Se busca gatito perdido y peligroso.(12/04/2018, Robert Ramírez y Anastasia Románova )

El tiempo para el pasaba de forma diferente. Conocía perfectamente como los humanos trataban de atraparlo asignándole números y fechas, pero el aún no se acostumbraba a eso y más desde que se escapó de las garras del aterrador mago John Constantine. Nunca olvidaría su nombre ni como se aseguró que tuviera su primera experiencia con el terror. Por ello, había despertado en él un nuevo sentimiento que había estado creciendo y desarrollándose a lo largo de los días que habían pasado. Sentía desconfianza ante cualquier forma viva que entrara dentro de la categoría “humano”.

Pero aquello no era lo único que había aprendido, ahora era capaz de dominar algo mejor su forma corpórea, por no mencionar que ya no destruía lo que entrara en contacto directo a él a no ser que así lo quisiera. Un importante avance bajo su punto de vista pues no quería ser un arma, aunque realmente fuera su destino potencial. Por ello quería alejarse de los humanos. Sabían que podían ser muy destructivos.

Ahora vivía entre gatos en una colonia felina que habitaba un edificio abandonado. El destacaba porque era un gato que parecía hecho de fuego morado. Sabía cambiar de forma pero no era capaz de parecer una criatura normal. Nació siendo una llama y pareciera que seguiría siéndolo por siempre. Los gatos ya estaban acostumbrados a él, es más, lo consideraban como líder de la colonia pues había sido capaz de protegerlos en diversas ocasiones de peligros como niños armados con palos que entraban en el lugar o la caída de escombros. También había aprendido a donde conseguir la mejor comida, es más, era muy bueno colándose en los restaurantes de los humanos para robarles los alimentos. Así que en esa situación se encontraba “chispas”, siendo un felino más.

Empezaba a anochecer en aquella enorme ciudad que los albergaba, Metrópolis. Las luces empezaban a encenderse iluminando bien las calles y la actividad nocturna acompañada de su bullicio habitual comenzaba su horario. Y otra noche más Ente se encontraba buscando comida junto a unos compañeros de la colonia. No les ponía nombre, no había necesidad de ello, sabía distinguirlos perfectamente y nombrarlos sería una actividad demasiado humana para su gusto. Vigilaba desde lo alto de unas escaleras de incendios de un edificio como sus compañeros se movían por la calle, sacando comida de basuras o quitándoselas al vendedor de perritos calientes mientras era distraído por otros de sus compañeros. Uno de ellos volvía ya con su botín, cuando estaba cruzando la calle. Eran listos así que sabían esperar al momento en el que el tráfico estuviera parado por un semáforo. Pero un desdichado humano que conducía un deportivo no pareció respetar ni las estúpidas normas de tráfico que les eran impuestas. Aceleró y se llevó por delante al pobre animal que no fue suficientemente rápido de reflejos como para evadirlo.

Furia… la furia comenzó a inundarlo. Sus llamas moradas empezaban a tornarse rojizas mientras el desdichado asesino se alejaba por la calle. Saltó flotando por lo alto de los edificios, siguiendo las luces del vehículo. Justo cuando ya había alcanzado su velocidad y estaba encima, bajó rápidamente para tocarlos con una de sus zarpas. EN ese momento la mitad trasera del deportivo desapareció como su un agujero de gusano se lo hubiera tragado. EL conductor chilló asustado y lo que quedaba del coche derrapó, chocándose con una de las farolas. El hombre estaba bien gracias al cinturón de seguridad y los airbags, pero miraba horrorizado hacia atrás viendo que no quedaba nada donde debería terminar su deportivo. La gente se arremolinaba alrededor, observando atónita lo sucedido y sacando fotos. Lo curioso es que nadie se había percatado del animal.

El gato de fuego rojo lo miraba de nuevo en lo alto de una azotea. SU tono volvía a tornarse violáceo. Pese a que él se había llevado la vida de un compañero, no lo mataría para compensarlo, creía que toda vida era preciosa. Pero el escarmiento se lo había llevado

Ha pasado ya un mes desde mi última visita a esta ciudad; cuando se produjo la colisión de mundos y me vi arrastrado a ella, sin saber muy bien que estaba ocurriendo. Desde entonces, muchas cosas han cambiado; sobretodo en el mundo mágico.

Los incidentes con Entes y criaturas místicas han incrementado exponencialmente, al igual que su número; lo que, por consiguiente, me ha mantenido en gran parte ocupado. Sin embargo, hoy no me encuentro inmiscuido en ningún asunto relacionado; o al menos por ahora.

Con suma tranquilidad, paseo por las calles de la metrópoli; mientras mi mente, recuerda vagamente aquella extravagante e insólita batalla. La verdad es que, vista así, sin centenares de bichos feos intentando acabar contigo, parece un lugar bastante acogedor.

En ese momento, un fuerte chirriar interrumpe mi relajada caminata; un tipo conduce medio deportivo, hasta acabar estrellado contra una farola...Un momento, ¿Medio? ¿Que diablos puede partir un automóvil de ese calibre en dos, en plena carrera? Por no hablar de que no parece haber rastro alguno de la otra parte de este

Guiado por mi instinto y mis habilidades mágicas, hecho un vistazo al cielo; para observar, desde la distancia, una criatura extraña observando desde lo alto de la azotea de uno de los edificios circundantes. Acto seguido, me apresuro hasta algún callejón cercano donde no ser visto; para poder cambiar mi "apariencia".

Una vez ataviado con las vestimentas adecuadas, pronuncio un conjuro para transportarme hasta la azotea antes nombrada; apareciendo, a través de un vórtice mágico, junto a un felino hecho de lo que parece ser un fuego de color violeta.

- Vaya, algo me dice que no has salido de la casa de ninguna anciana...