De medium a medium y tiro por que me toca. (Angela Strazza). 8 de Abril de 2018.

- ¡Otrra medium agente Hellboy! ¡Esto es un hecho rrealmente emocionante! No había podido entrrarr en contacto con otrros serres igual que yo desde hacía muchísimo tiempo... Quierro decirr, he estado hablando con algunos y trrabajado con otrros, perro nunca había visto un historrial tan espectacularr. Das ist wunderbar!- Johann Krauss, posiblemente el mejor medium del mundo, acompañaba al demonio en una expedición para conocer y hablar con Angela Strazza, una medium con unos poderes realmente impresionantes. Hellboy iba con el ceño fruncido. Odiaba a los mediums. Le parecían una pantomima y una chorrada. Los muertos son muertos, y no deben ser molestados. Luego se revelan o uno pierde control sobre ellos y es cuando se producen las invasiones, las marchas de miles de muertos vivientes comunmente conocidos como zombies, y demás historias. Le habría encantado no ir a esta misión e ir a visitar a Rebecca y a Hiedra antes que tener que hablar con esta mujer.

Era la segunda vez que visitaba la ciudad de Gotham, y le parecía más deprimente si cabe que la primera vez que estuvo en ella. Las calles estaban sucias y oscuras. Las alcantarillas humeantes llenaban el aire de un olor pestilente y desagradable que se introducía en el cerebro hasta provocar mareos e incluso vómitos. Y para mayor INRI, una tropa de taraos de la cabeza disfrazados o con nombres absurdos la volvían un lugar donde uno no quería estar. Hasta el propio héroe de la gran ciudad era un friki vestido con un traje. ¿Qué le pasaba a la gente? ¿Creían que estaban en una fiesta de disfraces? ¿Quién demonios se viste de murciélago y va saltando de cornisa en cornisa para enfrentarse a un tío disfrazado de payaso que se hace llamar "El Joker"? A Rojo todo aquello le sonaba a locura. Sin embargo, con la colisión de mundos debían buscar a todos los místicos o seres que se enfrentasen a las fuerzas del mal. Curiosamente habían aparecido un gigantesco número de ellos. Al parecer, el otro universo que había colisionado con el suyo estaba plagado de estos seres. Antes el único así más importante que podía haber era ese tal motorista fantasma, pero era un tipo realmente anárquico que luchaba siempre solo. Había tenido un par de conversaciones con él y lo único que había sacado en claro era que el tipo ese tenía muchos humos.

Angela Strazza era una medium capaz de comunicarse con los muertos y controlarlos hasta cierto punto. Tal vez ella había sido capaz de ver a través de estos algo de los jinetes del apocalipsis. Con Peste fuera de juego necesitaban saber cuanto antes qué iba a suceder con el resto de jinetes. Cuando Sloan y Rebecca habían estado en el B.P.R.D habían sacado muchas cosas en claro. Por un lado, había lugares en el mundo como el Vaticano donde era más probable que el siguiente jinete, o al menos uno de ellos, atacase o apareciese. Toda la información que pudiesen conseguir acerca del más allá era más que útil y bienvenida. Por ello, a pesar de que detestaba a los mediums, había accedido finalmente a ir a hablar con la mujer asentada en Gotham.

- Sí, sí, todo muy emocionante Johan, pero no olvides por qué estamos aquí. Tenemos que advertirle a Angela que se acerca un peligro inminente y que necesitamos su ayuda, o posiblemente la necesitemos en el futuro. Nada de poneros a charlar sobre vuestros muertos ni gaitas de esas, ¿entendido? Tenemos mucho que hacer y hablar, así que más le vale no ponerse pesado.- Hellboy miró con rostro serio a su compañero con los brillantes ojos amarillos. Johan ya le ponía lo suficientemente nervioso como para tener una segunda Johan hablándole. Sólo de pensarlo le dio un escalofrío.

- ¡Agente Hellboy! ¿Porr quién me ha tomado? ¡Yo soy un prrofesional cualificado! Sé perrfectamente cuál es nuestrro cometido. Rrecuerrde que estoy aquí parra asegurrarr la misión. Lo más prrobable es que usted la mandase al garrete con su mal humorr y sus salidas de tono... Aquí es.- Hellboy iba a replicar cuando Johan se acercó a una pequeña puerta de madera y la golpeó con firmeza. El sonido hueco resonó al otro lado y el medium dio un pequeño golpe con sus talones.- ¿Señorrita Strrazza? ¡Buenas noches, nos gustarría hablarr con usted! ¡No se prreocupe, no vamos a hacerrle daño! Somos místicos, al igual que usted, y nos gustarría tenerr una agrradable charrla.

- Muy sutil Johan. ¡Estoy seguro de que nos va a abrir a la primera! También podría haberle dicho que éramos unos testigos de Jehová o algo por el estilo. Habríamos tenido más posibilidades de que nos atendiese de esa manera.- Hellboy negó con la cabeza y esperó a que les abriesen. Sólo deseaba que lo hiciese, pues sino tendría que echar la puerta abajo en caso de que no dijese nada la mujer.

-En realidad- dijo una voz femenina detrás de ellos-, sería más fácil que les abriera si llamaran al timbre. Siempre que estuviera dentro de la casa, claro.

Cuando se volvieran hacia el origen de la voz, en un camino que rodeaba el edificio por el jardín, verían a una mujer joven, que no llegaba a la treintena, vestida con unos vaqueros, una blusa blanca y una chaqueta, las manos metidas en los bolsillos, el pelo castaño y ondulado cayendo libre sobre sus hombros. A su lado había un perrazo de color negro que en aquellos momentos había tomado una postura defensiva. No es que se lo pudieran echar en cara, pobre animalito, teniendo en cuenta que tenía delante una persona de origen demoniaco, y en los últimos meses el número de cosas de ese estilo había aumentado demasiado. Lo que no era tan normal era la reacción de la mujer, que tras fijarse en uno y otro, miró más largamente al demonio antes de encogerse de hombros.

-Bueno, al menos usted es del color habitual- comentó, con una sonrisa nerviosa y un gesto extraño.

No es que la experiencia de Angie con demonios fuera muy amplia, pero conocía a Etrigan, qué remedio, y había tenido un feo encontronazo hacía unos meses con unos cuantos cortesía de una panda de sectarios adoradores de una entidad demoniaca de otra dimensión. Y aunque sin duda los bichejos invocados en el cementerio habían tenido el aspecto típico y habían sido suficientemente aterradores, Etrigan era una impresión mucho más fuerte y mucho más próxima en el tiempo. Pero aquello no es que fuera muy importante, ni tampoco era algo que quisiera discutir con aquellos dos extraños que acababan de llegar a su casa, al parecer sabiendo a la perfección quién era y lo que era capaz de hacer.

Eso era una novedad. Que ella supiera, solo un puñado de personas sabía que la italiana loca que escribía esa columna en aquella revista de poca monta era algo más que una simple estafadora. Claro que no podía saber a quién le habían dicho qué dichas personas, pero en un país en el que si dabas un paso te podía salir gente como el Dr. Destino, alguien como ella era una jugadora tan de cuarta regional que casi daba risa. ¿Por qué habría de preocuparse alguien de hablar de ella? Es más, ¿para qué tendría nadie interés en buscarla activamente?

-¿Y quiénes son ustedes, si no es indiscrección? Ya que ustedes parecen saber ya quién soy.

Una tímida voz sonó detrás de ellos, y ambos se dieron la vuelta. Una mujer aparentemente joven, alrededor de los veinti tantos, con unos cabellos castaños y algún tono rojizo les miraba, medio dubitativa, medio confiada, como si no fuesen los primeros seres sobrenaturales o extraños con los que había tratado. Cuando dijo que era del color habitual, Hellboy se dio por aludido. Desde luego, no iba a ser Krauss el que llevase el color habitual, a menos claro está que Angela estuviese acostumbrada a tratar con demonios humeantes o algo por el estilo. Rojo dio unos pasos al frente acercándose a Angela y le tendió la mano izquierda.

- Buenas noches Angela. Perdone a mi compañero, está un poco emocionado. Mi nombre es Hellboy, y aquí mi compañero es el señor Johann Krauss. No se preocupe, no queremos causarle ninguna molestia. En realidad estamos aquí para hablar con usted.- Para él, la chica era bastante bajita. Aunque claro, él medía más de dos metros. De altura sería más o menos como Liz, aunque tenía mejor color de piel, lo cual le soprendió tratándose de una medium. Generalmente los mediums suelen tener la piel blanquecina o cetrina, y presentan síntomas de falta de sueño o cansancio acumulado debido a las constantes visitas de los fantasmas y muertos. Ella, por el contrario, parecía una mujer sana, al menos físicamente hablando. Le ofreció una cálida sonrisa para que no se preocupase.- Seguramente te estés preguntando cómo sabemos quién eres y qué hacemos aquí. Pertenecemos a una organización de investigación y lucha contra lo sobrenatural en el mundo. Por el momento no podemos hablarte de ella más, pero básicamente nos encargamos de controlar los monstruos y bichos que se cuelan del otro lado y vienen a causar problemas.

Antes de que pudiese seguir hablando, Johann se adelantó, haciendo una pequeña reverencia a Angela, con una mano en la espalda y la otra dibujando círculos ante él, acompasando la inclinación de cabeza.

- Señorrita Strrazza, es parra mí un placerr poderr conocerr en perrsona a una medium tan rreconocida y talentosa como lo es usted. Como le ha dicho mi compañerro, mi nombrre es Johann Strrauss, a su serrvicio.- Y volvió a erguirse golpeando sus talones entre ellos con un golpe seco y firme.- Su talento no ha pasado desaperrcibido parra un serr como yo. Al igual que usted, yo también soy medium, y no puedo evitarr emocionarrme al conocerr a otrros que comparrtan mis poderres y gustos por semejante y emocionante arrte. En generral mis compañerros son algo más... Brruscos, si usted me entiende.

- Menos cháchara hojalata. Estamos aquí para hablar con Angela, no para hacerle la pelota, sin ánimo de ofender.- A Hellboy los mediums le cansaban, pero pocas cosas le cansaban más que Krauss. Era pedante, pesado, mandón, y nunca nada le parecía suficientemente bueno. Además, él tenía su modus operandi. No podía decirse que Hellboy fuese estúpido, ni mucho menos. Su inteligencia rivalizaba con la de Abe en muchos casos. Además, era el mejor investigador de los sucesos paranormales del mundo. Era también el más fuerte del B.P.R.D, lo que le convertía muchas veces en un tanque que cubría al resto mientras buscaban una manera de resolver un acertijo o de salir de una tumba maldita.- No me gustaría ser descortés Angela, pero ¿podríamos pasar a su casa? Estaremos más cómodos y tendremos algo más de intimidad. No me gustaría que nadie escuchase nuestra conversación...

Hellboy miró a los edificios colindantes con sus brillantes ojos amarillos. Sabía que la ciudad de Gotham era un hervidero de chalados y psicópatas que no dudarían en atacarle si se diese la ocasión, y no estaba como para andar partiendo piernas esa noche. Prefería explicarle a Angela la gravedad de la situación. Había cosas más importantes en juego que unos simples tarados disfrazados.

(OCC: perdón por la tardanza, entre la universidad y el trabajo estoy que no tengo ni diez minutos al día para postear tranquilamente -.-)

El demonio fue el primero en acercarse, ofreciéndole la mano izquierda, la que no era enorme y de piedra, y presentándose a sí mismo y a su compañero. Ella la estrechó, sonriendo, una sonrisa que se volvió irónica cuando dijo que tal vez se preguntaba cómo sabían quien era y lo que hacían allí, porque eso era exactamente en lo que había estado pensando. Antes de que pudiera siquiera hacer mención sobre este hecho, sin embargo, el segundo personaje se presentó, hablando con un cerrado acento alemán y diciendo lo encantado que estaba de conocer a otra medium como él. Angie miró a Hellboy, esta vez con la expresión de una persona que no sabe qué hacer o que decir para ser educado ante lo que era un halago, pero que no consideran que les corresponda. Por fortuna para ella, el enorme tipo de rojo no estaba para cumplidos o charla vanal, y preguntó si podrían pasar a la casa.

-¡Ah, sí, claro!- se adelantó, y abrió la puerta para dejar pasar a sus invitados-. El salón está al fondo del pasillo. Perdonen si está un poco desordenado, voy un poco atrasada con la columna- añadió, haciendo señas a una puerta al fondo del corto pasillo, de madera con una lamina de cristal emplomado con un dibujo de flores-. ¿Quieren algo? ¿Café, té?

Angie se dirigió a la cocina para comenzar a preparar un café para ella, y lo que fuera que pidieran sus "invitados", si es que lo pedían. Mientras tanto, el enorme perro negro les siguió hasta el salón, tumbándose en lo que parecía una cama improvisada hecha con unas mantas viejas, observándoles con unos ojos llenos de inteligencia, como si les estuviera vigilando. El salón parecía estar dividido en dos: una parte tenía un viejo sofá con dos sillones a juego y una mesita, con una televisión que había visto tiempos mejores, probablemente a mediados del siglo XX; la otra era un comedor que en aquellos momentos estaba ocupado por un ordenador portatil y un montón de cartas abiertas.

La espera no duró mucho, y pronto la joven italiana aparecía cargada con una bandeja. Tras asegurarse de que todos estaban más o menos cómodos, se sentó.

-Bien, dicen que habían venido a hablar conmigo, y supongo que no es por mi trabajo en la revista. ¿Qué les trae por aquí? No conozco a nadie que venga a esta ciudad por voluntad propia sin tener un motivo para ello.

Y no se lo echaba en cara, porque tan solo uno de todos los locos a los que se enfrentaba Batman era suficiente como para espantar a los más valientes, y ni siquiera estaba pensando en el Joker. Y había veces que se preguntaba cómo es que todavía no había cogido las maletas y vuelto a Trieste con el rabo entre las piernas. Suponía que era su sentido del deber: las cosas estaban tan mal, que cualquier bien que se hiciera, por pequeño que fuera, no era ya agradecido, es que era completamente necesario. Era, tal vez, demasiado responsable para su propio bien.

Ambos acompañaron a la joven al interior de su casa. Al final de un largo pasillo encontraron un pequeño salón con unos sillones, un sofá y un par de mesas. La casa estaba algo desordenada, pero no algo que no se pudiese aguantar. Algunas cajas, libros y papeles por las mesas. Un ordenador y una antigua televisión debían ser los compañeros de Angela a diario, además de un perro negro que les miró con curiosidad. Hellboy sonrió al animal. La mujer les ofreció algo para tomar mientras les indicaba donde debían ponerse. El demonio miró a su compañero y luego a la chica.

- No sé si mi compañero querrá algo, tal vez si tienes algun humo aromatizado pueda tomarlo.- Y rió. No de una forma burlona, pero sí le hizo gracia la situación. Krauss era un ente ectoplásmico. Básicamente era una nube de humo metida en un traje. Nunca le había visto comer ni beber, así que dudaba que pudiese hacerlo.- Para mí un poco de café si no es molestia, señorita Strazza.

- No se prreocupe, señorrita Strrazza. Yo no tomarré nada. Grracias porr el ofrrecimiento, y rruego disculpe a mi compañerro porr su "humorr"...-

El demonio comenzó a recorrer los libros y la sala con la mirada mientras Angela preparaba las bebidas. Algunos recortes de revista firmados con su nombre le recordaron las palabras de Azul. Ella era columnista en una revista acerca de las ciencias ocultas. Durante la última semana empujado por Abe había leído varias de estas columnas. Le parecían aburridas, no por que ella escribiese mal o tediosamente, sino porque en sí los mediums le producían jaqueca. Aunque había tratado algunos temas bastante interesantes. El olor a madera vieja inundaba la habitación, y el perro le miraba tumbado sobre unas mantas. Cuando Angela entró con una bandeja con varias tazas, Hellboy asintió agradecido y cogió con delicadeza una. Siempre tenía que hacerlo con la mano izquierda, ya que la derecha habría partido la taza como si se tratase de una pequeña ramita. Había tenido que aprender a manejar la otra mano, a pesar de ser diestro, una de las razones por las que era tan mal tirador. Angela se sentó y les preguntó qué hacían allí.

- Angela, ¿ha oído hablar últimamente de la "colisión de mundos"? Puede que también lo haya escuchado como "colisión de universos". El caso es que, según parece, dos universos paralelos han chocado convirtiéndose en uno sólo. Nosotros, por ejemplo, pertenecemos a ese otro universo. Del universo del que procedemos, pertenecemos a una organización gubernamental secreta que se dedica a la búsqueda de entes sobrenaturales, tanto buenos como malvados, y a la protección de la tierra de cualquier criatura que quiera destruirla.- Dio un pequeño sorbo al café mientras esperaba a que Angela fuese asimilando la situación. Suponía que ella ya sabría algo, o que habría escuchado algo acerca de la colisión. Además, si sus datos eran correctos, también lo habría notado en los muertos.- Desde esta colisión, ha habido toda clase de ataques y apariciones de nuevas criaturas. Sin ir más lejos, capturamos un alienígena que entró a través de una grieta interdimensional que jamás habíamos visto en nuestra organización. Tras investigar descubrimos que se trataba de un ser de un antiguo planeta llamado Krypton, actualmente inexistente. Aún estamos investigando acerca de este extraño ser. Pero me voy por las ramas. Hace aproximadamente un par de semanas hubo un ataque mucho más peligroso. Nuestra organización se enfrentó al jinete del apocalipsis "Peste". Conseguimos acabar con él, pero nos advirtió de que pronto vendrían sus hermanos y que el mundo conocería su fin. De ser esto así, aún quedarían tres jinetes: Victoria, Guerra y Muerte. Hemos estado investigando sobre las posibilidades de que estos aparezcan o de que suframos un ataque de los jinetes. Contra peste ya fue una situación muy peliaguda. Para el próximo jinete, si aparece, necesitaremos toda la ayuda que podamos conseguir, además de advertir a todos los que tenemos algún tipo de conexión con el más allá, como usted señorita Strazza.

Hellboy miraba a la joven mujer con el rostro serio y el ceño ligeramente fruncido. Aunque el problema de los jinetes del Apocalipsis afectaba a toda la población mundial, no podían hablarles del B.P.R.D a cualquiera, ni tampoco pedir ayuda a aquellos que jamás se habían enfrentado a este tipo de criaturas. Algunos seres, como los Vengadores, especialmente Thor, quien aparentemente era una especie de dios, ya habían luchado contra criaturas poderosas y letales. Sin embargo, la mayoría eran alienígenas de otros mundos. Lo que ellos trataban eran monstruos infernales, criaturas cuyo poder residía en su propia naturaleza, así como con magia. Necesitaban a todo aquel que conociese el más allá, o que supiese cómo luchar contra estas criaturas. Y Angela era una de esas personas.

- Hemos estado siguiendo sus pasos Angela, así como sus actividades con el más allá. Sabemos que no es usted una luchadora ni una guerrera, en el sentido estricto de la palabra. Usted se dedica a mantener un equilibrio entre este mundo y el otro. A lo que quiero llegar, señorita Strazza, es a preguntarle si usted sabe algo acerca de esta aparición. Si sabe algo de los jinetes, o algo más sobre estas criaturas que pueda servirnos de ayuda. Por el momento, sabemos que la colisión de mundos tiene algo que ver con su aparición, pero no mucho más. El señor Krauss ha intentado comunicarse con el más allá en numerosas ocasiones para averiguar más cosas, pero no tiene una interacción tan poderosa como la suya. Por eso la necesitamos Angela. Necesitamos sus poderes y conocimientos.

Hellboy comenzó su explicación preguntándole sobre la Colisión de mundos. Angie recordaba que los Green Lantern se habían referido así al desastre que había ocurrido hacía ya un mes. Simplemente asintió, sin tener mucho problema en aceptar que eran del "otro" universo, aunque solo fuera porque no era la primera visita de esa clase que había recibido. Tal y como lo describía, en lo único en que se diferenciaba del grupo que tenía montado Constantine era en que a estos les pagaba el gobierno del país. Hasta ese momento, la conversación resultaba hasta normal, teniendo en cuenta sus charlas con la gente con la que solía tratar. Había tenido discusiones mucho más locas con su editor, para ser sincera.

Tampoco le resultó raro el comentario sobre lo de haber capturado un alienígena, porque no era como si el tema de las criaturas alienígenas fuera algo desconocido. Sin embargo, algo le llamó la atención.

"Krypton..." pensó. "Me suena de algo."

Y en ese momento, cuando su mente decidió recordarle de qué le sonaba, Angie se atragantó su café y tuvo que toser un par de veces, antes de dirigirle una mirada mezcla de horror y sorpresa al demonio. Sí, tenía que ser de otro mundo, porque si fuera de aquel, no iría diciendo aquel nombre con tanta ligereza. El resto de la explicación sirvió muy poco para cambiar la expresión en el rostro de la benandante. ¿Que los Jinetes del Apocalipsis andaban sueltos? ¿Que le habían parado los pies a uno? ¿Y que la dichosa Colisión de las narices era la causa de que hubieran asomado la cabeza? Cuando Hellboy acabó de hablar, Angie siguió mirándole como si le hubiera crecido una segunda cabeza durante unos cuantos segundos, mientras su cerebro se esforzaba en asimilar toda la información que había recibido de golpe. Cuando por fin pudo poner sus pensamientos en orden, sacudió la cabeza y tomó otro sorbo de su café antes de decir nada.

-Perdón, creo que ha sido demasiada información en demasiado tiempo- dijo.

Bien, lo mejor era ir por partes, y lo primero era lo primero.

-Antes de hablar de lo nuestro, ¿ha dicho que tiene a alguien proveniente de Krypton? Entonces le recomendaría que se pusiera en contacto con la Liga de la Justicia. No sé cómo demonios lo han reducido, pero les aseguro que van a necesitar ayuda para tratar con eso.

Ayuda del corte de todos los superhéroes que pudieran reunir, seguro.

-En cuanto a los Jinetes del Apocalipsis, lo cierto es que no he escuchado nada. Pero las cosas no han sido muy normales, desde incluso antes de la Colisión- hizo una pausa, pensando en cómo seguir. Todo aquel asunto de los Black Lantern le causaba dolor de cabeza con solo pensar en ello-. No suelo invocar a espíritus del más allá a no ser que sea completamente necesario, y los fantasmas de aquí... Bueno, han pasado cosas. No le extrañe que no esté muy informada la respecto, porque en este momento dudo que haya alguien que lo esté más que ustedes.

Suspiró, recordando ciertas palabras sobre gente con poderes teniendo el teléfono de ella en lugar de al revés. Le resultaba ridículo. Ella no era una superheroína, sus habilidades no eran nada del otro mundo comparadas con las de la gente que había conocido, o la que sabía que rondaba el mundo.

-Les agradezco la advertencia, pero... No estoy segura de si realmente podría ser de ayuda. Hay gente mucho más poderosa que yo. De entrada, se me ocurren tres o cuatro nombres. ¿Seguro que no les conviene más hablar con gente más preparada que yo?

No era que no quisiera... Solo que lo que no quería hacer era estorbar. Si de verdad era tan peligroso, lo peor sería entorpecer, y eso era lo último que pretendía.

Ambos personajes escucharon atentamente las palabras de la mujer. Hellboy bebió despacio el café mientras la mujer les explicaba su situación y lo que ella sabía. No parecía mucho, pero desde luego era mejor que nada, se mirase por donde se mirase. Cuando habló acerca de la criatura Krauss saltó nervioso de su asiento.

- Le adverrtí de ello, agente Hellboy. ¡Esa crriaturra no está dando más que prroblemas! ¡A este paso acabarrá con toda la sede! Deshágase de ese monstrruo en cuanto rregrresemos a la base, ¿lo ha entendido?- Krauss llevaba semanas dando la basa con el bicho ese. Bien era cierto que era extremadamente agresivo y que causaba problemas todos los días. Pero era muy peligroso, y aún no habían encontrado una manera de acabar con él. Además, si había conseguido entrar uno en nuestra dimensión, ¿cómo sabían que no había más por ahí dando la tabarra o esperando a atacar?

- No vamos a tener de nuevo esta discusión doctor. El bicho se queda con nosotros hasta que encontremos la manera de acabar con él... Como le iba diciendo, señorita Strazza, usted nos puede ayudar más de lo que cree. Bien es cierto que tal vez no sepa luchar ni enfrentarse directamente a demonios del averno, pero sus conocimientos son de gran ayuda. Dice que sabe algo acerca de esta criatura de Kryptón, y de que las cosas no han estado tranquilas ni siquiera desde antes de la colisión.- Miró a su compañero que murmuraba cosas en alemán y luego volvió la vista a la mujer.- No es sólo el tema de los jinetes lo que nos preocupa. Hay más cosas que temo que están por llegar. Este ser alienígena podría ser el primero de muchos que se cuelen a través de grietas interdimensionales para venir a joder la tierra. Necesito que nos diga todo lo que sabe acerca de ese planeta, de la liga de la justicia esa que dice, de lo que sabe acerca del más allá, las cosas que dice que están mal, y lo que sabe acerca de John Constantine. Es el siguiente en mi lista de tipos a los que debería visitar. Nosotros, a cambio, le ofrecemos ayuda y cobijo si alguna vez lo necesitase. No estamos lejos de aquí. Vivimos a las afueras de Nueva York. Si alguna vez necesita algo no tiene más que pedirlo. Pero necesito que nos diga lo que sabe Angela. El destino del mundo depende de muchas cosas, y cuanto más sepamos de lo que está por venir o ha venido, con mayor facilidad sabremos enfrentarnos a ello.- El demonio no mentía. Puede que Angela no pudiese acompañarles a alguna misión de riesgo como enfrentarse a alguno de los jinetes o a capturar a algún demonio infernal. Pero toda información era más que bienvenida. Krauss era algo así. Por mucho que le fastidiase a Hellboy, el doctor era de gran ayuda. No soportaba su aire prepotente y demasiado pomposo. Además, su naturaleza alemana le hacía aún más insoportable en cuanto a la corrección de los planes que constantemente hacía. Nunca nada le parecía lo suficientemente bien. Era una especie de Manning 2.0. Otro petardo que creía que enfrentarse a un ser del averno era como dar un paseo por el campo, o que estos en cuanto les explicabas que no debían hacer tal o cual se rendían y volvían al agujero del que habían salido. Por lo menos, la mujer no parecía ser tan cargante ni pesada. Al menos, ya era algo.

La respuesta de Hellboy a sus palabras vino a ser que cualquier ayuda era bienvenida, por pobre que fuera. Y sobre todo, que necesitaban información. De prácticamente todo lo que pudiera darles, lo cual incluía una mención a John Constantine. Suspiró y pensó en cual sería la mejor forma de contarle lo que sabía de aquello por lo que había preguntado. Se puso de pie y se acercó a una de las ventanas del salón.

-Antes me ha preguntado si sabía algo sobre la Colisión- dijo-. Sé que cuando ocurrió, apareció aquí un tipo con un anillo negro controlando un batallón de muertos, personas que me había encontrado durante toda la semana anterior y que se acercaron a mí sin razón aparente. En todos esos encuentros, esas personas ya estaban muertas, pero yo no fui capaz de distinguirlas. Y lo que es peor, sabían lo que iba a ocurrir. Claro que de eso no me enteré hasta tener al batallón en mi jardín. No fue una experiencia divertida, créame.

Se llevó una mano a la garganta, como si todavía pudiera sentir la presa de aquella... criatura, incluso si había sido destruido. Luego sacudió la cabeza y se dio la vuelta, para apoyarse en el marco de la ventana, los brazos cruzados.

-El caso es que el anillo que llevaba la cosa que controlaba a los muertos era muy similar a unos que ya había visto en las noticias. ¿Ha oído hablar de los Green Lantern?- por la expresión de su cara, estaba claro que no-. Son superhéroes. Y algo así como una policía galáctica. El caso es que el anillo negro era muy similar. Fui a consultar con un... conocido mío al respecto, y fue él quien me dijo que debería ponerme en contacto con la Liga de la Justicia. No le aburriré con la historia, pero al parecer toda mi historia, y lo que encontramos después, viene a demostrar que la Colisión no fue algo súbito, y que el mundo de los muertos se vio tan afectado por el cataclismo como el de los vivos.

Tenía sus ideas y teorías al respecto, cosas que podría discutir con gente más afín al tema, pero sospechaba que el demonio sentado en su salón era más propenso a las acciones que a las teorías místicas, y no era cuestión de aburrir a sus invitados. Bueno, seguramente el señor Krauss estaría encantado de escucharla divagar sobre el tema, pero no era la única persona en el salón, y si tenía que ser educada, tenía que serlo con todos. Además, tenían otras cosas de las que hablar.

-La Liga de la Justicia es una... "asociación", por así llamarlo, de superhéroes. Ya sabe, luchadores de la justicia, la virtud, y la forma de vida americana- aquí Angie puso los ojos en blanco ante su propio chiste-. Varios de los Green Lantern que mencioné antes forman parte de ella, y también nuestro "héroe local" principal- hizo una pausa, pensando cómo decir lo siguiente-. Otro miembro es Superman. El héroe de Metropolis, un tipo que puede reventar una pared de cemento con un dedo, es resistente a casi cualquier cosa, vuela y lanza rayos por los ojos. Es probablemente el ser más poderoso del planeta... y si lo que he oído es cierto, es de Krypton.

Dejó que las palabras cayeran sobre sus invitados antes de continuar.

-En cuanto a Constantine, tampoco es que sepa demasiado, a parte de que es inglés, fuma como un carretero, y es un mago. Me he encontrado en un par de ocasiones con él. La segunda fue cuando estuvimos investigando lo del anillo y el origen de los muertos de mi jardín. No lo llamaría mi amigo, precisamente, pero puede decirse que cada uno sabe quién es el otro- se encogió de hombros-. Cualquier otra cosa que quieran saber de él, mejor se la preguntan directamente. Buena suerte encontrándole.

Y ahí estaba, toda la información que podía darles. A parte del tema de los muertos, y de lo poco que había dicho de Constantine, eran casi todo cosas conocidas por el público. En cuanto al "grupito" que tenía montado Constantine, era mejor que él se encargara de contárselo, si es que quería. A fin de cuentas, decían que iban a hablar con él, ¿no? Él sabía mejor en lo que se estaba metiendo que ella, de eso estaba segura.

-¿Algo más?

Ambos escuchaban en silencio a la mujer. Hellboy había oído algo de los linternas verdes y de la liga. Habían aparecido súbitamente tras la colisión de mundos. Eran lo más parecido a los Vengadores de la otra dimensión. De los linternas verdes sabía que usaban unos anillos de poder, poco más, pero en ningún momento pudo imaginarse que hubiese anillos capaces de resucitar a los muertos y comandarlos en un ejército zombie. Eso sí que era interesante, así como un peligro. Si había gente con ese poder suelta podría armarse una buena. Superman, el héroe más poderoso de la tierra... Y además de Kryptón. Eso explicaba el monstruo que tenían guardado en el B.P.R.D. Esa mierda era más dura que el titanio, y tenía un mal genio de aquí te espero. Habían tenido que cambiar la jaula ya como tres veces desde que llegó. Constantemente golpeaba las paredes de esta, abollándolas como si fuesen de goma. Estaban preparadas para guardar criaturas con la fuerza de mil hombres, capaces de partir una secuoya como si fuese un palillo de dientes, o de reducir el diamante a puro polvo. Hablar con la Liga sería lo siguiente en su lista de prioridades, después de ir a hablar con Constantine y viajar a Arizona a ver la aparición de un extraño mineral de origen desconocido. Hellboy resopló nimiamente. Las tareas se le empezaban a acumular.

Acerca de Constantine, ya le había pasado Manning el informe. Sabía que era mago y luchaba contra demonios, que fumaba como un carretero y que tenía mal genio. Pero quería saber algo más personal. Ambos, Angela y él, eran del mismo universo. Tal vez habían coincidido más veces. Por sus palabras pudo deducir que no mucho, la verdad. Constantine parecía un tipo muy reservado y que prefería ocultarse antes que tener un enfrentamiento directo si podía evitarlo. Ya le buscarían y hablarían con él. Por el momento tenían aún muchas cosas que hablar con Angela, al menos cosas que preguntarle. El demonio miró a su compañero un momento. A él la historia de los muertos y demás le interesaría más. Hellboy no era tonto, ni mucho menos. Era extremadamente inteligente y astuto, pero también la fuerza bruta del equipo, y muchas veces la gente lo tachaba de tonto o del típico musculitos que no sabe hacer otra cosa. Con un arqueo de cejas le indicó a Krauss que podía preguntarle lo que quisiera. El alemán se aclaró la garganta y se volvió a Angela.

- Hablenos más de su experriencia con los muerrtos que la atacarron. Yo me he enfrrentado varrias veces a ejérrcitos de muerrtos vivientes que deseaban acabarr conmigo. El caso es que yo también he sentido una alterración en el más allá. El hecho más palpable es la aparrición de los jinetes del Apocalipsis, sin duda. Sin embarrgo, ha habido más prroblemas. Usted misma dice que los sintió. ¿Qué fue exactamente lo que vio o sintió, señorrita Strrazza?- Hellboy se reclinó ligeramente sobre la silla en la que estaba sentado y posó sus manos sobre su vientre. Era hora de que los cerebritos hablasen. Él era de los que defendían la opinión de que, los que están muertos, deben seguir muertos. No es conveniente perturbar el descanso de las almas que han encontrado la paz eterna. Prestaría atención a lo que dijesen, pues tal vez hubiese cosas que podrían servirle, pero tampoco era el plan que más le podía apetecer, siendo honestos.

-El problema no fue lo que sintiese, sino el hecho de que no sentí nada en absoluto.

Ese había sido el problema inicial. Incluso si eran las almas de los muertos poseyendo sus propios cuerpos, seguían estando muertos, y ella debería haberlo sentido. Anubis debería haberlo sentido. Pero no lo habían hecho. Cuando habían hablado con ella, lo extraño había sido que alguien en aquella ciudad se dirigiera directamente a ella para hablar, no que ese alguien fuese un cadáver andante. Si no se lo hubieran dicho, si no los hubiera visto después, habría jurado que eran personas normales y corrientes, tan vivos como sus vecinos.

-Normalmente puedo distinguir un muerto de un vivo, incluso en casos extremos. Sería capaz de distinguir un vampiro en medio de una multitud. Y si yo no soy capaz de distinguirlo, Anubis puede. Pero con esos muertos... Era como si no lo estuvieran. Era como si nunca hubieran muerto, para empezar.

Se había preguntado si había sido porque el tipo los había revivido, pero incluso en ese caso debería haberlo detectado. Aquel tipo de magia solía ponerla mala, y no en el sentido figurado. Le revolvía el estómago. Podía ser que el tipo no hubiera pasado todavía a su mundo entonces, y que por eso los muertos no habían estado controlados y habían intentado avisarla. Pero todo aquello no eran más que teorías, que apenas explicaban todas las cosas que le habían pasado.

-Algo como eso suele acabar afectando a los espíritus de un lugar, y Gotham ya es caótico de por sí sin ayuda de nada ni de nadie, así que puede figurarse en qué estado anímico están los espíritus de esta ciudad desde el paso del batallón de muertos vivientes. Y los psicopompos. Todavía aparecen cuervos a que les alimente a cambio de su ayuda. No quiero saber a dónde tuvieron que ir a entregar las almas. Y sinceramente espero que no las trajeran de vuelta.

En medio de aquel caos, estaba claro que habrían tenido dificultades en hacerlo. Aquel desastre había afectado a todo el mundo, de una forma muy profunda, y estaba claro que tardarían mucho en recuperar la normalidad, si es que la recuperaban. Estaba claro, por esta visita, que no era la única que estaba haciendo algo por el mundo de los muertos, pero ella misma tenía que admitir que tenía las manos llenas solo con lo que ocurría en aquella ciudad, como para encima ir metiéndose en algo a escala mundial. Simplemente, no tenía esa capacidad. No creía que ni todos los benandanti combinados la tuvieran.

-Lo que tengo claro es que la Colisión ha creado una situación de caos en el mundo de los muertos muy similar a la que ha causado en el mundo de los vivos. Es tan solo una teoría, pero... Por nuestro "mundo de los vivos" hay un "mundo de los muertos", el lugar al que las almas deben ir tras su muerte. Si el número de vivos es enorme, el número de muertos es aún mayor. A fin de cuentas, estamos hablando de un número que no hace más que crecer con el paso del tiempo. Ustedes vienen de un mundo distinto del mío, y es de suponer que, al igual que este mundo tiene un lugar al que las almas van, lo mismo puede decirse del suyo. Y puede que sea mucho suponer, pero ese mundo de los muertos estaría en la misma situación que el mío.

Hizo una pausa, buscando cómo expresar aquello en lo que estaba pensando.

-Ahora, los mundos se han unificado. Y el resultado es caótico. Hay gente que ha desaparecido sin dejar rastro, gente que se ha fusionado, gente que ha muerto, e incluso dos personas iguales de mundos distintos. Piensen...

¿No habrá pasado algo similar con los "mundos de los muertos"?

En el mundo de los vivos, las grietas habían permitido que cosas horribles transitaran de un mundo a otro. Si el mundo de los muertos había tenido el mismo problema, y no quería siquiera pensar qué pasaba con el Infierno, ¿qué impedía que cosas que habían estado selladas hubieran escapado a través de grietas similares? ¿Cómo afectaba a un plano la desaparición de algunos de sus miembros, o la duplicidad de otros? ¿Y cómo afectaría eso al mundo de los vivos? Lo único que podía dar por sentado es que iban a encontrar muchos más problemas, y que las cosas tardarían en arreglarse. Mucho.

- Uno de los mayores problemas es ese que decís, señorita Strazza. El mundo de los muertos ha aumentado tanto como el de los vivos. De hecho, la aparición de la misma persona en ambos mundos ha causado un total desequilibrio en todo lo que conocemos como universo, tanto vivo como muerto. Usted sabrá mejor que nosotros que cada uno tenemos una especie de D.N.I en el mundo de los muertos. Cada uno tenemos una ficha con todos nuestros datos donde se explica qué somos, cómo somos, y cosas por el estilo, como enfermedades o defectos. El caso es, que de la noche a la mañana, muchas personas han recibido repentinamente dobles fichas de esas, lo que ha provocado una inestabilidad enorme en ambos mundos. Aunque se diga lo contrario, aún el mundo está en una situación de caos enorme. Eso se ha notado especialmente en grandes ciudades, como Nueva York, Tokyo, Londres... Ciudades habitadas por varios millones de personas, que de la noche a la mañana han duplicado su cantidad, pero en el mismo espacio.- Hellboy se había levantado y miraba distraído los libros de la mujer. Él pensaba que podía ser eso lo que había desencadenado el fin del mundo. En las escrituras, tanto las bíblicas como las laicas, aparecía que el fin del mundo llegaría en un momento de caos y falta de fe en el mundo. Dos infiernos a la vez, dos paraísos a la vez, hasta dos purgatorios a la vez... ¿Y a cuál iba cada uno? Acaso no debería haber un único cielo y un único infierno para todos? Además, había que añadir la enorme aparición de seres todopoderosos alrededor del mundo y la galaxia.

- Crreemos que esa puede haberr sido una de las rrazones porr las cuales han aparrecido los jinetes del apocalipsis. Un desequilibrrio así en el mundo podrría haberr desencadenado un rrepentino fin de este, el cual no lo hayamos podido notarr los mediums como usted o como yo, distrraídos, porr así decirrlo, porr todo el rrevuelo que hay en el más allá. No me atrreverría a decirr que esa sea la verrdaderra rrazón, perro lo que es innegable es que nos encontrramos en una encrrucijada enorrme, y que todos los que tengamos algo que verr con el más allá debemos mantenerrnos unidos parra intentarr verr lo que nos deparra el futurro. De este modo, es posible que consigamos frrenarr ataques o posibles invasiones de muerrtos como la que sufrrió usted hace poco, señorrita Strrazza.- Los metálicos dedos de Johann tamborileaban en el reposamanos del sillón en el que estaba sentado. Su voz parecía calmada, pero firme. Creía realmente en lo que estaba sucediendo, en el caos que había comenzado por la colisión de mundos, y no sabía a ciencia cierta cómo había sucedido. Eso era algo que escamaba a todos. Si alguien andaba detrás de esta colisión, ese alguien sería un ser poderoso como pocos habían conocido hasta el momento. De hecho, posiblemente fuese el ser más poderoso que se conociese. En el fondo, traer del más allá a muertos o abrir una brecha interdimensional es complicado, pero nada comparado con hacer que dos universos colisionen en uno solo. Aquello era algo que simplemente no se barajaba entre las posibles situaciones que se podían dar a cabo.

Hellboy suspiró y volvió la mirada a la mujer que les escuchaba atenta.

- No sabemos muy bien aún por qué ha sucedido todo esto. Si hay alguien detrás la cosa puede complicarse enormemente. Un ser capaz de unir dos universos en uno solo no es alguien a quien se deba tomar a la ligera. Mi compañero Johann ha podido ver cosas del mundo de los muertos, pero nada completamente claro. Le pasa como a usted. Ha tenido problemas para distinguir a un muerto de un vivo en varias ocasiones. Además, últimamente el mundo se está llenando de seres que han surgido de la misma colisión, como la criatura esta de la que le he hablado de Kryptón, o una especie de formación mineral que ha aparecido en Arizona hace un par de semanas. Tenemos que ir a ver que es ya que, aparentemente, tiene un aura sobrenatural que no se veía desde hace tiempo. La cuestión Angela, es que, aunque usted no se considere una guerrera ni que tenga un poder o un don enorme, esto atañe a todo el mundo, tanto a los civiles de a pie que no han visto un muerto en su vida, como a aquellos que tratan con ellos a diario. No hemos venido a reclutarla para un ejército ni nada por el estilo, sino a hablar con usted, par que nos diga qué sabe, y nosotros hacer lo propio. Nuestra organización es la más importante de investigación y defensa de lo paranormal del mundo, y tenemos constancia de cualquier persona o ser capaz de comunicarse con el más allá, cuyos poderes engloben algo sobrenatural, o cosas por el estilo. Esto es lo que sabemos, y nos gustaría saber qué opina usted, o qué más sabe, si hay algo que no nos haya contado.- Hellboy no sonó rudo ni antipático, al menos no más de lo que suele sonar. Estaba tan preocupado como el que más por el destino del mundo. Al fin y al cabo, él era un ser que traería el apocalipsis a la tierra con su mano del destino, y hacía unos pocos días que habían descubierto que Sloan era otro que estaba también destinado a sembrar el fin del mundo en el planeta. La cosa se ponía cada vez más interesante. Por doquier no hacían más que aparecer indicios de que el universo parecía haber llegado a su fin... O no. Todo dependía de cómo se gestionasen y cómo fuesen capaces de luchar contra las adversidades que se les echaban encima. LA cuestión era saber qué hacer y cuándo hacerlo, y estar preparados para cualquier cosa que se les echase encima.