Swipe Right [Priv Caitlin]

Hoy iba a ligar, había quedado con aquella chica y se la iba a ligar le costase lo que le costase. Hacia ya bastante tiempo Andrew se hizo una cuenta en Tinder, con el único objetivo de calmar su desesperación sexual con alguien, ya que aquella pagina, según los anuncios, servia para este propósito, es decir, que desconocidos se encontrasen y se acostasen juntos. Drake estaba desesperado, desde que empezó a sufrir los efectos de la pubertad, pues ni siquiera había tenido una cita y claro, sin una cita no podía conseguir novia y sin una novia no podía conseguir sexo, que era lo que a él y a sus hormonas mas les interesaba.

No obstante, hacía un par de días que chateaba con una pelirroja, la cual parecía tener las mismas aficiones que el, es decir,  los cómics y los juegos de rol. Aquello al principio no se lo creyó, es decir, todo el mundo sabe que las mujeres no juegan a rol ni leen cómics, pero claro, había tantas fotos de aquella chica que no podía ser un pirado haciéndose pasar por ella, además, parecía completamente real, no solo por la gran cantidad de fotos, sino también por su forma de expresarse y por como contaba que la vida la tenía completamente alienada y aburrida.

El joven decidió vestirse bien, si quería conseguir su objetivo debía hacerlo, por lo que se puso la mejor camisa que tenía, a parte e la única, también se puso sus pantalones mas limpios y después se peino, cosa rara en el, pero debía decantar la balanza del amor a su favor por lo que todo aquello, que de normal, el chico, calificaría como estupideces, estaba mas que justificado.

Su cita y el habían quedado en el centro de la ciudad, no obstante, el lugar concreto donde se daría aquella cita era uno de los barrios un poco mas pobres de esta parte de la ciudad, pero no estaba preocupado, mucha gente de su edad solía moverse por aquel lugar cuando salían de fiesta o simplemente querían pasar una tarde agradable.

Drake tomo el metro para ir hasta el lugar, su transporte tardo bastante rato en llegar, pues hubo problemas en una parada, no obstante, al estar tan impaciente el chico llego media hora antes al lugar de la cita. Una vez en el sitio exacto paseo su vista por aquella pequeña plaza, no obstante no había a penas nadie y mucho menos la chica pelirroja con la que había quedado. Entonces decidió que daría una vuelta por el lugar, para apartar aquel nerviosismo que sentía de su mente.

Pasó un rato y seguía sin aparecer nadie, en un bar estaban sentadas un grupo de personas y al rededor de la plaza solamente se podía ver a una pareja joven que estaban jugueteando con el teléfono y haciéndose fotos, sin duda alguna aquellos dos parecían turistas. Pero no había nadie más. Andrew por su parte se encontraba sentado en un banco con los cascos puesto, escuchando música a todo volumen para hacer la espera lo mas corta posible.

Tras un buen rato de espera no veía a la chica, por lo que decidió que se iría del lugar y volvería a casa. Salió de aquella pequeña plaza y se dirigió por los callejones hacia la parada del metro cuando de repente la vio, o al menos le pareció ver a la chica con la que había quedado, la observo unos segundo y lo corroboro, en definitiva era ella, quizás se había perdido, por lo que Andrew decidió ir hacia ella y saludarla, con una gran sonrisa.

—¡Hey!— Exclamó el chico mientras iba a paso rápido hacia ella, colocándose en frente de la chica tras unos pocos momentos.—¿Que tal? Soy Andy...de ya sabes...—Continuó diciendo el chico, con algo mas de vergüenza en su voz.

Acostumbrada a toda una vida de ser el centro de atención de burlas y abusos, Caitlin ya se había acostumbrado a tener la mirada de terceros constantemente sobre sus hombros. La única diferencia es que había cambiado el temor y el nerviosismo por una ligera molestia, unas palabras de educado rechazo y el puño cerrado por si se ponían pesados. Y aun así, parte de ella no podía evitar intentar disfrutar un poco con el por fin gustarse a sí misma. No había pedido el cambio y desde luego no era de su agrado el que a menudo se viera con gente que se acercaba a ella por interés a su físico y un cero de interés en lo que había dentro de su cabeza.

Pero eso, era de las pocas cosas que se habían conservado antes y después.

Sin embargo, últimamente, pareciera que esta aura pasiva que hacía que todo el mundo la observara, se hubiera hecho más real estos últimos días. Era como tener la constante sensación de que alguien la perseguía a todas partes, como si su vida estuviera siendo totalmente controlada y hubiera alguien contemplándola a todas horas y para alguien como Caitlin, que tenía una desconfianza rayana a la manía persecutoria, era algo que la tenía en una tensión constante.

Así que simplemente decidió vestirse, salir a la calle, y una de dos, quitarse las tonterías de la cabeza y vivir en un poco de paz - dentro de lo posible - o encontrar lo que fuera que la hacía sentirse tan vigilada y vulnerable y acabar con ello. Pero desde luego que no iba a quedarse quieta y de brazos cruzados mientras sus fantasmas la mantenían constantemente en vilo. No tenía un rumbo fijo, de hecho ni siquiera se había planteado por donde empezar, así que simplemente se dedicó a caminar en linea recta, escoger un callejón y seguir por ahí todo recto. Finalmente reencontró esa sensación, la de que alguien o algo la perseguía. Decidió entonces que encontraría un local, un bar o un restaurante que a ser posible tuviera unas grandes ventanas que dieran a la calle y desde donde poder observar a la gente de la calle. Vio uno, a lo lejos, cruzó el callejón y avanzó a paso decidido hacia él, cuando una voz a su espalda la interrumpió. Una voz, normalmente, no hubiera sido suficiente para detenerla a no ser que el timbre de la misma fuera familiar para la pelirroja, y en ese caso no lo era. Pero el muchacho en cuestión se colocó frente a ella, impidiéndole el paso. Caitlin se llevó una mano a la cintura, observando al muchacho con interés y un muy leve de molestia. Era un muchacho, alto como ella, con media melena oscura y unos ojos azules. Parecía nervioso, pero de nuevo, la mayoría de gente que hablaba con ella era o bien nerviosa por alguna razón o muy confiados y con gana de hacer que se quitara los pantalones... O al menos esa era la percepción que Caitlin tenía de su alrededor. - Hola, Andy. Yo soy Cat. Y no, no tengo ni idea de... "Ya se el qué". ¿Puedo ayudarte en algo?