Teenage Dream: Más adulto, menos niño (Conner, Bart y Kara)

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En aquella nueva tierra la base de los justicieros juveniles se encontraba en esa isla denominado Happy Harbor. Su base se encontraba más concretamente en el Monte Justicia.  Con sus tutores legales desaparecidos tras la colisión de los mundos y la formación del nuevo universo Omega, habían creído oportuno que el adolescente vivaracho viviese en aquella base. Después de haberse encontrado con Wally West, su primo y el actual Flash, Bart se encontraba más animado y entusiasmado con todo. Sus fuerzas y esperanzas se habían visto revitalizadas. A Bart le había costado mucho que el Wally de su mundo le viera un digno sucesor del traje de Kid Flash y del legado que había iniciado su abuelo Barry Allen. Su relación había sido difícil desde el principio, con los años y con mucho esfuerzo por parte de ambos mejoró. El castaño había llegado a considerar a Wallace como su hermano mayor y había logrado entender que todas las correcciones que le daba las daba como una persona que había vivido ser un adolescente con un metabolismo acelerado. Aunque, en más de una ocasión se pasaba violando su intimidad y Dick Grayson le había reclamado más de una vez que dejase un poco de espacio a la nueva generación de héroes. Así como Wally apareció un día inesperadamente, Bart esperaba que más pronto que tarde todos sus seres queridos aparecieran. Si bien era cierto que el Wally que se había encontrado era bastante más joven que el Wally, que el conocía, Wally seguía siendo Wally para Bart. No le importaba que fuese de otra dimensión le seguía profesando el mismo amor y admiración que los hermanos pequeños tienen a sus hermanos mayores.

Miró la enorme montaña que cobijaba su nuevo hogar con aquella ilusión tan enérgica y vibrante que nos generan las nuevas aventuras. La desesperación y desmotivación de antaño provocada por la angustia de estar solo y sin nadie que te diese apoyo, había desaparecido por completo al reencontrarse con su primo.   Le parecía que vivir allí iba a ser muy divertido. Estaba realmente emocionado con la idea de convivir con otros adolescentes metahumanos. Jóvenes de su edad con los que hablar de sus preocupaciones y sus gustos. Alguien que comprendía como era vivir a la sombra de grandes héroes. Alguien con quien emprender aventuras y poder comportase como el adolescente que era. Una sonrisa iluminaba su alegre rostro y sus grandes ojos ambarinos parecían vibrar de emoción. En un lugar que no tendría que fingir ser un humano aburrido y normal podía mostrarse tal cuál era. Tenía unas ganas enormes de saber cuál iba a ser su habitación y si iba a compartir cuarto con alguien divertido. Aquella experiencia prometía ser genial.

En sus manos llevaba una maleta con unas cuantas piezas de ropa, su consola, unos cuantos de sus discos y sus libros para el colegio. Tampoco que tuviera muchas cosas en esa nueva dimensión donde no tenía una casa propia. Todo lo que tenía eran cosas que le había dado Wally o las había comprado con el  poco dinero que tenía. Los libros para ir a un nuevo instituto le hacían poner cara de asco. Había aprendido las bondades de la lectura pero eso no le quitaba que le desagradase completamente el ambiente escolar de Estados Unidos de América.  Los adolescentes se enclaustraban en aulas como los presos en celdas. Le recordaba a su estancia en las instalaciones de Earthgov. No Obstante la vida le había enseñado que la educación y el conocimiento eran necesarios si querías ser un héroe y sobre todo si querías proteger al mundo y a tus amigos. El conocimiento era tan necesario como saber controlar tus poderes. Con la sabiduría puedes hacer uso de tus poderes para no causar daño y para salir de situaciones arriesgadas. Tim le había enseñado que una persona inteligente y sin ningún poder puede proteger.

Llegó a la puerta y tecleó en el panel oculto su clave de acceso, que estaba ubicado en el lateral izquierdo.

- Bart Allen, Kid Flash - dijo una voz un tanto robótica.

Al traspasar la puerta pudo ver unos inmensos jardines llenos de árboles y flores. La naturaleza se erigía libre, hermosa y salvaje. A lo lejos pudo distinguir una alta y fornida silueta. Esa persona se encontraba jugando con lo que parecía un gran perro blanco. Desde donde estaba saludó a aquella figura con mucho énfasis y energía. Sin lugar a dudas ese moreno que se encontraba a lo lejos era su amigo Conner. Una tremenda alegría embargó su ser.

- ConnerConnerConnerConnerConncer ConnerConnerConnerConnerConner- pronunció a una gran velocidad con su característico tono alegre y vital.

Como alma que lleva el diablo se lanzó corriendo al abrazar a su viejo amigo. Le había extrañado mucho. A él y a Tim. Se apretó fuertemente contra el mediokryptoniano como si quisiera permanecer pegado a él para siempre. Le embargaba la emoción del que se reencuentra de nuevo con una persona muy querida. Pasados unos momentos, se pudo percatar de que el otro casi no respondió a su efusivo abrazo. Entonces se separó y le miró a los ojos. Sus miradas se cruzaron y en el rostro de Conner pudo notar extrañeza. No entendía a que se debía ese gesto de conmoción en el otro. Si algo podía entender bien Bart era cuando causaba algún tipo de confusión en los demás, había sido categorizado toda la vida de “raro” y podían captar como nadie ese tipo de mirada en el otro.

Se escapa sigilosamente por la puerta de atrás y se va corriendo a casa de sus amigos.

“Hermanos Verdes: Solo tenemos un planeta.”

Las palabras del moreno le había dejado helado. Sus ojos ambarinos estaban abiertos por la impresión. Una de las pocas esperanza que tenía en ese mundo tan extraño para él era que sus mejores amigos estuviesen allí. Nunca había pasado por su cabeza encontrarse con una versión de Conner que no le reconocía ni que era su amigo. En cada vida y en cada futuro del que tenía constancia siempre habían sido amigos. Esta trágica revelación era como un caldero de agua helada. Una fuerte puñalada justo debajo que las costillas que le iba perforando poco a poco hasta dañarle su tierno corazón.  Esa rabia, impotencia y desasosiego interior es lo que debía sentir un familiar de una persona con Alzheimer. Mirar a los ojos de la persona amada y sentir que no eres nada. Que donde antes hubo amistad y cariño ahora sólo hay vacío. Un oscuro e infinito silencio que rompe el hilo del destino que antes os amarraba fuertemente. Saber que para el otro has dejado de ser tan importante como él lo es para ti. Ese amargo e intenso dolor en tu alma que no permite que brote de nuevo ni tu esperanza ni tu optimismo.

Cuando se había encontrado con su primo Wally, este le había convencido de que todo estaba bien. Que la situación no era tan mala como Bart creía y que a partir de ahora la situación iba a ir mejorando. Se imaginó que su vida en esa base tan rara que se había montado en ese nuevo universo tras la colisión de los mundos iba a ser una aventura llena de buenos y divertidos momentos con sus amigos. No se esperaba que la vida tuviera otros planes. No se imaginaba que su ser volvería a verse afectado por ese desasosiego que la pérdida de todo lo que un día tuviste.

Una lágrima que surge su rostro tan rauda que  casi es imperceptible. Pero aunque los demás no noten su existencia, tu sabes que pasó por allí. Sabes que dejó en tu semblante su huella. Y por un  momento Bart sintió el deseo de correr, correr como nunca lo había hecho, huir de esa existencia que no le aportaba absolutamente nada, ser tragado por la fuerza de la Velocidad, no tener consciencia de nada y dejar de ser, dejar de sentir dolor, ser nada y olvidarlo todo . Porque ya no tenía nada de aquello que realmente le importaba. Sintió marearse y un desvanecimiento repentino. Su cuerpo tocó el suelo. Sintió el impacto de la tierra contra su piel y se levantó tan de prisa como había caído. Cuando estaba alterado no controlaba muy bien su metabolismo ni su supervelocidad y tendía a ir siempre deprisa. Por lo que no sabía que había captado el medio kryptoniano de su pequeño mareo.

Sacó un papel de su cartera y le miró de reojo. Era una fotografía de Tim, Conner y él. Se le hizo un nudo en la garganta y en sus ojos empezaban a formarse diminutas lágrimas, que pugnaban por salir. Arrugó el papel, llenándolo de imborrables arrugas que se asemejaban a las rupturas que sentía en su alma.  Lo volvió a guardar tan rápido como lo había sacado. Ese papel que antes era nuevo y perfecto y ahora estaba lleno de las marcas que la vida nos deja a todos.

Se acercó con un paso normal a Lobo y lo acarició sin ningún miedo.

- ¡Qué grande se ha hecho Krypto! – No pensaba que el cachorro que Superman le había regalado a Superboy se pudiera hacer tan grande. – Sé quién eres, yo a ti si te recuerdo. – su voz se notaba embargada por la emoción- Siempre fuiste y serás uno de mis mejores amigos.  ¿Tampoco eras amigo de Timmy?-  pensar que ellos dos eran mejores amigos y que en ese universo él no era parte del grupo le había sentirse terriblemente mal. Excluido, apartado. Alguien indeseable al que no quieres acercarte. La cosa más despreciable y patética del mundo a quien todos dejan de lado.

Pero no duraron mucho las preguntas y lamentaciones. El castaño no pudo oír la respuesta de Conner porque el sistema de alarma de la base empezó a sonar y emitir luces rojas.

-Intruso, intruso, intruso … - repetía mecánicamente la vos robótica por los altavoces del complejo. Haciendo uso de su velocidad, Bart llegó a la puerta de la base en unos instantes. Sin pensarlo ni un momento dio la autorización para abrir la puerta y enfrentarse a la persona que estaba allanando la sede de los Young Justice.

La puerta se abrió y ante los ojos del joven Bart Allen se encontraba una joven preciosa. La persona frente a él no le pareció mala ni con intenciones oscuras ni dañinas. El joven sonrió con su habitual sonrisa alegre y sincera.

- Hola, no nos estas atacando ¿Verdad?- preguntó con ingenuidad e inocencia el joven castaño.

“...ademas, he traído un paquete de cervezas”

La situación de estar con un Conner que era muy diferente al que recordaba y que no parecía tener ninguna vinculación con él le resultaba bastante incómoda. En su mundo de origen, cuando se conocieron hubo una conexión instantánea entre los dos. Ahora no parecía sentir más que decepción por el moreno. Porque no había ninguna amistad entre ellos, porque no le supo responder y porque no se había sentido ni comprendido ni apoyado ni ayudado ni consolado.

Con el sonido de aviso de la alarma, sintió que ambos habían escapado de una situación que era insoportable para ambos. Pero ahí estaba ese ser tan igual y a la vez tan diferente. Bart era un joven muy agradable y amable pero no soportaba que le diesen órdenes o le tratasen de imponer criterios de actuación y conducta. Su personalidad tiraba a la rebeldía en esas situaciones que sentía que alguien trataba de evitar que hiciese algo que él consideraba correcto.Suspiró con hastío y miró a Conner.

- A veces hay que tener fe, aunque nadie más la tenga.Porque siempre das por supuesto lo peor. ¿Y si no lo es? ¿Y si es alguien que necesita nuestra ayuda? Es como si hubieran apagado la diversión en tí.- Su Conner también le hubiera reñido por su impulsividad y eso le hizo reír ligeramente. Con su dedo anular empezó a darle pequeños y rápidos toquecitos.- ¿Sientes que se te está conectando el sentido del humor? ¿Sientes que se te activa algo?- dijo con un tono fresco, jovial y gracioso.

Miró atentamente a Kara con sus ojos ambarinos: una chica rubia, de ojos azules, atractiva, con un gesto agraciado y amable. A él no le parecía ni una enemiga ni una amenaza. La impresión que le daba la rubia era muy buena. A Bart le parecía una joven muy agradable, por ello, la sonrió de forma bastante alegre. El joven Allen era muy ingenuo y siempre confiaba en la bondad de las personas. Ese pensamiento optimista y bienintencionado era el que le hacía confiar en la joven que tenía ante sí. Ante la respuesta de la chica miró a Conner con un gesto de ves te lo dije. la voz de superboy ante la petición había sonado muy rígida y Bart le miró con el ceño ligeramente fruncido en claro gesto de regaño.

- Yo soy Bart Allen. Siento no conocerte, acabo de llegar a este universo hace un par de días y no he visto mucho la televisión.-  Ella había mencionado la casa El de Krypton, casa a la que pertenecía Superman, si Conner era un clon de Superman eso convertía a aquella muchacha en familia del superchico. Bart ató cabos en unos instantes gracias a su velocidad de pensamiento. - WOWeresKryptoniana.ConnertambiénesdelacasaElEntoncessoisfamilia¿no?- A veces cuando se emocionaba no podía controlar hablar demasiado deprisa. En su tierra nunca había tenido problema de entendimiento con los Kryptonianos que conocía, no tenía claro si en Omega las personas de Krypton podían entender su lenguaje veloz.

Las palabras de la joven le hicieron sentirse completamente identificado. Él en su mundo había sido parte del fundamental de la formación del grupo de Young Justice y en este nuevo universo le era todo absolutamente desconocido. Sintió una profunda empatía por Kara. De alguna manera estaban viviendo un experiencia similar en el universo de Omega.En ese momento que él lo estaba pasando tan mal, notar que una persona estaba en una circunstancia muy similar a la suya le daba la sensación de cercanía con la chica. - Te puedes quedar si quieres, aquí tenemos habitaciones de sobra-

Cuando Kara sacó las cervezas se sorprendió. Si Tim hubiera estado allí, seguramente les hubiera recordado que eran menores de edad. Pero Tim no estaba. Conner y Kara tenían genes Kryptonianos por lo que asimilaban el alcohol de manera diferente a un humano. Él también tenía una alta tolerancia al alcohol debido a que su hipermetabolismo quemaba muy rápido los componentes de las bebidas y alimentos.

El castaño sonrió ante el ligero cambio que había provocado en el moreno con su acto tan cercano e infantil. Tras esa personalidad tan arisca podía perfilarse un poco del Conner que el Kid Flash recordaba. Bart se volvía a mostrar como el joven enérgico, vivaracho y alegre que era. Se empezaba a sentir de nuevo aquella cercanía que tenía con Conner. Bart se movía de un lado a otro con desparpajo y vitalidad. Unas veces se ponía en medio de los otros dos jóvenes, otras veces se situaba al lado de Conner y otras veces al lado de Kara. Hacía todos esos movimientos con gran rapidez sin dejar de prestar atención a la conversación que los tres estaban manteniendo.

Se quedó un tanto impactado por la revelación de la rubia. Conner tenía una tía que no era mucho mayor que ellos. Esa situación no era nada usual. En la sociedad existen muchos tipos de familia. Pero cuando pensamos en lo “normal”, lo “corriente”, lo “habitual”, aquello que más abunda y casi se vuelve una característica de las  familias actuales, tenemos una idea de un grupo formado por el padre, la madre, los hijos e hijas, el abuelo, la abuela, los primos y los tíos. Dentro de la normalidad las edades de cada miembro del grupo  familiar estaban bastante marcados; los abuelos eran los mayores, los padres y tíos tenían una edad similar o no muy alejada y los hijos y primos también.

– Las mejores familias son muy raras. – Bart dijo aquello desde lo más profundo de su corazón. Su tono tenía un matiz de cariño y afecto. Después de aquello, el muchacho  sonrió. Quizá su familia fuera la más rara de todo el mundo pero no por ello los quería menos. Ningún lazo de sangre le unía con Jay o su esposa Joan y sin embargo para él eran sus padres. Con su madre biológica tenía muy poco contacto, sabía que le ella le profesaba un intenso amor de madre porque aguantaba la agonía de no ver crecer a su vástago sólo por mantenerle seguro y a salvo de los peligros del siglo XXXI. Wally no era realmente su primo, era algo así como su tío abuelo segundo. Una extraña relación de parentesco que no sabía cómo concretar muy bien: su abuela Iris era la tía de Wally. A Barry le llamaba abuelo aunque este no se había casada aún con Iris ni engendrado a su padre Don Allen. A pesar de todo y que esa no fuese su corriente temporal, Bart quería a esas personas por encima de todos los lazos de sangre y las convecciones sociales. Por el amor que había entre ellos era por lo que el joven les llamaba familia.

– Aquí en la Torre de los Titanes … no- se corrigió – en la base de la Justicia Joven - Dijo una tanto inseguro no habituado a la denominación de Omega – se brinda un hogar a los jóvenes héroes desamparados.-

Aquellos sentimientos de sintonía se vieron eclipsados por aquellos tintes impersonales que a veces el superchico destinaba también hacia su persona. Era duro sentirse desplazado y olvidado por quien había sido en tu mundo uno de tus mejores amigos, tu fuente de apoyo cuando tenías problemas. No encontraba palabras que decir para expresar aquel resquemor que a veces sentía. Le daban ganas de gritarle a aquel Super, que no le gustaba que le tratase con aquella indiferencia. Que él sí que le conocía, que era uno de sus mejores amigos y que habían convivido desde casi el primer día que Bart salió  al mundo real.

Pero callaba y se guardaba aquellos deseos amargos en el fondo de su ser, porque sabía que ese chico no era el Conner que él había conocido y  que no tenía la culpa de no conocerle ni de no haber tenido con él esa profunda amistad. Eso le hacía sentirse tan triste e impotente. Porque él había ocupado el lugar de su amigo y sabía que el otro Conner no iba a volver. Tener que convivir con esos sentimientos encontrados le producía sentimientos contradictorios. Por un lado sentía cierto repudio y por otro sentía que el que no encajaba en aquella situación y en omega era él. Quizá todo marcharía mejor sin él. Las ideas en su cabeza eran veloces y se mostraban caóticas y alborotadas. No sabía ni que sentir ni que pensar. Trataba de asimilar aquella situación, aquel mundo que para él era muy nuevo. Pero no era nada fácil dejar todo lo que has vivido y todo lo que has sentido atrás y empezar de nuevo. Toda esa frustración y desesperación se notaban frecuentemente en sus los gestos de su cara y en las rápidas pataditas que sin darse cuenta le iba dando al suelo, levantando un poco de polvo.

Dejó esos pensamientos de lado al oír la mención del planeta natal de los kryptonianos. Superboy había planteado un tema delicado a la Superchica. Bart lo supo inmediatamente por las expresiones de ambos. Vio como sus semblantes adquirían un tinte de seriedad y tristeza. Krypton tampoco era un tema muy agradable del que hablar en el universo de dónde provenía Kid Flash. Mostrándose un poco impaciente, corrió en círculos alrededor de Kara y Conner. El castaño no podía estar mucho tiempo quieto y se impacientaba más de lo normal con temas delicados. La atención del velocista se centró en Kara y ella le fuera a responder a Conner.

No supo muy bien por qué lo hizo pero en un instante tenía abrazados a los dos herederos de Kryton.  Como la mayoría de las veces, se dejó llevar por sus sentimientos y sus impulsos. Los otros dos jóvenes sufrían y Bart tan sólo quiso paliar un poco su dolor con un poco de contacto físico, un gesto de cariño y apoyo. Aunque intentase mostrarse alegre y dinámico, él también necesitaba un poco de consuelo. Porque debajo de esa sonrisa que se esforzaba por mantener se encontraba un profundo sentimiento de desconsuelo. Le partía intensamente el corazón que los amigos que había tenido en su mundo ni siquiera supiesen quien era en el nuevo universo de Omega.

Los ojos del chico se iluminaron cuando la rubia pronunció la palabra amigos. Un sentimiento cálido volvió a inundar sus venas y llenarle de darle ánimos y nuevas esperanzas. Podría volver a forjar esos lazos de amistad que en su mundo había tenido con Conner. Además, la encantadora Kara le estaba brindando su cálida y agradable amistad. Bart se sintió con estas llanas palabras plenamente reconfortado.  Esa tristeza que lo invadía desde que se apareció en  esa realidad donde las dimensiones habían colisionado, abandonó por fin su cuerpo.

- ¿ Y si jugamos a algo?- Recordaba lo bien que se lo pasaba en la base jugando a juegos inventados por ellos en las horas muertas cuando no tenían ni misiones ni deberes de la escuela que hacer.