Solaris Omega Universe
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| Tema: El misterioso Hikikomori: (Athenea.A)[02/04/2019] 1st Junio 2018, 10:04 | |
| 2 de Abril del 2019 18.00 de la tarde Stuttgart Castillo de HohenzollernHubiera querido empezar el día despertándome. Pero para eso habría tenido que ser capaz de conciliar el sueño. Mi insomnio tenía sus idas y venidas, pero desde la invasión alienígena que había sacudido Berlín pocos días atrás había decidido alargar su estancia, y no parecía que fuese a marcharse nunca. Me resultaba extraño el desarrollo de los acontecimientos, sobretodo teniendo en cuenta que cuando volví a la base tras la catástrofe estaba demasiado afectada para tratar de evitar el descanso que mi cuerpo y mente necesitaban. Pero sólo fui capaz de reposar el cuerpo en un sueño ligero y agitado, que se cortaba de manera abrupta y constante debido a las vívidas pesadillas. Intentar dormir las dos noches siguientes se convirtió en una tarea imposible, y al final, me dedicaba a rondar por el castillo de noche, saludando a los guardas de seguridad, a los alumnos de prácticas, clases nocturnas, o que estaban preparándose para exámenes y pruebas finales. Iba a mi despacho, y trabajaba, hasta que el cansancio no me dejaba enfocar la mirada. Después de tres días sufriendo los efectos de la falta de sueño, el cansancio, la pesadez del cuerpo y el agotamiento, me percaté de que mi ilusión sufría los primeros efectos. Los colores eran menos vivos, los detalles menos nítidos. Sabía lo que venía a continuación. Pronto empezaría a descontrolarse por completo, y ya no podría mantener mi imagen. En ese momento, no podía permitírmelo. Había pasado demasiado en muy poco tiempo, estábamos a un mes de los exámenes finales, de las vacaciones, de los cursos de verano, la jornada de puertas abiertas y los campamentos.
Me miré al espejo, tratando de centrarme con todas mis fuerzas en mantener la impresión limpia y nítida que me caracterizaba. Pero mi cerebro estaba disgregado en demasiados pensamientos. Tras un rato, lo di por imposible. Había pasado varias horas durante la noche hablando con Uwei 03, y aunque sentía que mi espiritualidad me estaba ayudando a sobrellevar todo ese horror, era mi aspecto cognitivo y emocional el que me estaba dando problemas. Me llenaba de pensamientos negativos, agobio, nervios. Me atormentaba con los errores que había cometido en ese escenario que se convirtió en un genocidio, por parte de ambos bandos. Sin control, sin mesura. Destrucción pura y dura por intereses propios.
Necesitaba ayuda. Me pasé ese día encerrada en mi cuarto, bajo el pretexto de la enfermedad. No tuve que delegar tareas salvo por las recepciones, de las que se encargaron en mi nombre los demás. Puede que no se mencionara, pero sabían que lo sucedido me había afectado en gran medida, y aunque todos se mostraban comprensivos, no era eso lo que quería. Quería merecer el nombre con el que todos me llamaban. El que había heredado de mi madre, y que estaba manchando con mi falta de experiencia y profesionalidad. Iron Maiden II. Hablé con mi hermano, y después de explicarle mis intenciones, entre los dos preparamos el escenario, en el interior de mi habitación. Busqué entre todas mis fuentes, procurando simplificar todo en la medida de lo posible. De entre una nube de nombres escogí uno de ellos, después de ir descartando por particularidades los demás: Quería alguien joven, pero con relativa experiencia. Con un sistema de tratamiento que me pareciera aceptable. Que no fuera un novato, pero no se hubiera hecho un renombre todavía, pues necesitaba atención de urgencia y cuanto más popular fuera en la comunidad más complicado sería acceder a sus servicios con rapidez. Alguien a quien no hubiera visto y no me hubiera tratado nunca con anterioridad. Que pudiera atenderme a distancia. A través de correo electrónico, contacté con varios.
Al final me decanté por una joven mujer, llamada Athenea. Björn me explicó todo lo que necesitaba tener en cuenta sobre ella. Organizó el equipo en el interior de mi cuarto, inició un protocolo de Hackeo de señal irrastreable. Luego, dejó que iniciara los procedimientos de seguridad, y se marchó. Sólo me dio un apretón en una mano. Para mi, ese gesto viniendo de él, era un mundo. Comprobé el reloj. Las 17.45. Habíamos acordado iniciar la sesión a las 18.00, 12 de la mañana para ella, según el horario de Nueva York. Las 02.00 de la mañana, en Tokio, Japón, donde se suponía que estaba. No iba a presentarme como yo misma. Nunca hacía eso en las terapias. Me presentaría con uno de mis alter egos, que había creado de manera específica para esa sesión concreta y que no podría relacionarse conmigo en modo alguno. Creé una imagen para ella, asegurándome de que resultara sencilla de mantener aunque me alterara. Tonos sencillos. Grises. Modificaciones genéricas, pero con detalle suficiente para hacerlas realistas. Una de esas caras fáciles de olvidar, de persona corriente en la que nadie se fijaría. Para Athenea, la psicóloga, yo era Aki, una mujer Hikikomori que quería buscar ayuda.
Mi enfoque era claro. Trasladaría mis sentimientos a la situación concreta de Aki, vertiéndolos a través de ella, y buscando en las pautas que le dieran la aplicación a mis propios problemas. Tenía que ser así, si quería salvaguardar la seguridad del equipo. Lo que me afectara dentro de él, debería ser tratado fuera de la MKL.
Aguardé frente a la pantalla, en esa escena asfixiante con cosas apiladas, en la que se daba sensación de que tenía un problema de acumulación. Mi rostro iluminado tan sólo por la luz de la pantalla frontal y la lateral, el resto de la esquina en una penumbra oscura. Habíamos forzado la perspectiva, para que pareciera que vivía en una de esas mini-habitaciones del país nipón. Conecté el Skype:
*Inu-AKI está conectada*
Aguardé varios minutos en silencio, y cinco minutos antes de la sesión, dejé escrito:
- ¿Hay alguien ahí?
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