La doctora había tocado un tema clave, uno que preocupaba seriamente al mutante, aunque ni siquiera era consciente de ello. Porque realmente no tenía esperanzas (¿o sí las tenía?) de que la muchacha acudiera a buscarle como le había pedido (¿lo haría?). La última vez que había hablado con ella le había dado la impresión de que rehuía su contacto (¿lo había hecho?). Una parte de sí mismo quería creer que había causado en ella la misma impresión que ella había causado en él, pues así lo había demostrado, pero la otra parte, la que había construido para protegerse del daño, deseaba hacerle ver que no era así para evitarle el dolor. De esa manera, si no esperaba nada, no sufriría ningún desengaño si ella no acudía, que sería lo más lógico (¿lo era?). Y si lo hacía...
No, no podía pensar en eso. Ya estaba su subconsciente traicionándole otra vez.
No debes esperar nada, Drago. ¿Aún no te has acostumbrado? Sólo traes dolor y sufrimiento a aquellos que te rodean, susurraron las sombras.
Pero si lo hacía, si ella realmente acudía... Si le había impresionado de la misma manera que ella le había impresionado a él... si suscitaba en ella los mismos deseos... no podría complacerla... No, no podría, porque su miedo a la oscuridad le impulsaba a permanecer continuamente en forma mutante, y para mantener su forma mutante debía de estar en un estado de continua tensión permanente... No podía... relajarse... Lo cual significaba que jamás podría llegar a nada realmente serio con ella. ¿Lo aceptaría con esas condiciones? ¿Sería capaz de aceptar a alguien que nunca podría complacerla de la manera que se espera entre un hombre y una mujer?
Demasiados miedos, demasiadas preocupaciones...
¿Estás seguro de que no ha sido ésa la verdadera razón por la que te has decidido venir a ver a la doctora? -susurraron las voces
de su cabeza que hablaban con la voz de su inconsciente-
. Toda tu vida has tenido éste problema y nunca hasta ahora te habías decidido a tratar de solucionarlo.No, qué tontería, a estas alturas posiblemente ya se habrá olvidado de mí.Dirigió a Elissa una mirada de profunda tristeza.
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Sí, me... gustaría aprender. Me gustaría poder relajarme de vez en cuando sin éste temor constante en el que vivo.La propuesta de la doctora era ciertamente inusual... Tenía entendido que el código deontológico del psicólogo le impedía establecer relaciones de amistad, o de cualquier otro tipo, con sus pacientes, y una cita fuera de la consulta podía llegar a ser malinterpretada, pero confiaba en su buen criterio y, después de todo, su caso no era fácil, por lo que quizás requería de medidas un poco menos ortodoxas.
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"El Piano" -repitió para sí. Sonaba bien-
. No la he visto. ¿Sabe, doctora? También es el instrumento que yo toco -y se permitió sonreír.
Se encontraba ya junto a la puerta recogiendo sus cosas para salir cuando Elissa lanzó su última frase. Oírle tocar... Nunca nadie lo había hecho, pero tanto el Profesor como Lobo le habían insistido mucho para que permitiera el acceso a los demás a esa parte de su vida. Quizá era hora de un cambio... ¿Por qué no? Después de todo había acudido allí sabiendo que para que la terapia tuviera éxito iba a tener que abrirse a Elissa como no se había abierto nunca antes para ningún otro... Y ya que estaba dispuesto a permitirle acceder a esas zonas que hasta entonces habían permanecido selladas, ya que le había permitido ver sus lágrimas... ¿por qué no permitirle ver también esa faceta de sí mismo? Era un momento tan bueno como cualquier otro para empezar a abrirse, y seguramente sería más sencillo hacerlo ante ella, que sabía ya tanto de su verdadero yo, que ante los que sólo veían el Dragoslav Katich que había construido de cara al exterior.
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Claro -dijo con una nueva sonrisa, tras el breve instante de duda que acompañó aquella reflexión-
. Hasta mañana a las siete, doctora... y gracias por todo -dijo antes de salir por la puerta de la oficina.
Y entonces sucedió algo extraño... En el momento en el que el mutante salió del despacho, todas las luces de la sala se apagaron de golpe, dejando a la psicológa sumida en la más absoluta oscuridad... Un tanto perpleja fue hacia el interruptor de encendido y comprobó que estaba exactamente en la misma posición de apagado en que ella lo había dejado cuando había iniciado el experimento de exposición controlada con su paciente. Así pues, la luz que había alumbrado la habitación no provenía de las bombillas ni de la red eléctrica, sino del poder del propio mutante... Un ser de aparente oscuridad encerrando un interior de pura luz. ¿Sería Eclipse consciente de la paradoja?
- Nota:
En cuanto pueda abro el siguiente