La marcha de Ulay...(Garnet)[9 de Junio]

Desgajada del reconfortante aislamiento que propiciaba la rehabilitación descansada que sólo era capaz de adoptar inmersa en el núcleo de joya roja cuya aparición resultaba siempre inherente a su presencia, depositaron sus pies su firme sujeción sobre un suelo alisado de aroma en nada parecido al que asociaba a la externa cubierta del un mundo al que mediante repetidas incursiones había determinado voluntariosa verter su necesidad de conocer. Suavidad inusitada por la que sus estilizadas plantas menudas sentían resbalar sus huellas en un tenue paseo que no efectuó sonido alguno que reverberara en las interminables paredes que ascendían a modo de espiral inacabable conformando la vigilante madriguera en que residían adormiladas las desconocidas creaciones obra de los hombres...

El Olfateador apresado de una urgente necesidad recorrió cada escollo del artificial paraje, sobre sus patas traseras ejercía el intenso empuje que afianzara la estructura de su peludo cuerpo albar, para alcanzar zonas que de otro modo le habría resultado inaccesibles...

En el eco silencioso trató de localizar el inequívoco signo de compañía, presencia externa que rehuyó a la Dama Nívea con un rescoldo de vacío interminable...

De diminutas ventanas suspendidas sobre la estructura impecable de una pared hermanada con el natural tono argento de su piel suspendían telares plagados de escenas impregnadas de distorsiones, nadando en el fondo de un subconsciente olvidado las representaciones ideales se sumían en un caos descontextualizado que imposibilitaba la comprensión de contenido...

Las delicadas falanges despuntadas en lágrimas de cristal surcaron con sus delicadas yemas los lienzos, impactando con su colorido la delicada mirada de gema roja engarzada de ribetes rosados...

Las horas se vertieron irrefrenables delectándose en su fascinación...

Genuina soledad envolvente enredó sobre sí su insípido envoltorio apremiando a la Mujer Sin Sombra a agotar su pretexto de aparición...

Por vez primera, no había criatura, ser o presencia...

Carente de primordial objetivo que con anterioridad había dispuesto su método de desarrollo se aproximó a las tres estructuras de un escenario obsoleto que inalterables ofrecieron su disposición. Deslizó su ascética figura frente al enser inanimado, y aposentó sobre él su peso sin obtener de la estructura de madera quejido posible...

E hizo lo único que en su circunstancia le era posible...

Esperó... Sola.


El revuelo habitual de una casta de entendidos, artistas, críticos y fotógrafos sacudió los entresijos del público acostumbrado que de usual modo invertía su tiempo en visitar el popular Museo Guggenheim. Extasiados ante la perspectiva de la adquisición de antiguos elementos descartados utilizados para una faceta de arte que hasta entonces no habían tenido en consideración los tradicionales amantes de los museos, las piezas se exponían como parte recabada de la historia de la Performance en todas partes del mundo. Pero no se limitaba a exponer los objetos. Ocho años después de la intervención llevada a cabo por la famosa artista Marina Abramović, la mesa y las sillas cuyo uso había sido limitado a esa intervención artística se exponían en un inmenso espacio desde primera hora de la mañana. Sentada sobre uno de los solios permanecía una joven de inverosímil belleza extraordinaria.

Aposentada sobre la pieza de madera, la melena plagada de flores se vertía esparciendo por el suelo mareas grana. Dormitando a sus pies, una criatura obviaba cuanto la rodeaba. Sobre su cabeza oscilaba una aureola de estrellas que parecía seguir un ritmo constante...

Nadie pudo descifrar si se trataba de un modernizado efecto visual...

Enderredor se agolpaba en estricta ordenación una fila de seres contemplándola desde la distancia, aguardando un movimiento elemental, una señal que no llegaba a producirse por expectación que su falta pudiera inducir a quien se creía público de un acto preparado por el artificio, para iniciar la marcha que guiaría al espectador al interior de la zona delimitada permitiendo así al valeroso sentarse afrontando su presencia...

Cediéndoles así la ocasión de observarla de cerca...

Hacía una semana del encuentro entre Shade y Prince, y las cosas habían salido de un modo más que curioso y habíamos terminado en una situación la mar de divertida.
Prince y yo urdimos una especie de alianza basada en la profesionalidad de nuestros trabajos, y así llegamos a un acuerdo mediante el que, cuando encontrabamos un botín de interés al que no podríamos asistir, o cualquier otro objeto que considerábamos relevante para el otro, nos enviabamos una especie de nota. Así terminó ese joven conociendo el local al que yo me presentaba asiduamente y le dejaba a Josh el panfleto de un museo para que yo pudiera echar un ojo al lugar y localizar aquella pieza que pudiera llamar mi atención.
Así que Josh me entregó el panfleto y me dijo que el joven que se lo entregó había hecho hincapie en que había una pieza única que iba a ser retirada, y que debía ir a verla cuanto antes.

Aquél día iba de rubia, con media melena corta y un flequillo recto enmarcando unos ojos azules. Llegué pronto al museo y di varias vueltas, contemplando todas las piezas sin encontrar ninguna que llamara especialmente mi atención, y finalmente la vi... Y me quedé boquiabierta. Al principio pensé que se trataba de una estatua esculpida en el más puro marfil. Pero las flores en su melena parecían vivas y había un extraña aureola de estrellas orbitando alrededor de su delicada cabeza.

No pude evitar la tentación y terminé acercandome a ella, sentándome para obserarla. El color de sus ojos atrapó mi mirada. Mis ojos le mostraban mi curiosidad, mis labios curvados que la encontraba bella, y toda mi cuerpo, levemente inclinado hacia adelante, para verla, mi intriga.

¿Qué era? ¿Quién era? ¡Qué criatura tan inverosímil! Parecía sacada de un sueño y estuve tentada a colocar un dedo sobre su nívea piel, convencida de que se trataba de algún objeto de tecnología, tal vez incluso un holograma. Y sin embargo ahí estaba, su hermosa melena, tan roja como la mía formaba cascadas a su espalda y cubría todo el suelo como si se tratara de un manto de terciopelo, y toda ella parecía envuelta en un halo de misterio. ¡Qué pieza! Nunca había robado algo tan grande, pero no pude evitar ladear la cabeza, pensando en que si realmente resultaba ser una escultura, tenía claro que iba a llevarmela.

Era preciosa y sus ojos parecían tan vivos...

En la brevedad del mensaje cifrado reside la interpretación errónea que quien desconoce por completo la clave subtérfuga suele llevar a cabo en carencia de datos que al emisor no se le antojan relevantes...

Atraída por la perspectiva de un objeto valioso irremplazable dirige sus pasos hacia el lugar en que residen los genuinos actos de concepción humana con la creciente esperanza de adquirir cuanto su mente ha constituido ideal de la espectacularidad... Mas el significado real levita sobre el poso del desconocimiento cuando impelida por la curiosidad la continua buscadora obvia por completo el que debía ser objetivo de su interés...

Su inclinación se tiende hacia la Dama Nívea, en predilección supeditada a la fascinación que la obra a quien su informador se refería no despierta...

Queda pues Abel Bloch-Bauer arrinconada en súbita soledad vana desterrada bajo su manto de oro y descompuesto detalle tostado con la dulce expresión paciente del entendedor. Paciencia profética inalterable cubre sus ojos, enhebradas sus manos en el ojal construido por sus dedos reposados sobre la conciencia inerte de la expectativa del observador...

El más cuantioso lienzo de Gustav Klimt...abúlico ante la mera perspectiva de la sencilla fragilidad desnuda de la Mujer Sin Sombra...

Deposita su cuerpo plagado de incógnitas frente a sí. Salvo la delicada aureola que emite durante un breve segundo el eco de un tañido diáfano que recuerda una campana de cristal el conjunto del límite de su ser permanece por completo inmóvil a causa de un azoro desconocido para quien sufriendo vergüenza a lo largo de su existencia alcanza por fin el entendimiento de la madurez... La apocada percepción de la muchedumbre desde su improvisada guarida con base de madera hace que sienta con brutal fuerza la insignificancia de su presencia, con el velo blanco de piel cubriendo sus ojos concentra sus esfuerzos en la corriente de dolor continua que en ocasiones palpita atenuándose...

De piedras preciosas salpicadas de estrellas rosáceas reveladas tras el descubrir del paño blanco de sus párpados confronta la indagadora mirada cian de quien motivada por el gusto de lo peculiar se atreve por fin a aproximarse... Su rostro despunta sobre la elevación de su cuello alzando su voluntad en un atrevimiento causado por la imprevista compañía, agradecida...

- Hola... Garnet...- dos voces al unísono, como de musical infante flotando sobre el lejano eco de barítono remueve las vibraciones proyectadas de sus labios haciendo que el regusto de su nombre se convirtiera en la pronunciación de un viejo amigo. - gracias... por venir... por... acompañarme...

Si la situación en sí no era ya surrealista, la mención a mi nombre me tensó y me dejo descolocada pero alerta.

— De nada — respondí tontamente, buscando en vano algo que pensar. — ¿Qué eres?

Ladee la cabeza levemente, por algun motivo no siendo capaz de enfadarme con ella. Nada en aquella mujer hacía pensar que pudiera ser una persona corriente, desde el momento en que le había visto era obvio que había algo especial. ¿Sería una mutante? ¿Alguien que pudiera leer las mentes? Era algo francamente intrigante.

Me removí en la silla, contemplando la palida piel del ser sentado ante mí, la profundidad de su mirada. Contemplé su pecho buscando el suave ir y venir de su respiración, buscando un indicio de algo que afirmara que no era humana, cualquier cosa que pudiera ayudar a hacerme sentir más tranquila y protegida a mi propia privacidad. Y luego me di cuenta de que era un despropósito. ¿Que no fuera humana iba a hacer más llevadero que pudiera saber mis secretos?

No.

Así que me quedé totalmente inmóvil, asustada como un cervatillo que acababa de escuchar el crujir de las ramas a su alrededor, intentando aunque no lo lograra mostrarme segura y altiva como había hecho tantas otras veces anteriormente. Pero su mirada seguía fija en mis ojos y era como tener dos grandes faros que te deslumbran y no te permiten ver que hay más allá.

No había gente a nuestro alrededor, ni público que contemplara la escena, sólo nosotras dos contemplandonos en silencio. ¿Acompañarla? ¿Eso era lo que hacía yo allí? Intenté relajarme y relajar el nudo que se había formado rápidamente entre mis hombros, sin perder de vista los gestos de la chica, intentando, aunque fuera imposible, entender una mínima parte de lo que estaba sucediendo.

— ¿Porqué te estoy acompañando? ¿Qué hacías aquí?

La eterna incógnita se vertió de sus labios rosados, inquisitiva raison d'être por siempre perseguida en  búsqueda imparable, constante inalterable de todas las criaturas con raciocinio bastante como para adentrarse en el sin número de peculiares matices que ofrecía la percepción personal sobre la imagen que generaba la certeza de la existencia...

Desconocida aún esa corriente para la Dama Nívea, párpados cubriendo sus ojos con el sutil aleteo de una mariposa de alas cobrizas mientras henchía su ascético torso de aire, esencia necesaria para la consecución del acto de respirar del que su naturaleza esencia, la diferencia de las criaturas que en su búsqueda hallaba, no participaba...

- Aún... no he encontrado... la respuesta...- filtró su voz de dos tonos el matiz aniñado equiparando con ello al barítono profundo que residía en los ecos susurrantes de su voz, igualando así las dos presencias a medida que el dialecto cobraba fuerza...

De la unidad reconocible de la vibración que el Sapiente Añil había proferido para la Mujer Sin Sombra, aún no era capaz de asumir su significado ni cuanto implicaba...

Así quedaba su pronunciación suspendida en lo profundo de su psique de carmín horadado, reptando sobre los conceptos aún desconocidos pretendiendo formar parte del distorsionado poso de sus conocimientos por adquirir...

De su próxima cercanía, evadido por la voluntariosa capacidad de sobreponer la proyección que pretendía, alcanzó al sentir de la Dama Nívea atenazando su percepción...

- Garnet... - de torso blanco inclinado en un cimbreo propio del bambú sobre viento se volvieron sus voces susurros compartidos de un secreto suspendido...- renuncia... a tu miedo... - su virginal entendimiento en nada ligaba la conceptual dialéctica con que a menudo se expresaba, fuerza invisible que expulsaba de su tórax reverberando a través de su delgada garganta los mensajes compuestos por las palabras que cobraban por sí mismas cuerpo y materia tonal...- ningún mal... voy a causarte...

Vibra con fuerza sobre el resto...

Aprieta el velo blanco de sus párpados, dientes enfrentados obligando a su sentir a huir de la concreción que la construcción total de su percepción, de cantidad ingente y contenido brutal despeja el terrible nudo que la atrapa impidiendo que le aplaste bajo su cruenta fuerza...

Debe hacerlo a menos que pretenda condenar su marcha retornando su presencia en la inmersión de Narina...

- Porque... decidiste... aproximarte... - de entre todas las criaturas que habían delatado su cercanía, sólo la Eterna Buscadora se había acercado lo suficiente... - Aguardo... observo... aprendo... quiero comprender... - un espasmo recorrió la cola del Polynach, aposentado bajo la silla en un estado de adormilamiento que era incapaz de perturbar el cargado sonido ambiental... - ¿Porque... has venido?...- construyó la curiosidad las vibraciones siguientes, atención suprema brillando en el interior de los ribetes rosados de sus iris aguardando una respuesta...

Vale, era una bicha rara.

Pero yo también lo era.

Contemplé a la mujer — a falta de mejor término — que se hallaba ante mí con curiosidad, y tal como había pedido ella, hice un esfuerzo por dejar a un lado el miedo. Porque cualquier persona que se encuentre con algo así y diga no tener miedo, o respeto, es un maldito embustero. Y porque entre otras, la cosa decía querer aprender. ¿Aprender qué? Era como si quedara a mi discreción escoger esa respuesta. Y era... Inquietante. Medí mi tono para que sonara confidente, para no compartir mis palabras con nadie más que ella.

— Soy Garnet, aunque ese no es mi verdadero nombre. ¿Porqué decidí acercarme? Porque soy curiosa. Porque me gusta entender, aunque me cuesta y no se me da bien. Porque eres extraña, porque no logro ver a través de tí. — Clavé en ella mis ojos, y de mi bolso retiré un pequeño recipiente para lentillas... Retirando los lentes azules y dejando el verde intenso de mi mirada fija en ella. — Vine a tí porque parecías una incógnita. Eras llamativa como una sola flor creciendo en mitad de la nada. Y casi pensé que eras una estatua. Y sin embargo veo que eres más. Sabes mi nombre, pese a no haberlo mencionado, pese a tener un aspecto que no era el de Garnet. Siempre he pensado que soy precavida, que sé entender como es la gente para moverme a su entorno del modo en que les sea más fácil confiar. Pero no veo nada en tí. ¿Cómo eres? ¿Qué piensas? No lo veo. Y eso me intriga. Decidí aproximarme para saciar mi curiosidad. Para observar, aprender y comprender. Me he quedado por esa misma razón. Porque veo que no encajas, no eres parte de este cuadro, este no es tu lugar. ¿O precisamente por eso lo és? Porque no perteneces aquí ni en ningún otro lugar, puedes estar donde te plazca, y ese es tu sitio.

¿Hablaba de ella o de mí? Guardé el recipiente con las lentillas de nuevo en el bolso. Me crucé de brazos. Desde la colisión de mundos había muchas criaturas extrañas poblando el planeta. Yo no era un genio en estos temas, pero había vivido lo suficiente como para entender que las cosas nunca son lo que parecen, y que hay que ser precavido cuando te encuentras con aquello que no entiendes, aunque a menudo fuera lo suficientemente temeraria como para olvidarlo y lanzarme a la fiesta. Con variados resultados. De momento, y eso era importante, había logrado calmarme. Pero seguía sin tener idea de qué hacer. Levantarme e irme no me parecía lo adecuado, pero tampoco entendía qué estaba haciendo ahí. El ser tampoco parecía tener respuestas para qué era o qué hacía ahí. Y eso, era otro punto que teníamos en común.

Así que me limité a observarla en silencio, del mismo modo que ella nos había observado.

Repentino deshacer de pesares añejos liberaron del nudo del temor las percepciones de la Eterna Buscadora, propiciando el construido discurso de perseverante diligencia engastado de genuina sinceridad... De entre dos labios florecientes de pétalos entreabiertos emergieron las vibraciones hilvanadas interpretando relevante verdad tañida en dos tonos que fascinó a la Dama Nívea. Prendida del contenido que ofrendaban sus palabras vistió en favor de la comprensión mutua desinteresada dejando entrever sus propias consideraciones compartidas en confidente susurro...

Para sí...

Para ella...

Ambas... o ninguna...

Con la virginal experiencia de un infante a quien se desvelan secretos universales contemplados en el prevalecer de las maravillas mundanas reconvertidas en costumbrismo, la Mujer Sin Sombra atrapó en el más profundo matiz de la gema roja taraceada de cárdenos misterios de sus iris el extraño ritual que ejerció la criatura que en un alarde de genuino nudismo, reemplazó la cobertura de sus ojos tornándolos de pacífico azul a verde boreal produciendo la sutil llegada del otoño a los párpados blancos... Con el decaer de pluma emergieron de nuevo enfrentados a los que confesaron tomar distinto tono...

- Tus ojos... mantienen secretos guardados... - despertar de una reverberación profunda, abrupto refugio como la suave lámina teñida mantenía a salvo la identidad de sus orbes de esmeralda bajo la amplitud azul....- Así es también tu nombre...- Cobra fuerza sobre el poso encubierto a las miradas postergado a la extinción a causa de una forma nueva, de limpieza estudiada...- Tu... cambias... para ser quien dices ser... - enroscado bajo la silla, reclamado de una urgencia apremiante traducida al suave gesto enhiesto de sus orejas de pelaje argento eleva la cabeza el Olfateador, repta sobre la estructura regular cubierta de perfección nívea aposentando sus finas patas sobre el regazo adquiriendo una nueva imagen de cohesión indiferenciada...

Composición digna de misticismo totémico presenta la orbitante aureola resguardando bajo su inacabable giro rítmico la cascada sangrante salpicada de pétalo blanco, ojos de rubí salpicado en rosa zarci observan la criatura de apéndice bulboso que ausculta con su facultad maestra el aire de la sala en la constante búsqueda interminable...

- Si de mi deseas saber... sólo cuanto conozco puedo ofrecer...- tentadora oferta de anhelo constante para quien información conformaba el suculento atesorar... Con un gesto de sutileza imposible, de articulación desvanecida, mecida por una fuerza de aparente procedencia externa, las blancas falanges despuntadas de lágrimas de cristal tejieron en el deslizar de uno de sus dedos la mecha candente de su melena carmín dejando fluir sobre la mesa que las mantenía en enfrentamiento cómplice...- Mathâer... madre de todas... - con la severidad de las reatadas deidades del mármol de la antiguedad la delicadeza de sus dedos vertió pétalos blancos construidos sobre la central perla dorada...

Podría así a placer compartir su belleza...

Mas nada podía arrancarla...

Sabe que mi nombre no es real. No únicamente sabía que me hago llamar Garnet, si no que sabe que ese nombre también es falso.

— Bien... ¿Y qué secreto oculta mi nombre, si puede saberse?

No pude evitar que mi tono cargara con cierta burla, ante lo estúpido de mi pregunta.

El secreto de mi nombre es la gran mentira de mi vida. Un intento de dar identidad a quién no la tiene, de sentir que eres alguien aunque no sea verdad. Me daba un lugar, una personalidad, me daba todo aquello de lo que en realidad carecía. Garnet Brooks no existe, es meramente una máscara a la que me aferro para poder fingir que yo existo...

No, eso es incorrecto. Yo existo. Pero carezco de identidad, de un nombre, de un lugar. Eso es lo que me ofrece Garnet. Entonces... Garnet también existe. A su modo.

— Es mi naturaleza —, respondí al fin. — ese secreto es mi vida. Y por metafórico que suene, lo digo en un sentido un poco más... literal. Esa falsa idéntidad me da un lugar y un propósito, algo de lo que en sí carezco.

La extraña mujer tomó un mechón de su cabello, y dejó una de las blancas flores entre nosotras. La contemplé, en silencio, mientras su ofrecimiento resonaba y hacía eco en mi mente.

— Sólo hay una cosa... que quiero saber — susurré tendiendo la mano para acariciar el pétalo de la flor, — y es... cómo puedo recuperar a mi hermana.

La certeza culmina en esplendor incuestionable...

Sobre fondo reposado de infinitos dilemas hipotéticos, eleva con la invulnerable certeza de la primordial veracidad el razonamiento esencial, que conformado por la nítida belleza inmersa en sencillez, despunta de las complejas cuestiones intrincadas arraigadas sobre la confusión constante en la que proyecta su disciplina de adquirir conocimientos todo ser viviente. Distraídos en el espejismo de la resolución que creen inconclusa, condenan su consciencia a la continua búsqueda de una razón que sin intención han ocultado en el rincón mas recóndito de su entendimiento, donde permanece oculta escondida a su propia comprensión...

Negando cuanto les convierte en libres...

Y de naturaleza indefectible, en sabedores de su propia fragilidad...

- Tu nombre... transforma... - sendas manos blancas elevaron prendidas de una articulación suspendida, posó sobre la mesa la cúspide de sus codos sin resentir con su presencia el mueble en lo mas mínimo, impalpable de una fragilidad tal que amenazaba con volatilizarse en un suspiro profundo...- La marcha... en cuanto prevalece... la pérdida... en unión eterna... la soledad... en compañía constante... - despuntados dedos albugíneos coronados de lágrimas transparentes afiladas en cristal trenzan sobre sí el encajar perfecto construido sobre la frágil perfección labrada en la anatomía de sus estilizadas falanges...

Cruzadas sobre sí revelan el misterio de su nombre...

- Un equilibrio duradero... - se asomó sobre sus ojos de atardecer enjoyado la sombra de un anochecer níveo en el pestañeo alargado en el goteo del tiempo, hasta el nuevo amanecer de su mirada de gema veteada de iridiscente rosa zarci...

Su pregunta...

Ladeó su rostro en plena asunción poblada de legítima incomprensión, hebras rojas deslizaron sobre si con la suavidad del hilo de seda, salpicó su rostro el olfateador posado sobre sus rodillas emergió en un gesto de alarma elevando ambas orejas, esgrimiendo su morro bulboso en dirección a la Eterna Buscadora...

- Tu hermana...- suspende un silencio como el último tañido extinto de un pasado caduco que se deteriora en el más absoluto secreto alzado de su mutismo... Se desliza sobre la linde de sus labios de pétalo de rosa a punto de abrirse, hasta encontrar salida en un susurro atenazado de confidencialidad patente...- Háblame... De ella...

Hablar de Ruby...

De repente me sentí enfrentada conmigo misma. No quería hablar de Ruby, pero ansiaba hablar de ella cuando en realidad temía encontrarla. Hasta donde yo sabía, Ruby bien había podido ser un fruto de mi imaginación, un truco de mi mente para hacerme creer que no estaba del todo sola... que no siempre lo había estado. Al fin y al cabo, de pequeña tenía tendencia a ver fantasmas. Me hablaban y a menudo fingía no poder verles, como una cría jugando al escondite y deliberadamente ignorando a un compañero para tentarlo a salir completamente sin tener que mover un dedo.

¿Era real Ruby? Tal vez en su totalidad, mi habilidad era fruto de mi imaginación. Delirios y visiones para darme una falsa importancia, sentir que era alguien cuando en realidad no era nada... no tenía nombre ni propósito.

Sostuve la pregunta del ser librando, como de costumbre, una batalla en mi propio interior. El afán de conocimiento contra la lógica, la curiosidad contra la prudencia.
Pero como siempre cuando se trata de Ruby, ganaba la parte sedienta de respuestas, aquella que gritaba en mi alma que si Ruby era real, si tenía o había tenido una hermana, debía hacer todo cuanto estuviera en mi mano para aprender de ella, reconocerla, recuperarla.

Así que apoyando ambos codos en la mesa me incliné levemente hacia adelante, dedicándole media sonrisa socarrona al ser, con esa actitud de 'te voy a contar un cuento' que en cualquier bar o local hace que la gente se sienta inclinada a escucharte.

— Ruby... Ruby solía vivir conmigo. Me ayudaba cuando nadie más lo hacía. Compartíamos todo, incluso nuestro rostro. Ruby me cuidaba, y me hacía compañía, velaba mis sueños. Ruby lo era todo para mí... Y no era real. Ruby era un fantasma. No comía, ni dormía, ni podía abrazarme, ni abrazar nada en realidad. Ruby era un fantasma, se llamaba a si misma guardián de nuestro pasado, pero en realidad me guardaba a mí. Hasta que un día... desapareció. Ruby desapareció y yo me convertí en fantasma, un ser sin pasado que respira y se alimenta pero a su vez no existe.

Le sonreí. Me sentía en parte tonta. ¿Que iba a hacer esa muchacha por ayudarme? Más bien debería ser yo quien le tendiera una mano, que le ofreciera un refugio y algo de comer para que ese pequeño torso de junco no se rompiera con el viento al salir a la calle.

Pero no soy tan buena persona. Soy egoísta y egocéntrica, no me importa volver la espalda a quien haga falta para cuidarme la mía... pero por encima de todo, cuando se trata de Ruby, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa. Y ese punto de demencia, a veces me lleva a cometer tremendas locuras. Como hablarle de fantasmas a una desconocida en mitad de un museo.

En el desarrollo de la distancia extendida sobre el horizonte de madera veteada sucumbe la Eterna Buscadora el inapropiado desuso de su habitual precaución estudiada, presa de un deseo irrefrenable aposentado en el recoveco salvaguardado en susurro secreto. Sucumbe a su natural estado de alerta sempiterna con la acosadora presencia imbatible de la duda irresuelta pugnando por verterse embriagando en un periodo de sinceridad poco acostumbrado el carácter innato de su sensatez contrita...

Vierte sus palabras... Fluyen de sus labios como niebla, arrebatando de la visión que ofrenda a la Mujer Sin Sombra la salvaje belleza que percibe en el novedoso sentir dual de su presencia indivisible...

Así reconoce en la sutil narración plagada de esencial sensación milagrosa silenciosa comunión...

Empapa su concepción de la pérdida embebida que sumerge en ponzoña de lástima su ser, encoge su frágil cuerpo albar contra el pelaje albugíneo del Olfateador paciente, corresponde la criatura el gesto arrebujándose en la frágil estructura de sus muslos descarnados en la pretensión de reforzar su vínculo preexistente desde el instante mismo de su primigenio ejercer sobre el desierto de arcilla. Demuestra así el desasosiego causado de su recíproca percepción del futurible construido en la sustentación de su mutua pérdida...

Dos que son uno...

Mitades perdidas...

Irreemplazables...

Finaliza su alegato plagado de confuso extravío aguardando en su inquietud la respuesta de una pregunta desdibujada en un pasado atribulado de actos atezados por la distorsión de la memoria, consumida por el anhelo expectante de una posible respuesta regala el sutil gesto de una sonrisa genuina, encuentra sus ojos enguantados de verdad subtérfuga en la capa coloreada con el único gesto apercibido de flagrante ambición sobre los de la Dama Nívea...

Plagan los suyos de ribetes cárdenos la eterna joya engarzada en el rojo de la sangre...

- Existe en mi... una sospecha...- Curiosa vibración descubre su insólito comportamiento en el vocablo virginal de la Dama Nívea, por primera vez entonado... En su voz frescura tonal que envejece con el paso de la sílaba al tempo de una comprensión que madura en base a cuanto experimenta...- Comparte... conmigo...- Ofrenda como primera capa intocada de nieve hibernal la estilizada palma vacía de su mano despuntada en cinco escamosas arcadas de transparente filo...

Aguarda en la paciencia suspendida en la rítmica constante de la Aureola Estelar el complementario visaje... Su tacto como último pestañeo predecesor de la despedida produce cálidas cosquillas inquietas en el fondo amargo de un final inevitable que se confía no alcanzar...

[OCC: OmegaDust puede llegar a compartir vivencias y experiencias mediante el tacto, podría experimentar así vivencias de tu pasado... Si sientes predilección por alguna en concreto, puedes identificarla en el siguiente post, o enviármela en un mensaje. En profundo agradecida por tu presencia aquí...]

Contemplé como tendía su mano y me pedía que compartiera con ella. ¿Que compartiera el qué? ¿Los recuerdos que sí tenía? ¿O es que del mismo modo que conocía mi nombre sin yo pronunciarlo, sería capaz de ver mi pasado? Por un instante y sin pensarlo, tendí mi mano hacia adelante, pero me detuve antes de hacer contacto.

Los primeros años de mi vida eran una incógnita. Hasta entrada la adolescencia todo cuanto tenía eran retazos y flashes, un pueblo que había dejado atrás, en busca de alimento, de ser capaz de sobrevivir. Qué me había llevado a vivir esa situación, cómo había llegado a ese punto, era algo que nunca iba a saber. O eso había pensado siempre. ¿Hasta qué punto quería encontrar realmente la respuesta? Algo en mí rechazaba la idea. Moría por tener una información que no quería, y por una vez la tenía en la palma de mi mano. O de la suya, en este caso. O tal vez ella esperaba que yo empezara a hablar y le contara lo que sabía, y la mano era simplemente un gesto de proximidad.

Le estaba dando demasiadas vueltas a todo. ¿A qué le tenía miedo? Tendí la mano y rocé con la punta de mis dedos la superficie de su piel, alzando la mano para encontrar sus ojos.

— ¿Qué quieres que te cuente?

Los recuerdos de Garnet, estaban diseminados. Como una soga desgastada cuya punta se abría y deshilachaba, perdiendo hebras por el camino que hacían de algún modo imposible su reconstrucción. Sólo que no estaban perdidas, si no custodiadas. Ruby celaba los inicios de sus vidas con fría agresión. Indispuesta a compartir aquello que era únicamente suyo. Eran sus recuerdos, no los de Garnet, así lo vivía ella y no estaba dispuesta a compartirlos con nadie.

Ella era consciente del pago que ofrecería su hermana si intentaba descubrir qué había más allá de su memoria. De algún modo, sabía que a ella le había costado la cordura. Pero se había visto reducida a una existencia mínima. Era una espectadora, alguien que siempre se limitaba a observar los acontecimientos al otro lado del cristal sin dignarse siquiera a pensar que sus actos pudieran tener repercusiones. ¿Cómo iban a saberlo? Contemplaba la vida pasar ante los ojos de su hermana sin darse cuenta de que sus propios sentimientos influyen en las decisiones de la legítima dueña del cuerpo. Nunca nada le había confirmado que así fuera.

Así que cuando sintió que había algo más ahí, que algo indagaba en los recuerdos de Garnet, no pudo evitar alzarse alerta. Su voz era fría y distante, suave y cortante. Era una invitación y una amenaza. Porque, ¿para qué mentirnos? Alguien negada a la interacción con la vida bien agradecía ese cambio.

— No sé cómo has llegado hasta aquí… Pero no hay nada para tí. Deberías irte.

Entona con la precaria obviedad de gesto abrupto profunda reticencia... Pausa sostenida que delata en el reflejo de su propio sentir ese instante de duda implacable exacerbado en demasía, desliza sobre sus dedos recogidos la inexorable incertidumbre rechazando todo cuando cree posible obtener del tacto sutil de su mano albugínea, evidenciando la predisposición a retener de sí cuanto le impulsa a conocer los retazos descompuestos en su ser fragmentado, que persisten en bruma espesa con el único objetivo de ocultar el proverbial discernimiento inherente a los seres que disponen de consciencia e ímpetu suficiente como para reconsiderar la identidad innata de la existencia que experimentan...

Reverbera en el interior de su conciencia el proceso de la vivencia caduca, rostro cálido con el cabello atardecer, cuya esencia tañe en conjunción el equilibrio imperfecto...

Dualidad Ardiente...

Pieles nevadas se encuentran, percepción extrapolada al exceso que con ese mero gesto táctil representa la apertura del resto de las criaturas surcadas por el trazo de su roce como de pluma soplada sobre aliento volátil de infante...

- Cuanto creas... que es bueno... dar a conocer...- joya rojiza sucumbe a la presencia de una ola blanca conformada por la espuma marina de sus párpados... oculta así el ardor de su ser mientras penetra su conocimiento emergente a través de su piel velada de experiencias subtérfugas ensombrecidas de olvido, recónditas para la Eterna Buscadora...

Centra su sentir atezado por miles de presencias silentes en la percepción del poderoso torrente que abre su paso irrefrenable en su sensibilidad restringida...

Desgranando púlsar en una muestra de conocimiento conservado y aprehendido divisa la unidad desgajada que vincula la complexión de la existencia total que conforma la pulsación única y constante de todo cuando es... de cuanto fue... de cuanto será...

-...- - emergen sus ojos dos soles sangrantes, revelada la secreta existencia encubierta de centinela que linda con su comprensión...- Tu... eres... su búsqueda...- del plano en que conviven remite sus palabras, brotan de sus labios adquiriendo la potencia que impulsa la incontrovertible verdad...- ¿Que resguardas.... que a sus ojos... ocultas?...- inocencia labrada conforma la pregunta, carente de improperio o exigencia...

Qué infranqueable temor ostenta quien desea ser hallada... que miedo terrible arrebata la pasión de quien busca...

Encarnizada lucha sustentada en el equilibrio de una brisa cálida de dos mitades perdidas...

La Eterna Buscadora... y el Centinela Reencontrado...

— ¿Eso es lo que buscas? ¿El secreto que protejo?

Ruby caminó buscando dicha presencia, sin querer dar una respuesta, saboreando ese instante de interacción que durante tantísimos años se le había negado. ¿Qué era, quién era, porqué estaba ahí? Preguntas tan tópicas de la ficción y que para alguien que no había hablado en décadas se volvía dulce miel.

— ¿Qué pretendes hacer con esa información...? Ella no está preparada para saberlo. Nunca lo estará. Soy la cadena que encierra sus recuerdos y a la vez mantiene unida su cordura. — Porque ella había decidido serlo, y si era su voluntad, para ella era cierto. — Este secreto es la razón de mi existencia, morí por protegerla y así lo seguiré haciendo hasta el día en que ella misma muera.

Y sin embargo, para alguien que había inundado su conciencia en busca de un recuerdo olvidado, se mostraba extrañamente respetuosa. Podía dar a conocer, sólo cuanto ella creyese necesario. Y eso planteaba un dulce dilema. Había visto a través de los ojos de Garnet lo que había vivido con aquella extraña criatura en el museo. Se había dirigido a ella por un nombre que no le había sido entregado. ¿A caso la llamó Garnet, porque su hermana desconocía su propio nombre? Eso bien era posible. Pero si era el caso, significaba que aquella muchacha con cuerpo de junco podía acceder a sus recuerdos. ¿Revelarle el pasado de las hermanas Sullivan, haría que se lo pudiera contar? No estaba preparada.

Pero entonces... ¿Qué podía contarle? Podría entregarle un nuevo pasado, una historia hermosa donde una família la amaba, cuidaba de ella, y trágicamente fallecía, para evitar que fuera a buscarla. Podía mentirle, decirle que se crió en un orfanato y huyó buscando una mejor vida, que a la larga, había encontrado. Se encontraba frente a ella un mundo de posibilidades que podían trastocar en gran medida el carácter y la forma de vivir de su gemela. Entonces... ¿Cuál era la mejor opción? La verdad, era inviable, y una dulce mentira, tentadora pero... ¿Realmente quería eso para ella?

— No está preparada... — repitió, más para ella misma que para la invasora. — Se refugió en la puerta del olvido para conservar su parte humana. La verdad puede volverla loca, y una mentira... No quiero para ella una mentira. Ella se merece más. Dime, tu que has tenido el poder de llegar hasta mí... ¿Hasta que punto es correcto entregarle aquello que la rompería? Saber su pasado, haría que dejara de sentirse humana... La llenaría de vacío y de tristeza, si bien también le otorgaría el conocimiento de la verdad. ¿Es eso lo que merece?

Encuentros velados por la interacción de sus frágiles presencias, translúcida a la integridad de quien anhelante aguarda una respuesta guarecida en el decapado fragmento de su conciencia expectante, de condición tan inmóvil y constante como lo era para la Dama Nívea la presencia de la joya roja, madre sanadora, esencia misma de todo cuanto en una manifestación benevolente de su sabiduría infinita le había sido mostrado en la ruptura liberadora como partícipe del mundo al que era invitada con cada nuevo resurgir...

Tal era el poder que el Centinela Reencontrado ostentaba...

Su mera existencia supuso para la Mujer Sin Sombra el emerger de inquisitivas cuestionesque no hallaban resolución mas profunda que el padecimiento del constante hormigueo implacable de sus extremidades...

- Secreto...- vibra en el delicado paladeo suspendido en los tiernos pétalos abiertos de sus labios rosados...- Secreto... sólo es el modo... de mantener la verdad cautiva... - esgrimen sus palabras la inocencia desconocedora de las múltiples vivencias partícipes del resto de criaturas, experiencias teñidas de múltiples gamas intermedias de los que sus orbes de grana enjoyada aún no tienen conocimiento...

Retuerce el eco de su discurso el contradictorio mensaje que esgrimen sus palabras...

- La verdad... ¿Puede causar dolor?...- henchido su menudo torso blanco en la agonía de una aspiración exacerbada, retumba el peso mismo del descubrimiento hallado en su conversación y remite una vez mas a la inexperiencia de que hace gala...- Es escaso... el conocimiento que poseo... mas... la verdad... resulta siempre... deliciosa...- arruga la nariz en la sutil mueca del desencanto...- Mentir... hace... de las vibraciones...vacío... es... inservible...- privada de la capacidad de explicar con mayor claridad, vibraciones agolpadas en su interior reverberan embotadas en la necesidad de hacerse entender...- Mas el silencio...- de el inspira, y por vez primera comprende hasta qué punto se siente refleja a las inquietudes de la criatura que frente a sí se difiere en la búsqueda de una respuesta de la que sólo ella ostenta significado...- quizá... nos mantenga a salvo... - hacen del eco de sus voces miles de susurros, cuando alza sus ojos cárdenos iridisados de estrellas violáceas hacia Garnet...- Alguna vez... Guardaste silencio?...- inquisitivos sus orbes se abren paso al encuentro de los espejados, cubiertos por una pantalla protectora que oculta la natural fisonomía de su ser...- Alguna vez dejaste... preguntas sin respuesta?

Aquella presencia parecía asimilar cada una de sus palabras como si buscara comprender, y en realidad eso era más de cuanto Ruby hubiera esperado de ella. Cuando pareció aceptar que era mejor esconder la verdad, la guardiana se relajó, sintiendo que la otra presencia era más curiosa que invasiva, y ante la perspectiva de gozar al fin de cierta compañía.

— Muchas veces… Aun cuando estaba viva y compartía con ella mi vida, el silencio a menudo nos salvaba la vida. Aquellos sin poder no pueden si no guardar silencio y esperar a pasar desapercibidos si quieren evitarse la miseria y el dolor.

Se intentó acercar a ella. Quedaba aún la duda de qué iba a contarle ella a Garnet. Tenía que ser cautelosa, sin dar demasiada información… Pero podría ser su oportunidad de comunicarse con su hermana. Hacerle saber que seguía con ella, aunque fuera de un modo tan subjetivo. Pero conocía a Garnet, más que nadie. Un mensaje demasiado directo, la haría huir. Algo demasiado vago, y le restaría importancia. Pero antes, necesitaba asegurarse de que aquella presencia no estaba ahí para fastidiarles a ambas. Tenía que estar segura de que si hablaba de más, habría comprendido la importancia de guardar silencio.

— Puedo contarte todo aquello que callo. Puedo darte la información que quieras y desees. Pero primero, necesito que me des algo. Necesito saber que puedo confiar en ti, que no le dirás nada que pueda herirla. Necesito saber qué haces aquí y qué buscas. Dame la verdad, y te daré la verdad, aunque sea una que debe permanecer callada.

Las cartas estaban sobre la mesa. Ruby estaba ansiosa por poder compartir con alguien un secreto que pesaba sobre su corazón como una losa, y que mantenía por el bienestar de ella, la única persona importante que quedaba en su vida. Y su único miedo, pues temía por lo que pasaría con ambas, si Garnet terminaba por perder la cordura.

La pretensión del silencio ávido se quiebra...

En cada una de las vibraciones que comparte, desnuda el discurso del Centinela Encontrado exponiendo la fragilidad de sus intenciones secretas resguardando en el misterio la solución a las tribulaciones encendidas de la Eterna Buscadora...

De su percepción descarnada encaja su mensaje despiezado sobre las esquirlas hasta componer una realidad que le es ajena, expuesta al entendimiento de La Dama Nívea hasta conformar el todo que en el desarrollo de su conversación se le escapaba...

Incapaz de contenerla...

Inexplicable en su primario planteamiento, fluye a través de las vibraciones que profesa construyendo perseverante la idea ineludible que urge dar a conocer inmersa en la templanza que asegura la saludable coexistencia de su contraparte, temerosa del exceso que podría embotar su percepción hasta doblegarla en ideas de naturaleza irrecuperable...

- Nadie merece...dolor o miseria...- eleva sus brazos livianos hacia el límite de su ser necesitada de una limitación simulada... incurre al pánico atenazado que dos vibraciones dañinas con poder inenarrable provocan en su ser...

Fragilidad fragmentada...

- Hay quien...el silencio... sana...- desprende las dulces cascadas de sus párpados blancos encubriendo las rosas enjoyadas de sus iris...- mas... quien en él reside... sin pretenderlo... su sentir marchita...- Comparte la virginal comprensión salpicada de una sabiduría ajada en tiempo extinto al que no es factible que una conciencia de inocencia tal haya sido expuesta...

Entona en su previsora revelación la disposición de la verdad acompañada de forzoso condicionante, reverbera con firmeza encarnizada sus intenciones aproximadas al sentir solícito de la Mujer Sin Sombra... Expectante de la promesa de la comprensión desmesurada que la confidencia impenetrable constituye para la criatura conformada de dos inseparables...

Sentimiento indivisible...

- Mi intención... aprender... comprender... - limpia verdad se abre paso sin esfuerzo entre los pétalos de sus labios sonrosados...- Ella... vino a mi... como tu... ahora...- vierten sus ojos iridisados de estrellas grana destellos danzarines de sus iris cárdenos...- Si tu no lo deseas... jamás podré entenderla... pues juntas... sois una...- abrazó su presencia de la calidez que la envolvía...

No existe tacto...

Sólo la ductilidad de una energía imparable cargada de consuelo y escucha...

- Añoras... con gran fortaleza...- Flor branca tornasolada evoca alivio rojizo en el recuerdo de la narina torneando su cuerpo frágil adueñándose de su pesar...- Tomaré cuanto me ofrezcas... de tus misterios... y a tu juicio... en mi quedarán mudos...- inmersa de su mirada acallada ahonda en el interior de los orbes expectantes del Centinela encontrado...

Asegura en su inocente disposición la promesa de su silencio...

Su modo de hablar y expresarse era verdaderamente extraño. Y sin embargo, su significado era claro como el agua. "Tomaré cuanto me ofrezcas de tus misterios, y a tu juicio, en mi quedarán mudos". Aquella era la confirmación que había estado esperando. Ruby cerró los ojos en aquél plano inexistente fuera de su mente y cuando los volvió a abrir, volvía a sentirse una niña. Volvía a tener 9 años, volvía a vivir su muerte.

— Cuando somos pequeños... No hay nada más importante para nosotros que las figuras paternas, ¿no es así? Mamá y papá, son las primeras palabras de muchos niños, es lo primero que aprenden en este mundo, y es algo a lo que se aferran durante toda su vida. Pero para nosotras, no fue así. Evelynn y Sherman, fueron lo peor que nos pudo haber pasado. Éramos poco menos que perros para ellos, criadas atadas en collares y usadas como moneda de cambio, en el mejor de los casos. Cuando no, eramos el saco de boxeo para nuestra madre y nuestro padre y en el peor de los casos, su muñeca hinchable.

Asintió con amargura, recordando todo hacía mucho que no pensaba en ello, temiendo que el simple hecho de mirar hacia atrás pudiera desbloquear aquéllo que la fortuna había decidido entregarles. Muy poco, en comparación a todo aquello que había sucedido.

— La rompieron por completo. Rompieron su corazón, rompieron su alma y cuando ya no quedó nada, intentaron romper su cuerpo. Y yo la intenté proteger y pagué por ello mi vida. No hubiera sido capaz de vivir y seguir adelante sabiendo que había sido traicionada por aquellos que, a ojos del mundo, son los que jamás traicionan. ¿Como puede una madre tratar tan mal algo que ha salido de su vientre?

Miró hacia atrás. En sus memorias se mostraba ahora el punto en que vio una segunda oportunidad, un momento único para cincelar y esculpir a su hermana según su juicio. No para herirla, no. Para hacerla fuerte. Para que pudiera sobrevivir, para que no confiara en los demás y pudiera seguir adelante sin importar qué. Para que si alguna vez llegaba el momento en que recuperara sus inicios, tuviera algo a lo que aferrarse. Algo que no la lleve por un camino del que no pueda volver y que termine... como ella, muerta.

— Si no tiene a nadie que la valore, y descubre la verdad, le podrá la desesperación. Yo la tenía a ella. Ella no tiene a nadie. Si llega el día en que encuentre una razón para vivir de verdad la vida, tal vez será capaz de recordarlo todo y sanar... Pero si lo recuerda antes de tiempo, no quiero pensar en las consecuencias. Y por eso... Por eso no la voy a dejar recordar. Si tengo que influenciar sus decisiones y apartarla de la gente incorrecta para ello, lo haré.

Sella en la silenciosa promesa de su mutismo las vibraciones que construyen pesares y lamentos de una vida extraviada, aseverando así en su disposición de mantener entre sus delicados labios de rosa entreabierta el conocimiento que ahora El centinela Encontrado brinda a su tierno entendimiento, virginal en la comprensión de una idea de atrocidad desmesurada que se conforma trenzándose del hueco vacío que amenaza con arrojarla al protector abrazo de la Narina…

Construyen los misterios un silencio que a voluntad adopta. En la Dama Nívea reside el resonar de un secreto lacrado en un pacto cerradura pues sólo a través de él es capaz de cobrar forma la llave de un antiguo pesar retenido… Viejo, pero perenne… su dolor vetusto hiede aún a sangre fresca...

Permitiendo que brote del interior de su guarida sellada en el eco revivido en el que tañe el lamento de una compañía que la Eterna Buscadora desconoce, la otra mitad que conforma el todo que es a su vez dos y uno confiesa la carga que sostiene en la fragilidad de sus hombros intangibles, quebrados otrora por la imparable necesidad de proteger cuanto para ella era preciado… Único tesoro aún amparado bajo las invisibles alas de su eterna escolta…

Así su constante aleteo se convierte para su protegida en escudo de paladín infranqueable que de los sentimientos del resto de seres la resguardan, y en la luz de guía que siembra las huellas que sus pasos marcan…

Retiene en el interior de su ascético torso, jaula de hueso blanco donde su aliento se quiebra cargado del gemelo pesar que amenaza con quebrar sus sentidos…

Es tan inmenso el dolor… tan grande la pérdida…

Erige sobre los cimientos de sus emociones enquistadas la orgullosa eminencia del más sobresaliente, protagonista del desespero presente en la película translúcida por la que el mundo adquiría la tonalidad de una tristeza que no acababa nunca…

Soledad impuesta… compañía simulada…

Conforma en su mente un pensamiento, almas que hablan de corazón a corazón…

Pero sobreviven a su angustiosa aflicción con el único apoyo que les brinda el puntal de sus espaldas, impidiendo así que el calvario del derrumbe acabe por quebrar los últimos resquicios de lo que unidas soportan…

- …. - se agolpan a las puertas de su paladar las palabras sin fuerza, que se desvanecen antes de cobrar forma instaurando el denso silencio que se arrastra reptando sobre el tiempo que se desvanece…- Te tiene… a ti… - la potencia de las palabras esgrime en su sencillez verdad irrefutable… - Hay certeza… en tus convicciones… - posa la delicada mano exánime sobre su blanquecino vientre delgado, en el anhelo de contener en el interior del diafragma el maremágnum de sus vacilantes incertidumbres sin respuesta…- … Si en mi encontrara el modo… de aliviar vuestro desconsuelo… - ojos de joya roja titílan como una llama a punto de apagarse por un soplo de aliento, sumiendo la delicadeza del arco que conforman sus cejas tristes en una expresión de piedad solo digna de los penitentes…- así lo haría… - con el manto blanco de sus párpados encubre el cuerpo caído de su mirada moribunda… - Aun… hay tanto que… de mi entender escapa… - embriaga de su presencia la conciencia de Centinela Encontrado, desconocido tacto del volátil alivio que causa su desprendida disposición de ayudar…- ¿Es acaso… el sacrificio de tu vida… - el mero pronunciar de las palabras produce en La Dama Nívea un estertor escalofriante propio del último hálito con que un ser pierde su existencia…- ... lo que te brinda el derecho… a apoderarte de las decisiones…. de la suya?...