Llámame loco (Lillith Belmont) [01-02-2019]

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Era una bonita tarde del día uno de febrero era el año, ¿2019?, sí parece que sí aunque Jullian siempre soliese olvidar fechas, no era su punto fuerte y menos después de lo ocurrido con los universos. A pesar de la bonita tarde aquella ciudad parecía algo oscura, Gotham se hacía llamar y a Hellion le daba bastante mal rollo pisar una ciudad que de repente surgió ante sus ojos. Pero necesitaba explorar, era algo que necesitaba o mejor dicho ansiaba, ansiaba el conocer nuevos lugares y Gotham no sería la excepción. El taxi se detuvo y Jullian observó el taxímetro soltando un profundo pero efímero suspiro-Son veinte con ochenta-Al chico no es que no le gustase soltar dinero, simplemente no le gustaba tener que pagar por estas cosas, pensó que si se hubiese sacado el carnet de conducción no tendría que pasar por este tipo de momentos.

Sacó de su bolsillo su cartera de cuero negro sacando veintidós dólares de esta misma y extendiéndolos con la mano hacia el taxista. Tras esto salió del taxi sin siquiera abrir la puerta con las manos, únicamente haciendo uso de su telequinesis para abrir esta misma, de forma más cómoda.El chico llevaba su típico conjunto de ropa habitual, una chaqueta negra, una camiseta gris, unos vaqueros algo desgastados y unos zapatos blancos pero algo sucios. Rodeando su cuello llevaba unos cascos de música inalámbricos, colgando de los cuales podía escucharse un poco por fuera la música que sonaba de estos. El joven mutante detuvo su caminata por las oscuras calles de Gotham al notar un enorme edificio cerca del cual pudo leer “Asilo Arkham”. Fue algo que captó su atención al instante, por lo que se decidió a entrar dirigiéndose a la entrada del mismo lugar.


Jullian pensaba que el ser un X-Man le podría dar algún tipo de acceso a estas instalaciones pero quizás estaba equivocado. Sin escrúpulo y preocupación alguna de quien o que hubiese en aquel lugar, vociferó haciendo un llamamiento-¡Holaaa, soy Hellion! ¿Hay alguien que me pueda abrir esta enorme puerta?

Había sido un día normal en Arkham. Las tareas rutinarias y los pacientes de siempre, las peleas de siempre y algún que otra paliza por parte de los gorilas que se supone que tienen que hacerme sentir segura. Seguro que sí.

Recogí mis cosas feliz pero sin muchas ganas, Sloan estaba por ahí haciendo de las suyas y no sabía si recordaría cómo usar el móvil que le di o cómo ponerlo a cargar. Pero no iba a ahogarme en un vaso de agua, ni en broma. Me despedi de algún paciente que hacía progresos y se mostraba amigable conmigo al cruzarme con ellos por el pasillo y saludé al guarda de la puerta para irme.

-Buenas noches, Charlie. ¿Tu hija bien?- no era el mejor de mis amigos, pero era la persona más cuerda que había allí. Tenía una mujer a la que adoró desde el primer momento en que posó sus ojos en ella, y una hija preciosa que ya va a cumplir siete años. Trabajar en Arkham no es su sueño, pero estaba dispuesto a lo que fuera por darle todo a esas dos mujeres que eran su vida. Son su vida.

-Bien, Mindy, gracias por preguntar. Eh... Sarah te manda recuerdos- su hija. Es un amor. La conocí un día cuando coincidí con ella y su madre que iban a recoger a Charlie al terminar su turno. Buena gente.

Sonreí como siempre le sonreía, de forma sincera y continué mi camino hacia la salida y las verjas que rodeaban las instalaciones. Al llegar a la altura de la puerta escucho a un joven gritar si alguien podía abrirle la puerta. ¿Estaba loco o qué? Debía estarlo, desde luego, porque para querer entrar en Arkham de manera voluntaria... Me acerqué a él con precaución y cuando me hube asegurado que podría defenderme si se le iba la pinza le hablé, aunque parecía un chico normal: joven, alto, moreno, con ropa normal -algo así como lo que me gustaba a mí, pantalones rotos- y unos cascos rodeando su cuello. Si no estaba loco podría llevarme bien con él.

-Eh... Hola. ¿Qué haces?- le pregunté desde el otro lado de la puerta. Esperaba no haber sonado borde, pero es que sinceramente no entendía su comportamiento o qué pretendía pegando esos gritos, porque lo que era entrar en Arkham no iba a entrar sin un examen psicológico o una prueba fundamentada de su locura. Puse mis manos en mi cintura, con los brazos en forma de jarra y esperé su respuesta.

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Una chica pareció asomarse, y lo primero que llamó mi atención fue su cabello y su apariencia, quizás me caería perfectamente-Eh... Hola. ¿Qué haces?-Entonó la joven, y yo simplemente me encogí de hombro metiendo mis metálicas manos sobre los bolsillos de los vaqueros desgastados que llevaba. La chica parecía resultarme familiar, recuerda Jullian ¿de qué la conoces? ¡Ah sí! Me pareció haberla visto hace unos pocos años en el Instituto Xavier, quizás por todo el rollo de Utopía y tal no llegué a conocerla del todo, una pena. Pero ahora tenía la oportunidad-Verás, con todo el rollo este de la colisión he decidido explorar los nuevos lugares y verás venir desde Wechester, el Instituto Xavier hacia aquí no ha sido muy fácil. Decidí que este lugar sería divertido para visitar.-El chico dibujó en su rostro una sonrisa amable mirando a la chica con sus ojos color esmeralda.

Avancé un poco, quizás es porque cogía confianza algo más rápido que las demás personas. No me preocupaba por si alguien me lanzaba un tiro, soy Hellion ¿recordáis? No necesito ni siquiera mas que un simple pensamiento para desviar una bala. Pero no estaba aquí mas que para una visita, pero ya que apareció la chica que en mí captó cierta atención especial, podría quizás conocerla mejor a ella también-Soy Jullian Keller, quizás me reconozcas por el nombre de Hellion. Yo he pertenezco a los X-Men y toda es mierda, pero es indiferente ¿cómo te llamas tú monada?-Saqué por un momento mis metálicas manos de mis bolsillos y me ajusté la chaqueta velozmente, no quería que viese mis implantes, no por ahora.

Anduve un poco más por el camino principal acercándome un poco a la puerta mientras por darle algo más de seguridad alcé mis manos en señal de no ser peligroso, no si nos ibamos a llevar bien. La música de los cascos subió un poco su tono de forma espontánea, dejando sonar con un volumen exterior algo notable, el nuevo soundtrack que se reproducía. La sonrisa en mi rostro se tornó más amplia mientras me dirigía ante la chica pelochicle-¿Me vas a invitar a entrar? Quizás no esté loco pero, tendréis cafetería o algo, supongo.

El moreno se quedó mirándome un poco más de lo que me habría gustado, con la expresión en los ojos de cuando recuerdas a alguien o crees que reconoces a cierta persona. Pues bien, yo no le conocía de nada.  Sin embargo, mencionó a Charles y la escuela de mutantes que él llevaba; no podía ser muy malo, ¿no? En cualquier caso podría estallarle un escudo en la cara y dejarle desorientado el tiempo suficiente para alcanzar mi coche y salir por patas de allí. O igual le tenía que meter dentro de Arkham a la fuerza. ¿Visitar Arkham? Tenía que estar loco, y le hice saber lo que pensaba con mi risa.

-¿Visitar Arkham? Tienes que estar de broma- le dije entre risas y con una sonrisa en la cara, claramente bromeando. Él me dijo su nombre, Jullian Keller. Gracias, tú no lo sabes todavía pero ahora me será más proyectar mis poderes en ti si fuera necesario. O Hellion. Vaya, y perteneció a los X-Men. Qué lata, no le reconozco...

-¿Monada? Puedes llamare Mindy-. ¿Monada? ¡¿Monada?! Abrí la puerta y salí, cerrando el paso tras de mí. Podría invitarle a un café de Arkham, el cual me cuesta cero. Gratis. Pero ese día no, podría llevarle de tour y después a que tomara algo en la cafetería al día siguiente. Eso sonaba más factible. A Hellion se le veía muy cómodo y seguro de sí mismo, con muchas sonrisas y buenos gestos. Está bien, le daría el voto de confianza.

-Hoy no, moreno. Mañana si quieres puedes venir un poco antes y entrar sin llamar, estaré dentro. Te puedo enseñar las instalaciones y después llevarte a tomar un café pero, ahora mismo me voy a mi casa. ¿Te parece buen trato? Puedes confiar en mí, siempre estoy aquí y el guarda me conoce- le hice la propuesta siendo amable y directa. No quería que se llevara una mala impresión de mí, pero tampoco quería que malentendiera mis intenciones.