¡Toc, toc! (Johnny Storm) [02/06/2018]

Los cuatro fantásticos. Se supone que tienen una tecnología casi tan buena como la de Stark, y que cuentan con un científico muy bueno. Pues bien, allá que me dirigía.

El edificio Baxter... Quería conocerlos a todos en persona, conocer lo que sabían de la colisión, conocer lo que no sabían... Necesitaba información y, ya que estaba: actualizar mi memoria e informarme. Drago sabía que estaba aquí y Charles también, no les ocultaba nada, así que llamé sin preocupaciones... Además, si las cosas se pusieran feas por lo que fuera tenía a Fénix de mi parte. Llamé a la puerta esperando que me abriera Reed, el científico que he mencionado antes.

-¿Hola?- dije hablando a la puerta, mirando a mi alrededor por si veía algo. No vi nada y me concentré un poco por si sentía la presencia de alguien y... efectivamente, alguien estaba por ahí, alguien poderoso... Alguien abrió la puerta al fin.

-¡Hola! Soy Jean Grey, encantada- me presente jovial a la persona que me abrió la puerta.

Era una tarde tranquila que había decidido quedarme en la central un par de pisos más arriba de mi apartamento, ahí disponiamos de todo lo que podríamos necesitar, sobre todo los aparatos y jueguecitos de Reed. Para mi, tenía una zona muy buena para entrenar, un buen gimnasio con todas las herramientas y máquinas necesarias, aunque tenía que compartirlo con Ben.

Esa tarde me la pasé en el gimnasio golpeando un saco de boxeo, hasta quedar completamente empapado en sudor. Al acabar me di una buena ducha seguido de una sesión de sauna, irónico, ¿verdad?

Estaba ya a punto de acabar cuando empezaron a llamar al timbre, me envolví con una toalla para salir rápidamente a ver quién era.

Una chica, pelirroja, con un buen tipo y aire interesante se encontraba delante mío, nunca antes la había visto, si fuera así estaba seguro que la recordaría. Se presento efusivamente y la analicé con cara de picardía de arriba a abajo.

- Encantado Jean. - Le tendí la mano. - Soy Johnny ¿En que puedo ayudarte?

Me quedé mirando al chico que me abrió la puerta envuelto tan sólo en una toalla. Era algo que no me esperaba. La gente no recibe así a las visitas, o quizás los cuatro fantásticos sean los cuatro excéntricos. De cualquier modo no era la cara que esperaba ver y pude ver en su mente que estaba solo.

-Reed no está...- murmuré muy bajito algo decepcionada, pero no era motivo suficiente para hacerle un feo al chico. Él seguro que sabía algo de lo que necesitaba saber. -Hola- saludé de nuevo-. Bueno, venía con la expectativa de hablar con Reed para que me explicara lo que supiera de la colisión. Soy una X-Men, si eso te ayuda a localizarme un poco... ¿Puedo entrar?- le pregunté, no quería ser indiscreta, pero no me parecía una buena forma de entablar conversación de pié en la puerta del edificio como si supusiera un peligro. Sin embargo, me expliqué.

-Verás, esperaba que ya que no está tu compañero, tú me explicaras algo si sabías algo- no me estaba explicando nada bien. Cerré los ojos y me concentré en hablar claro, el tema de la colisión aún me tenía algo tocada.

-Si no es indiscreción, me gustaría que si puedes y quieres, me explicaras lo que sabéis vosotros de la colisión- abrí los ojos y clavé mi mirada en sus ojos. -Por favor. Hasta ahora ni si quiera Charles Xavier ha podido ayudarme demasiado acerca del tema y Fé-- dejé la frase a medias. -Y la verdad es que necesito saber cómo y por qué llegué aquí.

Fué una decepción saber para que venía. No era una fan en busca de un autógrafo de la antorcha Humana, lástima. Escuché cada palabra suya. Conocía los X-men, ese día fue a clase con el profe Richards y nos habló de los mutantes, unos diferentes a nosotros con poderes que tenían desde nacimiento. Me aparté de la puerta y con el brazo gesticulé para invitarla a entrar.

Me acerqué hacia el baño para acabar de vestirme.

- Si esperas un segundo... - Grité desde donde me encontraba. - Acomódate.

Y en un momento volví a encontrarme delante de ella, esta vez vestido.

- ¿Quieres tomar algo? Un café, un té... Un whisky... - Solté con pricardía.

No sabía demasiado sobre el tema que me comentaba, eso era lo que dominaba Reed, pero quizás podía ayudarla en lo mínimo. Enseñarle los documentos de Reed, sus máquinas, quizás ella lo entendía, pero corría el riesgo de que fuese una espía del enemigo y estuviese intentando engañarme pero total, era una chica guapa, había que correr ese riesgo. Entré en la cocina para preparar algo, si ella no quería, yo si tomaría un buen zumo.

- Quién domina ese tema es Richards. - Me sinceré. - Pero quizás puedo ayudarte en algo... ¿Dices que no sabes cómo llegaste? ¿Amnesia quizás?

Sonreí ladina mientras pasaba y me sentaba en un sofá, donde me indicó que me pusiera cómoda.

-Puedo pedirte ese autógrafo, Johnny. Si quieres- bromeé, pero se lo decía en serio. Si al chico le hacía ilusión, ¿por qué no iba darle el gusto?

-Tomaré lo que tú tomes...- le dije con educación. Parecía simpático, algo creído, un poco crío quizás, pero simpático y buena persona. Pero desconfiado. -Haces bien en ser precavido, pero no soy una espía ni un enemigo. Puedes confiar en mí. El poder que adquiriste es magnífico, pero no tendrías una sola oportunidad contra mí- me callé con la mirada clavada en el suelo. Ese no era el momento, Fénix. -Lo siento. Si me das una oportunidad puedo explicar lo que acaba de pasar y, no. No es amnesia. Bueno, no lo sé, Johnny- le dije, tomando un poco del zumo que trajo.

Me levanté y di unos pocos pasos en el sitio, pensando.

-Yo estaba muerta. Morí, hace tiempo. Levantaron una estatua en honor al Fénix en la escuela de Xavier. No guardo ningún recuerdo desde entonces... salvo que tras la colisión desperté en alguna parte perdida y desorientada. Fue muy confuso- se lo solté así de golpe y me senté de nuevo, dándole vueltas al asunto sobre lo que podría contarle o no, lo que podría averiguar o no, si se aprovecharía de mi vulnerabilidad o no.  Di otro traguito al zumo y me quedé mirándole con esperanza en los ojos. -Esperaba que alguien tuviera una respuesta, por mínima que fuera.

¿Cómo sabía lo que acababa de pensar sobre el autógrafo? Y aún mejor, ¿cómo sabía que había dudado en que podía ser una espía? Richards me había hablado mucho sobre otras personas con poderes como los X-men, los vengadores o mi colega Spidey, es mas, conocía a alguno de ellos pero nunca me había topado con alguien que supiese leer la mente. Intenté recordar palabras de Reed porque seguro que me habló de como impedir que alguien con esos poderes pudiese controlarme, pero entre necesitabas una ingeniería para entender sus palabras y yo casi nunca escuchaba... No supe qué hacer.

Pero podía ser divertido. Si de verdad leí la mente, la pondría a prueba. Así qué me quedé callado y probé de hablarle sin utilizar palabra.

"Así que eres como una especie de zombie" Pensé. "Espero que no vayas a comerme el cerebro" Bromeé. "¿Y porqué insinuas que eres más poderosa que yo? ¿Acaso tienes algo mejor que leer la mente?" Seguí pensando para después pasar a las palabras.

- Gracias por el piropo. - Gesticulé con la mano. - Eso de que mis poderes son formidables, si que lo son. - Acabé tomando toda la taza del zumo de golpe.

-De nada. No peco de mentirosa, ¿sabes?- le guiñé un ojo y me dispuse a enseñarle mis poderes. Al menos, parte de ellos. No podía liberar a Fénix así como así y menos estando así de débiles tanto ella como yo.

-Sí, soy una especie de zombie que ha venido a comerse tu cerebro y lo que pille por aquí- y decidí probarle un poco paralizándole. -Como por ejemplo, tu ropa. Y no puedes hacer nada al respecto porque te he paralizado y hasta que yo no quiera no podrás moverte ni evitar que te haga algo a ti o a este lugar...- bromeé levantándome del sofá yendo hacia él y señalando a todas partes con los brazos, girando sobre mí misma.

-Y ese no es mi único poder. Puedo ver lo que hay en tu cabecita, Johnny. Y puedo comunicarme contigo telepáticamente como estoy haciendo ahora. También puedo liberar la fuerza Fénix. Seguro que has oído hablar de ella: poderosa, bella, envuelta en llamas... Se parece a ti- dije eso último mirándole de arriba a abajo, sonriendo. -Pero no soy mala persona, así que no hago esas cosas. Ese es el estilo de Fénix, yo soy la buena- sonreí algo sonrojada. Me moví por la sala bebiendo mi zumo y observando todo lo que había allí: papeles, ropa, fotografías, muebles... Parecía un edifico normal, sin extravagancias científicas, pero la Mansión también lo parecía.

-Bueno, Johnny, ¿cuándo hacemos la ruta turística? O podemos simplemente quedarnos aquí y charlar... Como prefieras, tampoco quiero ser un estorbo. Me he plantado aquí sin saber si teníais planes o, en este caso, si tenías planes. ¿Dónde están los demás, por cierto?

OFF:

Era fascinante cómo podía jugar así, paralizarme sin darme la opción al mínimo movimiento y hablarme mentalmente. Observé como se levantaba del asiento para acercarse a mí, mas que nada porque no podía hacer otra cosa. Sonreí de manera pícara tras darle un sentido más picante a sus palabras, "Me acabo de vestir y ya quieres quitarme la ropa, ¿eh?" pensé sabiendo en que lo leería. Pero sus sisguientes palabras me hicieron cambiar de tema por completo, la fuerza Fénix... Tenía que reconocer que sonaba mejor que mi apodo de Antorcha Humana y por un momento me planteé cambiarlo. Pero ella hablaba de Fénix como si fuese otra persona, ¿una segunda personalidad suya quizás?

Noté como mi cuerpo quedaba liberado, serví un poco más de zumo y me dispuse a caminar. En otro momento ya le preguntaría más sobre sus curiosos poderes, quería conocer a ese Fénix.

- Vamos, espero que Richards no me mate por ello... - Estaba seguro que si se enteraba que le iba a enseñar sus cosas se enfadaría mucho, pero él no me diría nada, aunque tampoco era a él a quién temía... Se me erizaron los pelos imaginándome la brona que SI me daría mi hermana.

Subí unas escaleras al cruzar el pasillo principal para llegar al ático, todo preparado para los trabajos del líder de los Cuatro Fantásticos.

- Y bien, aquí empieza la visita... - Comenté mirando a mi alrededor. - Pero yo soy un mal guía, así que tu misma... - Gesticulé con la mano invitándola a entrar y que cotilleara lo que quisera. De verdad que me estaba metiendo en un gran problema con mis compañeros que ella no uese de fiar.

Sonreí ante su pensamiento y me coloqué un mechón de pelo que se me había descolocado tras la oreja, aprovechando para apartar la mirada antes de que viera el rubor que subió a mi rostro. ¿Estaba provocándome? ¿Me habría pasado con el comentario de la ropa? En cualquier caso, decidí ignorarlo, no era capaz de pensar en nadie de ese modo y menos con alguien a quien no conocía. Aunque había que admitir que el chico tenía unos poderes cuanto menos interesantes, y tampoco estaba mal.

-Si te va a suponer un problema no es necesario que-- pero cuando me quise dar cuenta ya me estaba llevando hacia el laboratorio de Reed, el centro neurálgico del edificio Baxter. -De acuerdo- le dije, poniéndome a su altura al caminar y con una sonrisa de esperanza que habría alegrado el día a más de uno.

Cuando llegamos al lugar era tal y como me lo imaginé: lleno de cachibaches y objetos que no entendía, objetos los cuales mejor no tocar porque a saber qué eran, y papeles. Muchos papeles. Miré entonces a Johnny y después la estancia.

-Gracias, por traerme aquí aún sabiendo que te traerá problemas. En especial con tu hermana. ¿Dónde están, por cierto?- le pregunté, a la vez que me acercaba a una pequeña pila de papeles, para que Johnny no se quedara allí mirando sin hacer nada y que la situación se volviera incómoda. Los papeles que vi primero no eran de gran utilidad: eran facturas de la luz. Me reí en un pequeño bufido y negué con la cabeza, dejando la pila de facturas donde estaban exactamente.

Seguí ojeando por ahí y encontré algo que sí podía ser de utilidad si supiera leerlos. Sabía que era un mapa de fluctuaciones en el espacio, las ondas eran erráticas y anormales. Y para más inri, parecía estar fechado el día de la colisión. Dejé el papel donde estaba y me anoté mentalmente hablarle a Reed sobre eso y que me explicara lo que significaban todas esas ondas, si bien no parecían nada bueno. Suspiré.

-Tendré que venir igualmente cuando Reed esté aquí, necesito que me explique lo que significa lo que hay impreso en ese papel. Por lo demás, no parece haber nada que me pueda ser de ayuda- dije mirando al suelo, y después a Johnny. -Aunque quizás tú puedas contarme tu experiencia acerca de la colisión, lo que sea que recuerdes o que hayas sentido... Puede ser una buena charla para acompañarla con un zumo- le propuse finalmente, acercándome hasta donde estaba él y señalando con la mirada el zumo que me había servido anteriormente, terminándomelo.

Titubeé ants de responder. La verdad que no tenía ni idea dónde se encontraban los demás, si Richards no se encontraba en el laboratorio seguramente estaría con Grimm en algún tipo de reunión confidencial o algo por el estilo y Susan... Ella era un caso a parte, ¿de compras quizás? Acabé levantando los brazos y hombros con gesto de no saber la respuesta. y esperé a que la pelirroja acabase de mirar todo lo que necesitaba.

- No te preocupes, no se enterarán de que has estado por aquí. - Comenté alzando un brazo para invitarla a salir del lugar antes que yo, tal cuál había hecho minutos antes. - Luego prenderé fuego a todo el edificio para quemar las pruebas de que has estado, así no me dirán nada. - Bromeé.

Volví con ella a la sala de estar y para servir un poco más de zumo a los vasos e ir a buscar unas galletitas o algo para picotear, quería que mi visita se sintiera cómoda. Me senté a su lado, dejando una buena distancia de confort para mantener una agradable conversación.

- Bien... - Paré unos segundos, pensativo en el día de la colisión y lo ocurrido hasta el momento. - Ese mismo día me sentí más fuerte, como si nuevas energías me invadieran pero solo fue la sensación, estuvimos hablando con Richards e incluso él no tenía ni idea de lo que ocurría, lo atribuía todo a una especie de fisura tiempo espacial o algo así. - Mis palabras sonaban dudosas al mencionar términos científicos. - La verdad que ha sido todo muy extraño, no hemos dado a basto con todo lo ocurrido, el govierno no para de llamar y cada vez que salgo a la calle me encuentro con nuevos extraños con poderes.

Tomé un respido para beber de mi vaso y vovler a centrarme en Jean, tenía una pregunta, quizás no apropiada, que hacerle.

- ¿Pero tú... - Dudé unos instantes. - ... Recuerdas tu muerte? - Mis ojos se pusieron sobre su mirada, esperando con impaciéncia su respuesta.

-¿De verdad serías capaz? Creo que no te saldría rentable, acabarías perdiendo tú...- le dije bromeando también sobre su comentario de quemar todo el edificio para eliminar las pruebas de que estuve allí. -Además, es más sospecho que le prendas fuego al sitio que que lo dejes tal y como lo he dejado, que era como estaba, ¿no crees?- le pregunté alzando una ceja.

Seguí mis pasos de vuelta al piso de abajo con Johnny siguiéndome por detrás hasta llegar al mismo salón de antes y esperar a que mi anfitrión trajera zumo y algo para picar. Cuando se sentó conmigo centré toda mi atención en él y lo que fuera a decirme apoyada en el respaldo del sofá.

-Fisura espacial...- murmuré. Aquello tenía algo de sentido para mí, pero no sabía por qué. Pero, ¿la sensación de sentirse más fuerte? -Puede que te sintieras así por las energías que se estaban fusionando. Eso tendría sentido, aunque no me hagas mucho caso, no soy científica- le comenté alzando mis manos como haciéndome la inocente.

La pregunta que le siguió a su experiencia con la colisión borró mi sonrisa de la cara. Mi muerte... Me quedé mirando la mano de Johnny que sujetaba el vaso con zumo: su piel, sus uñas, el vello, la presión que ejercía hacia el cristal, las marcas que dejaba la diferencia de temperatura entre su cuerpo y el frío de la bebida, el color del zumo...

-No recuerdo morir. Recuerdo sentirme más ligera, liberada, como si fuera la primera vez que respiraba en toda mi vida. Me sentí más viva que nunca. También sentí el dolor de los míos, pero a mí no me dolió. Sólo me dejé llevar- clavé mi mirada en la del rubio, que me estaba mirando de igual modo, y ni por asomo aparté la mía. -Pasó hace mucho. Así fue cómo liberé a Fénix... Después de eso no tengo conciencia de nada hasta la colisión, que aparecí en alguna parte confusa y perdida, sólo sabía que tenía que llegar a la Mansión, llamaba a gritos en silencio a Charles, estaba muy débil... Pero, de momento, nadie sabe nada de qué me pasó. Fénix... Ella sabe algo, o demasiado, pero no quiere hablar. Dice que con el tiempo lo sabré... - pero entonces caí en que quizás él no sabía quién era Fénix. En cualquier caso, sentí que había hablado demasiado. Si quería saber más que me lo preguntara él, y le daría respuestas. Sin embargo, y a pesar de cómo me sentía, no tenía la sensación de estar participando en una conversación incómoda ni mucho menos, me resultaba refrescante hablar de ello aunque tampoco quería darle la chapa a Johnny.

-Lo siento, no quiero aburrirte con mi historia.

La historia que me explicaba Jean era por lo menos curiosa. Si no recordaba morir quizás nunca había ocurrido, podría darse el ccaso de que se quedara inconsciente, quizás al borde de la muerte... ¿O puede que fuese inmortal? De ahí el nombre de Fénix. Apoyé los codos en mis piernas mientras me encontraba sentado en el sofá de la sala, pensativo. Me había hecho una buena demostración de sus poderes minutos antes y aún así, según ella, aún quedaba mucho más poder en su interior.

- ¿Qué es exactamente Fénix? - Aunque deducía que era como nombraba a sus poderes no lo tenía del todo claro, quizás se debía al ser inmortal, como el ave Fénix que resurge de sus cenizas. Mi insensatez me provocaba a conocer esa parte de ella... - Tranquila, me parece muy interesante, no me aburrirás en absoluto. - Confesé.

Seguí escuchando las palabras de mi invitada con toda mi atención puesta en ella hasta que se me ocurrió preguntar otra cosa, algo que no venía al tema, una pregunta realizada con la mayor inocéncia del mundo, un cambio radical al tema que estabamos tratando.

- ¿Sales con alguien?

Su pregunta me hizo mirarle con los ojos algo abiertos y girando la cabeza como lo hacen los perritos cuando no entienden lo que les dices. Me aclaré la garganta.

-¿Qué es Fénix?- reí en silencio agachando la cabeza, mirándome las manos. ¿Podría...? Hablé con Fénix mentalmente por unos segundos.

No sabe quién eres.
Déjame mostrárselo.
Pero... No, Fénix. No puedo... Hicimos un pacto, ¿recuerdas? No me-
Tranquila, Jean. Aún no es mi momento.

-Yo soy Fénix- podía verse en mi mirada la seguridad en sí misma que irradiaba Fénix, lo cómoda que se sentía, lo arrogante que podía llegar a ser y con motivos... Cuando alcé el rostro y miré a Johnny, él podría notar cómo algo en mí había cambiado. Mi porte, mis movimientos, mi mirada, mi voz...Esa no era Jean. Cogí de la mano al rubio que tenía delante y sin esperar lo más mínimo prendí mis manos en fuego, pero sin dañarle. Con una sonrisa en el rostro y sin apartar mi mirada de la suya respondí a su pregunta.

-No... Jean no sale con nadie- sentencié sonriendo con picardía. -Si te muestro todo lo que soy capaz de hacer no acabamos nunca, querido Johnny. Ha sido un placer conocerte. Tu poder me resulta... familiar...- le dije por último telepáticamente. Las llamas desaparecieron, y Jean volvió. -Esa es... Fénix...- estaba algo avergonzada. ¿Por qué? ¿De lo que Johnny pudiera pensar? Seguro que pensaba que estaba medio loca. Qué más daba. -¿Todo bien? No acostumbro a hacer esto... Estoy algo confusa.

El cambio de aquella chica fue increíble, parcía otra persona distinta. Me había encontrado con muchos locos que afirmaban ser otra persona o tener una doble personalidad excusándose por cosas terribles que habían hecho, pero no dejaban de ser locos con transtorno de bipolaridad y acababan encerrados en prisión o, los que conseguían un buen abogado, encerrados en un manicomio, pero ella se veía diferente, nada de locuras, solo una segunda persona que de verdad habitaba con ella.

Sonreí encantando de haber visto tal poderes y haberlos sufrido, sabía que podía tener aun más poder como decía y yo lo creía. Estaba muy tentado de provocarla, de incitarla a llevar sus poderes al máximo pero algo me decía que no era buena idea, no en ese momento...

Me dispuse a continua con más preguntas, cosas sobre Fénix, esta que también sentía curiosidad por mis poderes cuando alguien nos interrumpió. Varios golpes sonaron en la puerta, alguien que parecía tener prisa. Me acerqué a ver quién era para observar al portero del edificio. ¿Qué hacía ahí?

- Señor Storm, hay problemas a la vuelta de la esquina, está lleno de policía y creo que debería ir a echar un ojo... - Suspiré por la información que me acababan de dar, estaba con compañía y no me apetecía tener que dejarla plantada porque los incompetentes de la policía no sabían ahcer bien su trabajo.

Pero tuve una idea, una idea genial... Me giré para ver a Jean que parecía haberlo escuchado todo. Sonreí.

- ¿Qué te parece si me acompañas? ¿Vamos a sacarle las castañas del fuego a los de abajo? - Le propuse, con un poco de suerte podría demostrarme qué más sabía hacer.

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