Sentado sobre el viejo y desgastado sillon, juegueteo con mis dedos...
jugueteamos...con la moneda de la suerte,
la moneda que nos regaló papa. La oscuridad me envuelve, y la tenue iluminación de la noche a través del amplio ventanal se posa sobre mi; dejando ver vagamente un trozo de mi.
Tiempo atrás, fui el honorable fiscal de Gotham; uno duro y firme, la esperanza de la oscura y atormentada ciudad. Eramos el leve rayo de luz que se enfrentaba a las sombras,
hasta que nos traicionaron.
Esa mierda de ciudad nos vendió. Ella y su maldito e hipócrita guardián. Batman.
Batman. Él nos traicionó, no estuvo a la altura; no fue capaz de hacer lo que era necesario.
Si, pero nosotros si fuimos capaces. Un par de balazos en la cabeza de ese cabronazo de Falcone.
Pero perdimos a Gilda.
La recuperaremos; es nuestra esposa. Pero ella, ella nunca amaría a un monstruo como nosotros.
Quizás.
Mis dedos se deslizan, colocando mi pulgar sobre la moneda, catapultandola hacia arriba. Observamos la moneda girar en el aire, como si el tiempo se detuviese.
Observamos como cae, la atrapamos, y nos detenemos a contemplar el resultado. Una mueca se dibuja en mi rostro.
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¿Y que haremos con la otra chica? ¿Con ella? Si Nos encargaremos de ella. Nadie se mete con Harvey Dent Con Dos Caras Y vive para contarloCon paso tranquilo, me reincorporo de mi asiento y camino hasta la cristalera; observando con atención las hermosas vistas. La luna llena muestra mi deformado rostro, mi desdoblamiento; la polaridad existente en mi interior.
Observo la moneda que aún conservo en mis manos, antes de volver mi mirada de nuevo al cielo. Es la señal, dibujada en el cielo, mostrando una hipócrita y falsa justicia; la señal que indica que el murciélago sale de nuevo esta noche de casa.
Mis dedos juguetean de nuevo con ella, antes de volver a lanzarla; antes de decidir el destino de esta ciudad.