Magia, sangre, heroína y pasión (Promethea) (Post-Omega)

26 de enero de 2019, 01:00 a.m.

John llevaba dos días sin dormir, desde la reunión que había convocado aquel tipo, el tal Stephen Extraño, el inglés había estado indagando y buscando datos sobre todos los que allí habían hecho acto de presencia, seleccionando información de los últimos meses e interconectándola para intentar sacar algo en claro, era obvio que la magia se veía afectada, pero no podía ser solo debido a la colisión ,es decir, si fuese así, ya se habrían acabado los efectos y todo se habría equilibrado, eso significaba que algo grande, feo y malo, probablemente estaba nutriéndose de la magia.

El cuarto del mago estaba totalmente desordenado, ropa, objetos de todo tipo, mapas, todo estaba tirado por el suelo sin ningún orden, también habían un par de botellas de whiskey abiertas y vacías rodando por el suelo del cuarto: - Que puede ser…- Susurró para sí mismo mientras observaba fijamente la pared del dormitorio que estaba frente a él, totalmente concentrado en la tarea, como si algo muy interesante se fuese a dibujar allí en cualquier momento, pero nada, nada de nada, al mago no se le ocurría una solución.

Se desplomó en el suelo de culo y apoyó la espalda en el borde de su cama, que era lo único intacto del cuarto, debido a que no la había utilizado, un cigarro reposaba en los labios del mago, formando una fina columna de humo que ascendía lentamente hasta el techo, John llevaba la misma ropa que en la reunión, a excepción de la gabardina, que estaba sobre el escritorio del cuarto, llevaba la camisa medio abierta y arremangada, se retiró el cigarro y soltó una bocanada de humo hacia la nada: - Ese estúpido sacerdote, o lo que sea, engreído…- Refunfuñó entre dientes mientras se ponía en pie torpemente por los efectos del alcohol, se encontraba totalmente ofuscado y no veía solución, tal vez, intentar hacer aquello en solitario había sido su error…Tal vez, necesitaba algo de ayuda…

Tiró el cigarro al suelo y lo pisó con firmeza, luego, se descalzó y caminó por el cuarto, hasta el escritorio, abrió el cajón del mismo y sacó un paquete transparente que contenía un polvo blanco, hacía mucho que el mago no probaba un hechizo del calibre que estaba pensando, y hacerlo, le iba a requerir mucha concentración…Abrió el paquete y dejó caer un poco del contenido sobre el escritorio, luego buscó en su bolsillo con la mano diestra mientras que con la izquierda, alineaba el contenido del paquete, sacó un billete de 1 dólar y lo enrolló haciendo un canuto, rápidamente aspiró por la nariz el contenido, luego dejó el billete, volvió a guardar el paquete y sonrió, siempre lo hacía cuando hacia cosas así.

Cogió una de las botellas de whiskey y la destrozó contra el suelo, haciendo que el cristal se rompiera en cientos de trozos, ya empezaba a hacerle efecto, notaba como su mente se despejaba, rasgó las palmas de sus manos con fuerza y luego caminó lentamente hasta el centro del cuarto, clavándose algunos cristales en el camino, con calma trazó un circulo con su sangre y luego, se situó en el centro del mismo: - Promethea, vas a ayudarme en todo esto. – Susurró el inglés a la nada, entonces cerró los ojos mientras empezaba a pronunciar un cántico de invocación lentamente, apuntando con la palma de su mano derecha al frente, había estudiado a todos y cada uno de los presentes, sin embargo, aquel ser era el que más había llamado su atención, posiblemente era más poderoso que Fate, si quería a un aliado en todo esto, iba a ser ella.

Se encontraba sentado frente a su mesa de dibujo con todo su material desparramado junto a las próximas hojas que debía hacer de Promethea. Nadie diría que aquel hombre tan normal había estado tres días atrás en una reunión con los magos más poderosos del universo entre otros muchos acudiendo como una diosa, la diosa que el mismo dibujaba. Y lo cierto es que ahora tenía bastantes cosas de que preocuparse, como por ejemplo, buscar el por qué la magia estaba alterada. Pero eso eran cosas que debía hacer como Promethea, ahora, como Bill Wolcoot su única preocupación era terminar aquellas páginas y poder pagar el alquiler del pisito en el que vivía ahora.

La cosa es que estaba concentrado dibujando sobre el papel cuando se percató que su lápiz cobraba vida y dibujaba un pentagrama de llamada. Alguien le estaba llamando, bueno, estaban llamando a la morena. Emitió una blasfemia por lo bajo asqueado porque incluso en aquel mundo la maldita diosa seguía siendo demandada. Y a la vez sintió dolor por que nunca llegarían a apreciarlo a él como individuo.

Dibujó rápidamente a la mujer de curvas pronunciadas y de cabellos negros como la noche. Su cuerpo se recubrió del espesor de tan característica nube de estrellitas que la definía tan bien y con un sonido de “plof” desapareció dejando el escritorio vacío.

La convocaron a un lugar paralelo, aparte de la realidad normal, como la inmateria. Pero aquel lugar tenía vida de alguna forma. Ella pidió “permiso” antes de entrar. Se encontraba en un cuarto hecho un auténtico desastre, todo muy romántico. Observó pues a un mago con aspecto dejado invocándola usando el poder de su sangre. Lo reconoció enseguida, era el  mago respondón que recibió su propia saliva de regreso en la reunión de magos. Sonrió y pasó sus suaves manos por sus hombros hacia su pecho y posando su barbilla sobre sus hombros.

-¿Me llamabas guapo?

Le plantó un beso en la mejilla y se apartó flotando en el aire mirándolo bien y colocándose frente a él. Lo cierto es que daba pena en su estado, apestaba a alcohol y tenía la nariz blanca. Desde luego el sí que se daba al vicio.

Los ojos de él, si eran capaces de fijarse en algo, verían a la diosa tal y como la recordaba de su primer encuentro: cuerpo de ensueño, pero no como el de una modelo o el de una famosa operada, si no como el de una musa, creada para ser admirada. Llevaba su traje blanco cortito con el enorme escarabajo alado egipcio a la espalda y una pequeña tiara entre sus finos cabellos.

Para que veas cual d elas Promes es, por si no lo sabías.La imagen me hace mucha gracia, su novio er aun rubio con gabardina en los comics jajaja:

Después de un corto tiempo desde que pronunciara su hechizo, el ambiente del cuarto empezó a alterarse, se notaba el aire menos denso, más ligero, emanaba ahora en la sala una especie de aura de calma, que incitaba a relajarse, pero que hizo que el mago estuviese más alerta…Notó unas manos que le rodeaba el pecho y luego el tacto de unos labios en su mejilla, ahí estaba, la verdad es que Constantine se sorprendía de que hubiese sido capaz de invocarla, sonrió ligeramente de forma casi imperceptible y luego se dio la vuelta, mirando a la mujer, se sorprendió, no la recordaba tan bella, tan sensual, se pasó la manga de la camisa por la nariz al darse cuenta de que ella le miraba:

- Creía que no vendrías, la verdad, no las tenía todas conmigo…- El inglés se miró las palmas de las manos un momento, las heridas ya no le emanaban sangre, observó el cuarto, la verdad es que estaba hecho un desastre: -…Tengo una propuesta para hacerte, creo que podría resultar bastante interesante. – John caminó por la habitación sin ningún rumbo concreto, en su estado, necesitaba estar distraído y moverse, era una forma de poder centrar su propia atención…Se acercó al escritorio del que había sacado la droga y abrió otro cajón, de este sacó un paquete de cigarros, se llevó uno a la boca y lo encendió con el mechero de su bolsillo: - He estado investigando lo que se habló en esa reunión…- Dio una calada al cigarro y exhaló el humo lentamente: - …He llegado a algunas conclusiones, pero no quiero compartirlas con cualquiera, me pregunto si te gustaría escucharlas. – Luego volvió a caminar por el cuarto y al final, se dejó caer con el culo en el borde de la cama, sentándose en la misma mientras miraba a la mujer.

Enarcó una ceja observando como se limpiaba la naríz con la manga. Desde luego un caballero no era. Dejó que sus carnosos labios se torcieran en una amable sonrisa mientras escuchaba sus palabras y su cuerpo se movía nervioso por la estancia, la cual estaba hecha un auténtico cuadro.

Se encendió un cigarrillo antes de dejar que su cuerpo reposara sobre la cama. Mientras, ella iba curioseando por ahí, levantando algunos libros tirados por el suelo para ver de que trataban, o apartando algo de ropa con unos deditos.

-Tu madre no debió explicarte que cuando invitas a una dama a tu cuarto este debe estar mínimamente pulcro, ya sabes, por el tema de dar una buena impresión.- dijo suavemente con un tono burlón.

De un pequeño salto recorrió la estancia flotando y posó sus nalgas sobre la cama como si se tratara de una pluma. El colchón apenas se hundió bajo su peso. Ladeó el rostro hacia el mientras dejaba caer un poco su cuerpo hacia atrás, usando de apoyo sus manos.

-Así que el mago Constantine, así te llamabas, ¿no? Tiene cosas que compartir conmigo. Es todo un alago por tu parte tenerme en tanta estima.- rió con su habitual tono risueño.- Bueno, pues soy toda oídos. Por cierto, siento lo de la mancha de tu gabardina en la reunión de magos, pero ya nos avisaron que allí no se permitían ni un solo tipo de agresión.