La figura se estremece durante unos segundos en la pequeña iglesia ubicada en el condado de Queens. Las luces del atardecer hace tiempo que se han marchado, pero la soledad del lugar da una impresión ominosa en la oscuridad del edificio, arrancando sombras extrañas de los muebles y cristaleras. Y sin embargo, el hombre no tiene miedo, pues en la soledad del templo es cuando más cerca puede sentirse de Dios.
Es ahí cuando realmente se puede permitir, por unos minutos, dejar la fachada de indolencia infantil tras la que oculta sus propias inseguridades. Es muy consciente de que es un monstruo a ojos de muchos mientras contempla sus manos en las que sólo hay tres dedos enormes, observa su pelo azul sobresalir por debajo de los guantes de su traje de superhéroe.
A veces se pregunta por qué sigue haciéndolo, por qué debería molestarse en ayudar a aquellos que no quieren ser ayudados, aquellos que no dudarían de tacharle de demonio. Pero en el fondo, sabe la respuesta, siempre la ha sabido: porque es lo correcto. Porque él, en la cruz, también lo hizo, porque si nadie lo hiciese, entonces habría muerto la esperanza.
El muchacho se arrodilla ante el símbolo religioso y entona un silencioso padre nuestro, dando gracias a Dios por la oportunidad de hacer el bien una vez más, de haber podido encontrar unos amigos que no le juzgan por ser distinto, por haber conseguido, por fin, un propósito. Los minutos trascurren en silencio hasta que, finalmente, el muchacho se incorpora, sus ojos brillando en la oscuridad de la estancia.
Kurt, la voz del profesor X sonó en su cabeza, lo que hizo que el joven mutante levantase la cabeza de golpe Pyro está provocando daños en los árboles de Central Park. Necesito que te reúnas con Kitty y Rèmy allí para detenerle
Rondador sonrió suavemente. Era la hora de volver al mundo real... y a continuar con su tarea. Miró una última vez en silencio al Cristo de la iglesia y asintió suavemente, desapareciendo en una nube de humo negro poco después