¡Por la izquierda! (Steve Rogers)

Ahh... sí que hacía buen día ese sábado. Estaba yo en el monte para hacer un poco de deporte: senderismo, running tal vez. El sitio era precioso (a pesar de la neblina de las 6 am.), y podía sentir el verde de los árboles, los arbustos, cómo respiraba la naturaleza y me brindaba ese oxígeno tan puro que sólo se encuentra lejos de la ciudad. Había pájaros allá a lo lejos que no fui capaz de distinguir, y otros tantos que sí, como las águilas. Había también pequeños roedores escurridizos y muy tímidos, como un grupillo de ardillas que comían juntas. El tiempo era muy agradable, hacía un poco de fresco pero pronto cuando saliera el sol la cosa cambiaría y el ambiente empezaría a calentarse. Preparada con mi ropa de deporte que constaba de un top negro, un short negro también y unas zapatillas adecuadas al terreno, me puse mis cascos y comencé a estirar. Poquito a poquito entré en calor y estaba lista para empezar a correr.

Comencé con calma, a un ritmo bajo, controlando la respiración y disfrutando de las maravillas que ofrece el amanecer en ese lugar. Al cabo de quince minutos aceleré y me dediqué a correr a una gran intensidad. Tenía que desfogarme de algún modo todo el estrés y el poco movimiento que me daba Arkham. Así estuve otros treinta minutos y paré porque necesitaba el descanso. Estaba realmente cansada, pero me sentía fenomenal. Estiré músculo por músculo y los relajé brevemente, para seguir entrenando haciendo senderismo, y más tarde recorrer el camino de vuelta corriendo. Mientras volvía vi a lo lejos a un hombre que se dirigía hacía mí. Era alto, rubio, con el cuerpo trabajado... y corría muy... muy rápido. Parecía... ¿Capitán América? AY DIOS, actúa con normalidad cuando pase a tu lado. Todo está bien, tú estás bien. Todo sea dicho: Lilith no vivía en una cueva, y conocía de sobra la identidad del Capitán, y le admiraba desde que lo conoció hacía unos años. Le estaba agradecida por la ayuda que aportaba al país y eso le hacía actuar un poco como una fanática. Pero no lo era, y tenía que hacerle creer a él que no lo era.

Se acercaba el momento, ¿qué iba a decirle? Pensé en sonreír bajando la cabeza como en señal de que le reconocí pero no quería molestarle, pero bueno, sólo se vive una vez. O en su caso, muchos años.

-Hola- le saludé con normalidad, entre jadeos por estar corriendo. Me sonrojé, pero en general me salió muy casual. ¡Bien! He saludado al Capitán y me ha mirado. Pero qué forma de pensar más idiota, Belmont. ¿Cuántos años tienes? ¿Doce?

Las balas de los alemanes silbaban mis oídos y cada compañero que salía de la trinchera era impactado dejando salpicado de sangre todo el lugar, aquellos que conseguían salir no tardaban en ser abatidos por los francotiradores. Los pocos mas cercanos a mi eran los únicos que escuchaban mis ordenes en quedarse a cubierto, los disparos y las explosiones hacían una comunicación muy difícil. Los refuerzos no tardaron en llegar desde el aire, aviones con paracaidistas llegaron al apoyo y ese infierno se convirtió en algo peor. Ganamos esa batalla, pero con un alto precio.

Sacudí la cabeza para olvidar todos esos recuerdos, las caras de cada uno de los compañeros caídos en guerra. Había perdido la noción del tiempo con mis pensamientos y no sabía cuantas horas llevaba corriendo, aún no notaba cansancio. Cada mañana la misma historia, salía a correr para no soñar pero entonces los malos recuerdos me invadían. Golpeé con los puños al aire cual saco de boxeo con ira.

Normalmente salía por el High Park, me gustaba el lugar, era tranquilo y verde, pero esta vez había preferido cambiar, salir fuera de la ciudad a respirar aire de montaña y alejarme de la sociedad. Pero pensar que no me cruzaría con nadie fue un error. Aquella chica de pelo rosado en la lejanía creía conocerla, la había visto antes.

-¡Buenos días! - Respondí a su saludo mientras bajaba mi ritmo. - ¿Lilith, verdad? - Me había cruzado con ella alguna vez en el helitransporte y, sino recordaba mal, había estado con los X-men.

El Capitán me devolvió el saludo mientras bajaba el ritmo, y para mi sorpresa, dijo algo que me rompió los esquemas en dos. - ¿Lilith, verdad?

¡¿El Capitán América, Steve Rogers, me conocía?! ¿De qué? Mi cara debió ser un cuadro, porque me quedé más blanca aún de lo que ya era y dejé de correr casi de golpe. Mientras recuperaba el aliento me giré hacia él. -¿Me conoces?- evidentemente no era la mejor pregunta, pero fue lo primero que salió de mi boca en aquel momento. Mientras esperaba una respuesta coloqué mis manos en mi cintura y ayudé a mis pulmones a hincharse de oxígeno, para evitar que se me llenara el estómago de aire por respirar mal y acabar más cansada aún. Pensé en por qué me conocía, pero quizá tuvo algún trato con los X-Men mientras yo rondaba la Mansión, pero realmente no alcanzaba a recordarle cerca de mí.

Estaba realmente exhausta y necesitaba agua e hidratarme. Después de esta futura conversación con Steve, me iría a reponer fuerzas. O quizá le dijera que viniera, ¿me atrevería?