DISCO OMEGA (Realidad paralela post-Omega)

(Off rol: Bueno, este tema es de coña, para hacer el tonto. Se nos ocurrió a Hawkeye y a mí un día que dábamos un paseo, y nos hizo gracia la idea, así que la saco adelante con permiso de los admins y espero que os guste XD. Si luego alguien quiere hacer oficial cualquier historia que salga de aquí, ya es cuestión de hablarlo los implicados...)

La colisión de mundos no afectó simplemente a lugares, sino también a diferentes realidades. Omega había generado también algunos mundos y tiempos nuevos, con sus historias y realidades alternativas, tal como un choque de placas tectónicas o el estallido de un volcán dan lugar a cadenas montañosas o islas que antes no existían. Omega puso ciudades donde no estaban antes, gentes donde nunca habían existido, yperdido entre todo eso, un lugar donde, pasada la tormenta, cualquier ser fuese del universo que fuese, podía tomar una copa y encontrar su momento de descanso. De aquél particular local ubicado en un punto donde las realidades nuevas se cruzaban, se decía que al cruzar sus puertas la música te envolvía, te dejabas llevar, y no había enemistad capaz de vencer el buen rollo reinante...

Bienvenidos a Disco Omega, un espacio paralelo, sin dueños conocidos, y donde solo gobiernan la buena música, la bebida y las ganas de fiesta.

¡A disfrutar!

(Normas: Para darle vidilla a este tema, y ya que se trata de un hilo ambientado en una discoteca, cada personaje que quiera incorporarse tendrá que aportar un enlace en su primer post con una canción que pegue con su personaje o que sea de sus favoritas. Se pueden poner más canciones en los siguientes posts si se quiere.

Ah otra cosa... SHIPEO LIBRE. Como aquí es un deporte nacional esto de emparejar gente, que se aprovechen de la magia buenrollera de este espacio paralelo y conquisten a sus víctimas preferidas los valientes que lo deseen, sin miedo ni cortes, que aquí no hay enemigos, como mucho peleas de bar XD)

(Off Rol: a ver, es Leah, esperad música siniestra... Aunque, si yo fuera Spidey, los denunciaba por copyright)




- Un batido- se limitó a decir Leah, con voz glacial.

El barman de la discoteca la miró, perplejo, pensando que le estaba tomando el pelo. ¿Batidos en una discoteca? Aquello no era un Starbucks.

Se dispuso a decírselo de la peor manera posible, pero algo en la fría mirada de la joven frenó su lengua.

- Uhm. Lo siento, no... No tenemos batidos aquí. - logró decir.

Leah frunció levemente el ceño, y el hombre tragó saliva. No en vano la diosa se había ganado el apodo de "chica que asusta" en su adolescencia.

- Pero puedo prepararte un San Francisco - ofreció el hombre, empezando a sentirse incómodo de verdad.

Leah consideró la oferta unos instantes.

- Muy bien - concedió. Loki nunca le había hablado de los San Francisco pero, si se lo ofrecían como alternativa a un batido, sería porque en algo se parecerían. Y si no, se encargaría de que aquel humano remediara su error. Tal vez invitándola a toda la carta de batidos de algún otro local.

El barman se puso a mezclar zumos mientras la diosa miraba, aburrida, la pista de baile. Las luces de colores no la atraían en absoluto. Buscó con la mirada un rincón en sombras, arqueó una ceja mientras lo evaluaba silenciosamente y, finalmente, decidió que le serviría.

- Su bebida, señorita - dijo el camarero,tendiéndole un vaso.

Leah estiró el brazo, cogió el San Francisco sin mirarlo siquiera y se dirigió a su recién descubierto refugio. Allí podría bebérselo tranquila mientras observaba al resto de clientes del local.

El barman la siguió con la mirada, algo tenso, hasta que hubo desaparecido entre la gente.

- Malditas góticas... - susurró, molesto, mientras regresaba a sus cócteles.

Aspecto de Leah en el tema:

(Una buena canción en general XD)

Alatariel estaba hasta el gorro, hasta el gorro de ángeles, hasta el gorro de humanos, de aliens, de universos que colapsa, de demonios y demás mierdas en las que se había envuelto su vida. Warlock no era una mierda, de hecho, pero ese era uno de esos días en los que quería estar sola, por eso había tomado el camino directo a aquel lugar, una isla del estrés, de todo. Luego seguiría pensando como despellejar a sus hermanos. Pero primero necesitaba una copa, o varias, algo fuerte...

- Un Vesper

No pidió por favor, no dio las gracias, era un arcángel, no un simple humano que arrastraba su corrupción por el fango. Tenía mucha más clase que todo eso... Cuando la copa con la filigrana de limón estuvo delante de ella le pegó un sorbo; justo como a ella le gustaba, bien hecho. Tendría que frecuentar más aquel lugar... Si conseguía que el camarero no temblara de miedo al mirarla a los ojos, pero no iba a molestarle en darle ese consejo, no estaba de humor para consejos a humanos. Ya iba siendo hora de que se extinguieran como raza.

Disco Omega, un animado club nocturno que solían frecuentar jóvenes con ganas de ingerir cantidades excesivas de alcohol y seguramnete con la esperanza de no irse solos a casa esa noche. Y ahí estaba yo tras un duro día de decepciones y palos emocionales.

Sin pensarmelo mucho, me enfunde en unos vaqueros ajustados de un color oscuro y me puse un top rojo  que dejaba poco a la imaginación con mi fiel chupa de cuero negra; buscando a un desdichado que diera la talla para poder olvidarme de todo esa noche y echarlo de mi casa a la mañana siguiente con su ropa en las manos.

Vi el ambiente que tenía el club. La noche aun era joven, pero ya se dejaban ver cuerpos jóvenes bailando y sudando en la pista de baile, mientras bebían coloridas bebidas y se restregaban y besaban entre ellos. Las chicas de ese local eran guapas y con muchas curvas, eran bastantes más atractivas que los chicos. A mi me valía cualquier cosa, hombre o mujer.

Me acerque a la barra y vi como el camarero estaba medio anonadado, siguiendo con la mirada a una joven algo lúgubre que se alejaba a una mesa sola. Pasaron unos segundos y el camarero seguía sin reaccionar, así que llame su atención sutilmente. Cuando por fin, toda su atención se poso en mi, hice mi pedido.

- Un vodka con naranaja, por favor.- Le sonreí,  coqueta y cautivadora; consiguiendo así mi objetivo: una copa gratis.- Gracias guapo.

Le guiñe un ojo y el sonrió embobado. Al girarme puse los ojos en blanco mientras pensaba cuantas veces le habran hecho la jugada a aquel pobre diablo.

Me dirigí al billar y colgué mi chupa en un perchero que había al lado. Me agache a sacar las bolas y empecé a colocarlas atendiendo sutilmente a la gente que iba entrando, examinandolos con la mirado. Buscando a mi próxima presa.

(Pongo esta canción porque aparte de ser de mis favoritas, creo que es una de esas preguntas que Warlock se hace muchas veces con respecto al sentimiento humano de amor de pareja XD)

Había sido un mal día para el pobre Warlock. A pesar de haber recuperado su memoria y permanecer de nuevo estable tras el cataclismo, se había instalado en el hogar de una de las mujeres que le había encontrado al caer en el otro mundo, y aunque era algo gruñona y no sentía más que desprecio hacia los humanos, en el fondo el tecnarca percibía que ella no era un ser hostil o maligno, simplemente estaba resentida porque atacaban algo que ella amaba. Todos cometemos errores, solía pensar Warlock, incluso él, que había supuesto un gasto enorme en electricidad a su protectora, motivo por el cual habían discutido duramente. La siguió por tal de hacer las paces, pero en el último momento, y al ver dónde entraba, creyó que era mejor no llamar la atención para ahorrarle problemas. Tomando de nuevo su aspecto humano de cuando se conocieron, entró al local, y cuando empezó a sonar un nuevo tema, la masa emocionada le absorbió sin poder evitarlo, perdiéndose en el centro de la pista de baile. Ahora sólo podía improvisar...

Clint estaba tremendamente aburrido y necesitaba pasar la noche fuera, olvidarse de todo y mover el cuerpo de otras formas que no fueran la lucha.
Se bebió de un trago la bebida que venía con la entrada de la famosa Disco Omega, era horrible, alcohol del barato, pero le serviría para pillar una buena.
Como no se había apartado de la barra, decidió pedirse otro trago, esta vez que fuera bueno, e ir a echar un vistazo a la gente que había en la pista de baile.

"Ponme un par de chupitos de Tequila, por favor" le dijo al camarero, que no tardó en darle la sal, el limón y los chupitos.

Se los bebió y se fue hacia la muchedumbre que bailaba.

Estaba lleno de mujeres "interesantes" (por así decirlo), aunque él no buscaba ese tipo de diversión, estaba un poco harto de las mujeres, no sabía muy bien porqué pero siempre le llevaban por el camino de la amargura.

Es en ese momento cuando lo vió. Un chico rubio con cara de desconcierto en medio del gentío, parecía que estuviera poseído, de lo mal que bailaba el pobre. Era como si nunca antes lo hubiera intentado, y aunque conseguía copiar algun movimiento de la gente de su alrededor, no seguía el ritmo de la música.
Entre risas, Clint fue en su ayuda, si algo se le daba bien era bailar, y si el chico colaboraba hasta le podría asegurar un ligue para esa noche.

"Oye, ¿quieres hablar un momento? Tus movimientos no son muy buenos, pero si quieres puedo ayudarte" dijo Clint con una sonrisa al chico rubio.

[Off rol] me sale una cosa rara al final de la última frase, y no se quitarlo, lo siento v.vU

[FDI: AAAAY, que le quieres meter una script en pantalla completa al pobre Warlock... ¡PILLÍN!]



Dina... ¿Para qué demonios me has arrastrado hasta aquí?

¡Vamos, señorita Hardins, para que se divierta! ¡Aquí hay muchos chicos guapos, ya lo verá!

La alcaldesa se acarició las sienes con agotamiento mientras atravesaba la puerta de la discoteca. No es que no apreciase el gesto, Dina era una buena chica, y se preocupaba por su bienestar, pero precisamente una discoteca no ayudaría a la alcaldesa, y por tres simples razones:

a) Nunca había sido de discotecas cuando era adolescente, mucho menos después

b) La música por lo general era horrible

y c) ¿Qué depravado en su sano juicio ligaría con un cadáver?

Vamos, que no quería estar, pero al final había terminado siendo arrastrada por su secretaria que insistía en que le encontraría un chico y que sería la mejor acompañante para ir de caza.

Estaba ya barajando la posibilidad de decirle que le iban las mujeres con la intención de espantarla cuando la humana, una rubia pecosa de ojos grises y brillantes, acababa de desaparecer para orbitar unos chicos bailando en la pista. La política la miró unos segundos antes de suspirar, negando con la cabeza. Se escabulliría hasta la barra, haría tiempo para que Dina se olvidase de ella y volvería al ayuntamiento, que tenía demasiado trabajo.

Con ese plan en mente, se dirigió a la barra, apoyándose suavemente en ella. Vestía con un traje de pantalón y chaqueta negros, con la ralla impóluta, una blusa blanca con dos botones desabrochados y unos zapatos de tacón bajo de color negro. Todo en ella gritaba sobriedad y elegancia, aunque el toque de los dos botones permitía intuir el nacimiento del sujetador, lo que le daba un toque ligeramente seductor. Para rematar su aspecto de "secretaria sexy", la alcaldesa llevaba el pelo recogido en un moño (principalmente porque no había tenido tiempo ni de plantearse en deshacerlo), con un par de mechones rebeldes enmarcando su rostro

Un Mickey Mouse su voz, antinatural, se dejó oír en la barra, lo que hizo que el barman arquease una ceja

Aquí no tenemos de eso fué su réplica, lo que hizo que la no-muerta arquease ambas cejas


El camarero no parecía muy contento con la respuesta algo cortante de la política, que en ese momento estaba lo suficientemente agobiada como para no resultar amable, pero obedeció lo que le decía. Siguiendo los pasos que le indicaba la alcaldesa, el chico vertió cocacola, luego una cucharada sopera de helado de vainilla, un chorro de nata montada y las dos cerezas para rematar el cóctel no alcohólico.

La política sonrió ¿Ves cómo sí lo servíais? Anda, quédate el cambio dicho eso, Joanna le dio un billete de 20 dólares, que bien valía mucho más que el combinado, y pasó su mirada por toda la sala.

Ahora necesitaba un sitio para esconderse de miradas indiscretas antes de poder escabullirse. Sus ojos se posaron en el sitio más oscuro de la discoteca, en unas mesas en las que no pareció vislumbrar a nadie, por lo que se dirigió en dirección a Leah, sentándose en la mesa justo a su lado mientras suspiraba cansada.

Al menos tendría una deliciosa dosis de azúcar. Seguro que a Brian le gustaba, tendría que hacerlo algún día...

(Lo siento, si no ponía esta canción en algún lado del rol reventaba, literalmente XDDD)

Warlock ya había visto antes fiestas como aquélla en la mansión Xavier, sin embargo, nunca había conseguido pillarle el truco a eso del baile. Al parecer, los humanos trataban de seguir el patrón de movimiento que les dictaban los sonidos ambiente de los temas musicales que iban pasando, pero... ¿Cómo demonios los interpretaban? Pensó en imitarles para salir del paso, pero entonces un tambaleante y musculoso hombre se acercó hasta él.

- Oye, ¿quieres hablar un momento? Tus movimientos no son muy buenos, pero si quieres puedo ayudarte.

Warlock no detectó hostilidad en el joven, aunque sí que sus facultades estaban algo deterioradas. Supuso que el pobre hombre estaba enfermo y decidió que sería mejor cuidar de él en vez de perder el tiempo imitando eso que los humanos llamaban “baile”. Para complacer a su nuevo acompañante, le devolvió la sonrisa de modo amigable.

- Claro, aunque si Tú me lo permite, Yo te sugiere que te apoyes en Yo, así Tú no perderá el equilibrio.- Warlock pasó su brazo sobre los hombros de Clint y éste se aferró a la cintura del muchacho, ya que no llegaba a los hombros. Ambos se alejaron de allí a unos sofás cercanos bastante bien iluminados para lo que era el local en sí, y sentó con suavidad al sujeto. Se quedó mirándole con una mezcla de curiosidad y preocupación.

(¡No sabes nada John Nieve!)

La puerta del local se abrió de golpe dejando pasar a una figura enmascarada. A pesar del excéntrico estilo combinando ropa de Fiebre de Sábado Noche con mallas ajustadas rojas y negras que habría dado vergüenza incluso a Luke Cage en sus años locos cuando parecía el primo hippy de Jules Winnfield nadie había cortado el paso a DEADPOOL.



Sin mediar palabras comenzó a avanzar entre la muchedumbre al ritmo de la música se colocó en el centro de la pista de baile y comenzó a bailar como si no hubiese mañana arrimándose a toda fémina que pasaba cerca.

Descripción gráfica:

El gorila de dos metros se limitó a amenazarle de muerte con la mirada antes de llevarse a la chica a una distancia prudencial, por la propia salud del bocazas. Wade se encogió de hombros y siguió bailando. Comenzó a examinar detenidamente el local y reparó en seguida en cuatro figuras. La que jugaba al billar parecía la Viuda Negra, con aquel alias y aquellas curvas que hombre no querría morirse bajo sus manos, ¿esperaría al matrimonio o sentiría el peligro con cada coqueteo? Se moría por averiguarlo. En la barra una figura rubia tenía cierto halo místico, casi divino y una mirada asesina y de desprecio infinito hacia todos los presentes. Eso eran muchos puntos, le gustaban los retos, ¡tenía factor curativo! Luego estaba la muchacha en el reservado, lúgubre, siniestra, con una bebida multicolor... Tenía cierta aura familiar, aunque desconocía por qué. ¿No era un tanto joven para estar allí? No es que él tuviera ningún problema, mientras no se saltase ninguna ley al respecto. Era un mercenario, no un pederasta. Y entonces reparó en la mujer de la mesa de al lado. Mediana edad, plantilla de bibliotecaria recatada estándar, moño incluido; cierta ligera palidez, escondida en una de las mesas más recónditas de la discoteca y con cara de no querer relacionarse con nadie.



Sin dudar un instante Wade se aproximó hasta Joanna.

FDI: No me hago responsable de las imágenes emitidas en este vídeo. Quedé traumatizada después de verlo xD He puesto esta canción porqué no se me ocurría ninguna más chorra xD



El guardaespaldas le dejó pasar sin ni siquiera preguntar. Había dejado entrar a más gente como él aquella noche, con esa misma mirada decisiva, con ese aura tan característica. La discoteca Omega no era tan solo un antro dónde buscar un ligue o beber hasta hartarse, la discoteca Omega era más que eso, era un lugar de encuentro de seres sobrenaturales, de héroes, de villanos que habían decidido guardar sus espadas por una noche y tomar unas copas juntos.

Pero el dios del engaño no estaba allí para beber, ni tampoco para divertirse, sino para observar a sus nuevas posibles víctimas: los terrícolas.

Midgard era tan pobre, tan inferior... que pensó que no le resultaría difícil dominar aquel planeta insignificante. Solo tenía que limitarse a observar, a pasar desapercibido entre las sombras, como siempre había hecho.

Si quería adaptarse, tenía que empezar a vestir como ellos. Aquella noche, su hermanito Thor (ahora convertido en niño), le había sugerido una combinación de pantalones plisados negros, zapatos de marca y un chaleco verde oscuro, a juego con una corbata de color esmeralda. Por encima de su traje, llevaba una gabardina negra que le daba un aire elegante y sofisticado, del cual siempre había presumido.

Nada más entrar en la discoteca, Loki se quitó las gafas de sol y sus ojos verdes brillaron curiosos, observando aquella sala tan ruidosa y llena de humanos con valiosa información. Justo por encima de su cabeza, sonaba una canción con una letra de dudosa decencia que decía... "I'm sexy and I know it"

Loki Laufeyson se acercó a la barra, esquivando a todos los primitivos terrícolas que bailaban desinhibidos a su alrededor, en especial a un motivado de máscara roja que parecía ser el alma de la fiesta, y se apoyó en el mostrador. El dios habría jurado por un momento que conocía a aquel enmascarado.

Desvió entonces su mirada al barman, que empezaba a estar harto de encontrarse a tanta gente rara aquella misma noche. Era su primer día de trabajo y ya se preguntaba si en realidad estaba sirviendo en el bar del Asilo Arkham.

-Dame una copa. De lo que sea - dijo el Asgardiano, sin ningún interés. La bebida era secundaria, tan solo era una excusa más para integrarse. Cuando el camarero se la dejó en la mesa, el dios se llevó el vaso a los labios y degustó ese whisky con "algo".

Sus fríos y calculadores ojos buscaban entre la gente algo interesante o a alguien....

Un elegante desconocido entró en la discoteca cuando Alatariel iba entre en tercer y cuarto Vesper, había pedido al camarero que su mano nunca estuviera vacía más de 30 segundos, por lo que cuando el arcángel estaba apurando su copa, el barman ya estaba preparándole otra. El desconocido no era humano, eso saltaba a la vista, carecía del aura típica de los humanos aunque la corrupción le rodeaba, no era alguien bondadoso, pero que coño... Ella tampoco lo era... Pidió una copa, de lo que fuera, y el barman le sirvió una mierda que no usaría ni para prender fuego, así que tras el primer sorbo del hombre, llamó al barman y le tiró la copa a la cara.

- Cuando viene un hombre a tu bar, con un traje de Armani, y un chaleco de Gucci, y te pide una copa, no le sirves un Johnny Walker de 3 años, le sirves la mejor marca de Whisky escocés que tengas de no menos 20 años.

Fusiló al pobre camarero con la mirada, que aterrorizado por el gesto del arcángel le sirvió una nueva copa, de su mejor escocés al recién llegado, mientras ella le miraba con genuino interés.

- Nunca pidas lo que sea, o te darán mierda... Disfruta de la copa, invito yo.

Quizás llevaba algún Vesper de más, pero no tenía ganas de discutir, a veces era agotador odiar tanto a todo el mundo....

Joanna miró al hombre de abajo a arriba, arqueando una ceja mientras paladeaba su Mickey Mouse con profunda tranquilidad, casi preguntándose de dónde había salido ese tipo tan... tan... joder, musculoso. Por unos segundos se quedó pensativa, mientras dejaba su bebida en la mesa mientras clavaba sus ojos verdes en la máscara del mercenario bocazas.

A ver, no tenía nada en contra de los héroes, ni de las mallitas, ni que marcasen tanto... De hecho, estaba empezando a sonrojarse al recordar que a ese hombre se le estaba marcando TODO. Su piel brilló verde unos instantes antes de que, finalmente, decidiese romper el hielo, sonriendo con amabilidad

Oh, muchas gracias, pero a mi príncipe azul lo resucito solita, gracias dijo, metiendo la mano en medio de... ¿Nada?  para de pronto dar un tirón y traer de otro lado a un chico vestido de color azul y negro que miraba a todos lados con profunda confusión

Pero creo que hay una señorita en la barra que anda buscando a un caballero rojo, ¿Por qué no va y se presenta? Seguro que agradece el gesto

¿Pero qué demonios hago yo aquí?

Luego te lo explico, Blue Beetle...

[Off rol] no me odiéis por la canción xD

"Chico, no voy tan mal como para que me tenga que sentar" dijo Clint con una sonrisa, ¿Cuántos años tienes? ¿No eres muy joven para estar aquí? preguntó al ver mejor la cara del chico, que no se había sentado y le miraba con cierta preocupación.

Se levantó y observó con más detenimiento el local, se estaba llenando cada vez más y había mucha gente que no parecía "normal". Aunque, en estos tiempos, ¿quién lo era?
Miró al chico, era más alto que él y le seguía mirando, ahora con curiosidad...¡Claro! ¡No me he presentado!

"Puedes llarmarme Clint, hoy seré tu profesor de baile, encantado" y le ofreció la mano en modo de salutación, que su interlocutor tardó en corresponder.

Se fijó que el sitio en el que estaban era perfecto, estaban bastante tranquilos ya que no había casi nadie, tenían espacio y la música se oía perfectamente. Miró fijamente al chico, "¿Qué paso quieres aprender primero? ¿O prefieres que te enseñe a seguir el ritmo?" le preguntó, y después de pensarlo un rato añadió "Y no, no te voy a invitar a una copa, no almenos hasta que no vea tu carnet de identidad y sepa que eres mayor de edad" mientras le miraba con cierto recelo. El chico era realmente alto, pero no tenía cara de tener la edad para beber.

(Off rol: Lo siento, pero es que esta canción pegaba demasiado con la situación de Warlock y Clint XDDD)

- Chico, no voy tan mal como para que me tenga que sentar. ¿Cuántos años tienes? ¿No eres muy joven para estar aquí?

“Si Tú supieras…” pensó el Tecnarca, pero a pesar de las afirmaciones del desconocido, no se sintió seguro de su estado hasta que lo vio levantarse de nuevo, esta vez con más estabilidad. Luego se presentó formalmente repitiendo su interesante proposición.

- Puedes llamarme Clint, hoy seré tu profesor de baile, encantado- El tal Clint parecía un humano amigable, y realmente Warlock estaba fascinado con poder aprender ese extraño comportamiento humano del baile. Estrechó su mano y respondió a su retahíla de preguntas posteriores esta vez con una expresión alegre en el rostro:

- Yo Locke. Quisiera saber cómo traduce vuestro sistema el compuesto sonoro en forma de movimientos complejos, ya que no consigo descifrar ese proceso. Y no, Yo no necesita beber, ya se ha recargado en casa, niveles energéticos óptimos Clint-amigo. Enseña baile a Yo, te lo ruego.

Realmente era difícil decir “No” a esos ojillos de cachorrito, aunque formasen parte de un chico de aspecto desaliñado y el tamaño de una futura promesa de la NBA…

Cuando entre en Disco Omega, sonaba Jason Derulo. Que hombre más bien hecho,  joder. Mi vestido negro por medio muslo fue la atención de gran parte de las miradas de todo el club. Era apretado con toda la espalda descubierta y un escote de escándalo.

Mis altísimos tacones negros me llevaban a través de la pista de baile, bailando y coqueteando con más de uno. Cuando por fin llegue a lla barra le pedí al cansado camarero un Amaretto con Redbull y una  pajita.

Me gire a ver el ambiente de la discoteca. Había atractivos jóvenes bailando, algún que otro loco o excéntrico y mucha gente rara.  Pero una escena en particular me llamo la atención y me hizo mucha gracia. Un par de jóvenes rubios haciendo algo que a lo mejor en alguna tribu subdesarrolada de África lo llamarían "bailar". No pude aguantar una risa y cuando el camarero me diomi bebida, me acerque a esos dos jóvenes sin pudor alguno y ante sus atentas miradas me sente en su mesa.

- Por mi no os cortéis.

Sonreí divertida y bebí de aquella bebida que sabía a koyak. Viendo como me observaban y que se quedaban parados, me levante y me puse entre ellos. Ambos eran rubios, y notoriamente más altos que yo,  aunque uno mucho más,  pero tenía carita de niño. El otro aunque era más bajo,  seguía siendo bastante más alto que yo. Tenía una musculatura de infarto y unos ojitos azules que me recordaban mucho a alguien...

- Me llamo Selina y si queréis, os puedo ayudar con esos extraños  movimientos que pretender ser baile.

Sonreí divertida y, después de acabar mi bebida, deje el vaso en la mesa y puse los brazos en jarra sin quitar la sonrisa de mi cara.

(Off rol: Aclaro por si alguien no lo acaba de pillar, que es Leah con quien tropiezo)

Clint-amigo trataba de enseñarle a Warlock a seguir el ritmo. No parecía tan difícil después de todo, tan sólo tenía que replicar simultáneamente los golpes de percusión con algún movimiento corporal, y en momentos más calmados, realizar movimientos más suaves. El problema era que aún no conseguía sincronizarse con los cambios de ritmo, pero ya estaba programando su sistema para poder adaptarse a ello, era sólo cuestión de tiempo, ¡Y era divertido!

Justo cuando ambos empezaban a coordinarse, algo desvió la atención de Clint-amigo; Una espectacular hembra humana había irrumpido en su espacio y había decidido sentarse en la mesa próxima a ellos. La verdad es que aunque el tecnarca sólo podía evaluar la belleza estética humana en función de los parámetros que había estudiado, sin duda aquélla chica encajaba en muchos de los cánones que conocía, y le llamaba la atención su desparpajo, aunque en cierto modo, le fastidiaba que hubiera distraído a su nuevo conocido, ya que sus lecciones de baile quedarían interrumpidas, o eso creía...

-Pero creo que antes de seguir bailando yo necesitaría una copa, y aunque Locke no beba, creo que no le sentará mal otra para él...Estás invitada, obviamente.

...bueno, al menos Clint-amigo parecía dispuesto a seguir con las lecciones. Sin embargo, a pesar de atraerle la idea de tomar una copa, su compañera Alice seguía en la barra absorta en la contemplación de un apuesto joven de chaleco verdoso. Ahora sí que no debía molestarla...

- Selina-amiga, ¿Podrías Tú traer la copa de Yo? Creo que Yo irá un momento al baño...

Sin tiempo a escuchar la respuesta de la muchacha, se alejó de la zona en busca de algún rincón más oscuro donde poder cambiar de aspecto sin despertar escándalos. Si permanecía demasiado en un mismo lugar y con el mismo aspecto, Alice le encontraría, y no quería ser descubierto por ahora. Mientras divagaba, tropezó con un taburete y trastabillando, acabó por aterrizar en el regazo de una chica algo lúgubre que había permanecido allí oculta un buen rato. Al igual que él, parecía joven para estar allí. Locke sólo supo reaccionar saludando amistosamente.

- Hola, Yo soy Locke. Yo siente mucho haberte molestado...

La muchacha parecía no haberse alterado mucho ante aquél accidente. De hecho, parecía que nada allí le interesase realmente. Conocía esa expresión, la había visto antes en una mujer llamada Tania que conoció durante el cataclismo, aunque esperaba que fuese más amable que ella.

Cuando nos dirigíamos a por esas copas, el joven con carita de niño se excuso con unas raras palabras y se fue corriendo. Perfecto. Estaba pensando como podía deshacerme de él sin ser grosera. Me había facilitado mucho las cosas. Gracias chico.

Así que la situación era esta: Yo sola con un hombre hecho y derecho, una copa apalabrada y gratis y música que incitaba a las mas oscuras perversiones. Lo seguí Hasta la barra. Una vez allí, le dije que confiaba en su gustó para pedirme la copa.

- Pero que esté bien cargada, que así me sube antes.

Añadí con un guiño. Pasado un rato, él no volvía; ahí caí en la cuenta de la cantidad de gente que había esperando. Me dirigí hacia donde estaba mi chico guapo y me puse delante de él, mientras el me cubría "las espaldas". Al momento llamé la atención del camarero. Lo recibí con una sonrisa y le dije:

- ¿Nos atiendes?

Luego, le deje a él que hiciera el pedido. Cuando tuve mi copa en la mano, la probé, notando como predominaba el alcohol en ella. Me la bebí de un trago y arrastre a ese pedazo de hombre hasta los límites de la pista de baile.

- Demuéstrame lo que sabes, guapo.

Seguí arrastrándolo hasta que estábamos casi en el centro de la pista. Empecé a contonearme y a moverme como solo yo se ante sus ojos. Noté como el alcohol hacía efecto, acabando con la poquísima vergüenza que tenía. Cogí sus manos y las dirigí hasta mis caderas y allí se quedaron. Me fui acercando más y más, poco a poco; sensualmente.

Entonces, caí en la cuenta. Me puse de puntillas, acercándome a su oído. Y cuando cas mis labios pudieron tocarlo, le dije en un susurro:

- Aún no se tu nombre.

Leah había estado observando en silencio a todos los presentes. Desde su posición privilegiada tenía una buena perspectiva de la pista de baile y algunas de las otras mesas. Nada de lo que había visto parecía haber hecho mella en su indiferencia, salvo quizá el momento en que la mujer del moño había traído a un muerto como si nada.

Hela era una diosa de los muertos. Entendía de aquellas cosas.

También le había sorprendido Deadpool, por qué no decirlo. Pero aquello era porque se trataba de un tipo instrínsecamente sorprendente. Seguro que Taskmaster podía corroborarlo.

Oh, y no había reparado en Loki, todavía. Si lo hubiera visto entrar, no estaría tan tranquila ni de tan buen... de tan neutral humor como estaba en aquel momento. Cuando el Tramposo había puesto los pies en Disco Omega, ella estaba analizando la danza de apareamiento de Deadpool con su mejor cara de póker, por lo que se le había pasado por alto su presencia allí.

Leah arqueó una ceja con aprobación ante la estrategia de Joanna para librarse del hombre de rojo, y la anotó mentalmente. No era que los hombres le dieran muchos problemas (más bien, tenía por costumbre asustarlos), pero nunca se sabía cuándo podía irle bien. Por supuesto, no esperaba que ninguno la entrara esa noche. Por eso se había metido en aquel rincón, al fin y al cabo. Lo que no esperaba es que vinieran a buscarla hasta allí.

Leah parpadeó cuando el chico alto y desgarbado aterrizó en su regazo. No pasó mucho hasta que éste se incorporó, disculpándose.

- Hola, Yo soy Locke. Yo siente mucho haberte molestado... - dijo, rápidamente.

La diosa lo miró perpleja unos instantes. La forma de hablar le resultaba familiar, pero no conseguía ubicarla. ¿Conocía a aquél chico de antes? No le sonaba ningún humano con aquel aspecto...

Y tanto que te suena, Leah...:

- Me llamo Leah. Y acepto tus disculpas. - dijo la chica; no de manera ofensiva o prepotente, sino bastante impersonal. Seguía mirando a "Locke" con evidente interés, preguntándose de qué lo conocería. - ¿Vienes mucho por aquí? - preguntó.

Dudaba que le conociera de eso, porque era la primera vez que ella visitaba el local, pero preguntarle al chico qué hacía en una discoteca le parecía una forma de empezar una conversación tan buena como cualquier otra.

Una noche libre, pero sin ningún plan. Normalmente solía quedarme en casa viendo alguna película o escuchando algún CD de grupos que me había perdido durante todos estos años de hibernación. Esta vez decidí salir a ver el ambiente, el pub Omega, aquél que seres de todas edades y universos paralelos podían encontrarse.

Nada más entrar me quité mi cazadora de cuero mostrando mi camiseta negra, no quería abrasarme con la calor. Me sujeté el abrigo al hombro y me dirigí a la barra.

- Una cerveza, por favor. – Pedí mientras soltaba cinco dólares. La recogí y le di un suave sorbo, que fresca estaba.

Me di la vuelta apoyado en la barra para ver el ambiente, ¿habría alguien conocido? Pero apenas pude observar nada, una mujer a dos palmos de mí mirando de forma tentadora.

- ¿Bailas? – Me preguntó. No tardé en sonrojarme y, con la lengua trabada, me bebí toda la cerveza de golpe. – Vaya, ni que te pusiera nervioso. – Respondió a mi gesto.

- Eh… eh… Lo siento, pero no se bailar. – Y aproveché que el camarero pasaba por detrás para pedir otra cerveza.

- Pues invítame a una copa. – Dijo con una sonrisa.

Mi acto fue observar alrededor mío, alguna cosa que pudiera utilizar para darle largas, pero tampoco sin ser maleducado… Perfecto. Ahí estaba mi compañero Clint, pero bailando… Joder, algo más… Busca… Y mi compañera pelirroja se cruzó en mi visión. Y no, no bailaba.

- Lo siento, pero estoy acompañado. – Le respondí a aquella chica. Agarré le botellín y me alejé sin mirar atrás, esperaba que no se lo tomara mal… Bueno, seguro que sí, mujeres…

Rodeé la pista de baile hasta llegar donde Natasha, no quería que, por algún casual, me agarraran y tuviese que mostrar mis dotes del no baile.

- Buenas noches agente Romanoff, ¿buscando alguien a quién ridiculizar en el billar? – La saludé.

[FDI: el único puñetero vídeo que no tiene la versión demo de esta canción]

No es que Angie fuera muy amiga de las discotecas. Eran ruidosas, escandalosas, y unas cuantas de ellas tenían algún fantasma asociado, que había muerto en el local ya fuera por una reyerta, por tomar demasiado alcohol, o por atragantarse con un hielo. Pero, para ser sinceros, después de los últimos días, podía tratar con los fantasmas que hubiera en esta discoteca. Así que vestida con unos vaqueros negros, una blusa blanca y zapatos con algo de tacón, y sin Anubis (porque no permitían la entrada de mascotas en la discoteca, y eso a Angie le parecía correcto), la italiana se adentró en el local.

Era tan ruidosa como había sospechado, y para colmo de desgracias en seguida detecto que algo no iba del todo bien. Una mirada a su alrededor le permitió ver que había dos "no-muertos" sentados en una mesa. La mujer le estaba dándo largas a un tipo con una horrenda mezcla de mallas de superhéroe y chaqueta salida de un show de los 70, mientras que el hombre, o chico, o lo que fuera, miraba a su alrededor con confusión. Angie se pellizcó el puente de la nariz en un gesto de desesperación.

-Al demonio con todo esto- decidió finalmente. Aquella iba a ser su noche libre, y no pensaba trabajar en absolutamente nada.

Con paso decidido se acercó a la barra y se sentó en uno de los pocos asientos que quedaban libres.

-Un Roy Rogers, por favor- le pidió al barman, y añadió cuando vio la mirada desaprobadora del hombre-. ¿Qué? ¡Tengo que conducir de vuelta!

Lo que no iba a decir es que lo que tenía que conducir era una bicicleta, pero de todas formas daba igual, la que llevaba el vehículo era ella. El barman le sirvió su bebida sin alcohol sin siquiera volver a mirarla o alterar el gesto, y cobró la consumición. Mientras el hombre se iba a atender a otro cliente, Angie se giró para observar el ambiente mientras se llevaba a la boca una de las dos cerezas que adornaban el coctel con expresión pensativa.

Bueno, ella no era buena bailarina, pero siempre encontraba interesante observar a los demás.

(Canción en honor al capi xD)

La verdad es que había ido a ese tugurio infestado de gente deseando restregarse los unos contra los otros para intentar olvidarme de mis problemas, pero no tenía ganas de estar allí. No quería bailar, no quería relacionarme; pero si quería beber. Llevaba ya dos o tres cubatas de vodka, pero como si nada. Para algo debía servir ser rusa.

Jugaba, amenamente al principio; pero más aburrida ahora, al billar yo sola. Recordando y practicando los trucos de billar que hace tiempo aprendí en algunos bares de mala muerte de Rusia. Tenía ganas de irme; y estaba a punto de hacerlo; pero una voz familiar detrás de mi me sorprendió e hizo que una sonrisa surcará mi cara antes de girarme a verle.

- Capitán, que gusto verle. Estaba a punto de irme, pero tengo tiempo para darle una paliza al billar.

Me alegró verle, si; ¿y qué? El Capitán era un hombre serio y formal; unas cualidades que me gustaban en una persona y más en un compañero de trabajo. Aunque también tenía un toque tímido e inocente, un hombre fuera de su tiempo que solo intentaba encajar en este mundo extraño en el que había despertado.

Coloque las bolas en su posición, acercándolas hasta mi posición. Las puse dentro del triángulo como el juego ordenaba y las removí hasta dejarlas en su sitio, quité el triangulo y quedaron colocadas perfectamente. Le cedí un taco al capi y ande, dando la vuelta a la mesa hasta ponerme a su lado, justo en frente de las bolas.

- Las damas primero, ¿no, Capitán?

Antes de que pudiera decir nada, di con mi taco en la bola blanca, que choco con el conjunto de bolas, encajando don lisas en dos agujeros diferentes.

- Le tocan las de rayas.

Dije con una sonrisita triunfante dibujada en mi cara.

(Off rol: Amo esta canción, y la verdad es que me imagino un poco a Locke con esta voz ahora mismo XD)

- Me llamo Leah. Y acepto tus disculpas. ¿Vienes mucho por aquí?

El joven alien sintió un gran alivio al oír aquéllas palabras. La chica no se había sentido molesta por el pequeño traspiés que le llevó a conocerla, aunque ahora que la veía con más calma, sus escáneres de memoria detectaron rasgos familiares en las facciones de aquélla muchacha. Si le era conocida, tal vez podría cambiar de aspecto junto a ella sin alterarla, pero por el momento la situación exigía prudencia, y aún se sentía culpable por el aterrizaje. A las humanas no les solía sentar bien que un chico cayera sobre ellas, así que pensó que la mejor opción sería hacer lo que todos hacían allí, e invitarla a un trago. Al fin y al cabo, su San Francisco ya estaba vacío.

- No, Yo vino hoy por una circunstancia especial, pero nunca antes había estado en un lugar como éste. Yo ni siquiera sabe bailar, ¿Tú sabe bailar? Bueno, ordenando funciones... Permite que Yo te invite a beber algo para compensar que haya alterado tu estado de tranquilidad. ¡Yo vuelve enseguida!

Recordando que en la barra principal estaba Alice coqueteando con el joven moreno, Locke buscó con la mirada otra forma de conseguir bebida. Su salvación llegó en forma de una barra más pequeña ubicada en otro rincón en el lado opuesto de la sala, cerca de los lavabos. Pensó en meterse allí y cambiar de aspecto, pero le sabía mal dejar sola a la tal Leah, y además, ahora sentía curiosidad por recuperar del olvido quién era para él. Se acercó allí y tras esperar a que sirviesen a un par de personas delante suyo, le dijo con convencimiento al camarero:

- Ponle a Yo algo bueno para compartir con una chica.

El camarero miró con una mueca al muchacho que tenía enfrente. Allí estaba, con esa carita de no haber roto un plato jamás, pero le estaba haciendo la misma petición que tantas veces oía a lo largo de la velada. Ok, el chico quería camelarse a una chati y tenía que ser algo rápido. Sabía perfectamente lo que tenía que darle...

Al rato, Leah vio volver a su larguirucho e inesperado compañero de mesa cargado con una cuba y dos vasos. Con una amplia sonrisa, Locke dejó la cuba y los vasos sobre la mesa y miró a Leah entusiasmado.

- ¡Camareros realmente amables aquí! Yo le dijo que quería bebida para compartir y Camarero muy generoso con cantidad!

[FDI: Vaya, gracias XD Otra para ti]

Fue agradable recibir aquella respuesta de la pelirroja, sobretodo saber que se quedaría un rato en el lugar por haberse encontrado conmigo.

- No dudes que lo harás. – Le respondí sabiendo la paliza que me iba a caer en el juego.

Apenas había jugado al billar antes, alguna partida al salir con compañeros de patrulla con los que iba por relacionarme un poco con alguien pero, a pesar de conocer las reglas básicas del juego, nunca me había llamado la atención. Era un hombre habilidoso al que no le era difícil aprender, así que practicando sabía que podría llegar a ser un buen jugador de billar.

Observé, con cerveza en mano, como preparaba la mesa para empezar a jugar, me cedía uno de los tacos y se acercaba al punto concreto para dar el primer golpe, todo con unos movimientos tan sutiles como afeminados. Me sonrojé al darme cuenta de tanto que la observé, pero era imposible no hacerlo.

Sin poder gesticular ni palabra, dejé que jugara. Una primera tirada que acabó con dos bolas lisas dentro y dándome a mi la custodia de las ralladas. Su pícara sonrisa me dejó aun algo más cortado. Le cedí mi botellín de cerveza y me coloqué para golpear. La bola blanca estaba bien situada para poder golpearla desde cualquier ángulo, pero todas las demás estaban en la misma zona, sería difícil poder hacer entrar alguna, pero sin duda lo intentaría.

Curvé la espalda, estiré el brazo izquierdo apoyando en él el taco, con el derecho probé el ángulo para golpear y.. ¡PAM! Quizás me había pasado de fuerza, la bola blanca rebotó en la multitud de las demás bolas y empezaron a rebotar todas quedando dispersadas por la mesa.

Ninguna entró, ni lisa ni rallada.

- Vaya, creo que la partida será bastante breve… - Le comenté, con una sonrisa, después de ver mi golpe poco exitoso.

En cuanto Dios del Engaño se llevó a los labios la copa escuchó, a pesar del ruido de la discoteca, una discusión detrás suyo. Le llamó ligeramente la atención, pues la que vociferaba era una mujer de cabellos rubios que estaba sentada justo a su lado y le había lanzado sin reparo la copa al camarero en toda la cara. 

Aquel gesto repentino despertó el interés del príncipe y sus ojos se abrieron ligeramente por la sorpresa. No había reparado antes en aquella joven de rostro perfecto que ahora tenía el ceño fruncido mientras le replicaba al camarero.

Al principio no lo entendió muy bien, pero luego se percató de que la mujer le estaba hablando a él. El camarero le sirvió una nueva copa, pero él nunca daba las gracias por nada. Le daba igual si aquello era un Johnny Walker de 3 años o un Whisky escocés de 20, Loki no notaría la diferencia, no le gustaba beber y como se dijo minutos antes, no estaba allí para eso.

Pero tenía que decir algo, claro, los patéticos humanos siempre daban conversación cuando no tenían nada que decir. 

-Lo tendré en cuenta... - dijo con su voz neutra y siseaste. No pensaba volver a ese lugar, y seguramente no pensaba volver a pedir nada para beber, pero la desconocida no tenía porqué saber eso. Daba igual añadir una mentira más en su historial.

Sus ojos verdes y brillantes conectaron durante un instante con los de la joven, curiosos y a la vez misteriosos. Loki se dio cuenta entonces de que ella no era humana, tenía un aura divina que la envolvía y aquello le incomodaba. ¿Quién era esa mujer? Entonces llamó su atención el ruido de unos golpes metálicos a su izquierda y rápidamente los ojos del dios se movieron en dirección a los billares.

Conocía su existencia, pero nunca había jugado. Era un aburrida herramienta de diversión para los humanos, incapaces de inventar algo original o divertido para entretenerse. Entonces sus ojos se clavaron en la curva figura de una atractiva pelirroja. Estaba jugando con un hombre que parecía más bien un armario y los rostros de ambos empezaban a parecerse familiares hasta que se dio cuenta. Entonces, el dios se atragantó con la bebida y empezó a toser, dejando la copa a un lado.

-Mierda... - susurró en su mente mientras sus ojos quedaron fijos en La Viuda Negra y el Capitán América. ¿Qué hacían la mitad de los Vengadores allí dentro? Aquello no le hacía ninguna gracia...

Llevaba más de media hora esperando en la puerta de la discoteca, cuando la impaciente novia del Joker recibió una llamada de Pamela. Tenía que haberlo supuesto, ella no iba a venir, pero le había dicho que Selina llevaba más de una hora ahí dentro.

Bien, todo parecía encajar a que iba a ser una noche fantástica.

Salgamos las tres juntas de fiesta, me dijo - susurró la rubia para si misma mientras empujaba con violencia la puerta y movía la cabeza con retintín-  Va a ser divertido, me dijo-

Harley todavía se estaba preguntando qué tenía de divertido dejarla tirada en medio de una discoteca. Catwoman ya estaba hasta el culo de alcohol y Hiedra no se había siquiera presentado a la cita de las Sirenas. ¿Cómo iba a ser aquello una noche de chicas si para empezar no había chicas?

La cosa era que habían quedado las tres exclusivamente para que Harley se animara. Hiedra siempre le insistía en que debería abandonar al Joker, que él no merecía tenerla como compañera. ¿Pero qué iba a saber Hiedra del amor, si únicamente se dedicaba a polinizar a todo macho que veía? 

Harley estaba contenta tal y como estaba, y sus dos amigas eran incapaces de verlo así. Pero no importaba, al fin y al cabo, ella era la que tenía novio de las tres.

La rubia contorneó sus caderas sensualmente mientras se acercaba a la pista de baile y entonces empezó a dejarse llevar por la música. Era evidente que quería llamar la atención. Había venido a pasarlo bien y no se iba a ir hasta que hubiera muerto al menos una persona esa noche. 

 FDI: Si queréis saber que ropa lleva, simplemente es la del Arkham City. 

- No, Yo vino hoy por una circunstancia especial, pero nunca antes había estado en un lugar como éste. Yo ni siquiera sabe bailar, ¿Tú sabe bailar? Bueno, ordenando funciones... Permite que Yo te invite a beber algo para compensar que haya alterado tu estado de tranquilidad. ¡Yo vuelve enseguida!

Leah conocía muchos de los lenguajes hablados por los humanos, pero algo en la gramática de Locke le resultaba confuso. Estaba pensando en responder con un rotundo "no" a la pregunta del baile pero, al segundo siguiente, el extraño chico ya estaba hablando de ir a buscarle una bebida. No le dio tiempo a decirle que no se molestase; era un bar sin batidos. Sin embargo, Locke ya había desaparecido entre la multitud cuando la chica despegó los labios para decírselo.

No se dirigió hacia la barra donde había ido Leah nada más entrar, sino en la dirección contraria. ¿Se habría confundido? Echó un vistazo. El camarero del principio de la noche parecía mortificado. Se lo merecía, claro. Mira que no servir batidos... Había bastante gente en aquella parte de la discoteca; una mujer rubia, un hombre alto y moreno... No tuvo mucho tiempo de prestarles atención; ambos le daban la espalda y, además, Locke regresaba con algo que parecía un cubo y dos vasos.

- ¡Camareros realmente amables aquí! Yo le dijo que quería bebida para compartir y Camarero muy generoso con cantidad! - exclamó el chico.

Leah arqueó una ceja mientras miraba el brebaje, no muy convencida. En la corte de Hela se servía vino e hidromiel, y aquello no se parecía, ni de lejos, a ninguna de las dos cosas. De hecho, olía fatal...

- No voy a beberme todo eso - advirtió, arrugando ligeramente la nariz. Dudaba que alguien fuera capaz de tragarse aquel mejunje. ¿Volstagg, tal vez? Tal vez. Ella no, desde luego. - Aunque lo probaré. - añadió, en deferencia hacia Locke. Al fin y al cabo, el chico parecía realmente ilusionado por haber conseguido aquella enorme cantidad de... desinfectante.

No parecía muy atento a las palabras de Alatariel, lo cual la ofendía ligeramente, pero tampoco iba a montar un numerito, había ido a despejarse, no a prenderle fuego a una discoteca, aunque teniendo en cuenta la concentración de humanos que había en aquel lugar... Joder, empezaba a pensárselo como una opción más que viable.

Jugaba con una pequeña llama en su dedo índice cuando sus ojos se cruzaron con los del desconocido, que se iluminaron ligeramente con una chispa de reconocimiento, esa que salta cuando dos naturalezas semejantes se dan cuenta que ninguno de los dos pertenece a aquel lugar. Alatariel no pudo esbozar una sonrisa a medio camino entre malévola y divertida. Parecía que se había topado con el único hombre interesante de aquel lugar. Y todo se volvió aún más interesante cuando se volvió hacia la mesa de billar, donde una pelirroja con aspecto de mujer peligrosa y un tipo enorme con aspecto de tontorrón, tras unos segundos de observación pareció reconocerlos, y reconocerlos no pareció alegrarle... ¿La pelirroja peligrosa sería su ex? ¿El tontorrón sería su ex? ¿O ambos serían sus enemigos?

Aquello se ponía divertido por segundos, si, era cruel, y malévolo, pero en ningún momento dijo que estuviera de ánimos pacíficos. No querer prenderle fuego a aquel bar, respondía simplemente a razones prácticas. Era uno de los pocos sitios donde hacían buenos cócteles. Alatariel sopesaba que hacer mientras removía la filigrana de limón dentro de la copa que el camarero acababa de poner en su mano y se inclinó hacia delante hasta estar en el ángulo de visión de la parejita del billar con toda la intención de hacerles señas, no había nada más bonito que una reunión de conocidos. Y le habían dicho que ahora tenía que ayudar a los humanos... ¿Porque no ayudarles con una divertida reunión de conocidos?

Se encontraba en la pistan de baile, con las manos en las caderas de una de las mujeres más sexys de todas las que había conocido, y había conocido a muchas. Además, era ella quién atacaba, y esto le encantaba.

Se movía de una forma tan sensual que hacía que se olvidara de todo, aunque el alcohol también ayudaba con esto.
Clint bailaba lo mejor que podia, pero con una mujer así en tus brazos, contoneándose de aquella manera, era imposible no sentirse como un panoli.

Entonces ella se le acercó aún más, y le pidió su nombre entre susurros que erizaron todo el vello de su cuerpo. Con una sonrisa pícara acercó aún más el cuerpo de ella al suyo, no había espacio alguno entre ellos, y le dijo al oído "Me llamo Clint, preciosa", jugueteó un poco con el pelo de ella,"¿Y tu?".

En ese momento, mientras esperaba su respuesta, vio la zona con el billar. Allí estaban sus compañeros Vengadores, Steve y Natasha, jugando al billar. Tendría que ir a saludarles, es lo que debería hacer, pero no parecían haberle visto, y él estaba tremendamente ocupado...Quizá les diria algo más tarde, aunque más tarde planeaba estar en algun lugar más íntimo a solas con la mujer que tenía entre sus brazos...

Lo cierto es que de haber tenido sentido del olfato, Warlock seguramente habría expuesto la misma mueca que su acompañante casual, ya que el fuerte olor que emanaba del cubo hacía que cualquiera se preguntase por qué no se estaba disolviendo ya el plástico, pero no era el caso. Afortunadamente, tras su mutación en Douglock, Warlock había aprendido muchos de los procesos humanos, como la digestión de sólidos y líquidos, pudiendo emularlos adaptados a su naturaleza. No tendría problema consumiendo nada ante la joven, aunque nunca había probado bebidas alcohólicas. En la academia, Xavier no dejaba que los chicos tomasen ni una gota de alcohol, esa sustancia sólo tenía fines curativos en los muros de la escuela. Sin embargo, ahora no estaba allí, y aunque profesaba un profundo respeto a Charles Xavier, que era un padre para el tecnarc, ya no podía echarse atrás, y sentía una curiosidad inaguantable por ver qué tenía de especial la bebida etílica para que la gente la pidiera tanto para divertirse, como para llorar sus penas. Sin pensarlo más, se sentó junto a Leah y llenó ambos vasos, ofreciéndole a ella el suyo.

- No voy a beberme todo eso. Aunque lo probaré.

- No te preocupes Leah-amiga, si ésta sustancia no es del gusto de Tú, puedo llevarla a la mesa donde estaba con Clint-amigo. Yo no quiere molestarte más. Si quieres Yo empezará, ¡Salud!- De un largo trago, Leah vio desaparecer el mejunje del vaso como si Locke simplemente lo hubiera derramado en su interior, en vez de tragarlo. De hecho, así había sido, pero en su boca quedó el dulzón regusto de aquél combinado de Vodka con varios jugos de frutas. Volviéndose sonriente hacia la muchacha, señaló su vaso vacío con cara de infinita satisfacción- ¡Tú debería probarlo! Bebida muy dulce... para chica muy dulce.

¡¿Qué diantres acababa de decir?!

Tal vez hubiera sido un desliz de su sistema al emplear conocimientos humanos en ese instante. Por otra parte, aquélla chica le seguía resultando familiar. Comenzó a llenar otro vaso mientras rebuscaba en sus recuerdos. Quizá fuera conocida de Doug, tendría que revisar esos archivos mentales más tarde.

Y entretanto, su cuerpo había descubierto un combustible formidable en ese cocktail maloliente, que empezaba a sobrecargar sus sistemas...

El hombre me pego a él, dejando un espacio nulo entre nosotros. Clint, se llama Clint. Podría ser cierto, podría ser falso, pero a fin de cuentas, ¿qué más da? Tenía a un hombre de esos que quitan el hipo con sus manos en mis caderas y jugeteando con mi pelo.

¿Mi nombre? Dude un segundo. Mi nombre... No conocía de nada a ese hombre, podría ocurrir cualquier cosa. Podría ser una trampa, podría ponerme en peligro,  pero; ¿qué es la vida sin peligros?  Pues una mierda.

- Selina, me llamo Selina.

Dije alargando mi nombre la segunda vez que lo dije. Dicho eso, mi abalance sobre su cuello, jugeteando y besandolo. Dandole pequeños mordiscos dejando marcas rojas por todo su fuerte cuello, arrastrandolo sutilmente hasta los límites de la pista, donde estaban las mesas más oscuras y apartadas.

- Y dime, ¿Hay una señora de Clint de la que me tenga que preocupar?

Dije divertida mientras seguía entreteniendome con su cuello. Sinceramente; si la había,  me daba igual.

Loki giró su rostro y parte de su cuerpo en dirección a la mujer que le había invitado a una copa, dándole la espalda al billar y deseando que la Viuda Negra y el Capitán América no se hubieran percatado de su presencia. 

Durante unos instantes, el joven dios repasó la figura de su acompañante, de arriba a bajo, y cuando llegó a la altura de las manos vio como la rubia empezaba a hacer señales a los jugadores del billar. El Asgardiano maldijo en su interior, ¿era posible que aquellos tres fueran amigos? Tendría algo de lógica, toda la "buena gente" solía conocerse entre ella, sobretodo los superhéroes de la tierra que solían aliarse continuamente contra sus invasores. 

Loki terminó la copa de una sentada y sus ojos se cerraron fuertemente mientras sentía el ardiente alcohol bajar por su garganta. Dejó la copa de un golpe en la mesa y se levantó antes de que los Vengadores llegaran a la barra. No podían verle allí, no podían verle con aquel aspecto...

-Disculpe... tengo que ir al servicio un momento...- Loki se retiró y abandonó la barra dónde se encontraba Alatariel para dirigirse a los aseos.

El Dios parecía tener mucha prisa en desaparecer y esquivó con gracilidad a todos los salvajes humanos, en plena danza del apareamiento, que se cruzaban en su camino. 

Alcanzó las mesas más apartadas del fondo de la discoteca y cuando estuvo a punto de entrar en el baño de hombres se detuvo a mirar algo que le llamó la atención. En frente suyo había una pareja sentada alrededor de una mesa con un par de bebidas. El joven era rubio y su rostro le parecía familiar, pero lo que más llamó su atención fue la joven que estaba a su lado.

Leah no había cambiado en absoluto. La diosa tenía la misma cara y llevaba el mismo vestido que cuando sus remordimientos decidieron tomar la forma de la chica para torturarle.

Aquello no podía ser real. La chica no solía frecuentar aquellos antros sin batidos y menos con apuestos acompañantes. Leah no tenía más amigos que él, y quizás se hubiera sentido violento si esa situación fuera real. Estaba seguro de que su mente le estaba jugando otra mala pasada. 

El dios parpadeó varias veces confuso y decidió entrar en el baño de hombres, encerrándose en uno de los váteres con puerta.

El capitán me cedió su cerveza y se preparo para golpear la bola blanca. Se inclino sobre la mesa y estiro el brazo, dejando ver su musculada espalda y su definido brazo queriendo hacerse notar por debajo de la camisa. Realmente era un hombre increíblemente estructurado y bien formardo. Tenía un cuerpo de infarto y auqnue no era una mujer de expresar sentimientos e impresiones de la gente, eso no quería decir que no me fijara en esas cosas. Y era imposible obviar eso.

Me mordi el labio cuando caí en la cuenta de lo que pensaba, pero sin arrepentirme de nada; por supuesto. Vi como fallaba el tiro y no pude evitar soltar una pequeña risita de gracia mezclada con triunfo. Volví a cedarle su cerveza, de la cual había tomado un pequeño trago, cogi mi taco y rápidamente,  fije mi objetivo, apunte y metí otra bola en uno de los agujeros.

- ¿Qué se siente cuando una mujer le da una paliza al billar, capitán? Tengo curiosidad.

No pude resistir a soltar el comentario entre pequeñas risitas. Le volví a ceder el taco y espere a que apurara otro tiro. Quería que metiera una bola para que su orgullo no se viera muy dolido. Pero el capi no era de esos que se ofendian o montaban en colera si una mujer era mejor que el en algo, es más; se lo tomaba a broma, cosa que me gustaba. Puede que sea de otra época,  pero es mucho más moderno que la mayoria de hombres que conozco.

- Y bueno, capit... Steve-me aventure a llamarle por su nombre de pila - ¿Qué hace un chico como tu en un sitio como este?- Dije con una pequeña sonrisa un tanto melancólica.  

Realmente no sabía que hacía el en un sitio como ese local tan poco... Tan poco él. Temía que le pasará algo, no se. Quizás solo pensaba eso porque yo iba a sitios como ese cuando me pasaba algo.

[Off: Me di el trabajo de leer todo para no interrumpir nada, sólo porque me gustó el tema XD]

Entró de mal humor, para variar un poco, con un pequeño moretón en la mejilla izquierda y los nudillos raspados. Pero esta vez era completamente justificable. O sea, tratas de relajarte en un local, esperas casi media hora en la fila para entrar y el guardia no hace más que verte y te dice que no puedes entrar, eso molesta a cualquiera, y Vincent no es precisamente un hombre que se deje pisotear. Así que había discutido con el guardia y éste lo golpeó (tal vez no debió referirse a su madre a esa forma), de ahí el moretón; y esta vez Vincent lo derribó y lo golpeó hasta dejarlo inconsciente, de ahí los raspones en sus nudillos.

No prestó atención a nadie en la pista, simplemente caminó hasta la barra, se sentó cerca de una rubia y miró la cara de derrotado que ya tenía el camarero, como si esta noche hubiese sido particularmente difícil para él. Sacó unos cuantos billetes y se los tendió con indiferencia.

- Dame un Jameson seco, y déjame la botella. - dijo en un tono igual de desagradable que su expresión. Esperaba que un buen whisky lo dejara buen humor. Se bebió los tres primeros vasos de un sorbo cada uno, y ya más calmado se dedicó a disfrutar de su adquisición.

Su risa burlesca sin mala intención era agradable, suficiente para hacerme sonreir a mi también.

- Que yo sepa, la partida no ha acabado, señorita. - Le respondí desafiante sin mostrar ningún signo de superioridad. Era un hombre que aprendía rápido, solo necesitaba observar y lanzar un par de veces para pillar la técnica y poder plantar cara al juego de la pelirroja.

La chica se inclinó hacia la mesa de billar con una postura perfecta, tan seductora, agarró el taco con las dos manos y, mientras que con la izquieda controlaba la posición de la punta, con la derecha, desde el otro extremo, hacía un movimiento con la fuerza perfecta para golpear la bola blanca. Rodó por la mesa, chocó contra una de sus bolas y la hizo entrar. Me volvía a tocar.

Le volví a ceder el botellín que casi se había acabado, tendríamos que ir a pedir más a la barra.

Oservé la situación de la mesa, como estaban colocadas las bolas. Me incliné como ella había hecho antes, la mano izquierda con el mismo estilo y, suavemente con la derecha, moví el taco para golpear la bola blanca, chocó contra otra bola que empujó una tercera e hizo que las dos entraran. Sonreí.

- Bueno, aprendo rápido. - Me encaré hacia Natasha para mirarla durante unos segundos, segundos que ella utilizó para preguntarme qué hacía allí.

Me sorprendió. Nunca antes me había llamado por mi nombre de pila, siempre era El Capitán, Capi para ellos. Pero esta vez, que se dirigiese a mi con Steve, me gustaba, me sentía en confianza con ella, como una persona normal tomando unas copas y echando una partida de billar con una amiga. Por un momento no eramos superhéroes combatiendo el mal.

Me acerqué a ella para entregarle el taco, le tocaba tirar. Aproveché para acercarme más hacia su oído y reponderle suavemente, la confianza que me había mostrado me dejaba participar a ese inocente juego de seducciones, del que yo apenas sabía jugar, sin miedo ni vergüenza.

- Búscaba a alguien, solo eso... - No entré en detalles, no aún, pero era verdad, aunque no a nadie concreto, había ido para encontrar a alguien con quién socializarme durante un rato, olvidar los problemas y disfrutar de la noche. - Natasha. - Añadí para mostrarle confianza a ella también.

En ese momento, mi mirada se cruzó con una mujer rubia, elegante, que estaba sentada en la barra y acompañada por... ¿Loki? Vaya sorpresa. Aunque el dios no tardó en esfumarse cuando miró hacia donde estaba mi compañera y yo, la otra chica sigió mirando y nos hizo un gesto para que nos acercaramos. Miré a mi alrededor por si, de verdad, se refería a nosotros.

- Creo que nos llaman. - Seguí hablando a Natasha. - ¿Nos acercamos? - Pregunté.

(Vamos con el sinsentido XD)

(Off: Sorry, estoy desde mi celular, después lo edito (=)

Estaba recuperando su "buen" humor al fin. De hecho, ahora estaba tan contento (por decirlo de algún modo) que ya se estaba divirtiendo con el espectáculo de baile de Deadpool y el disfraz del sujeto que acababa de sentarse en la barra para pedir un trago de lo más extraño. Cuando éste terminó su trago y pidió una Coca-Cola, Vincent de paso le pidió otro vaso para whisky al barman. Una vez se lo dieron llenó ambos vasos con el brebaje de su botella y le tendió uno al chico del pijama.

- A ver si con eso pasas mejor el sabor. - le dijo en tono de broma - Éste va por mi cuenta. - agregó.

Todo había sido... relativamente normal. Relativamente. Por supuesto, no había podido evitar arquear una ceja cuando había visto que uno de los tipos sentados en la barra se había alejado de la misma, pálido como un muerto, para meterse en el cuarto de baño. Si tenía que juzgar por sus reacciones, no parecía estar contento de ver a los dos que estaban jugando al billar. No entendía por qué, el caballero, más allá de estar cachas, no le daba la impresión de que se fuera a meter en una pelea de forma gratuita. En cualquier caso, no era asunto suyo, y siguió observando.

Lo siguiente... no fue tan normal. Un tipo salió del sitio en el que había entrado el primero, solo que su aspecto no se parecía en absoluto. Donde el pálido caballero iba vestido de manera impecable, el "recién llegado" iba vestido, por decir algo, con un pijama. De Doraemon. Y a pesar de su aspecto como de acabar de haberse levantado después de haberse corrido una buena juerga, parecía terriblemente animado. Cuando llegó pidió la mezcla más horrenda que uno pudiera imaginarse y, tras dar un largo trago, se dio cuenta de que, efectivamente, era horrenda.

Angie había visto muchas cosas en su vida. No en vano, era una benandante. Pero aquello no era en absoluto normal. Acercó el vaso en su mano a su nariz, empezando a pensar que el barman se la había dado con queso y que le había puesto algo en la mezcla. Luego dio un sorbo tentativo, pero no había nada más allá de la cola y la granadina que formaban parte de su cóctel. Lanzó una mirada acusadora al hueso de la cereza al marrasquino que se había comido, segura de manera definitiva que era eso, y no la absurda realidad, la que le había hecho ver eso. Sin embargo, sus pensamientos se vieron cortados cuando el recién llegado se volvió hacia ella y habló, precisamente, de las cerezas.

-Las ponen como decoración para algunos cócteles- replicó, dando después un delicado sorbo a su Roy Rogers-. Por lo menos sabrán mejor que lo que has pedido antes.

Planaria entró en la discoteca con el casco de la moto bajo el brazo. Estaba totalmente abarrotada. Se quedó en la entrada quieto, mirando a la gente que pasaba con sus copas en las manos. Un par de chicas le dirigieron una mirada curiosa mientras pasaban a su lado. Se abrió la chaqueta dejando a la vista una camiseta gris oscuro con un brillante rayo amarillo en medio. A su derecha estaban los roperos donde dejó el casco. Aspiró y se dirigió a la barra.

Era la primera vez que iba a ese sitio, pero había escuchado por todos lados que era el punto de reunión de moda para los jóvenes y la gente en general. Su compañero Tom llegaría de un momento a otro. "Mientras este pesado llega me tomaré algo... Total, tarda más en arreglarse que una tía. Lo más probable es que acabe como una cuba antes de que llegue."

Cuidadosamente se abrió paso entre la gente hasta la barra. No quería que nadie le echase una copa por encima ya que corrían el riesgo de electrocutarse, de manera que fue especialmente delicado apartando a la gente. Por fin alcanzó la ansiada barra. Al otro lado un par de camareras con unas enormes sonrisas y unas camisas ajustadas entregaban a la velocidad del rayo las copas. Planaria alargó el brazo para que le viesen, y a los pocos segundos una preciosa camarer pelirroja se dirigió a él.

- ¡Hola machote! Eres nuevo aquí, ¿verdad?- dijo con una enorme sonrisa.

- Sí, hemos llegado hace poco unos compañeros y yo y me he enterado de que aquí es donde suele reunirse el personal.- dijo devolviendo la sonrisa.

- Espero que sea de vuestro agrado. Bueno, ¿qué quieres que te ponga?-

- Un ron con limón si eres tan amable.- dijo apoyándose en la barra.- Lo más probable es que vuelva en un ratillo. Había quedado con un amigo pero es más lento que ver las flores crecer, así que es probable que en un determinado momento te pida que llames a una ambulancia para que me lleven a casa... Lo siento, no debería aburrirte con mis cosas, pero odio que me hagan esperar. Yo soy extremadamente puntual, y no entiendo como la gente puede ser tan lenta a veces...

- No te preocupes, aquí todos somos como una gran familia... Aquí tienes, un ron limón bien fresquito.- dijo mientras me daba la copa con el vaso cubierto de pequeñas gotas de agua.

- Gracias, ¿cuánto es?- dije sacando la cartera y hurgando entre los billetes.

- Ocho euros por favor... ¡Gracias! Disfruta de la noche.

Me alejé de la barra para que los demás pudiesen alcanzar sus ansiadas copas. Miré el reloj. Ya llegaba casi media hora tarde Tom, ¿qué demonios le habría pasado ahora? ¿No se suponía que podía teletransportarse? ¿Entonces cómo era posible que llegase siempre tarde? No alcanzaba a entenderlo... "En fin, me acercaré a ese grupo de gente a ver si puedo integrarme un poco" pensé mientras me dirigía a un grupo apoyado en una pared de la disco.

Constanzie, vestida con bastante recato, salía de la zona VIP del local, con un bloody mary en la mano. Hacía tiempo que no se divertía como el resto de los mortales, pero para ella toda esta fiesta resultaba aburrida si no tocaba la moral a un mindundi...

... Y entonces se le cruzó un chaval joven, bajito y con barba con pintas de paleto... ¡Era perfecto para ella! Al pasar, no dudó ni un segundo en lanzarle aquel zumo de tomate con vodka encima, cayéndose por toda su camiseta gris.

-¡Oh! ¡Madre mia! ¡Cuanto lo siento!- Dijo con excesiva teatralidad... Se notaba a la legua que era fingida. - ... ¡Con lo bonito que era tu rayo amarillo! El hijo de mi secretaria tiene una camiseta igual... ¡Siempre la lleva al colegio!

De su bolso sacó un pequeño pañuelo rojo, al igual que la bebida, y se lo ofreció a Planaria, con una sonrisa afilada.

-Siempre es agradable ver... Sangre fresca.

Tomé una bocanada de aire al entrar, como el bañista que va a tirarse a la piscina. No he sido nunca asidua a este tipo de locales, pero mi imagen de los mismos era un antro lleno de gente hasta los topes que no se lavaba en meses, humo, alcohol y escenas incómodas. Pero Pilas había insistido tanto que era, o ir, o tener que aguantar sus retahílas de "lo que te has perdido" durante semanas. No tenía tanta paciencia. Entraría, dejaría que me viera y me iría de nuevo.

Así que, aguantando la respiración, entré en el garito. No estaba tan lleno como pensaba, pero aún así, tanta gente a mi alrededor me incomodaba. Me subí las gafas unas cuantas veces más y aceleré el paso hasta la barra, escurriéndome entre la gente procurando no rozarles siquiera.

No tenía pensado pedir nada, así que busqué con la mirada a mi compañero. Conseguí encontrarle, pero no estaba sólo. Una mujer estaba hablando con él, y le tendía algo que desde mi posición no podía ver. Ni corta ni perezosa, me acerqué.

- Buenas noches -saludé sin mucho entusiasmo -. ¿Haciendo amigos tan pronto, Pilas?

Di un respingo cuando me cayó la copa y en seguida me intenté secar la camiseta. Cogí el pañuelo que amablemente me ofreció la chica y froté con fuerza hasta que estaba algo más seca. No quería que ella tocase mi camiseta mojada ya que podía electrocutarse. Podía controlar a la perfección mis poderes, pero cosas como esta eran imposibles de evitar. Al fin y al cabo yo era una especie de batería andante. Si besaba, abrazaba o daba la mano a alguien no había problema; pero cuando el agua intervenía malo malo.

- ¡Oh! ¡Madre mía! ¡Cuánto lo siento!- comenzó a decir ella, y luego algo más sobre mi camiseta. Los aspavientos que hacía me hicieron pensar que tal vez no había sido un accidente... Pero tampoco le di mucha importancia. No iba a montar una escena por un poco de zumo después de todo.

- Siempre es agradable ver... Sangre fresca.- dijo ella con una sonrisa algo siniestra.

- La verdad es soy más de ron que de sangre, qué quieres que te diga.- dije sin entender muy bien cuál era la razón de la afirmación de la sangre. Había visto toda clase de cosas: desde gente capaz de controlar tus miedos a otros que salían volando a la mínima de cambio. Pero, ¿un vampiro? Yo creía que eso sólo existía en los cuentos y las historias de miedo para niños... Y en alguna que otra novela hortera y cursi (si a eso se le podían llamar vampiros...). Aunque bueno, si yo soy capaz de lanzar rayos de más de un millón de voltios, ¿por qué no iban a existir los vampiros?- Y a propósito de eso, ¿intentas seducirme para que te acompañe a algún lugar apartado y que allí puedas probarme como si fuese un bloody mary?- dije medio en broma con una amplia sonrisa. No quería ser descortés, y ya que habían venido a hablarme no la iba a mandar a freír espárragos. En cualquier caso me mantendré con la guardia alta, lo mismo sólo quería levantarme un par de copas...- Por cierto, me llamo Planaria, an chanté.- dije besando su mano.

Buenas noches... ¿Haciendo amigos tan pronto, Pilas?- la palabra de la desconocida se quedó en el aire al aparecer Tanith por la espalda.

- ¡Para! ¡Qué alegría que finalmente te hayas decidido a venir!- dije dando un salto y abriendo los brazos a mi amiga.- Verás qué bien nos lo pasamos, esto está lleno de gente... Por cierto, permitidme que os presente: Esta es Paradox, mi amiga desde hace bastante. Paradox, esta es... creo que no me has dicho tu nombre...-

Había sido una mala idea. Seguía siendo una mala idea. Maldijo el momento en el que decidió seguir a su madre en secreto para "ver" que tipo de maldad hacía aquella noche, pero resulta que aquel día va y decide que salir de fiesta (a su edad) es buena idea y se presenta en un club de a saber donde. Y ella sabía que Nod, el guardaespaldas impuesto por quién le dio a luz, la siguiera. Ahora el estaba fuera pasando el rato y para colmo le había dado su bastón pues no quería usarlo aquella noche ya que sabía moverse bien si el. El problema es que no esperaba estar en una discoteca.

La rubia se encontraba pegada a una pared del local. Aparte de tejanos y una sudadera negra para no destacar demasiado, portaba sus gafas de sol aunque luego vio que aquello la haría desentonar más allí dentro, pero no quería que nadie viera sus ojos. Además, pese a tener unos sentidos hiper desarrollados y haber sido entrenada para moverse en batalla usándolos pese a su carencia de vista, allí y ahora jugaban en su contra. El exceso de ruido y el volumen de la música la tenían totalmente desorientada, tenía la cabeza que iba a explotar y se sentía mareada. Notaba los cuerpos de los presentes moverse al ritmo de la música y eran demasiados, demasiadas voces hablando, ¡¡¡demasiado para poder estar escuchando!!! Ni siquiera era capaz de localizar de regreso la puerta de entrada.

Empezando a sentir algo de ansiedad activó un escudo de unos  50 cm a su alrededor (imperceptible a la vista normal) y camino entre la multitud sin querer tocarlos. La mayoría chocaban con el escudo pero nadie miraba y pensaba que simplemente era alguien haciéndose paso por la pista. Se tropezó con un asiento bajo. Había llegado a la zona de mesas y asientos de la discoteca. Se sentó de forma rápida en aquel lugar y se llevó la mano a la boca. La ansiedad estaba por hacer que echara el estómago por la boca en cualquier momento.

En el instante en el entré por la puerta supe que no solía ser el tipo de locales que frecuentaba, pero que no estaba mal para variar un poco. El ambiente estaba cargado, y se notaba poder en el aire, incluso una chica joven y hermosa pasó a mi lado con la mirada perdida, aunque no pude fijarme mejor porque una fuerza extraña me empujó hacia atrás.
Algo me decía sin embargo que tenía algún problema de visión posiblemente asociado a alguna reacción con su poder, o por un defecto de nacimiento.
No pude evitar alargar una mano hacia ella con una tarjeta que contenía mi nombre, mi dirección y mi titulo para acto seguido comentarle con una sonrisa:

-Puede que de alguna forma podría restaurar tu vista. Este es mi teléfono, si te interesa.

Acto seguido me disculpé y me fuí hacia la mesa donde Planaria y Tanith ya montaban jaleo de forma animosa. No pude evitar sonreir con descaro, puesto que adoraba a aquellos chicos siempre tan alegres.

-Muy buenas, Rick ha llegado muchachos. ¿en qué consiste la velada de hoy?

-¿Una vampira?- Constanzie se empezó a reir con descaro. Alguna que otra vez había despertado esa curiosidad en los desconocidos, pero desperdiciar la sangre como un simple alimento...

-¡Eres muy gracioso! Y sabes defenderte de las réplicas... Quizás no eras tan menospreciable como pensaba...- Dijo la mujer mientras le ofrecía su mano.-Soy Constanzie Albidane. Piacére di conóscerti. No te lo tomes como algo personal... Pronto te darás cuenta de la calaña que corre por aquí.

La mujer hizo una reverencia a Paradox y a Planaria, y hacto seguido apoyó sus dedos en la barbilla de la chica, casi sin tocarla.

-Unas bonitas gafas... Pero no podrás ocultar por mucho tiempo lo que hay detrás de ellas.- Comentó concentrada en el contacto visual, intimidante. -Yo también he venido acompañada por mi hija, aunque se intente ocultar de mi...

Constanzie busco con sus ojos a Dianne, así que se encontró con aquel tipo extraño entregando algo a su hija. La mujer lo miró con cierto desprecio y algo alertada, no le gustaba que hubiera... moscardones aleteando cerca de su prole.

-... Debe tener cuidado, caballero. No todos mirarían con buenos ojos a un desconocido de su edad dando cosas a una niña.- Dijo de forma desafiante a Rick, sin siquiera a esperar una explicación.

Constanzie miró de reojo a Rick, sin dirigirle ni una palabra. El pobre ingénuo podría ignorar que cuando se puso al lado de la mujer, decenas de ojos se posaron sobre el médico dispuestos a actuar en caso de peligro. Una mujer con tanta seguridad no vio necesario responder a esa engalanada amenaza. Esperó a que se fuera y se dirigió a Planaria y a Tanith.

-Vaya... Parece que no tengo bebidas para echárselas a todos.- Comentó intentando disimular una risa traviesa. Se puso la mano en el pecho, preocupada y volvió a mirar a Paradox. -Querida, me arrepiento si te he incomodado, pero siento debilidad por las personas con... potencial. Hazme caso y aléjate de los hombres que se acercan tanto a mujéres tan jóvenes en un lugar como este. A veces por falta de visión tendemos a adorar a falsos ídolos...

Constanzie se alejó de ambos chicos, mirando de reojo a Rick, sin ninguna expresión en su cara. Se dirigió ante Dianne y la sonrió.

-¿Le conoces, cielo?- Dijo mientras acariciaba el largo pelo de su hija, intentando sorprenderla.

Ví como se alejaba Constanzie y luego miré a mis otros dos compañeros levantando una ceja.

- Pues parece maja... siempre y cuando no te importe que te cale con una bebida.- Todavía tenía algo húmeda la camiseta, pero al menos ya estábamos juntos y la noche no había hecho más que empezar. - Por cierto, ¿a qué se referia con lo de mujeres jóvenes Doc? ¿Qué has hecho?

Rick (o como me gustaba llamarle, Doc) era una persona misteriosa y extraña. No en el mal sentido, simplemente era bastante más reservado que el resto. Pero en ningún momento pensé que hubiese acosado a alguna chica ni nada por el estilo. Era un lord como los de antes. No haría eso. Pero me extrañó la reacción tan repentina y aparentemente borde de Constanzie...

- Bueno qué, ¿vamos a bailar un poco o no?- dije guiñándole un ojo a Paradox. - ¡Vamos! A menear esas caderas Para jajaja-

Permití el roce de aquella mujer sin darle demasiada importancia. ¿Cómo va a importarme el consejo de una mujer a la que no conocía de nada? Además, si usaba las gafas era por respeto a los demás. Nadie se siente cómodo mirando algo así, tan fuera de lo común. Y si algún día se me rompían o desaparecían, tengo gafas de reserva. Suspiré casi imperceptiblemente de alivio cuando Lord Rick entró en escena.

Quizás estuviera fuera de lugar con ese atuendo y porte, más digno de estar en un salón inglés tomando té que en una discoteca. Pero allí estaba, trayendo consigo la tranquilidad de saber que si las cosas se complican, saldríamos ilesos.

- Sed felices chicos, a esta ronda invito yo

Abrí la boca para responderle que prefería salir antes que tomar nada en un sitio que dudaba que conociera algún tipo de bebida que no fuera alcoholica, pero aquella señora volvió a intervenir después de que Rick le dirigiese unas palabras aparte que no llegué a escuchar con tanto barullo.

- (...)Vaya... Parece que no tengo bebidas para echárselas a todos. Querida, me arrepiento si te ha incomodado, pero siento debilidad por las personas con... potencial. Hazme caso y aléjate de los hombres que se acercan tanto a mujeres tan jóvenes en un lugar como este. A veces por falta de visión tendemos a adorar a falsos ídolos...

Alcé una ceja peligrosamente. Vale, no aparentaba mi edad, pero tampoco era cuestión de tratarme como si hubiera nacido ayer. Tampoco entendí su referencia a los falsos ídolos. Yo de falsa no tenía absolutamente nada, al contrario que esa tipeja arreglos de cara. Quise decírselo, pero ya había puesto los pies en polvorosa, perdiéndose entre la multitud.


- Bueno qué, ¿vamos a bailar un poco o no? - me distrajo Pilas, incluso me guiñó un ojo - ¡Vamos! A menear esas caderas Para jajaja

- Yo no bailo, Pilas, y lo sabes. Me tomaré un refresco si es que saben lo que son y me iré -aunque el refresco era opcional. Medí a ojo la distancia que me separaba de la puerta. Quizás si me levantaba de un salto y me daba prisa, me daría tiempo a escapar...