Terapia navideña (Martha R./Athenea A.)[20-12-2018]

Se podría decir que su año había estado lleno de ¿Sorpresas? Seria mejor decir complicaciones, había visto monstruos, ayudado a personas a salir de un edificio que se derrumbaba, lo que se diría un año lleno de aventuras si no fuera porque a Martha eso ni le va ni le viene; prefería estar alejada de todo eso de los héroes y los villanos, una vida tranquila como cualquier persona que vivía en la ciudad de Nueva York, claro esta que era difícil vivir una "vida normal" en un ambiente cargado de gente con leotardos "ayudando" y "salvando" a los pobres e indefensos ciudadanos.

Hoy se encontraba un poco de bajona, el ente fue sellado hace ya meses pero ese sello ya no estaba y el ente volvía a estar en su mente, destruyendo toda la confianza que había conseguido en ella misma durante esos meses en los que pudo volver a dormir tranquila sin tener pesadillas, incluso pudo hablar con personas sin tener miedo a que el ente dijera o hiciera algo que dañase a la persona y a ella misma, pero todo lo bueno tenia que acabar y ahora volvía a ser como antes; su confianza estaba baja, volvía a tener un aspecto cochambroso al no poder dormir bien y no tenia ganas de hacer nada, por eso había pedido cita para una terapia, bueno, OTRA terapia ya que no seria la primera vez que alguien intenta meterse en su cabeza para saber que le pasaba y pocas veces salia bien; nadie se espera que una "doble personalidad", como los psicólogos suelen llamar al ente" sea tan agresiva.

Habia pedido una cita con una terapeuta llamada "Athenea A." ese nombre no se veía todos los días ¿Acaso era griega o algo por estilo? O puede que a sus padres les gustase la cultura griega o romana y por eso la llamasen así, tampoco es que se fuese a comer la cabeza por averiguar de donde viene el nombre de la terapeuta. Salio de su apartamento con su ropa habitual, hoy hacia frió pero podía soportarlo ademas no tenia mucha ropa de abrigo así que se limito con una camisa de manga larga y su chaqueta de cuero marrón larga, no abrigaba mucho pero para lo poco que iba a nadar le venia de perlas, y por lo que había visto en las noticias no parecía que fuese a nevar por lo que no había problema si iba un poco menos abrigada. Cogió el autobús, tenia carnet de conducir pero no tenia coche por lo cual solía usar el transporte publico para moverse por la ciudad, y llego al edifico en el cual se encontraba la consulta de Athenea, un edifico como todos los de Nueva York.

Subió los escalones hasta llegar a la puerta de la consulta y al llamar fue recibida por la recepcionista que amablemente le pidió que se sentase y esperase a que fuese llamada, había unas cuantas sillas y una mesa en la que había revistas para leer mientras esperabas, le gustaba leer pero no revistas, eran demasiado aburridas para ella así que se sentó y mirando a los cuadros que había colgados por la sala mientras esperaba a que fuese llamada a terapia... sinceramente esperaba que esta fuera como muchas otras que había tenido y que saliese igual de mal que como entro, pero siempre había esperanza.

El espantoso ruido del despertador le recuerda la pesada existencia que tiene que soportar. "Athenea, Athenea..." De nuevo esas palabras que caen en eco retumbando en su cabeza, recordándole su vacía existencia. Con dificultosa pesadez se levanta para ir al baño, e irse preparando. Mira la hora, parece que en su primer día ya llegará tarde, o al menos justa de tiempo.

Para Athenea el echo de que el gobierno la trasladara a Nueva York no era más que un cambio más en su vida. Podía cambiar de lugar, pero su rutina iba a ser la misma. Su cabeza iba a estancarse en la misma obsesión "¿por qué no me contesta?". Matías seguía en línea y le había dejado un maravilloso pulgar hacia arriba. Ese pulgar que tanto odiaba. Ya había intentado dejar esa relación, si podía llamarse relación, pero él le había admitido que le gustaba tenerla en su vida, y si bien no quería nada serio, tampoco la quería fuera de su vida. Y ella era demasiado débil para marcar la distancia. Ambos, cada uno a su manera se necesitaban. Desde que su ex la había dejado por cuarta vez, Matías había sido su salvavidas a distancia. Pero la relación que mantenía con este parecía igual de tóxica que con el sujeto anterior. Ella lo sabía, pero tampoco sabía como alejarse de él. Una mudanza a una nueva ciudad, podía resultar ser la solución a sus problemas.

Ya llevaba cuatro años hiendo y viniendo a distintas partes del mundo para atender a distintas personas con inquietudes. Pero esta vez Nueva York iba a ser su nueva residencia permanente. Vestida con su blusa blanca que combina con su falda de tubo negra, se retoca sus labios con su pintalabios rojo, un moño rápido que asegura con unas oscuras pinzas para el pelo, se acaba de ajustar sus oscuras gafas de sol, y con una fingida seguridad se acerca a su nueva consulta. Camina con un elegante movimiento, al igual que su abuela sus gestos son delicados, casi imperceptibles, algunas personas incluso la describirían como sofisticada. Al llegar al edificio, vuelve a mirar el móvil, Matías sigue sin dar señales de vida, parece que nada cambia. Al entrar en el inmueble se percata de que su secretaria ya ha llegado. Athenea da su último sorbo al chocolate caliente que se ha comprobado en el Sturbacks de la esquina, saluda con una forzada sonrisa a su nueva empleada, y se dirige en silencio a su despacho.

Se quita la chaqueta y la bufanda que llevaba puesta colocándola en el colgador.  Se retira las gafas de sol que llevaba puestas y las cambia por las de vista, se sienta en la mesa y saca el archivo de su próxima paciente Martha R.

"Parece que se les ha olvidado preguntar por el motivo de consulta. Deberé explicarle a mi secretaria como hacerlo. Y de paso he de preguntar el nombre de mi nueva empleada" Da un leve suspiro al pensar todo el esfuerzo que tiene que por hacer, pero mira la hora, y se percata de que ya es la hora. Da un último vistazo al archivo.

"Sea como sea espero poder ayudarte de una u otra manera" Se levanta con un armónico movimiento, y con una sonrisa sentida se dirige a la sala de espera.

-¿Es usted la señorita Martha R.? -Se acerca con un firme pero acogedor movimiento hacia la joven que responde asintiendo ligeramente con la cabeza a su llamada.-Me presento soy la terapeuta Athenea -Se percata de que la joven metahumana tiene una bandana negra que le cubre prácticamente todo el rostro exceptuando los ojos. Con un cálida sonrisa extiende la mano para saludar a la joven.- Por favor sígame -Al levantarse, observa que la joven es más alta que ella, al fin alguien era más alta que ella. Al ver como esta se incorpora, le hace una leve señal con la mano para que su nueva usuaria la siga. Camina todo recto para luego girar hacia la izquierda, al llegar a una puerta de madera en la que hay una inscripción con el nombre de Athenea A., se detiene para abrir la puerta. Tras ello, esboza una cálida sonrisa con la comisura de los labios invitándola a pasar- Por favor póngase cómoda -Señala una de las dos butacas de piel de color beige para que se acomode en una de ellas, seguido lo cual, cierra la puerta y se sienta enfrente de ella. En medio hay una pequeña mesa de madera, en la que hay dos vasos de agua y una cajita de cartón con pañuelos de papel- ¿Le apetece un poco de agua? -Pregunta en un tono afable mirando con soslayo a su nueva invitada- Y dígame señorita Martha ¿qué es lo que ha llevado a visitarme? -Pregunta de manera casual favoreciendo que la joven pueda sentirse mas cómoda ante una situación que evidentemente no lo era-

Sus dedos entrelazados se movían, síntoma del nerviosismo que solía sufrir siempre antes de una terapia, sí, ella había estado en otras pero nunca sabia si el Ente podía hacer daño a la persona que la atendía así que eso la dejaba con un sentimiento de intranquilidad. Intento seguir mirando por toda la habitación para ver si así se relajaba, se froto un poco sus cansados ojos para también despejarse; todo había estado tan bien cuando el ente no estaba en su cabeza. Todo esto se le fue de la cabeza, al menos por un segundo, cuando escucho la puerta abrirse y vio a la persona que ese día se iba a meter en su cabeza, era una mujer, eso ya lo sabia, y no era nada fea, aunque si cada día al despertarte vieses una cara con las heridas de Martha todos te parecerían guapos. No tenia tiempo de seguir mirándola, se acerco a ella y le pregunto si ella era Martha R.

-S...Si, esa yo soy... esa soy yo, perdón aveces me pongo... nerviosa

Athenea también se presento, no es como si no supiera su nombre ya que si no lo supiera no estaría ahí al no haber podido pedir una cita. Ahora que lo pensaba ¿A los terapeutas se les llamaba doctores? Le vino esa duda al no saber como dirigirse a Athenea, había estado con otros terapeutas y estos si les llamaba Doctor o Doctora, pero porque ellos se habían presentado así... seria mejor no pensar mucho en es.

Se levanto cuando ella le dijo que le siguiera, Athenea era alta, bastante alta para lo que es la media de las mujeres, pero claro que incluso ella no sobrepasaba la altura de Martha, no es que eso fuera algo bueno; alta y con una bandana en la cara, esa imagen no es que fuese la mejor para pasar desapercibida por la calle, o para entrar a un museo sin ser registrada. Miro a la Srta. Athenea cuando le esbozo esa sonrisa para invitarla pasar y al entrar hecho un vistazo rápido a la habitación, se fijo en el cartón con los pañuelos, seguro que era para los pacientes que se echaban a llorar, Martha ya había llorado tanto que no le quedaban muchas lagrimas, o al menos eso pensaba.

Se le ofreció agua a lo que ella negó con la cabeza, no tenia mucha sed ademas quería evitarle la vista de sus heridas faciales. Luego de eso vino la pregunta importante ¿Que hacia ahí?

-Bu... bueno... he estado muy... deprimida últimamente, no duermo bien y no tengo ganas de hacer prácticamente nada... he pensando que la terapia me podría venir bien...

Le quería decir que ya estuvo en otras terapias y que ninguna había resultado provechosa, pero pensó que seria mejor guardarse esa información dentro, por ahora.

Su joven clienta estaba evidentemente incómoda ante esta forzada situación. Athenea no podía evitar sentir cierta calidez por parte de su actual invitada, acto seguido se levantó de su asiento y se acercó hacia ella; tras agacharse a su altura le puso su mano derecha en hombro.

- Martha, todo va a ir bien, -Esboza una tierna sonrisa fijando con sus marrones ojos a su contraria- Tan solo has de confiar y permitirme ayudarte... Si me dejas te garantizo que todo irá mejor ¿de acuerdo? -Aprieta con suma delicadeza el hombro en el que su mano derecha estaba apoyada, seguido lo cual vuelve a incorporarse con un elegante movimiento para sentarse de nuevo en su sillón-

Una vez sentada se ajusta de nuevo las gafas, y saca un folio en blanco que apoya en una negra carpeta. Adopta un rostro con ademán serio sin dejar de transmitir calidez.

- Antes de proseguir me gustaría explicarte en que consiste mi manera de enfocar la terapia -Hace una leve pausa esperando que su contraria le indique que está entendiendo lo que argumenta- Provengo de la línea teórica constructivista, eso significa que serás tú quien me indicará lo que quieras trabajar, en este sentido, eres la dueña de las sesiones y también serás la que decida hasta que punto quieres o no desentrañar los temas que te preocupan o que sientes que no están resueltos, ¿hasta aquí me he explicado? -Hace una leve pausa para que su interlocutora pueda asimilar la información mientras coge el vaso de agua al que da un sorbo- Eso me lleva a la siguiente pregunta ¿has hecho algún tipo de terapia con anterioridad? Es importante que me lo digas para tener constancia sobre lo que ya has trabajado, que es lo que te ha funcionado o no, y así optimizar mejor las sesiones que están por venir, en caso de que animes a seguir -Se mantiene en silencio dejando el vaso de agua en la mesita mientras fija sus ojos marrones con interés en los de su contraria-

Ahora se acordaba de todo el tiempo que había estado sentada, o medio tumbada, explicándole a un psicólogo, o psicóloga, su vida y porque estaba tan triste, claro que no solía contarles nada del ente debido a que no era algo que todo el mundo pudiese entender, ¿Un ente malvado que te obliga a hacer cosas malas? Suena como algo que un niño te diría cuando accidentalmente quema la casa, pero en el caso de Martha era cien por cien real. Por un segundo se sorprendió cuando Athenea se levanto para estar a su lado, luego se acordó que eso lo hacían muchos, un toque mas cercano y personal para que el pobre “descolocado mental” se sintiera mas seguro y se abriera mas fácilmente

-De... de acuerdo

Ya que había pagado no iba irse sin que le hiciese una inspección a su subconsciente, claro esta. Mientras Athenea volvía a su mesa Martha se miro a la gema, sentía como el ente quería salir a “tomar el aire” y hablar con la doctora, lo sentía en su cabeza  y le molestaba, tuvo que frotarse un poco la frente para ver si se calmaba, ella no el ente, no hay quien calmara a ese o eso.

Cuando la doctora ya estaba lista, procedió a explicarle como seria la terapia; “la línea teórica constructivista" eso sonaba muy raro, pero ella era la experta asi que pudo explicarselo, al parecer seria Martha la que la "guie", si se puede decir de su manera, a traves de la terapia, diciendole incluso hasta cuando parar

-Si soy la dueña de las sesiones ¿Puedo cobrar mi propio dinero?... era una broma- Ni siquiera ella pudo sonreír su propia gracia, no porque no le pareciera gracioso si no porque literalmente no puede sonreír -Todo entendido...

Tras la pausa para hidratarse, Athenea siguio hablando esta vez con la pregunta de si habia tenido alguna otra terapia, para saber en que habia trabajado

-Pues... si me acuerdo bien a los doce años tuve una, creo que porque le rompí algo a unas niñas de mi instituto, luego a los catorce por la perdida de mis padres en un fuego y mi sentimiento de culpabilidad por ello- Levanto un poco la mano y empezó a sacar los dedos para "contar" -Y los años siguientes... ya no me acuerdo, demasiadas. Mi tío suele llevar la cuenta de mis terapias... ¿Todo esto ayuda en algo?

La joven que tenía ante ella no dudaba de hacer uso de las bromas para conseguir acomodarse ante lo que se avecinaba. Y la verdad, es que no era de extrañar, probablemente hubiera dicho lo mismo si se hubiera encontrado en su lugar.

- Si cobraras tus propias sesiones no te implicarías de verdad, pues el esfuerzo que harías lo harías a cambio de una recompensa, y eso es precisamente lo que se pretende evitar -Aclara Athenea con un tono serio acompañada de una cálida sonrisa sin perder de vista a su contraria- ¿No te parece? -Contempla brevemente las reacciones de su invitada, era cierto que esta le había dicho que lo había entendido, pero Athenea quería cerciorarse de que esta realmente pensaba involucrarse a pesar de las dificultades, incomodidades y malestar que pudieran surgir-

Seguidamente Athenea escucha con suma atención las palabras de la joven. Por lo visto no era su primera terapia, y parecía que de alguna de ellas, ya ni sé acordada. La verdad es que era un dato que le parecía sumamente interesante.

- La verdad es que esta información nos ayuda a ambas, por una parte, te permite optimizar y aprovechar las sesiones evitando trabajar asuntos que ya has abordado, así como evitar repetir intervenciones que ya has llevado a cabo y no te han sido útiles; y por otra, me indica del mismo modo, que es lo que te funciona o que intervenciones no has probado, para tratar de abordar tu problema desde otro enfoque. -Al expresar su argumento hace una leve pausa apenas perceptible, buscando en la mirada de su contraria la aprobación de lo que acaba de decir- De ahí radica la importancia de saber si anteriormente has realizado o no una terapia. De echo, me nace hacerte una pregunta -Esperando de nuevo una señal de asentimiento por parte de la joven, Athenea prosigue con la idea que le acaba de venir en mente- de todas las terapias que has realizado hasta la fecha ¿has extraído alguna idea, conocimiento o algún tipo de bienestar que te haya marcado? Y si es el caso, ¿me podrías decir el qué?

Mientras espera la respuesta de Martha, Athenea adopta una posición cómoda en la que separa levemente los brazos y piernas. Athenea es consciente de que la joven que tiene ante ella le deben parecer inútiles estas preguntas, pero ella sabe, que además de profundizar en la demanda, tiene que tener presentes no solo las limitaciones y dificultades de la consultante; sino también los recursos que posee y que normalmente pasan desapercibidos.

Parece que su intento de broma no había ni impresionado a la doctora ni le produjo ningún tipo de risa o de sonrisa mas haya que la que ponía para reconfortarla. Le había contado las veces que estuvo tenido terapia y eso le hizo recordar como habían salidos todas, mal; en algunas porque el ente había decidido “salir a jugar” y en otras porque francamente no le ayudaban en nada.

Aunque ella dudase de que la información que le había dado a la doctora le fuese útil de alguna manera, para ella si le parecía servirle para la terapia “esta información nos ayuda a ambas". Martha se movió un poco en su asiento, para colocarse bien ya que parece que iba a estar ahí sentada un buen rato.  La doctora le explico el porque esto les era útil a las dos y aunque no lo entendía del todo, solo la parte del diferente enfoque, no era bueno hacer siempre el mismo método porque sino seria repetitivo y no se sacaría nada.

Ahora Athenea le había hecho otra pregunta, esta era muy fácil de responder ya que llevaba pensando la respuesta casi desde el momento en el que pidió la cita

-La... la verdad es que nunca me han sido muy útiles, no recuerdo ninguna que me haya ayudado en algo... sigo igual que desde la primera que hice

Era muy difícil para los psicólogos ayudarla cuando el ente destrozaba todo el trabajo que ellos hacían, pero si que se acordó de algo que se había olvidado

-Bueno... deje de pegar a las niñas de mi instituto... eso es algo ¿no?

Aunque si lo pensaba bien, dejo de pegar a las niñas de su instituto cuando perdió a sus padres y a su hermana... a lo mejor no era tan bueno como pensaba. Seguía sin estar del todo segura si esta terapia fuese a funcionar, saber lo que anteriormente le había funcionado en sus terapias podría llegar a ser útil, pero no estaba segura de si esto iba a servir para... bueno, para que deje de estar depresiva y sin ganas de nada.

A Athenea le daba la sensación de que las respuestas a sus preguntas estaban quedando vacías. Normalmente, cuando a un consultante se le preguntaba sobre terapias anteriores, tenía una fuerte tendencia a explayarse en sus respuestas, ya fuera para denigrar al terapeuta o por el contrario alabarlo. Pero Martha no, apenas mencionaba nada y tan solo insistía en que apenas le había ayudado en algo, aunque tampoco parecía que hubiera empeorado en algo. Realmente parecía tener ante ella un caso realmente interesante, o bien, realmente había tenido mala suerte y los terapeutas que la habían atendido no habían conseguido guiarla a apaciguarla debido a algún tipo de bloqueo emocional; o quizás simplemente la habían atendido realmente unos incompetentes

"Bueno... Deje de pegar las niñas de mi instituto... Eso es algo ¿no?" Martha parecía dudar de sus propias palabras, era el momento de proseguir con la exploración.

- Claro, algo es algo -Responde Athenea ante las tímidas palabras de la consultante- Pero yo ahora me estaba preguntando -Fija una cálida mirada en la consultante- ¿Realmente sentiste que dejaste de pegarlas por la ayuda obtenida?

Athenea es consciente de que acaba de cometer un error, debería analizar mejor el motivo de consulta, pero se está desviando. Aun así, el echo de que haya asistido a varias terapias sin demasiado éxito merece que se le preste atención. Asimismo, por lo que ha ido explicando la joven, Athenea sospecha que más que depresión podía tratarse de tristeza mal elaborada, provocada por una difícil y complicada vivencia. Por lo que sería mejor empezar a investigar por ahí y sus posibles orígenes y causas. En su fugaz reflexión interna esta juguetea levemente con su bolígrafo bic negro, lo sostiene con su pulgar y sus dedos índice y corazón para hacerlo girar sobre estos. Levanta de nuevo su parda mirada para centrarla en la joven.

Podía sentir la calidad mirada de Athenea, le hacia querer abrirse pero le era... incluso doloroso hacerlo, tenia que recordar cosas que no les gustaba recordar. Sus dedos entrelazados se separaron y apoyo sus manos en sus rodillas, dejando ver con claridad la gema que sobresalía del guante que siempre llevaba puesto, lo miro por un segundo recordando la razón de todos sus malestares, si el no estuviese ahí podría haber tenido una vida mejor, una vida feliz... pero no, le tocaba vivir esta vida.

Ahora le hizo otra pregunta, esta vez le cuestionaba que si de verdad dejo de pegarles por la ayuda de la terapia, seria mentira si dijera que era así ya que no lo era y Martha lo tenia claro pero quería ocultar la razón dentro de ella lo mas posible, para no tener que sufrir lo que ya había sufrido antes... pero en una terapia tenia que abrirse

-No... es que- trago un poco de saliva, cerro los ojos un momento y los volvió abrir, mirando al suelo con un tono triste en sus ojos -Les deje de pegar porque... solo les pegue porque se metieron con mi hermana... les deje de pegar cuando ella murió, cuando mu... cuando murieron mis padres y mi hermana en un incendio

Martha se puso las manos en los ojos, intentando controlar sus lagrimas para que no volvieran a mojar su bandana, esta vez de tristeza. Tenia en su mente el momento en el que el ente fue sellado meses atrás, la felicidad que sintió en ese momento no se podía comparar a nada que hubiese sentido antes, se seco las pocas lagrimas que habían conseguido salir y volvió a mirar a Athenea

-Yo... yo no pude salvarlos... no pude hacer nada... y todo por

Señalo con su otra mano a la gema, con un gesto de enfado que obviamente Athenea no entendería si no le daba una explicación de porque había hecho esto ¿De verdad era buena idea contarle que tenia un ente malvado dentro de ella? Puede que no, pero tenia que arriesgarse a intentarlo, suspiro un poco para relajarse

-Yo... esta gema encierra un ente que me...

Los ojos de Martha se cerraron lentamente, quedándose ella totalmente callada para luego volver a abrirlos de par en par, algo en ellos se notaba diferente, como miraba ahora Athenea era totalmente diferente a como la había estado mirando hasta ahora, con esos ojos llenos de tristeza, sus ojos ahora... transmitían algo diferente

-Bueno bueno, ¿Que es lo que tenemos aqui?- se levanto un poco de su silla, haciendo que su cara estuviese a pocos centímetros de la de Athenea -Una pequeña terapeuta intentando hacer sentir mejor a la pobrecilla Martha, que conmovedora escena, en verdad no.

Volvió a sentarse en la silla, pero esta vez cruzo sus piernas de forma masculina y puso sus brazos en una forma de reposo detrás de su cabeza, mientras miraba a Athenea de arriba abajo como si la estuviese analizando para hacerle algo que no iba a ser bueno para nada, pero se limito a mirarse su propia gema y darle un toquecito con el dedo

-Pero que grosero soy, me llaman el Ente aunque he tenido muchos nombres ninguno me ha importado lo suficiente como para acordarme... bueno... ¿Que voy a hacer contigo?

Las cejas de Martha, que obviamente ya no controlaba su cuerpo, se levantaron al hacer esa auto pregunta a si "misma", movió un poco la mano y un aura de energía azul rodeo a Athenea haciendo que no pudiera moverse y la miro directamente a los ojos, con una mirada penetrante notando algo en la mirada de Athenea, llevaba vivo muchos años y la superficie de los seres humanos para el era totalmente transparente, todos siempre acababan siendo igual

-Vaya vaya, la pobre terapeuta tampoco lo esta pasando muy bien ¿No? Que es lo que te preocupa en ese débil cerebro de humano, cuéntamelo y quien sabe, puede que no aplaste tu cuerpo asta convertirlo en una masa de sangre, estoy feliz así que tienes esa oportunidad... no la desaproveches

En esa ultima frase su tono se torno muy serio y frió, para después guiñarle un ojo, todo esto no era para el mas que un juego de niños en el que solo había un ganador, el mismo.

Tras su específica pregunta Athenea se percata de que la joven está siendo invadida por una triste emoción que apenas consigue controlar. Con gran habilidad consigue acercarle la caja de pañuelos que por el momento parece ignorar.

-Martha, eras pequeña cuando aquello sucedió, no eras responsable de ello -Athenea es consciente de que sus palabras son inútiles- Lo lamento mucho Martha -Susurra con una cálida voz acompañada por un brillo en los ojos tratando de retener la emoción que Martha le estaba transmitiendo- No fue tu culpa -Afirma correspondiendo con ternura la esmeralda y aparentemente cansada mirada de la joven-

"¿La gema encierra un ente?" Piensa con rapidez Athenea, mira con atención como esta va cerrando sus ojos. No sabe que significa lo que acaba de decir, pero no parece augurar nada bueno, quizás hablando más con ella pueda tratar de averiguar a que se está refiriendo con exactitud.

-¡Martha! -Arguye con énfasis- Háblame del ente, ¿qué sucede con ese ente?

"Parece que Martha ya no se encuentra entre nosotros", se lamenta pensar Athenea mientras observa como una nueva persona se hace presente ante ella manteniendo el antiguo envoltorio físico de la fémina, adoptando una compostura masculina. Realmente, lo que se avecinaba no pintaba nada bien, pero la joven terapeuta ya no tenía absolutamente que perder...

Athenea clava la mirada ante el ente que se acaba de manifestar y que acaba de invadir su espacio personal, manteniéndose en completo silencio. Sabe que no es el momento de interrumpirlo, este tiene un propósito y no parece demasiado afable. Por el momento lo mejor es escuchar lo que tiene que decir o más bien pedir. Y luego, ya verá como actuar y defender la posición de Martha. En sus fugaces pensamientos Athenea observa de soslayo como este da un toquecito a su gema, su inconsciente le advierte de que esa no es para nada una buena señal.

- Es un placer Ente -Subraya Athenea con una cálida voz denotando un mirada desafiante ante las burdas palabras de su actual contrario-

Ante su pregunta retórica Athenea se mantiene en silencio esperando ver la propia reacción del mismo, pensaba que haber respondido a su anterior presentación ya podía representar una provocación por su parte. Lo mejor por el momento es tratar de averiguar que es lo que quiere para tratar de encaminarlo de alguna manera. Enfrentarse ante él no le da miedo, no era la primera vez que se enfrentaba a una situación delicada, ni probablemente seria la última. De repente, nota una suerte de energía que impide que esta pueda moverse. Este clava su verde mirada en la de la joven terapeuta la cual corresponde con provocación. Las palabras que se deslizaban por los labios del ente deberían asustarla o hundirla, pero en realidad al escucharlas sentía una suerte de liberación, pues en el fondo, sabe que ya ha perdido todo lo que realmente le importaba.

- Veo que no te gusta andar con rodeos -Señala Athenea con un arrogante susurro arqueando una ceja- Pero seamos sinceros, estoy prácticamente segura que ya conoces mi historia o al menos intuyes parte de esta. -Esboza una pícara sonrisa mostrando que no teme lo que este puede hacerle - De verdad me vas a hacer creer que una entidad tan poderosa como tú, quiere perder el tiempo escuchando una fútil historia, por favor, no me hagas reír. -Nunca lo había comprendido bien pero Athenea siempre se había considerado una total cobarde hasta que sentía que un inocente podía estar en peligro, entonces de la nada, otra Athenea emergía- Lo que yo si me estoy preguntando es porque no dejas en paz a Martha y permites que pueda vivir en paz -Hace leve pausa meditando con cautela sus propias palabras- ¿O es que quizás la necesitas para poder subsistir? -Pregunta en un susurro esbozando una maliciosa sonrisa con la comisura de sus labios-

El ente miraba a su alrededor, mas bien examinaba el ambiente como si esperase encontrar algo en el.  Habia causado impresión en la terapeuta, no se podía decir que fuese buena pero era una impresión de sorpresa al no esperarse al Ente, y puede que fuese un poco por miedo de lo que le podría hacer.

Le alteraba en silencio de Athenea, si no hablaba ahora se aburriría y eso no era bueno, menos mal que respondió a su saludo "Es un placer", eso dependería de como se desarrolle la situación, por ahora estaba a salvo pero no se podía decir que fuese a ser igual dentro de poco. Athenea volvió a su silencio, dejaba hablar al Ente dejando resaltar su educación, al ente no le gustaba que le interrumpiese cuando hablaba pero tampoco le gustaba hablar con las paredes... aunque ser escuchado también era de su gusto.

El silencio volvió a resaltar cuando el Ente termino sus palabras, pero duro poco ya que Athenea no perdió tiempo en responderle, noto un tono arrogante en sus palabras, eso no iba a ser bueno... para ella

-Los humanos... casi me fascináis. Habéis evolucionado durante miles de años y aun seguís buscando algo tan básico como eso que llamáis... amor. Eso es lo que puedo ver en tu mirada, como un ser primitivo busca una pareja que te haga sentir... segura, como todas las hembras buscas un hombre que te cuide... que te domine

Se volvió a acercar a Athenea, pasando su mano por su cuello haciendo parecer que quisiera estrangularla, pero no hizo nada mas que acariciarla suavemente para luego volver a colocarse en su sitio, con una mirada de superioridad en sus ojos. Athenea si que dijo algo que le molesto un poquillo, su pregunta de si necesitaba a Martha para subsistir

-Mírate, fingiendo tener la seguridad suficiente como para preguntarme esas cosas- Alzo una ceja, la verdad es que estaba casi impresionado -No, no la necesito para subsistir, yo no "vivo" en el sentido humano de la palabra, si te contara lo que soy tu cerebro haría ¡pum!- hizo un gesto como de explosión con sus manos -Y no queremos eso ¿No? Por ahora me gustaría tenerte entera

Athenea también se había preguntado el porque atormentaba a Martha, si no era porque la necesitaba para subsistir ¿Por que era? El ente soltó una carcajada maliciosa

-¿Y si lo hiciera? Ella no seria mas que otro humano mas en el mundo, probablemente moriría en algún accidente, conmigo ella es "alguien" y no solo otra estúpida humana esperando morir- Movía las manos al hablar, como si le ayudase a explicarse mejor -Ademas, el conflicto os hace mas fuertes ¿No crees que así sois vosotros? Los humanos nunca aprendéis por las buenas, siempre tiene que haber guerras, atentados, asesinatos y demás para que... evolucionéis. Por eso sois una especie tan primitiva

Un silencio frió se apodero de la habitación, cortado por la carcajada de superioridad del ente , movió un poco la mano y Athenea se levanto de su asiento, movida por la energía que le rodeaba, y levito hacia la posición de Martha para que el Ente pudiera cogerla de la cintura y acercarla a el, para poder mirarla fijamente a os ojos, la cara tan cerca que Athenea casi podía rozar la bandana con su nariz

-No eres nada para mi, soy mas antiguo que este planeta, no te pongas tan arrogante- La empujo con la energía a su asiento, casi haciendo que se cayera -Me estoy empezando a aburrir ¿Crees que eso seria algo bueno? Tener muchos años no me impide conversar, podemos hacer eso asta que decida que hacer contigo ¿Que te parece?

"Amor" Una fuerte punzada atravesaba el pecho de la joven de ojos marrones, realmente el ente no se andaba con tonterías y atacaba directamente a la yugular emocional. Esta volvía a mantenerse en silencio ante sus crudas palabras, su respiración se aceleraba, manteniendo una fingida mirada impasible, mientras el ente se acercaba de nuevo hacia ella. Parecía que todo transcurría en cámara lenta.

Eran mitades de agosto, habían pasado unos 9 años desde lo sucedido. La joven se encontraba en la calurosa isla de Mallorca viviendo con la familia de su ex pareja, pues su familia se había mudado a Francia hacia relativamente poco tiempo. La convivencia con ellos no estaba resultando nada fácil. Ella era fina, delicada y elegante, y no acababa de congeniar con la simpleza, crudeza y ordinariez de aquella familia. Por lo visto, ella era demasiado irreal, lo que ellos consideraban como "falsa", una persona como Athenea tan solo podía fingir poseer dichas cualidades. De nuevo, se ponía en cuestión su existencia. Ese mismo atardecer se quedó a solas con el hermano mayor y su entonces pareja en el hogar familiar. Sus suegros y su entonces pareja se habían ido a trabajar, les tocaba el turno de tarde-noche. Todo había ido muy deprisa, pero en un descuidado momento, la pareja empezaba a discutir. Por lo general ella no se metía en peleas de enamorados, pero al ver la agresividad con la que él la estaba tratando decidió intervenir.

-Ya basta Marcelo, entiendo que estés enfadado, sea lo que sea lo que haya pasado seguro que ella lo lamenta -Mentía con descaro ante lo que estaba pasando-


-No lo entiendes Athenea, ella es una zorra, una mentirosa -Esta se fijaba en como sus ojos se encontraban dilatados inyectados en sangre- A ti te hará lo mismo que a mí, no te confíes -El chico sonreía con una histérica sonrisa mientras clavaba su oscura mirada en su pareja acercándose lentamente hacia aquella-

Unos segundos después, Athenea sabía perfectamente lo que había que hacer.

- Corre -Gritaba en una susurro- Y no mires hacia atrás -Añadía mientras la pareja de Marcelo salia corriendo por la puerta-

El hombre no tardó en estallar en una ira descontrolada, todo iba demasiado rápido, y Athenea no quería perder al amor de su vida, aun era demasiado pronto, demasiado joven. Tras dar un último vistazo al corpulento hombre, salía corriendo por la puerta, lanzándole la llave que este le estaba exigiendo a gritos. Al salir se encontraba, a la joven que estaba esperando escondida tras unos arbustos.

-Te he dicho que corras, sígueme, cuando se tranquilice ya hablaremos con él, pero ahora no es el momento -Cogía con fuerza de la mano a la joven empezando a correr de nuevo con todo su ímpetu hacia el pueblo-

Faltaba poco para que la noche inundara la vacía carretera, y Athenea no estaba segura de que esa fuera buena señal. Tras caminar un kilómetro, una moto llegaba a su encuentro, por lo visto Marcelo no se daba por vencido. Tras bajar de esta, conseguía coger a su pareja por el cuello, que alzaba del suelo sin apenas dificultad. Athenea apenas podía asimilar lo que estaba sucediendo...

-Eres una puta, pídeme perdón -Su pareja se estaba quedando sin aire debido a la presión que este ejercía en su cuello- Ves Athenea, no es vuestra culpa pero sois todas unas zorras y unas putas, está en vuestra sangre -Athenea cierra los puños con fuerza tragando enérgicamente saliva-

-En nombre de todas te pedimos disculpas -Trataba de decir con convicción las tonterías que emitía por sus finos labios- pero has de saber que no hemos decidido nacer, y estoy segura de que desde esa incapacidad puedes medianamente perdonarnos.

Al ver, que este tan solo suaviza la presión, Athenea se acerca tratando con todas sus fuerzas de que baje el brazo, pero por lo visto es demasiado débil, lo golpea, se abalanza en este, pero este tan solo sonríe ante su gesto.

- Athenea lo estás complicando más, tiene que pagar el precio, no puedes entenderlo, pues eres mujer -Señala con un tétrico susurro-

- ¡Mira la policía! -Acababa de ver un pasante a lo lejos, no era la policía, pero probablemente llevara encima un móvil y pudiera llamar, pues ella se había quedado sin batería- Llame a la policía -Gritaba de nuevo dejando de prestar atención a su fornido contrario-

Al acercarse a este, Marcelo libera a la joven, y con un paso rápido adelantaba a Athenea para empezar a golpear al pasante de manera gratuita. Athenea se aleja de ellos para comunicarse con la chica.

-No te atrevas a llamar a la policía imbécil -Decía mientras el pasante ni se defendía-

- Corre lejos y escóndete, yo me ocupo de este pobre hombre -Susurra con angustia Athenea a la joven tratando de que los contrarios no pudieran oirla- A mi no me hará nada, es el hermano de Joan, y lo aprecia demasiado.

Con un rápido movimiento se acerca a los chicos, percatándose de que el pasante tenía la boca cosida.

-Marcelo -Gritaba con autoridad- No ves que tiene la boca cosida. Como se supone que va a llamar a la policía. Es mudo -Señalaba con desafío intuyendo lo que le esperaba-

Parecía que Marcelo entraba en razón y dejó de golpearle, por lo que el pasante aprovechó la oportunidad para salir corriendo.

Athenea decidió mantenerse quieta por el momento, para dar tiempo al pasante para escapar. Tras unos eternos instantes, comprueba como Marcelo corre a su encuentro con una sádica sonrisa.

- Athenea que voy a hacer contigo... -Ahora ambos se habían quedado solos, y en ese momento si que tenía mucho que perder-

El roce de la yema de los dedos del Ente, hacen que esta vuelva a la realidad. Traga saliva con fuerza al notar como este hacia el ademán de estrangularla, por el momento mira hacia abajo esperando su sentencia hasta que se percata de que este vuelve a sentarse en su sitio para proseguir con su tedioso discurso.

Para sorpresa de la joven este empieza a responder a su anterior pregunta. Fija la mirada para clavarla a la esmeralda mirada de su contrario, permaneciendo de nuevo en silencio, tratando de analizar las auténticas intenciones del Ente.

"Ella es "alguien"..." Quizás el vínculo entre ambos era más fuerte de lo que se podía imaginar... "Quizás..." Su pensamiento se ve de nuevo interrumpido por el cambio de posición a la que se ve sometida, ahora se encontraba cara a cara con el ente, sintiendo la cálida respiración proveniente del Ente en su rostro. Tan solo lo observa sin pronunciar palabra manteniendo una gélida compostura. Tras esbozar de nuevo una amenaza, la empuja a su asiento para seguir aclarando sus intenciones. Parece que el Ente realmente está interesado en desentrañar su patética historia, y hará lo posible para conseguirlo.

- No me esperaba menos de un Ente con tanto conocimiento y poder, pero he de reconocer que realmente me asombra que quieras perder el tiempo conmigo -Fija su parda mirada en su contrario reflejando entereza en su rostro de tez blanca- Pero bien, si te apetece conversar, adelante, nunca desaprovecho la oportunidad para disfrutar de una buena conversación ¿de que quieres charlar? -Sentencia con una atrevida sonrisa-

Noto como la respiración de Athenea se aceleraba, notaba que estaba intentando aparentar seguridad pero el Ente notaba que le había dado donde mas le dolía y por eso había reaccionado de esa manera, aunque intentase ocultarlo. También reacciono cuando el ente le dio ese contacto a su garganta, noto como tragaba saliva y miraba hacia abajo esperando que la estrangulara, pero no lo hizo, si no se acabaría este juego y quería seguir con ella un poco mas

Sus miradas se volvieron a encontrar mientras el hablaba y Athenea le miraba en silencio, escuchando todo lo que decía mientras parecía buscar algún tipo de sentido a sus palabras, si lo encontraba seguramente no podía entenderlo, como el había dicho si le contase lo que el es seguramente su cerebro no podría soportarlo y tendría una muerte... rápida e indolora.

Tras empujarla a su asiento Athenea la miro, el Ente podía notar que ya no estaba tan confiada como antes, parece que todo lo que había dicho había surgido efecto en Athenea, o a lo mejor es solo que tenia miedo, era comprensible. Seguía sin entender porque quería charlar con ella, como si pensara que seria una perdida del tiempo, el Ente encontraba esto... gracioso cuanto menos.

-Yo no "pierdo el tiempo", se lo que tengo que hacer y cuando lo voy a hacer, mientras tanto hago lo que me apetece, pero tienes parte de razón, parece extraño que quiera charlar contigo

Sus dedos se entrelazaron, descruzo sus piernas, puso sus codos en sus rodillas y se sujeto la barbilla con las manos, mirando a Athenea fijamente, como llevaba haciendo desde hace rato

-Puede que solo este jugando contigo, dándote esperanzas de vivir mientras pienso en una manera de acabar contigo que a mi divierta- Si la cara de Martha pudiera sonreír, Athenea estaría viendo una gran sonrisa en la cara de esta, pero solo podía ver el brillo de los ojos, normalmente no solían denotar mucha vida pero esto no era así cuando el Ente tenia el control -Oh puede que quiera... devorarte, para luego escupirte como si no fueras mas que un objeto de usar y tirar

Separo sus manos y volvió a su pose de antes, con sus piernas cruzadas y los brazos un poco abiertos, como si invitase a Athenea a meterse en su mundo, tenia una pose muy abierta. Se levanto de su butaca y se puso completamente recto para poder andar por la habitación con pasos lentos, llegando hasta donde Athenea estaba sentada y dando vueltas por su espalda la cogió de los hombros con ambas manos

-Charlemos entonces, de un tema que a mi me interese- se quedo un momento pensativo, quitando su mano derecha del hombro de Athenea para ponérselo en la espalda -Ah ya se, la naturaleza humana. ¿No es gracioso y curioso como todos los humanos tienen ese fijación por buscar sentido a su vida? Ya sea por el trabajo, por las aficiones o por el... amor. ¿Y para que? Os pasáis la vida intentando encontrar vuestro lugar en el mundo, como si pensarais que sois de alguna forma importantes ... ¿Tu también buscas sentido a tu vida, Doctora?

Se agacho un poco para poner su cara al lado derecho de Athenea, esperando su respuesta mientras la miraba el perfil de su rostro, pero no dejo que respondiera sin antes lanzarle otra pregunta

-¿O esperas que alguien le de sentido a tu vida?

De nuevo Athenea escucha en silencio las palabras del Ente. Parecía que este sentía la necesidad de justificar su interés por mantener una conversación con ella, ¿Quizás le había dañado en su orgullo? ¿O realmente había algo en él que se pudiera rescatar? Fuera como fuera, sabía que no tardaría en descubrirlo. Y en realidad, no estaba segura de saber si quería conocer la respuesta. Tras su réplica, Athenea segue inmóvil por la energía que la envuelve, pero segue clavando su parda mirada en la esmeralda mirada de su contrario, analizando como este cambia de posición, probablemente con la intención de marcar un territorio que en realidad Martha ya había conquistado. Una imperceptible sonrisa se le escapa en la comisura de los labios al pensar sobre ello.

"Vivir" Casi se alegra de saber que el Ente por fin acabará con su sufrimiento, sin tener que llevar a cabo otros métodos para conseguirlo. Ya había vivido todo lo que tenía que vivir, un teórico gran amor, había conseguido el trabajo de sus sueños, ejercía de su pasión, y tenía una correcta solvencia económica que le permitía comprarse todo detalle de lujos ¿Qué más podía pedir? Lo único que le falta son las ganas de vivir, o al menos dar sentido a su vida, y por el momento nada ni nadie ha conseguido llenar su vacío desde la primera vez en que Joan la había abandonado, demostrándole que realmente, y valga la redundancia, su existencia no tiene sentido. Percibe durante unos instantes un fogoso brillo en su mirada esmeralda, realmente advierte que el Ente siente placer con lo que hace. "Usarme y tirar" Esas palabras ya no alegraban tanto a la joven terapeuta, intuye en el fondo de su ser, que en realidad el Ente pretende juguetear con su débil mente. Remarca como el Ente vuelve a adquirir su anterior pose, para seguidamente levantarse de nuevo, situarse detrás de esta y posar de manera abrupta sus manos en sus hombros que acababa cogiendo y sujetando.

De nuevo, el Ente procede a seguir con su farragoso discurso que estaba adquiriendo la mala costumbre de abordar el núcleo de sus inseguridades. Nota como retira su mano derecha para posarla sobre su espalda, un escalofrío la invade ante este tacto inesperado, casi puede sentir placer ante este atrevimiento, pero su orgullo se precipita para corroerla con un vil remordimiento. Las palabras que prosiguen no ayudaban a que esta se sienta mejor, con cada una de ellas, siente como pequeños alfileres se van clavando en su alma ya despedazada. Ahoga un suspiro con el fin de mantener la compostura. Athenea esta rota por dentro, pero nunca lo demostraría ante el orgulloso y engreído Ente, al menos no, de manera consciente.

Cuando parecía que este ya había acabado con su denigrante discurso, lanza una última pregunta que la deja totalmente petrificada. Puede notar como un afilado cuchillo acaba de traspasar su pecho, su respiración se acelera sin control, pero traga con dificultad saliva para tratar de armonizarla. Corresponde con audacia la esmeralda mirada del Ente que ahora se encuentra al lado derecho de su rostro.

- Imagino que todos los burdos humanos buscamos el sentido de la vida ¿no? -Consigue responder paulatinamente a la primera pregunta formulada restándole importancia a la que realmente le había afectado- Es una tara y un peso que tenemos que llevar los humanos con nosotros ¿No estás de acuerdo? -Arquea una ceja al enfatizar la pregunta- Y bueno, con lo que respecta la última pregunta -Añade con un fingido tono casual sin perder de vista los ojos esmeralda a su contrario- Pues la verdad, ¿tan malo sería admitir que necesitamos amor en nuestras vidas para sentirnos completos? -Sentencia con determinación esperando que esta respuesta le satisficiera- O dime, ¿tú que opinas? ¿me dirás que con tu larga experiencia vital no crees que el amor es tan importante como el odio en la vida de los seres vivos? -Athenea se había mentido durante muchos años con esta justificación por lo que no le resultaba complicado hacer lo mismo con el Ente-

Con cada palabra que salia de su boca podía sentir la respiración de Athenea acelerarse  como si sus palabras fueran agujas que amenazan con atravesar su cuerpo en cualquier momento, también disfrutaba viendo como esta intentaba darle un sentido  a sus palabras,  como si inconscientemente estuviese buscando una razón de que el Ente estuviese en esa sala con ella, o puede que fuese por el simple hecho de poder tener la mente distraída y no pensar todo el rato que en cualquier momento podría ser asesinada por este.

Pudo ver, por un segundo, una sonrisa en el rostro de su compañera ¿Acaso se alegraba de algo? El Ente pudo entender que su vida seria tan patética y vacía que no le importaba tanto si el acababa con su vida, puede que hubiese sufrido tanto que creyese que lo único que le faltaba por sufrir era su propia muerte... Para el Ente ella no podía estar mas equivocada.

El escalofrió de Athenea transmitió una sensación de dominación al Ente, como si hubiese acariciado a un gatito asustado que pudiese coger y... lanzar a las vías del tren.  La tenia en completo control, aunque Athenea seguía intentando aparentar que eso no era así, intentando aparentar la seguridad que ya no le quedaba. Ahora le tocaba a ella responder las preguntas lanzadas por el ente, aunque le doliesen se arriesgaba si no lo hacia, pero respondió a sus preguntas con mas preguntas, eso le pareció divertido.

Se centro primero en su tercera y cuarta pregunta, las demás eran menos importantes y prefirió responder estas antes que ninguna

-Eso que vosotros llamáis amor no es nada mas que químicos que suelta vuestro cerebro para engañaros a reproduciros y seguir con vuestro legado- Retiro sus manos del hombro y espalda de Athenea y dio una vuelta asta estar enfrente suya -No solo vosotros, por todo el universo miles de especies creen en eso llamado "amor", algunos le ponen diferente nombre pero todos acaban pensando en el amor como algo "importante" en su vida ¿O acaso creías que el amor era algo solo humano? Incluso los animales se podría decir que siente "amor", ellos también se reproducen como vosotros ¿O acaso ellos no sienten amor por que según vosotros no son conscientes de si mismos?

Levanto con su energía el brazo de Athenea y la cogió de la mano, levantándola de un tirón. Era alta, pero aun seguía siendo mas bajita que el cuerpo larguirucho de Martha, si se viese desde lejos parecería a una hermana mayor cogiendo de la mano a su hermanita pequeña

-El amor como "sentimiento" no es importante, la acción de reproducirnos si es importante, bueno, para vosotros yo hace tiempo que no tengo esa necesidad- cogió la barbilla de Athenea y la elevo un poquito -¿Que si el amor es tan importante como el odio? Estúpida, el amor y el odio son lo mismo. La historia eterna del universo, chico conoce a chica pero son separados por otro hombre u otra mujer, entonces hay guerras, batallas y asesinatos. Dándole esa importancia innecesaria a lo que vosotros llamáis emociones lo único que conseguís es... la muerte. Si seguís así no tendré que hacer mi trabajo- soltó una pequeña carcajada para luego clavar su mirada en los ojos de Athenea, aun sujetando su barbilla y elevando su mirada mientras sus manos seguían unidas, apretando la mano de Athenea con fuerza -Era una broma, mi trabajo a de ser completado, se podría decir que ese es mi razón de ser... si...  Pero hablando de ti ¿No crees que es mejor la libertad? Hacer lo que uno quiera sin tener que pararnos a "escuchar lo que nos dice el corazón" ¿No daría eso mas emoción a... una vida aburrida y monótona?

Parecía que sus preguntas estaban teniendo el efecto deseado, el Ente ya no se centraba en ella, sino que volvía a sentir la necesidad de justificarse. Si seguía así, quizás conseguiría desviar su atención. Se mantiene de nuevo muda esperando que el Ente acabara su árida disertación. El momento de las fútiles preguntas habían llegado, el Ente se encontraba ante ella, al no poder moverse, enfatiza con la mirada un ademán de acercarse hacia su rostro procediendo a responder.

- Bueno, -Tragaba saliva con suma discreción tratando de asimilar la sobrecogedora verdad que el Ente le acababa de servir en bandeja- Es evidente que todos o prácticamente todos los seres vivos, somos invadidos por esos químicos con el fin de procrear -Respondía lentamente manteniendo fijamente su parda mirada mientras sus pupilas se dilataban- Pero el echo de que seamos conscientes, o de que otros seres vivos sean conscientes -Matiza esbozando una pícara sonrisa- Es lo que creo que marca la diferencia

Tras perfilar estas palabras, el Ente volvía a abusar de su poder para manejar su cuerpo físico a su antojo. En esta ocasión, había levantado su brazo derecho para acercarla hacia él, quedándose frente a frente, cogida de la mano que había arrastrado. Era consciente de que su vida corría peligro, pero por un momento podía jurar que estaba empezando a sentir una suerte de excitación que se estaba evidenciando en cada poro de su piel. Llevaba demasiado tiempo anhelando las hábiles manos de Joan, y su frágil cuerpo le estaba recordando que tenía unas necesidades físicas que cubrir. Pero jamás admitiría esta debilidad ante el Ente, pues de lo contrario sabía que estaba perdida.

"La acción de reproducirnos si es importante..." Se repetía a si misma, antes de ser interrumpida por el inesperado pero delicado gesto del Ente, produciéndole de nuevo un escalofrío que recorría de arriba a abajo su espalda. Mantenía clavada su parda mirada en sus despiadados ojos. Su respiración empezaba a agitarse, pero como experta del disimulo tan solo parpadeaba levemente, fingiendo una segura sonrisa con el propósito de aparentar una completa serenidad. "¿La muerte?... Acaso es peor morir por una causa tan loable que vivir bajo el yugo de los meros instintos" Reflexionaba fugazmente hasta que se detuvo ante las palabras que seguían. "¿Cómo? ¿No tendrá que..." De nuevo el Ente la sorprendía con una vil carcajada manipulando su barbilla, clavando su mirada en esta, mientras sentía como apretaba con fuerza su mano. "Pero, que es lo ¿que pretende?" En lo más profundo de su ser, Athenea quería pensar que en realidad el Ente estaba anhelando la comprensión y el cariño que nunca había tenido, pues es lo que denotaba con sus gestos no verbales. En la furia de su agarre, podía percibir una suerte de calidez que no conseguía explicar. Aunque también podía ser, que la misma Athenea estuviera proyectando unos temores que estaba evitando confrontar. La situación se estaba complicando por momentos, pero Athenea no iba a rendirse tan fácilmente.

- Tu trabajo ha de ser completado... -Retoma con total tranquilidad- ¿Y cuál es tu razón de ser? -Preguntaba la joven con sentida curiosidad- He de admitir que si nos ceñimos a las premisas que has argumentado a lo largo de tu elaborado discurso, la solución que planteas es la más óptima -Hace una leve pausa clavando su parda mirada a la de su contrario- Incluso la más eficiente. Ahora bien, visto desde mi punto de vista, que no tiene porque ser el más certero, yo me pregunto, ¿Qué libertad hay en ser prisionero de sus instintos? -Mira con atención la reacción del Ente saboreando a su pesar, la cálida respiración que colisionaba en su rostro- ¿No es más divertido poder escoger entre ambos? ¿Entre lo que nos dicta el corazón y los instintos? ¿No es ahí donde radica la auténtica libertad? -Sentencia arqueando levemente una ceja-

Cada vez que avanzaba la conversación el Ente sentía mas y mas que  Athenea no podría añadir nada a la conversación que fuera... "relevante", menos mal que con lo que dijo se le cambio esa sensación, si que se podría decir que la diferencia entre ser conscientes de uno mismo podria ser lo que marcaba la diferencia entre seres... pero seguía siendo un pensamiento demasiado humano para el pensamiento del Ente, pero claro no iba a pedir mas de una simple humana.

Noto esa sonrisa picara en el rostro de ella, sus ojos se quedaron un momento mirando ese gesto facial ¿De verdad creía que sonreirle era lo mejor que podía hacer?  Esta escena empezaba a parecer a la de un vaquero con un rifle consolando a su caballo herido antes de sacrificarlo.

El continuo hablando y ella siguió escuchando, parecía ser la dinámica de su conversación, el esperaba de ella una respuesta que le hiciese poder seguir la charla ya que como el le había dicho, estaba charlando asta saber que hacer con ella... su destino estaba en sus manos y en sus palabras.  Athenea seguía intentado estar calmada, pero su respiración agitada no era difícil de notar, sabia que el Ente le producía una sensación... ¿De miedo? No, parecía ser mas de intranquilidad

Pero ahora la que le preguntaba algo era ella a el, y una pregunta que estaba mas que dispuesto a responder

-¿Quieres saber cual es mi razón de ser?- Dejo de sujetar la barbilla de Athenea para cruzar los brazos de Martha tras su propia espalda, dando la vuelta para dejar el contacto visual con su compañera de charla, aun no dejando que se moviera rodeada por el aura de energía -Fui creado con un solo propósito... Yo pondré fin a el universo, a todo lo que contiene- volvió a girarse hacia Athenea, mirándola a los ojos, los verdes ojos brillaban con convicción -Todo lo que fue, todo lo que es y todo lo que sera... acaba conmigo

La conversación siguió con su curso natural... pero algo molesto al Ente, ella había entendido que el se refería a seguir los instintos cuando no era así, para nada y que no le escucharan, o que no cambiaran sus palabras era algo que... no soportaba

-No dije nada de instintos- subió su tono, casi al punto de gritar -¡Yo hable de libertad maldita estúpida!- el Ente apretaba su puño con fuerza, aumentado la presión del aura de energía que rodeaba a Athenea -¿¡Acaso tu cerebro no entiende lo que le digo!?

En sus ojos se podía ver rabia y la presión aumentaba, pero en vez de ser Athenea la que era aplastada fue la butaca en la que antes había estado sentada Martha, exploto en mil pedazos que no salieron volando por la sala ya que el Ente sujeto las piezas con un aura de energía, flotando, asta que la soltó y cayeron al suelo. El Ente pareció ir calmándose poco a poco después de haber destrozado la butaca, haciendo que la presión de Athenea se relajase, aun estaba bajo su control pero al menos ya no tenia miedo de ser aplastada

-Vamos a tranquilizarnos ¿No crees? Venga alégrate, al menos no fuiste tu, es mas fácil limpiar eso que... la sangre- Volvió a dar una vuelta alrededor de Athenea pero esta vez para darle un fuerte "azote" en el culo, si el Ente tenia genero estaba claro que era masculino por el acto tan machito que acababa de cometer -No es tu culpa tener un intelecto inferior

Tras dar esa vuelta, giro el cuerpo de Athenea para tenerlo frente a ella, volviendo a tener contacto visual con ella, parecía gustarle mirar a su "juguete" a la cara.

-Los humanos... no, ningún ser mortal puede alcanzar la verdadera libertad, por eso yo estoy aquí- dio un toquecito con su dedo indice a la gema -Porque soy libre sí, aunque este dentro de esta prisión impenetrable... sigo siendo libre, mas de lo que tu nunca seras.

Se quedo quieto un momento y moviendo la mesita que aun seguía intacta en la habitación se sentó en ella, haciendo que Athenea también se sentara en su asiento

-Pero bueno, ¿Tu eres una terapeuta? Venga, intenta comprenderme lo mejor que puedas... métete en mi mente todo lo posible para ti, si eres tan valiente como intentas aparentar

Su mirada era desafiante y mientras Athenea se pensaba si hacerlo o no, el Ente se quito la bandana de Martha dejando ver su rostro herido al completo, una imagen que no era muy agradable de ver

-¿O tienes demasiado miedo?

Miraba con sentida expectación esperando la respuesta, asintiendo levemente con su rostro. Al entender el auténtico propósito del Ente no pudo evitar emitir un suspiro de frustración. En efecto, no era la primera vez que escuchaba a alguien decir que era dueño de la existencia, y que tenía un cometido mayor.

Dos años antes, cuando su ex-pareja llevaba meses suplicándole volver con ella por tercera vez, hizo una extraña llamada. Era tarde por la noche, y no había silenciado el móvil, aún podía recordar la exasperación que sentía en aquel momento por contestar al teléfono. Con auténtica pesadez respondía a la llamada.

-¿Qué quieres Joan? No ves que son las 04h de la madrugada. -Decía mientras se sentaba en su amplia cama en plena oscuridad contemplando la luna llena a través de la ventana-

- Cuqueta, creo que tenías razón, algo no va bien -Escuchaba una agitada respiración tras el teléfono-

- Me alegra saberlo... -La joven de ojos pardos miraba la hora de nuevo reafirmando mentalmente lo tarde que era- ¿Te parece si lo hablamos mañana? Cuando sea de día y esas cosas...

- Cuqueta, espera, no, no cuelgues, no lo entiendes, mañana será demasiado tarde...

Poniendo los ojos levemente en blanco y ahogando un suspiro, seguía manteniendo la llamada, Athenea era consciente de que estaba cometiendo un error.

- A ver, dime que es lo que no puede esperar a mañana -Susurraba bostezando ligeramente-

- Pues verás, he estado escuchando las voces de Kant y Hegel; y bueno, te parecerá una locura, pero creo que tienen razón... -Balcuceaba el joven con dificultad-

- Unas personas te han hablado... Entiendo... En fin, me alegro por ti... Esperemos que así siga... -Por aquel entonces la joven prefería ignorar lo que realmente le estaba preocupando, necesitaba dormir sus horas, y su corazón herido aún sangraba desde su anterior ruptura-

- Verás, son los filósofos... Me han dicho que tengo que hacer grandes cosas -Athenea apenas reconocía la manía con la que se estaba expresando, por un momento notaba como su pecho se encogía, algo no andaba nada bien con Joan-

-A ver si lo estoy entendiendo -Miraba fijamente la luna tratando de mantener la calma fingiendo controlar la situación- ¿Unos filósofos que han fallecido hace siglos te están hablando? ¿Es correcto? ¿Y te dicen que hagas cosas? ¿Me equívoco?

-No me dicen que haga cosas, me dicen que tengo un gran propósito. Pero eso no es lo que me preocupa. Me preocupa saber que no es normal que los escuche como si fuera real.

En ese momento, Athenea trataba de cerciorarse de que realmente estaba despierta, y tras pellizcarse levemente, se lamentaba comprobar que así era.

- ¿Has fumado o bebido? -Sabía que a veces Joan tendía a consumir sustancias que quizás le hubieran afectado más de la cuenta-

- Que no, que no, que no lo entiendes, llevo meses sin fumar nada de maria y he consumido lo mismo de siempre. Tengo el sentido de la vida entre mis manos, pero eso no puedes entenderlo, eso ya lo descubriréis en su momento... Te repito, que el único problema es escuchar voces de personas que ya no forman parte de este mundo. Aunque quizás... -Daba la sensación que por un momento Joan se estaba planteando de su ese era o no un problema-

- ¿Cuánto tiempo llevas sin dormir? -Expresaba la pregunta como si saliera de sus entrañas-

- ¿Dormir? Eso es una pérdida de tiempo, no tengo tiempo que perder, tengo que componer, escribir... Hacer grandes cosas, y no tengo tiempo... Duermo lo justo...

Realmente estaba cansada de escuchar sus visiones, no era la primera vez que este le llamaba de madrugada, pero si que explicitaba oír voces de personas fallecidas que le ayudaban a alcanzar un propósito "superior".

-No me mal interpretes, pero sospecho que si recuperas tus horas de sueños, dudo que vuelvas a tener estas visitas.

- Pero he de llevar a cabo mi misión...

-Mira, es tarde -Por primera vez en su relación marcaba su territorio afianzado su espacio vital- Has de descansar y punto, y si no quieres hacerlo, no lo hagas, pero yo si que necesito dormir porque mañana madrugo y ya me has roto el ciclo del sueño. Si quieres mañana lo hablamos. Y si no puedes dormir, tómate una valeriana o un tranquimacin, pero estas no son horas de hablar según qué temas. ¡Buenas noches! -Seguidamente Athenea colgaba el teléfono-

Nada de aquello tenía sentido... Nada importaba... Lo cierto era que cualquier tipo de experiencias era mejor que tener que soportar el arduo peso de la soledad... Pues contra la mundana existencia uno siempre tiene el poder de decidir como actuar, mientras que con el peso de la soledad, uno tan solo puede soportarla. De nuevo, la joven parecía revivir una mala jugada del pasado. Es consciente que debería sentir miedo, terror, pero la sensación que más ahondaba en ella era la pesadez de tener que revivir lo mismo.

Tragaba saliva muy lentamente, ante sus últimas palabras. El echo de que alguien pudiera dañarla en estos momentos no le preocupaba, pero saber que se involucraban a más seres vivos, ese ya, era otro cantar, que iba en contra de sus principios fundamentales. De todas maneras, tenía que seguir investigando la naturaleza de su auténtico propósito. Perdida en sus fútiles reflexiones se ve interrumpida por la brusca aclaración del Ente. Iso facto, tensa la mandíbula ante la rabia que este desprendía en ella, Athenea tenía muy poca tolerancia a la furia desatada proveniente de cualquier ser vivo, y esta no parecía ser la excepción. Al instante empezaba a notar una fuerte presión que parecía hervirle la sangre, no podía pensar, probablemente se debiera al capricho del Ente. Tan solo quedaba esperar su fin...

Más que el miedo a perder la vida, tenía miedo a su reacción en sí, a la sorpresa en sí. La butaca explotaba en mil pedazos. Como una débil humana tan solo pudo cerrar los ojos, sintiendo que apretaba los puños esperando que este acabara con ella o se tranquilizara por si solo. No era el momento de flaquear, era el momento de aguantar, hasta ver la oportunidad de escapar y mientras tanto, aprovechar para averiguar cada mínimo detalle sobre los sórdidos planes del Ente. El ruido de las piezas caídas al suelo unido a la repentina liberación de la presión, daban a entender a la joven que el orgulloso e incomprendido Ente se estaba calmando.

Asentaba ligeramente la cabeza ante su propuesta mientras su mente se dispersaba. "Con que consigas calmarte un poco, me daré por satisfecha..." Miraba levemente hacia arriba, lamentándose de haberse levantado esa mañana, y haber aceptado este trabajo en EEUU.

"La sangre..." Mira con sentido desafío ante estas últimas palabras, le tenía miedo si, estaba claro que a la mínima oportunidad escaparía, pero a veces su aparente orgullo yacía para hacer estragos. Bajando rápidamente la mirada, al ser invadida por un penetrante miedo, hasta que un intenso azote la toma desprevenida. "Está jugando conmigo..." Tensa su rostro ante la impotencia de no poder hacer nada. Una profunda rabia la asalta, parece que el maldito Ente sabe cual es su punto mas débil, esta marcando de nuevo su territorio, y lo peor de todo, es que a una parte de ella le gusta. ¿Qué tipo de persona es por sentirse así? Por suerte, una sensación de miedo y de furia se presentan ante ella, recordándole, que tan solo es humana. "Claro, la culpa es de quien me creó por haberme puesto en esta "oportuna" situación" El Ente volvía a clavar su fría mirada en la terapeuta, mientras marcaba de nuevo su territorio con sus ácidas palabras. La sentaba en el asiento ante ella mientras este se quedaba apoyado en la mesa.
Justo en el preciso momento en el que Athenea iba a responder el Ente se quitaba la bandana ante ella mostrándole su rostro dañado. Apenas podía creer lo que estaba viendo, una sensación de pena y de asco asomo desde sus entrañas. Esto es lo que pretendía el Ente, hacerla dubitatear, por lo que rezó para mostrarse lo más impasible posible.

- Sabes -Su mirada adquirió un brillo de compasión- No sé, que es lo que ha sucedido para que el cuerpo de Martha haya adquirido tales daños. Ni que historia se esconde tras ella -Su rostro delata la tensión que realiza para fijar la mirada en los ojos esmeralda del Ente- Pero que te hayas quitado la bandana ante mí me da a entender que es más significativo de lo que a priori parece, ¿tú que opinas? -Añadía con una dulce voz tratando de calmar los gritos de su alma por escapar-

Pudo escuchar el suspiro de Athenea ante su respuesta, pero no le dio importancia a tan insignificante gesto. En el corto instante en el que el Ente se había enfadado pudo notar como la doctora le tenia miedo ¿A el o al hecho de que probablemente moriría aplastada por la energía? no importo ya que al final no fue ella la que salio herida.

Cuando hizo explotar la butaca vio como cerraba los ojos, casi parecía que se hubiese preparado morir pero cuando se dio cuenta de que no fue así, pareció quedarse mas tranquila, asintiendo cuando el Ente dijo que debían calmarse... aunque estaba claro que el que tenia que calmarse era el. Vio como bajaba los ojos ante el miedo que le producía en ella, algo normal no era la única que le tenia miedo, temerle o adorarle, siempre era una de esas dos cosas lo que acababa pasando. No sabia que le había parecido su gesto, aunque a el Ente le hubiese dado igual, no le importaba si le gustaba o no ella estaba bajo su total control y haría lo que quisiera con ella.

Cuando quito la bandana que Martha se ponía para cubrir sus heridas esperaba diferentes reacciones, esperaba que tuviese miedo, que mirase para otro lado o incluso que le diesen arcadas si era mas... sensible, lo que no se esperaba es que le hiciese una pregunta sobre la importancia que tenia para el esas heridas en el rostro de la mujer

-¿Significativo?- El ente la miro, arqueando una ceja ante esa pregunta -Eso depende de la importancia que tu creas que tiene ¿Es importante que tras casi morir en un fuego esta sea la única herida que tenga? Toda su familia murió en el incendio, pero no ella ¿Eso hace a esta herida mas importante?

El ente miraba a Athenea con ojos desafiantes, pero había algo mas en su mirada, algo que era difícil de descifrar, como si el propio Ente estuviese escondiendo algo que no quería decirle a la doctora

-Para mi su importancia es... ciertamente nula, no soy yo el que lleva esas heridas, ademas- Con su mano toco la cara de Martha, pasándola por su herida con suavidad -Yo he tenido que sufrir heridas mas profundas que estas, y aquí sigo.

Estiro un poco su brazo derecho para tomar la mano de Athenea, sin moverla de su sitio. Con su dedo pulgar acariciando su mano suavemente, era muy suave cuando quería aunque en cualquier momento podría hacerla explotar en una masa sanguinolenta, algo parecido a lo que había hecho con la butaca.

-¿No tenemos todos heridas?... Bueno, eres tu la "terapeuta", continua con tus preguntas venga, el reloj sigue corriendo- Soltó la mano de Athenea, para hacer un gesto como de manecillas de un reloj con sus propios dedos -¿No querrás ser tu la próxima butaca, no? A ver si consigues- Se dio un toquecito en la cabeza con su dedo indice -Aquí adentro.

El personaje de Atenea ha abandonado el foro. Por favor piensa si quieres que este post cuente para tu cronología, en cuyo caso lo cerraremos, o si prefieres que no cuente, en cuyo caso lo mandaremos a la papelera.