Hasta las rodillas de ... mejor ni pensarlo (Gosth Rider) [23-01-2019]

La reunión se había alargado más de lo esperado, pero Strange tenía que cumplir con sus obligaciones y aún le quedaba mucho más trabajo por delante, había varios que no se habían presentado y que requerían su atención, entre ellos había detectado uno en su propia ciudad, y ya que había pedido a los demás que evitaran el uso de magia, debía predicar con el ejemplo, Wong, por favor, prepara el coche, el monje que por tantos años le había servido y que tantas situaciones había pasado junto a su señor y amigo pronto lo tenía listo todo para la partida.

La dirección estaba clara en la mente del Dr. Extraño, pero era difícil dar las indicaciones de como llegar allí, finalmente tras varias vueltas a la misma manzana le pidió a su fiel sirviente que detuviese el vehículo y se bajó, Wong le siguió hasta la puerta del edificio, ¿Crees que este viejo lugar tendrá algún tipo de sótano?, lo dudo mucho maestro, eso me temía, dijo mirando alrededor y localizando una tapa de alcantarilla suelta a la entrada de un callejón, se notaba que había sido abierta recientemente, y en varias ocasiones.

Wong le ayudó a retirar la tapa y ambos descendieron hacia la fetidez de las cloacas de Nueva York, al menos había algo de luz y pudieron caminar en la dirección hacia la que Strange sentía al Semidemonio que había rechazado su llamada, allí estaba, una pequeña figura acurrucada en un rincón, junto a una de las rejillas de ventilación, Incorpórate criatura, he venido a hablar contigo y no voy a perder más tiempo del necesario aquí ¿Por que no has acudido a mi llamada?, un simple hechizo les habría permitido respirar un aire tan puro como el que disfrutaban en el templo del Himalaya, pero de nuevo hubiera sido un uso superfluo, y no pediría a otros lo que él mismo no estuviera dispuesto a hacer.

No os hacéis idea del jodido frio que hace en Nueva York, en enero. Será la ciudad que nunca duerme, pero da igual cuantos coches pasen, cuantas tiendas estén abiertas veinticuatro horas y cuantas farolas se dejen encendidas toda la santa noche, que no hay manera de que haga una temperatura decente en invierno. La mecánica había sido coger los mejores sitios y quedarse allí, si hacía falta, meándose encima. Pero yo no podía hacer eso, porque por la noche tenía asuntos que atender, muy a mi pesar. Los refugios estaban a reventar, y era imposible no meterse por un callejón y encontrar a algún mendigo envuelto en mantas como si fuera una crisálida. Yo no había tenido mucha mas opción que meterme en las cloacas. Apestaba, la mayoría del tiempo, pero hacía calorcito.

Había encontrado una sección muy buena, que daba a una rejilla donde salía vapor calentito, y me había envuelto en unas mantas que habían visto cosas que harían vomitar a una cabra, pero estaban bastante bien. Estaba medio dormitando después de haberme tomado un caldo calentito que habían repartido en un refugio. Debían haberlo hecho con gallina rechupeteada, por que no sabía a mucho, pero a esas alturas uno sólo quería algo caliente. Mientras estaba pendiente de a ver si se dormía o no, una voz me interrumpió el duermevela, y me hizo asomar por encima del hombro, para encontrar a un tipo extraño (JAJAJAJAJA, QUE BUENO) que lo primero que hizo fue echarle en cara no se qué. Le miré con el ceño fruncido, medio adormilada.

- Tu tampoco viniste a mi cumpleaños. - refunfuñé.

Fué lo primero que me salió, traté de volver a colocarme para seguir durmiendo, pero era bastante difícil notando la mirada del Doctor extraño clavada en la nuca, asi que después de revolverme durante un rato, me di la vuelta y le miré, aún tendida en el suelo.

- ¿Qué quieres que te diga? No voy a meterme en un sitio lleno de gente mágica para que se queden con mi cara. Ya estoy escarmentada, gracias. - dije, intentando zanjar la conversación. La verdad es que estaba sintiéndome bastante incómoda. El hechicero supremo, Rey de la magia, dueño de los Gnomos, amigo de los Oompa loompa y quien sabe qué mas. Al final lo único que daban era problemas.

El Doctor Extraño miro a la niña con gesto serio, No trates de jugar conmigo Semidemonio, he tratado con varios como tú antes y se que ese cuerpo no es más que un disfraz para tu verdadero ser, fue toda su respuesta a la broma de Kim, no se que harías para que tu alma acabara en las manos de Mephisto, y no creo que sea justo el contrato que firmaste con él, nunca lo es, pero no tienes nada que temer de mí mientras cumplas las reglas, la mirada de Strange seguía seria, no se permitía pensar que en ese cuerpo había una niña, eso le obligaría a tomar ciertas acciones que no podía permitirse.

No te conozco y no se si le sirves voluntariamente o no lo haces, pero en todo caso tengo un mensaje para ti y otro para él, a ti te diré debes abstenerte de transformarte por un tiempo indeterminado, si descubro que lo has hecho y tu propia existencia no corría peligro volveré a visitarte, y no seré tan benevolente como ahora, a tu jefe dile que el propio tejido de la magia se está rasgando y que él tiene más que perder que nosotros si queda destruido, así que si quiere evitar que eso ocurra reduzca al mínimo sus actividades en este mundo hasta que lo repare y luego si quiere podremos volver a enfrentarnos ¿me harás ese favor “pequeña”?.

Estaba siendo más desagradable de lo que debería, mucho más de lo que quería en realidad, pero que opción le dejaba esa “niña” podía ser ya más demonio que humana, podía tener un centenar de años al servicio de Mephisto, si había sido capaz de conseguir que una niña tan pequeña aceptara el contrato del motorista fantasma podía haberla corrompido más allá de toda redención... ¿cuantas veces había tratado de engañarlo Mephisto? Los demonios eran falsos por naturaleza, ¿pero eso justificaba su forma de tratar a este Gosth Rider? ¿y si aún era posible redimirla? ¿y si merecía redención?

No podía dejar que sus prejuicios hablaran por él porque si lo hacía esa sería una batalla que habría ganado Mephisto, el Hechicero Supremo podía contener los poderes del demonio, pero ¿quien podría ser capaz de comprender sus planes? ¿quien podía saber que retorcida traición urdía cuando eligió a esta niña? ¿podía él darle la espalda solo porque Mephisto la había escogido?, la lucha interna de Stephen solo era patente para su fiel sirviente y amigo, quien simplemente le posó su mano sobre el hombro en un gesto de comprensión, ambos habían sufrido mucho a manos de demonios, la mujer que Wong amó lo suficiente como para dejar a su maestro murió por esta causa a manos de Extraño durante una posesión de uno de los enemigos demoníacos del Hechicero, lo que los dividió y enfrento durante mucho tiempo, finalmente Wong fue capaz de perdonarle y regresó a su lado, su maestro solo hizo lo que debía como siempre, como sabía que haría ahora.

El tono en la voz del mago se relajó cuando volvió a hablar, ¿Como te llamas?, le preguntó por fin, tú ya conoces mi nombre, pero no se si sabes exactamente a que me dedico, vigilo que la magia siga su curso, protejo el mundo de las amenazas mágicas como tu jefe, al cual he derrotado en varias ocasiones, mi trabajo es mantener el equilibrio, el mal no puede ser destruido, pero debe ser contenido para que el equilibrio se mantenga, se lo que eres pero no se quien eres, te pido disculpas por haberte juzgado sin conocerte y te ofrezco mi ayuda si la necesitas

- ¿Reglas? - pregunté como si no me creyera lo que acababa de oír, que de hecho era así, la verdad.

Me levanté tirando las mantas a tomar viento, quedando cara a cara (en honor a la verdad mas valdría decir pito a cara) con Strange. Le dirigí una mirada furibunda mas propia de un tipo al que han dejado a la ruin ruina, como si él fuera mi corredor de bolsa, y me hubiera traído un ramo de margaritas y una chocolatina de gasolinera para intentar pedirme disculpas. Entreabrí la boca, mientras negaba con la cabeza, alucinada de las gilipolleces que eran capaces de decir los seres mas poderosos del universo desconocido.

- ¡¿TÚ quieres hablarme a MÍ de reglas?!- reiteré, aún sin creérmelo. Para mí esa situación no tenía sentido ninguno. Era como un mono sordomudo intentando enseñar a leer a Stephen Hawking. - ¿OH, si? ¿Y que vas a hacerme? ¿MMM? ¿Que vas a hacerme que sea PEOR que esto, Strange? - pregunté, bastante fuera de mis casillas, dándome un golpe en el pecho con las manos y abriéndolas luego, enseñando mi torso. Si quería hacerme algo, allí estaba. ¿a qué esperaba? - ¡CLARO, NO HAY PROBLEMA! ¡AHORA SOY LA CHACHA DE TODOS! ¡HARÉ LO QUE ÉL ME PIDA, Y LE DARÉ TU MENSAJE, NO TE PREOCUPES! ¡DIOS, ESPERO QUE ME DEN LA COFIA Y EL MANDIL PRONTO, NO VAYA A CONFUNDIRME NADIE CON ALGUIEN QUE QUIERA TENER SU PROPIA Y JODIDA VIDA! ¡ME LO APUNTO! ¡BUENAS TARDES!- espeté de mala gana. No estaba gritando, pero el tono era bastante agresivo, y más si se tenía en cuenta que mientras me cabreaba por momentos, estaba recogiendo las capas de mantas, dando aspavientos y paseándome hasta el sitio donde había estado dormitando hasta ese momento.

Cuando acabé de hablar, me dejé caer de un golpe contra la rejilla otra vez, haciendo ruido y de paso haciéndome mas daño del que me gustaría admitir. Apreté los puños. Sólo quería estar un rato tranquila, tirarme en el vapor sin tener que pensar dónde estaría dentro de unas pocas horas. ¿Ahora me venían con estas cosas? Sería muy vigilante de la magia, pero desde luego conmigo se había equivocado de lleno. Me dieron ganas de llorar pero me aguanté, no quería que pensaran que era una rabieta de niña pequeña. O quizá hubiera sido mejor hacerlo y que lo creyeran. No sé. Tampoco era una decisión tan trascendental en ese momento.

- Tortita. - refunfuñé con las manos cruzadas debajo de los brazos, después de haber esperado un rato en el que me debatí entre contestarle o quedarme callada a ver si se iba de una vez. Pero al final, valió la pena que se quedara. No es que fuera a perdonarle de buenas a primeras el mal tono que había tenido, pero por lo menos se había disculpado. Tardó unos segundos más en volver a mirar por encima del hombro, levantarse y volver a acercarse un poco a donde estaban ellos. El sonido de una cadena de Váter sonó no muy lejos, junto con el chorreo del agua que lo acompañaba. Un ruidillo bastante habitual en las cloacas. - ¿Sabes cual es el verdadero problema?- dije, esta vez sin ser tan agresiva - Habláis de normas, y de reglas y de leyes y os llenáis la boca con esas cosas. ¡Luego buscáis un vacío legal y os coláis por allí como si estuvierais respetando todo eso que defendéis pero no cumplís. ¡Y a mi nadie me dijo cómo funcionaba esto! ¡Nadie me explicó las normas del juego! ¿entiendes? - quizá no. No estaba en mi momento mas lúcido. - ¿Crees que salgo todas las noches, convertida en el Ghostrider, y me dedico a disfrutar de los viajes? ¡No! ¡Ni siquiera me transformo cuando ÉL me lo pide si puedo evitarlo! ¿Tienes idea de lo que cuesta eso? - le pregunté, atravesándole con una mirada acusatoria. Quizá era yo ahora la que se estaba pasando con él. - ¿Quieres estar seguro de que no me paso con la magia? ¡Pues llevatela!- dije al final, dándome un palmetazo en los muslos con las manos, y encogiéndome de hombros.

Respiré profundamente un segundo. La verdad es que me sentía mejor, después de haberme desahogado.

Extraño escuchó a la niña hablar, como la mayoría de los que acaban en su situación no estaba precisamente feliz, al parecer Mephisto disfrutaba con este juego, algunos habían acabado cayendo totalmente en sus garras, otros se le habían resistido e incluso habían logrado cierta independencia del retorcido demonio, ¿acaso esta chiquilla era de ese último grupo?, ¿como había podido una niña tan pequeña resistirse a uno de los demonios mas fuertes que existían? Alguien capaz de quebrar al más valeroso y recto de los hombres, Stephen se olía una trampa, ¿pero que podía hacer? ¿abandonarla aquí? ¿dejarla a merced de Mephisto? Si lo que decía era cierto él era uno de los pocos que podía ayudarla en el mundo, y si mentía... bueno, si mentía ya pagaría el precio.

A pesar de que sigo creyendo que no eres más que un vil demonio no sería capaz de mirarme al espejo si no lo comprobara, la voz del mago era triste, cansada, pero habló con determinación mientras dibujaba símbolos con sus dedos en el suelo, el techo y las paredes, los dibujos brillaban con su propia luz, si lo que has dicho es cierto entra en el círculo, pero te advierto que esto seguramente sea doloroso, mientras estés dentro no podrás mentir, tu naturaleza humana y demoníaca estarán unidas, te examinaré y buscaré todas las condiciones que te atan a tu amo, buscaré el modo de librarte de ellas si es posible, el ultimo glifo fue dibujado y las luces cambiaron del suave color azul a un rojo profundo y vibrante, pero si has mentido y tu alma humana ya ha sucumbido el hechizo te destruirá, liberando al espíritu que te habita y devolviéndolo a los infiernos.


Sera doloroso, muy doloroso, tu demonio despertará pero no ocupará tu lugar, la transformación quedara interrumpida y en ese estado podré ver si es posible o no salvar tu alma y si mereces ayuda, si superas el escrutinio puedo esconderte y protegerte de Mephisto, y quizás librarte del espíritu demoníaco que te posee, ¿estas dispuesta a intentarlo Tortita?.

Para ser un tipo trajeado no le había importado mancharse las manos, literalmente, ahora el Doctor Extraño estaba sentado frente a los dibujos mientras estos aún refulgían, sus pantalones tampoco tendrían salvación, pero los pensamientos de Stephen se centraban ahora en la niña, trataría de reducir su dolor al mínimo pero ese era el único modo de saber la verdad, no solo la que ella conocía, sino también la que no, los contratos demoníacos siempre encerraban más de lo que se podía leer en ellos.

- Ya. tu eres el viejo mas amable que he conocido jamás. - contesté cuando me volvió a insultar. Si hubiera tenido un sarcasmómetro se habría salido de la gráfica.

Se puso a hacer algunos símbolos por todas partes, que brillaban con luz propia. Me eché unos pasos hacia atrás, mirando con el ceño fruncido hacia la escritura que brillaba. Si algo he aprendido de los seres mágicos es que cuando se pongan a pintar cabronadas en las paredes, tienes dos opciones: salir corriendo y tener fe de que no van a perseguirte, o mearte encima y llorar como un crío. Yo no hice ninguna de las dos, pero hubiera dado lo mismo. Tenían una facultad innata para encontrarte cuando querías estar sólo, igual que la mala costumbre de presentarse donde no eran bienvenidos. Nada bueno podía esperarse de eso. Absolutamente nada.

Lo que planteaba Extraño, además de Idem, resultaba bastante inquietante. Negué con la cabeza.

- No. No voy a juntarme con esa mierda. Por encima de mi cadav...- me quedé con la palabra en la boca.

¿Sabía lo que me estaba ofreciendo? Ni siquiera tenía idea de que pudiera hacerse. ¿Y si me había consumido de verdad? Eso me mataría. ¿Estaba preparada para morir? Tuve un momento de reflexión interna, aunque en realidad era algo que me había planteado muchas veces. No podía decir que estuviera preparada para morir, porque no consideraba que hubiera empezado a vivir. No una vida plena al menos. Pero tampoco se me había pasado por la cabeza suicidarme. Aquello me sorprendió bastante. ¿De verdad no se me había ocurrido ni una vez? Vaya, debía estar realmente cabreada para no tener ni la idea.

- Sólo si juras por lo más sagrado que vas a hacer eso. - dije apretando los puños, con los ojos entornados, mirando a Strange. De hacerlo, sería el primer ser mágico que cumplía su palabra. - Te lo advierto. Tengo el cupo completo con Mephisto. Si tengo que encargarme de joderle la vida a otro, me llevaré a mas de uno por delante. - dije usando un tono de advertencia bastante decente.

La realidad era que posiblemente, Strange nada tenía que temer de mí. Pero todo el mundo tiene alguien a quien quiere, alguien que además, solía ser culpable. Alguien cuya alma ardería en el infierno, consumiéndose sin remedio, si aquella mierda resultaba morderme en el culo.

Después del silencio mas largo de la historia del mundo, y de resoplar un par de veces, apreté los puños, cerré los ojos y me metí en el círculo de letras luminosas, preparada mentalmente para aguantar el dolor del que Strange me había advertido. Esperaba salvar algo de dignidad en lo que durara todo eso. Me bastaba con no mearme encima.

[FDP: Te pongo los efectos de la transformación en el siguiente, por si tienes que decir algunas palabras mágicas. XDD]

Cuando la niña entró en el circulo la magia se activo, encerrándola en el interior, aislándola de todo lo que ocurriera fuera del pequeño círculo central, pero eso no era más que el principio, Extraño empezó a levitar y a concentrar su poder lentamente, cuando reunió la cantidad suficiente de su propia magia atrajo sobre sí mismo otras energías, Hoggoth, Oshtur, Agamoto, escuchad mi petición, prestadme vuestro poder para atraer y contener el poder del demonio que habita en esta niña, permitidme ver el cómo y el porqué, mostradme la respuesta.

La energía siguió entrando en el cuerpo de Stephen, colmándolo, cualquier pequeña duda, cualquier pequeño error no solo podría acabar con la niña, sino con el propio Hechicero Supremo y toda la manzana, pero siguió absorbiendo más y más, llegando al límite de lo que le ofrecían los Vishanti, seguramente fuera suficiente, pero para poder funcionar este hechizo requería algo más, la esencia de Hoggoth y Oshtur era luz, Agamoto aportaría el orden... necesitaba la energía mas oscura para llegar al infierno y conectar con la esencia demoníaca que transformaba a la niña en el Gosth Rider, Cyttorak el Destructor, Señor del Olvido, alimenta mi poder, cumple el acuerdo y abre para mi las puertas del infierno, permíteme encontrar al demonio que busco y obligarlo a contestar a mis preguntas, nútrete del dolor y el sufrimiento que esto nos cause a ambos.


Con las últimas palabras que salieron de sus labios el Doctor Extraño notó las poderosas energías demoníacas fluir y mezclarse con el increíble poder que ya estaba controlando, lo canalizó entonces a través de las runas, lo introdujo en el circulo, Prepárate pequeña, dijo y añadió en un susurro lo siento, atravesó el circulo interior y penetró con toda aquella magia en el infantil cuerpo de la niña, que se retorció por el dolor, pero eso fue solo el principio, en un parpadeo conectó su alma con la del ser incompleto que junto a esta formaba al Gosth Rider, ahí se inició el verdadero dolor, se inició la transformación pero el caudal de energía la hacia retroceder de nuevo, no permitiendo que se completara, al menos quedaba suficiente del alma de la niña para soportar el hechizo, ¿sería capaz su frágil cuerpo de sobrevivir también?

En el mismo momento que puse un pie dentro del círculo, noté un escalofrío. Algo ahí no andaba bien. Quise acercarme a Extraño y me di cuenta de que estaba como metida en un cubículo transparente, como si se hubieran generado unas paredes de cristal que no me dejaban salir. El tipo empezó a pronunciar palabras a juego con su nombre, y yo empecé a ponerme nerviosa. Todo lo que tenía que ver con la magia me ponía los pelos de punta, pero a medida que me daba cuenta de que algo se me revolvía en las tripas mientras él hablaba, más segura estaba de que había sido una terrible idea dejarme convencer para algo así. Aunque ni muerta admitiré esto en voz alta, a veces me pierde la bocaza, y sin duda esta era una de estas ocasiones.

- Ey, espera. Lo he pensado mejor. No quiero hacer esto. Dejame salir ¿vale?- dije sonriendo nerviosamente, aunque había cierto toque de suplica en mi voz.

Pero no me hizo caso. Siguió recitando y recitando, mientras yo apoyaba las palmas de mis manos en el cristal invisible, intentando que dejara de concentrarse y me mirara. Me estaba agobiando mucho. En toda mi vida había pasado de todo, pero nunca me había obligado nadie a pasar tanto tiempo en un espacio tan pequeño del que no pudiera salir.

- Extraño, hablo en serio. No quiero estar encerrada. Abreme. ¡Abreme!- pedí con urgencia, golpeando con las manos la pared intangible que me retenía. Empecé a hiperventilar. Estaba notando algo malo. Muy malo. Algo que no quería tener cerca... ni dentro.

Entonces me miró a los ojos, me pidió perdón, y empezó el dolor.

Solté un grito que se vio enmudecido por la sorpresa, pero en cuanto pude volver a llenarme los pulmones volví a chillar con mas fuerza. Entonces noté el calor, el humo y la presión. Me hizo llorar, y me hice pis encima, dejando una enorme mancha delatora en mis pantalones, al menos hasta que estos salieron prendidos en llamas. Mis miembros se retorcieron, como si los huesos de dentro quisiesen salir a través de la piel, mientras no paraba de llorar y de chillar, cada vez mas alto. Sentía que me achicharraban la carne, que me habían prendido fuego y que me consumía la piel, y el olor a carne quemada se hizo tan fuerte que me obligó a vomitar el caldo que había comido, que se hizo vapor nada mas salir de entre mis labios.

- DUELEEEEEEEEEEE- grité con todas mis fuerzas, a pesar de que ni siquiera podía pensar en lo que significaba esa palabra - PARALOOO, ¡¡¡¡¡PARA POR FAVOR!!!!!- se lo supliqué, pero no me hizo caso. Nadie que tuviera corazón podía hacer tanto daño. Ni por salvar a la humanidad. Ni por salvar el universo entero. Desee que se acabara pronto. Que me matara. Lo que fuera por acabar con esa tortura. Me eché las manos a la cara, mientras me notaba hervir el cerebro, la piel se volvía negra al ser consumida por las llamas que me quemaban, y trataba de arrancarme la carne que aún me quedaba para dejar de sufrir con el contacto.

Los huesos de mis falanges estaban al descubierto, rodeados de carne carbonizada, pero el resto de mi cuerpo aún tenía músculos tiernos, sangrando, en los que salían ampollas a medida que el fuego demoníaco los consumía. Con un último grito en el que estuve a punto de desencajarme la mandíbula, mis ojos se evaporaron en una nube de vaho y fluido, y noté aterrada la presencia del segundo en discordia, del intruso, del parásito. Los restos de derramaron por las cuencas, dejando al descubierto el inmenso hueco de hueso.

Cerramos nuestras bocas, exhalando aliento de fuego. Después de un par de segundos, apretamos nuestros puños, y levantamos la cabeza hacia él, encontrándonos con su rostro.

- Stephen Extraño - dijimos, escasamente sorprendidos - Maestro de la hechicería, equilibrador de la magia. ¿Qué temeridad me ha hecho acudir a tu llamada?- preguntamos, contrariados por nuestra duplicidad.

Las últimas palabras de la niña... del ser que tenía delante aún resonaban en su conciencia, Ey, espera. Lo he pensado mejor. No quiero hacer esto. Dejame salir ¿vale?, pero el hechizo no podía ser detenido una vez comenzado, eso sería aún peor, Extraño, hablo en serio. No quiero estar encerrada. Abreme. ¡Abreme!, si interrumpía ahora el hechizo eso le arrancaría el alma del cuerpo, DUELEEEEEEEEEEE, eso la llevaría directa a las manos de Mephisto, su dueño, y ya jamás podría arrebatársela, PARALOOO, ¡¡¡¡¡PARA POR FAVOR!!!!!, la había avisado del dolor, aunque ella no podía imaginar lo que sería, como la desgarraría.

Strange se centró, apartó los pensamientos de su mente, tenía que mantener la concentración o el desenlace de esto podría ser aún peor, la voz dual del Gosth Rider le ayudó a apartar de su mente el sufrimiento de la niña, ver la carne quemándose no parecía afectarle, aunque por dentro su alma lloraba no se permitiría que el ser lo viera, Stephen Extraño, Maestro de la hechicería, equilibrador de la magia. ¿Qué temeridad me ha hecho acudir a tu llamada?, no es temeridad, pues nada tengo que temer de tu maestro y aunque te parezca difícil de creer esto lo hago por ti, o más bien por tu recipiente, aunque eso te ayudará a ti a librarte de las cadenas que te atan a Mephisto.

Dime cuales son los términos del contrato de esta niña, ¿como Mephisto se hizo con su alma? ¿por qué la quiere? ¿cuanto tiempo llevas dentro de ella? Respóndeme y pronto cesará el dolor, Extraño no necesitaba recordarle al demonio que no solo estaba obligado a hablar, sino que debía hacerlo sinceramente, ambos sabían que así funcionaba esta hechizo, pero quería ahorrarle el sufrimiento a la niña, quería acabar con esto cuanto antes, pero apresurarse no le conduciría a nada bueno, había que medir todas las palabras al hablar con un demonio incluso con uno que solo lo fuese en parte.

La esencia que formó al primer Gosth Rider fue la de un poderoso demonio de la venganza que osó desafiar a Mephisto, después de aplastarlo descubrió que ni siquiera él era capaz de matarlo, o quizás simplemente pensó que este destino era peor, le arrancó su poder, su esencia y moldeó este espíritu capaz de parasitar humanos, pero esto era excesivo, una niña de esta edad no podía haber vendido su alma.

Su arrogancia nos hizo gracia, así que nos reímos. Primero bajo, y a medida que más lo pensábamos, mas y mas alto hasta que al fin nuestra carcajada rebotó en cada rincón de las cloacas. La presunción de la que hacía gala el maestro de la magia era encantadora. Nuestro brazo ardiente, del que aún se desprendía la carne, los tendones en llamas como una mecha de dinamita que auguraba una catástrofe, se colocaron apoyándose sobre la invisible pared, igual que habrían hecho sobre el marco de una puerta, para acercarnos en la medida de lo posible al rostro que ahora nos freía a preguntas, además de mantenernos envueltos en llamas.

- ¿Y quien habla de mi "maestro"?- dijimos haciendo sonar esa palabra como si fuera un insulto - No... hablo de ti. - añadimos, señalándole con nuestro dedo enhiesto que tanto recordaba a la parca - Puedes aparentar todo lo que quieras, Extraño. Pero no puedes engañarme a mi. Yo te veo. - dijimos, señalándonos a las vacías cuencas de nuestros ojos, rodeadas por carne quemada - Te veo. - susurramos, alargando las sílabas todo lo posible.

Sabía perfectamente lo que la mirada de castigo le otorgaba, pero más importante que eso, sabía la capacidad del portador del Fantasma Vengador, para conocer el interior del alma de una persona, hasta el más profundo y oscuro de sus entresijos, y saber sin atisbo de duda cuando alguien era inocente o culpable. De hecho podía incluso ver hasta que punto alguien culpable se sentía atormentado por sus actos... y no había más que ver a extraño para saberlo.

El fantasma sufrió un instante de lucidez, en el que un gorgoteo le atenazó la garganta. Quizá algo como una tos, o puede que fuera provocado por la asfixia. Fue agónico, en cualquier caso, pero no mas que la imagen que ya llevaba un rato desarrollándose frente a los ojos del hechicero.

- Verás, esto se curará. Tarde o temprano acabarás el hechizo, y volverá a la normalidad, pero tu...- nos reímos. Si las calaveras podían dibujar sonrisas, o más de las que estaban siempre en su cara, seguro que se esmeró en dedicarle una a Extraño. - Tu no te curarás de esto. Créeme. Esto te dolerá mas a ti que a ella. - añadimos, señalándonos luego la sien de hueso, dejando claro que en el interior de su mente residía el verdadero daño que aquello le causaría al poderoso mago.

- ¿Qué te hace pensar que Mephisto es el dueño de su alma?- preguntamos, misteriosos, mientras apretábamos el puño que manteníamos sobre la prisión que nos tenía cercados - No... para vender tu alma tienes que ser consciente del trato, y la niña no lo era cuando lo hizo. - alzamos la cabeza, dejando ver una nueva perspectiva de nuestro cráneo - No tengo ni idea de porqué la quiere, pero no importa. Llevamos juntos ya veinte años, y aún me reniega. Pero llegará el día en que no lo haga... Siempre llega ese día. - dijimos, severos.

El dolor volvió a asaltarnos y nos hizo retorcernos un instante, arrancando de nuestra garganta el grito de la niña que aún estaba consciente y sufriendo más de lo imaginable, pues Extraño desconocía lo que realmente estaba haciendo. El verdadero sufrimiento que eso le estaba proporcionando escapaba de su alcance, siendo incluso el hechicero supremo, aquello escaparía a su control... y sería mucho peor cuando se diera cuenta de lo que realmente nos había hecho.

Como siempre que se trataba con demonios las nuevas respuestas solo generaban mas interrogantes, ademas de dolor, el fantasma le había golpeado del mejor modo posible, en su conciencia, pasaría mucho tiempo antes de que extraño pudiera superar lo que le estaba haciendo a la niña, o mejor dicho a la mujer, pero las respuestas habían merecido la pena, o eso se decía a si mismo el hechicero.

Mephisto no poseía el alma de Tortita, algo increíble, ¿como le había dado entonces al Gosth Rider? Y cuales eran sus intenciones, pero el demonio solo quería distraerle con sus palabras de un detalle, no había respondido a todas sus preguntas, no podía mentirle ni eludir una respuesta directa, pero había tratado de desviar su atención con el dolor de la niña, de la mujer, para soslayar una sola de las respuestas, ¿por qué?, Hablas demasiado pero no dices nada espectro, no olvides con quien hablas, si su alma no le pertenece a Mephisto podría arrancarte de ese cuerpo y encerrarte por toda la eternidad, puede que yo sufra tanto como ella o más, pero cuando muera quedaré libre, tu en cambio volverás a Mephisto una y otra vez, rompe tus cadenas Gosth Rider, ayúdame a liberarla, ¿cuales son los términos del acuerdo fantasma?.

Al tratar con demonios siempre había un precio, un precio que no se podía evitar pagar, la niña lo estaba pagando, él lo estaba pagando, el dolor físico era pequeño en comparación con como se sentía por dentro el hechicero, pero a diferencia de otros él no solo conocía el precio antes de iniciar el hechizo, sino que estaba dispuesto a pagarlo por el bien de la mujer, si su alma no era de Mephisto había una oportunidad, podía protegerla de él.

No teníamos ninguna necesidad de hacer leña del árbol caído. Extraño no podría recuperarse de eso. Lo sabíamos. Tanto poder contenido en una sola persona, que además tenía la suerte de contar con una de las mayores conciencias morales que jamas se hubiera conocido. Ahí estaba, aparentando ser fuerte cuando dentro de si mismo buscaba desesperadamente algo a lo que agarrarse como un clavo ardiendo, que le convenciera de que lo que estaba haciendo era por el bien del receptor, o del fantasma, o de ambos. Soltamos un resoplido que se tradujo en aliento de fuego, quemándonos la salida de nuestra garganta, y provocándonos nuevos segundos de indescriptible dolor. Luego volvimos nuestras cuencas vacías hacia el insistente hechicero.


- Sé que tienes miedo, pero yo puedo ayudarte. Puedo protegerte...- recitamos. Teníamos esas palabras grabadas a fuego en la mente, pues ese era el único término que existía entre Mephisto y su receptáculo - ¿Me lo prometes? - dijimos, haciendo una pausa a propósito - Te prometo que cuidaré de ti hasta que encuentres a alguien que te quiera tanto como yo...- fue lo último que dijimos.

Luego el silencio se hizo fuerte, y llegamos a escuchar incluso el crepitar de la carne ardiendo. Un dolor mas fuerte que ningún otro avivó las llamas de Venganza que sustentaban el espectro del Ghost Rider, y que se alimentaba de aquella sensación de traición y odio que ese cuerpo diminuto había sido capaz de macerar durante veinte años. Habría explicado los términos, pero no había nada más. Nada mas que una conversación de tres líneas, que había condenado a un alma inocente a ser lo que eran juntos.

Extraño esperó pero el Gosth Rider se mantenía en silencio, no era posible, eso no era un contrato demoníaco, no debería valer para que esa niña sirviera de receptáculo del demonio de la venganza, no debería otorgar ningún poder a Mephisto sobre ella, aunque eso explicaba ciertas cosas, como el que una niñita de nueve años hubiera podido resistir la influencia del demonio durante tanto tiempo, Si eso es todo lo que sabes acerca del contrato demonio puedes retirarte, el hechizo que había lanzado lo obligaba a decir la verdad, toda la verdad, no hubiera podido ocultarle ninguna información, aún quedaban demasiados interrogantes a pesar de ello, interrogantes cuya respuesta no podría encontrar aquí y ahora, que requerirían tiempo y estudio.

El demonio se retiró y Strange empezó a recitar un hechizo que devolviera al pequeño cuerpo su salud, que aliviara el dolor, y tras un instante de duda, uno que velara los recuerdos, no los bloquearía al completo pero para la niña, para la mujer, sería como si ese dolor fuera el de otra persona, como si esa conversación solo la hubiera escuchado sin ser participe de ella, eso la ayudaría a superarlo... cuando se recuperara del shock físico que había sufrido.

Wong se ofreció a ayudar a su maestro a llevarla pero este negó con la cabeza, ahora la niña, la mujer, era su responsabilidad, una más que se añadía a la ya pesada carga que habían depositado sobre sus hombros, tomó su semiinconsciente cuerpo del suelo en el que había quedado tumbada al finalizar el hechizo y cargó delicadamente con él, el demonio había acertado con sus palabras, ella posiblemente lo superara pronto, él nunca se perdonaría haberle causado ese dolor a nadie, que fuese la única manera de ayudarla solo lo aliviaba en parte, elegir el menor de dos males sigue siendo elegir el mal, pensaba para si mismo mientras caminaba con el cuerpo infantil abrazado.

OFF: