Elektra Natchios Marvel Universe
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Ficha de Personaje Alias: Elektra Nombre real: Elektra Natchios Universo: Marvel
| Tema: Prueba de rol de Elektra Natchios 21st Mayo 2015, 03:30 | |
| - Nota aclaratoria:
He utilizado el prólogo del número 1 de la serie regular de Elektra del año 2001-2004 porque en su momento me pareció una introducción fabulosa para el personaje. Las descripciones son mías, ya que los cómics, como suele ser habitual en Elektra, son sólo imágen y diálogo, y he añadido más cosas, ya que en el prólogo original sólamente cuenta hasta el momento en el que La Mano la resucita, que pertenece al arco original de Daredevil, pero yo he querido meterle todos los acontecimientos que le suceden después, incluyendo la saga de los noventa y la de los 2000. Lo que le pide al policía al final también es mío. Vamos, que he cogido la intro de los 2000 y la he ampliado y mejorado, espero que sirva, pero me pareció la mejor manera de introducirla.
Dicen de Nueva York que es la ciudad que nunca duerme, y quizá eso sea verdad en Manhattan, pero aquí, en éste tranquilo barrio residencial de la zona norte de Queens, la gente duerme pacíficamente sin pensar en la sombra de la muerte que se desplaza con agilidad sobre sus cabezas.
La sombra se detuvo ante el patio trasero de una casa concreta, una que tenía un triciclo rojo y una muñeca sin recoger en el jardín. Saltó la valla, tan grácil y etérea como si realmente no tuviera sustancia y subió las escaleras que comunicaban con la cocina.
El cerrojo no fue nada para ella. La luz de la luna se filtraba por la ventana iluminando un clásico enlosado a recuadros alternos. La pila del lavabo estaba atiborrada de cacharros sucios, y aunque en el suelo había un comedero y un bebedero (vacío), ningún animal acudió a recibirla.
En el salón no quedaban prácticamente muebles, por lo que el hombre dormía la mona tumbado a lo largo de un taburete rectangular plegable, de los que normalmente se solían colocar en el jardín. El suelo estaba plagado de latas de cerveza y botellas de vino junto con zapatos, ropa y cajas de pizza vacías. A un lado, también en el suelo, había un acuerdo de divorcio recientemente firmado. Apestaba a alcohol.
Se acercó al hombre que roncaba ruidosamente sobre el taburete plegable y una sombra alargada de tres puntas (una de ellas considerablemente más larga que las otras dos) se dibujó sobre su figura.
La afilada punta del sai se apoyó cuidadosamente sobre la mejilla del hombre y trazó un arañazo superficial sobre su rostro. Los ronquidos se interrumpieron de manera abrupta y el hombre se incorporó con sobresalto.
- ¡Ughn! Malditas chinches... -masculló llevándose la mano a la mejilla-. Ay... ¿Qué porras es ésto?
Alzó la humedad que se filtraba entre sus dedos hacia la luz y distinguió el brillo carmesí de la sangre.
- ¡¡Aaahh!! -gritó, asustado, mirando con nerviosismo a su alrededor-. ¿Quién dia...? ¿Quién...? -se interrumpió en seco cuando la punta del sai se detuvo a escasos centímetros de su rostro-. ¿Qué... qué es esto? -tartamudeó-. ¿Quién... quién eres?
- Me llamo Elektra Natchios -dijo la mujer que se encontraba sentada en el antepecho de la ventana. La luz de la luna quedaba a su espalda y dejaba su rostro sumido en tinieblas, pero su voz era fría y distante como la misma muerte-. Tú mataste a mi padre. Durante un momento el hombre se quedó en blanco, pero no tardó demasiado en recordar el trágico error que le había dejado marcado durante sus primeros años en el cuerpo.
Se trataba de un caso de secuestro con rehenes. Hugo Natchios, el embajador de Grecia en Colombia, y su hija, habían sido secuestrados por un grupo de terroristas en el campus de la universidad. Él y sus compañeros los tenían rodeados en el edificio de la administración, pero entonces, las cosas se torcieron horriblemente.
Más tarde descubrirían que un vigilante enmascarado que posteriormente pasaría a ser conocido como Daredevil había irrumpido en la escena arrojando a uno de los criminales por la ventana del edificio. Pero lo que ellos habían pensado había sido...
- ¡Están matando a los rehenes! -había gritado uno de sus compañeros.
Recordaba la indignación y la furia como si hubiese sucedido ayer.
- ¡Malditos gusanos! -había exclamado él apuntando el arma hacia la ventana-. ¡Sólo necesito un buen blanco! ¡Sólo un buen blanco durante un segundo! ¡Espera! ¿Qué es eso? Veo algo...
El padre de Elektra, sobresaltado por el repentino ataque, se había incorporado de la silla en la que le habían mantenido los secuestradores. Y durante un segundo, un... maldito... segundo... su silueta se había recortado contra la ventana con total claridad. Y él había apretado el gatillo de su arma, tres veces. Con el primer tiro ya estaba muerto. Lo estaba mucho antes de que su cuerpo cayese pesadamente contra el suelo ante la mirada horrorizada de su hija. Recordó que la chica no había llorado. No entonces, ni tampoco durante el entierro. Había tenido el impulso de acercarse para darle el pésame y disculparse, pero... ¿qué habría podido decirle? "Hey, hola, ¿cómo lo llevas? Perdona por haber matado a tu padre". Aunque se le pasó por la cabeza el estúpido pensamiento de que quizás si lo hubiera hecho no la tendría ahora ante él apuntándole con un maldito cuchillo japonés.
- ...Fue un... accidente... -fue lo único que se le ocurrió decir, pero la mujer no pareció prestarle atención.
- Ésta hoja que sostengo -indicó en aquél mismo tono frío e impersonal, desprovisto de cualquier emoción-. He muerto por su extremo.
- ¿Qu-qué?
Está loca, pensó, aterrado. La pobrecilla perdió la cabeza...
- En una pelea por mi vida. Un gran oponente. Cogió mi propia hoja... y me mató con ella. Te lo digo porque quiero que sepas que cada vez que uso ésta hoja... cada vez que la hundo en la carne de un hombre... sé lo que se siente.
- Por favor... -las lágrimas comenzaron a fluir por sus mejillas-. No... no comprendo...
La mujer le miró, impasible, durante un momento.
- Érase una vez... una hermosa princesa... que nunca conoció a su madre pero amaba mucho a su padre. Y cuando lo arrancaron de su lado y se quedó sola, su ira fue grande. Sintió la pena, el miedo y mucha rabia. De golpe se hizo adulta y despertó a la realidad de un mundo caprichoso y cruel. La vida la había tratado a golpes, y a golpes se tendría que defender. Así que huyó. La princesa abandonó su antigua vida y a sus seres queridos y se aventuró en el mundo, buscando un sentido y una meta, buscando guía y aprendizaje. Mas su ira era demasiado grande... y aquellos que la instruyeron la expulsaron al mundo otra vez. Sola. Y su ira encontró un hogar. La convirtió en la guerrera perfecta para la organización denominada La Mano, un culto de los ninja. Guerreros de las Sombras. Asesinos a Sueldo. La entrenaron y la guiaron, pero su camino era el del engaño y el deshonor, e hizo que la ira de la princesa creciera más y más, hasta que ya no pudo soportarlo y huyó de nuevo. Así que la princesa guerrera se convirtió en una ronin y una puta. Una guerrera de alquiler. Vendió sus talentos y su rabia a cualquiera que estuviese dispuesto a comprarlos. Mas descubrió que su vida discurría en ciclos. Que siempre iban y venían los mismos actores. Por muy lejos que huyese, por mucho que aprendiera, el amor de antaño siempre acababa volviendo. Y las deudas que antaño quedaron pendientes... regresaron para atormentarla. Y ni siquiera aquella desilusión final de una muerte de guerrero le dio paz. Porque el camino de los ninja consiste en saber que la vida y la muerte no son sino un vaivén de energía. La princesa fue devuelta a la vida. Rescatada del Lugar sin Nombre... para acabar una lucha que ella no empezó.
La mujer hizo una pausa, mirándole fijamente desde las sombras. El hombre no había entendido prácticamente nada de lo que le había contado, y en lo único que era capaz de pensar era en la frase que se repetía una y otra vez en su cabeza...
- ...Fue un accidente...
- Pero esa no es la historia que vine a contarte -continuó ella, inmune a las lágrimas que el hombre vertía.
- ¿Hay... hay más?
- Presta atención.
>>Imagino que a estas alturas ya sabrás que la historia versaba sobre mí... Bien... Me he pasado la vida siendo la novia de alguien... la hija de alguien... la estudiante de alguien... la esclava de alguien... la víctima de alguien... la angustia de alguien. Muchas veces he tratado de ser algo más. A los nueve, soñé con ser bailarina, pero requería un tipo de equilibrio que por aquél entonces no poseía. A los diecinueve, estudié secretamente pintura de figuras a espaldas de mi padre. Pero nunca pude ver más allá de la piel y los músculos de los modelos. Todas mis clases acababan con lienzos semidesnudos marcados por miembros torcidos y rostros deformados. Incluso jugué a ser una heroína. Y una persona murió. Un hombre bueno. Sólo porque tuve la pretensión de llevar una vida normal y otros terminaron pagando por mis pecados.
La mujer le tendió entonces un recorte de periódico de hacía tres años. El artículo hablaba de la muerte de tres ejecutivos adinerados y muy conocidos que habían sido asesinados de manera salvaje coincidiendo con el modus operandi habitual de Elektra, quien por entonces se ganaba la vida como bailarina profesional. A continuación le mostró un nuevo artículo, éste del Daily Bugle, hablando sobre una matanza similar, y mostraba una imagen en blanco y negro de una mujer entrando en el edificio poco antes de la masacre. Había otro recorte más, éste en un edificio de oficinas perteneciente a la Babylon Towers Construction and Demolition Corporation. Más de diez muertos entre los que se encontraba Tommy Tiparillo, presidente de la compañía y uno de los jefes más importantes de la mafia italiana en Nueva York. - Recuerdo ésto -musitó el hombre-. Por aquél entonces tu cara aparecía en todos los telediarios. Estabas en busca y captura por la Interpol, el FBI, la CIA y SHIELD... Testigos presenciales te situaron en la escena de la destrucción del dojo de un famoso boxeador. El hombre acabó en coma y creo que murió poco después.
El rostro de Elektra continuaba en las sombras, pero cuando habló en respuesta a las palabras del hombre, su voz sonó aún más dura de lo habitual.
- El dojo estaba bajo mi protección -replicó en tono gélido-. El hombre que murió... McKinley Stewart... era mi amigo, mi amante. No fui yo. La Mano entrenó a una asesina para que se hiciera pasar por mí. Incendiaron mi apartamento, atacaron a mis amigos. Asesinaron a Mac y me incriminaron a mí. Acabé perseguida por la mafia, La Mano, la policía y SHIELD. Me vi obligada a huir. Y lo intenté de nuevo. Traté de volver a empezar, porque el ser humano, según dicen, es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y la historia se repitió. Una vez más, un hombre bueno que me amaba murió a causa de mi egoismo. Una vez más, La Mano siguió mis pasos y destruyó todo y a todos los que me rodeaban. Y comprendí que no tenía sentido perdonar la vida a la gente que estaba determinada a matarme. Comprendí que la muerte era necesaria. Por esa razón, no soy más una hija o una amante; víctima o estudiante o esclava. Soy, y siempre seré... la asesina de alguien.
- No... no lo comprendo. ¿Por qué me cuentas todo esto?
- Porque quiero mi vida de vuelta. Ya no pienso seguir huyendo.
- Pero... todo ésto ocurrió hace tres años. ¿Por qué ahora?
- Porque he matado a los líderes de La Mano, y he destruido también al Gremio de Asesinos para acabar con el contrato que pesaba sobre mi cabeza. Los he matado a todos. La Mano resurgirá, por supuesto... La Mano siempre resurge. Pero les costará años reparar el daño que les he hecho. Lo único que me queda es limpiar mi honor, pero no puedo hacerlo porque a día de hoy me ha sido imposible localizar a la asesina que La Mano utilizó para matar en mi nombre. Y sin ella, es mi palabra contra mi reputación. Tú sabes lo que es eso. Te necesito para que elimines cualquier prueba o evidencia en los archivos de la policía que pueda existir sobre mí. Y sé que lo harás porque tú eres la única persona en éste mundo en quien sé que puedo confiar.
El hombre la observó, atónito, mientras ella devolvía el sai a las fundas que tenía para ello en los muslos.
- ¿P-por qué?
Ella le miró fijamente desde las sombras.
- Porque compartimos un vínculo trágico y sé que nunca lo traicionarás. Porque me lo debes. ¿Estás de acuerdo?
- Sí.
Lo que se había comprometido a hacer era ilegal, pero... ¿qué otra cosa podía decir? Después de todo, él había sido el principal responsable de todas las tragedias por las que aquella mujer había tenido que pasar a lo largo de su joven vida. Además, por alguna extraña razón la creía cuando decía que ella no había sido la responsable de lo que había sucedido. ¿Por qué iba a mentirle, cuando había sido sincera en todo lo demás? Elektra asintió.
- Sé que no me defraudarás.
Y, tras decir ésto, se puso en pie y realizó una inclinación tradicional al estilo oriental ante el hombre en señal de agradecimiento y respeto.
Las luces del alba despuntaban ya sobre la ciudad cuando la mujer abandonó finalmente la casa. Un nuevo día se alzaba sobre Nueva York.
Una nueva vida.
Una nueva oportunidad. | |
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Dick Grayson DC Universe
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Mensajes : 2393 Fecha de inscripción : 12/11/2013 Localización : Blüdhaven Empleo /Ocio : Heredero de Industrias Wayne Humor : ¿Alguna pelirroja por ahí?
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