DISCO OMEGA (Realidad paralela post-Omega)

¿Que?¿Como? Un tipo con acento inglés le hizo entrega de una tarjeta o al menos eso parecía al tacto, incluso tenía relieve. ¡Un médico! ¿Que diantres hacía allí? Bueno, en cualquier lado buscas clientes ¿no? y habría notado el mareo de la muchacha, aunque mencionó lo de su vista. "¡Oh Dianne, que estúpida eres!" pensó para si y se retiró las gafas de sol. Con las luces bajas del lugar sería difícil ver sus ojos y sería mas fácil pasar desapercibida que usando las estúpidas lentes de sol.

Las náuseas finalmente ganaron la batalla y la chica se apoyó en el brazo del asiento y echó lo poco que tenía en el estomago al suelo, por el lado. Justo en ese momento, su madre decidió que era bueno ir a dejar claro a su hija que era consciente de su presencia desde el inicio. Se estremeció al sentir su fina y fría mano sobre su cabello trenzado y ahora viendola en un momento bochornoso. Las Mejillas de la muchacha se enrojecieron y puso mueca de descontento.

-Hola...mamá....

- ¡ADIÓS PAPI RICK, ADIÓOOOOOS!

En ningún momento había entrado por la puerta, tampoco había hablado con nadie. Pero allí estaba yo. Dándolo todo montado en un altavoz mientras notaba todo retumbar a mis pies a la par que agarraba la copa fuerte, se me fuera a caer. No sabía ni de quien era, pero un ambiente tan opresivo y cargado era el lugar ideal para transformarme y empezar a ir parpadeando de un lugar a otro. Toqueteando a todos los tíos que pillase por delante o robando copichuelas, ¡nadie se daría cuenta!

- ¡TAAAAAANIIIITH! ¡PILAAAAAAAAAAS! ¡Estoy aquí!

Empecé a hacerles señas a mis amigos mientras escudriñaba mejor el terreno desde mi posición, había algún que otro tío interesante... Pero la cara de amargados que tenían la mayoría no se la quitaban ni a tiros, "¡venga tíos, sonreíd! ¡Que tenéis que estar guapos!" pensé mientras le daba un trago largo a la copa, si no veía nada interesante acabaría volviéndome por donde había venido. Observé que mis amigos no estaban solos, más o menos por la misma zona, se encontraban una señora con pinta de estirada y una chica de mirada ausente, ¿había drogas? Sí, debía haberlas, porque esa forma de mirar el mundo no parecía de lo más normal.

- Yo no bailo, Pilas, y lo sabes. Me tomaré un refresco si es que saben lo que son y me iré- dijo Tanith muy seria, como si le incomodase estar allí.

- Venga anda, anímate un poco.- le digo intentado sacarle algo de marchilla. Siempre se iba y me daba mucha rabia porque nos lo pasábamos como enanos la mayoría de las veces. Además, podíamos conocer a gente nueva parecida a nosotros. - Si quieres nos quedamos un par de horas más y luego me voy contigo. Te llevo en la moto y todo, ¿qué me dices?

Pero Tanith tenía la mirada absorta. Da igual lo que le diga, lo más seguro es que se acabe yendo de aquí a media hora. Me encogí de hombros y le dí el último sorbo a la copa. Me acerqué a la barra para pedirle a la camarera de antes otra nueva cuando veo que la mujer que estaba antes con nosotros está con una chica rubita con mala cara. Tenía una mirada como perdida, parecía mareada. No sabía muy bien si acercarme a ellas por si necesitan ayuda... Aunque bueno, tampoco es como si me fuesen a comer, por lo menos la rubita. De la otra no sabría sinceramente qué decir la verdad. Pido un segundo ron con limón y me dirijo hacia ellas.

- Hola de nuevo Constanzie.- dije levantando las cejas y con una sonrisa. - ¿Es esta preciosa niña su hija? ¿Se encuentra bien?- Esto último lo dije de forma que sólo pudiese oírme ella.

(una más de relax xD)



Ambas Albidane estaban en la barra. Constanzie había sentado a Dianne en una banqueta mientras le limpiaba con cuidado con un pañuelo nuevo. Tenía por costumbre tratar a su hija como una posesión delicada y parecía que se centraba absolutamente en reconfortarla.

-Salve, Planaria ¿verdad?- Dijo con  media sonrisa en un tono amable. -Así es, y espero que vuestro encantador amigo el doctor no le haya dado nada raro... No me gustan los médicos, y no querría intervenir con una demanda. En cambio tú eres muy considerado...

La mujer volvió a dirigirse a su hija, suspirando.

-¿Es que tenías curiosidad por estos lugares?- Comentó mientras continuaba atendiéndo a Dianne. -Tendrías que ver al tipo de sitios a los que va tu hermano... Todavía eres muy joven para ese tipo de vida... ¡Y ojalá nunca despierte ese interés en ti! Al menos esto te servirá como escarmiento...

- ¿Ah si? Vaya, eso sí que no lo sabía... o tal vez lo sabía y solo es que se me olvidó por completo, cosa que suele pasar muy a menudo. - La verdad es que le apetecía unas cerezas. ¿Y a quién no? Vaya, que eran un pequeño manjar que pocas veces se podría disfrutar. Así pues, giró el taburete para llamar al barman con un chasqueo continuo de dedos y un "hey, mister, mister" algo irritante. - Jefe, ponme lo mismo que le ha puesto a ella.
- ¿Un Roy Rogers?
- Si, eso; un Rolls Roys de estos. Y otro para mi amigo aquí el de al lado. ¿Quieres uno? Ya te invito a uno, por el whisky que, por cierto... - Se lo terminó de un trago largo y limpio, para luego dejar el vaso en la barra como si hubiera bebido agua. - Que se van las vitaminas. Por cierto, me llamo Sloan. ¿Como te tengo que llamar? ¡Oh! Y aquí mi amigo es majo. Tiene el entrecejo fruncido, pero eso majo. Me ha invitado a un whisky.

Cuando llegó su Roy Rogers se lo quedó mirando un largo rato. No recordaba si lo había visto antes o si simplemente era la primera vez que lo veía. Pero ni por lo uno ni por lo otro no dejaría de catarlo, así que le dio un sorbito apartando a un lado las cerezas (no fuera que se atragantara). Lo paladeó y... le faltaba algo. Cogió las cerezas y se llevó una a la boca.

- Mister, creo que le falta algo. ¿Tienes especias por ahí?
- Canela.
- Bien, pues pon un poco de canela............... más.......................... más........................... maaaaaasSUICIENTE. Vale, ya. Muchas gracias.

Hay errores que se pagan con creces, y el de hacerse el reto de la canela con un vaso de Roy Rogers es de los peores... al menos para Sloan. En el primer instante en que se le ocurrió abrir la boca con el vaso debajo, aspiró sin querer el polvo de la canela que, inmediatamente se fue por donde no debía. Se quedó petrificado unos instantes, tosiendo, dejando el vaso de nuevo en la barra y pidiendo algo con la mano. Tosía y tosía...

... hasta que estornudó, y lo que salió de su boca no fue nada conocido para los presentes. En un fragmento de segundo apareció ante ellos una criatura de cuatro patas que tenía de perro lo que yo de monje. Medía como media persona de chepa, de piel oscura, rugosa y con las luces de la sala, brillaba. De ojos saltones y amarillos, dientes afilados y zarpas afiladas.
Podría haber gritado cualquier cosa al ver al bicho salir de él, como "cuidado con eso" o "alejaros que muerde". Pero lo que salió fue;

- ¡NO ESTÁ VACUNADO!

Ya fuera por la locura del momento o el subidón de los graves... que el bicho ¿se puso a bailar? Espera... espera, esto no tiene ningún sentido. ¿Cómo que el bicho se puso a... ? No... no, pues es verdad: se puso a dos patas y empezó a moverse de un lado a otro como si buscara un lugar donde poner las patas delanteras, abriendo la boca y dejando caer la lengua cual chuchín recién comido...

... Mejor me meto a monje que a narrador.

Su madre la había alejado de aquel asiento y la había llevado hasta la barra y ahora la estaba limpiando. Se sentía abochornada, como si estuviera cambiándole un pañal como cuando era un bebé. Para colmo la voz de un hombre había intervenido. Parecía conocer a su madre pues se dirigió a ella por su nombre, a la par,le susurró algo. Pese a todo el ruido el oído de Dianne era difícil de engañar a esa distancia. ¿Preciosa niña? No sabía si tomárselo a bien o a mal, no era tan pequeña. Que manía...aquello era porque su madre la trataba así. Puaj...seguro que tenía la cara como un tomate en esos momentos. Al parecer también había hablado con el "médico" que se le acercó y que al parecer no había causado buena impresión en ella. En cambio el dueño de aquella voz si.

Entonces notó la punzada atravesando su pecho, ahí, bien hondo. Su madre recurrió a atacar a su hermano. ¿En que pensaba? Sabía de sobras el amor que le profesaba su hermana, y aún así ella hacia el esfuerzo por que eso cambiara. Se incorporó de la banqueta en la que se encontraba y, con cierta torpeza pues debido a todo el entorno le costaba orientarse, localizó el brazo del tal Planaria y se aferró a el.

- ¿Ah si? Pues mira, ha despertado mi interés este lugar,y este...¡joven! Si, tu nunca me dejas hablar con nadie así que ahora, si quiero, lo haré.- Dirigió su rostro como si "mirara" a Planaria- Me llamo Dianne, ¿tu?

La italiana solo pudo mostrar una sonrisa de circunstancias ante las palabras... las palabras, los actos, y la persona en general, para ser sinceros, del individuo sentado a su lado, que tras pedir la misma bebida que ella (tal vez le debería haber dicho que no llevaba alcohol) se tragó un vaso de whisky de una sola tacada. Cuando le preguntó por cómo se llamaba, meditó por un segundo sobre la sensatez de presentarse. Hay poder en los nombres, eso le había dicho siempre su padre. Y aquel par era... Bueno, el tipo al otro lado con la botella a medio beber era NORMAL, mucho más que un buen número de los presentes. Pero el tal Sloan era más bien todo lo contrario. Sin embargo, ya que él se había presentado, era de una educación horrenda no contestar. Así que todavía con aquella sonrisa nerviosa, habló de nuevo.

-Podéis llamarme Angie.

No sabía qué más decir, y tampoco es que tuviera mucho tiempo más, porque el barman llegó con el cóctel que había pedido Sloan, y este le dio un sorbo. Decidió que le faltaba algo, y preguntó por especias. Un sentimiento de desazón se apoderó de Angie, que se volvió a mirar la sala en busca de una ruta de escape de aquel loco de los experimentos con bebidas. De algún modo, algo dentro de ella le decía que algo iba a salir mal, y que lo mejor era alejarse antes de que lo que fuera ocurriese. Pero antes de que pudiera comenzar su excusa para salir de allí sin que nadie se molestara, Sloan se llevó la copa de canela con Roy Rogers a los labios y... se atragantó con el polvo. Angie, algo preocupada, extendió la mano para darle unas palmaditas en la espalda al hombre e intentar ayudar, cuando Sloan estornudó.

Y de pronto, había un bicho de dimensiones no-euclidianas encima de la barra.

Teniendo en cuenta la aparición súbita de una criatura que parecía un perro y al mismo tiempo no lo parecia, y que ni de coña era un perro, o ningún animal o xeno-animal conocido, Angie actuó con una compostura envidiable. Para ser exactos, apartó la mano, aunque algo más rápido de lo que la había acercado a Sloan, y la puso alrededor de su vaso, ignorando el tintineo de los hielos en el mismo. Observó a la criatura ponerse a dos patas y comenzar a bailar como si con él no fuera la cosa y, tras unos segundos de silencio espantoso, se giró hacia Sloan.

-Lo siento, hoy es mi noche libre, y tampoco hago exorcismos de demonios ni criaturas primigenias ni asociados- comentó, con una voz carente por entero de emoción alguna-. Si me disculpáis, creo que acabo de ver a un conocido

Se puso en pie y, con un paso mucho más rápido de lo que ella habría querido, se encaminó a la mesa donde los dos muertos vivientes estaban. Les ofreció una sonrisa al acercarse.

-Disculpadme, ¿podría sentarme aquí? La barra se ha puesto muy rara y necesito algo de normalidad.

Hablaba mucho de lo que estaba ocurriendo en la barra, si alguien consideraba que dos no-muertos tomando una copa era algo normal. Incluso si se trataba de alguien como Angie.

La chica rubia me miraba, pero en cuanto vi sus ojos me di cuenta de que era ciega. Ahora entendí lo del doctor, lo más seguro es que le hubiese ofrecido tratamiento. Doc había curado toda clase de enfermedades y malformaciones. A lo mejor podía curar la ceguera de la chica. La pobre parecía estar aburrida y desesperada por un poco de marcha. Decidí llevarla con nosotros a bailar un rato. Seguramente eso la animase un poco.

- ¡Hola! Me llamo Planaria.- cogí su mano y la besé con una reverencia, aunque no la pudiese ver. - Encantado. Oye, hemos venido un puñado de amigos a pasar el rato, ¿te apetece bailar y charlar un poco? Te presentaré al resto de la tropa.

La cogí de la mano y la llevé a donde estaban Doc y Para. Por fin había llegado también Tom. Miré el reloj. Sólo media hora tarde. Aquello debía ser un nuevo record.

- Somos como una gran familia. Cuidamos los unos de los otros. Tenemos algún que otro rocecillo, pero al fin y al cabo, ¿qué familia no los tiene?- ya estábamos a la altura del resto y me miraron con curiosidad al llegar con la chica. - Familia, os presento a la que será nuestra acompañante durante esta divertida noche. Se llama Dianne. Estos son el Doc (al cual creo que ya conoces); Tanith, alias Paradox; y el pequeño Tom... Con este ten cuidado, a veces se le va un poco. Por cierto, ¿quieres algo de beber?

Todavía me quedaba la mitad de la copa pero no tenía ningún reparo en ir a rellenármela... especialmente después de haber perdido la mitad en un empujón con un puñado de gente que gritaba y chillaba cerca de la barra. ¿Qué demonios pasaba ahí? Tanto revuelo y empujones acabarían haciendo daño a alguien.

- No te preocupes Leah-amiga, si ésta sustancia no es del gusto de Tú, puedo llevarla a la mesa donde estaba con Clint-amigo. Yo no quiere molestarte más. Si quieres Yo empezará, ¡Salud!- afirmó Locke, engullendo con facilidad tal cantidad de líquido que hizo a Leah parpadear.

La diosa decidió que había sido demasiado líquido cuando escuchó las siguientes palabras del muchacho.

- ¡Tú debería probarlo! Bebida muy dulce... para chica muy dulce.

Leah volvió a parpadear. ¿Había escuchado un "tú" y un "chica muy dulce" en la misma frase? ¿Referido a ella? Su expresión cambió ligeramente a "cara de pasmo, versión Leah"... lo que vendría a ser una ligera elevación de las cejas, los ojos un poco más abiertos de lo normal, y los labios un poco despegados.

En ese momento, decidió que no pensaba ni terminarse el primer vaso de esa cosa. Provocaba cortocircuitos en la gente.

- ¿Sabes? Creo que debería quitarte esa bebida - reflexionó la diosa en voz alta, mientras miraba a Warlock, pensativa - Creo que interfiere con tus... percepciones.

Al fin y al cabo, Leah nunca había recibido un cumplido. Loki se metía siempre con su barbilla, otros la llamaban la chica que asusta, y esas cosas. Había mejorado bastante al crecer, pero que la llamaran cosas bonitas sólo acentuaba su natural desconfianza. Cuando una ha vivido muchas aventuras con el Príncipe de las Mentiras, termina por desarrollar una especie de... inquietud ante los halagos.

De modo que decidió cambiar de tema, mirando el contenido de su vaso antes de dar un sorbo de prueba, corto y medido, por si acaso.

- Y, ¿por qué has venido a una discoteca? - preguntó, alzando los ojos hacia Warlock.

Loki entró en el baño de hombres justo en el momento en que salía un chico de extrañas vestimentas, parecía haber escapado de su casa en pijama. Iba descalzo, con pantalones a rayas y su camiseta tenía un dibujo de un muñeco bastante cabezón y de color blanco y azul.

El dios de las mentiras confirmó definitivamente que en aquella discoteca no solo habían adolescentes con problemas de atención, sino que también habían locos de remate.

Cuando cerró la puerta tras de si, se maldijo eternamente por el olor que despedía el baño. Alguien acababa de darle un buen uso al váter.

-Por todos los dioses de Asgard... encima de estúpidos tan bien son cerdos... - se dijo así mismo refiriéndose a los humanos.

Por suerte, Loki no tenía ninguna intención de seguir mucho tiempo más escondido tras aquellas puertas. Tenía un plan infalible.

Había sido un error entrar en aquel antro con uno de sus aspectos más comunes, no había pensado ni un momento en que los Vengadores pudieran frecuentar aquellos lugares, pero eso no iba a repetirse más.

Un cliente de la discoteca estaba tan tranquilo orinando cuando se asustó al ver salir a una despampanante mujer por una de las puertas de los baños interiores. La joven le sonrió divertida y salió del baño de hombres. Varios chicos que estaban en el baño se quedaron alucinados de lo que acababan de ver. ¿Qué hacía una mujer allí dentro?

Loki se sintió satisfecho tras haber cambiado su cuerpo al de Lady Sif. Ahora era una mujer de rostro impecable, largo cabello negro, un generoso escote y un vestido verde muy elegante. Pero el color de sus ojos fue lo único que no cambió; verdes, brillantes y curiosos.

La mujer se acercó de nuevo a la barra, y llamó al camarero para pedirle una simple coca-cola, mientras sus ojos se clavaban en el Capitán América. La mujer rubia había llamado su atención y sus dos enemigos parecían tener intención de acercarse a charlar con ella. 

Disfrazada de mujer, Loki tenía la mejor posición para escuchar qué es lo que iba a decirles la mujer de aura divina.

Había pocas cosas que escapasen a la percepción del Hombre de Acero... Al menos, solía ser así. Solía.

¿Cuánto tiempo llevaba allí? Era difícil decirlo. Desde que se había enterado de aquella gran amenaza había estado tan desconectado de todo y todos que el tiempo se había convertido en algo aún más relativo de lo que siempre lo había sido... No sabía nada de Bruce, de Diana, de Dick o las Aves de Presa, ni siquiera de sus enemigos. La Tierra se había convertido en un lugar tranquilo o, al menos, eso eran las apariencias, apariencias que aún así sabía resultaban engañosas en grado sumo. Ninguna amenaza cósmica que supiese, claro, habría intentado interceptarla nada más percibirla, pero el resto en la Tierra...
en
... La única tranquilidad que sentía era la de saber que sus aliados seguían allí. Sólo podía esperar que Darkseid, Brainiac o alguno de sus enemigos no decidiesen esperar su ausencia para atacar, si bien sabía que era el momento más probable en que lo hicieran, estaba en su naturaleza. Pero no podía regresar, no de momento: Su tiempo en el Sol le estaba permitiendo aumentar sus energías, elevarse hasta niveles que le permitirían enfrentar la amenaza que estaba por llegar con garantías... Pero debía esperar el momento justo para hacer acto de presencia, cuando sus enemigos menos lo esperasen, o toda su preparación de nada habría servido.

Y, sin embargo, se sentía encadenado, impotente. Se había alejado de la Tierra durante demasiado tiempo, abandonado a sus enemigos durante más de lo que deseaba... Incluso si sólo había sido para atraer al enemigo a un lugar vulnerable, detestaba aquello. Quizá fue por eso que decidió que, sólo por un día, podría regresar... Volver, ver cómo iba todo. En su mente, sólo quería comprobar cómo estaba la situación... Ansiaba reunirse con sus aliados, pero, por el momento, para el mundo debía ser como si Superman hubiese dejado de existir. Nadie debía saber que aún seguía vigilando.

El impacto contra el hielo fue impresionante y, por primera vez en mucho tiempo, pudo observar el Sol más allá de la atmósfera terrestre, llenar sus pulmones del aire puro de su planeta adoptivo... Respirar el mismo aire que aquellos que amaba, y permitir que sus sentidos captasen la vida en aquellos lugares. Y, entonces, los sonidos volvieron a él. Una gran conmoción se estaba produciendo en aquel lugar del planeta... No parecía nada grave, pero sí lo bastante extraño como para desear comprobar qué estaba sucediendo. Era previsor, por fortuna, nadie debía saber quién era si utilizaba el subterfugio suficiente: Se preparó para tal fin. Camiseta negra de manga corta, ajustada, pantalones vaqueros oscuros, chaquetón largo y gafas oscuras. La noche estaba a punto de caer.

Se acercó allá donde parecía provenir la conmoción. Había algunos de sus aliados allí, pero la mayoría eran gente que no conocía. Curioso. Podía sentir el poder en muchos de ellos, pero parecía que aquello les tenía entretenidos, de momento... No es que fuera la primera vez que los mundos confluían, pero verlos de aquella forma era muy extraño. Si Mxpt.... Cómo se llamaba, tuviese algo que ver no le sorprendería. En fin...

Se acercó a la barra y allí esperó. Sólo iba a observar, de momento. El resto ya vendría.

Después de estar bailando durante un buen rato bastante entusiasmada, Harley dejó el centro de la pista y se fue a la barra del final a descansar un poco y tomar algo.

Mientras apartaba a la gente de su camino, vio a lo lejos a su amigo Deadpool y le saludó con un movimiento de manos. El enmascarado parecía estar bastante ocupado con una morena y decidió no molestarle.

Pasó también por el lado de Selina que estaba en plena caza, bailando con un atractivo chico que no había visto nunca. Harley le guiñó el ojo a la gatita y sin decirle nada les dejó seguir con su fogoso baile.

Aunque habían venido las tres a pasarlo bien, Catwoman estaba últimamente más alterada de lo normal y la rubia estaba segura de que Batman tenía algo que ver con todo aquello. Pero no quiso preguntarle nada a su amiga, Selina no parecía muy interesada en explicarles su problema, al menos por ahora. Así que estaba dispuesta a dejar que su amiga se lo pasara bien al menos aquella noche.

Cuando Harley llegó a la barra, vio un hueco libre. Una chica morena parecía tener muchas ganas de salir de allí, así que la rubia de las coletas aprovechó para sentarse en su sitio y pedir algo para beber.

-¿Que te pongo, guapa? - dijo el camarero, que todavía estaba alucinando con el engendro bailarín. Pero bueno, cosas peores se habían visto en esa discoteca.

-Una cerveza de pizza-  dijo Harley, apoyando la mano en su mejilla con expresión aburrida. Dejó escapar un suspiro, mientras debatía la posibilidad de llamar al Joker para que la viniera a buscar. Pero a su jefe no le gustaban nada aquellos sitios.

-Quizás si le digo que está Batman está aquí... - se dijo así misma pensando que había tenido una idea brillante.

Entonces el camarero, que había ido a consultar si existía una bebida de tales características, interrumpió los pensamientos de la arlequina.

-Disculpe señorita, pero no tenemos cerveza de pizza...


-Bien, pues... ¿cerveza de chocolate?-


-Tampoco tenemos de eso, señorita - dijo el camarero, volviendo a fruncir el ceño, extrañado con lo que la clienta le estaba pidiendo.

-Oye, ¿es que no tienes nada para beber o qué? - Harley Quinn empezaba a enfadarse con aquella falta de respeto - ¿Es que no sabes quien soy? ¡Soy la novia del Joker! ¡Y si te pido una cerveza de chocolate me la vas a traer! ¡o me encargaré de llenar este local con gas de la risa y ya verás lo divertido que será todo!

El camarero tembló por unos instantes y fue a consultarle el problema a uno de sus jefes. Papa Midnite no parecía estar en su local, pero había contratado a algunos camareros con poderes sobrenaturales que podían solucionar aquel tipo de problemas. Uno de ellos tenía la habilidad de teletransportarse, así que no tardó en traer desde Japón una caja de cervezas de chocolate.

-Aquí tiene señorita, disculpe las molestias - dijo el hombre, mientras le servía el líquido en una elegante copa.

- ¡Gracias! - contestó Harley entusiasmada. La chica no tenía problemas para cambiar su humor casi de forma instantánea.

Contenta con su cerveza, la arlequina miró a la gente de su alrededor. A su izquierda, había una mujer morena con un vestido verde, demasiado elegante para estar en un sitio así. Y a su izquierda había un chico descalzo y con pijama. ¿Otro tío salido de Arkham? Menuda nochecita...

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(NOTA: El grupo al que acabo de acercarme es donde están Dianne, Planaria, Tanith y Tom XD)

Las cosas desde encima del altavoz parecían estar bastante sosas, no obstante cuando aquel tipo de la barra estornudo a aquella criatura tan peculiar no pude evitar estremecerme con un "OHHHHHHHHHH, QUE COSITA TAN TIERNAAAA" al verle subirse encima de la barra y bailar, las cosas extrañas siempre eran las que más me gustaban. Sopesé unos instantes la idea de acercarme y bailar junto al monstruito, sin embargo acabé descartándola y parpadee junto a mis compañeros y Dianne.

- Sí, yo soy Tom. Pero no le hagas caso a este tonto, Didi, yo estoy perfectamente. -mentí descaradamente mientras le daba un trago a mi vaso, bien sabido era por todos los que me conocían que mi estabilidad mental era más bien nula, siempre se me estaba yendo la cabeza de un lado para otro.- Yo tendría cuidado con el, guapa, lo mismo te da algún chispazo. -miré a plana de reojo con una sonrisa traviesa, siempre había querido acosar al plana como acosaba al resto de chicos. No obstante, la idea de que me dejase frito al tocarle el culo me resultaba demasiado intensa.-

Entonces en ese momento, como si de intervención divina se tratase, apareció aquel tío tan potente (Vincent). Parecía bastante seriote, pero a mí me había resultado un flechazo, incluso si alguien pasaba cerca de mí puede que se escurriera con mis bóxers mojados. Parpadee un par de veces intentando no parecer demasiado imbécil, dándole un trago a la bebida. Si seguía a este ritmo tendría que irme a robar otra.

- Y-Yo me tomo lo que quieras contigo. Te traigo lo que quieras. Soy Tommy. -dije tímidamente mientras me arrimaba un poco a él para verle mejor, en otras palabras, iba a tantear terreno a ver si podía entrarle o me quedaba con las ganas de más.-

Aparque el Aventador en la puerta de la, ahora, conocida Disco Omega. Me salté toda la cola y me dejaron pasar después de hacerme una foto con el portero.

Tenía ganas de marcha y no había nadie hay que me impidiera beber y pasármelo bien a mi gusto. Nada más entrar, observe el sitio abarrotado de gente bailando y divirtiéndose a través de mis gafas de lentes naranjas. Puse una gran sonrisa en mi cara y fui directo a la barra atravesando la pista de baile.

Llame al camarero impaciente, quería que empezara la fiesta.

- Mira, a mi me vas a poner un Gimlet y nada de garrafón, Absolut Vodka.

Me giré para ver la población de aquella discoteca. Miré al DJ y le hice un signo con la mano para que bajará la música. Este, al ver quien era, no tardo ni un segundo en hacerme caso.

La discoteca se quedo en shock unos segundos al ver que la música se había parado y en ese momento aproveche para hablar con un tono fuerte.

- Y, como estoy de buen humor, me vas a poner una ronda para toda la discoteca.

Dicho esto, deje que el DJ volviera a poner la música y le pagé con una cantidad más que aceptable al barman. Cogí mi copa y me fui a una mesa, viendo como la gente se agolpaba en la barra para reclamar su copa por cortesía de Tony Stark.

Sonreí y me recoloque bien las gafas mientras deba un laaargo trago a mi bebida. Iba a ser una noche interesante como mínimo.

Astrid todavía no sabía como se había dejado convencer por Barry para ir a aquella discoteca, ella no era aficionada a los clubes nocturnos, no era una persona noctámbula ni demasiado aficionada a la fiesta. Pero allí se encontraba, con un minivestido prestado por Natasha que aseguraba que haría las delicias del público y con el que ella aseguraba que pescaría un buen resfriado a pesar de que hacía buen tiempo. Cuando llegaron Barry sacó varios billetes para que el portero les dejara pasar sin esperar la cola, aunque éste sólo los cogió en cuanto vio el vestido que la rubia científica llevaba, no entendió muy bien su explicación, algo sobre ahorros o subida de sueldo, no le importaba. Quería entrar y quería salir de allí cuanto antes.

Lo que nunca se imaginó es que nada más entrar, se encontraría a Tony Stark ofreciendo bebidas al público mientras él sostenía una en su mano, estaba claro que en lo que concernía a su jefe, Astrid tenía la peor suerte del mundo. Era la segunda vez que salía con Barry y la segunda vez que su jefe se enteraba. ¿Le había puesto un espía o algo? Se quedó pasmada en el borde de aquel círculo en torno a él mientras su acompañante le quitaba la preguntaba si quería algo de beber. No, no quería, pero dadas las circunstancias quizás lo mejor fuera beber algo lo suficientemente fuerte para quitarle la cara de idiota que se le acababa de poner.

- Un gin-tonic, por favor.

Había muchísima gente allí, pero pude distinguir su cara entre la multitud. Llevaba un bonito vestido que realzaba cada curva de su cuerpo. Decidido, me acerque hasta ella para darme cuenta de que no estaba sola, estaba con ese pesado del area informática.

Lejos de cabrearme, seguí mi camino hasta encontrarme con ambos.

- ¿Qué tal, jóvenes? Pasandolo bien, supongo. Oye... Larry, no te importará que te la robe un momento, ¿verdad?

Pero antes de que el joven pudiera responder, yo ya me había adentrado con Astrid en la pista de baile.

Sonaba Blurred Lines y para romper el hielo, yo empecé a hacer el payaso, imitando los movimientos del videoclip. Pero luego me di cuenta de que podía usar esa canción de una forma mejor.

Acerque a Astrid con un rudo movimiento hasta mi cuerpo y empecé a moverme con su cuerpo pegado al mio.

Me acerque a su oreja y empecé a decir frases de aquella magnífica canción a su oído, medio cantándolas.

Algún que otro "I know you want it" en un tono sugerente. Un sutil "Go ahead, get at me", la mejor frase de la canción: " You wanna hug me. What rhymes with hug me?" Y lo culmine todo con un muy, muy sugerente, "I always wanted a good girl"

Estaba espléndida esa noche, y yo estaba contento. No podía dejar pasar aquella oportunidad que el destino me había brindado. Así que seguí con ese juego de tonteo. Y seguiría hasta que ella me parase.

Antes de que pudiera darse cuenta y de que llegara su bebida, Astrid estaba siendo arrastrada a la pista de baile por su jefe, se mascaba la tragedia, la mirada en sus ojos era maliciosa, mucho más que cuando le robaba los lapiceros para molestarla, y sospechaba que en lo que tenía pensado no había inocencia ninguna. O quizás simplemente le estaba juzgando mal, por como hacía el payaso; pero sus sospechas se vieron confirmadas de repente, cuando fue atraída sin miramientos hacia su cuerpo, notando cada fibra de su ser, podía sentirle moviéndose junto a ella, el firme agarre la hacía moverse al ritmo que él marcaba, un ritmo sensual, alegre, pero cargado de tensión. La vergüenza iba en aumento, se sentía observada por las mujeres de la pista de baile, por las del bar, por casi todas, juzgada y criticada. En ese momento su vestido le pareció una pésima elección, y el hecho de sentir derretirse en los brazos de Tony Stark no mejoraba nada el asunto.

Su respiración se volvía errática y superficial, sus mejillas se coloreaban, todo su rostro se coloreaba, un calor abrasador recorría todo su cuerpo, podría morirse allí mismo, perder el conocimiento, no la extrañaría en absoluto. En esos momentos era arcilla bajo sus manos que el podría modelar a su antojo. ¿Se sentirían así todas las mujeres bajo su influjo? No podía adivinarlo. ¿De verdad era tan especial como él aseguraba? No podía saberlo y eso la estaba matando, la incertidumbre de si aquello estaba bien o estaba mal, porque su cabeza le decía una cosa y su corazón otra. Porque no era más que una mujer a la que le gustaba que se fijaran en ella y se sabía débil ante las atenciones del playboy Tony Stark, y no quería ser una muesca más. Era ingenua y estúpida, pero a pesar de todo tenía algo de amor propio, y no quería ser el pasatiempo de un hombre con demasiado donde elegir.

Sabía que era muy ingenuo por su parte pensar así, pero no quería ser única un rato, quería serlo siempre, palabras amables al llegar a casa, películas el domingo por la noche, mantita y sofá los días de tormenta, poder quedarse dormida en el sofá y saber que despertaría en la cama, poder estresarse por el trabajo y recibir una infusión a cambio. ¿Era mucho pedir? Si, pero era con lo que ella seguía soñando.

- ¿Y por cuanto tiempo quieres una buena chica? ¿Una noche? ¿O sólo hasta que compruebes que no quieres alguien que no se desnude en tus fiestas? Esto es injusto señor Stark, no me haga sentir cosas con las que luego no podré lidiar.

Astrid parecía desesperada, enfadada, al borde del colapso físico y mental, cansada y estresada. Quería estar en sus brazos, lo deseaba, como pocas cosas se había atrevido a desear. ¿Que mujer en su sano juicio no lo haría? Pero su lógica imperaba, y su lógica no era tan optimista, no veía tardes al aire libre, ni llamadas cuando estaba demasiado ocupada, ni mensajes en sus vacaciones. No veía nada eso. Sólo una caja de pañuelos y demasiado helado para ser saludable.

Un fuerte disparo cruzó el aire, y todos los presentes se volvieron de repente. Con el riff del principio de "Sweet Cherry Pie" los presentes vieron a un demonio de color rojo, de dos metros y medio de alto, con un enorme revolver en su mano izquierda. De la punta salía humo y tenía el brazo totalmente estirado. Su objetivo, los extraños seres que se habían puesto a bailar en medio de la discoteca, habían salido ilesos debido a su mala puntería, pero el disparo había servido para captar la atención del tío que bailaba con esas criaturas. El demonio sujetaba un enorme puro con los dientes. Sus ojos amarillos relucían en la oscuridad como dos pequeños faros. Un camarero de apenas un metro sesenta se acercó tartamudeando al demonio.

- Pe... Perdone señor, pero en este establecimiento no está permitido fumar.- Hellboy giró lentamente su cabeza hacia el camarero. Arqueó ligeramente las cejas y se quedó mirando al camarero. Con su gigantesca mano de piedra se quitó el puro de la boca y lo apagó en su piel. Lo guardó en el bolsillo de su enorme gabardina. Ya se lo fumaría más tarde.- Gra... Gracias señor.-

- ¡Eh, vomita-demonios! Ya puedes ir tragándote esas cosas que has puesto aquí a bailar como si fuese algún tipo de fiesta de pijamas antes de que causen algún problema.- sabía que podía haber asustado a más de uno de los presentes (por lo menos a los humanos) pero ya había visto demasiadas veces lo que pasaba con las criaturas sobrenaturales hambrientas. Es posible que sólo estuviesen bailando, pero en cualquier momento se liaban a dar bocados y se armaba una buena. - ¿Eres duro de oído o es que quieres verme cabreado? Te aseguro que tengo muy mala leche y no quieres verla...-

Solté una risita, sin dejar de que sus ataques y pullitas me afectaran. Tenía una sonrisa de idiota en mi cara, no podía quitarla. Estaba tan guapa esa noche, estaba tan guapa cuando se enfadaba, estaba tan guapa cuando me insultaba y dudaba de mi. Era tan guapa.

- Eres preciosa...

De pronto oí un disparo e instintivamente,  protegí a Astrid rodeandola con mis brazos y di la vuelta, poniendo mi espalda justo enfrente de donde venía el sonido del disparo, protegiéndola así con todo mi cuerpo.

Cuando todo pareció calmarse,  solté a Astrid, peor no la deje irse muy lejos y cuando la música volvió a sonar, la volví a atraer hasta mi. La miré directamente a los ojos y, otra vez con mi sonrisa de tonto, me dirigí a ella.

- ¿Por cuánto tiempo quiero una chica buena? Dejame pensar... ¿Qué te parece toda la vida?

Hice una pausa para mirarla otra vez. Que guapa... La acerque más a mi si se podía y le levante la cara por la barbilla para que pudiera ver mis ojos sinceros y mi sonrisa de tonto. No podía hablar con más sinceridad.

- ¿Tanto te cuesta entender que no quiero una mujer que se desnude en las fiestas? No me he tomado nada más en serio en toda mi vida y me molesta que no me creas después de todo lo que te he dicho.

Era cierto, no quería más mujeres tontas, no quería más modelos ni mujeres ostentosas.  La quería a ella en mi vida y, no se porque, no era capaz de imaginarme así de loco por otra mujer, ni quería hacerlo.

- ¿Tanto te cuesta entender que eres lo mejor que me ha pasado en la vida y no quiero que te vayas de ella?

Steve volvió a inclinarse sobre la mesa de billar devolviéndome la maravillosa vista de su fuerte cuerpo tensado. Estaba mirando demasiado, quizás, pero era imposible no hacerlo. Esta vez acertó dos bolas, no pude retener una graciosa mueca de falso enfado, quizás la partida no estaba tan clara como yo pensaba y tendría que emplearme a fondo para vencer al rubio vengador.

Me miró fijamente, como un reto, retando a la retadora. Su gesto cambió levemente al escuchar su nombre pronunciado entre mis labios, no era algo que tuviera por costumbre. Me influía demasiado respeto y grandeza, era imponente y la mayoría de veces que nos habíamos visto había sido en el campo de batalla, donde el dirigía coordinada y perfectamente a todos sus "soldados" y eso era un aliciente para que siempre que me dirigía a él, lo tratará de usted, Capitán o señor Rogers. Pero ese ambiente tan familiar y hogareño dejo a mi mente campo libre para que pudiera pronunciar su nombre.

Respondió a mi pregunta con una respuesta concisa y breve. Algo ocultaba, eso estaba más que claro, pero era una pregunta demasiado personal, indiscreta e inapropiada para ese preciso momento. Finalizó la pausa y la frase con mi nombre saliendo de su boca; cosa que hizo que un escalofrío recorriera toda mi espalada. Él tampoco se quedaba atrás, siempre me llamaba agente Romanoff o señora. Señora, a mi... Y al oír mi nombre pronunciado con su masculina y grave voz sentí una sensación tan...

En ese momento mi rápida mente con sus respectivas divagaciones pararon la maquinaria un momento al oír al Capitán decir que alguien nos llamaba. ¿Por qué en ese momento? ¿Quién se atrevía? Hice un mohín con los labios, pero luego recobre la compostura. Tampoco quería que pensará que me molestaba tanto. Asentí firme y militarmente con la cabeza, alzada, para poder llegar a la altura de sus ojos.

- Detrás de usted.

Le invité a recorrer el breve camino que había entre nosotros y el "objetivo" que exigía nuestra presencia.

Del sereno bullicio propio de una discoteca al caos en menos de un minuto. Así fue como degeneró la cosa. Entre todo aquel barullo, entre toda la gente nueva que se añadía a la fiesta, que cortaban la música, que vomitaban entes del averno y disparos al aire , el rincón en el que estábamos permanecía ajeno. La música estaba demasiado alta y no tenía ganas de hacer el esfuerzo de alzar la voz por encima. Sólo me digné a saludar a los que se presentaban de la mano de "Pilas" y Tom. Saludé tanto a Dianne como a Vincent con un gesto de la mano, lo más cordial posible. Enseguida nos trajeron las bebidas, incluyendo un vaso de más que no había pedido, pero que según me aclararon, había invitado otro cliente. Lo aparté con un dedo en cuanto olí el alcohol, y le hice señas a Planaria para que se sintiera libre de tomárselo él.

Se había vuelto loco, totalmente loco, o estaba colgado, o había bebido ya antes de llegar, pero no lo parecía, no tenía ningún síntoma de ir borracho, ni drogado, ni nada. Sólo idiota, seguro y sonriente. Un par de disparos resonaron en la discoteca y a punto estuvo de salir corriendo cuando sus brazos la retuvieron protegiéndola, con su propio cuerpo, algo que nunca imaginó que alguien podría hacer por ella. Le miró con el ceño fruncido, mientras él hablaba sujetándola el mentón. Parecía serio, serio como en su vida, o quizás por fin ella le estaba tomando en serio. Fuera como fuera, no podía seguir negando lo evidente, fueran ciertas o no sus palabras ella no podía seguir negando el efecto que causaban en ella.

A la mierda, a la mierda todo, a la mierda sus dudas, él había empezado una guerra de desgaste que ella nunca podría ganar, a estas alturas ya no sabía que era verdad y que era mentira, sólo sabía que quería que la agarrara así siempre que la hablara así siempre que nunca la dejara ir. Su mano subió por su chaqueta acariciando su pecho con suavidad, pasando sobre el reactor oculto bajo la ropa, hasta que alcanzó su rostro, mirándole como si fuera un puzzle que no podía desentrañar, pero no había ningún puzzle ahí, las cartas estaban sobre la mesa y era el momento de tomar una decisión. Ahora o nunca.

Alzándose sobre sus tacones se abalanzó sobre sus labios, chocando como una ola contra las rocas durante una tormenta, deshaciéndose entre sus brazos, dejando salir lo que por mucho tiempo había guardado. No más cuidarle en la distancia, no más mirarle a través de un cristal que ella había interpuesto, no más contenerse las ganas de demostrarle cuán hondo se había metido dentro de ella, en su cabeza, en sus pensamientos, en sus sentimientos. Lenta pero implacablemente, de una manera incluso cruel, intentar extirparlo había sido doloroso e inútil, tan inútil como decir que no le gustaba el té, adoraba esa bebida y adoraba a Tony Stark, con sus virtudes y sus defectos, con su amabilidad y su sarcasmo. Todo él.

Vale, aquello era muy raro. El tal Planaria le dio un beso en el dorso de la mano como lo haría un caballero al saludar, un caballero de antaño. Se incomodó un poco, realmente no le gustaba el contacto físico o más bien no estaba acostumbrada, solo tocaba a sus allegados, y se podían contar con los dedos de una mano. Tras el gesto la guió alejándola de su madre y llevándola junto a sus amigos. Tras presentarlos ella musitó un tímido e incomodo “encantada”. No sabía que más decir, por no decir que no sabía que hacía ahí, estaba con desconocidos, ¿como iba a confiar en ellos? Era ciega...podían abusar de ella....”no para para, así no llegas a ningún lado” se dijo a si misma.

Otro hombre llegó presentándose como Vincent y ofreciendo una bebida no alcohólica, al cual notó enseguida que el tal Tom (quien momentos antes le había insinuado que no se fiara de Planaria) se le arrimaba demasiado. Probablemente el joven se sentía...¿atraído? Siempre había sentido intriga de lo que atrae a alguien a primera vista, algo que ella no podría valorar nunca. Se quedó allí parada, escuchando como charlaban entre ellos, discerniendo las palabras que tan alto resonaban en su cabeza, entremezclándose con los elevados sonidos de la música que los envolvía. Tenía que hacer un gran esfuerzo para no volverse loca. Agradeció ese momento de silencio que le otorgó el señor que invitó a todos a una copa, fue un glorioso descanso para sus sensibles oídos. Pero de nuevo otra vez volvieron las cosas a su cauce...

O no.

Unos disparos interrumpieron estrepitosamente, al parecer alguien había entrado con ganas de bronca, pero a quién buscaba supo como calmarlo (en apariencia) y todo volvió de golpe a la normalidad. Realmente era cierto eso de que las discotecas te alejaban de la realidad.

Los chicos de su alrededor volvieron a charlar (¿Uno acababa de insinuar que no era la novia de Plana?). Sentía envidia, envidia por todos aquellos que la rodeaban, charlando animadamente, despreocupados. ¿Porqué no podía ser igual? Ella quería ser una más, no destacar, no ser ese punto inútil que brilla al fondo de la sala. Quizás solo debiera hacer lo que todos.


Se quitó la estúpida sudadera negra quedando en mera camiseta de tirantes finos con un sugerente brocado en el escote y se aventuró hacia la multitud que bailaba. Se paró y cerró los ojos y dejo que todos aquellos sonidos que eran ahora un caos a niveles desorbitados fueran fluyendo dentro de ella. Sabía esgrima, sabía combate. ¿Porque no iba a saber moverse? Entre todo ese bullicio escuchaba los cuerpos contornearse, percibía sus diferentes aromas en el aire (algunos algo enrarecidos ya) y dejó que el cuerpo hablara por ella.

-Y, ¿por qué has venido a una discoteca?

Locke se sintió ligeramente aliviado; Al parecer la chica había reaccionado sorprendiéndose al igual que él por su piropo. Le resultaba divertido que siendo ella humana y él un tecnarc hubiesen de algún modo asociado aquél hecho a un error. Y seguía resultándole condenadamente familiar...

Sin duda, era una chica especial.

Pero no parecía muy cómoda por su compañía, y tampoco la bebida había sido de su agrado. Lo mejor sería volver con Clint-amigo. Lo buscó con la mirada, pero lo encontró muy ocupado con la hembra humana despampanante de hacía un rato. Definitivamente se acabaron las lecciones de baile para él. Suspiró algo entristecido, y respondió a la pregunta de su compañera antes de parecer un maleducado que la ignoraba.

- Yo vino siguiendo a madre-de-Yo-Alice, porque Ella y Yo discutieron fuertemente por causa de la subida en la factura de la Luz. Yo consume mucha energía, y madre-de-Yo-Alice dice que Yo le sale muy caro de mantener... Por eso Ella vino aquí a "desconectar" y Yo la siguió preocupado, porque pensaba que iba a hacerse daño. Luego Yo vio que mami-Alice no iba a desconectarse, solo iba a bailar y divertirse, y Yo se esconde de ella para no molestarla. Pero Yo sigue preocupado y me quedo por si necesita ayuda... - Distraído en sus propios pensamientos, Locke se tragó otro vaso de Vodka afrutado. Empezaba a sentirse de muy buen humor. Miró su vaso complacido y lo llenó de nuevo. Ambos se sorprendieron entonces por la llegada de Tony Stark y cómo éste causó un movimiento de masas enfurecidas yendo a por bebida gratis, y con la presencia imponente de Hellboy. Ésto último hizo que Locke llenase otro vaso y se lo bebiera para ver si se estaba calentando demasiado o era real. Cuando todo se calmó, miró a su compañera. ¿Por qué estaba sentada allí sola en vez de ir a bailar? Y se la veía disconforme con los temas que sonaban, con la gente, el ambiente. Parecía estar fuera de lugar totalmente.

- ¿Tú tampoco sabe bailar, no? Entonces Yo te pondrá una bonita canción para que la disfrutes sentada. Yo no ha sido muy hábil trayéndote bebida, y Tú demasiado paciente con Yo. Permíteme...

El chico puso una de sus manos en la mejilla de Leah, en un gesto que a vista de los demás clientes se vería muy tierno en una parejita, y posó su otra mano en unos cables que llegaban hasta los altavoces. De pronto su mano se fundió levemente con la piel pálida de la muchacha, y con los cables, y Leah vio extenderse una amalgama metálica y negra que llegó hasta el altavoz sobre sus cabezas, y enlazando uno tras otro, llegó hasta la maquinaria del DJ, interrumpiendo la última canción a medias, poniendo en su lugar un tema lento y melancólico, ideal para parejitas góticas. La gente aprovechó para tomar un descanso saliendo a la terraza o sentándose en los sillones tomando algo. Locke regresó a su estado normal dejando al DJ colapsado tratando de hacer que el equipo parase esa canción, pero no lo conseguía. Rió algo descontrolado, y llevándose un dedo a los labios, le dijo a Leah:

- Yo siente haber analizado tu código para encontrar una canción para Tú.Tú no cuenta esto a nadie, ¿ok?... -Y al fin sus escáneres en un último intento antes de enloquecer por el alcohol, dieron con la respuesta que buscaban- ¡Ah! Y el perrito está bien... Yo lo quiso mucho.

Se levantó tomando los vasos y el cubo y se dispuso a marcharse. Tal vez alguien querría compartir aquélla divertida bebida humana.

Seguramente la escena sucedió en poco más de unos cuantos segundos, pero para mi, el tiempo se detuvo.

Notaba su delicada mano subiendo por mi cuerpo lentamente, como queriendo torturarme con la espera. Mi respiración era acelerada y desacompasada.

Cuando note como su mano se posaba en mi cara, en mi mente todavía estaba la posibilidad de que su mano sólo estuviera ahí para coger impulso y darme un bofetón. Esa mujer podía hacerme subir al cielo o hundirme en la miseria con su siguiente movimiento.

Cuando noté como se ponía de puntillas, pensé que me iba a dar un ataque al corazón. Estaba loco porque lo hiciera.

Y al final lo hizo, trepó hasta mi boca y me besó. El beso más dulce y valioso de toda mi vida. Este beso no se podía comparar ni de lejos con el que le di hace unas semanas en el despacho.

En este beso pude saborear sus delicados labios, esos que tanto me volvían loco. La abracé por la cintura fuertemente, sin dejar que sus labios dejarán los míos, como si tuviera miedo de que se escapará.

Profundice un poco más en ese beso antes de separarme para cobrar el aliento. Cogí su cara entre mis manos y me incline hasta besarle la frente en un gesto de cariño. Y también para intentar contenerme y no devorarla ahí mismo. La apreté contra mi pecho, pero esta vez de una forma más dulce, con cuidado de que no le molestará el aro reactor.

- Eres la mejor, inglesita.

En menos de cinco minutos había pasado de todo: primero un tío salió a la pista de baile con tres... ¿cosas? El caso, que eran como perros o algo por el estilo y se pusieron a bailar con él el "Another one bites the dust" de Queen; ante esa visión apareció un tío enorme de rojo pegando un tiro y diciéndole no se qué de los bichos esos, pero una chica de piel blanca le cogió por su enorme brazo de piedra y le dijo algo antes de llevárselo a la barra; Tom apareció agarrado del brazo de un chico que tenía una cara de pavor horrible (Tom ya se la había liado a otro por lo que intuí); y por último el famoso Tony Stark, conocido multimillonario americano, había entrado por la puerta invitando a toda la discoteca a una ronda "a su salud". Poco después estaba en la barra con una chica bastante mona. Hablando de chicas monas, ¿dónde estaba Dianne? Hacía apenas unos segundos estaba a mi lado y ahora.. Vaya, ¡mírala! Jajaja la ví en medio de la pista bailando como si no hubiese un mañana. Sonreí para mí mismo. "Una chica sin vergüenza ni complejos... Eso sí que era algo por lo que brindar esa noche. En ese momento, Tanith me tocó en el brazo y con la cabeza me dio a entender que la copa que acababa de llegar cortesía del señor Stark no era de su agrado. No era muy fan del alcohol, así que decidí llevarme la copa junto a la mía en busca de Dianne. Parecía desenvolverse bien, pero poco a poco la gente empezaba a ir algo perjudicada y en cualquier momento alguien podía darle un fuerte empujón o golpe y tirar a la pobre chica al suelo.

Me acerqué a ella y de repente detuvo un poco su marcha. No sabía muy bien cómo lo hacía pero parecía ser capaz de "sentir" a la gente que le rodeaba. Tal vez tuviese algún tipo de súper poder que le permitía hacer eso. Al fin y al cabo, no se lo había preguntado. Me sentí un poco maleducado pero no le dí mucha importancia (posiblemente debido a que ya llevaba tres copas y estaba camino de la cuarta y comenzaba a sentir un leve cosquilleo en el pecho).

- ¿Sabes? Una chica tan guapa no debería estar sola bailando, podría echársete encima cualquier desconocido que te ofrece una copa- dije mientras hacía exactamente eso. No pretendía seducirla ni nada por el estilo, pero me dio lástima que estuviese sola sentada en un rincón de la discoteca. Y nosotros éramos buena gente, así que tal vez pudiese pasárselo bien. - Oye, ¿te encuentras bien?- la chica estaba muy callada y tenía la cara algo sonrojada... No sabía muy bien si era vergüenza por su repentino ataque de euforia bailarina o que le incomodaba, de manera que preferí salir de dudas. - Dianne, tal vez he sido un poco cara dura antes trayéndote directamente con nosotros. Si estás incómoda te acompaño junto a tu madre o donde me digas. Es sólo que como nosotros somos un grupito de gente maja y te había visto un poco sola tal vez te animase estar con más gente. Y no te preocupes con nosotros puedes bailar todo lo que quieras jaja- le guiñé un ojo justo antes de darme cuenta de que no lo iba a poder ver. ¡Dios, te estás luciendo hoy querido Plana!

- ¿Una copilla? Invita Tony.- los demonios ya habían vuelto a meterse en el cuerpo del chaval ese que me miraba con algo de miedo. En ese momento llegó Liz hecha una furia y me agarró del brazo.

- ¡Rojo! ¡¿Se puede saber qué haces?! ¡¿Ya estás con una de tus demostraciones de machito?! ¡Se suponía que veníamos a la disco esta a pasarlo bien y a desconectar un poco, no a armar jaleo y liarte a tiros!- en sus ojos vi el fuego que intentaba reprimir con todas sus fuerzas. Cuando se enfurecía le costaba mucho más guardarlo, y a pesar de que yo era ignífugo estaba convencido de que muy pocos más lo eran dentro de aquella discoteca.

- Vamos Liz, sabes que sólo lo he hecho porque no quiero que se coman a nadie...- le dije mientras guardaba el revolver aún humeante. Era verdad. Ya me había visto envuelto en alguna que otra situación así, en restaurantes o incluso en algún partido, y siempre habían acabado igual sino se actuaba con rapidez: muertos, heridos, destrucción del edificio... Llegar a la barra no nos resultó difícil: casi todo el mundo se apartaba cautelosamente a mi paso, todavía impactados por mi entrada. El famoso Tony Stark, ese pijo de las gafas naranjas que aparecía de vez en cuando en la tele entró invitando a toda la discoteca a una ronda. Debía ser la primera cosa que me gustó de él desde que le había visto en la tele. Menudo capullo solía ser.

- Rojo, no puedes llegar y liarte a tiros en medio de una discoteca llena de gente que sólo busca pasárselo bien... ¿cómo vamos a hacer amigos entonces?- Liz se había calmado un poco. No solíamos tener mucho tiempo a solas, y sabía que mis intenciones habían sido buenas. Bruscas, pero buenas. Pero ella no era como Abe y como yo. Era una piromántica muy poderosa, tal vez la más poderosa. Abe y yo en cambio éramos "engendros". Yo era un demonio de dos metros y medio de color rojo con una enorme mano de piedra y un rabo prensil. Y Abe era un hombre pez de color verdoso con branquias en el cuello. La gente nos miraba raro y se apartaba al vernos.

- No quiero amigos nuevos, estamos muy bien Abe, tú y yo y el pesado de Johann Krauss. No necesitamos a nadie más.- me llevé una enorme jarra de cerveza a los labios y le pegué un buen sorbo.

- Rojo, hoy hemos venido a pasarlo bien, así que vas a dejar de comportarte como un imbécil gigante y vas a ser amable por una noche, ¿entendido? Vas a sonreír, vas a portarte como un caballero y no vas a ser sarcástico con nadie, ¿estamos?- la mirada de Liz era seria y tajante. No me quedaba más remedio que relacionarme con la gente. Miré a todos esos capullos de nuestro alrededor. Había varios grupitos y la mayoría parecía estar pasándoselo bien. Pero yo no quería acercarme a nadie, ya conocía a la gente. Me mirarían con ojos miedosos y de odio, se alejarían de mí o me insultarían llamándome monstruo o cualquier cosa de esas. Pero hacía tiempo que Liz no salía de juerga y decidí esforzarme por ella. Dichoso amor, sólo traía quebraderos de cabeza.

- Está bien, está bien... Seré todo un caballero y me portaré como un buen demonio... Busquemos a alguien con quien charlar para que cumpla con esta condena y podamos volver a nuestras cosas.-

- ¿Y la sonrisa?- le ofrecí la sonrisa más sarcástica que pude poner y ella se rió. Al menos sabía que me estaba esforzando y que no era fácil para mí. Sólo deseaba no toparme con ningún capullo al cual me diesen ganas de repatearle la cara... Y eso sí que iba a ser difícil.

-Vaya vaya, el demonio de los cuernos cortados.

Constanzie se acercó a Hellboy contoneando sus caderas, con una sonrisa angulosa en su cara. Después de aquella sensación de éxtasis invadiese en local, ella sentía que no iba a ser menos a la hora de buscar diversión. Incluso su hija se había desmelenado y se había aventurado a salir a bailar, para sorpresa de su madre.

Pero dadas las circunstancias era una escena en la que se sentía cómoda, donde la concentración pasaba a estar en un segundo plano para todos los presentes y todos abandonaron sus virtudes para aceptar sus instintos de recreo y ocio. Constanzie era humana, a pesar de todo.

-… ¿Has venido a explorar los infiernos de los humanos? Siéntete bien recibido aquí.- Dijo mientras echaba la vista atrás y observaba el caos de la fiesta, en especial esos engendros que había desatado Sloan. -… Aquí pasarás desapercibido.

Constanzie puso especial atención en Planaria y Dianne. Puede que un chico como él fuera el indicado para que la hija tan pura que tenía recibiera el cariño adecuado… Pero estaban en una discoteca, ¡quién sabe el tipo de persona que realmente es! En ese momento dejó a su hija rebelarse un poco… Estaba claro por qué lo hacía.

Sonreía como una boba. ¿Que le iba a hacer? Sólo esperaba no estrellarse demasiado pronto o de una manera demasiado dolorosa. Aquel hombre le gustaba de verdad, quizás demasiado, pero... Tenía que intentarlo, no podía vivir con miedo toda su vida. Así que procuró no pensar en eso, sino en sonreír; de lejos vio al capitán Rogers junto a la señorita Romanoff acercarse a una mujer rubia espectacular, era raro que no le hubiera llamado antes la atención. ¿Se conocerían?

Mientras tanto el resto de la discoteca se volvía un caos, con aquel tipo rojo tan grande desentonando y con un gesto tan huraño, su paciente Wade, estaba frente a unos tipos que no conocía, y había más gente, dos adolescentes y el hombre que antes bailaba con tres seres que parecían demonios ahora estaba chamuscado en el suelo, se preguntó si realmente estaba bien.

- ¿Y de verdad este es el mejor local para salir? No se... me parece un poco... raro... Quizás deberíamos saludar a alguien, tus compañeros están por allí... ¿No estabas con ellos?

No sabía como actuar, no sabía muy bien que decir. Aquello era territorio inexplorado para ella y no tenía muy claro como proceder. Estaba nerviosa y aunque abrazada a Stark se estaba genial, comenzaba a darse cuenta que no podría pasarse así toda la noche....

La forma en la que ella percibía era muy diferente a la de la gente normal, pero igualmente muy eficaz. Gracias a su entrenamiento era capaz de eludir los cuerpos que se movían a su alrededor sin llegar a chocar en ningún momento. De hecho se lo tomaba como un entrenamiento, con aquella música tan alta, tanto ruido, tantos olores. Simplemente debía añadir ritmo a los movimientos y hacerlos sinuosos. Además, se lo estaba pasando bien. Por primera vez se estaba divirtiendo haciendo algo que normalmente no le dejarían. Aunque quizás solo era una falsa ilusión pues al fin y al cabo su madre estaba en la misma sala que ella.

Entonces notó un cuerpo acercarse lentamente, algo titubeante, probablemente por el nivel de alcohol que empezaba a llenar su sangre. Era Planaria. Ella bajó algo el ritmo de sus movimientos pero no paró, pesé a que las mejillas empezaban a enrojecerse del calor.

- ¿Sabes? Una chica tan guapa no debería estar sola bailando, podría echársete encima cualquier desconocido que te ofrece una copa. Oye, ¿te encuentras bien? Dianne, tal vez he sido un poco cara dura antes trayéndote directamente con nosotros. Si estás incómoda te acompaño junto a tu madre o donde me digas. Es sólo que como nosotros somos un grupito de gente maja y te había visto un poco sola tal vez te animase estar con más gente. Y no te preocupes con nosotros puedes bailar todo lo que quieras jaja.

¿Estaba nervioso?¿Porqué se disculpaba?¿Acaso estaba coqueteando? Ella no entendía de esas cosas,pero tenía entendido que era lo normal en sitios como ese. Quizás le debería seguir el rollo, quizás su madre estaba mirando, quizás pudiera provocarla.

-¿Guapa?¿Eso crees? No entiendo el concepto, verás...no se que es lo que hace o no guapa a una persona...-decía juguetona aunque realmente había algo que la echaba hacía atrás. Ella no era así pero, peor tocar la moral a su madre le podía más.- Si estuviera incomoda no haría esto...

Colocó sus manos en los hombres del joven y se alzó de puntillas acercando peligrosamente sus labios a la zona de los de el. Pero se vio interrumpida por alguien que se tropezó con ellos y se "electrocutó". Vio la raíz de poder de Planaria activarse y se apartó, escuchando y sintiendo las hondas del cuerpo al caer contra el suelo. Quien fuera se quejaba en el suelo ahora mismo. Se aceró a donde había caído y se acuclilló.

-Ey, ¿estás bien?¿Necesitas ayuda?

La partida de billar se quedaría a medias, pero no era un problema, ya habrían más ocasiones para demostrarle a Natasha lo rápido que aprendía. Me dirigé a un grupo de jóvenes cercanos al billar que llevaban un rato mirando como jugabamos, sabía que esperaban su oportunidad para echar una partida.

- Chicos, todo vuestro. - Les cedí mi taco para que continuaran la partida. - Nosotros vamos a tomar una copa. - No sabía que quería la rubia y Loki había desaparecido, tendría que acercarme para cotillear.

Me acerqué a la pelirroja, posé una mano suavemente por su cintura para que esa silueta tan femenina no se alejara mucho de mi y cruzar, los dos, todo el local. La gente parecía divertise, tipos de otro mundo liandola, otros soltando chispas, jóvenes siguiendo el ritmo de la música y... Stark. Con ese ambiente y teniendo en cuenta mi acompañante, era difícil no ponerse a bailar, pero no era el momento, no aún. Llegamos hasta la barra donde se encontraba aquella mujer de porte elegante.

- Buenas noches, señorita. - Saludé tendiéndole la mano. - ¿Qué necesita de nosotros?

En ese momento el camarero pasó por allí, momento perfecto para pedir un trago.

- Disculpe, una cerveza y... - Miré a las dos chicas. - ¿Qué quereis? Invita Stark. - Sonreí.

-¿Guapa?¿Eso crees? No entiendo el concepto, verás...no se que es lo que hace o no guapa a una persona...- realmente, ¿qué era lo que hacía guapa a una persona? Tal vez su físico, sus rasgos faciales y corporales, su figura... Aunque también era la forma de ser, su forma de divertirse, de bromear, de vivir la vida lo que hacían guapa también. Yo no la conocía lo suficiente como para saber esto segundo, pero era indudable que ella tenía un algo. Una especie de aura de bondad y amor la cubrían. No sabía muy bien como explicarlo. Tal vez fuese que era así, tal vez fuesen las tres copas que llevaba ya encima que comenzaban a hacer efecto... tal vez fuese, simplemente, que esos cabellos rubios y esas delicadas manos eran de las cosas más preciosas que había visto nunca. Me sorprendí a mi mismo, pues nunca había sido especialmente devoto de las rubias. Siempre me habían gustado más las morenas, pero aquella chica... aquella chica me había cautivado desde el momento en que la vi. El cómo se lanzó a la pista de baile sin importarle nada el resto sólo por bailar un poco y pasárselo bien, aquello me había encantado.

- Si estuviera incomoda no haría esto...- entonces ella se apoyó en mis hombros y se puso de puntillas, acercando sus labios a los míos. Espera, espera, no, no, no, no, no... ¿Qué había hecho? ¿En qué momento le había dado a entender que quería besarla? A ver la chica era guapa y demás, pero yo nunca hacía esas cosas. Era demasiado tradicional en ese sentido... Me habría encantado conocerla mejor, quedar tardes en el parque, sacarla a cenar algún día... No quería que si debía tener algo con esa chica empezase con un beso así repentino en una discoteca... Nunca había besado a una chica, el sudor caló por completo mi nuca. El corazón me empezó a latir con la velocidad de un fórmula 1. No podía, no quería... Esa chica tenía algo que me había cautivado y quería conocerla mejor, y tenía la sensación de que si la besaba en ese momento perdería la oportunidad de conocerla y hacerse su amigo y, quien sabe si algo más algún día. Y además, cuando sentía poderosas sensaciones como el odio, la ira o el placer muchas veces mis poderes se descontrolaban un poco. Bien es cierto que me habría encantado darle un beso electrizante, pero no literalmente. Por otro lado, no era más que un beso. ¿Qué daño podía hacer? Ni siquiera sabía qué debía hacer... ¿La agarraba por la cintura? ¿Por la espalda? Descarté por completo otras partes como la parte baja de esta, era un caballero al fin y al cabo a pesar de mis tres copas. Soy un inútil y un descerebrado... Decidí dejarme llevar y que fuese lo que dios quisiese. Después de todo, ella me había gustado, y tal vez el contacto diese paso a una charla tranquila y cálida.

Alguien vertió otra copa por mi espalda, pero a diferencia que con Constanzie nada más entrar en la discoteca, esta vez el tipo en cuestión me tocó, llevándose una potente descarga. Noté una cálida sensación proveniente de las manos de Dianne cuando ella se alejó de mis labios y se dirigió al chico que yacía en el suelo a nuestras espaldas.

-Ey, ¿estás bien?¿Necesitas ayuda?- yo en parte me asusté, ya que cuando electrocutaba a alguien por accidente la mayoría de las veces la potencia de esta electrocución dependía de la cantidad de agua que me había caído, y no sabía si habría dejado al chaval completamente chamuscado o tan solo con los pelos de punta. Parecía mas bien esta segunda, ya que el tío en cuestión tenía el pelo al más puro estilo afro y de su boca salía humo.

- Sí, ¿estás bien? Perdóname, cuando me cae agua no puedo controlar mis poderes... Ven, te ayudaré a levantarte.- cogí al chaval por el brazo y lo levanté. No parecía herido de gravedad, tan solo un poco chamuscadillo. Chasqueé los dedos delante de sus ojos para ver si se encontraba bien.- Lo siento de verás... ¿puedo ayudarte o invitarte a algo por las molestias? Mi nombre es Planaria, y esta es Dianne.

- ...


De acuerdo. Superman había visto muchas cosas en su vida: Había asistido a la destrucción de universos enteros. Había presenciado invasiones de Apokolips. Había sido testigo de la muerte de Batman a manos de Darkseid, y la caída de múltiples realidades. Había incluso presenciado su propia caída en otras realidades, su muerte en otras tantas. Había presenciado tantos horrores que el mundo jamás sería capaz de creerlo.

Pero aquello... Aquello dejaba todo lo demás a la altura de un mal sueño, una pesadilla por indigestión de garbanzos, si se prefería.

Mientras los acontecimientos se sucedían a su alrededor, Superman sólo podía observar, incapaz de reaccionar, sin saber demasiado bien cuál de las acciones que allí estaban ocurriendo merecería su atención: Harley Quinn parecía estar ocupada con otro tipo de rojo, quizá un contacto del Joker, aunque no uno que conociese, por lo que sabía, podrían haber estado planeando la destrucción de Gotham, pero su superoído captaba planes de una índole mucho más ridícula, preocupantemente quizá incluso más peligrosa, especialmente sin Batman para detenerlos. Una partida de billar se sucedía a poca distancia de él, un hombre de color rojo, acompañado de una mujer y con cara de pocos amigos observaba mientras en el centro de la pista un tipo casi acababa convertido en una masa espasmódica. Más allá, Tony Stark, un hombre procedente de otro universo, estaba con una mujer, demostrando sus habilidades para la seducción y su escaso talento para la sutileza... Entonces lo vio claro: No sabía lo que estaba sucediendo, pero aquel lugar parecía alterar la realidad. ¿Cómo si no los extraños de aquel otro universo, que alguna vez se había mezclado con el suyo, podían estar allí? No sabía quién era el responsable, pero le preocupaba.

De modo que tendría que averiguarlo. Sin levantar sospechas. La persona que ahora se movía hacia el centro de la pista parecía, quizá, la persona más enterada de todo aquello, pese a haberse encontrado hacía pocos segundos en el suelo sufriendo espasmos... Así que tendría que establecer contacto con él, sin levantar sospechas. De modo que eso hizo: Primero bebió una copa que alguien le había dejado al lado (una camarera muy amable, por cierto, que no le quitaba el ojo de encima) y después se ajustó las gafas oscuras, que ocultaban los ojos vibrando en rojizo, aún sobrecargado de energía solar. Todas sus células vibraban llenas de energía, haciendo que necesitase alguna forma de liberarla, pero sería en otro momento. Una vez tuvo un plan de acción en mente, empezó a acercarse hacia la pista de baile, con pasos que retumbaban más incluso de lo que deberían. Nadie podría intuir que era Superman, teniendo en cuenta cómo estaba vestido, pero lo importante era que su presencia no desentonase. Otro paso, uno más, y otro.

Estiró el brazo para intentar ponerlo en el hombro del otro tipo, al que quería interrogar... Y en ese momento la música cambió.





Supo entonces que ese mundo, definitivamente, la tenía tomada consigo. Pero debía actuar como si no ocurriese nada. Era lo crucial en aquel instante.


- Quiero hablar contigo. ¿Qué se supone que está pasando aquí?


La música habría tapado lo que había dicho, a lo que había ayudado que se acercase lo suficiente para ello. Por suerte. Pero estar demasiado tiempo en aquella situación atraería atenciones indeseadas, así que Superman tuvo que hacer una de las pocas cosas para las que sus superpoderes no le podían haber preparado... Bailar. Así que, en cuanto una señorita pasó por su lado, la tomó por la cintura, giró con ella en un paso que habría visto en alguna película, procurando acabar lo bastante cerca del otro tipo para poder hablar con él igualmente.

Mezclarse, que no sospechasen. Era la clave.

-… ¿Has venido a explorar los infiernos de los humanos? Siéntete bien recibido aquí… Aquí pasarás desapercibido.- Hellboy miró a su lado y vio a una mujer que le miraba y sonreía. En sus ojos pudo ver algo más que lo que ella mostraba a simple vista. Algo vivía en su interior. Tantos años luchando contra criaturas del inframundo ya le habían dado al demonio la capacidad de diferenciar a simple vista muchas veces las personas normales que los que tenían demonios o criaturas sobrenaturales dentro de ellos. Decidió hacer caso a Liz (quien le echó una mirada de "pórtate bien y saluda a esta encantadora mujer") y entablar conversación con ella.

- La verdad, no sé hasta qué punto pasaré desapercibido. Por lo que veo casi todos son humanos, o al menos guardan esa apariencia. Un demonio rojo de dos metros y medio de alto no es lo que yo llamaría algo que "pasa desapercibido". Y si a eso le añades mi entrada triunfal... Pero veo que mi presencia os resulta familiar por lo del "demonio de los cuernos cortados". ¿Nos hemos visto antes? No tiene por qué haber sido aquí, ¿en el infierno quizás?- Liz puso los ojos en blanco y se acercó a la mujer con una sonrisa. Para ella era sencillo hacer amigos. Era una humana con poderes, pero al fin y al cabo una humana. Podía ir al supermercado o a dar un paseo al parque sin que le mirasen raro o le llamasen por algún nombre extraño.

- Perdona a "Rojo", hoy parece que se ha levantado con el pie izquierdo. Mi nombre es Liz, encantada de conocerte. Es la primera vez que venimos al sitio este. Nos han dicho que era donde solía salir la gente a pasarlo bien. La gente como nosotros se entiende claro.- Liz sonrió y tendió la mano a Constanzie. El último saludo que había tenido fue que Planaria le besase la mano como si se tratase de la nobleza.- Y, ¿tú eres...?

Leah no entendía muy bien qué había sucedido. Debía de ser verdad que le daba miedo a la gente porque, al parecer, Locke había decidido marcharse. Ni siquiera tuvo tiempo de agradecerle la canción; lo cierto es que le había gustado cómo sonaba. Bueno, se lo agradecería la próxima vez, a ser posible sin encolomarle un cachorro infernal como regalo.

Mientras habían estado hablando y bebiendo, la discoteca se había llenado de una multitud de lo más extraña. Para sorpresa de Leah, el mismo Tony Stark estaba allí y había invitado a todo el local a una copa antes de dedicarse exhaustivamente a coquetear con la rubia de turno. A Leah no le interesaban en lo más mínimo los escarceos del millonario, así como tampoco una segunda copa... Pero la de Tony no era la única cara conocida.

Al parecer, más miembros de los Vengadores habían aparecido por allí, además de...

- ¿Lady Sif? - se preguntó la avatar de la Diosa de los Muertos, perpleja.

Hacía mucho que ella y la enamorada de Thor no se cruzaban. Cuando lo habían hecho en el pasado no había sido siempre en buenos términos... Pero Leah llevaba mucho tiempo sin ver a ningún asgardiano, y sentía curiosidad por saber qué hacía Sif allí. ¿Sabría algo de Thor? ¿O de Loki? ¿Qué habría hecho el Embaucador después de enviarla al pasado?

Leah suspiró. Ya que se había quedado sola, al menos hablaría un momento con Sif antes de irse. Al fin y al cabo, no había mucho más que hacer en aquel lugar. Siendo sinceros, a la muchacha no le gustaba ni beber, ni bailar. Aunque, a ratos, la música estaba bien. Esbozó una sonrisa recordando la canción que le habían dedicado, y después se acercó a la barra del bar, pensando que a la compañera de Thor le hubiera sentado mucho mejor un vestido rojo, y no verde.

- Cuánto tiempo, Lady Sif - comentó, mientras se detenía tras ella.

Los labios de Loki se curvaron mientras su mente iba trazando malévolos planes. Dos de los Vengadores estaban allí y como bien decía su nombre, la venganza se servía en un plato frío. Pobres mortales que se dejaban llevar por sus deseos más débiles, más...carnales... y cada vez más idiotas...

Primero acabaría con la vida del Capitán bobalicón, era uno de los más fuertes pero también era el más inocente y fácil de engañar. Con la Viuda tenía pensado otro tipo de plan, ella era mucho más lista que todos los Vengadores juntos así que debía abordar la situación de otra manera. Pero ya tendría tiempo de pensar en eso, ahora solo había que dar el primer paso. 

Los dos se acercaron confiadamente hacia dónde la rubia y Sif se encontraban. El embaucador preparó su mejor mirada femenina y sus ojos verdes destellaron por un momento, atractivos e hipnóticos. 

¿Qué queréis? - dijo el hombre con una sonrisa radiante. Loki pensó que había sido demasiado fácil eso de entablar una conversación con ellos dos. Todo iba a ser demasiado fácil... le hablaría, le llevaría a la pista... le seduciría fácilmente y entonces lo llevaría a un rincón apartado y....

 -Invita Stark- sentenció, y sus pensamientos asesinos se detuvieron por completo. ¿Ironman también estaba allí?

-Gracias fortachón - Loki no dejó de sonreír al capitán y con una voz suave y femenina aceptó su invitación, mientras que por dentro la rabia le estaba desgarrando. Había que añadir a otra víctima a su lista de aquella noche.

-Un whisky escocés - dijo, pues era la única bebida que conocía de aquel lugar y la que le había recomendado la hermosa mujer de antes. Odiaba tener que volver a beber, pero no quería desaprovechar aquella oportunidad.

Mientras pensaba cuidadosamente la siguiente frase para dirigirse al capitán, sus ojos verdes se posaron en la pista de baile y se inyectaron de sangre al ver algo que no le gustó en absoluto. Ante sus narices, Tony Stark estaba bailando con una mujer como si se tratara de un perro en celo. En aquel momento deseó vomitar la bebida que se llevaba a los labios, pero nada más desviar la mirada hacia otro lado de la discoteca se encontró a Hawkeye, que también bailaba con una mujer. ¿Pero qué era eso? ¿Un reunión de discoteca de los vengadores? ¿Y Hulk estaba en el baño, o qué?

Odiaba sentirse rodeado de aquella manera, se suponía que iba a ser un perfecto plan improvisado, pero claro, un plan que solo incluía dos asesinatos, no cuatro. Si le descubrían, podía estar metido en un buen lío así que por unos minutos estuvo pensando cómo abrodar la situación. Y llegó la que faltaba.

Loki casi volvió a atragantarse con su copa cuando escuchó esa voz de ultratumba tan familiar y tan femenina. La espectacular mujer se giró y mostró una sonrisa encantadora a la reina de los muertos. Malditas sean las ironías de la vida.

-Hola Hela... ¡cuanto tiempo! ¿Qué haces por aquí? - intentó sonar entusiasmada, pero deseaba desaparecer con todas sus fuerzas. Si la Viuda y el Capitán escuchaban que su identidad era la de Sif, le preguntarían por Thor y la estrategia de ligue tendría que cambiar...

Por primera vez, Loki empezó a preguntarse si había sido una buena idea entrar en aquella discoteca...

Harley dio un sorbo a su bebida mientras sus ojos posaron divertidos en aquellas extrañas y amorfas criaturas que bailaban encima de la barra. Se fijó en el hombre que estaba a su lado y cuando estuvo a punto de dirigirle la palabra el muchacho empezó a emocionarse como un loco y se marchó con sus bichillos a bailar en la pista. 

Harley rió al ver al hombre y a las extrañas criaturas moverse con tanta marcha y la chica movió divertida sus pies mientras estaba sentada. Justo cuando terminó la canción, se escuchó un disparo por toda la discoteca y la rubia se exaltó. Dejó escapar un ruidito de emoción y volvió a sentarse.

Al parecer, el hombre que había disparado era un tío grande, fuerte y rojo, acompañado con una chica de cabellos cortos negros. Ya había llamado la atención lo suficiente con su aspecto, ¿porqué habría disparado al techo?

Tras semejante atentado, la discoteca se animó de repente y entonces el móvil vibró en sus pantalones, no tardó ni un segundo en cogerlo. ¡Era el señor J!

-¿Siiiii? - dejó escapar con una voz de enamorada. 

Cualquiera que estuviera cerca del Harley podía escuchar los gritos histéricos del rey payaso al otro lado de la línea.

-¡¿Se puede saber donde te has metido?! ¡Ya estás moviendo tu trasero hasta aquí! - 

-Oh vamos... - suspiró la rubia decepcionada, por un momento pensó que su pastelito le daría buenas noticias. Pero siempre la llamaba para darle más trabajo. - ¡Estoy pasándolo bien aquí en la discoteca! ¡iré después!

Entonces se le ocurrió una genial y catastrófica idea.

-¡A demás he conocido a alguien muy simpático y voy a quedarme un rato más! ¡Adiós pastelito....! - justo cuando el Joker parecía protestar, Harley Quinn descolgó el teléfono y volvió a guardárselo. Miró a su alrededor y buscó a su primera víctima. 

Enigma se había sentado cerca de dónde estaba y eso parecía una terrible invitación a saludarle.

-¿Qué viste de rojo y negro y sigue siempre al payaso? - dijo, sentándose al lado de Enigma y luciendo una sonrisa divertida. Esperaba contentar al menos a su compañero de crímenes con una fácil adivinanza.

Recibi mi bebida, y me acomode los lentes. Di un trago con calma mientras veia el paisaje de la discoteca, cuando oi algo que llamo mi atencion como una ardilla a un perro.


-¿Qué viste de rojo y negro y sigue siempre al payaso?

-¡Es Harley Quinn! - Respondi, casi como un reflejo obligatorio mas que como un reto cualquiera. -Espera... ¿Harley Quinn? ¿No estabas perdida en el alcohol como Selina? Que bueno. ¿Has dejado de seguir al Joker para unirte al maestro del acertijo como su compinche? -Me rio, mirandole a los ojos. Esa mujer debe estar loca por mi. Que lastima que no se compare con Pamela.

Doy un trago mas a mi bebida, y la dejo en la barra, para luego girar la cabeza y mirar al mesero.

-¿Que vive en el fondo del cristal? ¡Traele lo que pida la señorita!

- Hola, Hela... ¡cuánto tiempo! ¿Qué haces por aquí?

De haber sido más expresiva, Leah habría parpadeado ante el entusiasmo de Lady Sif. ¿Tanto echaba de menos la compañía de Midgard para dar la bienvenida con tanta alegría a la Señora de los Muertos?

- Alguien me dijo que era el lugar perfecto para relajarse - respondió a la pregunta de la compañera de Thor, con el sarcasmo impreso en cada sílaba, pero la expresión inalterable - ¿Cómo te convencieron a ti?

Sif no solía frecuentar aquellos antros más que ella, pero tal vez Thor le hubiera pegado alguna de las costumbres de Midgard.

- ¿Qué tal está Thor? - añadió, dándose cuenta de que la diosa no estaba con su apuesto rubio - ¿No ha venido contigo?

Había tantos vengadores allí aquella noche que no costaba darse cuenta de los que faltaban...

-¡Es Harley Quinn! Espera... ¿Harley Quinn? ¿No estabas perdida en el alcohol como Selina? Que bueno. ¿Has dejado de seguir al Joker para unirte al maestro del acertijo como su compinche? 

-¡Muy bien! -dijo la rubia de las coletas dando pequeños saltitos y palmaditas al ver que Nigma había acertado la pregunta. Aunque tampoco había sido muy difícil de responder...

-¿Qué? ¡Claro que no! He dejado que Selina se divierta un poco esta noche, que lo necesita. -dijo la arlequina sentándose en el taburete de al lado de Enigma.- A demás, al Joker no le gustan estos sitios...- comentó con un resoplido.

-¿Que vive en el fondo del cristal? ¡Tráele lo que pida la señorita!

El maestro de los acertijos se dirigió al Barman y al ver que estaba la loca del chocolate a su lado no tardó ni medio segundo en servirle lo que quería. No podía permitirse otro follón más en el local esta noche o acabarían quitándole el sueldo. 

-¡Gracias por invitarme! ¡Eres un Sol!- exclamó la rubia contenta con su nueva cerveza de chocolate.

-¿y qué haces tu en un sitio así Edward? - preguntó entre sorbo y sorbo - Pamela me dijo que esta noche no iba a venir...

//Ya no se me ocurren mas canciones para Loki o.o



- Alguien me dijo que era el lugar perfecto para relajarse - respondió con su siempre rostro inexpresivo- ¿Cómo te convencieron a ti?

Intentó buscar una nueva excusa convincente, pero desde que había puesto los pies en aquella discoteca lo que más deseaba en el mundo era largarse.

-Había venido con Thor... - mintió, como era de esperar - pero se acaba de ir... estaba muy cansado.

Hablar así con Leah le incomodaba, y más si tenía que fingir que era alguien espantosamente amigable. 

-Creo que yo no tardaré en irme, también estoy cansada... - dijo, llevándose a los labios de nuevo un poco de aquel licor amargo. Quizás si se lo acababa pronto ya no tendría más sentido continuar con la charla.

-¿Y Loki? ¿sabes algo de él? - preguntó el dios de las mentiras disfrazado. Pensó que sería una buena idea sacarle algún tipo de información hacia su persona. Sentía mucha curiosidad de saber lo que le respondería la diosa de los muertos.

[MENUDOS TEMAZOS OS MARCÁIS, OS AMO <3]



Hacía mucho que no salía, y aunque fuese sola, merecía la pena despejarse de vez en cuando. El puertas me cedió el paso con una sonrisa. ¿Raro verdad?

Entré y vi tal panorama que no supe si salir o esconderme directamente, así que hice la táctica "tía me meo acompáñame al baño" y me pequé a la pared para andar pasando desapercibida, hasta llegar a la barra.

 - Ponme un black magic por favor... tan rápido como puedas - NECESITABA una copa casi más que el oxígeno inexistente de ahí dentro. Esperé con los codos apoyados en la barra hasta tener mi copa delante. Cogí el vaso de tubo y casi me tiré de los pelos cuando vi que estaba caliente. Bueno, ventajas del poder, supongo. Enfrié en un momento la bebida, escarchando el cristal ligeramente mientras me daba la vuelta de puntillas intentando buscar alguna cara conocida, y empecé a moverme entre la gente, con una mano en la riñonera, por si acaso. No soportaba salir con bolso, la riñonera estaba en una zona peligrosa, si alguien intentaba robarte lo sabrías.

Escuché un par de conversaciones que hubiera preferido no escuchar y vi un par de caras que hubiera preferido no ver, dentro de lo pintoresco de la clientela. Se me empezó a ir de la cabeza eso de que había sido buena idea...