Colega, ¿Donde está mi anillo? (Bart Allen, Gween Stacy & Young Justice)[24 de noviembre de 2018]

Intenta recordar en cada momento  las enseñanzas de Max Mercury y sus sabias palabras “Sé  discreto”. Esperaba estar siendo lo que su primer mentor siempre esperó de él. Ahora que ya no estaba esperaba al menos que sus enseñanzas siempre le acompañasen a donde fuera que peregrinase. Que los recuerdos quedasen en su memoria para siempre y así una parte de  lo que fue su tutor quedase viva.   Con los años y  el constante entrenamiento había logrado ser un poco más paciente y tomarse las cosas con relativa más calma. No obstante, siempre le resultaba complicado. Unos días  más  que otros. La cotidianidad iba a un desquiciante y desesperante ritmo lento para el menor de los Allen. Paseaba por la calle jugando el videojuego  de moda en su consola portátil. Parecía  el típico adolescente que está  desconectado del mundo jugando en la consola, sin prestar la mínima  atención  a lo que pasaba a su alrededor. Pero él  era muy consciente  de todo lo que sucedía. Sus capacidades le hacían percatarse en medio segundo de cada cosa que acontecía. Cerca de donde se encontraba había  un hombre subido a una escalera limpiando los cristales de un establecimiento. A ese señor se le cayó  el limpiacristales. Antes de que la herramienta tocase el suelo, el señor ya la tenia de nuevo en su mano sin saber muy bien lo que había pasado. Una niña de unos seis años jugaba con una pelota en un jardín ubicado en la acera de enfrente. A la pequeña castaña se le escapó la pelota a la carretera. La menor, sin ser consciente de peligro corrió  tras la pelota hasta quedar en medio de la vía  automovilística. Justo en ese momento surgió  a toda velocidad por la avenida un coche rojo con dos líneas blancas en los laterales. El conductor conducía  el vehículo  de forma imprudente, a más  de la velocidad permitida en aquella zona. En un visto y no visto Bart sacó a la niña y a la pelota de la carretera. El velocista continuó paseando fingiendo  estar sumido en el mundo del videojuego. Un gato que maullar en un árbol  próximo porque  no podía bajarse. En dos segundos el animal estaba con sus cuatro pata en tierra firme. Un sonido agudo de una rueda friccionando abruptamente contra el asfalto, como consecuencia de un despiste del conductor de  una moto.  La moto estaba punto de descarrilar y dejar a su ocupante muy mal trecho. El de ojos ambar apresó  al motorista antes de que impactara contra el duro y frío suelo, frenó la moto, la enderezó y volvió a colocar al conductor en su lugar con el vehículo inactivo.  Era rápido y esas pequeñas  acciones las podía realizar sin ser captado por los ojos ajenos, a menos que fueras otro velocista o un kriptoniano.

Guay,  he pasado de nivel- dijo realmente emocionado como si nada más  importase.

Siguió  su camino en dirección a la tienda. Quería  comprar algo de comida poco saludable: patatas fritas,  chocolate con caramelo, gominolas y algún  que otro refresco. En la base había también  este tipo de chucherías  pero quería salir un poco del lugar.

Buenas - hablo de forma alegre al traspasar la puerta de la tienda de barrio a la que con frecuencia  acudía. El dependiente le sonrió  y le devolvió  el saludo.

Tomó  una cesta y empezó  a meter cosas en ella. Llenó  la cesta de plástico rojo hasta los topes y luego se dirigió  al mostrador a pagar. Al pasar por la zona de las revistas algo llamó  su atención. Había una fotografía de un objeto que él  conocía  muy bien. El Ojo de Dios: una cruz dorada que en cuyo centro tenía una espléndida joya roja.   Una reliquia que llegó a sus manos de forma fortuita y Trickster and White Lightning le ayudaron a devolver al monasterio de Perú de donde procedía. Se decía que aquella cruz otorgaba a cualquiera que la tuviera en su poder protección divina. Con interés  se puso a leer la noticia. En el periódico se relataba cómo durante unas semanas en el  The Metropolitan Museum of Art de Nueva York iba a contar con una exposición dedicada a la buena suerte a objetos considerados de buen augurio. No creía especialmente  en la buena suerte, pero se veía poderosamente empujado a visitar esa colección. La nostalgia  de su vida en Manchester le empujaba  a acudir al evento.

Con premura e intentando no llamar mucho la atención de los habitantes del pueblo se dirigió a la base. Quería preguntarle a sus amigos y compañeros de casa si le acompañarían. Con gran alegría y desparpajo les comunicó a los habitantes de Monte Justicia sobre la exposición y lo feliz que le hacía que allí se encontrase un reliquia que él conocía de primera mano. Que esa Cruz le recordaba mucho a su hogar Manchester porque había vivido una aventura muy divertida para recuperarla y hacerla llegar hasta su monasterio de origen. El joven velocista propuso hacer uso de la tecnología de los Tubos Z para llegar a Nueva York cuanto antes.


Estaba un poco emocionado y exaltado. La ilusión destilaba por cada poro de su piel del impulsivo joven. Empezó a jugar con el anillo para controlar un poco su estado ansioso. Como su ánimo había  decaído tras el Efecto Omega, su melancolía   y nostalgia le hacían   comer menos de lo que habitualmente comía, Bart había perdido algo de peso. Por eso, la sortija que contenía su traje de Kid Flash le bailaba un poco en el dedo. Al quedarle un poco suelta la sortija y al estar jugando con ella, se le deslizó de la mano y cayó por el suelo. Para la mala suerte del joven Allen el anillo había caído de canto y empezó a rodar y rodar por el suelo. el aro chocó contra la pierna de un peatón y rebotó. Así se escabulló del alcance de su dueño. La gran manzana estaba atiborrada de gente. A causa de la gran cantidad de viandantes el castaño no pudo ver ni alcanzar el rodante anillo.  La arandela corrió y corrió hasta esconderse en la mochila entreabierta.

- Wally me va a matar- dijo llevándose  las manos a la cabeza. Los dos velocistas no se estaban llevando demasiado  bien. Ese fallo del menor seguramente  era un factor que podría abrir más la brecha que les separaba.

- ¿Qué  voy a hacer? ¿Qué  voy a hacer? ¿Qué  voy a hacer? ¿Qué  voy a hacer? ¿Qué  voy a hacer? ¿Qué  voy a hacer? - Repetía  una y otra vez como en un bucle. Cuando alteraba a Bart entraba en un estado de ansiedad que le generaba un crisis de pánico. Antes de que empezara a vibrar, alguien le empujó, sacándole de su estado.

- Tengo que encontrar mi anillo- Desde que le fue dado por el Wallace de su dimensión  nunca se le había  quitado. Era un símbolo familiar tremendamente  importante, no sólo  figuradamente sino también  de forma literal. Pues dentro  se encontraba  el traje de Kid Flash.

El frío apretaba ya en Nueva York y la nieve era infernal… O.. glacial… o… No lo sé. Una mierda. Me puse unas mallas térmicas con las deportivas del gimnasio y mi sudadera de los sex pistols. Por fuera, un gorro gris grande y mi chaqueta de cuero negra. Al ser sábado me permití el lujo de ponerme algo de sombra de ojos y pintalabios negro. Había quedado para ensayar y me daba mucha pereza… Anoche me había pasado las horas de oscuridad en vela, buscando por la ciudad cualquier irregularidad que ayudase a mi padre a patrullar. Dormí tres horas, de 9 a 12 de la mañana. Habíamos quedado a comer a la una y luego ensayábamos toda la tarde… O esa es la intención, seguramente MJ llegase tarde o con algún chico y luego Molly tuviese problemas con el jack de su bajo y….

Respira Gwen… Todo es susceptible de salir bien…. ¡JA!.

Caminé tranquila con mi lata de CocaCola cherry en la mano y mi mochila en un solo hombro, colocando la mano en la tiranta para asegurar que no se me caía. El día estaba más bien feo, parecía que iba a empezar a llover o a nevar en cualquier momento… Suerte que me iba a pasar la tarde encerrada en una sala de ensayo.

Seguí caminando rumbo al local, pero entonces me detuve en seco frente a un mostrador que me iluminó la cara con un neón rojo muy potente. Era una tienda de música en cuyo escaparate había una batería potentísima. Era preciosa… Con las barras bañadas en plateado, los agarres firmes, el cuerpo de los tambores pintados en un azul metálico precioso… Las membranas estaban nuevas por completo, sin un solo rasguño y la del bombo era negra mate por completo. -Jo...der…- Me descolgué la mochila y la dejé en el suelo, abriéndola para sacar el móvil del bolsillo propio que tenía,donde podía ir escuchando música mientras caminaba por la calle sin tener que llevarlo en los bolsillos. Apagué la música callando a Bon Jovi y me quité los cascos enrollándolos en el móvil para soltarlo de nuevo sobre la mochila, sin retirar la vista de esa preciosidad.

Ni de coña tenía el dinero para pagarla… tenía cuatro cifras y eso era más de lo que esperaba a tener nunca en la cuenta. -Mierda…- dije con un quejido mientras pateaba el suelo de un pisotón. Respiré hondo, me alejé para ver el nombre de la tienda (apuntándolo mentalmente) y me agaché para recoger mi mochila y seguir mi rumbo. -¿Qué coño…?- agarré la mochila de la cremallera directamente para cerrarla rápido antes de colocármela al hombro, pero lo que me encontré me detuvo en seco. Deslicé la mano en mi mochila para sacar esa cosa brillante pero cuanto más metía la mano, más se iba al fondo. -¡JooooDER!- finalmente lo agarré entre la uña del dedo índice y la yema del corazón,como con pinzas, sacándolo muy despacio para que no se me cayese. Luego giré la mano, dejándolo en la palma de mi mano -¿Un anillo...?- Le di un par de vueltas en la mano. Estaba chulo, la verdad, pero yo no era mucho de anillos. Cuando tocaba con las baquetas se me clavaban y pellizcaban la piel y al salir de noche podían incordiar mucho con la red. Aun así me lo probé. Me quedaba un poco grande además.

¿Y si…?

Miré alrededor y no parecía ser de nadie. Tampoco era tan estúpida para preguntar “¿¡ES DE ALGUIEN ESTE ANILLO!?” Si no me lo quedaba yo, se lo quedaría otro propietario ilegítimo. Lo que sí hice fue buscar a alguien que pareciese buscar algo por el suelo. Miré a un lado, miré a otro y nada.

Podría empeñarlo… quizá valiese algo como para pagar la batería...o por lo menos la mitad. Parecía de calidad, no había perdido color… Lo moví un par de veces más, pensando cuánto podía valer. Intentando averiguar si era de oro, si tenía partes de plástico, lo traqueteé con las uñas y súbitamente con un brillo tenue, empezó a salir tela como si fuese una caja de pandora de la moda. Grité con sorpresa ahogando un alarido y sostuve el anillo y la tela entre mis manos. Me cargué bien la mochila cerrada y miré la tela estirándola frente a mí. Amarillo… rojo..elástico… y un logo de un rayo rojo en el centro del pecho.

M.I.E.R.D.A.

ERA DE UN PUTO SUPER-HÉROE …
O un puto super-villano.

Mierdamierdamierdamierda

Hice un burruño con ello como pude llevándomelo en los brazos y eché a correr presa del pánico. No sé quién lo había visto, o si lo había visto alguien. -Joderjoderjoder…- Pies para qué os quiero eché a correr empujando a la gente que no me dejaba paso y súbitamente choqué con un chaval castaño que tenía una consola en las manos, llevando el traje entre mis brazos lo más comprimido posible. -¡Perdón!- Y apreté la marcha aún más, corriendo a toda leche hasta que me metí en un callejó, sentada detrás de unos contenedores con el traje en el regazo, volviendo a repetir el gesto con el anillo… Pero no se plegaba. Areé un puñetazo de frustración a un contenedor y luego tomé aire, tratando de afrontarlo con calma. ¿Qué opciones tenía? Quizá doblarlo y guardarlo en la mochila hasta saber qué hacer y entregárselo a Papá, que estaría más enterado… O ponérselo a una estatua y esperar que lo recogiesen… joder… Qué follón.

Por la confusión  en la que se encontraba no se había fijado en la joven  que hacía tropezado con él. Si la hubiera visto tendría  su problema  medianamente resuelto. El golpe de otro cuerpo con el suyo y el ligero movimiento que se produce al ser impactado, le sacó de su estupefacción y estado de Shock. No tenía tiempo de estarse lamentando ni de quedarse parado a contemplar el crecimiento de la hierba. Tenía que actuar. La calle estaba abarrotada de gente y no conseguía moverse con toda la soltura que él quisiera. Tampoco podía hacer mucho uso de sus atributos velocistas, ya que, no se encontraba en un espacio seguro. Miró por el suelo en la zona circundante donde creía que el anillo se había caído. Se agachó una y otra vez. a veces las personas le chocaban, le empujaban y en una ocasión una persona le pisó. La gente de la gran ciudad estaba muy a lo suyo y no le importaba que un joven castaño estuviera desesperadamente buscando algo. El tiempo pasaba, la búsqueda no estaba dando ningún fruto, las opciones se le acababan y  se empezaba otra vez a impacientar. Bart no era alguien que destacase por su paciencia, su tranquilidad y su capacidad de aguantar la espera.

Que poco le gustaba el invierno con sus fríos  momentos. La falta de calor era un ralentizado natural del metabolismo. Al ser velocista y estar su metabolismo continuamente en actividad, notaba con mayor intensidad esa tendencia a ralentizar y minimizar el ritmo. Además, las ropas de abrigo eran aparatosas. Estaba enfundado en su plumero naranja pero no pudo ni siquiera pensar en las inclemencias del tiempo y cómo le afectaban.  Bart se encontraba inmerso en la pérdida de su anillo y en la forma de poder encontrarlo sin levantar demasiadas sospechas en la ciudadanía.

Recorrió una y otra vez la mismas zona, haciendo parcialmente uso de la Speedforce, moviéndose de manera  imperceptible entre la gente. Se alejó un poco más del área que ya había registrado.  Poco a poco, como hizo uno en un par de momentos  de su velocidad, fue salvando las distancias con Gween. Encontrándose cada vez más  cerca de ella. El castaño  percibió  entre la gente un destello amarillo y otro rojo proviniendo de su traje. Esos colores eran muy familiar. ¿Sería de su ropa de Kid Flash? Si alguien  había encontrado su anillo  cabía ciertamente la posibilidad de que hubiera pasado.  Apresuró  en la dirección  que crea haber percibido los colores de su vestimenta.  Acortando tangencialmente las distancias con la chica araña, pudo comprobar que una mujer rubia llevaba en los brazos algo que guardaba muchas similitudes con su traje de héroe. La persiguió  entre la multitud  con el fin de calmar sus dudas. Esperaba que no fuera su mono porque  sino tendría que dar muchas explicaciones.  En su camino tropezó  con una anciano y sin querer le tiró  las bolsas que llevaba. Bart se paró  un momento  a recoger lo que había y le pidió disculpas  al señor. Por un momento,  perdió  de vista a su presa. Un poco más  adelante estaba el callejón  donde se había refugiado Gween.  Bart tenía dos opciones seguir adelante o adentrarse  en el callejón. El adolescente  pensó  que una persona normal no tendría por qué meterse en un callejón  que parecía  no llegar a ningún  lugar. No obstante,  sí había encontrado  su traje alguien que tenía una base secreta o un club del mal secreto.  Ese tipo de lugares clandestinos si que se encontraban en callejones intransitados. Así  que decidió  perder un momento  y comprobar si sus sus pesquisas eran ciertas o no. Al colocarse en la entrada del lugar, escuchó  un golpe. Alguien había aporreando algo metálico. Se dió más curiosidad  y sintió  que estaba en lo correcto  al suponer que allí  había un escondite clandestino. Pero al recorrer el callejón haciendo uso de la Speedforce, no  encontró  ningún club de villanos ni ningún  lugar secreto. Simplemente  vio a una muchacha sentada tras los contenedores con su traje de Kid Flash en las manos.

-Tienes mi traje de … - Los ojos dorados de Kid Flash se habían abierto con gran sorpresa  al ver su arreguñado traje  notaba la alegría de recuperar lo perdido. Era como encontrar una moneda un sitio inesperado o como si le hubiera tocado un billete de lotería.  - Aprendiz de mago- Se dio cuenta el milisegundo antes de pronunciar héroe e inventó una excusa.

- Sí eso.- dijo con énfasis- Soy aprendiz de mago. Me llamo Valentino Coke y ese es mi traje para mi actuación de esta noche. - Ese nombre le había sacado del letrero de un cine cercano en el que proyectaban una antigua película de Rodolfo Valentino y de un anuncio de Colacola de la parada del bus contigua donde salía una chica rubia de pelo corto y bellos rasgos calmando su sed con dicha bebida.

Se le daba realmente mal poner pretextos para encubrir una verdad o algo evidente. No estaba preparado para mentir, nunca solía hacerlo. Porque las mentiras requerían de una facultad para el engaño que el distaba mucho de poseer. ¿Por qué no llegaba nadie a frenar sus palabras y dejar que se pusiera en ridículo?

- Así que si me lo devuelves estaré muy agradecido. Tienes por casualidad ... ¿no habrás visto? ... ¿no tendrás también un anillo con el símbolo de un rayo? Porque esa es la fuente de mis poderes mágicos … conecta mi alma a la tierra y a la energía cosmológica y me da el poder del universo. Como comprenderás si me quedo sin magia no puedo hacer mi actuación. Porque la magia se hace con magia.- Comentó lo último como si fuera la mejor explicación del mundo de por qué sucede la magia.

Ni el mismo se podía creer lo que había soltado. No entendía cómo podía decir cosas tan increíbles cuando tenía que cubrirse las espaldas. Mentalmente rogaba porque hubiera un incidente cósmico que le hiciera a aquella joven rubia creer sus patéticas excusas. Seguramente si hubiera estado con alguien más hábil en la vida cotidiana le podía haber asesorado para dar una tapadera creíble.

Tal vez si hubiera dicho que ese era su traje de Kid Flash desde el principio y se hubiera presentado con honestidad, sin haber dicho esa  maraña de  increíbles letanías, no estaría ahora envuelto en esa situación. Pero en un sitio público y con una persona desconocida tenía que tener cuidado para no revelar su identidad.

Creía que estaba sola. Joder, estaba convencida. Tenía el traje todo lo comprimido posible entre mis brazos y mi pecho, arrugado. Y el anillo aún puesto. Me angustié un montón y estaba intentando buscar la opción más lógica, lo que mejor cuadrase en mi cabeza… Pero estaba de los nervios. Papá siempre me dice que tengo que mantener la calma pero… coño. Normalmente podía, pero ya estaba en el traje de Spider, metida en el papel… No cuando estaba camino a ningún sitio y mirando a la nada. Cuando estaba entrando en mi pequeña crisis de pánico noté que alguien me miraba y alcé la vista. ¿Qué coj…? ¿Cuánto tiempo llevaba allí?
-Ah…- Me quedé pillada. Dijo que era su traje. ¿Suyo?. Miré su cuerpo de arriba a abajo. Por talla podía encajar… -¿Aprendiz de mago?- los magos que yo había visto estaban de traje, elegantes normalmente o con una camisa cantosa a lo Charlie Sheen. Además había tardado como una eternidad en completar la frase. -Yiiiaaaa….- dije muy muy despacio, mirándole a los ojos mientras me ponía en pie-No me malinterpretes… Pero no parece un traje de mago- Estuve a punto de abrir la boca para preguntarle dónde actuaba y… empezó a hablar.

Lo cierto es que si hubiese parado ahí, y hubiese respondido un par de preguntas, quizá le hubiese creído pero… Empezó a soltar no sé qué de que el anillo era cósmico y conectaba el poder del universo o yo qué sé… Pero eso era infumable. Estaba paranormal activity y luego estaba esa excusa. -Eeh…. Vale… Valentino, ¿Verdad?- pregunté y carraspeé la garganta. Apreté el burruño de tela para ocultar el anillo de mis manos, con sutileza -¿Qué se siente al llevar puesto ese anillo? Debe ser genial…- Murmuré despegándome de la pared y dando un paso hacia él, mirándole a los ojos de cerca. Había vivido varios interrogatorios de cerca y mi padre me había enseñado a analizar las señales de mentira. Pupilas, sudor, el movimiento de las manos, los microgestos de los labios.

Anillo normal a no ser que seas mago, dijo. No me encajaba en absoluto nada de la historia así que aproveché la ventaja y di un par de pasos hacia él, con la intención de que caminase hacia detrás hasta que se chocase con la pared despacio mientras andaba de espaldas. -Seamos francos Valentino, creo que no me estás diciendo la verdad- Apreté el traje entre mis manos, aún ocultando el anillo, no quería que me lo quitase en un arrebato y saliese corriendo. -Este traje se parece mucho al que utilizan algunos héroes y villanos por las calles- aunque parecía muy joven… me recordaba a mí misma. -Así que vamos a jugar a un juego. Vamos a jugar a ser sinceros. Cuanto más verdades me cuentes, o me crea, más cerca estarás de recuperar tu traje, ¿Vale?- dije con un cierto toque de juego que no esperaba tener en la voz. -Si no te parece mal, empiezo con las preguntas, ya que no creo que tengas interés en hablar conmigo o saber de mí- volví a carraspear y tomé aire pensando en las preguntas -¿Es realmente tuyo este traje?- Esa no era una pregunta muy enrevesada y para no perder el tiempo, pregunté la segunda a la vez - No pareces mago… mientes fatal- añadí sonriendo para que no se sintiese tan mal como mentía- ¿Qué eres de verdad, para qué vale esto?- dije alzando la tela levemente para luego volver a pegarla contra mi pecho, ocultando con cuidado el anillo, notando la presión en mis dedos mientras le daba vueltas algo nerviosa.

-Si un mago,¿nunca has visto un mago? Hacemos cosas muy cools y extraordinarias con magia. Hacer desaparecer la Estatua de la Libertad- comentó recordando la hazaña de David Copperfield.

Tenía razón a todas luces; su traje de Kid Flash no era ni parecido a lo que te viene a la mente cuando piensas en un mago. “ Vamos Bart, piensa.” En el siglo XXXI el concepto que tenía de traje de héroe era diferente al que se tenía en aquel siglo y eso le dió una idea. En su línea temporal no existían diferenciaciones entre ropa normal y ropa de héroe. Todos usaban unas prendas muy similares a las prendas de héroe y las llamaban fibras, daba igual si eras ciudadano corriente o héroe.

- Los conceptos clásicos de la moda cambian, también en los mundos artísticos. En el mundo de la magia estamos renovando el concepto de traje de mago. Queremos lanzar nuestro estilo propio de hacer magia.- Sonaba tan idiotamente rebuscado que ni siquiera él mismo se lo creía y prácticamente él se lo tragaba todo.

- ¿Valentino?- Como no era su nombre le costó reaccionar ante el llamado de la desconocida.- ah sí ya, yo soy Valentino.- La voz de Bart se notaba insegura y nerviosa. la rubia estaba poniendo en duda todo lo que le había contado. Si ya le costaba poder mantener esas patrañas como para encima ideas un sistema de mentiras que sustentasen las primeras.

Gwen se acercó más a él y le miró de forma intensa. Eso ya le hacía flaquear porque no sabía mantener un embuste en una situación normal, menos ante presión. Le preguntó que cómo se sentía al llevar un objeto mágico y sólo podía especular porque la magia y los Speedsters eran tanto incompatibles. Quizá existiera un velocistas mago. Pero el ojidorados nunca había conocido a ninguno vinculado con las fuerzas místicas.

No le gustaban esos juegos tipo policía bueno policía malo. Le exaltaban hondamente. No era bueno ocultando la verdad ni gestionando la mentira. Como cualquier persona que hablaba mucho y era tremendamente abierta se le daba mal el hecho de guardar información u ocultar algo. Aquella joven le estaba acorralando y se ponía cada vez más y más nervioso. Rehuyó la mirada de White Spider. No soportaba muy bien las situaciones de presión y esperaba no ponerse a vibrar debido a su estado de alteración. No podía soportar mucho más la  sarta de mentiras que había estado contando y antes de que el peso de una situación insostenible le hiciera entrar en un estado del que no sabía salir decidió retractarse de sus falsas palabras.

-No la verdad es que no. No he sido muy franco contigo pero …- la cotidianidad y la vida ordinaria, sin poderes no eran su fuerte. No se le daba muy bien encubrir quién era. No obstante, no podía poner en peligro ni a su familia ni a sus amigos ni el Legado de Flash. Una sensación amarga recorría todo su organismo. Era joven, inexperto e imprudente. Los Allen-West confiaban en él: le habían acogido, protegido, educado y le habían hecho partícipe de su mundo. Sin embargo, ¿qué les estaba dando él a cambio? ¿Sólo llevaba disgustos a su familia?  

-Son cosas que no te puedo decir porque no lo entenderías.- Porque las experiencias que había tenido fuera de su círculo de justicieros en su mayoría había sido escepticismo e incomprensión. La vida y el legado heroico no era algo que se pudiera explicar de buenas a primeras a un civil. Menos aún cuando era una total desconocida.

- Los héroes y villanos no puedo profundizar mucho sobre ellos porque no puedo exponer a mis seres queridos. Pero ese traje te lo juro que no es para hacer el mal. Es un símbolo de esperanza. - No sabía muy bien qué decir para no dar información de más o que resultase muy reveladora.  La historia de su familia era algo que todo el mundo conocía, hasta tenían un Museo que hablaba de ellos. Así que, el castaño supuso que dar una versión simplificada de su historia, procurando no revelar identidades secretas podría ser lo adecuado.-  ¿Has estado alguna vez en el Flash Museum en Central City? En ese lugar te hablan de una familia de velocistas que ayuda a dicha ciudad. Pues  ese es el traje de mi familia- suspiró- me costó mucho esfuerzo, dedicación y trabajo conseguirlo. Poder ser digno de la aprobación de mis tutores para ser parte de su legado. Perder el traje y el anillo es como darle la razón a toda esa gente que nunca confió en mí. Es importante que me lo devuelvas porque sino seré un fracaso. - En los grandes ojos del castaño se mostraba la desilusión y emotividad que sentía una persona al ser expuesta. Esa triste sensación de vulnerablilidad y derrotada de saberse en manos  de otra persona. El desasosiego de que tu destino no depende de tí sino de alguien completamente ajeno.

Kid Flash no era alguien que tuviera siempre un plan B por si acaso su plan A saliera mal. Ni siquiera tenía algo denominado como plan. Bart simplemente esperaba poder convencer a Gwen de que el devolviera sus cosas.

Arqueé una ceja -¿Copperfield…?, ¿En serio?- Su versión no se sostenía ni lo iba a hacer en un millón de años… Así que decidí divertirme un poco. A mí me torturaría la idea de que alguien me hubiese descubierto así, sobretodo por la parte de no saber si la persona es de fiar o no. Pero yo era de fiar y eso me sirvió para “jugar” con él un poquito. No hay mejor modo de pillar a un mentiroso que dejarle hablar y eso fue lo que hice con una sonrisa de labios negros que se mantenía en mi cara.

Ya más de cerca, casi pegada a él pude ver que su iris era de color dorado y me quedé pillada unos instantes mirándole. Wow… Os juro que era una pasada. ¿Sabéis cuando a unos ojos marrones le da el sol y entonces se quedan brillando como en color miel? Pues así pero TODO EL RATO. Molaba mogollón. Relajé el gesto un mini-ratito hasta que me di cuenta de que lo había hecho y volví a fruncir el ceño. Para mi sorpresa, empezó a desembuchar antes de intentar mantener su mentira.

Era uno de esos corredores, había oído algo de ellos cuando estuve en Central City por la conferencia de arte. Quizá hubiese podido ir a ese museo de no ser porque el simbionte de Shawn me rompió un par de costillas… -Sí, os conozco. He oído hablar de vosotros- dije con una sonrisa, totalmente relajada ya. -Esta versión me convence más… Igual me la estás colando, pero oye, suena más sincero. Y desde luego pareces mucho más tranquilo- me separé un paso de él para dejarle espacio entre su cuerpo y la pared de ladrillo del callejón -Eres bueno, este…- dije dando un margen a que él dijese su nombre real, ya que Valentino parecía ser un nombre algo complicado de memorizar. Mientras, empecé a doblar su traje con mucho cuidado, dejando el logo del rayo hacia arriba-Tiene que ser bonito, tener una familia con la que poder trabajar- Acaricié la tela un par de veces, rozando el logo con la yema de los dedos y luego lo extendí hacia él.

En los ojos azules de la rubia había un dolor puro, interno. Algo que se posaba con una sensación irremediable sobre su pecho.  

No podía confesar, por muchas ganas que tuviera… Generalmente mantener mi identidad secreta era algo fácil. Siempre quería ahorrarme los problemas… pero este chaval acababa de abrirse en canal para mí y sería otra persona con la que poder hablar de cómo era estar en ese mundo. Podría sincerarme con él, ahora que él se había sincerado conmigo y en caso de que algo saliese mal, yo tendría su secreto y él el mío… Así que no podíamos hacernos daño -Entiendo que no quieres decepcionar a nadie y que te cuestionarán mucho… También eres joven, que nos cuestionen forma parte de nuestro ADN al parecer- una vez cogió su traje, extendí mi mano, poniéndola delante de mi pecho y con dos dedos empecé a retirar el anillo con mucho cuidado, guardándolo en mi puño. -Tu secreto estará a salvo conmigo, puedes estar tranquilo- acaricié con los dedos el anillo una última vez y se lo extendí, apartándolo en el último segundo en su primer intento de cogerlo-PERO si te lo devuelvo es con una condición…- dije recuperando las fuerzas, abandonando el pensamiento sobre la familia -Demuéstrales de lo que eres capaz. No te relajes. Dales lo mejor, todos los días.- finalmente lo extendí, permitiendo que lo cogiese. -Nunca te des por vencido. Como lo hagas iré a por ti, te patearé el culo y me llevaré tu traje y tu anillo otra vez- Era una advertencia cariñosa, en absoluto sonaba como una amenaza o peligro para nadie que pudiese escucharlo.

Ahora sólo esperaba poder seguir hablando con él...aunque fuese sólo Gwen y no poder contarle nunca que era White Spider. Era gracioso, parecía simpático y había compartido su secreto. Además… sl fin y al cabo tampoco andaba sobrada de amigos.

Aunque Gwen le había dejado contar todo relato, siempre había habido en su mirada un aire de escepticismo que no pasó desapercibido por Bart. Su actitud de no me creo nada y su mirada enjuiciadora le hicieron ponerse cada vez más y más nervioso. La rubia no se había  creído ni una sola palabra de toda la palabrería que había soltado. El castaño se había esforzado pero no resultaba muy creíble su exagerado discurso. A Bart nunca se le había dado bien ocultar nada. Era muy sincero, ingenuo y despistado. Cualidades que jugaban en su contra cuando tenía que ocultar algo. El velocista carecía totalmente de ese mecanismo que tenían algunas personas que para autopreservarse podían hilar hechos completamente lógicos y crear discursos coherentes y completamente falsos.

Además, cuando alguien le pillaba mintiendo no podía soportar el ambiente de presión. Al sentirse tan entre la espada y la pared, decidió contar toda la verdad. Una verdad un tanto simplificada para no poner a ninguno de sus seres queridos en entredicho. Ante la veraz narración de su historia familiar, White Spider aflojó su interrogatorio. Bart se sintió aliviado. esa era una de las situaciones donde el dicho de la verdad nos hace libres se cumplía plenamente.

Se alegró de que la muchacha conociera a su familia. Una sensación cálida siempre le embargaba al hablar de sus seres queridos. - Estoy más tranquilo porque es cierto. No se me da muy bien mentir como has visto.- la rubia mostraba una actitud más simpática y eso le hizo sentirse menos cohibido. Su carácter desenfadado y despreocupado empezó a refulgir. - Bartholomew. Bueno es que mi nombre real es muy aburrido y todo el mundo me llama Bart.- Al presentarse le tendió la mano.

-Lo era. - comentó de forma nostálgica. Omega había despedazado y olvidado a la mayoría de miembros de su familia. Los que quedaban no se recordaban. Un gran sentimiento de aislamiento y soledad le invadió. - Siempre he sido el más joven de mi familia y me resultaba muy molesto las réplicas de los mayores. Estaban como todo el día Bart haz esto, Bart haz lo otro. Esto no se hace así. la mayor parte de las veces ni siquiera entendía qué querían que hiciera.- El castaño se rió al recordar las situaciones vividas con su primer mentor Max power. Al haber sido criado la mayor parte de su vida en un sistema virtual, en ocasiones tenía problemas para entender escenas y mandatos cotidianos que se aprender a interpretar mediante las vivencias cotidianas.- Como si supieran todo mejor que tú y tuvieran derecho a ser más arrogantes y a gobernar tu vida por tener unos cuantos años más. Detestaba que siempre me estuvieran manduqueado y riñendo por no hacer o no ser cómo querían que fuera. Pero el mundo cambió y ya no tengo esas críticas, esos consejos y los echo mucho de menos.-

Miró al suelo y unas lágrimas cayeron de sus ojos. Recogió el traje que Gwen le tendía.  En un gesto inconsciente de protección se abrazó al traje. Esa ropa que había pertenecido al Wally de su mundo y que ahora era suya. Era como el único vínculo que le quedaba de la relación de hermandad que había tenido con el velocista mayor. La versión de Wally que había en Omega era una versión incompatible con la suya. No se conocían, discurrían por todo y no había nadie que pudiera tender un puente entre ambos.  - Extraño mucho a mi familia.-

Era bueno captando las reacciones de la gente y más cuando estaba prestando atención. Al ser un velocista podía captar en instantes la más mínima variación en el rostro de una persona. En los ojos azules de la rubia se reflejó una tristeza al tratar el tema de la familia o al menos eso fue lo que entendió el Speedster. El velocista pensó que se debía quizá a problemas que la joven frente a sí tenía con sus parientes o quizá no tenía un núcleo familiar.

- Las familias son siempre difíciles y no son perfectas. Pero es perfecto el amor que nos brindan a pesar las discusiones.- comentó tanto para sí como para Gwen, a modo de darla apoyo en el problema que estuviera teniendo con sus familiares.

El castaño no era bueno leyendo contextos ni captando palabras veladas o encubiertas. Por lo que no pudo suponer que quizá la tristeza de la muchacha se refería al tema heroico y no al tema familiar. Tampoco es que hubiera hecho una clara indirecta solo una referencia que se podría interpretar como que tenía poderes y por ende, que estaba en el oficio heróico. Pero eso era demasiado sutil para que Bart siquiera pudiera procesarlo.

El criterio de edad solían decírselo mucho y le resultaba un poco paradójico porque contaba con más edad que la de primera generación de los Titans en sus inicios. Era más mayor que cuando su primo Wallace empezó en el negocio familiar. Incluso la hija de éste en su universo, Irey West, había comenzado su andadura de heroína más joven que él. También le resultaba llamativo que Superboy y Supergirl tenían unas edades similares a la suya pero a nadie le importaba la edad si sobre tu pecho lucía relucientemente un símbolo de la Casa Kriptoniana El.

- La juventud somos uno de los sectores más criticados por la sociedad. Los jóvenes de hoy en día son todos unos delincuentes, escuchan música de odio que les incita a matar y robar en tiendas, se drogan y es porque les hemos permitido muchas cosas.- comentó imitando la voz autoritaria del típico  tertuliano con ideales neoliberales, conservador y que aboga por más mano dura en la enseñanza y crianza de las nuevas generaciones.- Suele confundirse siempre temeridad e imprudencia. En mi caso, quizá sea en parte cierto porque siempre me acelero.- lo último lo dijo riendo ligeramente.-

Las palabras de Gwen sacudieron los cimientos de su mundo. Desde que había llegado a Omega tenía una ligera actitud de pasividad, dejándose llevar por la corriente. De algún modo se había sobrepasado por las pérdidas, se había hundido y estaba asumiendo un rol pesimista. ël no era así, no era alguien que se dejase vencer. Era positivo y era optimista. Una radiante sonrisa se posó en los labios de menor de los Allen.

-Te lo prometo.- Tan raudo como un rayo tomó a Gwen de las manos y la miró fijamente a los ojos. Había un brillo de sinceridad y franqueza en la mirada de Kid Flash.- Haré que te sientas muy orgullosa.-

Una vez con el traje de vuelta y el anillo de nuevo en sus manos, el joven Kid Flash usó la Speedforce para contraer y compactar el traje hasta que esté cupiera en el anillo Flash.

- Si te he hecho perder el tiempo y tenías que ir a algún sitio puedo acercarte, soy rápido.-

Dentro de toda su mentira insostenible, al menos tuvo el valor para reconocer en mi cara que había mentido. Se presentó de forma oficial, incluso me contó algún que otro problema que, la verdad, tampoco me iba la vida en ello. -Bart entonces- dije sonriendo -Ah, sí, perdona, yo soy Gwen- le di la mano para presentarnos “como dios manda” según diría mi padre.  -Ya… ser el menor a veces es un puto coñazo- dije rodando los ojos. Quería a mi padre pero había veces en las que él o sus compañeros de patrulla se ponían gilipollas con frases condescendientes y mirándome por encima del hombro.

Si supieran que puedo levantarles a muchos con una mano…

Su confesión de rabia se fue frenando poco a poco y se empezó a poner super triste -Oye, Bart, yo…- mentiría si dijese que no le tenía envidia por poder hablar en plural al hablar de su familia. Para mí, mi familia era él y sólo él.
Sin embargo cuando volví a mirar a Bart, tenía los ojos rojos, las mejillas húmedas y su voz estaba algo acongojada. -Es normal… la colisión nos ha vuelto a todos un poco locos- Vi su gesto desolado… aún estaba en la adolescencia, perder a tanta gente así…
Tendí los brazos. Sin el traje no me gustaba acercarme tanto a la gente… Era muy distinto intimar siendo Gwen a hacerlo siendo White Spider. Ella era confiada y al tener la cara cubierta era mucho más difícil juzgarme. Había una barrera situacional y ese trozo de tela blanca me hacía sentir muy cubierta y protegida. Era una armadura blanda que me venía muy bien. Me acerqué la poca distancia que quedaba entre nosotros para darle un abrazo por sus costillas, ya que era un pelín más alto que yo, manteniendo las palmas abiertas en su espalda intentando, todo lo torpe que soy, consolarle de algún modo.

Me separé y le quité una lágrima que caía por su cara con el pulgar. -Prohibido llorar- verle sonreír me tranquilizó. Para mí era horriblemente incómodo tratar estos temas sin máscara. Shawn me había ayudado en este aspecto pero aun así… Era algo que no encajaba conmigo. Su repentino ataque de sinceridad y seriedad me pilló por sorpresas y alcé las cejas abriendo mucho los ojos. No me gustaba cuando las cosas se ponían serias y me tomaba las cosas con humor -De acuerdo, soldado- dije llevándome la mano a la frente como saludo militar y reí un poco al acabar.

-Ah, tranquilo, iba a las salas de ensayo aquí al lado, siempre llego tarde así que por otro día más…- me encogí de hombros. Luego lo pensé mejor -Aunque, si quieres venirte… ¿Te gusta el punk?- Sonreí con picardía y esperé que si la respuesta fuese sí, pudiésemos plantarnos allí en un periquete.

Se había dado cuenta de su error y había rectificado. Vale, que había sido un tanto presionado por Gwen. El velocista sonrió, se sentía liberado al decir la verdad y no tener que fingir. Se le quitó un peso de encima y se mostró más cómodo y natural. No era sólo el hecho de que se le diera mal ocultar y engañar, tampoco le gustaba hacerlo. Como toda su familia Bart iba muy de frente. Tenía una personalidad y forma de ser muy sinceras. No le hacía la menor gracia tener que mentir. En aquella ocasión el miedo a defraudar a su familia, a quedar expuesto por haber perdido su anillo y el traje, le habían llevado a hacer algo que sabía fervientemente que estaba mal.

- Tienes un buen nombre. Es como que suena bien.- Estrechó la mano de la araña.- Me pregunto si al crecer seremos como ellos. Me da algo de miedo. - comentó con algo de seriedad en sus palabras. No quería volverse un Wally. No quería ser tran controlador ni recriminar tanto las actitudes de la juventud como Jay o Max.

El menor se sentía un poco culpable por haberse dejado vencer por sus temores y caer en la desconfianza. Justo en aquella actitud de todo el mundo te va a traicionar que tanto le  recriminaban en su mundo tanto a Robin. Era difícil mantener un actitud optimista y positiva cuando tus miedos más profundos se hacen realidad. Pero tenía que seguir caminando por su senda, en su caso como velocista corriendo. Estaba seguro que la muchacha no iba a contar su secreto. Quizá estaba pecando de ser muy confiado pero quería seguir creyendo que aún había bondad en el universo. Quedaba aún mucha gente buena en el mundo.

- Sí- asintió con la cabeza ante el comentario de la rubia. Sabía que el universo era ahora un gran caos y que todo estaba patas arriba. La fusión de universos le había pasado factura a todo el mundo.  Unos más y a otros menos.  Pero eso no evitaba que la pérdida siguiera doliendo. Bart era del grupo de personas que habían resultado bastante perjudicadas. Todo su mundo había colapsado con el colapso de los universos. todo se había hecho polvo y cenizas. Su extensa familia se había visto reducida a su abuela y a un primo que no le recordaba, había perdido a sus mejores amigos y de sus amigos de infancia tan sólo conservaba a Carol  y Preston.  Para la gran mayoría del universo el efecto Omega había sucedido hacía unos cuantos meses. Lo que era un tiempo prudencial y adecuado para volver a la vida cotidiana, recuperar la “normalidad” de la rutina y al adaptarse al nuevo entorno. No obstante, para él que llevaba en Omega muy poco tiempo, no había logrado aún asumir ni aclimatar su vida a esa nueva situación. Había salido hacía nada de la Speedforce y no había pasado el tiempo prudencial para iniciar un superación del duelo. el menor se encontraba en ese punto entre la negación y el shock que te sigue aferrando a aquello que ya no está.


Se aferró a Gwen como si ella fuera su tabla de salvación. Necesitaba ese contacto. Un consuelo físico que era muy difícil lograr entre su nuevo círculo cercano.  Los motivos eran diversos desde que no quería preocupar  hasta que no se acordaban de él, pasando por algunas reticencias al contacto físico.

¿Era militar?  Se preguntó internamente. Ladeo un poco la cabeza hacia el lado izquierdo en un sútil y rápido movimiento. La palabra soldado y el saludo militar le habían descolocado un poco.  A veces, se perdía un poco en las interacciones sociales  por no asimilar los sentidos figurados. Como los primeros años de su existencia su proceso sociabilizador estuvo a cargo de un sistema virtual en el siglo XXXI, en ocasiones se perdía entre las sutilezas y dobleces de los sentidos de la lengua coloquial. Aunque tanto su amiga Carol como su familia (adoptiva y biológica) habían invertido mucho tiempo y esfuerzo en que adquiriera los significados del lenguaje que se aprenden en la práctica oral, en determinados momentos no lograba pillar el sentido figurado de algunas comunicaciones.

-Sí, me gustan todas las variaciones del rock. - Al principio no cayó porque un ensayo podía referirse a mucha clases de prácticas. Pero al mencionar el punk supuso que Gwen tocaba en un grupo. Abrió sus ojos de la impresión. Luego miró a la rubia como si fuera lo más interesante del mundo.- Tocas en un grupo ¡Qué cool! ¿Qué instrumento? Yo toco la guitarra pero sólo por afición. Nunca suelo tocar si no es en casa. -

El Speedsters tomó  en brazos a la joven arácnida para acelerarse y llevarla al local de ensayo. Gwen fue indicando a Bart por las calles neoyorquinas. El lugar no estaba lejos y menos al hacer uso de la fuerza de velocidad para llegar. Bart corría  a la velocidad que para uno de los suyos era lenta. Era más  rápido que una carrera  normal pero sin llegar a las altas velocidades  que un Speedsters  puede alcanzar. Había decidido ir a ese ritmo para que la rubia pudiera guiarle porque para quien no era usuario de la Speedforce  a cierta alta velocidad los edificios y rincones de la urbe se distorsionada y no eran más  que ligeras manchas.

- ¿Qué tal el viaje? - El menor de los Allen sabía que para los que no estaban acostumbrados  a ese ritmo, a veces, podían sentir un ligero mareo.

El lugar era un local estaba en un edificio típico de barrio impregnado de arte urbano, sus paredes había  varios grafittis, la puerta cargada de carteles diversos que anunciaban eventos pasados y futuros de toda índole  y las luces de neón, que indican el lugar por la noche,  estaban apagadas.

Sonreí cuando estrechó la mano. Estaba algo incómoda… pero al menos el chaval era sincero. Cuando sugirió la idea de acabar siendo como mi padre no pude evitar descojonarme en su puta cara… pobre…. -PPFF…. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJ NI DE COÑA mi padre es comisario de policía y no voy para nada por ese camino- sudadera de los sex pistols, rollo punk, maquillaje negro… recordemos el look. No le di más importancia.

Sin embargo cuando reaccionó al mencionar al grupo sí me ayudó a sentirme más relajada. Si había algo que me hacía sentir remotamente cercano a la comodidad era, aparte de White-Spider, estar delante de la batería. -Soy baterista. Y oye, nunca es tarde para probar… Por algo se empieza- me encogí de hombros y empecé a caminar hacia el local pero antes de que me diese cuenta me cogió en brazos como si fuese una novia de bodas. -Eh…- Nope. No pude decir nada más. Tomé aire y le indiqué lo mejor que pude. En principio me incomodó la ostia notarle tan cerca. Estoy convencida de que me sonrojé, porque soy tonta del culo, pero también espero que con la velocidad no se diese cuenta. Poco a poco me fui partiendo la caja mientras notaba el viento helado en mi cara. ¿Cuándo había dejado de nevar? Aun así, me puse la capucha, sujetándola con dos dedos.

-¡Vale, vale! La calle del Subways a la izquierda…. JAJAJAJA y gira la tercera a la derecha- me agarré con fuerza a él de la espalda. La adrenalina… no era como volar. Pero era divertido. El sentido arácnido me pinzó la nuca haciendo que se me erizara el bello y fruncí el ceño. -¡Cuidado!- le avisé señalando unos metros más delante un agujero de obra en el suelo. Lo saltó sin problemas y no sabría decir si mi advertencia le sirvió de algo. Supongo que acostumbrado a esas velocidades sabría ver a tiempo necesario esas movidas.

Al cabo de un rato el aire tan frío me acabó escociendo en los ojos y los fui cerrando por intervalos, cuando debía seguir recto un tramo. Cuando llegamos tenía la nariz y las mejillas enrojecidas y tenía los ojos un poquito irritados. - Ha sido la ostia, todo bien- me bajé de un salto apreciando más que nunca la máscara. Era una diferencia abismal y la había notado sólo con corrrer… A veces me quitaba la máscara, pero sólo a grandes alturas y al cabo de un rato dolía y volvía a ponérmela. -Eres mejor que el metro, eso seguro-

Abrí la puerta negra sin llamar, agarrándome a la barandilla de metal que la recorría en vertical para eso. Dentro, tras atravesar un par de pasillos con doble puerta aislante había una sala de espera que parecía de una casa okupa. No se veía el color de la pared de los pósters, discos, carteles y anuncios que había. Estaba lleno de pufs y asientos improvisados con palés y los propios instrumentos de los grupos que esperaban a que se quedase una sala libre. Ya desde esa sala se escuchaba música a través de los altavoces y de la izquierda, un pasillo largo con varias puertas de aislamiento acústicos a ambos lados, dejaba escapar los bajos y los platillos muy suavemente.   Crucé, esquivando litronas y pies ajenos, girándome para asegurar que me seguía hasta la barra, encajada en una esquina en forma de ángulo recto. -Eh, gilipollas- dije al chico que estaba de espaldas a la barra, una camiseta negra y una melena rubia hasta la cintura, lisa por completo. Se dio la vuelta con el ceño fruncido y al verme sonrió. -Eres una tardona - Lo sé. ¿Están dentro ya? - Yep… - Ahora entro… ¿Oye, te acuerdas que dijiste que me debías una? Pues vas a invitar a mi amigo Bart a…-  le señalé con el pulgar y luego me giré encogiéndome de hombros, esperando que contestase por mí - Y a mí un monster azul… y lo apuntas a la cuenta de MJ-

Esperé que nos sirviera y cogí la lata con una mano, abriéndola con un dedo de la misma y dando un trago. Entré quitándome la capucha y la prueba de la guitarra y el bajo se escucharon con mucha más potencia. La sala estaba preparada para ello, con paneles de aislamiento y anti-eco por toda la sala. Espejos en el techo y los amplis y demás mierdas para poner los intrumentos. -¡Ya era hora Gwen! Tía todos los días llegasblablablablablablablabla- eso es lo que oí. Alcé los ojos al cielo y moviendo la mano como si fuese una boca mientras me echaba la peta. -Cuando llegas tarde o con resaca nosotras no te decimos nada… Además, estaba viendo una batería nueva así que era un asunto del grupo- suprimiendo la parte de Bart… no era mentira. - Además tenemos un posible grupi. Chicas, este es Bart. Bart, ellas son Molly, Mary Jane y Glory- y señalé por orden a la guitarrista, a la cantante, que también se estaba colocando una guitarra al hombro y a la bajista. El ego de MJ se podía ver en que en nuestro merchandising ponía “The Mary Janes”.  Todas saludaron, Molly con una sonrisa y después le señalé el sofá que había junto a la puerta, era de dos plazas. -Ponte cómodo, por favor… Y si te aburres mucho… Bueno, pírate cuando quieras- Me quité la ropa de abrigo quedándome con una camiseta rota de Ramones y lo puesto. Busqué en mi mochila, que dejé en el suelo junto al sofá las baquetas azules. Volví a cerrar muy bien la mochila y la dejé en el suelo de nuevo. Pasé entre ellas, di un beso en la mejilla a Molly y me senté en la banqueta. Calenté los dedos y las manos, echándome aire y moviéndolos. Un par de juegos con las baquetas, un ritmo básico pero rápido de calentamiento... Y…. Empezó la magia.

- Los miembros de mi familia son principalmente científicos. - Su padre, su madre, su tía  Dawn, abuelo materno, su primo Wallace, Jay y Joan (sus padres adoptivos). - Mi abuelo es policía científico y ... - Lo pensó un segundo porque su versión adulta había empezado la carrera de criminalistica. Pero el futuro siempre podía cambiar. Su mundo había dado un giro sustancial y cualquier plan futuro se le hacía un poco cuestionable. - Creo que voy camino de seguir sus pasos. La policía hace un gran trabajo salvando gente y eso. O quizá  algo de artes. - Recordó sus  aspiraciones iniciales de ser dibujante de cómic. Una sonrisa surgió en su rostro al recordar cómo Conner le increpó por poner en sus primeras historietas los nombres reales de los héroes. ¿Por qué nadie se lo dijo cuando empezó a llamar a Superman Dirk?  a pesar de ese defecto de tener todos los nombres reales de los héroes, él pensaba que eran bastante buenos.

Con tantos instrumentos que elegir en la música punk, se preguntó mentalmente por qué Gwen escogió  la batería. La mayoría  de la gente solía  elegir la guitarra. Pero pensó que mejor se lo diría  en el ensayo porque ya estaban tarde y no quería  ser un  motivo más  de retraso. Así  que sin más dilación  la tomó  entre sus brazos y emprendió  el camino. Corría por las calles de Nueva York como si conociera el camino pero en realidad no tenía ni idea de la dirección. Las indicaciones de Gwen le vinieron muy bien para no desviarse en otra dirección. Bart recorría el trayecto a toda prisa. Podía parecer que no estaba atento a los obstáculos  y dificultades en su camino. El castaño era muy consciente de todo lo que tenía delante.

-Gracias.-  comentó  ante la advertencia de peligro de la rubia. Con gran destreza y agilidad el velocista saltó la zanja de obra

El aura de la Speedforce a parte de proteger a los velocistas  y sus acompañantes de la fricción, los protegía  de las inclemencias  del tiempo y de lo que ocurría en el exterior. Por eso el de ojos dorados se extrañó al volver a sentir la nieve. Se había olvidado del tiempo que hacía en la urbe.

-Correr es mi modo favorito de viajar.- Comentó  con su talante  optimista y amistoso. La reacciones  al ser transportado por un velocista eran diversas. Como era una experiencia  poco usual  había  gente a la que desagradaba estar a tal velocidad. Se alegró había sido una experiencia agradable para la chica araña.

La rubia abrió  la puerta negra y se adentró en el local. Bart siguió  al interior. Una vez dentro, Gwen insultó a un joven que estaba detrás de una barra. Bart se sintió  un poco extrañado. El castaño pensó que era una forma extraña de interactuar. Pero tras la respuesta del muchacho el velocista captó que aquello era algo así  como un apelativo amistoso.

- Una coca cola- dijo cuando le pidió  a su amigo que les sirviera algo.  

El camarero les sirvió y con las bebidas en mano siguieron su camino. Cruzaron un largo pasillo donde encontraban las salas de ensayo hasta llegar a donde se encontraba el grupo de Gwen tocando.

Al entrar en la sala, una de las compañeras de la rubia empezó  una regañina por la tardanza de esta. Gwen replicó a su amiga. Bart se rió de forma alegre. Le resultaban muy familiares las regañinas por impuntualidad. Tener supervelocidad no te garantiza una puntualidad germana. Quizá era todo lo contrario. Barry, Wally y Bart se confiaban la mayor parte de las veces.  Tendían a esperar hasta el último segundo para salir de sus hogares pensando en que como eran tan buenos corriendo podrían llegar a tiempo. Pero no planificarse ni prever imprevistos siempre les llevaba a llegar siempre un poco pasados de hora.

- Yo también llego tarde siempre.- La joven araña  le presentó  a las otras chicas y Bart agitó  su mano de forma dinámica  y alegre.

-Hola, un placer.-

Mary Jane se hinchó orgullosa como un pavo pero a Bart en cierta medida le pasó desapercibido su talante presuntuoso. Nunca pensaba mal de nadie. El ojidorado se sentó en el sofá  que la rubia le había  indicado y se dispuso  a disgustar del sonido de la música.  El grupo empezó a tocar y  sus pies se empezaron a mover en sintonía. Al son de la música el castaño se sintió creativo. Como no podía  estar mucho rato quiero sin hacer nada empezó  a buscar en su mochila un pequeño bloc de notas y con un lápiz comenzó a hacer bocetos del conjunto musical.

El ensayo fue… normal. MJ quejándose de todo lo que hacíamos mal las demás, Glory ignorándola y Molly y yo con nuestro lenguaje subtérfugo que dejaba entrever lo tremendamente que nos sudaban las críticas que hacía. No sabía tocar otro instrumento más que la guitarra y cantaba medio bien, pero a ser sinceras, no era nada del otro mundo. El grupo en conjunto sonaba bien, teníamos buena pinta, pero por separado la que tenía más que perder, era ella.

-¿El bis?- miré a las tres, rotando la cabeza y con un acorde estruendoso, empezamos nuestra última canción. Siempre era donde yo golpeaba con más fuerza.

A pesar de la hora intensa de ensayo, Bart había podido verme tocar liberada, sin problemas ni prejuicios. Sin controles ni contenciones. Era una de las mejores sensaciones del mundo. Golpeaba con potencia y certeza, jugaba con las baquetas en los dedos y de vez en cuando alzaba la vista para verle rayar un cuaderno, de vez en cuando le sonreí si veía que me miraba. Era una de las pocas circunstancias donde me sentía capaz de todo.

Terminamos con un eco que pareció seguir aun después de haber apagado los amplis y después de recoger nuestras cosas, volvimos a la sala central. -No te hacía aficionado al punk- dije con una sonrisa, aún excitada por la música. -¡Gracias J, nos vemos a la próxima!- el rubio de la barra se despidió de mi con la mano y abrí la puerta para que pasasen mis amigas junto al chico nuevo. Pude ver cómo molly se enganchaba a los hombros de Bart con un brazo. -Bueeeno, bueno bueno… ¿Queens?- Dijo sugiriendo ir al local de siempre de después de tocar, para tomar algo. -Creo que paso, tengo trabajo y pensaba acompañar a Bart en casa ya que nos ha hecho el favor de ser nuestro fan durante una hora- Las chicas nos miraron, MJ y Glory avanzaron hacia la otra dirección despidiéndose con las manos, pero Molly me miró, colocando las manos en forma de pico y dándose toquecitos con la punta de los dedos, como si se besasen entre sí. Rodé los ojos, pero me sonrojé. Estaban pesadísimas por encontrarme un novio… -¡Que os den!-

Esperé a que se alejasen y me di la vuelta, echando a andar sin rumbo con Bart a mi lado - Oye perdona… Era bola. Es que no me entusiasma mucho el local del que hablaban. ¿Quieres hacer algo?- Es increíble lo que me crezco cuando termino un bolo. Y eso que esto había sido una mierda de ensayo. Pensé en Shawn y un escalofrío me recorrió la espalda, haciendo que me sonrojase aún mucho más, aunque podría excusarme en el frío si me preguntaba.

Volví a ponerme la capucha y sin dejar de caminar traté de mirarle. -Resumiendo, Bart, tu carta de presentación es: hiperactivo super-velocista descendiente de cerebritos con traje e identidad chungos que se dedica a patear culos… No está mal- Desvié la mirada unos segundos a las tiendas que íbamos dejando atrás. -¿Qué super-poder crees que me pega? Yo… me conformaría con unos pocos millones de dólares…- metí las manos en los bolsillos y mientras caminábamos, dejando mi aliento en forma de vaho, pensaba en cómo sería tener una vida tranquila. Sin sobresaltos, luchas contra el crimen, riesgo de muerte…

La música se fundía con sus sentidos. La vista, el tacto y el oído unidos y acoplándose, fusionando todas sus sensaciones y percepciones. Sus trazos empezaban a compaginarse con el ritmo de la música. Estaba pintando los sonidos y las líneas hacían un hermoso dibujo del grupo que tocaba. Bart se dió cuenta que la amiga pelirroja de Gwen era muy un tanto regañona, justo como la había descrito anteriormente. El velocista se perdía completamente en sus reclamos. No prestaba mucha atención a esas cosas conflictivas. No creía que las otras muchachas lo hicieran tan mediocre como reclamaba la tal MJ. Le dió la sensación de ser muy controladora y perfeccionista. Era dueña de unos pretenciosos Aires de superioridad que daban a entender que era mejor que el resto y sabía más que nadie en la sala.  Se rió porque se sintió extrañamente familiar. Su primo Wallace era también pelirrojo y hacía gala de la misma tendencia criticona que Mary Jane. Sabía muy bien lo cansado que resultaba recibir ese tipo de actitud y sin embargo, no podía dejar de querer a quien había sido para él como un gruñón hermano mayor. Le impregnó esa misteriosa nostalgia de extrañar lo que más te molestaba del otro. Porque el Flash de esa realidad era muy distante y su relación se sentía más deteriorada y fría a cada instante.

Aplaudió enérgicamente con la actualización. El castaño era muy emotivo y animado, enseguida se motivaba y exaltaba.  Cuando las jóvenes terminaron el ensayo, Bart les regaló a cada una un precioso y artístico dibujo. El velocista había captado la esencia de las muchachas en aquellos esbozos dinámicos y felices trazos.  

- Me gustan los tiempos y compases enérgicos. - comentó con una bella sonrisa. El carácter dinámico y alegre del muchacho le hacía estar siempre en una actitud muy optimista y mostrar siempre su desbordante y acogedora simpatía.

Molly se enganchó al castaño y al velocista le resultó muy normal. estaba muy acostumbrado al contacto positivo y a resultar para los demás agradable y cercano.  Bart podía ser muy desquiciante pero a la vez impregnaba el ambiente de una agradable bondad, simpatía y calidez. El castaño era de ese tipo de personas con las que querías estar. Su personalidad era tan enérgica y atrayente que removía de forma positiva a los demás. Les haría girar entorno al menor como si fuera un pequeño solecito.

Molly pronunció Queens y Bart no lo entendió. Parpadeó y su gesto se mostró ligeramente confuso. Seguramente si acudiera con más frecuencia a la ciudad hubiera entendido que la muchacha se estaba refiriendo a un local. Gwen se disculpó manifestando que Bart se tenía que ir a casa. El castaño se fijó en los extraños gestos que Molly le hizo a la rubia. Parpadeó confuso. No era muy bueno captando indirectas ni gestos. No sabía que le estaba insinuando a su amiga. Iba a preguntar a su recién conocida por el significado de todo aquel galimatías pero al ver el gesto hastiado y escuchar las palabras de la chica araña, supo que no era el mejor momento para indagar. Comenzaron a caminar, el castaño supuso que rumbo al lugar donde Gwen le guiaría hacia su hogar. Le resultaba raro, ya que, él era un velocista y podía ir desde cualquier sitio a su hogar en nada de tiempo. Pero como solía amoldarse a las acciones de los demás no comentó nada.

- Ah ok- dijo asintiendo y sonriendo.  Comprendía el motivo de la mentira de la joven. no lo compartía porque Bart siempre era muy sincero con lo que le gustaba o no le gustaba y con lo que quería o no quería hacer. - Oh - sus ojos dorados adquirieron un brillo intenso.- Se dice que Nueva York tiene muy buena comida callejera. Quiero comer esa comida. ¿Donde se consigue? - preguntó muy seriamente- ¿En los callejones?- El adolescente no tenía ni idea sobre los camiones de comida y que la comida que se vendía allí se llamaba así porque se comía de forma rápida y fácil por las calles. En el futuro no había este concepto y nunca había comido en un sitio así. Por lo que tan sólo hacía asociaciones de palabras. - Luego podríamos hacer algo movido. Umm bailar, deportes, videojuegos, karaoke … no sé hay ferias aquí. Quiero montarme en la montaña rusa y comer algodón dulce. -  A bart le gustaban muchas cosas y pasaba de una a otra rápidamente. Cuando se emocionaba demasiado le era muy difícil poder centrarse en una única opción.

- Te falta admirablemente simpático pero sí básicamente- Se rió alegremente con ese tono tan cálido y agradable que desprendía. Se quedó pensando un instante en la pregunta que le había formulado su nueva amistad. Antes de responder soltó una carcajada con lo del dinero.

- Creo que ya eres bastante afortunada. Tienes unas amigas buenas y cercanas. La familia y la amistad son lo más importante. Eso es tener riqueza.- Habló sinceramente con el corazón. Porque él era lo que más valoraba en el mundo.Un calor especial le sobrevino y su rostro se mostró más mágicamente hermosa y feliz al pensar en sus amigos, tanto los nuevos como los lazos que había formado en su experiencia vital.

-  Teniendo en cuenta lo que sé pareces de ese tipo de personas que actúan de forma precisa e inteligente. Así que si te tuviera que dar un poder sería algos cósmico. -

Bart era un chico encantador. No dudaba en que sería muy feliz. Podría encontrar una novia cuqui y casarse con ella en el futuro, tener críos, la casa y el pack completito. Aunque eso nunca era tan fácil cuando tienes poderes a la espalda. Pero hablaba con una genuidad envidiable. Ojalá poder quitarme tantísimos filtros al hablar. Estar con él resultaba tan cómodo como un domingo de netflix y mantita. No parecía poder tener pensamientos chungos o poder hacer nada malo a propósito.

- Bartholomew sin apellido, sus deseos son órdenes para esta Neoyorkina. Vamos a batir el récord de hada madrina. ¿Tú conduces?- dije apoyando un brazo en sus hombros para, en caso de acceder, agarrarme de nuevo y que nos llevase donde yo le fuese indicando. Punto número uno - food truck del cruce con el conservatorio.

Llegamos, como tendríamos que acostumbrarnos, con el pelo revuelto y la nariz congelada. Me bajé de sus brazos. Era un camión inmenso, negro, con las ofertas impresas en la chapa en color rojo y amarillo. -Te recomiendo los aros de cebolla y la hamburguesa chorreante. Es sólo el nombre por la cantidad de queso que tiene, no chorrea de verdad- fue justo lo que pedí yo. Esperé a que él pidiera y pagué lo de los dos. No es que fuese sobrada precisamente, pero quería tener un detalle por haber soportado a MJ durante una larga hora. En medio del frío, la comida recién hecha calentaba las manos y mi cara con el humo que esparcía. Agarré las cosas y me senté en el suelo, junto a un banco callejero grafiteado que me servía de mesa y esperé a que viniese conmigo. Agarré unas cuantas servilletas para los dos antes de eso, anticipando la posible necesidad.

-Así que poder cósmico- dije masticando el primer bocado de mi hamburguesa. -¿Como cual? ¿Acercar la luna?, ¿Encender estrellas?- esta comida era una locura. Chorrocientas mil millones de calorías.. pero qué rico por dios.

La conversación se perdió en la tontería y la despreocupación. Relajarse de vez en cuando era a veces más placentero que ninguna otra cosa.

Terminé, chupándome la punta de los dedos y luego limpiándolos en la servilleta. -Vale señorito Bart, podemos ir a la feria que hay junto al lago. Hay algodón de azúcar y juegos, aunque todos son de pago- dije poniéndome en pie mientras arrugaba los envoltorios de la comida para lanzarlos a una papelera. Le ofrecí la mano al terminar, comprobando que él ya había comido.

Intentaba acompañarle en su energía y hacerle pensar en que podía tener buena compañía para que no sintiera tanta añoranza por su familia. Aunque se acercaban esas fechas de mierda para intentar evitar pensar en los que se habían quedado atrás.

Cuando ya estaba en pie, me estiré hacia un lado y otro, dándole tiempo a acomodarse.-Te toca decidir. Puedes llevarme si quieres, puedo guiarte como hemos hecho antes, pero ahora te toca tomar la iniciativa. Tira dos D20- crucé los dedos para que lo pillase- ¡Crítico yay! Llévame donde te apetezca estar. Con pasar un rato estoy bien y espero que tú también- le sonreí amable y me acerqué a él para engancharme otra vez y que me llevase donde se sintiese tranquilo, o simplemente donde hubiera una vista chula.

Yo con hacer que se distrajera y pasase un buen rato ya me daba por satisfecha.

El castaño por su carácter se llevaba bien con todo tipo de personas. Mejor con aquellas con la que distaba en carácter. Al contrario que lo pudiera parecer por el carácter bondadoso y amable del velocista, a Bart le gustaba vivir emociones fuertes. Era alguien al que le gustaba la adrenalina. Se sentía fascinado con la acción y el peligro. Lo mismo le ocurría con las personas. Con quien más adoración sentía era por la gente que tenía cierto carácter y era un poco agreste. Por algo Tim y Kon que tenían fama de tener una personalidad más difícil que la suya eran sus mejores amigos. Le encantaban los cambios de humor de Cassie y la recriminaciones amables de Cissie. Sus parejas e intereses amorosos por regla general también seguían ese patrón. Carol no tenía nunca había tenido un pelo en la lengua para decir lo que Bart hacía mal. Cassie y Cissie eran mujeres con carácter. Valerie era alguien fuerte y un tanto aguerrida. En otro universo Kieran era una meta adorable pero tenía una vertiente de personalidad un tanto a lo Joe de la serie You.

- Bart mejor.  Bartholomew me hace sentir ser mi abuelo.- se rió alegremente. No es que su abuelo fuera muy mayor en aquella época. Pero sí que estaba un poco chapado a la antigua y era menos abierto para algunas cosas que Bart. Además, le gustaba diferenciarse de Barry, ya que con bastante asiduidad les comparaban. Siempre le daba la impresión de que él era un especie de Barry con alguna tara y no le gustaba sentirse así. Bart quería ser alguien por sí mismo y no una prolongación de su abuelo.

El castaño tomó a Gwen en sus brazos y siguiendo las indicaciones de la rubia llegaron al primer camión de comida. Miró con curiosidad todo lo que había en el food truck. Estando rodeado de gente y con su identidad civil, no podía usar su velocidad para rodear el camión de comida una y otra vez, fijándose en cada pequeño detalle.

Alzó su vista y miró embobado lo que el food truck ofrecía. El agradable olor de la comida recién hecha llenaba sus fosas nasales. Ver cómo los clientes recibían sus suculentos pedidos le hacía la boca agua. Como todo buen velocista que se precie Kid Flash era muy fan de la comida y actividades culinarias. No sabía muy bien qué pedir. Todo le parecía una buena opción. Sabía que estando en la calle, no podía pedir ochocientas mil cosas. Por lo que tenía que elegir algo que fuera fácil de comer al aire libre sin sillas ni mesas. Al final hizo caso a la recomendación de la rubia y pidió los aros de cebolla y la hamburguesa cargada de queso. Tras comprar la comida, la joven se sentó en el suelo. Bart imitó a Gwen y se sentó con ella en el suelo, cerca del banco grafiteado.

- ¿Cómo las encenderías? ¿Con un mechero gigante y místico? Quizá tendrías un farol mágico. Tal vez arreglar líos cósmicos como contradecir la ley de Murphy. Crear barreras para los nazis de la luna no ataquen la tierra.-  Bart no estaba nunca preocupado por el exceso de calorías. Tenía muy buen metabolismo y lo quemaba todo. Solía comer comida que le resultaba  sabrosa sin tener en cuenta nada más.

Con una rapidez propia de un velocista devoró la comida con rapidez. Hubiera comido más pero de primeras no quería dar una mala impresión. La hamburguesa era deliciosa. También los aros de cebolla. El castaño había disfrutado mucho del sabor neoyorkino.

- Genial- comentó emocionado con la propuesta de la araña de ir a la feria que estaba junto al lago. El algodón de azúcar, las manzanas de caramelo, los frutos secos garrapiñados junto con los juegos eran para Bart diversión asegurada.

El velocista se rió ante el comentario de la rubia sobre tirar dos dados de veinte caras. - Los corredores llevamos bien las crisis. Somos muy creativos.- Volvió a tomar  a Gwen en sus brazos. El velocista era mucho más fuerte de lo que aparentaba. Para ir a la feria decidió improvisar un poco y en vez de preguntar a la rubia fue por su propio camino. El joven corrió sobre las aguas. Sabía que para su acompañante sería una experiencia espectacular y única.

-OOOOh… oooh….- dije más alto de lo que quería, ponderando otra opción -Un zippo absorbeluces como el de Dumbledore, podría quitarle luz a los agujeros negros y otras potencias cósmicas y devolvérselo a las estrellas. Aunque no creo que yo tuviese un poder tan guay… Seguro que me toca poder hablar con las piedras o pedos ultrasónicos- terminé de decir, relamiendo el queso chorreante de la comisura. -Aunque me mola la idea de la barrera lunar anti-nazi-

Volví a sentir cómo me elevaba. ¿No tendría algo de super-fuerza también? Vale que mi cuerpo no era especialmente pesado pero aun así, para un chaval de su edad, poder levantarme como si fuera la pila de ropa que va de la silla a la cama… era demasiado.

Corrió y corrió sin saber a dónde iba y sonreí, sintiendo el frío de nuevo enrojeciéndome toda la cara, despotricando de risa tratando de no gritarle en el oído -¡Oye Bart! ¿Cómo estás tan cachas?- dije entre risas hasta que vi cómo iba hacia el agua.

Coño
COÑO
¡¡COÑO!!
¿¡EN SERIO!?

-¡¡¡WOOOOO HOOOOOO!!!- sonreí mirándole como si de verdad me hubiera bajado la luna al planeta tierra de un soplido. Era muy muy MUY guay. Los sonidos suaves de chapoteo y ver como el agua literalmente no tenía tiempo de hundirle… Qué puta locura. ¿Se habría mojado los pies? Supongo que de la velocidad se le secarán en seguida… ¿No?

Cuando llegamos me recordaba a la típica escena de dibujos animados en la que se clavan en el sitio, suena a un muelle y el personaje está agotado, pero nada más lejos de la realidad… Salvo porque yo era ese personaje despeinado y con la diadema en el cuello que había llegado sonrojada y con el corazón a mil. -Bart. BART, qué burrada lo que acabas de hacer- dije sonriendo mirándole a los ojos y cogiéndole de las mejillas -¡Ha sido increíble!- me recordaba a volar entre telarañas, pero esta vez siendo yo quien se dejaba empujar entre las corrientes de aire. Ni siquiera me había percatado de que ya estábamos en la feria, sólo quería hacerle entender que para lo que él era común, desde fuera era lo más. - Lo has hecho para chulearte… y lo sabes- sonreí de medio lado y le di un codazo suave en el brazo. -Que conste que te ha salido bien, pero por pura chiripa- dije peinándome con los dedos, hasta que me entró el pánico por no encontrar la diadema.

-MIERDA- busqué en mis bolsillos, en mis brazos, en el pelo… nada. -Mierda...no… mi diadema…- Sí sí, la que estaba en mi cuello porque se me había resbalado de la cabeza, juro por dios que no la encontré por mi cuenta a pesar de estar en mi propio puto cuello - ¿Podrías volver a buscarla? O bueno, déjalo, ya voy yo… Es que… Me gusta mucho esa diadema...está dada de sí lo justo y no se me clava y…. joder…- me asomé por detrás de él. Como se hubiera caído en el agua… a tomar por culo.

Le brillaron los ojos con ilusión cuando la rubia hizo una referencia a Harry Potter. Le encantaba tanto los libros como las películas. Al principio el castaño había pensado que era una obra autobiográfica basada en la perspectiva de un joven mago. Pero sus amigos y familiares se encargaron de corregirlo. Zatanna se lo dejó muy claro cuando le preguntó cómo sabías que eras un mago y no un muggle. Porque a él los quiere objetos mágicos le llamaban y eso quería decir que algo de magia tenía. Por lo menos deberían dejarle ir de oyente. Bart en ciertas ocasiones tenía problemas para diferenciar lo que era real de lo que era ficticio. Existiendo entidades como Phantom Stranger o viendo los poderes de Zatanna o el poder de Bedland para modificar el mundo, ¿Cómo no planteárselo?.

- Oh eso sería muy chulo. - se rió con lo de pedos sónicos.- Entonces serías una mofeta cósmica. - comentó con gracia.

Volvió a tomar a la chica araña entre sus brazos para desplazarse hacia la feria. Mientras corría está le hizo una pregunta. Aquella pregunta de Gwen sobre su fuerza física no le pilló de sorpresa. Era algo que le dolía ocurrir. El cuerpo de Bart era delgado, fibroso y Atlético. No daba la impresión de ser fuerte y menos al juntarse con otros jóvenes más musculados como Conner Kent.

- Mi cuerpo está adaptado a mi velocidad.- Porque para correr a esas velocidades se necesitaba no sólo resistencia sino también fuerza.

Se alegró al oír el sonido de expectación de su acompañante. Para él como speedster romper las reglas de la física estaba muy al día. Pero sabía que para la mayoría de la población era alucinante.

- Es que sabía que es una experiencia única y bonita.- comentó con su voz cálida y una serie brida amable en los labios.

Al llegar a tierra Gwen se percató de que en el viaje se le había perdido su diadema. Aunque el velocista no se preocupaba en demasía por los objetivos, entendía que algunos podían resultar muy queridos.

-Toma - dijo antes de que terminase de explicarse. Al velocista no le importaba ir a buscar la diadema e inmediatamente salió disparado. En un visto y no visto tenía el objeto. La había encontrado casi cerca de la orilla a punto de hundirse.

- Ahora por qué no probamos un par de atracciones y luego comemos algodón de azúcar. Oh y podemos ver a la pitonisa.- Aunque aquellas adivinadoras ambulantes podían ser un timo el castaño ni se lo planteaba.

Una de las primeras casetas en las que se fijó el menor era en las de lanzar cosas. Había de dardos, de anillas, de encestar … Bart quiso ir a la de lanzar anillas y arrastró con él a la rubia.

El corazón me iba frenético. Sí, por las carreras de locurón que nos estábamos marcando pero también por la diadema. Podía parecer una chorrada pero me la regaló mi padre y no querría perderla así como así.

Pero la verdad es que no pude estar rayada mucho más tiempo porque Bart se presentó con la diadema en la mano en dos parpadeos. -Gra...gracias!- sonreí y me llevé la manga de la sudadera a la mano, para secarla con el dorso de la sudadera lo mejor que pude y luego volver a ponérmela. Aún fría y húmeda, prefería llevarla puesta. En cuanto terminé de colocarla, noté que una mano tiraba de mí a uno de los puestos. ¿Eh?¿Qué había dicho?

Nos paramos frente a un puesto de lanzar anillas. La punzada de pensar en el apenas inexistente dinero de mi cartera volvió a recorrer mi cuerpo. - Ah no, mi puntería es una mierda. Ser mofeta cósmica es una cosa, aquí juegas tu- y alzé ambas manos junto a mi cabeza, indicando que no pensaba tocar nada.

Esperé que jugase sin prisa, después de los carrerones se merecía jugar a lo que más le apeteciese

-Lo de las atracciones te lo compro, lo de la pitonisa… ¿Crees en esas cosas?- Lo pregunté por curiosidad, no por juicio en absoluto, pero coño, no me encajaba con su perfil que mirase el horóscopo en alguna app o que se inquietase por si los astros ascendentes eran compatibles. -Osea, no me malinterpretes, no he hecho nunca nada parecido. Es sólo que me ha chocado. ¿Dicen que son caras, no?- también pregunté por pura curiosidad. La verdad es que había ido muy poco a parques de atracciones y demás Funhouse, aunque estaba acostumbrada a las ferias. Lo de la pitonisa debo reconocer que nunca me había atraído pero quién sabe, estaba probando muchas cosas nuevas ese día.

-¡Venga, no seas cagón, ¿Querías lanzar, no? ¡Pues lanza!- me aparté del puesto, esperando.-Luego nos montamos en algo, voy a ir eligiendo atracción. Luego tú y luego pitonisa- ¿Dispuesta a gastarme todo el dinero de la semana para no dar explicaciones? Dispuesta - ¡VALE! Túnel del terror DE-FI-NI-TI-VA-MEN-TE, ¿Dónde vas a querer ir tú?- dije terminando de rotar sobre mí misma, viendo lo que teníamos alrededor.

Pensé en escoger algo más normal. El pulpo, el barco pirata… Pero después de saltar por los rascacielos más altos del mundo, como que el “Aladdin” se me quedaba un pelín corto. Le miré a los ojos, la emoción me hacía estar acelerada, por primera vez en mucho tiempo no pensaba nada. Estaba sonrojada, respirando acelerada por los estragos de la carrera y con el pelo aún algo revuelto. Parecía que me había puesto hasta el culo de algo. -Jo, la verdad es que tus ojos son raros- me quedé completamente en silencio hasta que mi cerebro procesó que había podido sonar borde de narices. -¡BONITOS DIGO! Pero raros. Osea, especiales. Vamos que no se ven mucho. Bueno, que me callo la boca…- Qué bien Gwen. No tienes amigos como para estar haciendo el imbécil pero oye, bien. No sabes hacer ni un cumplido.

Para Bart no era una gran molestia ir a buscar la diadema pérdida de Gwen. Era algo fácil con sus poderes. Él no solía darle mucha importancia a las cosas materiales, salvo a su anillo, que siempre llevaba consigo. Al ver la cara de felicidad y alivio de la joven cuando le entregó la negra diadema, se percató de que para ella ese objeto era tan importante como su anillo. Le alegró haber proporcionado su acompañante la satisfacción de encontrar un objeto amado.

Bart se rió jovial y alegremente ante el comentario de Gwen.

-Pero no es divertido sin competencia.- dijo con un poco el tono de voz apagado.

La rubia le preguntó si creía en la pitonisa. Se encogió de hombros. Nunca se había planteado si creía o no en las artes adivinatorias, el horóscopo o la astrología. Pensando un segundo en ello le pareció que sí existían fuerzas místicas que regían el mundo, personas como Raven o Zatanna que practicaban la magia y objetos que te otorgaban poder para crear el mundo de tus sueños, era muy posible que el mundo de la adivinación fueran ciertas.

-Pienso que tal vez algo de real tenga. No es la primera vez que veo magia. Sí se pueden mover los hilos del mundo, ¿Por qué no va a poder alguien decirme que ve en mi futuro? - miró a la rubia de forma intensa. - Si no es real, nos divertiremos con las alocadas,  indescifrables y esorcijadas rimas. -

Lo que dijo la chica después le sorprendió. -¿Cuestan caras? - no tenía ni idea- La gente de las películas siempre va y no parece que se dejen un pasta. Pero nunca he ido ni conozco a nadie que haya ido. No pensé que hubiera una señora con una bola de cristal y una serpiente en una tienda. Sino más bien como en la película Big, una máquina que te hace predicciones.-

Miró la caseta frente a la que se habían parado. Gwen le había increpado a jugar a aquel juego y pensó ¿Por qué no?
- De acuerdo.- Sonrió al feriante y le pidió una ronda de anillas. El  feriante le dio seis anillas para que el castaño probase suerte.

-¿Cuántas crees que voy a acertar? ¿Cuatro? ¿Tres? ¿Todas? Haz una apuesta.- dijo juguetón esperando la respuesta de la joven. Una vez Gwen le dio una predicción, se puso a lanzar las anillas. La primera la consiguió colar. La segunda también. Se cansó de conseguir tan fácilmente ganar. Así que cerró los ojos y lanzó. La anilla volvió a pasar por el palo. La siguiente la lanzó de espaldas. También consiguió el punto. Luego se puso la anilla en el pie y lanzó. Esa vez falló. Arrugó un poco, triste por fallar. Volvió a hacer lo mismo y esta vez sí que acertó. El feriante le felicitó y le dio a elegir una serie de peluches vestidos como los héroes. Bart eligió un león que llevaba el traje de Superman y se le tendió a Gwen.

-Los coches de choque y la torre de caída. - Porque aunque pudiera experimentar en su día a día la velocidad, no podía experimentar frecuentemente la caída de grandes alturas. Eso le daba una idea. Quizá le podía pedir a Conner que le ayude a experimentar aquella sensación de caer al vacío. - y luego podemos comer pastel de manzana o manzanas de caramelo.-

Se quedó sorprendido cuando Gwen mencionó el color de sus ojos. Nunca había reparado en ellos. -Gracias, no me lo suelen decir. - El velocista recibía lagos continuos por su apariencia en conjunto pero no solían destacar ninguna parte de su cuerpo en concreto. Bart siempre pensaba que sus rasgos no tan dentro de lo que la sociedad consideraba bonito, tenían una conjunción estética que la gente notaba. No es que destacarse los rasgos extravagantes o poco comunes.- Son herencia de mi madre. Me parezco mucho a ella físicamente.  No sabía que eran de un color poco visto.-

-De verdad que no, suerte que esta mofeta aún conserva los ojos en la cara para no matarse andando por la calle- Negué con la cabeza, era malísima, pero malísima de narices. Me alivió ver que dejábamos ahí el tema y empecé a reflexionar con su observación sobre las pitonisas -No crees que si algo o alguien pudiera decirte tu futuro, y fuese certero, ¿Estaría en otro lado y no en una feria en Central Park? Osea, entiendo tu punto. No digo que no exista la gente que no lo haga… Joder qué mal rollo me acaba de entrar. Lo que digo es que no están en las ferias de algodón de azúcar- me encogí de hombros. Tal vez fuese un poco aguafiestas pero era la verdad. -Pues ahora que lo dices… la verdad es que ni siquiera sé lo que hay aquí. Quizá haya máquina, ¿tendría más sentido…?- Y puede que más divertido. Las máquinas esas solían tener mensajes válidos para todo el mundo, para bien o para mal. Mierdas genéricas del estilo “Es momento para atreverte a eso que te ronda por la cabeza”.

-¿Cuántas hay…? Yo digo que… hmn… cuatro, ¡NO, CINCO! No, cuatro, venga… cuatro- y di un paso atrás para que lanzase en paz. Las dos primeras dieron fácil. En la tercera se flipó, pero es que a la cuarta cerró los ojos -Bueno bueno, te estás-- acertó y me calló la boca. Vi cómo se alejaba y se colocaba la anilla en el pie -¿Pero tú flipas o qué?- y esa sí la falló. Es que se estaba viniendo arriba a una velocidad…

Pero la última la acertó -Mierda, sabía que tenía que haber dicho 5- dije aplaudiendo mientras le entregaba el premio. -¡¡Eres un chulo!! ¿Dónde has aprendido eso? Lo has hecho para impresionarme...- rematé con sorna. Cuando me lo ofreció alcé las cejas y parpadeé un par de veces, tardando en darme cuenta de que quería dármelo -¡Ay, no, ten, es tuyo! No me atrevería a arrebatarle su premio al mayor flipado de la historia en puntería- buscaba picarle pero las cosas como eran, lo había hecho perfecto.

Llegamos a la cola de la torre y esperamos, justo le daba el sol y fue cuando me fijé en sus ojos. -Es que no son… marrones son como… amarillos. - aproveché para mirarle de cerca, respetando una distancia segura para no violentarle. -Jo, parecen dorados cuando brillan- qué envidia..

La espera se hizo más amena de lo que me esperaba y entonces, después de pagar en taquilla nos dejaron subir. Pasamos juntos y dejé el peluche junto a mi mochila, junto a la atracción antes de subirnos. Me encanché bien y le sonreí. La verdad es que esto en comparación a lo que estaba acostumbrada, no me entusiasmaría demasiado. Pero él parecía motivadísimo, así que preferí esperar a que lo pasase bien, ver cómo se divertía a pesar de la situación jodida que me había confesado que tenía, y sin más, estar. Los gases de la atracción sonaron fuerte y empezó a ponerse en marcha mientras me preparaba con esos nervios agradables en el estómago para una caída corta. Cuando nos desprendió, yo me reía por lo bajo, tampoco nada demasiado efusivo por mi costumbre a esos movimientos, pero reía con él, suelta de manos, aprovechando el momento para fijarme en sus gestos, en si lo disfrutaba o no y en cómo se le iba el pelo para atrás con la velocidad. Lo que me recordó que estirase una mano y retuviese la diadema bien pegada a mi cabeza.

Le hacían mucha gracia los comentarios de Gwen comparándose con mofetas. Bart lo expresó riendo a carcajadas. La verdad es que era fácil hacerle reír con su personalidad optimista y risueña.

- Umm- musitó pensando en lo que comentaba la chica araña sobre el futuro, las pitonisas y sobre qué tener un fin así no era para estar en una feria. - Quizá se dedican a eso por vocación y por eso están las ferias para poder llegar a cuánta más gente mejor. Porque a cuánta más gente lleguen a más gente podremos llegar.- comentó de una forma inocente y ensoñada. Bart pensaba bien de todo el mundo. Veía a todo el mundo con una mirada amable y bondadosa. Tenía una visión idealista y positiva del universo. Algo así como una Madame Xanadú recorriendo el mundo y brindando ayuda a cualquiera que tuviera problemas con lo místico y paranormal.

- Una máquina puede ser divertido, son muy listas e intuitivas.- El castaño estaba acostumbrado a usar alta tecnología. Además, había nacido y sido criado en un futuro donde las máquinas tenían una inteligencia artificial muy avanzada y desarrollada.  A veces no se daba cuenta de que había menos tecnología y de menor nivel en la línea temporal donde vivía.

Gwen hizo su apuesta y Bart empezó a lanzar anillas. Al final, consiguió meter cinco de las seis. La rubia en un primer momento había dicho que iba a acertar cinco veces pero al final había cambiado su apuesta.

- Hay que hacer caso del primer instinto.- hizo una reverencia mientras la rubia aplaudía.

Se rió con esa risa encantadora y ese tono cálido que tenía.- Aquí y ahora. - Bart pensaba y calculaba a la misma velocidad que corría. - Aprendo en un instante. Un momento para mí es mucho tiempo. Hago cálculos y correcciones en un momento. - La rubia rechazó el peluche que le había ofrecido el castaño. Lo que entristeció un poco.- No es por presumir pero puedo hacerme con otro. Además, me gusta competir o probar mis habilidades. Es divertido. No lo hago por peluches o premios.-

Terminados los juegos en las casetas, se pusieron a caminar. Estaban esperando en la fila de la atracción cuando la joven araña hizo una apreciación sobre ojos. Bart no estaba acostumbrado a llamar la atención por uno de sus atributos físicos. Todo el mundo se fijaba en él porque era muy energético, dinámico e inagotable. Su elevada energía muchas veces causaba agotamiento y repulsa. Algo en su interior se removió y se sintió un poco alterado. Era como un pequeño rubor que se extendía por su cuerpo. A todo el mundo le gustaba ser alabado. A la gente le gustaba ser reconocido.

Aunque no tuvieron que esperar mucho, cada espera impacientaba al velocista. No era alguien muy paciente. Estaba muy nervioso por subir a la atracción y cuando por fin les tocaba se emocionó. Se sentaron juntos en la atracción y Bart estaba a cada instante más impaciente. La torre empezó a funcionar y Bart se rió feliz. La atracción les subió a lo alto y les mantuvo allí subidos un momento. Al velocista le hizo gracia lo pequeñitas que se veían las personas desde aquella altitud eran como hormigas. La torre les soltó. Caían en picado. A Bart le hubiera gustado que la atracción fuera mucho más de prisa . No obstante era divertido. El adolescente se dejó envolver por el ambiente de calidez y diversión y rió con ganas.

Cuando bajaron de la atracción, Bart tomó la mano de Gwen y se fue corriendo a buscar dónde estaban los coches de choque. Como a todo adolescente le gustaba la idea de conducir. El castaño sabía que la conducción real no era tan fantástica como él se había imaginado. Por eso, le entusiasmaban los coches de choques. No había tantas reglas ni normas como.en la conducción real. Podrías hacer lo que quisieras. Chocarte con otros coches era divertido no como en la realidad, que era un tremendo problema.

Bart era un público agradecido, todo había que decirlo, y estar cerca de alguien que se descojonaba tantísimo de las gilipolleces tan profundas que se me pasaban por la mente resultaba muy, pero que muy agradable. -No sé, yo si tuviese ese poder me dedicaría a otra cosa- terminé cerrando el tema. -Vale, pues después de las atracciones vamos a la máquina- dije cuadrando el plan. No podría tardar mucho más en ir a casa… Aunque lo estaba pasando genial.

-Ten piedad de los feriantes, cerebrito.- y después le robé el peluche, dando a entender que lo aceptaba como tributo. Le di un empujón para moverle hacia otro lado antes de que se pusiera a lanzar otra vez y contemplé con una sonrisa el rubor que enmarcaba su cara después de mi comentario. Lo cierto es que el chico era muy mono, seguro que no tendría problemas para encontrar pareja.

Cuando me abroché el cinturón de seguridad de la atracción no pude evitar pensar en la ironía. Me descuelgo a pelo de edificios bastante más altos que esta cosa pero… -click-. Su risa me sacó de mi pensamiento -Joder, si llego a saber que te entusiasma tanto, hubiésemos venido antes- Y si pudiera, te llevaba a volar por la ciudad… pero… es imposible. -Mira qué bien te lo pasas- dije entre risas contemplando su reacción. Este chico era tan genuino y tan natural… Ya apenas queda gente así en el mundo.

Cuando la torre se desprendió, dejé el cuerpo muerto por completo cerrando los ojos, en comparación a mi rutina, no era nada, pero aun así notar el aire recorrerme volvió a ser agradable. Luego pensé que tendría que haber gritado o haberme reído o hecho algo para disimular, pero en el momento sólo me salió sonreír. Con un chistido la máquina se detuvo del todo y nos liberamos de las medidas de seguridad. De un salto y el ruido de los pasos metálicos sobre la chapa de la estructura, volvimos a la tierra. Me estaba colocando el flequillo con la punta de los dedos cuando Bart me enganchó y tiró de mi haciendo que me desequilibrase un instante para luego encauzarme y correr con él. Llegamos a los coches de choque. Todo el mundo se sacaba el carné con 16 años… si estabas en las afueras. En Nueva York era imposible y se solían tener otras prioridades, así que no, no tenía ni pajolera idea de conducir, aunque sabía cómo funcionaban los coches de choque.

Cuando dieron el pistoletazo, corrí hacia un coche neón azul que tenía un rayo rosa en el lateral y monté de un salto. Esperé a que arrancasen y fui directa a por Bart. Me pequé al límite de la pista y fui hacia él veloz aprovechando que los demás aún corrían en círculos, dando de lleno en el lateral de su coche mientras me partía de risa. Luego vino otro coche, y otro y nos quedamos encajados durante unos segundos pero conseguimos separarnos y empezar a movernos de nuevo. Le buscaba todo el rato esperando que me embistiese en cualquier momento, la verdad es que no pensar en nada durante ese rato estuvo genial. Sonreía, miraba a los lados distraía, me comía los choques de otros jugadores… Era como si el mundo no se hubiese vuelto loco durante esos minutos.

Cuando nos bajamos al trote de la pista de los coches de choque, fui yo quien le agarró de la mano esta vez y le llevó corriendo al túnel del terror. Sabía que no corría más que él, pero me hacía ilusión ser yo quien le llevase. -Cerrado hasta las 19;00.. claro. tiene sentido- El cartel era muy claro y a mí no se me había ocurrido. El tunel del terror, era obvio que sólo funcione de noche, ¿No? -¡Bueno pues a la máquina del futuro!- Y me giré buscando por la ventana algo así como una cabina con el monigote de una gitana dentro. -¿Tú la has visto?-

Bart destilaba siempre diversión, optimismo y alegría. Era como una fuerza viva que repartía su dinamismo y energía. Su carácter carismático y entusiasta hacia que los demás se impregnasen de su desbordante luminosidad.

-Si yo pudiera ver el futuro lo usaría para ayudar a la gente del mundo. Me uniría a un circo e daría mis visiones a quien viniera a mi tienda. Sería muy divertido y apasionante. -

Al castaño no se le ocurría otra forma de usar los poderes predictivos. Bart no pensaba que ese don podría usarse la ganar dinero y enriquecerse. El castaño no se planteaba nunca usar los poderes en beneficio propio sino para ayudar siempre a los demás.

- No les causa tanta pérdida un peluche de vez en cuando.- el ojiambarino se alegró de que Gwen aceptase su peluche. Le hacía sentirse bien regalarle cosas a los demás. La chica le dio un empujoncito y Bart se rió. Se lo estaba pasando muy bien con ella.

Se subieron en la Torre de caída y Bart se mostraba como siempre muy emocionado. No había tenido la típica infancia. Ir a este tipo de diversiones que todo el mundo había conocido en su infancia era algo que le ilusionaba porque él no había tenido esa opción de niño. Estaba divirtiéndose mucho. No por lo que era en sí la atracción. Sino por la compañía. La atracción se puso en marcha y no fue tanta la adrenalina por sus vivencias y sus poderes. Sin embargo, tuvo una visión privilegiada de toda la feria y sus atracciones. Fue realmente bonito. Una experiencia que no podía compartir con nadie porque él se daba cuenta de esas cosas debido a su poder como velocista.

Después de subirse en la atracción de caída libre, Bart guió apresuradamente a Gwen a los coches de coche. El velocista escogió un coche de un color naranja muy estridente. Cuando se inició la atracción, Gwen enseguida fue por Bart. Chocaron los coches y Bart no paraba de reír. A continuación el velocista fue conduciendo a lo loco. Tomaba velocidad y embestía. Los minutos en la pista de los coches de choque fueron tan alocados como divertidos. La risa y la sonrisa no debían la boca del adolescente.

Tras  la divertida experiencia de loca conducción en los coches de choque, Gwen le agarró de la mano y le condujo hasta el túnel del terror. Cuando llegaron a la atracción estaba cerrada. En un cartelito pelis que hasta las siete de la tarde no abría. De los labios del velocista se escapó un ligero joooooo de decepción. Tras ese pequeño descalabro en los planes, la joven rubia propuso ir a la máquina de adivinación.

- Sí, la he visto cuando estamos en la torre de caída. - El velocista hizo un leve esfuerzo por recordar la ubicación de la máquina de predicciones. - Estaba un poco más atrás a la izquierda. Al lado de un puesto con manzanas de azúcar.

Bart tomó mano de la muchacha y se dirigieron hacia el lugar donde estaba Zoltar el adivino. En una esquina un tanto apartada, junto a un puesto de dulces y manzanas de caramelo estaba situada la máquina de adivinación. La máquina tenía una gran forma de caja con una vidriera. De la mitad para abajo daba la impresión de ser de madera clara. En esta parte había una ranura para meter monedas y tener tu predicción. De mitad para arriba estaba la vidriera donde está asentado el muñeco de un adivino. El llamado gran Zoltar se parecía un poco a Nadar. Era un hombre barbudo con un turbante blanco. Vestía una camisa amarilla y un chaleco morado.

Sin dudarlo ni un momento el velocista sacó su monedero y sacó una moneda. La metió en la máquina y está empezó a funcionar. Con unas luces y unos movimientos el muñeco dio su predicción. En nada de tiempo la máquina le dio a Bart una papelito dorado con letras negras donde estaba su predicción.

- Tu energía desbordante es realmente un motor para los otros; contigo es difícil aburrirse. - leyó en alto

Echa tu moneda y obtén tu predicción
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Tira un dado de 10 y el número obtenido será la predicción

La verdad es que estar con alguien igual de nervioso que tú te carga las pilas al instante. Saber que por muy culo-inquieto que seas la otra persona va a corresponder tus energías era maravilloso, aunque empecé a preocuparme porque por mucho que yo quisiera hacer, mi cartera no podía corresponderme. Ya me había gastado más de lo que esperaba y no podía seguir a ese ritmo.

Pero mientras hacía cálculos frente al túnel del terror cerrado, Bart ya me había agarrado la mano y tiraba de mí con el mismo nervio que había demostrado todo el día, llevándome al puesto de adivinación. Por un instante me detuve a pensar. ¿Cuándo había cogido tanta confianza con él? Le conocía de ese mismo día y aunque pareciese un gesto sin importancia, que yo me encontrase tan cómoda como para darme la mano con alguien y ni siquiera reparar en ello hasta ese momento… Es raro. Muy raro.

Pensé en Shawn… Incluso con él me costó mucho más tocarnos por primera vez sin que fuese accidental o una pelea.

El olor del caramelo me hizo despertar y justo llegamos al puesto de alimentación. La feria quedaba un pelín apartada tras unos árboles. Él rápidamente buscó su moneda y la echó esperando con ganas. Las luces brillaron más fuerte y una música cutre salió de algún altavoz viejo que tendría la máquina en algún sitio. -Dios mío, todo esto es tan feo que me gusta-solté una carcajada esperando que la máquina le diese su papelito.

-¡JODER! Ha acertado de pleno, de hecho lo estaba pensando antes, que mola estar cerca de alguien con tantas ganas por todo.- abrí mi cartera. Si pagaba esto, no tendría dinero para el tunel del terror. Quizá pudiese fingir estar cansada antes de que fuesen las 7 y así poder irme con una excusa para no gastar más dinero. Eché la moneda y las luces y la música desgastadas volvieron a brillar.

El billete dorado se extendió y lo recogí con la mano buscando la luz para leerlo - Para algunas personas tú eres su modelo a seguir - Los grafittis de odio a White Spider me cruzaron la mente, la reacción de mis compañeros de instituto con la muerte de Parker, las miradas de desaprobación de mi padre… -Aquí la ha cagado del todo jajajajajajaja, quizá algún fan del grupo, pero no creo que mucho más…- había un tono de decepción que oculté peor de lo que quise en mi voz. Aproveché el momento para camuflar dos de las cosas que no quería que se notasen. Aunque fui algo torpe.

-Oye Bart, me siento muy cómoda contigo, lo cual es raro porque soy más bien una rata asocial. Pero estoy algo cansada… y debería irme a casa. Pero me lo he pasado muy bien.- Por favor no me tires de la lengua, no me invites, no me gusta deberle nada a nadie y … yo qué sé -Si quieres te doy mi teléfono y vamos hablando para quedar otro día- En caso de aceptar, se lo daría encantada y le miraría a los ojos por última vez. Era raro, pero quería intentar acercarme un poco más a él. Así que torpe, nerviosa y tensa, extendí los brazos y le rodeé por los hombros, pegando mi cuerpo a él en un abrazo que seguro no era el mejor de su vida.
Era rara esa tensión incómoda y a la vez la calidez que sentía cuando abrazaba a alguien. Aunque con este chico era mucho más fácil.

-Gracias por el día de hoy, de verdad…- Y me separé mirándole de nuevo a los ojos miel con una sonrisa que prefería que hablase por mi.

El día había mejorado considerablemente. La jornada había comenzado con él en uno de sus alocados viajes perdiendo su anillo de velocista. Habiendo logrado recuperar la joya de su legado, se encontraba con una joven rubia disfrutando de un día en la feria. No podía estar en una mejor compañía. Bart sonrió. Se encontraba feliz. El ambiente era ameno y alegre. Habían comido, habían ganado un premio en las casetas y se habían subido a atracciones. Lo que era un día perfecto de feria.

A Bart no se le daba muy bien captar indirectas. No comprendía muy bien los giros, juegos y dobles sentidos  del lenguaje. Tampoco sabía captar cuando esta clase de cosas se daban a un nivel más inferencial y no en el lenguaje. Cuando las pistas te hacían llegar a una conclusión por la situación. No tenía experiencias en aquellas situaciones que una persona había vivido en su cotidianidad; su familia y su vida no fueron lo que se dice de lo más normales. Por eso, le costaba captar los pequeños detalles como que no podías estar en más atracciones por la falta de dinero. Sus mentores no eran adinerados pero tampoco tenían pocos recursos. Su familia tiraba a clase media alta y él nunca había tenido que renunciar a nada de lo que quería. Tampoco es que él gastase mucho dinero, no estaba muy interesado en las cosas materiales.

Aunque había aprendido a pensar en las consecuencias y a valorar las situaciones pero aún seguía siendo un muchacho muy despistado. Por eso, no captó que su acompañante andaba haciendo cálculos monetarios. Simplemente se impulsó a ir y venir de un lado a otro sin pensar en nada más que aprovechar el día y divertirse con su nueva amiga.

Bart era alguien que enseguida entraba en confianza con la gente. Quizá porque su mundo giraba millones de veces más deprisa o tal vez porque al ser criado en una realidad virtual no había llegado a asimilar cómo iba el ritmo de las interacciones con los demás. Cualquiera que fuera la razón no importaba. Él simplemente fluía con un ritmo propio sin pensar en la sensación acelerada que causaba en los demás.

Bart soltó una carcajada con el comentario de Gwen. - Es que eran bastante horteras antes.Metió la moneda en la máquina y tras un preludio, salió un tiket con su predicción. El castaño leyó su predicción y recapituló sobre las palabras.

- Sí que soy divertido y enérgico.-

Bart esperó impaciente a que Gwen metiese la moneda en la máquina y que saliera su predicación. No conocía tanto a la joven para saber si era un modelo a seguir. Pero lo que sí sabía es que todos inspirábanos a alguien.

- Quizá no sea ahora sino en el futuro. Por algo es una predicción de futuro. -

La joven araña comentó que se sentía cómoda con él y eso hizo que el velocista se sintiera muy feliz. Le agradaba caer bien a la rubia. Sonrió muy contento. Sus ojos brillaron emocionados.

- Yo tambien me siento genial, contigo Gwen.- Bart sonrió de forma amable y cálida a la rubia. El velocista con su optimista y enérgica personalidad tiraba de la gente. Era algo que le había pasado desde siempre, como si pudiera transmitir toda su vitalidad a los demás.

- Has visto que soy rápido, te puedo llevar- se ofreció amablemente el velocista. - Estaría encantado de que intercambiasemos números y que quedemos en más ocasiones.- comentó muy dichoso con la propuesta de Gwen. Luego, la muchacha le abrazó y él correspondió el abrazo con profusión. Le gustaban mucho los abrazos amistosos. Esos gestos tiernos y cálidos llenos de un profundo y dulce afecto.

- Para mí, ha sido un día increíble.- dijo muy sincero y animadamente jovial. - Espero que podamos vernos muy pronto.-