La Guardiana de la Puerta y el Maestro de las Llaves [25-04-2018] (Coral)

Monte justicia estaba tranquila, silenciosa. Al menos, desde su habitación era así. Quizás ya no viviese allí, pero le gustaba estar en aquel lugar a menudo: allí sentía que podía calmar sus preocupaciones, respirar tranquila. Solo estaban sus amigos, sus compañeros, aquellos por los que luchaba por una causa común, en los que confiaba plenamente. Además, vivió durante casi dos años entre esas paredes. De hecho, hasta hacía dos meses había seguido siendo así. Ahora su piso estaba instalado en Gotham. Con todo el tema de la colisión y la aparición de los nuevos héroes y villanos, se necesitaba más gente que nunca. Ahora, la ciudad maldita parecía estar más maldita aún. ¡Todavía recordaba aquella especie de perro negro...gigante, y sus crías! Y aún lamentaba lo que pasó. Escuchó a aquel tal Sloan hablar sobre su apuesta, sobre que ellos solo querían estar tranquilos. Tenía crías a las que alimentar, a las que dar a vida. En cierto modo se sentía totalmente culpable de lo que le ocurrió, pero no pudo detener a las fuerzas especiales. Aquel día murió demasiados seres vivos, ya fuesen humanos o no.

Se mordió con suavidad el labio inferior, y eso consiguió desconcetrarla. Estaba sentada en la alfombra del suelo, con varias velas a su alrededor y la habitación semi-oscura. Era un ritual de relajación que le había enseñado Raven con el tiempo, pero a veces su cabeza se iba a sus pensamientos, como acababa de pasar. ¿La verdad? Estarse quieta no era lo suyo, pero admitía que aquello le ayudaba bastante. Volvió a cerrar los ojos, en un segundo intento de concentrarse...pero a los dos minutos, alguien picó en su puerta, consiguiendo que chasquease la lengua y soltase una pequeña maldición. Aunque sentía sus piernas algo entumecidas por tenerlas cruzadas entre sí, terminó cediendo, abriendo al final. Quien estaba allí era chico bestia, que la miraba con su siempre formal sonrisa.

-Coral, han avisado de que un tal...-se miró la mano por un momento, luego la volvió a esconder. -Arión, viene a verte. No tardará mucho, creo. Así que ponte guapa para tu cita. -y le guiñó el ojo con una sonrisa divertida y juguetona. No es que fuese una insinuación, Beast Boy era así, siempre hacía bromas de todo tipo y le gustaba malinterpretar las cosas.

-De acuerdo, gracias. Ahora bajaré...-y se encogió con suavidad de hombros. Con todo, le fue incapaz de seguir el chiste al chico verde, en especial porque creía recordar algo de ese nombre. Cerró la puerta aún metida en sus pensamientos, con el chico aún delante. Pudo escuchar una queja desde el otro lado, pero simplemente la ignoró. Arión, Arión, A...ri...ón. De repente, la castaña abrió los ojos con sorpresa. No, no podía ser, ¿verdad? No era el Arión de los libros que leía de pequeña, de lo que le enseñó su padre sobre la historia de los homo magis, sobre sus orígenes. Había pasado demasiado tiempo, y aunque no recordaba exactamente su final, no veía posible que siguiese existiendo. Es decir...muchos siglos, demasiados. Se llevó la mano a la cabeza, y apoyó el pulgar y el corazón en ambas sientes, masageándoselas.

Claro...Batman me informó de esto. Había un nuevo mimebro en la liga, ¿no? Autopensó. Seguramente sea solo una coincidencia...

Aun así, por muy bromista que fuese Beast Boy, si le había avisado de aquello, era porque realmente iba a venir. Con el tiempo, el chico había aprendido que a Coral no le afectaban tanto sus bromas, o sabía devolvérselas bien. Por ende, prefirió limitarse a dejarla más tranquila. Volteó la mirada hacia la percha: allí estaba tendido su traje. Ella estaba en ropa común, pero era mejor estar presentable...como heroína que era.

Heroína. Ni que las chicas que salvaban el mundo fuesen como la droga.

....

Cuando bajó, ya estaba totalmente lista, a excepción de que no llevaba su máscara y su característica capucha estaba bajada, cayendo por la parte superior de su espalda y reposando completamente en sus hombros. Había aprovechado para picar algo: alguna cosa siempre iba bien para el estómago. Además, últimamente no comía demasiado bien. Pero tampoco tenía a nadie que se lo recordara...excepto ella misma, cuando se encontraba con ánimos. Esa era una parte que nunca quería mostrar a nadie, la que estaba guardada con llave bajo su corazón: esa horrible e irremediable soledad que no podía evitar sentir. A veces le atacaba, y le dolía. Se deprimía, y echaba las culpas a tonterías. Era una adolescente, ¿no? Esa era su excusa: ya se le pasaría. Simplemente, no sabía que quería.

Justo estaba frente a los tubos zetas. Normalmente, si alguien de la liga venía, solía utilizarlos para llegar hasta allí. Una tecnología punta que a ella no le gustaba para nada. Prefería sus portales, se sentía mil veces más segura en ellos y sabía que no le iban a fallar. Además, eran incluso más rápidos, y más directos. La sorpresa fue cuando lo que sonó no fue el tubo zeta avisando de que venía alguien, sino que se trató de la alarma de seguridad de la puerta principal, la única existente para que entraran y saliesen vehículos. Coral se giró, curiosa, y rápidamente fue hacia el monitor central, allí donde estaban conectadas todas las cámaras. La imagen fue clara, y las palabras también: era él. Tecleó una de las combinaciones, y la puerta no tardó en empezar a abrirse, lenta, pesada.  De mientras, ella misma se movió hacia el lugar. ¿Recordáis la comodidad de los portales? Pues ya sabéis como llegó antes de que él pudiese ver el interior de la montaña.

El viento de fuera entró como si fuesen las suaves caricias de una mujer, y su pelo se meció en el aire.

-Un placer, Airón. Soy...la chica que estás buscando.

La magia había inundado el lugar desde el momento en el que aquel hombre entró en la estancia. Una magia que solo había sentido cuando se encontró con Prometea, la diosa de la imaginación. Su cuerpo reaccionaba de forma involuntaria, y su percepción no pudo evitar el estar completamente atenta a él. Era simplemente increíble. ¿Y si quizás realmente era él...? No, no podía verlo posible. En cierto modo, era difícil de creer. Cuando comentó sobre su linaje, no pudo más que asentir, al principio un poco extrañada (lo primero que le vino a mente fue un linaje de sangre, de familia), pero luego comprendió rápidamente que se trataba de su condición de homo magi. Aun así, ella no era completamente, como lo fueron los primeros en su nombre, sus antiguas generaciones que crearon la ciudad subterránea de Londres para ocultarse y no ser atrapados. Quizás su estirpe se volvió mestiza en el momento en el que la mayoría fueron desapareciendo, o fueron inevitablemente capturados en sus salidas. Cuando nombró la estrella, hizo un ligero gesto de mirar hacia arriba, aunque solo fue por intuición. Su mirada pronto volvió a la de él. Sí, aquella estrella: su bendición y maldición por partes iguales.

Asintió cuando comentó que era su catalizador, aunque se sorprendió cuando comentó que él hacía uso de objetos. Raven tenía la gema en la cabeza, y Zatanna...¿era su varita? No lo recordaba, no la había conocido muy bien. En cierto modo su incursión con otros magos a veces la llegaba a incomodar.

-Por supuesto, adelante. -respondió a su petición, mientras empezaba a girar su cuerpo indicándole con la mano que siguiese recto. Aquel día tampoco habían muchos héroes por Monte Justicia: todos tenían sus ocupaciones, y el mal casi nunca descansaba, más aún después de la colisión. La puerta mecánica se fue cerrando tras ellos mientras se alejaban del lugar, subiendo las escaleras para adentrarse en una puerta que llevaba al interior cálido. Lo llevó por los pasillos, pasando por la zona central, donde Airón pudo ver aquel gran monitor que era la base de datos central de los Young Titans. Finalmente llegaron a una de las salas de descanso, la central, la más acogedora y familiar, donde pudieron reposar en un sofá para hablar más cómodamente. Era espaciosa, y si alguien entraba, lo verían antes de que pudiesen escuchar nada. Durante todo el camino, sólo le comentó una cosa. Ahí, el hechicero empezó su explicación. Una explicación que a medida que avanzó consiguió que la cara de la inglesa fuese cambiando de expresiones: confusión, extrañez, sorpresa...¡Era Airón de verdad! ¡Aquel del cual había estudiado, un inmortal de los tiempos antiguos, un verdadero Homo Magi! ¿En qué momento pensó que ya nada la podía sorprender? Porque aquello lo había hecho, y con creces. De repente, la historia contada de la boca de él casi le pareció una lección de historia que, si bien había conocido por encima, era muchísimo más profunda. La incredulidad de sus pensamientos solo fueron superados por la repentina vergüenza, la curiosidad y un sentimiento de creer que estaba soñando. Pero la sorpresa final llegó con su petición. Si ya no sabía qué podía decir, aquello le dejó casi sin palabras. Quiso responder, pero la voz no le salió. Articuló un poco los labios, pero sus cuerdas vocales no funcionaron. Miró a sus ojos en todo momento, ya que Airón captó toda su atención, pero en ese momento no pudo evitar desviar la mirada hacia cualquier otro punto indefinido, y se mordió con algo de fuerza el labio inferior, como cada vez que tenía que pensar algo rápido o complicado.

-Mi estrella es un catalizador, sí...-murmuró-Pero también tiene mis poderes algo diluidos. Fue un extra que me puso mi padre, para que no los pudiese liberar en todo su potencial hasta que no estuviese seguro de que solo le seguiría y le haría caso a él. Eso solo lo dificulta todo en cuanto a mi magia se refiere. Y...hasta donde yo se, nunca podría abrir un portal a otras dimensiones. -entonces, volvió a tener algo más de seguridad en sus palabras, ya que iba a hablar de un tema que ya se conocía de memoria, así que volvió a posar sus ojos sobre los de él. -Puedo abrir portales a través de la luz. Esta es igual en todas partes, y está compuesta de la misma forma. Por ende, no puedo abrir portales a lugares oscuros: podría aparecer en cualquier parte, hasta dentro de una persona...-aquello sonó como si estuviese haciendo humor negro, pero no fue así, era verdad. Cualquier parte era cualquier parte. -Es una magia poderosa si no se sabe utilizar. A parte...necesito tener una imagen clara sobre el lugar donde se tiene que ver el portal: una fotografía, un vídeo, una imagen mental...-se encogió por un momento de hombros, y sonrió con una ligera timidez, como si no quisiese aparentar más de lo que era, o darse aires importantes con ello, cosa que realmente NO quería hacer. -Es decir, tengo un don: soy telépata. Si la persona conoce perfectamente el lugar, también me sirve verlo en su mente. -como hizo con Barbara hacía muchísimo tiempo, en su primera misión juntas.

>> -Además, contra más lejos es la distancia a la que tengo que acceder, más agotamiento mental, e incluso vital. Me pides un portal hacia otra dimensión...y no se cómo podría salir eso. Pero nunca es una negación el poderlo intentar. -y aun así, era preocupante. -No se hasta qué punto podría...aguantar, pero nunca lo sabré si no lo hago primero. -y asintió con suavidad ante sus propias palabras, siendo más una reflexión interna que se dijo a si mismo, solo que en voz alta.

Por un momento se le sobresaltó el corazón, pero fue en vano. Claro...¿Cómo iba a poder ser tan fácil eliminar la pequeña parte de la marca que era de su padre? La estrella no le molestaba, había acabado acostumbrándose a vérsela en cada espejo que pasaba y, al menos, se la podía tapar con flequillo cada vez que iba a clase, o disimularla con maquillaje si realmente necesitaba que no se viese. Pero saber que la magia de William Hiddleston seguía ahí, presente, le producía una sensación de ira en lo más profundo de su ser.

-Por suerte, suelo ser paciente. -murmuró, encogiéndose con suavidad de hombros, mientras dibujaba una muy ligera sonrisa. Había sonado a humor, pero también decía la verdad. Al menos, en cosas como esas. En otra prefería que todo fuese rápido y, cuanto antes, mejor. Así, siguió escuchando el relato y los planes de Airón, aquel del cual aún no creía que estuviese en su presencia. Y aun así, no podía evitar seguir preocupándole hasta qué punto podría aguantar ella...pero, por otra parte, sí que podía confiar en la magia de él. Para una mestiza como era la castaña, el poder que percibía en el hombre era enorme, y eso la reconfortaba.

Sí, si el me ayuda, podría ser posible. Podríamos encontrar una fórmula nueva para un mundo como este...

-Dónde sugerirías que lo intentásemos abrir? -preguntó ella, ladeando con suavidad la cabeza. -Es decir, necesitaríamos un lugar bastante apartado para asegurarnos de que no se lleva a nadie por delante...- o que ningún imbécil se metiese dentro, claro. Pero era lógico que la chica ya pensaba que eso Airon lo sabía bien, y que pensaría en otro lugar. Una pregunta surgió de nuevo de en su mente: ¿Y qué pensaría la Liga de la Justicia de todo aquello? Las otras dimensiones siempre habían sido peligrosas, y más tras lo que le había contado antes el mago sobre El Mundo Oscuro. Se preguntó si en especial lo sabría Batman, quien era uno de los que menos les gustaba jugar con aquellas cosas. Pero la curiosidad de todo el asunto le podía, además de unas irresistibles ganas que aparecieron a medida que el atlante habló de ponerse ella misma a prueba.

-Y...¿de qué forma podríamos hacerlo? Es decir...¿tienes alguna idea, algo? -más que por él, por ella, que realmente no tenía ni idea de cómo podrían realizar tal proeza.

FDI: disculpa la brevedad, pero en esta respuesta Arión no tiene mucho más que decir. Si quieres puedes incluir ya en tu próxima respuesta el salto al día que tú elijas (que no sea muy lejano a poder ser) junto con la descripción de la zona escogida por Coral y ya narro yo la realización del conjuro.