[Mini-Evento] Noche de Guerra: I'm dreaming of a War Christmas. (Liz Sherman y Johann Krauss [NPCS], Johny Blaze, Juri, Papa Legba). 24 de Diciembre de 2018.

24 de diciembre de 2018.
21:30 de la noche.
Mitad de la ciudad, a la altura del puente Clinton.
Metrópolis.


Los dobles cuartos anunciaban la media hora pasada de las nueve de la noche. Algunos copos de nieve caían lentamente entre los edificios y las farolas, cubriendo aún más las blancas calles. La gente paseaba sonriendo y cantando los villancicos que podían escucharse provenientes de algunas tiendas y altavoces para aumentar el ambiente navideño. Las huellas de los coches, dibujadas en la nieve, servía de guía para algunos niños que jugaban a los trenes o a cualquier tontería. Sin embargo, los agentes del B.P.R.D y sus aliados no compartían esa aparente alegría en la noche de Noche Buena. Papa Legba, el dios del voodoo había señalado aquella ciudad como el lugar escogido para desatar su furia y destrucción. Avisaron a las autoridades, al alcalde y al presidente de los EEUU, pero la mayoría de ellos no les habían hecho ni caso, apuntando a que se trataba de otra estúpida paranoia de los que se hacían llamar héroes. Hubo muchos que no desoyeron las advertencias y abandonaron la gran metrópoli en dirección a casas de familiares. No todos pensaban que los héroes fuesen unos vulgares fanfarrones. Tras reunir todas las fuerzas que pudieron, desplegaron un grupo muy numeroso de agentes para que ayudasen a los principales amigos de la organización secreta. No eran muchos, pero al fin y al cabo, el B.P.R.D no era una academia militar, sino una organización de investigación y defensa. No estaban preparados para enfrentarse a un ejército. Contaban con un armamento y unas magias suficientemente fuertes como para hacer frente a toda clase de criaturas mágicas y sobrenaturales, pero todo tenía un límite. A veces hacía falta algo más que unos relicarios y algunas balas santificadas.

Todos los que iban a enfrentarse fueron repartidos en tres grupos. El primero, encabezado por Hellboy, cubriría la zona del Hipersector y la presa. El segundo, con el agente Sapiens, se encargaría del parque Metrópolis, al otro extremo de la ciudad. Y ellos, con Liz Sherman y Johann Krauss, estaban a la altura del puente Clinton, justo a mitad de camino entre los otros dos grupos. Con esa distribución cubrían prácticamente la ciudad entera, y en cuanto hubiese un ataque lo percibiría alguno de los grupos. Sin embargo, llevaban ya casi tres horas y no había ni rastro de nada. Los medidores de los agentes no localizaban nada, y el frío comenzaba a resultar molesto. Liz generó algunas llamas para calentar a los presentes, especialmente a los agentes, ya que Johny y Legba poco frío sentirían, o así pensó la agente. Krauss murmuraba cosas en alemán mientras intentaba preguntar a los viandantes cosas. La mayoría de ellos se alejaban casi al instante en cuanto el agente se les acercaba, tirando de los brazos de sus hijos y mirando por encima del hombro al alejarse. Johann resoplaba y dejaba caer los brazos inertes a los lados del cuerpo cada vez que esto le sucedía.

- No entiendo a esta gente. Solo intentamos ayudarrles. ¿Porr qué son tan testarrudos? ¿Acaso ignorran el peligrro que corrren o simplemente son así de idiotas?- Liz negó con la cabeza, metiendo los labios hacia dentro, que se le habían teñido de morado.

- Simplemente es más fácil tacharnos de locos o bichos raros que aceptar la situación en la que estamos... Legba, ¿puedes ver algo?- El dios podría sentir que había una pequeña fluctuación en el campo mágico, pero la notaría lejana, bajo tierra. Los agentes golpeaban sus aparatos maldiciendo por lo bajo sin entender muy bien por qué no localizaban nada. Él les había dicho que allí sería, aunque a juzgar por su aparente tranquilidad debía ser allí. De lo contrario lo habría dicho... ¿Verdad? Una explosión proveniente del lado del parque captó la atención del pequeño grupo, quienes se volvieron para ver lo que parecía un refulgir rojizo por encima de los edificios. Liz llevó la mano a su pistola sin dejar de observar ese lugar. Acto seguido, lo que pareció el bramido de un cuerno de guerra les obligó a girar en redondo, hacia el otro extremo. Los ataques iban a ser a la vez, en cada lugar... ¿Habría visto guerra cómo estaban situados y se preparaba para asestar un golpe definitivo que los mandase a paseo? Un enorme crujido anunció que el puente Clinton se desmoronaba como si de un castillo de arena después del golpe de una ola se tratase. Los gritos y chillidos comenzaron a inundar las calles, así como los frenazos y sonidos de coches al estrellarse. Los agentes miraban a su alrededor, intentando captar el origen de todo aquello. Miraron de repente al suelo al ver como este se rajaba lentamente, con una fuerte luz roja proveniente del interior de las grietas. Se separaron y sacaron sus armas, preparados para lo que saliese de ahí. O eso pensaban, pues lo que comenzó a surgir de debajo de la tierra fueron dos enormes armaduras robóticas de unos tres metros de alto junto a una decena de seres con enormes pistolas y gruesas armaduras. Los cascos tenían dibujados sobre ellos lo que parecían calaveras blancas y había toda clase de símbolos de guerra pintados en sus cuerpos. Lentamente salieron del suelo y apuntaron a los héroes, disparando contra ellos sin dudarlo ni un instante. Liz creó un enorme escudo de fuego que bloqueó la mayoría de las balas.- ¡No podré retenerlos mucho más tiempo! ¡Cubríos y no les dejéis avanzar!-

El tablero estaba dispuesto y las piezas comenzaban a moverse. Los agentes sacaron las armas y dispararon contra los seres que se movían con lentitud pero sin pausa. La batalla había comenzado.

NORMAS DE POSTEO:

Juri había recibido un llamado de su maestra diana que acudiera con urgencia a apoyar a un grupo que debía parar a uno de los 4 jinetes del Apocalipsis el conocido como guerra y ella estaba como era habitual antes de una batalla en frente de la estatua de su madre Kali pidiendo fuerzas y luego de eso tomo su bolsa con sus frutos asi como su espada de ganesh y las cuchillas Katar enrollo en su mano el rosario de la vida y se puso el arco en su espalda, Garudaesperaba afuera del templo juri se subió en el y usando su enorme velocidad ya estaba en el lugar la batalla había empezado juri tomo su arco y lo tenso lanzando una flecha de luz que produjo un gran daño en los seres y bajo junto con garuda.

Siento haber entrado a la batalla sin presentarme soy la discípula de la princesa diana mi nombre es juri soy la diosa de la luz hija de la trinidad Deva dispuesta a colaborar con esta lucha espero no haberme retrasado mucho.

Con una sonrisa en su rostro puso su arco en la espalda y tomo su espada de ganesh para afrontar el combate se la puso en su espalda.

Bueno Vamos a empezar a limpiar la basura.

Oh Navidad, que bonita época. Las familias se reúnen, mucha comida en las cenas, regalos por todos lados; una época de paz, felicidad y amor….excepto por los suicidios…y los robos, y la gente que muere de frío en las nevadas, y los pendejos que lloriquean por que recibieron el IPod 5 en vez del 6. Usualmente sigue siendo una buena época, a pesar de todo eso, desgraciadamente esta vez las cosas se complicaron un poco mas. Y decir “un poco” es un eufemismo, por que los putos jinetes del Apocalipsis eligieron esta fecha de entre tantas para venirse a joder. Bueno, técnicamente solo es uno de ellos: Guerra, o al menos eso es lo que me dijo Hellboy cuando me llamo para que le ayudara a hacerse cargo del tercer jinete. Aparentemente su organización ya se había visto enfrentada con anterioridad contra otros jinetes, aunque para ser honesto eso no me sorprendió tanto como el hecho de que no me hubiesen llamado. Es decir, hola, soy el puto Ghost Rider, uno pensaría que al menos debería figurar en su lista de marcado rápido o algo por el estilo. Tampoco es como que me ofendiera eso, al fin y al cabo menos trabajo para mí. Desgraciadamente supongo que hay situaciones en las que ni siquiera el hijo del Diablo puede arreglárselas solo, por más organización secreta que tenga bajo su mando; entonces entro yo. Y al parecer Guerra ya era harina de otro costal, por que cuando el rojito fue a pedir ayuda, no escatimo en llamadas. Podía sentir muchas esencias poderosas orbitando por los alrededores de la ciudad, y algunas almas no tan poderosas pero cuya ubicación me daba la pauta de que también ayudarían. De hecho, incluso fui capaz de detectar el alma de Poison Ivy; tendría que pasar a saludarla cuando todo el lío se hubiese acabado. Tambien se encontraba Arion entre los invitados; otra persona que me alegraba tener cerca. Y luego estaba un alma en particular...o dos, mejor dicho...que me resultaban demasiado familiares. No podia decir por que o como, pero se me hacian conocidos; ascendieron al numero uno en mi lista de visitas prioritarias.

De momento, nuestras fuerzas se encontraban divididas en tres grupos; una estrategia un poco rara a mi parecer considerando el nivel de poder que supuestamente enfrentaríamos, pero dado el hecho de que Guerra había elegido aparecer en una ciudad así de grande, tampoco me sorprendía demasiado. Mi equipo en particular consistía de Liz (literalmente una de las chicas mas ardientes que había visto) y Krauss (99% robot, 1% alemán), junto con otros tantos agentes del buro. Yo en particular me encontraba bastante alejado de mis compañeros, intentando localizar a Guerra por la esencia que emana, pero sin buenos resultados. También me acompañaba un afroamericano que tenia toda la pinta de medico-brujo salido de una película vieja, pero podía sentir a la perfección sus niveles de poder, y sobra decir que estaba alegre de que estuviese de nuestro lado, o al menos no en contra de momento. Cabe destacar que también teníamos la compañía de varios transeutenes que, de forma muy imbecil, habían optado por no hacer caso de las advertencias de Hellboy, y aun seguían en la ciudad. Idiotas. Después esas son las mismas personas que aparecen en el noticiero de las 11 lloriqueando por que se les murió algún conocido y quejándose sobre como los héroes los ponen en peligro. Pues claro, retrasado, si encima que te avisan del peligro no les haces caso, que mierda esperas que pase. Debido a la constante presencia de civiles había tenido que llegar a la escena directamente transformado en Ghost Rider, para no arriesgarme a que mi identidad secreta fuese descubierta. Dios, que mierda es eso de tener una identidad secreta. A pesar de todo me las había arreglado para mantener mi poder al mínimo posible y hasta las llamas de mi cráneo no se encontraban mas elevadas que el fuego de una hornalla. Lo último que quería era ser tomado como una amenaza para la seguridad publica…otra vez.

Por “fortuna” por así decirlo de una forma bastante cínica, no tuve que esperar mucho para que llegara algo de acción. De la nada una explosión al mas puro estilo de una película de Michael Bay nos alerto a todos de que se venían los problemas. Guerra había llegado…o al menos eso pensé hasta que escuche un cuerno de guerra resonando a la distancia, seguido por una serie de gritos en la dirección contraria. –El bastardo los esta atacando a todos al mismo tiempo.- Dijo Zarathos en mi cabeza, y antes de que pudiera hacer algún comentario sobre lo obvia que había sido su conclusión, el mismo suelo comenzó a agrietarse cerca de nuestros pies, como si el mismísimo Infierno estuviese abriendo sus puertas para liberar a los demonios que allí habitaban. Solo que no resultaron ser demonios, sino robots ¿Qué mierda? ¿Robots? Definitivamente eso no estaba en la lista de cosas que me esperaba encontrarme ese día. Es decir, en serio, que un Jinete del Apocalipsis usara robots como sus soldados en definitiva me sorprendió bastante. Y mas aun me sorprendió la chica del pelo raro que apareció de la nada atacando a las maquinas con lo quepa recia ser un arco místico, para luego presentarse. O al menos eso fue lo que deduje de las 20 palabras que dijo en una sola oración. –Que lindo, pero mejor nos presentamos luego, por que ahora andamos un poquitito ocupados.- Comente en mi clásico “tono de ultratumba grave” que hacia imposible distinguir entre el sarcasmo y mi voz normal.

Por mas fuertes que fuesen las maquinas, seguían siendo meros seres de metal, y estaba seguro de poder convertirlos en liquido fácilmente. Eleve mi mano izquierda a la altura de mi sien mientras avanzaba a paso lento con toda la calma del mundo, como si fuese ajeno a todo lo que estaba pasando. Acto seguido, con un chasquido de mis dedos, mi moto de fuego místico apareció conduciendo sola a mi lado.- Buen chico.- La felicite mientras me subía al asiento, como si estuviese hablando con una mascota obediente.- ¡Deja de hacer estupideces escoria de la humanidad! ¡Acaba con tus enemigos¡- Al parecer a Zarathos no le gustaban las mascotas, ni tampoco que estuviese perdiendo al tiempo, así que sin desperdiciar un solo segundo mas, encendí mi moto y, en cosa de nada reduje casi toda la distancia que me separaba de las maquinas. Entonces, mis cadenas salieron disparadas de mi brazo como si fuese la telaraña de Spider Man y se enrollaron en la pierna de una de las maquinas grandes. En el momento en que eso paso, gire con la moto en dirección hacia la segunda maquina, mientras mi velocidad aumentaba al punto de apenas pasar percivida por el ojo humano, aunque para mis estándares siguiera siendo algo bastante "lento" por asi llamarlo. Mi plan era provocar un choque entre sus dos armas más pesadas, y con suerte hacer que colapsaran sobre sus aliados. Tenia fe en que las balas de sus armas no podrían dañarme, pero esa era la única forma que tenia de comprobar mi teoría, además de suministrar una buena cantidad de daño contra los “hombres” de Guerra. En el peor de los casos esperaba poder llevarme al menos una pierna de recuerdo.

OOR: Siento la tardanza. Ha sido una época complicada, prometo postear más de seguido.

La cosa se puso en marca casi al instante. Las enormes armaduras avanzaban disparando sin retroceder ni lo más mínimo. El muro de fuego no parecía molestarles ni impresionarles lo más mínimo. Las paredes de los edificios comenzaban a llenarse de marcas de bala y proyectil por doquier, llenando la calle de escombros. La gente huía despavorida y las alarmas de los coches saltaban por las explosiones o los cascotes que caían sobre ellos, reventando los techos y lunas de estos. Juri sacó un enorme arco y disparó una brillante flecha que chocó contra una de las enormes armaduras, provocando una explosión blanca y parando momentáneamente sus disparos. Johny por su parte se subió a su moto y lanzó varias cadenas contra los seres que continuaban avanzando hacia ellos, atrapando a dos grandes y, con un rápido y violento movimiento, derribándolos con un fuerte choque entre ellos. Su velocidad era su ventaja, y atrajo contra sí la mayoría de los cañones de las enormes figuras, que intentaban alcanzarlo. Alguna bala seguramente le diese, y le escocería. Al fin y al cabo eran proyectiles normales pero con magia infernal en ellos, gracias a lo cual podían dañar a seres sobrenaturales o mágicos. Legba parecía tranquilo, sin ganas de meterse por el momento. Liz y la mayoría de los agentes disparaban desde la esquinas de los edificios, apretando los dientes y procurando no ser alcanzados por las armaduras.

- Honestamente no tengo ni la menor idea. Supuse que alguien como tú sabría ver eso. Desde luego Guerra es quien está haciendo todo esto, pero hasta que no le veamos no podemos hacer nada contra él. ¡Joder! ¡Munición!- Dijo gritando hacia uno de los agentes que tenía una caja a su lado. Cogió cuatro cargadores nuevos y volvió a disparar. El agente Krauss abrió su traje y se metió en una armadura lentamente, agarrando acto seguido un largo fusil y disparando contra las armaduras. El traje había sido construído para que el agente pudiese tomar más partido en las tareas de campo peligrosas, y habían contado con a inestimable ayuda de nada más y nada menos que el famoso Tony Stark, quien se ofreció a probar nuevos diseños ya que no necesitaba tanto espacio para el ocupante como una persona normal. Estaba hecho con una aleación de titanio y un poco de adamantium, lo cual le hacía extremadamente resistente a los golpes. Efectiva contra la mayoría de los seres a los que solían enfrentarse, pero este era el momento de la verdad.

- ¡Agente Sherrman! ¡Cubrra el flanco derrecho parra que nuestrros agentes puedan crrearr un perrímetrro de segurridad alrrededorr de los superrvivientes! Debemos sacarr de aquí a todos los que podamos. Señorr Legba, agrradecerríamos su ayuda en este momento tan delicado. No se quede ahí parrado.- Juri sacó una enorme espada con la que golpeó a varios de los seres con aspecto esquelético que salían del suelo rodeando las enormes armaduras. Una criatura gritó con furia al cielo, captando la atención de la espadachina. Una extraña y diabólica criatura con ocho brazos y espadas de todo tipo aferradas a ellos la observaba como un depredador a su presa. De un salto se colocó junto a ella y comenzó a descargar sus armas con fuerza contra ella. Era rápido, fuerte y sabía pelear muy bien. La mujer lo notaría.

No sabían cómo estaría el resto de grupos, pero una cosa era clara. Estaban frenando el avance de las criaturas por el momento. Cada vez que conseguían tirar una de las armaduras grandes lentamente volvían a rearmarse y volver a la carga, a menos que las destrozasen por completo. Juri se enfrentaba en un duelo a muerte contra la extraña criatura. Johny seguía su marcha a toda velocidad intentando derribar a todos los seres que pudiese. Los agentes, Liz y Krauss disparaban desde una posición medianamente segura mientras ayudaban a los civiles a abandonar el lugar. Lo que pasase luego era todavía un misterio.

NORMAS DE POSTEO:

Un criatura enorme se puso frente a ella y comenzó a atacarla con gran fuerza y velocidad era un criatura muy hábil pues eran golpes muy agiles y rápidos juri los bloqueaba pero la espada de ganesh no le brindaba ventaja por lo que se aparto de un salto se puso la espada en su espalda y se puso en su mano las cuchillas katar eran un arma más rápido este se abalanzo poro juri tenia ataque y defensa por el arma desvio los golpes con la cuchilla y de inmediato le propino una patada con su fuerza la cual hizo retroceder al demoniaco ser.

Lección 1 Los ataques no se restringen al arma que tengas eres bueno pero tanto como para compararte conmigo bestia.


La bestia volvió a la carga juri sabia que debí quitarle sus armas por lo que uso el cierre del katar para despojarle de 2 de de ellas al tiempo un feroz golpe propinado en el pecho de esta y un rápido movimiento con sus katar le cerno 2 brazos mas, La bestia libero las armas de sus brazos y la aprisiono con gran fuerza, en ese momento lo enredo con sus piernas con gran fuerza y la uso hasta sentir un crujido esta aulló y le propino un cabezazo con todo rápidamente uso sus manos libres destajando al ser y este quedo hecho pedazos sangrientos en el suelo.

Espero te quedes de donde viniste Familiar de ravana.

Se fue directo a ayudar al resto con sus problemas

off: disculpen la tardanza y si mi post es demasiado escueto

Estaba perdiendo el tiempo, supongo que es más un mal hábito que una intención. No acostumbro trabajar en equipo, salvo determinados casos particulares, de modo que no acostumbro pensar que mis acciones pueden llegar a perjudicar a otros de forma directa, más allá de lo que le pasaría a la humanidad si fallo en derrotar al demonio de turno. Este era uno de esos casos donde cada segundo desperdiciado era un agente de la organización muerto, y eso no me gustaba para nada. Es lo malo de meter a un lobo solitario en un equipo tan repentinamente: cuesta habituarse a trabajar acompañado después de una vida de recorrer la carretera solo. Ya tengo incorporado en el sistema la idea de que todo lo que yo haga acabara jodiendome únicamente a mí, por lo cual generalmente me permito el lujo de entretenerme un poco con mis enemigos un poco antes de mandarlos al Infierno otra vez. Tendría que empezar a trabajar más esa faceta mía del trabajo en equipo, más que nada porque, a juzgar por cómo iban las cosas y lo que Rojo ya me había informado, esta no era sino la primera de muuuuuchas misiones de equipo con su organización secreta. Al menos eso me aseguraba menos trabajo y por ende más tiempo libre, ninguna de las dos cosas me resultaba mal en realidad, siempre y cuando no tuviese que lidiar con el temido papeleo con el que siempre inundan los escritorios de los agentes secretos en las películas de acción.

Las balas de los soldados de Guerra, sorprendentemente, resultaron ser más que capaces de infringirme daño. Bueno, no tanto como daño grave, pero definitivamente podía sentirlas impactando en mi piel. Afortunadamente los soldados no daban mucho en el blanco a decir verdad, supongo que es una de las ventajas de ser un esqueleto: las balas tienen más probabilidades de pasar entre tus huesos que enterrarse en estos, y la velocidad a la que iba tampoco les facilitaba las cosas. No debería haberme sorprendido, de todos modos, de que los esbirros del Jinete tuviesen acceso a esa clase de armas imbuidas con magia demoniaca, al fin y al cabo estábamos hablando de uno de los putos Jinetes del Apocalipsis. Por suerte a mi lo único que puede destruirme son las armas forjadas en el Cielo, pero al contrario de la creencia popular los artefactos mágicos o bendecidos como esos si que pueden causarme daño. No es como que me fuesen a matar, pero todo ser tiene un límite de daño que es capaz de recibir, y no tenía planes de descubrir el mío. Al menos no todo había salido mal: la dama asiática se estaba encargando bastante bien de su parte del problema y los agentes humanos no estaban cediendo demasiado terreno. Incluso había podido derribar no solo a uno, sino a dos de esas condenadas maquinas gigantes, provocando que chocasen una con la otra y cayeran al suelo.

Al parecer todo estaba saliendo mejo…mi chaqueta tiene agujeros. Esos hijos de puta le habían hecho agujeros a mi ropa. Algunas de sus balas habían logrado alcanzarme, pero hasta el momento no me había fijado demasiado en los efectos adversos que me había dejado su impacto; al fin y al cabo podía seguir conduciendo y aun no veía nada borroso, con eso me había bastado hasta el momento. Aun así, enterarme que me había estropeado otra chaqueta, y para colmo una de mis favoritas y si cabe decirlo más caras….eso me hiso enojar mucho.- ¿¡QUIEREN JUGAR HIJOS DE PERRA!? ESTA BIEN, JUGUEMOS.- Y dicho eso, aumente la velocidad de motocicleta todavía más, convirtiéndome en una mancha borrosa y anaranjada a los ojos de cualquier humano. A pesar de estarme desplazando a una velocidad increíblemente alta, cualquiera que hubiese prestado atención hubiese podido ver cómo iba desprendiendo Fuego Infernal de mi cuerpo, al mismo tiempo que reducía la distancia entre los hombres de Guerra y yo, rodeándolos cada vez más de cerca, marcándoles el perímetro y, finalmente, encerrándolos antes de que pudiesen hacer algo.

La grava comenzó a derretirse a los pies de los soldados que habían quedado atrapados, dificultando su movimiento, mientras una profunda risa demoniaca se escuchaba sin cesar por los alrededores. Recién entonces comenzó a formarse, en todo su esplendor, lo que solo podría ser descrito como un “tornado” de fuego. Era mi propio Fuego Infernal, proyectado en forma de vórtice; me había llevado años de práctica lograr la manipulación de mi elemento a tal grado, pero cuando me veía capaz de hacer esta clase de cosas, lo agradecía. Planeaba “cerrar el vórtice” de una forma rápida, engullendo a los soldados en una cúpula de fuego infernal para luego cerrarla de un movimiento, carbonizando a todo lo que se encontrara adentro. De ese modo también podría separar lo que esperaba, fuese una buena parte de su ejército, y así poder facilitarle las cosas a los agentes al disminuir mucho su número de blancos.

Antes de que pudiese alcanzar al resto, Juri sintió una presión en el tobillo que la hizo caer con fuerza. Si se volviese a ver qué lo había causado vería al ser que acababa de destruir en perfecto estado, como si nada le hubiese pasado. Pero a este se le unió otro, y otro, y otro... Y antes de que pudiese darse cuenta, cinco criaturas iguales a la que acababa de enfrentarse la rodeaban con esas sonrisas brillantes y los ojos rojos como la sangre. Las armas sisearon metálicamente y se avalanzaron sobre ella, dispuestos a destrozarla y cercernar hasta el último centímetro de su cuerpo.

Liz y Krauss disparaban contra el ejército que parecía no cesar su avance, al tiempo que Legba desaparecía repentinamente de su lado. La joven creó una bola de fuego que lanzó contra unos soldados, impactando de lleno contra ellos y derritiendo sus cuerpos en el proceso. El fuego de la piromántica era mágico, gracias a lo cual podía herir a las criaturas sobrenaturales con él, y aquellos seres hechos de metal no soportarían unas temperaturas demasiado elevadas. Las transmisiones con el resto de los grupos eran imposibles, seguramente debido al caos que vivía toda la ciudad en aquel momento. Los disparos comenzaron a hacer mella en los edificios, derribando uno en la esquina contraria a la que se encontraban los dos agentes. No era especialmente alto, pero causó una enorme humareda de polvo que cubrió toda la calle. Los disparos y las llamas iluminaban todo en mitad de aquella densa nube, y el agente Krauss maldijo en su lengua natal.

- ¡Es imposible acerrtarr a nada en esta situación! ¡Agente Sherrman! Voy a entrrarr ahí. Cuando le indique use todo su poderr parra acabarr con los soldados que tenemos cerrca.- Liz abrió mucho los ojos y negó, casi con miedo.

- ¡No! ¡No... Debo hacerlo! ¿Y si doy a los nuestros?- Krauss apoyó su arma contra la pared y activó lo que parecía algún tipo de visor especial en el lateral de su casco.

- ¡Eso no sucederrá! Ha entrrenado durramente, he visto sus rresultados. Sabrrá hacerrlo. Confío en usted.- Y dicho esto se lanzó con una agilidad increíble contra los soldados que había en mitad de la calle. Oculto gracias al polvo fue capaz de alcanzar un par de ellos y cortar con un cuchillo imbuído con magia y agua bendita sus cabezas y acabar con ellos fácilmente. Unas luces azul claro salían de su casco, enfocando hacia el frente como pequeñas linternas. Liz perdió su pista al cabo de diez metros y maldijo, prestando atención a la llamada que no sabía cuando sucedería.

Johny por su parte destrozaba a todos los que tenían el valor (o la temeridad) de cruzarse en su camino. Partía a los soldados como si fuesen vulgares ramitas con su moto, atravesándolos o usando su larga cadena para atarlos y arrastrarlos con una fuerza imparable. Cuando el Motorista Fantasma desplegaba su poder era casi poético. Pura destrucción irrefrenable capaz de convertir incluso al ser más despiadado del universo en una amenaza menor. Creó un tornado de fuego que subía hasta donde alcanzaba la vista, arrastrando con él a muchos de los soldados y convirtiéndolos en un amasijo de metal fundido y armas destrozadas. El cabreo que llevaba era considerable, debido principalmente a las quemaduras y roturas que su chaqueta había sufrido. Bueno, si eso era motivación para el ser, ¿quién iba a juzgarle?

Un grito captó la atención de Liz, la cual llenó sus brazos con llamas azules que lentamente fueron cubriendo su cuerpo. Avanzó en dirección al centro de la calle donde el polvo parecía ir disipándose lentamente. Entre ella y el motorista destruirían todo aquello en un momento. Krauss apareció al lado de la muchacha a los pocos segundos, y casi al mismo tiempo el dios volvió a hacer su aparición, indicándoles dónde debían enfocar su poder, no sin antes dejar un pequeño recado para el alemán. Liz cerró los ojos y se concentró. Cuando los abrió estos brillaban con una potente luz amarilla, y como si de un cañón se tratase, unas enormes llamas azules salieron del cuerpo de la chica en dirección al puente, arrasando a todo soldado que tuviesen delante. Al principio las llamas solo calentaron un poco el ambiente, pero al cabo de unos cinco segundos, los soldados y las armaduras pudieron ver como sus cuerpos comenzaban a derretirse, y con chasquidos y pequeñas explosiones fueron deshaciéndose, convirtiéndose en charcos brillantes de metal fundido. Liz aguantó unos veinte segundos, y después cayó rendida al suelo, con la respiración entrecortada y mareada. Vomitó algo de bilis y se limpió la boca con el dorso de la mano. Johny hizo su parte y entre los dos destruyeron a todos, dejando la calle libre.

- ¿Ha... Funcionado?-

Una onda expansiva apareció en mitad de la calle, con un fuerte estruendo y expulsando lo poco de polvo que quedaba. A unos dos metros de altura más o menos apareció una bola roja del tamaño de un balón de fútbol que quedó flotando sobre el suelo. Una voz, más profunda y grave de la que jamás habrían oído antes resonó a su alrededor. Era metálica y demoníaca al mismo tiempo, como si el mismísimo infierno les estuviese hablando.

- ¿Acaso creéis que podéis vencer? ¿Realmente sois tan estúpidos? Vulgares y patéticas formas de vida... ¿Creéis que podéis enfrentar a la guerra con más guerra? Calmar el fuego con fuego... Qué previsibles sois los humanos... Intentando domar a un ser tan salvaje como el propio fuego... Vuestra arrogancia no tiene límites... Creéis que tenéis la fuerza y los conocimientos para finalizar las guerras mientras estáis sentados en los cómodos sofás de vuestras casas... Cuando las mayores guerras son las que suceden cada día en los congresos, en las reuniones que cada día se llevan a cabo entre los países ricos... La guerra no es más que pura política, demostrar al mundo quién es el más fuerte o el que tiene las mejores armas... Pero, curiosamente, siempre se llevan a cabo lejos de las grandes ciudades. Lejos de los hogares, creando una falsa sensación de seguridad... Y luego, cuando los enemigos contraatacan derribando edificios o mediante lo que de una manera tan hipócrita que me dan ganas de vomitar llamáis atentados... El pánico cunde... Habéis creado un mundo en el cual una guerra no sería posible entre grandes potencias, puesto que destruiría todo. Y tan solo os dedicáis a aplastar a los más débiles como si fuesen insectos... Pues creo que es el momento de que recibáis un poco de esa medicina... Ahora vosotros sois los insectos... Y yo la potencia destructora...- La luz rojiza aumentó de tamaño, abriéndose hacia los lados como un ojo. Un brillo dorado tan fuerte que obligó a todos a cerrar los ojos cubrió los cuatro puntos cardinales de la ciudad. Unas pesadas pisadas sonaron lejanas, hasta ir lentamente aumentando. Cuando abrieron los ojos verían que los soldados de metal habían desaparecido, pero que del interior de aquel portal unos enormes y redondos soldados dorados fueron lentamente avanzando hacia los héroes. Liz negó con la cabeza ante la desesperante imagen que se presentaba ante ellos.

- No... No...-

NORMAS DE POSTEO:

Eso piensas de ellos no te confíes engendro yo no soy lo que aparento soy la diosa de la luz y  tengo en mi la capacidad de preservar la vida así como de destruirla soy la hija de Shiva el destructor de mundos y hasta un ser como mi padre cree que el hombre no es malo solo algunos guían al resto a hacer eso yo tengo fe en la humanidad y en ellos  y no voy dejar que un arrogante ser una criatura patética que alardea escondido los humanos son capaces de milagros increíbles , Solo por eso te mostrare el poder del que crea la vida el que purifica el mal y ayuda en tiempos de incertidumbre todos ponganze detrás mio y bajo ningun motivo se muevan cuando comiense la oracion de purificación .

Le lanzo una semilla a liz  y les hablo a todos .

Señorita Sherman coma eso le renovara sus fuerzas traten de no pasar purificare a todos estos seres  si me interrunpen no podre concentrarme en ello.

OM

SARVESHAAM SVAASTIR BHAVATU
SARVESHAAM SHAANTIR BHAVATU
SARVESHAAM POORNAM BHAVATU
SARVESHAAM MANGALAM BHAVATU

SARVEY BHAVANTU SUKHINAHA
SARVEY SAANTU NIRAAMAYAHA
SARVEY BHADRAANI PASHYANTU
MA KASHCHIT DUKBHAAK  BHAAG BHAVET

OM, SHANTI, SHANTI, SHANTI
saco su rosario envolviendo a todos los guerreros pàra purificarlos lo repitio otra vez era un mantra de paz

OM

SARVESHAAM SVAASTIR BHAVATU
SARVESHAAM SHAANTIR BHAVATU
SARVESHAAM POORNAM BHAVATU
SARVESHAAM MANGALAM BHAVATU

SARVEY BHAVANTU SUKHINAHA
SARVEY SAANTU NIRAAMAYAHA
SARVEY BHADRAANI PASHYANTU
MA KASHCHIT DUKBHAAK  BHAAG BHAVET

OM, SHANTI, SHANTI, SHANTI

mantra traducido:

Debo admitir que a veces me dejo llevar un poquitito. – ¿Un poquitito?- Esta bien, me dejo llevar mucho en ocasiones, se me va el mambo, me paso de la raya. Supongo que en realidad es porque no estoy acostumbrado a recibir lesiones de ninguna clase, ni ser herido en general. Como humano, vaya que estoy acostumbrado. Es decir, mis mejores acrobacias implican hacer cosas como dar giros de 360° en motocicleta desnudo mientras salto 10 helicópteros Black Hawk, pero las más conocidas son esas donde acabo cayendo de cara al suelo a cientos de kilómetros por hora desde una altura tal que cualquier hombre normal se partiría mínimo todos los huesos de la cintura para arriba. Y para ser honesto, ese tipo de lesiones pasan más de las que me gustaría admitir como acróbata profesional, pero es parte del trabajo, y para ser sincero, es muy bueno para el negocio. Desde luego, ser elogiado por mis saltos locos como uno de los mayores temerarios que se ha visto es bueno y todo, pero el público, con todo y su morbo, paga mucho más mientras más peligrosa sea mi acrobacia, porque en el fondo esperan que me haga puré de carne contra el suelo, y poder contarle a sus amigos la anécdota de como ellos fueron quienes presenciaron en vivo y en directo el día que al gran Johnny Blaze se le acabo la suerte. Ese es el tipo de cosas que gana visitas en los videos de Youtube: yo chocando contra granito solido en motocicleta, y salir caminando como si nada a los dos minutos, buscando otra moto que chocar.

Pero cuando estoy en mi forma de GR las cosas son muy distintas. No estoy acostumbrado a ser dañado, salvo cuando peleo contra seres celestiales o personas con armas místicas; contra soldaditos de juguete, por más que pertenecieran a uno de los legendarios Jinetes del Apocalipsis, no podía ponerme tan serio como hubiese sido contra, por ejemplo, el propio Jinete. Eran, a lo mucho, maquinas o demonios, cubiertos de material que podía destruir, y con armas que, había supuesto, no podían dañarme. Pero en eso último me había equivocado garrafalmente. Y lo admito, mi móvil para dejar de juguetear con ellos fue infantil, y bastante ridículo. Una vez que se me había enfriado la cabeza (figurativamente desde luego) y vi el amasijo de metales fundidos en el suelo, que hacía unos segundos habían sido varios cuerpos de soldados pero ahora no podían ni distinguirse el uno del otro, realmente me sentí un idiota. No un idiota por matarlos, pues Dios sabe que peores cosas he hecho (uno de los motivos por los cuales nunca le agrade mucho), sino porque todo eso había surgido de la perdida de mi puta chaqueta. Zarathos estaba más que contento de que al fin hubiese liberado un poco más del poder del Espíritu de la Venganza, pero su momento de alegría le fue negado rápidamente cuando comencé a calmarme, sin deseos de correr el riesgo de dañar estructuras o aliados en mi atropello ridículo. –Está bien…cálmate…cálmate…era solo una puta chaqueta, te compraras más, no seas imbécil.- Algo que no muchos saben es que me cuesta mantener el control en este estado. Tiendo a perder la tranquilidad por cualquier estupidez. En parte es gracias al Pepe Grillo de pacotilla que tengo en mi cabeza diciéndome que queme personas, y en parte debido a que no puedo evitar sentirme poderoso en esa forma, demasiado poderoso; esa clase de poder te puede hacer perder el control mucho más fácil que cualquier ente demoníaco influenciándote.

Pero ya estaba de vuelta en el juego, con la mente enfocada y mis ojos en el blanco. Y con ayuda de la agente Liz, y combinando nuestros poderes hasta cierto punto, fuimos capaces de barrer con los enemigos con relativa facilidad, tanto con los soldados como con las armaduras grandes, despejando el campo de adversarios bastante rápido.- Nena, sé que ya te lo he dicho, pero vaya que eres ardiente.- Le comente a Liz con un guiño de ojo mientras me alejaba a examinar el daño ocasionado. Por suerte ningún edificio había colapsado aun, y las calles, dentro de todo, no estaban destrozadas fuera de los límites de lo reparable. Desgraciadamente las cosas no podían estar así demasiado tiempo ¿Por qué? Simple, las cosas nunca están calmadas demasiado tiempo en esta línea de trabajo. A los pocos segundos de terminada la “primera oleada” apareció en el cielo una esfera roja de buen tamaño, flotando frente a todos como si fuese un globo. Hubiese sido mejor si, al igual que un globo, eso solo hubiese estado lleno de helio.

No desperdicio tiempo comunicándonos su mensaje; el típico discurso de esta clase de entidades sobre lo patéticos que somos en comparación con ellos y todas esas mierdas. Eso no fue nada nuevo, no. Lo nuevo fue que…esta vez…si tenía algo de razón. No me había sentido así desde que luche contra Lucifer; esa cosa realmente era fuerte, y digo fuerte para mis estándares de fuerza, lo cual quiere decir que podía barrer con todo el ejercido de espías en cosa de nada. En cambio prefirió darnos un par de analogías bastante ridículas dada la situación (En caso de que no lo haya notado Señor Jinete, yo sí puedo controlar el fuego, igual que Liz) y continuo hablándonos sobre la política y las potencias abusivas y todas esas cosas que te encuentras en un folleto de alguna ONG pacifista. Quizás le hubiese remarcado esas cosas de no estar ocupado abrumándome por la simple presencia de ese ser que, asumí lógicamente, era Guerra. Y es que el mero hecho de que estuviese ahí ya me daba mala espina ¿Tendríamos que luchar contra eso nosotros solos, sin la ayuda de Rojo y los otros? Estábamos jodidos.

Por fortuna para todos, el Jinete no era de la clase de locos que van con todo en el inicio, sino de los que juegan a la segura lanzando ola tras ola de esbirros esperando debilitar o acabar con sus contrincantes. Bien por nosotros. Nos tenía más fe contra sus criaturas que contra él. O que tonto fui. De pronto un resplandor enceguecedor apareció en el cielo, obligando a todos los presentes a taparse los ojos, menos a mí pues no los tengo, y luego desapareció. Acto seguido, comenzaron a escucharse en el suelo unas pisadas cada vez más estruendosas, como si una puta manada de elefantes hubiese sido ingresada en la ciudad. Pero cuando los tuvimos frente a frente comprobamos que no eran para nada parecidos a los famosos paquidermos. Eran criaturas hechas puramente de metal, definitivamente maquinas pero no sé si les llamaría robots. Maquinaria mística o mágica quizás sería más apropiado; definitivamente no era humano. Me hubiese sentido más confiado al respecto de nuestro combate de no ser por la expresión de Liz, quien a pesar de haber sobrevivido al primer encuentro se encontraba casi cagada de miedo ante la perspectiva de estos soldados nuevos. Supuse que serían las únicas cosas que debería tomarme enserio de momento.

Estaba equivocado. De la nada, la tal Juri empieza a pronunciar una oración rara en un idioma que al principio ni entendí, para que luego se nos apareciera nada más ni nada menos que otro Dios (no cristiano, sino más bien hindú a juzgar por su exceso de brazos, o algo así) y nos ilumino a todos…literalmente nos ilumino. –Emmm… ¿Gracias por la luz?- Si me sentí más fuerte o mejor en combate luego de recibir esa bendición, no tengo idea. Estaba demasiado ocupado buscando un tiro seguro como para preocuparme por eso. Preferí poner a prueba el metal para antes que hacer algo estúpido, de modo que inicie con una prueba bastante dura. Levante mi mano hacia el cielo, y me mantuve en esa posición un tiempo mientras los grandotes avanzaban. Estaba canalizando energía en mi mano, algo así como acumular fuego infernal en la palma para compactarlo en una esfera. Esto no era en vano, puesto que cuando creo una esfera de fuego infernal acumulado y la lanzo hacia el enemigo, estas por lo general tienen un poder destructivo impresionante. Por ejemplo, en ese mismo momento tenía en mi mano suficiente energía canalizada para reducir un edificio a cenizas. Pensando que eso sería suficiente, me acerque un poco a las máquinas y lance la esfera hacia ellos, apuntando al centro de la formación, esperando que hiciera alguna diferencia. Si los muy hijos de puta lograban salir vivos de esa, tendría que subir el nivel.

- ¿Cómo demonios puede controlar el ejército dorado? ¡Dios! ¡Joder, maldita sea!- Liz se llevó la mano al brazo derecho después de notar un desagradable e intenso dolor. Cuando la separó esta estaba manchada de sangre. Se miró y vio un corte superficial pero molesto. Con un sonido metálico, Krauss fue lanzado cerca de ella por los soldados dorados. Un fuerte puñetazo había hecho volar el resistente traje que habían diseñado para la batalla. A pesar de que no presentaba rasguño ni abolladura alguna no era rival para las enormes armaduras que avanzaban hacia ellos. El alemán se levantó, sacudiéndose para limpiar su reluciente traje.

- Agente Sherrman, ¡esta es una situación límite! No debemos rendirrnos. Rrecuerrde que debemos prrotegerr la ciudad a toda costa de su aniquilación.- De los antebrazos del traje salieron lo que parecían unas cuchillas de plasma de color amarillo y volvió a por los soldados dorados. Juri rezaba una especie de oración que imbuyó a todos después de lanzarle a Liz una semilla que le daría fuerzas. Ella asintió, agradecida, y tras volver a imbuir su cuerpo entero en llamas saltó a por los dorados enemigos que avanzaban lenta pero eficientemente. Johnny los arrastraba y partía sus duras corazas con las cadenas que salían de su cuerpo, para comprobar como, segundos después, las partes comenzaba a reptar unas en dirección de las otras, reconstruyéndose lentamente de nuevo.

La calle estaba abarrotada de gente luchando. Por fortuna los agentes habían sido capaces de desalojar gran parte de la ciudad a través de los túneles y puentes que no estaban invadidos por los demonios ni los seres de metal. Liz miró a su alrededor en busca de Legba, sin hallarle por ningún lado. Apretó los dientes maldiciendo por dentro. A saber dónde estaba ese tío ahora. Unas brillantes llamas azules salieron disparadas de sus brazos, estrellándose contra unos soldados que tenía cerca. El metal comenzó a teñirse de rojo intenso, provocando que emanase tal calor que la pintura del asfalto parecía derretirse. La otra vez que los vencieron fue gracias a que Hellboy, debido a ser príncipe de ambos mundos podía controlarlo por derecho de nacimiento. Pero ahora... Ahora lo único que se les ocurría era sacar a Guerra de su escondrijo y acabar con él para intentar equilibrar la balanza a su favor.

El estallido llegó con una fuerza tal que mandó a todos por los aires. El cuerpo de la morena se apagó por la onda expansiva, y el alemán rodó por el destrozado asfalto con ese ruido metálico tan característico. Si Johnny no tenía cuidado seguramente caería de la moto o saldría volando con ella en dirección a algún edificio colindante o la propia calle, y Juri, si no había terminado su oración, experimentaría un empuje que le obligaría a hacerlo. Cuando miraron en dirección al foco de esto, lo vieron tan claro como el alba. Dos pequeños puntos rojos eran unos ojos que brillaban en el interior de un casco negro como el carbón, con unas plumas rojas sobre él. Estaba desgastado, viejo, lleno de muescas, pero brillaba como el sol de verano. La parte de la boca estaba tapada con una especie de reja que recordaba a los yelmos medievales. La parte del pecho era negra, llena también de abolladuras y golpes, alguna rotura y manchas más negras si era posible. A pesar de las marcas parecía tan resistente como el más duro de los metales, capaz de haber sobrevivido a tantas guerras como el mundo había visto. La hombrera derecha tenía un símbolo tan fácilmente reconocible como la izquierda y ambos parecían haber sido pintados con los dedos. Una larga capa totalmente rajada y llena de quemaduras y agujeros colgaba solemne e inquebrantable desde los hombros hasta casi el suelo. Una enorme espada permanecía vertical en la espalda, paralela a esta. En el cinturón había toda clase de armas blancas y de fuego. El brazo izquierdo terminaba en una ametralladora pesada, y la munición colgaba con un riel desde el costado. Las balas brillaban con un tono dorado, como miles de pequeños soles. La mano derecha sostenía un enorme martillo, tan alto como la figura. De cintura para abajo apenas podía verse nada debido a la nube negra y a la capa que le cubría. Apoyó su arma en el suelo y pequeñas bocanadas de vapor rojo salían del casco.

- Dulces criaturas intentando desesperadamente frenar aquello que no pueden entender... ¿No lo entendéis? ¡Soy la Guerra! Si se inicia ya no hay nada que podáis hacer para frenarla. Arrasaré vuestros pueblos, vuestras ciudades y a vuestras familias. Espíritu de la Venganza... No eres más que una patética burla de lo que antaño fuiste. Exiliado y condenado a vagar en un saco de carne y huesos putrefacto y frágil... Y tú, ¿crees que tus rezos te salvarán? ¿Que tus dioses vendrán a ayudarte? No hay más dios que la guerra y la destrucción. Y hay otro, que se oculta entre vosotros. Un traidor, un cobarde... Pero de él me encargaré luego... Es la hora de morir.- Y golpeó el suelo con el mango del martillo, provocando que el viento volviese a soplar con fuerza durante un par de segundos antes de apuntar hacia ellos con una sonrisa diabólica.

NORMAS DE POSTEO:

¿Pero de que mierda estaban hechas esas cosas? Ahora entendía por que Liz les tenia tanto pánico. En un principio pensé que solo eran robots, como versiones mejoradas de los soldaditos que Guerra había mandado antes, pero nada mas alejado de la verdad. Intente de todo para destruir esas cosas, sin efecto. Intente fundir el metal que compone sus cuerpos, destruir partes clave, desmembrarlas, arrastrarlas por la calle, abollar o quebrar su corazas; y nada. No hay que ser un genio para suponer que cierta magia muy poderosa esta detrás de su misterioso ensamblado, por no mencionar de su control. Y es que ningún aparato sobre la faz de la Tierra es capaz de reconstruirse a si mismo con ese grado de perfección y después de soportar tanto castigo. Ni siquiera Tony Stark podría diseñar algo así. Lo máximo que podíamos hacer era relentisarlos, dañarlos lo suficiente como para que su reparación les llevase un buen tiempo, mientras esquivábamos las cuchillas de sus manos y las balas mágicas que me estaban rompiendo demasiado las bolas. Intentaba repartirme entre los soldados dorados y los que tenían armas de fuego, pero me costaba un huevo. De haber estado solo, podría haber limpiado media manzana con una explosión de fuego infernal, pero desgraciadamente estaba combatiendo en grupo, algo a lo que no acostumbro, y por ende tenia que asegurarme de no herir a nadie por accidente. Y si, que el fuego infernal no hiere a los inocentes, pero bien que puede destruir sus armas de fuego y dejarlos indefensos, es decir muertos. Nuestra única oportunidad era seguir combatiendo esas mierdas y rezar por que apareciera de una vez la persona que les controlaba, que obviamente era Guerra, o que alguien mas lo venciera. Intentaba sentir la esencia del Jinete para localizarlo, pero no podía determinarla con exactitud. Puedo localizar un alma pecadora en Australia desde New York, pero solo si me concentro; y en medio de la masacre, esquivando balas mágicas y atropellando golems de oro, pues como que no tenia mucho tiempo ni lugar para concentrarme específicamente en una tarea que no fuese bajar monstruos.

Por "fortuna" Guerra acabo apareciendo frente a nosotros, de una forma bastante espectacular: con una explosión, na muy poderosa. Yo personalmente casi salgo volando contra un edificio con moto y todo, de no ser por que en el ultimo segundo reaccione y pude envolver una de mis cadenas místicas en el cuerpo de un par de golems que estaban juntos, de modo que hicieran de ancla para evitar que me fuer a la mierda. Muchos no tuvieron tanta suerte desgraciadamente, pero ningún muerto por la explosión, al menos de nuestro bando. Y entonces, cuando el humo se aclaro y todos tuvimos de nuevo un poco de visión de lo que estaba pasando, ahí apareció él. Y debo decir que realmente le hace honor a su nombre. No se como habrán sido los otros dos, pero ese en particular definitivamente vivía para hacer honor a su titulo. La esbastica nazi en un hombro, el signo de los comunistas en otro, la bandera de EEUU, una puta ametralladora por brazo; y la gente dice que yo soy exagerado. Ciertamente no me lo había imaginado de esa forma, pero en el momento en el que apareció poco me importo aquello. Su armadura estaba desgastada, llena de marcas de batalla, que lejos de hacerla parecer endeble mostraban su tenacidad; nada en este mundo soportaría tanto castigo sin hacerse pedazos. Sin embargo lo que mas me llamo la atención, y ciertamente envió un escalofrió bastante desagradable por mi columna, fueron las balas de su ametralladora. Balas forjadas en el cielo. O al menos eso supuse. Si los minioms de Guerra tenían balas mágicas capaces de hacerme sentir dolor, entonces por lógica su jefe bien podía tener esa clase de municiones y para colmo en una ametralladora. Esas balas me duelen mucho mas, y si apunta bien el desgraciado, puede ponerme en un aprieto.

-¿Hay algún consenso o algo por el estilo entre ustedes los grandes y poderosos para soltar estos discursitos aburridos cada vez que aparecen?.- Típico de todos los de su clase, hablar de lo superiores que son en comparación con nosotros y como somos demasiado inferiores como para presentar pelea. Intentaba mostrar una apariencia chula para ocultar el hecho de que estaba bastante nervioso; la carencia de rasgos faciales en mi rostro me facilitaba la tarea pero estaba seguro de que el Jinete ya sabia que era pura actuación, supongo que también tenia que convencerme a mi mismo de que todo estaba bien. Y a pesar de todo, estaba listo para mandarme con todo lo que tenia, y lo hubiese hecho de no ser la otra presencia increíblemente poderosa que se apareció de la nada. Lo atribuí al medico brujo de nuestro grupo por obvios motivos ¿Otra deidad? Quizás la "Guerra" africana, a juzgar por su apariencia. Fuera quien fuese era alguien suficientemente poderoso o estúpido como para hacerle frente a Guerra y pavonearse de su poder, así que quizás no fuese una mala señal.

Al menos me proporciono la distracción necesaria. Él y sus leones estaban dispuestos a pelear contra Guerra de frente, algo bastante suicida en mi opinión pero no les iba a negar el gusto. Aprovechando la distracción decidí actuar. De mis brazos emergieron varias cadenas místicas, que atravesaron el concreto del suelo como un cuchillo caliente en manteca. Se deslizaron por debajo de todos los que allí se encontraban, solo para emerger unos segundos después a los pies de Guerra. Varias hacia sus tobillos, dos mas hacia esa ametralladora que tenia. Mi plan era envolverlo con las cadenas místicas, y, si funcionaba, encenderlas con fuego infernal para ver si podía dañar al menos su arma de alguna forma.

¡Ser derrotado por algo como tu es inaceptable! Me inclino ante el Señor Shiva de los tres ojos, Quien está lleno de dulce fragancia, Quien nutre los seres humanos. Que Él me libere de la esclavitud del Samsara y la muerte, así como el fruto es separado de la enredadera. Pueda yo estar fijo en la Inmortalidad! Es el destino. Aquellos que en medio de la batalla celebran la muerte , estár destinados a morir en el crepúsculo Rendirme Huir aceptar la derrota Será inútil? Lenguaje de cobardes Yo Tengo un cuerpo inmortal con el poder de los dioses, Brahma, el Creador de vida tiene el poder para guiar ejércitos, su ejecutividad vive en mí y me permite guiar a los humanos, Su hermano Shieva el destructor de mundos, tiene el puño de hierro , Vishnu Dios del equilibrio perpetuo, Ambas fuerzas están en mis brazos y con ellas puedo destruir todo mal, Soy la luz que no tiene fin, la fuerza que duerme en lo más profundo del alma y sobrepasa todo lo humano y no dejare que un ser como tu lo consuma todo o esas ojalatas que las almas y seres impuros ardan con la ira shieva y el castigo de yama consumidos por el fuego y ahogados en la sangre de los que lastimaron.

Dicho esto apunto se arco concentrando energía y disparo

El miembro 'Juri' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

'Dado de 10' : 1

Todos se volvieron ante aquel ser enorme que apareció entre las llamas y el humo. Era enorme, cubierto por una pesada armadura y preparado para la batalla, como si tan solo hubiese sido criado para ella. Liz abrió mucho los ojos, y la mandíbula inferior le tembló ligeramente, presa del pánico que suponía ver un ser así. Johann se quedó inmóvil, mirando a aquella enorme mole que avanzaba lentamente hacia ellos.

- Mein Got...- Tras su discurso los soldados dorados comenzaron a avanzar con más velocidad y fuerza hacia ellos. Liz volvió en si, apretando los dientes y puños mientras unas llamas azules comenzaban a cubrirle el cuerpo, volviéndose amarillas en la punta. Corrió hacia los soldados y cuando estuvo a una distancia no muy grande descargó unas enormes llamaradas celestes contra ellos, obligándolos a parar. Las armaduras tomaron un ligero color rojizo debido a las llamas, pero sin llegar a cambiar su forma ni derretirse. Fueron avanzando lentamente, en dirección a ellos. La mujer ya no sabía qué podían hacer. El ejército dorado ya era fuerte de por si. Añadir a la ecuación a un ser tan poderoso como aquel reducía sus posibilidades de una forma abismal. ¿Cómo se suponía que iban a poder enfrentarse a aquello? Entre ellos estaban algunos de los seres más poderosos que jamás habían pisado la tierra, pero... ¿Sería suficiente?

Repentinamente, Legba reapareció entre todos con un gesto triunfante, pero cansado. Avanzó hasta la mujer en llamas y anunció que les había conseguido inmunidad. Esta se giró hacia él, con el ceño fruncido.

- ¿In... Munidad?-

Acompañando al dios, uno muy parecido a el se materializó entre todos ellos. Dos gigantescos leones le acompañaban, con la mirada fija en Guerra. Legba increpó al otro dios, pues no era ese el trato que habían llevado a cabo. La aparición del nuevo sólo empeoraría las cosas, especialmente para él. El problema de los dioses y su orgullo, siempre anteponen sus caprichos a los de los demás. La situación empeoraba para todos. Aunque ese ser les ayudase a enfrentarse a su enemigo, ¿quién les decía que no se volvería contra ellos después? ¿Quién les aseguraba que más que una ayuda era un estorbo o un nuevo contrincante? No disponían de mucho tiempo, y prefirieron asegurarse de acabar con Guerra antes que pensar en las repercusiones que podía traer esta nueva entidad que se abalanzó cual depredador a por su presa. Johnny clavó sus cadenas en el suelo y, tras recorrer la distancia que le separaba del jinete, emergieron del suelo, atando sus tobillos y brazo izquierdo. Juri lanzó una flecha de luz bendecida con la fuerza divina que invocó para ella. Los leones saltaron y el otro dios hizo lo propio. Guerra intentó zafarse de las cadenas, y con un ágil movimiento de su martillo consiguió bloquear la flecha que la mujer le había lanzado, dejando una muesca brillante en su arma.

- ¡BASTA!- Golpeó el suelo con el mango del martillo, y una nueva explosión emergió de él, liberándolo de las ataduras infernales y expulsando a los dos animales y el dios lo suficiente como para que cayesen de espaldas. Rayos rojos comenzaron a rodearle, mientras se elevaba ligeramente sobre el suelo. Apenas fue medio metro, pero debido a su tamaño y que los trozos de asfalto comenzaban a flotar a su alrededor hizo que pareciese más grande y amenazante de lo que ya era.- ¡YO NO OBEDEZCO A DIOSES PAGANOS COMO TÚ, ÒGÚN! ¡SOY MUCHO MÁS PODEROSO DE LO QUE TÚ SERÁS JAMÁS! ¡LA GUERRA DESTRUIRÁ VUESTRO MUNDO, Y ESA DESTRUCCIÓN EMPIEZA HOY!-

Una nueva explosión lanzó todas las piedras por los aires y alcanzó los edificios colindantes, levantando polvo y escombros a su paso. Aferró su martillo con ambas manos y se dirigió lentamente pero sin pausa hacia el nuevo enemigo divino que había aparecido, dispuesto a luchar primero contra él y luego contra el resto. Poco sabía que estaban protegidos por Legba, pero ellos sí, lo cual les daba una ligera ventaja, al menos para empezar con algo.

NORMAS DE POSTEO:

El miembro 'Papa Legba' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

#1 'Dado de 10' : 1

--------------------------------

#2 'Dado de 10' : 10

--------------------------------

#3 'Dado de 10' : 2

La verdad tenia mis dudas respecto de si el nuevo invitado era mas una amenaza que un aliado. Que si, que estaba peleando contra Guerra de frente y las dos mascotas que se había traído parecían poder sernos de utilidad, pero algo no me gusto en el modo en el que dijo que "acabaría con el culto del a cruz" o algo por el estilo. Para empezar, cuando una deidad de su clase dice "acabar" usualmente no se refiere a "convencer pacíficamente mediante la peregrinación y la palabra" sino mas bien a una masacre. En realidad ya teníamos bastante con un jinete como para encima tener que pelear contra un dios africano luego de este. En retrospectiva hubiese sido una buena idea simplemente dejar que los dos se desgastaran entre ellos, no por que pensara que el africano podía vencer a Guerra en un mano a mano, sino por que el vencedor estaría demasiado debilitado como para oponer alguna resistencia o al menos eso supuse. Sin embargo esa clase de ideas nunca fueron muy de mi agrado, y aunque el nuevo guerrero posiblemente acabase siendo una amenaza igual que el propio Guerra, su aparición nos había brindado una oportunidad única y había contribuido a inclinar significativamente la balanza en nuestro favor. No podía desaprovechar esa ventaja. Él era un tanque, estaba recibiendo en la cara todos los ataques del jinete, y eso lo dejaba ligeramente desprotegido; cosa que ya quedo demostrada al ver como no pudo esquivar ni mis cadenas de fuego ni la flecha de Juri. Me sorprendió el hecho de que pudiese safarse, pero al menos quedo comprobado que le costaría bastante mas luchar contra varios enemigos al mismo tiempo. Ojala Liz y Krauss pudiesen aguantar un poco mas el avance de los soldados dorados, por que de momento mi objetivo principal era acabar con Guerra; la única idea que se me ocurría era que quizás estuviese liderando a su ejercito mentalmente y si él caía, ellos también lo harían.

Desgraciadamente la presencia de nuestro "amigo" nuevo no me facilitaba apuntar muy bien, ya que entre él y sus leones cubrían prácticamente todo el frente del jinete -¿Crees que puedas moverte un poco hacia la izquierda? No tengo un tiro claro- Podría haber simplemente lanzado una llamarada del tamaño suficiente como para cubrir la cuadra, pero no sin arriesgar al dios africano que luchaba contra Guerra. Por que, el fuego infernal puede dañar a los inocentes, pero tenia mis mas honestas dudas de que ese dios fuese "inocente" de algo y prefería no arriesgar mis chances de hacerlo enojar y que se volviese en mi contra. Aun con las cadenas o pudiendo controlar la dirección del torrente de fuego, Guerra podría simplemente utilizar uno de los leones como escudo y tendríamos el mismo problema. Al final quedo claro que tendría que ir con los puños contra él, algo que había deseado evitar. No es que no sepa pelear a puño limpio, o que desconfié de la fuerza del Vengador (todo lo contrario en realidad), solo que me preocupaba ponerme a rango de sus armas de filo y su ametralladora, pues is estaba fabricadas en el cielo, lo cual tendría mucho sentido considerando que el tipo era un ángel, podrían ponerme en un aprieto serio. Por mas que pueda regenerarme casi por completo, el daño de las armas forjadas en el cielo retrasa bastante el proceso, y si no tenia cuidado, Zarathos acabaría teniendo que buscarse un nuevo huésped....de no ser por que eso implicaría la condena eterna de mi alma, no sonaría tan mal en realidad.

En cosa de nada ya estaba conduciendo a toda velocidad hacia su posición, por el lado izquierdo. Mis cadenas salieron disparadas hacia su brazo-ametralladora, buscando envolverse en el. Apenas hicieron contacto, el fuego infernal comenzó a fluir a través de ellas, extendiéndose a una velocidad antinatural hacia Guerra. Si quería pelearle a corto rango, primero tendría que eliminar esa arma.


off: prefiero dejarte a vos la descripcion del daño por que temo hacer cagadas respecto a la fuerza aplicada. Minimo el fuego infernal se extiende por su brazo, pero de ahi a si lo acaba perdiendo o su estado prefiero que lo decidas vos.

El miembro 'Johnny Blaze' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

'Dado de 10' : 7

"...Las flores retoñan y mueren, las estrellas brillan,pero eventualmente se apagan;
todo muere, la tierra el sol
y hasta algo tan inmenso como este universo no está excluido.


Comparado con eso, la vida del hombre es tan efímera
como un abrir y cerrar de ojos;
en ese instante un hombre nace,
en ese corto instante un hombre crece,
se ríe, llora, pelea, sufre, regocija, lamenta, odia y ama a otros.

Por el bien de la paz Guerra tu lo unico que haces es que las personas se dañen y lastimen matar a tus enemigos a tus aliados a los paises , a la gente a ti mismo nunca será suficiente para un ser como tu pero mientras alla gente dispuesta a detenerte luchare sean dioses o humanos tu no eres un dios eres un ser repugnamte solo un engendro que vive como una sanguijuela de la miseria que causas.
Concentra su disparo con mas fuerza que numca busco el momento preciso y lanzo la flecha contra el apoyando a sus conpañeros.

El miembro 'Juri' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

#1 'Dado de 10' : 2

--------------------------------

#2 'Dado de 10' : 1

--------------------------------

#3 'Dado de 10' : 3

El jinete estaba cansado de aquella feria ambulante que le dificultaba su marcha triunfal sobre el mundo mortal. Decidido a acabar con todos ellos. No mostraría piedad por nadie. Johann y Liz pudieron comprobar que, puesta la atención de aquella criatura sobre el dios que había aparecido reclamando su puesto de señor de la guerra, los soldados dorados caían sin volver a levantarse. Guerra era quien los reconstruía con su poder. Pero ya no más, y no pretendían desaprovechar esa ventaja que se les había dado. Quemaron y destrozaron al ejército dorado, usando todo el poder y las fuerzas que les quedaban. El último embite. Ahora era el momento en que los aliados que habían conseguido durante los meses pasados y los que habían aparecido repentinamente para unirse a la batalla hiciesen su papel, frenando por fin al jinete. Desde luego eran seres de gran poder, pero solo el tiempo mostraría a la piromántica y al medium si esas fuerzas serían suficiente para acabar con aquella masacre.

Los ataques fueron repentinos y llegaron al ser desde varios sitios. Las flechas de Juri fueron las primeras en alcanzarle, pero después de haber sido herido por una sabía como evitarlas, y con un brillo rojo en sus ojos y un rápido movimiento de su martillo destruyó los tres proyectiles como si se hubiesen tratado de polvo, estallando en miles de pequeñas estrellitas luminosas a su alrededor. No detuvo su marcha, sino que la aceleró levemente. Fue entonces el turno de Ogún, quien saltó con el machete en alto y el escudo protegiéndole. Mas Guerra ya estaba harto de aquellas tonterías, y con un movimiento diagonal golpeó con una fuerza que habría partido una montaña al dios vudú, y a uno de sus leones, mandando a ambos a volar varios metros de distancia. El martillo refulgía con fuerza, dibujando en su superficie todas las runas que en él descansaban. Pero el jinete cometió un error. Un error fatal. El último movimiento que iba dirigido al segundo león falló, y este se abalanzó sobre él con la fuerza de una avalancha, derribándolo y arrastrándolo por el suelo. Los enormes colmillos atravesaron la armadura como si fuese de mantequilla, y Guerra aulló de puro dolor. La negra sangre cayó a borbotones y llenó la boca del animal. Sus afiladas garras dañaron la coraza, alcanzando la carne de nuevo. Valiéndose de su fuerza se levantó con fuerza, liberándose momentáneamente del ataque del león. Levantó su brazo izquierdo donde la mano se convirtió en un cañón que apuntaba directamente a la cara del animal, quien mostraba sus manchados colmillos en un potente rugido. Guerra tosió sangre y sus ojos brillaron.

- Muere ahora, criatura maldita...- Una cadena se enroscó en el arma con un chasquido metálico. Guerra volvió su cara a ella para ver volar al motorista en su dirección, impactando con toda su fuerza en el brazo y partiendo en dos el arma con un crujido brutal. El león saltó sobre el jinete de nuevo, y entre el fuego infernal y las dentelladas de aquel animal comenzaron a destrozar a Guerra. Los gritos de este eran infernales, escuchándose por toda la ciudad. Las heridas previas a aquellas y la protección que el dios vudú les había brindado les ayudaron a asestar un golpe que seguramente sería mortal para el jinete. La sangre llenó el suelo acompañada por los sonidos metálicos contra su armadura y de la carne desgarrándose. Usó el martillo para separar a los dos seres que le estaban destrozando, intentando golpearles con él, pero eran demasiado rápidos. El león era un depredador nato, y había sitiado y herido a su presa. El motorista había luchado contra aquellas criaturas desde que tenía uso de razón, y aunque sus golpes y heridas no eran tan efectivas como las del animal, estaba destrozando a Guerra.

- ¡AHORA! ¡AHORA ES EL MOMENTO! ¡MATEMOSLO!-

NORMAS DE POSTEO:

Solo necesitaba una apertura, y eso era todo. Nuestro ataque coordinado había resultado mejor de lo esperado. Guerra estaba debilitado, a punto de caer. El león del dios africano (al menos uno de ellos por que al otro lo habían sacado volando de una patada junto con su amo) había logrado hincar sus colmillos con fuerza en el jinete, quien, a juzgar por sus gritos de dolor, había sufrido bastante. Al final ya me había decidido: el nuevo "aliado" si resulto ser muy útil; y a juzgar por el golpazo que se comió de parte de Guerra ya no estaba en las mismas condiciones que cuando inicio, para representar una amenaza directa hacia nosotros. Por mi parte, me vi en la necesidad de ayudar al primero de nosotros que si tuvo éxito dañando a Guerra, por mas que se tratase de una de las mascotas gigantes del recién llegado. Entre sostener a la criatura y revelarle su futuro cercano, Guerra se distrajo demasiado, lo suficiente como para que yo interviniera. Una de sus manos estaba ocupada sujetando al león, la otra se preparaba para dispararle con ese extraño cañón o ametralladora que tenia. Yo sujete la segunda, para evitar que asesinara al animal. Y al final resulto ser una buena decisión. Mis cadenas no solo se enroscaron sin problemas en su brazo: lo partieron en pedazos. Quizás yo me había vuelto mas fuerte o Guerra se encontraba debilitado por el ataque del león (mi ego me inclinaba a pensar que era lo primero), pero le hice mucho mas daño de lo que había calculado, y eso que el fuego infernal ni se había empezado a dispersar por su cuerpo; y yo asustado de que tendría que convertirme en Zarathos y perder el control del cuerpo para zafar de esa pelea, de seguro hubiese sido ese el caso de no haber sido por los buenos compañeros que Hellboy me había conseguido.

Apenas el león estuvo suelto, no perdió tiempo en volver al ataque; la única diferencia fue que esta vez iba acompañado. Entre sus rasguños y mordidas, y el fuego infernal que ya había comenzado a dispersarse por su cuerpo como si estuviese cubierto de aceite, logramos lo que en su momento pareció imposible: hicimos que Guerra gritara de dolor. Su voz seguía sonando tan grave e imponente como siempre, pero la agonía era palpable en su tono. Aun así seguía teniendo fuerzas dentro de él, el muy testarudo, puesto que con un golpe de martillo bien puesto nos hizo retroceder a ambos. Solo entonces pude ver lo magullado que realmente estaba. Su armadura se encontraba hecha pedazos, y la sangre brotaba de a cascadas por las múltiples grietas que esta tenia. Ya parecía mas un cadáver que un Jinete del Apocalipsis. Bueno, casi un cadáver en realidad; nuestra era la tarea de eliminar el "casi".

Al grito de "MATEMOSLO" de Liz, nos lanzamos contra Guerra. El africano no perdió tiempo en volver a la carga, levantando su machete a lo loco en compañía de sus dos leones, listos para descuartizar lo que quedaba del Jinete. Juri debía estar cargando sus flechas mágicas en este momento, aunque la verdad no me moleste en mirarla demasiado para ver que hacia: estaba concentrándome, y mis "ojos" (o cuencas, mejor dicho), estaban fijadas justo en el medio  del pecho de Guerra. -Nos vemos en el Infierno...- fue todo lo que escapo de mis labios en ese momento; un susurro, apenas audible, pero claro. Ese hijo de puta llego a mi mundo, no se como todavía, e intento destruirlo. Puso en peligro a todos mis seres queridos en el momento en que arribo,´el y sus tres hermanos. Y yo no tenia pensado permitírselo. Ninguno de nosotros lo haría.

De un salto me baje de la moto,y plante mis pies firmes en el piso. Moví los brazos hacia atrás, las manos a la altura de mis hombros, preparándome para el ataque. Un paso al frente, tan poderoso que mi pie se clavo en el concreto, fue todo lo que necesite. Impulse mis brazos hacia adelante, liberando dos enormes torrentes de Fuego Infernal, directos hacia el pecho de Guerra; luego dos por mis ojos, y uno por mi boca. Las cinco ráfagas se unieron en una milímetros antes de chocar con Guerra. El Fuego Infernal se colaría por cada orificio, cada brecha en sus defensas, haría arder su alma y su carne. No tenia pensado alargar su existencia mas tiempo, ni concederle unas ultimas palabras. Él se iba a morir, ahora, me aseguraría de ello. Lo reduciría a cenizas.

Sin embargo parte de mi quería quedara vivo. No quería que Guerra muriese en realidad, no todavía al menos. Podia sentir el peso de las almas de miles de inocentes condenados por su causa, y el peso de todas aquellas que se hubiesen condenado de haber tenido éxito. Por eso quería que sobreviviera. Quería caminar hacia él, estando en su estado mas vulnerable, un estado en el que no pudiera detenerse. Acercarme a paso lento y tomar su cabeza con ambas manos. Mirarle a los ojos y decirle "Culpable", y luego aplicarle mi Mirada de Penitencia. La he usado incontables ocasiones a lo largo de mi vida; todos los Ghost Riders la han usado. Es como darse una fiesta con el alma del pecador; solo podía imaginarme que clase de banquete me proporcionaría Guerra...

Podía sentir esa sensación corriendo por cada parte de su cuerpo como si fuera un relámpago sentía la sangre hervir como si fuera que un volcán corriera por dentro de ella sentía ese deseo irrefrenable de destruir de una vez por todas a guerra en aquel momento su mirada estaba centrada en el jinete como si fuera un cazador como su madre le contó la sensación de estar apunto de lograr un triunfo la victoria tras la cruenta batalla el premio de la derrota de un ser soberbio, Era la sangre de los dioses la furia de Kali como si mil estrellas no tuvieran tanto fulgor como ella sentía el deseo de destruir a es ser despreciable y exhibirlo cual un trofeo ante todos diciendo que sea quien sea terminaría así con ella.

Tenso el arco y concentro energía sus ojos apuntaban a guerra era un momento en el que terminaría con el de una vez y lo mandaría al infierno su mirada era terrible era la ira absoluta de una cruenta batalla apunto de concluir el fin de un conflicto que parecía haber durado mucho sus músculos tensos y rígidos concentrada como si tuviera todo el tiempo del mundo, Cuando lo creyó listo lo miro a los ojos una sonrisa de satisfacción se formo con cierto toque de burla por la jactancia de aquel ser que ya no era mas que un coloso de pies de barros apunto de caer y era hora del empujón final soltó la flecha y hablo.

No hay nada como una pesadilla eterna ni una guerra eterna ahora lo comprendan engendro dale un mensaje a los que vengan de tu parte que aquí estaré y estaremos para ellos ahora vete de mi vista adefesio.

Largo la flecha sonriendo con una mueca burlona contra el como riendose del ser caido a manos de los que consideraba inferiores.

Guerra rugió con fuerza al cielo, mientras una honda abandonaba su cuerpo expulsando tanto al león como al motorista fantasma de él. Se levantó lentamente, usando el enorme martillo como apoyo. La armadura estaba mellada y dañada en varios sitios, humeante el brazo donde antes un cañón se preparaba para disparar al león. Largos chorros de lo que parecía sangre, tan negros como el carbón resbalaban por su cuerpo hasta formar un charco a sus pies que aumentaba considerablemente. La respiración era entrecortada, tosiendo desagradablemente. Sujetó su enorme arma con ambas manos y los rojos ojos brillaron con fuerza. Si querían acabar con él, deberían usar todo su poder, pues desde luego el jinete no estaba dispuesto a darse por vencido. Un aura granate oscuro brotó de su armadura y su piel, rodeándole con un velo fantasmal que helaba el alma. El suelo tembló y se quebró bajo sus pies, antes de alzar el martillo con un último grito de guerra.

El ataque llegó desde todos los lados hacia él. Como depredadores que se avalanzaban sobre la presa herida de gravedad para darse el ansiado festín, las garras, cadenas, espadas, colmillos y armas buscaron la carne para atravesarla. Guerra blandió su enorme martillo, golpeando por el costado a gran parte de ellos. Los zarpazos de uno de los leones fueron los primeros en alcanzarle. Se giró para bloquear esos impactos, sufriendo entonces un mandoblazo de Ogún. Paró el segundo golpe del dios, pero entonces fueron las llamas purificadoras del motorista fantasma y la agente Liz las que alcanzaron su cuerpo. Trozos enormes de metal caían al suelo, herrumbrosos y oxidados por el fuego, destrozados por los constantes impactos del dios y sus enormes animales. La fuerza en equipo que llegaba desde todos los extremos era demasiada para el herido jinete, quien había perdido su poder total. Sus otras proyecciones también estaban débiles, y podía sentirlo. Las fuerzas le flaqueaban, y volvió a caer, hincando la rodilla izquierda en el suelo, sujetando su torso con el brazo y el martillo. Miró hacia arriba mientras un denso chorro caía por los huecos de su casco. Con un fuerte golpe una nueva honda salió desde su pecho, pero ya no era tan poderosa como las anteriores, y fue como un golpe de viento más que una fuerza imparable la que agitó a los seres que allí se habían unido para acabar con él. Una flecha de luz cruzó el cielo silbando, impactando en el pectoral derecho. La inercia que el proyectil llevaba le empujó hacia atrás, con un terrible crujido proveniente de su espalda. Un nuevo grito llenó la calle. Se consiguió levantar, pero Ogún ya había fijado su objetivo. Con un movimiento semicircular atravesó al jinete de parte a parte con su machete. Este clavó sus garras en el brazo del dios, mirando sus ojos con odio y dolor.

- Nunca... Seras... Nada más... Que una farsa...- El dios apoyó su pie en el cuerpo del jinete y tiró de su arma, haciéndolo caer al suelo. Se arrastró, buscando su martillo. Tocó su mango, pero no podía hacer nada ya. El espíritu de la Venganza se había acercado hasta él, cogiendo su cabeza con las manos y levantando el rostro ensangrentado hasta que se encontrase con la llameante calavera. Miró directamente a su alma, donde pudo ver el dolor de miles y millones de almas atormentadas durante milenios, clamando justicia y venganza hacia lo que muchos consideraron una muerte o guerra injusta. Con las palabras que definían un juicio, el motorista usó el mayor poder que poseía, haciéndole sentir el mismo dolor que durante toda su historia había causado. Fue demasiado. Tantas  muertes, tantas torturas, tantas guerras y violaciones, tantas traiciones... El cuerpo de Guerra fue poco a poco ennegreciéndose aún más, deshaciéndose como un castillo de arena cuando las olas llegan a por él, como una estatua de sal al ser golpeada por el viento. Con una última exhalación, el motorista habría jurado que el jinete le miraba con ojos dolorosos y vengativos, pero también había agradecimiento en ellos. Agradecimiento por haberle liberado de una condena que llevaba acarreando desde dios sabía cuanto tiempo, de la cual por fin se había liberado...


La agente del B.P.R.D se acercó lentamente al cráter donde segundos antes el jinete había estado deshaciéndose poco a poco, hasta convertirse en un jirón de polvo y humo. El suelo permanecía cubierto por las huellas que había dejado tanto con su sangre como al destrozar el asfalto. Ella se agachó, pasando las yemas de los dedos por una de estas negras marcas. La sangre o lo que fuese eso estaba húmeda todavía, pero al contacto con su piel se convirtió en polvo y desapareció. Segundos después, lo mismo sucedió con todas las marcas de esta extraña y densa sustancia que teñía de tizón los escombros. Respiró y sonrió, mirando al cielo.

- Se acabó... Por fin se acabó...- Y moviéndose con cuidado, se sentó en el suelo, relajándose con un pitillo que sacó de su chaqueta. De su dedo índice brotó una pequeña llama azul que encendió el extremo del cigarrillo. A lo lejos, el sonido de los helicópteros y las ambulancias les llegaba, como ecos en mitad de un valle. Los servicios de seguridad y sanidad estarían hasta arriba esos días, especialmente los hospitales y los bomberos. Los primeros estarían a reventar durante semanas, incluso meses en algunos casos, y los segundos tendrían que separar escombros y buscar a heridos o prisioneros que se hallaban bajo estos. Las bajas aún no se habían contabilizado, pero seguramente alcanzarían las centenas. El B.P.R.D ayudaría a todos los habitantes de la ciudad y los servicios del orden con todas estas tareas. Sería una dura tarea, pero con el tiempo tal vez pudiesen restaurar aquella masacre. Ahora que el enemigo había sido vencido, tocaba contar los daños y valorar las posibilidades que tenían. Habían frenado al tercero de los jinetes, pero el precio había sido muy alto. Todos lo sabían. Pero al menos los buenos habían ganado. Era un pobre premio de consolación, especialmente al ver como había quedado el puente y la calle. Un sacrificio enorme para una victoria que sabía tan poco a esta.

La mujer dio una larga calada, y una nube gris abandonó sus finos labios, mezclándose con el viento. Buscó con la mirada a los supervivientes, pero no encontró por ningún sitio a Legba. Frunció el ceño, extrañada. Puede que el dios no fuese el más dispuesto a ayudar, pero tampoco habría apostado por que habría desaparecido tan repentinamente. Se levantó, sacudiéndose la ropa y estirándose con un ligero crujido de espalda. Caminó hasta el otro nuevo dios que había aparecido, rascándose la nuca.

- Bueno, eh... Gracias... Por ayudarnos y eso... Ha sido de gran ayuda, y nos habría costado mucho más acabar con él sin ti... Gracias... ¿Sabes dónde está Legba?- Ella lo desconocía, pero el dios parecía estar dispuesto a cobrarse el trato que habían llevado a cabo el demonio y él hacía varios meses. Había llegado la hora, y no deseaba postergar más el momento. Lo que sucediese después solo el tiempo lo diría. Muchos agentes llegaron entonces con camillas y toda clase de equipos de primeros auxilios, dispuestos a ayudar a los héroes que habían conseguido frenar una de las mayores amenazas que aquella ciudad había visto jamás. A pesar de que la mayoría tenían capacidades sobrehumanas curativas, como era el caso de Johnny y Juri, el resto de agentes eran humanos normales y corrientes, y muchos presentaban quemaduras de segundo grado, contusiones o heridas. La piromántica asintió sonriente a estos dos a modo de agradecimiento y se acercó.- Gracias... Gracias por vuestra ayuda... No sé cómo agradecer lo que habéis hecho hoy aquí, pero está claro que sin vosotros no podríamos haber frenado a Guerra... Ahora toca descansar y ayudar a esta gente a reconstruir todo... Deberíais ir a que os echen un vistazo los médicos y a comer algo... Ha sido un desgaste brutal... Y tal vez queráis reponer fuerzas...-

Johann apareció de entre la niebla, doblado sobre sí mismo y aguantando con uno de los brazos un trozo del traje que amenazaba con ceder y salir disparado. Pero estaba bien, o eso dio por hecho la mujer. Liz dio otra calada a su cigarrillo y no notó que las cenizas ya habían alcanzado los dedos que lo sujetaban, dejando una pequeña quemadura en su porcelana piel. Bajó la cabeza para mirar la marca. Esta desapareció casi al instante, y unas gotas rojas cayeron sobre su mano. Con el ceño fruncido abrió la palma, y unos nuevos pequeños círculos se dibujaron con el impacto de más gotas que caían de su cabeza. Se la tocó con suavidad, encontrando una brecha en la parte superior derecha. Un hilo de sangre seca mezclada con húmeda se dibujaba en el lateral de su cara, y cuando se volvió hacia los agentes notó un mareo que le subió desde el pecho, teniendo que apoyarse en una señal abollada para no caer al suelo. Ahora que la adrenalina iba abandonando poco a poco su cuerpo era consciente de la cantidad de dolores que había en su cuerpo. El primero fue un cosquilleo en la cabeza, donde tenía la herida. Luego moratones bajo sus ropajes y decidió acercarse a los médicos para que le hiciesen un chequeo completo. Al fin y al cabo, incluso los héroes de vez en cuando necesitan una pequeña ayudita de los demás.

OCC:

-¿Escuchas?- Pregunte, en forma retorica, al temido Guerra, mientras este se postraba a mis pies. Por supuesto que escuchaba, lo estaba mirando directamente a los ojos, y varias de mis cadenas se encontraban envueltas alrededor de su cabeza y cuello.- Esos gritos...esos insultos...los deseos de venganza. Yo también los oigo: son las miles...los millares de almas que has condenado a la otra vida, todos aquellos que han muerto en cualquier accidente, guerra o batalla donde hayas tenido la mas mínima influencia.-De no haber sido mi cabeza un cráneo en ese momento, hubiese sido capaz de ver la sonrisa de oreja a oreja que tenia esbozada.- Son un grupo enérgico...muchos de ellos llevan milenios en el Infierno solo esperando a ver este momento...- Mis cadenas se apretaron aun mas contra su demacrado cuerpo, y mis ojos se pegaron mas a los suyos. Cuando sus ojos estuvieron a escasos centímetros de los "míos", dos torrentes de fuego salieron de cada una de mis cuencas, directo hacia sus corneas. El grito de dolor fue inmediato, pero no seria el único ni el mas fuerte que propiciaría. Recién estaba tocando la punta del iceberg de almas condenadas que esperaban su turno (tan grande como para poner al Perito Moreno y al que hundió al Titanic en vergüenza). Yo estaba en control en ese momento. Podía hacer que su cuerpo se desintegrara en cosa de un segundo, que la fuerza de esas almas lo golpeara como un poderoso cañonazo y su carne se desintegrara en un parpadeo; pero eso seria demasiado piadoso para él. Preferí que fuese lento. Me tome mi tiempo. Me asegure de que cada muerte tuviese la oportunidad de pasar frente a sus ojos antes de que se desintegrase, aunque fuese a un ritmo acelerado. Quería que las viera todas, que experimentara de primera mano el sufrimiento que había causado a todos y cada uno de ellos. Con los ladrones comunes y asesinos, suelo hacer las cosas rápidas, pero cuando se trata de hijos de puta como ese; seres que viven con el único propósito de hacer sufrir a otros, y lo disfrutan...pues...con esos me gusta tomarme mi tiempo. Su cuerpo se hacia cenizas a una velocidad similar a la que se seca la pintura al Sol, aumentando el dolor del proceso. Solo cuando la ultima alma paso frente a sus ojos le permití morir, ennegreciendo su cuerpo cual madera quemada de adentro hacia afuera, hasta que lo único que quedo del legendario Guerra fue polvo.

-EH...oh, claro. No te preocupes por eso Liz- Respondí apresurado a la agente, mas por mera cortesía que otra cosa.- El portador del Espíritu de la Venganza, incluso en su forma humana, es difícil de matar. Mejor ve a que te revisen esa herida en la frente.- Y una vez que se alejo lo suficiente, volví a mi tren del pensamiento. Rabia estado repasando esa escena en mi cabeza varias veces desde el momento que le aplique la Mirada de Penitencia a Guerra. Concretamente, siempre me quedaba prestando especial atención a los últimos segundos: la parte en la que el Jinete me dedico una ultima mirada. Sus ojos no expresaban odio, ni malicia, ni rencor...no era como los otros que había enfrentado, al menos no en ese sentido. Sus ojos...he visto esa expresión antes. Estaban agradecidos. No, mentira, estaban increíblemente agradecidos; como si Dios mismo le hubiese hecho un favor que llevaba tiempo pidiéndole. Él había visto un milagro. Nunca me había pasado eso al aplicar la Mirada a nadie. Hasta la fecha todos, ángeles, demonios, humanos, etc se doblegaban de dolor ante el repaso de sus crímenes, y los pocos que tenían la fuerza para resistir el tiempo suficiente solo maldecían mi alma o cosas por el estilo. Y es que cuando yo aplico la mirada, me siento revitalizado. Es como si todos los pecados de aquellos a quienes castigo se convirtiesen en la mejor bebida energética del mundo; una vez que todo acaba, me siento mas fuerte, mas energético, incluso mas poderoso. Con Guerra decir que me di un banquete seria un eufemismo: me di el mayor tentempié de mi vida.

Y aun así no podía evitar seguir pensando en esos ojos ¿Como es que el ser que mas ha alimentado en toda mi vida...sea también el único ser que no parecía estar apenado por su destino? Ni triste, ni enojado, ni asustado...solo alegre.  Esa había sido la ultima expresión en el rostro de Guerra: uno de alegría...y agradecimiento. Él me agradeció a mi, aunque fuese solo con la mirada, por asesinarlo. Quizás yo, sin darme cuenta, le había ayudado a saldar una deuda con sus victimas que él nunca hubiese podido hacer solo, por que al darle a cada quien la oportunidad de dañar a Guerra del modo que él los había dañado a ellos, había equilibrado las cosas; no una justa venganza precisamente, pero si una venganza al fin y al cabo. Desde luego que el jinete había estado enojado conmigo en ese momento, pero fue una emoción apenas sentida comparada con esos ojos agradecidos.

No se si hablar de arrepentimiento fuese lo suficiente, pero definitivamente iba por esa senda. Supongo que no pude evitar pensar en Elektra, en Smith, incluso el Hulk original: puedes ser excelente en tu trabajo...y aun así odiarlo. No creo que Guerra llegase a tal extremo...pero...al fin y al cabo, solo hacia lo único que él podía hacer; la única cosa para la que lo destinaron: ser un Jinete del Apocalipsis.

No podía sentir pena por nadie que hubiese intentado poner tantas vidas en peligro...pero tampoco me sentía mal por haberle brindado, al menos en esos miseros últimos momentos de su existencia, la felicidad de saber que había cumplido su condena. Ahora solo faltaba uno...y por fin todos podríamos descansar de una puta vez; tanto nosotros, como los propios Jinetes. Sin mas que decir, me subí a mi moto, y me aleje conduciendo por una de las pocas calles que qeudaban intactos. No había una ruta fija, ni un itinerario, solo la necesidad de recorrer la carretera un poco, y alejarme de todo. Tenia mucho en que pensar ahora, pero siempre habría tiempo para un buen paseo a alta velocidad...


off: un gusto haber participado de este minievento. Ya sabes que para cualquier proyecto de Hellboy, puedes contar conmigo

LO observo a guerra cerro sus ojos pudo ver en lo profundo del siniestro ser y vio algo que no esperaba dolor y hasta tristeza nadie lo había notado aquel ser tan temible se veía con lastima odiando con su ser el destino dado era alguien que sufría no estaba contento con lo que tenía que hacer sin duda todo este tiempo debió buscar quien lo libere de esa horraos carga que debía llevar era un deber que no quería muchos lo veían con odio pero era un ser que solo camina hasta que todo queda plano destinado a un fin no deseado todos podían ver que su deseo de batalla no eran más que un llanto oculto era un niño en la oscuridad buscando su sueño, Esta noche se cumplió como un niño arrullado por su madre se durmió había cumplido su sueño liberarse de su tarea ni más ni menos miro todo y dijo un mantra.

OM
SARVESHAAM SVAASTIR BHAVATU
SARVESHAAM SHAANTIR BHAVATU
SARVESHAAM POORNAM BHAVATU
SARVESHAAM MANGALAM BHAVATU

SARVEY BHAVANTU SUKHINAHA
SARVEY SAANTU NIRAAMAYAHA
SARVEY BHADRAANI PASHYANTU
MA KASHCHIT DUKBHAAK BHAAG BHAVET

OM, SHANTI, SHANTI, SHANTI


OM



Ayudo curando a los heridos y deseando que sus almas descansen paz y que por fin quisas pudo entender algo que pocos entendían que a veces alguien tiene una carga que a pesar de que todos lo odien o lo vean mal esos seres están destinados a sufrir por cumplir con algo a pesar de que no lo desearan teniam un destino miro al cielo y hablo.

Hay cosas que no es mejor responder…..

traduccion del mantra: