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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019)
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John Constantine Vértigo Universe
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Ficha de Personaje Alias: JC Nombre real: John Constantine Universo: DC Universe
Tema: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 6th Mayo 2016, 21:06
- Disculpe señor, pero nuestra ética nos impide servirle una copa más.
- Cariño, ¿quieres dejarme sin negocio? Lo siento pero esa fue la última.
- Mira, haz lo que quieras con tu hígado, pero no será en mi bar.
...
- Mira, te pongo la pasta encima de la mesa. No me seas cabrón y relléname el vaso. - He dicho que no y es que no. ¿Sabes la que me puede caer si te da un coma etílico en mi bar? No colega, no te relleno el vaso. - ¿Pero tú me ves con cara de querer morir? Mira amigo, no me compares con éstos capullos que no tienen ni media bofetada: podría beber toda la noche y aun así podría cruzar la acera en línea recta y sin que me atropellaran. - ¿Sabes que no tiene mucho sentido eso que acabas de decir? No es no. - Hagamos lo siguiente: medio vaso, te lo pago como si fuera entero, me lo bebo en silencio y luego me marcho. ¿Qué me dices?
El barman suspiró, agotado. Había tratado con un montón de beodos, borrachos y lunáticos, pero nunca se había topado con un charlatán tan lúcido como ese. Quería librarse de él, y el propio inglés se lo había puesto en bandeja. Desenroscó la maldita botella, rellenó el vaso y cuando estaba llegando a la mitad, John le levantó el codo de forma violenta, haciendo que se lo llenara entero.
- ¡EH! Hijo de puta... - No te quejes: te he dicho que lo pagaría entero. - ¡Termínate el vaso y lárgate de mi bar, joder!
"Tranquilo, que no me vas a volver a ver la cara, gilipollas..." Estaba siendo una mierda de semana, y sólo le faltaba que le privaran de ahogar sus pensamientos con alcohol. Dio un trago largo al vaso y lo dejó sobre la mesa, del revés y con fuerza. El barman se giró con brusquedad, mirando el vaso y después fulminando al rubio. Éste se despidió a su estilo: levantando la mano pidiendo disculpas pero con una sonrisa pícara cubriendo sus dientes. Se giró y se dirigió a la puerta. Si, una semana de mierda. El lunes fue uno de esos días que quieres olvidar, y el mago según la cantidad de alcohol que había ingerido iba a mitad de camino. Se podría decir que nació aquel día, pues la cantidad de vidas que tenía en la cabeza se colapsaban entre ellas y era como si nunca hubiera vivido. Y para colmo la noche anterior había tenido la visita de aquel grandullón... Si, las cosas iban directas la infierno.
John abrió la puerta y entrecerró los ojos. Los efectos de la borrachera empezaban a llamar a la puerta, sobretodo cuando se quedó mirando una pequeña figura que tenía delante. "Tengo que tener la mayor borrachera del mundo si empiezo a ver niñas pequeñas totalmente solas por un barrio de mierda como éste."
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Última edición por John Constantine el 25th Mayo 2016, 13:38, editado 1 vez
Kim HwaJae Marvel Universe
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 25th Mayo 2016, 02:19
En la calle se cuentan muchas cosas, y cuanto mas apartada, destrozada, repugnante y con olor a meados es la susodicha, cosas mas turbias se escuchan. Es un poco como en función de las personas. Una calle blanca, pintada, con verjas y jardines está llena de charlas insulsas sobre la bolsa, los eventos sociales y los trajes de Armani. Por el contrario, el tipo de calles por las que yo llevaba semanas deambulando te hundían en mierda hasta las rodillas, y aún les sobraba para insonorizar las alcantarillas. Pero encuentras cosas la mar de interesantes, como por ejemplo, nombres. Durante todos los años que había pasado bajo el servicio de ese Monstruo Gilipollas había aprendido que en el mundo mítológico, el nombre está dotado de un gran poder, y no sólo se refería a los contactos. Si no también a otras cosas. Muchas hechizos no funcionaban si no sabías el nombre de aquel a quien querías afectar. Pero lo principal, era mas que nada saber hasta qué punto una leyenda asociada con un nombre era real. Eso era precisamente lo que quería averiguar.
Cuando llegué, la puerta del bar estaba entreabierta, pero al intentar asomarme, un tipo me miró con cara de querer darme un navajazo y hacerse un sandwich con mis interís. Claro que con mi pinta el tema de entrar en ese tipo de locales era un poco complicado. Así que me quedé fuera apoyada, comiéndome un chicle que había encontrado tirado en el suelo a la salida de una tienda de chuches. Ya se lo que estáis pensando y no, listillos, estaba entero y con envoltorio.
Oculta tras los cubos de basura, sentada en un cartón en el suelo, dejé que fuera pasando el tiempo, y los clientes entraran, se emborracharan y salieran. Me habían dicho que a la larga, era probable que el tipo apareciera por allí, o si no, alguien que le conociera. Durante toda la tarde sólo dos se parecían a las claves que me habían dado para encontrarlo, así que intercepté a uno antes de entrar. No sólo no respondió como se suponía, si no que además me dio un chupa chups. Hasta que no se metió en el bar despidiéndose amablemente, no se me pasaron las sospechas de que se tratara de un posible violador de arbusto. Pero no. El segundo que casaba con la descripción entró, pero me pilló metida entre los recovecos echando una meada y no fui capaz de interceptarlo. Bueno, pues nada. A esperar.
El tío se hizo de rogar hasta que por fin salió con pinta de desmadejado, amargado y dando tumbos. O me lo pareció a mi. Me planté delante de él con el chupa chups a medio chupar y me lo saqué de la boca, relamiéndome después con pinta de ser de esas niñas que preguntan al primero que pasa de dónde vienen los niños. Ya era noche cerrada, y tenía ese hormigueo dentro del pecho.
- Te lo has pasado bien ¿no? - dije, sonriente. Con algo hay que romper el hielo. - ¿Eres John? ¿John Constantine? - pregunté, dejándome de miramientos. Después de haberle esperado, no iba a quedarme ahí toda la noche.
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John Constantine Vértigo Universe
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 26th Mayo 2016, 15:05
John se quedó perplejo mirando a la niña que tenía delante. No, no podía ser de verdad. Debía ser una de sus alucinaciones. Tal vez había visto tantos fantasmas que ahora le tocaba el turno a su cabeza para crear nuevos personajes en su historia. Una niña comiéndose un chupachups delante de un bar de mala muerta a esas horas del día, rodeada de mugre por un barrio que no sale en la ruta de los niños ricos por temor a que se les pegara algo con solo pisarlo. "John tío, cada vez estás peor. ¿Seguro que Elissa hizo su trabajo?" En un intento por recobrar la compostura y una vuelta rápida a la realidad, el inglés hizo lo que toda persona en su situación haría: frotarse los ojos, apretar el puente de la nariz y volver a mirar.
La niña seguía ahí, y lo que era más extraño: sabía su nombre.
El pequeño mareo que tenía, la sensación de resquemor en su esófago y en su garganta, que sus pies no notaran del todo el suelo... claramente estaba a un paso de cogerse una buena taja y claramente, esa niña tenía que ser una alucinación de las suyas. Claramente. El mago respondió como sabía responder en situaciones así.
- Haya dicho lo que haya dicho tu madre, es mentira. Ni le debo dinero, ni eres mi hija: demasiado morena y con los ojos demasiado verdes, así que no, no soy tu papi. Aquí tienes: coge el bus y vuelve a tu casa.
Con las prisas y el mareo, John acabó dándole a la niña algo más de lo que costaba un bus. Suficiente para pillar un taxi y que te llevara al otro extremo de Nueva York. Luego lamentaría darle ese dinero a la pitufa, y si era una alucinación todavía más.
- Joder John... estás como un puto cencerro... - Se pasó la mano por la cara, levantó el cuello de su gabardina y echó a andar en dirección contraria de la niña.
Huir de los problemas. Huir del mundo. Huir de todo. Eso es lo que hacen los borrachos y eso es lo que hacía John.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 1st Agosto 2016, 13:38
- Si lo que he oído sobre ti es cierto, Jhonny, mi madre no te tocaría ni con un palo de tres metros con mierda en la punta. - le respondí, con un mensaje quizá un poquito amenazante, pero en mi rostro angelical no había ni rastro de resquemor. Sólo una sonrisa con un diente partido por el cual asomaba el palo de un chupachups de cereza a medio chupar. A veces, eso de tener la piñata hecha cisco tiene sus ventajas, y esa es una de ellas. No se te quedan los labios en carne viva, ni tienes que tener la boca abierta como un idiota para comer chupa chups.
El tío me soltó un billete en proporción a la borrachera que llevaba. Eso me daba para comprarme un autobús. Bueno no, pero ya me entendéis. Lo arrugué como una bola de papel albal y lo metí en mi riñonera. Me recoloqué el cañón de confeti que siempre llevaba a todas partes a la espalda, atado como siempre, y caminé a su lado, mientras el trataba de alejarse de mi como si de verdad fuera su hija ilegítima. Anda ya, inglesito. Mas quisieras.
- Vamos a intentarlo de nuevo, ¿eh, Jhony? por que eres tu, ¿verdad? ¿Es cierto lo que se dice de ti en la calle?- pregunto acomodándome a su paso, con los patines colgando del cuello. - No lo de pendón desorejado, alcohólico y mujeriego. Lo otro. Que sabes cosas. Cosas... oscuras. - digo intentando sonar inquisidora, pero la verdad es que apenas llego a niña creepy, un poco como esas que en las películas salen con un vestido blanco abandonadas en un bosque. Esas a las que tu instinto te increpa que no te acerques, si haces el favor.
La verdad es que si no apestara a tabaco y alcohol, sería hasta follable. Pero no con esas pintas de que se va a mear encima, ha estado besando carreteras, y está a punto de practicarse un flambé consigo mismo. Que manera de echarse a perder.
- Entonces, ¿Conoces a los malos? ¿A los abogados del diablo? - murmuro como si estuviera hablando del tiempo que hace que no pasa el autobús, aunque la realidad es que trato de usar jerga. Pero es muy difícil darle un toque de "el padrino" a las cosas cuando no despegas más de un metro del suelo. Procuro mirarle a la cara mientras me contesta, en general tengo buen instinto para pillar a los mentirosos, aunque no es infalible, y si sus historias hablan de él la mitad, va a costarme lo mío que quiera soltar prenda. Primero por que el don señorito inglés parece muy ocupado para levantar la cabeza de su ombligo, y segundo porque quien tiene tan mala baba de contestar así a una niña pequeña no está de ánimos para nada nunca. Pues tus pasotismos van a tener que quedarse para otro día, mister. Porque necesito saber algo, y lo necesito ya.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 26th Agosto 2016, 17:32
John siempre había pensado que lo peor que te podía tocar después de una borrachera era la bronca o la típica charla de resaca que te suelen dar aquellos que se preocupan por ti, que te quieren o que simplemente se creen con el derecho de señalarte con el dedo y apuntar allá donde creen que está más podrido, mientras te lo vendan con frases como "ésto no es una buena vida" o "deberías aprender de mí". Lo primero que deberían saber aquellos que van de expertos por la vida y pseudo-psicólogos con un carnet hecho con la parte de abajo de la caja de los cereales es que, si quieres llegar a alguien, no tienes que tocarle las pelotas con un hierro caliente, y esa es la expresión que más se asemeja al dolor de cabeza que acompaña toda resaca junto a un taladro verbal con pretensiones. Bien pues, estaba equivocado: lo peor que te puede tocar con una borrachera es que se te pegue al pantalón una niña con más labia que caramelo le queda en el chupachup. Y no labia de la que te quiere vender algo, no. Labia de quien te quiere camelar, y eso no se suele tener con diez años (más o menos) a menos que cumplas ciertos requisitos, y dichos requisitos no implican ni una familia estable, ni un padre modelo, ni una madre cariñosa y a veces ni techo.
John le echó un nuevo vistazo a la niña pesada por encima del ciego que llevaba, y tal vez fuera por los nubarrones de su vista pero se medio sorprendió cuando vio aquel tubo... ¿era un tubo? Bueno, esa cosa cilíndrica que llevaba la niña colgando de su espalda. ¿Para qué demonios arrastraba eso? ¿Era donde guardaba los pañuelos llenos de moco para tirárselos a los capullos en la cara? "Cuidado con lo que imaginas, John. A veces la realidad supera a la ficción y en todas las ocasiones... tú eres el capullo".
- Si has escuchado eso de mi tendrías que estar en la otra acera, no sea que un día alguien añada "pederasta" en esa lista - "Joder John, eso es demasiado incluso para ti, no me jodas". - Ni se te ocurra poner eso en la lista, piños.
Al mago se le empezó a poner el vello de la nuca de punta. Era esa sensación que solía tener cuando algo no iba del todo bien. Aquello que la gente llama instinto. ¿Una niña deslenguada en mitad de la noche en uno de los peores barrios de la ciudad, a las puertas de un tugurio, preguntándole por "cosas oscuras" y "abogados del diablo"? Una de dos: o era una niña que había escuchado historias sobre John Constantine, lo había visto y le picaba la curiosidad, o era una niña que tenía un problema entre manos o que sabía más de lo que el inglés creía. En cualquiera de las tres posibilidades, John hizo lo que habría hecho John Constantine en cualquiera de las tres opciones. Se paró en seco. Se giró hacia la niña. Le sacó el chupachups de la boca y se lo metió en la suya. Metió las manos en los bolsillos y se inclinó lo suficiente para intentar recrear una de esas poses amenazadoras de los pandilleros cuando están a punto de darle de hostias a un tipo más bajito y más débil.
- Mira niña, estoy teniendo unos días de mierda, así que deja de tocarme los huevos o yo mismo te arrastraré al primer taxi que pase en dirección a "tomar por culo". ¿Me has entendido?
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 5th Octubre 2016, 22:57
Vale, a ver si el tío se hacía con la mierda que llevaba. Se me quedó mirando un buen rato, y no estaba segura de si lo que intentaba era enfocarme, volarme la cabeza con la mente, o concentrarse en algún punto como yo por ejemplo para que no se le moviera la calle, o le saliera la pota como un surtidor de chocolate en la fiesta mundial de niños obesos. El caso es que después de esmerarse durante un buen rato me gruñó en inglés irlandés, o sea borracho, que me cruzara de acera.
- Nah, lo siento, no me van los chochos. - dije encogiéndome de hombros mientras se me dibujaba una sonrisa retorcida, que habría dado escalofríos a mas de uno. - Ah, ¿Así que te van las conchitas peladas y limpias? Bueno, eso es cosa tuya, Jhonny, no voy a decirte a quien tienes que meter en tu cuna, pero si me gustaría obtener una respuesta educada de un buen señorito inglés, en lugar de algo que confirme que tienes la boca llena de mierda. - comenté, de nuevo suavizando la sonrisa, procurando sonar a medias como una niña jugando, y simultáneamente como alguien con quien no te conviene jugar. ¿Qué queréis? Soy una mujer de lo más complicada. - Lo hacemos así, yo me callo tu gusto por las niñas pequeñas, y tu me cuentas un par de cosas, ¿eh? ¿Te hace? - pregunté asintiendo haciendo que la coleta se meneara enérgicamente y me hiciera cosquillas en la nuca.
Pero en lugar de comportarse como una personita decente, el tipo se plantó frente a mí. Me sacó el chupa chups de la boca, y se lo metió en la SUYA. El gesto me pilló tan desprevenida que me quedé allí mirándolo con la boca abierta, mientras su voz comenzaba a sonar como un mal solo de trombón, igual que en los dibujitos de Snoopy. Tuvo suerte de que no le oyera, porque solo habría empeorado la situación. Recapitulemos. Me sacó el chupachups de la boca y se lo metió en la suya. ¿Entendéis eso? ME-SACÓ-EL-CHUPACHUS-Y-LO-METIO-EN-ESE-JODIDO-POZO-BORRACHO-LLENO-DE-DIENTES-EDIONDOS-LLENOS-DE-GÉRMENES. Por un segundo, fijo que le parecería que el sermón había sido de lo más amenazante, hasta que elevé la cara con tanta lentitud que daba miedo. El flequillo me dibujó una sombra sobre los ojos, y una mirada asesina que nadie querría ver siquiera en un monstruo del armario.
- La jodiste. - gruñí sin más, antes de con un gesto accidentado hacer serpentear mi tronco superior, y meterle TREMENDO CABEZAZO en la boca del mismo estómago. Sólo quería que se doblara hacia delante. En cuanto lo hizo, agarré el palo del chupachups y tiré de el hacia fuera. Menos mal que el hecho de quedarse sin resuello le ayudó a abrir la boca, por que le hubiera descuajaringado los dientes. ¿Os creéis a este tipo? - Quitarle el caramelo a una niña. Que vergüenza Jhonny. - dije con un retintín de lo mas cantarín, mientras lamía profundamente el caramelo sacando la lengua, envolviéndolo con ella, para luego escupir la saliva resultante, y volviendo a meterlo en MI boca, del que nunca debió salir hasta ser sólo un triste palo. Le agarré del pelo para que me mirara cara a cara. - Sólo hay dos cositas que me revientan en este mundo, Jhonny. Que me toquen el pelo, y que me quiten los caramelos. Eso no se hace. - añadí, como si fuera una pequeña reprimenda. - Pero no estoy enfadada. Te perdono. ¿Ves que bien? ¿Que tal si empezamos de cero, mm?- sonreí, monísima. - Soy Tortita, una damisela en apuros, y seguro que un chico grande y fuerte como tu puede ayudarme. ¿Qué me dices? Sólo un par de preguntitas. - dije, poniéndole cara de cachorro.
¿No notáis ese aguijoneo en la cabeza? Yo si.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 19th Octubre 2016, 11:26
John vio como el mundo cambiaba de repente. Lo que era arriba estaba abajo y lo que estaba abajo daba una vuelta de campana sobre su cabeza y se situaba en ese dichoso punto donde puedes verlo pero con ese simple vistazo basta para que te entre vértigo y sientas náuseas. La pequeña "piños" lo había pillado desprotegido y había cargado ese cabezazo con muy mala gaita. Que te den en las tripas es jodido. Que te den en las tripas cuando llevas una cogorza de narices es un viaje de ida y vuelta al mismo infierno.
La "piños" le quitó el caramelo cuando éste abrió la boca. El mareo que estaba sintiendo el inglés hizo que hincara una rodilla en el suelo. "¿Una dama indefensa? Mis huevos..." La teoría de que aquel tapón no era una niña normal y corriente estaba siendo descatalogada de la sección de "posiblemente" y había ganado el sello de seguridad definitivo: llega preguntando por asuntos demoníacos; no se comporta como una niña de su edad; tenía esa sensación punzante en la nuca todo el tiempo. Que un demonio intentara engañarle con un aspecto inocente y femenino (sobretodo femenino) no le venía de nuevo. Pero si su instinto le decía una cosa, también le decía otra que rozaba la prudencia antes de hacer cualquier cosa de la que pudiera arrepentirse más adelante por si la cagaba.
- ¿Quieres que empecemos de nuevo? - le preguntó el mago cuando recobró el aliento. - Está bien. Empecemos de nuevo.
John aprovechó que tenía la rodilla contra el suelo para agarrar de la pierna a la niña y levantarla como si fuera un saco o un muñeco meón colgando del revés. Otra cosa no pero John era un "mago" a la hora mover sus manos rápidamente. Un farol, unos dados que desaparecen o una niña colgando de su mano. ¿Qué no puede sacarse éste hombre de la manga?
- Buenas noches, "damisela en apuros". Me llamo John. Encantado de conocerte. - Sacudió a la niña a modo de saludo cual matón de cómic agita a su víctima esperando que le caigan todas las monedas que lleva encima. - ¿Te ha gustado mi papel de señorito inglés? Porque aquí terminan las gilipolleces. Si tú eres una niña pequeña yo me meto a cura y hago voto de celibato.
John llevó a la niña como si fuera un saco de patatas hasta un callejón donde tuvieran algo más de privacidad. Lo último que quería era que alguien llamara a la policía por maltrato al menor o que de repente apareciera cualquier cosa que estuviera persiguiendo a la "niña" (no sería nada raro teniendo en cuenta su conversación y experiencias pasadas). Dejó a Tortita en el suelo, se sacó un cigarrillo y se lo llevó a la boca para "recuperar el aliento" a base de nicotina.
- Vale Tortita, escupe. Te escucho... y ni se te ocurra ESCUPIR de verdad. - poco a poco iba haciéndose una idea de aquel personaje en miniatura.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 11th Diciembre 2016, 21:31
¿Sabéis que aprendes cuando tu cabeza queda siempre a la altura del estómago y las pelotas? Que es fácil, SUPERFÁCIL, darle a la gente en esa zona. cuando le vi doblarse, teniendo que doblar la rodilla, no negaré que experimenté una clase de retorcida satisfacción, pero es que me pasaba a menudo cuando tumbaba a cualquiera que me doblara, o incluso triplicara, el tamaño. Me hacía sentir poderosa, de algún modo. Como si no necesitara a esa cosa para hacerlo. Porque por mí misma podía. Pero toda esa chachi sensación se fué al carajo cuando me vi de pronto cabeza abajo. Apreté la correa de mi lanzador de confeti, que llevaba atado a la espalda, evitando que se me cayera. También cerré la boca, no fuera que se me cayera el chupa chups.
- ¡WHOOO!- exclame, mientras notaba el estómago dando un vuelco, y miraba desde esa perspectiva al inglés. Hay que reconocerle su mérito. Ebrio como una cuba, y capaz de sostenerme sin desequilibrarse y darse él una ostia en el proceso. Más le valía no tirarme al suelo. Os lo digo en serio. - EncantaAAAHHHAAADHDHDDAADAAAAJAJAJAJAJAJAJA- respondía mientras me sacudía como a una bolsa de patatas a la que aún le quedan las migas. Me reí. Puede que el pobre hombre intentara amedrentarme con eso, y debió de sentarle un poco mal que me hiciera gracia, pero no podía evitarlo. En un estómago pequeño todavía hay mucho espacio para esos vértigos que le hacen reír a uno cuando es un bebé, y le mueven deprisa. ¿Porqué creéis que me mola tanto el patinaje? Pues porque te pega unos subidones la mar de guapos, y mi cuerpo estaba mas que acostumbrado al vértigo, las sacudidas, y todas esas cosas, pero seguían causándome cosquillas. Vamos, que el temita montaña rusa lo tenía mas que superado. - ¡Juúalo! ¡Júralo Jhon! ¡¡Harías tan feliz a las vaginas del mundo!! - exclamé sacándome el caramelo de la boca, riéndome boca abajo, y sacando un poco la lengua, sin oponer resistencia.. Vale. Eso ya estaba empezando a ser un poco incómodo. Podría haber intentado patearle con la pierna libre, pero el toñazo contra el suelo prometía, así que mejor no probar suerte.
El tío me arrastró hasta un callejón oscuro que gritaba "paraíso de la violación" en cada esquina. - Jhon, si lo que quieres es quitarte la etiqueta de violaniños, esto no va a ayudarte mucho. - comenté, una vez me había dejado en el suelo, sacudiéndome las mangas, recolocando el tubo lanzaconfeti a mi espalda, y volviendo a dar lamidas erráticas al chupachups. Cuando me dijo que escupiera, sonreí y empecé a tomar inercia, pero el tío me detuvo a medias, y yo alcé una ceja. - fijate, cuando quieres puedes ser hasta divertido. Venga, vamos a intentarlo. Por ahí se habla mucho de ti, si sabes a quien preguntar, ¿Lo sabías? - comenté haciendo una pausa para lamer mi caramelo y chasqueando la lengua, disfrutando del sabor. - Que eres un alcoholico, un aprovechado, un gallina, que tienes mucha mala suerte con las pivitas...- enumeré sin cortarme un pelo. - y que engañaste al mismísimo demonio. - terminé, haciendo que mi mirada se volviera tan penetrante de pronto que tendría la sensación de que podría despellejarle. - Si tu lo has hecho, significa que puede hacerse. Y si puede hacerse, quiero saber cómo. - volví a meterme el caramelo en la boca, y lo paseé, carrillo a carrillo, mientras esperaba una respuesta. Fuese la que fuese, no iba a ser fácil seguro. Pero merecía la pena probar lo que fuera, para salir de eso.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 22nd Diciembre 2016, 20:23
Aquella niña estaba llevando la paciencia de John Constantine hasta límites insospechados. La había metido en un triciclo, la había atado con cinta adhesiva y se la llevó a dar una vuelta hasta que ésta echara la primera papilla, se gastaran las ruedas o que la niña se cansase, lo primero que llegara.
Las sospechas de que aquella niña no era una niña normal dejaron de ser sospechas en el momento en el que se la llevó en volandas al callejón. Se dice que antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Pues mira, John había pillado a una mentirosa por la pata. Eso debía contar como doble puntos, ¿no? Y si no era así, al menos tendrían que darle algo para la borrachera. Eso sí que le ayudaría más que una medalla o una palmadita en la espalda porque con lo primero no hacía nada y lo segundo seguramente echaba la pota sobre los nuevos mocasines del tío de la medalla. Dijo que había escuchado hablar de él por ahí. Bueno, él también había escuchado hablar de si mismo por ahí, y la mayoría de círculos por donde daba vueltas su nombre prohibían la entrada a las niñas que no fueran mayores de edad. Mentalmente es otro cantar. Por lo que le quedaban pocos círculos en donde meter aquella niña.
Y entonces, el globo estalló. La figura del Oscar apareció en medio del espectáculo. La gente aplaudió. Estallaron petardos y tiraron confeti. La esfera se partió en dos y cayeron caramelos para los niños. El cohete se eleva hacia el espacio. El chaval mete el gol. El chaval "mete el gol".
Vamos, que acababa de sonar el premio gordo: "y que engañaste al mismísimo demonio". ¡DING DING DING! ¡Tenemos premio ganador!
- Ya veo... - John no dijo nada más. Como si de un actor profesional se tratara - "gracias, gracias" - el rubio se apoyó en la pared del callejón, sacó su paquete de tabaco y se llevó uno de sus preciados amigos a la boca. La borrachera se le había pasado de golpe gracias a la "impactante" ayuda de la niña y su cabeza podía pensar con claridad... más o menos: llevaba más alcohol en sangre que glóbulos rojos. No se le puede pedir mucho, pero para lo poco que da, se basta. El mago alargó considerablemente el silencio mientras exhalaba el humo y seguía pensando cómo encarar aquella pequeña ficha en el complicado sistema de piezas que era su vida. Sólo se le ocurrió un camino que seguir porque, admitámoslo, no todos los días se le presenta a uno una niña de aparentemente nueve años y le habla con segundas sobre engañar al demonio. La curiosidad mató a Constantine. Tendrían que usar esa frase, y dejar en paz al pobre gato. - Si que estás informada sobre mí - pero no dijo sobre qué. - Y me supongo que sabrás que John Constantine no hace nada gratis, ¿verdad? Entonces te pregunto, ¿qué saco yo de seguir ésta conversación? Podría salir del callejón, seguir calle abajo y dormir la mona. Podría buscar otro bar donde no dejen entrar retacos. - John se llevó las manos a los bolsillos, penetrando con su azulada mirada los ojos de la pequeña. - ¿Qué me darías para seguir con ésta conversación?
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 7th Abril 2017, 20:00
Y comenzó el numerito. Todos los adultos del mundo se apuntan a esa mierda, en serio, si lo vierais desde la perspectiva que me toca vivir todos los días, os reiríais de pura vergüenza ajena. Es como si el hecho de sacar tres cabezas a algo te diera el grandioso poder de ser o un paternalista insoportable, o un chulo de barrio gilipollas que cree que puede intimidarte. el tipo se apoyó en la pared, muy místico y muy solemne, y cuando no me veía miré hacia arriba hasta dejar los ojos en blanco y suspiré, soplando hacia el mechón de pelo que últimamente se me escapaba de la coleta y parecía muy interesado en metérseme en el ojo.
Silencio.
Silencio.
Mas silencio.
Asentí con la cabeza, mientras vasculaba cargando el peso entre mis talones y la punta de mis pies, con las manos cogidas a mi espalda. El tipo solo estaba ahí, haciéndose el interesante y mirándome.
Mas silencio.
Todavía mas silencio.
Empecé a preocuparme un poco, no voy a negarlo. Lo mismo iba tan pedo que había olvidado hablar. Así no me servía. A que se apoyaba en la pared para no caerse. ¿Y si le daba un coma etílico, cómo iba a solucionar mi problema? Estaba valorando darle un susto de muerte para que se le pasara el pedo, cuando su acento de "hora del te" volvió al juego. Todo envuelto en apestoso humo de tabaco, con ese toque años cincuenta de neblina blanca y seductora saliéndole de ese pozo donde antes había tenido mi caramelo. Blergh. No quería ni pensarlo.
- Como ves, soy una niña muy buena que hace bien sus deberes. - le dije con una renovada sonrisa infantil encantadora, como si me hubiera tomado eso como un profundo cumplido, y me acabaran de decir que era la primera de la clase. Aunque no veo porqué iba a interesarme algo así. Mejor olvidadlo. - Ah, si. - arrugue los labios, sacándolos como si fuera un pez y asintiendo. - Jhonny, el dinero que tengo no serviría ni para comprarte un condón usado con el que pegarle algo a tu siguiente proyecto de viuda, así que me da que no voy a poder pagarte con eso. En carnes, bueno, no peso ni 20 kg, pero si a ti no te importa, a mi tampoco. - dije guiñándole un ojo, sacando luego el chupa chups y lamiéndolo de una forma obscena que visto en una niña de mi edad habría causado lo mínimo incomodidad, y lo máximo una repulsa irracional. - Aunque tengo algo mejor, Jhonny. Esto va a encantarte. ¿Estas preparado? - dije de pronto, como si fuese un mercader ambulante y quisiera venderle el mejor invento de la creación. - Si me respondes a lo que quiero saber te dejare - en- paz. - dije puntualizando con las manos delante de mi, para luego asentir con la cabeza, convencida de que era la mejor oferta del mundo. Porque lo era. - Porque fijate, Consti-pado. Desde que has salido del bar no has parado de hablar conmigo, y eso que te has hecho el difícil. Colaborar es fácil, y no te cuesta quebraderos de cabeza. Podrías intentar marcharte, claro. Pero créeme, soy muy rápida, te alcanzaría donde fuera. Y Si te he esperado cinco horas en la puerta del tugurio mas asqueroso de esta ciudad, ¿qué no haría yo hasta conseguir lo que quiero? - pregunté acercándome a pasos bailarines. - ¿quieres marcharte y que te siga a todas partes diciendo: "Porfi, Jhon, Jhon, Jhon, Porfi, porfi, Jhon, Jhon, porfi, porfi, porfi, porfi, por favor, por favor, porfi Jhon, porfi, porfi, porfavor, porfi"? - pedí con ojos acuosos, utilizando un tono que para los adultos era como culpa derretida en sus oídos. Yo también tenía mis métodos. E insistir hasta las ganas del asesinato suicidio era uno que se me daba de fábula. - Porque lo haré Jhon. ¿Crees que te dejarán dejarme en la puerta de un bar durante horas, cuando sepan que voy contigo? ¿Y crees que nadie preguntará porqué te sigue una niñita de nueve años? - sonreí, dejándole ver mi diente partido, por el que asomaba un chupachups cada vez mas menguante. - ¿No crees que seguir esta agradable conversación es mucho menos aburrido y peligroso? ¿mm?- pregunté con una sonrisa adorable. - Mira, hasta te desmuestro mi buena fe. A ver. - rebusqué entre los bartulos de mi riñonera.- Toma. Un caramelo de menta. - le ofrecí con la palma abierta, y una sonrisa encantadora. Si iba a hablar mucho, mejor que le cantara el pozo lo menos posible.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 10th Abril 2017, 02:27
"Como ves, soy una niña muy buena que hace bien sus deberes."
Si al menos no hubiera dicho eso. Si al menos se hubiera callado lo que no tendría que decir. Si al menos no hubiera metido el comentario sobre los cadáveres que llevaba a sus espaldas... Si al menos hubiera hecho eso, a John no se le hubiese cambiado el chip y no le entrarían ganas de darle una soberana paliza ahí mismo. De repente le importó bien poco que tuviera aspecto de niña. En su cabeza se había formado una imagen muy diferente de aquella asiática, coreana o lo que coño fuera. En su cabeza tenía suficiente edad para hacer insinuaciones sexuales, hablarle de conceptos dentro del "mundo adulto" y de tocarle de derecha a izquierda sus santos cojones. "Cálmate John, cálmate. Recuerda: aunque no sea una niña, por fuera lo aparenta. ¿Y si es un cuerpo poseído? Piensa en eso John. Añadir una agresión hacia un menor no quedará muy bien en tu currículum de mierda, y lo sabes". Y a pesar de resultarle tentadora darle una patada en toda la boca a esa niña, tan sólo sacaría unos bonitos zapatos rojos cuyas baldosas amarillas le conducirían a un agujero tan negro que le costaría lágrimas y esfuerzos salir de allí.
"Ya llevas demasiado peso en la espalda. Hazte un favor, John".
Hubiera dado lo que fuera para que aquel pitillo fuera algo más fuerte. Por suerte o por desgracia no llevaba suficiente encima para pagárselo, y la suerte se le había agotado en toda la manzana: el boca a boca se propaga más rápido que un resfriado, y dentro de unos minutos no le dejarían entrar en ningún bar donde se hiciesen apuestas. Nada tío, a contentarse con un poco de tabaco con extra de alquitrán. Te sentará de fábula, ya lo verás.
Por su parte la pequeña seguía con su monólogo. No lo había seguido al pie de la letra porque el inglés estaba demasiado ocupado quitándose de encima ese molesto pitillo que te chilla en la oreja para que te irrites más y más y acabes por hacer algo que no querías hacer. Sin embargo si que pilló lo más importante de todo: era una lapa venida de occidente dispuesta a comerle la oreja y joderle la vida hasta que le diga lo que quiere saber. Y al final, un caramelo. Mentolado. Un final refrescante. John se quedó mirando un momento el caramelo, sopesando los pros y los contras de su actual situación. Alargó la mano y cogió el dulce, lo examinó, lo desenvolvió y se lo metió en la boca, dándole el papel a la niña.
- Dame un segundo - le pidió el inglés, sacándose un móvil de la gabardina, abriendo la tapa y marcando un número. Espera... espera... espera... chaclink. - Si, hola. Verá, llamo porque he visto a un hombre raro acompañado por una niña en un callejón. Si. Si... no no, es que... no sé. Me ha parecido que le pedía algo a la niña y le enseñaba poses obscenas.... Si, un hombre rubio con gabardina. La niña era morena y vestía de verde creo... Si... Espero que le digo la dirección... Bien... gracias, dense prisa por favor. Me llamo John Constantine. - Y tras eso, colgó. El sonido del móvil al cerrarse sonó como a "jaque". - Así están las cosas, monada. La policía llegará en un par de minutos. Quizá menos. No sabes lo en serio que se toman las llamadas sobre pederastia en éste estado. Nos buscarán, nos pillarán, nos meterán en dos coches y nos llevarán a comisaría. A mí me interrogarán y me buscarán en su registro. Verán que soy el tipo que ha llamado, me meterán como mucho una noche entre rejas por gastarles una broma y me soltarán. Como mucho tendré que pagar una multa. A ti sin embargo bueno... ve buscando cómo contestar a preguntas como "¿dónde están tus padres?" "¿Dónde vives?" "¿Cómo te llamas?" y cosas así. Sólo puedo desearte suerte así que... corta el puto rollo de niña mona y dime, en menos de dos minutos quién cojones eres, quién te envía y qué quieres. Y un consejo: vuelve a hacer un comentario sobre mis muertos y me da igual que seas o tengas apariencia de niña, porque la hostia te la llevas.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 28th Mayo 2017, 22:43
[FDP: Me he arriesgado bastante, así que si es necesario, edito]
Os juro que pensé que estábamos llegando a algo. Que habíamos avanzado. El señorito caballero inglés pareció desapretar su fruncido culo un momento, para alargar la mano y coger el caramelo de menta que le ofrecía como símbolo de buena fe, y cuando lo hizo, se me dibujó una sonrisa que por una vez en toda la maldita conversación era genuina, sincera y honesta. Pero como siempre que intentas hacer entender a la gente que eres mas de lo que aparentas, aunque sea de un modo un poco rudo, todos tienen la necesidad de quedar por encima de ti sin importar las consecuencias de lo que hacen, el tipo sacó un móvil con tapa de esos que eran tecnología puntera como de hace veinticinco años, y llamó a algún sitio dejándome con el ceño fruncido, la cabeza ladeada y como suele decirse, un palmo de narices. No tenía idea de con quién estaba hablando, hasta que se puso a explicar algo de un tipo que hacía señales obscenas a una niña que vestía de verde, y entonces até cabos a la velocidad del rayo. El cabrón estaba llamando a la pasma, quién sabe porqué. Alcé ambas manos con las palmas hacia arriba, encogiéndome de hombros y arrugando la nariz sólo de un lado mientras negaba con la cabeza, hasta que el tipo cerró la tapa con un estilazo como de película cincuentera. Sólo le faltaba un "Lets go boys" para cerrar la escena.
- ¿Qué coño? - pregunté. Me salió del mismísimo corazón, pero el tipo me cortó para darme una explicación que si pudiera vender como abono me habría hecho rica. Os lo juro. Menuda mierda de película se había montado.
Me quedé durante al menos diez segundos totalmente congelada, sin saber qué hacer primero. Tenía ganas de volver a patearle las pelotas, pero esta vez en serio. También me daba una pena de cojones. Pero de cojones. Es decir. ¿Os hacéis una idea de lo triste que era, como para haber tenido que llegar a ese extremo para no contestarme? ¿Para intentar seguir teniendo el control de una situación que, por otro lado, podía entender que era subrealista para él? Estaba borracho, tranquilamente, y había venido un mico a vacilarle. Pero en serio, ¿Estaba dispuesto a quedar como un pederasta, con tal de no decirme lo que quería saber? ¿No es como lo mas triste que habéis oído en vuestra puta vida? Cuando por fin pude reaccionar, le miré directa a los ojos, y negué con la cabeza. Luego, respiré profundamente, me llené los carrillos y solté todo el aire, mientras me desplomaba sobre la acera poniendo el culo en el suelo, con las rodillas flexionadas, abrazándomelas con las manos. Supongo que era lo que cabía esperar. De un tío que se supone que ha engañado al mismísimo demonio, lo lógico es pensar que es capaz de hacer cualquier cosa, hasta arruinarse la vida, con tal de seguir en sus trece. Joderse lo que haga falta para llevar la razón. Aguantar cualquier cosa para controlar la situación. Apostarte hasta la vida. Me quedé allí en silencio, más seria de lo que había estado toda la noche, sin mirarle, sólo mirando el asfalto frente a nosotros, mientras reflexionaba, metida en toda esa mierda. El tiempo corría, mientras tanto. Veinte, veintiuno, veintidos, veintitres...
Las consecuencias de lo que el había hecho, las que iban a afectarme, en realidad eran casi nulas. No se lleva veinte años sin papeles en New York sin aprender unas cuantas cosas. Llevaba toda mi vida dando esquinazo a la policía. Toda mi vida sin anclarme a ningún refugio, a ningún lugar. Buscando zonas diferentes de la ciudad en la que moverme cada dos años. Una vez incluso me había cortado el pelo, pero tras ver que no volvía a crecerme... había sido incapaz de volver a hacerlo otra vez. Había aguantado todo eso. Un encontronazo más con la ley no supondría nada, mas que varias noches de incertidumbre, miedo, y tener que huir. Otra vez. Pero por más que lo intentara, Mephisto me encontraría allí donde estuviera. Al final, mi miedo sólo era a enfrentarme al hecho de que hubiera preferido cualquier cosa, salvo contar la realidad de quien era...
Cincuenta y cinco, cincuenta y seis, cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve... ahí va el primer minuto.
Quería levantarme y marcharme de allí. Dejar a ese borracho impertinente, solitario y chulo solo. Que pensara que todo eso había sido un delirio alcohólico, o que lo había soñado. Pero no podía irme de allí con las manos vacías. No iba a hacerlo. No después de haber arriesgado mi identidad con él. Sacaría algo a cambio, como fuera. Levanté la cabeza, mirando mas allá de los edificios, a la noche que se averiguaba mas allá de la luz de las farolas. Apreté los labios, clavándome el hueco de mi diente partido en el interior, y luego, resople por la nariz. Asentí con la cabeza, y luego, la ladeé para poder encontrarme de nuevo con Jhon Constantine.
- Jhon, entiendo lo que ha debido suponer todo esto para ti. Pero tu mejor que nadie sabe que no siempre todo sale como esperamos. A veces uno debe dejar de lado el orgullo. - me levanté, palmeando las piernas de mi pantalón, como si eso fuera a sacudir toda la mierda que habían acumulado. - Créeme, hay cosas mucho peores que el que una niña de siete años te vacile. Cosas mucho, muchísimo peores. Así que hazte un favor, a ti y a los que te rodean. No seas tan pollaherida. - dije mirándole desde donde estaba. Me recoloqué el cañón de confeti a la espalda, de donde también colgaban mis patines. - Tienes unos cuarenta segundos. ¿Cómo engañaste al demonio, Jhon? ¿Cómo pudiste hacer eso? - le pregunté, guardando después silencio, y pasando mi chupachup de una mejilla a la otra. Quizá su silencio fue prologando, o yo había tardado demasiado en preguntar, pero su respuesta, si la hubo, quedó amortiguada por las sirenas, y los fogonazos azules y rojos que provenían de las luces en lo alto de los dos coches que con un sonido silbante frenaron a su altura. De pura frustración, se me dibujó una media sonrisa en el rostro, que se desvaneció.
- Bien jugado, Jhon. - murmuré. Ahora que las sirenas se habían apagado, no le costaría nada oírme. - Ah, y no olvides ponerte el cinturón. - le recomendé, en lo que él consideraría un último alarde de mordacidad, mientras dos policías descendían del coche, y se metían entre los dos, arrastrando a Jhon lejos de mi.
- ¡Pequeña! ¿Estas bien?- se acercaron a mi, inclinándose, apoyándose sobre sus rodillas, sin tocarme. Siempre que piensan que te han violado o algo así, se mantienen a una distancia prudencial de ti. Les miré como si acabara de darme cuenta de que estaban allí.
- Y-Yo...- murmuré antes de hacer una mueca, y poner una expresión confundida y adorable, debatiéndome entre llorar, o mantenerme confundida. Colocaron a Jhon sobre el capó de una manera nada elegante, mientras procedían a la detención, registrándole, y sacando su cartera.
- ¿Jhon Constantine? ¿Pero no es él quien ha llamado?- preguntó uno de ellos, extrañado.
- Eso da igual, Jhonson. Nos lo llevamos. Ya se explicará en comisaría. - exclamó el compañero, mientras le ponía las esposas.
- ¿Dónde están tus padres? ¿Te has fugado? - intentaban mantenerse tranquilos, pero había un tono de recriminación en sus voces. - ¿Cómo te llamas?- si. Sin duda es el momento idóneo. Arrugué el rostro en una mueca compungida, alargué un pequeño gemido, hasta que se convirtió en un sollozo, y me puse las manos frente a los ojos, mientras me esmeraba en serio por abrir el grifo. Como siempre, los tipos se sintieron violentos, se miraron entre ellos, y me abrieron la puerta del coche. - Tranquila, no llores. Sube al coche. Vamos a arreglar todo esto, ¿vale?- el sonido de la puerta cerró toda posible discusión. Sentada en la mullida parte de atrás, que tenía un pequeño agujero en la tapicería, por donde salía un poco de la espuma del asiento, vi a través del cristal como metían a Jhon en el otro coche. Los policías se metieron en el coche, y cerraron sus puertas. Con un crujido, se encendió la radio.
- Los tenemos. La niña parece estar desorientada, pero no tiene muestras de haber sido abusada. El hombre no ha opuesto resistencia. Volvemos al nido, a ver en qué acaba esto. - explicaron, con cierto agotamiento en el tono de voz. Yo me hundí en el asiento, mientras un hormigueo familiar en el fondo del cráneo se volvía cada vez más y más intenso. Sin duda a causa de la rabia y la frustración. - ¿Pasamos un momento por el Six Twelve de camino a la comisaría? - comentaron, como quien habla del tiempo, obviando por completo que tenían una niña de siete años sentada detrás. Sólo conocía una comisaría en esa zona tan alejada y suburbana, cerca de esa tienda veinticuatro horas. La única que había abierta de hecho. Es difícil mantener una ciudad tan grande vigilada. Así que, como siempre, que se jodan los pobres. Mi rostro levantó la vista, y observó las luces del otro coche, que se había puesto en marcha. Me apoyé en el reposabrazos, mirando por la ventana a medio bajar. El conductor de mi coche arrancó. El caramelo empezó a saberme amargo. Mientras el vehículo comenzaba a moverse despacio, saqué el chupachups de la boca, miré el coche de Jhon perderse en la primera esquina, desapareciendo de nuestra vista, mientras nosotros seguíamos avanzando. En el momento exacto en que le perdí, el caramelo que había arrojado por la ventanilla tocaba el suelo, y rompía su pequeña bola de caramelo cristalizado a medio comer sobre el asfalto.
Los gritos se escucharon en todo el barrio. Había bastado que el primer coche desapareciera de su vista para que el segundo se convirtiera con una deflagración en una bola de fuego los policías gritaron, pero no tuvieron tiempo de reaccionar al acelerón, ni tampoco al tremendo derrape que hizo el coche, cambiando violentamente de carril, abriendo las puertas, y haciendo que salieran despedidos por la propia inercia. Rodaron por el suelo, a tiempo para ver como el coche convertido por el fuego infernal se alejaba de ellos, dejando una estela de fuego producida por las llantas en llamas. Nos levantamos del asiento, introdujimos las manos a través del cristal antibalas que tenían instalados ese tipo de coches fundiéndolo en el acto, y pasamos a través del vidrio fundido, hasta sentarnos en el asiento del conductor de rodillas, para poder ver sobre el capó. No llegabamos a los pedales, pero en ese momento era innecesario. El fuego alimentaba la velocidad del vehículo. Aferramos con decisión el volante, y mientras apretabamos los dientes en un crujido que avivó las llamas alrededor de nuestra calavera desnuda, el coche rugió acelerando, directo hacia su objetivo. Encontrarlo no supuso un problema, dado que sabíamos su dirección. Observamos su rumbo en una estela que apenas si sería perceptible a través del retrovisor, y nos desviamos, tras verlo parado en un semáforo, rodeando la manzana.
El semáforo se puso en verde, avanzaron a través del cruce de cuatro calles, al tiempo que reaparecíamos por la esquina, y acelerabamos fundiendo a nuestro paso las farolas, doblándolas en un amasijo de hierros que dejaban la calle totalmente a oscuras, salvo por la bola de llamas que se les vino encima. Ni siquiera pudieron reaccionar. El impacto fue brutal. El coche fue arrastrado varios metros, hasta que al fin volcó y dio hasta tres vueltas de campana, aterrizando por fin sobre su techo. Luego, se escuchó un frenazo.
La puerta de la parte trasera que estaba deformada a causa del golpe, y parecía imposible de abrir, fue arrancada de cuajo y arrojada con un estruendo unos metros mas allá, mientras los pocos coches que pasaban por la zona trataban de dar la vuelta y marcharse a la desesperada. Sus tripulantes gritando de terror, algunos de ellos, tratando de sacar fotos movidas a través del cristal, mientras se les caían las lágrimas. Una calavera con los ojos negros como la boca del infierno, en la que brillaban dos luces afiladas como las puntas de una aguja, se asomaron a través del hueco deformado de la parte de atrás. Queríamos comprobar que aún estaba vivo, y con suerte, consciente. Le sacaríamos del coche antes de que los policías recobraran la conciencia, lo arrastraríamos hasta el nuestro, y luego, se largarían tan rápido como habíamos llegado. Desabrochamos el cinturón que mantenía a Jhon Constantine unido al asiento del coche, y lo arrastramos hacia el exterior. Sólo nos giramos para mirarlo durante un instante.
- No me lo digas. No te apetece hablar. - gruñó el espectro, de vuelta a su coche poseído.
Estabas dispuesto a perderlo todo, Jhon. Pero Kim HwaJae también sabe jugar a eso.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 30th Mayo 2017, 01:16
Lo había conseguido. Había logrado destrozar a su oponente. Una vez más había jugado con el riesgo y al parecer se había salido con la suya. El móvil con el que había hecho la llamada tendría que exponerse en algún museo donde pudieran tener una sala entera para todas las jugadas de John Constantine donde había apostado con fuerza y saliera ganando. Tal vez que le acusaran de pederastia no era equiparable a su propia alma, por ejemplo, y más teniendo en cuenta que se guardaba un par de ases bajo la manga con aquel asunto, pero aun así una victoria es una victoria.
John pudo ver como, tras explicarle lo que iba a suceder, la niña se desmoronaba cual castillo de naipes sobre una mesa de bar con la pata coja y un patán como camarero. Si fuera una mujer hecha y derecha sería en ese preciso instante cuando con todas sus fuerzas le plantara un bofetón al inglés, se arreglara el chal y girara los talones malhumorada para marcharse hacia su casa. "Anota otra en tu lista John, aunque aparente ser una menor". Parándose a pensarlo mejor, una de las razones por las cuales no quería soltar prenda con aquella niña era porque justamente, "aparentaba" ser una menor. No sabría decir si era un demonio de alto nivel escondido bajo una piel de inocencia, o si era una demonóloga haciendo el papel de corderito para sonsacarle información que de seguro le saldría cara tarde o temprano - "y ambos sabemos que para sacarte información no hay que traer la piel del cordero, sino de la loba".
Fuera lo que fuera, estaba hecho. Se había librado de ella. A juzgar por la apatía que mostraban sus ojos y con la conformidad con que se apeaba del inglés, lo había conseguido. ¿Pero por qué se sentía tan mal? El mago tendría que sentirse pletórico de poder esquivar una noche más una posible muerte o un futuro dolor de cabeza. Tendría que sacar su mejor botella e invitarse a todos sus yoes a una ronda tras otra hasta que ninguno recordara cómo se llamaba. Y seguía sintiéndose mal. Ni siquiera quiso llevarse un pitillo a la boca. Todo cuanto hizo fue mirarla, mientras la "niña" se revolcaba por el fango y le soltaba daga tras daga, embadurnadas con tristeza y apatía. John la miraba y otra vez, la juzgaba, y se sorprendió a si mismo cuando se dio cuenta que tal vez, y sólo tal vez, su cautela extrema y su paranoia le hubieran jugado una mala pasada. ¿Y si de verdad, de verdad de verdad, era alguien que necesitara su ayuda? No John, no puedes volver a caer en eso. Recuerda lo que pasa siempre que alguien te pide ayuda. Recuerda lo que pasa cuando intentas ayudar a alguien. Familias enteras estarían contentas en éstos momentos si tú no existieras. ¿A quién le haces el favor cuando no abres la boca, John? ¿A ti o a ella?
Lo poco que tardaron en llegar los coches de policía, John lo pasó en silencio. En total y absoluto silencio, con los ojos clavados en la "niña". No podía quitarse de la cabeza que tal vez fuera un error.
- Mejor que no pagues ese plato - le dijo John, pero su voz quedó ahogada por el sonido de la sirena.
El inglés ya sabía cómo iba a ser: lo iban a inmovilizar, poner su cara contra el capó y ponerle unas esposas. Era un sospechoso, y cuando leyeran su DNI pasaría a ser un efecto extraño. Tal vez una broma pesada o tal vez no, pero tendrían que llevárselo: la pederastia era demasiado seria como para andarse con chiquilladas.
Le metieron en el coche, en la parte de atrás y cerraron la puerta. Una vez dentro se sentó justo en medio del asiento, pensando en sus cosas. Pensaba en el momento futuro cuando lo sentaran en la silla de aquel minúsculo despacho, tratando de sonsacarle qué había pasado, qué hacía con aquella niña y por qué había llamado. Ya tenía pensada su escusa, su plan, e incluso sabía con quién tenía que hablar en el departamento para que le quitaran de su ficha policial el apartado de "posible pedarastia" pasando unos billetes verdes por debajo de la ventanilla.
Todos esos pensamientos volaron, flotaron cuando de repente el coche salió despedido en un choque brutal que hizo estrellar la cabeza de John contra el cristal que lo separaba del asiento del conductor. El golpe hizo que no viera más que luces. Ni siquiera se dio cuenta que estaba sangrando, y que tenía la cara empapada. La desorientación dejó paso a las alucinaciones, y una de esas fue ver un coche en llamas y un demonio menudo con la cabeza al rojo vivo arrastrándolo hacia dicho coche.
"Tendría que haberme fumado ese último cigarrillo" pensó John mientras la realidad se esfumaba ante sus ojos.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 31st Julio 2017, 00:42
Lo que necesitaban era un viaje sin incidentes. Se vuelve mucho más fácil de lo que cualquiera pueda llegar a pensar cuando llevas un coche capaz de adelantar al resto por el techo de un túnel. Para cuando quieran preguntarse que es ese destello ignífugo, si una explosión, un escape de gas o un incendio, el fuego se ha consumido con la misma velocidad con la que apareció. Como una aparición digna de la anunciación de una virgen, en la que sólo los lunáticos más devotos estaban dispuestos a creer, y descartada por obligación por todo aquel que quiera seguir siendo considerado por sus semejantes como un ciudadano respetable. Porque si hay algo que resulta verdaderamente penoso en el ser humano es su disposición para mirar hacia otro lado. Por mucho que digan, ver no es creer.
Aparcó el coche en una parada de taxis vacía, y las llamas desaparecieron mostrando el vehículo que había sido antes de la posesión, con la única excepción de una marca negra con olor a quemado en el asiendo de atrás, causada sin duda por una pequeña explosión. Sobre ella, un Jhon Constantine sangrante babeaba saliva con aroma de tabaco y alcohol, con los ojos entrecerrados, inconsciente. A parte de esos pequeños desperfectos, nada delataba que ese coche hubiera formado parte del cruento choque que se había llevado a cabo a una distancia considerable de su ubicación actual. El GhostRider arrastró al hombre con una sola mano, como si fuera un saco con la colada. Una comparación bastante bondadosa, ya que olía mas bien como una bolsa de basura vieja. Al llegar al callejón, cubiertos de las miradas de nadie, pues no había un sólo alma decente en la calle, y las que no lo eran tenían por costumbre meterse en sus asuntos, observamos la herida de su cabeza. Tenía mal aspecto. Como prevención, apoyamos nuestra pequeña y huesuda palma sobre ella, con intención de cauterizarla. No ibamos a dejarle morir. No sin haberle sacado antes lo que queríamos. La carne se cerró con el olor de la carne quemada y un grito angustioso que volvió a sumirle en la inconsciencia, a causa del dolor.
Mejor para nosotros. La subida iba a durar unos cuantos segundos, así que mejor evitar que gritara y se revolviera en el proceso. No queríamos despertar a nadie en el 432 de Park Avenue.
Media hora después, el hombre por fin empezó a abrir los ojos. El aire fresco le recorrió el cuello y sacudió el cabello rubio que no estaba pegado a su frente a causa de la sangre coagulada. Los sonidos de la calle se escuchaban lejanos, algo muy normal teniendo en cuenta que estaban en la azotea del rascacielos residencial mas alto del mundo. Sentiría la boca seca a causa del alcohol, la contusión, y posiblemente también a causa de la cadena en llamas que le mantenía atado a la silla en precario equilibrio sobre dos patas justo en el borde del edificio. Al final de esa cadena, sentado en otra silla con el respaldo de cara hacia él, y las piernas sobresaliendo una por un lado, y otra por la parte central, se encontraba el Ghost Rider. Una mano con el codo flexionado la mantenía apoyada en el respaldo, y sobre su muñeca su mentón, mientras la otra permanecía extendida, sujetando la cadena. Lo único que impedía que Jhon Constantine sufriera una caída tan larga que tendría tiempo de morir varias veces a causa de un infarto, o la falta de aire, en su transición a pulpa contra el suelo. Por suerte, el fuego no le estaba traspasando la piel. Sólo inmovilizándolo en el interior de un ambiente de asfixiante calor, que hacía que viento pareciese aún más frío de lo que era. Lo observamos durante un tiempo indeterminado, mientras recuperaba la consciencia, hasta que nos cercioramos de que Jhon Constantine era capaz de procesar la situación en la que se encontraba.
- Te advertí que te pusieras el cinturón, Jhon- el tono con el que pronunciamos su nombre sonó tan doloroso como si procediera de una amorosa madre decepcionada. Muy decepcionada. Volvimos a ese silencio abrasador en el que sólo se escuchaba el crepitar del fuego en la cadena.- ¿Merece la pena volver a preguntar?- Preguntamos, ladeando el cráneo, dejando que aquella fulgurante punta de aguja que destellaba en el interior de nuestras cuencas vacías se clavara en la expresión del inglés. Seguro que él ya sabía a qué pregunta nos referíamos, tan claro como sabía la respuesta a la misma.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 5th Agosto 2017, 18:46
El dolor de cabeza sería insoportable si John fuera capaz de saber dónde tenía los pies y dónde le cerebro. Todo le parecía una amalgama de posiciones: arriba era abajo y abajo se había ido a la mierda. Era la consecuencia lógica cuando recibías un golpe en la cabeza a causa de un accidente provocado que no fuiste capaz de predecir. Todo se vuelve sombras que bailan a tu alrededor, y tu te jodes porque no te han invitado a esa fiesta. Tú te quedas ahí tirado donde estás, babeando y tratando de recordar cómo se hacía para hablar o abrir los ojos.
John tuvo la sensación de que alguien lo arrastraba. Tuvo la sensación de estar en un coche. También tuvo la sensación de estar flotando en un plátano gigante, llevado por una Muerte gigante en su bolsillo, esperando a que su acompañante se despertara para darle los buenos días. Trató de mandar a la mierda sus pensamientos, sus ideas y sus idas de olla, lo que hizo que su boca pronunciara palabras ininteligibles. Y sólo vio el final del túnel, uno con una luz hipnótica como la de una hoguera cuando sintió que su sien ardía. Dios, eso tendría que haberle despejado, pero el dolor fue tan intenso, inesperado y tenía las defensas tan bajas que se sumió más en aquel mar de negrura. El mago cayó como si fuera un peso pluma. Flotaba entre vetas negras hasta que vio otra luz. La de un mechero encendiéndose. Pensó que era el suyo pero para nada, o casi.
Dicha luz iluminó una sonrisa de dientes afilados mientras ésta apresaba un cigarrillo y le prendía fuego. Luego se dio cuenta que no había mechero alguno: era su palma, que desprendía una llama verde.
- Hey Johnny, te veo bien. ¿Has aprendido a conducir al fin?
John se agitó en un espasmo cargado de miedo instintivo. ¿Qué hacía él aquí? ¿Cómo había llegado hasta él? Luego se hizo otras preguntas más lógicas como, ¿se acordaba Constantine de lo que pasó al final con su otro yo? ¿Su parte cargada con todo lo negativo? ¿La parte que una vez quiso a... cómo se llamaba?
- Menuda mierda tienes metida en la cabeza, Johnny. Ni siquiera eres capaz de acordarte de su nombre, ¿eh? Joder macho, tienes peor aspecto que yo. Mira, porque una vez fuimos uno te daré una pista: cuando te pinchas, las tienes.
Una alucinación. ¿Era una alucinación? Si era así, ¿por qué? ¿Por qué estaba viendo a-?
- Mira, me gustaría quedarme a charlar y contarte lo que crees que te has perdido del viaje, pero tienes a otro esperando así que...
El cigarrillo se apagó. Todo volvió a ser oscuridad.
John abrió los ojos.
Su primera reacción fue la de tratar de mover las manos para apagar el fuego que lo rodeaba. No pudo, las tenía inmovilizadas bajo una cadena, la cual era la que desprendía aquel fuego. No le quemaba, pero era asfixiante. Estuvo a punto de gritar por la sorpresa pero en lugar de eso tosió. Tosió tan fuerte que le dolieron los pulmones, seguramente a causa del accidente y tener la boca abierta durante a saber cuánto tiempo. Trató de controlarse, de observar dónde estaba. ¿En la parte alta de un edificio? ¿Pero qué cojones...? Lo peor fue cuando la vio. O lo vio. Una calavera en llamas es difícil de identificar como macho o hembra si no eres un experto en la materia. Pero ató cavos juzgando por el resto del cuerpo, la altura... con quién había estado hablando hacía escasos minutos, si es que sólo habían pasado minutos. "Jesús, qué puta es mi suerte."
El demonio preguntó.
John... John se echó a reírse a carcajadas, llevado por la tensión, el miedo y lo putamente cotidiana que era su situación. Pero para quien le escuchara, reírse de aquella manera cuando le faltaba un mal movimiento para precipitarse... Un loco.
- Si quieres no preguntes, pero yo si que tengo que hacerlo. ¿Dónde coño te has metido todos éstos años que me tienes que preguntar a mí por lo que pasó? Lo que pasó se hizo viral, amiga. ¿Y tú no lo sabes? Tienes que estar muy en la mierda en la jerarquía del infierno para no saberlo. - Echó un vistazo al vacío. - ¿De verdad es necesario el teatrillo? Ambos sabemos que si me le estás preguntando con tanta insistencia es porque necesitas saberlo, y si me dejas caer... - se encogió de hombros - buena suerte encontrando a otro que sepa todos los detalles.[/b] - John, tomando todo el coraje que pudo reunir, se quedó mirando aquel rostro blanco cubierto de llamas. - Dime por qué. Por qué quieres saberlo.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 2nd Diciembre 2017, 00:01
Hay una multitud de reacciones de lo más variadas al miedo, pero ese abanico se amplía aún mas cuando consideras el pánico a la muerte dentro de ese concepto. Ya no hablas de la respuesta violénta, la parálisis o la huida. Hablas de un millón de matices que van desde la aceptación más honesta, que suele darse por aquellos que presienten su hora tras un padecimiento que convierte la vida en algo terrible, y quieren olvidar el sufrimiento perpétuo que les supone respirar una vez mas, hasta la que acababa de ver del desgraciado que tenía delante. Reírse en la cara de la muerte no era sólo una frase hecha, era la confirmación de que en el terreno de la percepción y la realidad, algunas personas sufrían una distorsión tan amplia que de verdad, la opción más viable para confrontar ese momento decisivo parecía esa.
No nos movimos. Permanecimos detenidos mientras el hombre soltaba toda una perorata sobre su superioridad táctica en la situación. Su seguridad delataba más de lo que habría querido mostrar, porque sólo alguien que confrontara esas situaciones a diario sería capaz de hablar con la ligereza y arrogancia que él lo hacía. Para una criatura que causaba pánico incluso entre los demonios, parecía obvio que ese individuo, Jhon Constantine, no sólo era más de lo que aparentaba, si no que además no tenía el mas mínimo afán por ocultarlo cuando la situación se torcía. Además de ser un arrogante, era un temerario. Aunque eran dos componentes que parecían esenciales en alguien que, como se decía en la calle, había desafiado y vencido al demonio.
Silencio. Un silencio acuciante. Asfixiante. Tan extenso que durante un tiempo, Jhon dudaría sobre si aún continuaba hablando con una criatura "viva" o si el esqueleto era tan sólo eso, un cuerpo llameante que sostenía una cadena que era lo único que convertía esa imagen aterradora en algo real. Si no, quizá hubiera pensado que el GhostRider era sólo una invención de su subconsciente aborrecido y borracho. Pero esa cadena ardiente, que comenzó a apretarle lentamente, en una suave agonía que iba aumentando el calor de sus eslabones era real. Muy real. No le haría quemaduras. Aún no. Pero la sensación era muy distinta cuando la piel a la que presionaban era la tuya.
- Creo que has malinterpretado la situación, Jhon. - nuestra voz cadavérica sonaba como el sonido de la primera palada de tierra al chocar contra la tapa del ataúd. - Quiero saber lo que pasó, pero no creas que es mi prioridad en absoluto. De alguna manera, crees que lo que se debate aquí es si vives o mueres. Y estas muy equivocado, Jhon. -era difícil de percibir cambio alguno en la expresión de nuestro cráneo, sin embargo, nuestra mirada vacía parecería aún mas inquisitiva ahora, como si las sombras que el fuego hacía bailotear sobre nuestras cuenca se volvieran más duras, produciendo una especie de ceño fruncido. - De aquí sólo saldrás muerto. - aquellas palabras sisearon entre nuestros dientes con un eco macabro, resonaron en la cabeza del inglés como el último tañido de la llamada a un requiem. Adquirieron el peso de una verdad incuestionable, y eso era lo más aterrador de todo.- Hablame sobre ello, y tu final será breve. La caída apenas dura unos segundos. Estarás muerto mucho antes de llegar al suelo. - Incluso con ese tono de voz de ultratumba, aquella opción adquiria una dulzura apetence, sobretodo, enfrentada a la alternativa. - Guárdalo para ti, y afronta tus pecados conmigo, Jhon. La decisión es tuya. - en el mismo instante en que terminabamos de pronunciar esa frase, las puntas de aguja del interior de nuestros ojos vacíos se llenó de espirales de fuego. Sólo eso causaba un pavor incontrolable a las víctimas próximas de la mirada de castigo, sin embargo, para él tendría aún más contenido. Era capaz de presentir cosas, de sentir lo sobrenatural. Para él, esas espirales, incluso de lejos, estaban plagadas de rostros, gritos, actos deleznables y sobretodo, de su propio nombre. Millones de voces que le condenaban desde el sufrimiento que había provocado cruzar sus vidas con las de Constantine.
Y es que aunque no era ni mucho menos la intención de su encuentro forzoso, nada podía engañar al instinto del Ghostrider que ahora alimentaba nuestros huesos con un deseo y una furia difícil de contener. La venganza era su sustento, la purga de pecadores su motivo.
Y ese hombre. Ese simple hombre, era uno de los mayores pecadores que el espectro jamás había visto sobre la faz de la tierra.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 17th Diciembre 2017, 18:57
No le estaba gustando un pelo de cómo se estaban poniendo las cosas a John, y el silencio que dejó el demonio después de su pregunta le ponía los pelos de punta. Joder, parecía que su único propósito era matar a John si o si. Si no tuviera esas pintas y llevara un par de alas en la espalda podría pasar por un ángel de la venganza y la justicia, lo que viene a ser lo mismo desde puntos de vista distintos. Su declaración de intenciones no dejaba duda alguna que quería acabar con la vida del inglés. Puta vida John, que te miren el horóscopo porque no es normal la suerte que tienes para meterte en éstas mierdas. Para colmo, cuando John se fijó en las cuencas de la calavera, el miedo que atenazaba su cuerpo aumentó convirtiéndose en mordeduras constantes que revolvieron sus tripas y amedrentaban su cuerpo para que se pusiera a temblar en cualquier momento. Podía ver y oír a todos aquellos fantasmas que lo atormentaban por las noches o cuando estaba solo. Aquellos que fallecieron por culpa de John, de forma directa o indirecta. Aquellos que John había jodido por bien o por mal. Estaban todos, y cuando se dice todos es TODOS. Incluso aquellos que jamás había conocido pero sus otros yoes si. Podía verlos, a TODOS en una vorágine de culpabilidad. No quería meterse ahí. No quería que nada saliera de ahí. Lo tenía claro, lo tenía muy claro.
Cierto, hay muchas formas de reaccionar ante el miedo, tantas como personas habitan la Tierra y más allá en los confines del espacio. La de John era sin duda una que podía rallarse de ilógica o de suicida. Hay quienes no se motivan cuando se les grita o se les da caña, y en lugar de eso se deprimen. Los hay que los alagos no los llevan nada bien y puede reaccionar de forma sarcástica. La de John era una variante de esa última, cuando la culpa le muerde el corazón y el miedo lo estrangula, cuando se siente totalmente acorralado se convierte en un perro rabioso. "Si no hay escapatoria, hay que abrir una a mordiscos".
John comenzó a reírse. Reía y reía tan fuerte que se le podría escuchar desde los edificios vecinos a aquella altura. Parecía que alguien le había contado el mejor de los chistes y lo estuviera disfrutando.
- ¿Pero quién coño te crees para juzgarme, gilipollas? - Las imágenes de la conversación con la niña pasan tan rápido por su cabeza como un tren sin frenos. Su forma de hablar, sus gestos, la agudeza de su mente... Luego pasaron demonios, uno tras otro. Los ángeles caídos con forma humana, los monstruos engendrados entre pesadillas, los súcubos... Los surgidos del infierno tenían una función, no necesitaban tener cuerpos que fueran humanos. Usaban pieles que desechaban después. Los otros tipos de demonio que tenían forma humano no encajaban con lo que estaba viendo ante sus ojos. Decidió jugársela al todo por el todo. - Soy John Constantine y durante toda mi vida he cometido infinidad de errores y he cometido pecados. ¿Te crees que no me arrepiento de ellos? Joder, le planté cara al diablo una vez más para liberar el alma de la niña que condené al infierno por ser un puto crío sabelotodo. ¿Lo hice por egoísmo? Que te jodan si crees eso. La jodí y me pasé muchos años buscando la forma de salvarle el alma hasta que la encontré. ¿Qué hay de ti? ¿Qué pasa con el alma de la niña a la que estás atado? Eres una puta posesión. ¿Cuántos años de vida le has arrancado? ¿Cuánto tiempo lleva siendo tu recipiente? ¿15, 20 años? ¿Más? No me seas hipócrita y me vengas con cobrar mis pecados cuando tú llevas a cuestas el tuyo, puto hipócrita. ¿Quieres saber cómo engañé a los príncipes del infierno? Se lo contaré a la niña y solo a la niña. A ti ya te pueden ir dando por culo.
Y el toque especial a lo John Constantine: dedo corazón levantado y sonrisa de cabrón.
Ahí John se la había jugado pero mucho. No las tenía todas de que fuera una posesión ya que su experiencia con demonios provenía de su universo, y con el efecto Omega al libro se le añadieron unas cuantas páginas de más. Podía ser que la niña fuera un demonio desde el principio y la hubiera cagado, ¿pero qué demonio en su sano juicio toma la apariencia de una niña? Ninguno, no había ninguno. Además, la expresión de disgusto que le ofreció cuando se separaron al llegar la policía...
Joder John, ya puedes haber acertado, o de lo contrario vas a tener escasos segundos para pensar en cómo salir de ahí o rezar lo que sepas a la puta suerte de tu bonito culo.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 12th Marzo 2018, 11:34
Estábamos empezando a hacernos una idea de porqué ese hombre continuaba vivo. Las palabras pueden engañar a quienes no ven a través de ellas, pero a nosotros no. Estaba aterrado. Pero aún sabiendo que su fin estaba próximo, se había tragado su pavor y continuaba peleando. Sin duda era algo que para cualquiera hubiera resultado digno de elogio, pero en la situación en la que nos encontrábamos no podíamos apreciar eso. Sobretodo porque su terquedad estaba empezando a pasar de anodina a cargante, y a medida que hablaba, sin duda a procurar ser lo más hiriente posible. Algo que por la conversación previa que habían tenido, empezaba dejar cada vez mas clara la personalidad del inglés.
Los insultos y las provocaciones que con tanta facilidad habrían enfurecido a quienes pecaban de soberbia y se creían en una esfera superior a la humana le habrían funcionado con demonios, por que tenían esa necesidad constante de diferenciarse de los seres humanos en base a aplastarlos sólo porque podían, para mostrarles cuál era su sitio. Con los ángeles, porque la dignidad solemne que se atribuían les hacía imposible tener un mínimo de humildad como para asumir que un ser que consideraban inferior, como un humano, les insultara u ofendiera. E incluso con cualquier taxista malhumorado habría conseguido que le sacaran del coche a empujones. Pero por primera vez en todo ese tiempo, Kim sintió que quería ofenderse, que quería darle la razón al inglés y recriminar al jinete por hacer todo lo que había expuesto. Pero no sucedió. Porque en su interior se removió un sentimiento desolador de desarraigo que comprendía bien. Con el que pudo empatizar sin reservas. Jamás se había dado cuenta de que ese sentimiento existía en la entidad demoníaca que a veces la había dominado. Nunca había conocido esa parte de él. Una en la que sabía que tampoco pertenecía a ningún sitio. Igual que ella. Porque en el infierno era perseguido y odiado, en la tierra, temido y repudiado. Pero al menos cuando vivía dentro de un ser humano podía tener el alivio de sentirse solo.
Y en algunas ocasiones, como en ese momento... tener el privilegio de ser comprendido.
Era extraño, confuso para ambos darse cuenta de ello. Se tradujo a un fogonazo en el que se acumularon sentimientos de tensión, cuando notó las ganas de ella de continuar peleando, de resistencia, cuando ella trató de acercarse a él sin tener clara su intención y con un extraño alivio equilibrado y raro, al percatarse de que a pesar de las duras palabras de Constantine ninguno de los dos estaba enfadado ni furioso con el otro. Era algo que no había pasado nunca, y les desconcertó a los dos por igual, obligándoles a tomarse unos segundos, que para Jhon, se tradujeron en una mirada interminable de esas cuencas vacías.
Es fácil saber cuando una persona está ausente. Puedes verlo en sus ojos. Es más difícil interpretarlo cuando esa expresión está en una calavera vacía.
Ambos pensaron durante un instante. Podían hacer lo que les pedía, pero no les gustaba la idea del todo. Si ese hombre había burlado al mismísimo demonio era muy posible que su intelecto sirviera para algo más que esputar insultos y discursos cargados de socarronería. Debían andar con cuidado. La comunicación se dio como una novedad. Un dialogo mudo, sin palabras. Sólo pensamientos, sentimientos y emociones mezcladas.
De manera repentina, el fantasma ignorado pasó a tener voz aunque no dijera nada, y la niña que lo albergaba se sintió menos sola.
- Como quieras.- gruñeron, confusos aún en su interior, sin saber cómo sentirse al respecto de lo que estaba sucediendo, mientras el espectro fijaba sus ojos en el inglés.
Con un fogonazo, el espectro desapareció... y la cadena que sujetaba la silla a la que estaba atado Jhon Constantine también. Era una cuestión de gravedad básica, su cuerpo estaba suspendido porque la cadena contrarrestaba su peso. Ahora que ese seguro no existía, Jhon sentiría su cuerpo caer hacia atrás, mientras la silla resbalaba por el límite de la azotea donde el Ghostrider le había mantenido en equilibrio precario.
La silueta del inglés desapareció en un instante por el borde de la azotea, mientras esa imagen se grababa a fuego en mis retinas y congelaba mi cuerpo durante un instante, en absoluto estado de shock. Ni siquiera se me había ocurrido que la cadena era lo único que le mantenía en equilibrio. Le vi caer como a cámara lenta, mientras observaba su cara, hasta que que dejé de verla...
- Uy...
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 13th Marzo 2018, 20:58
Dicen que lo peor que puedes escuchar es el sonido de una tormenta, o parecido. El temblor del suelo cuando la tierra está a punto de partirse o se acerca una estampida. El crepitar del hielo al desprenderse de la montaña provocando un alud y arrasando con todo. Dicen que escuchar el estruendo del lejano trueno te pone en tensión, sabiendo lo que está a punto de venir.
Casi, pero no. Lo peor que puedes escuchar, lo que te hace poner la piel de gallina y sudar como un cerdo es, justamente, no oír nada de nada. El completo y mudo silencio.
La calavera se había quedado callada, hueca y en silencio. Una estatua hecha de fuego y calcio. ¿Las palabras de John le habían afectado tanto como para quedarse totalmente quieto pensando en una alternativa, en una respuesta, o estaba jugando con él? "Mierda John, asume que te va a tirar" se dijo, y aprovechó ese silencio que le ofreció el demonio para elaborar una contramedida. Tiempo que, por cierto, fue escaso. El demonio volvió en si y con un lúgubre "como quieras" firmó la sentencia del mago. Su cuerpo volvió al estado natural de una niña sana y viva, y lo más importante de todo: sin cadenas. ¡Sin jodidas cadenas! Las putas cadenas desaparecieron, recordando tanto a la niña como a John que sin ellas ya le podían dar por culo al inglés.
- NomejodaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA...
John descendió rápidamente hacia el abismo. Las contramedidas. ¡LAS PUTAS CONTRAMEDIDAS!
Primero: la mente. ¡Hecho! La mente puede controlar el cuerpo si uno medita con suficiente fuerza y suficiente tiempo. Puede decirle al brazo que no arde si lo metes en aceite hirviendo. ¿Longevo? Y una mierda. El efecto desaparece cuando el cuerpo supera a la mente y los efectos del aceite aparecen sobre la carne. En el caso actual de John, la mente le decía al cuerpo que no implosionara por la caída. Que se calmara, que creyera que estaba aún en la terraza, en una piscina, en un harén si hacía falta. Como no había tenido mucho tiempo, los efectos no durarían mucho, y esperaba que fuera el tiempo suficiente para pasarse por una farmacia y coger cuantas más drogas mejor para que no le estallara el corazón. Segundo: no matarse al caer. Ahí hacía falta un toque mágico.
El inglés levantó ambas manos... o las bajó dado que caía boca abajo y comenzó a evocar las fuerzas místicas.
- ¡Eboth, Sharnath, Mereos Y SU PUTA MADRE! ¡ESCUCHADME U OS REVIENTO LOS HUEVOS A PATADAS!
Un secreto sobre la magia: cualquier idiota puede hacerla. El secreto no está en cómo lo hagas, sino en la voluntad y el sentido que evocas. En aquel momento John estaba evocando su voluntad para que su cuerpo fuera frenando hasta llegar al suelo. Debido al miedo que estaba padeciendo pudo frenar a tiempo, pero no lo suficientemente rápido como para terminar de parar la caída. Para su cuerpo, el choque se asemejó a una caída de dos metros de altura contra el duro suelo. Se quedó sin aire en los pulmones y pudo saborear la sangre dentro de su boca. Pero oye, estaba vivo, y ya podía darse con un canto en los dientes.
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Última edición por John Constantine el 23rd Abril 2018, 15:58, editado 1 vez
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 4th Abril 2018, 11:20
Desapareció.
Y yo me quedé allí mirando el espacio vacío en el que antes había estado Jhon Constantine. Fue cuestión de segundos, pero para mí aquello se convirtió en una eternidad. Un infierno en vida. Mis manos agarraron mi sudadera con fuerza a la altura de mi tripa. Sentí una especie de vértigo, como si fuera a desmayarme. Una garra invisible me atenazó los pulmones, el estómago, el diafragma. Como si quisiese estrujarme las entrañas hasta hacerlas puré. Jadeé con fuerza, hiperventilando, mientras escuchaba el ritmo frenético de mi corazón en el oído, y escuchaba su grito al caer alejándose cada vez mas.
Mi cerebro, en un estallido de lucidez, me llenó de pensamientos: "Jhon Constantine se ha caído por el borde del edificio. No. No se ha caído. Le has tirado. No. Ha... ha sido un accidente. Eso no importa. ¿Cómo que no? Yo no podía saberlo. ¿No podías? ¿Que? ¿No podías o no se te ocurrió? Yo, no... ¡no lo se! Quizá querías tirarlo. ¿QUÉ? Quizá querías que dejara de meterse contigo, de ser tan chulo y tan gilipollas. A lo mejor lo hiciste a posta. ¡YO JAMAS HARÍA UNA COSA ASÍ! ¿No? ¿Estás segura? ¡SI, YO NO SOY ASÍ! ¿Así como? ¡Yo no tiraría nunca a nadie por un edificio! Acabas de hacerlo. ¡QUE HA SIDO UN ACCIDENTE! ¿De verdad? ¡SI! ¿Y porqué no estás haciendo algo? ¿Porqué no bajas a por él? ¿¡COMO?! No... NO SE QUE HACER. Transfórmate. Trans...formarme... Transfórmate y cógelo antes de que se convierta en una salpicadura contra el suelo. Dios. Dios mío. Si él no se hubiera ido... Si. Jhon seguiría a salvo. Pero me destransformé. Te destransformaste. Y se cayó. Si. Dios mio. ¿Sabes lo que significa eso verdad? ... ¿Verdad?... Si... Kim... ¿Qué?...
Has matado a un hombre."
Entré en pánico. Arranqué a correr como una lunática, gritando y llorando. Estaba confundida y no sabía qué hacer. Antes, nunca me había planteado nada como aquello. Era el Jinete el que mataba malvados, no yo. Era el Ghostrider el que impartía la venganza o la justicia o lo que coño hiciera. De hecho, muchas veces, ni siquiera recordaba lo que había hecho. Pero a Jhon le había matado yo. ¿O le habíamos matado? ¿Importaba eso? No. Pero yo era responsable. Alcancé el borde y me subí con esfuerzo, buscando su cuerpo.
Lo localicé de inmediato. Aún estaba cayendo.
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA- Grité arrojándome al vacío, mientras mi cuerpo echaba chispas. Fué como intentar encender un fippo que no funcionaba muy bien. Noté un vértigo brutal en la caída, y unas cosquillas intensas en el vientre, hasta que el GhostRider volvió a salir.
Unimos nuestras cuchillas de fuego a la superficie del rascacielos y aceleramos por encima de la velocidad de caída libre. El cuerpo del mago estaba aún a mucha distancia. Con un fogonazo aumentamos aún mas la velocidad, y alargamos el brazo expulsando una cadena que descendió a velocidad vertiginosa. Su cuerpo pareció decelerar por un instante. Pero eso no era posible, ¿no? Casi lo teníamos. Casi. Y cuando la cadena rodeó su tobillo y estábamos a punto de tirar de él, su cuerpo impactó contra el suelo. Mierda. Habíamos estado tan centrados en él que la visión de túnel no nos había dejado calcular la distancia. Bajábamos a muchísima velocidad. Si seguíamos así íbamos a llevárnoslos por delante.
-¡ESPERAAAAAAAAAAAH!- exclamé convirtiéndome por un momento en una voluta de fuego que se extinguía. Caí encima de él justo sobre su culo y sus muslos, rodando despues a un lado y dándome un golpe en la cabeza. - Aaaaah. - siseé agarrándomela, encogiéndome en posición fetal. Hostia que daño. Que daño joder.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 23rd Abril 2018, 22:07
Estar tumbado sobre la acera tras una caída que habría supuesto tu muerte y la predicción de un futuro ataque directo a tu cuerpo y mente era tentador. Un sueñecito acurrucado tal vez en el rincón de la entrada de un banco y dejar que el tiempo pasara... No había guapo que dijera que no, pero ese guapo tenía cosas que hacer y una de ellas era salir por patas de ahí. El intento de meterle una lavativa despertó tanto su mente como su cuerpo. Se llevó una mano más hacia su espalda que a su culo, pues su columna se había llevado la peor parte del impacto cuando John trató de levantarse del suelo. La pequeña mocosa gemía de dolor a pocos centímetros del mago, con las manos en la cabeza. ¿Había saltado tras él? La sensación de que algo trató de agarrarlo por el tobillo vino a su cabeza como un taxi con una buena carrera. ¿Trató de agarrarlo? ¿Salvarlo, cuando hacía escasos minutos quiso lo contrario? John trataba de encontrar cierta lógica a lo que había pasado mientras terminaba de levantarse, estiraba su espalda hacia atrás hasta escuchar un "creck" y sacar un cigarrillo.
¿Qué hacer, qué hacer? La tentativa de salir corriendo era seductora. Pero podría volver a encontrarse en las mismas. ¿Qué hacer? ¿Dejarla ahí y esperar que le deje tranquilo? ¿Contárselo todo? Tenía que decidir rápido...
- ..... Joder... - Se acercó a la niña. - Tapón, ven. Te contaré un cuento de camino a la próxima farmacia.
Se lo iba a contar. John comenzó a andar dispuesto a hablar mientras por dentro se daba de cabezazos contra la pared que bloqueaba su cordura por la clara obviedad del asunto: si hubiera hablado antes se habría ahorrado toda la mierda de la noche. Pero claro, como no, tenía que empinar el codo, ¿eh? Beber y olvidar, que va de lujo para el corazón. "Tan listo que me creo y la de gilipolleces que hago".
- La primera vez que engañé al Diablo fue hace muchísimos años. Estaba en Irlanda visitando a un viejo amigo de parranda quien me quería dar a probar una cerveza que había destilado él mismo. Lo que yo no sabía era que aquella misma noche moriría por culpa de la bebida. Y otra cosa que desconocía era que había hecho un pacto con el Diablo y que éste venía a por su alma. Me tocó los cojones pensar que uno de mis mejores amigos se iba a pudrir en el infierno. - Soltó una calada larga de su cigarrillo mientras trataba de ubicarse en la esquina. - Así que invité al Diablo a una cerveza. ¿El truco? Mi amigo había levantado una destilería en un antiguo monasterio donde había un pozo de agua bendita en el sótano. El Diablo bebió y se quemó por dentro, aproveché y lo tiré al pozo de un empujón. El alma de mi amigo quedó liberada pero yo me gané la "simpatía" del Diablo y juró que mi alma sería suya por la afrenta. ¿La putada? Que por aquel entonces me moría de cáncer. Ah si, "oh la ironía", ¿verdad? >>La segunda vez fue cuando estuve a punto de morir de cáncer. Sabía que el Diablo estaba esperando con ansias mi alma, y no iba a darle el gusto, así que me puse en contacto con los otros dos príncipes del infierno y les ofrecí mi alma. El día señalado tuvimos reunión familiar y me divertí como un crío. Los tres querían mi alma y si alguno se la quedaba estallaría una guerra en el infierno. Yo tenía un plan, y lo aceleré cortándome las venas. Estaba más cerca de morir y esos tres no habían llegado a un acuerdo. Alerta de spoiler: me salí con la mía. El Diablo usó magia infernal para sacarme el cáncer de dentro y seguir vivo. No te recomiendo para nada esa terapia: te abren en canal literalmente y sin anestesia ni nada. Así que tenía un as bajo la manga para evitar el infierno. Al menos durante un largo tiempo.
Tuvieron suerte al encontrarse con una farmacia de guardia. Tan buen punto entró se fue directo a la sección donde estaban las pastillas para el corazón, cogió una caja y se dirigió a la caja para pagar. Se detuvo un momento, casi dubitativo, y entonces prosiguió poniendo dos cajas sobre el mostrador: una era la que cogió y la otra eran pastillas para calmar el dolor.
- Buenas noches. ¿Tiene recibo médico? - Aquí mismo lo tienes. La letra del médico es algo difícil de leer pero te puedo decir su nombre.
Lo que puso John en el mostrador era un folleto propagandístico de un club de estriptis. El chico le echó un ojo.
- No hará falta. Que tenga buena noche.
John salió con ambas cajas de la farmacia y le dio las del dolor para Kim. Abrió la suya, sacó un par de píldoras y se las tragó de golpe.
- La tercera fue más serio. Un demonio quería el favor del Diablo y me hizo la vida imposible. Lo que hice fue dividir mi alma y cuerpo en dos, dejando todo lo malo como las dudas, los remordimientos, los pecados... Todo en una parte, quedándome con lo mejor para mí. El Diablo se tragó el anzuelo pero se cabreó con el demonio al ver que no era mi alma, sino una mala copia. Ahora esa parte de mí es un demonio del infierno al que es mejor no tocarle los huevos. Y finalmente, llegamos al final: ésto fue de revote pero se puede considerar como un tanto. Un tipo me tenía e hizo una subasta para los demonios. Resulta que acudió el propio Diablo. La subasta se canceló y cuando el Diablo vino a por mí hice la actuación de mi vida, haciéndole creer que era un doble que mi captor había preparado para engañarle. La noche no terminó nada bien para el gilipollas. - Los pasos de John se detuvieron de golpe en medio de la calle. - Ahora ya sabes mis trucos y espero que entiendas ésto: si quieres engañar al infierno estate dispuesta a jugarte el todo por el todo, porque si no es así jamás ganarás, y aún así tampoco ganas. Nunca. - Se había saltado todo lo malo, todo cuanto había perdido y que el Diablo se cargó a los dos otros príncipes solo para darle caza. El resultado de dicha cacería tomó a John por sorpresa y de momento, están empatados. No será el mago quien tire esa "tregua" por el desagüe.
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"La magia es engañar al universo y hacerle creer una mentira increíblemente escandalosa"
Kim HwaJae Marvel Universe
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 24th Mayo 2018, 12:05
¿Era raro decir que cada vez estaba más habituada al dolor? Estaba empezando a plantearme seriamente empezar a llevar casco a todas partes. No sería tan mala idea después de todo, teniendo en cuenta lo mucho que montaba en patines, no resultaría raro. Tampoco sabía qué tipo de protección podía darme algo así en circunstancias como las mías. No hablábamos de estamparte en el parque de Skate. Hablábamos de caer de un jodido edificio. Por lo menos el tipo había amortiguado mi caída. Intenté recuperarme lo antes posible, más por miedo que por la posibilidad de que se escapara. No era el primero al que le daba por intentar cosas cuando volvía a ser yo misma, e intentaba aprovechar para atacarme cuando creía que estaba vulnerable. Pero no hizo nada de eso. Mientras me ponía a cuatro patas, asegurándome de que no estaba mareada ni nada por el estilo, vi sus pies a mi lado. Cuando levanté la cabeza, comprobé que estaba ahí tan tranquilo, hecho una mierda, y fumándose un cigarrillo. Por algún motivo que no llegué a entender en absoluto, esa imágen me sobrecogió. Cualquiera aquejado de ese dolor, que hubiera sufrido una persecución brutal por parte de un demonio, y hubiera estado a punto de convertirse en pulpa contra el suelo habría tenido una pinta mucho, mucho peor. Pero su cara, en lugar de todo eso, reflejaba solo un agotamiento más propio de alguien que está cansado. Una imagen que daba vida a la expresión: “Ya estoy viejo para esto”.
Nadie había actuado así nunca, en veinte años… y de nuevo, sin saber porqué, el corazón se me encogió. El inglés, tan irritante con su chulería, sus maldiciones y sus gestos obscenos, pasó a darme una pena tan inmensa que no sabía ni por dónde empezar a sacármela de encima.
Uno junto al otro, comenzamos a andar por la calle, como si no pasara nada entre los dos. Metí las manos en mi sudadera, mirando hacia el suelo. Rebusqué en el bolsillo hasta encontrar un chupachups que desenvolví aún dentro.
- No soy un tapón. - gruñí por lo bajo, para luego meterme el caramelo en la boca. Pero ni todo el azúcar con sabor a cereza me quitó el sabor amargo que notaba en la garganta.
Empezó a hablar. Sin más. No había sido una, sino cuatro veces. Había sido capaz de engañar al mismísimo demonio, y no solo vivía para contarlo, si no que no se había detenido ahí. Hubo una segunda, y una tercera, incluso una cuarta. Le seguí dentro de la farmacia, le seguí al salir, y sujeté con ambas manos la caja que me tendía, sin perder detalle de sus palabras. Era… demasíado inverosímil. Según sus historias, no había ritual, ni exorcismo, ni siquiera magia. Era un estafador. Un oportunista. La idea de que un simple hombre pudiera desafiar el poder demoníaco usando sólo su intelecto, por el puro instinto de salvar el pellejo arriesgándolo todo era… aterradora. No hablábamos de pequeñas cosas. Hablábamos de una apuesta que se lo llevaba todo, y que él había regado con la sangre de sus venas. Que le había arrancado un cáncer para vivir un tormento de tensión que no acababa. Que había partido su alma en dos.
Era como una leyenda que cobraba vida. No sabía si podía fiarme de él después de todo lo que había visto, y sin embargo, sus pecados involucraban a muchísimas personas, a demonios, a ángeles, a todo tipo de criaturas de las que se había aprovechado, a las que había jodido o destruído. Muchas veces con el único fin de mantenerse con vida, sin importar nada más.
Levanté la mirada para encontrarme con los ojos azules del inglés, que me observaban bajo su rostro hinchado por los golpes. Sus ojos helados me taladraron, cuando finalizó su historia, y yo apreté los puños dentro de mi sudadera. Quería pensar que me mentía, pero no pude. Me creí todo lo que me dijo, palabra por palabra.
Le miré, muerta de miedo.
Sólo así se explicaba lo que había conseguido. Todo lo que había pasado, todo lo que había sufrido, le había hecho así. Me quedé paralizada.
Él… no era un hombre. Era un monstruo.
- Yo… yo no tengo nada. - titubeé, tras sacarme el caramelo de la boca, y dejar las manos colgar hacia el suelo, perdiendo la fuerza, mientras los ojos se me humedecían, llenándose de lágrimas. Me quedé allí plantada, con la caja de analgésicos en una mano y el chupachup en la otra. Miraba hacia él, pero no le veía. Había empezado a temblar suavemente. - No hay nada que pueda darle. Nada que arriesgar. - dije, sabiendo que no era del todo cierto. Mi familia no estaba. Mi alma, atrapada en ese extraño impas que protegía el volador chico verde. Si aún era mía, tampoco disponía de ella para usarla a mi antojo. Saber que mi alma no era de Mephisto era lo único que tenía. Pero en el juego del inglés, merecía la pena arriesgarse a que la tuviera, si con ello había una mínima posibilidad de conseguir la libertad. Yo no era capaz ni de afrontar el mero pensamiento de intentarlo. No era tan temeraria, ni tan inteligente como él. Jamás se me habría ocurrido una idea como esa, y mucho menos la intentaría. Porque a pesar de todo lo que había vivido, aún había esqueletos en mi armario, mi cama estaba llena de monstruos y en la oscuridad vivían pesadillas. Aún tenía mucho miedo. Las lágrimas me cayeron por las mejillas, arrastrando la suciedad de mi rostro, hasta dejar regueros de piel limpia.- Gracias por contármelo. - musité sacando mis últimas fuerzas, para construir esa pequeña frase, antes de darme la vuelta y entrar en la esquina de una callejuela, apoyando la espalda en la pared resbalando hasta el suelo, para luego hundir la cabeza entre mis rodillas, dejando salir el llanto. Jhon Constantine había evitado el infierno.
En lugar de ir, lo estaba viviendo…
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 11th Agosto 2018, 02:39
¿Dónde había un escritor o un editor cerca cuando se le necesitaba? Joder, si fuera así y hubiera escuchado la historia que John le soltó a la pequeña taponcita, los dólares le estarían creciendo de las orejas. Una autobiografía, ¿por qué no se le había ocurrido antes? Y aunque la gente pensara que era de ficción daba igual, tenía gancho suficiente para mantener al lector enganchado a sus páginas desde el primer capítulo con un "mi padre mató a mi hermano gemelo con un intento de aborto usando una percha y se cargó de paso a mi madre en el proceso. Ese era mi padre, todo un padrazo desde el minuto uno." Y tampoco haría falta contar todo lo relacionado con el infierno en su vida. ¿Por qué no lo había hecho antes? Oh si, es verdad: las personas son gilipollas e imitan lo que ven y leen. Seguramente le saldrían un grupo de chavalas menores de edad con ojos y labios pintados de negro, chupas de cuero y con ganas de que el viejo John les enseñe a invocar a Lucifer y algo más. Por no hablar de los "yo también soy JC", imitándolo en todo y saliendo en las noticias como nueva víctima del infame libro de John Constantine. Cuanta diversión en unas pocas páginas, ¿verdad?
El mago no dijo nada. No se movió pero la siguió con los ojos cuando ésta se alejó del inglés. Tendría que llevar una pizarra para apuntar todas las veces que hacía llorar a la niña. No, mejor, cada vez que un niño lloraba por su culpa. De ésta forma podría argumentar que es algo patológico, que no es totalmente su culpa. Seguramente le creerían. Un poco de labia y un poco de...
Joder John, céntrate un poco. Un cigarrillo iría de perlas. Venga, cigarrillo, un momento para dar peso y al drama, como has hecho toda tu vida.
El inglés se acercó a paso ligero hacia el callejón donde se había dirigido la niña, pensando que tal vez tuviera que acelerar el paso para alcanzarla. Como cogiera otro coche infernal de esos, adiós muy buenas. Por buena o por mala suerte, la niña estaba allí, hecha un ovillo con la cabeza metida entre sus rodillas. Desde luego, tienes una mano para los niños John...
- ... ¿Sabes que las mejores apuestas son las que ganas sin tener nada con lo que jugar? - Sacó un bolígrafo y un trozo de papel, apuntando un número de móvil y una dirección. - Solo necesitas una buena mano, un engaño de puta madre o al menos, alguien que pueda hacerlo. - Se agachó, dándole el trozo de papel. - Hazle caso al borracho: hay tanto gilipollas en la Tierra como en el infierno. Solo tienes que tener los huevos de burlarte en su cara.
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019) 2nd Octubre 2018, 19:09
Había sido una noche muy difícil. No solo porque John fuera un imbécil o un malablado o se comportara como un cretino gilipollas. En general puede que ella tampoco hubiera tenido la mejor actitud para aproximarse a él. No, era todo lo demás. Se la había jugado mucho al coger esos coches de policía, aunque no estaba segura de qué le había corrido por las venas para ponerse en ese plan, seguro que se había dejado llevar por la rabia, el orgullo, y otras muchas cosas que acabarían mordiéndole el culo en el futuro. Es difícil pasar desapercibido siendo un Ghost Rider, pero lo es más cuando vives en el cuerpo de una niña que no puede crecer. Adultos hay muchos, y los hay que pueden pretender tener el mismo careto durante mas de veinte años. Pero para ella, dos años era el máximo que podía permanecer en una misma zona. La mayoría de la gente no es tan pasota como nos gustaría creer. Dudaba mucho que dejaran pasar como si tal cosa el tema de los coches de la policía, o lo del accidente.
Joder, en qué estaba pensando.
Y las respuestas... La verdad es que no habían hecho mas que estropear la situación. Ese tío era como una pesadilla. Debió hacerle caso cuando evitó contárselo y haberse buscado otras maneras. Ahora tenía que vivir sabiendo que existía, y aún peor, el espectro también lo sabía. No era algo que pudiera escoger, así que tarde o temprano, cuando sus pasos volvieran a cruzarse con él, el instinto de acabar con su vida sería tan fuerte, o aún mas de lo que lo había sido en ese momento.
John Constantine... Realmente eres un monstruo.
Alcé la vista cuando noté que se acercaba a mi. Mis ojos estaban enrojecidos y llenos de lágrimas que se deslizaban por mis mejillas, y que me limpié con la manga, dejándola empapada y con restos de suciedad, aunque en ese momento era la última de mis preocupaciones. Me pareció irónico que fuera un tipo como él el que me diera ánimos. Era como si un tipo que había perdido las piernas por una granada te animara a jugar con petardos. Aún así, mal que me pese, su voz me pareció mas tranquilizadora que el silencio que me dejaba a solas con mis pensamientos. Me encogí un poco cuando me tendió ese papel con un número de teléfono escrito.
- Que...- sollocé, con las mejillas enrojecidas por el llanto. - ¿Qué es esto?- le pregunté con el papel en la mano, aunque imaginé que se trataba de su propio teléfono. Le miré con los ojos cubiertos de una película transparente, y tratando de contener los pucheros que me hacían temblar el labio de manera descontrolada. Guardé el trozo de papel en la riñonera y cerré la cremallera. Luego me levanté y me sacudí, nerviosa.
- Tengo que irme. - musité. Casi parecía estar hablándole al cuello. me coloqué la capucha sobre la cabeza y metí las manos en el interior de los bolsillos de la sudadera, mirando al suelo. - Será mejor que no volvamos a vernos. Si vuelve a verte, te matará. - se lo aseguré, a pesar de todo lo que sabía. Sólo con rozar la mirada de castigo, John habría podido estar ardiendo mas años que el mismísimo sol. Di unos pasos atrás, sin querer darle la espalda, hacia el fondo del callejón. - Lo de antes...- carraspeé. No creía que pudiera decir que lo sentía, ni tampoco nada que no hubiera dicho ya, así que volví a quedarme callada, mirando el pavimento como si fuese lo más interesante del planeta. - Bueno... Adiós. - dijo antes de girar sobre sus pies y caminar con la cabeza hundida hacia el final del callejón. Al final, miró por encima del hombro la figura del inglés, que aún parecía mirarla. - Cuídate, John. - era casi mas una plegaria que algo en lo que confiara.
Luego, dobló la esquina...
Y con un grito ensordecedor, una bola de fuego enana salió trepando en vertical sobre los bloques de pisos, sobrevolando el cielo como un pequeño meteoro que se perdió de la vista, dejando a su paso tan sólo un rastro de llamas, luz y humo negro que se disipó en el ambiente, hasta que sólo quedó la ilusión de su paso, y la duda de si acaso había sido una experiencia real en las mentes de quien lo había presenciado de casualidad.
[OOC: Creo que podemos dar el tema por acabado aquí. ¡Ha sido una pasada! Espero que nos encontremos de nuevo!]
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Tema: Re: Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019)
Los niños y sus tonterías (Kim HwaJae) [07-02-2019)