Sorpresa, sorpresa (Harley Quinn, Starlord, Optativo Rocket the Racoon EN PRIVADO)

El coche iba, de manera muy poco habitual, con las ventanillas cerradas por las calles de la gran manzana. En cualquier otra circunstancia, con toda seguridad habrían retirado la capota y se habrían dedicado a pasarlo bien con los transeúntes afortunados con los que se hubieran encontrado ese día. Un poco de pintura, algún que otro bate de béisbol y algo de gas de la risa, claro. Pero hoy no habían ido hasta tan lejos para tomarse un día libre. Estaban allí porque un importante recado les había acercado hasta la gran manzana. De todos los incluidos en la lista, este había sido uno de los más escurridizos, quizá por que, según lo habían sabido después de estudiarlo con detenimiento, el sujeto no poseía lugar alguno en la tierra que pudiera llamar suyo. No tenía casa, ni trabajo, mas allá del que ejercía como marciano o lo que fuera. Según había sabido, había llegado a la tierra en una nave espacial. Hay que ver lo que inventan. Mientras se iban acercando a su objetivo, las manos enguantadas de la mente criminal mas brillante de todo Gotham abrieron la pestaña del sobre, introduciendo así el contenido en su interior, y vaporizando luego la pera del frasco de perfume, humedeciendo así la goma, lo cerró asegurándose de que quedaba bien pegado. No podía permitirse que el importantísimo mensaje no llegara a su destinatario. Encontrar su verdadero nombre también había sido todo un desafío, pero al final, perseverando, lo habían conseguido.

La encantadora Harley Quinn, sentada a su lado, se removía inquieta ante la idea. Hacía tiempo que no elaboraban un show tan, tan grande, y la perspectiva de ver de nuevo en activo al Señor J. la mantenía activa y nerviosa a unos niveles que rondaban lo insoportable. Por otro lado, era de lo más útil tener a alguien que era capaz de hacer cualquier cosa que se le pidiera sin los impedimentos que solían convertir a los subordinados en confeti desechable. Cosas como la integridad física, la moralidad y la autoconservación no hacían mella en la arlequina, lo que la convertía en un entretenimiento añadido a la obra que estaba a punto de empezar.

Bajo el ala ancha del sombrero morado, una sonrisa roja se abrió, reflejándose en el cristal retrovisor, y haciendo que el conductor frenara en seco delante de la puerta de un local donde, según había podido averiguar, se habían habituado a pasar la noche ese compendio de bichos raros a los que les gustaba autodenominarse "Guardianes de la Galaxia". Era una cuestión de colocar las piezas, y esperar.

- Aquí te bajas, Harley. - chasqueó los dedos, indicándole la puerta.

Intercambiaron una mirada, en la que Joker pudo detectar el nerviosismo. Le tendió el sobre cerrado con dos dedos, mientras le ofrecía una enorme sonrisa, que la hizo sonreír a ella como un acto reflejo. Luego, la sujetó por el mentón, quedando apenas separados, generando en ella un escalofrío seguido de una risilla.

- No me falles, pastelito de calabaza. - añadió, para darle luego un apretón en una mejilla. Sólo en los oídos de Harley una amenaza de tal calibre sonaba a un deseo de buena suerte. Bajó del coche, y el payaso hizo lo propio con la ventanilla, para ver cómo se alejaba. - ¡Y no lo olvides, sonríe! - gritó, señaló su propia sonrisa, para soltar luego una carcajada, que la arlequina coreó, antes de entrar al local.

Subió el cristal tintado, y el coche arrancó, dispuesto a devolver al Joker a la ciudad que lo había visto nacer. Un suspiro procedente de la parte trasera del automóvil hizo que el conductor mirase hacia atrás por el retrovisor central, encontrándose con su rostro maquillado, mientras un sudor frío le recorría toda la espalda.

- Da gusto volver a casa con el trabajo bien hecho ¿verdad?- sonrió, animado, mientras volvía a apuntarle a la nuca con la pistola. Si el pobre hubiera sabido que en realidad era de agua, el chiste habría perdido toda la gracia.

(Aquí he acabado, por el momento. Dejo el tema para que hagáis lo que consideréis oportuno)

La idea de que el Joker hubiera vuelto a las andadas la tenía excitada. No había otra cosa que le gustara más en el mundo que ver a su pastelito dedicarse en cuerpo y alma a sus malvados planes. Siempre que esos planes no interfirieran en su romántica relación. Batman por ejemplo, era uno de esos impedimentos. Día tras día, la obsesión que tenía el Joker con el murciélago crecía, y muchas veces era apartada o ignorada por su culpa. Eso la hacía enfurecer, pero el Joker siempre sabía como calmar su ira y convertirla de nuevo en una dócil cachorrilla. Por suerte para todos, aquel día el Joker la necesitaba, y no podía sentirse más feliz.

La rubia cogió la carta con extremo cuidado y se la metió en el bolso. Estaba nerviosa, pero el Joker siempre sabía cómo tranquilizarla y hacerle sonreír. Siempre. Se sonrojó al estar tan cerca de su amado y después le devolvió la mirada con una tímida sonrisa. Estaba colada por sus huesos, y haría cualquier cosa por él. Y el Joker también lo sabía.

- No te fallaré, cielito - la mujer le devolvió la sonrisa y después se llevó la mano a los labios para lanzarle un beso. Las ventanillas del coche se bajaron y el motor volvió a encenderse con un estruendo. El vehículo se alejó de la carretera y la arlequina se dispuso a entrar en el local con un sensual contorneo de caderas. Antes de abrir la puerta, se aseguró de llevar el suficiente escote al descubierto como para quitarle el hipo a cualquier hombre. Desabrochó un par de botones de su corsé, se peinó las coletas y repasó su maquillaje para que todo fuera perfecto. No podía fallar.

La mujer abrió las puertas del local con elegancia, en tan solo unos pasos ya había llamado la atención a algunos de los hombres de la barra. Echó un vistazo rápido a la gente del local, mientras hacía una burbuja con el chicle. Cuando ésta explotó, recogió con su lengua la parte rosa que había quedado enganchada en sus labios y se dirigió sin más dilación a la barra.

Sabía a quién estaba buscando, sabía qué era lo que tenía que hacer. Sólo necesitaba un poco de tiempo para que todo fluyera de forma natura. Entonces, la mariposa quedaría atrapada sin saberlo en una la tela de araña.

Un dardo voló por el aire hasta estrellarse contra la diana, puntuando exactamente lo que necesitaba el único, el legendario, el magnífico, el incomparable e incopiable Starlord, ¡el gran salvador de la galaxia! Vamos, que les vovlí a ganar una vez más a mis compañeros a los dardos. Lo celebré bailando un poco y taradeando la canción que sonaba por los altavoces.

- ¡Oh, sí nena! ¡Una vez más papá Starlord gana la ronda! In your face campeones. Os noto debiluchos, ¿necesitáis un poco de vitaminas? Tengo potitos en la nave si queréis.- Dije bromeando con mis compañeros. Drax apretó el dardo hasta casi romperlo y Gamora puso los ojos en blanco, apoyándose en su propia cintura.

- ¿Siempre tienes que hacer esa mierdecita de baile?-

- Solo cuando os acabo de machacar una vez más a los dardos, ¡oh yeah! ¡Estoy que lo tiro!-

- ¡Yo soy Groot!-

- Estos proyectiles son demasiado pequeños para mí. Si estuviésemos compitiendo con armas algo más grandes no bailarías tan ridiculamente.- Drax gruñó y dejó con un manotazo los dardos que le quedaban en la mesa.

- Vamos Drax, no siempre puedes ganar... ¿Quieres que te llame a una buambulancia?-

- ¿Y tú quieres contar tus propios dientes?-

- Vale vale, tranquilo. Pago yo esta ronda para vosotros como premio de consolación. ¿Qué os apetece? ¿Rocket?- Al principio, la gente se llevaba las manos a la cabeza y nos miraba como si fuésemos monstruos salidos de alguna peli antigua de esas de Frankenstein o Drácula, al menos al resto. Yo era el que menos llamaba la atención de nuestro divertido grupo. Después de todo, ver a una mujer verde, a un tío con tatuajes y cicatrices recorriéndole todo el cuerpo y que medía casi dos metros, un enorme árbol andante y un mapache parlanchín escapaban a lo común entre los humanos. Muchos se asustaban y gritaban, alejándose de nosotros mientras nos señalaban y la policía nos cercaba apuntándonos con sus armas. Pero ahora, casi un año después de que pisásemos de nuevo Terra, la gente ya se había acostumbrado a los bichos raros, y además, ahora que sabían que éramos de los buenos hasta nos saludaban por la calle de vez en cuando. Lo más gracioso eran los niños que se acercaban a Rocket y a Groot y les acariciaban como si fuesen mascotillas o algo así. Groot lo llevaba bien, cogiendo a los enanos en sus brazos y jugando con ellos. Pero que a Rocket le tratasen como un peluche... Más de una vez había tenido que intervernir antes de que le volase la cabeza a algún crío. Aunque en el fondo le entendía. Después de todo, fuera de Terra los mapaches no eran muy comunes. Aquí eran una raza de animales que la gente veía como cómicos y cariñosos, a pesar de que robasen la basura.

Me acerqué a la barra para pedir las bebidas que me habían encargado, y vi como se abría la puerta del pub. Entró por ella una chica rubia de muy buen ver, que parecía algo perdida, mascando un chicle sensualmente y moviendo esas caderas que... En fin, por si hay menores leyendo esto dejémoslo en que ¡madre mía como está la colega! Tendría que invitarla a ella y a sus dos "amigas", ya me entendéis. Sonreí para mí, encargué las bebidas y esperé a ver qué hacía. Si se acercaba lo suficiente a la barra tal vez podía parecer casual e invitarla a algo. Ya sabes, lo típico, una bebida arriba, una abajo y en cuestión de una horita si ella quería le daría una vuelta por las estrellas. Ya sabéis, porque soy el señor de las estrellas... ¿Nada? Bah, pero yo a lo mejor mojo y vosotros no, así que gana el menda de nuevo. ¡Oh yeah! El caso es que, como había esperado, la macizorra que había entrado se dirigió a la barra, captando la atención de un montón de moscardones de poca monta. Pché, no tenían nada que hacer. Quiero decir, ¡soy el legendario Starlord! Apartar novatos, os voy a dar unas clases. Me acerqué a ella, peinándome hacia atrás y sonriendo en plan "mira cómo molo". Me apoyé a su lado y le guiñé el ojo.

- Hola preciosa. No he podido evitar ver que vas sola, y este sitio está lleno de petardos que se te echarían encima como si no hubiesen visto a un bombón como tú en su vida. ¿Vienes mucho por aquí? Porque no te recuerdo, y créeme, te recordaría si te hubiese visto antes, encanto. ¿Te apetece tomar algo?-

No  había sido muy difícil encontrarle. Starlord destacaba por ser un hombre escandaloso y dado fácilmente a la juerga y la diversión. El hombre de la gabardina estaba marcándose un bailecito la mar de divertido hasta llegar a la barra. Estaría muy contento por alguna tontería, porque el resto de sus amigos tenían las caras muy largas. Harley pasó disimuladamente sus cristalinos ojos azules por toda la sala y se encontró con la mujer de verde y el hombre tatuado de dos metros que descansaban cerca de la diana de los dardos. Tampoco le fue muy difícil encontrar entre toda la multitud al árbol andante y al mapache parlanchín, enfrascados en la mesa de apuestas con el resto de bribones. En resumidas cuentas, se podría decir que toda aquella tropa llamada "Los Guardianes de la Galaxia" llamaba fácilmente la atención allá dónde fueran.

Si Harley Quinn no hubiera venido por trabajo aquella noche, seguramente se hubiera parado a tomar algo y echar unas risas con aquel grupo tan divertido. Era una verdadera lástima.

La rubia se acercó de forma natural a la barra con intención de pedir una copa y notó los ojos de Starlord encima de ella. Había sido demasiado fácil captar su atención, ni aunque lo hubiera planeado hubiera salido mejor. No debería resultarle muy difícil tener a Peter Quill comiendo de su mano, el problema vendría si sus amigos extraterrestres se interponían en la misión. Pero si convencía a Starlord de que sería suya aquella noche, quizás sus compañeros les dejarían "intimidad".

En cuanto el guaperas le dirigió la palabra, Harley no pudo evitar sonreír deliciosamente y mirarle de arriba abajo mientras Starlord trataba de seducirla con una de esas frases de ligue baratas.

- Oh, eres un encanto... - sonrió un con tono burlón - ¿Me estás protegiendo de esos babosos, o les estás adelantando?

En su amplia experiencia tratando con hombres, Harley sabía que tenía que hacerse un poco de rogar, provocarles un reto. En el fondo, a los tíos no les gustaban las mujeres fáciles de conquistar. Les encantaba ir de caza, escoger un objetivo y esperar a que la tía se lo pusiera un poquito difícil, así cuando consiguieran el premio podrían aumentar un poco más su estúpido ego de machito y contar el número de victorias frente a sus amiguitos. Patético, pero era la vida real.

- ¿Te gusta el Whisky con cola? ¿o tienes que conducir después? - sonrió divertida, acariciando suavemente la solapa de la gabardina del piloto espacial.

Mmm, la gatita tenía garras, y en seguida me las enseñó con el comentario de que si le estaba quitando a los babosos o me estaba adelantando. ¿Así que quieres jugar eh nena? Bien, bien. Te seguiré el juego a ver a dónde quieres llegar. A las tías les encanta ser cortejadas, hacedme caso, que lo sé muy bien. Les gusta hacerse las duras para que tengas que esforzarte. Una no quiere a uno que se rinde a la primera de cambio, y no me llamaban el Legendario Starlord por nada. Sonreí, ofreciéndole mi perfecta sonrisa Bicaca... O Trinaca... Espera, ¿esto no era una bebida? Es igual. El caso es que le sonreí, enseñándole mis dientes blancos como perlas. Eso me volvía irresistible. Tener una buena sonrisa te abre muchas puertas...

- Por favor, no me compares con esos torpes. Apenas sabrían dónde tienen el cinturón y te vendrían con piropos baratos y tonterías. Yo juego en otra liga nena... Y soy la estrella del equipo, si te lo preguntabas. El whisky me va bien, aunque soy más de tomármelo solo, con hielos. Ya sabes, como en el salvaje oeste, a lo Clint Eastwood... Y conducir no tengo que conducir, pero si quieres puedo llevarte a dar una vuelta en mi nave.- Dije con un alzamiento de cejas. ¿Whisky? Hacía muchísimo que no bebía la verdad. En la estación de Knowhere solíamos tener otra clase de alcoholes: licor kree, Badsolut, Phalanx Walker, Skrulleefeater... Licores más raros pero que estaban ricos. Al menos a mí me gustaban. Y las bebidas que solían acompañarlo eran de todo menos agradables. Algunas veces podías pedir zumo, pero te arriesgabas a llevarte una colleja o que te llamasen de todo menos guapo. Excepto el típico tío que te había mirado en los baños. Ese se te acercaba y te frotaba los hombros con una sonrisa de oreja a oreja.

Levanté la mano al camarero y me atendió. Pedí nuestras bebidas y le encargué unas para mis compañeros al final de la barra. Allí, Gamora le decía algo a Drax. Seguramente que ya estaba yo ligoteando con otra tía, no se qué. Un poco corta royos es a veces Gamora. La quiero mucho, pero joder, que si esta es una brood disfrazada, que si esa kree es un tío, que si esa skrull tiene virus phalanx... ¡Qué se yo! De todo vamos. Como si yo no supiese cuidar solito de mí vaya. Me volví a la chica y le sonreí.

- Por cierto preciosa, no me has dicho tu nombre, y seguro que una carita como la tuya tiene uno por el que llamarla... Mi nombre seguramente lo hayas escuchado antes... Soy Starlord. El legendario forajido espacial. No es por presumir, pero ya sabes lo que se dice de los forajidos... Que nos gusta vivir en peligro... Gracias.- Dije al camarero al tiempo que nos traía las bebidas. Brindé con ella y le di un buen trago a mi whisky con hielo. Cuando uno es un forajido y ha estado en un par de prisiones se acostumbra a probar cosas malas: agua que sabía a orín, filetes de vete tú a saber qué, cosas totalmente pasadas de fecha de caducidad... Bien, pues en cuanto ese whisky bajó por mi garganta fue como si hubiese bebido fuego. Tosí un par de veces, mojándome los labios con la bebida y teniendo que taparme la boca para no salpicarle. Joder, ¿tan fuerte estaba el whisky?- Uff, perdón. Me habrán dado de garrafón... Es lo malo de estos locales baratos.-

Starlord le dedicó su mejor sonrisa a la rubia, y Harley quedó complacida con su cortejo.

- Vaya, ¿Whisky con hielo? Eres un tipo duro...

Por favor, era otra prueba de machito, tratando de impresionarla con su aguante con el alcohol. Pero a ella ya le iba bien que intentara impresionarla de forma tan estúpida. Lo que tenia pensado Harley era nada menos que emborracharle hasta las cejas.

-  ¿Tienes una nave? ¿Eres piloto? Guau... - sonrió encantada con la idea - Debe de ser muy emocionante... ¿me llevarías a dar una vuelta?

Al final las cosas habían seguido su curso normal y ni siquiera ella había tenido que proponerle nada. Starlord se lo había cocinado y comido todo él solito. Incluso la chica se sintió ligeramente decepcionada por no haber tenido que esforzarse en conseguir lo que se proponía.

- ¿De verdad eres Starlord? ¡Vaya, lo había escuchado alguna vez por las noticias! ¿De verdad eres un legendario forajido espacial? Que interesante... - comentó muy animada.

Más bien deberían cambiarle el nombre a "legendario pringado espacial".

Harley esperó que Starlord olvidara que había preguntado su nombre y brindaron los dos con mucho entusiasmo, tanto que en cuanto Starlord probó el Whisky empezó a toser como si se hubiera atragantado. Debía de llevar tiempo que no probaba una bebida tan fuerte. Patético y muy poco seductor, pero Harley lo aprovechó para su favor igualmente.

- ¿Estás bien? - intentó sonar preocupada - No deberías malgastar así el alcohol, hombre...

Y los dedos de la rubia acariciaron el mentón de Peter Quill, llevándose consigo parte del alcohol que había derramado de su boca, para después llevarse los dedos a los labios y saborearlos.

Entonces llegaron los problemas. Starlord era la tarea fácil, lo difícil sería deshacerse de sus compañeros.

Por el rabillo del ojo, Harley se dio cuenta de que el mapache se dirigía con paso firme hacia ellos. Si conseguía apartar a su amigo de la trampa habría fracasado su misión, y no podía permitírselo. Quería hacer un buen trabajo para que el Joker estuviera orgulloso de ella.

Antes de que el mapache diera un paso más hacia ellos, Harley estiró sus delgados brazos para quedarse abrazada a Starlord, de tal manera de Peter no pudiera mirar a ningún lado más que a ella. Entonces se acercó lentamente a él hasta plantar sus carnosos labios rojos con los de Starlord y besarle apasionadamente.

Esperaba que con el beso, Peter Quill ignorara por completo a su amiguito.

Bua chaval, esto había estado chupado... De hecho, demasiado chupado. A ver, no me malinterpretéis, pero soy un cazador nato, un depredador de los buenos, y me gustan los retos, así como plantearme cazar a mi presa y demás. Sin embargo, esta mujer había sido demasiado... No sé. Ella misma estaba diciendo que la llevase en mi nave y demás. Eso no solía ser tan sencillo. De hecho, a la primera de cambio muchas me miraban con cara de repugnancia cuando les ofrecía ir a mi nave. ¡No soy un violador ni nada! ¿Qué pensaban que iba a hacerles ahí? Nada que ellas no quisiesen, y jamás habría echado nada a la bebida de una chica. No sé, tal vez allí en Terra era más sencillo llevarte a una chica a... Dar un paseo agradable bajo la luna. ¿Qué? Soy un caballero, no hablo de esas cosas.

Bueno, fuera como fuese, me extrañó que resultase todo tan fácil. Otras veces que había ido tan sobre ruedas era porque la tía quería matarme o sacarme información. ¿Querría esa tía sacarme información? No parecía una espía de Thanos ni nada de eso. Lo que sí parecía era una posible cazarrecompensas. Después de todo, sabía quién era. Aunque bueno, eso ya no era tan raro. Después de casi un año aquí ya éramos bastante conocidos. De haber sucedido hace diez meses me habría escamado un montón, la verdad. Y de repente, sin previo aviso ni nada, la chica me rodeó con sus brazos y me miró con una sonrisa encantadora. Vale, esto ya sí que empieza a ser raro. Me preparé para sentir una puñalada en la espalda o que me susurrase al oído algo como "un movimiento en falso y estás muerto". Pero no, no pasó ninguna de esas cosas. De hecho, fue todo lo contrario. La tía me plantó un morreo de esos de película que te dejan atontao. Durante un par de segundos me quedé sin saber muy bien qué hacer. Después un par de segundos de seguirle la bola, y entonces me di cuenta de lo que estaba haciendo. NI DE COÑA podía tener tanto éxito. Al menos no allí. Si hubiésemos estado en alguna convención o mierdas de esas habría estado clarísimo que la chica querría tema. ¿Pero en aquel bar, en menos de diez minutos y con tan solo habiéndole dado un poco de bola? Aquello olía muy raro. Me separé ligeramente de ella y le sonreí como pude.

- Vaya, buff, veo que tienes las cosas claras encanto... Eso está bien...- Todos mis sentidos estaban ahora activados. Puede que fuese un ligón y un poco metepatas, pero no me había convertido en un forajido buscado por media galaxia, me había enfrentado a Thanos un par de veces victorioso y había sido capaz de recuperar las gemas del infinito por mi cara bonita. Sabía lo que hacía y cómo me lo hacía, y había cosas que no casaban, como que yo tuviese tanto éxito tan rápido. Lo mejor sería ver a dónde quería llegar la moza esta... Lo mismo sí que era una admiradora y había sucedido esa casualidad, pero yo ahora no me fiaba demasiado.

Noté un tirón en el pantalón y miré hacia allí a ver qué pasaba. Me encontré a Rocket con cara de pocos amigos... Bueno, con su cara, haciéndome señas para que le acompañase junto al resto. Pff, dime que no es para que me echen la chapa... Me volví hacia la rubia y le ofrecí una agradable y deliciosa sonrisa.

- Oye preciosa, ¿me das un segundito? Mi amigo necesita que le eche una mano. Vuelvo en seguida, antes de que te des cuenta de que me he ido.- Dije acariciando su mentón y haciendo un seductor movimiento de cejas.

- Claro, como quieras... - la voz de la chica sonó seductora y le esbozó una plácida sonrisa mientras le despedía con los dedos. Sus ojos azules observaron cómo el mapache antropomórfico se llevaba a Starlord con sus compañeros para tener una charla privada. Era el momento perfecto para salir de allí, pero antes...

La rubia sacó su pintalabios rojo carmín y se repasó los labios hasta tenerlos perfectos. Después cogió una servilleta del local y garabateó algo en ella. Se la acercó a la cara y la besó, marcando la huella de sus labios en ella. Acto seguido, la muchacha aprovechó que seguían enzarzados en la conversación para abandonar el local sigilosamente.

La entrega había sido fácil, pero no había podido evitar que sospecharan de ella, así que lo mejor era irse temprano para no complicar más las cosas. Si ese mapache no les hubiera interrumpido, Harley Quinn podría haber seguido con el juego de la seducción un poco más, y demostrarle de que pasta estaba hecha. Pero la prioridad había sido entregarle la carta, y había tenido la oportunidad perfecta para hacerlo mientras se besaban. Pero besarle tan repentinamente implicaba también levantar sospechas, y no era así cómo a ella le gustaba trabajar. 

Harleen Quinzel hizo una muñeca de disgusto con los labios mientras se llevaba el móvil a la oreja. - La entrega está hecha, díselo a Mr. J. ¿Has dejado a mi bebé dónde te dije? Pues ahora voy para allá.- 

La Arlequina estaba decepcionada por no poder seguir el juego un poco más, le hubiera gustado conocer mejor a Starlord. No era ningún secreto que le gustaba coquetear con otros hombres, sentirse cortejada y tratar de divertirse un poco fuera del trabajo. Pero a demás, aquella manera de actuar era principalmente para poner celoso al Joker. Le encantaba que el payaso le mostrara su atención y se peleara con los babosos que perseguían a su novia. Eso no funcionaba siempre, pero llamando la atención de las personas de su alrededor le hacía sentir bien, de alguna manera se sentía compensada por los momentos en los que su novio ni siquiera la miraba.

Harley Quinn caminó hasta la parte trasera del local y se encontró con su preciosa Harley Davidson roja y negra, perfectamente aparcada. Se colocó el casco que tenía colgado en el mango de la moto y en menos de un minuto ya se encontraba en la carretera camino a casa.

Cuando Starlord volviera a la barra y no encontrara a la rubia por ningún lado, vería un mensaje sincero en la servilleta junto a la marca roja de sus labios: "Me lo he pasado genial, espero volver a verte". Y cuando estuviera solo en su habitación para descansar, se daría cuenta de que en el bolsillo exterior izquierdo de su gabardina había una misteriosa carta...

Todos empezaron a hablar atropelladamente y liándose como siempre. Suspiré echando los ojos hacia arriba y negué con la cabeza.

- A ver, a ver, chicos, tranquilos, que no cunda el pánico. Vamos por partes... ¿Decís que es una delincuente? Bueno, eso podría explicar por qué ha ido de repente tan a saco. También yo he pensado que podría estar buscando algo...- Miré la foto de la rubia flotar sobre el holograma que Rocket nos mostraba. Harley Quinn la llamaban. Al parecer era la secuaz más fiel de un tío llamado el Joker, uno al que se enfrentaba Batman de vez en cuando. Eso ya me gustaba menos. Por lo que habíamos leído ese tal Joker era de lo peorcito que te podías echar en cara. ¿Tendría algo que ver en que ella se me hubiese lanzado tan a saco? Nah, que tontería. Tendría cosas más importantes que hacer. Seguramente a la chica le habría entrado por los ojos y era todo una gran casualidad.

Sin embargo, la idea de Rocket era interesante a la par que peligrosa. Si realmente podía estar tramando algo y me usaban de cebo podríamos sacar información valiosa, pero tener que meterme en algo del Joker no me gustaba ni un pelo.

- Vale, a ver. Entonces repasemos el plan. Yo sigo a la chica esta y veo qué intenciones tiene. Si es algo peligroso o encuentro con alguna cosilla sospechosa os aviso. Y sino... Bueno, eso ya me concierne mas a mí que a vosotros.- Y les lancé una de mis hermosas sonrisas y un guiño. Negaron con la cabeza y resoplaron cansados. ¡Ay, que pena me daban a veces! Tenían que vivir la vida con más alegría, no tan estrictamente. En fin, me giré y me dirigí hacia la barra a donde estaba ella esperándome para ver si al final había peligro o iba a tener una divertida noche. Pero no la vi por ningún sitio. Levanté la cabeza buscándola entre la multitud, pero no pude distinguir su melena rubia. Lo que sí encontré al mirar a la barra fue una servilleta con una nota y una marca de sus labios. Bueno, pues a la mierda el plan. Me había quedado sin refresquín y sin saber si quería algo de mí. Así que nada, me encogí de hombros, me llevé la notita, pagué la cuenta y me volví junto a mis amigos.

- Bueno, nuestra amiga se ha pirado. Tal vez se haya rayado al ver que nos reuníamos todos. Vete tú a saber. Bueno, ¿quién invita a la próxima ronda?- Me llevé la mano al bolsillo y noté algo de cartón. Fruncí el ceño y lo saqué, encontrándome en mi mano con una carta medio doblada. El tres de picas. Noté algo húmedo en los dedos y me miré. Tenía las yemas manchadas de negro, pero la carta no se había desteñido ni el dibujo se había emborronado. Se me abrió lentamente la boca y la cerré, metiendo los labios hacia dentro.- Bien chicos, me parece que estoy metido en un lío...-