¿Es esto un as en la manga? (John Constantine) 5 de Febrero de 2019.

5 de Febrero de 2019.
00:45 de la madrugada.
Entrada del "The 21 club".
21 W 52nd St, Nueva York.


La fría noche azotaba la gran ciudad sin cuartel. No había manera de salir a la calle sin sentir el gélido abrazo del invierno, quien había decidido dejarse notar en una de las mayores heladas del siglo. La ciudad parecía teñirse de luto y sufrimiento tras todos los eventos de Ultron, quien se cobró varios centenares de vidas, así como destrucción a gran escala en varios edificios a lo largo de la isla. Las grúas y los servicios de mantenimiento, ayudados por los Vengadores reconstruían poco a poco todos los desperfectos y daños, pero todavía había mucho por hacer. Mucha gente había colocado pequeñas velas perfumadas, rojas o blancas en sitios concretos. Algunos altares improvisados decoraban las calles, llenos de fotos y recuerdos de aquellos que el destino encontró la noche del veinte de enero. Algunos copos de nieve se habían posado delicadamente, formando preciosas esculturas alrededor de los altares, casi como si la providencia hubiese querido que así fuese.

Sin embargo, Hellboy no estaba paseando por las calles para consolar a los aflijidos ni dar el pésame a los familiares de los difuntos. Tenía otras cosas en la cabeza, como la de encontrar al maldito Constantine. El dichoso inglés era más escurridizo que un maldito leprechaun. Al B.P.R.D le traía de cabeza, y parecía decidido a pasar de ellos a pesar del dispositivo que le entregaron para poder comunicarse. Rojo estaba ligeramente cabreado por el hecho de que les hubiese ignorado por completo y no se hubiese dignado siquiera a aparecer en Guerra a pesar de que el destino del mundo dependía de ellos. ¿Acaso le importaba un bledo? Sí, seguramente sí. El cabronazo de John se preocupaba de sí mismo y poco más. Y si tenía que dejarte tirado en el trayecto no dudaría en hacerlo. De manera que sólo había una forma de pillarle y obligarle a hablar. Hacerlo cuando tuviese la guardia más baja, como por ejemplo, jugando su partida de apuestas y que fuese ganando por goleada. Exactamente lo que estaba sucediendo esa noche.

Cuando el demonio llegó a la puerta, el tipo que estaba en esta le miró con los ojos muy abiertos sin saber qué hacer. Los ojos de la enorme mole se entrecerraron y entreabrió la boca.

- ¿Qué miras chaval?-

- ¿Yo? N-n-n... Nada señor...-

- ¿Hay algún problema?-

- No, no...-

- ¿Entonces me dejas pasar?-

- Bueno, yo...- Pero el demonio pasaba de esas tonterías. Apartó al joven con la mano y entró en el ruidoso bar. Estaba hasta arriba de gente, pero la gran mayoría se quedaron mudos al ver al gigante rojo que acababa de entrar en el local. Varios cuchicheos, negaciones y señalamientos con la cabeza, haciendo que aquellos que no se habían vuelto lo hiciesen. Todo el local miraba al demonio con atención, esperando su siguiente movimiento. Este alzó las cejas y miró a su espalda, imitando a todos los del bar. Al cabo de un par de segundos se volvió de nuevo.

- ¡Ah! Que me miran a mí... ¿Tengo monos en la cara? A lo suyo señores.- Se dirigió a la zona de los baños y tocó en una pequeña puerta de madera. Cuando se abrió un tipo vestido igual que el resto de camareros le observaba.

- ¿Puedo ayudarle?-

- Sabe de sobra por qué he llamado a la puerta, así que por favor déjeme pasar.- El tipo le miró de arriba a abajo y, tras hacer referencia a una puerta trasera para la próxima vez, se apartó con una negación de cabeza. El demonio bajó al piso de abajo, un antiguo sótano donde daban de beber durante la ley seca. Un pequeño antro que ahora servía como casa de apuestas para evitar las represalias legales. Un buen sitio donde muchas veces los seres mágicos iban a echar una cana al aire y relacionarse con algún humano lo suficientemente valiente o que no juzgase por la apariencia o naturaleza. Reconoció al inglés al instante. De espaldas a él, con su mítica gabardina y el pelo rubio pajizo. Se acercó hasta estar justo detrás de él.- Oh, John, ¿otra vez haciendo trampas? Estos muchachos seguro que se molestan...-

La chulería de John no pilló por sorpresa a Hellboy, que conocía al inglés de sobra. Habían intercambiado palabras un par de veces y siempre le había parecido un soberano... Podéis imaginaros como sigue la frase. El demonio suspiró y negó con la cabeza.

- Verás John, te lo voy a explicar para que lo entiendas. No estoy aquí por orden de nadie, salvo por la mía. Tú y yo teníamos un acuerdo: ayudarnos mutuamente para evitar que todo se fuese al carajo. Pero me da la sensación de que has olvidado tu parte. Así que, ¿qué te parece si te levantas tranquilamente, salimos fuera a hablar como hombres y así no tengo que romperte los morros? Es un buen trato, aunque siempre está la opción donde te saco a rastras. No sería la primera vez que lo hago.- La primera vez que se habían encontrado de hecho, John intentó huir de ellos y acabó pegándose una morrada contra el suelo de película. En aquella ocasión Hellboy básicamente le levantó y le arrastró hasta un sitio donde el rubio pudiese aclararse y dejarse de historias, ya que él no había ido a matarlo ni nada. Simplemente el inglés no estaba acostumbrado a tratar con demonios buenos por así decirlo, y todo terminó en un acuerdo de cooperación. De hecho, hasta viajó a Marrakesh con ellos para ayudarles contra Victoria aunque no hizo mucho. Sin embargo, la manera en que no sólo había evitado al demonio desde entonces, sino su forma de comportarse y liarla allí donde iba empezaba a cabrear de verdad al gigante de rojo, y pensó que, dadas las circunstancias y los últimos acontecimientos en torno al B.P.R.D lo mejor sería darle una nueva oportunidad y volver a hablar con él. Abe y Liz se lo habían recomendado. En el fondo John no era tan mala gente, como habían dicho. Otra vez a comerse el marrón.

Se percató de que el inglés no llevaba la gabardina puesta, y con cuidado enrolló una de las mangas con la cola, de manera que si John intentaba hacer algún movimiento brusco o huir de nuevo se dejaría una de sus mejores defensas atrás. Sabía que si se peleaba con él le daría problemas, y más aún teniendo en cuenta que Hellboy no quería dañarle, pero si podía privarle de su gabardina le resultaría más fácil intentar pararle cinco minutos para que le escuchase.

Por suerte para el demonio, John no salió corriendo esta vez. Odiaba tener que correr detrás de los seres mágicos o la gente a la que debía atizar o interrogar, y además el inglés era un escapista experto. Cuando se levantó los demás no quitaban la vista del demonio, quien alzó las cejas e inclinó un poco la cabeza hacia adelante.

- ¿No os han dicho nunca que no se debe quitar la vista de la mesa al jugar al poker? Y tú no me toques las narices. Sé perfectamente lo que hace esta gabardina y tu "manía" de salir corriendo siempre... No me apetecía andar persiguiéndote para que pensases que soy fan tuyo...- Se llevó al rubio a una esquina algo más apartada y le sentó en una mesa. De haber sido por él le habría sacado al callejón y le habría metido un buen bofetón por cabrón, pero en su cabeza resonaban las palabras de Abe y Liz de que mantuviese la calma y no se dejase llevar por la situación. John vivía en constante peligro y le perseguían seres verdaderamente peligrosos que le traían de cabeza y llenaban de pesadillas sus sueños. La silla crujió levemente bajo su peso y apoyó la mano izquierda sobre la mesa. Analizó durante unos segundos al hombre, quien parecía estar bastante confuso en ese momento. Hellboy entrecerró los ojos y se reclinó contra el respaldo.- Parece como si no me reconocieses... ¿Te has dado un golpe en la cabeza o algo?-

Era muy raro... Había gente que tras el incidente de la colisión de mundos había perdido la memoria o parte de ella, o simplemente pertenecían a un universo distinto, pero cuando había hablado con Constantine por primera vez habían pasado varios meses desde aquel evento, de manera que no podía ser algo así... Pero claro, había tantos seres a los que les gustaba joder al resto borrándoles la memoria o jugando con los recuerdos que habría estado toda la noche nombrándolos. Tamborileó los dedos en la mesa con un sonido seco y suspiró.

- No tienes ni idea de quién soy, ¿a que no? Joder... Otra vez a explicar todo...- Qué pesadez. Odiaba tener que andar explicando la misma mierda una y otra vez y más aún a gente a la que ya se lo había dicho por activa y por pasiva. Por lo menos era de agradecer que esta vez estuviese más dispuesto a escuchar que la primera vez.- A ver, mi nombre es Hellboy. Soy un demonio bueno, por así decirlo. Básicamente pateo el culo a todos los cabronazos que intentan abandonar el infierno o las criaturas mágicas dispuestas a matar a todo el que pillen por delante. Esta mano de piedra es la llave del infierno. Mi misión en este mundo es la de traer el Apocalipsis. Pero tranquilo, no pienso hacer esa mierda. Los demonios están muy bien ahí abajo... Trabajo para una organización llamada el B.P.R.D: agencia de investigación y defensa de lo paranormal, y nos dedicamos a controlar e investigar. Exorcismos, aquelarres, invocaciones demoníacas... Cualquiera de esas mierdas. Te seguimos la pista tras la colisión de mundos y descubrimos que tú hacías algo parecido, de manera que fui a hablar contigo para que cooperásemos, ya que como habrás notado desde que ocurrió todo lo del choque los demonios y demás tienen la manía de atacar más y escaparse más. Fue hace varios meses, el diez de abril para ser exactos, y decidiste ayudarnos. Lo hiciste una vez, pero nunca volviste a ayudarnos con nada. Nos dejaste más tirados que a una colilla. Y yo me preguntaba si es que habías muerto o directamente estabas haciendo el capullo por ahí... Y ahora me doy cuenta de que es posible que sea la primera... Al menos la muerte del Constantine que yo conocí...-

El demonio no sabía hasta qué punto John estaba disimulando o realmente no le recordaba. A saber. El inglés era famoso por escurrir el bulto en muchas ocasiones y dejarte más tirado que un trapo viejo. Pero si realmente le había pasado algo quería saberlo. Al fin y al cabo, si le había pasado a él qué le decía que no pudiese pasarle a otro.

- Desde luego, tu fina labia no ha cambiado nada... Y si, eso es. El cómo te convencimos para que nos ayudases... Es relativo. Nos ofreciste tu ayuda pero nunca apareciste, lo cual no me sorprendió demasiado. Y con respecto a lo de terminar con el mundo, tranquilo. Si algún día se me va la olla tengo un par de amigos que tienen orden directa mía de disparar a matar.- Abe mismo, Liz, Johann... Sus aliados más cercanos tenían la misión de, en caso de que se descontrolase, lo matasen como fuese necesario. La manera más efectiva sería cortarle el brazo derecho, aunque ni de lejos era la más sencilla. Pero él había sido capaz de enfrentarse a su naturaleza y misión durante setenta años, y había resistido las más profundas y terribles tentaciones, de manera que en cierto modo estaba tranquilo. Le preocupaba bastante más que otros hiciesen su tarea, como los jinetes.- Viniste a echarnos un cable con Victoria. Ya sabes, el jinete del Apocalipsis. Con el choque de universos han salido al mundo, dios sabe por qué, y hemos tenido que frenarlos. Por ahora hemos conseguido acabar con Peste, Victoria y Guerra, y estamos a expensas de que aparezca Muerte. Es la única vez que nos echaste un cable, y nunca más se supo de ti... Supongo que la gravedad del asunto fue suficiente para convencerte.-

El inglés seguía siendo un misterio para el demonio, quien muchas veces no sabía hasta qué punto era útil o un estorbo a la hora de enfrentarse a los demonios. Sí, era cierto que se había enfrentado a más de uno en el pasado, pero no había demostrado demasiado compromiso, al menos con ellos y en general.

- Ya, qué me vas a contar de lo que quema trabajar con los "míos"... Imagínate si fueses uno de ellos y todos te considerasen un traidor... La cosa es... ¿Cuál es tu último recuerdo? Desde luego no eres el John que conocimos, así que algo ha debido pasar en medio de todo...- El demonio entrecerró los ojos mirándole a los suyos, dudando, meditando. ¿qué podía haber sido lo que hubiese hecho cambiar de parecer y forma de ser tan repentinamente a alguien? El efecto Omega no había sido ya que fue posterior cuando se conocieron, de manera que podía haber sido algo posterior, los residuos de ese efecto o algo parecido. ¿El qué? No tenía ni idea, pero tal vez con la respuesta del inglés llegasen también respuestas a aquella situación.

A decir verdad, John estaba mucho más dispuesto a creerle y a hacer un esfuerzo en entender todo lo que el demonio le contaba de lo que habría imaginado. Después de su primer encuentro y de todo lo de Victoria cualquiera habría dicho que no quería volver a saber nada de él ni del B.P.R.D. Pero verle rompiéndose la cabeza por entender todo e intentar recordar casi daba una luz de esperanza a Hellboy. Casi. No podía olvidar que aquel no era otro que John Constantine, y aunque su padre siempre le dijo que debía dar una segunda oportunidad a todo el mundo, prefería andarse con pies de plomo con el mago, al menos hasta que demostrase que realmente estaba dispuesto a echar un cable o a enmendar los errores de su otro yo.

Una de las cosas que más le llamó la atención fue lo de que tuviese los recuerdos de muchos Constantines, no de uno solo, lo que provocaba una confusión bastante seria en el inglés. No tenía ni idea de qué cosas había vivido realmente o cuales pertenecían a su alter ego de otra dimensión y universo. El efecto Omega produjo muchas de estas paradojas, y aunque los científicos y magos de todo el mundo y universo llevaban casi un año investigando, nadie había sido capaz de llegar a una conclusión digna de ser aceptada por todos. Lo único que todo el mundo sabía era que en un determinado momento, miles de universos paralelos habían chocado al mismo tiempo y se había creado uno nuevo que unía dos vertientes principales y todas las fluctuaciones de cada una de ellas. Y poco más. El demonio había intentado entender esa paradoja un par de veces con la ayuda de Krauss y Abe, pero a los cinco minutos desistía y pasaba del tema, centrándose en alguna otra cosa. Desde luego no le interesaba lo más mínimo todo aquello, al menos no de momento. Bien era cierto que podía resultar algo interesante para él, nunca se le habían dado bien los números y cálculos. De hecho, le aburrían soberanamente. Lo que sabía era que un puñetazo de su mano dolía, y mucho, y eso le bastaba para la mayoría de misiones a las que iba.

John tocó un tema que Rojo llevaba pensando desde hacía bastante. Frunció el ceño y suspiró lentamente, reclinándose contra la silla que chirrió con el movimiento.

- No vas mal encaminado... Al principio yo pensé que tenía lógica, debido a que Peste apareció poco después del choque de universos. Pensamos que aquello era el principio del fin, y que por eso los jinetes campaban por el mundo... Pero el tiempo fue pasando, y los jinetes cayendo... Cualquiera habría pensado que un jinete del Apocalipsis no podría morir, o si lo hacía, sería después de un esfuerzo colosal... Y tras tres jinetes... Tenemos dos opciones. O realmente ahora somos tan fuertes como para frenar el fin del mundo... O esos no eran los verdaderos jinetes... No sería la primera vez que mi querida familia intenta salir del infierno, y han usado toda clase de tentaciones para hacerme caer. Esta podría ser una nueva forma de tentación. Intentar demostrarme que no soy el único capaz de darles la libertad... Probar hasta dónde soy capaz de llegar por evitar la destrucción del universo... ¿Coincidencia? Es posible. ¿Reincidencia? También. Bastante a decir verdad. Pero nunca de una manera tan brutal... O al menos no desde hacía mucho tiempo... Y eso es lo que realmente me preocupa... Que pueda haber algo más gordo detrás de todo esto... Porque si hay algo más gordo, no tenemos ni idea de qué es, y como bien sabes, eso jamás es bueno cuando hay demonios involucrados...- No saber qué podía estar moviendo los hilos era algo que mantenía al demonio con una tensión enorme. Esa fue una de las razones por las que había ido a visitar a Legba, el dios del voodoo. Una entidad superior a él tal vez tuviese una visión más amplia de todo lo que sucedía. Pero ni siquiera él había sido capaz de ver más allá que algunos indicios que le llegaban. Fue capaz de predecir la aparición de Guerra, y tenía la certeza de dónde estaría Muerte... Pero eso había sido todo. Desde el choque los infiernos habían estado en movimiento, luchando, muriendo, renaciendo, intentando más desesperadamente que nunca escapar de su confinamiento, sin éxito. El tiempo corría sin remedio, sin que ellos pudiesen hacer más que esperar. Lo único que el demonio deseaba era que, llegado el momento, estuviesen a la altura.

- Ya... Nosotros opinamos lo mismo... Deben ser algún tipo de invocación o algo así... El caso es que hay alguien detrás de todo esto, y no me gusta...- ¿Quien tendría poder suficiente para hacer algo así? ¿Lucifer? ¿Por qué? ¿Qué ganaba él con eso? La mayoría de los que querían salir del infierno eran otros. Casi todo semidioses o príncipes del infierno como él. Lucifer nunca se había presentado personalmente intentando que lo abriese. Era casi como si no desease que esto ocurriese. Tal vez con el choque de universos Lucifer había dejado de ser el mismo y ahora era uno más cabrón o que quería que su hijo abriese de una maldita vez el infierno para él. Fuera como fuese, las alarmas estaban totalmente disparadas pero no se veía por ningún lado el causante de estas.- Créeme, son bastante cabrones. De haber podido encargarme yo lo habría hecho. No sería la primera vez. Pero algo así de gordo no puede ser tomado a la ligera.-

Aunque se había enfrentado a seres capaces de destruir el mundo en un abrir y cerrar de ojos prefería no arriesgar. Contra Peste tuvo a la vaquera de su parte, así como a muchos agentes de la organización. En Victoria los refuerzos fueron mayores, y en Guerra contaron con casi un equipo como los Vengadores o la Liga de la Justicia. Ahora con Muerte no estaba seguro de qué harían, pero ese no era el tema a tratar allí con John. El inglés había demostrado estar más interesado en los asuntos del mundo de lo que el demonio pensó antes de entrar en aquel bar. Y hablando de entrar, el rubio le sugirió que se fuesen a otro sitio, más acorde con el tema a tratar, y el demonio creyó pillar la indirecta.

- Si... Acompáñame. Te llevaré.- Supuso que el hombre se refería al mercado troll, ya que en su universo no existía. Bueno, a decir verdad no sabía si existía o no. Tenía en ese momento la duda en la cabeza rondándole la cabeza. En cuanto salieron del local se pusieron rumbo al lugar. No estaba muy lejos de allí, pero les llevaría un rato alcanzarlo.- Si es el mercado troll el lugar al que te refieres no está lejos. Es un lugar donde seres mágicos y mitológicos pueden estar sin problema... Con respecto a los jinetes, en realidad no hay mucho más que decir. Estamos a la espera de que todo suceda... En el B.P.R.D estamos trabajando día y noche para encontrar algo que pueda servirnos de ayuda. ¿Hay algo que quieras saber?-