Negro sobre negro [JLA]

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El Hall of Justice en Washington DC era un enorme edificio de blancas paredes y fachada de cristal que se alzaba en medio de un gigantesco jardín, y habría sido fácil confundirlo con un edificio gubernamental. Incluso si la construcción permanecía inalterable, estaba claro que también había sufrido los efectos del reciente desastre. Partes del jardín parecían un campo de batalla, y aunque había algún que otro operario esforzándose por dejarlo en su antigua gloria, estaba claro que tardaría mucho tiempo en recuperarse del caos. Como probablemente el resto del mundo, pensó Angela.

Justo el día después del ataque, una vez se había ocupado de sus visitantes y de las heridas de Anubis, que tendría que pasar un tiempo reposando, Angie se había dirigido a la única persona de la que pensaba que podría siquiera tener un mínimo de información sobre el tipo del anillo negro. Por desgracia para ella, Jason Blood no había sido especialmente informativo.

-Lo siento, no tengo nada para ti- había dicho entonces.

-¿Nada? ¿Ni una pizca de información? ¡Algo tiene que haber!

-Si de verdad es uno de esos anillos, no es conmigo con quien deberías hablar.

-¿Y con quién lo hago, si puede saberse? No es como si tuviera el teléfono de algún superhéroe al que poder llamar para pedir cita.

-Al paso que vas, acabarán siendo ellos los que tengan tu teléfono, y no al revés- al decir aquello, Blood había sonreído como si se estuviera riendo de un chiste personal-. Pero veré qué se puede hacer.

Blood había sido el que le había indicado que se dirigiera allí. No había podido garantizarle que encontraría allí a alguien que lo supiera absolutamente todo sobre el tipo del anillo, pero sí a alguien que pasaría el mensaje. Era mejor que nada, había pensado Angie. Afortunadamente, y aunque no había hecho mención alguna de superhéroes, el editor de la revista había decidido correr con los gastos de su viaje, mientras le trajera alguna historia sobre todos esos “eventos paranormales” que según él habían tenido lugar durante el dichoso día de la luz violeta y los portalitos escupiendo personas de otras dimensiones.

No es que a Angela le hiciera demasiada ilusión hablar del tema, habiéndolo vivido en sus propias carnes, pero algo se podría inventar. A fin de cuentas, sospechaba que nadie que comprara aquella revista se creía lo que leía en ella.

El caso era que allí estaba, aunque no con Anubis. El pobre todavía estaba recuperándose de su encontronazo con el tipo del anillo, y lo mejor era que no hiciera viajes que le estresaran demasiado. La hacía sentirse sola, hasta un límite que no habría creído posible. Anubis había estado con ella en todo momento desde que había pisado América, y no tenerle a su lado le recordaba lo lejos que estaba su familia y el lugar que había considerado su hogar hasta hacía nada. Pero sacudió la cabeza, desechando estos pensamientos. Estaba allí precisamente porque Anubis había sido herido por un cadáver controlado por un anillo, o esa era la conclusión a la que había llegado. Quería encontrar una explicación a de dónde había salido aquella cosa, y si había forma alguna de que no apareciera de nuevo.

Con pasos seguros una vez más, comenzó a subir la escalera que llevaba a la puerta del edificio. Sabía lo que debía hacer. Ahora solo tenía que encontrar la manera de explicarlo sin parecer una lunática… más de la cuenta.

John Stewart miraba con cierta tristeza cómo las obras de reconstrucción trataban de devolver al Hall of Justice su aspecto anterior a la crisis. Como todo arquitecto que contempla una de sus obras, se alegraba de que el edificio en sí no hubiera sufrido daños. Él mismo, codo a codo con Wonder Woman, había diseñado el Hall tiempo atrás; no le hubiera gustado verlo convertido en escombros. Había tenido suficiente destrucción para toda su vida. Aún no se había perdonado por lo sucedido en Xanshi, el planeta al que no logró proteger como Green Lantern... en especial después de que los Anillos Negros hubieran "revivido" a todos sus muertos ante sus ojos, incluida su amada Katma Tui.

Pero aquello había sido hacía tiempo, y ahora tenían una crisis peor de la que preocuparse...

John estaba en Oa cuando se produjo la Colisión. Como otros Green Lanterns, había tenido que volar de un lado a otro, intentando restablecer la calma en su Sector. Hal había permanecido en la Tierra; Guy, Kyle y John habían hecho cuanto habían podido fuera de ella. Los problemas en el Espacio Exterior distaban mucho de haber terminado, de modo que Hal y John se habían dado el relevo. Ahora era Jordan el que se encontraba fuera, y Stewart el que protegía la sede de la Liga.

John se masajeó las sienes, cansado. Las obras de reconstrucción seguían adelante en el jardín, y no iban a acelerarse por mucho que él las mirara desde la ventana. De modo que decidió regresar a la sala de control central de la Atalaya, con J'onn. El Detective Marciano había recibido, en medio del caos de la Colisión, la llamada telepática de un hombre que se hacía llamar Profesor X. La Liga trataba ahora de discernir si se trataba de un amigo o un enemigo. No podían confiarse, en especial después de aquel mensaje, difundido internacionalmente por la misteriosa organización conocida únicamente como "Omega".

Sin embargo, el Green Lantern no llegó a abandonar la ventana. Algo había llamado la atención. Al parecer, una visitante acudía al Hall... ¿sería una de los turistas que solían acercarse al edificio con la esperanza de encontrarse con uno de los miembros de la JLA? No, no lo parecía. Se dirigía directamente a la puerta, con el aire de alguien que viniera por negocios.

John se hubiera apostado su anillo a que los asuntos que la traían allí tenían que ver con la crisis de los mundos...

Al llegar a lo alto de la escalera, Angela encontró el primer obstáculo del día: una puerta cerrada.

Debería habérselo esperado. Ni siquiera estaba segura de qué había estado esperando encontrar. Tal vez un vigilante, o un superhéroe saliendo de allí, o a saber el qué. A la hora de la verdad, no estaba muy segura de haber pensado en la puerta, teniendo en cuenta que tenía otras cosas en la cabeza. Pero la puerta estaba ahí. Era una puerta de cristal, y tenía pinta de tener un par de centímetros de grueso. Se jugaría su sueldo y no lo perdería a que era de esos cristales anti-todo que para atravesarlo a la fuerza se necesitaría un misil tierra-aire o algo del corte. No es que importara, de todas maneras, porque no estaba en sus planes entrar a la fuerza.

Más allá de la puerta no había nadie, ni un triste guarda de seguridad. No al menos en la sala que ella podía ver, claro está. Y un vistazo a su alrededor le indicó que no había botón, telefonillo o intercomunicador alguno que le permitiera al menos llamar. Se rascó la cabeza, preguntándose cómo iba a conseguir hablar con alguien, y resignándose a tener que esperar a que algún miembro de aquella "Liga de la Justicia", como la había llamado Blood, apareciera por allí.

Sin embargo, no tuvo que esperar más que unos segundos hasta que una voz algo mecanizada sonó.

Por favor, declare su nombre y la razón de su presencia.

Angela parpadeó, sorprendida, y buscó con la vista el origen del sonido, pero al no poder encontrarlo, se encogió de hombros. La gente siempre pensaba que le hablaba al aire cuando charlaba con espíritus, por hablar al aire de verdad una vez no iba a empeorar la situación.

-Mi nombre es Angela Strazza. Vengo...- aquí se frenó, porque no estaba segura cómo demonios expresar lo que la había traído hasta allí-. Vengo por algo que ocurrió durante la catástrofe de hace unos días.

Bueno, no sabía cómo ponerse a explicarlo, y no era como si alguien fuera a hacerla caso solo porque dijera eso, pero menos daba una piedra. Pero podía jurar que aquello había sido mucho más sencillo en su cabeza.

John echó un vistazo crítico a la enorme estatua dorada de Hal Jordan que, flanqueada por Wonder Woman y el Detective Marciano, se alzaba en el Salón de la Fama. Si Guy hubiera estado con él, hubiera hecho algún comentario al respecto, algo en la línea de: ¿alguien se ha enterado de que somos más de uno?. Y, con aquello, Hal se hubiera reído: Cuando vueles tan alto como yo, Gardner. No antes.

A Stewart no le importaba demasiado no contar con su propia estatua gigante, entre otras cosas porque le parecía un poco... excesiva. Como todo hombre que ha estado en una guerra, el Green Lantern sabía que cualquier héroe tiene dos caras. Un homenaje dorado de aquella envergadura no le hubiera parecido justo; conocía sus propios fantasmas mejor que nadie y, por muy grande que fuera su figura, nunca sería mayor que un planeta entero.

La sala quedaba en el camino de John hacia la puerta principal del Hall, lo suficientemente cerca como para que llegara a sus oídos el intercambio que tenía lugar en la entrada.

Por favor, declare su nombre y la razón de su presencia.

-Mi nombre es Angela Strazza. Vengo... Vengo por algo que ocurrió durante la catástrofe de hace unos días.

Había acertado. Bueno, tampoco era que hubiese muchas alternativas, reflexionó John, mientras se aproximaba a las puertas de cristal.

-Yo me encargo. - avisó el Green Lantern, en voz alta, al ordenador central.

Acceso permitido, fue la respuesta del mismo, mientras las grandes puertas de cristal se abrían para Angela.

Al otro lado había un hombre de piel como el ébano, vestido de verde, con el emblema de la linterna sobre el pecho. En su mano derecha llevaba un anillo que parecía brillar con luz propia, aunque en aquel momento no se tratara de más que un halo.

-Bienvenida al Hall de la Justicia, señorita Strazza - dijo John - La mayor parte de la Liga está encargándose de las consecuencias de esa catástrofe ahora mismo... ¿Puedo serle yo de alguna ayuda?

Acceso permitido.

Angela parpadeó, sorprendida ante la "facilidad" con la que se le había dado acceso. No es que hubiera dudado que fueran a recibirla, incluso si no tenían razón para hacerlo, pero en cierta medida no había esperado obtener permiso tan rápido. Pero como no era de las personas que ponen en duda su buena fortuna, entró en el edificio, y se encontró de cara con uno de los Green Lantern.

-Bienvenida al Hall de la Justicia, señorita Strazza. La mayor parte de la Liga está encargándose de las consecuencias de esa catástrofe ahora mismo... ¿Puedo serle yo de alguna ayuda?

No podía creerse la racha de buena suerte que estaba teniendo con aquel asunto.

-La verdad, es probablemente la persona que mejor me pueda ayudar- dijo con una sonrisa-. Yo... Vengo de Gotham City. Durante la catástrofe tuve una visita indeseable, por así decirlo. Queria averiguar qué era, y cierto conocido mío me recomendó que viniera aquí.

Pasó a contar sucintamente el asalto zombi a su casa, los dos portales que se habían abierto en su casa escupiendo sendos personajes, y la pelea que había tenido lugar en su jardín. Había procurado no detenerse demasiado en explicaciones sobre lo que ella o los otros habían hecho, porque no era lo que importaba. Lo que de verdad importaba, aquello por lo que había venido, era otra cosa.

-El que comandaba a los muertos era... También estaba muerto. Pero era distinto. Llevaba un anillo, y creo que era lo que le estaba controlando. También tenía este símbolo en el pecho.

Apenas dijo estas palabras, desdobló una hoja que había llevado en el bolsillo y le mostró el dibujo que había hecho del símbolo que había visto, días atrás.

FdI: siento muchísimo el retraso, no me llegó el aviso de respuesta al tema, y entre eso y que he estado fuera de circulación por culpa de mi trabajo, lo veo con más de un mes de retraso... ¡lo siento! No volverá a ocurrir >.<

John palideció todo lo que su oscura piel le permitía al contemplar el símbolo dibujado por la mística. Lo conocía a la perfección, pero había pensado que nunca volvería a verlo...

- El emblema de la Muerte - dijo, alzando involuntariamente la mano en la que llevaba su propio anillo, para interponerlo entre el papel y él mismo - El símbolo de los Black Lanterns... ¿cómo es posible?

Tras escuchar la historia de Angela, se quedó doblemente confuso. ¿Sería posible que la Colisión hubiera traído de vuelta aquel mal que creían derrotado? ¿Habría más como él, o había sido un fenómeno transitorio?

-¿Conseguisteis derrotarlo? - inquirió, preocupado - ¿Qué pasó con su anillo?

El paradero del Anillo Negro era lo que más preocupaba a John Stewart en aquel momento. Había ido en busca de un muerto para controlarlo; ese muerto había sido derrotado, sí, pero, si el anillo no había sido destruido (lo que parecía poco probable, sin ayuda de la Luz Verde que portaban los Green Lantern), buscaría un nuevo huésped. Al menos no parecía que fueran a llover cientos de anillos negros del cielo, como aquella vez... pero tener uno suelto en América no era una noticia que hiciera saltar de alegría al Lantern.

-Los Linternas Negros son como... una versión retorcida de los Linternas Verdes a los que todos conocéis - le explicó a Angela; quería asegurarse de que entendiera la gravedad de la situación - El Poder que vive en sus anillos, sin embargo, no es ninguna emoción, como las nuestras... es la ausencia de todas ellas, la Muerte. Una vez trataron de hacerse con el control de la Tierra, dándole la "paz", la ausencia de emoción, el fin de toda la existencia - narró - Entonces, logramos detenerlos, pero el coste fue alto. Nosotros llamamos a ese día "La Noche más Oscura". Estaba profetizada hace mucho, pero aquello no la hizo más fácil de sobrellevar.

John suspiró, recordando pérdidas y reencuentros al amparo de la oscuridad de los Black Lanterns.

-Es probable que esto sea un fenómeno aislado. Los miembros de la Liga más habituados con los asuntos del espacio-tiempo creen que hubo distorsiones en ese sentido a raíz del choque de mundos - continuó - Tal vez un Black Lantern del pasado entró a través de alguna apertura. Pero es importante asegurarnos de destruir ese anillo... o no serán los únicos muertos que se alzarán estos días. Y los Guardianes saben que ya tenemos bastantes problemas aún sin eso...

OOC::

No iba a negar que había esperado una reacción. Lo que Angie no había esperado es que fuera una reacción como aquella. El Green Lantern palideció todo lo que le permitió su piel, y alzó el brazo del anillo, como si buscara defenderse del símbolo en el papel. Las palabras que pronunció le pusieron los pelos de la nuca de punta. No sabía realmente a qué se refería, pero sabía que si hacía reaccionar así a un hombre que era un superhéroe, es que lo que había estado en su jardín había sido mucho peor de lo que había podido imaginar. Preguntó de inmediato si habían derrotado a aquella cosa, y qué había pasado con el anillo.

-Destruimos el anillo. Fue la única manera que tuvimos de acabar con él.

Cuando le explicó lo que era un Black Lantern, sin embargo, comprendió lo acertada que había estado cuando había deducido que el problema era precisamente el anillo, y en cierta medida explicaba aquella extraña voz que le había parecido escuchar, aquella que hablaba de niveles de energía. Similares y al mismo tiempo lo contrario de los Green Lantern... Y que supuestamente no debería estar allí porque ya se habían encargado de ellos. Sin embargo, había muchas cosas que todavía no entendía, y visto lo visto, sospechaba que no lo acabaría de entender del todo nunca. Sí, ella se encargaba de los muertos... pero no de los activados por un anillo alienígena. Aún así, creía que debía darle a su interlocutor la tranquilidad de que ese anillo, al menos, no iba a volver.

-Uno de los dos chicos que acabaron en mi casa tenía un ataque que parecía hecho de una luz dorada y blanca. Cuando golpeó a ese... ¿Linterna Negro, ha dicho? Cuando lo golpeó con ese ataque, no se recuperó como había hecho con las otras heridas. Para entonces había llegado a la conclusión de que el problema residía en el anillo, así que... le dije que atacara a la mano con el anillo. Y... bueno, la otra chica se convirtió en un elefante y lo pisoteó, y de los muertos quedaron montoncitos de ceniza.

Y un montón de fantasmas muy alegres de haber echado una mano, pensó, pero no estaba segura de que el Green Lantern quisiera escuchar eso.

-Aún así, si quiere asegurarse, no me he atrevido a tocar el jardín desde...

Se frenó de repente. Lo último que había hecho en el jardín era despedir a los fantasmas, incluidos los dos padres de la chica que había atravesado el portal de su casa. Pero esa no era la primera vez que los veía, ¿verdad? De haber sido aquella mañana la primera vez, cuando estaban siendo controlados, no habría podido llamar a sus espíritus, no de la forma en la que lo había hecho, porque no habría sabido su nombre, el nombre de la mujer. No, sabía el nombre de aquella mujer porque ella misma se lo había dicho...

-... el día anterior- musitó, frunciendo el ceño.

Aithne estaba muerta, sabía que lo estaba, y así se lo había dicho, pero ni ella ni Anubis habían podido distinguirlo, siquiera después de saberlo. La mujer pelirroja ya sabía que algo iba a ocurrir en su casa, y que su hija iba a acabar allí. Pero, ahora que lo recordaba, todos los muertos habían estado allí, en Gotham, antes de la colisión. Todos se le habían acercado. Habían intentado hablar con ella, le habían dirigido la palabra... Y todo ello, antes de la Colisión, y de que apareciera el tipo del anillo negro delante de su casa.

Sacudió la cabeza. Aquello no podía ser. No tenían por qué ser del pasado, como pensaba su interlocutor que era aquel monstruo, ni de otra dimensión. Podían haber estado allí desde siempre, por todo lo que sabía. Pero a pesar de ello, no podía quitarse la sensación de que algo no iba del todo bien.

-¿Puedo hacer una pregunta? Ese "Linterna Negro" apareció en mi casa hace seis días, y sé que no es lo único que ha pasado. ¿Cuándo empezó... bueno, todo eso?

OOC:

-Destruimos el anillo. Fue la única manera que tuvimos de acabar con él. - dijo la mujer, y John se debatió unos instantes entre la incredulidad y el alivio -Uno de los dos chicos que acabaron en mi casa tenía un ataque que parecía hecho de...

John seguía dudando. Era imposible que lo hubieran destruido, porque para acabar con un anillo negro era necesaria...

-...una luz dorada y blanca.

¡Luz! ¡La luz blanca, la antítesis de Nekron...! Con la suficiente Voluntad en aquel ataque, aquel chico podría haber emulado a un Linterna Blanco... Realmente era posible que hubiera acabado con el anillo. John dejó escapar un suspiro de alivio, pero se prometió comprobar más tarde que aquella sortija estuviera fuera de circulación.

- Cuando golpeó a ese... ¿Linterna Negro, ha dicho? Cuando lo golpeó con ese ataque, no se recuperó como había hecho con las otras heridas. Para entonces había llegado a la conclusión de que el problema residía en el anillo, así que... le dije que atacara a la mano con el anillo. Y... bueno, la otra chica se convirtió en un elefante y lo pisoteó, y de los muertos quedaron montoncitos de ceniza.

- Brillante - dijo John, sin rodeos. Dejando la extraña historia del elefante aparte, aquellos chicos habían dado ellos solos con la forma de acabar con un Black Lantern. Algo que a los Green Lantern Corps les había costado un poco más de descubrir.

"Bueno, Hal, hay quien nos podría dar unas cuantas lecciones", pensó, ligeramente divertido, el Linterna Verde.

-Aún así, si quiere asegurarse, no me he atrevido a tocar el jardín desde... - dijo la mujer, como si le hubiera leído el pensamiento. Sí, John quería asegurarse. Un anillo negro no era algo a lo que le gustaría volver a enfrentarse... Aunque, bien pensado, que aquel estuviera destruido no quería decir que no hubiera otros. La mera idea bastaba para inquietar lo inimaginable al Lantern -... el día anterior- terminó su interlocutora, tras una pausa, y la forma en que frunció el ceño hizo preguntarse a John qué habría cruzado por su mente.

- Si no le importa, así lo haré, señorita - le dijo.

-¿Puedo hacer una pregunta? Ese "Linterna Negro" apareció en mi casa hace seis días, y sé que no es lo único que ha pasado. ¿Cuándo empezó... bueno, todo eso?

- Si por "todo eso" se refiere a la Colisión... - dijo John - ... por lo que nosotros sabemos, tuvo lugar exactamente en la fecha que describe. Aunque en varios lugares del mundo se detectaron anomalías previas a que todo sucediera... - prosiguió, recordando la escalada de la radiación zeta, las variaciones estelares de las que se habían percatado los Guardianes, algunos informes que la Liga había recibido acerca de personas desaparecidas, la ausencia inexplicable de Superman...

La Liga aún estaba investigando todas aquellas alteraciones, pero actualmente había asuntos más urgentes con los que habían tenido que lidiar: reconstrucciones, conferencias, los acuerdos con aquellas organizaciones de superhéroes venidos de otro mundo. Aún no tenían nada firme en lo que apoyarse.

- La JLA está trabajando en ello - terminó John, serio - Pero aún hay muchas preguntas por responder.

Así que anomalías previas... Angie se quedó pensativa. Tal vez el proceso no había sido tan súbito como ella había querido pensar. Por supuesto, todavía quedaban muchas preguntas sobre la "anomalía" que ella había presenciado, si es que su teoría era correcta y esos muertos no eran de su mundo, sino de otro distinto. Demasiadas. No sabía por dónde empezar a agarrar aquello, y tenía aspecto de ir mucho más allá de lo que ella podía controlar. A fin de cuentas, si había algo que podía haber llegado del pasado, o de un lugar en el que el pasado había sido distinto por completo, ¿ella qué podía hacer al respecto? Sus capacidades estaban dirigidas a los muertos; tiempo, espacio, y todas esas otras cosas que otros magos solían toquetear alegremente estaban fuera de su alcance.

-La JLA está trabajando en ello. Pero aún hay muchas preguntas por responder.

Las palabras del hombre la sacaron de su ensimismamiento. Asintió y mostró una sonrisa culpable. Estaba claro que ya bastante tenían él y todos los miembros de la Liga sin necesidad de echarles encima más problemas.

-Gracias por la explicación- dijo, mostrando una sonrisa que estaba intentando no parecer muy culpable.

A fin de cuentas, eso era por lo que había venido, para saber qué demonios era la cosa que les había atacado. Ahora que lo sabía, era un verdadero milagro que hubieran salido vivos de aquella. Y aunque desde luego tenía interés en averiguar algo sobre esas supuestas anomalías, estaba claro que todavía estaban siendo investigadas. Tal vez...

-Hay una cosa más- dijo; seguramente sonaría como una lunática, pero eso ya era el pan de cada día-. El día antes al ataque, alguien acudió a mí, y me avisó de que algo iba a ocurrir. Cuando ese tipo atacó, la mujer que había hablado conmigo estaba entre ellos. Creo... no, sé que era de otro mundo. Probablemente no signifique nada, teniendo en cuenta lo que me ha dicho, pero...

Pero al menos, debía dar toda la información que pudiera. Eran héroes a fin de cuentas, y ella no corría peligro por contarle aquello. A fin de cuentas, ese tipo se pegaba con alienígenas a menudo, seguro que un muerto parlante no podía resultarles TAN raro, ¿verdad?

"La JLA está trabajando en ello". Dios, John hubiera querido golpearse en la frente. Acababa de sonar igual que los generales del ejército o el presidente de los Estados Unidos cuando trataban de encubrir algún desastre y ocultar alguna catástrofe. Por suerte, la chica no le dedicó ningún gesto escéptico.

"Eso ha sonado taaaaan Superman...", sonó la voz de Hal Jordan a través de la frecuencia que utilizaban los Green Lantern para comunicarse entre ellos. Afortunadamente, sólo John pudo oírlo.

"Dedícate a lo tuyo, Jordan", hubiera querido responder el ex-Marine, pero tuvo que callarse.

"Sé lo que estás pensando", el deje de ironía de Hal era tan característico que John podía ver su sonrisa de gallito incluso aunque no lo tuviera delante. "Por cierto, estoy de camino", añadió.

-Genial- dijo John en voz alta, con la clase de tono que se reserva más bien para decir "maldición".

La señorita Strazza, ajena a la conversación entre los Lanterns... o, más bien, al monólogo de Jordan intercalado con los pensamientos no formulados de John, tomó de nuevo la palabra.

-Gracias por la explicación- sonrió.  

Bueno, no había sido la mejor explicación del mundo, pero John se sintió aliviado. Al menos había conseguido su objetivo.

-Hay una cosa más- prosiguió entonces su interlocutora -. El día antes al ataque, alguien acudió a mí, y me avisó de que algo iba a ocurrir. Cuando ese tipo atacó, la mujer que había hablado conmigo estaba entre ellos. Creo... no, sé que era de otro mundo. Probablemente no signifique nada, teniendo en cuenta lo que me ha dicho, pero...

Angie tenía toda la razón, claro. Tal vez la primera reacción de John fuera de ligera sorpresa... con énfasis en "otro mundo". Pero, si iban a hablar de conversaciones con muertos, él tenía su propia racha personal.

-¿Una muerta de otro mundo?- preguntó el Lantern. La verdad, en voz alta sonaba igual de incomprensible que en su mente... ¿qué hacían los muertos pasando de un mundo al otro antes de la Colisión? Probablemente algo que la Liga de la Justicia Oscura entendería mejor que él. Tendría que consultarlo con ellos, tal vez ponerlos en contacto con la señorita Strazza para que investiga...

¡ZAS!

Una brillante columna de luz verde aterrizó de improviso entre Angela y John, haciendo que el segundo frunciera ligeramente el ceño al reconocer la figura que acababa de surgir de ella.

-¡Siento el retraso!- exclamó una voz de hombre, con un tono que parecía indicar que no lo sentía en absoluto.

El propietario de la voz era un hombre apuesto, de cabellos castaños, vestido con el mismo uniforme verde que lucía John. Una linterna del mismo color adornaba la prenda a la altura del pecho, y un anillo muy similar al de su compañero brillaba en su mano derecha.

-Buenos días, señorita. Green Lantern, para servirla.- sonrió el recién llegado, con un deje ligeramente seductor. -Otro Green Lantern, de hecho- se corrigió, mirando a John -Ya sabe, la costumbre de cuando era el único.

-La señorita Strazza ha tenido problemas con un Anillo Negro- atajó John, sin muchas ceremonias.

-Lo he oído.- replicó Hal, y su tono sonó bastante menos divertido que hacía unos instantes. -¿Sería posible que nos llevara al lugar de los hechos?- prosiguió, mirando a Angela.

El Green Lantern alzó la mano del anillo, que dio salida a un haz de luz verde.

-El transporte no es problema- bromeó.

Frente al trío había ahora un avión, forjado con la misma luz espectral que había brotado de la sortija.

-¿Una muerta de otro mundo?

Angie solo pudo mirar al techo y suspirar en un gesto que daba a entender que había encontrado reacciones similares muy a menudo. Sí, efectivamente, había vuelto a sonar como una lunática. No es que en este caso pudiera echárselo en cara, lo de los fantasmas con ganas de hablar solía ser complicado de explicar ya de por sí, así que añadirlo a portales dimensionales y cataclismos universales no mejoraba la situación. Pero antes de que pudiera decir nada al respecto, siquiera un "olvide lo que le he dicho", una columna de luz verde cayó sobre el punto entre ella y el Green Lantern, haciendo que diera un paso atrás de forma inconsciente. Cuando la columna de luz desapareció, en el lugar antes vacío había... otro hombre, vestido también de verde y negro, y con un anillo igual que el de su interlocutor.

Tras un intercambio de palabras, en las que el recién llegado daba a entender que estaba enterado de la conversación que habían tenido, le preguntó si era posible que les llevara a donde había ocurrido el ataque. Angela no pudo sino parpadear asombrada al ver cómo había creado un avión hecho solo de aquella luz verde. Solo dudó durante un instante en el que su parte más irracional se preguntaba si aquello era de verdad seguro. Por supuesto que era seguro, aquellos tipos usaban sus anillos en situaciones mucho más críticas que un simple viaje a otro estado. En todo caso, el hecho de que estuvieran dispuestos a salir YA indicaba que aquella situación les parecía como poco grave. Asintió.

-Bueno, eso me ahorra el billete de vuelta- dijo, con una sonrisa que apenas duró un par de segundos-. Fue en mi casa, en Gotham. Puedo darles la dirección, si les sirve para encontrarla.

Porque a diferencia de toda esta gente que parecía tenerle cariño al cielo y a los tejados, ella estaba muy apegada al suelo y no estaba segura de poder distinguir su casa de otras de la zona desde arriba. Pero si tanta prisa les corría confirmar que de verdad el anillo negro aquel se había destruido, lo mínimo que podía hacer era ayudarles en la medida de lo posible. A fin de cuentas, ¿no era mejor ponérselo fácil y que se encargaran ellos si era un asunto que les atañía? Ya se encargaría ella de los muertos, en cuanto supiera algo más de aquella "Colisión".

FDI: