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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine)
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Hailey Sullivan DC Universe
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Tema: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 3rd Noviembre 2016, 01:14
Decenas de papeles cubren el suelo del salón, decenas de pequeños fracasos que se amontonan a mi alrededor como hojas caídas de la copa de un árbol. Cierro el puño, atrapando entre la presa de mis dedos otro folio enmarcado en tinta, y lo lanzo, sin prestar atención a dónde. Una mano sirve de cuna, y apoyo el codo en el suelo. El frío parquet en contacto con mi vientre calma una herida que todavía no ha sanado, y mis ojos se pierden entre las patas de la mesita baja de café. La esquina de un libro sepultado se asoma entre los cadáveres de papel. Cierto, los primeros descartes hacían a la vez de proyectiles para golpear y acosar con inmadura indiferencia al libro infantil que me había llevado a donde estaba. A estudiar. A aprender a escribir. Relajé la espalda y los hombros, estiré los brazos hasta quedar totalmente tendida en el suelo de mi sala de estar. Maldito libro. Maldita educación. Maldito lunes. Maldito John. Y maldita la sonrisa que se me escapaba al pensar en lo que estaba haciendo.
— Brooks… ¿Estás orgullosa de mí?
Giré sobre mi misma hasta quedar tendida sobre mi espalda, mirando las bombillas que en el techo esperaban la caída de la noche para cobrar vida y perderla, desgastandose en cumplir su propósito. Si me paro a pensarlo, a veces creo que mi vida se asemeja a la de la bombilla. A la de tantos otros objetos creados únicamente para facilitar y enriquecer la existencia de los demás durante su vida útil. Así me sentía a veces, y era un pensamiento muy práctico. Era un modo pragmático de acallar la conciencia cuando te asaltan las dudas ante uno u otro acto. “¿Qué más da? Nadie me va a echar en falta. No dejo nada por cumplir. Simplemente vivo y hago lo que hago hasta el día en que deje de moverme.”
Y de nuevo me preguntaba cuánto de aquello era verdad ahora. Había amado y perdido, había conocido gente que sabían lo que era, que tenía un “poder”. Poco a poco la máscara de Shade se rompía, pues cada vez había un poco más de Garnet que a mi propio criterio mereciera conservar. De repente este acto de supervivencia tenía otro trasfondo más allá del de mantenerme con vida. Dejé reposar una mano en mi pecho y me concentré en escuchar los latidos de mi corazón. Sí, Ruby vivía dentro de mí, y muy probablemente parte de mis dudas, mi satisfacción y mi miedo eran suyos. Pero ese corazón, ese maldito músculo bombeante que me ha mantenido viva incluso cuando no lo deseaba, es mío. Y por primera vez, no era el instinto el único que quería conservarlo. Por fin parecía que estaba naciendo el deseo egoísta de querer estar ahí, estar viva. Poco a poco aparecían los motivos, una perspectiva de futuro. Tal vez efímero, pero de bien seguro intenso, y merecedor del tiempo y el esfuerzo que pensaba dedicarle.
Quiero decir, joder, ¡estaba aprendiendo a leer! Y de algún modo eso me hacía sentir un poco más persona. Tal vez sea difícil de entender para quienes han vivido toda la vida con ese conocimiento al alcance de la mano, pero para mí, era como haber vivido toda una vida en un país donde nadie habla tu idioma. Y lejos de prestarte ayuda, te señalan y estigmatizan por no compartirlo. ¿O me vais a decir que jamás habéis oído cómo la gente recrimina a otra persona con la mítica frase “Es que estás ciego o no sabes leer”?.
En cualquier caso… estaba aprendiendo. Y era gracias a John. Y le estaba eternamente agradecida, aunque nunca jamás se lo iba a admitir. Nunca. De algún modo sabía que con Constantine nunca podría ser del todo sincera. Nos movíamos en círculos, sin dejar de mirarnos y sin confiar. A veces, tenía la sensación de que podía entenderme. De que sin tener que explicarme, John sabía a qué tenía miedo, y cuando no debía presionar para hacerme huir. Soy idiota. Y soy caprichosa. Quédate, no me dejes sola, pero déjame mi intimidad, no entres en mi zona de confort. Mi mayor virtud, mi mayor fuerza, es mi debilidad y mi perdición. Odio estar sola. Y a la vez, odio que lleguen hasta mí. Pero ya está bien así. Soy feliz, en la justa medida. Y eso es mucho, viniendo de mí.
Dejo caer la cabeza a un lado, encontrándome de nuevo con la geografía irregular del cementerio desechado. Bostezo, emitiendo un leve gruñido, un gemido de cansancio y aburrimiento, y finalmente, me levanto. Mis botas pisan los papeles de un modo descuidado, sin darle el más mínimo valor a las miles de repeticiones de letras que he practicado. Ya recogeré luego, ahora, tengo otra cosa en mente. John debería estar al caer, a punto de llegar para seguir estudiando. Así que como buena alumna, recojo mi chaqueta, envuelvo un pañuelo en mi cuello, y con la billetera y las llaves, entro en el ascensor, picando el número del rellano con dos dedos. Tras unos largos minutos las puertas se abren, y como si se tratara de un telón, me calzo también mi mejor sonrisa petulante. Al salir a la calle, lo primero que hago es prender un cigarro, y acto seguido, decido dar la vuelta a la manzana. Si tengo suerte, encontraré a John antes de que le dé tiempo a sacar su copia de las llaves para acceder al ático. Si no tengo suerte, volveré a casa malhumorada tras una vuelta estupida. La primera calle está llena de gente atareada corriendo de uno a otro lugar. Me cruzo con Nathan, un vecino, a quien dedico una breve cabezada antes de seguir caminando.
Y finalmente, mi trébol de cuatro hojas. Con su inconfundible porte inglés, su cabello rubio y su gabardina, el indispensable cigarro en los labios, John Constantine hace su entrada en escena. No me espero a llegar al semáforo, y tras asegurarme de que puedo pasar sin que se me lleve un coche por delante, cruzo la carretera, situandome a su espalda. Aprieto el paso, caminando con ligereza y me coloco a su derecha, pasando el brazo izquierdo por la cara interna de su codo y reposando el peso en él. Tras coger su brazo de un modo tan casual, por la espalda y sin previo aviso, alzo la mirada para dedicarle una sonrisa triunfal. Y como golpe de gracia, al llegar a la esquina, tiro levemente de él en dirección contraria al loft de Brooks.
— Casualmente iba a tomarme un café. ¿Serás tan amable de acompañarme, encanto?
No era una pregunta. Era una insinuación, tal vez incluso una petición. Y si John no hacía nada por impedirlo, le arrastraría a Paley Park.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 4th Noviembre 2016, 18:15
Menuda semana de mierda le esperaba al inglés. Los días de su vida solían ser una montaña rusa de malas, regulares y muy de vez en cuando buenas experiencias. Sin embargo, ésta vez se enfrentaba a una idea, a un peligro que sólo con pensarlo se le ponían los pelos de punta. Sólo con imaginar las consecuencias que iba a desencadenar le daban ganas de quedarse encerrado en casa, buscando el culo de las botellas de la nevera y ver como pasaban las horas día tras día. Pero espera John, ¿quedarte en casa? Eso podría ser incluso mucho peor. ¿Quedarte en casa con tus dos estudiantes? Acabarías solo de nuevo, y es que te ha tocado encararte con algo que se te da fatal y suele ser peor que una bala en la sien o la mano de un demonio en tu corazón.
Decir la verdad. La verdad John. ¿Cuánto hace que no dices la pura verdad? ¿Cuánto hace que no eres total y crudamente sincero? No respondas John, mejor que no respondas.
La visita a Papá Medianoche terminó con la misma conclusión a la que había llegado el mago, y con eso la confirmación de su teoría: estaba maldito. Sin embargo Medianoche había sido capaz de decirle durante cuanto tiempo estaría maldito, y no le hizo ninguna gracia escuchar que serían siete días contando desde la reunión de Shadowpact. "Si vuelvo a encontrarme con ese gilipollas presumido...". Tampoco era muy difícil saber quién había sido el que le había lanzado esa maldición. Todo empezó después de su reunión con mr. Ávalon, y John había visto cosas lo suficientemente jodidas como para creer en las hadas. Una maldición por parte de una de éstas no le era nada nuevo... desde un punto de vista crédulo. Y para colmo de sus males, estaba Anya, su aprendiz. Desde la reunión en Shadowpact se había mostrado más distante que de costumbre, como si algo le estuviera torturando por dentro. John acababa de estar con ella en uno de los locales que solía frecuentar la rusa. No es que hubiera terminado muy bien: cuando alguien está devanándose los sesos por algún problema que no quiere decir a nadie, que te suelten la verdad de lo que estás pensando en esos instantes en lugar de un "te entiendo" o "deja que te ayude" y cosas por el estilo no ayuda para nada.
Y aquí estaba John, con una de sus aprendices, cuya vida suspende literalmente entre sus dedos, y la otra seguramente esperando en el ático para que siguiera enseñándole a leer. Oh si, la vida era mucho más fácil cuando iba y venía sin preocuparse de ningún aprendiz. Sin tener a nadie que dependiera de él. Todo era mucho más fácil, y a la vez... John no pudo evitar sonreír con amargura.
Garnet apareció por su derecha, y le obligó a cambiar el rumbo de sus pasos. Se había acostumbrado a lo sigilosa que podía ser la pelirroja, y lo que serían sustos para John eran... ¿alivios? Siendo sinceros, y John lo era (por un tiempo), era un alivio.
- Aunque tuviera cafeína en las venas, cielo. Pon el rumbo y yo te sigo. - John le quitó el cigarrillo a Garnet de los labios, se lo llevó a la boca y dio una tremenda calada. Necesitaba esa calada como el aire para respirar. Dejó caer la ceniza y volvió a colocárselo en sus carnosos labios carmesíes. - Apunta otro día de mierda para el inglés. ¿Cómo lo ha tenido la ladrona?
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Hailey Sullivan DC Universe
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 4th Noviembre 2016, 21:34
— Mi día no ha hecho más que empezar — Respondí con voz risueña. Me reí al contemplar como parte de mi pintalabios había dejado marca en los suyos al robarme una calada del cigarro, y son una sonrisa calmada tendí la mano a su rostro, frotando el pulgar para borrarle el carmín. — Y de momento va camino a tomar un café y tener algo de conversación para quitarme de encima preocupaciones.
Le miré con cierta provocación, casi desafiándole a poner en duda que yo pudiera tener muchas preocupaciones en mi vida. Sin pensarlo, ajusté mi ritmo al suyo, en casual armonía. Busqué entre mis bolsillos hasta encontrar el paquete de tabaco, y se lo ofrecí, esperando a prender el cigarro. Me permití dos minutos de caminar en silencio, simplemente disfrutando de la sensación de pasear junto a un amigo. Si es que eso era lo que éramos. Y consciente de la situación que estaba viviendo John, parte de mí se estremeció ante la perspectiva de reírme un poco a su costa. Lo justo.
Alcé la mirada, sonriendo con malicia, y sentí como laa ganas de tocarle la moral se deshincharon como si se tratara de un globo. ¿Por qué? Difícil de decir. Separé los labios, con toda la intención de provocarle, y a medio camino lo cambié por una sonrisa.
— ¿Tan mal te ha ido a tí?
Le guié con suavidad, tirando de su brazo para llevarle a donde yo quería y lejos de detenernos en el portal de un local, me detuve en mitad de la calle, justo delante de Paley Park. Era como si hubieran derruido una casa pequeña y en lugar de edificar de nuevo, hubieran plantado un parque. Situado entre dos altos edificios, Paley Park era poco más que una placeta, con unos escalones que la situaban ligeramente por encima del nivel del asfalto y la acera. Había dos pequeños puestos a ambos lados, la pared haciendo una forma de Jota que dejaba la barra escondida desde la calle. Las paredes estaban cubiertas de hiedras, y tenían bancos, y en la pared del fondo, había una cascada artificial, que daba a un pequeño estanque. Era un lugar que no pegaba en absoluto con el ambiente de Nueva York, un pequeño oasis en un desierto de asfalto y cristal. Tiré de John hasta una mesa al fondo, junto a la fuente, de modo que el rumor del agua acallaba las voces de la ciudad. Puedo ser un poco cabrona, pero también soy considerada. Y sabiendo la situación de John, un lugar con “intimidad” para hablar, me parecía preferible. Y si encima era uno, que me permitía sentir que había salido de casa, mejor.
Me senté a esperar a que nos atendieran y entonces volví a sonreírle. Esa sonrisa afilada que había aprendido de él, que invitaba a mandar a la mierda porque sabías que te iba a tocar las pelotas, pero con cariño.
— ¿Te han dicho ya cuántos días te quedan para que me divierta contigo? — Susurré, haciendo una clara alusión a su maldición. — He pensado algo. — Me incliné hacia él, apoyando ambos brazos en la mesa, sin importarme dejarle unas vistas sugerentes. — Así que con tu permiso, voy a experimentar contigo… podríamos ver hasta qué punto te fuerza esa… maldición a hablar en contra de tu voluntad. Y si te hace decir la verdad y nada más que la verdad. Y tal vez podamos encontrar algún modo de evadirla… yo que sé, un gesto que funcione a modo de código y me puedas mandar a callar antes de que haga una pregunta que no quieras responder. — Sonreí de nuevo. Otra cosa, sería que yo me callara ante dicho gesto, pero John eso no tenía porqué saberlo. Todavía no. — Dime Jota. ¿Podrías llegar a considerarme una amiga?
Mapa del lugar:
He encontrao esto xD
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 6th Noviembre 2016, 01:02
Si. Sencillamente, era todo un alivio estar al lado de esa mujer. Había comenzado siendo un puzle que resolver, pero dentro de aquel puzle resultó esconderse una panacea adictiva para el propio John: una aprendiz a quien transmitirle sus propios conocimientos; una víctima a la que ayudar y así al menos no sentirse tan miserable; una amiga a quien podía acudir cuando necesitara de su ayuda; una...
Aceptó el gesto del pitillo. Si aquella calada le había sentado de puta madre, imaginad lo que sería un cigarrillo entero, así que sacó uno y se lo encendió con ayuda de Garnet. Y mientras se relajaba con el humo en sus pulmones, podía ver como se asomaba la pícara que tenía a un lado, escondida tras una sonrisa afilada. "Y aquí vienen las dagas". Pero las dagas eran de terciopelo.
- Pongámoslo así: Papá Medianoche me ha dicho lo que ya sabía. Un tipo al que le solía sacar dinero a cambio de una estafa bien elaborada casi me parte la cara. Y como colofón he hablado con Anya. Si, Anya. Esa chica rusa con la que vivimos. No le he podido decir lo que ella quería oír y me ha mandado a la mierda. Que no te sorprenda si ésta noche aparece gritando y cantando en ruso porque la he tenido que dejar con una botella medio vacía que a punto estaba de ser la tercera botella vacía.
John no tenía ganas de lanzarle toda la mierda que había acumulado durante el día sobre Garnet, pero esa puñetera maldición tiraba de su lengua y no le dejaba decir otra cosa que TODO. Una putada donde las haya...
La ladrona, guiando los pasos del mago lo llevó hasta el pequeño paraíso de Paley Park. John ni se acordaba que estaba ahí aquel pequeño parque. Una buena forma de "empezar el día". Un buen lugar para despejar la cabeza, soltar cuatro chorradas y terminar en casa con tres copas de más. Desde luego, una buena forma de empezar el día. Después de sentarse en una de las mesas y esperando a que alguien se les acercara para hacer su comanda, John se fijó en la sonrisa que le dedicó la pelirroja y fue en ese preciso instante cuando supo que no iba a ser un buen día después de todo. Aquella sonrisa sólo podía significar una cosa: al viejo John le iban a tocar los huevos con dulzura.
- En teoría la maldición dura una semana. Siete días contando desde la hora en que me la echaron por lo que para el día 28 de éste mes ya estaré totalmente curado - le respondió el inglés sin siquiera pensárselo. Una de las pocas cosas buenas de esa maldición: no tienes que gastar neuronas para pensar en lo que dices. Para bien... o para mal. "Ay señor... A ver qué se le ha ocurrido". Vale, la idea no estaba mal. El problema era que precisamente, PRECISAMENTE, eso no funcionaría con Garnet. ¿Por qué? Porque John estaba seguro que haría lo que le saliera de los ovarios por muchos gestos que él hiciera... y para empezar... menuda pregunta le lanzó para empezar. Ni siquiera podría hacer un simple gesto: en el momento que escuchó la pregunta, sus labios se movieron por si solos.
- ¿Que te considere una amiga? ¿No crees que es un poco tarde para hacer esa pregunta? Está más que claro que hemos llegado a tal punto que te considero más que una amiga. Al menos es mi parecer.
Aquella respuesta tenía la forma de un chorro de agua, apuntado directamente en sus morros. Faltaba esperar que la gatita no saliera corriendo y bufando. Pero ella había empezado el juego con la peor pregunta posible...
"¿Dónde está el puto camarero?"
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 6th Noviembre 2016, 11:48
Uh oh. Anya iba a estar de mal humor. Por un momento, me planteé la posibilidad de no aparecer por la casa esa noche. Nunca había tenido que aguantar los arranques de otra persona, simplemente daba media vuelta y me iba, puesto que no consideraba necesario pasar por ese mal trago. Pero había aguantado los de Brooks. Había aguantado los de Johnny… tal vez, había llegado el momento de aguantar los de alguien más. Aguantaría los de Anya. Y aguantaría los de…
Sentí la cascada invadir el espeso silencio que acababa de nacer entre nosotros. Escuchaba las amortiguadas conversaciones de nuestro alrededor y el constante rumor del agua a nuestro lado. Por un instante la pregunta me dejo la mente en blanco, como si alguien hubiera arrancado la página de un libro y tardaras un instante en darte cuenta de que hay algo que no encaja. De nuevo esa sensación que ya conocía, el cómo dos sentimientos luchaban por ganar el derecho a tomar el control de lo que siento, y a medida que recuperaba la sonrisa, supe cual.
Por suerte soy de rápido ingenio y supe morderme la lengua antes de soltar un comentario afilado, levantarme e irme. Justo acabo de decidir que iba a aguantar lo malo que tuvieran que ofrecer, igual este momento podía ser una buena práctica. Entrelacé los dedos de mis manos y apoyé la barbilla en los nudillos, mirandole, tal vez con algo más de dureza de lo que pretendía, con una sonrisa algo prepotente en el rostro. Recogí cuidadosamente mis pensamientos. Había decidido quedarme, y pensaba hacerlo. Necesitaba a John, para recuperar a Ruby… y por suerte, logré que imperara ese sentimiento.
— Por supuesto. Soy tu mejor alumna. Me ofendería si te llevaras a todas tus amigas a viajes raros a conocer demonios con cuernos de cabra y masacres en iglesias..
Yo también miré en dirección al garito, y sonreí a la chica cuando me saludó con la mano. No nos conocíamos, pero interpreté ese gesto como un “ahora voy” y se lo agradecí en silencio
Esa era mi respuesta. Más que una amiga. ¿Se refería, como había bromeado yo, a nuestra relación de estudios? Tal vez sí, tal vez no, puesto que esa relación maestro-alumna tampoco era lo que llamaríamos del todo normal. Así que también era algo más que mi maestro, y también era algo más que mi amigo. Del mismo modo que Anya era más que mi amiga. Del mismo modo que anhelaba considerarlos mi pequeña família… Finalmente me pregunté quién quería alejarse, y quién quedarse. ¿Era el instinto de Ruby el que me empujaba a alejarme? Si es que era así como funcionabamos. Igual siempre me he escudado en la existencia de Ruby para negar que en el fondo soy demasiado indecisa como para hacer o decir algo la primera vez que lo pienso. Igual-
— Que van a querer?
— Un café largo y un cenicero. — respondí sin pensar, y miré a John esperando a que pidiera algo para él.
Cuando la camarera se alejó con nuestros pedidos, volví a mirar a John y exhalé un largo suspiro. Si pretendía seguir tocándole las narices, más me valía prepararme para aceptar las respuestas, aunque no fueran aquello que yo quería oír. Si aceptaba que él también era algo más que un amigo - dejando que algo fuera un abanico de posibilidades en las que ahora no quería pensar, bien por miedo, bien por decepción - había ciertas preguntas que automáticamente debían quedar restringidas. Y otras veces pienso que la vida me ha dado tantos palos que debo encontrar un placer oculto en el dolor. O eso, o soy masoquista.
— Igual podrías aprovechar para contarme quién era la playboy del ShadowPact. No dejó de mirarme, o más bien de mirarte a ti y odiarnos a mí y a Anya por estar delante del cuadro.
Prácticamente me arrepentí en cuanto terminé de decirlo. No era una pregunta directa, así que me aferré a la posibilidad de que la maldición sólo funcionara con preguntas… y esbocé mi mejor sonrisa de disculpa. Se de sobras lo que es querer guardar en silencio aquellos recuerdos que resultan dolorosos, y el insinto me decía que esa mujer, podía ser uno de ellos. Y si acertaba… bueno. Una cosa era tomarle el pelo a John, otra muy distinta era hacerle daño.
Y si estaba en mi mano - aunque tal vez fuera un poco tarde - quería ahorrarme la segunda.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 6th Noviembre 2016, 15:59
La gata no mostró las uñas ni bufó. Se quedó allí donde estaba, con sus ojos fijos en los del mago. Era una gatita valiente o una gatita que no escuchaba a sus instintos. Y aún así, por debajo de la mesa, podía verse su cola erizada, moviéndose de lado a lado de forma arrítmica. Fras-fras, fras-fras-fras, fras... "Puedes decirme lo que quieras: he pasado tus primeras páginas y sigo con los siguientes capítulos".
- Eh, no soy esa clase de persona. Dame un voto de confianza, o mejor dicho, gracias por dármelo. - Verdad. No era de la clase de personas que se lleva a sus alumnas a una visita guiada por el infierno que se esconde bajo el asfalto. No era una persona que soliera tener alumnas, alumnos, personas que se escondían y refugiaran bajo sus alas, porque sus alas estaban hechas de huesos y cenizas, y bajo éstas, aguardaba la muerte.
Aún con esas, el silencio fue bastante incómodo. Puede que Garnet no hubiera captado la verdad de lo que acababa de decirle. Puede que lo estuviera ignorando adrede o de forma involuntaria, y si la conocía más o menos bien, quizás fuera eso último. Todo el que conoce a John Constantine sabe que es capaz de declarar un amor que tal vez no sea del todo cierto por un poco de sexo. Zoe bien lo sabía, y le descubrió en aquellos acantilados junto al mar. El amor libre y esas mierdas eran una escusa barata que el viejo John solía usar para tener un cuerpo ajeno que calentara su cama. El John actual... el John actual cuida lo que dice, lo que siente y a quien deja entrar en su casa para no tener que despertarse de nuevo junto a otro cadáver y un nuevo fantasma que atormente sus noches de tormenta. La cama es un salvavidas. Siempre en una cama ajena. Nunca en la suya. Y aún así, John Constantine es un insensato que no aprende de sus errores y luego se lamenta sobre un charco de su propia alma.
La camarera llegó, al fin, y les preguntó que querían para tomar. John le pidió otro café, pero el suyo bien cargado. El cenicero compartido les iría de perlas, sin duda.
Garnet inmediatamente después le sonrió. No era la misma sonrisa que antes y JC se lo notó. Le devolvió la sonrisa, entre encantadora y resignada, como dándole a entender que estaba en sus manos y que poco y menos podía hacer al respecto. Entonces abrió la boca y dijo su siguiente... ¿Pregunta? ¿Podría llamarse pregunta a su incógnita? Bueno, pues la maldición si que lo entendió como una pregunta, aunque no fuera directa. De repente sintió la necesidad de decir la verdad, aunque no con la misma fuerza que antes. Tal vez... si, parecía que si no eran preguntas directas no sentía el mismo nervio, el mismo tirón en su lengua. Aquella vez pudo relajarse, moviendo la mano en señal de perdón cuando vio la segunda sonrisa de Garnet, casi como una súplica muda.
- Bueno, tarde o temprano os hubierais enterado de quién es de seguir a mi lado. Es un secreto a voces en el mundo de la magia que nosotros dos compartimos algo. Se llama Zatana Zatara, una maga excepcional y el ejemplo perfecto de cómo suelen terminar mis relaciones con las mujeres, aunque... siendo sincero, es lo que acabo haciéndole a las mujeres que no mueren por mi culpa. Zeta y yo nos conocimos poco después del incidente de NewCastlle, junto con Nick Necro, otro mago que se dedicó a la magia negra. Mejor dejo eso para otra ocasión. El caso es que Zeta y yo tuvimos... una relación complicada. Cuando no estábamos teniendo sexo me estaba sacando las castañas del fuego y terminaba comiéndose mi mierda, o bien me aprovechaba de ella, engañándola. Y aun así seguía volviendo a mí y yo volvía a ella. Fuimos pareja durante mucho tiempo, pero se enteró que yo tuve algo que ver con la muerte de su padre y entonces fue cuando terminó por estallar, por no aguantar más. Ambos fuimos, o mejor dicho somos miembros de la Liga de la Justicia Oscura. Tuvimos más recaídas aunque la verdad, no sé cuáles son verdad y cuales no por culpa de la mierda que tengo en la cabeza con mis otros Constantines. La última vez que nos vimos fue hace poco, cuando fuí a buscar la llave de la Casa del Misterio que la estaba guardando ella. Quise disculparme por ser un mierdas y ella me contestó echándome todo el odio que tenía dentro. No le puedo quitar razón, aunque joder, dolió de verdad. De alguna manera pensé que podría hacer las paces con Zeta porque lo quiera o no, es una persona muy importante para mí. No estamos juntos y no volveremos a estarlo nunca más, pero aun así no puedo evitar querer que esté bien, que suelte todo ese cubo de basura que tuvo que comer por mi culpa y que sea feliz... Tal vez sea un jodido iluso...
El café que estaban a punto de traerle le iría de puta madre: por muy cargado que estuviera, no sería tan amargo como las palabras que acababa de soltar.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 6th Noviembre 2016, 17:29
Por suerte, no se lo tomó mal. Y aunque sus palabras sonaron amargas, no tuve que lidiar con los remordimientos de ver su cara grabada de dolor. Entonces contó la historia de Zeta. Poco a poco me imaginé de nuevo el rostro de la morena, y le añadí cada uno de sus datos, sintiendo cómo la rabia de Zeta se justificaba. John había dicho que estuvo implicado en la muerte de su padre. Entrecerré los ojos, analizando a John con leve desconfianza. Me tomé mi tiempo para estudiarle, mientras pensaba en todo lo que me había confesado sin importarme si se sentía inquieto bajo mi intensa mirada. John podía ser un cretino, pero por más vueltas que le daba, no podía verle como un asesino. Fuera cual fuera la situación que se hubiera llevado la vida del padre de Zatana, John había dicho que estuvo implicado, no que fuera el culpable.
— Bueno… presupongo que si estaba en un oficio similar al tuyo, también conocía los riesgos. Si te sirve de algo, yo no te culpo de mis costillas rotas. — Le sonreí brevemente, y me incorporé para dejar que nos sirvieran el café. Añadí el azúcar y empecé a darle vueltas, pensando en todo el tema de las preguntas y las respuestas. — ¿Ha sido una respuesta voluntaria?
Tomé la taza con las manos y di un largo sorbo, sin dejar de mirar a John por encima de la cerámica. No se me ocurría nada que John pudiera decir para detener a la gente o evitar las respuestas que le resultaban demasiado incómodas.
— Podrías probar a dar respuestas ambiguas… o evasivas. Quiero decir, tal vez puedas decir la verdad sin exponer más información de la que pertoca, ¿Sabes?— Me callé de repente. John era listo, sobradamente listo como para haber intentado esas cosas por su cuenta. Tal vez si quería ayudarle, debía ofrecerle otro factor. ¿Algo que se me pudiera ocurrir a mí, que a él no se le hubiera planteado? Lo dudaba. Pero no perdía nada por intentarlo. — Vale… supongo que responder cosas que sean verdad para ti se puede descartar. Quiero decir, si yo te digo cuatro veces que adoro las espinacas y te preguntan si me gustan, dirás que sí, aunque yo te hubiera mentido. Respuestas sin información, tipo no quiero hablar del tema, no es algo que te interese o similares… demasiado simple, tal vez. Igual podríamos engañar a la maldición de algún modo... Si respondes por ejemplo en otro idioma... Sé que sabes al menos uno más a parte del inglés, te escuché una vez. O tal vez si encontramos algo que ejerza más fuerza, que te impida hablar de verdad... ¿Y si te dejamos mudo? — volví a beber de la taza y dejé un paquete de tabaco junto al cenicero. Esperaba que no se tomara aquello a broma, pues a mis propios oídos había sonado absurdo pese a hablar totalmente en serio.
Y mientras tanto otra pregunta rondaba mi mente. Quería ayudar a John, sí, pero también tenía ante mí una ocasión única para sacar información a un maestro esquivo a quien andarse por las ramas se le daba demasiado bien. Y yo seguía teniendo demasiadas preguntas sin respuesta. Y siendo totalmente sinceros... Me costaba centrarme en el problema de otra persona cuando tenía los míos propios. Y sin recuerdos de mi infancia, sin tener nada de quién soy o de dónde vengo, me sentía incompleta, y a cada pregunta que intentaba responder, otra aparecía. Tal vez, mi yo completa, aquella que recuerda cada una de sus experiencias en la vida, tenga más respuestas de las que yo tengo.
Así que decidí lanzarle una segunda, confiando en la sinceridad de su maldición.
— John, ¿se te ocurre alguna manera de que pueda recuperar mis recuerdos?
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 9th Noviembre 2016, 10:28
John le sonrió a Garnet respondiendo a la broma de sus costillas. Y más que una sonrisa era un agradecimiento por sacarle peso al asunto del padre de Zeta. El mago sabía que hiciera lo que hiciera, Zeta llevaría aquel rencor muy en su interior, o al menos "aquella" Zeta tal y como le respondió en la Casa del Misterio. Era una muesca más que añadir en la columna de su retorcido mundo.
- Ah sido semi, por llamarlo de alguna forma. No he sentido el mismo tirón que cuando me has hecho una pregunta directa pero sí que he sentido la necesidad de decir algo. Creo que las respuestas directas me tiran de la lengua como si fuera un creyente delante de una capilla.
El razonamiento al que estaba llegando Garnet era bueno. John ya había contemplado la posibilidad de probar de dar medias verdades, de decir algo que desviara la atención o... pero no, no funcionaba, y la madre de aquel niño llorón lo sabe de primera mano. Las cosas iban a ser un pelín más difíciles que una respuesta a medias o un movimiento de anguila bien dirigido.
- Por desgracia ya lo he intentado. Lo puñetero de las maldiciones es que son jodidas y cabezotas. Si el que te lanza una maldición se le mete entre ceja y ceja que "no vas a poder silbar", da igual los amagos que hagas, no saldrá otra cosa que no sea aire o palabras de tu boca. El que me lanzó ésta maldición es un cabeza cuadrada, y las maldiciones de éstos tíos son las peores. - John dio un sorbo a su café cargado y casi lo escupe cuando Garnet le propuso dejarlo mudo. - ¿Dejarme mudo? ¡Por Dios, no! ¿Conoces la expresión "si fueras mudo, reventabas"? Me arrancaría la carganta para que mis palabras salieran por algún sitio con ésta puta maldición, tal vez me pondría a escribir como un poseso con lo que tuviera entre manos. Las maldiciones o te las quitas de raíz o te las comes y bailas.
Si, las maldiciones eran jodidas. Por eso la gente le tenía tanto recelo a las gitanas o a las supuestas brujas: si creer que estás maldito es una jodienda, estarlo de verdad es mil veces peor. Y lo "mejor" de todo es que las maldiciones te vienen con un manual de instrucciones tan claro como un "paso a paso" del Ikea: no hay quien se aclare con eso.
Garnet volvió con otra pregunta, y ésta más personal que otra cosa. Estaba claro que usaba la maldición de John para sacarse información, tal vez para quedarse más tranquila o para decidir si realmente valía la pena estar bajo la tutela del mago. Si las ganancias a recibir eran lo que ella quería.
- Hipnosis - respondió John con total sinceridad, y ésta vez sin sentir que nada lo arrastraba. - Tus recuerdes están en tu cabeza, en cerrados a cal y canto. Lo que necesitas es que me meta en tu cabeza, de una forma u otra, y tire esa puerta abajo. La hipnosis es la llave que mejor encaja. Sino hay otras formas más invasivas, pero mejor empezar por hipnosis. Y resulta que soy un experto.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 9th Noviembre 2016, 11:50
La reacción de John me pilló por sorpresa y me quedé totalmente quieta a la espera de que dijera algo más. Por un instante me imaginé al rubio desesperado por arrancar las palabras de su propia garganta, usando sus propias uñas para grabar letras en la piedra, fuera escarbadas o en sangre… y sentí un escalofrío. Le miré haciendo un mohín y descarté darle más ideas.
— Igual es mejor que te deje a tí todo el tema de la maldición antes de que se me ocurra otra genial idea para solucionar este problema. — en vistas de que John no hacía ademán de coger un cigarro, me tomé la libertad de hacerlo yo. Saqué un cilindro de la cajetilla y lo coloqué sobre mis labios con parsimonia, pero antes de prenderlo le dirigí una leve sonrisa socarrona. — Porque ir a buscar al susodicho y… hablar, con él, queda fuera de la ecuación. ¿Verdad?
Si alguna vez había pensado que estaba maldita, ahora sabía seguro que no era cierto. “Maldito” es una palabra que todo el mundo usa a la ligera, yo incluida, y que solemos utilizar de excusa cuando las cosas no nos van bien. Ver la situación en la que se encontraba John, me daba una nueva perspectiva de las cosas que me esperaban tras el camino que había escogido. Y entonces recordé la de veces que yo misma había gritado, susurrado y pensado un “Maldito John”, y sentí un leve pinchazo de remordimiento. Supongo que, tarde o temprano, tenía que pasarle.
Y luego estaba… la hipnosis. Recuperar mis recuerdos era ahora más cercano y tenía nombre propio. Saboreé las palabras de John en silencio, imaginándome lo que podría ser volver a tenerlo todo, y sentí la tensión atenazando mis músculos. Estaba claro que una parte de mí, no quería recuperarlos. Y tenía muy claro, desde la primera noche que permití la entrada de Constantine a mi ático, a quién pertenecía esa parte de mi conciencia. Sonreí, consciente de que ganaba y perdía contra mí misma, a la vez que Garnet ganaba y Ruby perdía. Tal vez, incluso, recuperaba mi verdadero nombre. Y sin embargo no quise presionar más con el tema. John no había dicho si tenía o no intención de hacerlo conmigo y de algún modo, preguntar otra vez, a la desesperada, no era mi estilo. Aunque lo estuviera verdaderamente. Mi orgullo sólo me iba a permitir aprovecharme de John hasta cierto punto. El resto, quería conseguirlo por mí misma, por otros medios. Así que probablemente esperaría a que se le pasara toda la mierda de la maldición, antes de volver a sacar el tema a colación e intentar convencerlo.
Y entonces, de repente, recordé que lo tenía sentado delante de mí. A saber cuánto rato había estado en silencio, regocijandome en una victoria inexistente, sonriendo por cosas que sólo sucedían en mi cabeza, y con un cigarro apagado en los labios. Carraspeé levemente, intentando apartar a un lado la repentina incomodidad y busqué el mechero, mientras pensaba en algo que decir para romper el silencio. Algo, cualquier cosa.
— Bueno… lo siento, Jota. No quiero imaginarme lo que se siente al tener que decir lo que piensas en cada momento. Es una putada. — Encendí el cigarro, y dejé el mechero sobre la mesa, junto al paquete. Era divertido, hasta cierto punto. Para mí. Para él era una verdadera jodienda y esperaba nunca verme en su piel. — Si se te ocurre algo más… ¿Me lo dirás? — Pero no podía evitarlo. Sólo tirarle un poquitín de la lengua, con inocencia... — Quiero decir, ahora más que nunca te veo capaz de pedirme cualquier cosa. Así que… ¿Puedo hacer algo por tí?
Le sonreí, mostrándole levemente los dientes. Y en el fondo, aunque lamentaba aprovecharme de él, me hacía sentir bien. Aunque fuera por la mierda egoísta de apartar mi mente de mí, y del creciente malestar que sentía Ruby.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 10th Noviembre 2016, 20:56
- Eso sería una tontería de las que hacen furor, siendo totalmente sincero - "como si hasta ahora no lo hubiera sido" pensó para si mismo el mago, dibujando una sonrisa por la gracia y porque sin poder decir otra cosa que la verdad, había conseguido hacer una gracia. Iba progresando. - El tío que me lanzó la maldición tengo la sospecha de que es un hada. O mejor dicho, el padre de las hadas. ¿Conoces la historia de Ávalon? Pues creo que cabreé al señor regente y no me dejará visitar su particular Disneyland, ya ni hablemos de quitarme la maldición. Así son los cabeza cuadradas y los que viven en el pasado.
Al ver que Garnet cogía un cigarrillo, la expresión "culo veo, culo quiero" le vino como anillo al dedo. Cogió uno para su disfrute personal y se lo encendió, disfrutando como siempre de su asqueroso vicio.
Si miraba en retrospectiva, tal vez lo de caer maldito no era algo tan y tan problemático. Simplemente no podía contar mentiras, tendría que decir siempre la verdad durante una semana según el pronóstico de Papá Medianoche. El truco entonces no era buscar una forma de evitar decir una verdad total o contestar las preguntas directas. El truco radicaba en ser discreto, ver a las personas que sean totalmente necesarias y que estén al tanto del asunto. Además, que dichas personas sean de confianza. Eso reducía la lista a escasas personas. Vida de ermitaño misántropo. No sonaba tan mal si eso significaba descanso, comer, beber y dormir sin que nadie te molestara. Unas auténticas vacaciones para el inglés que aprovecharía al máximo, empezando aquella misma noche, fumándose el cigarrillo en completo silencio. Y dicho silencio hizo que volviera la vista hacia su compañera, hacia su pupila, la cual parecía estar en una especie de trance, pasando de una sonrisa estúpida a una pérdida por completo de vida facial. Pensara lo que pensara era tremendamente profundo, y algo dentro de la experiencia de John le decía que tenía que ver con la idea de la hipnosis. Garnet no solía ser de las personas que se quedaban mirando la nada porque si, con cara melancólica y perdiendo la noción del tiempo (o así la veía el propio inglés). La pelirroja era más bien, y de nuevo según el punto de vista del mago, una mujer que utilizaba los silencios para devanarse la cabeza.
Por fin volvió al mundo terrenal, con un saludo amistoso del mago, terminándose su café cargado para dejar una taza que bien podría simbolizar su propia vida.
- ¿Ahora más que nunca? ¿No sería todo lo contrario? ¿Que sería un buen momento para sacarme el cigarrillo de la boca y pedirme, con toda la educación del mundo, que contestara a tus dudas y a tus preguntas? - Eso fue una contestación rápida, sincera y sin pensarlo, porque justamente mientras lo estaba pensando su lengua lo tradujo en palabras. Así como la siguiente afirmación. - Estoy algo tenso y nervioso por la mierda de día que he tenido hoy. No dejo de pensar en las cagadas que estoy arrastrando y que arrastraré hasta Dios sabe cuándo. Así que para dejar de pensar literalmente y que mi cabeza se convierta en un pozo de brea, no estaría de más que me arrastraras hasta un rincón y me tuviéramos sexo tan fuerte que el dolor de mi cuerpo acallara mi cabeza, y quedar exhausto por al menos lo que queda de semana, tirado en una cama dominado por una pelirroja que me diga cuándo levantarme y cuando no. - John no era de los que se callaban las cosas, pero cuando tenía ganas de llevarse a alguien a la cama solía tener algo más de tacto. En aquellos momentos, su cabeza era como un volcán y su lengua no dejaba de escupir lava. - Por favor, no te olvides del látigo y la palabra secreta, aunque no me va a servir de nada llevar una máscara de cuero - finalizó el inglés con su particular humor "británico".
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 10th Noviembre 2016, 21:30
—Ni zorra de qué es Ávalon, la verdad. Pero tampoco me mata la curiosidad, más allá de saber con quién has estado jugando a baloncesto. Así con que me quedo que alguien con poder y moderadamente importante le ha venido en bien repartir maldiciones y te ha tocado pagar el pato. O más bien, si dices que le cabreaste, imagino que en parte te lo buscaste, o al menos asumes la culpa. Con eso me conformo.
Di otra calada al cigarrillo y apreté la punta contra el cenicero, dándole vueltas levemente hasta que la parte candente quedaba afilada como si fuera un lápiz. No recuerdo de quién aprendí este vicio, pero tampoco le doy demasiado valor, aunque se me hace curioso. No he visto a demasiada gente hacerlo, así que no deja de ser algo… Personal, hasta cierto punto. Cuando acabé satisfecha con la punta que le había sacado al cigarrillo, como si fuera un lápiz, sonreí contenta y di otra más. La retahíla de John a continuación, fue lo que me dejó helada por un segundo, pero no tardé en recuperar la compostura. Cuando se trataba de Constantine, estaba acostumbrada a la sutileza de las indirectas y las insinuaciones, y aunque no me venía de nuevo una proposición cruda y directa, no me la esperaba de él. Aunque bueno, si pensábamos en la maldición… Tampoco tenía mucho por lo que culparle.
—Francamente, esperaba que me pidieras una cena, tal vez incluso quedarte a dormir, pero si insistes... — Le sonreí, y me terminé el contenido de la taza de un trago. — Francamente, Jota, esto es mejor que charlar con un borracho. Lo cual no deja de quitarme las ganas de darte alcohol esta noche y ver qué pasa. Pero no soy tan… Desagradecida. Así que humildemente acepto tu súplica y veré lo que puedo hacer por tí. Que por lo pronto, parece que será pagar la cuenta y llevarte al ático.
Por dentro, clamaba victoria. Y no era por el buen rato que pasaba junto a John, ni por la promesa de una entretenida noche por delante. Era porque eso parecía significar, sin duda alguna, que mis clases de lectura quedaban aplazadas. Todos los estudiantes sienten alivio por la pérdida de una clase, sin importar los motivos. De eso, no tengo duda alguna.
Hice una seña a la camarera, y esperé con paciencia a que nos trajeran la cuenta mientras me terminaba del todo el cigarro.
— Entonces… Una semana. ¿Piensas quedarte conmigo la semana entera? Tendría que ir a comprar más comida, si eso. Y más si pareces tener intención de hacer como un friki y no salir de casa.
Se me escapó sonreírle con calidez, y en cuanto me di cuenta dejé de hacerlo y volví a centrar la atención en la cuenta, mirando los números y dejando los billetes correspondientes. No quería implicar nada, tampoco quería ponerme más sentimental de lo que realmente era necesario, pero la perspectiva de no estar totalmente sola… cada vez me gustaba más. Al menos, cuando se trataba de dos o tres personas concretas, en quienes yo había depositado mi confianza.
Y sin duda, John Constantine, era una de ellas. Por muy peligrosa que fuera esa decisión.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 13th Noviembre 2016, 20:18
John Constantine. Cuando uno escucha su nombre y le preguntan por su peor adicción la mayoría diría lo mismo: el tabaco. Es un adicto al tabaco, fumando como si el mañana hubiera sido ayer y las repercusiones nunca llegaran porque ya pasaron. El cigarrillo en su boca y el humo envolviendo su cuerpo era su traje de gala. Eso es lo que la mayoría dirían. Otros más cercanos tal vez optarían por la muerte del gato más famosa de todas: la curiosidad. John pecaba de ser demasiado curioso, de meter sus narices donde pensara que pudiera sacar tajada, conocimiento o simplemente para satisfacer dicha faceta "detectivesca". ¿Cuántos muertos colgaban en el interior de su armario? ¿Cuántos habían caído por querer seguir adelante, sin tener en cuenta el peligro al que se veían expuestos aquellos que le rodeaban? El tabaco. La curiosidad. Temeridad, entre muchas otras adicciones que carcomían su podrida mente. Pero había una que sobresalía por encima del resto. Una que solía pasar desapercibida por lo "común" que era: el amor. John era un adicto al amor. Tal vez por la falta de éste cuando era pequeño, en el vacío seno de su familia. Puede que por la vida que había vivido, sin nada más a lo que aferrarse que él mismo. Una vida fría que necesitaba una chispa de calor. Puede que simplemente se guiara por sus instintos y llamara "amor" a todo contacto humano que tuviera y lo llevara a una cama caliente.
El inglés era adicto al sexo. Ni más ni menos, y muchas palabras bonitas habían salido de su boca con tal de conseguir una escasa caricia sobre su oxidado pecho. Amor. Sexo. ¿Dónde estaba la diferencia?
Y sin embargo, aun sin saber realmente lo que quería, lo daba todo por conservar ese calor. Ahora dicho calor se lo estaba dando Garnet. ¿Hasta cuándo aguantaría? Ya le había contado más o menos la desdicha de Zeta, quien sería por siempre jamás "su Zeta". ¿Podría soportar al mago? ¿Al inglés? ¿Sería capaz de soportarlo "todo"? John no dejaba de darle vueltas a aquellas preguntas. Sabía que tarde o temprano la jodería. Sabía que un día se volvería a quedar solo. Se marcharía. Moriría. ¿Qué más daba? El resultado siempre era el mismo. No tendría que lamentarse más tarde si la echaba de su vida en aquel instante, aprovechando que había aceptado que se quedara en el ático durante los próximos días, sin salir. Por la mente del mago pasaron mil y una putadas y razones que podría darle a la pelirroja para que cortara el hilo que los ataba y "salvarla".
Y aún así, su lengua dijo otra cosa:
- Buena compañía y un servicio de alcohol las 24h del día. ¿A qué esperamos? Ese ático podría convertirse en un pequeño paraíso y los de ahí arriba se arrancarían las alas para poder probarlo. - "No John, no. Habíamos llegado a un acuerdo. Toca ser un poco cabrón, ya lo sabes. ¿Qué coño crees que estás haciendo? Te estás metiendo en un buen lío. No digas nada más." Pero como si pudiese cerrar la boca. Estaba maldito, no lo olvidemos... ¿Pero era la maldición lo que le hacía hablar? ¿Era cosa de magia o una simple escusa?
¿Qué quería John Constantine? Si sólo era sexo todo sería mucho más fácil. ¿Qué quería el maldito John Constantine?
- Que se jodan los frikis. - dijo mientras recogía sus cosas para marcharse de aquel café. - No creo que sepan nunca lo que es vivir contigo y estar contigo. Venderían sus consolas y todo lo que tienen si lo supieran... - En aquel instante, John consiguió callarse, antes de que continuara hablando y soltando "chorradas". Si había cortado el hilo de su "confesión"... No podía ser cosa de la maldición, eso lo tenía seguro. ¿O se había expandido? No lo creía. Joder, por dentro se estaba dando apuñaladas. Hablar de más podría joderle la vida. Siempre lo hacía, y conocía a Garnet. No quería asustarla. No quería... ¿Qué quería? - ¿Cómo llevas los estudios? - Una pregunta que seguramente la pelirroja no acogería con agrado, pero era una pregunta arriesgada para sesgar el camino que estaba construyendo su maldita lengua.
John sacudió la punta de su cigarrillo y emprendió el camino hacia... hacia donde fuera que lo llevara la pelirroja. No tenía ninguna prisa aquella noche.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 14th Noviembre 2016, 00:54
John no tardó en seguirme y levantarse de la mesa. Esta vez, no me acerqué a cogerle del brazo, si no que me limité a esconder ambas manos dentro de los bolsillos dando una larga calada al cada vez más consumido cigarro. Directos al piso, otra vez, directos a la cama. Los encuentros esporádicos con el inglés se habían convertido en prácticamente una rutina, en algo tan natural entre nosotros como intercambiar un cigarrillo. Lejos de banalizar la experiencia, llegó a sorprenderme. Considerándome una persona de abierta sexualidad, activa y, para qué vamos a negarlo, experimentada, no esperaba que nada fuera a maravillarme. Y sin embargo terminé por descubrir que repetir varias veces con la misma persona, termina por tener su encanto. Miré de soslayo a John, mientras caminábamos por calle. El porqué, probablemente, se debe en la confianza. El morbo de la primera vez, el pequeño subidón de adrenalina al empezar a descubrir el cuerpo de la otra persona, los gestos que le gustan y cuáles no, el juego sutil mientras intentan descubrir los tuyos propios… contra la sensación de saber lo que le gusta. Tener las cartas sobre la mesa, y jugar. Esa era la palabra. Jugar en confianza, experimentar con alguien que ya sabe cómo te mueves, le daba una nueva perspectiva al retorcerse entre sábanas.
No hace falta mencionar, que pensando en todo esto, mi intención era llegar al ático y ponerme directamente manos a la obra en mi buena acción de ayudar a John. Y creo que también sobra decir que la obvia alusión a mis estudios hizo poco por mantener avivada esa llama.
—...Bien, por supuesto. Con lo mucho que me encanta estudiar. — Si John no me conociera, de bien seguro creería que así era. A estas alturas, sin embargo, era consciente de que entendería sin tener que insinuarlo la ironía velada en mi tono de voz. Luego sonreí y respondí algo más en serio. —Creo que ya casi lo tengo, y mis os ya no parecen as y la i griega y la jota me salen distintas.
Me paré delante de un semáforo en rojo y tendí la mano a John, esperando que me ofreciera la suya. En cuanto hizo ademán de devolver el gesto, le sujeté de la muñeca y le escribí varias letras en la palma de la mano. Jota, hache, o, ene, ce, o, ene, ese, te, a, ene, te, i, ene, e… Me quedé quieta, mirando en diagonal al cielo si mover el rostro y de nuevo miré la palma de su mano, pensativa. Constantine.
—Me… he equivocado en una… ¿no? No. Ah, no sé. — le solté la mano, con media sonrisa desenfadada. El semáfaro cambió a verde, y crucé. —Ge… a… erre… ene, e te. Erre u…. Uve, i. No, i no, i griega. — Bueno, algo así sería.
Cruzada la última isla, giré para entrar al portal. Caminé directamente hacia el ascensor, sonriendo y saludando al portero, y esperé en el cubículo a que John subiera para insertar la llave en la ranura que hacía las veces de botón a mi ático. No soy una persona especialmente desordenada, así que tampoco tenía el lugar particularmente sucio, pero sí que me había pasado la mañana escribiendo letras, y el salón estaba totalmente inundado de papeles descartados. No contábamos con Anya hasta por la noche, así que tampoco tenía especial prisa por recoger, y juzgando a partir de lo que había dicho John, a él tampoco le iba a importar demasiado. Cuando giré el contacto y el ascensor empezó a elevarse, me encaré al rubio inglés, sonriéndole con picardía. Mi mano derecha subió por el costado de su abdomen, trazando dibujos invisibles en su piel. Cuando llegué a la corbata, tiré de ella levemente y apoyé la espalda contra la pared del ascensor, obligando a John a acercarse todavía más a mí, tirando hasta que estábamos juntos. Miré sus labios, y de nuevo aquellos ojos azules, asegurándome de que no me iba a rechazar. Y cuando me sentí segura, tiré un poco más de la corbata hasta que sus labios encontraron los míos, desabrochando su nudo con las manos sin dejar de besarle, reprimiendo el anhelo justo para que pareciera casi dulce. Y cuando finalmente liberé su garganta, una de mis manos buscó su espalda, por debajo de la gabardina, por encima de la camisa, simplemente par darle un abrazo. Me aparté una única vez, para sonreírle, dejando clara la amplitud de mi gesto y mi sugerencia, antes de volver a besar su aliento y arroparme en el calor de sus brazos… hasta que sonó el timbre inconfundible de que habíamos llegado a la planta que correspondía a mi piso.
El timbre que indicaba, que teníamos vía libre para hacer lo que quisiéramos.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 19th Noviembre 2016, 16:09
Quitando el claro mensaje de Garnet hacia lo que pensaba sobre los estudios, a John le gustó saber que iba haciendo progresos. Quiera o no, saber leer es muy importante, no solo para la vida cotidiana sino también para conocer a la perfección los hechizos que algún día podrían salvarle la vida. Garnet era una medium, o al menos una en potencia. Los fantasmas harían cola para rifarse su cuerpo y tener una segunda vida. Se había adentrado en un mundo más peligroso que robar cuatro cosas y ser una loba en un pueblo de corderos. Le tocaba ser el corderito indefenso. Pero a diferencia de los verdaderos corderos, ella tenía un protector. ¿Y era así como lo veía? ¿Como un protector? ¿Le estaba pagando sus servicios? "Estás fatal, John. Estás jodidamente fatal."
Necesitaba un momento en blanco. Necesitaba a sus buenos amigos "alcohol" y "borrachera". Eran los únicos momentos donde su cabeza se desconectaba y dejaba los trozos que no se había comido para otra ocasión. Pensar en aquella mujer, en la pelirroja que iba a su lado hacía que le doliera la cabeza. Si hubiera sido otro tiempo, si se hubieran conocido mucho antes se habría tirado de cabeza. Se habría abierto el pecho y le habría dicho todo lo que sentía. Pero si ahora le decía justo lo que sentía... si se abría el pecho encontraría una carretera atascada en varias direcciones, con accidente, choques y gente gritándose. Un corazón caótico.
Garnet hizo que su cabeza volviera a su cauce cuando le agarró la mano. Por un lado el inglés se sintió gilipollas, estúpido, por sentirse bien al notar como la pelirroja le cogía de la mano y le hacía cosquillas en la palma. "John, hace tiempo que te bajaron los huevos..."
- Solo con una - le aclaró el mago a la ladrona cuando comenzaron a cruzar la calle. - La H va después de la O y antes que la N. Pero por el resto vas bien. Vas muy bien...
Ya en la entrada al edificio, John tiró lo que quedaba de su cigarrillo contra la acera y lo pisó, siguió a Garnet al interior y saludó al portero con una sonrisa. No lo conocía. No se conocían. Eran "el gilipollas que traía Garnet a casa" y "el que se aseguraba que el ascensor funcionase". Ni más, ni menos. El inglés entró dentro del susodicho ascensor, con las manos en los bolsillos de su gabardina, esperando a que las puertas se cerraran. Una cuenta atrás que pareció eterna. Garnet metió la llave, la giró y el ascensor se puso en marcha. La pelirroja tomó la iniciativa, acercándose al inglés y mirándolo con aquella sonrisa en sus labios. En ese instante el mago se sintió más cómodo. Con lo de la mano se le cruzaron un poco los cables, pero en el ascensor sus pensamientos se detuvieron, su cabeza dejó de funcionar y se centró única y exclusivamente en ese mar esmeralda. La furia roja tiró de su corbata, lo usó para enclaustrarse contra la pared y allí degustaron la espera de la cercanía. Podía oler su pelo, su piel, sentir el calor de ésta. El leve tacto de la nada. Su aliento acariciando su barbilla. Ambos acercaron sus labios y los cerraron envueltos con los del otro. El inicio de partida. El tiro que abría la carrera. La pantalla de bienvenida de todo videojuego tras pulsar el botón START. Tenían poco tiempo y lo iban a disfrutar, abriendo el menú de la noche con unos entrantes seductores pero intensos. Los abrazos siguieron a los besos. Las yemas de los dedos recorriendo el cuerpo del otro: la espalda de John; las caderas de Garnet. El inglés se encontraba a salvo entre aquellas curvas peligrosas. La respiración regulada. Los breves momentos de descanso. La excitación.
Y al fin, el timbre. Habían llegado a la primera casilla.
Al abrirse las puertas John no deshizo su abrazo alrededor de la espalda y las caderas de Garnet. La mantuvo allí prisionera un momento, respondiendo a su mirada con su clásica sonrisa de truhán.
- ¿Sabes para qué inventaron el botón de "parada" para los ascensores? - Dejó caer aquella sujerencia sin dejar que la pelirroja saliera a su ático. Fue cuando las puertas empezaron a cerrarse que John dio un pequeño vistazo.
Un pequeño vistazo le bastó para que su diestra interrumpiera el cierre de las puertas y las abriera de nuevo, consternado.
El ático estaba patas arriba. No sólo había papeles tirados por el suelo sino que había un montón de ropa desperdigada, una silla en el suelo, cristales rotos y una bolsa de un seven eleven encima de la mesilla de los sofás, con varias botellas de alcohol abiertas. Y tirada encima de uno de los sofás, la razón de aquel desorden particular: Anya se les había adelantado, y restaba dormida, tirada de cualquier forma, sujetando una botella entre sus brazos, con el pelo alborotado y la cabeza casi tocando el suelo.
- Por un momento creí que nos habían robado... - John entró en el ático, sabiendo que Garnet le seguiría. Vale, eso había cortado un poco el rollo... pero tampoco podía hacerse el ciego al ver a su otra alumna de aquella manera. Tasqueó la lengua, claramente molesto, negó con la cabeza y se quitó la gabardina. - Hmmm... Sé que es una cortada de rollo, pero no puedo dejarla aquí tirada sin más. ¿Me echas una mano?
Su intención era llevarla a su habitación y que descansara allí. Aun se sentía culpable y estaba viendo aquel destrozo como la consecuencia de su error. "Habrá que dejar los médicos para después... Joder, ¿quién me mandaba meterme?". Pero ya estabas metido hasta el cuello John. Para bien o para mal.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 19th Noviembre 2016, 22:41
Llegamos al ático y no pude evitar sentir lástima al ver el estado en que se encontraba Anya. Era consciente, por lo que me había contado John, de que encontraría a la rusa algo decaída esa noche. Pero no esperaba que llegara al extremo de beber hasta perder el sentido. Y aunque normalmente hubiera odiado a cualquier otra persona por el corte repentino, no podía enfadarme con Anya. Suspiré, sonriendo.
— No pasa nada… me odiaría a mí misma si me pusiera a otra cosa dejando a Any así...
Ayudé a John a cargar con Anya y subimos hasta su habitación. Hice que él cargara con todo el peso el rato justo para poder apartar el edredón y las sábanas y volví a su lado para acomodar a Anya y una vez tumbada en la cama, miré a John de soslayo con una sonrisa traviesa. Por el camino me llevé una botella de agua mineral, consciente de que al despertar, estaría sedienta.
— ¿Que tal si me dejas a solas con la Bella Durmiente para que pueda desnudarla?
No pensaba empezar con John todavía ahí, así que esperé, sin perder la sonrisa, hasta que abandonó la habitación. A solas con Anya, me tomé mi tiempo para estudiar el rostro de mi compañera, antes de proceder a desnudarla lentamente. Estaba convencida de que no iba a despertarse, aunque la desnudara a tirones, pero aun así, no podía evitar querer tratarla con delicadeza. Empezaba a asimilar y aceptar la presencia de los dos magos en mi vida, y cuanto más tiempo pasaba con ellos… menos quería que se fueran. Especialmente… John. Deshice el moño que normalmente sostenía el cabello de Anastasia, y una vez en ropa interior, la cubrí con las mantas, dejé la botella a su lado en el suelo y me di media vuelta para abandonar la habitación, parandome una última vez en el quicio de la puerta para mirarla. ¿Qué era Anya para mí? O más importante todavía… ¿que era yo para ella?
Apagué la luz, como si ese gesto también diera por finalizado el tren de pensamientos en el que acababa de encarrilarme. No fue así. Bajé directamente al salón, y encontré a John en mitad del caos de papeles, ropa y las botellas que habían quedado desperdigadas. Me puse a recoger sin decirle nada, aunque me esmeré demasiado, todos los papeles y botellas en una bolsa sin ton ni son, y la ropa amontonada a patadas para apartar luego. No dejaba de pensar en Anya. En John. En las maldiciones, en ShadowPact. Mi vida había tomado un rumbo totalmente distinto al que había tenido hasta entonces. Estaba aprendiendo a leer… Un futuro. Entonces me di cuenta de una cosa.
Siempre me había escudado en la necesidad, como justificación a todas las cosas que amenazaban con provocar remordimientos. Aunque me valiera de mi propia escala moral para valorar mis acciones, todas ellas estaban justificadas por la necesidad. “No puedo hacer otra cosa”, “No tengo otra opción”, “Es mi única vía de escape”, era todo cuanto había conocido hasta que Brooks me rescató. Era todo cuanto había podido hacer tras su marcha. Shade, nació de mi necesidad para sobrevivir… Y cubiertas mis necesidades, Shade podía morir con dicha necesidad. Tenía la opción de abandonar esa vida, aprendiendo a escribir podría intentar conseguir papeles y trabajar. Tal vez incluso seguir los pasos de Brooks…
Si John encontraba el modo de separarnos, Shade iba a desaparecer completamente y para siempre.
— Oye John… ¿Te has acostado con otras mujeres desde que empezaste a hacerlo conmigo? — Había hablado sin pensar. Alcé la mirada buscando sus ojos azules, dándome cuenta entonces de a dónde me habían llevado mis pensamientos. Sentí el corazón martilleando con fuerza en mi pecho, sin poder recordar cuándo fue la última vez que me había sentido así, pero recordando la primera. Johnny Storm. — ...¿Te molestaría que yo lo hiciera?
Zorra. Mala idea. Es un golpe bajo. Y a la vez, sé que es mi única oportunidad de obtener una respuesta sincera. Johnny Storm. John Constantine. Conocía demasiado bien mis propias reacciones. El puto inglés había logrado hacerme bajar la guardia, y me encontraba peligrosamente cerca a abrirme a él. Del mismo modo en que, tiempo atrás había decidido darle a Johnny la oportunidad de conocerme. Y antes de dejar entrar al rubio en mi propia cáscara, antes de confiar completamente en él y dejarle ver cómo era en realidad… voy y me aprovecho de su maldición. Me acerqué a John, sintiendo que me ardía el pecho. Le miré desafiante, casi con rabia. Con miedo a la respuesta. ¿Que era, realmente, John para mí? O más importante todavía...
— Qué soy para tí...
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 20th Noviembre 2016, 17:18
Menudo cuadro: dos amantes que estaban a punto de pasar una buena noche interrumpidos por querer ayudar a su compañera, la rusa borracha. Llevaba tanto alcohol dentro que su aliento le cargaba las fosas nasales a John. La mañana siguiente iba a ser todo un espectáculo cuando purgara su estómago. John se anotó mentalmente no usar el mismo baño que Anya al día siguiente al menos hasta después de varias horas. Llegados a la habitación, y habiendo llevado el mago casi todo el peso de Anya, lo cual hizo que John le mandara varias miradas a la pelirroja en pos de "¿en serio?", depositaron a la rusa dormida en su cama, acomodando su edredón para pasar la fría noche.
- ¿En serio no puedo quedarme un rato? - Siete segundos después de su comentario, con un silencio entre ambas sonrisas... - Estaré en el salón.
Si, iba a esperar en el salón. Un salón que representaba a la perfección el tren de pensamientos que volvía a ponerse en circulación después de salir del ascensor. Aquella noche se estaba sintiendo extremadamente expuesto. Tal vez no había sido una buena idea pedirle a Garnet que se quedara con él el resto de días de su maldición. Tal vez hubiera sido mejor buscar una cochina habitación en un motel perdido en una esquina llena de vómitos, con una reserva de comida rápida y una botella de ginebra para llenar el buche de vez en cuando mientras veía pasar las horas en un reloj que no funcionaba. Apartando unos pantalones de Anya del sofá tiró por los suelos las vías de aquel tren para instalar una nueva autovía que cambiara las mercaderías y su contenido. ¿De verdad sería mejor idea? Había que recapitular y recordar lo que le había dicho a la pelirroja. No podía mentir, con lo que todo cuanto decía era lo que pensaba y lo que sentía. ¿Cuánto tiempo hacía que justamente no se sentía así? Tantas palabras vacías al final lo único que conseguía era evacuar su propia vida de todo significado. ¿Y no era eso por lo que siempre se quejaba? Una vida de mierda, una mierda de vida. Aquel "tal vez" tenía mejor aspecto que el "y si" de sus anteriores pensamientos.
"No John. Recuerda el y si..." Exacto: ¿y si por querer llenar su vida volvía a perderlo todo? ¿Y si por si culpa...? No sería la primera vez. No sería tampoco la última. El mago John Constantine tenía ese don, ya fuera queriendo o sin querer. Una lacra del destino bordada en el dorso de su alma. Un efecto dominó incansable e incesante. ¿Quería poner aquella pieza en el trayecto? Y si, John. Y si...
Garnet bajó las escaleras, directa hacia donde estaba él. John escuchó como iba dando un poco de orden en aquel salón. Su salón. Simbolismos, ¿eh? Una sonrisa ladina asomó en su boca, y cuando Garnet llegó hasta la bolsa de las botellas, John aprovechó para coger la que aun estaba a medias y que Anya no se había terminado, se alejó hacia la cocina y buscó dos vasos. Después de un buen trabajo, hacía falta una buena recompensa. Y por qué no decirlo, aún albergaba la esperanza de que se fueran a la cama cuando se terminaran sus respectivos vasos. Un poco de alcohol siempre era una buena forma de empezar una fiesta.
Entonces la pelirroja le lanzó aquella pregunta cuando John le tendía el vaso, y supo el inglés que había llegado el momento. Había llegado el final. Una pregunta que abrió una puerta la cual ya sabía John qué contenía. "En fin... todo lo bueno acaba..." O mejor dicho John, quien no arriesga, no gana. Y tú eres un cobarde, pero porque tienes miedo. Y si conoces el miedo, sabes cómo plantarle cara.
- Ninguna más - contestó John, sin perder su tono calmado y seguro. Ya estaba hecho, ¿no? Sólo faltaba dejarse llevar. - Tampoco necesitaba buscar más. Eres buena y me dejas meterme en tu cama. Se podría decir que voy bien servido. - Una verdad a medias, y John lo sabía, pero la pregunta quedaba respondida. Y como un revólver a cámara lenta, el martillo preparó la siguiente bala. - Un poco, si. Soy un promulgador del amor libre: acuéstate con quien quieras hacerlo y punto. Tu cuerpo es tuyo y haces con él lo que te da la gana. Pero también soy un mentiroso, incluso para mí mismo, y un egoísta. - Eso le había dolido bastante. Joder, escucharse decir eso de un mismo siempre dolía, a pesar de mantener su cara de póquer.
Garnet se acercó al rubio, peligrosamente. Éste aun sostenía ambos vasos, y dejó espacio entre sus cuerpos apartando sendas manos hacia los lados. Ahí estaba, preparada en la recámara. El golpe crítico. La última bala, decidida y refleja en sus ojos. John no tenía hacia dónde huir. Tampoco iba a seguir huyendo. Eso es lo que se dijo aquella primera noche en la que fueron a la cama, ¿no? El recuerdo de Nergal... Newcastle... los tres príncipes... Zeta... Ya basta de huir.
- Eres mis miedos. - Cerró la boca un segundo para intentar calmar su pulso, pero le fue imposible. Aquí venía su propio Waterloo. - Mi miedo a quedarme solo otra vez. Mi miedo a ser feliz y perder otra vez. A decirte lo que no les digo a las personas que me importan para mantenerlas lejos de mí y que no les pase nada. A querer amar otra vez y terminar con otro cadáver entre mis manos. Te has convertido en la razón de que sonría por las mañanas y beba tres botellas por la noche. - Otra pausa, breve, para retomar el aliento. - Nunca te lo he dicho porque no quería que te asustaras. Admitámoslo: no somos precisamente las personas más abiertas del mundo, y los dos conocemos lo que es el dolor y lo evitamos, con medias sonrisas o huyendo. Seguramente si no hubiera sido por ésta maldición no te habría dicho nada. Me gustas, y no quiero hacerte daño. Te he contado parte de mi vida y ni siquiera es el prólogo. Conociste a Zeta. No es un futuro que quiera para las personas que quiero. Para la persona que amo. - Tercera pausa, pero ésta porque su lengua ya dijo todo lo que tenía que decir. La miró fijamente a los ojos. Lo había acorralado y obligado a desembuchar. Pero John no es de los que ponen la otra mejilla. - Ahora te toca a ti. ¿Qué soy para ti?
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 20th Noviembre 2016, 21:00
— Mientes… — susurré, intentando sonreír. — Es mentira.
Sabía que no era verdad, pero no quería creerlo. Le había pedido una respuesta que no estaba preparada para escuchar, había llevado demasiado lejos mi actitud de cría caprichosa para llegar al punto en que no sabía qué hacer con lo que se me había dado. Tal vez quería la negativa, quería hacerme daño para dejar de ilusionarme, dejar de engañarme. Y sin embargo, dolía. Me llevé una mano al pecho sin darme cuenta, sin dejar de mirarle, deseando que me dijera que mentía, aunque era imposible. De nuevo recordé a Storm, y me odié a mi misma por volver a traerlo a la memoria… Pero sobretodo porque me di cuenta de que tenía razón y había vuelto a caer una segunda vez en lo mismo.
Y la primera vez, me habían hecho daño. No había ninguna razón para no pensar que eso iba a volver a suceder. Además, tenía a Zeta para demostrarlo, al propio John repitiendo una y otra vez con la crudeza de la realidad cuantos errores ya no quería repetir. Había querido la verdad, le había obligado a decirla, y ahora esa verdad me sobrepasaba. Me lo había insinuado en el parque, con aquel café, y había decidido hacer oídos sordos. Y ahora intentaba hacer lo mismo cuando estaba claro que John había dicho lo que verdaderamente pensaba. Y me hacía feliz. Tan feliz que me hacía daño. Me senté en el respaldo del sofá, y empecé a reírme, como sólo lo haría alguien que no estaba del todo en su sano juicio.
— ¿Quererme? — Me ardía la garganta, tenía un nudo en el estómago. — ¿Es que has perdido la cabeza? ¿Has olvidado quién soy? ¿Quién somos? — Buscaba en sus ojos, desesperada, cualquier indicio de que yo tenía razón, de que él se había equivocado y me había mentido cuando estaba claro que no podía hacerlo. — Si ni siquiera yo lo sé.
Clavé las uñas en el sofá, aferrándome a él, como si el no hacerlo me pudiera hacer perder el suelo donde pisaba. Me sentía repentinamente pérdida, dolida sin saber qué me había herido, y con miedo. Miedo a las palabras de John, a todo el significado que cargaban con ellas, pero sobretodo al sentimiento implícito. Miedo a… que fuera correspondido. Miedo a que fuera tan cercano a lo que yo misma sentía por él. Tanto miedo que quería huir, y luchaba conmigo misma para no hacerlo.
El mismo miedo que me había llevado a acorralarlo y putearlo con esas dos preguntas. Al saber que si realmente llegaba a quererle, me sentiría tal y como me sentía ahora. Vulnerable. Expuesta. El mundo empezó a difuminarse y cerré los ojos con fuerza en un intento de que no viera que nos había arrastrado a ambos al límite, sacudiendo la cabeza con rapidez, negándome a todo lo que sentía. Intentando, en realidad, negar mi pequeño mundo de mentiras, cuando yo misma había tirado la primera piedra para derrumbarlo. Por que desde un principio, esa había sido mi primera pregunta “Qué era John para mí”.
Y ahora, por fin, lo sabía.
— Perdóname… No quería hacerte daño... .
¿Qué estaba haciendo? Cualquiera pensaría que era impropio de mí. Yo, en ese mismo momento, pensé que era impropio de mí. Como bien había dicho John, siempre había evitado el dolor, huyendo si hacía falta. No entendía por qué este momento tenía que ser diferente, por qué ahora actuaba como si se hubiera resquebrajado esa maldita máscara que siempre ha sido mi mejor defensa y mi mejor arma. Me sequé los ojos con el dorso de mi mano, e intenté recobrar la poca dignidad que me quedaba. Como siempre, con una sonrisa, tendiendo una mano para que me entregara la bebida. El gesto quedó ligeramente más brusco de lo que hubiera deseado, casi como si le exigiera que me lo diera. Y cuando lo hizo vacié todo el contenido de un sólo trago, desesperada por encontrar algo de tiempo en el culo del vaso. Pero no lo vi. Y John seguía esperando su respuesta.
— No eres nada. — Mentí, sin esforzarme en ocultarlo, inmediatamente suavizando el tono, consciente de que no podía alargarlo más. Había forzado la situación, así que me tocaba ser consecuente. — Y aun así… Me dolería pensar que tengo que compartirte. Antes de darme cuenta había perdido la necesidad de buscar la compañía de otras personas, y empecé a tener ganas de volver a casa por tener la oportunidad de verte. Hasta estudiar parecía una buena idea si me daba la excusa de tenerte un rato más conmigo. Pero como me lo pasaba bien… me negué a ver lo que estaba haciendo. Porque tenía miedo de que si lo aceptaba… o si intentaba decirlo iba a meter la pata por qué… — me encogí de hombros, sintiendo que volvían las lágrimas, aunque esta vez no hice nada por detenerlas. Sonreí.— ¿Quién querría estar con alguien como yo? Soy una bocazas. Acudes a mi para que te ayude y te hago esto. Nunca he sido capaz de hacer bien a nadie, y las pocas veces que lo he intentado era por puro egoísmo, para sentirme bien conmigo misma. Por eso… me gustaría poder decir que no eres nada para mí. Pero no es así... Y si yo soy tus miedos, tu has sido un sueño. El anhelo a ser mejor persona, a sentirme digna, a intentar ser alguien más que el fantasma con quien siempre me presento. El deseo de tener una identidad propia para poder decir que… siento algo por tí. A que quiero sobrevivir para quedarme contigo y cambiar, por una vez, tu suerte.
Sentí que me quedaba vacía. Mi corazón latía tan fuerte que me dolía el pecho y parecía querer estallar, y la felicidad que sentía al saber que existía alguien que pudiera quererme, se veía ahogado por el miedo a que Jota fuera de verdad un sueño, uno del que tarde o temprano tenía que despertar. Así que antes de que pudiera responderme me alcé y me sequé las lágrimas, para acto seguido quitarle el segundo vaso, y bebérmelo también. Había llegado el momento de abandonar la escena y huir.
— Puedes dormir en mi cama, si quieres. Creo… que mejor me iré a dar una vuelta. Creo que es mejor que me vaya. Buenas noches, John.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 22nd Noviembre 2016, 19:42
"Aquí viene", pensó John cuando esuchó las primeras palabras de Garnet ante su revelación. Un contraataque para cubrirse, para zafarse de las posibles heridas. El inglés ya contaba con ello. Como se ha dicho varias veces, la conocía bien. Además, era como verse en un espejo. Un espejo viejo y polvoriento que te muestra el pasado. Tu propio pasado. John había sido Garnet durante mucho tiempo. Ahora, más viejo y con más experiencia, se mentía a si mismo diciéndose que él ya no era así. Una de las mayores mentiras de John.
La situación no podía ser más paradójica: John que buscaba refugio ante su maldición se encontraba de pie y sujetando el arma, mientras que Garnet que se había impuesto como la dominante, como la que sujetaba el mango se vio expuesta, afrontando una verdad que no quería creer. ¿O sí quería? John se mantenía impávido mientras la pelirroja pasaba por varias fases del estrés, la histeria. Se estaba haciendo daño a si misma intentando buscar una solución. Una metáfora del ratón que quiere volver a meterse dentro del laberinto porque le da miedo lo que hay más allá de la salida. El mundo exterior. Y aún con miedo, quiere sentir la libertad. Por un momento, pareció que recobraba la compostura, pero nada más lejos de la verdad. El inglés tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantenerse callado, quieto, como un halcón. La psique humana era complicada, pero no más que una partida de cartas. Sólo tienes que partir de la base "todo el mundo miente". Si empiezas por ahí y vas desglosando, poco a poco te vas acercando al final de la partida y revelar las cartas de tu rival. En éste caso, lo que le pasaba por la cabeza. Demasiadas personas habían pasado por sus manos, por sus trucos, y que ahora estuviera haciendo lo mismo con Garnet... No, no, ésta vez era distinto. No la estaba manipulando. No trataba de que llegara a la misma conclusión que John, a hacer lo que él quería. Lo que estaba haciendo era desnudarla. Estaba usando el silencio como mecanismo para que la pelirroja dejara que todo cuanto se le estaba amontonando dentro saliera. "Te conozco bien...". Necesitaba desahogarse.
Garnet tomó uno de los vasos de John y lo vació en el acto, dejando tras de si esa sonrisa-escudo que tantas veces habían usado.
El escudo no duró mucho, por cierto. En cuanto comenzó a soltarlo todo, cuando comenzó a responder a la pregunta de John con una sinceridad parca, cubierta con un velo de miedo, la tensión en su cuerpo dejó que se le escaparan las lágrimas. El inglés siguió en su sitio mientras Garnet le decía que era un sueño para ella. Que quería cambiar su suerte y... Eso pudo con el corazón de ceniza de John. Si, quería escuchar esas palabras, pero a la vez no por el mismo motivo por el que lloraba la pelirroja: dolía.
La segunda copa, y John seguía sin decir nada, sosteniendo las posibilidades las cuales venían a ser: dejar que se marchara, meterse en su cama y dormir. La mañana siguiente sería otro día; o bien seguir atacándola. Seguir presionando para que aceptara lo que de verdad quería.
Ninguna de las dos era aceptable y John se quedaba sin tiempo, así que dejó de pensar.
Garnet se giró para marcharse, pero John no se lo iba a permitir. La agarró primero con suavidad, pero ella lo rechazó. No con dureza sino más bien con miedo. De la delicadeza pasaron a los forcejeos, y de éstos al silencio. El silencio del abrazo. El rubio terminó por rodearla con los brazos y mantenerla cerca de su cuerpo, quieto. La pelirroja siguió con lo suyo durante poco rato, hasta que al final, terminó el acercamiento del mago, cerrando sus propias manos tras la espalda de John. No había relojes que marcaran con su "tic tac" en aquel salón. Tan sólo el pulso de sus corazón, de su respiración. Un "bum bum" que sustituyó al "tic tac" para marcar el paso del tiempo durante aquel largo abrazo. Garnet podía notar la calma de John. La calma de quien ha decidido mandar a la mierda el destino, a la suerte y a su puta madre. La calma del hombre que había aceptado las cosas tal y como eran.
- Seamos egoístas, Garnet. - John mantuvo su cara cerca del oído femenino, en el reposo de su cuello. - ¿Qué mal hay en ello? A la mierda todo lo demás Garnet, a la mierda. Quédate conmigo. Es lo único que quiero. No quiero meterme en esa cama sólo. No quiero que te vayas y dejarte sola. Quiero que me abraces cuando te necesite. Quiero que cambies mi suerte Garnet. Seamos egoístas. Y a la mierda con todo. - John estrechó con más fuerza su abrazo a medida que sus emociones iban saliendo a la luz. Pero era John Constantine, y tenía una reputación que mantener. - Pero no pienses que voy a ser menos indulgente con tus clases porque te acuestes con el profesor.
Se separó, sólo para mirarla a los ojos. Necesitaba una respuesta, y la necesitaba ahora.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 22nd Noviembre 2016, 21:02
Antes de que pudiera apartarme de él, sentí la mano de John cerrarse entorno a mi muñeca. Y aunque no hubiera ejercido presión alguna, aunque no doliera, fue como sentir un calambre que puso en tensión todo mi cuerpo. Tiré con fuerza, en un movimiento brusco para forzar al inglés a soltarme, pero John no se dió por vencido. Volvió a intentar detenerme y de nuevo volví a intentar librarme, y cuanto más intentaba irme, con más fuerza intentaba él que me quedara. Quise recurrir a mi propio poder, ser inmaterial y simplemente largarme de allí… Pero en cuanto cesó un instante mi afán por desaparecer, Constantine me había rodeado con sus brazos. Mis manos, cerradas en puños, reposaban sobre su pecho. Intenté apartarme de él una vez más, y entonces me di cuenta de que temblaba, de que jadeaba del esfuerzo y me dolía garganta. ¿Le había gritado al intentar apartarme de él? ¿O era simplemente un nudo causado por la angustia? Me intenté apartar, cada vez con menos fuerza y finalmente…
Me cansé.
Aferré la camisa de John con ambas manos, y escondí mi frente contra su pecho. Ruby había muerto. Brooks había muerto. Johnny, desapareció de mi vida tal y como una vez había entrado. Y cada vez que lograba superar la pérdida de alguien importante para mí, aparecía otra persona. No quería volver a pasar por lo mismo. Pero John era cálido. Lejos de sentirme prisionera de sus brazos, me sentía protegida, y sentí como el calor de su cuerpo poco a poco relajaba el mío. Suspiré, dándome por vencida. John no se movía, como todo el rato mientras yo había hablado, se mantenía inmóvil y sin embargo sentía su presencia más cercana de lo que jamás habíamos estado. Ni todas esas veces entre sábanas podían compararse con lo que lograba transmitirme ahora ese gesto, y aunque lo hubiera creído imposible, lo prefería. Hubiera cambiado muchas de esas noches, por divertidas que fueran, por un abrazo como aquel, y aunque sonara a cursilería de película, es cierto que cuando lo vives, deseas que no termine. Por un momento, dejé de ser Shade, dejé de ser Garnet, dejé de ser Ruby. Aun sin saber quién era en realidad, por una vez era yo misma en mi propio cuerpo. Me sentí pequeña, frágil y, aunque sea contradictorio, fuerte. Así que finalmente, giré el rostro y apoyé una oreja sobre su pecho, escuchando los latidos de su corazón y suspiré. Terminé de cerrar mis brazos alrededor de su cintura, y por una vez, dejé que fuera otra persona quien me consolara. Aunque eso significaba dejar que tocara mi corazón y desnudara mi alma, dejar que rompiera mis barreras y perdiera mi máscara. Estaba cansada de estar sola y sonreír a todo como si de verdad no me importara.
Cuánto tiempo pasó… no el suficiente. Y a al vez, estoy convencida de que era mucho. Ninguno de los dos parecía tener prisa por apartarse del otro y agradecí tener el tiempo suficiente para recomponerme, de asimilar lo que estaba sucediendo y todo lo que implicaba. De nuevo, me dolía el pecho. Pero… no era del todo dolor. Tenía la extraña sensación de que se me habían hinchado los pulmones, de que algo no terminaba de caber dentro de mi pecho y por más que tomara aire, nunca era el suficiente. Era una sensación extrañamente maravillosa, fascinante e inquietante al mismo tiempo. Asustaba. Como me había asustado encaramarme por primera vez al borde de un edificio para saltar al exterior. Era ese miedo que te hacía temblar las rodillas y te hacía sonreír a la vez.
Finalmente John susurró en mi oído, y sentí escalofríos. Quédate conmigo, es lo único que quiero. De nuevo esa sensación de que algo no encajaba en mi pecho. Jamás hubiera pensado que se podía abrazar a alguien con tanta intensidad, hasta que John me demostró que sí se podía, y di mi mejor esfuerzo por corresponderle, mientras sus palabras bailaban en mi mente. Quería tiempo para pensar mi respuesta, como lo había necesitado para aceptar ser su aprendiz. Así que me mantuve en silencio, refugiada en sus brazos, deseando que no dijera nada más y tener algo más de tiempo… Pero John se separó de mí, y buscó mis ojos.
Separé los labios para responder, pero no fui capaz de articular palabra. Me sentí estúpida, cerré la boca y desvié la mirada, suspirando. No contenta con eso, tragé saliva. ¿Por qué dudaba tanto? Mil veces había pensado lo increíble que sería dejar de sentirme sola. ¿No era precisamente eso lo que me había llevado a acogerlos a ambos? No quería estar sola. Pero especialmente, no quería estar sin él. ¿No era ese sentimiento suficiente motivo como para aceptar el riesgo?
— John yo… Me da miedo. — volví a mirarle, decidiendo enfrentarme a aquellos ojos azules, y dispuesta a sostenerlos con los míos. — ...Pero creo que en mi vida he dicho algo tan sincero como lo que he dicho antes. — Acaricié el rostro de John, sintiendo mis dedos fríos contra la piel de su mejilla. — No sé si eres consciente de hasta qué punto me estás cambiando. Hasta el punto de que me quede a tu lado, de que puedas contar conmigo si me necesitas, de que estés logrando salvarme de mí misma...
No era una respuesta directa. Pero esperaba que fuera suficiente, por ahora. No dejo de ser quien soy, y nunca me he entregado enteramente a alguien, aunque ahora estuviera tan cerca. Así que del mismo modo que John había recurrido a la broma para rebajar la tensión del asunto, decidí devolvérsela.
— Y en cuanto a lo de ser menos indulgente… ¿Se te ha pasado ya la maldición, o has encontrado el modo de mentir con ella? Porque creo recordar que ya has perdido un par de lecciones por ello, ¿me equivoco?
Le sonreí, y por una vez, bajé la mirada con una pizca de vergüenza. Me habré acostado con mucha gente pero puedo contar con los dedos de una mano las relaciones que he mantenido en serio. Y con John, contaban dos, así que muy experta no me sentía en ese momento. Así que, probé a acercarme otra vez a él, tal vez darle un beso y intentar retomar ese abrazo que, para mí, había terminado demasiado pronto.
Tenía la impresión, de que en el fondo, esta conversación lo cambiaba todo, a la vez que no cambiaba nada. Yo no dejaba de ser quien era y sin embargo, me sentía completamente distinta.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 23rd Noviembre 2016, 12:34
- Soy tu árbol roto: puedes apoyarte todo cuanto necesites. Y si me rompo puedes usarme para sentarte y descansar. Y cuando deje de servirte para descansar puedes usarme para calentarte. Lo importante es que estés bien... Y sobre las clases... digamos que hemos pasado un puente - respondió John elevando ambas cejas, formando una expresión que no muchos habían visto en el inglés: una expresión relajada, de sentirse seguro. John solía mostrar siempre una mirada que denotaba desconfianza, alerta y preparado. Una mirada que le escupía al mundo y esperaba a que éste le devolviera el escupitajo. Y allí con Garnet, en aquel momento, sonrió de nuevo, pero sin una pizca de malicia ni para mantener su nombre. La última vez que se había mostrado así había sido con Zeta, y antes que ella con muy pocas mujeres. Muy, muy pocas... Al cuerno con todo, como había dicho antes. El inglés también se merecía ser feliz de vez en cuando.
El acercamiento de ambos culminó con un beso. No fue un beso apasionado, pero si intenso. No fue un beso cargado de lascivia pero si excitante. Fue uno de aquellos besos que marcan la diferencia. No es hasta que lo pruebas cuando dejas de pensar que todos los besos son iguales y que da igual con quien lo compartas. John quiso mostrarle lo feliz que era en aquel momento aferrándose con suavidad a la pelirroja, dejando que su cuerpo expresara todo cuanto sentía en aquel momento, con aquel beso. De nuevo un instante de silencio acompañado por los latidos y nada más. Serenidad en el caos. Ya sobraban las palabras. Ya no hacía falta decirse nada más. Tan sólo necesitaban tiempo para asentarse. Eran dos niños en territorio peligroso. Dos infantes que habían olvidado lo que una vez les habían enseñado: querer a alguien de verdad y querer estar con aquella persona, pasase lo que pasase.
Se separaron con suavidad. Había sido largo. Había sido corto.
John, en un acto afectuoso, apartó parte del pelo de Garnet hacia atrás para poder ver mejor el rostro de la mujer con la que había escogido compartir su vida. Si le hubieran dicho que la ladrona a la que había intentado timar para sacarse una buena tajada acabaría siendo la que le robaría el frío de su corazón seguramente habría apostado todo su dinero hacia el engaño, y habría perdido.
- Llegados a éste punto, quiero que sepas unas cuantas cosas sobre mí. Suelo dejar la tapa del váter levantada por si hay una emergencia a altas horas de la noche al volver de los bares; no soy de los que te despiertan por las mañanas con un "buenos días, amor mío": prefiero verte dormir; y soy jodidamente malo en la cocina. No me lo tengas en cuenta
Desde hacía mucho tiempo, aquellas pequeñas bromas las escuchó con un tono de voz que se alejaba completamente de la burla e iban acompañadas con la más sincera de las sonrisas. No era una sonrisa amplia, ni de las que muestran los dientes. Era una sonrisa que se contagiaba a todo el cuerpo, y se reflejaba en su mirada. Era pequeña, tímida y encantadora. La que habría sido su sonrisa más común de haber tenido otra vida diferente a la de John Constantine.
- Tal y como lo veo yo, podemos hacer dos cosas: podemos darnos otro beso, y otro, y otro y otro, y seguir hasta despertarnos la mañana siguiente desnudos y bajo las sábanas. O podríamos quedarnos aquí, tal y como estamos, abrazándonos los dos. Dios, no sabes el tiempo que hacía que necesitaba un abrazo así... O tal vez no sea le abrazo sino quién me lo da... Dame una bofetada porque empiezo a sonar demasiado cursi. - Volvió a sonreír, sin perder una pizca de su felicidad por desgastar la comisura de sus labios. - ¿Y bien, pelirroja? ¿Qué hacemos?
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 23rd Noviembre 2016, 15:45
La calma de mi maestro había logrado contagiarse en cuerpo propio, y poco a poco logré calmar la tormenta en que se había convertido mis pensamientos. Seguía sin tenerlas todas conmigo y como siempre parte de mí dudaba si no sería mejor largarme antes de que fuera tarde. Pero ahí estaba John, con una sonrisa que le cambiaba y le hacía parecer una persona totalmente distinta. Una sonrisa que parecía dejar atrás las cicatrices y los errores que parecían tan propias del inglés, tan natural y despreocupada que me dejó distraída por un breve instante en el que le miré con ambas cejas arqueadas. Aunque tampoco tuve mucho tiempo para fijarme en las diferencias, pues John aceptó mi nuevo acercamiento con una dulzura inusitada. Un abrazo y un beso, que fueron como una nueva primera vez, descubriéndome como el sentimiento puede cambiar radicalmente la percepción de los actos más sutiles. Hasta entonces nunca me había parado a pensar en los pequeños detalles que hacían de estos momentos únicos. La calidez de los dedos de John contra mi piel, el tenue latir de su corazón contra mi mano cuando acariciaba su cuello, el cómo sin darme cuenta lograba relajar toda mi musculatura con sólo posar su mano en la base de mi espalda.
No sabía muy bien cómo lidiar con tanta sensación nueva y de golpe. Pero en el fondo, sabía que era culpa mía. Tal vez albergaba la esperanza de que terminara así, encontrando un refugio entre los brazos de quien, sin darme cuenta, me hacía sentir tanto. Había querido probar suerte y la apuesta me había salido bien… Y en ese momento, sólo por ver cómo estaba reaccionando Constantine, descubrir esa sonrisa tan desprovista del dolor que normalmente velaba la mirada del mago, no pude evitar pensar que había valido la pena.
Cuando al separarnos escuché sus propuestas, el gesto tierno tan impropio, y el cariño que destilaban sus palabras, me descubrí a mí misma sintiéndome afortunada. Su último comentario, ofreciéndome el darle una bofetada, me arrancó una sonrisa que casi inmediatamente se tornó divertida, casi traviesa.
— ¿Quién eres tú y qué has hecho con el cretino de mi Jota? — Mi Jota, repetí internamente, disfrutando de la calidez del pensamiento. — Me anoto lo de la taza de emergencia. No me parece mala idea ni algo que me moleste en exceso. Lo de cocinar... No me importa hacerlo yo, pero pobre de tí que te quejes. Nadie me ha enseñado, y no he tenido la oportunidad de seguir recetas, más allá del ensayo y la prueba y error. Y si vas a vivir bajo mi techo... Espero que no te moleste que me adjudique tus camisas, al menos para ir por casa. — Dejé que poco a poco la sonrisa perdiera aquél pequeño punto de picardía, quedandome simplemente con una expresión serena. — Hay dinero escondido en el ático. Más del que crees, probablemente. No te voy a decir dónde. Soy muy celosa con aquello que he ganado con tantos años arriesgándome a perder cuanto tenía. Pero puedes pedírmelo si necesitas algo. Creo que eso es todo... — No lo era. Pero no quería admitirlo. Todavía no. — Vale, en cuanto a esas dos opciones… Que tal si, acorde a mi fama de ladronzuela avariciosa, los escojo ambos. — Rodee su cuello con mis brazos, dejándole un beso en la punta de la nariz. — Podemos subir a la habitación, tumbarnos en la cama, me das todos estos besos que dices, y nos quedamos abrazados hasta que salga el sol… Y por una vez… — Bajé el tono de voz, como si le hiciera partícipe de un secreto. — Podrías contar conmigo cuando te despiertes por culpa de tus pesadillas en lugar de irte a la terraza a fumar tú solo. No me importaría acompañarte y fumar contigo, o simplemente quedarnos en la cama. Incluso podríamos beber hasta olvidar nuestro propio nombre, aunque allí te llevaría una vida de ventaja.
Al fin, con los sentimientos bajo control y de nuevo sintiéndome dueña de lo que decía y lo que pensaba, empecé a poner en orden mis prioridades. Esbocé de nuevo aquella sonrisa tan propia mía, que dejaba claro mi posición y mis exigencias, esa confianza que demostraba que yo y únicamente yo tenía las riendas de mis actos. Mi vida bajo control. Excepto un pequeño minúsculo y ruso detalle que, hablando de beber hasta olvidar, probablemente no sabría al despertar cómo había llegado hasta su habitación. En ningún momento me había planteado que Any entrara en la ecuación de mi vida sentimental, hasta ese preciso instante, recordando entonces algunas de las tensiones que habíamos vivido los últimos días, cómo a veces se comportara como si… Estuviera celosa.
— Esto… se lo vamos a contar a Anya, supongo. Por qué habría que contárselo, ¿verdad? — pensé en la gente de ShadowPact, en Zeta, en la misión que tendríamos en breve. No estaba acostumbrada a plantearme qué pensaría el resto de gente. Y ahora pertenecía a un grupo, y tal vez tendría que preocuparme por ello. Al menos un poco. — Quiero decir… ¿tenemos que hacerlo? Igual sería más cómodo que… bueno, que se dieran cuenta. Se me hace raro hablar de esto…
Me aparté de John, igual que él lo había hecho, con delicadeza. Mis brazos siguieron el recorrido de su cuello hasta los codos y finalmente las manos, abandonando el contacto con una última caricia. John me había traído un vaso cuando yo le había acorralado para hablar y encima me había bebido el suyo. Así que… Le hice un breve gesto con la mirada para ir a por una botella. Si quería beber en la cocina, y seguir la conversación, o subíamos a la habitación, quedaría en sus manos.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 23rd Noviembre 2016, 18:28
- Suena eróticamente interesante... - proclamó el inglés en cuanto a lo de sus camisas y no ser él quien las llevara por casa. "Por casa..." Esa expresión le sonó tan familiar como lejana. Ya hacía tiempo que vivía con las dos pelirrojas en el ático donde ahora tenía plantado sus pies, pero jamás lo vio como si fuera su casa. John estaba acostumbrado a ir y venir de un lugar para otro, visitando los hogares de sus esporádicas amantes, los tugurios de sus esporádicos dispensadores de alcohol y las esquinas de sus constantes acreedores. El único lugar al que se sentía a gusto al volver y estirarse en el sofá tranquilamente era la Casa del Misterio. Ahora debía añadir un lugar más en aquella lista: un enorme ático junto a sus dos alumnas. Y una de ellas le había regalado un pase para compartir su cama y sus sentimientos. No podía pedir nada mejor.
Era un sueño. Debía de ser un sueño. ¿No lo dijo Garnet? Él era su sueño. ¿Significaba que la pelirroja era el sueño de John? ¿Y cuándo se iba a despertar? Tal vez, de todas las veces que había deseado no despertarse al día siguiente, ésta era la que sin duda esperaba con más fuerzas que no hubiera un mañana para despertarse. "Y mañana y mañana y mañana, ¿eh? Joder John, y ahora recitas Shakespeare. Te estás agilipollando."
De un sueño pasaron a otro. La sonrisa se le ensanchó escuchando a la pelirroja proponiéndole ser avariciosos, tomando ambas posibilidades en lugar de una de las dos. Acentuaron su acercamiento, extenuaron los roces... Joder, que no hubiera un mañana. Aquello era demasiado bueno para dejarlo en una sola noche, para dejarlo en el pasado. Que el tiempo se parara se dijo John, que ésta es mi parada y que os follen a todos. De un sueño a... una pesadilla. Si, como no iba a enterarse. John se había engañado a si mismo, o mejor dicho, se había propuesto que, mientras ella no dijera nada, él no diría nada al respecto. Y eh aquí que llegó la noche en que Garnet comentó lo de las pesadillas de John. De los momentos en que se levantaba por la noche y hacía un bonito truco de magia con la mitad de las botellas de alcohol del ático.
- Trato hecho - fue cuanto le dijo John. Éste era un momento demasiado bonito como para joderlo con sus pesadillas, los recuerdos de mierda y los fantasmas que lo perseguían allá donde fuera. Trato hecho había dicho, y lo iba a cumplir. Si ella quería formar parte de aquellas horas no sería John quien le negara la entrada. Es más, podría incluso ayudarlo, ¿no? Y si no podían nunca iba mal trasnochar un poco: levantarse en mitad de la noche y que ambos estuvieran despiertos podía derivar a una charla, unas cuantas bromas, dos copas y un poco de sexo para aclarar la mente y agotar el cuerpo. No era mal trato, no.
Anya apareció entre ellos. No físicamente, pero allí estaba. Quedaba patente que a Garnet le preocupaba la rusa, y también a John, aunque no de la misma forma en que lo planteaba la pelirroja: cuando John pensaba en Anya para preocuparse solía aparecer cierta mano negra y una cuenta atrás sobre su cabeza. Pero si, Garnet tenía razón en ello: la rusa formaba parte de sus vidas. Ya estaba suficientemente jodida como para que de repente...
- Ella ya lo sabe... o al menos intuye algo - comentó John siguiendo a Garnet hasta la cocina, donde sirvió esa copa que se había quedado en nada en cuestión de segundos. John tomó su respectivo vaso. - Mañana podemos hablar con ella cuando se levante y no tenga cuatro martillos aporreando su cabeza. Hablaremos con ella y le diremos lo que le tengamos que decir. Tampoco hace falta entrar en detalles pero, sí habría que dejarle claro cómo están las cosas. - John le echó un vistazo a su copa. - Sabes que yo tengo una hermana, ¿verdad? O tenía. Lo cierto es que no sé qué recuerdo es mi vida, el que está viva o el que está muerta. El caso es que vi a mi hermana en una niña pequeña hace mucho tiempo en Newcastle y tenía problemas... No pude ayudarla y la perdí. Ese recuerdo me atormenta y me viene a la cabeza en personas como Anya. No quise inmiscuirme en su problema en primer momento, pero no me vi capaz de negárselo. En parte por curiosidad y en parte... Newcastle. Mi hermana. Lo jodido en mi vida es llegar a éste punto de empatía con alguien que sabes que está jodido y aun así me niego a soltar esos sentimiento. Anya es como mi hermana pequeña ahora mismo. No puedo dejarla, ni abandonarla ni extirparla de mi vida. Así que las cosas, tal y como las vea yo son así: nosotros tres somos una pequeña familia. Una familia de mierda, jodidos y con nuestros problemas, pero qué familia no es así. - John volvió a mirar el culo de su vaso, decidiendo que iba siendo hora de dejarlo seco. Luego dejó el vaso sobre la mesa y le advirtió a Garnet - más vale que recuerdes lo que estoy diciendo porque cuando se me pase la maldición voy a dejar de soltar todas éstas cursiladas y a ser el cretino de tu Jota - y no pudo terminar sin aquella sonrisa socarrona suya.
Ahora venía la decisión de la noche, ¿seguir allí como estaban o irse a la cama? Decisiones, decisiones...
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 23rd Noviembre 2016, 22:06
Una vez en la cocina, dejé que las cosas volvieran naturalmente a su cauce. Como todas las veces que me paraba allí a hablar con alguien, me apoyé en el mármol y crucé las piernas. No tenía la más mínima idea de cómo esperaba John que me comportara, si se suponía que tenía que estar constantemente a su lado, buscando el contacto físico o si los cimientos de la relación eran básicamente los mismos, así que ante la duda… Actué con naturalidad, como si no hubiera sucedido nada en realidad. Le ofrecí la copa como lo habría hecho en cualquier otra situación, y me encaré a mirarle directamente a los ojos en lugar de situarme a su lado. Si Constantine deseaba tenerme más cerca, tendría que acercarse él. Me quedó claro que las pesadillas eran un tema tabú para John, así que decidí no indagar más, dudando que fuera a perdonarme que usara la maldición para sonsacarle algo que estaba tan claro que prefería guardar para él.
La maldición… Tal vez fuera la maldición lo que llevara a Jota a sincerarse como lo hizo, hablándome de su vida, sabía que era reservado para con su vida propia, pero… Yo no le había preguntado sobre NewCastle. No le había preguntado por aquella hermana que no sabía que tenía y cuya existencia se posó sobre mi pecho, helandome los pulmones. Por un instante me sentí fría. Dicen que el vínculo entre mellizos es más fuerte que el de dos hermanos que no han compartido el vientre de la madre. Tampoco tenía modo de saber si era verdad, puesto que los recuerdos de Ruby estaban más allá de la memoria que conservaba. Pero… No podía ser fácil. Pero había algo que había hecho la afirmación todavía más extraña. Así que medí mis palabras, e intenté hablar del tema con tanta delicadeza como fui capaz.
— Qué recuerdo es el de tu vida… Si está viva o no… Creo que me estoy perdiendo un poco, John. ¿Tienes varios recuerdos de distintas vidas? — Intentaba recordar conversaciones anteriores. Si alguna vez, me lo había contado, no lo recordaba. Tal vez no le prestara tanta atención como la que había decidido dedicarle en los últimos días. — Quiero decir… Hay una posibilidad de que tu familia siga viva, ¿y no has intentado ponerte en contacto con ellos?
Me di cuenta, casi tan rápido como lo había dicho, de que probablemente tuviera la respuesta delante de mis propios ojos, con la corbata desatada y un vaso en las manos. A mi propio modo de entender, había muchos números de que John intentara quedar fuera de la vida de su propia familia por miedo a herirla, a envolverlos en esta extraña rutina de infortunio que parecía perseguirle a todas partes. Y en la que yo había entrado tirándome de cabeza y saludando con la mano. Para colmo… Nos consideraba a Anya y a mí misma parte de su familia. Una pequeña familia, como había dicho él, jodida y con problemas. Pero había algo que John dijo mal, y que me mordí la lengua por no responder. Para mí era una familia de cuatro. Otra de las cosas que todavía estaba ocultando, pero consideraba que no era ni el momento ni el lugar para dar a conocer.
Quiero decir, había sido una tarde bonita. Pese a los momentos en que había estado poniendo a John en aprietos, creo que ambos necesitábamos ese momento de charla. Porque ninguno de los dos iba jamás a admitir lo que estaba pasando. Yo no lo hubiera hecho nunca, sin que él hubiera hablado primero y Jota no parecía de aquellos que dejaban ver sus sentimientos. Él mismo había dicho que probablemente jamás lo hubiera sabido de no ser por la maldición, y yo estaba de acuerdo. Así que le debíamos este momento al rey de las mariposas, fuera quien fuera. Así que Constantine no necesitaba que ahora mismo le recordaba que guardaba el alma de mi hermana muerta y que podía sentir parte de lo que ella sentía. Era raro. Pero había aprendido a hablar con ello. Y con suerte, sería capaz de escondérselo al menos una temporada, pues ya tenía suficiente en su cabeza el inglés como para preocuparse de un miembro de la família que probablemente nunca estaría allí. Ya tenía su maldición, sus pesadillas, sus recuerdos, Anya… y yo misma.
— Me voy a guardar las peores preguntas. No soy tan inhumana. Pero… No puedo evitar tenerlas. Creo que sólo te preguntaré aquello que considero, podrías haber respondido sin estar bajo el influjo de Cupido. — le devolví la sonrisa, aunque la mía fuera más sosegada. — Pensabas en mí del mismo modo, ¿verdad? Tal vez incluso un poco menos. Yo no soy tanto una víctima, pero te lo puse fácil. Cubrí tus necesidades, un hogar y una cama, encima con calor humano. Te pediría sinceridad, pero creo que es innecesario. Aun así… Me gustaría saber tu opinión. — Vigilé mis palabras, para formar la pregunta del modo más indirecto posible, esperando que así no se viera tan forzado. — Me gustaría saber si realmente es un peligro para mí, y también quisiera saber si crees que podríamos separarnos.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 24th Noviembre 2016, 12:25
Fue en ese momento, cuando hablando de su hermana y lo de NewCastle que John se dio cuenta que la había jodido... de nuevo. Curioso, ¿no? Acababa de empezar una relación más allá del simple sexo y ya le estaba ocultando cosas. Aunque la verdad, no es que se lo ocultara: al igual que sus pesadillas el problema con su cabeza para él era algo muy personal, un problema suyo que no quería que se divulgara a los cuatro vientos y los siete mares. Conocía más de uno que se aprovecharía de la situación para intentar timar al timador. Pero con Garnet era diferente. John sabía que podía contárselo. "Compartir pesadillas, ¿recuerdas?" Con el tema de su hermana muerta ella se había abierto, o casi, del todo. Aun estaba el tema de la muerte de su gemela y el por qué seguía conectada a su hermana viva. Para llegar a ese punto tendrían que indagar bastante, y ya se lo dijo aquella misma noche: hipnosis. Era el mejor recurso del que disponía John. Y fue con ese recuerdo en mente, el de Ruby y Garnet que las preguntas de la pelirroja tomaron una forma distinta a la de una simple pregunta: dolor, incomprensión. Familiaridad. John se puso por un momento en el pellejo de Garnet, preguntándose por qué si sabía que tenía una hermana no se había puesto en contacto. Si su hermana estuviera viva... Y se sintió fatal por ello. Otro tanto para el rubio.
- Lo siento - que alguien apunte éste día en el calendario: John Constantine disculpándose de verdad - creo que tendría que haberte contado lo de mi cabeza. Es... algo complicado de explicar así que intentaré ser breve y preciso. ¿Sabes lo del efecto Omega? ¿Varios universos comprimidos en uno solo? Imagina a todas las Garnets de todos los universos. Imagina que cada una de ellas tenía una vida distinta, con personas distintas, con posibilidades distintas... Ahora coge las memorias de todas esas pelirrojas y mételas en tu cabeza. Eso es lo que tengo yo en la mía. - A dos pasos frente a Garnet, John le dio un trago a su recién rellenado vaso, más como un acto reflejo que porque tenía sed. - Tengo en mi cabeza cada jodido recuerdo de cada Constantine que ha existido, y a veces no consigo saber qué recuerdos son míos y cuales no. Empezó en Febrero, creo, durante los primeros días. Tenía unas jaquecas terribles. Parecía que mi cabeza se iba a dividir en dos. Fue cuando conocí a Lissa, la chica de la coleta de Shadowpact y usó su magia en mi mente. Le pedí que no me borrara los recuerdos, que lo pusiera todo en cuarentena para poder acceder a ellos cuando me hiciera falta y sin que me saliese el cerebro por las orejas. Funcionó, aunque aun ahora sigo catalogando esos recuerdos. Entre ellos tengo varios de mi hermana: en unos está muerta, junto a su marido y su hijo... o hija. Creo que era una hija. En otros están vivos, otros sólo la niña, o solo mi hermana... El que tengo claro y sé seguro que sucedió de verdad, o mejor dicho me sucedió a mí fue cuando el gilipollas de su marido las metió en una secta y casi hace que maten a su propia hija. Y... no sé con claridad dónde vive ahora mismo. La verdad, la echo de menos, y a la pequeña, y me gustaría buscarlas... Pero tengo miedo de saber que el recuerdo de éste universo es que están criando malvas. No sé si podría afrontar la verdad. - ¿Pero qué le iba a contar a Garnet? Su problema familiar era mucho menor que el de ella: la pelirroja sabía con seguridad que su hermana estaba muerta, y que no podría volver a tocarla, a hablar con ella, a pasar las noches de Navidad con ella... John, a veces eres un victimista gilipollas...
Luego llegaron más preguntas. Era la noche de las preguntas. Era la noche perfecta de sincerarse. ¿Pero estaba bien? ¿Sería bueno sincerarse tanto? En algunos momentos John no lo tenía del todo claro porque él mismo sabía lo capullo que podía llegar a ser. Si le hubiera dicho a Anya que la primera vez que se habían visto y le había mostrado la mano la habría tirado al río con tal de que no se le acercara seguramente no se lo perdonaría, o la haría sentir peor de lo que ya se sentía aquella noche. Pero las preguntas y respuestas no iban para Anya. Eran para Garnet. Y ésta le pidió sinceridad. Bueno, eso iba a tenerlo en cantidades astronómicas, y a John se le escapó una sonrisa ladina ante lo paradójico de la situación. Dio otro trago ésta vez para aclararse la garganta, sabiendo que el torrente de información iba a salir tuviera la lengua seca o húmeda.
- No sé si te lo hubiera dicho sin la maldición. Hay cosas que me las quiero guardar y no me gusta contarlas porque muchas veces me partiría la cara a mí mismo. Una de esas veces es cuando te conocí. Mi plan era conseguir una caja para un tío que me iba a pagar lo suficiente para vivir unos 3 meses sin preocuparme. También le iba a estafar así que... El caso es que busqué a alguien que pudiera hacerme el trabajo mediante la clarividencia, y te encontré a ti. Cuando nos conocimos quise tantear el terreno, descubrir de lo que eras capaz y si eras a quien buscaba pagarte con una cuenta llena de números rojos. Si, lo sé: "pedazo de cabrón". He pensado en ponérmelo de segundo nombre ya que muchos me llaman así y me lo merezco. Cuando me contaste tu caso, te vi con otros ojos. De momento solo te veía como una chica con un cuerpazo impresionante y una cara bonita, y con un aire seductoramente misterioso que me atrajo. Pensé en llevarte a la cama antes del trabajo incluso. Luego me entró la curiosidad, mi morbo por lo extraño y lo oculto si quieres llamarlo así. Lo uno llevó a lo otro y decidí a medio camino mandar a la mierda la caja, la estafa y centrarme más en ti. ¿Que eras como Anya? En absoluto: Ruby no es invasiva, o al menos no lo vi así. No es una maldición que te consume por dentro. Tampoco sé hasta qué punto te ha afectado tener a tu hermana contigo, y mi teoría es que el cariño que os tenéis la una a la otra creó éste lazo espiritual. Puede que me equivoque, pero podría ser posible. Y si, podéis llegar a separaros, aunque no sé qué pasaría con tu hermana. Al cortarse el lazo podría marcharse al más allá o quedarse como un fantasma. Para eso tendría que hablar con ella y descubrir qué cómo es. Con toda ésta charla vengo a decir lo siguiente: si, iba a aprovecharme de ti, pero me calaste demasiado para hacerlo. Te pedí quedarme y compartir tu cama más porque quería que por necesidad; No sé qué pasará si os separo. Puede que cambies un poco, puede que no, y con Ruby lo mismo: no tengo muy claro qué será de ella.
John se quedó donde estaba. No tenía muy claro si después de decirle eso Garnet querría un poco de espacio o algo de contacto físico. Si quería estar a solar para reflexionar o si necesitaba un abrazo que la consolara o darle una bofetada. Lo tercero es lo que habría hecho Zeta en su lugar. Pero ahí estaba, esperando a que Garnet asimilara lo que acababa de contarle.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 24th Noviembre 2016, 13:44
De nuevo otro torrente de información nueva. Escuché con anhelo todo lo que pudo contarme. Recordé a la chica del ShadowPact, la breve sonrisa que me había dedicado al ofrecerme para ayudar, y como el gran contraste a la hostilidad del resto de gente la había dejado en buen lugar en mi propio ránking personal. Saber, además, lo que había hecho por John, me hizo estar todavía más agradecida a la mujer, tanto por la sinceridad y aplomo que nos había mostrado en la reunión, como por poner su grano de arena a que Constantine fuera quien era en ese momento.
Entonces intenté imaginarme lo que había sido estar en la piel de John. Yo, que no tenía recuerdos de mis primeros años, me imaginé que los recuperaba, pero eran inciertos, y todos ellos la vez. Mundos donde Garnet tenía una familia, mundos donde Garnet se había criado en las calles y no lo había logrado, chiquillas pelirrojas que habían logrado conservar su esencia e inocencia donde yo no lo había logrado. Era un pensamiento inquietante, pero sobretodo, doloroso. Especialmente para mí, que consideraba los recuerdos un tesoro fuera de mi alcance. Y para colmo, su familia. Una sobrina metida en una secta, una hermana muerta por un gilipollas que fue a casarse con ella, la incertidumbre y el miedo. Si yo descubriera ahora mi nombre real, el de mi familia, ¿sería capaz de ir a buscarles, sin saber si todavía seguían vivos? ¿Si sabían siquiera de mi existencia? Y una vez más me sentí afortunada, y a veces, pensaba que era mejor no tener recuerdos, ni lazos familiares. Me sentí afortunada, y egoísta, y culpable, sobretodo porque tenía delante de mí a John, a quienes estos recuerdos parecían romperle desde dentro. Fue también, la primera vez que me planteé a John como un niño, pese a tener, por lo menos, tres veces más edad que yo. Por un segundo, se me antojo frágil y asustado, incapaz de decir la verdad por miedo a las consecuencias. Nunca me había planteado que el tono afilado de sus palabras eran, igual que las mías, para defenderse. Y ahora que lo sabía, me parecía tan absurdamente obvio que no entendía cómo había podido estar tan ciega. Evidentemente, porque entonces no me importaba, y tampoco me interesaba verlo.
Eso también había cambiado, como tantas otras cosas en los últimos meses. O tal vez, desde la colisión. Mi vida previa al extraño fenómeno cada vez parecía más distante, y no era debido al paso natural del tiempo, sino al cómo el constante entrar de nuevas personas y seres de otros universos a mi vida estaba cambiando lentamente mi perspectiva de las cosas. Sonreí, casi sin ganas, empezando a plantearme ese cambio como algo bueno. Sólo el tiempo lo diría.
Lo que más me sorprendió fue lo tranquila y preparada que me sentí durante la siguiente respuesta. No, no me cabreó que John me hubiera intentado estafar. Ambos lo sabíamos desde un buen principio, y él mismo me lo había dicho esa primera noche, antes incluso de acostarnos. Así que al menos por esa parte, no le guardaba rencor. Al contrario, cuando se dirigía a mí diciendo cosas como, por ejemplo, que tenía un cuerpazo impresionante, una cara bonita y un aire seductor, lejos de sentirme ofendida se me pintaba tal sonrisa de satisfacción en el rostro que era imposible no pensar que me estuviera gustando su respuesta. Pero había algo más. En absoluto, había dicho, pensaba en mí como pensaba de Anya. Ya no por tener celos de que tuviera que compartir su vida con la rusa, cosa que de momento no se me había pasado por la cabeza.
Si no por la compasión. John no se había quedado junto a mí por lástima, nunca había visto en mi ese aire de perrito lastimero que te quieres llevar a casa para ver cómo se lame las heridas. Sentí como si hubieran retirado una losa de mi pecho. Me había ganado a Jota por mérito própio, no por la mala suerte que a veces parecía seguir la estela de mi vida. Y eso, junto con todos los acontecimientos recientes, habían logrado que mi vida se ganara el calificativo de feliz. Aun cuando mis problemas no se habían solventado y el horizonte prometía seguir tirando piedras a mi tejado… lo era. Y eso fue suficiente para que todo lo demás me parecía carente de importancia. O mejor dicho, me sentía como si me hubieran facilitado una escalera de mano. Un medio para escalar los muros y los obstáculos. Un árbol roto al que trepar.
Tendí un brazo hacia John, y sujeté la tela de su camisa, a la altura del brazo, pidiendo delicadamente que volviera junto a mí. De un breve salto me senté en la encimera, rodeando por quien sabe ya si cuarta o quinta vez su cuello, y le hice apoyar la mejilla en mi pecho, acunando su rostro y abrazándole.
— Gracias por contármelo… y de nuevo perdón por preguntar. — susurré besándo su cabello. — Si alguna vez… quieres intentar encontrar a tu familia, iré contigo. Nunca he tenido que estar ahí por otras personas, y creo que me va a costar un poco… así que intentaré quedarme, aunque no esté acostumbrada.
Recité estas palabras, creyendo con sinceridad que ponía el corazón en ellas. Pero no tenía claro si se lo decía a John, o me lo decía a mí misma. Suspiré y le abracé con fuerza, consciente de que para mí era un gran, gran paso. El momento de aceptar a alguien más en mi vida, de dar un nuevo voto de confianza. De intentar ser feliz con alguien a mi lado.
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine) 24th Noviembre 2016, 17:23
La petición de la pelirroja fue aceptada con sumo gusto, y en silencio. John se dejó arrastrar, cruzándose con aquellos ojos esmeralda hasta reposar su mejilla contra su pecho. La sensación era cálida y escuchaba su respiración, el latir de su corazón. La rodeó levemente con sus brazos, acunándose sobre su cuerpo y sintiendo su aliento tras besarle el pelo. Y luego, la escuchó hablar no por sus labios, sino a través de su piel, de su esternón. Su voz era como un ronroneo, una canción de cuna para John que le hizo sentirse bien, a gusto. Había perdido el significado de aquella expresión, "a gusto". Claro que las veces que había compartido cama con Garnet o con cualquier otra mujer antes que ella se sentía bien, pero no era lo mismo. Así como un cigarrillo antes o después, no era lo mismo. Aquellas palabras le vinieron en el momento justo. Ni antes ni después. Justo... Le preocupaba su hermana, su pequeña hija. A su marido le podían dar por culo pero ellas eran distintas. ¿Cuánto hacía que no las veía? Era cierto, desde aquella vez... ¿O acaso hubo otra? Le daba miedo seguir por aquel camino al igual que emprender el viaje en su búsqueda. Pero justo, justo en ese momento, sintió como perdía una parte importante de si mismo. Una parte que se había convertido en un tapiz que llevaba siempre encima y que pesaba una tonelada.
El miedo se disipaba cuando pensaba que la pelirroja podría acompañarle. Ya no sería un viaje solitario. Ya no estaría solo...
"No estás solo, John. No lo estás..."
Sus manos subieron por la espalda de la pelirroja, escondidas bajo su melena. Ya no estaba sólo. Podía sentirla, tocarla. La tenía frente a él y no era un espejismo. No era ni un fantasma ni un error de su pasado. Era una aprendiz, una amiga, una compañera. Levantó poco a poco la cabeza, reticente a abandonar aquel lecho de serenidad. Fijó sus ojos en los de la ladrona y le robó el aliento. Un suspiro, un "gracias" perdido en el camino y de nuevo, aprisionó sus labios. Lo que había sentido en el ascensor volvió a John, como una amante que había encontrado el camino hasta tu puerta o la sombra de Peter Pan que decidió ser uno de nuevo. Con las manos y bien sujeta, el rubio levantó a Garnet sin dejar de besarla, despidiéndola del mármol que los había acogido durante aquella pequeña conversación y confesión. Las escaleras hasta el dormitorio se iluminaron en medio de la oscuridad, como un pasillo. Las baldosas hacia el mágico mundo de Oz.
Era el final de la escena de una película dramática, cuando el hombre, cliché total, sube a la mujer por las escaleras soportando su cuerpo en un abrazo, apoyándose levemente en las paredes para seguir besándola y sintiendo su cuerpo pegado al de él. La cámara los sigue hasta que abren la puerta y se meten dentro de la habitación. Una habitación de mujer, con la cama algo deshecha pero acogedora. La leve luz que se filtra por las ventanas que dan a la calle y la contaminación lumínica impide que la luz de la media luna se una al jolgorio. Él la tumba en la cama. Ella se deja hacer y lo abraza. Lo arrastra para que se tumbe con ella. La cámara los encuadra desde la puerta y ahí, fondo a negro.
Final de la escena.
Una bonita escena.
Pero ésto es la vida real. Ésta es la vida de John Constantine.
El súbito estupor hace que se despierte de golpe. Ni un grito ni tan sólo un espasmo. Simplemente abre los ojos y allí está, de nuevo en medio de la noche, con el corazón acelerado y la frente sudorosa. Se frota la cara con ambas manos y se siente... desprotegido. Se siente frágil y helado. La adusta boca de una pistola fantasma apretando su sien y sintiendo como alguien la amartilla. Está solo y está asustado. Pero no John, ya no tienes que sentirte así. No tienes que buscar tu paquete de cigarrillos y alejarte, mirar la ciudad desde las alturas y pensar que toda la mierda no te toca, que estás lejos de todo y nada te puede hacer daño. Tan sólo tienes que girarte hacia el otro lado. Sí, ahí está, tumbada a tu lado, con esa melena rojiza y esos labios que se frustran porque algo le ha cortado el sueño. ¿No lo ves John? ¿No lo ves?
- Shhh... tranquila... No pasa nada.... Sólo... dame un abrazo, ¿quieres?
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Tema: Re: What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine)
What lies beyond - Nueva York, 25 de Marzo 2019 - (John Constantine)