Algo huele mal en Gotham... (Libre) [DC, Pre-Omega]

A Krypto no le importaba que algo oliese mal, habría podido manejarlo, o incluso que oliese a podrido, al fin y al cabo eso no era tan malo, el problema era que había infinidad de algos que mal en aquella ciudad.
Ya había estado en varias ciudades humanas antes, y a menudo su hipersensible nariz se resentía por ello, pero aquella era diferente; más humeda y neblinosa, con alcantarillas que cada dos por tres parecían expulsar algún potiengue de color extraño y olor insufrible.

En condiciones normales Krypto habría evitado aquel lugar, pero la ausencia de su amo comenzaba a preocuparle y ya había visitado sus guaridas habituales sin resultado alguno. En ocasiones, cuando estaba muy preocupado por algo, su amo visitaba aquella ciudad así que tal vez se encontrase por allí.
Desgraciadamente la mezcla de olores y edificios hacía que localizarle desde fuera fuese una dura tarea, incluso para el superperro, por lo que Krypto había comenzado a revisar la ciudad más a fondo.

Había confiado en que la noche hiciese más facil su busqueda pero no había sido así, pues había casi tanta gente y maquinas que se movian en las calles como durante el día.
Pero lo que de verdad le estaba retrasando era la gran cantidad de gente mala que se estaba encontrando, todos empeñados en robar a la gente buena aquellas extrañas bolsitas y maquinitas que los humanos llevaban siempre encima. Krypto había encorrido, rasgado los pantalones, zarandeado o lanzado por los aires a algunos, pero cada no mucho tiempo sus sentidos le alertaban de algún otro.

Sin ir más lejos ahora mismo podía oir unos gritos provenientes de un pequeño-lugar-con-tierra-y-arboles-en-medio-de-una-ciudad-humana cercano...

Odiaba Gotham, era sucia, asquerosa y apestaba. En todos los sentidos. Sus calles apestaban, sus habitantes apestaban, los que no estaban locos tenian sus almas corruptas hasta la médula, y un selecto grupo sufría de las dos cosas. Ni siquiera ese ridículo grupito de hombres y alienígenas con capa podía con ellos. Panda de inútiles...

Pero no era su problema, su problema eran las finanzas, eso era lo que la había llevado hasta Gotham, un par de días más y terminaría de solucionar aquella pequeña crisis con una de las empresas de su cartera que la había llevado hasta allí, quería salir cuanto antes y poder llevar toda su ropa a la tintorería, o quemarla... apestaba. Y no habría sido su problema de no ser porque un idiota estaba intentando violar a una chica casi delante de sus narices. En serio... ¿Que coño pasaba en aquella ciudad? La pobre muchacha gritaba pidiendo ayuda, y el arcángel había estado a punto de pasar de ella, pero en el fondo odiaba como el hombre imponía de aquella manera su supremacía sobre la mujer, aunque luego los odiara a ambos. Era una cuestión de principios.

Y esos principios celestiales, la llevaron a acercarse al violador, darle un par de toques en el hombro para llamar la atención y seguidamente engancharle un derechazo en la mandíbula justo en el momento en el que un perrazo enorme, casi tan grande como uno de esos coches pequeñajos, aparecía por una de las calles que daban al parque a toda carrera. Eso si que llamaba su atención, lo había visto alguna vez, en los periódicos, junto a su amo alienígena. Así que lo raro de todo aquello no es que apareciera en el parque como salido de la nada, sino que apareciera solo. Así que le miró directamente y le sonrió, le gustaba aquel perro, era simpático, y daban ganas de darle mimos y abrazos. Como los peluches que tanto abrazaban los humanos... Era exactamente como un peluche.

Krypto llego a tiempo de ver a la mujer pegar al hombre que atacaba a la otra mujer. Eso en si mismo no era malo, a fin de cuentas él rara vez se vez se divertia asustando humanos y aún tenía mucha ciudad que recorrer, lo extraño era que no solo le había visto llegar a supervelocidad sino que no se había sorprendido de ello en absoluto como el resto de humanos.

Y pronto su olfato le confirmó la razón, aquella mujer no era humana, pues al igual que su amo y que algunos de sus amigos olia de un modo diferente. No era un mal olor, más bien lo contrario, pero en cierto modo más extraño y alienígena que cualquier otro ser vivo con el que se hubiese encontrado antes.

Con todo la mujer parecía amistosa, por lo que el perro se acerco sin miedo y la olisqueo más detenidamente. No, definitivamente aquella persona no se había encontrado con su amo, al menos no recientemente. Pero en la experiencia de Krypto la gente inusual y las cosas extrañas solian ir de la mano, y su amo siempre acababa involucrado antes o despúes. ¿Encontraría alguna pista de él siguiendo a aquella mujer?

Se giró algo preocupado hacia la aturdida humana del suelo, la cual empezaba por fin a reaccionar y reparar en su salvadora; los humanos eran muy, muy fragiles ¿se encontraria bien?

El perrazo se acercó hasta ella con la precaución lógica de cualquier animal ante un desconocido, ella no hizo ningún gesto brusco que pudiera asustarlo, a fin de cuentas, no le preocupaba lo que pudiera hacerla, había escuchado historias de él y su amo, no parecían seres malvados, aunque quizás si un poco idiotas, pero no iba a empezar a meterse con como pasaba cada uno su tiempo libre, aunque le pareciera que había mejores cosas que hacer que andar salvándole el culo a la humanidad cada dos por tres o meterse en cosas que no interesaban a nadie.

Después de ser cortesmente olisqueada por el adorable perrito, me dí cuenta de que la mujer atacada comenzaba a recuperar la consciencia, quizás lo mejor sería irse de allí, prefería no aparecer en ninguna descripción policial. Y seguro que no la tranquilizaba verse cara a cara con un perro de esas dimensiones, por adorable que pareciera.

- Vámonos perrito, te invito a un filete. ¿Te gustan los filetes? A mis perros les encantan los de ternera...

Comenzó a caminar alejándose del parque hacia la zona comercial, donde seguro que habría un buen restaurante donde cenar con su improvisado acompañante, era mucho más agradable que otros que había conocido. Quizás porque no hablaba...

Por muy increible que fuese su inteligencia el superperro era ante todo eso, un perro, y aunque el lenguaje corporal humano tuviese ya pocos misterios para él lo cierto era que los idiomas se le escapaban. Había unas cuantas palabras, sin embargo, que no solo reconocía sino que había tardado sorprendentemente poco en aprender. Y filete era desde luego una de ellas.

Tras un rápido olisqueo, que le convenció de que la humana estaba bien, Krypto siguió solicitamente a la extraña y amistosa mujer. No notaba en ella malas intenciones y su olfato le había confirmado que frecuentaba la compañía de algunos de sus casi-congeneres terrícolas, así que no debería tener problemas con aceptar su comida.

El gran sabueso trotó al lado de Alatariel y se frotó agradecido contra su pierna. Tal vez aquella mujer pudiese darle alguna pista sobre el paradero de su amo o tal vez no, pero en cualquier caso se alegraba mucho de haber dado al fin con alguien amable en aquella sombría y apestosa ciudad.


[OFF-ROL] ¿No había posteado también en este tema otra persona? ¿O me lo he imaginado? Porque andaba pensandome la respuesta   

El adorable perrito parecía amistoso, la olisqueó, se frotó contra ella y finalmente adoptó un ligero trote a su lado mientras abandonaban el parque en busca de un buen restaurante. Era la hora de cenar, ella tenía hambre y el pobre amiguito que había encontrado seguro que también tendría que estar famélico. Después de encontrar un restaurante a su gusto, entró ignorando las protestas de los camareros sober su peludo acompañante. Después de dejar bien claro que el perro no iba a esperar fuera y de pedir la carta finalmente se decidió por lo que quería.

- Una ensalada templada con queso de cabra y tomate seco y de segundo el bacalao a la brasa. Y para él dos chuletones de ternera, de buen tamaño y poco hechos por favor. Para beber... Una botella de su mejor Merlot, gracias.

Seguro que un chuletón no era suficiente para él y mucho menos si tenía hambre, tenía un buen tamaño, seguro que necesitaba muchas energías para mantenerse sano y fuerte, y no iba a ser ella quien dejara a tan adorable cánido con hambre. Seguro que los disfrutaría, aquel restaurante era bastante bueno y el chuletón era uno de sus platos especiales. El camarero intentó rechistar pero un gesto de Alatariel le hizo ver que quizás no era buena idea rechistarle a la rubia. A fin de cuentas los camareros y en general los ciudadanos de aquella ciudad habían desarrollado una especie de sexto sentido para ver cuando estaban ante alguien al que era mejor no protestarle.