Bodyguard. (Blair) 11/2/2019

10/2/2019. Triskelion, Nueva York.

Una figura de llamativo cabello dorado se deslizaba a la velocidad del rayo por los pasillos del último piso. Si el mismísimo director de SHIELD lo había mandado llamar, es que algo importante se cocía en las entrañas de la organización. Algo que necesitara de sus "habilidades", probablemente. Saludó de refilón a María Hill, segunda al mando de Fury, y ésta le acompañó al interior del inmenso despacho. Allí se encontraba el líder de toda SHIELD, sentado tras un escritorio digno de un ministro. O un Presidente de Gobierno. La mesa estaba totalmente vacía y limpia, exceptuando una carpeta con la palabra "Confidencial" en la portada. Nick había entrelazado la dedos y apoyado los codos en el mueble para posar su frente sobre las manos en un ademán pensativo, como si rezara. Y eso no hacía más que aumentar la tensión en el joven agente, a quien le gustaría atravesar las tapas de esa carpeta para leer lo que contenía en su interior.

-Buenos días, agente Leblanc. ¿Sabe por qué está aquí?-Alzó la cabeza y fijó en él su único ojo. Acostumbraba a poner a prueba la capacidad de deducción de sus agentes en cuanto tenía la oportunidad de hacerlo.-Me lo imagino. Llevamos días vigilando a la señorita Van der Woodsen, y hoy celebra una fiesta importante para celebrar su campaña. Teniendo en cuanta que ya ha sufrido un atentado, no sería de extrañar que eso pudiera volver a ocurrir... Señor.-Iba a dejarlo así, sin más, cuando recordó que Fury merecía cierto respeto. Aprovechó para corregirse a tiempo, incluso antes de que al director de SHIELD se le ocurriera corregirle. O eso suponía, puesto que el bloqueo mental del hombre que tenía delante era tan sólido como un muro de cemento.-Imaginas bien. Tengo un escuadrón de agentes listos para vigilar esa fiesta. Pero tú te encargarás de la parte delicada.-Veamos el concepto de "delicado" que tiene Fury. Colarse en un sitio con láseres, cámaras de seguridad y doscientos vigilantes debía de ser "delicado" para el director, o algo por el estilo. Por eso Gabriel se sorprendió un poco cuando su interlocutor acabó la frase.-Vas a ser el guardaespaldas de Van del Woodsen hasta nueva orden. Salvo unos determinados tiempos libres y alguna misión excepcional, serás su sombra. Quiero que la vigiles en todos los sentidos, tanto estando junto a ella como de lejos. ¿Entendido? -Dios...-Por supuesto. ¿Cuándo empiezo?-Fury tendió la carpeta al francés, quien comenzó a leerla. Contenía la biografía de su protegida, así como los pormenores del atentado.-Mañana a primera hora te presentarás en la habitación 501 del Hotel Monaco, en Washington DC. La dirección está ahí. Ella no sabe nada, tendrás que explicárselo tú mismo.-Gabriel levantó levemente las cejas con incredulidad. ¿Cómo que no se lo habían dicho?-Tu objetivo no tiene aún un medio seguro de comunicación. Si contactáramos con ella se otro modo, correríamos el riesgo de que la información fuera interceptada. No, irás en persona.

11/2/2019. Habitación 501 del Hotel Monaco, Washington DC. 8:00 AM.

Si había algo que Gabriel amara de la arquitectura estadounidense, era la escalera de incendios. Lo más útil del mundo para entrar a cualquier sitio. No había sido fácil encontar la habitación, pero la de Blair era la única que tenía visible la divisa de su partido. Abrió con cuidado la ventana, y se introdujo dentro antes de cerrarla de nuevo. La mujer estaba tendida en la cama, el cabello oscuro y revuelto tapándole la cara. Alguien se había quedado despierta hasta tarde, pensó el agente no sin cierta sorna. Estaba enredada en las sábanas, y en toda la suite imperaba el caos. Tenía todo el tiempo del mundo hasta que ella despertara, así que separó una silla, dejó la chaqueta que estaba arrugada en el asiento sobre la mesa, y se sentó tranquilamente.
Aprovechó para tomar algo de lo que había comprado por el camino, y cuando acabó, se dió cuenta de que la mujer empezaba a moverse. Sonrió, y abrió otro paquete de galletas.

-Buenos días, Blair. Soy Sparrow, y he venido aquí de parte de SHIELD, la agencia de inteligencia de Estados Unidos. Puedes llamarme Gabriel, y he venido aquí a protegerte.-Aprovechó que estaba aún medio dormida para hacer las presentaciones. No estaba muy seguro de cómo se lo tomaría, después de todo.

La alarma sonaba. La alarma seguía sonando. La puta alarma no dejaba de sonar, así que con una resaca de esas que hacían historia y movimientos torpes, le pegó un manotazo a su teléfono que salió volando de la mesilla y se cayó sobre la moqueta con la buena suerte de que se le salió la tapa y la batería. Perfecto, la alarma había dejado de sonar. Pero ahora tenía otro problema entre manos y es que su cabeza no dejaba de dolerle.

La fiesta la noche anterior se había alargado con sus amigos más cercanos, se habían sentado en una de las mesas y habían arrasado con lo que quedaba del catering y el bar, no recordaba cuanto había bebido, sólo recordaba que había intentado abrir la habitación del hotel unas dos veces con su tarjeta de cliente de sephora antes de darse cuenta que esa no era la llave de su habitación. Y ahora le estallaba la puta cabeza, pero no se encontraba en condiciones de levantarse hasta el baño, abrir su bolsa de aseo y sacar dos ibuprofenos, así que sencillamente se dejó llevar nuevamente por el mareo y quedarse dormida, enredada en las sábanas que apenas cubrían su escasez de ropa. Tenía pijama, por supuesto, pero había llegado tan cansada que en cuanto se quitó la ropa, lo único que pudo hacer fue tumbarse en la cama y esperar a que la habitación dejara de moverse.

Cuando finalmente se despertó, un par de horas más tarde, mucho más recuperada y con la fuerza suficiente como para levantarse hasta el baño y tomarse dos analgésicos, cual fue su sorpresa al encontrarse a un hombre, sentado en su habitación que la observaba y aseguraba ser de SHIELD. Ya, claro, y ella se lo creía. ¿Desde cuando un agente de SHIELD se colaba en tu habitación de hotel para presentarse? Nadie lo haría, salvo que fuera otra cosa tratando de hacerse pasar por un agente, y haciendo gala de una rápida recuperación, patrocinada por Stark y su peligroso suero, metió medio cuerpo en el baño de nuevo, alcanzando la bolsa de aseo para tras acercarse en dos rápidos pasos estampársela en pleno rostro. Con un poco de suerte, le daría tiempo a ponerse algo de ropa llamar por teléfono a la seguridad del hotel.

Blair se levantó, con aspecto de estar bastante más que atontada. Dejó que las sábanas resbalaran por su cuerpo desnudo... ¿Por qué demonios tenía que dormir sólo con unas míseras bragas? Joder... Gabriel enrojeció a la velocidad del rayo, apartando la vista, y comprobó con sorpresa que ella lo ignoraba para dirigirse al baño. ¿En serio estaba acostumbrada a recibir a la gente que aparecía en su cuarto así? Sparrow se sintió tentado de seguirla, pero se dio un par de bofetadas mentales y recuperó un poco la sensatez. Sería mejor esperar, igual se estaba vistiendo para hablar tranquilamente. Esperó en su sitio hasta que la silueta de la congresista reapareció en el marco de la puerta. Vestirse no se había vestido, pensó Gabriel con desaliento. Su piel bronceada seguía tan al descubierto con cuando se había levantado de la cama, y la melena oscura le caía por un hombro, desordenada.

Se miraron a los ojos un par de segundos, ella sorprendida como si no lo hubiera visto antes, él cada vez más incómodo. Y entonces se acercó más, y le estampó algo en la cara. Auch. Él bloqueó la mayor parte del golpe poniendo las manos delante de la cara, pero aún así Blair le pegó con algo pesado y duro. Antes de que su embotado cerebro se diera cuenta, agarró el objeto (que resultó ser un neceser. ¿En serio?) y lo arrojó sobre la cama deshecha con cara de pocos amigos. A ver qué se había creído esta.

-Como iba diciendo antes de que me intentaras golpear con tu bolsa de maquillaje.-Cruzó los brazos sobre el pecho, dejando que su ropa se tensara sobre la armadura que había debajo. Estaba de misión, evidentemente no iba desarmado ni mucho menos. -Vamos a pasar bastante tiempo juntos, así que podemos hacer esto a las buenas o puedes obligarme a hacerlo a las malas. Me han enviado para que te proteja, por si a los pirados que se les ocurrió intentar matarte les apetece repetir. Y si no crees que realmente sea agente de SHIELD, aquí tienes mi tarjeta.-Le tendió su identificación. Ya dulcificando su voz y sin dejar de enrojecer, añadió. -Ah, y preferiría que te vistieras. Es muy incómodo para mí hablar contigo así. Si quieres, salgo un momento hasta que estés cambiada.

Blair cogió la tarjeta por costumbre y la miró sin fijarse realmente en lo que ponía. ¿Es que no entendía que tenía una resaca de morirse y que le dolía la cabeza como si fuera a estallarle? La verdad es que en honor a la verdad la noche anterior se había bebido hasta el agua de los floreros, si tuviera capacidad de hacer algún gesto, seguramente estaría sorprendida de estar despierta y no en coma. Pero había entendido lo que le estaba diciendo, más o menos, lo que sucedía es que en aquel momento le importaba entre poco y nada, hasta que no le hicieran efecto los analgésicos, nada le importaría demasiado, sin embargo, tuvo que darle la razón cuando le dijo que debería vestirse. Se miró a sí misma para comprobar que no llevaba más que su ropa interior, y tras levantar su pulgar en un gesto que parecía indicar que le daba la razón cogió algo de ropa de la maleta y se metió en el baño.

Allí tardó unos minutos más de los necesarios para ponerse algo de ropa, pero cuando salió, estaba ataviada con su pijama, un pantalón de cuadritos de colores oscuros y la parte de arriba en gris oscuro con un GRAN conejito blanco en el centro, con corazoncitos y esas cosas, todo muy mono, muy propio de esas grandes tiendas de ropa interior que una temporada si y una no, sacaban todas sus colecciones con dibujos adorables de peluches y galletitas y cosas así. Y una mujer no sólo vivía de lencería, también necesitaba pijamas calentitos y cómodos, y aquel era especialmente calentito y especialmente cómodo, así que esquivando de forma automática las piezas de su teléfono desmontado, volvió a la cama, tiró hacia arriba del edredón e hizo la croqueta hasta quedar completamente tapada por las mantas hasta las orejas, disponiéndose a dormir un par de horas más, hasta que el ibuprofeno y el extremis terminaran de eliminar todo rastro de alcohol de su cuerpo.

- Buenas noches pajarito....

Al fin parecía que Blair iba recuperando poco a poco el sentido común, porque cogió su tarjeta y... no, no se había despejado lo suficiente. Gabriel pudo leer en sus ojos aún signos del mareo que la paralizaba. No estaba leyendo, tampoco fingía leer. Pero al menos sí que fue al baño, esta vez para cambiarse. O eso era lo que Gabriel suponía. Cuando ella ya no estaba delante, no pudo evitar bostezar: Había conducido su moto desde Nueva York hasta allí durante la tarde del día anterior y toda esa noche. Cuando había llegado al fin, no paró apenas hasta encontrar el hotel en cuestión. Furia le había comentado que era urgente, así que el agente no había perdido ni un segundo. Esperaba al menos, que cuando Blair se cambiara pudieran ir a tomar un café muy muy cargado, porque si no se quedaría dormido en cualquier rincón. Al fin, escuchó el sonido de la puerta al abrirse: Debía de haberse arreglado mucho, porque había tardado un buen rato en salir. Gabriel se preparó para ver a una ejecutiva con falda lápiz, camisa y pelo recogido, con algo de maquillaje. Lo típico, en resumen. Pero lo que apareció en el marco ser la puerta esta vez fue algo muy diferente: Blair se había puesto un pijama de manga larga, y estaba tan despeinada y soñolienta como cuando había entrado en el servicio. Eso pilló un poco por sorpresa a Gabriel, quien observó a su protegida volviéndose a tirar sobre la cama doble. Se envolvió en una manta, y le dió las buenas noches. Así, sin más. Oh, cierto, sí que añadió algo más. Lo llamó "pajarito".

Gabriel se llevó una mano a la frente mientras se echaba hacia atrás en la silla, cansado. Vale, nada de café. No podía irse así sin más, y menos si no había nadie vigilando para cubrirle. No, tendría que quedarse ahí, y ya se le empezaban a cerrar los ojos. El problema es que no había nada para descansar además de esa mísera silla y la cama... No podía dormir en la silla donde estaba sentado, se caería. Lo cual le dejaba solamente con una opción. Suspiró, odiándose un poco, y se desabrochó la camisa. No podía dormir con la coraza, una vez había tenido que hacerlo y había acabado totalmente dolorido. Dejó la parte superior de la armadura en el respaldo de la sillajunto con la camisa, y se tendió en el lado desocupado de la cama. Le dio la espalda a la mujer, y se quedó profundamente dormido en cuestión de minutos. Probablemente acabara despertando junto a una congresista cabreada y tuviera que esquivar algún golpe, pero no podía hacerlo si no descansaba antes. Ni siquiera intentó taparse: Sabía de sobras que eso era imposible tal y como se había envuelto Blair, y tampoco tenía demasiado frío.

No había nada como un buen sueño reparador, analgésicos y un poco de suero made in Stark para recuperarse de lo que fácilmente podría ser la resaca del siglo, así que un par de horas más tarde, Blair se despertó con una sonrisa renovada y se estiró como un gato en la cama; sin embargo notó que no estaba sola y al girar la cabeza, vio al agente que antes había entrado en su dormitorio profundamente dormido. La verdad es que se compadecía de los agentes de SHIELD, parecía que tenían un jefe realmente terrible que hacía honor a su apellido, así que con cuidado de no despertarle, se levantó de la cama, lo arropó con las mantas y se fue al cuarto de baño a darse una ducha y arreglarse un poco. Era casi la hora del almuerzo, y después de haberse saltado el desayuno, empezaba a tener hambre.

Salió del cuarto de baño con un traje de pantalones pitillo y chaqueta corta y ceñida en color vainilla claro, dejando su larga melena recién secada caer en grandes bucles a su espalda.

- Vaya, veo que el pajarito se ha despertado. Siento lo de antes, pero tenía una resaca espantosa, ya sabes, demasiada celebración. Pero venga, lávate la cara y te invito a comer, es casi la hora del almuerzo, y así me cuentas porque te has colado en mi habitación sin llamar a la puerta. Conozco un buen sitio a un par de calles de aquí.

Estando vestida, arreglada y con cara de ser por fina una persona con pensamientos coherentes, se veía con más ánimos de digerir las explicaciones que el pajarito tuviera que darle. Así que tras dedicarle una de sus deslumbrantes sonrisas, enfundó los pies en sus zapatos de tacón y cogió el bolso y las partes de su teléfono que empezó a recomponer mientras el señor agente se preparaba para un buen almuerzo, de camino al restaurante conseguirían un buen par de buenos cafés y seguramente una explicación a porqué se había materializado en su habitación en vez de llamar a la puerta, como todo el mundo.

- Por cierto pajarito, no me has dicho tu nombre... Creo... Y como comprenderás no puedo llamarte en público “pajarito” arruinaría tu reputación, y la mía, y aunque siendo mutante eso parece casi imposible. Debo decirte que lo es, incluso para tener el gen x, tengo una reputación intachable, si no, no me hubieran votado. ¿No crees?

En cuanto salieron del hotel, pasaron por una cafetería take away, donde Blair pidió dos cafés y se encendió un cigarrillo mientras llegaban al restaurante, esa prohibición de no fumar en bares ni restaurantes era una auténtica mierda, pero que le iba a hacer, las campañas anti-tabaco estaban muy de moda, casi tanto como las campañas anti-mutantes.

El plan era simple: Descansar un rato, despertarse antes que ella y continuar con la conversación una vez la congresista hubiera recuperado la capacidad de razonar como una persona. Para ser una estrategia tan sencilla, había salido espantosamente mal. Gabriel despertó un par de horas después muchísimo más despejado que antes. Pero se dio cuenta de que Blair había desaparecido de su lado, y de que alguien lo había arropado con la sábana. Lejos de asustarse por la ausencia de su objetivo, escuchó con calma. Al otro lado de la puerta del baño se oía con claridad el ruido del agua al caer en la ducha, y una voz femenina canturreando la letra de una canción muy conocida. Al fin se iba a arreglar un poco para salir, pensó el agente entre bostezo y bostezo. Se estiró aún sentado en la cama, y buscó con la mirada un espejo. Por suerte, había uno en la pared más por decoración que otra cosa, pero le sirvió para al menos peinarse con los dedos. Estaba abrochándose la camisa cuando ella volvió a entrar en escena. No vestía ropa estrictamente formal, aunque la rodeaba un aire de elegancia inconfundible. Le habría causado mejor impresión si no hubiera empezado con tantas familiaridades, y menos con el chiste del pajarito. No era culpa suya si a Fury le encantaba poner nombres de ave a la mitad de sus agentes especiales. Hawkeye, Mockingbird, Falcon, Sparrow... En serio, ¿en qué pensaba ese tipo?

-Francamente, pensaba que te lo ibas a tomar peor y que ibas a tardar más en razonar. Menos mal que no tengo que esperar todo el día para hablar contigo.-La ayudó en cuanto vió que comenzaba a recomponer su móvil, y le abrió la puerta con una sonrisa justo antes de salir.-Las damas primero.-Salieron a la calle, y el agente se limitó a seguir su ritmo entre el gentío.

-Como apodo no es el peor que me han puesto, pero vamos a pasar bastante tiempo juntos, así que será mejor que me llames por el nombre. Soy Gabriel.-Escuchó con expresión algo más seria lo que dijo sobre los mutantes. Si lo iba proclamando a los cuatro vientos no era extraño que su reputación estuviera como estuviera: la mayoría de los portadores del Gen X ocultaban su condición ante el resto por precaución. Porque la gente común les tenía miedo, porque eran "raros".-Quizás te han votado precisamente por ser mutante. ¿No te has planteado que quizás tus votantes son todos mutantes encubiertos, y no te valoran más que porque suponen que los protegerás?-Ella no tenía acceso a las cifras, pero él sí. Era escalofriante la cantidad de gente que reprimía sus poderes para evitar las represalias. Gabriel de pequeño lo había intentado, pero al final había sacado partido de lo que la naturaleza le había dado.

Pidió un café con leche con muchísimo azúcar, y comenzó a contar entre sorbo y sorbo. Ella encendió un cigarro, y Gabriel no pudo evitar una leve mueca de disgusto: El tabaco le resultaba muy desagradable, y precisamente le había tocado convivir con una fumadora. Argh.-Bien, empezaré por el principio. Existe una agencia secreta de seguridad llamada SHIELD. Trabajo ahí como agente especial. Y mi jefe está interesado en mantener el mundo a salvo, así que una de las miles de cosas que ha hecho y que está haciendo para lograrlo es enviarme a mí para que te vigile. A partir de ya viviré contigo y no te separarás de mí más que para ir al baño. ¿Entendido? Es todo por seguridad. Si te pasa algo, si te rompes una uña, el responsable seré yo y sólo yo. Así que mejor no hagas ninguna tontería y todo será más fácil para los dos.-Dio un sorbo largo a su café. Estaba muy dulce y calentito, y contrastaba de maravilla con el aire frío de febrero.

Obvió el tema de que era un mutante también y el hecho de que le estaba leyendo la mente ahora mismo, por supuesto. Esa clase de información era confidencial, y Fury estaba interesado en tener un par de ojos en la cabeza de esa política que pretendía manejar el futuro de la población mutante. Y si ella no se daba cuenta, mucho mejor.-¿Alguna duda?

Caminaron un par de manzanas más hasta que llegaron a un lujoso restaurante, uno de esos en los que si entrabas, como mínimo ibas encontrarte con cinco miembros del gobierno, esa clase de sitios en la que no dejaban entrar a cualquiera. No es que quisiera impresionar a su acompañante, todo respondía a cuestiones más prácticas; parecía que tendría una charla sobre asuntos importantes con Gabriel, y prefería mantener esa conversación en un entorno discreto. Cuando llegaron, pidió una mesa para dos y el maitre los guió hacia una bonita mesa y les preguntó que querían de beber, ella pidió un agua con gas, ya había tenido suficiente alcohol durante la noche anterior.

- No he dicho que me lo haya tomado de ninguna manera, tampoco he dicho que vaya a aceptar esa situación que dices. Conozco tu agencia, yo y medio país, no sois tan secretos como queréis pensar, agradezco los esfuerzos de tu jefe, pero si lees las noticias, llegáis un poco tarde y yo ya tengo nuevo jefe de seguridad.

Cuando volvió el camarero, pidió una ensalada templada con queso de cabra que no tardaron en llevarle y que empezó a comer con apetito en cuanto tuvo delante, esa mañana no se había levantado para desayunar, y desde el asunto del extremis, había experimentado un aumento de sus necesidades calóricas, vamos, que tenía más hambre pero no engordaba nada.

- Estoy convencida de que sus intenciones son buenas Gabriel, pero su presencia hubiera sido necesaria el día del atentado, hoy por hoy, mis necesidades de seguridad están completamente cubiertas.

Omitió el tema del extremis, por mucho que fuera agente de SHIELD y fuera una organización que tuviera relación con Stark y el resto de los Vengadores, no estaba segura de si ese era un tema que estuviera en conocimiento de Gabriel o sus superiores, y prefería no ponerse en una posición comprometida o poner a Stark en una mala situación. Tampoco quería a un agente de SHIELD husmeando en sus asuntos, esa agencia no necesitaba más gente espiando a miembros del gobierno y menos aún a una que llevaba un peligroso suero potencialmente susceptible de hacerla explotar, en la sangre, un suero que la hacía mucho más difícil de matar. Sin lugar a dudas su ayuda ya era bastante innecesaria.

Se dirigieron a un restaurante carísimo, y Gabriel rodó los ojos. Ni siquiera llevaba corbata, para su desgracia. La negociación tenía pinta de ser de la duras para la paciencia de Gabriel, más aún por el hecho de que no podía zanjarla rápidamente. Le habían advertido de la soberana testarudez de Blair, pero no esperaba encontrarse con una congresista cabeza de alcornoque.

Mientras la escuchaba, llegó el camarero. Ella se puso a comer, por el contrario el francés estaba totalmente desganado, además de que ya había picado algo en el hotel. Iba a responderle lo más amablemente posible, cuando escuchó algo en su mente que le llamó la atención con si se lo hubiera gritado al oído."-Así que es eso..."-Blair sabía algo del Extremis, y no pretendía contárselo por las buenas.

-Aunque parezca mentira, ni mis superiores ni yo somos adivinos. No podíamos saber lo del atentado, y no podremos saber otros problemas futuros si la principal interesada nos oculta información. ¿Qué sabe del Extremis?-Gabriel había bajado mucho la voz para no llamar la atención. Eso sí que la pilló por sorpresa. Después de todo, no sabía con qué clase de persona estaba hablando, ni que sus pensamientos eran un libro abierto para el mutante.-Además, ese jefe de seguridad... Yo no pondría mi vida en manos de alguien que se hace llamar "Mass Murderer". No es por nada personal, es que su historial habla por sí solo. -Y no metafóricamente. Su expediente tenía tanta sangre que en cualquier momento podría tomar vida propia.

-Oh, y mis intenciones son las mejores. Mantenerla con vida, para ser exacto. -Apoyó un codo sobre la mesa y la mejilla sobre la mano, acomodándose. Con un poco de suerte ella entraría en razón rápidamente. Había pocas cosas que Gabriel odiara más que estar discutiendo y todo el día.

Se llevó otro bocado de ensalada a su boca y tragó antes de responder, degustando el untuoso sabor del queso de cabra, se llevó el vaso de agua a los labios intentando disimular la sorpresa que le causaba que Gabriel supiera sobre el extremis, aunque claro en parte se esperaba algo así, pero había esperado tener confirmación directa de él, que abrir la boca de más. Había prometido proteger a Stark en aquel asunto y pensaba cumplirlo, quería evitar que pudiera salpicarle la mierda por un asunto en el que no había tenido la culpa, sabía que no era justo para las familias de los fallecidos, pero dudaba mucho que saber que habían sufrido los efectos de un inestable suero, robado a Tony Stark fuera a mejorar la situación.

- Lo que yo sepa sobre el extremis es irrelevante en esta situación, y lamentablemente para vosotros, se os destina una más que generosa partida de los presupuestos de defensa para que precisamente sepáis y evitéis ese tipo de cosas, si no, menuda agencia de inteligencia más inútil. ¿No cree? La excusa de “no somos adivinos” no le sirvió de mucho a la CIA con los atentados de Al-Qaeda. Soy nueva en el gobierno, pero no se atreva a tomarme por estúpida. Mi trabajo es legislar por el bien de los ciudadanos y el suyo y el de su agencia, es prevenir ataques contra la nación, extranjeros o nacionales.

Terminó su ensalada y dejó los cubiertos sobre la mesa, a la espera de que llegara su bacalao confitado. El menú perfecto para después de una resaca monumental, no demasiado pesado, no demasiado ligero y lo mejor de todo, no había tenido que cocinarlo ella. Se llevó un trozo de pan a la boca, con una sonrisa sardónica en el gesto. Cuestionaba las intenciones de SHIELD y de Gabriel, no habían sido lo suficientemente eficientes como impedir la muerte de casi 40 personas en su oficina y casi un mes mas tarde, aparecían para protegerla, como si fuera lo más normal del mundo.

- Quizás sean sus antecedentes los que hagan que prefiera confiar en su trabajo, por el momento, no tengo motivos para dudar de su competencia y resultados, sin embargo, tengo 40 motivos, con nombres y apellidos grabados en piedra, para dudar de la suya. No quiero buenas intenciones, señor Leblanc, quiero resultados.

Le había costado un poco introducirse en la base de datos de la policía, pero finalmente había encontrado un permiso de conducir a su nombre, sólo un nombre no era suficiente para mantener una conversación cuando él parecía saber tanto de ella. Estaba siendo intransigente y lo sabía, pero muchas personas habían muerto porque a una agencia a la que pagaban para que fuera infalible, había fallado en su trabajo, y eso, era algo que Blair no pasaba tan fácilmente por alto, sobre todo, cuando entre esos cadáveres, debería haber estado el suyo.

Gabriel entrecerró los ojos, dando forma a una mirada penetrante que atravesaba ropa, piel, carne y hueso. Así que el suero era el que había sido robado a Tony Stark... ¿Para acabar inyectado en una política recién llegada? Eso carecía de lógica. ¿Para qué convertir a aquella mujer en un arma potencial? Poco a poco, las piezas del puzzle empezaron a encajar en su cabeza. Algo había pasado con ella, y SHIELD quería saber el qué. Ese suero habría sido mucho mejor empleado en crear algún supersoldado, o replicado en un laboratorio para ser vendido en el mercado clandestino. A menos que hubiera algo que incluso a ella se le escapara. Había leído los informes: Tras el atentado, Van der Woodsen había aparecido envuelta en un capullo protector. Había permanecido días en coma. ¿Y si... El Extremis sólo hubiera sido empleado para que sobreviviera a la explosión? ¿Tan importante era como para salvarla así? Y, lo más importante de todo. ¿Quién había hecho eso? Por que si pensaban manipularla más adelante, lo tenían crudo. Más cabezona, y no habría cabido por la puerta del restaurante.

-Todo es relevante, Blair. El Extremis puede ser la causa por la que esas 40 personas hayan muerto. Hay dos opciones, y se las voy a dejar muy claras: Se centra en eso, obcecada como una niña pequeña, y no nos deja hacer nuestro trabajo para que impidamos más muertes; o colabora. Si elige la última opción, investigaremos, meteremos entre rejas a los responsables y el mundo será un lugar un poco más seguro. Y entonces, yo seguiré con mi vida y tú con la tuya. No devolveré la vida a nadie, y no por que no quiera, pero al menos salvaré algunas. Quizás miles. El Extremis es un arma, señorita, y como tal, se usa para causar daño. Y por algún motivo, ha acabado fuera de los laboratorios de Stark Industries y dentro de sus venas. Alguien planea utilizar esa sustancia, o quizás es tan importante para los terroristas que organizaron el ataque que se lo inyectaron para que saliera viva de allí. -Se inclinó hacia delante sutilmente.

-Si tanto aprecio tienes a las víctimas, al menos ayúdame a encontrar a sus asesinos. No le pido más.

En un momento dado, visualizó la imagen de su carnet de conducir dentro de la mente de Blair. "-Vaya, vaya... Desconfiada."-Dudaba que encontrara nada más sobre él. Toda la información sobre él estaba a buen recaudo, lejos del alcance de sus poderes mutantes. Sonrió internamente: La tecnología podía fallar en esos casos, pero no la mente humana. A menos que fuera la de Romanova o la de Furia, en cuyo caso se trataba de terreno minado. Blair entonces expuso el por qué confiar en Smith, y Gabriel casi sonrió. Casi.

-Oh, claro. Si unos terroristas atentaran contra mí lo primero que haría sería contratar a uno para protegerme. Lamento decir que ese hombre acabaría con ella en el momento menos pensado por una suma de dinero. Si gana más como su asesino que como su empleado, lo hará, por supuesto. Si tienes 40 razones para desconfiar de mí, hay más de dos mil para desconfiar de él. -No le gustaba ser así de grosero, pero que se le iba a hacer. Ella era la que lo había obligado a ir a malas. -Si quieres resultados, elige. ¿Me quedo y esas personas pueden descansar tranquilas, o me voy y sus muertes quedan impunes? Pero piensa rápido, o la pista que quiero seguir se enfriará. -Parecía la única manera de persuadirla: No le importaba la posibilidad de un segundo atentado que pudiera matarla.

Aquello ya estaba empezando a molestarle, aquella superioridad de la que SHIELD hacía gala constantemente, no los odiaba, no tenía nada contra ellos e incluso valoraba lo que hacían por el país, pero aquella forma de comportarse, como si tuvieran derecho y deber a opinar sobre todo le resultaba desagradable. Miró a Gabriel directamente a los ojos, sosteniéndole la mirada, por un momento corrió el riesgo de verse absorbida por sus pozos de rubíes, pero pronto regresó su atención al tema que estaban tratando, la había llamado niña pequeña y eso le hizo fruncir el ceño con un gesto de molestia.

- No te atrevas a hablar de lo que pasó como si supieras algo, porque no tienes ni idea. Ni tu, ni tu todopoderosa agencia tenéis ni la más remota idea de lo que pasó aquel día, así que no te atrevas a usar a mis compañeros como un arma arrojadiza contra mí. Tu no trabajaste con ellos, tu no te reiste, no te lamentaste, tu no les escuchaste gritar.

De repente, los recuerdos de aquel día, la asaltaron más vividos que nunca, la aparición de aquellos hombres, sus palabras, sus letanías, cómo habían soltado el extremis inoculando a todo el mundo y cómo la habían disparado cuando intentó protegerles, en ocasiones los recuerdos volvían a ella como si todo hubiera sido una mala pesadilla, aunque supiera no que era así, pero en aquel momento, sentada a la mesa frente a un hombre que pretendía utilizar a sus amigos, utilizar su dolor contra ella, las imágenes volvieron a su cerebro como si aquello estuviera pasando en aquel momento. Recordaba todo, las voces, los sonidos, el olor de su propia sangre, el dolor de los disparos, su angustia.

- Discúlpame, tengo que ir al lavabo.

Se levantó casi corriendo de la silla, recordar todo aquello, de esa manera, era mucho mas de lo que ella podía soportar sin perder la compostura, se dirigió veloz hacia el baño y allí se encerró, haciendo un esfuerzo porque su respiración se normalizara antes de sufrir un ataque de ansiedad, nadie podía saber que le pasaban aquellas cosas, su carrera se vería seriamente dañada, alguno de sus rivales podría querer aprovecharse de aquello. Una vez que entrabas en política, hasta lo más nimio era una debilidad explotable, y ella era una mujer que nunca había ofrecido debilidades a sus rivales, alguien así nunca llegaba lejos, ni siquiera dentro del mundo de las finanzas. Se tomó un par de minutos para serenarse, se refrescó el rostro, se retocó el maquillaje y cuando se sintió lista, regresó a la mesa, donde le esperaba el agente Leblanc.

- Comprendo sus reticencias sobre el señor Smith, pero si realmente tiene intenciones de encargarse de mi seguridad personal, las dudas sobre su labor están fuera de lugar. Supongo que sus funciones como guardaespaldas más que un amable ofrecimiento al que me pueda negar, son una imposición, una decisión ya tomada por su jefe, y quizás tengas razón, y lo que planteas sea lo mejor para las víctimas y sus familias, pero te advierto, aprecio mi vida privada y personal y no voy a renunciar a ella. Tendrás que trabajar bajo esa premisa.

Había acabado aceptando, tampoco es que le dieran muchas más opciones, y por la insistencia del agente, la misión de protegerla de cerca no era una amable sugerencia, era algo que le imponían desde SHIELD, aunque no entendía a que venía ese afán con su seguridad, que ella supiera, era la única miembro del congreso que tenía seguridad de fuera del gobierno o de las empresas que los partidos contrataban para tal fin. En el fondo, tener un agente de SHIELD velando por su seguridad, la hacía sentirse protegida como hacía días que no había podido sentirse cuando salía a la calle.

Lejos de mostrarse razonable, Blair se encendió. Aquello era el cuento de nunca acabar... Era de las que no soportaban las verdades incómodas al oírlas. O quizá al no estar acostumbrada a esa clase de cosas no las asimilaba bien, aunque a Gabriel no se le ocurrió eso: Para él era la mar de natural ver explotar cosas y morir gente. Estar diseñado para sobrellevar esas situaciones con calma antinatural tenía esa clase de desventajas. Ya tenía una réplica preparada, cuando la congresista se levantó de golpe para ir al baño. Pero antes de que desapareciera entre las mesas del restaurante, Gabriel ya lo estaba viendo todo, tal y como ella lo había percibido. Curiosamente, a través de los recuerdos de Blair, resultaba todo mucho más aterrador. Cerró los ojos ligeramente para concentrarse en las imágenes que pasaban por el cerebro de la mujer, asimilándolas. Esos hombres, los terroristas... Parecía que iban directamente a por ella, en lugar de intentar destruirlo todo en general. Y eso no dejaba de resultar curioso, aunque puede que fuera un detalle importante.

-No es mi intención meterme en la vida privada de nadie a menos que sea obligatorio.-Al fin aceptaba. Ya creía que iba a tener que vigilarla por la fuerza. Dulcificó un poco su expresión, pese a todo. No podía mostrarse tan duro con ella, o la convivencia iba a ser un infierno.

-Si has terminado ya de comer, podemos ir a algún sitio. ¿Tienes algo que hacer?-Se levantó de la silla tan pronto como Blair acabó de comer. Tenía aún mal aspecto, pero no parecía necesario llevarla a un hospital. Al menos, no de momento. Lo mejor sería conseguir que se relajara y olvidara ese mal rato que había pasado en el baño, o al menos había que intentarlo.