Dos atracos, un mismo robo, y un gran problema entre manos (Garnet Brooks) [22/01/2019]

Hacía ya mucho tiempo desde mi último atraco, desde el último golpe de Dos Caras. Fue antes de la "colisión", antes de que todo se volviera una completa locura, antes de que saliesen justicieros hasta de debajo de las piedras; cuando las cosas aún parecían tener algo de lógica, y no habían cuatrocientas realidades distintas coexistiendo al mismo tiempo.

Pero ahora las cosas están más tranquila; la impresión de la "novedad" se ha disipado, y todo ha vuelto a la normalidad. O al menos a la que le permite la situación actual.

Mis chicos irrumpen el banco, como solían hacer en el pasado; armados hasta las botas, con una buena escopeta o un par de pistolas. Entran por la puerta principal, en parejas de dos, realizando un tiro de advertencia al aire para que los pocos asistentes (Un par de clientes y los trabajadores) se lancen hacia el suelo en un universal acto reflejo; mientras yo hago lo propio, recitando en voz alta y clara las condiciones que deberán cumplir si quieren salir con vida de este atraco.

En pocos minutos, todos salvo el responsable de abrir la caja de seguridad, están atados en el suelo, en un lado del local, y bien vigilados por mis chicos.

- Abrela - digo con una gruesa e intimidante voz, apuntando al responsable con mi arma

- Si, si, si...Por favor, no me mate - responde, asustado, acercándose hasta dicha caja

Entoncés, la moneda vuela, y la atrapo en el aire; la cara limpia, buena suerte.

- No lo haré

Tras un par de segundos, la caja se abre; pero para mi sorpresa, no sólo hay dinero en su interior.

- ¿Y tú, Quien coño eres?

Llevaba varias semanas planeando el golpe y finalmente me había decidido. No necesitaba mucho y no planteaba llevarme demasiado, lo justo para pasar unos cuantos meses más viviendo a lo grande, sin tener que preocuparme de nada como había hecho durante toda mi puñetera vida.

El proceso había sido el mismo de siempre, traje preparado, maquillaje preparado, parasol preparado y esta vez, también un saco, a lo Papá Noel, aunque yo más bien fuera a parecerme al hombre del saco. Entrar a la caja fuerte había sido tan fácil como en todos mis robos. Aprender la estructura del lugar, encontrar la pared adecuada y pasar a través de ella como si fuera una sencilla cortina. Lo normal, vamos.

Aquello que hizo que ese día fuera especial, sucedió mientras me encontraba dentro de la caja fuerte. A duras penas si acababa de materializarme y empezaba a llenar la bolsa, que para mi sorpresa, la gran y pesada puerta de la caja fuerte empezó a abrirse. Miré el reloj de mi muñeca, y todavía me faltaban varios minutos para poder volver a usar mi poder, lo cual me dejaba en una situación de terrible desventaja, suspiré y tensé una de las comisuras de mis labios en una mueca de hastío, apoyándome con parsimonia en uno de los estantes que estaba vaciando, cuando mis ojos miraron finalmente quién había interrumpido mi gran momento.

Ese hombre no se parecía ni mucho menos al trabajador de un banco. La mueca se borró de mi rostro, y fruncí el ceño, ladeando la cabeza con curiosidad, mientras me incorporaba, mientras una parte de mí se preguntaba cuán prudente sería hacer una broma sobre su cara. Al final tiré por la prudencia y la pedantería tan propias de mi personaje. Me incliné en una exagerada reveréncia, sin dejar de esgrimir una sonrisa encantadora.

— Se me conoce por el nombre de Shade, si debéis saberlo, pero no esperéis que os dé mi identidad. Es una estupidez preguntar eso a quien lleva una máscara y más estúpido sería todavía que esperarais de mí dicha respuesta. — Volví a apoyarme en la estantería, como si estar ahí fuera la cosa más normal del mundo. — Igual de estúpido preguntar qué estáis haciendo vos aquí, puesto que imagino que, o bien trabajáis para el banco o bien estáis aquí en calidad de saqueador y a juzgar por el hombrecillo que sostiene las llaves, me decantaré por la primera opción.

Tomé el saco y dejé caer un par más de fajos a su interior, contando mentalmente el dinero que había dentro. No los suficientes para encontrarme satisfecha. Podía intentar parlotear y hacerle perder el tiempo hasta volver a usar mi poder, y entonces llevarme todo cuanto pudiera, pero eso era cansado y volver intangible tantas cosas me agotaba, así que decidí seguir hablando, ganar algo de tiempo mientras me planteaba bien mi estratégia. Volví a encararme al hombre, con otra sonrisa encantadora, alzando un tercer fajo.

— Antes de que preguntéis, y aunque sea algo obvio, yo también venía a sacar dinero al banco.

Con una mueca de notable desagrado, y mi arma ahora apuntando al interior de la cámara, observo expectante, y con cara de pocos amigos, a una joven cargada con una gran bolsa llena de dinero y un pequeño fajo entre las manos. Parece que la Navidad ha llegado antes de tiempo.

La joven se presenta con el nombre de Shade, y certifica lo que por lógica ya había descubierto nada más verla; se trata de una ladrona. Y una realmente buena, si ha conseguido colarse de esa forma en una habitación como esa.

- Así que tu nombre es Shade, ¿eh? - le digo mientras observo con cierto cinismo la peculiar escena, echandole una breve ojeada al lugar - ¿Y se puede saber como diablos ha entrado "Shade" en un cuarto sin una sola entrada y sin hacer el más minimo ruido? - le pregunto, remarcando levemente su nombre - ¿Eres una metahumana? - continúo preguntando, casi de manera retórica; pues, a mi parecer, la respuesta es prácticamente obvia - Pues bien, estás en mi banco...Y creo que ese dinero me pertenece - concluyo finalmente, haciendo un leve gesto con mi arma para remarcar que aún la estoy apuntando

Colgué el saco en uno de mis hombros y miré largamente al hombre que me apuntaba un arma. Fingí desinterés mientras comprobaba el reloj de mí muñeca. Todavía no, necesitaba dos minutos más.

— O bien estoy haciendo demasiado bien mí trabajo, o mí nombres viaja menos de lo que me pensaba. Shade entrance dónde quiere y cuando quiere, querido. Sencillamente soy la mejor ladrona que pieces echarte a la cara. A ambas — Sonreí, calculando el peso del saco. — Si tanto te molesta que me lleve esta pequeña parte del botín... Supongo que no me importa ser caritativa por una vez. A tu siguiente pregunta... Es la primera vez que escucho el término metahumano y no estoy familiarizada con el concepto. Soy normal. Divina y fabulosa, pero normal. — Me apoyé de nuevo en la estanteria, tomando otros dos fajos con las enguantadas manos. — Ahora sé tan amablemente de entretenerme, amor. No quisiera sentir que he venido hasta aquí sólo para desperdiciar mí tiempo. ¿Quién sois vos? ¿Porqué éste dinero — mostré los fajos antes de lanzarlos dentro del saco — es vuestro?

¿Qué infortunado accidente le habrá desfigurado el rostro? Desde luego esta última pregunta no la formulé en voz alta. Ni yo soy tan inconsciente como para reírme de alguien que me apunta a la cabeza con un arma. Sólo necesitaba un minutos más... Sólo uno.

La joven me observa con aparente relajación, tranquila; como si el hecho de que me encuentre a escasos metros de ella, apuntandola, no le altere en absoluto. También le echa un leve vistazo al reloj de su muñeca; quizás preocupada por el tiempo.
Espero que no haya colocado ninguna bomba con cuenta regresiva; o me encargaré, personalmente, de que lo lamente.

La joven muestra sorpresa ante mi desconocimiento sobre ella, comentando que se trata de la mejor ladrona jamás vista; haciendo, de camino, una breve broma sobre mi peculiar aspecto. He de reconocer que la joven tiene agallas; pues ese comentario, bien le podría haber ganado un tiro entre ceja y ceja.

Acto seguido, responde a mi pregunta afirmando que no se trata de ninguna persona con habilidades sobrehumanas; aunque dudo de que esa sea la verdad, pues ninguna persona corriente puede entrar así como así en una sala tan bien sellada. Seguidamente, pregunta por quien soy y por qué todo ese dinero me pertenece.

- Mi nombre es Dos Caras - contesto a su pregunta con una sonrisa de medio lado; remarcando lo ironía de mi apodo - Y digamos que, de los dos, yo soy el que tiene el arma...Así que... - digo haciendo un leve gesto con esta; dando a entender quien de los dos tiene la situación a su favor - Aunque, quizás, hoy tengas suerte - digo mientras echo mi otra mano al bolsillo de mi chaqueta y saco una moneda

Entonces, tras mostrarsela, la lanzo por los aires; atrapandola justo al caer.
Cara limpia; una chica con suerte.

- Parece que sí - le digo tranquilamente, con una sonrisa de medio lado, mientras guardo nuevamente la característica moneda - ¿Qué me dirías si te digo que puedes ganar mucho más dinero del que vayas a ganar con este pequeño golpe?

FDI;:

Mantuve mi rostro con una sonrisa intentando todavía que mis verdaderas emociones no pudieran verse reflejadas en mi expresión. Al mencionar su propio apodo sentí como una de mis comisuras se tensaba y reí con delicadeza. Quien usa un apodo así, consigue que no puedan usarlo en su contra, ni a burla, y desde luego el aspecto de Dos Caras era de lo más peculiar.

Entonces contemplé anonadada cómo mencionaba que tal vez tenía suerte para, a continuación retirar una moneda y lanzarla al aire, mientras el cañón de su arma seguía apuntando directamente mi cabeza. En cuanto lanzó la moneda al aire volví a mirar el reloj de mi muñeca, y al ver que me escaseaban los segundos, me agazapé levemente considerando si debería atacarle antes de que él pudiera zanjar el asunto, pero por suerte eso no fue necesario. Mientras se guardaba la moneda relajé todo mi cuerpo, apoyandome de nuevo en la estantería, como si no hubiera estado a punto de ser disparada por algún zumbado con media cara descompuesta. Le devolví la sonrisa con toda naturalidad, mientras me encogía de hombros y hacía un gesto impreciso con un brazo.

— No debería fardar de ello, pero suele pasarme. Siempre me meto en problemas y por algún motivo salgo indemne de la mayoría. Tal vez nací bajo una buena estrella.

Volví a coger mi sombrilla, y di un paso adelante para tomar el saco y seguir llenándolo de billetes, cuando él volvió a hablarme. ¿Ofreciéndome un trabajo quizás? Intenté hacer balanza mental sobre qué me convenía más. Por una parte, podría simplemente tomar tanto como pudiera y salir huyendo. Miré de nuevo el reloj... Y me sentí aliviada al comprobar que ya habían pasado los minutos que necesitaba. Podía simplemente perderme de la vista de Dos Caras para siempre. Pero él me ofrecía mucho más dinero del que podía ganar en ese momento... Y era esa otra parte de mí, la que clamaba la ambición, la que quería aceptar su propuesta.

Pero la cuestión, no era lo que haría yo, ¿verdad? Era lo que haría Shade. Soberbia, confiada, segura de que puede con todo... Shade aceptaría sin lugar a dudas. Así que dejé el saco en la estantería para que los lacayos de Dos Caras pudieran tomarlo y yo me acerqué a él, alzando el rostro con esa encantadora prepotencia tan característica mía y le sonreí con total sinceridad.

— Bien cariño, tienes toda mi atención ¿Qué puedes ofrecerme?

La joven parece más que interesada en la propuesta, pues incluso suelta el botín como muestra de buena fé; lo cual aprovechan mis chicos para, tras un gesto, entrar a por el saco de dinero y seguir llenando más por su cuenta. Mientras tanto, yo observo a la joven; quien se dirige a mi con intención de descubrir cual es mi oferta.
Su actitud, su sonrisa, me recuerdan a mi.

- Bueno, aparte de lo obvio - digo mientras guardo mi arma y hago un leve gesto con ambas manos; remarcando el hecho de que la mayoría de los presentes trabajan para mi - Puedo ofrecerte cierta "protección profesional". Al fín y al cabo, entre bomberos no nos pisamos la manguera - continúo con una sonrisa de medio lado - Lo que te propongo, es una alianza. Con tus habilidades y mi experiencia, así como mis recursos, podríamos conseguir grandes cosas; muchas más de la que conseguiríamos por separado - concluyo, con la mirada clavada en los hermosos ojos de la joven, y una notable mueca de satisfacción en el rostro

Contemplé cómo los hombres de dos Caras pasaban a mi lado, apropiándose de mi botín, y simplemente les dediqué una mirada pícara y algún que otro guiño de ojo. La proposición de mi "Amigo bombero" era de lo más tentadora, aunque en mi fuero interno dudaba necesitar la ayuda ni la protección de nadie, una vez más sonreí con suficiencia.

Pero no le dije nada. Tal como soy prepotente soy precavida, y no me gusta tentar demasiado mi propia suerte.

— Bien Dos Caras. Te has conseguido una aliada. Me aseguraré de no intentar apropiarme de nada que no sea ya de tu propiedad. En cuanto a todo lo demás... Normalmente me contratan, robo lo que me piden, entrego el objeto a quien me ha contratado y yo me llevo el dinero que me paguen por ello. Así que tienes algo en mente, ¿o prefieres guardarme como un comodín bajo tu manga?

Escucho las palabras de la joven con suma tranquilidad, prestando notable atención a cada uno de los gestos reflejados por la hermosa chica; se aprende mucho de alguien observando con atención sus movimientos. Nunca debes fiarte del todo de una desconocida; y mucho menos de una aliada.
Pero parece sincera...Y más le vale...

- Me alegra oírte decir eso. Siempre es reconfortarte conocer a alguien que respeta la cortesía profesional - le contesto con una sonrisa en el rostro - Solo por eso - digo mientras echo mano a una de las bolsas que están llenando mis secuaces y saco un buen fajo - Un adelanto - continúo, mostrando una sonrisa de complicidad, mientras se lo entrego - En cuanto a tu próximo trabajo...Estoy seguro de que encontraremos algo para ti - concluyo finalmente mientras me encamino en dirección al recibidor, donde se encuentran algunos de mis hombres

Paseo levemente por la sala, observando a todos los presentes. Puedo olerlo; alguno se ha meado en los pantalones solo de verme.
Poco tiempo después, mis hombres terminan de limpiar el lugar. Rápido y fácil, un buen día.

- Va siendo hora de largarse - ordeno a mis chicos para que vayan "recogiendo" - ¿La llevo a algún sitio, señorita? - le pregunto a la mujer de sinuosas curvas y mirada seductora

Recibí el fajo de billetes con una sonrisa más que satisfecha, y lo guardé en el bolsillo interior de mi chaqueta.

— Tú si que sabes enamorar a una mujer. — susurré con deleite, posando una mano enguantada sobre el brazo de Dos Caras, rozándole casi con delicadeza.

Me coloqué a su lado, siguiéndole de cerca mientras volvía al ala principal del banco y contemplé con respeto como mandaba a sus secuaces, la firme decisión con la que hablaba, y cómo sus acciones parecían rezumar seguridad por cada poro de su piel, como si realmente fuera el dueño del lugar y me descubrí sonriendo encantada por el trato con el que había logrado hacerme, pensando que tal vez saliera más a cuenta que cualquier otro botín que hubiera podido sustraer de aquél lugar.

— Debo admitir que tienes buena mano para esto. Es envidiable ver cómo te respetan, y de seguro que te has ganado dicho respeto con creces. Cada vez me gusta más pensar que trabajaremos juntos.

Cuando el último lacayo de Dos Caras se encontraba ya abandonando el banco les seguí hasta el exterior del edificio, donde mi nuevo compañero me ofreció llevarme a donde yo quisiera.

— Soy de Nueva York, amor — comenté con una sonrisa ladina mientras arrastraba las palabras. — Si aceptara tu proposición os tocaría conducir un bueeen rato... Así que creo que me iré por mi cuenta. Cuando tengas en mente un trabajo para mí, manda a alguien a buscarme al Sunset, es un local en Madison Street. Buscad a Josh y decidle que tenéis un asunto pendiente para la pelirroja y yo me encargaré de localizaros.

Me sentí tentada a tender un brazo y rozárle el rostro, queriendo comprobar hasta que punto podía acercarme a aquél hombre, pero luego decidí que ya había tentado bastante a mi suerte por un sólo día, así que me limité a guiñarle un ojo mientras me apartaba del auto.

— Dale las gracias a tu pequeña moneda de mi parte. Me alegro de que decidiera dejarme vivir para poder vernos otro día.

Tras lo cual giré sobre mis talones y empecé a caminar lentamente por la acera, alzando el parasol y abriéndolo antes de que reposara en mi hombro. Me tomé el lujo de irme a pie, despreocupada totalmente por lo que pudiera pasarme.

En parte, porque si Dos Caras no me conocía, era probable que mi nombre todavía no hubiera llegado a Chicago, y no corría tanto riesgo de ser perseguida por la policia, de momento.
Y por otra parte, porque soy una egocéntrica de mierda y me encantaba la idea de perderme en la lejanía como si todo me importara un pimiento. Era una salida teatral, y me regocijaba en mi propia soberbia.

La joven declina mi oferta de llevarla, pero como siempre, sabe como hacerlo sin resultar ofensiva; con una mezcla de respeto y agradecimiento, que apenas puedo evitar el sonreír. Me gusta esta chica.
Su clase, su seguridad; sin duda, va a ser una buena baza. ¿Quien sabe?, quizás incluso tenga posibilidades en mi banda; si resulta ser tan leal como astuta, claro.

- Claro, cielo - le contesto dedicándole la mejor de mis sonrisas - Nos veremos las caras - continúo, con una sonrisa de complicidad, antes de que la joven se marche

Tras esto, la puerta de mi transporte se cierra y el coche arranca rumbo a un lugar seguro donde guardar el dinero; fuera de la intromisión de estúpidos polis, y de miradas indiscretas.

- Louie - le digo al conductor, desde la comodidad de mi asiento, para llamar su atención

- Dígame, señor Dos Caras

- Contacta con los chicos...Que todo el mundo sepa que Shade ahora trabaja para nosotros. Así que está bajo nuestra directa protección

Este hace un leve sonido asintiendo, para dar a entender que ha comprendido las ordenes y que se llevarán a cabo inmediatamente.

- Veremos que tal juega la fortuna contigo, querida - digo en voz alta, sumido en mis pensamientos, mientras jugueteo con mi querida moneda