[Mini-Evento] Una Muerte X-Celente (Celsit, Blair) [15-09-2018]

Blair miró a Leona con la terrible certeza de que se estaba equivocando de medio a medio, al menos en lo que a ella respectaba, pero claro, por otra parte era normal. Con el uniforme de la patrulla parecía otra persona, Ororo la insistía para que lo llevara mientras estaba en la escuela, le decía que el uniforme inspiraba autoridad en los alumnos y que le vendría bien acostumbrarse a él. Si no, ahora mismo estaría allí enfundada en un traje de oficina y unos Christian Louboutin, muy monos, pero poco apropiados para luchar contra centibots psicópatas. Así que se encogió de hombros con la elegancia natural de alguien acostumbrado a esquivar situaciones incómodas y la respondió con enorme sencillez.

- No te creas, yo por mi parte soy más de drama de oficina. Es decir, vosotros, la gente de a pie, sólo nos conoce con nuestros uniformes, y nunca se da cuenta de que también somos personas normales, con vidas lo más normales que podemos, trabajos, vida social, vida familiar en la medida de lo posible. No soy madre, pero detrás de nosotros, de mi compañera y yo, hay niños que esperan que nosotros seamos su familia, y eso es exactamente lo que hago, trabajo para darles el mejor futuro posible. Tu mejor que nadie deberías entenderlo.

Se giró hacia Michael, tendiéndole una mano, no tenía mucha experiencia con niños, rayos, ni siquiera le gustaban; pero tenía claras varias cosas, y una de ellas era nunca dejar corretear a un niño a su aire, podía causar un accidente o hacerse daño. Tenía como norma personal, siempre darle la mano a los niños cuando tenía que acompañarlos a cualquier sitio, sentía que mientras los tuviera agarrados, siempre podría evitar cualquier tipo de catástrofe. Una vez que tuvo a Michael firmemente agarrado de la mano y le hubo guiñado un ojo cómplice, ante la tarea que les esperaba, miró a su compañera para ver si iba a acompañarlos.

Nunca había montado pistolas, no era especialmente buena con las manualidades, así que esperaba no ser demasiado un incordio en aquello, o que lo que montara no explotara en las manos de nadie, pero sería mejor mantenerse ocupada que expectante esperando a que el resto del grupo llegara con noticias. Mientras tanto, accedió a las conexiones inalámbricas del equipo informático y buscó y rebuscó hasta encontrar los planos del lugar, nunca venía mal saber donde estaba o por donde salir corriendo. ¡La seguridad ante todo!

Respiré hondo mientras les veía marchar. Llevaba un tiempo molesta con Plana. Siempre me tocaba esperar en casa. Si había misiones, me informaba e iba y en muy pocas ocasiones contaba conmigo. Muchas noches dormida le oía llegar y sin explicación se metía en la cama como si no pasase nada. Nunca recurría a mí para ese tipo de cosas, y en esa situación en especial me jodía personalmente.

Pero no era el momento. Les vi marchar y cambié el chip a modo misión de nuevo. Leona, la madre del pequeño parecía realmente tensa y su afirmación no hizo más que corroborarlo.
- Tranquila, no sólo hacemos cosas "malas"- dije extendiendo una manos después del gesto de comillas. De una de ellas salió una fogata de hielo. Crepitaba crujiente y se ensalzaba en mil espirales con la libertad de un recién nacido. Era hipnótico si era la primera vez que lo veías. Sonreía mientras lo hacía y disfrutaba de ello. Luego lo hice evaporar cerrando el puño y seguí al niño.
- Es exactamente lo que ha dicho mi compañera. Cuidamos de cientos de niños, le dejas en buenas manos-

Con la frase "sobrino paranoico del tío Sam" tuve que esforzarme en contener la risa. No hablaba como un niño. Era increíble de todos modos la fe que tenía en contraste al resto del grupo. Cuando hablaba lo hacía con el corazón de un niño, aunque sus palabras no lo parecieran.  

Agarré una de las sillas y me senté en ella con una pierna cruzada. Estaba relajada, pero sin olvidarme de que era una misión. Con la palabra superheroína no pude evitar sonreír con los labios alzando las cejas mirando al pequeño. - Jajaja... Tampoco diría tanto... Nos dedicamos a ayudar a los demás. No somos muy distintos de los voluntarios de las catástrofes. Simplemente podemos arriesgarnos un poco más. Es cuestión de voluntad.- dije mirando al pequeño, que no sabría decir si había entendido muy bien el camino por el que estaba intentando tirar. Y de repente... Sexy. Dios santo...

- Ehm... Pues.. ¿Gracias? - dije sonriendo buscando ayuda en los ojos de Blair - Pero no se hicieron con esa intención- dije mirándole con media sonrisa.

Sin remedio total.

Empecé a buscar a mi alrededor cosas conocidas y no fui capaz de encontrar más de lo que la mansión me enseñó. No eran lo mío los laboratorios y la maquinaria.

Después de aquel “quien es quien” Blair estaba sorprendida, aquel chico pillaba los detalles de todo, incluso seguramente de cosas que los adultos no querrían que se enterara. Sin duda era brillante y con suerte, tendría un futuro prometedor por delante. No le sorprendería ganando uno de esos importantes premios que daban a los científicos, cuando fuera un poco más mayor, o quizás no. No creía que la edad fuera un impedimento para conseguir el éxito laboral. Iba a responder a las preguntas de Michael, pero su compañera se le adelantó, no tenía nada más que añadir, salvo una cosa a su último apunte por los uniformes.

- ¿Pero tu cuantos años tienes?

No es que no estuviera acostumbrada a que la llamaran sexy o cosas así, algunos hombres lo hacían. Pero la diferencia era precisamente esa, hombres, no niños, que deberían estar en la camita o en el colegio o inflándose a caramelos y piruletas, pegados a la televisión o a los cómics de fantasía. Los niños solían decir que era seria, y otras cosas quizás algo menos cariñosas, pero nunca, en su vida, un niño había dicho que era sexy. Así que aquella pregunta le había salido del alma.

- Como dice mi compañera, la función de los uniformes es práctica, no estética, por muy ajustados que sean.

A pesar de todo no podía negar que el niño algo de razón si que tenía, siempre había pensado que algunos de los uniformes estaban más destinados al lucimiento que a una verdadera utilidad práctica. Es decir. ¿Que tenía de práctica la máscara de Logan? ¿O que Emma Frost fuera enseñando tanta carne? En este último caso en especial, sus modelos le parecían bastante incómodos para una situación en la que fuera necesario pelear, ella sólo se pondría esos corpiños tan ajustados para salir de fiesta y arrasar con todo. Los trajes de SHIELD le parecían bastante más cómodos, así que cuando le habían preguntado cómo quería el suyo, se había asegurado de que no pudiera salírsele nada por ningún sitio, y aunque era increíblemente ajustado, resultaba ser también increíblemente cómodo.

OOC: Si me sobrepaso o no es lo que tenías en mente, dímelo y edito lo que haga falta.


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Trece añitos... LÓGICO. Yo... bueno, no tenía mucho donde comparar ya que no recordaba mucho más allá... Pero supongo que estaba en la edad.

Cambiando de actitud totalmente, se puso serio con las pistolas. El chico se manejaba bien, parecía tener ya una práctica bien aprendida y en uso, era fácil pillarle el truco. Hasta que me dio una. No... por favor... No soportaba las armas de fuego, las odiaba, no se me daban bien, no me... DIOS ¡simplemente no las aguanto! Así que la guardé en un hueco de mi cinturón, asegurándome de no liarla y me comí mi incomodidad, siguiendo al chaval.

Al abrir la puerta me quedé inmovilizada un par de segundos hasta analizar la situación. Un rostro, Henry Peter Gyrich... Valiente hijo de puta. Mi expresión denotaban todo el asco y rabia que se puede tener a un solo ser. ¿Qué cojones pintaba en todo eso?

Escuché con las manos en alto, más bien los puños, de la fuerza que estaba reprimiendo para no estallar de rabia. -Es el Hitler de los mutantes... intenta establecer comuniación con el exterior de algún modo, megafonía, algún móvil...algo tiene que haber- le susuré a Blair y al girar la cara del todo, bajé las manos mara sujetar el cuerpo de Henry que caía sobre mis brazos. Qué placer...

Haciendo uso de mi fuerza inmovilicé sus brazos, juntando sus manos en la espalda y congelándole la americana con varias capas de hielo. Quedaría inmovilizado de cuello a cadera. Le separé las piernas y le congelé los pies al suelo, también asegurándome de que no podría moverse. Justo al terminar escuché dos disparos, ambos incrustados en el hielo que acababa de ponerle alrededor del torso. Andrews parecía ser de gatillo fácil. -Qué casualidad... Al final resulta ser usted el que dispara primero y nosotros quienes le salvamos la vida- dije detrás de él, susurándole a la oreja. - Le tengo yo más asco a usted del que me pueda tener jamás, eso téngalo por seguro- comenté antes de levantar la cabeza y mirar a Andrews. - Blair, ponte a ello- dije refiriéndome a lo de establecer comunicación que le había comentado antes - ¡ANDREWS!- grité desde la espalda de Henry - Sólo una advertencia, si disparas te quedas solo- dije llevando mi mano al rostro del rubio y empezando a calentarla alarmantemente. No le quedaría marca, pero se llevaría un buen susto. Sólo para dejar las cosas claras y que supiera que me refería a que mataría a Henry, aunque no lo hiciera. - Pero al fin y al cabo nosotros no actuamos así... No somos los que disparamos primero. Eso prefiero dejártelo a ti. ¿Verdad? Si fuese mala, créeme, hubiese desmontado este sitio en... siete segundos. Diez contando con estructura interna y cortafuegos que tengáis. ¿Sabes qué? QUEREMOS ayudar. Pero los tipos como tú son los que nos hacen escondernos, huír... Los tipos como tú son los que crean a los mutantes a los que tantos temes. Cuando aplastas al más insignifcante insecto, cuando éste no tiene nada que perder, se levanta. Y los insectos alzados son los mutantes que hubiesen deshecho esto en segundos. Deja de aplastar a gente que puede aplastarte con una mirada. Te recuerdo que no sabes cuáles son mis poderes-

Ahora seguro que reaccionaban con un "¿Ves? Sabía que eran malos.." lo que me indicaría que no habían entendido, ni escuchado siquiera lo que acababa de decir.

- Michael- dije mirando al chico - Gracias, eres un chico estupendo. Por favor, no nos tengas miedo... seguimos queriendo ayudar... además ahora tienes la oportunidad de ver esos uniformes en acción ¿eh?- dije sonriéndole y guiñándole un ojo. Volví a mirar a Andrews con la misma expresión de asco que antes. - Andrews suelta el arma- dije sin tapujos. Al no ver reacción agarré el pelo de Henry por la parte de la nuca y tiré hacia atrás, haciendo que notase el hielo en la piel de su cuello y que soltase un quejido de dolor al levantarle la barbilla. - Suéltala

Blair no era una mutante poderosa en el sentido estricto de la palabra, no es que sus habilidades no fueran importantes, aunque más que eso, ella siempre las había considerado más bien útiles, sin embargo no era capaz de lograr cosas tan asombrosas como el resto de sus compañeros. No había trabajado tanto el desarrollo de su poder como otros miembros de la patrulla. Quizás el hecho de que hubiera tenido una infancia totalmente normal en el seno de una familia que la quería y la apreciaba incluso con sus particularidades había afectado en ello; no había aprendido a ser una mutante poderosa, sin embargo, había aprendido otras muchas cosas de sus padres, de sus abuelos, de la gente que la rodeaba. Había aprendido a ceder y que otros cedieran, había aprendido a pelear por lo que quería, no siempre jugando limpio, había aprendido a manejar las idas y venidas del poder económico y cómo gestionar con mente fría incluso las peores crisis. Nunca olvidaba aquella frase que su abuelo tanto le había repetido, “La guerra es el fracaso de la diplomacia” tampoco olvidaba como el abuelo Van der Woodsen la había enseñado a despistar cuando debía atacar, a no amenazar en vano; por eso, cuando escuchó el vehemente discurso de Celsit, no pudo evitar llevarse las manos a la cara por semejante fracaso.

- Celsit, si lo que pretendes es que nos odie menos, no estás ayudando.

Aquello era precisamente de lo que había hablado antes de ir a aquella isla. Sus compañeros eran vehementes, eran apasionados, no decía que fueran malas personas, pero desde luego, no sabían elegir bien sus palabras. Los hombres temen lo que desconocen y odian lo que temen, darles más motivos para temernos y por lo tanto odiarnos, no era lo más apropiado en aquella situación, y aquellas palabras a Michael le parecían un pobre intento de arreglarlo, que no arreglaba nada. Así que estiró la cazadora de su uniforme, acomodó sus puños como si llevara puesto un caro traje y dibujó su rostro con su sonrisa más deslumbrante; quería salir de allí con vida y eso era más un trabajo para Blair Van der Woodsen la brillante economista de Wall Street que para Root la mutante.

- Lo que realmente quiere decir mi compañera es que lo más apropiado para todos es que mantengamos la calma. Lamentamos terriblemente haberle tenido que inmovilizar así señor Gyrich, pero no podemos arriesgarnos a que haga algo irreflexivo y alguien de esta sala salga herido. Señor Andrews, será mejor que me entregue esa pistola, ya hemos tenido un susto por su escasa capacidad de mantener el control, no me gustaría que sus nervios provocaran un accidente cuando hay niños en la sala.

Blair no sabía mucho de armas, por eso, cuando cogió el rifle del que el doctor Andrews se había apropiado, le costó unos segundos acceder a la información en la red sobre como desmontar aquel armatoste, en cuanto lo encontró, descargó el arma y le dio la munición a Michael, por simple responsabilidad de persona adulta no iba a darle un rifle cargado a un menor de edad, por muy sensato que pareciera.

- Michael querido. ¿Que tal si te vas a ver si tu madre necesita algo y te llevas eso? No lo necesitamos aquí y estoy preocupada por tu madre.

Michael la miró con recelo, obviamente no quería irse y dejarlas solas, pero ella prefería que él no estuviera allí, se sentiría mejor y seguramente su madre también, si él estaba a salvo, pero implícitamente le había dado una misión de hombre, y así abandonó la sala, totalmente decidido a proteger a lo más preciado de su familia. En cuanto abandonó la sala y consideró la situación ligeramente más controlada, hizo una señal a Celsit para que vigilara a aquellos dos nazis antes de ponerse a su trabajo. Se sentó sobre una de las sillas con el fusil sobre sus rodillas, firmemente sujeto, a simple vista parecía que simplemente se había puesto a pensar en la trascendencia de la situación, que se había quedado en babia, cuando realmente, había puesto a su poder a trabajar en todo su potencial; buscó y rebuscó por todo el sistema de la instalación y cuando finalmente encontró las grabaciones de seguridad de aquella sala, las envió a todos y cada uno de los integrantes que habían salido a desvelar el misterio de los robots asesinos. Todos recibirían en sus respectivos teléfonos móviles el vídeo de lo que acababa de suceder en la sala.

Craig era un ente aparte. Parecía que nada de lo que ocurría a su alrededor le incumbía en absoluto. Era totalmente apasionante y a la vez inquietaba tanta calma en una situación crítica.

La actuación de Blair, sin embargo, me resultó de lo más rastrera posible. Me puso de una mala ostia que me hizo que me hirviera la sangre. ¿¡PERO QUIÉN COJONES SE CREÍA QUE ERA!? Acababa de llegar a la mansión, la recibimos con los brazos abiertos, le damos apoyo, la ayudamos... ¿Y ME DESAUTORIZA ASÍ? Desde luego no tenía ni puta idea de trabajar en equipo, y esto lo hablaría con Planaria, Eclipse y Charles más tarde. Pero no era el momento de dejarse llevar ni de entrar en una rivalidad estúpida.

Una vez la situación se hubo calmado, metí las manos en los bolsillos del pantalón de mi amigo semicongelado. Le cacheé los muslos, pernera, gemelos... Todo tal y como me explicaron que debía hacerlo. Hundí las manos en los bolsillos de su americana derritiendo sólo el fragmento que necesitaba para ello. Seguidamente busqué, de la misma manera, bolsillos interiores de la chaqueta. Si no tenía nada, le descongelaría. Sólo si no tenía nada.

- Siento mucho haber tenido que hacer esto- dije mirando a los ojos a aquel hijo de puta. Mis labios lo dijeron, los ojos no.

Entonces una vibración proveniente de un bolsillo de mi cinturón, diseñado especialmente para el teléfono, me hizo sobresaltarme ligeramente y sacarlo para leer rápidamente el mensaje. ¿Cómo sabía Plana lo que...? Tal vez Blair hubiese abierto la megafonía hacia fuera de la isla o... les hubiese enviado algo al móvil. No lo sé. Pero estaban enterados y Plana, por suerte había decidido tomar medidas antes de que hablase con él. Cerré los ojos y suspiré profundamente mientras guardaba el dispositivo. Tengo que reconocerlo... su apoyo me tranquilizó justo como necesitaba en ese momento. Me calmé bastante, dejé el mosqueo para más tarde y conseguí concentrarme en lo que realmente me concernía. Puse la espalda recta y analicé la situación. Miré al pequeño y le sonreí asintiendo con la cabeza mientras me agachaba con los brazos abiertos, para recibirle en un amplio abrazo.

Blair no se consideraba una persona excesivamente valiente, apreciaba su propia seguridad lo necesario como para evitar situaciones que pudieran tornarse peligrosas, esta no era una de las  situaciones, así que una vez que dejábamos aparte la premisa de no arriesgar la vida, retomábamos otras, como la falta de sentido común. Que era peligroso llevar armas en una sala de control llena de aparatos electrónicos que mantenían a robots homicidas y quien sabe que otras cosas fuera del recinto en el que se encontraban era algo que sabía hasta un niño pequeño, que aquellos dos idiotas tardaran tanto en darse cuenta hizo que Blair pusiera los ojos en blanco de pura desesperación. Un gesto que se cortó en seco cuando descubrió cuales eran las auténticas intenciones de Gyrich. Por un momento estuvo a punto de hacer algo estúpido, pero sabiendo cual era la opinión popular acerca de los mutantes, era probable que el tiro le saliera por la culata, así que simplemente envió aquella información al profesor y a los miembros del equipo de Planaria que estaban fuera del edificio, sin lugar a dudas aquello era algo muy jugoso y contenía demasiada información como para tratarlo a la ligera.

- Henry Peter Gyrich. Es usted un hijo de la gran puta, y tenga siempre presente algo que me decía mi abuelo. “Quien siembra vientos, recoge tempestades” Algún día, todo esto se volverá contra usted de la forma más desagradable.

Blair en aquel momento puso aquellos documentos confidenciales en las grandes pantallas de la sala, todos y cada uno de los ordenadores de allí mostraba lo mismo. Como esos pequeños robots homicidas que aquellos científicos habían creado esperando que hicieran las ciudades más seguras, realmente eran un proyecto secreto de caza y eliminación de mutantes. Si en aquellos días había tenido alguna duda de porque había aceptado la oferta de Scott, allí, tenía la respuesta a todas sus preguntas. Se había unidos a los x-men por cosas como aquella, por hombres como él, porque las únicas soluciones con hombres como Gyrich eran encerrarlos de por vida o meterles una bala en la cabeza, pero la segunda opción sólo la haría rebajarse a su propio nivel.