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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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[Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice]
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Sasha Triger Marvel Universe
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Tema: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 5th Noviembre 2016, 01:51
Mentiría si dijera que no estaba demasiado saturada con la pastelería. Central Tart había sido mi ilusión, mi “bebé” desde que la abrí. Era mi seña de que había conseguido salir de una vida despreciable. Mi independencia, mi capacidad como profesional y como persona estaban en esas paredes de olor dulce. Y por ello, me obligaba a no cedérsela a nadie. Elsa pasó por mucho hasta que la dejé sola en la tienda, bendita paciencia. Y ahora… Ahora tenía que volver a pasar por lo mismo. Mis noches en casa habían sufrido una transformación. De noches tranquilas con Plana a noches de lectura nórdica o revisión de papeleo y preparación de pedidos. Lo habíamos hablado… Necesitaba contratar a alguien más. Había tenido un par de chicos trabajando en la tienda, trabajos esporádicos de verano o chicos que necesitaban trabajo para un par de semanas. Y desde hacía un tiempo Ethan venía pisando fuerte. Aún estaba en periodo de prueba y siempre que trabajaba estaba con Elsa pero aun así se le daba bien. Aunque no era suficiente. Necesitaba contratar a una persona más y en la cama, en una de nuestras charlas nocturnas lo hablé con Plana. Me comentó que Alice, una de las mejores chicas de la mansión a la que conocí en Diciembre, estaba buscando trabajo. Era perfecta. Responsable, correcta, higiénica… Sólo me preocupaba una cosa...Hablar. Es cierto que si había cualquier problema Alice sabría utilizar su poder para mantener la situación bajo control. Que el trabajo le vendría muy bien a su parte mutante y a normalizar las conversaciones. A que se acostumbrase a socializar pero… Para trabajar de cara al público se necesita un poco de carisma y fuerza. Determinación… y ella era muy tímida.
Me dormí dándole vueltas a la idea aquella noche y tras unos días de reflexión, papeleo, organización… Lo hablé con ella.
Conversación:
Así que a partir de entonces fuimos hablando hasta que tuve todo el papeleo preparado y sólo quedaba un psicotécnico básico para poder darle de alta en el seguro de riesgos laborales. Era un test muy básico, constantes vitales, pulso, análisis de sangre, vista, antecedentes… Cosas muy comunes. Fui a buscar a Alice a la puerta de la mansión con el matalobos y pusimos rumbo al centro que nos agenciaron, el hospital St Vincent´s, justo al lado de la pastelería, a dos manzanas caminando por la onceava.
- Siento haberte hecho madrugar tanto… Es que los viernes por la mañana es cuanta menos gente tienen para estas pruebas, llamé para preguntar, quizá no nos tengan esperando demasiado- Puse algo de música tranquila para el viaje, manteniendo una charla tranquila con ella. -Bueno, te presentaré en otro momento a Elsa y a Ethan. Son muy amables y encantadores, trabajan muy bien y te enseñarán todo lo que a mí se me haya olvidado- Sonreí conduciendo con calma. En realidad luego todo es muy fácil. En cuanto le pilles el truco a cómo se empaquetan las cosas lo tienes todo hecho, lo demás es sacar el producto y o pasarle alguna brochita por encima, ponerle algún lazo u hornearlo. De verdad que es muy sencillo- Dije tratando de tranquilizarla, hablándole con naturalidad, como siempre. - De todos modos si en cualquier momento pasase algo tienes mi móvil, ya lo sabes, para lo que sea. También hay teléfono en la pastelería si te dejases el tuyo.-
Poco a poco el viaje se hizo liviano y llegamos al hospital. Metí el coche directo al parking, que era gratuíto si tenías consulta. Enseñé el papel donde se determinaba que la cita era a esa hora ese día y en ese hospital. Nos abrieron la valla eléctrica y aparqué en un sitio cercano al acceso al hospital. Entré sintiendo un leve escalofrío. Los hospitales siempre albergaban malas noticias, era un ambiente que no me gustaba demasiado -Hola, buenos días, veníamos a una prueba psicotécnica- dije a la recepcionista. Una mujer negra de caderas anchas que tenía cara de no haberse tomado el café aún. -Esperen en la salita y rellenen este formulario- Cogí la carpetita que nos había dado y esperamos en la sala mientras ella lo rellenaba -Aquí en empresa pon Central Tart, todo lo demás son datos tuyos.- dije esperando con las piernas cruzadas, haciendo tiempo moviendo la punta del pie hacia delante y hacia atrás.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 10th Noviembre 2016, 20:10
Para cuando Sasha llegó a la Mansión, Alice ya estaba en la entrada, completamente preparada y vestida, con una sonrisa cálida y cordial en el rostro. En cuanto vio llegar a Sasha, la saludó utilizando el lenguaje de sordomudos y tras sus indicaciones, se sentó en la furgoneta con ella.
Estaba algo nerviosa. Aunque a veces había ayudado a sus padres a hacer alguna que otra cosa, esta era la primera vez que iba a trabajar por sí misma. La idea de dar ese gran paso la llenaba de orgullo y nerviosismo, preocupada por meter la pata cuando todavía no había puesto un pie en la cafetería de Sasha. El hecho de que hubiera ido por recomendación de Planaria, añadía algo de tensión al momento, pues sentía que no debía fallarle. Habían contado con ella, le habían ofrecido la oportunidad antes que a otras personas, y eso la hacía sentir importante, le gustaba, y a la vez le provocaba pavor. Nunca antes se le hubiera ocurrido algo así, y cuando se planteó buscar trabajo, esperaba encontrar algo que redujera su trato con el público, por así decirlo, y camarera iba a ser todo lo contrario. Como siempre, el enfoque era que la ayudaría a superar su miedo, su trastorno y las dificultades sociales con las que a menudo se topaba por imposición personal. Pero a la vez... ¡Era emocionante!
El viaje transcurrió más o menos en silencio. Sasha puso música de ambiente, y le hablaba con naturalidad de las cosas con las que podía encontrarse en el trabajo. Alice correspondía mirándola con atención, sonriendo a veces para que viera que la escuchaba y asintiendo. Cuando Sasha mencionó poner algún lazo, se le escapó una sonrisa fugaz en la que mostró los dientes pero que se afanó en cubrir con una mano. En realidad, una pastelería, un lugar tan cálido y de entorno vivaz, era un lugar ideal para ella, a quien tanto gustaban los dulces. A veces se imaginaba paseando entre mesas, sirviendo a la gente... Y no le parecía algo tan malo, y suspiró con emoción.
No tardaron en aparcar en el hospital, y una vez dentro Alice aspiró el olor a antisépticos. Otro de los lugares en los que esperaba pasar gran parte de su vida, si lograba sacarse la carrera y cumplir su meta. Pero eso era un pensamiento para otro momento. Siguió a Sasha de cerca, sin invadir su espacio personal y atenta a todo lo que ella hiciese o dijera. Una mujer de color les entregó una carpeta y Sasha se la dio a Alice con naturalidad, que se sentó en una de las sillas de la sala de espera y apoyó la carpeta en sus rodillas. Su letra pulcra y redondeada pronto ocupó todas las casillas que le habían indicado y alzó la cara a Sasha, sonriendo solícita. Sin dejar de perder de vista a Sasha se acercó a recepción, dispuesta a entregar la hoja a la recepcionista.
Una vez hecho esto, miró a su alrededor. Tal como había dicho Sasha, no tenían a demasiada gente y parecía improbable que tardaran mucho en atenderlas. Pero aun así... Alice caminó hasta una de las máquinas expendedoras y examinó el cristal con detenimiento, buscando alguna cosa que pudiera abrirle un poco el apetito. Localizó unas barritas de galleta, chocolate y caramelo, y sonrió como si viera a un viejo amigo. Colocó la mochila frente a ella y buscó su cartera, sacando, moneda a moneda, el importe justo para pagar por ello. Cuando lo tuvo, buscó también un pañuelo, que utilizó para, una vez introducidas las monedas en la máquina, para apretar los números y apartar la pequeña puerta que la separaba de su recién adquirida consumición. Todo ello, con discreción y el cuidado de a quien mueve la experiencia. Tal vez a quien la viera, podría pensar que el gesto era algo exagerado, teniendo en cuenta que se encontraban en un edificio donde la sanidad estaba a la orden del día. Pero precisamente por estar en un hospital, era posible que por la sala de espera pasara gente con enfermedades.
Y más vale prevenir, que curar.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 16th Noviembre 2016, 23:57
Muchos de los hombres mas poderosos e inteligentes del mundo no tenían idea de cómo una cosa tan pequeña como una mariposa había sido lo bastante potente para, mediante el apoyo colectivo, crear toda una figura que hacía relevancia a las cosas pequeñas, y los grandes cambios que de ellas derivaban. Ejemplos como los de los chinos desviando la órbita mundial si saltaran a la vez, o como el aleteo de una mariposa en una punta del mundo podía efectuar un huracán en la otra punta eran sólo burdos intentos de explicar la importancia de un acto concreto en la línea temporal de la vida, de cómo su relevancia en un momento concreto hacía de ese pequeño instante un factor esencial para el desarrollo de los acontecimiento. Ese que los historiadores quieren narrar, los deprimidos encontrar, los políticos ejercer, los psicólogos entender, y los locos, vivir.
De hecho, por algún motivo concreto que no alcanzaba a entender, Percival Lancaster había sido incapaz de deshacerse del As de tréboles que desde el 22 de Enero le estaba atormentando, hasta quitarle el sueño y ponerle los nervios de punta. Como jefe del Hospital St Vincent´s no podía permitirse que algo así le crispara los nervios. No había llegado a ser jefe de cirugía durante su prometedora carrera sólo por sus méritos. Su temple había sido esencial para adjudicarle el puesto, por haber probado en repetidas ocasiones que su capacidad resolutiva era muy amplia. Mantenía la calma a fuerza de experiencia, y de hacer lo que consideraba mejor. Como médico, su carrera le había encumbrado a la altura de nombres que otros sólo llegaban a soñar, como lo fuera en su época Stephen Extraño, o Maurice Choux. Pero al final, las labores de dirección le habían apartado mucho de su verdadera vocación. Se había hecho un nombre internacional como cirujano pediatra, desde tumores cerebrales a espinas bífidas, había pasado en total mas de cinco años de su vida colaborando con organizaciones sin ánimo de lucro, operando a hijos de familias que no podían permitírselo, había fundado tres organizaciones sin ánimo de lucro para la asistencia sanitaria de los desfavorecidos, y era colaborador principal de la revista de cirugía médica moderna mas popular de los Estados Unidos. Incluso a pesar de haber emigrado desde Inglaterra, no tardó en hacerse oír dentro del sistema americano, contando con el apoyo de varios representantes políticos para que se tomaran en cuenta posibles propuestas para las mejoras de la sanidad.
Todo eso pareció ir perdiendo relevancia a medida que los días pasaban a través del calendario, después de haber recibido esa carta. La encontró sobre la mesa de su despacho, se empapó el dedo pulgar de aquella tinta extraña, y la tiró, pensando que no era más que algún tipo de jugarreta. Hasta que vio las noticias. El primer aleteo se sucedió como es habitual. Pensó en acudir a la policía, pero entonces seguro que le pondrían protección, era una cara pública dentro de lo posible, y un escándalo así no habría tardado en alertar a la prensa... y eso habría sido fatal, no sólo para su imagen, si no para su integridad física. Como director médico, no tardó mucho tiempo en hacerse con el historial de aquel que llamaban "joker", en las mas estricta confidencialidad, y, para que negarlo, a base de ciertos favores y sobornos. Lo que leyó en el, a pesar de no ser psiquiatra, le perturbó como le habría pasado a cualquiera. No entendía como existiendo la pena de muerte en los Estados Unidos algo como él seguía vivo, después de todas las atrocidades que había cometido en una vida delictiva fuera de control, que por mucho tiempo que pasara, no parecía haber remitido o mejorado en lo mas mínimo. De regreso a su casa, trató de calmarse y de dejarlo pasar. Consideró las opciones de que disponía. Trabajaba en un lugar público, cualquiera podría entrar y salir de un hospital. Contrataría vigilancia veinticuatro horas, y los apostaría como médicos en prácticas, o cualquier otra excusa. Incluso si existía la remota posibilidad de que Joker se personara allí, ellos le desarmarían y detendrían en menos de unos segundos. No había nada que temer... o eso creyó él.
La primera semana, pasó sin ningún tipo de experiencia destacable. Seguía su rutina normal, aparentando toda la normalidad que le era posible. Al séptimo día, sin embargo... el as de tréboles volvió encima de la mesa. Lo guardó bajo el falso fondo del primer cajón de su escritorio, donde guardaba el tabaco, el talonario de recetas, y la pornografía, dispuesto a olvidar el incidente. Pero no fue el único día que se repitió. Al día siguiente, volvió a aparecer. No era el mismo, si no otro, y no fue el único. Uno en su despacho, y otro en el bolsillo de su bata. Al tercer día, también en su taquilla. Pegado al parabrisas de su coche al cuarto día. . A cada día que pasaba, un as de trébol más, esparcido por su hospital, como un terrible recordatorio. Empezó a tener pesadillas, de internos que lo señalaban y cuchicheaban, de limpiadoras que ladinas se sonreían mientras le atormentaban, colocando esos tréboles... de Payasos vestidos de violeta que colocaban las manos enguantadas en torno a su cuello, con una roja sonrisa, mientras dormía. Se levantaba de golpe, y olvidaba a qué hora se había conseguido dormir y se retrasaba al levantarse. Su aspecto pulcro e impoluto comenzó a decaer, su melena recogida comenzó a fluir suelta por sus hombros, las marcas de la barba asomaron en su fina barbilla, y sus ojos se volvieron inyectados en sangre y ojerosos, evidenciando su declive.
Esa noche... lo vio. Supo que estaba allí. Cuando montó en su coche, dispuesto a marcharse, otro le bloqueó el paso. Vio a un hombre con traje sentado al volante, como si esperara. Se abrochó el cinturón y ajustó el retrovisor. El hombre se giró entonces, y le sonrió. Un sudor frío le recorrió la espalda. Puede que no llevara el maquillaje, y que no vistiera de la misma manera, pero era él. Estaba seguro. El hombre sonriente encendió el coche con el rugido del motor y desapareció, saliendo antes que él. En ese momento, y olvidando toda ética moral, echó mano de los calmantes que había robado de la farmacia, y se tomó dos, tardando mas de una hora en que dejaran de temblarle las manos para poder conducir de vuelta a casa. Cuando llegó, entró hasta la cocina, activó el sistema de alarma, cerró puertas y ventanas... y pasó la noche en vela.
Al acudir esa mañana al hospital, le llamaron para hacer acto de presencia en la sala polivalente. Sus pasos se detuvieron en seco, al contemplar la escena. Dos docenas de niños calvos acompañados de sus pobres padres reían y aplaudían, mientras los payasos de una fundación hinchaban globos con forma de animales, hacían trucos con confetis, y les enseñaban su pericia con las cartas. Entró, dispuesto a saludar, y uno de ellos le instó a que le ayudara. Un inofensivo juego de cartas... en el que seleccionó el uno de tréboles. Sus ojos inyectados en sangre se fijaron en el payaso vestido de enfermero, con su enorme nariz roja y su sonrisa azul. Salió de allí con prisa, derecho a su despacho.
Todo cobraba cada vez mas sentido. Era un mensaje. Un mensaje de que pronto sería su turno. De que debía decidirse a entrar en el juego, o el juego acabaría con él. Recogió unas cuantas cosas de su despacho, y puso rumbo a la tercera planta. Durante el camino, se cruzó con varias personas que lo esquivaron, y al bajar la escalera, golpeó a dos mujeres que aparecieron de la nada al doblar la esquina. No se disculpó. Siguió avanzando dispuesto a llegar hasta su objetivo. Entró en la sala, y dio la orden. Apenas tres minutos después, el protocolo de emergencia estaba activado. Todas las entradas y salidas de la tercera planta se sellaron, aislando la planta, mientras por los altavoces sonaba el mensaje.
"Mantengan la calma, por favor. Por motivos sanitarios de seguridad, la tercera planta del hospital permanecerá en cuarentena hasta nueva orden. Visitas, evacuen el edificio por las salidas de emergencia mas cercanas. Que el personal de planta se dirija a la central de enfermería." las indicaciones siguieron sucediéndose en un tono tranquilo. Que la gente permaneciera en sus habitaciones. Que todo el mundo se sentara y permaneciera tranquilo. Percival hizo ondear su bata blanca mientras se dirigía a la sala polivalente. Los adultos estaban reunidos fuera, tratando de hablar con otros médicos y los miembros de la seguridad del hospital. Ni siquiera se percataron de la figura en bata que se adentró en la sala, cerrando el cubículo con llave. No hasta que intentaron entrar de nuevo en la sala, y vieron que era imposible. Varios gritos se sucedieron, y la gente se arremolinó contra el cristal, observando con horror la figura del payaso de sonrisa azul tumbado en el suelo con un rictus horrible y el cuello abierto, y la figura del médico con la bata salpicada en sangre y la niña de unos siete años que lloraba mientras la sostenía por el hombro. Algo brillaba en su temblorosa mano, mientras gritaba instrucciones a los otros niños aterrados, y a los dos adultos vestidos de payaso que aún había en la sala. Los llantos y gritos de los padres llenaron la planta del hospital. Era un escalpelo, bañado en sangre.
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"¿No entiendes que la vida no es más que un gran gag? ¿¡Entonces porqué no te ríes?!"
Sasha Triger Marvel Universe
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 31st Diciembre 2016, 18:26
La puntualidad de Alice no me pilló por sorpresa. Era una chica muy correcta y con las ideas muy ordenadas. De hecho me sorprendía no haber visto todavía ningún arrebato adolescente en ella, ya que estaba en edad. Ella entraba en el grupo de chicas especiales de la mansión. Yo, dentro de todo era de lo más normal. Pero la gente como Rogue, Lilith o ella… tenían que acostumbrarse a vivir su vida de un modo completamente diferente. Y aunque en otra persona pudiese resultar algo escueto o desagradable, con Alice tienes que aprender que una sonrisa sincera sin media palabra es algo que realmente está disfrutando y que te expresa plenamente su felicidad.
Cuando se levantó a por algo de la máquina no pude evitar fijarme en que cubría su mano con el pañuelo… Alice siempre era muy higiénica pero… en la pastelería es necesario mancharse, tocar dinero que te da otra gente, limpiar sitios que se ensucian mucho cada día… ¿Cómo le afectaría eso? Y desde luego el habla. Necesitaría hablar para atender a los clientes… Carraspeé cuando volvió buscando el modo más delicado de decírselo. - Oye Al- Pero entonces nos llamaron, indicándonos que debíamos subir a la quinta planta. - Oh, vale- Me levanté cargando la mochila al hombro y empezamos a subir las escaleras pero por el camino un hombre nos atropelló golpeándonos con el hombro -Au!- me giré esperando una disculpa, pero nunca llegó. -Qué asco de gente- seguí subiendo las escaleras, pero nos sellaron la puerta de acceso a la siguiente planta en la cara. -Eh.. ¿Qué?- Miré a todas partes, desorientada. No tenía sentido, pero si estábamos tranquilamente y…
Alcé la vista escuchando el mensaje. Perfecto. Quizá tuviésemos algo contagioso ahora… y no sé por qué me da que el médico ansiado tiene algo que ver. Volvimos a la sala polivalente -Lo siento Alice, siempre pasan estas mierdas cuando estoy yo presente- dije encogiéndome de hombros. -Esperaremos…- dije sentándome y colocándole un mechón detrás de la oreja.
Cuando escuché el grito todo mi cuerpo se tensó y se puso alerta. Vi cómo todo el que podía se acercaba a la cristalera y tomé a Alice del brazo para hacer lo mismo. Conseguimos pasar entre la gente hasta pegarme al vidrio. Cerré los ojos frunciendo el ceño cuando vi la escena y luego volví a mirar. Tenía a una cría… y un bisturí ensangrentado en la mano. Mi primer instinto fue congelar el cristal y romperlo de un golpe, pero cuando me giré para contarle a Alice lo que iba a hacer, su mirada me detuvo. No estaba sola, ni de misión… ella dependía de mí. Cerré los ojos y suspiré con fuerza, llenando mis pulmones todo lo posible para relajarme mientras mi mente pensaba. Vamos, Sash, estate tranquila… -Vale, Alice, escúchame. Estamos de espaldas a él y lo que voy a hacer no hace ningún ruido, así que podría funcionar.- clavé mi mirada en la suya, necesitaba que funcionase -Voy a fundir un pequeño hueco, como del tamaño de una bola de tenis en el cristal, para que tu voz pueda escucharla él también. Tienes que calmarte, ¿vale? Vas a usar tus poderes para relajar a toda esta gente, incluyéndole a él y a ella- dije señalando al doctor y a la niña con la cabeza. -Entonces… abro el agujero fundiendo el cristal y empiezas a hablar bien alto. Tu objetivo principal es el doctor, luego la niña y luego que te oigan todos estos- empecé a susurrar -Empieza a hablar, que los de fuera se empiecen a calmar, desde ya- dije mientras metía dos dedos en el grueso cristal, volviéndolo flexible y maleable con un tono naranja brillante como el de las fundiciones de artesanía. Hundí los dedos y luego tiré hacia fuera, haciendo un agujero irregular por donde Alice podría hablar. Quizá la calma que proyectase pudiese afectarme a mí también, cosa que no me vendría nada mal para no cometer ninguna gilipollez… -¿Ves su nombre? No puedo leer la placa desde aquí pero si tú la ves, llámale por su nombre, eso siempre suele mejorar- aguardé con el corazón a mil. Si eso no funcionaba, lo congelaría y entraría a por él de lleno… No había muchas más opciones.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 11th Enero 2017, 14:06
El ademán de Sasha de iniciar una nueva conversación con ella se vio rápidamente interrumpido por la llamada de que era el momento de empezar con las pruebas. Alice se dispuso inmediatamente a seguir a Sasha con el aire silencioso y solemne que la caracterizaba, y cuando aquél hombre acelerado pasó junto a nosotros golpeándolas, la joven británica le siguió con la mirada, azorada. Sasha expresó su descontento, pero ella simplemente le miró en silencio, sorprendida y preocupada. ¿Qué podía llevar a una persona a llevar semejante actitud? ¿Qué prisa podía tener? Tal vez alguien gravemente herido, o muy enfermo, la prisa por una última despedida o la necesidad de salir y alejarse de todo aquello... Como fuera, la morena volvió a girar sobre sus talones y se apresuró a ponerse a la altura de Sasha, esforzándose por seguir su ritmo y no pensar en aquél hombre con el que se habían cruzado.
Sin embargo, no tardaron en darse cuenta de qué estaba pasando. Primero llegó la señal de megafonía y Alice de nuevo pensó en aquél hombre. ¿Sería él quien había dado el aviso de la cuarentena? ¿Por eso tenía tanta prisa? Sasha parecía tomar parte de la responsabilidad, como si el mero hecho de estar ella ahí hubiera traído consigo la mala suerte de lo que fuera que sucedía en el hospital. Pero Alice sabía que no era así. Así que cuando su... ¿amiga? le dijo que iban a esperar, Alice le dedicó una sonrisa que pretendía ser conciliadora.
- No pasa nada... Así tengo una excusa para estar un rato más contigo. - en cuanto las palabras hubieron abandonado sus labios, se ruborizó levemente y bajó la mirada a sus manos. - Eso sonaba menos cursi en mi cabeza...
Si Sasha iba a responder, nunca lo sabría. Un grito cortó el silencio, y antes de que pudiera reaccionar, todo el mundo se había acercado al cristal, a ver qué sucedía. Sasha no tardó en llevarse a Alice junto al resto, luchando por hacerse un hueco y descubrir qué estaba sucediendo. Contemplar la escena, fue como si alguien hubiera tomado los pulmones de Alice y los apretara entre sus manos. La británica boqueó, buscando ahogar un grito y respirar, pero finalmente cerró con fuerza ambas manos, cubriéndose los labios. "No grites, no grites, no grites" Sus ojos verdes buscaron los de Sasha en un intento desesperado de no mirar la sangre. No era que su visión en especifico le atormentara demasiado, pero la conciencia de saber qué la había provocado... Sin embargo su compañera estaba ya preparándose, trazando un plan. Era una de las grandes diferencias entre ambas. Que pese a su entrenamiento, Alice no dejaba de ser una civil que se bloqueaba, mientras Sasha era una verdadera heroína, preparada para entrar en acción.
Cuando Sasha le comunicó lo que quería hacer, los ojos verdes de la morena se abrieron como platos. Estuvo a punto de negar, de afirmar que no era capaz que ella no podía... Pero llevaba ya meses preparándose para eso. Una y otra vez se repetía que llegado el momento, quería ser capaz de no acobardarse y seguir adelante. Ella sola se había metido en atracos e incendios llevada por el instinto de querer ayudar al prójimo. ¿Cómo era eso diferente? ¿Porque se trataba de un asesino, en lugar de un accidente o un ladrón?
Asintió lentamente, con algo de desconcierto al principio, con más intensidad y seguridad después. Tenía muy claro lo que tenía que hacer así que cerró los ojos e intentó pensar en otras cosas. El bebé que había salvado de un incendio. El niño al que casi atropellan. La mutante que ella misma llevó a la mansión.
- Puedo hacerlo... Puedo... Voy a hacerlo. Puedes contar conmigo.
Por una vez, se sentía preparada. Sostenía la mirada de Sasha, sus ojos ahora de un intenso verde esmeralda, su tono por un instante transmitiendo seguridad y determinación. Alice se agazapó junto al cristal, esperando que, efectivamente, Sasha pudiera abrir el boquete con sus dedos y su poder. Fijó la mirada en la placa del médico, leyendo las letras, intentando darles un significado...
- Percival. - susurró al fin, su voz era un remanso de paz, era suave y agradable como la plata líquida, dulce como la miel. Alice se centró en la niña de siete años, fijó en ella su mirada. Ella era su motivación ahora, salvarle la vida... Siempre y cuando lograra que la niña no llorara ruidosamente. Su concentración flaqueó un instante, pero se recobró inmediatamente. - Señor Lancaster, sé que puede oírme. Por favor, escúcheme. Escúcheme con atención. - Alice respiró profundamente, y recitó con calma. Su voz aterciopelada sonaba como una canción hipnotizante - » En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad. » No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase. » Tendré absoluto respeto por la vida humana. » Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor.
- ¿Reconoce mis palabras? ¿Recuerda el juramento que realizó para ser médico...? Piense en ello... Recuerde qué le llevó a escoger su profesión, todas las vidas que sus manos han salvado... Y por favor... - Alice tomó aire, preparándose para lo que iba a hacer. Su voz no sólo podía transmitir emociones... Podía hacer algo más. - Señor Lancaster, tire el escalpelo, lejos, donde no pueda volver a cogerlo. Y suelte a la niña.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 20th Marzo 2017, 21:46
Tiene un sin número de comportamientos interesantes la naturaleza humana. Cualquier persona con un mínimo de autopreservación sabe que si ve el mar alejarse hacia el horizonte, lo más sensato es correr en la otra dirección, y si es posible, subir al sitio mas alto que esté a tu alcance. Pero los tiempos cambian, las circunstancias se suavizan, y toda nuestra información, comunicaciones y educación empiezan por convertirnos en criaturas de instinto analgésico, siempre mostrándonos el mundo amable que nos gustaría que fuera, siempre alentándonos hacia la esperanza de que todo mejorará. Como único resultado, la supervivencia peligra. Y cuando vemos al mar comportarse de una manera que sabemos atípica y peligrosa, nuestro primer impulso es acercarnos a él, tocarlo, y si nos da tiempo, hacernos un Selfie. Porque todos sabemos que la ola que nos devorará aún está a cuarenta y cinco minutos de distancia.
Así se agolparon como peces de pecera los padres, médicos, y pacientes, emborrachándose de una curiosidad morbosa por contemplar como la sangre que se esparcía sobre el suelo se volvía cada vez mas espesa a causa de la temperatura ambiente y de la coagulación. Algunos tan pegados al cristal que el aliento dejaba marcas blancas con cada respiración acelerada que daban, con los ojos desencajados de terror, pero incapaces de separar de la grotesca escena la mirada.
Al menos hasta la exclamación general que obligó al secuestrador a girarse contemplando como una mujer fundía con sus propias manos el cristal. Tembló con fuerza, haciendo que peligrara el cuello de la niña, y haciendo con ello que todas las personas, tanto fuera como dentro, profirieran exclamaciones de auxilio, precaución y gritos de desahogo, que sólo querían dejar escapar toda la tensión que estaban acumulando. Una joven se acercó hasta el cristal.
Nos olvidamos de que hay fuerzas superiores a nosotros que no pueden controlarse, ni se pueden medir. A las que no podemos sujetar bajo nuestras normas, sólo por voluntad. A las que no es fácil obligar a volver a su cauce. Justo como ahora.
Señor Lan...
-¡Por favor, no haga esto!- el sonido del llanto de los niños se volvía insoportable.
.-...ter, sé que puede oírme. Por fav...
-AAahhh Mamaaaaah, MAMAAAAAAH
-...úcheme. Escúch...
Su pulso comenzó a temblar aún de forma mas violenta. Sus ojos estaban a punto de salirse de sus órbitas, y a medio discurso de la mujer apuntó con el escalpelo hacia ella.
-¡¡CALLATE!! ¡¡CALLAOS TODOS!! ¡¡¡CALLAAAAAOOOOS!!!- grito con fuerza el médico, amenazador, esgrimiendo el escalpelo.
En unos instantes todo puede cambiar. Algo como decidir cruzar la calle en un mal momento, como recibir una carta en el correo, o tomar una decisión desacertada. El payaso arrancó a correr hacia el hombre y trató de agarrarle de la muñeca. El ruido de su precipitada carrera alertó al médico paranoico que arrojó a la niña a un lado golpeándola contra el suelo arrancando más gritos, llanto y lágrimas. La melodía de pánico volvió a escucharse, apenas unos instantes, mientras los que estaban dentro intentaban alejarse de la contienda, y ellos tomaban distancia del cristal. Todo había acabado en pocos segundos y el hombre cayó al suelo con un brazo sangrando, arrastrándose lejos del médico. Las lágrimas desfiguraron el alegre rostro de payaso, fundiéndolo como si se tratara de la cera de una vela encendida demasiado tiempo. La niña que se agarraba la cabeza calva en el suelo se vió arrastrada de nuevo a manos del médico, se encogía temblando, incapaz de parar de gritar y llorar, a causa del miedo y del terror. Ya se había orinado encima. El médico la cogió del cuello y la colocó frente a su cuerpo, como si pretendiera hacer de ella un escudo, parapetándose detrás, aunque era absurdo pensar que un cuerpo tan pequeño podía cubrirle.
- ¡SI ALGUIEN VUELVE A TOCARME LOS MATO! ¡¡LOS MATO A TODOS!!- gritó colérico fuera de si. Miraba a su alrededor incapaz de fijar la mirada. Como si su conciencia estuviera a mil kilómetros de allí. Nadie de los presentes habría dudado ni un instante en juzgarlo. Ese hombre estaba loco.
Percival apenas era capaz de ordenar sus pensamientos, sus propias manos se habían convertido en poco mas que tenazas mecánicas que sólo eran capaces de apretar con fuerza hasta que sus nudillos se volvían blancos a causa de la presión que ejercía, salvo porque su mano estaba cubierta de sangre. Había convertido ese escalpelo en una parte tan esencial de él como el corazón, o la respiración, y algo en su mente le repetía una y otra vez que el mero hecho de separarse de él lo mataría. Porque lo era. Era su única opción de sobrevivir.
- ¡¡TRAEDME AL DOS DE TREBOLES!! ¡QUIERO AL DOS DE TREBOLES O NADIE SALDRÁ VIVO DE AQUI!! - Ordenó, mientras las venas se hinchaban en su cuello. Estaba pálido y sudoroso. Tenía el mismo aspecto que alguien a punto de colapsar en cualquier momento. - ¡TU, LARGATE! ¡FUERA, FUERA!- dijo mirando con demencia insistente a Sasha. - ¡ALEJATE DEL CRISTAL! ¡ALEJATEEE!- dijo aproximando de nuevo el escalpelo hasta casi apoyarlo en el cuello de la niña. Con lo que le temblaba el pulso, cualquier mal movimiento haría peligrar a la niña.
Tenía que conseguir algo. No importaba nadie más. Sólo sobrevivir, como fuera.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 7th Julio 2017, 00:47
No sé cómo pasó todo a tanta velocidad, pero el primer plan fracasó. Aun entre tanta gente, entre tantas distracciones… Cómo pudo fijarse en el cristal? Definitivamente, ese ruido y esas voces fueron suficientemente ensordecedoras para que la voz de Alice fuese la más audible.
Dos de tréboles
Algo dentro en la cabeza me hizo click. Habíamos dejado de tratar con un maníaco cualquiera a jugar con en una liga superior. Eso era mucho más serio y no podía permitirme fallos. No me extrañaba lo más mínimo que el juego macabro del Joker hiciese eso con un ser humano, incluso con uno que acostumbraba a mantener la calma en situaciones críticas, como podía ser un médico. Cerré los ojos, respiré hondo tratando de tranquilizarme y tracé un plan.
Me aparté del cristal, cumpliendo las peticiones del maniaco. Abracé a Alice, apoyando mi barbilla en su pelo y estrechando con fuerza, luego la separé, tomándola por los hombros y clavando mi mirada en la suya -Lo has hecho muy bien, pero necesitamos algo más- me agaché, utilizando la muralla de curiosos como cobertura para que Percival no nos viera. -Hay mucho alboroto, y su mente no es la de un ser racional. Tienes que hacerte oír y gritar sería insuficiente. Tienes que ir al mostrador principal y hacer un anuncio de calma por megafonía. Eso seguramente servirá. Todos te oirán, tanto los que están empeorando la situación como el propio asesino- La miré a los ojos, con una vida y concentración únicos. -Estás preparada- le dejé un beso en su frente y agazapada, me deslicé entre las piernas de la gente, para poder ver algo del otro lado, pensando qué podía utilizar para inmovilizar, detener o manipular al doctor.
Miré a mi alrededor varias veces, buscando con ansiedad. De pronto lo vi, uno de los armarios de almacén estaba abierto y se me ocurrió un plan absurdo, que podía salir bien. Al menos podría prepararlo mientras Alice encontraba el micrófono de las megafonías y su voz hacía mella en los demás. Corrí hasta el almacén y agarré un par de botellas de alcohol y unas jeringuillas. Volví al sitio donde estaba, agazapada entre las piernas que ahora cubrían el agujero que había hecho en el cristal. Clavé la aguja en el frasco de alcohol y llené las jeringas del líquido. Después, con el espacio que conseguí hacerme entre los zapatos, no muy amplio tengo que decir, disparé el líquido, apuntando a la parte baja de la bata y sus zapatos. No hay sensibilidad, iba ataviado de cuello a pies y dudé mucho que los pocos mililitros que cabían en el pequeño émbolo le hiciesen reaccionar si mojaban la parte baja de su bata. Disparé unas cuantas veces, como cinco jeringuillas o así de alcohol puro de enfermería. Si lo de Alice no funcionaba… Tendría un plan B al menos, pero debería funcionar.
Me quedé pensando en segundas opciones, reacciones posibles, cómo actuar en casos hipotéticos… Y nada me sacaba de la tensión. Podría prender fuego al hilo de alcohol que había hecho con un solo dedo y que prendiesen sus zapatos también. Por instinto de supervivencia, debería reaccionar para apagarlo y no morir. Al fin y al cabo… es la supervivencia lo que le había llevado a ese estado. En ninguna cabeza, ni siquiera en la de el más loco, comprendía retrasar una situación de riesgo para matar a otra persona cuando esa muerte no te aportaba nada. Soltaría a la niña, y se centraría en apagar el fuego después de soltar a la niña. O eso debería ser ¿Qué motivo personal tendría alguien así para matar a una niña… en ese estado? Aguardé, mirando hacia arriba y apoyando mi dedo índice sobre los labios, pidiendo silencio y que no me delataran a los que observaban la escena a mi alrededor. Aguardé paciente a escuchar la voz de Alice que tranquilizaría a todo el mundo y me preparé para el plan B.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 20th Agosto 2017, 20:34
No había funcionado...
Y eso producía una extraña sensación en el corazón de Alice. Por una parte, sentía alegría por ver bajo control algo que durante tantos años había condicionado su introversión, su carácter retraído y su temor para si misma. Pero por otro, era frustrante que cuando quería emplearlo, cuando era su voluntad la que quería llegar a ello, no funcionaba. Fue en ese instante de incertidumbre que Sasha la abrazó repentinamente y apoyó la cabeza en ella. El súbito contacto hizo que se quedara totalmente inmóvil, con los ojos muy abiertos y sin comprender la situación, malinterpretando el gesto de Sasha como una despedida. Así cuando ella la apartó, sosteniendo sus hombros, los grandes ojos bicolores de Alice la miraban muy abiertos, sin poder ocultar la sorpresa. Por un instante pensó que Sasha iba a hacer alguna locura, por el bien de los demás, pero en cuanto ésta logró comunicarle lo que esperaba de ella, cerró los ojos y respiró profundamente. Cuando los abrió, sus pupilas marrones mostraban toda la determinación que al británica, dada la situación que tenían entre manos, era capaz de recaudar. Asintió una única vez, y cerró de nuevo los ojos cuando sintió los cálidos labios de Sasha en su frente. Suerte, le indicó en lenguaje de señas, antes de salir corriendo zigzagueando entre la multitud.
Tenía que bajar hasta recepción, y teniendo en cuenta el pánico desatado que probablemente había cubierto el edificio al completo, muy probablemente el ascensor y las escaleras se encontraban saturadas, así que en lugar de dirigirse a las salidas más obvias, rodeo corriendo el edificio, muy a menudo pegando la nariz al cristal — no sin antes limpiar la superficie cuidadosamente con la manga de su jersey — hasta localizar el lugar deseado. Una última carrera, y Alice terminó ante unas puertas de doble hoja metálicas, y con una palanca horizontal en el centro. Usando de nuevo las mangas del jersey para no tocar directamente la superficie, apretó contra ellas y abrió así las puertas de la escalera de incendios... O así esperaba poder abrir las puertas. Pero por más empeño que aplicara en ello, éstas no cedían. Jadeó, sin dejar de intentar una y otra vez abrir las puertas que le permitirían llegar a la recepción de la primera planta.
Estaba a punto de rendirse, de perder los nervios, cuando se percató de un pequeño detalle. Tal vez... Tal vez no necesitaba llegar a la primera planta. Si tenía un poco de suerte, esta planta tendría un sistema de megafonía independiente. Uno por planta, que debería situarse en la antesala de enfermería. Era una opción con pocas posibilidades de realizarse, pero no podía volver con Sasha con las manos vacías. Contaba con ella. Y eso significaba que no podía rendirse hasta haberlo intentado todo. Así que nuevamente inició la carrera, esta vez buscando la recepción de enfermería de la tercera planta.
Esa recepción era también ahora una locura. Teléfonos sonando, enfermeras respondiendo y susurrando con rapidez palabras de confort o simplemente incertidumbre, gente que quería abandonar el hospital y no podía, rezagados intentando cotillear qué sucedía y finalmente policía entrando en el lugar. Si la veían, teniendo en cuenta que aparentaba incluso menos edad de la que tenía, lo más probable era que la echaran de allí y la instaran a llegar a un lugar seguro. Tenía que ser rápida, discreta y sobretodo, eficaz. Así que en lugar de seguir la pared que conectaba con el mostrador, cruzó el asilo y pegó la espalda en la pared. Con la nueva perspectiva, podía ver mejor la puerta que, esperaba, la condujera al sistema de megafonía. Esperó, mentalizándose y pensando en las opciones que tendría si la intentaban detener, y cuando le pareció el momento oportuno, arrancó a correr. Zigzagueó y evito tanto a policías como a trabajadores del hospital, e incluso chocó, involuntariamente, con uno de los enfermeros que hablaba en su teléfono móvil, alzando así voces de protesta, cuyo significado no le llegaron, puesto a que cerró la puerta tras de sí, tomando la silla del escritorio más cercano y encajándola bajo el pomo.
Tendría que dar muchas explicaciones al salir de ahí...
- ¿Qué estás haciendo? - Alice se giró lentamente, mientras sus ojos se tornaban de un color verde manzana. Era de esperar, que hubiera gente trabajando dentro. Tragó saliva. - ¿Se puede saber por qué has atrancado la puerta, muchacha?
- Necesito dar un mensaje por megafonía...
Su tono era severo, desprovisto de sentimiento y forzado a no llevar consigo emoción alguna. No quería hacerles sentir nada en particular, no era eso lo que necesitaba de su poder en ese momento. Tardó un instante en volver a hablar, mientras aquella gente intercambiaban miradas de desconcierto y uno de ellos se acercaba a Alice, dispuesto a echarla de la habitación. Al mismo instante, se escuchó como intentaban forzar la puerta desde el otro lado. La situación parecía extrañamente irreal... pero era importante, que diera el mensaje. Por Sasha, para evitar que se viera obligada a hacer una locura. Pero su poder había fallado entonces. Podía volver a fallar. No tenía nada que le asegurara que podía hacerlo...
"Estás preparada"
- Así que van a ser tan amables de guardar silencio y no interrumpirme. - Sentenció, antes de caminar hacia el escritorio donde se encontraba el aparato y el micrófono. Suponiendo que esto era lo que buscaba, Alice volvió a mirar al hombre que se había dirigido a ella. - Usted puede ayudarme, póngalo en marcha. El resto, ¿serían tan amables de sentarse...? Gracias. - Añadió al ver que efectivamente, excepto aquél que había hablado, los demás se sentaban.
Esperó, con paciencia, mientras se encendían las luces del aparato y aquél hombre presionaba el interruptor frente al micrófono. Alice miró unos segundos las luces del micrófono, y finalmente, lo tomó entre sus manos. Comprobó la longitud del cable y cuando vio que podía tirar un poco de él, se agachó y parapetó bajo el escritorio, con la espalda apoyada en la pared. Pequeña, escondida, se sentía extrañamente segura, y esperaba que eso jugara un poco a su favor para lo que iba a hacer. Respiró profundamente, y escuchó amortiguado el sonido de su propia respiración por los altavoces de recepción. Su propia voz...
Se centró en aquellos sentimientos que quería transmitir, e intentó ignorar y aislarse del sonido de la puerta. Necesitaba calmarse, pero más incluso necesitaba insuflar en su voz dicha calma. Pero, ¿Qué debía decirles? Tal vez mencionar a las autoridades o el incidente de la tercera planta tan sólo conseguían un efecto contrario al que ella deseaba, pues al fin y al cabo ahora la escucharía el hospital entero y no únicamente el médico en cuestión. Lo mismo podía suceder de mencionar al señor Lancaster, o la niña rehén que sostenía entre sus brazos. Era un mensaje para todos, pero debía contener la suficiente información para no poner en riesgo a más personas de las que ya se encontraban amenazadas. Cerró los ojos. No lograba que nada lógico le viniera a la mente, y antes de ponerse más nerviosa, pensó en aquello que la tranquilizaba a ella...
La música. Una canción. Algo que pudiera pronunciar de manera mecánica y sin pensar, algo que le pudiera evadir de la situación lo suficiente para calmarse... Algo en lo que se sintiera suficiente confiada como para alzar su voz y pronunciar sin temor, con fuerza. Algo tan suyo, que le saliera natural y sin forzar.
Y Alice, cantó. Su voz se elevó con fuerza y resonó en las plantas del hospital, mientras la joven británica, aun con los ojos cerrados, dejaba que la música siguiera su propio ritmo, mientras intentaba que cada una de sus palabras, indistintamente de cuales pronunciara, transportara el sosiego y la calma, algo que, con todo su corazón, esperaba lograra relajar a todos por igual... Ella incuída.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 9th Noviembre 2017, 16:12
El dos de tréboles. No había pensamiento que no desembocara en esa figura negra, como si la tuviera grabada en la mente a fuego. Hasta un punto en el que todas aquellas caras estaban vacías. Mientras clavaba con mas fuerza sus dedos en el hombro de la pequeña niña llorosa y dolorida, todo se desdibujaba hasta componer de una manera básica tan sólo los conceptos sencillos. Su cerebro empezó a abstraer sus acciones, evitando así dificultar lo que estaba haciendo. Cualquier instante de cordura habría sido peligroso para asegurar su supervivencia. Tenía que omitir todo lo que no le proporcionara una opción de supervivencia. Pero para Percival Lancaster, todo eso estaba sucediendo de una manera razonada. Él sólo intentaba sobrevivir. Todas esas personas que lo rodeaban no tenían importancia. No podía permitirse que la tuvieran. Ahora no. Dejaron de ser individuos, con vidas, preocupaciones y problemas. No tenían nacionalidad, rostro, ni facciones. Sólo veía en ellas una piel impoluta, carente de toda marca, mientras en la suya se dispersaban enormes tréboles solitarios. Incluso le parecía ver aquella mancha de tinta que se había quedado grabada en su pulgar, cuando sacó su sentencia de muerte de aquel sobre.
- ¡NO ME HABÉIS OÍDO!¡TRAEDME AL DOS DE TRÉBOLES!¡¡TRAÉDMELOOOO!!- vociferaba, asustándose del nivel de su propia voz, como si él observara todo desde fuera de su cuerpo, mientras desde dentro alguien le manejaba, haciendo que amenazara a esa niña, y gritara hasta hacerse daño en la garganta.
Sus sentidos empezaron a abotargarse. Sobreexcitados, habían sido capaces de captar hasta el último detalle. Pero para un cebero acostumbrado a hacerlo durante periodos de tiempo largos siempre y cuando se mantuviera una estabilidad y una capacidad para razonar que requería autocontrol, aquello era insostenible. Se había visto obligado a deshumanizar a los presentes, a primar su seguridad ante todo, obviando su moralidad, su razón y sobretodo, su humanidad. Hasta tal punto que dejó de leer algunas de las señales que sus propios sentidos le remitían. El aroma del alcohol al aire tiene una rápida evaporación, sin embargo, es muy reconocible. Pero no cuando el cerebro estaba a punto de colapsar. De hecho estaba empezando a tener dificultades para reconocer la lejanía de las cosas. Como si sus ojos sólo hicieran una lectura a medias, y emborronaran todo lo que le parecía irrelevante o importante.
Con esa incapacidad, Sasha preparó el terreno para una actuación desesperada de emergencia, haciendo gala de todo lo que había aprendido formando parte de los X-men. Su instrucción, su capacidad para planificar y liderar habían quedado más que patentes, organizando tanto a la joven que la acompañaba, alentándola cuando era necesario, y hablándola con firmeza para que comprendiera la seriedad de la situación, como tomando ella las riendas, valorando las opciones y preparando los escenarios para que todo aquello acabara de la mejor manera posible. Aquel viaje al hospital se había convertido en la conformación de un improvisado equipo liderado por quien, curiosamente, planeaba convertirse en la jefa de Alice. Aunque sin duda, no había planeado hacerlo de ese modo.
Mientras, la joven británica afrontaba todos sus miedos. El primer fallo había mermado la confianza que tenía, y sin embargo, no sería un acto mas sin importancia. Había deseado con todas sus fuerzas ser capaz de controlarse, y que sus poderes no afectaran a los que la rodearan. Sin embargo, algo se revolvió en su interior cuando se percató de que también deseaba poder controlarlo para salvar a aquellos que lo merecían. No permitió que esos sentimientos encontrados le impidieran hacer el mejor de sus esfuerzos. Al verse impedida para bajar, una brizna de ingenio y perseverancia, que mostraban más de lo que sus tics y su necesidad por pasar desapercibida decían de ella, le hizo dirigirse a la megafonía de planta.
Nada pudo detenerla. La seguridad de sus palabras, quizá hizo incluso más que su propio poder. Siguiendo sus instrucciones, y cruzando miradas de incredulidad entre ellos, los trabajadores le pusieron las máximas facilidades. No sabían porqué tenían la necesidad de hacer lo que esa chica les decía, pero de algún modo, sentían que debían hacerlo. Como si tuviese toda la situación controlada y esa joven, parapetada bajo la mesa, tuviera el control de la situación.
Su voz, delicada pero potente, comenzó a sonar a través de los altavoces, con un mensaje de preocupación, amor, y dolor. La planta entera tardó unos segundos, en reaccionar, mirando hacia los altavoces. En el interior de la sala de cristal, todos se estremecieron. Era como si tanta belleza no tuviera lugar en una sala que había sido salpicada de sangre.
- ¡QUE ES ESO! ¡QUE ES ESO!- gritó el doctor, apretando el escalpelo contra el cuello de la niña, haciéndole un pequeño corte superficial. La niña se encogió, apretándose contra el doctor para evitar la hoja. - ¡¿QUÉ ES?! ¡HACED QUE PARE! ¡¡HACED...- algo se revolvió en su interior, y su rostro se destensó levemente. Sus ojos se detuvieron por primera vez en algo, mas allá de la sala. - Que... pare...- murmuró, perdiendo fuerza, a medida que esa voz se colaba por los recovecos de su cerebro, ordenando todo de nuevo, en un vacío blanco. Su cuerpo aún temblaba, pero sentía un hormigueo directo de su torso hacia sus extremidades, como si le anestesiaran. La letra se hizo eco en el interior de sus oídos. "Si todos se acaba con fuego, nos quemaremos juntos", "si todos debemos morir, moriremos juntos"... Sólo entonces bajó la vista y contempló a la niña, que había dejado de llorar a pesar de que sus ojos seguían cubiertos de una película acuosa. Su rostro volvía a tener humanidad. Había una pequeña aterrada, y sus manos, que sentía ajenas, eran las que la sujetaban. Estaba sujetando un escalpelo contra el cuello de una niña. Una niña que padecía algún tipo de cáncer. Todas aquellas afirmaciones, una a una, le hicieron consciente de lo que estaba sucediendo. Se vio a su mismo, reflejado en los espejos paralelos, con la bata cubierta de sangre, y apenas reconoció su rostro demacrado. La garra que había mantenido a la pequeña a su lado se soltó, y la niña salió corriendo, cayéndose en el proceso. Al doctor le temblaba todo el cuerpo, pero era incapaz de soltar el escalpelo, que mantuvo pegado al cuerpo doblando el codo, peligrosamente cerca de su cara.
La música continuaba fluyendo a través de los altavoces, tranquilizándolo, y con ello, haciéndole cada vez más consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor. El hombre del brazo sangrando mantenía presionada la herida, mientras los rehenes abrazaban a la pequeña que mantenía la cabeza hundida en el estrambótico traje de payaso de la mujer que lo miraba, y procuraba mantener su cuerpo frente a los demás niños. El doctor los miró por última vez, asomándose a sus ojos llenos de miedo, de dudas, de problemas, de ansias por sobrevivir. Su rostro volvió a contemplarse a sí mismo durante unos segundos preciosos en el cristal.
Incapaz de reconocer quién era ese monstruo.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 11th Enero 2018, 14:28
OOC: Siento la tardanza… ¡Si tengo que editar algo me decís! Porque para poder narrar lo del final necesitaba dar por hecho que la acción tenía éxito. ---------------------------------------- La espera se me hacía eterna. Cada segundo parecía una hora en lo que seguramente fuese un trayecto sencillo de unos pocos pasos de Alice hacia la megafonía. Cerré los ojos un instante, luché por controlar la respiración con un suspiro silencioso y calmado. Tenía que hacerme dueña de mi diafragma o la tensión me jugaría una mala pasada. Otro suspiro y ya era más capaz de controlar mi ritmo cardiaco y respiratorio. No me podía permitir distracciones. Alice estaba a mi cargo y también Elsa que, aunque no estaba presente, podría vivir una situación parecida en cualquier momento. Tenía que estar preparada para cualquier cosa…
Empecé a mirar a mi alrededor mientras regulaba mis impulsos vitales, buscando un plan B para el plan B. Quizá… en algún sitio tuviesen la sala de juegos para los niños ingresados y quizá entre esos juegos hubiese una baraja de póker… Podría coger el dos de tréboles y acercarme a él con la carta. Sería un uno contra uno fácil de ganar y no tendría que implicar a nadie más. No serían necesarias más intervenciones… Pero era confiar demasiado en una circunstancia que no era segura, así que la descarté.
Súbitamente me percaté de algo. Alice difundiría un mensaje de calma, pero yo no podía permitirme el lujo de quedarme relajada en aquella situación. Siempre era mejor permanecer alerta y yo funciono mejor bajo presión. En una situación de extrema tensión como era aquella, relajarse podía significar la muerte. -Psst- Di dos toques en completo silencio y en movimientos lentos a un hombre a mi lado, señalándole un paquete de algodón que descansaba sobre un carrito a su lado, pidiendo que me lo alcanzara. El hombre de mediana edad estiró el brazo, tembloroso y casi me lo tiró encima. Lo cogí al vuelo y saqué la cantidad pertinente para hacer dos tapones improvisados. Si bien no inutilizarían su poder, esperaba que lo pudiese reducir levemente para no perder la concentración. Me coloqué el algodón en los oídos, condensado y apretado y volví a centrarme en el hilo de alcohol mientras seguían pasando los minutos.
Susurré para mí, involuntariamente-Vamos, vamos, vamos…- Alice empezaba a retrasarse y mi paciencia se veía reducida a cenizas a cada minuto que veía moverse la manecilla del reloj de la sala. Alcé la vista un instante hacia el altavoz de una esquina, atornillado a la pared, como si eso fuese a ayudar que la voz de la joven saliese por el sistema de audio.
Pero nada salvo los murmullos y los gritos se escucharon en la sala. Miré alrededor y acerqué mi dedo al inicio del charco de alcohol con intención de prenderle fuego. También existía la posibilidad de que el susto y por impulso, le rajase el cuello a la niña antes de apagar el fuego… Pero había que confiar en esta posibilidad. No había más que hacer y Alice no había podido alcanzar el sistema de megafonía, así que era la última opción… Incliné el dedo sobre el líquido y mantuve los ojos bien abiertos para no perder detalle del reguero de fuego. Tres… Dos… Uno… -Oh misty eye of the Mountain below…- Aparté la mano automáticamente y la dirigí a mi pecho, suspirando con toda la carga pulmonar posible, aliviada, llevándome esa mano al pecho. Volví a perder el control un instante de mi respiración, y escuchaba mis latidos a toda máquina. Sonreí aliviada y escuchaba, opacada, la canción con la voz dulce y armoniosa de Alice.
Respiré hondo y me incorporé lentamente, tratando de alejarme del muro de gente que contemplaba la escena. Desvié la mirada un momento, tampoco había tiempo que perder hasta que el Doctor estuviese bajo control.
Miré hacia recepción y me acerqué en dos pasos largos, estirando el brazo para coger una bata que debía ser aproximadamente de mi talla. Me fijé que en la chapa identificativa hubiese un apellido en vez de un nombre, para evitar confusiones de género. Se leía “J. Walter”, perfecto.
Me puse la bata por encima del atuendo habitual y me recogí el pelo en un moño apretado con un coletero que llevaba en la muñeca para luego deslizarme entre la gente, hablando entre murmullos aún. La gente estaba tan distraída con la liberación de la niña que esperé que nadie me prestara atención en la obtención del disfraz improvisado -Por favor, abran paso… Por favor, no se amontonen- pedí con firmeza mientras mis hombros se abrían camino a la puerta de la sala cristalina. Me coloqué, tras un par de empujones y roces con la gente que permanecía contemplando la escena, frente a la puerta y con gestos comedidos, milimetrados y como si fuesen filtrados a cámara lenta, abrí la puerta con muchísima calma y silencio- Señor Lancaster- No sabía cómo, pero Alice le había llamado así antes y yo lo recordaba. Debió haberlo visto en la placa de identificación. -No se preocupe señor Lancaster, ha tenido un leve brote psicológico nervioso, seguramente debido al estrés- Fui subiendo poco a poco el volumen, pero el tono calmado y la estabilidad de mi voz seguían siendo los mismos. Dejé la puerta abierta, con la intención de que la gente fuese saliendo de esa jaula improvisada. -Puede estar tranquilo, nadie va a hacerle nada, está usted en un hospital, le cuidaremos…- Poco a poco y a medida que hablaba daba pasos a un ritmo tan lento que cualquiera que no me viese durante varios segundos seguidos diría que no me estaba moviendo. Me iba acercando a él muy lentamente, buscando la manera más eficaz de aproximarme y cuando quedaban apenas dos metros, calculé mis movimientos. Di un paso más, de apenas un palmo de avance. -Está… todo...bien..- La voz de Alice me afectó, lo justo para que mi cuerpo se relajara pero no como para obviar la situación.
Cuenta tres segundos… uno, dos….
Y de un salto, me abalancé sobre él reteniendo la muñeca armada con mis dos manos, retorciéndola sobre sí misma hacia arriba hasta que el dolor le hiciese soltar el arma para luego patearla hacia una esquina de la sala, donde no había nadie ya. Una vez el arma estuviese fuera del alcance de sus manos, o de las manos de cualquier otra persona, le propinaría un codazo con fuerza entre los hombros para derribarlo. No escatimaría en fuerzas, me daba igual partirle algo.
Una vez en el suelo, era tan sencillo como sentarse sobre sus piernas y retenerle con las muñecas pegadas a su espalda. -¡Avisad a las autoridades, a la seguridad del hospital y abrid el sistema de cuarentena para que la gente pueda desalojar!- Lo que ocurriese con ese hombre no me incumbía. Ni a mí, ni a la patrulla, ni a la mansión, ni a Alice… Lo ocurrido tenía que pasar por un proceso judicial que no dependía de mí, pero había que mantener a ese hombre dentro de un control estricto que en ese caso, sólo podía ser mi fuerza.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 22nd Febrero 2018, 15:35
Terminó de cantar, pero para ella todavía no había acabado nada. Seguía sentada, hecha un ovillo bajo el escritorio de megafonía. El corazón martilleaba con fuerza su pecho mientras luchaba por salir de la jaula de costillas y carne que suponía el torso de la joven británica. Había terminado la canción, los hombres que golpeaban al otro lado de la puerta intentando entrar habían desistido y tan sólo se escuchaba silencio. Los trabajadores que se encontraban con ella en la sala de megafonía, la miraban con esa mezcla de admiración y ensimismamiento causados por la canción. Una melodía que les había transmitido paz y calma en un momento de tensión y caos. Lo cual significaba, que no iban a tardar en verla como lo que realmente era.
Un peligro. Una persona capaz de manipular con tan sólo una palabra. Alguien que con un micrófono y un sistema de megafonía era capaz de alterar los sentimientos de una planta de hospital entera. Alguien capaz de privar a los seres humanos de su entorno de uno de los derechos más básicos. El libre albedrío.
Encerrada en ese lugar, no tenía modo alguno de saber si había funcionado. Si el doctor habría dejado caer el escalpelo o había herido realmente a esa niña. Si Sasha habría podido hacerse cargo de la situación, o si estaba herida. O si tal vez, el efecto de su calma había impedido a los policías a hacer su trabajo, o… Había tantas variables. Y todas y cada una de ellas culminaron en su garganta, donde sus manos se posaron en un intento vano de liberar la presión que la culpa ejercía sobre ella. Había manipulado a la vez, probablemente, a un centenar de personas. Y para alguien que sufría afectando a una sola persona… Eso era demasiado.
¿Cuánto tiempo faltaba para que vieran al lobo que se escondía bajo la piel de cordero? Alice se repetía a menudo que esa sensación de asfixia, la idea de que el mero hecho de hablar podía herir a la gente de su alrededor, era a menudo un miedo infundado. Una tontería causada por la obsesión de ese trastorno. Pero esa situación, ese momento, era como darle los cimientos a todos sus temores. De repente, Alice volvía a tener ocho años, y volvía a gritarle a sus padres que la abandonaran y se olvidaran de ella… porque estarían mejor si no estuviera ahí.
Salió arrastrándose del escritorio, rascandose las rodillas y sin cuidado alguno se lanzó contra la puerta, retirando la silla que hacía de bloqueo con intención de huir. Pasó sin mirar a la policía que había al otro lado de la puerta, sin diferenciar la ropa de la gente que se agolpaba a los pasillos. No le importaba. No quería ver los rostros en calma desacordes a la situación. Los rostros de aquellos cuyos corazones y sensaciones se habían visto modificados en contra de su voluntad. Era más fácil vivir con el dolor si aquellos rostros eran manchas borrosas sin facciones claras.
- ¡Dejadme pasar! - gritó sin pensar cuando llegó al bloqueo de las escaleras. Los policías se apartaron de su camino, el desconcierto pintado en sus rostros sin cara.
No se detuvo. Pasó corriendo, bajando las escaleras de dos en dos, zigzagueando junto a todas las personas que se encontraban entre ella y la salida. Y no se detuvo hasta que logró abandonar el hospital. Tan sólo cuando logró volver a la furgoneta con la que había llegado con Sasha, se detuvo, la razón intentando recobrar el control. Pero no podía, no allí. Buscó a su alrededor hasta que vio un callejón pequeño y oscuro, perfecto para que nadie la pudiera escuchar, y hizo una última carrera para llegar a él. Donde al fin se pudo apoyar en la pared, dejarse caer entre el suelo, y sollozar con el rostro entre las manos.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 19th Abril 2018, 13:50
Imaginaos vivir en un mundo en el que todas las personas que os rodean son iguales. Sus expresiones sólo una. Su voz, un murmullo idéntico y constante que se transforma poco a poco en un ruido sordo que no se acaba nunca. Cada individuo se convierte en una gota en un mar de caras entre las que eres incapaz de distinguir a extraños, conocidos, familiares o amantes. Un lugar donde es imposible encontrar entre esa marabunta de facciones exactas dónde están tus aliados, y por donde reptan tus enemigos. Sabiendo que están ahí. Delante de ti. Escondidos a plena vista, no porque se oculten, si no porque para ti no existe distinción alguna ya. Lo que les daba personalidad individual ha desaparecido, diluido en un poso de desesperación, y una sensación de soledad abrumadora. Un simple as de tréboles había sido su billete de salida hacia ese universo de prosopagnosia, en el que nada era lo que parecía, todos podían ser peligrosos y nadie estaba a salvo.
Y él menos que nadie.
Miraba su rostro reflejado en el cristal como si observara a la especie más peligrosa de un zoo, atrapado tras los barrotes para no dar rienda suelta a lo que su libertad suponía para todos los demás. La barba desarreglada, el pelo despeinado, las salpicaduras de sangre convirtiendo sus ojeras en pozos negros. Unos ojos inyectados en sangre, a punto de salirse de sus órbitas. Eran aterradores. Monstruosos.
Eran ojos de loco.
Su pecho tembló frenético mientras jadeaba, y un gemido terrible le rascaba desde el interior del abdomen. Ese hombre. Porqué le miraba. Quién era. ¿Era su aliado, o un peligro? Sus pupilas le atravesaban como si estuviese hipnotizado.
La siguiente gota entró en la periferia de su visión. Se giró, encontrándose con la mutante embutida en una bata blanca que se aproximaba hacia él. Una farsa continuada, a medida que se recortaban las distancias. Su rostro era una inmensa nada inocua, con ojos, nariz y boca, pero sin que esas facciones supusieran para él mas que hechos. No había color, o forma, o distancia. Existían en su rostro como existían en los rostros de todos los que le rodeaban privándole de toda la información que antes le habría ayudado y favorecido a asociar algo a esas caras. Etiquetas maravillosas, necesarias y útiles para permitirle entender y relacionarse con el mundo que le rodeaba. Un planeta entero que había cambiado su lenguaje universal, dejándole atrás.
- Qui...e-en eres...- sus ojos llenos de venas hinchadas temblaron al mirar a Sasha. Como si no fuera capaz de encontrar un punto en su cara en el que fijarse, sin distinguir la diferencia entre una mejilla, una barbilla o un ojo. Los suyos se llenaron de lágrimas, se desbordaron, cayeron a través de su rostro salpicado en sangre. Regueros salados que escocieron hasta el último centímetro de piel por el que pasaron. - ¿Quien eres tu? - cuanto mas se aproximaba ese rostro inofensivo, más desamparado se sentía. Más asustado. Más aislado. Más solo.
Mas insignificante.
Sus cuerpos rodaron por el suelo, y el perdió la fuerza de manera instantánea en su brazo. El escalpelo salió despedido hacia una esquina de la habitación. Con un gruñido que tenía mas de bestia enjaulada que de humano el hombre peleó tratando de resistir esa contención que Sasha le imponía. Gruñó, pataleó, se retorció en posiciones imposibles, dañándose las articulaciones en el proceso, mientras continuaba gruñendo. Los únicos gritos con sentido tenían siempre un sólo mensaje:
-¿Quien eres? ¿QUIEN ERES TU? ¡QUIEEEN EREEES!- seguridad tomo el relevo de Sasha, y se encargó de la situación enseguida. Los espumarajos que salían de la boca del jefe médico se redujeron en cuanto los médicos lo atendieron, tratando de inmovilizarlo. Se les hacía imposible inyectarle nada, por los temblores, los movimientos y la lucha que presentaba. Hicieron falta hasta tres hombres para reducirlo por completo. Inmovilizaron la cabeza, y lo ataron a una camilla, mientras otros médicos vaciaban la sala y atendían a los heridos en los pasillos de fuera.
- ¡Doctora! ¡Doctora, ayuda!- exclamaron unas voces hacia Sasha, tratando de atraer su atención hacia el hombre herido tirado en el suelo.
En el mismo instante en que la voz angelical, la última distinta que había escuchado, se escapaba entre las puertas recién desbloqueadas de la planta del hospital, alejándose para siempre de todos aquellos a los que, quizá sin saberlo, había salvado la vida aquella mañana.
Cinco minutos después, una camilla se movía a través de los pasillos de la planta que acababa de abrirse para el desalojo. Su cuerpo estaba prensado bajo la sábana y las correas, atrapado en el artefacto que inmovilizaba su cabeza, propio del que llevaban las ambulancias para los accidentes. Aún con todo, su cuello daba estertores, rotando y tratando de sacarla de su inmovilidad. Gritaba, su rostro estaba rojo, las venas se marcaban en su cuello y sus mejillas, mientras las caras, todas iguales, se asomaban sobre él, amenazándolo con su semejanza inofensiva. Sus voces, exactas entre ellas, recriminándose mutuamente. Dando órdenes que en su cabeza no se esclarecían.
- ¡Este hombre no puede estar en estas condiciones, va a darle un ataque!- exclamó una de las doctoras que lo escoltaba hasta una habitación. Tranquilo, Percival. Todo va a salir bien.- le susurró al tiempo que el doctor se mordía el labio hasta hacerlo sangrar. -¡Llamad a psiquiatría inmediatamente!- gritó, mientras se perdían al otro lado de las hojas abatibles de la puerta.
Ya no eran nada. Nada.
Aun lloraba.
Su mundo se había quedado vacío.
[FDP: Si os parece bien, podéis rolear entre Sasha y Alice un par de turnos, al menos para saber cómo vais a salir del hospital y cómo os encontráis cada una. Luego cerraré el tema con una última intervención. Muchas gracias a las dos. Ha sido un placer.]
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 23rd Abril 2018, 10:04
La situación no me permitía pensar en nada más que en el propio momento. Mi cabeza empezó a viajar por lo que podría estar ocurriendo durante un instante. Pensé en Alice, en Elsa,. en todo este puto juego macabro… -Soy la doctora Walter- dije tratando de hablar lo más claro posible, de un modo pausado recordando el nombre de la chapa en la bata. Dirigía mis manos con las palmas hacia él mientras me acercaba, tratando de proyectar sensación de seguridad.
Hasta que me lancé a por él. Hice toda la fuerza posible, necesitaba asegurar que estaba ahí… Coloqué mis rodillas en torno a su cuerpo y cada vez que él se levantaba tratando de echarme de encima y luego volvía a tumbarse contra las baldosas, podía notar el dolor intenso en las rótulas del choque contra el suelo. Salvo eso, la retención fue relativamente fácil, y haberlo hecho sin uso de los poderes era un extra que me hizo sentir confiada.
Cuando llegó la seguridad le fui soltando por fases hasta que me levanté de un salto, apartándome por completo de la escena, trastabillando un poco de los nervios y me apoyé contra una de las paredes de la sala, con una mano en el pecho que se movía incesante de arriba a abajo respirando con intensidad.
Por suerte ya estaba todo bajo control. Ahora tenía que buscar a Alice… Ojalá no le hubiese pasado nada…-¡Doctora! ¡Doctora, ayuda!- Esos gritos me sacaron de mi ensimismamiento y mi instante de quietud. Aún llevaba la bata puesta. Mierda… -Yo.. no soy médico-dije quitándome la bata y parando por el camino un médico que corría hacia otra sala y le señalaba la situación.
De saber medicina me quedaría. Quizá podría hacer algo. Cauterizar la herida, anestesiarle con frío… Pero nunca jamás había intentado algo así y lejos de un acto heróico sería una temeridad teniendo en cuenta que estaban en un hospital y sí había gente preparada para ello. Deseaba que el hombre se recuperase… Pero ahora tenía mis propios problemas en los que debía centrarme.
Dejé la bata donde la encontré y me dirigí a toda prisa a la garita de seguridad donde se emitían los mensajes por megafonía. Alice no estaba allí -Mierda, mierda, mierda…- Me quedé mirando el hueco vacío deseando que en cualquier momento se llenase con la silueta de la mutante, cosa que obviamente no iba a pasar. Pulsé el botón del micrófono de megafonía, para mi suerte la garita estaba vacía, supuse que la seguridad estaba ayudando con la situación -Alice, si me oyes, por favor, ve a la fachada del edificio y te buscaré. Repito, Alice, ve a la fachada del edificio- solté el micrófono miré alrededor.
Era probable que no hubiese oído el mensaje o que no funcionase...-¡ALICE!- me desgañité gritando su nombre, una y otra vez, paseándome por la sala hasta que se me quebró la voz, parte culpable de la hidratación. ¿Habrá huído…? Quizá… ¿Le había pasado algo? ¿Y si El Joker la había encontrado? ¿Y si había sido todo una estratagema para generar una distracción e ir a por Alice? Estaba bajo su cargo… Como le hubiese pasado algo...
Corrí hacia las escaleras con una angustia difícil de explicar, donde había una estampida de gente en dirección a la salida. Me metí como en un placaje, empujando a quien hizo falta para abrirme paso, pero poco a poco su pánico me superó y a base de empujones y pisotones, volví a acabar donde había empezado -¡JODER!- grité frustrada y miré hacia una ventana de la sala contigua a donde se había generado todo el caos.
Había un montón de barras de hierro que brillaban con el sol y corrí hacia esa ventana, abriéndola a toda prisa para salir por la escalera de incendios y poder bajar con más velocidad. Toda la gente que había en la escalera, para mi suerte, estaba en pisos superiores, así que bajar fue relativamente fácil, agarrando de una zancada tres escalones a cada paso y saltando hacia abajo hasta que toqué el suelo con los pies. -¡ALICE! ¿DÓNDE ESTÁS?- Corrí alrededor del edificio y a la desesperada me acerqué a la policía que a esas alturas ya estaba en la puerta del hospital- Por favor, ha desaparecido una chica, tiene el pelo negro, los ojos marrón verdosos, es más o menos de esta estatura y…-
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 23rd Abril 2018, 18:08
Los policías murmuraban entre sí cuando Sasha se acercó a darles la descripción de Alice. Algunos intercambiaron miradas en las que se veía una chispa de reconocimiento, pero también se podía adivinar en ellas la duda. Fue un hombre entrado en años, con unos profundos ojos castaños y mirada amable quien al fin se acercó a Sasha.
- ¿Con un gorro de lana y un jersey? Ha salido del hospital corriendo, no mucho antes que usted, 10 minutos, si llega. Un agente de seguridad del hospital nos informó de que la muchacha había pasado de largo todos los bloqueos del interior, y fuimos a recogerla. Está en custodia. ¿Es usted su madre o tutora legal?
[***]
Había cesado de llorar en cuanto escuchó los pasos a su espalda. Aunque las lágrimas seguían corriendo a la carrera hasta perderse en su pelo, sus labios se habían sellado al instante para no dejar escapar ni el más leve suspiro. Porque Alice jamás lloraba en público, evitando tanto como le era posible que su voz se transmitiera a otras personas. Era ese el caso cuando sentía alegría, y lo era mil veces más cuando sentía pesar, como lo era en esa precisa situación. El policía, un hombre de cabellos canos y baja estatura, se acercaba a ella a pasos cortos y medidos, con una mano apoyada deliberadamente sobre la cartuchera. Arthur Unseer, dudaba que fuera a necesitarla, a juzgar por la apariencia frágil e infantil de la muchacha acurrucada en el callejón, pero si estaba relacionada con el revuelo de la tercera planta, nunca se podía tener el suficiente cuidado. En cuanto la chica había fijado en él aquellos intensos ojos verdes, Unseer utilizó la mano libre para mostrarle la palma, en un gesto que esperaba no fuera a alertar a la chica.
- ¿Estás bien, muchacha? - El labio inferior de Alice tembló levemente y acto seguido sacudió la cabeza con vehemencia. Arthur no la presionó, pero tampoco dejó de avanzar hacia ella lentamente, hasta colocarse a su lado. - Vienes del hospital, ¿verdad? - asintió esta vez, frotándose las mangas contra los ojos antes de volver a mirarle. Era un policía, una figura de autoridad que Alice valoraba y respetaba. - Necesito que me acompañes... Sólo para hacerte unas preguntas, ¿de acuerdo? - la mano tendida giró levemente sobre si misma, hasta ser un ofrecimiento para ayudar a la británica a ponerse en pie.
No reaccionó al momento. Alice miró la mano del agente, sus ojos aun rojos y húmedos, con la lágrima ocasional escapando de sus comisuras. Y finalmente, tomó su mano. El agente la ayudó a colocarse en pie. No era mucho más alto que ella, pero le pasó una mano por los hombros temblorosos, intentando reconfortarla de algún modo. No pensaba que la chica hubiera sido responsable por nada de lo sucedido, tal vez una víctima, o por lo menos un testigo, pero en cualquier caso, la mano se apartó de la pistola, y decidió no usar las esposas. Se llevó a la adolescente hasta el coche patrulla, en donde abrió una puerta trasera y dejó que ella se sentara, inclinándose a su lado. Sin embargo, no importó cuantas veces le preguntara, todo cuanto aportó la mutante, fueron sacudidas de cabeza, y alguna frotada de ojos ocasional. Hubo un intento de lenguaje de señas por parte de ella, pero en cuanto quedó claro que Unseer no la comprendía, había desistido. ¿Estabas en el hospital en el momento del suceso? Si. ¿Viste a alguien herido? Si. ¿Conocías al médico? No. ¿Sabes algo de lo que ha sucedido en la planta? No. No no y no. Alice empezó a agitar la cabeza con violencia, para finalmente hundir el rostro entre las manos y clavar las uñas en el cuero cabelludo. No había logrado que respondiera a ninguna otra pregunta. Le habían pedido que se esperara junto al coche y había hecho algo parecido a asentir. Aunque tal vez fuera un espasmo involuntario de un sollozo... era difícil de decir. Arthur había dejado a la chica en el coche y se había dirigido a la puerta para informar de lo que había encontrado, que era más bien poco.
[***]
- Encontré a la chica en un callejón, con claras señas de haber llorado. Ha admitido estar en el hospital durante el suceso, pero no nos ha contado nada más. Se ha negado en rotundo a hablar. Por un momento pareció querer comunicarse con lenguaje de señas y pensé que podía ser muda, pero seguridad afirma que la escucharon hablar. Está en mi coche. Si quiere acompañarme...
Incluso a esa distancia, Alice era visible en el coche. Estaba inclinada hacia adelante, escondiendo el rostro entre los brazos, cruzados sobre las rodillas. Estaba de lado, sentada en el vehículo pero con los pies afianzados al marco de la puerta abierta. Y a juzgar por el leve movimiento que se acertaba en sus hombros, seguía llorando en silencio.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 26th Abril 2018, 10:47
Nunca agradecí como hasta ese momento que alguien interrumpiese mi discurso. Joder, sí, Alice siempre viste así, tenía que ser ella. Asentí con la cabeza, nerviosa -Ahá- respondí mezcla con un suspiro. -No, no lo soy. Soy su jefa, estábamos haciendo el examen de sanidad pública para que empezase a trabajar y la he perdido de vista con el caos de la tercera planta…- Lo sabía. Sabía que la puta policía iba a poner problemas. Siempre igual… con la maldita burocracia de por medio. Ahora seguramente por no ser su tutora legal o familia directa me jodiesen, tendría que intentar contactar con ella por el móvil dentro de unas horas, cuando le devolvieran el móvil y ya le hubiese tomado declaración…
Un plomo de angustia se me agolpó en el pecho.
Sabía que Alice era inteligente, no se preocupaba de que contase más de lo que debía, me preocupaba que la presionasen a hablar. -Si, sí, le cuesta comunicarse, ¿Dónde está?- Me estaba poniendo muy nerviosa, y no suele ser buena idea hablar con los cuerpos de seguridad estando así. Sabía lo que venía ahora, la negativa, que llamase a sus padres, más preguntas para mí y - Está en mi coche. Si quiere acompañarme…- GRACIAS A LOS DIOSES. Sólo quería verla, asegurarme con mis propios ojos de que estaba bien. No me podía creer que se habían acabado los problemas, al menos de momento.
Acompañé al agente dándole las gracias hasta donde me indicó. La vi en el coche, rota y llorando, como era de esperar… Alice tenía una sensibilidad muy elevada, aún recuerdo el encontronazo con los mutantes de Magneto…Era una cualidad envidiable para muchos… Pero tenía que acostumbrarse a ese tipo de situaciones si quería sobrevivir con su poder. Primero sentí alivio, calma, ganas de abrazarla y tranquilizarla. Decirle que no iba a pasar nada malo, que todo saldría bien… Pero después de estar tranquila y ver que sólo tenía tristeza, estrés y la ansiedad de la situación encima, me centré de nuevo. No le hacía ningún favor consintiendo sus sentimientos en una situación así. Además la realidad es, que aunque había escapado, lo había hecho mal. Con todo el dolor de mi corazón, comprimiendo las ganas de ayudarla hasta que fueron todo lo minúsculas posible para facilitarme la tarea, me acerqué a ella con calma luchando por mantener cara de póker. -Alice- dije con firmeza- Alice, mírame- Le levanté la cara con la mano, sosteniendo su mandíbula -Lo has hecho muy bien, pero NUNCA abandones la situación si no es por autoprotección- Las normas estaban claras. Protegerse a uno mismo solía ser lo primordial y ahí dentro estaba la situación controlada- Podría seguir horas ahí dentro buscándote, pensando que te ha pasado algo, entorpeciendo los servicios sanitarios, mandando una alarma a la escuela...- Clavé mi mirada ruda sobre sus pupilas bicolor llorosas -Me has dejado sola y las consecuencias podrían haber sido terribles. Que no se te olvide nunca. Hay que echarle el valor que no tenemos a estas situaciones- terminé antes de darle un abrazo firme.
Sí, me daba pena. Era joven, se estaba preparando… pero precisamente porque se estaba preparando no podía ceder a sus sentimientos cuando ella lo hacía.
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 1st Mayo 2018, 21:17
Cuando vio a Sasha correr hacia ella, sintió alivio. Ese tipo de alivio absurdo que sientes cuando algo te hace sentir bien, en una situación inverosímil en la que no deberías sentirte de ese modo. Sus ojos verdes se posaron en los de Celsit, refugiándose en el intenso esmeralda de ella... Y luego se dio cuenta de que no, no habían sido sus ojos los que buscaban los de Sasha. Había sido esta última la que había colocado una mano en su barbilla, forzando ese encuentro, y seguía sosteniendo su mandíbula, haciendo que fuera imposible que desviara la mirada. Y le dijo que lo había hecho muy bien.
Pero.
Pero no debería haberse ido. Debería haberse quedado. Porque si Sasha se hubiera quedado dentro, hubiera entorpecido a los servicios sanitarios. "¿Y yo no?" Quiso gritar, aunque lejos de dejarse oír, sus ojos se abrieron en desmesura. Su mandíbula se tensó, apretando con fuerza los dientes, para impedir que se le escapara siquiera un suspiro. Estaba convencida de que Sasha se equivocaba, de que la razón por la cual la estaba regañando, era porque estaba siendo inconsciente a las verdaderas repercusiones de su poder. Pero ella lo sabía. Alice lo sabía, mejor que nadie, hasta qué punto podía desatar el caos que toda una planta de hospital perdiera el control debido a su miedo, a su ansiedad...
Alice había tenido que escoger entre dos problemas y escogió el que le parecía el mal menor. Sasha no tenía por qué compartirlo. Sasha no tenía por qué entenderlo. Pero en su fuero interno, las palabras de la otra mutante le dolieron más de lo que podría haber pensado. No era únicamente por aquello que había hecho mal. Era también por el recordatorio constante de que Alice debía mantener bajo llave sus sentimientos y sus emociones, como había intentado hacer desde pequeña. No reír en voz alta, no llorar cuando hay gente cerca, no gritar cuando se hacía daño, no poder suplicar, ni pedir auxilio, ni siquiera poder suspirar.
Y seguía apretando la mandíbula, la tensión cansándole la musculatura bajo las orejas y en el cuello, cuando Sasha la abrazó con firmeza. "No llores" Se repetía a si misma, como si ese mantra pudiera evitar al resto de pensamientos que se agolpaban en su cabeza. "No llores, no pienses, no sientas". Mientras su corazón martilleaba en su pecho, intentando abrir por el centro sus costillas. Por supuesto que Sasha tenía razón. Claro que tenía que aprender a no sentir, a no dejarse llevar. Pero hasta que no aprendiera a hacerlo por su propia cuenta, no podía quedarse quieta en un lugar, no cuando perdía el control sobre si misma, sobre su poder. Cuando eso pasaba, lo único que podía hacer era alejarse de todo el mundo, para evitar hacerles más daño. Hasta entonces... "No llores, no pienses, no sientas"
Cuando Sasha al fin se apartó, Alice fue incapaz de volver a sostener su mirada. Volvió a dejar caer los ojos a sus rodillas, dejando que el cabello tapara su parcialmente su rostro. Y consciente de que Sasha podía entender lo que dijera con las manos, utilizó el lenguaje de señas para comunicarse con ella. Dos únicas frases.
"No quiero hablar. Quiero volver a casa."
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice] 24th Mayo 2018, 11:12
La policía dejó marchar a las dos mujeres, asegurándose de que tenían sus descripciones y demás datos en caso de ser necesario llamarlas para testificar sobre los hechos. La situación había sido un absoluto desastre, y a pesar de que había podido controlarse a la mayor brevedad posible, nada había impedido que el suceso se cobrara varios heridos, y quien sabía si alguna víctima mortal. Por el momento las cifras no se habían delimitado, ahora tocaba realizar toda la labor de investigación, aunque la detención había sido suspendida mientras intentaban reducir al sujeto que había sido el causante de todo. El hombre se caló la gorra y escuchó a través del walkie talkie los diferentes crujidos que abrían los canales, sabiendo que cada uno de ellos significaba una nueva orden, noticia o algo peor. El hospital se había convertido en un hervidero, y había que desalojar a la gente en la medida de lo posible, tratando de hacerlo sin alertar al resto de las plantas, o impedir que los doctores continuaran atendiendo las emergencias, las urgencias y el resto de quehaceres en su agenda. No podían permitirse que se cerrara todo un hospital por un suceso así.
A medida que avanzaba lo que quedaba de la mañana la medicación empezaba a hacer efecto en las personas en shock, los testimonios habían sido grabados en una sala que había habilitado el propio centro, y se había llamado al C.S.I para investigar el escenario del crimen. Los psicólogos y psiquiatras de guardia no daban a basto intentando atender a todos aquellos que habían tenido la desgracia de sufrir esa experiencia traumática en sus carnes.
Y si los primeros indicios estaban en lo cierto… aquello tenía mucho que ver con el macabro juego que el Joker, el criminal nativo de Gotham, había empezado a principios de ese año. Solo de pensarlo, al policía le dió un escalofrío.
[---]
En alguna sala del ala de psiquiatría, atado a la camilla, e inmovilizado por completo para impedir cualquier posible fuga, el médico reposaba en un extraño estado de agitación a pesar de la sedación. Parecía acceder al sueño a ratos, pero sus lecturas eran inestables. Nunca llegaba a alcanzar la fase Rem, si no que se mantenía en un modo de vigilia en el que a fuerza de sobresaltos, abandonaba la fase de sueño ligero, sin estar tampoco del todo consciente. La somnolencia causada por fármacos le vencía durante unos pocos segundos, y luego, al abrir los ojos, era incapaz de fijarlos en ninguna localización concreta. Trataba de buscar en el techo algún indicativo, mientras sucumbía a la taquicardia que le producía el saber que se había dormido. Las voces le llegaban atenuadas como si trataran de traspasar un almohadón que alguien mordía con furia.
- … de todos modos, iba a resultar imposible mantenerlo aquí.- sugirió una voz de hombre, que hablaba con gravedad.
- El gabinete psiquiátrico ya ha tenido en cuenta esas consideraciones. Ya se ha pedido el traslado, pero estamos a la espera de confirmación.
- Entonces, ¿Se ha llegado a un acuerdo? ¿La policía está al tanto? - el mar de voces era como una monótona melodía de ruido blanco.
- Si, si. La decisión está tomada. Algunos miembros del equipo han secundado con mucha vehemencia su ingreso. Tengan en cuenta que algunos de los mejores psiquiatras y psicólogos que tenemos han venido de allí, y saben a la perfección de lo que están hablando.
- De hecho tienen especialistas que han pasado su carrera entera tratando de poner remedio a los desaguisados de ese demente. - el murmurllo de afirmación perdió forma durante unos segundos.
- Es cierto que algunos tenemos reservas. Nos preocupa… la proximidad. Sabemos que supone un riesgo, pero nuestras opciones se acaban. Además, el departamento de policía de Gotham ya ha recibido notificación, y están coordinando todo el proceso. Están muy comprometidos con sacar su propia basura. - silencio incómodo.
- Por dios, Marvin. No hables así. - hubo un sollozo, y la niebla de voces se volvió turbio otra vez, cuando la puerta se abrió, y los celadores desatrancaron la cama, para poder trasladarlo. El hombre en la camilla parecía dormido. Debía estarlo con la cantidad de sedación que le habían administrado. - Así que es definitivo… - susurró con pesar, mientras los presentes se dirigían miradas de pesar entre ellos, y la cama se detenía un momento. - te marchas a Arkham Asylum.- susurró la mujer, tentada de darle algún tipo de apoyo.
Sólo pronunciar ese nombre, desencadenó una sacudida que aterró a todos los presentes. El grito desgarrador del médico que creían dormido les erizó hasta el último vello del cuerpo. La mujer se echó a llorar, refugiándose en los brazos del médico más cercano, que hundió la cabeza de ella contra su pecho, con el corazón latiendo a toda velocidad. Sus gritos se prolongaron todo el traslado mientras la camilla se deslizaba pasillo abajo, y dejaba en los presentes una sensación de total terror e indefensión.
Cómo… ¿Cómo había llegado a eso?...
[---]
Los hombres observaban las pantallas de los televisores, desganados. Dos de ellos jugueteaban montando y desmontando las armas, mientras otro de ellos hacía zaping, y otros dos comían con desgana un almuerzo improvisado de sandwich de mortadela, mostaza y mayonesa. En cada uno de los televisores se localizaba una cadena de noticias. Mientras trataban de sintonizar el canal 24, se cruzó en su camino el RTN, uno de los canales más sensacionalistas. En la guarida del Joker se hizo el silencio, mientras todos quedaban cautivados por la noticia. En la pantalla, un hombre con más pretensiones que las que le cabían en el cuerpo mostraba su sonrisa hecha de carillas blancas de porcelana, mientras llevaba una corbata cara sobre una camisa barata. El bronceado no podía ocultar el amarillismo que era la marca de la cadena. Con una expresión compungida que sin duda habría visto en algún libro de actuar para principiantes, el hombre relató las miserias de un doctor que se había vuelto loco al atacar a unos payasos que actuaban para unos niños con cáncer en pleno centro de nueva York. No escatimó ninguno de los detalles más escabrosos que pudo dar, al menos hasta que la policía les obligó a quitarse de en medio. Aún trato de que médicos y portavoces resolvieran sus preguntas, evidenciando una falta de empatía total. Una carcajada emergió de la parte trasera de la sala, donde el payaso sentado a la mesa había dejado el solitario a medio hacer.
- Ha… HAHAHA. ¿Y bien caballeros? HAHA - se levantó a grandes zancadas y descubrió la pizarra que se escondía bajo la tela. - Comprueben sus apuestas. - En la pizarra, había pegadas unas cuantas fotos con su elenco, y sobre ellas, diferentes cifras, palos y números. - ¿Quién tiene el uno de trébol? - preguntó el Joker, con una inmensa sonrisa y un deje de mano teatral. Uno de los esbirros levantó la mano con una sonrisa retorcida. - ¡Estás de suerte, Rosco! - se rió el payaso, mientras metía la mano en su bolsillo, y sacaba un fajo de billetes cogido con un clip que tenía un pequeño pin con su cara, que su esbirro recogió contando después el contenido. Debía haber por lo menos dos de los grandes. - ¡Vamos, haced vuestras apuestas muchachos! Buscamos a los afortunados. ¿Quién será el siguiente? ¡No importa locura, o muerte! HAHAHAHAHAHAHA.- los billetes y monedas rodaron sobre la mesa.
Rosco guardó el dinero en el interior de su billetera. Había sido fácil. Sobretodo teniendo en cuenta que sobornar a uno de los celadores del hospital le había costado sólo quinientos dólares. No por nada era uno de los matones más antiguos del Joker. Había aprendido un par de trucos de su jefe. Lo demás… había sido como quitarle un caramelo a un niño.
[FDP: Un aplauso a mis dos estrellas invitadas, Alice y Sasha por participar en un tema que ni de lejos hubiera sido lo mismo sin ellas. ¡Grandes compañeras de escenario! Nos vemos pronto, y recordad: ¡Sonreíd siempre!]
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"¿No entiendes que la vida no es más que un gran gag? ¿¡Entonces porqué no te ríes?!"
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Tema: Re: [Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice]
[Mini-evento: Castillo de naipes] Protocolo sanitario (Viernes, 8 de Febrero de 2019) [Joker y Alice]