobre mis hombros, en mi conciencia... Me sentía impotente al no haber conseguido información de todo aquello y pensarlo me marchitaba cada día un poco más. Todo eso y el jueguecito de Crane avivaban mi ira natural
-¡Eh, eh, eh, calma! ¡Yo sólo quería discutirlo contigo, como buen compañero criminal! - Me puso ese invento guarro delante de la cara, a pesar de su atrevimiento se notó en su voz. Me temía... Aunque el miedo y Espantapájaros fuesen de la mano siempre sorprendían las reacciones que pudiesen tener juntos. -. Yo sólo sé lo que llegué a averiguar durante el revuelo que se organizó en Arkham. Mientras rebuscaba entre los documentos de mi perfil psicológico y el de mis antiguos psiquiatras. Ya sabes, uno siempre tiene que andar sobre seguro cuando necesita experimentar para desarrollar nuevas fórmulas del miedo...- esa alimaña come-cocos había estado indagando... Mucha coincidencia me pareció que encontrase mis fichas. Casualmente. Las mías. Decidí alejarme un par de palmos de su mano y mirarle fijamente a los cristales de su tapadera respiratoria, observando cómo volvía la risa, esta vez ligeramente más sutil. Salvo eso no reaccioné, me mantuve firme, había que hacerlo. Cuando terminó su espectáculo decidió seguir parloteando.

-El caso es que no hace falta que te diga que hasta un idiota se daría cuenta de la cantidad de irregularidades que rodearon a tu caso, mi venenosa orquídea. Incluso tú tienes que haberte dado cuenta. Me sorprende que aún no sepas quién está detrás de esto...- casi no le di tiempo a terminar la frase cuando di un golpe con el lateral de mi puño en una mesa de metal que tenía al lado, provocando un estruendo grave y sonoro, con eco. Quería matarle. No. Torturarle. Empezar a introducir zarzas por zonas de su cuerpo que seguramente ni supiese que existían. Arrebatarle esa máscara mugrienta y taparla la bocaza con mis mejores venenos...

-¿Y si te dijese, Isley, que no eres la única? - Mis ojos se abrieron proyectando una imagen curiosa e interesada de mi. Me quedé con la boca entreabierta y los dientes apretados. Sí sabía algo. Vale, tenía que calmarme...
Relájate Pam, así no llegas a ningún lado. Inspira hondo.. ¿hueles eso? es tu hogar, tus chicas están contigo. Deja de preocuparte. Él está en tu reino, puedes matarle en cualquier momento si fuese necesario, procésalo con calma. Te es útil, tiene información

Las zarzas de sus piernas apretaron con fuerza empezando a rasgar ligeramente su atuendo. A partir de ahí todo sería amistoso.
- Crane... ya he tenido varios interrogatorios. Distintas preguntas a distintas gentes y eres el único que me ha admitido que sabe algo que yo no. Estoy agotada de tanto numerito... Así que vas a tener suerte y vamos a hablar calmada y pacíficamente - hice un gesto con la mano dirigiéndose a la puerta que él mismo había dejado abierta y varias ramas de un grosor considerable treparon por la puerta encargándose de cerrarla con un golpetazo seco. Acto seguido miré a Crane con una sonrisa indudablemente inocente. Aproveché la postura de la que no podía librarse y me senté encima suya con una pierna a cada lado de la silla, de frente a él. Mirándole con mi sonrisa inmutable. -Sabes lo que quiero oír... - suspiré mientras colocaba mis brazos tensos alrededor de su cuello - habla -
Seducir a Jonathan era una tarea más ardua de lo que sería hacerlo con Enigma o volver a hacerlo con Harvey, pero no era mi intención. Con aquel gesto no pretendí persuadirle si no... insinuarle mostrando que estaba dispuesta a tener un diálogo espontáneo e interesante a lo largo de la noche.

Ahora empezaba a cambiar la estrategia. La Poison Ivy iracunda y dispuesta a convertirte en abono daba paso a la seductora devora-hombres que quería jugar un rato antes de comerse su desayuno. Era curioso: como experto psicólogo que era, Crane no podía evitar encontrar una fuerte similitud entre el modus operandi de la pelirroja y la de Selina Kyle, Catwoman. Las dos creaban en torno a ellas una imagen contundente de mujeres fatales y empleaban la seducción como un arma tan letal como sus garras o sus plantas carnívoras, pero a su vez las dos sentían una profunda antipatía por los mismos hombres con los que jugaban. ¿Era tal vez una manera de exorcizar sus propios miedos? No era rara en la conducta humana tomar una postura profundamente agresiva o defensiva ante aquello que temías.

Al menos ahora quería hablar. Y quizás algo más. Pero Crane confiaba en poder centrarse para comunicarle lo que quería decirle. Tener una aventura no era algo que entrase en su agenda. Ya se había llevado una profunda decepción en el pasado con una mujer: no estaba dispuesto a permitir que ninguna otra le distrajese.

-Quizás lo que quieres oír termine por no gustarte, Isley... Pero si insistes...

Acercó las manos al rostro de Ivy y rozó su mentón con una de sus agujas. No con gesto amenazador, sino sorprendentemente casual.

-Pues como digo, no eres la única. Como ya te dije, aproveché el caos en Arkham para indagar un poco en los archivos. Para hacer colección de expedientes interesantes, ya sabes... Y no pude evitarlo, vi tu carpeta y me picó la curiosidad. Me puse a examinar los perfiles psicológicos y los informes de otros pacientes. Al parecer tú fuiste sólo la primera de una larga lista que incluía a varias caras conocidas: Victor Zsasz, Arnold Wesker, Oswald Cobblepott, Jervis Tetch... Incluso nuestro viejo amigo Dent. Por supuesto, no iban a darles el alta a todos al mismo tiempo, hubiese sido de lo más sospechoso. Y seguramente hubiese terminado por atraer al murciélago. Tenían previsto irles dando el alta paulatinamente, en períodos entre tres y cuatro meses por cada paciente. Por supuesto, la crisis dimensional que acaba de sacudirnos y el caos que se montó en Gotham acabó por mandar el plan al traste. Ahora estarán todos fugados si han sido listos.

Apartó la mano enguantada del mentón de Ivy y volvió a entrechocar las jeringuillas, en un gesto que delataba entusiasmo por añadir tensión a su discurso.

-¿Lo más gracioso? Hugo Strange no parece estar implicado.

Escuché atentamente cada nombre, cada dato, cada situación... Noté el roce de una de sus frías terminaciones digitales en mi mandíbula y me dio un espasmo ligero en la espalda. No lo llamaría miedo sino... grima.
Me contó el proceso y plan de lo que inicialmente era un plan perfectamente maquinado para Arkham.El método, los medios así como que todo estuviese tan bien encajado era fruto de un cerebro brillante y dos nombres rechinaron en mi cabeza. A uno de ellos ya le había interrogado hace un mes y no conseguí sonsacarle nada realmente útil...  Todo parecía apuntar a alguien que debería pasar a la acción desde dentro. Repasé mentalmente cada posibilidad, recordando cada rostro familiarizado con Gotham que hubiese pasado por Arkham.
Excepto uno.

- ¿Lo más gracioso? Hugo Strange no parece estar implicado.- No me lo planteé, parecía estar tan sumiso en su locura que no le di la menor importancia... Esa idea era tan brillante como desconcertante. Tardé unos segundos en siquiera valorar la posibilidad para tacharla rápidamente tras la afirmación de Crane. No conseguía entender nada y me seguía frustrando. Debía intentar mantener la mente fresca... Aunque no aguantaría mucho más.

- No me digas lo que no es. Necesito algo útil.... Un dato. Una respuesta. - No sabía la paciencia que me quedaba, pero no estaba dispuesta a malgastarla en algo que llevaba meses persiguiéndome. Necesitaba una explicación de aquel día... de lo que fuese. Incluso el por qué hubo cereales para desayunar le valía. Intenté mantener el tono firme y no sonar desesperada... pero realmente lo estaba. Tanto tiempo... y seguía enraizada en la incertidumbre. Reflexioné calmadamente esperando una respuesta. Fue cuando me percaté de que Espantapájaros necesitaba ayuda. Él no habría esperado tanto tiempo para hacer una visita sólo para alterarme el carácter. Tampoco le valía de mucho haber venido para hacerme daño, no tenía sentido y además... soy una persona razonable. No quería hacerme daño, no quería vacilar y acababa de abrir el grifo informativo... Iba a hacer un pacto. Necesitaba un trato, nadie regalaba sus contactos ni sus conocimientos a precio de aire.

Sin relajar la postura, Zarzas aflojaron ligeramente la presión y yo me mantuve. Planteándome cuál sería la equivalencia requerida que él me pediría a cambio de la información.

Lo estaba consiguiendo. Isley se calmaba y cuidaba las maneras, pretendiendo reflejar seguridad en sus palabras. Se olvidaba de que seguía frente a un psicólogo. Estaba muy ansiosa por saber, y en ese momento Crane era la única persona que le constaba que sabía algo. Al sentir que las zarzas liberaban un poco la presión sobre sus piernas, se percató de que Ivy estaba a punto de pisar la línea tras la cual haría cualquier cosa a cambio de la información deseada.

Hora de revelar el as en la manga.

-No tan rápido, querida... -Crane alzó el índice y rozó los labios de Ivy con él, en un gesto que no pretendía ser sensual, aunque lo aparentase-. Antes necesito algo de ti. Creo que comprenderás que todo tiene un precio, ¿verdad? Además, si he venido aquí es porque necesito tu ayuda.

Volvió a adoptar esa pose de científico loco con la que pretendía hacerse el interesante, y miró fijamente a Ivy.

-Descuida, no es para nada de lo que te vayas a arrepentir. De hecho, creo que hasta lo disfrutarás. Implica criar a una de tus pequeñas, una con ciertas cualidades muy especiales que necesito para mi próximo experimento sociológico. Y, ya que estamos, implica sembrar el caos en esta pútrida ciudad que nos ha tratado como a delincuentes. Considéralo una vendetta por todo lo que te han hecho pasar. A cambio, te diré todo lo que sé.

Le tendió la delgada e inquietante mano, que parecía poder arañarla en cualquier momento.

-¿Qué me dices? ¿Abrimos el trato?

Por fin vi un pequeño rayo de sol, un breve sentimiento de esperanza, las respuestas...estaban ahí.

-No tan rápido, querida... - añadió dibujando la línea de mis labios con su dedo índice rozando la excitación. - Antes necesito algo de ti. Creo que comprenderás que todo tiene un precio, ¿verdad? Además, si he venido aquí es porque necesito tu ayuda.-

Esas palabras no me gustaron nada...  ¿Antes? ¿Precio? ¿AYUDA? La ira volvió a retorcer mi rostro en cara de pocos amigos. Estaba claro que pediría algo a cambio... pero su actitud de querer aparentar que lo tenía todo controlado me empezaba a irritar bastante. Noté su mirada clavada en mis ojos, como si pudiera entrever parte de mi alma. En ese momento recordé con quién estaba tratando, no podía relajarme.

-Descuida, no es para nada de lo que te vayas a arrepentir. De hecho, creo que hasta lo disfrutarás. Implica criar a una de tus pequeñas, una con ciertas cualidades muy especiales que necesito para mi próximo experimento sociológico. Y, ya que estamos, implica sembrar el caos en esta pútrida ciudad que nos ha tratado como a delincuentes. Considéralo una vendetta por todo lo que te han hecho pasar. A cambio, te diré todo lo que sé.-- y remató su prepotencia extendiendo su... mano. Como sello del pacto que ofrecía.

Me quedé petrificada. Veía el núcleo de su idea, y me atraía muchísimo... pero la lengua viperina de Crane ya me habían jugado malas pasadas hace tiempo. Analicé bien, odiaba su manera de expresarse. Criar a una de mis pequeñas... como un experimento. ¿Criar, experimento? Zarzas volvieron a estrechar el abrazo más incluso que la primera vez, comenzaron a subir hacia sus muslos. Me detuve a pensar un momento, sabía que me daría todo el tiempo del mundo si así lo requería. No había especificado mucho. No sé si me merecía la pena ayudarle por la información que él podría darme. No me había dicho qué necesitaba de mis pequeñas... y mucho menos me había garantizado que fuese a salir sana y salva. Sentí cómo cada centímetro de mi piel se erizaba, enrabiada, volvía a envenenarme la sangre todo lo que decía, sus maneras... No sólo aparecer en MI casa, sino las formas, intentar manipularme, la información a medias.. y POR ENCIMA DE TODO pedirme favores indefinidos presionándome para que las aceptase.

-Oh Crane.. - dije llevándome una mano al pecho con una sonrisa, como recibiendo un buen alago. Todo antes de que llegase el terror - te falta tanto para aprender a tratarme... - susurré, sin despegar los dientes, a donde creía que estaba uno de sus oídos. Hice un hueco al silencio mientras me levantaba de encima suya, a la vez que una rama espontánea se elevó para darle un latigazo de desprecio al guante de Espantapájaros.

- Vienes aquí... Intentando HACERME CREER QUE NO TE CONOZCO LO SUFICIENTE COMO PARA SABER LO CONVENIDO QUE ERES. -gesticulaba sin parar moviéndome de un lado para otro, contemplando cómo zarzas escalaban por su cuerpo. - ¿Y AÚN ESPERAS QUE ACEPTE UN TRATO A CIEGAS? - Rugí sin parar, cada vez más en aumento. A mi alrededor todas empezaron a revolotear, algunas se deslizaban y otras se dejaban mecer por un viento que allí no existía.

La idea me atraía, ver a los gothamitas huyendo con el temor sembrado en sus corazones era una idea tan atrayente como placentera. Quería hacerlo. Pero sabía de sobra que había algo detrás... un truco, una palabra que le hiciese ser fiel a sus promesas buscando la interpretación más rastrera posible. Pues bien, ya me había hartado. Las cosas iban a empezar a hacerse a mí manera. Si tanto le atraía sentir el miedo de cerca... iba a divertirse.

El silencio fue modulando la respuesta de Ivy. Crane sonreía, pensando que ya tenía el asunto resuelto. Parecía sentirse halagada, y si algo siempre había complacido a la Hiedra eran los halagos. Muy pronto, Gotham conocería una nueva oleada de terror, y sería gracias a su planta más venenosa...

Había vendido la piel del oso antes de matarlo.

Las zarzas volvieron a apretar su cuerpo con saña, oprimieron su torso y lo aplastaron contra la silla, al tiempo que una de ellas apartó su mano de un latigazo. Crane había olvidado algo muy importante: a Ivy no le gustaban nada los juegos, aunque saliese ganando.

- Vienes aquí... Intentando HACERME CREER QUE NO TE CONOZCO LO SUFICIENTE COMO PARA SABER LO CONVENIDO QUE ERES. ¿Y AÚN ESPERAS QUE ACEPTE UN TRATO A CIEGAS?

Maldita sea... Tenía que actuar rápido o sería un espantapájaros de verdad, de los que colgaban inmóviles. Se agarró a la silla y se echó hacia atrás como pudo, haciendo un esfuerzo por ocultar esa emoción que tanto le gustaba manipular, pero que sacaba lo más penoso de sí mismo cuando acababa por ser la que ejercía el control sobre él.

-¡Eh, eh, eh...! ¡Vamos, Ivy! ¿Acaso he dicho algo tan malo? -al sentir un nuevo tirón que amenazaba con aplastarle la caja torácica, decidió cambiar de táctica. A pesar de tener la cara cubierta, era fácil adivinar una expresión asustada y compungida-. ¡Está bien, está bien! ¡Tú ganas, Ivy! Yo... Soy un estúpido. Sí, lo soy. Estaba tan obnubilado con el plan fantástico que tenía entre manos que me olvidé de mostrar un mínimo de cortesía... ¡Pero entiéndeme! Son muchos meses encerrado en Arkham, rodeado de reglas restrictivas, camisas de fuerza y brutos sin cerebro que no conocen más ley que la de los puños... ¡Siempre he odiado a los matones, Ivy! ¡Lo sabes! ¡Y tú no eres diferente! Y precisamente por eso contaba con que me comprenderías y aceptarías lo que quiero ofrecerte. Pero está claro que llevo demasiado tiempo sin tratar con una dama, y es obvio que por culpa de eso he metido la pata...

Cuando se quiso dar cuenta, se percató de que había hablado demasiado rápido, más de lo que acostumbraba. Reconocía los síntomas. Maldita sea, Crane, no es momento de perder la compostura. Estás perdiendo poder, estás quedando como un gusano ante ella... Un momento, ¡claro!

Carraspeó y retomó un ritmo más lento y claro.

-Isley, lo que quiero decir es que... Tienes razón. Venir y pedirte un trato a ciegas no ha sido lo más sabio, sobre todo cuando en realidad no tengo nada que esconder. ¿Quieres que sea claro? Lo seré, palabra. No tengo motivos para ocultarte nada, sólo quería alimentar tu curiosidad. Y de paso ganarme a una buena aliada. Oh, sí, lo digo en serio. Sé que hemos tenido roces en el pasado, pero es porque no he sido capaz de apreciar tu valía como Dios manda. El caso es que tengo un plan perfecto, de verdad que lo tengo, pero aún me faltan muchos eslabones que completar. Y para uno de ellos... necesito tu ayuda. Y créeme, no hay segundas intenciones, no hay planes ocultos, no hay nada de eso. Sólo necesito algo: una nueva cepa con la que crear un gas del miedo mejorado. Una que sólo puede salir de las manos de una maestra de la botánica como tú. Y a cambio, pensaba pagarte con la información que tanto ansías. Claro que, si te parece poco, puedo concederte algo más. Lo que quieras, sólo pídemelo. ¿Qué me dices? ¿No es un trato justo?

Ahora sólo quedaba esperar a que sus palabras hubiesen tenido un efecto adecuado en la dama de verde. Más le valía, o su plan podía acabar aquí y ahora.

Él se empezó a alterar... Mataría a todo Gotham antes de reconocerlo, pero lo hizo.. y eso me hizo sentir un placer que recorrió mi cuerpo entero. Mi ira fue relajándose a medida que le veía más desesperado, más suplicante, más... asustado. Había reconocido no saber tratarme y me lo tomé como la más dulce de las disculpas.

-Isley, lo que quiero decir es que...

A partir de ahí todo me resonó sabrosísimo. Hubo una frase en especial... "necesito tu ayuda". Uf... Esa frase podría hacerme sentir tan deseada como deseosa. NECESITO tu ayuda. No había trampa, o eso me estaba vendiendo, y a cambio de un poco de ayuda botánica y mi colaboración directa...

En ese momento de mi mente brotaron ideas libres que me elevaron a una idea casi afrodisíaca. La gente atemorizada, Batman sin saber a quién atender, un poco de rienda suelta a mi poder...

Suspiré profundamente con los ojos cerrados, dirigidos al cielo y una sonrisa placentera en los labios. A medida que varias imágenes concretas y bien gustosas aparecían en mi cabeza como una serie de diapositivas, me coloqué detrás de Espantapájaros, inclinándome hacia él apoyando mis codos  en sus hombros.

Otro suspiro, aún sin abrir los ojos.

-Cuéntame más... - dije en un tono sensual, casi un gemido.

Y acto seguido Liana se enrolló en la muñeca de la mano derecha de Crane, elevándola ligeramente en un ángulo similar a quien bebe de una jarra de cerveza. Mi mano izquierda se estiró por encima del hombro de él, y estreché su mano como una pareja lo haría, en vez de como compañeros del mal. Mis labios se acercaron a sus oídos para terminar todo eso con un susurro firme.

- Acepto el trato -

Esperé sin soltarle la mano. Aún tenía que contarme cosas, y estaba dispuesta a hablar y tratar el tema como buenos compañeros que seríamos a partir de ese momento. Estaba excitada, impaciente... ansiosa. Y mis niñas querían crecer.

"Necesito un buen enjuague bucal", no dejaba de pensar. No podía creerse lo que acababa de hacer: ponerse de rodillas ante Ivy. Trató de convencerse a sí mismo de que era sólo una estrategia, una herramienta más para alcanzar su objetivo. Claro, a ella siempre le gustó que la adularan, sobre todo los hombres. Pero aún así, tener que entrar en su juego para conseguir lo que quería de ella... Se sintió de nuevo como el viejo y petimetre Jonathan Crane, el que caía víctima de los abusos de los matones de secundaria. ¡No, de eso nada! ¡Ese Crane ya no existía, ahora era el Espantapájaros! ¡No podía tolerar que lo ninguneasen de esa forma!

Observó cómo la liana manipulaba su mano, y Ivy se la sostenía. Recordó de nuevo quién era la que tenía el mando. De momento. Muy bien, Crane, paciencia. Las mentes brillantes no se precipitaban. Aprovechaban las oportunidades, esperaban al momento adecuado. Ahora la tenía justo donde quería.

Su máscara esbozó aquella sonrisa que helaba la sangre en las venas de los gothamitas corrientes, y estrechó la mano de Ivy, mientras que con la otra rozaba el mentón de la planta carnívora más letal de la ciudad.

-Mi querida y tóxica Hiedra... Puedo asegurarte de que no te arrepentirás. Esta noche firmamos un pacto indisoluble. ¿Cuánto tiempo lleva Gotham riéndose de nosotros? Nos llaman criminales, pero no somos más que el producto de su desprecio y su hipocresía. Un puñado de matones sin cerebro que abusan de aquellos que son más inteligentes y capaces que ellos. Ah, pero así funciona la naturaleza humana, ¿verdad? Atacamos aquello a lo que tememos... Y a ti también te temen, Ivy. Les aterras. Que una mujer, una criatura a sus ojos sumisa, débil, siempre servil y dispuesta a ser manejada como un juguete, sea quien pueda tomar las riendas, poseerles, controlarles... No lo soportan. Pero así funciona siempre el miedo. Pues bien... Ha llegado la hora de que sepan de verdad lo que es estar aterrados.

Observó una flor que crecía en el reposabrazos que había dejado libre. Acarició el pistilo y los pétalos con su mano enguantada.

-hasta ahora he trabajado solo, diseñando psicotrópicos y drogas que estimulan la parte del cerebro que desata el pánico. Pero los efectos son demasiado limitados. Tan sólo llegan a rascar una parte de sus miedos. Necesito algo más potente, algo más duradero... Y en mi obsesión, había olvidado algo muy básico: ¿de dónde vienen la mayoría de compuestos que usamos en química? ¡De la naturaleza, por supuesto! ¿Acaso no emplean los chamanes hierbas aromáticas que teleportaban su mente a todo un mundo de emociones? ¿No existen plantas capaces de alterar la percepción humana? Creo que entiendes por dónde voy, querida... Y no conozco a nadie de esta pútrida ciudad con mayor talento para la botánica. Y lo más importante: los dos compartimos un odio enconado hacia esa gente falsa que disfraza sus emociones con trajes baratos y corbatas. Y, sobre todo, por el Murciélago. ¿Qué mejor venganza que dejarle ver cómo su amada ciudad se derrumba ante sus pies sin que pueda hacer nada por evitarlo?

Empezó a relamerse. Sólo de pensar en la idea de cientos de civiles corriendo desesperados por la ciudad, gritando de pánico, peleando entre ellos presa de la histeria colectiva, se le erizaba el vello.

-Claro que tenemos un pequeño problema: éste es un plan ambicioso, y vamos a necesitar recursos. Creo que ya me entiendes. Por desgracia robar bancos no es una opción, no queremos atraer demasiado la atención ahora que aún no hemos empezado. Pero siempre hay una segunda opción. Creo que es hora de hacerle una visita a nuestro querido amigo Oswald, ¿qué dices?

OOC: Perdón por tardar tnto.. necesitaba motivación para rolear con Pam. Aunque te aviso de que el día menos pensado te secuestraré para ponerte a escribir  y que trabajes gratis para mí. ¿Te parece bien que avisemos a Pen para que entre en este post? creo que le gustará, y aunque tengamos que salir del jardín, seguiríamos en gotham.

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Siempre que trataba con el espantapájaros se me quedaba en el gusto una sensación agridulce. Él tenía un poder que muy poca gente manejaba tan bien. La manipulación verbal... Era un arma de doble filo, y parecía algo integrado en él. Había que tener cuidado con cada palabra que mediaba, le gustaba jugar duro y peligroso. Parecía que sólo el riesgo que podía correr con una simple charla le excitaba más que cualquier mujer. Era un hombre tan extraño como útil. Y tenía razón. Poco a poco fui abandonando mis pensamientos de la parte oculta de aquel pacto, convencida de que volverían en el futuro, pero ahora... Todo sonaba delicioso. Y eso consiguió distraerme de mi desconfianza. Además Crane y yo éramos viejos compañeros, muy pocas veces una proposición suya me había parecido decepcionante. Y era un pacto más que justo. ¿Poder desarrollar mi placer a cambio de ver al pueblo Gothamita sometido?
Otro escalofrío recorrió mis hombros.
Sería un placer para mí. Además habían pasado seis meses aproximadamente desde que salí de Gotham y la sensación de tranquilidad se había asentado más que de sobra. Y no iba a cambiar mi posición de villana, se pusiese el mundo patas arriba o a bailar un tango.

Él había rozado sus dedo-agujas por varias zonas de mi cara. Mi misandria y ligero hembrismo generalmente hacían que repudiase el contacto con los hombres,a excepción de determinados placeres, aunque fuese necesario de vez en cuando. Pero el contacto con Espantapájaros nunca me había resultado desagradable. Inquietante, sí. Pero nunca rechazado. Incluso me tentó a meterme en su jueguecito de los roces. La última motivación para hacerlo fue un gesto hacia Orquídea, una leve caricia, como las que me hacía a mí. Fue el detalle lo que me movió a intentar mi siguiente mecánica...

Seguí escuchando cada palabra que decía. Todo. Eso, las caricias, los planes, la soledad... Todo me llevó a intentar llevar a cabo lo siguiente. Iba a ser complicado, pero nadie dijo fácil. Seguramente Crane tuviese un plan B, y una manera de conseguir que no me hiciese daño, ni a las mías, llegado el momento era intentar involucrarle emocionalmente conmigo. No esperaba que me amase, di por hecho que era imposible para él volver a hacerlo. Pero si conseguía tratarle bien, sin perder la tensión  especial que nunca desaparecía entre nosotros, y hacer que se acercase a ella por voluntad propia... podía resultar interesante. Sería otra manera de conseguir respeto. Les daría un descanso a las niñas, no tendrían que meterle terror a nadie. Pero él era muy listo... Tendría que ir con pies de plomo, conocía la mente demasiado bien y aunque estaba el riesgo de que se lo tomase a mal, si descubría que el motivo principal de acercarme a él era para asegurarme yo, seguramente se me plantearía alguna ocasión para usar feromonas o algún afrodisíaco natural. Creo que saldría bien... Era un plan a largo plazo, yo disfrutaría, él podría no darle importancia y todos saldríamos ganando.

Escuche atentamente sin pronunciar palabra, él se relamió. Pareció pillarle el truco a la manera de hablarme, adoraba su diálogo en ese momento.

-Claro que tenemos un pequeño problema: éste es un plan ambicioso, y vamos a necesitar recursos. Creo que ya me entiendes. Por desgracia robar bancos no es una opción, no queremos atraer demasiado la atención ahora que aún no hemos empezado. Pero siempre hay una segunda opción. Creo que es hora de hacerle una visita a nuestro querido amigo Oswald, ¿qué dices?-

Arg... el dinero... Siempre con el dinero de por medio. Entendía que ciertas cosas necesitaban una financiación pero... ¿tanto como para depender de él? Yo nunca solía llevar esos temas... Tampoco lo necesitaba. Mencionó a Oswald, pero... había otros dos pequeños hombres no tan bien recibidos en mi mundo cuya presencia me preocupaba.

- Antes has mencionado que Harvey está en libertad. ¿Tiene algo que ver con el plan? - A no ser que la respuesta fuese afirmativa,en cuyo caso habría que pactar ciertas cosas, estaba dispuesta a reunirse con Penguin en ese mismo momento. Bueno, qué demonios, sabía manipularle mejor que a nadie. - Por mí salimos ya -  Y alejándome de él, con un gesto del brazo, las zarzas y ramas que antes sostenían sus piernas se desplomaron sobre el suelo. Orquídea se metió en un bolsillo de entre las ropas de Crane y decidió permanecer allí. Quizá Jonathan lo interpretase como un presente, pero había sido decisión suya totalmente.  Algunas hojas flexibles empezaron a acoplarse a mis pies. Andar descalza por mi casa estaba bien, pero por las calles de Gotham ni loca. Empezaron a formarse unas botas irregulares y ramificadas hasta los gemelos. Estaba lista.

FDI: Ahora soy yo el que debe disculparse. Llevo un par de semanitas bastante out y con escasa motivación para escribir. Ahora creo que, poco a poco, la estoy recuperando. Es lo que tienen estas fechas, supongo ^^U
Pues por mí perfecto si quieres avisar a Oswald, aunque de hecho tenemos un tema conjunto. Así que si te apetece entrar ahí, ponte de acuerdo con él

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Hablar con Ivy era un ejercicio constante de elocuencia. Había que ganársela con palabras, con gestos, con promesas adecuadas... Sobre todo era muy importante no perder la cabeza. Crane se había ganado una reputación como manipulador de mentes a la par del Sombrerero Loco y Edward Nigma. Pero mientras el primero vivía ensimismado en su propio y retorcido País de las Maravillas y el segundo sólo quería restregar su intelecto a los demás, el Espantapájaros se limitaba a mostrarle a la gente aquello que ya llevaban dentro. Tu peor enemigo eres tú mismo. Ésa era su mayor y más efectiva arma.

Pero Poison Ivy era harina de otro costal. Aquella mujer era muy peligrosa, porque jugaba al mismo juego. Sabía meterse a un hombre en el bolsillo. Sus labios y su voz eran el néctar que atraía a las mosquillas a la ineludible trampa de la venus atrapamoscas. Y una vez dentro, no quedaba nada de ti que aprovechar. El plan de Crane pareció gustarle. Se mostró muy solícita, mimosa incluso. El ex-psicólogo estaba complacido, pero no iba a confiar en ella tan rápido. ¿En un instante estaba furiosa y al siguiente quería escuchar cada coma? Por supuesto que tenían enemigos y odios comunes, hacia Gotham y su maldito murciélago protector. Pero en el fondo Ivy actuaba igual que todos los demás: usando estratagemas para salvar el pellejo.

Crane lo sabía muy bien. ¿Acaso no dijo una vez en su aula, hace muchos años, que la vida no es sino un acto reflejo condicionado por el miedo a la muerte?

Y luego estaba el asunto de la financiación. Personalmente el dinero nunca había sido un problema para él: cuando necesitaba algo, lo tomaba sin más. Y entonces asomó una de las preocupaciones de Ivy.

-Antes has mencionado que Harvey está en libertad. ¿Tiene algo que ver con el plan?

-Oh, por favor... Harvey es un necio que no sabe ni ir al lavabo sin consultar su dichosa monedita. Para este plan necesitamos a gente que sepa centrarse en la tarea. Aunque... Siempre puede venirnos bien un cebo falso. Yo sólo digo eso.

Se encogió de hombros, y poco después sintió aliviado la pérdida de presión de las lianas sobre su cuerpo, con lo que finalmente pudo ponerse en pie y sacudirse brazos y piernas. Observó la pequeña orquídea que se había guardado en su bolsillo y la acarició. Un sello del pacto entre ambos.

-La noche es joven... Aprovechémosla.

Con los brazos tras la espalda, en esa pose tantas veces ensayada del Ichabod Crane de La Leyenda de Sleepy Hollow, el Espantapájaros se dispuso a abandonar el refugio junto con la Hiedra Venenosa.

(FDI: y si quieres puedes cerrar el tema ¡Todo un placer hacer negocios con la devorahombres número 1 de Gotham City!)