La émpata fué incapaz de ignorar, a pesar de todo su padecimiento, la sensación represiva de soledad y desolación que destilaba el payaso, tan fuerte y deprimente que el deseo de morir parecía un insulso matiz de gris en un cuadro de lo más colorista.
Pero eso era lo de menos, pues los sentimientos que emanaban de él no eran nada en comparación con el vórtice de emociones demenciales que se originaban allí, en el mismísimo corazón del Asilo Arkham. Aquellas emociones giraban sin cesar a su alrededor, arremolinándose como si se encontraran en el epicentro mismo de un gigantesco vórtice infernal, y le arrancaban sensaciones una y otra vez. Era la locura llevada un paso más allá de la locura.
Víctor Zsasz, Killer Croc, Espantapájaros, Hugo Strange, el profesor Pyg… Raven sentía las sensaciones mucho antes de que las obscenas monstruosidades que se formaban en sus mentes llegaran hasta ella, marcándola como si de un acero al rojo se tratara.
No podía… no podía soportarlo. La oscuridad la acariciaba con aterradores dedos gélidos, tirando de ella, agarrándola, arrastrándola hacia abajo, siempre hacia abajo… Ella sabía lo que significaba, y se resistió, vaya si se resistió, luchando y arañando con uñas y dientes, pero las sensaciones estaban por todas partes y embestían dolorosamente contra su ya fracturada psique.
La sensación era como zambullirse en un océano de agua hirviendo, como ser enterrada viva, como ser desollada sin el regalo de la inconsciencia.
Dentro del caos dimensional que constituía Omega, en otro tiempo, y en otro lugar, dijo de ella Starfire una vez:
“Pocos se han tomado el tiempo para ver a Raven como algo más que una amenaza potencial, pero yo lo hice. Me ayudó a entrar en los Titanes. Era… era una buena amiga. Una buena amiga que estaba en una batalla constante consigo misma”.Y Dick Grayson, aquél que había sido como un hermano para ella, diría en otra ocasión:
“Es completamente altruista. Totalmente honesta. No hay duda alguna sobre su lealtad o su dedicación. Es su alma lo que no entiendo. Un alma que quedó maldita por su padre, el demonio Trigón (...). Me importa Raven, pero estoy preocupado por ella. Como émpata, puede captar las emociones, pero no siempre las entiende. Diría que se preocupa demasiado. Y, sin duda, se confía demasiado”.Y eso era exactamente lo que acababa de pasar. Raven se había confiado al encontrarse a solas con el Joker, pensando que sus dotes místicas le conferían protección contra él, amparada en la seguridad y la confianza de que hasta aquél momento no había percibido en él ninguna intención de hacerle daño. Había pensado que lo mejor sería alejarlo de los inocentes que mantenía prisioneros en la Casa de los Espejos para garantizar su seguridad, y había pensado también que era demasiado peligroso para permitirle campar a sus anchas. Y había pensado que Arkham sería el mejor lugar para contenerle.
Pero ella nunca había estado en Arkham. No sabía cómo era.
Podría haberlo imaginado, cierto, pero a menudo su falta de conocimientos acerca de cómo funcionaba el mundo, junto con una total ingenuidad que le hacía siempre esperar lo mejor de las personas le jugaba malas pasadas. Y, además, ya se encontraba nerviosa de antes por la traición de Sebastián, por la tensión que había vivido en el parque de atracciones, por los fuertes ruidos, los gritos y el terror abrumador de los prisioneros. Por el propio maremágnum de emociones inconexas que representaba el Joker. No había sido capaz de pensar con claridad.
Su padre le había dicho a Sebastián que hacía falta una locura absoluta para abrumar sus sentidos, y Blood la había llevado ante el que era el mayor representante de la locura en Gotham. Pero no había sido él quien le había dado lo que buscaba, no. Había sido ella, ella sola, la que se había metido en el mismísimo corazón del Asilo Arkham, el epicentro de la locura.
Y, he aquí la mayor broma de todas, el mejor chiste: Ahora, cuando su larga agonía llegaba a su fin se daba cuenta de que no había sido su padre el causante de su destrucción, durante tanto tiempo anhelada; ni Sebastián, ni Constantine, que no había acudido cuando ella fue a pedirle ayuda, ni siquiera el Joker…
Había sido ella, ella y nadie más, la única responsable.
Y mientras caía en aquél oscuro pozo sin retorno, arrastrada y empujada cada vez más a las profundidades y la negrura absoluta, sus últimos pensamientos fueron para Dick, y Kori, y Bart, y Joseph, y Roy, y Andy, y Garfield, y su madre…
Para todos aquellos a los que alguna vez había defraudado.
El payaso retiró el pañuelo del rostro de la joven, y lo contempló, dejando caer sus lágrimas sobre un semblante donde la sangre se perdía en el nuevo color cobrizo que había adquirido la piel de la azariana. Un nuevo par de ojos dorados se abrió justo por encima de los originales, quedando bajo la gema color rubí que constituía su principal seña de identidad.
- Totó. Hemos vuelto a casa... La mujer alzó la mano para acariciar la mejilla del payaso con una lentitud hipnótica que se perdía en la profundidad de aquellos dos pares de ojos resplandecientes y, recogiendo una de las lágrimas con la yema de su índice, la acercó a sus labios, apetecibles y turgentes, para saborearla.
-
Mmmmm…. Las lágrimas son un dulce néctar… -ronroneó con una exquisita y arrebatadora sensualidad nunca antes imaginada-
. Pero no es de lo que me alimento. Me alimento… de almas…Y aprovechando la cercanía del príncipe payaso del crimen, rodeó su cuello con el brazo sano y unió sus labios a los suyos, violeta fundiéndose contra carmesí en un hambriento y voraz arrebato.
Posiblemente el Joker era una de las pocas personas de la Tierra que podrían afirmar ser totalmente invulnerables al horror a causa de la manera en la que funcionaba su psique. Y, sin embargo, aquél beso fue peor que cualquier cosa que hubiera podido imaginar. Las emociones proyectadas por la émpata subían, se hinchaban, crecían y se estrellaban contra él como una marea azotada por un huracán, haciendo que el tormento al que había sometido a la desafortunada mujer minutos antes palideciera a su lado. Al mismo tiempo, una corriente profunda lo arrastraba inevitablemente hacia el mismo frío y oscuro vacío que había devorado el alma de la hechicera.
Sus emociones, ya atribuladas, se sobrecargaron hasta estallar. El movimiento de Raven fué mucho mas fuerte que lo que había demostrado con anterioridad, y al unir sus labios, fue incapaz de separarse de ella o interponer resistencia. El cuerpo de Joker había dejado de responder, sumido en una vorágine negra que le succionaba hacia un horror inconmensurable. El único resquicio que pudo devolverle a cambio de lo que la demonio estaba haciendo experimentar al payaso, fué los restos de la pintura rojiza que dejó en sus lascivos labios un beso del color de la sangre. Las pupilas se contrajeron, su cuerpo entero tembló con tanta virulencia que cada hueso parecía dispuesto a salir de su sitio, como si su esqueleto aullara y peleara desde dentro por escapar de la cárcel de piel, músculo y tormento en la que de un modo repentino se había visto atrapado. Clamando la antinaturalidad que siempre se había atribuido a la existencia misma del Joker, la monstruosidad que sufría le hizo sentir vivo como pocas cosas…
Durante el beso, asfixiado y agonizante, continuó riendo… y sólo entonces deseó morir.
-
¡Alto ahí, señora! ¡Sepárese del Joker! -gritaron los guardias de seguridad que, finalmente, habían sido capaces de reaccionar para llegar hasta la remota celda en donde se estaba desarrollando aquél drama.
La mujer se desprendió de aquél que estaba sirviendo como su sustento, y que ahora se convulsionaba y estremecía pendiendo del extremo de su agarre como un muñeco de trapo, con una espuma blanquecina emergiendo por su boca, y dirigió una mirada gélida a quienes así la interpelaban, que, sin saber exactamente por qué, se sintieron agitados por una repentina y súbita oleada de terror.
-
¡Aléjese de él y ponga las manos en alto o intervendremos! ¡Es la última advertencia!-
¿Advertencia? -la hermosa boca de la mujer se torció en un rictus de desprecio. Todas sus heridas se habían curado y el atractivo malogrado de la que hasta entonces había ocupado aquél cuerpo destacaba ahora con un esplendor inusitado-
. ¿De verdad creéis que podéis amenazarme? Dejando caer al Joker al suelo como si de un simple bulto se tratara, el demonio extendió su mano y fue como si una onda expansiva emanara de ella, aniquilando las paredes de seguridad de la celda y arrojando por los aires a los guardias.
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Necios -continuó, caminando por entre los restos de la pared acristalada-
. Estáis hablando con la hija de Trigón.Como si tuviera vida propia, su capa se extendió para envolver a uno de los soldados y alzarlo en el aire, comprimiéndole como si de una boa constrictor se tratara, ahogando sus gritos mientras ella cubría con la mano enguantada la cara de otro de los guardias.
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A tí te regalo el conocimiento de la muerte… -
¡Atrás, señora! -ordenó otro de los hombres apuntándola con su pistola mientras los escalofriantes aullidos de su compañero resonaban por el pasillo-
. ¡Atrás o disparo!La mujer desvió hacia él la impasible mirada de sus ojos dorados y le señaló con un dedo.
-
A ti te regalo el dolor de las víctimas de guerra. Conócelo y súfrelo, mortal -conforme el guardia se llevaba las manos a las sienes, abrumado por horrores que nadie más que él podía vislumbrar o sentir, la hija de Trigón observó a los que quedaban-
. ¿Queréis enfermedad? ¿Quéreis el sufrimiento de los moribundos?Tras cada frase, su puño se cerraba y uno más de los vigilantes se desplomaba aullando en el suelo. Cuando aún era humana, Raven había precisado del contacto físico para afectar a sus presas, pero a ella esa limitación no la afectaba.
Cuando hubo acabado con todos, una densa humareda naranja con olor a azufre la envolvió mientras se teletransportaba. Tenía muchas cosas que hacer ahora que por fin estaba libre.