Cuando en Gotham sale el sol [Stephanie Brown - 21/04/2018]

No, no pasaron tantas horas. Y no, desde luego, la luna no se encontró a nadie desnudo al amanecer. Ya era al amanecer, tan sólo brillaba el Sol y, por supuesto, allí no había nadie desnudo. Tan sólo él, enfundado en su traje. O eso pensaba.

Pero los minutos pasaban, y no había rastro de Batman. El Caballero Oscuro tenía esa bien merecida fama de aparecer y desaparecer en apenas un instante, sin que nadie, ni siquiera él, tuviera facilidades para darse cuenta de ello. Pero también contaba con una más que excelente reputación, y era la de su puntualidad. Batman nunca llegaba tarde, ni pronto; llegaba exactamente cuando se lo proponía. Y si había citado a Clark a las nueve y media, estaría a las nueve y media. Pero el reloj ya marcaba las diez, y no había ni rastro de él; no estaba seguro de si preocuparse, frustrarse o decidir que le habían gastado alguna clase de broma.

Entonces sí; se le pasó por la cabeza pensar que, quizá, el mensaje no provenía de él. ¿Una broma de mal gusto? ¿Una trampa? Lo primero, en todo caso; las trampas no se retrasaban media hora del momento fijado en la cita. Emitiendo un suspiro desalentador como señal del tiempo que estaba perdiendo, decidió emplear la visión de Rayos X para recorrer el edificio y el espacio circundante; con un poco de suerte, captaría a Batman volando hacia él, o subiendo por el edificio. Y fue entonces cuando lo vio. No a Batman, sino una figura más menuda, de proporciones femeninas, mucho más juveniles, escondida en las escaleras de acceso a la azotea.

No pudo evitar atar cabos, claro. ¿Sería aquella persona, quien quiera que fuese, la que le había hecho ir hasta allí? Y, si lo era, ¿por qué se escondía? ¿A qué estaba esperando? Sólo había una manera de averiguarlo, claro. Caminó con todo el silencio que podía permitirse, con tranquilidad, hasta el primer escalón, contemplando impasible, desde lo alto, a la figura agazapada. Una muchacha que, por cierto, llevaba traje. ¿Una más para la Batfamilia? ¿Una imitadora, tal vez? Prefería no sacar sus propias conclusiones.

- Tú... no eres Batman -Si se concediera un premio anual a las mayores evidencias representadas en palabras, probablemente él fuera un candidato potencial.

Pero era cierto. No se trataba de Batman. Él había acudido allí a propósito para ver a su compañero, empujado por la curiosidad y la necesidad de resolver algo juntos. Pero, de pronto, se había topado con tiempo perdido en el aire, Batman no había aparecido y Clark empezaba a replantearse la fiabilidad de aquel mensaje. Las jugarretas le ponían de mal humor, especialmente las que provenían de desconocidos.

Y él no conocía a aquella muchacha. Así que os podéis hacer una idea de la mirada tan "amistosa" que le dedicó, impregnada de un silencio que exigía explicaciones.

Sí, estaba claro que se trataba de una chica. Una chica joven. ¿Adolescente, tal vez? No podría afirmarlo con exactitud, teniendo en cuenta lo más bien poco, o nada, que su vestimenta le permitía ver. Estaba enfundada, ahora que lo pensaba, en un traje que más bien parecía de ladrona que de heroína, pero se esforzó en no prejuzgar. Tan joven... ¿Por qué esperar algo malo? Quizá sólo estuviera en el lugar y momento equivocados, por muy extraño que sea confundirse de lugar y terminar "por error" en la azotea de la comisaría de Gotham.

Pero, de un momento a otro, no pudo pensar nada malo, se evaporó de su cabeza cualquier rastro de sospecha. ¿Por qué? Por su reacción. Se había quedado helada, totalmente congelada, como si la mismísima Medusa se hubiese plantado ante ella y ambas hubieran intercambiado una intensa mirada. Clark había aprendido, con el paso de los años, a diferenciar cuándo una parálisis era provocada por el conocimiento de causa de haber sido descubierto con las manos en la masa y cuándo no. Y no era el caso, no; sin necesidad de emplear su visión especial casi podría jurar que la expresión de su rostro escondido era la de "OH DIOS MÍO, ES SUPERMAN". Para bien o para mal, estaba familiarizado con esa clase de acogida.

Su frívola mirada se apagó de un momento a otro, como si él mismo hubiera disparado su láser ocular contra un cubito de hielo, y casi llegó a esbozar una pequeña sonrisa, ahí, justo en la comisura de sus aparentemente pétreos labios. Su mera presencia la había petrificado. ¿Por qué estaba allí? ¿Tendría o no realmente algo que ver con quien le hubiera enviado aquel mensaje, uno que dudaba más que realmente proviniera de Bruce Wayne cuanto más lo pensaba?

No importaba.

No importaba porque allí, plantada ante él, un par de escalones más abajo, latía con fuerza y gran velocidad el corazón de una chica que había soñado mil veces con el momento en el que, por fin, poder ver a Superman en carne y hueso. No necesitaba leerle la mente -si pudiera hacerlo, que no era el caso- para estar convencido de ello; había visto a demasiados en esa situación como para no reconocerla cuando la tenía delante, aunque se le hacía inusual que fuera con una sola persona, cara a cara, de tú a tú. Pero aquel tartamudeo representaba la prueba infalible de que estaba en lo cierto.

Bien podría haber sacado pecho y llenarse de orgullo, pero no fue así, claro. Él no era así. En cierto modo, le enternía el corazón. Entendía, hasta un punto, esa fascinación por él. No me entendáis mal, no es que se lo tuviera creído. Pero sabía muy bien lo que él representaba para gran parte de la humanidad: fortaleza, justicia, un modelo a seguir. Agradecía todo ello porque, en parte, neutralizaba el minoritario ideal que le etiquetaba como lo que también era: un extraterrestre. Un bicho raro. De alguna manera, un monstruo.

¿Spoiler? ¿Se llamaba Spoiler? Eso creyó, pero incluso con su capacidad auditiva se le hizo difícil de entender.
- ¿Tu nombre... es secreto? -seguramente se tratase de un apodo, pero pensó que, quizá, una pequeña broma como aquella le ayudaría a calmarse un poco y hablar con propiedad- ¿Cómo te llamas? O cómo quieres que te llame. No tienes por qué desvelarme tu identidad si no quieres, lo entendería bastante bien -y es que él, mejor que nadie, sabía lo que era eso, aunque una pequeña parte de su ser, aquella en la que aún dominaba algo de hipocresía, le sugirió que él tendría mucho más que perder que una chiquilla si el mundo conocía el nombre que se ocultaba detrás del traje azul y rojo.

¿Para qué negarlo? La repentina agudeza de la voz de la muchacha le terminó de ablandar el corazón: eran los nervios los que hablaban, no ella. Menuda le soltó en un momento sobre los vigilantes, como si pensara que él, que Superman, precisamente Superman, no sabría nada sobre ellos y tuviera que explicárselo. Pero de nada serviría intentar detenerla; daba la sensación de ser una de esas personas que, cuando cogían carrerilla, nadie las paraba. Ni siquiera él. Ni siquiera Flash. Porque, ¿cuál de los dos era más rápido?

En la teoría -y en la práctica, aunque nunca fuese a admitirlo-, lo era Allen. A fin de cuentas él había desarrollado muchas otras habilidades, mientras que su compañero de la Liga centraba todos sus esfuerzos en sacar provecho de su velocidad más que sobrehumana. Eso no había evitado, de igual manera, que ambos compitieran en más de una ocasión a través de duelos tales como "¿quién llegará primero de Texas a la frontera canadiense?" o "si empezamos a dar vueltas en torno a la misma manzana de la ciudad, empezando cada uno en una esquina opuesta, ¿quién alcanzará a quién?". Diana le había insistido en que sus victorias habían sido provocadas por la humildad de Allen al dejarse vencer por él y así no humillar su gozo, pero Clark se evadía de semejante realidad.

- Veo que te lo tomas con seriedad, eso es importante -trató de esconder una sonrisa que delataba la gracia que le provocaba la situación, pero no estaba muy seguro de haberlo conseguido-. ¿Y qué, es duro ju.. dedicar parte de tu vida a esto? ¿Te gusta lo que haces? Porque todo el mundo puede ponerse un disfraz, pero no todos saben tomarse esto en serio. Recuerda que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

¿Y él qué hacía dándole lecciones de moralidad heroica a la pobre muchacha? A medida que hablaban, una idea muy esquiva iba apartándose peligrosamente de sus pensamientos: si ella no tenía nada que ver... ¿Quién le había enviado aquel misterioso mensaje, y por qué?

Por suerte, fue ella la que se aseguró de recordárselo. Clark frunció el ceño, clavando la mirada en el amplio horizonte de edificios que se abrían ante ellos sin verlos realmente, perdido en sus pensamientos. La muchacha tenía razón. Pero, entonces, ¿quién..?
- Espera aquí.
Norma número uno de la Liga de la Justicia: mantén a los demás a salvo. Esa era la regla fundamental, la maestra, la norma sobre las demás normas: un héroe, un protector de la humanidad, un guardián de la justicia, jamás tomaba ninguna decisión que comprometiera la seguridad de una vida inocente.

Dándole la espalda a la autoproclamada Spoiler, se alejó caminando por la azotea, con la capa roja ondeando con ligereza a su espalda. Una vez ubicado en el centro mismo del lugar, activó su visión de Rayos X y evaluó lo que veía, pero no detectaba mucho más que a ella en las escaleras y unos cuantos agendes haciendo sus tareas -o no- en el interior del edificio. De primeras no le pareció encontrar nada sospechoso. Pero entonces...

¿Qué había sido aquello? ¿Gritos? ¿Voces de alarma? Justo bajo sus... ¿La comisaría? ¿Cómo se le pudo haber pasado? Atravesó los muros de nuevo con su mirada; el suceso parecía haber tenido lugar en la segunda o en la tercera planta; numerosos cuerpos yacían inertes sobre el suelo, y varias personas corrían. En otra estancia había un par de hombres, armados, apuntando a... ¿Rehenes?
Recordó lo que Spoiler le había mencionado unos instantes atrás: Batman no salía de día, mucho menos por la mañana. Tenía gracia que una chica desconocida y misteriosa necesitase recordarle el modus operandi de una de las personas que mejor conocía en el mundo, ¿verdad? Así era él.

Como fuera, las circunstancias habían cambiado. Olvidándose por completo de la muchacha por el momento, despegó, esquivó el muro de la azotea y cayó en picado para, acto seguido, atravesar limpiamente una ventana, adentrándose en el edificio. ¿Sería aquello parte de lo que Batman siempre denominaba "el pan de Gotham de cada día"?
Justo en el instante en el que Superman atravesó la ventana, otra sorpresa le aguardaba allí dentro, y el edificio entero se sacudió con volencia cuando estalló el rugido de una explosión y el humo comenzó a emerger con espesura a través del hueco que había quedado donde, antes de la entrada de Clark, estuviera el cristal.

La bomba le estalló en la cara... Literalmente. Y las risas acompañaron al estruendo.

Evidentemente, no le hizo el más mínimo efecto, más allá de unos ligeros arañazos en el traje y algo de ceniza en el pelo. Quienes quiera que estuviesen urdiendo el ataque estarían esperando a Batman, seguramente, y dejarle fuera de combate sería su máxima prioridad para poner en marcha de forma satisfactoria cualquiera que fuese el plan que tuvieran en mente. Pero, cual épica escena de batalla decisiva de una serie de animación japonesa, cuando la densa y oscura humareda se disipó, ahí seguía él, erguido, con los brazos cruzados, la mirada amenazadora... Muy amenazadora. No le habían hecho nada, y probablemente se tratase de unos maleantes de poca monta, pero que le explotaran algo en la cara no solía ponerle de muy buen humor.

- Hagan el favor de deponer las armas, y nadie... -¿"saldrá herido"? Jamás llegarían a conocer el final de aquellas palabras, porque uno de los tres encapuchados que le prestaban atención comencó a disparar con el fusil con que iba armado. Conteniendo un suspiro, Clark se valió de su supervelocidad para torear las balas y dejar fuera de combate rápidamente a los tres: al primero le estampó contra el techo, al segundo le golpeó en la nuca dejándole por los suelos, y al tercero lo lanzó contra la pared, aunque no apuntó del todo bien y el pobre tipo salió disparado contra una de las puertas de emergencia, abriéndola con violencia y saliendo disparado. Superman despegó a gran velocidad, saliendo tras él y atrapándolo antes de que se precipitara contra el vacío- No es a ti a quien debería estar salvando -masculló, volviendo a entrar a gran velocidad por la misma puerta después de distinguir a Spoiler cerca de ella con la mirada, pero prefirió no hacer nada al respecto.

Dejó al ahora inconsciente tercer delincuente en el suelo y volvió a repasar rápidamente con la mirada, localizando la sala, en el nivel inferior, en la que un par más custiodaban un grupo de rehenes.

Sus intenciones fueron claras: acabar con todo aquello ya mismo. Por lo que sabía, los delincuentes medios de Gotham no poseían ninguna habilidad relevante, y poco o nada tenían que hacer contra el Hombre de Acero. Bruce debería agradecerle alguna vez sus fortuitas visitas con una buena copa de Bourbon, o algo así.

Bajó las escaleras a la velocidad del rayo y, sin avisar ni perder el tiempo, se lanzó contra el primero de los dos. Y sí, se lo llevó por delante, pero... En el momento en que ambos impactaron contra la pared, Clark comenzó a sentirse débil, a notar una intensa y casi inaguantable punzada de dolor en la mano. La apartó con violencia de la muñeca del tipo al que estaba sujetando, descubriendo así una pulsera con una joya engarzada.
Una joya verde.

- ¿Qué te parece? El jefe tenía razón -se burló el otro, aproximándose. El otro había quedado inconsciente por el golpe, pero él comenzaba a sentirse más débil bajo las incrédulas y atemorizadas miradas de los rehenes. Se tambaleó, tratando de alejarse lo máximo posible, pero el único de los "malos" que quedaba en pie le cortó el paso, mostrándole su propia pulsera.

- Me estás tomando el pelo... -pero no, no lo hacía. ¿Y sabéis otra cosa que no era ninguna broma? El golpe directo que recibió en media cara con la culata del arma que portaba aquel tipo mientras se preguntaba cómo se las habrían arreglado cuatro hombres para prácticamente tomar el control de la comisaría de Gotham. Algo extraño estaba sucediendo alí...

El efecto de la kryptonita, en realidad, no había sido tan intenso; a fin de cuentas no eran más que dos pulseras con un minúsculo fragmento cada una, pero dos fragmentos eran más que suficientes para mermar sus fuerzas, más aún si había establecido contacto físico directo involuntario con uno de ellos. Por eso el golpe le pilló por sorpresa, y le dejó un tanto... Fuera de lugar. El desequilibrio del momento le lanzó contra el suelo y, apenas le dio tiempo a recomponerse, la habitación se llenó de humo después de que una voz que le sonó conocida interrumpiese su propia y fallida entrada triunfal.

- ¿Sp..? -tosió; tratando de volver en sí. Aquella era una sensación extraña, a medio camino entre el malestar general, el mareo y un intenso dolor de cabeza. No iba a peor, pero tampoco a mejor; a fin de cuentas, seguía compartiendo sala con dos pulseras de kryptonita.

Estaba, en definitiva, a medio camino entre el luchar por mantenerse consciente y el dejarse llevar por el agotamiento a alguna clase de estado onírico. Normalmente, dos pequeños fragmentos de kryptonita no provocaban un efecto tan fuerte en él, pero el golpe en la cara, y especialmente el hecho de haber ejercido una fuerte presión física directa sobre una de las dos pulseras, había hecho mella en él. Fue entonces cuando notó una punzada en la palma de la mano, como si tuviera algo clavado. ¿Había apretado la pulsera lo suficiente como para llevarse una astilla por el camino? Vaya, aquello sí que era problemático.

No sabía si estaba soñando, ¿vale? Era todo increíblemente confuso. No supo si pasaron segundos, minutos u horas, pero en algún momento un terremoto... ¿Un terremoto? No, claro que no. Era alguien sacudiéndole. Era...
- ¿Spoiler? ¿No te dije que te quedaras..? -"espera aquí". Pero había sido mucho antes de que se colara en el edificio y aquellos dos se la jugaran de aquella manera. ¿Cómo podía ser tan predecible? ¿Sabrían que acudiría él, o se trataba de una mera casualidad? Hasta donde él sabía, las casualidades no existían. Y aquella mañana había actuado de forma muy ridícula, para las medidas de seguridad que solía tomarse. ¿Desde cuándo se había vuelto tan descuidado? ¿Tenía la Colisión algo que ver con ello? Necesitaba investigarlo- Ayúdame a... -"a levantarme". Pero se lo pensó mejor. ¿Quién era aquella muchacha? ¿No estaba allí, desde que se habían encontrado, fascinada con él? ¿Qué clase de imagen estaba dando? Terminó por incorporarse él solo, esquivando la dificultad y el malestar que le provocaba la tediosa presencia del maldito mineral extraterrestre- ¿Te importaría deshacerse de sus pulseras? -habló con tanta calma como pudo aparentar.

Y, poco a poco, fue haciéndose una composición de lugar. Había recibido un mensaje que le había citado allí, en teoría con Batman. Había acudido sin pensárselo dos veces, sin analizar la situación, sin darse cuenta de que no tenía sentido que él, precisamente él, quisiera dejarse ver a la luz del día a esas horas de la mañana. Se había topado con Spoiler. Unos tipos habían asaltado la comisaría de Gotham con una facilidad alarmante, e iban equipados con pulseras de kryptonita. Aquello, de alguna manera, daba lugar a pensar si tendrían alguna relación con el mensaje. ¿Quizá trabajaban para la persona que había enviado ese mensaje, haciéndose pasar por Wayne? No lo descartaba. Tendría que investigarlo.

Echó un vistazo a los rehenes y, valiéndose de su visión láser, liberó sus ataduras.
- Aguardad -les detuvo, viendo sus intenciones de salir corriendo al instante, y echó un vistazo a todo el edificio; no había nadie más. Quizá ahí estaba el misterio: no era que hubiesen tomado la comisaría, sino que no había nadie en ella. ¿Dónde estaban? Clark se volvió hacia la muchacha-. Estamos en vuestra ciudad, Spoiler. Pero estoy prácticamente seguro de que esto es un atentado contra mí, y estoy dispuesto a llegar al final. La pregunta es... ¿Me echarías un cable? Quizá te necesite -Superman no era el superhéroe más dispuesto del mundo a trabajar en compañía, pero había que ser honesto. Aquellas personas conocían su debilidad, y sabían explotarla. No podía arriesgarse a hacerlo solo.

Alergia a las órdenes directas... ¿A quién le recordaba eso? Bueno, en realidad podría elaborar una lista bastante extensa de nombres, pero aquella no era su mayor preocupación en ese momento. Sentía la cabeza un poco pesada aún, así que la sacudió, dolorido, frotándose la nuca mientras sonreía ladino. "Caerle mal a Batman". Eso daba puntos a la muchacha; ese hombre tenía la curiosa manía de despreciar a sus aliados y respetar a sus enemigos. Igual tendría que hacérselo mirar.

Prefirió no responder nada a aquella atolondrada confesión que, todo sea dicho, le alegró el día; no había nada como unas risas internas para aliviar la tensión provocada por la cercanía de unos fragmentos de kryptonita de los que la eficiente vigilante de Gotham en prácticas ya se estaba encargando. Se la quedó mirando cuando le hizo esa pregunta. ¿Lo decía en serio? ¿Tirarlas por la ventana? Casi se echó a reír. La última vez que se le ocurrió hacer algo así cayeron en manos de un tipo que...
Bueno, dejemos esa historia para otro momento.
- ¿Me harías un favor? Guárdalos donde no pueda verlos ni puedan afectarme, y asegúrate de que lleguen a Br... A Batman -jamás habría imaginado que se escucharía a sí mismo pronunciar aquellas palabras. Esa forma de actuar correspondía a Diana, ¿desde cuándo le cedía kryptonita a Wayne por voluntad propia? Quizá la situación lo mereciese.

Analizó, entonces, la situación. Las posibilidades. ¿Cómo averiguar quién había detrás de aquello? La ausencia del cuerpo policial de Gotham, los matones con las pulseras de kryptonita... Parecía un escenario planteado para atraparle allí. Y, sin embargo, no había nada más. ¿O sí? Tendrían que estar alerta. Pero, hasta entonces, buscaría las respuestas por sus propios medios.
- ¿Podrías calmar a los rehenes y sacarlos de aquí? Voy a ver si averiguo algo -por supuesto, no le dio una orden directa; había aprendido la lección, y no tenía tiempo para ponerse a discutir con ella sobre esa actitud que, a fin de cuentas, en ocasiones también adoptaba él, aunque eso también tenía que ver, en buena parte, con que Superman no iba a estar a las órdenes de cualquiera-. Cuando acabes, reúnete conmigo arriba. Vamos a ver si le sacamos algo a estos matones -y algo le decía que les iba a llevar un rato.

Cogió a los dos que allí había, ya inconscientes, uno con cada mano, y dedicándole una última mirada a Spoiler, salió de allí a toda velocidad, llegando a la azotea, y dejó a los dos pobres diablos. Bajó a la planta inferior e hizo lo mismo con los tres que había noqueado al principio, los artífices de la explosión. Y, entonces, volvió a subir, y con los brazos en jarras contempló el lamentable aspecto que presentaban aquellos burdos Cinco Fantásticos, dejando que fuesen despertando mientras Spoiler regresaba. Huelga decir que estaban todos atados de pies y manos.

Poco a poco... Muy poco a poco, aquellos hombres fueron volviendo en sí. Eran sólo eso, hombres; en una situación así, requería de esa fortaleza de pensamiento para evitar caer en la realidad de que dos delincuentes de poca monta habían estado a punto de neutralizarle; no era la primera vez que la inesperada presencia de la kryptonita le ponía en jaque, pero a aquello no se acostumbraba nunca. El dolor era demasiado intenso, y la sensación de impotencia también.

El primero en abrir los ojos fue el que había intentado eliminarle con el fusil tras su entrada por la ventana; una acción poco inteligente si se pretendía emplear contra nada menos que el Hombre de Acero, pero eso él no tenía por qué saberlo.

- Bueno, bueno. ¿Qué os traéis entre manos? Cuéntame -evidentemente, no le contó nada; se limitó a devolverle vagamente la mirada, aturdido aún. Bien podía estar mirándole fijamente, bien podía ser ese tipo al que las balas no le habían hecho nada, pero las personas en general, una vez capturadas y a merced de otras, trataban de mantenerse fuertes y perseverar en el ideal de que no le harían daño, de que todo serían faroles. Ante la impotencia física, recurrían a la fortaleza mental, que en unas ocasiones sería de mayor utilidad que en otras. No negaba que reconocía el valor de una actitud semejante que no podría adoptar cualquiera, pero...

Pero él no buscaba hacer daño. No buscaba forzar una respuesta. Pero tampoco se iba a quedar de brazos cruzados, y haría lo que fuese necesario, hasta ciertos límites morales.

La ausencia de los agentes. La kryptonita. El mensaje que le había conducido hasta allí. Era demasiado extraño, como un caso sin resolver: ni siquiera sabía a qué habían ido allí, porque lo único que habían hecho era explotar una pequeña bomba y agrupar rehenes.
- Tengo todo el día. ¿Tú también? Maravilloso. Veremos qué dicen tus amigos -y, en ese momento, Spoiler hizo una entrada triunfal en la azotea valiéndose del bat... Es decir, de su garfio, supuso-. Pues no lo tengo muy claro, no les veo muy dispuestos a cooperar. ¿Y tú?

Se cruzó de brazos, dando un paso atrás: aquello podría ser divertido. Entre las aptitudes de Superman nunca habían destacado los interrogatorios o, al menos, no aquellos conducidos por algo más que fuerza bruta, pero Batman y sus allegados sí parecían poseer ese don, así que le concedió el beneficio de la duda. A fin de cuentas le había pedido ayuda y, aunque todo apuntaba a que aquel asunto terminaba en la azotea del GCPD, sentía curiosidad por verla en acción. Aquella muchacha tenía potencial, ganas e iniciativa y, por lo que había notado en aquel rato, le faltaba disciplina y seriedad, pero quizá ese fuese su mayor punto fuerte.

¿Cómo se diría? Spoiler, el proyecto de vigilante de Gotham, "tenía chispa".