Rebirth: Teenage Dream: Más adulto, menos niño (Conner, Bart)[10 de noviembre de 2018]

En aquella nueva tierra la base de los justicieros juveniles se encontraba en esa isla denominado Happy Harbor. Su base se encontraba más concretamente en el Monte Justicia.  Los tutores legales de Bart Allen estaban desaparecidos tras la colisión de los mundos y la formación del nuevo universo Omega, por lo que los integrantes de  Liga de la Justicia habían creído oportuno que el adolescente vivaracho viviese en aquella base. Bart miró la enorme montaña que cobijaba su nuevo hogar con aquella ilusión tan enérgica y vibrante que nos generan las nuevas aventuras. Estaba realmente emocionado con la idea de convivir con otros adolescentes metahumanos. Jóvenes de su edad con los que hablar de sus preocupaciones y sus gustos. Alguien que comprendía como era vivir a la sombra de grandes héroes. Alguien con quien emprender aventuras y poder comportase como el adolescente que era. Una sonrisa iluminaba su alegre rostro y sus grandes ojos ambarinos parecían vibrar de emoción. En un lugar que no tendría que fingir ser un humano aburrido y normal podía mostrarse tal cuál era. Tenía unas ganas enormes de saber cuál iba a ser su habitación y si iba a compartir cuarto con alguien divertido. Aquella experiencia prometía ser genial.

Mientras  tanto,  Conner  jugaba  con Lobo en los jardines de base. Jugar con Lobo era algo complicado porque no era un perro normal, sino un lobo modificado genéticamente y el típico juego de tirar la pelota y recuperarla no funcionaba, así que dedicaba a entrenar con él. Se revolcaban por el suelo intentando zafarse del agarre del otro, parecía un crio jugando con su mascota, nada lejos de la realidad. Conner podía parar de reír, el chico de acero había aprendido a saborear estos pequeños momentos de niñez.

Al fin un poco de paz  pensaba el clon. Después de todo lo ocurrido con esa noche de Halloween tan realista necesitaba unos días de vacaciones. Pero no todo había sido malo en esa noche. En esa noche pudo rencontrarse con un querido amigo Wally. Al principio se sintió un poco incomodo rodeado de parejitas pero luego se acostumbro, estaba contentos por ellos, era genial encontrar con una persona a la cual poder conectar de tal forma. Él lo había hecho con Megan pero acabo peor de lo que se podría haber imaginado, ahora eran buenos amigos y era lo que importaba. Hacia unos meses había conocido a un tal Warlock que iba a visitar a la mansión X cuando tenia la oportunidad, era bastante raro pero buen chico, habían conectado y eso hacía que el krypthoniano tuviera otro buen amigo a la lista.

El velocista llegó a la puerta y tecleó en el panel oculto su clave de acceso, que estaba ubicado en el lateral izquierdo.

- Bart Allen, Kid Flash - dijo una voz un tanto robótica.

Al  escuchar la voz robótica del transportador  Conner se puso de pie serio, acomodándose bien las ropas. Wally ya le había comentado la llegada de Bart y que seria el nuevo Kid Flash. No se negó en las acciones de su amigo pelirrojo, solo que le costaría un poco ver a su amigo siendo Flash y que el joven Allen ocupara su puesto. Conner se preguntaba cuando estaría preparado para dejar de llamarse Superboy y nombrarse Superman.

Cuando Bart traspasó la puerta pudo ver unos inmensos jardines llenos de árboles y flores. La naturaleza se erigía libre, hermosa y salvaje. A lo lejos pudo distinguir una alta y fornida silueta. Esa persona se encontraba jugando con lo que parecía un gran perro blanco. Desde donde estaba saludó a aquella figura con mucho énfasis y energía. Sin lugar a dudas ese moreno que se encontraba a lo lejos era su amigo Conner. Una tremenda alegría embargó su ser.

- ConnerConnerConnerConnerConncer ConnerConnerConnerConnerConner- pronunció a una gran velocidad con su característico tono alegre y vital.

Como alma que lleva el diablo se lanzó corriendo al abrazar a su viejo amigo. Le había extrañado mucho. A él y a Tim. Se apretó fuertemente contra el mediokryptoniano como si quisiera permanecer pegado a él para siempre. Le embargaba la emoción del que se reencuentra de nuevo con una persona muy querida. El joven Krypthoniano no sabia si sorprenderse por el efusivo saludo o su rapidez, le había pillado completamente sorprendido. Con suavidad y sin saber muy bien que hacer le correspondió levemente su abrazo, casi acariciándolo. Sus miradas se cruzaron y en el rostro de Conner pudo notar extrañeza. Conner miraba a Bart fijamente, con su cara de pocos amigos habitual en él pero con un pequeño matiz de confusión.

- Bienvenido al Monte Justicia Bart. Wally me ha hablado de ti… ¿quieres que te enseñe las instalaciones? Soy Conner Kent, no sé si en tu universo llegamos a conocernos, en el mío solo éramos compañeros de equipo. Un placer tenerte aquí.-

Las palabras del moreno le habían dejado helado. Sus ojos ambarinos estaban abiertos por la impresión. Una de las pocas esperanza que tenía en ese mundo tan extraño para él era que sus mejores amigos estuviesen allí. Nunca había pasado por su cabeza encontrarse con una versión de Conner que no le reconocía ni que era su amigo. En cada vida y en cada futuro del que tenía constancia siempre habían sido amigos. Esta trágica revelación era como un caldero de agua helada. Una fuerte puñalada justo debajo que las costillas que le iba perforando poco a poco hasta dañarle su tierno corazón.  

El Kyptoniano no entendía esa mirada del joven velocista ¿confusión, pena, dolor?  Solo se había presentado y expuesto lo poco que sabía de el, no había dicho nada hiriente. Ahora se sentía extraño con tanto silencio, ese castaño había venido como un terremoto y ahora era la calma absoluta. Conner se le entristeció al ver al otro chico en ese estado, no entendía porque sus palabras le habían afectado ¿Qué había dicho mal? Desvió la mirada, definitivamente no estaba hecho para el contacto humano. Había nacido única y exclusivamente para ser un arma, ser humano no entraba.

-¿He dicho algo que no te haya gustado?- Su expresión se relajo un poco, torciendo levemente el cuello dándole un aire más relajado. Con el paso de los años pudo aprender a medir sus palabras e intuir el malestar que causaba su manera tan directa de hablar, había sido cuidadoso para no sonar demasiado cortante pero al parecer necesitaba mucha más práctica.

Bart, no sabiendo muy bien que hacer, se acercó con un paso normal a Lobo y lo acarició sin ningún miedo.
- ¡Qué grande se ha hecho Krypto! – No pensaba que el cachorro que Superman le había regalado a Superboy se pudiera hacer tan grande. – Sé quién eres, yo a ti si te recuerdo. – su voz se notaba embargada por la emoción- Siempre fuiste y serás uno de mis mejores amigos.  ¿Tampoco eras amigo de Timmy?-  pensar que ellos dos eran mejores amigos y que en ese universo él no era parte del grupo le había sentirse terriblemente mal. Excluido, apartado. Alguien indeseable al que no quieres acercarte. La cosa más despreciable y patética del mundo a quien todos dejan de lado.

Cuando dijo mal el nombre de su mascota no dijo nada, solo los miro en silencio. Eso a Lobo le pareció muy extraño, Conner siempre saltaba cuando le decían mal su nombre. Lo pillo por sorpresa al animal que le siguió la corriente y ladro en forma de afirmación, recibiendo un leve golpe de cabeza de su amo. Superboy se alegraba mucho de tener un animal tan listo como Lobo. Aunque no hubiera sonado la alarma el chico de acero no habría podido contestarle ya que le daría otra negativa, el se llevaba mejor con el primer de los robins…ese tal Timmy tampoco había tenido tanto contacto.

-Es como si hubieran apagado la diversión en tí.- Se escapó de los labios del impulsivo joven al notar a ese Conner tan serio.
Esas palabras le marcaron más de lo sospechado a Superboy, que desvió la mirada con tristeza y susurro para él.-No me crearon para divertirme…-
Con su dedo anular  Bart empezó a darle pequeños y rápidos toquecitos.- ¿Sientes que se te está conectando el sentido del humor? ¿Sientes que se te activa algo?- dijo con un tono fresco, jovial y gracioso.

-Creo que si has activado algo Bart.- Le miro extrañado cuando empezó a pincharle con el dedo de forma rápida. No lo entendía, hacia unos instantes estaba serio y ahora estaba contento, tenia cambios de humor muy rápidos, seguramente sería una cualidad de los velocistas. Finalmente acabo sonriendo a la atención que le ofrecía su compañero.

- ¿ Y si jugamos a algo?- Recordaba lo bien que se lo pasaba en la base jugando a juegos inventados por ellos en las horas muertas cuando no tenían ni misiones ni deberes de la escuela que hacer.

-La idea de jugar no esta mal ¿Jugamos a béisbol? Golpeo las bolas y las vaya a buscar…-
Al ser chicos con grandes poderes no podían jugar como los chicos normales y el no era nada bueno pensando en estas cosas.

Mientras los chicos se divertían, Raven les observaba a través de las cámaras desde el interior de la montaña. Corría el mes de noviembre, pero las temperaturas en la pequeña ciudad costera eran siempre templadas, por lo que el frío no era tan intenso como en otros estados, permitiendo a los chicos jugar alegremente sin el obstáculo del clima.

Bartholomew... La mirada de la joven émpata estaba fija en él. El muchacho le intrigaba, y, en cierto modo, le hacía sentirse identificada con él. Había aparecido de la Speed Force hacía dos días y, según le había contado Wallace, no le quedaba prácticamente nadie de su universo original. Estaba tan solo como ella misma cuando había despertado del coma. Podía imaginar su tristeza, su soledad, sus inseguridades y sus miedos, y, aunque no le gustaba abandonar la seguridad y el aislamiento de sus habitaciones, el dolor actuaba como un faro para sus facultades empáticas, tan poderoso que le era imposible de ignorar. Incluso a aquella distancia era capaz de percibir la sensación de tristeza y soledad del joven velocista. No tenía más remedio que acudir...

Además, la primera vez que le había visto a su llegada a la base había podido captar su nobleza y la bondad de su corazón, y era primo de Wallace, que se preocupaba por él; ¿cómo no iba a hacerlo ella? El reencuentro con Wallace había sido doloroso, pero no tenía que ser así con su primo.

La joven se teleportó y apareció en el jardín al lado de los dos muchachos entre una nube de azufre y humo oscuro.

- Conner, Bartholomew... -saludó en su habitual tono neutro y algo distante, manteniendo la separación entre ellos. Miró directamente a Bart-. Hola, Bartholomew, yo soy Raven.

Podría haberle dicho que era amiga de su primo, pero no sería cierto, ¿verdad? Aquél Wallace no era el de su mundo, e incluso si lo fuera no había terminado en buenos términos con él, precisamente.

- No he tenido la ocasión de darte apropiadamente la bienvenida al Monte Justicia. Soy una émpata, curo y absorbo los dolores ajenos. Si alguna vez necesitas mi ayuda, no tienes más que pedírmelo...

Su tono era sincero, pero a la vez sonaba serio y frío. Era una sensación extraña.

La base era extraña. Todo en ella le resultaba nuevo y desconocido. No había nada en ese lugar que le resultase familiar.  Era un lugar que no se parecía en ni lo más mínimo a la Torre de los Titanes que él conocía. Ese era otro factor que le hacía sentirse inseguro e incómodo. Tenía la sensación de estar desorientado y perdido. Sin embargo, ir a la sala de juegos le hacía rememorar viejos tiempos. Bart siempre había sido un chico al que le encantaba competir. Rivaliza mucho con los demás pero desde una concepción saludable. Le gustaba competir a modo de distracción y en búsqueda de un entretenimiento.  No le importaba perder o ganar. La diversión consistía en afrontar retos frente a alguien. En la base de su universo con quien más jugaba a cualquier cosa era con Conner. A veces se les unía Tim y eso para el castaño era el sumun de la diversión.  Cassie casi nunca participaba en los retos porque creía que eran tonterías de adolescentes. Quizá decía eso porque ella era una semidiosa y lo más seguro es que siempre les ganase a todos en cualquier juego o deporte.

-Raven- Por un momento se alegró. Pensó que quizá sí había alguien que le conocía. Porque Raven y él eran amigos cercanos. Porque la hija de Trigón siempre le avisaba cuando alguien estaba demasiado irascible para que no se acercara y resultase herido emocionalmente con las puyas de quien había tenido un mal día. Ella le había hecho recobrar la compostura cuando se sintió perdido y no sabía si era Bart o era Thaddeus. Pero Raven le había llamado por su nombre completo por ese que nadie solía usar con él,  porque era más de su abuelo que suyo.

- Bart, Bartholomew es mi abuelo. - Él era Bart y ella le había llamado Bartholomew. Como era de lo más habitual en Omega, esa no era la Raven que él conocía y recordaba. Una vez pasada la primera impresión pudo apreciar mejor las diferencias físicas que tenían ambas Ravens.

- Yo ya te conozco … en mi mundo eres un poco diferente.- La mujer que se había presentado como Raven tenía un físico menos atractivo y más singular que la versión de su mundo. Sin embargo, aunque la joven no pudiera catalogarse como una belleza prototípica del canon estético, lo que a Bart le interesaba era lo que ella escondía en lo más profundo de su interior.  Su Raven era una persona bondadosa que se preocupaba por los demás. Era alguien leal en quien se podía confiar. Era algo tímida pero intentaba integrarse en el grupo. Era alguien que siempre se estaba esforzando mucho y él la tenía en gran estima. La miró intentando traspasar lo físico para descubrir si aquella joven  tenía interiormente alguna similitud con la Raven que fue su amiga.

- Si no te gustan los deportes podríamos jugar al trivial. Con los amigos de mi mundo jugábamos una versión bastante divertida. Uno decía una pregunta y el que tenía que responder se tenía que inventar la respuesta, aunque supiera la respuesta real.-

Al conocer a Bart experimentó la misma mezcla de emociones contradictorias que había percibido en el Dick de Omega la primera vez que la había visto en la azotea de su apartamento; una mezcla de alegría y esperanza que rápidamente se tornaba en decepción y tristeza, sólo que ésta vez no permitió que le afectara. Cuando se había reencontrado con Dick estaba recién salida de un coma, confundida y sin entender qué había pasado. Ahora, después de tantos meses, seguía sin entender aquél fenómeno pero ya se había acostumbrado a aquella impresión que causaba en todos los demás. Garfield se había sentido terriblemente frustrado al saber que su Rachel había desaparecido y había terminado por marcharse, incapaz de soportar convivir con alguien que cada día le recordaba lo que había perdido.

- Discúlpame... Bart -miró al muchacho al pronunciar su nombre e inclinó levemente la cabeza a modo de disculpa. Todo en ella daba siempre la impresión de ser extremadamente contenido, y aquello no era la excepción.

Por lo general evitaba recurrir a diminutivos que pudieran inducir en su interlocutor una falsa impresión de cercanía o familiaridad, ya que siempre procuraba conservar las distancias con todos para mantener sus emociones bajo control, pero si al hacerlo provocaba malestar en la otra persona evidentemente dejaría de hacerlo, y había podido percibir una reacción de rechazo en Bart al escuchar aquél nombre. Ella era una émpata, dedicaba su vida a aliviar los pesares de los demás, no a provocarlos.

- Yo ya te conozco … en mi mundo eres un poco diferente.

- Bueno, Bart, no me sorprende -respondió ella con un suspiro echándose hacia atrás la capucha para descubrir su rostro ante los dos adolescentes-. Debo reconocer que nunca llegué a conocerte en mi universo, pero por lo que he podido ver hasta ahora han existido muchas versiones de mí que ahora han desaparecido.

Guardó silencio. Todavía se culpaba internamente por la "extinción" de todas aquellas Raven que se habían fusionado con ella cuando había despertado del coma tras la Colisión. ¿Por qué ella de entre todas las demás? ¿Por qué había tenido que salvarse ella, y no la Raven del universo de Richard, o la de Bart? Ella no era la Raven de ninguno de ellos, estaba sola. Pero si se hubiera salvado la que Bart conocía, ahora el muchacho no estaría tan triste. Y si se hubiera salvado la de Dick, Brian Bird no estaría desaparecido, perdido o muerto en alguna dimensión desconocida. No podía evitar pensar que ella era la responsable de todas esas desgracias que se podrían haber evitado si hubiera muerto ella y no las demás. No, no era un tema del que le agradara hablar.

- Así que... bueno, incluso sin ser émpata podría saber perfectamente cómo te sientes. Yo me sentí igual cuando descubrí que todos mis amigos estaban desaparecidos o muertos y que los que aún existían en Omega no me reconocían ni conservaban ninguno de mis recuerdos a su lado -extendió una mano franca para apoyarla en su hombro a modo de torpe consuelo-. Lo siento.

Y lo sentía de verdad.

Escuchó la oferta que le hizo Conner y estaba a punto de replicar que los deportes no eran lo suyo y que se marchaba para dejarles disfrutar a su aire, cuando el joven velocista dijo algo que la sorprendió proponiéndole jugar a otro tipo de juego, uno cuyo nombre no conocía pero que parecía asequible para ella.

En aquél momento quedó patente que Bart había dicho la verdad cuando había dicho que la conocía, pues había sabido anticipar cuál sería su respuesta ante la oferta inicial que había hecho Conner y había planteado una alternativa para que ella se pudiera unir. Y eso, además, implicaba otra cosa: Bart quería que se les uniera.

Aquello la desarmó, y durante algunos segundos no supo qué decir. Por lo general procuraba evitar a todo el mundo y se aislaba siempre de los demás para evitar vinculaciones emocionales. La idea de jugar a algo divertido y estrechar lazos con sus compañeros de equipo no estaba entre sus objetivos, pero podía notar que el ofrecimiento de Bart era sincero y aquello despertó una inusitada calidez en su normalmente frío corazón, algo que podría calificarse como alegría. Era cierto que rehuía la compañía de los demás, pero los demás tampoco la buscaban activamente por lo general. Raven era callada, tímida y no precisamente alegre. La mayoría de las veces cuando había reunión de grupo su presencia pasaba inadvertida, y aquello, unido a su baja autoestima la hacía pensar algunas veces que no era bienvenida.

Pero Bart quería que se les uniera.

Eran jóvenes, eran atléticos, y Raven no creía que la idea de jugar a un juego de mesa les resultara la mitad de atrayente que el jugar y correr al aire libre, y sin embargo, Bart había hecho la oferta, y Conner no parecía contrariado por el cambio de planes.

- Claro, vale -musitó con un esbozo de sonrisa tímida-. Jugaré con vosotros.

¿Cómo podría haber dicho que no?

Estaba un poco dubitativo y confuso. ¿Que podía decir? Estaba claro que dolía y que te hacía sufrir que tus seres queridos no fueran los mismos con los que conviviste y que no te conocieran. Pero, ¿Qué podía hacer? Nada. Absolutamente nadie tenía la culpa de esa situación. Ninguno de los presentes pudo hacer nada. Nadie pudo salvar ni a sus allegados ni a las versiones de sí mismo de otros universos.

- Como mucha gente en este mundo.- Mismamente el Conner que tenía delante. Cerró los ojos un instante y suspiró. Lo hizo muy rápido y no supo si los otros dos habían captado esa reacción en la que intentaba despojarse de lo negativo, la tristeza, la nostalgia y la soledad que te da no tener a nadie que pueda recordarte. - Espero que en lo importante sigas siendo la misma.- Sonrió de forma dulce y amable con esa simpatía tan luminosa y enérgica que siempre tenía el joven velocista. - No es como si tuviéramos la culpa de no ser la versión de nosotros que todos esperan.- Bart hizo un encogimiento de hombros. - No te preocupes ¿vale? Seguro que todo se soluciona pronto. - Intentaba ser positivo y eliminar todo rastro de los aquellos pensamientos que le producían desilusión y tristeza. - Encontraremos a los que faltan y los que no nos recuerdan, quizá, sigan siendo ellos y en poco tiempo las cosas serán igual que antes. -

Sonrió complacido cuando los otros dos aceptaron jugar con él a esa peculiar y propia versión del afamado juego de mesa. Muy animado siguió a Conner hasta el lugar de aquella base destinado al ocio y divertimento de sus habitantes. - Oh- Un sonido de impresión salió de sus labios. La sala de juegos de su base no contaba con tantas formas de entretenimiento. A Bart le resultó un lugar agradable que despertaba con intensidad su curiosidad. Haciendo uso de su velocidad recorrió en un par de minutos toda la estancia. Desordenó y volvió a ordenar todo en un visto y no visto. Quería descubrir qué secretos guardaba cada rincón de esa sala.

Sacó el Trivial de la caja y puso los mazos de preguntas en los portatarjetas morados incluía el juego. No sacó ni el tablero ni las fichas. Su adaptación del juego de mesa no los requería. -Me gusta este juego porque es fácil y todo el mundo puede jugar. Da igual si sabes mucho o no sabes nada. Todos pueden divertirse juntos. Por que eso es lo importante en los juegos. - Cuando Bart llegó del futuro no no sabía ni entendía muchos conceptos de la cultura del pasado. Siendo su lengua nativa el Interlac, idioma del siglo XXX en los Planetas Unidos, los giros del lenguaje norteamericano del siglo XX se le hacían enrevesados y complicados por eso los juegos sobre lenguaje y cultura no eran su fuerte. Era por esa razón, y porque el Conner Kent de su universo, al haber sido producto de un laboratorio, también se encontraba en una situación similar, por la que habían decidido adaptar el trivial a sus peculiares características.

- ¿Pregunto Yo?- No quería imponer su voluntad a Conner y a Raven pero su impulsividad natural y anticipación hizo que antes de que los dos jóvenes pudieran responderle ya hubiera sacado una de las tarjetas y estuviera formulando la pregunta que estaba escrita en ella. -¿El escorbuto es el resultado de una deficiencia de qué vitamina?- El velocista les miró expectante con un sutil brillo de ilusión en su mirada ambarina.

Las palabras del muchacho la reconfortaron; Irradiaba un halo de positividad e ilusión tan bienintencionada que resultaba muy agradable estar a su lado. Era curioso; apenas le acababa de conocer y sin embargo sentía que le conocía de mucho más tiempo. ¿Una reminiscencia del recuerdo de la otra Raven a la que había absorbido? No lo sabía, pero le agradaba mucho la compañía del muchacho. Le hacía sentirse bien.

Conner, a causa de su "juventud", naturaleza e inexperiencia con respecto a cómo funcionaba el mundo, albergaba a su vez escasas preocupaciones que pudieran agobiarle y afectar a la émpata. Era un chico de inquietudes simples que no le daba demasiadas vueltas a las cosas, y por esa razón, estar allí entre los dos le hacía sentir que por primera vez en mucho tiempo podía relajarse y simplemente dejarse llevar y disfrutar con el juego.

La sala de estar de la Torre tampoco estaba equipada con tantas formas distintas de ocio, pero, a diferencia de Bart no evidenció ninguna muestra de asombro o sorpresa. Simplemente se limitó a adentrarse en la sala tras el moreno con paso calmado mientras el pequeño torbellino castaño se dedicaba a recorrer, revolver y reorganizar todo en un abrir y cerrar de ojos.

Se sentó a la mesa y observó con curiosidad cómo Bart realizaba los preparativos del juego. Ella nunca había jugado a nada, ni siquiera durante su infancia en Azarath. Mientras los demás niños se dedicaban a jugar y se recreaban en sus pasatiempos infantiles ella se había entregado en cuerpo y alma a la meditación para mantener bajo control la mitad demoníaca de su alma, herencia de su padre, por lo que aquellas formas de divertimento le resultaban desconocidas. Aunque era joven, se veía obligada a cargar con un gran peso sobre sus hombros, y eso la había llevado inevitablemente a madurar desde muy pronto, teniendo que comportarse como una adulta cuando en realidad era tan adolescente como cualquiera de ellos, con sus mismas inquietudes y necesidades.

Por supuesto no conocía nada del juego, por lo que no puso objeción a que Bart preguntara primero.

- No sé lo que es el escorbuto -admitió con total franqueza. En Azarath le habían enseñado muchas cosas, pero la historia humana no era una de ellas, y las enfermedades habían sido erradicadas mucho tiempo atrás. Por otra parte, aunque era sanadora, el escorbuto hacía mucho que no suponía un problema en la Tierra, por lo que no había llegado nunca a encontrarse con un caso así. Tampoco era algo que se estudiara en la carrera de filosofía, así que no tenía manera de saberlo.

Se llevó una mano a la frente y se golpeó al escuchar las palabras de Raven. ¿Cómo sé no había dado cuenta de algo tan obvio? Bart sabía que Conner y Raven no habían tenido una infancia ni una educación común. Raven porque no había sido ni criada ni educada en ese lugar y Conner porque había sido creado en un laboratorio. En su universo Conner sí que había tenido una familia de la tierra que se había preocupado porque adquiriera conceptos básicos de la cultura. Tim también les había ayudado mucho, tanto a Kid Flash  como al medio kriptoniano a entender y comprender algunos aspectos claves de la sociedad.  Sin embargo no había pasado lo mismo con la Raven de su mundo. La Raven que había conocido en su universo no había tenido unos adultos medianamente responsables que se ocupasen de darle unas nociones básicas de conceptos históricos o culturales. Cuando conoció a Tim este había sido más cerrado y arisco con ella que con los dos chicos. Parecía que lo mismo había ocurrido con la muchacha que tenía ante sí.  Pero el castaño no había atado cabos. No había enlazado que preguntas sobre cultura o historia terrestre podían no ser entendidas por sus dos amigos. Bart era un tanto despistado, a pesar de tener en su mente ingentes informaciones, solía pasar por alto muchas cosas evidentes porque a menudo se descentraba. Prestar atención no era uno de los fuertes del menor de los Allen. Con cualquier cosa se distraía soberanamente.

- Cierto que fuiste criada en Azarath.-  Iba a decirle a Raven lo que era el escorbuto pero Conner dio su respuesta. Bart se emocionó. Eso era justamente de lo que iba al juego, de dar una respuesta absolutamente aleatoria. Una contestación que no tuviera nada que ver con la respuesta real. El velocista aplaudió con gran frenesí. - El escorbuto es una enfermedad producida por la escasez o ausencia en la alimentación de vitamina C, y caracterizada por hemorragias cutáneas y musculares, por una alteración especial de las encías y por fenómenos de debilidad general.- Bart dio una definición enciclopédica. Porque recordaba cada uno de los libros y cada una de las definiciones que alguna vez había leído.

- No te preocupes Raven por no saber algo, no hace falta que sepas nada, solamente hay que decir lo primero que se te ocurra. da igual lo absurdo que sea. ¿Has notado lo que ha hecho Conner? Se ha inventado lo que podría ser el escorbuto.- Bart tampoco había tenido un proceso de socialización normal. No obstante, su familia y algunos amigos cercanos le habían ayudado encarecidamente a que  lograse asimilar la cultura terrestre en el más corto espacio de tiempo posible. Bart aún tenía algunos problemas para entender frases hechas y conceptos lingüísticos con los que no estaba familiarizado o socializado pero solían ser mínimos.

Conner formuló la pregunta y Bart se quedó un momento pensando en lo que podía responder.  -Ninguna porque te expulsan cuando el juez canta tres veces el himno nacional.-  Bart miró a Raven esperando que diera participara de nuevo dando alguna contestación loca. Hizo un leve gesto de asentimiento con la cabeza invitandola a que probase a responder de nuevo.

Al principio, Raven no entendió nada; ¿Bart había preguntado por una vitamina y Conner respondía con un "sí"? ¿Y decía que las vitaminas estornudaban? La estricta educación que había recibido en Azarath, donde no había tenido ocasión de disfrutar de juegos y bromas con otros niños, hacía que todo aquello le resultara chocante, especialmente cuando percibió la reacción emocional que la respuesta de Conner había provocado en Bart, una respuesta que desafiaba toda lógica: el velocista estaba feliz, e incluso entusiasmado. Y, entonces, se lo explicó.

- Oh -musitó, a medida que la comprensión se iba reflejando en su sereno semblante-. ¡Oh! Ya lo entiendo... Me gusta mucho éste juego, Bart, es una manera excelente de desarrollar la creatividad. Se podría hacer también con dibujos, ¿no? Escogiendo una imagen y que cada uno dijera lo que dicha imagen le inspira. Podríamos probarlo en otra ocasión -comentó, entusiasmada al pensar que ella podría de alguna manera contribuir al desarrollo de aquellas actividades tan humanas y normales entre los chicos y chicas de su edad.

Entonces, Conner planteó su pregunta y Bart respondió primero mientras Raven pensaba. A pesar de las explicaciones recibidas aún le costaba ser espontánea, especialmente cuando se trataba de hacer algo tan contrario a su naturaleza como idear salidas absurdas.

- Oh, pues... ninguna, porque en el fútbol está prohibido expulsar.

Quizá cuando avanzaran un poco en el juego y fuera cogiendo más práctica sería capaz de idear respuestas más ingeniosas, pero de momento era todo de cuanto era capaz sin pararse mucho tiempo a pensar.

- ¿Lo he hecho bien? ¿Quién ha ganado? -inquirió, mirando a Conner con expectación, curiosidad y, mal que le pesara, incluso cierto grado de entusiasmo...

Sonrió, internamente estallaba de emoción. Al castaño le producía una inmensa alegría ver que los otros dos se estaban soltando. A Kid Flash le había quedado muy claro que tanto Raven como Conner no eran muy sociables ni sociales.  Los dos eran bastante introvertidos y a veces había que sacarles las palabras casi con sacacorchos. Pero Bart tenía una personalidad muy diferente a la de sus amigos, él sí era muy extrovertido y siempre expresaba abiertamente lo que sentía y pensaba. No obstante, para nadie era fácil tener que entablar amistad con las nuevas versiones de sus amigos de otros mundos. Siempre tenía que andar con cuidado para no decir o hacer nada indebido y esos era algo que no se le daba muy bien porque no era nada cauteloso. Pero esa no era la situación por el momento. Ahora estaban los tres bien, actuando como una pandilla de amigos de lo más normal. Le enorgullecía haber propiciado una situación como aquella donde los tres pudieran entretenerse, conocerse y disfrutar de un tiempo en común.

- WOW - Expresó con su siempre jovial y animado interés. La propuesta de Raven le recordaba al juego de mesa Party&Go al que tampoco podía jugar porque se sabía todas las preguntas de la parte cultural del juego. - Es una gran idea, Raven. Lo podemos hacer cuando querais. Como vivimos los tres aquí podemos hacer muchas cosas. - Le hacía vibrar de emoción, casi literalmente, la perspectiva de hacer multitud de actividades con Conner y Raven. El menor de los velocistas era alguien extremadamente sociable y desinhibido. Le encantaba la compañía y  siempre estaba buscando hacer cosas nuevas. por eso, se sentía muy animado con la posibilidad de pasar tiempos de ocio con los que en su universo fueron unos de sus mejores amigos.

Miró a sus dos compañeros de juego.- ¿Sabeis dibujar? Yo suelo dibujar cuando estoy inspirado o triste o muy alegre. Me ayuda a procesar las cosas. Porque por un momento me hace centrarme y canalizar. - Cada día era un reto para el castaño mantener su atención largo tiempo. El dibujo le había ayudado en gran medida a poder focalizar y dejar de ser tan disperso cuando estaba realizando alguna actividad o tenía que escuchar un largo relato.- Es divertido además. - El castaño hacía multitud de actividades manuales. No le gustaba nada aburrirse. Como era rápido, talentoso, enérgico y hacía una buena labor,  le daba tiempo a realizar múltiples y diversas actividades manuales.

- Lo estás haciendo genial Raven- dijo Bart muy ilusionado y enérgico. - tengo hambre¿vosotras tambien?- Y antes de que ninguno de los presentes pudiera responder había ido a la cocina, saqueado todos los armarios donde se encontraban las bolsas de chucherias y de aperitivos y los había traído a la sala de juegos. Dejó los comestibles sobre la mesa de billar, llevando consigo una bolsa de patatas fritas que había venido comiendo desde su regreso a la estancia.

-El que de una respuesta más loca- dijo como si fuera muy obvio- Pero lo importante no es ganar, es divertirse entre amigos. Pero podemos establecer un criterio de puntos o algo para que quede constancia más tangible de quien es el ganador.  - En su universo de origen, Bart siempre estaba compitiendo con Conner. Se retaban el uno al otro constantemente con pruebas físicas y demás. No obstante, eso era algo que hacían ellos dos solos. El velocista sabía que no podía extrapolar esa rivalidad cuando estaba con otras personas porque podía hacerles sentir mal. En especial a Raven, ya que la empata, siempre se había mostrado inclinada a una actitud competitiva.

- Escoge la que quieras- dijo el de ojos dorados a la hija de Trigón señalando las cartas de pregunta.

Podía parecer una tontería, pero el entusiasmo del muchacho le transmitió una sensación cálida que le hizo recordar los buenos tiempos con los Titanes, cuando hacían barbacoas en la piscina o se iban juntos de acampada. Le hizo sentir... acogida, aceptada, y una suave sonrisa se perfiló en sus habitualmente impasibles rasgos, sonrisa que compartió tanto con Conner como con Bart. Aquello era lo más parecido a la felicidad que cualquiera podría nunca apreciar en ella.

- No sé dibujar -respondió, manteniendo las manos sobre sus rodillas en una actitud relajada y tranquila que contrastaba notablemente con el nerviosismo exhibido por el castaño-. No sé hacer prácticamente nada. La naturaleza de mis problemas me obliga a pasar la mayor parte del día en meditación constante, lo cual no me permite dedicarme a nada más. No obstante, me provoca curiosidad eso que dices. Quizás si aprendiera a dibujar podría tener otro recurso para concentrarme y focalizarme cuando note que estoy perdiendo mi equilibrio interior. ¿Crees que podrías enseñarme?

Sería además otra manera de pasar tiempo con Bart. En su universo de origen solía pasar mucho tiempo con Joseph, el joven mudo cuya sensibilidad le había permitido entender sus circunstancias mejor que ningún otro de sus compañeros, y por alguna razón Bart le recordaba en ciertas cosas a él. A su lado se sentía igual de cómoda y relajada, no juzgada.

El velocista manifestó entonces sus necesidades alimentarias y desapareció en un tornado veloz que despeinó sus cabellos antes de que Conner o ella pudieran llegar a responder a su pregunta. En un abrir y cerrar de ojos tenían ante sí un sinfín de bolsas de aperitivos y chucherías que Raven por el momento no tocó, dedicándose en su lugar a tomar una de las cartas del mazo de preguntas.

- Realmente no me importa -dijo cuando Bart expuso las diferentes opciones de contabilizar los resultados del juego-. Sólo lo he preguntado para saber si lo estaba haciendo bien, pero no tengo especial interés en quien gane o pierda. Me basta estar aquí, con vosotros.

Le dio la vuelta a la tarjeta y volvió a sonreír:

- ¿Qué animal "zurea"?

Abrió con sorpresa sus ojos mientras escuchaba a Raven. El no podía pasar casi ni diez segundos quieto como para permanecer en meditación largos periodos. Eran tan diferentes y por otra parte eran tan semejantes. Él también dedicaba horas y horas a su entrenamiento, intentando controlar una parte de sí mismo que se desbordaba. Con la Speedforce los daños podían ser en muchos sentidos; desde daños a la propiedad a cambios temporales y espacio temporales muy serios. Causando por el camino muerte y caos. La fuerza de velocidad era un temible poder, como había dicho Batman en un sin fin de ocasiones. Por la naturaleza de su carácter curioso e inquieto los factores de riesgo se incrementaban en él. Desde el día de su nacimiento Bart había estado vigilado y estudiado tanto por la admiración como por el terror a lo que pudiera hacer. Cuando fue liberado del laboratorio en el que fue criado, todos los esfuerzos de su círculo cercano se habían centrado en entrenamiento y control casi constante.

El de ojos dorados sabía perfectamente lo duro que es tener que estarse continuamente conteniendo. Así como tener que pasar tu tiempo centrándose en no ser un peligro, en vez de hacer un vida “normal”. En sus primeros días como héroe, su primo decía constantemente que era un peligro y eso aún le seguía afectando muy profundamente. Por ello, siempre estaba intentando dar lo mejor de sí y siguiendo los consejos de Max para poder utilizar sus poderes de forma responsable. Dio un pequeño salto. El castaño siempre era puro movimiento.

-Claro que sí- contestó emocionado con un tono cálido y alegre en su voz. El castaño no era el mejor educador del mundo. Al ser un velocista, tendía siempre a correr tanto cuando estaba hablando como cuando explicaba algo como cuando hacía alguna cosa. Además, como él tenía mucho datos. conocimientos y habilidades aprendidas inocentemente tendía a pensar que los demás también. A pesar de no tener una dotes para la enseñanza, Bart lo compensaba con su optimismo, su motivación y su empeño.  - Te puedo enseñar más cosas. Yo sé hacer muchas. He leído un montón de libros sobre cómo hacer cosas , incluidos todos los de la serie para dummies. Podemos hacer un millón de cosas divertidas.-

Mientras la émpata leía la carta y formulaba la pregunta, Bart degustaba una pila de aperitivos varios. A menudo comía con gran rapidez pero esta vez intentaba guardar un poco las formas.

Lo pensó un momento y respondió con el primer animal que se le ocurrió:

- Los dragones de hielo.- Comentó con tanta seguridad que casi parecía que esos animales existían. - Oh  vale.- Respondió a la propuesta de Kon. Cogió una tarjeta leyó la pregunta. - ¿En qué ciudad vive el Mago de Oz? La Ciudad Esmeralda. -

Enseguida en un papel en blanco comenzó a dibujar de forma muy rápida. Hubo veces que tuvo que frenar porque las pinturas de madera por la fricción comenzaban a adquirir calor y podían incendiarse.

-ah. No, yo no tenía que dibujarlo. Vale me he adelantado, lo siento.- dijo enseñando un precioso dibujo de un paisaje. Era una campo de flores atravesado por una senda dorada. Tras el largo camino de baldosas amarillas se alzaba orgullosa un ciudad con los edificios de un color verde esmeralda brillante y reluciente.

Tomó del mazo otra tarjeta.- Bien.- comentó decidido.- ¿Cuáles son los cinco sabores primarios?- Una pregunta de comer, ya le gustaba esa pregunta. - Son dulce, amargo, salado, ácido y umani. Esto es un poco difícil de dibujar. Pero el velocista no se desanimó.- Así que dibujad alimentos de ese sabor: un pastel, un café negro, un limón, sal y queso.-

- ¿Qué? -se sorprendió la azariana ante la propuesta de Conner-. Yo no he dicho nada de dibujar. No sé dibujar -añadió en un susurro, azorada-. Lo que yo decía era utilizar fotografías o cuadros en lugar de tarjetas, y que en lugar de contestar a una pregunta hubiera que definir un sentimiento, qué es lo que te inspira la imagen. Sabéis que soy más de emociones que de cultura de la Tierra, por eso pensé que me resultaría más fácil.

Rápidamente Bart se ofreció a ayudarla con sus carencias generales de conocimientos y habilidades y ella le sonrió con dulzura.

- Gracias -dijo con sinceridad.

Después, el juego comenzó a derivar en algo que no comprendía muy bien. Primero, Bart hizo una pregunta y se autocontestó él solo, y con la respuesta verdadera, no la inventada. Después empezó a dibujar la Ciudad Esmeralda, que tampoco era lo que había propuesto Conner. Confundida, compartió una mirada con el kriptoniano para ver si él entendía lo que estaba pasando.

- Ah. No, yo no tenía que dibujarlo. Vale me he adelantado, lo siento -el joven sacó otra tarjeta del mazo y les leyó la pregunta, que una vez más pasó directamente a responder para después decirles exactamente lo que tenían que dibujar, lo cual no agradó a la morena. Precisamente lo que le había gustado del juego era su capacidad para la creatividad. Eso le dio una idea. Según había dicho Bart, el objetivo del juego era demostrar la capacidad de pensamiento "fuera de la caja", sin atenerse a los márgenes o barreras preestablecidos, lo cual significaba que, en realidad, estaría haciendo lo correcto si no interpretaba de manera literal el requerimiento de Bart, sino de una forma más libre. Así pues, tomó los lápices y se dispuso a dibujar a grandes rasgos lo que aquellas palabras le inspiraban.

-Como dije antes, soy más de emociones -explicó antes de mostrarles lo que había dibujado en el bloc-. En éste juego lo que se valora es la creatividad, así que no he querido limitarme a los ejemplos de comida planteados por Bart, puesto que los sabores pueden evocar muchas otras cosas. Éste es el sabor "dulce" -dijo, dando la vuelta al primer dibujo, que mostraba un chupete hecho a trazos gruesos y básicos-. Creo que no hay mayor dulzura en el mundo que la que puede transmitir un bebé.

>>Amargo -dijo mostrando el siguiente dibujo-. Como las lágrimas.

En realidad aquella ilustración bien podía ser un reflejo de cómo ella se sentía a diario tras la máscara de estoicismo que siempre llevaba puesta, lo cual lo volvía aún más amargo.

>>Salado -la siguiente ilustración reflejaba a una pareja besándose. Raven sintió que enrojecía levemente y evitó encontrar sus miradas-. Como el sudor, o la saliva.

>>Ácido -la imagen de una mano arrancando unas flores de la tierra y aplastándolas entre sus dedos-. Como el odio -explicó, sombría.

>>Por último, Umami -unas manos entrelazadas-. Se usa para definir un sabor agradable y delicioso, y no se me ocurre nada más hermoso que el amor, familiar o de pareja, o la amistad.

Volvió a dejar los dibujos sobre la mesa y agachó la mirada, avergonzada.