El cambio tiene rostros (Shade, Ino, Alexander, Max y Albert)

(Es de noche, ignoren el día de la foto)

El viaje en avión fue, cuanto menos, entretenido. Aunque la mayor parte del tiempo la pasó riendose de los ocurrentes comentarios que su compañera de viaje iba propinando contra toda persona que osase mirarla por más de dos segundos seguidos, a Prince le resultó muy interesante conocer una nueva faceta de Garnet. Una Garnet irascible pero divertida a partes iguales. No era de la clase de personas que hacían comentarios graciosos de forma consciente, esperando que los de su alrededor le rieran las gracias. No. Ella era distinta. Ella soltaba comentarios graciosos sin ni siquiera pretenderlo y eso la hacía única; despertando a su alrededor un halo de misterio que poco a poco sentía como se iba desvaneciendo a medida que pasaba más tiempo con ella. Sin duda quería conocerla mejor y aquella misión podría ofrecerle la oportunidad perfecta para hacerlo.

De momento había descubierto de ella, que era fumadora y al parecer no llevaba muy bien eso de estar unas cuantas horas sin poder fumar o beber. Albert intentaba relajarla, pero tampoco ponía mucho empeño en ello, puesto a que disfrutaba más con cada comentario de la joven.

Tomaron asientos correlativos en el avión; Garnet estaba cerca del pasillo, mientras que a Prescott le había tocado el lado de ventanilla. La joven —que ya estaba agitada por el hecho de no poder fumarse ni un triste cigarrillo, algo que según ella, era incomprensible y tercermundista—, se dirigió a Prince con algo que al parecer la incomodaba.

— Ese yayo me está mirando. Te juro que me está mirando.

Sin mediar palabra y algo curioso, Albert buscó con la mirada al hombre que había incomodando a Garnet. Pero éste ya había apartado la mirada algo asustado. Probablemente su compañera le había dedicado la misma mirada que había dedicado minutos atrás a la pobre azafata que amablemente le había dicho que no estaba permitido fumar ni beber durante ese viaje.

— ...si vuelve a mirar en esta dirección le arranco los ojos y me los llevo de souvenir. Me los pongo de pendientes. ¿Te imaginas? Sería difícil no verlos…

Aquella respuesta inesperada y el tono que utilizó para decirlo, hicieron que Prescott estallara en una sonora carcajada. Algo que hizo que parte de los pasajeros se girasen a mirarle. Algo que provocó que Garnet siguiera con su retahíla. Esta vez, había cargado contra una señora que se había quedado mirándolos tras la escena. Una mujer con la cara de un gato impresa en su jersey.

— Y esa mujer que mira, ¿eh? ¿Nunca a visto a una pareja joven viajando o qué? Tiene envidia la muy amargada, seguro que ni el gato la aguanta.

Albert, que había logrado tranquilizarse, miró entonces hacia la mujer a la que Garnet hacía referencia y entonces, al observar su jersey, reparó en las palabras de su acompañante. Una nueva carcajada se escapó entre sus cuerdas vocales. Haciéndole llorar y enrojecerse al mismo tiempo.

—En serio Garnet. Me encantas —confesó secándose las lágrimas del rostro, todavía con una sonrisa.

Cuando llegaron a la ciudad fue todo un número ver como Garnet, intentaba comunicarse con los nipones todavía agitada y por tanto con poca paciencia. Al final, opté por ayudarla e intentar comunicarnos con los habitantes del lugar entre los dos. Conseguimos que un taxi nos llevase hasta el lugar dónde se nos había citado, Namie. Allí encontramos un lugar dónde cambiarnos y adentrarnos en la piel de nuestros alter ego. Era el momento de Shade y Prince.

Garnet se tomó su tiempo, pero cuando salió convertida en Shade estaba sencillamente impresionante. Prince se quedó observándola como de costumbre, contemplandola con total aprobación. Ahora sabía que ambos utilizaban pelucas a fin de preservar su identidad. Y al igual que él, ella también sufría un cierto cambio de personalidad cuando adoptaba el papel de Shade. Ya no quedaba ni un resquicio de la malhumorada y picajosa Garnet, ahora tenía frente a sí a una mujer segura de sí misma dispuesta a jugar.

—Me alegra saber que no soy el único a quien mata la curiosidad… —sonrió acompañando a Shade hasta la puerta de forma cortés.






Finalmente llegaron hasta la localización indicada por Fénixer. Ante ellos se alzaba una casa de aspecto tradicional aislada en medio del campo.

—Es aquí… Que curioso… Casi podría decirse que se trata de un lugar acogedor…—pensó en voz alta el joven.

Dedicó una mirada a Shade, quien había encontrado su zona de confort detrás de Prince. Casi parecía pedir que le hiciera de guía. Probablemente con el ajetreo y el estrés se había olvidado de las indicaciones de Fénixer. O simplemente prefería que fuese el ladrón quien llevase la voz cantante.

Finalmente llegaron a la habitación donde se les había citado. En su interior se hallaban el resto de invitados. Al parecer había cierta incomodidad en el ambiente… Quizá debido a la falta de confianza. Pero Shade, logró romper el hielo con una de sus ocurrencias.

—  Alaaaa.... Prince, pero si somos los últimos en llegar. Deberíamos denunciar a la compañía de vuelos y que nos devuelvan el importe del billete. ¡Compensación monetaria!

Y tras soltar una carcajada, se apoyó en su parasol como de costumbre sonriendo de forma afectada. Prince, rió su comentario. Y asintió con la cabeza. Shade, prosiguió con su discurso, esta vez dirigiéndose al resto.

—  Y bien, ¿quién de vosotros va a pagar por nuestros servicios?

Tras este último comentario, Prince reparó en que cualquiera de ellos podría ser el tal Fénixer. A fin de cuentas, tan sólo tenían un nombre. Podría no ser más que un alias. El ladrón irguió la espalda adoptando una posición de alerta. Pues a partir de aquel punto, cualquier cosa podría suceder.

- Pero no es tan sencillo. Muchos estarán en contra de nuestra ideología, los mismos que lavan los cerebros de la gente haciéndoles creer que hacen "lo correcto". No querrán que otras personas quieran aspirar al poder, querrán REPRIMIRNOS, querrán SILENCIARNOS. Es por eso que los necesito, si mostramos nuestra fuerza unida, estoy seguro que llegaremos a la meta que tengo pensada. Nuestro principal objetivo es suprimir a cualquiera que tenga el poder de poner en riesgo al planeta, suprimirlo de cualquiera manera. El segundo objetivo es dejar fuera del camino a los que se opongan a nosotros, de una manera u otra. El tercer objetivo es expandir nuestro pensamiento y unir a los que compartan y quieran ayudar en esta causa, siempre y cuando nos sean útiles.

Por la forma de hablar de Fenixer, casi parecía que buscase a alguien que se encargase del trabajo sucio. Algo que a Prince no le importaba, siempre y cuando se divirtiera lo suficiente con ello y obtuviese la recompensa merecida. Por lo que pudo observar de él, parecía ser bueno ocultándose, ya que ninguno de los allí presente había reparado en él hasta que se hizo visible de entre las sombras; además había que reconocer que el tipo tenía una habilidad especial para la palabrería, algo que aburría en sobremanera a Prince —tal y como ya hacía Magneto cuando estaba en la Hermandad de Mutantes—.

Esta vez en cambio, nuestro ladrón estaba prestando más atención. Quería ver el fondo de aquellas palabras. Tratando de imaginar el tipo de misión había pensado Fenixer para ellos. El discurso estaba cargado de dobleces. A simple vista, parecía tener buenas intenciones, pero después se podía entrever una actitud impasible ante la forma de conseguir sus objetivos.

- Recordaran esta como la primera reunión de los "Combine"(derivado de la palabra "combinado") Y como empezó el verdadero cambio...-

— ¿Vamos a ser una especie de “Iluminados”? —comentó en el tono suficiente para que su compañera pudiera oírle.

Rió para sí; a fin de cuentas, él sólo buscaba divertirse. Se limitó entonces a observar la reacción del resto de los allí presentes. Reparando especialmente en la de Shade, ella no sonreía. Sus ojos miraban desafiante al líder. No porque quisiera enfadarle, si no porque era desconfiada por naturaleza, tal y como pudo observar durante el viaje, y eso se veía de lejos.

— Ni idea…. Pero… Esto no me pinta bien Prince. De buenas intenciones está el infierno lleno. A veces los actos de maldad son llevados a cabo por quienes piensan aportar un bien mayor en el mundo. ¿De qué lado están aquí? ¿El bueno? ¿El malo? La línea que discierne unos de otros a menudo es subjetiva. — Una sonrisa pérfida se cinceló en sus labios rojos. — ¿Qué respondes a eso, jefe? ¿Qué marca en tu… dominio del mundo que tu verdad y tu control sean verdaderamente lo que necesita este planeta y que no eres otro de estos héroes creando problemas en su intento de conseguir un mundo mejor?

Al parecer un joven de pelo corto y negro se había convencido de todas y cada una de las palabras de Fenixer y mostró su pleno apoyo hacia este. El otro joven, de pelo castaño, en cambio, se mostró algo más reacio a creer ciegamente en sus palabras. Algo que llamó la atención de Prince.

— Parece un tipo responsable…Qué aburrido, ¿no crees Shade? —susurró nuevamente—.

En el fondo, Prince se sentía más cercano al punto de vista de este joven que del otro, pero prefería ver la opinión de todos, especialmente la de Shade, quien parecía que le estaba dando vueltas a algo...

— Creo, Prince, que aquí hay gato encerrado. A mi no me convence tan fácilmente. Lo que veo es que vamos a unir un grupo de gente con poderes, y eso a menudo implica que se reúna otro grupo de gente con poderes de una ideología contraria a la nuestra — remarcó el nuestra, dejando implícito que no descartaba la idea de permanecer y ayudar. — No soy una cría, no creo en idealismos y fantasías. Estás en contra de la destrucción que causan los héroes y sin embargo es destrucción lo que veo en tus palabras. Destrucción para quien tú consideras que son los malos. Como bien he dicho, ¿qué te diferencia de los demás? Dices que nos necesitas, que debemos estar unidos y sin embargo no has reunido aquí a gente de tu confianza. Nos has escogido por nuestros poderes y nuestra utilidad a tu causa, no por nuestro pensamiento. Voy a elegirme a mí misma para mi ejemplo. — Shade se alzó de la silla, dejando el parasol apoyado en la mesa y caminó alrededor de la misma, su cadera contoneándose ligeramente al caminar, con ese paso sinuoso, despreocupado y soberbio que la caracterizaba. — Pongamos, para el caso, que soy una mercenaria. Probablemente, a nadie de los que estáis aquí más que al propio líder, quien buenamente tuvo la bondad de contactarme, le importa un comino quien soy y lo que hago. ¿Soy un héroe? ¿Soy una villana? — en su andar alzó los brazos a ambos lados, y dio un par de pasos seguros pero lentos, meditados, tal como si andara por la cuerda floja. — Oscilo entre ambos mundos, y me dejo llevar según la situación y mi propio interés. Soy egoísta y egocéntrica y me importa una mierda lo que pueda suceder al de mi lado si no le conozco. Dime, líder, ¿quién soy? Qué soy para tí, aquí y ahora. Porque creo que ese punto no quedó claro.

En este punto de su pequeño discurso, Shade había completado la vuelta en la mesa y volvía a encontrarse junto a Prince. Sus ojos bicolor se centraron en todos y cada uno de los presentes en la mesa, parándose un instante en el muchacho del alcohol, a quien le dedicó un guiño juguetón.

Prince no podía dejar de observarla embelesado, con una sonrisa de admiración que iluminaba su rostro. Permaneció expectante a que la joven terminase su discurso. A cada minuto que pasaba junto a ella, más descubría acerca de su personalidad y más disfrutaba de su compañía. Aquella ladrona característica, le estaba empezando a gustar de verdad.

— Yo soy Shade. Soy un fantasma y no soy de fiar. Y sin embargo aquí me tienes. Puedo ser, como tu has dicho útil. Sin embargo he vivido demasiado como para creer en estupideces idílicas sobre mundos perfectos. Para sobrevivir aprendes a ver cómo és el mundo. Desde la colisión hay poderes más allá de los que podemos entender, alienígenas y dioses campan por nuestro mundo, — Shade colocó ambas manos en la mesa, su voz afectada insinuando la sonrisa que siempre escondía en la comisura de sus labios. — El mundo de los muertos existe y yo formo parte de él. Y pretendes comprar mis servicios con palabrería de poderes controlandolos a todos. — chasqueó la lengua, negando levemente con la cabeza.—  Hay un discurso que no me has dado, jefe. Es el importante, y es por lo que he venido. ¿Con qué vas a pagarme, y cuanto?

Tras el discurso, Prince no pudo —ni quiso— contener sus impulsos de aplaudir mientras estallaba en una sonora carcajada.

—¡Sublime! ¿No es genial esta chica? —comentó en voz alta mirando al resto de personas— En serio, te adoro.—comentó directamente a la joven.